Fresnos y Álamos

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7/21/2019 Fresnos y Álamos http://slidepdf.com/reader/full/fresnos-y-alamos 1/2 Fresnos y álamos La flota azul de fantasmas que navegan entre la vigilia y el sueño, esta mañana, en el despertar de mi cerebro, tuvo por fondo los álamos y los fresnos de mi tierra. ¡Álamos en que tiembla una plata asustadiza y fresnos en que reside un ancho vigor! an le"os están de m# la plaza de armas, el "ard#n $rilanti y la alameda, que me parecen oasis de un planeta en que viv# ochocientos años ha% &uando yo versificaba y gem#a infantilmente ba"o aquellas frondas, todav#a no sospechaba que hab#a de escribir la confesi'n que más o menos reza as#( )*i vida es una sorda batalla entre el criterio pesimista y la gracia de +va. na batalla silenciosa y sin cuartel entre las unidades del e"-rcito femenino y las conclusiones de esterilidad. e una parte, la tesis reseca. e otra, las cabelleras vertiginosas, dignas de que nos ahorcásemos en ellas en esos momentos en que la intensidad de la vida coincide con la intensidad de la muerte/ los pechos que avanzan y retroceden, retroceden y avanzan como las olas ine0orables de una playa met'dica/ las bocas de frágil apariencia y cruel designio/ las rodillas que se estrechan en una premeditaci'n estrat-gica/ los pies que se cruzan y que torturan, como torturar#a a un marino con urgencia de desembarcar, el cabo trigueño o rosado de un continente prohibido1.  2o( yo no sospechaba llegar a decir tal cosa. *i tristeza, aunque tumultuaria, era simple como la conciencia de las v#rgenes que comulgan al alba y despu-s de comulgar rezan dos horas, y despu-s de rezar dos horas, al volver a su casa beben agua, por un laudable escr3pulo. *i primer soneto no mir' venir el corte"o vivido de los goces materiales, ni mi primera lágrima vio dibu"arse en lontananza la confortante silueta de +picuro. 4u- pensar#an álamos y fresnos si descubriesen en el rostro de su habitual visitante de aquella -poca, las huellas del placer% 5oy mi tristeza no es tumulto, sino profundidad. 2o tormenta cuyos riesgos puedan eludirse, sino despo"o inviolable y permanente del naufragio. 6ocas emociones habrá más voluptuosas que la altaner#a del alma, que se nutre de su propio ac#bar y rechaza cualquier alivio e0terior. Llevo dentro de m# la rancia soberbia de aquella casa de altos de mi pueblo 7esquina de las calles de la 6arroquia y del +spe"o7 que se conserva deshabitada y cerrada desde tiempo inmemorial y que guarda su arreglo interior como lo ten#a en el momento de fallecer el ama. 2o se ha tocado ni una silla, ni un candelabro, ni la imagen de ning3n santo. La cama en que

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Prosa poética de Ramón López Velarde

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Fresnos y álamos

La flota azul de fantasmas que navegan entre la vigilia y el sueño, esta mañana, en

el despertar de mi cerebro, tuvo por fondo los álamos y los fresnos de mi tierra.¡Álamos en que tiembla una plata asustadiza y fresnos en que reside un ancho vigor!

an le"os están de m# la plaza de armas, el "ard#n $rilanti y la alameda, que me parecen

oasis de un planeta en que viv# ochocientos años ha%

&uando yo versificaba y gem#a infantilmente ba"o aquellas frondas, todav#a no

sospechaba que hab#a de escribir la confesi'n que más o menos reza as#( )*i vida es

una sorda batalla entre el criterio pesimista y la gracia de +va. na batalla silenciosa y

sin cuartel entre las unidades del e"-rcito femenino y las conclusiones de esterilidad. e

una parte, la tesis reseca. e otra, las cabelleras vertiginosas, dignas de que nosahorcásemos en ellas en esos momentos en que la intensidad de la vida coincide con la

intensidad de la muerte/ los pechos que avanzan y retroceden, retroceden y avanzan

como las olas ine0orables de una playa met'dica/ las bocas de frágil apariencia y cruel

designio/ las rodillas que se estrechan en una premeditaci'n estrat-gica/ los pies que se

cruzan y que torturan, como torturar#a a un marino con urgencia de desembarcar, el

cabo trigueño o rosado de un continente prohibido1.

 2o( yo no sospechaba llegar a decir tal cosa. *i tristeza, aunque tumultuaria, era

simple como la conciencia de las v#rgenes que comulgan al alba y despu-s de comulgar 

rezan dos horas, y despu-s de rezar dos horas, al volver a su casa beben agua, por un

laudable escr3pulo. *i primer soneto no mir' venir el corte"o vivido de los goces

materiales, ni mi primera lágrima vio dibu"arse en lontananza la confortante silueta de

+picuro. 4u- pensar#an álamos y fresnos si descubriesen en el rostro de su habitual

visitante de aquella -poca, las huellas del placer%

5oy mi tristeza no es tumulto, sino profundidad. 2o tormenta cuyos riesgos puedan

eludirse, sino despo"o inviolable y permanente del naufragio.

6ocas emociones habrá más voluptuosas que la altaner#a del alma, que se nutre de

su propio ac#bar y rechaza cualquier alivio e0terior. Llevo dentro de m# la rancia

soberbia de aquella casa de altos de mi pueblo 7esquina de las calles de la 6arroquia y

del +spe"o7 que se conserva deshabitada y cerrada desde tiempo inmemorial y que

guarda su arreglo interior como lo ten#a en el momento de fallecer el ama. 2o se ha

tocado ni una silla, ni un candelabro, ni la imagen de ning3n santo. La cama en que

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e0pir' la antigua señora se halla deshecha a3n. 8o soy como esa casa. 6ero he abierto

una de mis ventanas para que entre por ella el caudal hirviente del sol. 8 la lumbre

sensual quema mi desamparo y la sonrisa cálida del astro incendia las sábanas

mortuorias y el rayo fiel calienta la intimidad de mi ruina.

¡9h fresnos y álamos que o#steis mi imploraci'n en versos titubeantes! :resnos y

álamos( ¡ya nada imploro! +stoy sereno como en aquellas siestas de otoño en que me

llevaban de la mano a contemplar c'mo ard#an vuestras ho"as en mont#culos a que

 prend#a fuego el "ardinero. ;ecuerdo con una e0actitud proli"a el humo compacto y el

cru"ido de la ho"arasca que se retorc#a, confesora y mártir. <'lo que, a mi serenidad, se

han agregado dos elementos que me eran a"enos cuando estudiaba el silabario( el dolor 

y la carne. =oy respirando, fresnos y álamos, no vuestra fragancia, sino el ambiente

absurdo de una habitaci'n de la que acaban de sacar un cadáver y e0hibe los cirios aun

no consumidos y la oleada del sol como un aliento femenino.9igo el eco de mis pasos con la resonancia de los de un trasnochador que camina

 por un cementerio...