Fredegiso de Tours

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Índice de Cuatro filósofos de la alta Edad Media de Angel J. Cappelletti Prólogo de Angel J. Cappelletti CAPÍTULO SEGUNDO - Primera parte Biblioteca Virtual Antorcha CAPÍTULO PRIMERO Fedegiso de Tours, un diálectico de la Corte Carolingia El Imperio de Carlomagno representó en el orden político la síntesis de las formas de vida propias de los pueblos germánicos con el ideal de centralización administrativa del Estado romano. A través de la acción legislativa y militar de Carlomagno se agruparon, como en un nudo áureo, la cristiandad greca-romana con su laboriosa cultura y la barbarie germano- céltica con su pujante vitalidad. De hecho, comprendió todas las tesis antitéticas en una, pues fue heredero de una Monarquía bárbara y fundador de un Imperio nuevo (1). Por otra parte, su interés por la cultura antigua se manifestó en una voluntad decidida y constante de propagar dicha cultura, adaptándola a las necesidades de sus súbditos y a las circunstancias históricas de su tiempo (2). Los numerosos centros docentes que diseminó a través de su vasto Imperio representaban los diversos grados de la enseñanza y culminaban en la Schola Palatina, constituída en la propia corte, donde su feliz mecenazgo había logrado reunir a los mayores ingenios de la época (3). Estos maestros de la Academia cortesana cumplieron en el orden intelectual una tarea paralela a la que Carlos mismo había llevado a cabo en el orden legislativo y político. Herederos de la imperfecta síntesis patrística, recogen y expresan también las exigencias mentales de los pueblos recientemente incorporados al gremio de la Iglesia y a la estructura imperial. De la necesidad de adaptar a la ingenua y aún tosca mentalidad germánica la cultura greco-romana y la enseñanza evangélica, imperfectamente fundidas en la Patristica, surge, ya con todos sus rasgos esenciales, la Escolástica, cuyos primeros representantes fueron, precisamente, los maestros de la Academia Carolingia (4). Fredegiso de Tours, Capitulo primero de Cuatro filosofos de la Alta Ed... http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/cuatro/1.html 1 de 11 14/12/2012 23:00

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Filosofia medieval de uno de sus autores más enigmáticos que escribe un breve tratado sobre la nada.

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Índice de Cuatro filósofos de la altaEdad Media de Angel J. Cappelletti

Prólogo de AngelJ. Cappelletti

CAPÍTULO SEGUNDO- Primera parte

Biblioteca VirtualAntorcha

CAPÍTULO PRIMERO

Fedegiso de Tours, un diálectico de la Corte Carolingia

El Imperio de Carlomagno representó en el orden pol ítico la síntesis de las formas devida propias de los pueblos germánicos con el ideal de centralización administrativa delEstado romano .

A través de la acción legislativa y militar de Carl omagno se agruparon, como en un nudoáureo, la cristiandad greca-romana con su laboriosa cultura y la barbarie germano-céltica con su pujante vitalidad.

De hecho, comprendió todas las tesis antitéticas en una, pues fue heredero de una Monarquía bárbara yfundador de un Imperio nuevo (1).

Por otra parte, su interés por la cultura antigua s e manifestó en una voluntad decidida yconstante de propagar dicha cultura, adaptándola a las necesidades de sus súbditos y alas circunstancias históricas de su tiempo ( 2).

Los numerosos centros docentes que diseminó a travé s de su vasto Imperiorepresentaban los diversos grados de la enseñanza y culminaban en la Schola Palatina ,constituída en la propia corte, donde su feliz mece nazgo había logrado reunir a losmayores ingenios de la época ( 3).

Estos maestros de la Academia cortesana cumplieron en el orden intelectual una tareaparalela a la que Carlos mismo había llevado a cabo en el orden legislativo y político.

Herederos de la imperfecta síntesis patrística, rec ogen y expresan también las exigenciasmentales de los pueblos recientemente incorporados al gremio de la Iglesia y a laestructura imperial.

De la necesidad de adaptar a la ingenua y aún tosca mentalidad germánica la culturagreco-romana y la enseñanza evangélica, imperfectame nte fundidas en la Patristica,surge, ya con todos sus rasgos esenciales, la Escol ástica, cuyos primerosrepresentantes fueron, precisamente, los maestros d e la Academia Carolingia ( 4).

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La labor literaria de estos maestros culminó en la obra original y vigorosa de JuanEscoto Erígena, cuyo panteísmo, de origen neoplatón ico, está por otra parte penetradopor un sentimiento genuinamente céltico de la natur aleza.

Uno de los representantes del florecimiento docente y literario de la corte de Carlos, fueAlcuino, discípulo de un discípulo de Beda.

Teólogo, filósofo, historiador, matemático, astróno mo, gramático y poeta, pero sobretodo maestro y pedagogo, ocupa un lugar preeminente en el desarrollo del métodoexpositivo y didáctico de la Escolástica, habiendo formado además numerososdiscípulos que continuaron su obra en diversos sent idos.

Entre ellos, quizá el más estrechamente ligado a su magisterio fue Fredegiso de Tours(5).

Fredegiso ( Fredegis sive Fredegisus ) nació en Inglaterra a mediados del siglo VIII.

Discípulo de Alcuino en York, siguióle más tarde, c uando éste pasó al continente paraenseñar en la Schola Palatina de Carlomagno.

En esa época había recibido ya las órdenes sagradas hasta el diaconado.

Cuando en 796 Alcuino fue nombrado abad de San Mart ín de Tours, Fredegiso se separóde su maestro, permaneciendo en la corte, donde le sucedió como maestro de la ScholaPalatina.

Pero su suerte parecía de todos modos ligada a la d e Alcuino. De él recibió su saber enlargos años de aprendizaje escolar, de él recibió ep ístolas y tratados en que se resolvíandudas y se explicaban puntos particularmente difíci les (6), de él recibió finalmente elgobierno y la vara magistral del monasterio de Tour s (7).

En el año 804 moría Alcuino y le sucedía, pues, com o abad de Tours, su discípulo ycompatriota Fredegiso. Sin embargo, la actividad de éste permaneció siempre ligada a lacorte. Desde 819 fue secretario de Ludovico Pío y d esde 820 también Abad de SanAudomaro. En la corte su actuaciÓn docente y litera ria le valió una gran reputación. Deello da testimonio Teodulfo Aurelianense en el libr o III de sus poemas, donde celebra elsaber de Fredegiso, asociándolo a otro maestro cort esano, Ofulso, también discípulo deAlcuino:

De pie el clérigo maestro Fredegiso, vinculado a Of ulso,ambos conocedores del arte, bien instruídos ambos.

(Stet levita docens Fredegis sociatus Ofulso,Gnarus uterque artis, doctus uterque bene ) (8).

Finalmente, siendo abad y consejero del monarca, mu rió Fredegiso en Tours, en el año834.

De su obra, quizás abundante (poemas, epístolas, tra tados), sólo nos queda unopúsculo en forma epistolar que dirigió a todos los fieles y a todos cuantos habitan elsacro palacio de nuestro serenísimo príncipe Carlos (9).

Esta epístola ha sido titulada, tal vez por el mism o autor, De nihilo et tenebris (Sobre lanada y las tinieblas ).

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Su intrínseco valor doctrinal es muy escaso sin dud a, si se lo compara, por ejemplo, conla obra casi contemporánea de Escoto Erígena. Esto no obstante, representa, mástípicamente que ningún otro escrito de la época, el complejo de exigencias mentales delos pueblos germánicos en lo que se refiere a la pr oblemática y al método con que seplantean y tratan las cuestiones filosóficas y teol ógicas. Y en este sentido constituye unnotable ejemplo del carácter y el espíritu de la pr imitiva escolástica. Por otra parte, aquíencontramos ya en germen algunos de los rasgos (for males y materiales) más típicos detoda la filosofía medieval.

En realidad, Fredegiso intenta discutir en su opúsc ulo una cuestión única. Pero se trata,según él mismo dice, de una cuestión extremadamente difícil, que otros han abordadoya antes, siempre sin éxito: la cuestión de la real idad de la nada y de las tinieblas.

El, sin embargo, cree haber encontrado la solución, deshaciendo los potentísimosnudos con que parecía hallarse trabada ( eamque nodis vehementissimis quibusvidetabur implicata disruptis, absolví atque enodav í).

Y como el asunto le parece, por otra parte, muy imp ortante, ha creído necesariotransmitir su solución también a las generaciones v enideras ( Memoriae quoqueposteritatis cunctis in futurum saeculis mandandam praevidi ).

La cuestión de la realidad de la nada, por otra par te, supone, más o menosimplícitamente, la posición del problema de los uni versales. Y a este problema respondetambién la solución de Fredegiso, que fija una de l as formas extremas del realismo.

La Escolástica posterior, al alejarse cada vez más de este ultrarealismo, lograpaulatinamente una mayor distinción crítica entre l as esferas lingüísticas, lógica yontológica ( 10).

La primitiva Escolástica, por el contrario, tiende a identificar tales esferas, revelando enello una típica modalidad del pensamiento ingenuo, poco habituado aún a la discusiónde problemas abstractos.

El mismo planteamiento de la cuestión demuestra est e simplismo: La nada, ¿es algo ono? (Nihilne aliquid sit an non ).

Identificando plenamente el sentido lógico con el o ntológico, llega Fredegiso a formularuna decidida respuesta afirmativa ( 11).

Si alguien respondiera: Me parece que nada es, esto mismo que él cree una negación lo obliga a confesa rque es alguna cosa, al decir: Me parece que nada es . Lo cual equivale a decir: Me parece que es algunacosa . Porque si algo parece que es, no puede parecer si no siendo de algún modo.

(Si quis responderit, Videtur mihi nihil esse, ipsa ejus quam putat negatio compellit eum fateri aliqui d esse, dum dicit, Videtur mihi nihil esse. Quod tale e st quasi dicat, Videtur mihi nihil quiddam esse. Qu od sialiquid esse videtur, ut non sit quoddam modo vider i non potest ).

Luego, concluye Fredegiso, es necesario que la nada aparezca como siendo algo.(Quocirco reliquitur ut aliquid esse videatur ).

pe la identificación ingenua de lógica y ontología resulta así la identificación ingenuadel ser y la nada.

Toda la argumentación está basada aquí en las forma s sintácticas, que configuran una

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confusión semántica entre el sentido copulativo ( formal ) y el sentido existencial(material ) del verbo ser ( 12).

El lenguaje cuya función primitiva no es, ciertamen te, la expresión de las ideasabstractas, no podía suministrar por sí mismo tal d istinción, que, por lo demás, notendría razón de ser dentro de sus cometidos pragmát icos. Tal será la misión de lareflexión crítica.

Pero Fredegiso guarda hacia la palabra una confianza absoluta y una lealtad anterior atoda crítica. El Videtur mihi nihil esse vale para él tanto como un Videtur mihi ens esse ,puesto que, según afirma:

El verbo que indica el ser en sí, lleva en su misma naturaleza lo siguiente: que indica el ser en sí d ecualquier sujeto al cual se lo puede unir sin media r una negación

(Verbum substantiae hoc habet in natura ut cuicumque subjectum fuerit junctum sine negatione, ejusdemdeclaret substantiam ).

Otro maestro de la Corte de Carlos, el Sofista ateniense (Atheniensis Sophista ) habíarealizado la muerte, porque ella era quien recibía el premio de la vida ( 13), y claro estáque quien recibe algo tan importante como la vida e terna no puede ser una simpleprivación.

Fredegiso, situándose en la misma coniente interpre tativa, va aún más lejos y realiza lanada.

La palabra oculta así la realidad y la letra domina al espíritu.

Este culto de la letra, este literalismo radical, e s el patrimonio de una raza joven ysemibárbara aún, para la cual las fórmulas legales y litúrgicas tienen un carácter sagradoy los juramentos y contratos valen no sólo en su se ntido, sino sobre todo y ante todo ensu expresión literal.

Por lo demás, este apego hacia las fórmulas es una nota constante en toda la historia dela Escolástica. La decadencia de la misma trae apar ejada, a su vez, una nueva especie deliteralismo. En los siglos XIV y XV Ockham y los no minalistas reinciden con especialfervor en un culto de la palabra, que preanuncia un nuevo período en la historia delpensamiento humano ( 14).

Pero este literalismo surge bajo un signo opuesto a l de Fredegiso y sus coetáneos.

El nominalismo, que reconoce el objeto inmediato de la ciencia en las palabras ( termini )y no en las cosas, es el fruto de una actitud extre madamente critica e incoativamenteescéptica.

Fredegiso, por el contrario, marca el último límite posible del realismo, al propugnar, enla otra orilla de la Edad Media, la existencia real de la nada, como resultado de unainfantil hipocrítica.

Toda su argumentación posterior reviste el mismo ca rácter y se basa en análogosfundamentos ( 15).

Así, pues, todo hombre finito signigica algo ( una esencia ), como hombre , piedra , leño , De modo que unavez que se pronuncian estas ( palabras ), al mismo tiempo entendemos de qué cosas se trata . Puesto quepronunciando el nombre de hombre , además de cierta diferencia ( específica ), se designa la universalidad de

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los hombres. De igual modo piedra y leño incluyen su propia generalidad. Por lo tanto, nada se refiere a loque significa. También por eso se prueba que no es posible que no sea algo ( una esencia ).

(Omne itaque nomen finitum aliquid, significat ut ho mo, lapis, lignum. Haec enim uba dicta fuerit, simu l resquas fuerit significant intelligimus. Quippe homini s nomen praeter differentiam aliquam positumuniversalitatem hominum designat. Lapis et lignum s uam similiter generalitatem complectuntur. 1gitur n ihilad id quod significat refertur. Ex hoc etiam probat ur non posse aliquid non esse ).

En este caso hay un recurso directo a la dignidad d el nombre. Este es, por esencia,significativo, y no sólo de una diferencia específi ca, de un propio, de una cualidad, sinotambién y, sobre todo, de una esencia y de una espe cie o un género.

Del nombre se pasa al concepto y del concepto a la realidad genérica ( y subsistente ),según un ritmo unívoco y necesario. Nombre, concept o, universalidad subsistente, secorrelacionan y adecuan íntegramente. Cierto que lo s nombres infinitos son excluídos,pues sólo se refiere a los nombres finitos ( omne itaque nomen finitum ), pero ni siquierase le presenta la sospecha de que la nada ( nihil ) pudiera ( por su significado, ya que nopor su estructura gramatical ) equivaler a un término infinito ( nihil = non aliquid ). La nada(nihil ) es, por tanto, un término significativo, al igual que hombre o piedra, pero, comotoda significación implica su propia realidad, la n ada, que tiene una significación,implica también una realidad ( la suya propia ).

Pero una realidad, para el modo de pensar ingenuo y agreste de Fredegiso, no puede serconcebida sino como una cosa existente.

El lenguaje mismo, fOliado por hombres rústicos y m uy ajenos aún al pensamientofilosófico, deriva la una de la otra ( realitas=realidad, de res=cosa ). Lo real es la cosaexistente, concreta, y material si fuera posible. L a realidad de lo psíquico y de lo idealqueda por ahora relegada al orden de los problemas que son ajenos al horizonteintelectual de los hombres del Norte.

Toda significación es lo que es. Pero nada signific a algo. Por tanto, nada es lo que es su significaci ón, esdecir, una cosa existente.

(Omnis significatio est quod esto Nihil autem aliqui d significat. Igitur nihil ejus significatio est qu od est, idest, rei existentis ).

Nada más lejos de Fredegiso que la teoría del lengu aje como signo arbitrario. Niremotamente se le ocurre una posible pluridimension alidad del signo lingüístico, talcomo parecen haberlo entendido los estoicos en la A ntigüedad.

El lenguaje es el sistema nominal de la Creación. D ios, que hizo el mundo y todo lo queen él se contiene, hizo al propio tiempo un nombre p erfectamente adecuado para cadacosa. Y es claro que si la nada tiene un nombre es porque Dios se lo ha impuesto, locual vale tanto como afirmar su existencia real, pu esto que el Creador: Ni formó cosaalguna sin nombre ni estableció algún nombre sin qu e existiera aquello para lo que seestablecía (Neque rem quarnlibet absque vocabulo formavit nec v ocabulum aliquid nisicui statueretur existeret ). Lo contrario hubiera significado, para esta teol ogíaantropomórfica, en el primer caso, una negligencia, y en el segundo, una vacuidad porparte del Creador.

En su exégesis bíblica o dogmática usa Fredegiso lo s mismos principios que en suargumentación filosófica.

Dios, dice el abad de Tours, creó las cosas de la n ada (ex nihilo ), luego la nada no sólo

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es algo, sino también algo muy importante ( non solum aliquid sit nihil sed etiammagnum quiddam ).

Una conclusión semejante sólo puede obtenerse si se considera la expresión ex nihilosegún un criterio estrictamente gramatical, como co mplemento de materia, algo asícomo si dijéramos ex lapide o ex ligno .

Otro aspecto de la mentalidad bárbara en los orígen es de la Escolástica nos muestraFredegiso en su tendencia a cosificar los conceptos , reduciendo a realidad física larealidad ultrasensible.

La plural subsistencia que Platón atribuye a las Id eas es identificada por San Agustíncon la subsistencia única del Verbo.

Los primeros escolásticos acogen con entusiasmo el realismo platónico-agustiniano,pero tienden a desfigurar su significado, imprimién dole un carácter casi físico queestaba bien lejos, por cierto, del pensamiento de P latón y de San Agustín.

En Fredegiso se da, como ya hemos señalado, esta te ndencia a confundir lo ideal con lofísico.

Su opúsculo, que se divide en dos partes, está dedi cado a demostrar primero, larealidad de la nada y después, como un aspecto part icular de la misma cuestión, larealidad de las tinieblas.

El hecho mismo de que estableciera este paralelo mu estra claramente que, para él, noexistía aún una clara delimitación entre los domini os de lo ideal y de lo físico.

Tal imprecisión resulta fácilmente explicable si se la considera como condiciónintelectual de un pueblo semiculto, en quien predom ina aún la imaginación mítica sobrela conceptuación metafísica.

La nada tenía que ser necesariamente representada c omo algo oscuro y tenebroso, yaque al ser por excelencia se atribuía la propiedad de una luminosidad eminente ( 16).

Y con pueril entusiasmo emprende Fredegiso la tarea de reunir las citas de la Escrituraque prueban la existencia positiva de las tinieblas , como para confirmar también así sutesis principal con la autoridad divina, que es apo yo y firme fundamento de la razón ( addivinam auctoritatem recurrere libet, quae est rati onis munimen et stabile fundamentum ).

El término tinieblas (tenebrae ), que en tan diversos sentidos aparece empleado en loslibros del Antiguo y Nuevo Testamento, tiene siempr e para Fredegiso un carácterpositivo y aún físico. Las tinieblas son, en cierto sentido, las primogénitas de la nada.

Ya en los primeros versículos del Génesis encuentra un testimonio que le pareceirrefutable:

Y las tinieblas estaban sobre el rostro del abismo.

(Et tenebrae erant super faciem abyssi ).

Y es evidente, parece pensar Fredegiso, que si el a bismo tiene un rostro y las tinieblasocupan su superficie, éstas deben tener una existen cia positiva.

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En todo caso, a él le basta el análisis gramatical:

Así tinieblas es el sujeto y eran el predicado.

(Item tenebrae subjectum est et erant declarativum ).

Pero no es suficiente afirmar su positividad. El va aún más lejos y, haciendo gala de loque De Wulf denomina una inconscience naive , se propone probar que las tinieblaspueden ser vistas y aún palpadas. ¿No dice acaso la Escritura que el Señor castigó aEgipto envolviéndolo en tinieblas tan espesas que h asta se podían palpar? ( tenebriseam involvit adeo spissis ut palpari queant ).

Aflora aquí toda su subconciencia étnica. Para un h ombre de los bosques, para unguerrero germánico, habituado a probar diariamente sus armas en el cuerpo vegetal,animal o humano, no puede concebirse una realidad m ás evidente que aquella que sepresta al tacto. La vista todavía puede engañar. ¡H ay tanta niebla en el Norte! Pero lo queofrece resistencia al hacha o a la mano, posee siem pre una inconcusa evidencia(Quidquid enim tangi palparique potest, esse necesse est ).

Es así que las tinieblas, hijas y hermanas de la na da, llegan a tener todas laspropiedades de los cuerpos. Ocupan un lugar en el e spacio:

Los hijos del Reino serán arrojados a las tinieblas exteriores.

(Filii regni ejicientur in tenebras exteriores Matth. VIII).

Tienen una extensión determinada:

Si la luz que existe dentro de ti ( son tinieblas ), ¡cuán grandes serán las tinieblas mismas!

(Si lumen quod in te est, ipsae tenebrae quantae eru nt! Matth. VI-LuG. XI).

Porque según la interpretación de Fredegiso:

Al decir, cuán grandes serán , se indica la cantidad en el sujeto.

(Per hoc quod dicitur quantae erunt, quantitas in su bjecto monstratur ).

Por lo cual, concluye, es probable que las tiniebla s no sólo existan, sino que existancomo cuerpos ( Unde probabile colligitur tenebras non solum esse s ed etiam corporalesesse ).

Además, está aquello que dice el Salmista: Como sus tinieblas (Sicut tenebrae ejus .Psalm. CXXXVIII). Ahora bien, ejus es un genitivo y el genitivo indica propiedad. Per o loque es propiedad de alguien debe ser no sólo corpór eo sino también corpóreamentediscreto, razona implícitamente Fredegiso.

En efecto, aquí se trata de propiedad personal ( ejus ) y la propiedad personal ( alodio ),según el antiguo derecho germánico, subsistente en muchos casos en la sociedadfeudal y seguramente también en el inconsciente col ectivo y en las formas de la lenguahablada, sólo podía ejercerse sobre el ganado y los bienes muebles, por oposición a lapropiedad comunal ( allmende ), que tenía efecto sobre bosques y tierras laborab les.

He aquí, pues, el especial carácter probatorio del versículo, de modo que las tinieblas nosólo existen positivamente, puesto que son objeto d e propiedad ( Nam omne quodpossidetur, est ), sino que además tienen una existencia concretísi ma y una corporeidad

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bien individualizada, puesto que son objeto de una p ropiedad personal ( ejus ).

Otra de las exigencias intelectuales de los jóvenes pueblos germánicos, pocohabituados aún al trato con las ideas abstractas, e s el orden riguroso de las pruebas ylas divisiones precisas con que debe desarrollarse la argumentación filosófica oteológica. Este método expositivo y didáctico se ma ntiene en toda la Escolástica y lograuna de sus primeras manifestaciones en la obra de F redegiso.

Un diálogo de Platón contiene, sin duda, un gran ac ervo doctrinal, sostenido porpruebas y demostraciones, y al mismo tiempo incluye casi siempre una exposición de ladoctrina de los adversarios con la consiguiente ref utación. Lo mismo puede decirse delas obras de Aristóteles o de cualquier otro filóso fo griego. Pero ninguno de ellos, queescribían para un público altamente familiarizado co n la especulación, para el cual lasideas abstractas estaban integradas en la totalidad de la vida, creyó que podría agregaralgo a la intrínseca fuerza de sus razones mediante l a disposición esquemática de lossilogismos y la geométrica división de las pruebas.

Entre los griegos estaba demasiado desarrollado el sentido de la proporción como parano juzgar superflua cualquier geometría de esta índo le.

Los pueblos recién iniciados en la filosofía y en l a cultura de las ciudades ven en ellouna necesidad imperiosa, pues sólo a través de esta estructura preestablecida seencuentran capaces de pesar el pro y el contra de l as razones.

Cada quaestio disputata será una ordalia .

En la Suma Teológica de Santo Tomás, varios siglos más tarde, se recono cerá aún,como en las divisiones del poema dantesco y en la s imetría ascendente de las catedralesgóticas, una reminiscencia ( y a la vez una sublimación ) de esta exigencia primordial. LaSuma, en su totalidad, se divide en tres partes; cada p arte incluye muchas cuestiones ycada cuestión se divide, a su vez, en varios artícul os, que constituyen las unidadesbásicas, dentro del curso expositivo de la obra.

Cada artículo responde a un esquema general, que se correlaciona con mi esquemadidáctico, común en las escuelas de la época.

En primer lugar (A) se propone la cuestión en forma de una interrogación indirecta:Utrum , etc.

Vienen luego (B) los argumentos contrarios a la tes is que sostiene el autor, los cualessuelen iniciarse con la locución Videtur quod o Videtur quod non . A éstos se agrega unoo más argumentos en favor: Sed contra . Después sigue (C) la solución del problema:Respondeo dicendum , y la argumentación principal que suele llamarse Corpus articuli osolutio .

Finalmente (D) llega la conclusión, de acuerdo a lo expuesto en el Corpus articuli , con locual se responde a las objeciones propuestas al pri ncipio.

Este método en su generalidad ( aunque no siempre con los mismos detalles delesquema que hemos desarrollado aquí ) es común a una gran parte de las obrasescolásticas de carácter filosófico o teológico.

Alejandro de Hales, doctor irrefragabilis , había dado, pocos años antes que Santo

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Tomás, un ejemplo notable en la aplicación del mism o.

Pero mucho antes aún, tenemos en el breve tratado De nihilo et tenebris un precedentecasi perfecto del método y hasta del esquema que he mos descripto en la SumaTeológica .

Fredegiso plantea la cuestión: Nihilne aliquid sit an non (A), que corresponde al planteode la Suma: Utrum , etc.

Inmediatamente expone la opinión de sus adversarios : Si quis responderit , etc. (B),como lo hace el propio Santo Tomás, aunque menos de talladamente que éste. Luegopropone su solución: Ipsa ejus quam putat negatio etc. (C), lo que equivale al Corpusarticuli de la obra tomista.

Y en último término saca una conclusión: Quod si aliquid esse videtur etc. (D), en la cualresume su sentencia, exactamente como Santo Tomás.

Este esquema se repite varias veces, más o menos en el mismo orden, lo cual nosmuestra a la obra de Fredegiso como una cuestión ( quaestio ), en la que se tratandiversos aspectos ( articuli ) del mismo tema general.

Los argumentos toman también con frecuencia la form a extema del silogismo con susrespectivas pruebas supsidiarias ( ad majorem, ad minorem ).

Otra de las características de la Escolástica es el tratamiento conjunto de temasfilosóficos y teológicos y, en general, la subordin ación de la filosofía a la teología y de larazón a la fe.

La Suma Teológica , obra en que culmina la filosofía escolástica, es primordialmente,como su nombre lo indica, una obra de teología. En el seno de un mismo artículo semezclan y contrabalancean la autoridad de la razón y la razón de la autoridad.

También en la obra del abad de Tours está ya plenam ente consagrada esta unión y estasubordinación.

Los primeros argumentos son de orden puramente filo sófico, pero a éstos les siguenvarias pruebas tomadas directa o indirectamente del texto bíblico.

La misma disposición de las pruebas (primero las fi losóficas y después las teológicas),indica un orden dialéctico.

Pasar de la razón a la autoridad vale tanto como pas ar de los argumentos más débiles(que siempre deben exponerse primero ) a los más fuertes ( que hay que guardar siemprepara el final de la discusión ). Y aún dentro de los argumentos de autoridad se d iscierneun orden jerárquico, pues primero van los tomados d el Antiguo Testamento y después,como reservados para prestar el testimonio más firm e, los del Evangelio.

El papel de la dialéctica consiste, en todo caso, e n saber juzgar el valor de las pruebas,subordinando las unas a las otras, conforme al valo r discernido. De ahí que, aunque nose excluya la razón, sin embargo, no sea posible con tentarse con argumentospuramente filosóficos, y se haga necesario recurrir a la autoridad de la revelación ( addivinam auctoritatem recurrere libet ), porque sólo en ella se encontrará el apoyo y elfirme fundamento que la razón necesita ( quae est rationis munimen et stabile

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fundamentum ).

Por consiguiente, el uso de la razón sólo es legítim o a partir de la base ( fundamentum )de la fe y contando con el apoyo ( munimen ) de la misma.

Este es el sentido de las relaciones entre filosofí a y teología que prevalece en SantoTomás y en la Escolástica en general.

Así, pues, la obra del maestro Fredegiso nos muestr a en el ingenuo y a la vez sutilmovimiento de su dialéctica, en su esquematismo exp ositivo y didáctico, en lasrelaciones que establece entre razón y fe, un lejano pero significativo precedente de lasgrandes síntesis escolásticas, configurado por las peculiaridades mentales de losjóvenes pueblos germánicos ( 17).

Notas

(1) H. W. Davis, Europa Medieval , Barcelona, 1928, p. 41.

(2) El mismo Carlos, después de haber aprendido la gram ática latina con Pedro de Pisa, comenzó acomponer una gramática en su lengua materna, recopi ló y mandó copiar cantos populares e inventónombres alemanes para los meses y los vientos. (Cfr . A. Messer, Historia de la Pedagogía , Barcelona, 1939,p. 126).

(3) Sobre las escuelas carolingias en general y la Acad emia palatina en particular, cf. J. B. Müllinger, TheSchools of Charles the Great , Londres, 1876, y A. F. Théry, L'Ecole et l'Academie palatine , París, 1878.

(4) M. Grabmann, Filosofía medieval , Barcelona, 1928, p. 10. llama a Boecio el primer escolástico , pero esevidente que la obra del patricio romano carece aún de los caracteres que, siendo específicos de laEscolástica, pueden servir para determinar sus conf ines y los de la Patristica.

(5) Sobre la vida y los escritos de Fredegiso de Tours, cf. Migne, Pat. Lat. v . 105, col. 751 y 752. ( Notitiahistorica ex Fabricio: BibUotheca Mediae et infimac Latinitatis ), Más extensamente: Ahner, Fredegis vanTours , Leipzig, 1878.

(6) Cf. Azcuini opera, en Migne, Pat. Lat. v . 101 col. 57 y sigs. ( Epistola de tribus generibus visionum ),donde se contestan las preguntas de Fredegiso sobre la Trinidad.

(7) Este monasterio fue por entonces, bajo el gobierno de Alcuino, un centro floreciente de vida intelectu al.De alli surgió Rabano Mauro, más tarde abad de Fuld a y arzobispo de Maguncia, el hombre más culto de s utiempo, apellidado Praeceptor Germaniae .

(8) Teodulfi Aurelianensis opera , Migne, Pat. Lat., v . 105, col. 321, Ad Carolum Regem. , vs. 175-176.

(9) El tratado De nihilo et tenebris , se halla en Migne, Pat. Lat. v . 105, col. 751-756.

(10) Así por ejemplo, para el realísmo tomista la nada n o puede ser pensada ni expresada sino bajo laforma de un ente ( sub specie entis ), pero ella, en sí misma, no constituye una realíd ad sino una simpleprivación que, como tal, es siempre privación de al go y con respecto a algo. Aún tratándose de la(palabreja en griego que nos es imposible reprodicir aquí . Aclaración de Chantal López y Omar Cortés )aristotélíca (materia prima) no se la puede identif icar con una simple nada ( nihil simpliciter ). Según lainterpretación de Santo Tomás, se trata de un ser a bsolutamente desprovisto de toda determinacióncuantitativa y cualitativa, es decir, de una nada r elativa ( nihil secundum quid ).

(11) Una identificación similar volvemos a encontrar en Hegel. Sólo que aquí no se trata ya del fruto de lamentalidad bárbara e ingenua, sino, por el contrari o, del resultado de la larga maduración del intelec to

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germánico, que culmina así en una crítica de la cri tica. De este modo, se cumple una ley que el mismoHegel propone como esencia de la dialéctica y se id entifican los dos momentos antitéticos del pensamie ntogermánico en la unidad de un mismo contenido doctri nal (ser=nada; lógica=ontología ) (Cf. Hegel,Wissenschaft der Logik . Lib. 1, Sec. 5, Cap. 1).

(11) E. Gilson, La Philosophie au Moyen Age , París 1947, pág. 196, reconociendo que Le principe de sonargumentation est que tout nom determiné signifie q uelque chose , pretende, sin embargo, justificar esaargumentación en cierta medida por cuanto sería abs urdo decir que "nihil" designa una cosa, si al mism otiempo se admitiese que nihil significa la nada. Y, en efecto, prosigue Gilson, esto es precisamente lo queFredegiso niega, porque el nihil al cual se refiere es aquel del cual Dios sacó el mundo ( ex nihilo ), es deciruna especie de materia común e indiferenciada. Sin embargo, es claro que Fredegiso no habla en ningunaparte de la materia común ni siquiera de una manera implícita. Si así fuera, hubiera empleado otra cla se deargumentos, renovando en una u otra forma la doctri na de la eternidad del mundo o de la materia. Enrealidad, Fredegiso no llega a afirmar la existenci a de la nada sino a través de su fe en la significa ción delas palabras. El análisis gramatical y no otra razó n cualquiera de carácter metafisico es lo que funda mentasu tesis. Lo importante aquí es reconocer el princi pio de la argumentación que señala a las claras elproceso mental correspondiente, y no buscar una pos ible explicación basada en analogías con doctrinasanteriores o posteriores, para excluir el contrasen tido lógico. En cuanto a las referencias de Agobard o enque aparecen unidas la tesis de Fredegiso sobre la realidad de la nada y otra tesis suya sobre lapreexistencia de las almas, no se trata sino de un intento de interpretar conforme a principios lógico s másestrictos dicha doctrina. Agobardo era, sin duda, u n espiritu mucho más cultivado, como lo demuestra e lcarácter de su refutación y la elegancia de su esti lo literario. ( Compárese su latín con el de Fredegiso ).

(13) M. De Wulf, Histoire de la Philosophie Mediévale , París, 1912, pág. 174.

(14) Cf. Prantl, Die Universaliemstreit im 13 und 14 Jahrhundert k, Munich, 1864; Michalsky, Les sources ducriticisme et du scepticisme (en La Pologne au Congrés Internatíonale de Bruxelles , 1924),

(15) Fredegiso, que había aprendido la gramática con Alc uino (comentador de Casiodoro, Boecio y SanAgustín), al utilizar un método de análisis gramati cal, se vincula, por una parte, a la tradición patr ística,pero, al aplicarlo de un modo ingenuo y exclusivo, representa las nuevas modalidades del pensamientogermánico.

(16) Lumen de lumine llama al Verbo el Símbolo de Nícea.

(17) Sobre el pensamiento y la obra de Fredegiso pueden consultarse: L. Geymonat, I problemi del nulla edelle tenebre in Fredegiso di Tours , Rivista di Filosofia, 43, p. 280-288; F. Corvino, De nihilo et tenebris diFredegiso de Tours, Rivista critica di Storia della Filosofia, II, p. 275-286.

Índice de Cuatro filósofos de la altaEdad Media de Angel J. Cappelletti

Prólogo de AngelJ. Cappelletti

CAPÍTULO SEGUNDO- Primera parte

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