Formador de Generaciones
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Hermano Evaristo Jeréz: “Formador de generaciones”.
Pbro. Edduar Molina Escalona*
Nació el “hermanito”, como cariñosamente le llamamos, el día de San
Pío X, 21 de Agosto del año 1920 en el entonces pueblecito de San Andrés, al
sur de Santander Colombia, en medio de un hogar de sólida formación
cristiana. Lugar donde despierta en el “pequeño gigante” la vocación al amor
que se revela en dos corazones, Jesús y María, los Padres Eudistas. Con
apenas 19 años de edad ingresa en el Noviciado Eudista del Seminario de San
José, en la plaza de Usaquén. Es el Inicio de un camino en que toma como
norma de vida, el consejo de su Padre y Maestro San Juan Eudes: “Nuestro
deseo, nuestro objetivo y nuestra principal preocupación debe ser formar a
Jesús en nosotros y hacer que en nuestros corazones reine su espíritu, su
devoción, sus afectos, sus deseos y disposiciones…” Su formación es
completada en nuestra patria Venezuela, en el afamado Colegio de Kermaría
en La Grita, donde a partir del 7 de mayo de 1944 abraza el carisma y
proyecto eudista en su plenitud, siendo “obrero de la evangelización,
trabajando por la renovación de la fe en el Pueblo de Dios y velando porque la
Iglesia tenga siempre buenos pastores, colaborar, según sus posibilidades en
el llamado de los obispos…” (const. Eudistas. 2).
Su obra formadora de sacerdotes, fue fecunda, invalorable,
inquebrantable y testimonial. Desde 1941 como Profesor y Vigilante en el
Juniorato eudista del Kermaría en la Grita. Igual cargo en 1944 en nuestro
Seminario San Buenaventura de Mérida. En 1960 pasa a la Capital de la
República como Profesor y Subdirector en el Seminario Santa Rosa de Lima,
Caracas. En el 70 vuelve a Mérida, y el 71 retoma su misión en Caracas, Y
desde 1979 hasta su muerte Profesor, Ecónomo y Subdirector y Director en del
Seminario Menor San Buenaventura de Mérida. Fueron 72 años dedicados a
esculpir el sacerdocio de Cristo en generaciones de sacerdotes, laicos
comprometidos y hombres constructores de nuestra sociedad.
Desde que llegó a nuestra Ciudad Serrana, el Seminario fue “la niña de
sus ojos” a nuestra casa de formación sacerdotal dedicó todas sus iniciativas,
esfuerzos, sacrificios y luchas. Contaba muchas veces sus viajes por nuestros
pueblos surmerideños, desde tiempos del Arzobispo Acacio Chacón, a lomo
de mula, buscando vocaciones y alimentos para sostener sus seminaristas.
Desde la primera hora del día, siempre atento y presto a formar, corregir,
consolar y animar nuestro proceso formativo. Hoy cómo agradecemos el valor
de la puntualidad, tan riguroso en este viejo continente, con su famosa
expresión: “estar donde se tiene que estar, a lo hora que se debe estar y hacer
lo que se debe hacer”. O aquellos recordadas mañanas del domingo, en el
salón de estudio, con sus largas lecturas bajo el fondo de los grandes de la
música clásica; cuánto se le agradece a la hora de convivir con estas
sociedades de vieja tradición y diversidad cultural. Dios le pague hermano
Jeréz con el premio de los siervos buenos y fieles en la Vida Eterna.
Como discípulo de los Corazones de Jesús y María, vivió su profesión
religiosa con gozo y sencillez de espíritu, bajo la senda de la pobreza y de la
abnegación, de la oración y de la entrega a los demás, sin alardes. Siempre
brotaba del corazón en sus labios su profunda fe y su actitud permanente de
servicio a los hermanos.
Gracias querido hermano Jeréz por hacer de nuestra iglesia merideña tu
cenáculo de servicio y generosidad, por formar pastores “según el corazón de
Dios”. Grato recordar al Pbro. Onías Mora junto al hermano Jeréz, en equipo
incansable por mantener siempre llena la despensa del Seminario. ¡Dios les
pague con vida eterna!.
Pedimos a la “Madre del Bello Amor”, como le llamaba San Juan Eudes,
que le acompañe hasta el lugar del Consuelo, de la Luz y de la Paz.
* Cronista Oficial del Municipio Arzobispo Chacón.