Garces. La razón de un combate

4
LA RAZON ruKK]ru T#EK&Ag'E Joan Garcés Abogado y politôlogo espafiol, asesor del Presidente Allende, autor de intportariles libros analiticos del proceso chileno 1970' 1973. El combate de La Moneda tenia mâs sentido politico que militar. Tras la primera hora y media de intercambio de fuego, llegô la noticia de quc la Aviaciôn hab(a bombardeado la residencia de Tomâs Moro. Las emisoras de radio anunciaron que la Aviaciôn tenfa orden de bombardear también el Palacio de Gobierno a las 11 si Allende no sc rendia' Éste resolviô reducir el nûmero de victimas dejando en iibertad de acciôn a la guardia presidencial de Carabineros, la que abandonô el lugar en su in- tegridad, asi comô los Generales Urrutia y Alvarez crut:. en su temor a combatir no hallaban excusa para iustificar su partida. Una excepci6n,la del Director bene.al de Ôarabineros, SepûlvedaGalindo, que se mostraba reacio a abandonar al Presidente y fue el riltimo militar en salir del recinto, media hora después de haber recibido la orden y apenas unos minutos antes de que cayeran las primeras bombas' Hacia 'las 1b:45, los- Ministros presentes - Clo- <lomiro Almeyda, de Relaciones Exteriores, Carlos Briones, del Interior, Jaime Tohâ, de Agricultura, José Tohâ, ex ministro de Defensa, y Fernando Florcs, SecretarioGeneral de Gobierno-, solicitan al Prcsi- dente una reuni6n a puerta cerrada. No durô mâs de tres minutos. Allende la interrumpiô en cuanto com- probô que algunos Ministros le consejaban que se entregaray salvara su vida. El irnico momento durante aquella maflana en que Allende perdiô la calma y dio prueba de indignaciôn, llenando de improperios a alguien, fue cuando Alfrr:do Joienant le tejefône6 para comunicarle que habia entiesadoel mando de la Direcciôn General dc lnçcs- tisaci;nes a un funcionario. Aunque reducido, unos se"iscientos hombres equipados con metralletas, la oolicia civil era el ûnico cuerpo armado del estado clue ien(a a su frente a un militante de un partido obrcro' Que filera precisamente en aquellos momentos' rn lJ hora de cômbatir, cuando el ilnico miiitante rie la 229 Archivos Salvador Allende 1

description

Archivos Chile

Transcript of Garces. La razón de un combate

Page 1: Garces. La razón de un combate

LA RAZON ruK K]ru T#EK&Ag'E

Joan GarcésAbogado y politôlogo espafiol, asesor del

Presidente Allende, autor de intportariles

libros analiticos del proceso chileno 1970'

1973.

El combate de La Moneda tenia mâs sentidopolitico que militar. Tras la primera hora y media de

intercambio de fuego, llegô la noticia de quc la

Aviaciôn hab(a bombardeado la residencia de Tomâs

Moro. Las emisoras de radio anunciaron que la

Aviaciôn tenfa orden de bombardear también el

Palacio de Gobierno a las 11 si Allende no sc rendia'

Éste resolviô reducir el nûmero de victimas dejando

en iibertad de acciôn a la guardia presidencial de

Carabineros, la que abandonô el lugar en su in-

tegridad, asi comô los Generales Urrutia y Alvarez

crut:. en su temor a combatir no hallaban excusa para

iustif icar su partida. Una excepci6n, la del Director

bene.al de Ôarabineros, Sepûlveda Galindo, que se

mostraba reacio a abandonar al Presidente y fue el

riltimo militar en salir del recinto, media hora después

de haber recibido la orden y apenas unos minutos

antes de que cayeran las primeras bombas'Hacia

'las 1b:45, los- Ministros presentes - Clo-

<lomiro Almeyda, de Relaciones Exteriores, Carlos

Briones, del Interior, Jaime Tohâ, de Agricultura, José

Tohâ, ex ministro de Defensa, y Fernando Florcs,

Secretario General de Gobierno-, solicitan al Prcsi-

dente una reuni6n a puerta cerrada. No durô mâs de

tres minutos. Allende la interrumpiô en cuanto com-

probô que algunos Ministros le consejaban que se

entregara y salvara su vida.El irnico momento durante aquella maflana en que

Allende perdiô la calma y dio prueba de indignaciôn,

llenando de improperios a alguien, fue cuando Alfrr:do

Joienant le tejefône6 para comunicarle que habia

entiesado el mando de la Direcciôn General dc lnçcs-

tisaci;nes a un funcionario. Aunque reducido, unos

se"iscientos hombres equipados con metralletas, la

oolicia civil era el ûnico cuerpo armado del estado clue

ien(a a su frente a un militante de un partido obrcro'

Que filera precisamente en aquellos momentos' rn lJ

hora de cômbatir, cuando el ilnico miiitante rie la

229

Archivos Salvador Allende 1

Page 2: Garces. La razón de un combate

Unidad Popular con mando de un servicio armadoprofesional resolviera, por si y antc si, abanclonar elpuesto que le habia confiado el presidentc de laRepriblica en tanto que hombre de confianza, result6intolerable para Allcndc. No s6lo eran los generalesque se declaraban lcales al gobierno, pero que notenian ningûn compromiso con los partidos populares,los que no querian combatir. Asi, tias Caraùineros. laAviaciôn, el Ejército y la Marina, l legaba la noticia dela neutralizaciôn de la policia civil.

.Pasadas las 11, un cruce de lineas telefônicas per_mitiô escuchar la voz del general Baeza, jefe de lasoperaciones en el centro de Santiago:

-"...de los de La Moneda no clJbe quedar rastro, enespecial de Allende; hay que exteiminarlos como"baratas" [cucarachas];... el objetivo debe ser clestruidopor tierra y aire..."

A esas alturas, dentro de La Moneda, qucdabanmenos de 50 civiles. De ellos, unos L5 militântes delPartido Socialista y 6 agentes del Servicio de Inves_trgacrones pertenecian a la escolta presidencial. Vein_ti irn hombres de armas era todo ei efectivo de com_bate. contra 9l que se enviaban tropas de infanteria,blindados y bombarderos Hawker Hunter. El clesen_lace no ofrecia dudas. Nos encontrâbamos, ademâs.todo el equipo de trabajo del presiclente. La sensaciônde la muerte inminente embargaba el ânimo de todos.Poco antes del bombardeo aérèo, Allende reuni6 a suscolaboradores personales y les pregunt6 qué rcsolvianhacer. El jurista Arsenio poupin, SubsecretarioGeneral de Gobierno, scnalô: "Nuist ra obl igaci ( rn esquedarnos aquf'. Los restantes contestaron cle modosemejante: Augusto Olivares, periodista, Jaime Ba_rrios., economista, Claudio Gimeno, soci6logo y cuatromédicos -Jorge Klein, psiquiatra, Eduardo

"pu."d"r,

"*Director General de Investigaciones. RicarcJo pin_cheira, del Servicio de Seguridad del partido Socialis_ta, Enrique Paris, asesor en cuestiones de educaci6n y

ciencia, asi como Enrique Huerta, intendente dePalacio. Olivares muri6 durante el combate que siguiôal bombardeo. Todos los restantes junto con ios ,u'p".-vivientes socialistas de la escolta fueron detenidôs vmurieron en la tortura dos dias después. Tambiénresolvieron pe.rmanecer Carlos Jorquèra, periodista,Osvaldo Puccio, secretario privado, y su- hijo, es_tudiante de Derecho, el equipo de médicos- de lapresidencia -Danilo Bartulin, Arturo Jirôn patricio Ar_royo, Oscar Soto, Arturo Guij6n-, el abogado DanielVergara, Subsecretario del Interior, Lauiaro Ojeda,Subsecretario General de Gobierno, y una mujer,Miriam Contreras, secretaria privada dé allende.'fnel Ministerio de Relaciones se encontraban los Minis-tros, Almeyda, soci6logo politico, Briones, jurista,

1ffi{ Palma, abogado, José Tohâ, periodista y Jui."Tohâ, ingeniero.

En un momento dado, Allende se dirigiô a mf v meorden6 partir. Ante mi gesto de sorpreia, argument6tres razones para explicar su decisi6n:

-".t. y, por ûltimo, _alguien tiene que contar lo queaqui ha pasado, y sôlo usted pueda hacerlo. ôNo cscierto? -preguntô a sus restantes colaboradores.quienes asintieron. En todos ellos, particularmente enaquellos a quienes veia por ûltima vez, he pensado alescribir el presente libro, inesperado superviviente clela masacre de La Moneda, la primera dè las que ibana seguir en miles de fâbricas, poblaciones y campos alo largo de todo el pafs.

En los mismos momentos que Allende y su equipopersonal resolvfan rechazar la oferta de rendici'ôn' vcontinuar resistiendo, otra rcuni6n tenia lusar en la in'_dustria Sumar. La del Comité polit ico dJ la UnicladPopular. Tras media hora de deliberaciones. losdirigentes de los partidos politicos llegaban a una con_clusiôn: no ofrecer resistencia, los trabajadores debianabandonar los centros de trabajo y Ëtirarse a suscasas. A las 11:30 empezaba a circular la orden oue

Prots y Allende: conciencia y responsabilidad republicana.

230

Archivos Salvador Allende 2

Page 3: Garces. La razón de un combate

refrendaba una constataciôn de impote ncia,rcsultado de las polft icas seguidas durante tresairos a que hemos aludido en los capitulosanteriores.

A las 12:20, tras unos 15 minutos de bombar-dco aéreo, el recinto de La Moneda ardfa portodos los costados. En el interior, el aire tôxicoy el humo dificultaban la respiraci6n. Allende ysus colaboradores se distribuyeron las pocasmâscaras antigâs disponibles, y se aprestaron acontinuar el combate. Tropas de infanteria co-mandadas por el general Javier Palacios ini-ciaban el asalto mientras los tanques disparabansobre las ventanas. Las dos docenas de civileslosraron resistir en su interior una hora mâs, enn.rédio de las l lamas y del derrumbe de techos ypisos. Hacia las 13:45 los primeros soldadosentraban en el ala donde se habfan concentradolos supervivientes, la de la calle de Morandé,donde se encontraba el comedor. El gabinetcpresidcncial, la sala del Conscjo de Ministros, lasecretaria privada, eran pasto del fuego. Pocoantes dc las 2 de la tarde, moria Allende. Teniaentre las manos el fusil con que habia com-batido. No alcanzô a convocar el referéndum.

Si la direcci6n principal de Ia contrarre-voluci6n venia buscando desde hacia meses elderrocamiento del gobierno, aunque no elcadâver del Presidente de la Repirblica, ôporqué Allende desoyc esa mafrana a quienes leaconsejaban salvar su vida y abandonar el pafs?Las razones son las mismas quc le resolvieron ancl rsnunciar a la presidencia dos mesr:s antos,cl 16 de julio, cuando nos convocô a Vuskovic,Martner y a m( para pedirnos nuestro parecer

sobre la conveniencia de su dimisiôn, tras llegara la convicci6n intima de que las divergenciasentre los partidos de la Unidad Popular im-pedfan al gobierno poner en prâctica las ini-ôiativas que le parecfan dramâticamente inapla-zables.

Allende esta persuadido de que la instituciônde la Presidencia cle la Repirblica y por eKen-si6n cl Estado en su dimensiôn democrâtica,cra el ûnico frente de contenciôn militar ypolit ica contra el desencadenamiento de la violencia yla guerra civil. Sin los recursos del gobierno, las or-ganizaciones de los trabajadores -partidos, sindicatos,cordones industriales, comandos comunales, etc.- se leaparecian como divisiones enteras de un ejército a lamerced del adversario, impotentes de ofrecer por ellasmismas un resistencia orgânica equivalente al nivel dela agrcsiôn de que eran objeto desde 1972.

A través de la decis6n de defender hasta el fin lalegalidad democrâtica, Allende deseaba imposibil i tar ala burguesia la reconstrucciôn del aparato del Estadotradicional, condenândola a entrar en conflicto con elsentido de la evoluci6n histôrica del pais en su con-figuraciôn socioeconômica contemporânea. Su propiavida era el ûltimo recurso que se habfa reservado elhombre polit ico singular que era Allende. Muchos

dirigentes de la insurrecci6n, desde los democristianosde Frei hasta los militares del general Bonil la, habianalimentado la ilusiôn de forzar un simple remplazo delbloque social que detentaba el gobierno, sus-tituyéndolo por el que era mayoritario en el Congreso,sin alterar sustancialmente las instituciones del Estado'Pero semejantes especulaciones no habian con-templado la necesidad de bombardear el palacio deLa Moneda con el Presidente de la Repûblica dentro,obligândoles a arrasar las instituciones politicas quedeseaban recuperar.

La tarde del 11 de septiembre, el cadâver del Presi-dente Allende impedia a la oposici6n instalarse alfrente del Estado que hab(a existido hasta esa maÉana,aûn en la hipôtesis de que algirn sector de la propiadirecciôn de la izquierda hubiera estado predispuesto

731

Archivos Salvador Allende 3

Page 4: Garces. La razón de un combate

a aceptarlo a cambio de, por ejemplo, el reconocimien-to de la organizaciôn sindical o del Parlamento por laJunta Militar. El nricleo burgués tradicional que habiadirigido la contrarrevoluciôn, se vio enfrentado alproblema -no deseado- de tener que construir otroEstado. Lo que le convertia en prisionero delmaleficio hist6rico derivado de haber tenido quedemoler la organizaciôn estatal construida bajo supropia hegemonia social. Semejante situaci6n,presente en las proyecciones de futuro que seelaboraron en La Moneda entre 1970 y 1973, debîaplantear a la derecha un problema prâcticamente in-soluble a medio plazo -siempre que la izquierdasupiera aprovechar el legado hist6rico acumuladodespués de L97F. En el supuesto de que la contra-rrevoluci6n se impusiera militarmente, yo estimabaque en un primer momento seria normal que elaparato militar asumiera la totalidad de las funcionesdel Estado, incluida la jurisdiccional a través de laproclamacidn del Estado de guerra y la clausura delParlamento. Pero mâs allâ de la emergencia de losprimeros meses, la necesidad de edificar un nuevorégimen institucional debia conducir a la burgues(a ala aporia de intentar levantar un Estado fascista -loque nos parecfa inviable, dadas las condiciones ob-jetivas y subjetivas del pais- o, de reconstruir algunavariante del Estado tradicional, lo que debfa resultarasimismo impracticable en la medida que sus fun-damentos bâsicos habfan sido apropiados por elmovimiento popular, y yacian calcinados el LL de sep-tiembre de 1973 entre los escombros del gobiernoconstitucional. Fenômeno éste que, como culminaci6nde la estrategia seguida entre 1970 y 1973, debia con-tribuir a facilitar "mâs pronto que tarde" la ins-tauraciôn de un Estado democrâtico y popular.

Habia, asimismo, en la opciôn de Allende, la volun-tad de asumir plenamente la responsabilidad que le in-cumbia en su calidad de principal portavoz de lostrabajadores y de mâxima autoridad del Estado. Desdeun punto de vista ético, le resultaba inaceptable queun dirigente gobernante desconociera sus deberes ycompromisos, abandonando a sus seguidores a la per-secuciôn y al pais a la violencia desenfrenada a cambiode garantizar su seguridad personal.

Era un problema de consecuencia consigo mismo,

con sus conlilcclones intimas y sus planteamientospirblicos:

"Quienes pretenden sacarnos del camino qug noshemcls trazado, quienes mintiendo y calumniandohablan de que en Chile no hay libertad, se hasuprimido el derecho de informaci6n, estâ en peligrola prensa, son los que mistifican para poder,engafrando, encontrar apoyo en determinados sectores,y son los conjurados en el ansia turbia de oponerse ala voluntad popular. y yo les digo a ustedes,compafreros, compafreros de tantos afros, se los digocon calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengopasta de apdstol y pasta de Mesias, no tengo con-diciones de mârtir, sov un luchador social que cumpleuna tarea, la tarea quc el pueblo me ha dado; peroque lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la his-toria y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile:sin tener carne de mârtir, no daré un paso atrâs; quelo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el man-dato que el pueblo me diera" Que lo sepan, que looigan, quc se les grabe profundamente: defenderé estarevoluciôn chilena, y defenderé el gobierno popularporque es el mandato que el pueblo me ha entregado;no tengo otra alternativa; s6lo acribillândome a ba-lazos podrân irnpedir la voluntad que es hacer cumplirel proqrama del puehlo."'

Con su resistencia ante las presiones de la contra-rrevoluciôn Allende quiso reafirmar hasta el ûltimo ins-tante su voluntad de mantener unido el movimientopopular en torno de su mâs importante instrumentopolitico <l gobierno-, retardando la disgregaciôn in-terna de la Unidad Popular tras opciones tâcticas con-trapuestas. Con su actitud y sacrificio, deseaba dejarestablecido un nexo duradero entre el pasado y el fu-turo del proceso de desarrollo de la democracia y elsocialismo en Chile, entregando a los trabajadores y alpais un testimonio de valor y generosidad en la luchapor sus libertades, dignidad y bienestar.

NOTA:

1 Alocuciôn radiotelevisada, pronunciada en el Es-tadio Nacional de Santiago, diciembre 1971.

232

Archivos Salvador Allende 4