Foro Paramilitarismo y Política

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Paramilitarismo, desmovilización y política ¿Qué va a pasar con las AUC? Introducción Las negociaciones de paz que adelanta el gobierno con los paramilitares, el proceso de reinserción, la aprobación de la ley de justicia y paz el pasado mes de junio de 2005 y la incorporación en política de los desmovilizados fueron los temas abordados en el Foro “Paramilitarismo, desmovilización y política. ¿Qué va a pasar con las AUC?”. El Foro realizado el pasado 21 de septiembre de 2005 gracias a la Alianza conformada por El Tiempo, la revista Semana, Caracol Radio, Fescol y el PNUD se enmarca en la serie de debates que con expertos en los temas de coyuntura realiza la Alianza. El Foro abre el diálogo a la controversia respetuosa, a la formulación de propuestas, a la denuncia y al planteamiento de opciones relevantes para la actual coyuntura política, pero así mismo y, sobre todo, para el futuro del país. Las muchas páginas escritas sobre el proceso de desmovilización, sin duda, como bien lo dice en las palabras de instalación de este foro, el director de El Tiempo, Rafael Santos, evidencian: “cantidad de líos y vacíos que hay, mucho deseo pero también mucha improvisación. Esta es una oportunidad para disipar esos nubarrones que hay en el proceso y que se puedan hacer las respectivas aclaraciones”. Estas memorias recogen los aspectos más álgidos del debate y de las intervenciones de los panelistas, así como los aspectos centrales de las ponencias del Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán; del director del Centro de Estudios Políticos Internacionales de la Universidad del Rosario, Mauricio Romero y del senador Rafael Pardo. Panel 1. Alcances de la ley de justicia y paz Panel 2. Los paramilitares y la reinserción Panel 3. Los exparamilitares y su participación en política Panel 4. Discusión y conclusiones. Posición del gobierno ******** Estas memorias fueron elaboradas por las periodistas Marcela Giraldo y Camila González. Las relatorías del Foro fueron realizadas por Juliana Vergara, Mario Andrés Mejía y Juan Nicolás Garzón. Como documento de referencia también se tuvo en cuenta el de la relatoría general del Foro de Amparo Díaz, del PNUD. 1

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Paramilitarismo, desmovilización y política ¿Qué va a pasar con las AUC?

Introducción

Las negociaciones de paz que adelanta el gobierno con los paramilitares, el proceso de reinserción, la aprobación de la ley de justicia y paz el pasado mes de junio de 2005 y la incorporación en política de los desmovilizados fueron los temas abordados en el Foro “Paramilitarismo, desmovilización y política. ¿Qué va a pasar con las AUC?”. El Foro realizado el pasado 21 de septiembre de 2005 gracias a la Alianza conformada por El Tiempo, la revista Semana, Caracol Radio, Fescol y el PNUD se enmarca en la serie de debates que con expertos en los temas de coyuntura realiza la Alianza. El Foro abre el diálogo a la controversia respetuosa, a la formulación de propuestas, a la denuncia y al planteamiento de opciones relevantes para la actual coyuntura política, pero así mismo y, sobre todo, para el futuro del país. Las muchas páginas escritas sobre el proceso de desmovilización, sin duda, como bien lo dice en las palabras de instalación de este foro, el director de El Tiempo, Rafael Santos, evidencian: “cantidad de líos y vacíos que hay, mucho deseo pero también mucha improvisación. Esta es una oportunidad para disipar esos nubarrones que hay en el proceso y que se puedan hacer las respectivas aclaraciones”. Estas memorias∗ recogen los aspectos más álgidos del debate y de las intervenciones de los panelistas, así como los aspectos centrales de las ponencias del Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán; del director del Centro de Estudios Políticos Internacionales de la Universidad del Rosario, Mauricio Romero y del senador Rafael Pardo. Panel 1. Alcances de la ley de justicia y paz Panel 2. Los paramilitares y la reinserción Panel 3. Los exparamilitares y su participación en política Panel 4. Discusión y conclusiones. Posición del gobierno ******** ∗ Estas memorias fueron elaboradas por las periodistas Marcela Giraldo y Camila González. Las relatorías del Foro fueron realizadas por Juliana Vergara, Mario Andrés Mejía y Juan Nicolás Garzón. Como documento de referencia también se tuvo en cuenta el de la relatoría general del Foro de Amparo Díaz, del PNUD.

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Panel 1 Alcances de la ley de justicia y paz

Moderador. Alejandro Santos. Director revista Semana Ponente. Mario Iguarán. Fiscal General de la Nación Panelistas - Amerigo Incalcaterra. Director a.i. Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos - Roberto Camacho. Senador de la República - Markus Schultze-Kraft. Director Colombia/Andes Project International Crisis Group - Alirio Uribe. Director Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo - Iván Cepeda. Columnista El Espectador.

Presentación del panel

El panel 1 tuvo como eje temático la discusión sobre la polémica ley

de justicia y paz, a partir de un acercamiento al marco jurídico que le

da fundamento al proceso de desmovilización y reinserción, con

especial énfasis en el proceso adelantado por las autodefensas unidas

de Colombia (AUC). A partir de la ponencia del Fiscal Mario Iguarán,

los panelistas y el público abordan el debate.

Ponencia: Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán

Justicia también es conformidad

El Fiscal señala que la ley de justicia y paz incluye tres componentes:

normas rectoras, procedimiento e implementación.

Las normas rectoras. Se refieren al principio de universalidad.

Durante el proceso para hacer la ley se sostuvieron encuentros con

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diversos sectores interesados, incluso por ser potenciales

beneficiarios.

La ley indica qué es justicia, qué es verdad y qué es reparación. En

efecto, afirma que dentro de la ley la justicia no corresponde al

contexto tradicional de proporcionalidad. Pero justicia también es

conformidad: “Si las víctimas, si los colombianos, con su voluntad

exteriorizada a través del Congreso, se sienten conformes con ocho

años de prisión, con reparación integral, verdad y justicia, podemos

considerar que esa conformidad corresponde al término de justicia”.

De todos modos, destaca, la ley es un marco que sólo arroja una

verdad jurídica, una verdad procesal. La ley no impide que se activen

otros mecanismos, incluso administrativos, para que se conozca la

verdad. Es el caso de la Comisión Nacional de Reconciliación y

Reparación que recomendará los criterios de reparación. Al respecto,

considera que al menos en el papel lo contemplado por la ley en

reparación es suficiente (incluye restitución, rehabilitación,

compensación económica, reparación simbólica y reparación

colectiva): “Tenemos una ley que no es perfecta, pero que contempla

todos los aspectos; es responsabilidad nuestra que a través de ella se

puedan lograr la justicia, la verdad y la reparación”.

En cuanto al procedimiento: es una etapa que surte el gobierno para

determinar quiénes pueden ir en la lista porque cumplen los

requisitos de elegibilidad (desmovilización, desmantelamiento,

entrega de secuestrados, entrega de bienes, cese de hostilidades,

entrega de menores).

Sería prudente que el decreto reglamentario estableciera tiempos y

responsabilidades respecto a los requisitos de elegibilidad para poder

comenzar a aplicar la ley. Para ello la Fiscalía está preparando un

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equipo especializado. “Tengo que reconocer -afirma- que tomamos

nota de las observaciones hechas por la sociedad civil. Por eso le

hemos solicitado a la cooperación internacional el adiestramiento de

nuestros fiscales para conocer sobre los delitos que incorpora la ley”.

Sostiene así mismo que la imputación no será con base en lo

confesado, sino con base en la información legalmente obtenida; por

ello se le ha pedido la sociedad civil brindar información sobre las

personas que creen van a someterse a la ley.

Con base en lo confesado y en la información legalmente obtenida, la

Fiscalía tendrá sesenta días para desarrollar el proceso: “Yo también

creo que sesenta días son muy pocos para hacer una investigación de

esta naturaleza. Pero esto es más que una investigación: la Fiscalía y

los jueces harán un proceso de verificación. La esencia de la ley es la

disposición por parte de estas personas a asumir la responsabilidad, a

colaborar con la justicia y con la verdad. La Fiscalía y los jueces

verificarán sobre todo unas imputaciones y unos cargos para

llamarlos a juicio”.

Polémica sobre la ley de justicia y paz

La ley de justicia y paz, aprobada el pasado mes de junio de 2005 por

el Congreso de Colombia y que servirá como marco jurídico para la

desmovilización de más de 12.000 paramilitares -buena parte de ellos

acusados de secuestros, homicidios, masacres y narcotráfico-, abre

las puertas al análisis y la polémica por parte de la sociedad civil, la

comunidad internacional, las instituciones y las mismas víctimas de

los actores del conflicto armado colombiano.

Se trata de un tema de gran controversia en círculos académicos y

políticos, pero cuya pedagogía es fundamental para entender un

proceso que será la semilla de otros. Surgen entonces los

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interrogantes: ¿se puede lograr y como se haría la reparación?

¿Cuáles son los mecanismos que se utilizarán? ¿Son los mecanismos

adecuados? ¿Cuáles instrumentos legales existen? ¿De dónde va a

salir la financiación?

Mirada desde afuera

La Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas

para los Derechos Humanos reitera su obligación de ejecutar ciertas

funciones de asesoría en el país. El acuerdo suscrito entre el gobierno

colombiano y la organización de las Naciones Unidas señala que es de

competencia de la Oficina “velar porque todo proyecto de ley en

materia de derechos humanos sea respetuoso de los instrumentos

internacionales en la materia”.

En este marco, la Oficina actúa sobre un análisis de todos aquellos

instrumentos, tratados, pactos, convenciones y jurisprudencia

internacional a la cual Colombia ha adherido. Se trata de ofrecer al

Estado en su conjunto -gobierno, Congreso y sociedad civil-,

elementos de análisis para que los proyectos de ley tengan

concordancia con los instrumentos internacionales.

El punto más cuestionado y profundo de la puesta en marcha de la

ley, desde la perspectiva internacional, es el de la verdad que puede

traer consigo impunidad, puesto que no exige la confesión de delitos.

Tiene un significado de largo plazo, ya que si no se enfrenta de una

manera abierta y auténtica pueden resurgir secuelas en el futuro.

La ley 975 se inscribe en un proceso de tránsito de grupos ilegales a

la legalidad, por lo que se enmarca en la justicia transicional, que

exige salvaguardar tanto los derechos de las víctimas como la

justicia. Por eso, Amerigo Incalcaterra, director encargado de la

Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los

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Derechos Humanos, asegura que un proceso de reparación exige

conocer la verdad.

De lo contrario, se pregunta “¿sobre qué bases se puede hacer un

proceso de reparación?”. El enfoque de la Oficina ha sido el de prestar

su asesoría para que se fortalezcan esos elementos. Sin embargo, la

ley ofrece el mismo tratamiento a las desmovilizaciones colectivas

que a las individuales, lo cual no estimula los acuerdos colectivos.

En su último informe sobre Colombia, correspondiente a 2004 y

presentado ante la Comisión de Derechos Humanos en el pasado mes

de abril de 2005, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los

Derechos Humanos, Louise Arbour, recomienda al gobierno y al

Congreso, que en las negociaciones entre el Estado y grupos armados

ilegales, se estableciera un marco jurídico con mecanismos que

reconocieran y garantizaran los derechos a la verdad, a la justicia y a

la reparación de las víctimas.

Observaciones de la ONU a la ley 975

Plantea los siguientes argumentos sobre la ley en términos de:

• La ley no estimula en forma clara el logro de acuerdos

colectivos entre el gobierno y los grupos armados ilegales para

que estos últimos hagan cesar en forma definitiva sus ataques,

abandonen las armas, se marginen del conflicto armado y

desmonte, de modo efectivo, sus estructuras ilícitas

• La ley no contiene referencia alguna ni al conflicto armado

interno ni al Derecho Internacional Humanitario (DIH), con ello

hace que en sus disposiciones no exista claridad sobre el tipo

de delitos sancionables con la llamada pena alternativa y esa

carencia puede convertir en destinatarios de esta pena a

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personas involucradas en graves formas de delincuencia común

como lo es el narcotráfico

• La ley convierte al paramilitarismo en delito político y con ello

permite que los integrantes de grupos armados ilegales puedan

ser beneficiados con amnistías o indultos, medidas que

conducen al olvido y al perdón de la conducta delictiva

• La ley guarda silencio absoluto sobre procesamiento de aquellos

servidores públicos que como coautores, determinantes o

cómplices participaron en los crímenes cometidos por los

integrantes de los grupos paramilitares

• La ley no establece mecanismos efectivos para el pleno

esclarecimiento de los hechos y de la verdad, sin estos

mecanismos no puede hacerse cabal justicia ni garantizar a la

víctima una reparación suficiente, efectiva, rápida y

proporcional a la gravedad del crimen y al daño sufrido

• La ley no garantiza que el Estado y sus instituciones presten a

las víctimas el apoyo proactivo que ellas tienen derecho a

esperar y a recibir

• La ley no exige la confesión plena de los crímenes de manera

que su aplicación no logrará garantizar la satisfacción del

derecho a la verdad ni crear las condiciones para que el Estado

asuma la tarea de desmontar las estructuras ilegales que los

grupos armados han establecido a lo largo de muchos años en

los más variados ámbitos de la vida nacional

• La ley hace depender la reparación de los bienes y recursos que

los victimarios quieran a su arbitrio declarar y entregar. Pone

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sobre las víctimas la carga de obtener la realización de las

prestaciones reparatorias y aborda de manera defectuosa la

obligación estatal de deparar no sólo cuando ello le corresponde

de manera directa, sino cuando los procesados no hayan

querido o podido cumplir con las medidas individuales de la

institución indemnización y rehabilitación.

Lagunas y silencios de la ley

De acuerdo con el análisis de Naciones Unidas, la ley no es adecuada,

puesto que puede contribuir a la impunidad y a la continuidad del

movimiento paramilitar. “La ley 975 de 2005 puede contribuir, con

sus lagunas y con sus silencios, al robustecimiento de la impunidad”.

Según la ONU esta normativa trae consigo siete consecuencias

graves, a saber:

• Tiende a dar píe a la reiteración de los crímenes atroces

• Puede generar más violencia, porque abre espacios a la

venganza privada

• Lesiona el sentido social de la justicia y de la verdad

• Quebranta importantes principios y normas del derecho

internacional de los derechos humanos y del DIH

• Constituye un obstáculo para el logro de una paz auténtica y

duradera

• Diluye hasta un extremo inadmisible la frontera entre lo

tolerante y lo inaceptable

• Obstaculiza el arraigo de la reconciliación.

La ONU pregunta

En este sentido, la Oficina reitera que la normativa no reúne los

elementos esenciales aconsejables para una justicia transicional que,

en tanto un instrumento para lograr una paz sostenible, logre dos

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objetivos: ofrecer beneficios para que los grupos armados ilegales se

desmovilicen y cesen sus hostilidades; y garantizar de manera

adecuada los derechos de las víctimas de los crímenes atroces

cometidos por los miembros de esos grupos.

Para una mayor eficacia en su tarea de observación, la Oficina ha

puesto en conocimiento de la Fiscalía General de la Nación, del

Consejo Superior de la Judicatura y de la Procuraduría General de la

Nación una serie de preguntas sobre las medidas que estas

instituciones adoptarán para ejercer las competencias que prevé la

ley. Entre ellas, Incalcaterra menciona:

¿Cuáles dependencias del gobierno se encargarán de elaborar

y entregar la lista de personas que serán potenciales

destinatarios de los beneficios previstos en la ley?

¿Cuáles autoridades estatales van a certificar el cumplimiento

de cada uno de los requisitos de elegibilidad y en qué tiempo?

¿Qué debe entenderse por desmantelamiento de un grupo

armado organizado al margen de la ley?

¿Cómo hará el Estado para elaborar la relación de la totalidad

de los bienes producto de la actividad ilegal de las personas

procesadas?

¿Cuál será el contenido del acta de compromiso suscrita por el

desmovilizado individual ante el gobierno?

¿Cuál será el lugar de permanencia de los imputados durante

la investigación?

¿Cuáles son las acciones previstas para tomar de manera

adecuada, factores como la edad, el género y la salud de las

víctimas?

¿Cuáles instrucciones se darán a los fiscales para el buen

abordaje de los interrogatorios?

¿Cuáles criterios se aplicarán para acumular la pena

alternativa cuando con posterioridad a la sentencia impuesta

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al desmovilizado se conozca la comisión de otros hechos

punibles?

¿Qué tipo de capacidad se prevé para los funcionarios de la

rama judicial y del Ministerio Público que tendrán a su cargo

las actuaciones señaladas en la ley?

Difícil contexto político

Por su parte otra voz de la comunidad internacional, Markus

Schultze-Kraft, director Colombia/Andes Project International Crisis

Group, manifiesta preocupación sobre dos aspectos: la Fiscalía no

debe tratar de defender la ley sino de implementarla y sobre el

contexto político complejo en que surgió la ley. “El proceso empezó

con mal pie, es decir, con las negociaciones de Santa Fe de Ralito.

Esto reflejó mucha confusión hacia el exterior”, expresa.

En Europa, por ejemplo, no se ha entendido muy bien cómo se ha

llegado a esta ley. Existía la preocupación de que ésta llegaba en mal

momento, es decir, llegaba al final casi del mandato del presidente

Álvaro Uribe, mientras que se supone que su meta es la

desmovilización y reinserción de grupos armados irregulares e

ilegales. En este sentido, según Schultze-Kraft, el tiempo es un

aspecto en definitiva problemático porque el tiempo político de este

periodo se está acabando

La elaboración de la ley de justicia y paz constituye un proceso

paralelo y turbulento. “Y tampoco había, según nuestra percepción,

suficiente transparencia en este proceso legislativo, al que siguieron

muchas confusiones. Y solo para mencionar, por ejemplo, en la

reunión de Cartagena en febrero de 2005, el encuentro entre el

gobierno nacional y el G-24 donde no se sabía cuál iba a ser la

propuesta del gobierno porque al parecer existían varias versiones”.

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Además, preocupa el hecho de que la ley no debió haber salido de

una relación subordinada, sino producto de un espacio independiente.

Buscar una mirada de conjunto hacia las víctimas de los grupos

irregulares en general y el fortalecimiento de la institucionalidad

colombiana en pro de la reconciliación y el fin del conflicto a través de

los elementos de verdad, justicia y reparación, son las necesidades

imperiosas del proceso. Sin embargo, deja abierto el

cuestionamiento: ¿cómo fortalecer la institucionalidad colombiana

para el alcance de la verdad, la justicia y la reparación?

Iniciativa pionera

La ley de justicia y paz es un proyecto innovador y único. Para el

congresista Roberto Camacho, la ley 975 busca responder a las

pautas internacionales. “Esta ley es pionera y puede ser un marco

referencial para otros procesos internacionales”.

Es la primera de su tipo que se factura en el mundo para buscar un

proceso de paz con organizaciones armadas al margen de la ley de

conformidad con las pautas, no los estándares, porque esos

estándares no existen, las pautas del derecho internacional y de los

tratados que Colombia ha firmado en estas materias.

Acerca de las observaciones que hace la ONU a través de la voz de

Incalcaterra, Camacho observa que fueron todas consideradas y

debatidas en su debido tiempo cuando se hizo la redacción del

proyecto de ley. La asesoría de la ONU fue atendida en la medida en

que los propósitos de la ley se ajustaran realmente a esas asesorías.

De igual manera, se considera que la ley será útil también para

futuros proyectos de paz con las guerrillas. “En este caso las

autodefensas están en un proceso, pero esperamos que el día de

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mañana las otras organizaciones armadas al margen de la ley como

las Farc, el ELN -y ojalá sea lo más rápido posible-, también se

sometan a parámetros similares, porque hoy no pueden haber

consejos de paz simples y llanos de amnistía e indulto sino que tienen

que involucrar todos estos elementos”, sostiene el ponente de la ley.

En su opinión, no es un proceso por medio del cual el Estado,

lamentablemente, logra someter a estas personas y organizaciones

para aplicarles el imperio de la ley y la autoridad como debió haber

sido y como era lo ideal. Es un acuerdo de partes, de manera que el

primer elemento que tenía que tener la ley era su realismo, que el

supremo bien de la paz fuera real y posible dentro de los cánones

aceptables por las partes.

El senador, interpreta el fenómeno de los paramilitares como político,

haciendo uso del concepto de Estado fallido para dar explicación al

surgimiento de ejércitos paraestatales que usurpan el poder y la

autoridad como acto de defensa y autoridad. Al buscar llenar aquel

vacío histórico dejado por el Estado, el paramilitarismo se convierte

para el senador Camacho en un acto de corte político.

Sobre la posibilidad de una intervención en política de quienes fueron

miembros de grupos paramilitares, afirma que los beneficiarios de la

ley no podrían hacerlo por haber sido condenados por delitos graves.

Al final, si la ley es buena, regular o mala, se sabrá con el paso del

tiempo. Sin embargo, es importante valorar el gran esfuerzo de

declaración de derecho público en Colombia para resolver un conflicto

o una situación que le estaba haciendo mucho daño al país.

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No hay lugar a la verdad

Para Alirio Uribe, del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo,

no se puede hacer justicia si no se conoce la verdad. La ley no

establece consecuencias por no decir la verdad, lo que la convierte

más en un proceso de auto perdón, es más una ley residual y es “una

especie de marco jurídico para garantizar la impunidad”.

“No habrá verdad, porque la ley -y ese fue el debate central en el

Congreso-, no establece ninguna consecuencia por no decir la

verdad; es decir, 21.800 paramilitares no tienen que decir la verdad.

La ley prevé la acumulación de penas, que no pueden ser superiores

a un máximo de ocho años. Entonces hay es un proceso de auto

perdón. ¿Sobre cuáles elementos se hará justicia y reparación si no

conocemos la verdad que posibilita hacer justicia y al no haberla no

podremos garantizar los derechos de las víctimas?”, expresa.

Califica a la ley de justicia y paz de “residual”, con relación al primer

marco legal (ley 782 y decreto 128). La ley 975 “es el marco jurídico

para garantizar la impunidad”. En últimas, la ley de alternatividad tan

sólo es aplicada a 1% de los desmovilizados. Por ello el desmonte del

paramilitarismo no parece ser viable.

La anterior afirmación se sustenta en los mismos datos de la Fiscalía:

en agosto del 2005, existían 11.414 paramilitares reinsertados, de los

cuales 2.616 lo hicieron de forma individual y 8.798 colectiva;

además de 5.005 guerrilleros. Esto da un total de 16.419 personas.

De todos ellas, a tan sólo 55 les es aplicada la ley 975, que están por

delitos diferentes a rebelión, sedición, asonada y conspiración.

En conclusión, de estos 16.400 pasarán a la ley de justicia y paz tan

solo 55, es decir, que los otros 16.400 ya están indultados, tienen

auto inhibitorio, preclusión de investigación o cesación de

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procedimiento. De igual forma -también según la Fiscalía-, de éstos

161.400 paramilitares, trece son de mando y de éstos, diez tienen

cargos por narcotráfico.

Califica la entrega de bienes de “irrisoria”, por cuanto hasta el

momento se conoce que el bloque Meta ha entregado tan solo diez

camionetas; el Libertador, cuatro vehículos, cinco motos, dos lanchas

y cuatro motores; el Montes de María, cuatro vehículos; y el que más

lo ha hecho es el Catatumbo: 105 fincas, 56 inmuebles, ocho canoas,

dos lanchas, quince motores y diez vehículos.

En síntesis para Uribe, esta ley “permite una continuidad de la

estructura paramilitar, ya que no busca detener su funcionamiento

sino hacerle una especie de reingeniería al paramilitarismo”. La

verdad, en suma, depende del reconocimiento de culpa por parte del

desmovilizado y del proceso de acogimiento de acusación.

Finalmente resalta la intención de diferentes ONG de buscar el

escenario internacional para procesar crímenes de lesa humanidad y

de guerra cometidos en el país.

Víctimas: brillan por su ausencia

Las víctimas piden, como base para un proceso de desmovilización

real y completo de desmonte del paramilitarismo. Sobre ello hay

consenso, pero también desconfianza por la eventualidad de que se

haga realidad. “Cuando nos hemos pronunciado en contra de este

proceso y del marco jurídico del mismo es porque sentimos que no se

van a desmontar los paramilitares y que estamos en un proceso de

paramilitarización del país y de la política”, observa Alirio Uribe.

Las víctimas no son tenidas en cuenta como actores fundamentales

dentro del proceso de aplicación de la ley y se les reduce a espacios y

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tiempos limitados y de poca repercusión. No son reconocidas por una

ley, como sí lo son los victimarios. Son desconocidas para la ley de

justicia y paz, en la cual tampoco se reconoce la participación de

funcionarios estatales y mucho menos el vínculo entre el Estado, las

Fuerzas Militares y paramilitares, según coinciden algunos panelistas.

Se hizo evidente la existencia de asociaciones de victimas en las dos

últimas décadas, con lo que se hace referencia a la posibilidad de

participación activa de ellas y no bajo la figura de una Comisión que

desarticula el proceso histórico de las mismas. “Las víctimas no

necesitamos que nos representen”, manifiesta el columnista Iván

Cepeda, otro de los expertos participantes en este panel.

Sostiene que estas víctimas han sido desconocidas por una ley que

tampoco reconoce la participación de agentes estatales en crímenes

de lesa humanidad. “Hasta que no se reconozca que agentes

estatales han cometido crímenes contra la humanidad será muy difícil

avanzar hacia la erradicación plena y total de las causas que han

motivado el conflicto armado y buena parte de sus daños y el impacto

de la violencia”, afirma Cepeda.

La participación de las víctimas no se resuelve en foros, sino cuando

son sujetos procesales. La ley no es un acuerdo entre las partes y no

le resta poder a los grupos paramilitares, pues “esto no corresponde

a la ley sino a la voluntad política”.

La recién creada Comisión de Reparación y Reconciliación ha tenido

un comienzo un poco en falso al señalar que auspiciará la creación de

asociaciones de víctimas. “No necesitamos que nadie nos organice

sino que sencillamente se respete nuestro derecho a existir y actuar

públicamente, eso es lo que le hemos reclamado al Estado en

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Page 16: Foro Paramilitarismo y Política

múltiples escenarios y también lo hemos dicho a los agentes de

violencia en Colombia”, manifiesta.

Un camino hacia la impunidad

La ley en definitiva no es ese acuerdo entre partes contrincantes que

después de una discusión y una negociación han logrado acordar

ciertas reglas de juego. Se ha tratado de un proceso de conciliación

logrado a través de varias etapas desde la mesa de negociación de

Ralito entre el Alto Comisionado con los comandantes paramilitares.

Para el movimiento de víctimas de crímenes de Estado, constituye un

papel fundamental el concepto de dignidad de las víctimas. A través

de este proceso de discusión no se reconoce su existencia, un

elemento fundamental de la reconciliación. Se requiere que haya una

no repetición efectiva de los crímenes.

Según Cepeda, hay suficiente documentación para afirmar que no son

los agentes estatales quienes han actuado como ruedas sueltas en

convivencia con los grupos paramilitares. Hay una historia y unas

estructuras que han actuado en las últimas décadas que muestran

que estos grupos han sido una estrategia contrainsurgente. La

mayoría de los instructores de los grupos paramilitares son retirados

de la fuerza pública y en todas las estructuras de estos grupos existe

un responsable de las relaciones con el ejército y la policía.

En conclusión –según Cepeda-, en un contexto electoral, el problema

no es solamente el de la verdad, la justicia y la reparación, sino si va

a volver ha haber democracia en Colombia y que tanto los elegidos

como los electores puedan ejercer sus derechos políticos en medio de

tantos intereses y conflictos.

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Hizo entrega al Fiscal General de un informe de las organizaciones de

derechos humanos que condensa 14.400 casos en los que estarían

implicados grupos paramilitares y funcionarios del Estado.

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Panel 2

Los paramilitares y la reinserción Moderador. Rodrigo Pardo. Editor revista Semana. Ponente. Mauricio Romero. Investigador y director del centro de Estudios Políticos Internacionales de la Universidad del Rosario Panelistas - Alfredo Witschi-Cestari. Representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) - Alonso Salazar. Secretario de Gobierno de la Alcaldía de Medellín - Darío Villamizar. Coordinador del Programa de la Alcaldía de Bogotá de Atención a la Población Reincorporada complementario al Programa de Reinserción del Gobierno Nacional - Luis Evelis Andrade. Presidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia - José Félix Lafaurie. Presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) - Juan B. Pérez. Asesor de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz- Jairo Libreros. Experto en seguridad y defensa de la Universidad Externado de Colombia.

Presentación del panel El panel 2 tuvo como eje temático la discusión sobre la polémica de

los paramilitares y la reinserción, a partir de la ponencia presentada

por el investigador Mauricio Romero. El tema del paramilitarismo se

mueve entre dos polos: de una parte, están los optimistas, para

quienes el país atraviesa por un periodo de transición hacia el

posconflicto y la paz; y en el otro extremo están quienes afirman que

vivimos en un periodo de consolidación de nuevas mayorías

electorales con una alta probabilidad de que el conflicto y la violencia

se prolonguen. Expertos de diferentes tendencias y sectores abordan

estos aspectos.

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Ponencia: Mauricio Romero, investigador

Narcotráfico vs fortalecimiento de la civilidad

El tema del paramilitarismo se mueve entre dos polos: por un lado

están los optimistas, para quienes el país está atravesando por un

periodo de transición hacia el posconflicto y la paz; en el otro

extremo están quienes afirman que vivimos en un periodo de

consolidación de nuevas mayorías electorales con una alta

probabilidad de que el conflicto y la violencia se prolonguen.

Centroamérica podría ser un referente importante para abordar estos

temas en varios aspectos:

• Inclusión política. En Centroamérica se dio un mecanismo

amplio de participación de todos los sectores sociales, que

estaba inmersa en un ambiente generalizado de reconciliación.

En el caso colombiano estas dos condiciones no se cumplen o al

menos son relativas. Ni en Centroamérica ni en Colombia hubo

ni hay un plan de reinserción como tal, puesto que este tipo de

programas por lo general son el resultado y de políticas y

prácticas procedentes del extranjero. “En el país se observa

más bien una recomposición de elites tradicionales regionales,

así como una inclusión de sectores ligados de manera directa o

indirecta con el narcotráfico, por ello se dice que los sistemas

políticos locales y la democracia están en riesgo”.

• Políticas de equidad y distribución de recursos. En Colombia la

negociación está ratificando la concentración de riqueza y

tierras por medios violentos

• Reformas en áreas de seguridad y disminución del gasto militar.

En Colombia se está privatizando la seguridad y se constituyen

compañías privadas creadas por grupos ligados a los

desmovilizados y a los antiguos jefes de las AUC. A su turno, el

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narcotráfico se constituye en un gran obstáculo para el

fortalecimiento de la civilidad.

En este panorama surgen varios interrogantes: ¿Cuál es el objetivo

de la reinserción? ¿Cómo realizar el papel de Estado en el proceso?

¿Por qué la reinserción tiene un perfil bajo en el Estado y el

protagonismo lo están asumiendo más los niveles subnacionales? ¿El

proyecto de reinserción con los paramilitares es compatible con una

concepción civilista y democrática? Todas estas preguntas quedan

plateadas para reflexionar en torno a ellas y están por responder.

El debate: reconciliación, necesidad apremiante

La reinserción ya no es un problema para mañana, es de hoy y debe

resolverse hoy. Las Naciones Unidas deben estar más involucradas en

el proceso, es imposible que el proceso siga sin su presencia, ya sea

como garantes, asesoras o verificadoras, ya que cuentan con la

experiencia y reconocimiento necesarios para dotarlo de mayor

legitimidad, en especial, en el ámbito internacional.

Alfredo Witschi-Cestari, representante residente del PNUD, dice:

“Soy de Naciones Unidas y me siento con las manos bloqueadas

porque ha habido en el contexto de los buenos oficios, decisión de

que nos alejamos de todo el proceso de negociación y de

desmilitarización. Estoy totalmente de acuerdo con eso, pero la

reinserción va más allá de los reinsertados”. Es un problema social

civil que concierne a la comunidad, a los colombianos en general, que

incluye a los desplazados y a las víctimas. Para Witschi es importante

contar con el instrumento que significa la comisión de reconciliación

porque si el débil tiene dificultades puede utilizarlo.

3

Page 21: Foro Paramilitarismo y Política

Witschi, en su condición de representante de las Naciones Unidas,

contribuye con su aporte en este panel de reinserción exponiendo

aspectos que desde una perspectiva internacional deben ser tenidos

en cuenta durante el actual proceso de desmovilización y reinserción

de los combatientes de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Una visión de conjunto

En general, “el proceso de reinserción parece no estar cumpliendo

con unos principios básicos de reconciliación a partir de los cuales

podría forjarse una paz más sólida: pero sin reconciliación el proceso

definitivamente fracasa”. Por esta razón la ley de justicia y paz

requiere de una serie de elementos que la complementen y con los

cuales a primera vista no cuenta, para enfrentar problemas que

hacen parte de toda la situación como el narcotráfico, la tragedia del

desplazamiento y la reparación a las víctimas.

Los cuatro aspectos que se deben tener en cuenta son: las

implicaciones sociales del proceso de inserción, de suerte qué tanto

las comunidades, los desplazados y los reinsertados se comuniquen y

reconcilien entre ellos. Si esto no sucede antes del proceso mismo, a

la llegada de la nueva gente es imposible lograrlo. “Conozco el caso

de dos corregimientos con una población total de tres mil personas en

una parte del país, que van a recibir a cuatro mil reinsertados, lo que

implica con las respectivas familias cinco, seis o siete mil personas

adicionales. ¿Cuál es el resultado de eso? La posibilidad de tres mil

nuevos desplazados”, anota Witschi.

El otro es la necesaria participación de las Naciones Unidas. En esta

dimensión se hace especial énfasis y se recuerda que contar con la

experiencia y legitimidad internacional de la ONU es clave para el

buen curso de un proceso de reinserción adelantado en Colombia

4

Page 22: Foro Paramilitarismo y Política

Es fundamental también el desarrollo de grandes proyectos de

reconstrucción y se desestima –en opinión de la ONU- la creación de

una oficina central para que administre todo lo concerniente a la

reinserción, puesto que más bien se requieren el establecimiento de

procesos de coordinación de políticas coherentes.

En cuanto a la Comisión de Reconciliación se la califica como un

organismo débil pero que ante las necesidades actuales debe ser

empleado, buscando su máximo aprovechamiento. Por otra parte, es

fundamental que el proceso amplíe su mirada y la participación de

toda la sociedad, las instituciones y la intervención de la ONU, puesto

que es una situación que compete a todo el conjunto del país

En pro de la reconstrucción del país

En opinión de Witschi, debe haber una visión de conjunto y no es

necesaria una oficina central de reinserción, porque el problema es de

competencia de todo el gabinete, no solo de uno o dos ministerios,

sino de todos y cada uno de ellos. Además, instituciones del Estado

como el Instituto de Bienestar Familia (ICBF) tienen un papel clave

en el proceso de reinserción, “entonces más que una oficina que se

ocupe de eso, tiene que haber un proceso de coordinación y de

división política que los lleve a todos a realizar su trabajo”, señala.

De otra parte, la ley 975 necesita ser complementada con otras leyes

y acciones. Tiene que ser reglamentada, y no resolverá el problema

por sí sola, porque no es más que una pequeña parte de algo mucho

más grande. Según Witschi: “Me preocupa no ver muy bien cómo los

otros elementos que constituyen el marco de operación y trabajo de

un proceso de reinserción y de reconciliación puede llevarse a cabo.

Sin reconciliación no es posible llegar a nada”.

5

Page 23: Foro Paramilitarismo y Política

La reinserción no es una parte de la solución, tiene que ir a la par con

la solución del problema de las víctimas y desplazamiento. ¿Cómo se

puede llevar a cabo una reinserción que sea coherente y que tenga

posibilidad de contribuir a la paz duradera? Es muy complicado

mientras existan cientos de miles de desplazados sin solución, puesto

que ellos también tienen que ser reinsertados.

El país debe reconstruirse, se requiere de grandes planes para ellos

con el sector privado, con todos los sectores y con la comunidad

internacional -los bancos internacionales, el Banco Mundial, la

Corporación Andina de Fomento (CAF). En este sentido, Witschi

propone negociar los fondos requeridos, buscar la factibilidad del

canje de la deuda externa que permita que los pagos se hagan a un

fondo de reparación y no a los acreedores internacionales.

Experiencia de los gobiernos locales

Tanto Bogotá como Medellín se han constituido en centros receptores

de la afluencia de desmovilizados de las AUC en proceso de

reinserción hacia la vida civil. Los dos gobiernos se han visto en la

obligación de incluir dentro de sus respectivos planes, capítulos

específicos en los cuales se trata de manera especial el tema de la

desmovilización de combatientes, en especial, en lo concerniente a

las políticas públicas que se deben desarrollar para la plena

reinserción tanto económica como social de este tipo de población.

Bogotá, todo un proceso

El Plan de desarrollo Bogotá sin indiferencia 2004-2007 creó un

programa complementario de atención para la población

reincorporada que se encuentra en la ciudad. Éste ha sufrido una

fuerte crisis durante sus seis meses de puesta en marcha con

respecto a los reincorporados que se encuentran en albergues. En los

barrios existe la sensación de que los robos, el bandolerismo y la

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Page 24: Foro Paramilitarismo y Política

inseguridad están estrechamente ligados a la presencia de los

desmovilizados en los diversos sectores.

“Esta crisis nos ha permitido conocer la problemática de Bogotá, no

basarnos en estudios y especulaciones, sino ir directamente a los

albergues a trabajar con los mismos incorporados esta problemática”,

observa Darío Villamizar, coordinador del programa de Atención

para la población reincorporada de la Alcaldía de Bogotá.

La Alcaldía viene desarrollando programas específicos para que el

paso de los desmovilizados de los albergues a hogares comunes en

los barrios sea lo menos traumático posible y por tanto ha trabajado

para acercar la oferta distrital a los desmovilizados en una labor que

se está realizando en forma mancomunada con las alcaldías locales.

Además, en pro de una labor efectiva y positiva el gobierno local ha

motivado la participación conjunta de los cinco actores del proceso:

los reinsertados, la sociedad en general, el gobierno nacional, el

gobierno distrital y las organizaciones sociales.

En el caso del Plan de desarrollo este programa está inscrito en lo

que se llama el eje de reconciliación. Éste es uno de los propósitos

claros que tiene la Alcaldía de Bogotá para la población

reincorporada. Esto señala, de alguna manera, las diferencias

sustanciales que tiene el gobierno local con el nacional relacionadas

con la participación de desmovilizados y reincorporados en

actividades militares, así sea de manera voluntaria como lo señalan

los artículos 9 y 10 de la ley 128 o el decreto 2767 y peor aún el

artículo 11 de la ley de justicia y paz, que consagra la obligatoriedad

de la colaboración de los desmovilizados individuales para el

desmantelamiento de sus grupos y con esto tendrían derecho a los

beneficios que se les brindan.

7

Page 25: Foro Paramilitarismo y Política

De manera que hasta lo que en el momento ha sido consagrado como

voluntario ahora es obligatorio a partir de la ley de justicia y paz. “No

nos gusta que a los desmovilizados que se encuentran en Bogotá se

les lleven operativos militares, así suscriban actas afirmando la

voluntariedad de la acción. Esto conlleva problemas para ellos, sus

familias y los demás reincorporados que se encuentran en un barrio o

en una localidad y, en general, para la ciudad”.

Según Villamizar, no cabe duda de que algunos de los problemas que

se presentaron en marzo, abril, mayo e incluso julio y que llevaron de

alguna manera a cambiar la política del gobierno nacional han sido

ocasionados por motivo de retaliaciones contra personas que han

colaborado con información. La situación ha tomado tales

dimensiones que a modo de ver de la Alcaldía los incidentes

presentados en algunos albergues deben ser interpretados como

retaliaciones directas con motivo de la participación de antiguos

miembros de las autodefensas en operaciones militares.

En definitiva, la Alcaldía de Luis Eduardo Garzón se muestra contraria

a la política del gobierno nacional en lo concerniente a la participación

de ex miembros de las autodefensas en operaciones militares

adelantadas por las Fuerzas del Estado. Según el gobierno distrital

esta participación debe ser de carácter voluntario y no debe

constituirse en un requisito de obligatorio cumplimiento para que los

reinsertados puedan acceder a los beneficios económicos y de ley que

el gobierno nacional ha diseñado.

Villamizar propone la realización de un encuentro de las ciudades que

han tenido mayor afluencia de desmovilizados y de reincorporados,

tales como Bogotá, Medellín, Cali, Montería y Cúcuta. Se trataría de

evaluar la actual política de reinserción del gobierno nacional para

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Page 26: Foro Paramilitarismo y Política

diseñar en forma conjunta una serie de recomendaciones, así como

intercambiar experiencias de los logros obtenidos.

Medellín: nnecesidad de productividad y democratización

La Alcaldía de Medellín le ha apostado al proceso de reinserción con

dos supuestos: que la mayor parte de los reinsertados puedan

transformarse en seres productivos para la sociedad desde diversos

puntos de vista no solo como obreros o empleados, sino como sujetos

de la democracia; y con la institucionalización como objetivo

indispensable del éxito de la reinserción desde el punto de vista

democrático de la ciudad. Sin la consecución de estos dos objetivos,

la Alcaldía considera que el programa fracasará de forma inevitable.

“Si cualquiera de esos dos aspectos nos falla, para nosotros el

proceso está trunco. No tiene sentido que se sigan haciendo

reinserciones si eso no conllevan al fortalecimiento del Estado en

todos sus niveles y ese es para nosotros desde el punto de vista

político y estratégico el gran desafío de todo este proceso”, expresa

Alonso Salazar, secretario de Gobierno de la Alcaldía de Medellín.

Por eso, es fundamental denunciar todo cuánto haya de irregular en

el proceso de desmovilización y reincorporación, así como aceptar

errores por parte del propio gobierno. Para que las denuncias tengan

sentido tienen que ser veraces.

Se trata de un proceso muy complejo y heterogéneo de Medellín

-opina Salazar-, es una reacción social que ha permitido a paso muy

lento una disminución de la tasa de homicidios, fortalecimiento de la

organización social y comunitaria y de una conciencia social mucho

más atada al espíritu de la Constitución de 1991 que a los

9

Page 27: Foro Paramilitarismo y Política

pensamientos intransigentes de antes de esa Carta, tanto de

derechas como de izquierdas.

El paramilitarismo encierra un conjunto de intersecciones muy

complejas de diseccionar, en las cuales está el fenómeno del

narcotráfico, el tema asociado con la lucha contrainsurgente, las

acciones de estos grupos contra sectores democráticos y de

izquierda, que la ciudad los ha vivido de manera dramática y de otras

formas extendidas de criminalidad que plantean una conjunción.

Es un deber político de la Alcaldía y de la sociedad procurar que el

proceso de reincorporación sea auténtico y sincero y si no es así

establecer las denuncias de los procedimientos y las movilizaciones

necesarias para que sea replanteado o abolido en pro de que

Colombia avance hacia un proceso de paz.

“Desde la Alcaldía hemos dicho que este proceso es insuficiente, no

sólo por todo lo que el Estado tendrá que hacer para que la paz llegue

a nosotros, sino dentro de la perspectiva de la paz y la negociación

más inmediata. Insistimos en que sin mecanismos reales de

reparación esto es un proceso absolutamente cojo”, sostiene.

El gobierno de Medellín ha apoyado de manera decidida el proceso

desde el principio de la campaña electoral del entonces candidato y

actual alcalde Sergio Fajardo. Durante su administración se ha

trabajado con relativo éxito en los programas de reinserción con los

desmovilizados de las autodefensas del Bloque Cacique Nutibara. El

número total de desmovilizados de este Bloque asciende a 864. En la

actualidad cursan 80 procesos de ex miembros de dicho bloque en la

Fiscalía General, 20 desmovilizados han sido detenidos por un

espectro muy amplio de delitos, mientras que 33 ex integrantes del

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Page 28: Foro Paramilitarismo y Política

Cacique Nutibara están en prisión por causa de delitos cometidos

antes del proceso de desmovilización.

Según las autoridades antioqueñas ésta es una muestra más de que

el proceso no se traduce en borrón y cuenta nueva y por tanto se

requiere compromiso por parte de la sociedad en general, voluntad

política para aplicar la ley y conciencia de que sin reparación el

proceso es incompleto.

En días pasados la Organización Internacional para las Migraciones

(OIM) adelantó un estudio sobre el proceso de desmovilización en

Medellín, con resultados en general positivos, pero con la claridad de

que no está exento de dificultades. Para las autoridades, lo esencial

es que para la sociedad se está recuperando una mano de obra de

guerra muy grande que estaba causando un gran daño.

Las minorías étnicas tienen la palabra

Existe un acuerdo general frente al hecho de que la desmovilización y

la reinserción de ex combatientes es un asunto que compete no sólo

al Estado, sino a la sociedad en su conjunto y por tanto requiere de la

activa participación de las comunidades indígenas, de las negritudes,

de los campesinos, de la academia, del sector privado, entre otros.

En la medida en que este proceso no sea lo más concertado y plural

posible, es muy poco probable que la sociedad logre reconciliarse y

por tanto fracasará de forma inexorable. Unos de los problemas

centrales que requiere de una solución inmediata, es el concerniente

a la repartición de la tierra y el acceso a ésta.

Para el representante indígena Luis Evelis Andrade, “hablar de

reinserción implica necesariamente recordar que quienes van a entrar

11

Page 29: Foro Paramilitarismo y Política

en este proceso por la experiencia que hemos vivido han generado

dolor, han generado desarraigo, han generado desplazamiento”.

En este sentido es indispensable abrir escenarios posibles para

escuchar la palabra de las comunidades, que digan qué está pasando

y hacia dónde reorientar el proceso para que el Estado tome las

respectivas determinaciones y las medidas más pertinentes en orden

a que este proceso de paz y de reinserción sea efectivo.

Ahora bien, esto no se puede hacer sin la sociedad civil. Es imposible

que se ignore el trabajo que ésta hace, por ejemplo, el papel de la

Iglesia y del sector privado que participa de la propuesta y que está

dispuesto a contribuir por su propia iniciativa.

Los desmovilizados se van a reinsertar en comunidades que existen,

por tanto las van a afectar de forma directa, tercia Witschi, entonces

es indispensable que estén involucradas en el proceso y vean su

beneficio y no necesariamente que se conviertan en receptores

pasivos y se constituyan luego en presa fácil de la situación.

Este proceso de reinserción depende de que en efecto se hagan

realidad los procesos de verdad, pero no solo referida a los

victimarios directos –quienes se reinsertan-, sino a todos a quienes

han participado de este proceso paramilitar, incluido el mismo

Estado, ya sea por acción u omisión. En este sentido, la reparación

tendrá que darse también en las dos direcciones y, en especial, debe

garantizarse el retorno de las tierras a las comunidades negras,

indígenas y campesinas desplazadas.

Al igual que otros panelistas insiste en los cuestionamientos de los

indígenas frente a la participación de ex combatientes paramilitares

en operaciones militares. “Deben abrirse escenarios para escuchar las

12

Page 30: Foro Paramilitarismo y Política

voces de las comunidades... Los derechos de los reinsertados no

pueden violar en forma directa o indirecta los derechos de las

víctimas”, concluye.

Tierras a sus dueños

Es un hecho que las comunidades indígenas, las afrocolombianas y,

en general, todas aquellas minorías étnicas que tienen asiento en el

país, se han visto afectadas por las dinámicas de la confrontación

armada que vive Colombia. Asimismo, uno de los puntos en los

cuales se hace más hincapié por parte de la mayoría de los sectores

de opinión es la necesidad de que la reparación se haga por vía de la

devolución de las tierras para aquellas poblaciones a las cuales les

han sido usurpadas mediante el empleo ilegitimo de la violencia.

Las comunidades indígenas y varios sectores de la sociedad se

preguntan si la ley de justicia y paz contempla mecanismos efectivos

para que estas poblaciones sin tierra puedan materializar su deseo de

acceder realmente a una porción de suelo. Sin embargo, otro punto

muy importante para estos grupos tiene que ver con el efectivo

desmantelamiento de la estructura paramilitar.

De manera específica, las comunidades indígenas reclaman una

mayor participación y vocería dentro del proceso que se adelanta con

las autodefensas, a la vez que denuncian graves deficiencias que a su

modo de ver tiene el proceso en lo que se refiere al retorno de las

comunidades desplazadas y las garantías para éstas, la situación de

los pueblos indígenas en un contexto de posconflicto y los derechos

de las víctimas y su vocería.

Andrade se refiere a la necesidad imperiosa de que el proceso con los

paramilitares conlleve a que las instituciones y el Estado rompan

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Page 31: Foro Paramilitarismo y Política

definitivamente con la influencia, económica, política y social que

estos grupos ilegales han ejercido durante años.

Preocupa en suma el posconflicto, qué va a pasar con los pueblos

indígenas con relación a sus territorios y posiciones, y qué sucederá

después del proceso de paz. El proceso de reinserción y los derechos

de los reinsertados no puede obviar el derecho de las víctimas.

Sector privado y productivo

En opinión de José Félix Lafaurie, presidente de la Federación

Nacional de Ganaderos (Fedegan), en su calidad de representante del

sector privado, coincide con sus antecesores en el uso de la palabra

en el sentido de que el país ha avanzado más en desmovilización,

menos en reinserción y muy poco en atención a los territorios.

De otra parte el proceso debe garantizar tres aspectos esenciales.

• Que se cumpla con lo acordado

• Que definitivamente se establezca el monopolio de la fuerza en

manos del estado

• Que se defina los temas sobre la distribución de la tierra, con el

fin de generar condiciones de desarrollo social que contribuyan

con el bienestar colectivo y la cohesión social

Falta conciencia sobre lo que sucede en las regiones. Una parte del

sector más vulnerable rural son los 403.000 ganaderos que tienen

menos de cincuenta animales, es decir, un patrimonio que no alcanza

a superar los 40 millones de pesos. Esos son la carne de cañón. Si el

proceso no se hace de forma dinámica volverán a ser presa no

solamente de los grupos insurgentes, sino de ciertos actores sociales

que inician con pequeños delitos y llegan a la criminalidad.

14

Page 32: Foro Paramilitarismo y Política

Si la sociedad no acoge a los desmovilizados en las zonas urbanas o

rurales, serán mano de obra calificada para la guerra, en manos

quizás del mayor generador de conflicto como lo es el narcotráfico.

Perspectiva del gobierno nacional

Juan B. Pérez, asesor del Alto Comisionado para la Paz, dejó en

claro los beneficios generados por el proceso de desmovilización,

sobre todo en materia de orden público. Para el gobierno es claro que

desde el inicio del proceso de negociación con los paramilitares, las

masacres, homicidios, reclutamiento forzoso –en especial, de

menores de edad- y secuestros, atribuidos a estos grupos, han

disminuido y en algunos casos desaparecido.

Según las proyecciones gubernamentales al finalizar 2005, alrededor

de 22.000 miembros de la AUC habrán dejado las armas como

resultado del proceso con esta organización y sus diversas facciones.

Ya lo hicieron 10.554. Sin embargo, aun no es clara la manera cómo

se va a financiar el proceso de desmovilización de algo más de

22.000 personas, ya que se requiere de una gran cantidad de

recursos económicos y humanos.

Es de incalculable valor que aquellos individuos que han venido

delinquiendo se reincorporen a la vida civil y a su vez hagan parte de

la dinámica económica de la sociedad. Sin embargo, esto supone un

gran reto para las autoridades debido a que si bien a estos individuos

se les debe dar una ocupación, no es serio pensar que estas personas

van a estar dispuestas a integrarse al mercado laboral en condiciones

similares a las de un trabajador que devengue el salario mínimo, es

decir, en condiciones sociales y económicas inferiores en comparación

a las que tenían antes de salir de la ilegalidad.

15

Page 33: Foro Paramilitarismo y Política

Por esta razón se han considerado programas que apuntan a

convertir a los desmovilizados en trabajadores productivos que de

manera paulatina tengan la posibilidad de constituirse en socios de

sus negocios e incluso en verdaderos empresarios.

Para el tejido social es definitiva la participación del sector privado.

Del mismo modo deben hacer parte de este proceso los campesinos

de las diversas regiones e incluso grupos de desplazados no

ocasionados por parte de los grupos paramilitares. Así mismo, el

gobierno es consciente sobre la necesidad de que se adelante un

proceso de acompañamiento sicosocial con los desmovilizados.

En cuanto a la financiación de los proyectos productivos, la nación ha

proyectado que éstos deben provenir de créditos agropecuarios y del

sistema financiero. Estos dineros serán manejados por una fiducia. La

idea es establecer al menos ocho empresas que vinculen a no menos

de cuatro mil cabezas de familia.

El origen de las tierras posiblemente otorgadas a los desmovilizados

debe ser transparente. Esto será garantizado por parte de los

organismos de control del Estado, la Defensoría del Pueblo y las

entidades oficiales mediante la creación de comités locales. Aquellos s

provenientes de los grupos ilegales a los cuales se les comprueben

problemas de orden penal no podrán ser parte del proceso.

La desmovilización de las autodefensas constituye un mecanismo que

abre las puertas a un eventual proceso de paz con los movimientos

insurgentes, en la medida en que estas organizaciones armadas han

insistido en la necesidad de acabar con el paramilitarismo, como

condición fundamental para iniciar un proceso de negociación

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Page 34: Foro Paramilitarismo y Política

Mercado ilícito de armas

El mercado ilícito de armas generado a partir de la firma de los

acuerdos de paz en Centroamérica, lleva a un análisis sobre la

situación a la que está expuesta Colombia en esta materia al culminar

el proceso de desmovilización de los grupos de autodefensa.

Para los especialistas como Jaime Libreros, investigador de la

Universidad Externado de Colombia, el proceso con la AUC fortalece

la carrera armamentista interna y puede significar el crecimiento

exponencial en los índices de homicidios, grupos de pandillas y

aumento de grupos de seguridad privada, como sucedió en varios

países centroamericanos.

La desproporción que existe en este último aspecto en los países de

Centroamérica es evidente. Los casos guatemalteco y salvadoreño de

posguerra ilustran esta situación. En el primero, la relación es de

catorce mil guardias privados por seis mil policías, mientras que en

El Salvador la relación es de veinte mil privados por trece mil policías.

El Estado debe ser consiente de que en los procesos de paz no existe

una equivalencia entre un hombre desmovilizado por un arma

entregada y resulta evidente que en ningún ejército legal o ilegal

existe una relación de un arma por cada hombre.

El problema es tan grave que la media internacional indica que 27%

de las armas ilegales que manejan los grupos armados no se

entregan y este porcentaje alcanza 30% en Colombia. Esto significa

que cerca de doce mil fusiles, tres mil pistolas y 70% de las granadas

no serán entregados al finalizar el proceso.

De tal suerte que el mercado negro de armas en el país se disparará

con la desmovilización de los grupos de autodefensa. Este problema

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Page 35: Foro Paramilitarismo y Política

debe ser abordado de manera inmediata por parte del gobierno

nacional, en la medida en que se tiene establecido que en sectores

como Soacha están identificadas más de novecientas pandillas todas

ellas ávidas de material bélico.

En este sentido –concluye- el papel de las Naciones Unidas podría ser

muy valioso a raíz de sus experiencias con la destrucción simbólica de

armas, el trueque armas-proyectos productivos y la participación de

sectores de la sociedad civil en los procesos de desarme.

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Page 36: Foro Paramilitarismo y Política

Panel 3 Los ex paramilitares y su participación en política

Moderador. Roberto Pombo. Editor general El Tiempo Ponente. Rafael Pardo. Senador de la República Expertos - Francisco Leal Buitrago. Docente Universidad de los Andes - María Jimena Duzán. Periodista y columnista - Juan Manuel Toro. Representante de la Federación Nacional de Concejales-Orinoquia - Carlos Alonso Lucio. Asesor político del proceso de desmovilización de Santa Fe de Ralito - León Valencia. Director Corporación Nuevo Arco Iris - Carlos Gaviria Díaz. Senador de la República - Claudia López. Investigadora y columnista Semana.com.

Presentación del panel El panel 3 aborda un candente debate sobre la participación de los

desmovilizados en política. El consenso en general de los panelistas

otorga una gran trascendencia al hecho de la intervención de los

paramilitares, reinsertados o no, en la política nacional, regional y

local, incluso muchos de ellos de manera abierta desde antes de que

se iniciara el proceso de conversaciones de paz en Santa Fe de Ralito.

Algunos además aportan al debate datos sobre lo que se ha conocido

como el mapa de “los innombrables”, es decir, su participación en el

seno de varios espacios políticos como el Congreso, las asambleas

departamentales y los concejos municipales. Se insiste mucho en la

discusión que los relevos de elites en la historia del país no han

alterado la concentración de la riqueza y el ingreso, lo cual es un

indicador de la ineficacia política de dichas elites. Y se sostiene que la

debilidad política del Estado colombiano ha sido una constante

determinante, de donde surgen los vacíos de poder que dejan espacio

a la ilegalidad y debilitan la democracia.

1

Page 37: Foro Paramilitarismo y Política

Ponencia: senador Rafael Pardo

Claridad y transparencia en los mecanismos de participación

política

Los principales puntos planteados por el senador Pardo en su

intervención se refieren a:

• Desmovilización y reincorporación. Uno de los problemas del

proceso de desmovilización es el económico, ya que se

pretende convertir en microempresarios urbanos y legales a

personas que vienen de la ilegalidad armada. Pero es necesario

encontrar mecanismos para que la gente pueda tener empleo,

pero en un contexto donde se eviten las situaciones de

desigualdad con los ex combatientes. Por ello, en los procesos y

beneficios de la reincorporación debería incluirse a los ex

combatientes del servicio militar obligatorio, una población muy

pobre y vulnerable “que debería tener acceso por lo menos a

becas y cupos que les permitan terminar su secundaria”

• Reparación a las víctimas. La ley de justicia y paz dejó vacíos

en el tema de la reparación a las víctimas. Sin embargo, aún

pueden crearse mecanismos legales de restitución de bienes,

en particular, de bienes agrícolas

• Mecanismos de financiación. Se proponen dos fuentes de

financiación adicionales a las existentes aunque insuficientes,

condenas a reparación a victimarios y presupuestos públicos

que son: canje de deuda externa con destino al fondo de

reparación para financiación de proyectos de reparación

colectivos y aportes del sector privado para estímulos de

generación de empleos para ex combatientes. Se propone una

intensa campaña de consecución de cooperación externa para

2

Page 38: Foro Paramilitarismo y Política

apoyo de estos programas y que este programa haga parte del

Plan nacional de desarrollo 2006-2010

• Participación en política de miembros de grupos paramilitares

desmovilizados. Plantea que los mecanismos de participación

deben establecerse por encima de la mesa de diálogo, no por

debajo. No tiene legitimidad colarse en listas. Por eso propuso

llegar a un compromiso expreso y un sistema de verificación

que incluye: no participar en estas elecciones pero sí en las de

asambleas y concejos del 2007, a través de una circunscripción

especial, previa verificación de la no reincidencia y de la

resolución de la situación judicial de los posibles candidatos

• Urge reconcialiación nacional. Se requiere de un programa

nacional de atención a víctimas de la violencia y a sus ex

combatientes para que pueda haber una real reconciliación

nacional. No es suficiente la atención a ex paramilitares que se

desmovilicen ni a ex guerrilleros desertores. La reconciliación

exige dar atención a las víctimas y a los ex soldados, ex

suboficiales y ex oficiales hasta el grado de teniente. Así como

un trabajo de la sociedad en general, que dependerá en gran

medida del éxito en el desarrollo de los programas con las

víctimas y a los ex combatiente. Para los ex soldados se

proponen programas de educación y capacitación, así como

terapias tanto sicológicas como físicas, con énfasis especial en

los que sufren discapacidades, en particular, pérdida de

miembros u órganos; para los ex combatientes ilegales

programas de empleo y de generación de ingresos, así como de

atención sicológica en los casos en que los especialistas los

recomienden; y para las víctimas programas de reparación

colectivos y de indemnización y restitución individuales.

3

Page 39: Foro Paramilitarismo y Política

Polémica sobre el contexto político El relevo de elites tanto de la economía como de la política en la

historia del país ha tenido una constante sin excepción, no obstante

los cambios estructurales que han ocurrido sobre todo en el siglo

pasado no se han alterado la concentración de la riqueza y el ingreso.

Sin embargo, en las últimas décadas se ha pasado de un país pobre,

rural, atrasado, a uno urbano y modernizado en términos capitalistas

dependientes. Éste es un indicador importante acerca de la eficacia o

ineficacia política de las elites. Cuando se habla de relevo de elites,

no se hace referencia a un relevo absoluto.

Por otra parte, se evidencia la constante debilidad política por parte

del Estado que ha permitido amplios e importantes espacios sociales

de ilegalidad. El corolario principal de este raquitismo estatal ha sido

la fragilidad de la tradicional democracia formal, aunque se ha

mantenido más que en otros países de América Latina.

Así, el último relevo de las elites políticas fue en la década de 1980

tras la crisis de representación del bipartidismo liberal-conservador

estimulado por el Frente Nacional. A raíz de éste, las elites regionales

inician su ascenso. En este contexto, el narcotráfico y el

paramilitarismo se fortalecen, con la complacencia de algunas elites

económicas y políticas, en particular, las rurales, de sectores

estatales y de la fuerza pública, dando paso en la década de 1990 a

un proyecto político paramilitar relativamente autónomo para

combatir a las guerrillas.

Este proyecto político fracasa en la medida en que el paramilitarismo

es controlado por empresarios ilegales que aprovechan la debilidad

del Estado, la apertura y globalización para enriquecerse sobre la

base del narcotráfico. Surgen así redes regionales que se imponen a

través de la violencia y capturan excedentes económicos. Es la

4

Page 40: Foro Paramilitarismo y Política

transformación de estos empresarios ilegales en auténticas mafias

que de alguna forma sofisticada son crimen organizado.

Nace, entonces, un proyecto político alternativo al que se le puede

calificar de “proyecto político mafioso”. No constituye un fenómeno de

movilidad social sino de legitimación de la ilegalidad. Está destinado a

controlar el Estado, que se materializa con el inicio de la negociación

con los paramilitares, la desmovilización de sus grupos, los proyectos

de ley de alternatividad penal y de verdad, justicia y reparación y la

ley de justicia y paz.

La base de este proyecto político fue la violencia, el enriquecimiento

ilícito y el desplazamiento. Es un inmenso botín económico producto

de acciones criminales, desplazamiento de población, apropiación

violenta de tierras, clientelismo armado y subordinación de las elites

regionales y la emergencia de nuevas. Es el inicio exitoso de un

nuevo y pronto relevo de las elites políticas.

Este nuevo relevo de elites es trascendental por sus implicaciones

debido a que transforma de manera estructural lo económico, político

y social. “No es simplemente un fenómeno de movilidad social, sino

de legitimación de la criminalidad e ilegalidad que al producir una

nueva institucionalidad rompería con los ya debilitados patrones

morales de la sociedad y entronizaría estructuras depredadoras muy

difíciles de desarrollar”, observa el investigador Francisco Leal,

quien a la vez se pregunta ¿cómo contrarrestar este fenómeno?

Se trata de un reto difícil, por no decir imposible. Se podría

aminorarlo o debilitarlo, a través de medidas institucionales como el

respeto por la institucionalidad; el fortalecimiento de la reforma

política de 2003; la reforma del sistema electoral y, como

5

Page 41: Foro Paramilitarismo y Política

complemento, la búsqueda de un sistema de partidos que sea

funcional a la democracia.

“Los innombrables” hacen política

Se hace evidente, aunque de una manera en cierta forma “solapada”,

el hecho de que paramilitares, y ahora ex miembros de las AUC,

intervienen en la política regional desde hace varios años.

De acuerdo con la columnista María Jimena Duzán, es importante

la intervención en política de los ex combatientes, es una opción

siempre y cuando su presencia no atente contra la dignidad de las

víctimas, se haga de manera transparente y de acuerdo con las

normas y controles que exige la Constitución colombiana.

Se advierte, la creación de una nueva clase política denominada,

precisamente por el origen de donde vienen “los innombrables”. Está

conformada por personas que no hablan claro con el país, que están

tratando de imponer sus candidatos en todas las regiones de manera

desigual a través de un clientelismo armado, que están atemorizando

a la población y que son, en gran parte, los culpables de la

autocensura de diferentes periódicos en los ámbitos local y regional.

Esta nueva elite rural construye un fenómeno narcoparapolítico, que

opera como un factor de desplazamiento de la clase política

tradicional. Por ejemplo, opina Duzán, es bastante probable que los

“caciques” tradicionales del Norte de Santander estén siendo

desplazados por el nuevo representante de esta clase política.

“Lo otro curioso es que casi todos están en las listas uribistas”,

sostiene Duzán, quien agrega que ese es otro componente de esta

nueva clase política, no porque respondan a un “uribismo” furibundo,

sino porque tienen vocación de poder.

6

Page 42: Foro Paramilitarismo y Política

Sin duda, el periodismo tiene una responsabilidad en develar quienes

son “los innombrables”, lo cual constituye un proceso largo y difícil,

porque en las regiones estas personas tienen cada vez más poder.

“Contras” de la desmovilización

El representante de los concejales de la Orinoquia, Juan Manuel

Toro, hace un reconocimiento al gobierno de Uribe Vélez por la

institucionalización o la actitud de responsabilidad en este proceso.

De igual modo, Toro acepta las dificultades del proceso de

desmovilización actual de los grupos paramilitares. “No es fácil, nada

en el país lo es, quiénes más que nosotros que estamos en las

regiones podemos reconocer lo que pasa en cada municipio. Por

tanto, de buena fe estamos totalmente inmiscuidos y predispuestos a

este proceso que se está dando”, enfatiza.

Las inquietudes de los 3.500 concejales representados por las

Federaciones en 350 municipios acerca del proceso radican en las

dificultades de crear proyectos productivos y empleo para las

personas reinsertadas, y más ahora que ingresan a este ejercicio de

empleo mil o dos mil personas, en cada municipio.

Por otra parte, en los últimos cinco años ha habido 250 concejales

muertos por causa del conflicto. “No queremos ser más víctimas de

este proceso, los concejales del país queremos ser coprotagonistas

del mismo, nos corresponde liderar la búsqueda de tolerancia política

y social sobre todo con los movimientos políticos y sociedades

regionales”, expresa Toro.

Otra inquietud de los concejales obviamente dentro del ejercicio de la

intervención en política, es el control estricto que debe haber a la

7

Page 43: Foro Paramilitarismo y Política

financiación y a la tolerancia de los sectores de derecha e izquierda

con otros grupos. Es fundamental entender la diferencia.

Pensar en el posconflicto

El afán de todo este complejo proceso de desmovilización ha dejado

olvidado un tema trascendental que es el del posconflicto. Carlos

Alonso Lucio, en su calidad de asesor político del proceso de

desmovilización de Santa Fe de Ralito, señala que “el proceso se ha

centrado en recoger listados, recibir los fusiles y pagar 358.000 pesos

mensuales a cada desmovilizado”.

De esta manera, se trata de un proceso de paz parcial que se ocupó

de la desmovilización, antes que de la reincorporación social y

formación de proyectos productivos. Es mucho más lento hacer

cultivos y proyectos agroindustriales que incorporen al trabajo a miles

de desmovilizados, que desarrollar políticas de desmovilización.

Esta lentitud deja a su paso una posible multiplicación de la

“bandolerización” y la delincuencia de los desmovilizados, teniendo en

cuenta que no hay control sobre las actividades de los ex

combatientes. Lucio propone crear un sistema de guardias rurales

para controlar aunque sea en forma temporal ese alto grupo de

personas que se está reincorporando a la violencia.

“El país no alcanza a medir las consecuencias de lo que es una

política errada de reinserción como lo ha sido hasta hoy. Es una

formulación simple para un problema tan complejo”, señala. El

Estado ha debido asumir la incorporación de los desmovilizados

permitiendo, por ejemplo, que se les diera una formación y una

disciplina militar a cargo de las Fuerzas Militares. Otro problema

determinante que ni el gobierno ni las AUC han tenido la voluntad de

asumir, es el del narcotráfico, que puede entrar en una fase de

8

Page 44: Foro Paramilitarismo y Política

“ruralización”, complicando el conflicto y la respuesta estatal. Es

posible que éste absorba a un alto porcentaje de los desmovilizados.

Además, es un proceso parcial también porque se realiza en medio de

conflictos que continúan vivos y se ocupó de la negociación con uno

sólo de los actores que hoy configuran la realidad de violencia y crisis

colombiana. La guerrilla no está en proceso de paz, el narcotráfico

continúa funcionando y continúa además con un proceso de

“ruralización” de los carteles.

Lo grave de toda esta situación es tener miles de personas recién

desmovilizadas sin saber qué están haciendo, qué ocurre cuando

reciben el cheque mensual, a qué se dedican, cuál es su

preocupación. De allí puede derivarse la multiplicación de la

delincuencia en regiones enteras del país. No solo está la

preocupación que ha expresado el gobierno nacional y muchos

sectores de la opinión respecto a que estas zonas que han sido

desalojadas por la desmovilización de las organizaciones

paramilitares sean retomadas eventualmente por organizaciones

guerrilleras, sino que al interior de esas mismas zonas se

multipliquen de forma salvaje los índices de delincuencia común.

Para Lucio el paramilitarismo es más un fenómeno político que una

organización política por lo que no considera viable la creación de un

solo partido. El punto de unión fue la lucha antiguerrillera. Pero sí es

un fenómeno regionalizado, federativo, con independencia entre los

bloques, sin una identidad política. “Otra cosa es que puedan tener

una incidencia alta en la actividad política regional, ejerciendo de

manera oficial unos derechos políticos que han asumido, de hecho, en

la clandestinidad. Es más preocupante garantizar el pluralismo y los

derechos políticos de las demás fuerzas en las regiones dominadas

por el paramilitarismo; son regiones en donde la violencia está

protagonizando la política”, concluye.

9

Page 45: Foro Paramilitarismo y Política

En síntesis, no hay en este momento una política que garantice una

reinserción efectivamente para los veinte mil desmovilizados que se

completarán a diciembre de 2005. Los proyectos productivos que está

impulsando el gobierno, son mucho más lentos que la realidad en

seguridad que puede venir a azotar esas regiones a muy corto plazo,

y desde el punto de vista de la actividad política no se puede olvidar

que hoy al margen de los paramilitares y del proceso de paz de Santa

Fe de Ralito la violencia está protagonizando la política misma. Se

requiere que hagan una política de cara el país.

No hay justicia sin reparación

Para el senador Carlos Gaviria, esto le causa gran preocupación, en

especial, en vista de lo que se podría llamar la reconstrucción de una

sociedad pacífica y democrática. “Veo muy compleja la situación y

demasiado lejana la posibilidad de que esto ocurra”, observa.

Justicia y paz es una ley de cumplimiento de promesas electorales, es

evidente que las autodefensas, en concepto de Gaviria, apoyaron al

doctor Uribe en su campaña y en su proyecto y lo han hecho a

cambio de que él les haga grandes concesiones y éstas se han hecho

de qué manera y a mi modo de ver a costa de la sociedad colombiana

Gaviria no acepta que el paramilitarismo sea un delito político. Los

paramilitares han incurrido en delincuencia común. “Se puede pensar

que estoy incurriendo en una contradicción porque fui ponente de la

ley 782 que autorizó al gobierno a conversar, a dialogar, a negociar

con los paramilitares y lo hice a conciencia y paciencia de lo que

hacía, porque siempre he pensado que en Colombia la paz hay que

buscarla por esa vía, no únicamente por razones axiológicas sino

incluso pragmáticas. Es la única vía que puede llevar a la paz”.

Es importante la desmovilización de estos grupos porque desde luego

acordaban la terminación del conflicto, no de una forma tan optimista

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Page 46: Foro Paramilitarismo y Política

como que aportaban a la paz, pero sí a una etapa de terminación del

conflicto. Sin embargo, la ley de justicia y paz “pone de presente toda

la tradición de injusticia del Estado colombiano, que ha sido

tradicionalmente injusto”. Esta ley va a crear sin duda situaciones

irreversibles, por ejemplo, en materia penal, aunque no en cuanto a

la reparación. Cuando las víctimas queden sin reparación, cuando

haya que repararlas es vergonzoso lo que se establece en esta ley.

En este sentido, el senador cita dos despropósitos: cuando alguien

adquiere una deuda en función de un contrato o en virtud de una

culpa extra contractual, todo el patrimonio de esa persona responde

por la deuda. Sin embargo, en esta ley se les exige a los miembros

de las autodefensas que aporten a un fondo para la reparación de

víctimas los bienes adquiridos de forma ilegítima. Pero aquellos

adquiridos así no les pertenecen y por tanto no es un aporte de ellos.

En segundo lugar, darles tratamiento de delincuentes políticos y

sediciosos es un exabrupto porque la sedición, de acuerdo con el

Código Penal, se da cuando los que mediante el empleo de las armas

pretendan impedir el libre funcionamiento del régimen constitucional

o legal vigente incurrirán en prisión de dos a ocho años y multa de

cincuenta a cien salarios mínimos. “¿Cómo es posible que se

construya una realidad a contramano de la realidad verdadera? El

derecho puede a menudo valerse de ficciones, pero esta ficción

desborda toda la capacidad que pueda tener un legislador para actuar

de ese modo”. Se le da al paramilitarismo la calidad de movimiento

contraguerrillero, pero si lo fuera, no sería político. Los delitos que se

cometen en función de ellos son políticos, porque tratan de cambiar

la sociedad en función de otra mejor.

Está claro que como grupo contraguerrillero pretendían que la

guerrilla no lograra sus propósitos o en el mejor de los casos

11

Page 47: Foro Paramilitarismo y Política

defenderse de ella, atentando contra los bienes de los poseedores de

tierra en el campo. Por tanto, por eso se les llamaban movimientos

de autodefensa, pero cuando uno se defiende de una agresión no

está incurriendo en un delito político sino en uno común.

El punto más sensible de toda la discusión es el de las víctimas.

Mientras no se les halla indemnizado y reparado, no se sepa quiénes

son los victimarios y éstos hayan pagado una pena proporcional en

función de la paz que pueden aportar con la desmovilización, no

habrá justicia. Es evidente que hay que darles un tratamiento más

benévolo, pero no cuáles delitos, que en el Código Penal tienen penas

de hasta cuarenta años se paguen con una pena de cinco años. Es sin

duda, termina Gaviria, “un proyecto de largo alcance autoritario, que

sustenta el statu quo en Colombia”.

El paramilitarismo ganó la guerra

La Corporación Nuevo Arco Iris, en cabeza de León Valencia, ha

hecho un minucioso seguimiento al fenómeno paramilitar y a las

negociaciones durante año y medio con el patrocinio del gobierno

sueco. Grupos de investigación en ocho regiones clave del país donde

está el fenómeno paramilitar han logrado un trabajo académico, serio

e independiente, que ha arrojado las siguientes conclusiones.

El país debe aceptar que los paramilitares en el norte del país, en el

nororiente, en Antioquia ganaron una guerra a los actores armados.

De una guerra, no se sale a la democracia. “El que gana la guerra

impone las condiciones. Le ganaron la guerra a la democracia, a los

derechos humanos, a la Constitución de 1991 y a la elite que surgió

con Gaviria en los años noventa”, asegura Valencia.

Por otra parte, los estudios mencionados concluyen que estos grupos

cambiaron el mapa político de estas zonas de una forma drástica, no

12

Page 48: Foro Paramilitarismo y Política

leve. Valencia muestra que las alianzas políticas se transformaron en

departamentos en Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, César,

Guajira, Antioquia; además de Arauca, los Santanderes y Casanare.

El país asiste a una recomposición de la vida política nacional, explica

Valencia, la desmovilización de los paramilitares será parcial ya que

no se han dado todas las variables que ellos exigen, la más

importante de ellas, la derrota militar de las Farc. Ante esta realidad,

la batalla de la sociedad colombiana debería empezar a buscar una

transición democrática de las regiones, ganar pluralismo frente al

mando único y a la dictadura de un actor armado. “Lo malo no es la

participación en política, sino la ausencia de pluralismo; hacen política

con armas que racionalizan y fortalecen los cacicazgos”.

Paramilitares: dueños del mapa político

Otra investigación sobre el tema de la penetración política paramilitar

en el país, cuyas fuentes corresponden a la Oficina de Derechos

Humanos de la Vicepresidencia de la República, la Registraduría

Nacional del Estado Civil y la Policía Nacional, arrojan conclusiones

contundentes acerca del tema.

La investigadora y columnista de Semana.com, Claudia López,

presenta este estudio, que además refleja un atípico proceso de

consolidación política en las elecciones de Congreso de 2002 y de

mandatarios locales de 2003, tras la toma paramilitar de ciertos

territorios.

¿Cuál fue la estrategia política? Entre 1998 y 2003, los grupos

paramilitares, y algunos sectores de las clases políticas regionales,

formularon y aplicaron una estrategia de consolidación política y toma

del poder que se vio materializada entre 2002 y 2003, y que había

sido precedida por una ola de masacres (éstas aumentaron en

664%), homicidios selectivos y desplazamiento forzado. La estrategia

13

Page 49: Foro Paramilitarismo y Política

se basó en la creación y asignación de “distritos electorales”, no

oficiales, donde se designaron los candidatos que debían ganar. Ello

en alianza con la clase política tradicional. Los departamentos en

donde ha sido más contundente este fenómeno son: Magdalena,

Antioquia, Santander, Bolívar, Boyacá, Córdoba, César y Sucre.

A través de numerosos gráficos fundamentados todos ellos basados

en datos oficiales de la Registraduría Nacional y la Vicepresidencia de

la República, la investigadora muestra la relación entre masacres,

homicidios y la toma paramilitar de ciertos territorios. Tras estos

fenómenos, siguió la posterior “toma política” con alianzas con

políticos tradicionales y nuevos hacia la consolidación del control

territorial. En algunos casos incluso con candidatos únicos.

En las regiones mencionadas, los candidatos lograron “saltos

olímpicos” en el número de votos entre una elección y otra, y llegaron

a “conquistar” hasta 95% del total de la votación en ciertos

municipios. Frente a los hechos, López plantea que la sociedad

colombiana debe entender y enfrentar la situación, de un modo que

le permita buscar mecanismos reales para fortalecer una democracia

debilitada. Propone, entonces, que los políticos involucrados en esas

alianzas se sometan a la ley 782 y reciban indulto político de manera

que se “revinculen” al ejercicio democrático legal.

En conclusión, queda en el ambiente pesimismo y la sensación de que

de este proceso político no se puede esperar nada. Según Gaviria,

existe un proyecto político autoritario y los paramilitares

desmovilizados o reinsertados van a servir sin duda ese proyecto. En

este sentido, lo “limpio”, “honesto” y “deseable” sería que hubiera un

partido que se llamara por su nombre o que confesara sus propósitos.

Es muy difícil pensar en una competencia en igualdad de

circunstancias con personas de esta naturaleza, que no se han

14

Page 50: Foro Paramilitarismo y Política

desarmado y por tanto habría que competir con personas que

mantienen intacto su patrimonio y además sus armas.

Fondo de reparación colectiva para las víctimas

Como parte fundamental de las conclusiones, el senador ponente

Rafael Pardo, reflexiona sobre la necesidad de hacer una nueva ley

que mejore el tema de reparación en términos de equidad y de que

no sea aleatoria la reparación.

La ley 975 no tiene un procedimiento de restitución de bienes, uno de

los puntos medulares de la acumulación de poder político en las

tierras donde los paramilitares dominan, “no solamente dicen por

quién votar, sino van a las fincas y dicen véndame la finca usted, y

mejor así no negociamos con su viuda. Y así se han apropiado de

millones de hectáreas”. Si hay restitución, se puede plantear que se

genere un fondo importante de reparación colectiva para las víctimas,

a la comunidad internacional y a los contribuyentes colombianos.

Las leyes para desmontar organizaciones criminales tienen que tener:

una dosis suficiente de castigo, una dosis suficiente de incentivos y

una recompensa social por lo que va a ocurrir.

La ley de verdad, justicia y reparación tiene una dosis inmensa de

incentivo, o sea un perdón judicial descomunal a cambio de muy poco

castigo -sí hay cárcel pero no hay elementos que introduzcan

proporcionalidad frente a las penas- y casi cero de recompensa social,

porque no va haber paz completa, no podrá darse un desmonte pleno

de las organizaciones armadas y no habrá una ampliación de la

democracia y las libertades.

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Page 51: Foro Paramilitarismo y Política

Panel 4

Discusión y conclusiones

La posición del gobierno: José Obdulio Gaviria

En representación del gobierno, el doctor José Obdulio Gaviria,

asesor de la presidencia, acompaña el cierre del foro y responde a

los cuestionamientos de los asistentes. Este panel contó con la

moderación de la periodista Judith Sarmiento, de Caracol radio.

Queda la preocupación de si realmente la ley de justicia y paz

será el fin del paramilitarismo. La mayoría de los panelistas

consideraron que no, que al contrario lo que estaba propiciando

era una paramilitarización mucho más profunda de la sociedad y

política colombiana. Incluso Amerigo Incalcaterra entregó un

documento en el cual se consignan las preocupaciones de las

Naciones Unidas frente a esta ley porque no estimula el logro de

acuerdos colectivos, le da el mismo peso a la desmovilización

individual que a la colectiva, convierte el paramilitarismo en un

delito político, no se refiere a funcionarios públicos implicados

como autores o cómplices dentro de acciones paramilitares y no

asegura una verdad real.

José Obdulio Gaviria. Acerca de si la ley pondrá fin al

paramilitarismo, es una mala pregunta. La ley simplemente es un

instrumento, acompañado de unos procesos. Colombia está

viviendo un proceso enmarcado en la seguridad democrática que

tiene por objeto que todos los colombianos podamos vivir dentro

1

Page 52: Foro Paramilitarismo y Política

de una estructura social que tenga una gran incidencia estatal, es

decir que el ejercicio firme de la autoridad esté monopolizado por

las instituciones, por la fuerza policiva.

Cuando se habla de desmovilización de organizaciones ilegales se

hace referencia al secuestro, homicidios, extorsiones, destrucción

de infraestructura y pérdidas de la comunidad en donde esas

organizaciones están presentes. El hecho de que exista un

sufrimiento grande y extenso de las comunidades lleva a una

política de corazón grande en el sentido de que es bueno que se

desmovilicen, que se les dé una oportunidad a más de 50.000

compatriotas alzados en armas, que actúan en organizaciones

ilegales. Ese el propósito de la ley dentro de los llamados

estándares internacionales.

En el desarrollo de la sociedad y del derecho penal también se

establece la figura del perdón y la atenuación del espíritu de

venganza o el cobro de los delitos de sangre hasta llegar en

ciertos momentos a un equilibrio en donde la pena tenga un cierto

equilibrio. Esa es la tendencia universal o lo que llaman

estándares internacionales y dentro de éstos una pena alternativa

para quienes estuvieron secuestrando, matando, extorsionando y

torturando, puede ser una buena salida al problema social que

eso implica. Esa es la ley de alternatividad penal.

Esta ley, de ninguna manera, pone fin al paramilitarismo, al ELN

ni a las Farc. Sin embargo, constituye un buen instrumento para

que esas organizaciones se rediman dentro de unas penas

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Page 53: Foro Paramilitarismo y Política

alternativas. Se están hablando de más de 19.000 compatriotas

acogidos por ella. La ley es universal puesto que obra para

cualquier organización que esté alzada en armas ilegal y pueden

acogerse a ella y de hecho lo están haciendo, en forma individual

o colectiva como ha está sucediendo con las autodefensas.

La ley tiene una característica de equilibrio gracias al propósito de

la paz y la no impunidad. El hecho de que los paramilitares se

desarmen, entreguen sus fusiles, se quiten sus ridículas gorras y

vestidos militares, y dejen de extorsionar, ¿cómo va a verse como

una profundización del paramilitarismo? Otra cosa es que sus

estructuras económicas enraizadas y unidas al narcotráfico y

secuestro persistan. Ese no es ya un asunto particular de la

fuerza pública y un gasto de la sociedad en su conjunto, sino un

tema que corre por cuenta de la Fiscalía General de la Nación.

¿Hasta dónde la ley sirve de legitimadora de un proceso político

que empezó hace tiempo? Claudia López presentó cifras de

votación de personas abiertamente vinculadas al paramilitarismo,

que obtuvieron más de 70% en los municipios donde antes no

habían hecho política, y que por esa vía empezó a incrustarse en

la sociedad el fenómeno con un componente de cultura mafiosa

que está reemplazando a la dirigencia política tradicional.

JOG. La política de seguridad democrática supone acabar de

forma absoluta con el paramilitarismo, guerrilla y narcotráfico. El

fenómeno de las organizaciones armadas que generaban un poder

paralelo al de los políticos corruptos elegidos por unanimidad y

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Page 54: Foro Paramilitarismo y Política

con candidatos únicos, desaparecerá en las próximas elecciones.

Esta es una tarea no solamente del gobierno sino del conjunto de

la sociedad porque la seguridad democrática compete también a

cooperantes, fuerza pública, rama judicial y políticos.

No hay ayuda internacional porque se ha pedido que no la haya.

Cuando se hable de los procesos de reinserción y reconciliación se

debe pensar en los miembros de la comisión creada por el artículo

51 de la ley. A partir de su conformación y luego de que se

establezca el mecanismo de selección de los dos miembros de las

víctimas, el papel del ejecutivo será secundario.

Ellos comenzarán a fijar las políticas básicas de los grandes

temas: verdad, justicia y reparación. Eduardo Pizarro, presidente

de la comisión, ha dicho que no es propiamente una comisión de

verdad en el sentido estricto de la palabra, pero si es lo que más

se parece a una en Colombia, incluso su papel puede ser superior

al que hicieron el padre Camilo Torres, Monseñor Guzmán y

Orlando Fals Borda con respecto al tema de la violencia en

Colombia en la década de los 50, y a la comisión creada por el

Presidente Alberto Lleras en 1962.

Se recoge por parte del auditorio un sentimiento pesimista,

inquietudes sobre el proceso, se dijo por ejemplo que la guerra

contra el paramilitarismo se ha perdido y más la Constitución de

1991. ¿Hasta dónde se está consolidando un acuerdo de paz que

reconoce la realidad de una guerra perdida y que por consiguiente

tiene una fuerte influencia de los conceptos de los ganadores?

4

Page 55: Foro Paramilitarismo y Política

JOG. En primer lugar, el Estado o por lo menos el que dirige el

Presidente Uribe no hace la guerra y no piensa en términos de

guerra, simplemente ejerce sus funciones, en particular la del

artículo 2º de la Constitución.

El paramilitarismo dejó una guerra perdida en el sentido de que

perdieron miles de vidas, bienes, recursos y oportunidades e

implantó un régimen de terror en ciertas regiones como Urabá,

Medellín en la época de Fidel Castaño, así como la supresión de

miles de dirigentes de la UP, entre otros. En ese sentido claro que

es una sociedad que perdió muchísimo.

Hay un planteamiento en cuanto a que la desmovilización de los

aparatos militares del paramilitarismo no va a ser total porque se

metieron en este proceso con la convicción de que el gobierno de

Álvaro Uribe le ganaría la guerra a las Farc y como no ha sido así,

han decidido no crear un partido o movimiento político. No

mantendrán las actuales estructuras de pode, sino que las

continuarán con sus alianzas. Es decir, no se desmovilizan del

todo porque no se acabó la razón de su existencia: las Farc.

JOG. Seamos realistas. Es errado pensar que el paramilitarismo

es un partido político. Son ejemplos aislados. No van a dar un

brinco frente a ninguno de los movimientos políticos existentes en

el país. En segundo término, es cierto que el objetivo de la

formación de las autodefensas fue enfrentar a las Farc, al ELN y

al EPL en su momento.

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Page 56: Foro Paramilitarismo y Política

Este gobierno está decidido a enfrentar el tema. En octubre hay

16.000 nuevos soldados, se están preparando 10.000 policías

más, se hace un esfuerzo fiscal enorme para tener seguridad, se

va a comprar y alquilar una gran flota de helicópteros y aviones.

Se trata de un tema de atención inmediata.

Es necesario entender que esa “ayudita” de las AUC era una mala

ayuda. Por ejemplo, ¿por qué las AUC que invirtieron tanto tiempo

y dinero a la zona norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, la

convirtieron en un infierno? Igual por ejemplo en la zona del

Catatumbo. De manera que el que se desmovilice en las AUC,

libera fuerzas estatales para seguir persiguiendo con más interés,

intención, espíritu y pasión a las otras organizaciones ilegales.

Más allá del debate sobre lo que está pasando en cada una de las

regiones colombianas, el mensaje que envió el fenómeno

paramilitar en muchas regiones del país fue el de manera de

hacer las cosas por la fuerza. Hay muchas zonas donde los

jóvenes reciben el mensaje de que si se organizan en un grupito

para matar, asesinar y quitarle a las personas su propiedad, van a

tener éxito. Ese es el modus operandi del paramilitarismo. ¿Cómo

contribuye la ley de justicia y paz a que una generación joven

reciba el mensaje de que en Colombia es posible confiar en que el

día de mañana no va a llegar una persona armada y lo va a sacar

a uno de su tierra si uno no tiene un ejército propio?

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Page 57: Foro Paramilitarismo y Política

JOG. La ley de justicia y paz es un instrumento de la política de

seguridad democrática, que es la que da la garantía de ello. Tuvo

que resolver temas como el siguiente: se ha recuperado la

situación de 317 municipios cuyos alcaldes huyeron amenazados

de muerte, y la de otros 300 sin un sólo miembro de la Policía

Nacional ni soldados en los cascos urbanos de las ciudades

capitales. Hoy la totalidad de los alcaldes están haciendo el

trámite de sus asuntos administrativos desde la cabecera

municipal, todos los municipios tienen un comando de policía con

funcionarios. El gran mensaje que tiene que dar la sociedad es

que recupera y es capaz de tener la presencia y el monopolio de

la fuerza por parte del Estado, que el delito no paga, que la

suerte tarde o temprano de las organizaciones criminales es la

cárcel o ser dados de baja.

La ley de justicia y paz al fin y al cabo ya es ley. Está claro que

existe buena voluntad para la desmovilización, pero hay una

pregunta que inquieta mucho a todos los colombianos: ¿Qué

vamos a hacer con los desmovilizados hacia el futuro? Porque el

paternalismo de Estado parece que tampoco va a funcionar como

se observó en el barrio Teusaquillo de Bogotá, donde la

desocupación de los reinsertados se convirtió en una bomba de

tiempo. Antes que desmovilizarlos, se debe pensar hacia dónde

van a ser conducidos porque si empuñaron las armas en contra

del Estado es porque un día se vieron abandonados por éste.

JO. El redimensionamiento y la redireccionalización del proceso

queda en manos de la Comisión y de su director Eduardo Pizarro.

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Page 58: Foro Paramilitarismo y Política

Es interesante el caso de Medellín, allá se cometieron errores muy

graves al principio y luego de un gran proceso de estudio con más

de veinte sicólogos y sicólogas, abogados y expertos en materias

que incumben al tema, se acentuó la educación. Hoy

prácticamente 80% de los reinsertados del bloque han entrado a

procesos educativos, unos universitarios en el Sena e incluso

algunos en formación escolar porque eran muy jóvenes y no

tenían ni siquiera el bachillerato.

Carlos Alonso Lucio, asesor político de las autodefensas dice

que hoy hay miles de desmovilizados con los cuales no hay un

contacto más allá del pago de su cheque mensual, los cuales

podrían estar en la delincuencia y bandolerismo seducidos por

otros actores armados. En ese sentido, ¿sería necesaria la

existencia de una oficina central de reinserción que dé un manejo

más estatal y ofrezca una política más coherente que permita que

una vez desmovilizada la gente y entregadas sus armas no

queden a su suerte esperando unos proyectos productivos lentos?

JOG. Que la comisión trace las políticas y que haya un Alto

Comisionado o una oficina casi que de rango ministerial porque se

está hablando hoy de 20.000 personas y si se logra un proceso

con el ELN podrían ser 23.000 o 24.000.

Pero eso ¿se ha considerado la posibilidad de crear esta oficin?

JOG. La llegada de Eduardo Pizarro León Gómez, Jaime Jaramillo

Paneso, Ana Teresa Bernal, Patricia Buriticá y el padre Nel Beltrán

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Page 59: Foro Paramilitarismo y Política

ha cambiado por completo el nivel de debate interno sobre el

tema, puesto que ellos tienen no solamente una gran sabiduría

sino que su elevado nivel, prestancia y su función de seguimiento

y verificación hace que el futuro inmediato de ese proceso se

tenga que transformar.

Hizo énfasis en que el gobierno tiene la política de seguridad

nacional, dentro de este esquema ha habido detenciones masivas

de casi 7.000 de las cuales 5.500 personas quedaron libres

porque no se les pudo vincular de ser auxiliares de la subversión.

La ley de justicia y paz deja a un lado efectivamente que haya

verdad, justicia y reparación y se dice que para construir la paz

es necesario sacrificar el principio de la verdad, “que haya justicia

procesal” y reparación, que el pueblo colombiano tenga que

meterse la mano al bolsillo para que haya reparación porque los

paramilitares muy poco van aportar a ella. En todo este proceso,

se ha desconocido el papel de las víctimas porque la comisión no

representa su voz. Ellas han dicho con claridad que a nadie le

ceden la palabra y que no se sienten representados por nadie ni

siquiera por la Comisión, ¿cómo se puede construir un proceso de

paz “cuando los paramilitares siguen cometiendo atrocidades”,

cuando en Ciudad Bolívar hace quince días hubo una marcha y

hoy denunciaron 16 asesinatos?

JOG. El tema de las víctimas lo traslado a Eduardo Pizarro, Jaime

Jaramillo Paneso, al padre Nel Beltrán, Ana Teresa Bernal y

Patricia Buriticá con el objeto de que no solamente tengan en

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cuenta su aseveración sobre que las víctimas no quieran

representarse en esa Comisión, sino también que no van a ser

oídas. La primera afirmación de Eduardo ha sido que ese es el

objetivo principal: oír y buscar los mecanismos viables dentro de

la estructura real de la sociedad colombiana para su reparación.

Reparación que incluye no solamente una satisfacción económica,

sino también moral.

Se va a oír a las víctimas, pero Colombia va a oír la verdad de lo

que hicieron los paramilitares en este país. El Fiscal habló de que

muy posiblemente se apuntaría a una verdad procesal, pero si la

Fiscalía no tiene nada que acusar, como muchas veces ha pasado,

no habrá posibilidad de que esta gente le diga al país la verdad, a

sabiendas de que apenas van a pagar a lo sumo ocho años de

cárcel al menos que cuenten todo lo que hicieron.

JOG. El objetivo venganza, propósito de la ley penal, queda en

manos de los jueces para que no sea un círculo vicioso de acción

y reacción. No creo en la bondad, valor y altura moral de ninguno

de los alzados en armas hoy en Colombia, han abandonado

incluso los propósitos iniciales de la lucha política y desde 1991

tienen cada vez más la característica de bandas organizadas por

el crimen. En consecuencia, lo ideal sería que la propia autoridad

investigativa tuviera un gran expediente sobre cada uno de estos

señores, parece que no ocurre así, eso es una realidad, no se

puede esperar de ellos confesiones por espíritu práctico puesto

que si después los pillan, les pasa lo que a los Rodríguez que

terminaron sometidos a nuevos procesos en el exterior.

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Cuando se dice que la Comisión no es de la verdad, se aclara que

trabaja todavía en medio de unas difíciles situaciones de

seguridad puesto que hay dos organizaciones armadas que

continúan actuando. El que se lograra develar los crímenes

cometidos por las llamadas “elites” es un asunto del conjunto de

la sociedad: de Asonal Judicial, la policía, las organizaciones de

inteligencia, el ejército y los cooperantes.

Por ejemplo, no entiendo por qué cuando una persona comete

crímenes, no es acusada con la autoridad judicial a través de un

sistema de protección de testigos. Esto lleva a la impunidad, no

es un solo problema del Estado sino del conjunto de la sociedad.

¿Cuál es la radiografía del gobierno nacional sobre lo que está

sucediendo en la región del Catatumbo y cuál sería la solución o

perspectiva que se tiene para salir de esa situación?

JOG. No me siento capaz de contestar esa pregunta. Se trata de

una situación muy delicada y grave en la que confluyen las

acciones de las tres organizaciones armadas ilegales o criminales,

el desplazamiento ha sido terrible y está totalmente copado por

coca. El Estado está tratando de hacer todo lo humanamente

posible por remediar esa situación que es de máximo

exacerbamiento criminal.

Preocupa que no aparece para nada la responsabilidad del Estado

en la ley de justicia y paz. Hay muchos casos de víctimas de

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crímenes de Estado que han tenido que salir del país porque los

paramilitares que actuaron en convivencia con la fuerza pública

fueron exonerados por la justicia. Son muchos los casos de

personas amenazadas por pedir la justicia legítimamente,

inclusive miembros de la rama judicial que en el cumplimiento de

sus funciones han sido amenazados. Entonces, el problema de

una ley como ésta es que no aparece para nada el Estado

involucrado en la convivencia, complicidad y órdenes dadas como

autores intelectuales de muchas masacres, desplazamientos,

torturas y desapariciones forzadas.

A las víctimas siempre se les ha mostrado ante la opinión pública

como un sector de personas vengativas haciendo alusión a la idea

de que se pide justicia como venganza. Tienen todo el legítimo

derecho de pedir la verdad, la justicia y la reparación sin ser

mostrados como enemigos de la paz o gente rencorosa, llena de

odio que busca la polarización. Una ganancia sería que la

sociedad escuchara a las víctimas, oyera denuncias como lo de

Mutatá de boca de los propios campesinos desplazados.

JOG. Crímenes de Estado, ese es un tema grueso. En

determinados momentos en Colombia hubo crímenes de Estado.

En el caso concreto de la política de seguridad democrática, el

ejercicio de la transparencia y control no solamente social sino

político y judicial es absoluto. Ojalá no se cuele ni un sólo crimen

dirigido, orientado o presenciado por funcionarios del Estado.

Pero el hecho mismo de que usted hable como habla, de que el

Consejo de Estado con todas las deficiencias y limitaciones y

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particularmente con lentitud considere uno por uno esos crímenes

como fallas en el servicio demuestra que no son crímenes de

Estado sino crímenes cometidos por miembros del Estado, fallas

del servicio por ejemplo en los crímenes cometidos por algunas

organizaciones de policías en retenes, actos de patrulla del

ejército, entre otros. En esos casos, quienes deben responder son

las personas que investidas de poder estatal actúan no como

funcionarios del Estado sino como criminales.

Eso es un debate que queda a fin de saber si hay

responsabilidades estatales, y éstas implican también el pago de

unas indemnizaciones que se tasaran de común acuerdo según se

está avanzando por la vía de la conciliación.

Iván Cepeda, interviene: “Más que una pregunta es aterrizar en

la realidad de las cosas y bajar de esa retórica, a la cual nos tiene

acostumbrados el gobierno. Estuve en Mutatá y me encontré con

la siguiente situación. En el pueblo está Hermógenes Maza que es

el segundo al mando del frente Hermes Cárdenas y está protegido

por el jefe de la policía quien le sirve de escolta personal. El

ambiente del municipio es muy difícil porque existen unas reglas

impuestas por este señor de que cualquier persona que no esté

dentro de un perímetro, la desaparecen. Sale uno de Mutatá y a

cinco minutos hay un retén paramilitar en el cual me sorprendió

ver a varios de estos hombres con civiles, uno de ellos tenía una

pañoleta de una unidad contra guerrilla del ejército y hubo que

pagarle un retén, ellos son los que controlan ahí y uno les paga

por el beneficio y por el bien de la región. Los cultivos de palma

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son del mismo señor. ¿Y usted me dice que allí el ejército tiene

presencia y controla la situación? Le pediría el favor de que

hablemos sobre hechos reales, sobre la evidencia de lo que

estamos viendo. Ahí no hay ningún control, hay una convivencia

franca entre un grupo de paramilitares, la policía, el ejército y las

empresas palmicultoras que han desterrado mediante la

‘operación génesis’ a los campesinos que vivían en esas tierras y

a una comunidad afrodescendiente que gracias a la ley 70 de

1993 tiene derecho sobre ese territorio comunitario. Luego vienen

las Farc, hacen un operativo ahí y el gobierno reacciona frente a

eso. Eso es lo que está pasando con la ley de justicia y paz, no es

que no vaya acabar con el paramilitarismo es que no le va a

restar el poder que tiene el fenómeno”.

JOG. Tomo nota. Me parece que es una acción criminal de ese

señor y del jefe de la policía. No estoy diciendo que acepto su

acusación. Debe hacerla de manera directa al Fiscal. Me parece

gravísimo que una región llamada a ser de paz y convivencia

esté siendo sometida al oprobio de tener ese poder que usted

manifiesta, que un señor que rememora ese nombre terrible del

peor criminal de la época de la independencia también entronice

un poder igual de borrachín matón en una zona tan importante.

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