Gaspar Melchor de Jovellanos, Un Paradigma de Lectura por Gabriel Sánchez Espinosa
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7/31/2019 Gaspar Melchor de Jovellanos, Un Paradigma de Lectura por Gabriel Snchez Espinosa
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Gaspar Melchor de Jovellanos, un paradigma de lectura
ilustrada
por Gabriel Snchez Espinosa(Queens University Belfast)
Don Gaspar Melchor de Llanos (pero no Jove, por que dicen que ha usurpado este
distinguido apellido), hombre de imaginacion suspicz, sigui con toda felicidad y
aprovechamiento la carrera de sus estudios; mas entregado con teson la varia lectura de los
libros de nueva mala doctrina, y de esta psima filosofa del dia, hizo tan agigantados
progresos, que casi se le puede tener por uno de los corifeos cabezas del partido de esos
que llaman Novatores, de los que, por desgracia y t al vez castigo comun nuestro, abunda en
estos tiempos nuestra Espaa, que ntes era un emporio del catolicismo. Con estos
principios consigui una encantadora retrica y elocuencia, que se funda mas en la
verbosidad y ornato de voces y expresiones, que en la solidz de argumentos, capz de
atraer con mucha facilidad los incautos sus opiniones, y de la que han usadofrecuentemente los que se han separado de las mximas sagradas de nuestra adorable
religion.1 De este tenor comienza una delacin annima y secreta contra Jovellanos,
desterrado por segunda vez en Gijn, recibida en Palacio a mediados del ao 1800 y rotulada
en las alturas con un reservadsimo los Reyes Nuestros Seores. Su autor fue, sin duda,
un sacerdote. El contexto poltico en el que se inscribe este documento es el de la ofensiva de
la camarilla de Godoy por recuperar el poder, todava en manos de Urquijo, con el apoyo de
los sectores clericales ms reaccionarios. Lo que llama poderosamente la atencin en la
denuncia, adems de la mezquindad de su autor en tachar a su vctima de impostora de su
noble apellido, es la validez que otorga al lugar comn que asocia las nuevas ideas, las ideas
de la Ilustracin, y sus efectos de cambio social, con la lectura de los nuevos libros. El
denunciante se siente amenazado en su orden social por lo que ve como consecuencias
pblicas de la lectura privada de los nuevos libros. El referente de sus sarcsticas alusiones
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al celebrado estilo literario de Jovellanos debi ser el xito entre las lites dirigentes de su
Informe en el expediente de la Ley Agraria, ledo pblicamente en la Real Sociedad
Econmica M atritense en septiembre-octubre de 1794 y publicado en 1795, al que en el
mismo ao se incoa expediente en el Consejo de la Suprema Inquisicin por sus
prop osiciones relativas a la posesin por la iglesia de bienes races en manos muertas.
El denunciante de 1800 busc el origen del desvo de Jovellanos respecto a su norma
social en su entrega con teson la varia lectura de los libros de nueva mala doctrina, y de
esta psima filosofia del dia. Por debajo de su mala intencin nos interesa su percepcin
con respecto a la amenaza que para su mundo significa una nueva prctica privada de
lectura, una lectura ilustrada.
JOVELLANOS Y EL LIBRO
Un primer mbito de la aproximacin de Jovellanos al libro lo constituye ese esp acio de uso
colectivo del libro que es la biblioteca del Real Instituto Asturiano de Nutica y M ineraloga
de Gijn. Fruto de su esfuerzo, el Instituto abri sus puertas a los alumnos el 7 de enero de1794; sobre stas el escudo del mismo con la letra: A la verdad y a la utilidad pblica.
Paralelamente a la creacin de un laboratorio y un gabinete de ciencias, se buscar
establecer una selecta biblioteca cientfica y tcnica2. Su ncleo lo constituirn las
donaciones de los hermanos Jovellanos, de amigos como M elndez Valds y Cen
Bermdez, y de otros protectores del Instituto. A la altura de agosto de 1796, las obras
regaladas son ciento diecinueve de un total de doscientas noventa y ocho. La Guerra de la
Independencia supone el saqueo del Instituto por las tropas francesas. De su biblioteca
parece que slo se salvaron sesenta y dos volmenes.
Pocos meses despus de la apertura del centro, Jovellanos comunica a su amigo y
corresponsal el cnsul britnico en La Corua, Alexander Jardine, su prop sito de asp irar a
una licencia p ara que mi librera pblica posea toda especie de libros prohibidos, aunque con
separacin y con facultad de que sean ledos por los maestros3. Jovellanos pidi por dos
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veces la licencia de libros prohibidos al Inquisidor General y arzobispo de Toledo, cardenal
Lorenzana, permiso usualmente concedido a toda institucin literaria bajo p roteccin real. El
6 de agosto de 1795 anota en su diario la recepcin de una renovada respuesta negativa: El
tonto del cardenal Lorenzana insiste en negar la licencia de tener libros prohibidos en la
biblioteca del Instituto, aunque circunscrita a jefes y maestros. Dice que hay en castellano
muy buenas obras para la instruccin particular y enseanza pblica, y cita el Curso de
Lucuce, el de Bails y la Nutica de D. Jorge Juan, y aade en postdata que los libros
prohibidos corrompieron a jvenes y maestros en Vergara, Ocaa y vila; pero, seran los
libros de Fsica y M ineraloga, para que pedamos la licencia? Y se har sistema de
perpetuar nuestra ignorancia? Este monumento de barbarie debe quedar unido al Diario.
Qu dir de l la generacin que nos aguarda, y que a pesar del despotismo y la ignorancia
que la oprimen ser ms ilustrada, ms libre y feliz que la presente? Qu barreras podrn
cerrar las avenidas de la luz y la ilustracin?4. La negativa de la licencia es contempornea a
una intensa circulacin manuscrita en Madrid delInforme en el expediente de la Ley Agraria.
Tras una fallida visita de reconocimiento el viernes 4 de septiembre de 1795,Jovellanos sorprende al da siguiente a don Francisco Lpez, cura de Somi y familiar del
Santo Oficio, husmeando en la biblioteca del Instituto: Al Instituto, por la siesta; all, el
cura de Somi leyendo en Locke; no pude esconder mi disgusto; le reprim hasta la hora,
dadas las tres; sal con l; djele que no me haba gustado verle all; que cierto carcter que
tena me haca mirarle con desconfianza, y aun tomar un partido muy repugnante a mi genio,
y era prevenirle que, sin licencia ma, no volviese a entrar en la biblioteca; se sorprendi;
protest que slo le haba llevado la curiosidad; que no tena ningn encargo; que otras veces
haba venido y se propona volver, y le era muy sensible privarse de aquel gusto, aunque
cedera por mi resp eto. Djele, que su aplicacin no sera frustrada, que le proporcionara los
libros que quisiese; pidime la Vida de Cicern, y se la ofrec y nos separamos sin disgusto.
Qu ser esto? Por ventura empieza alguna sorda persecucin del Instituto? De este
nuevo Instituto, consagrado a la ilustracin y al bien pblicos? Y seremos tan desgraciados
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que nadie pueda asegurar semejantes instituciones contra semejantes ataques? Y qu
ataques! Dirigidos por la perfidia, dados en las tinieblas, sostenidos por la hipocresa y por
la infidelidad a todos los sentimientos de la virtud y la humanidad. Pero gurdense! Yo
sostendr mi causa; ella es santa: nada hay, ni en mi Institucin ni en la biblioteca, ni en mis
consejos, ni en mis designios, que no sea dirigido al nico objeto de descubrir las verdades
tiles. Yo rechazar los ataques, sean los que fueren, y, si es preciso, morir en la brecha5.
Con fecha 21 de agosto de 1796, Jovellanos se ve obligado a entregar al Santo Oficio
una Lista de los libros que se hallan en la Biblioteca del Real Instituto Asturiano6. Tras su
examen, tan slo una obra, el De officiis hominis de Puffendorf, condenado en 1745 y 1787,
ser recogida.
Aqu no est de ms anotar que el reformista Jovellanos, en su reflexin acerca del
camino gradual que llevara a la supresin del tribunal de la Inquisicin, ve un primer e
ineludible paso en la revocacin de su facultad de prohibir libros 7. Asimismo parece ser que
durante su ministerio, en 1798, recibi la orden de p roceder a la reforma de la Inquisicin8.
La preocupacin por el desarrollo y destino futuro del Instituto Asturianoacompa a Jovellanos durante sus inacabables aos de preso poltico. En su Memoria
testamentaria de 31 de enero de 1802, escrita en el confinamiento de Valldemosa y remitida
a su plenipotenciario Arias de Saavedra, deja en herencia su biblioteca particular al Inst ituto
y, en caso de no existir este establecimiento, por haberse disuelto, fuese dicha Librera para
la Villa de Gijon, fin de que colocndola en lugar y forma convenientes, pudiese servir de
algn provecho, y contribuir la lectura e instruccion de sus naturales. Esta ltima
voluntad fue revalidada en el castillo-prisin de Bellver con fecha 5 de marzo de 18079.
Junto a este mbito pblico de acceso al libro representado por el establecimiento de la
biblioteca del Instituto de Gijn, se sita en la vida de Jovellanos un mbito privado de
intensa y constante relacin con el libro, cuyo elemento medular es su propia biblioteca.
Gaspar Melchor de Jovellanos estableci su biblioteca all donde la vida le llev.
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La primera de sus bibliotecas fue la que reuni durante su estancia en Sevilla entre
1768 y 1778, entre los veinticuatro y los treinta y cuatro aos de su edad. All comenz la
[coleccin] de buenos libros, que en 1787 fue tasada en 60.000 reales, y la acreci despus
otro tanto, escribi en 1812 su bigrafo y corresponsal, el cannigo Carlos Gonzlez de
Posada10. Conocemos el contenido de esta biblioteca sevillana gracias a un inventario
manuscrito, fechado en Sevilla el 28 de sep tiembre de 1778, realizado presumiblemente por
Juan Agustn Cen Bermdez11. La biblioteca contiene ochocientas cincuenta y siete obras
impresas en mil trescientos volmenes, unos veinte manuscritos y algunos tomos de papeles
varios. Para su constitucin Jovellanos aprovech la circunstancia de la subasta de los libros
de la Casa profesa de jesuitas de San Hermenegildo, dentro de la liquidacin general de los
bienes muebles de la Compaa que sigui a su expulsin.
Aunque en su ncleo se trate de la biblioteca de un magistrado, agrupada en torno a
los campos de las jurisprudencias civil y eclesist ica, los intereses de Jovellanos hacen que la
coleccin se vuelque hacia lo que en el tiempo se llama literatura: bellas letras, filosofa,
historia y varia erudicin. En el desglose de la biblioteca por fechas de impresin,corresponderan ocho obras al siglo XV, doscientas diecisiete al siglo XVI, ciento setenta y
dos al siglo XVII y cuatrocientas sesenta al siglo XVIII. La distinta atencin prestada a las
obras de los siglos XVI y XVII es caracterstica de la percepcin del siglo XVI como
periodo modelo por los ilustrados espaoles y de su orientacin humanista. La Ilustracin
europea est bien representada en la biblioteca con la presencia de la Encyclopdie de
Diderot y dAlembert, las obras de M ontesquieu, Voltaire, Fontenelle, Rousseau, Muratori,
Beccaria, Pope, Addison, Young y Hume, entre otros.
En la Sevilla de Jovellanos destacan dos grandes bibliotecas: la del conde de Aguila,
que alcanza un volumen de cuatro mil cuatrocientos cuatro ttulos impresos (veinticuatro de
ellos incunables) y es valorada a su muerte en 126.606 reales 12 y la del intendente de
Andaluca, asistente de Sevilla y director de las Nuevas Poblaciones, Pablo de Olavide13. Si
en la biblioteca del conde de Aguila los autores espaoles suponen el cincuenta por ciento
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del total, la biblioteca de Olavide contiene fundamentalmente autores franceses adquiridos
durante sus estancias en Francia en 1757 y 1764 o importados masivamente con
posterioridad (slo en 1768 se hace enviar al puerto de Bilbao veintinueve cajas de libros
conteniendo un cargamento de dos mil cuatrocientos volmenes). Estas dos bibliotecas
compensaran mediante prstamo las faltas de la de Jovellanos (recordemos que el ex-libris
sevillano del magistrado est adornado por el expresivo y entonces nada retrico lema: De
Don Gaspar de Jovellanos y de sus amigos14). Olavide, en los primeros aos de la dcada
de los Setenta recibe regularmente una seleccin de las novedades de Pars (as, por ejemplo,
la primera edicin de la Histoire philosophique des Indes del abate Raynal, de 1770,
prohibida por la Inquisicin15). A Jovellanos le seran accesibles por medio de Olavide las
obras econmicas ms importantes del periodo anterior al fisiocratismo (Herbert, Duhamel
du M onceau, Plumart de Dangeul, Goudard). En su tertulia, que concurria Jove Llanos, se
trataban asuntos de instruccion pblica, de poltica, de economa, de polica y de otros
ramos tiles al comun de los vecinos, y la felicidad de la provincia, apoyando Olavide los
principios y axomas de estas ciencias en obras y autores extrangeros, que por ser nuevos nohabia visto don Gaspar, recuerda Cen Bermdez16.
A finales de agosto de 1778, Jovellanos recibe el nombramiento de Alcalde de Casa y
Corte, instalndose en Madrid en los primeros das del mes de octubre en una casa de la
plazuela del Gato, contigua a la actual calle de Amaniel. De aqu se trasladar a la Carrera de
San Jernimo, cerca de la iglesia de los Italianos, para mudarse a finales de 1782 a una casa
ms cmoda en la calle de Juanelo, domicilio que conservar hasta 1806 y en donde residir
durante las estancias de la corte en Madrid en el intervalo de su ministerio. Aqu, entre
pinturas escogidas por el fiel Cen, juntar a los libros reunidos en Sevilla sus numerosas
nuevas adquisiciones: Mi aficin a los libros, a p inturas, me arruina, escribe a su hermano
mayor Francisco de Paula a finales de 178417.
Con el destierro a Asturias, en septiembre de 1790, Jovellanos que ha partido
inopinadamente de Madrid, comenzar a reunir una segunda biblioteca, paralela a la
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conservada en Madrid, de la que podemos hacernos un esbozo a partir de las menciones
ocasionales en sus escritos, especialmente en los diarios, y correspondencia18. Por la
importancia de lecturas concretas, podramos destacar una mayor presencia en esta
biblioteca de libros ingleses, ledos por Jovellanos en su lengua original, lengua cuyo
aprendizaje retrotrae Cen a Sevilla y al conocimiento de Luis Ignacio de Aguirre que habia
viajado por la Europa, y traia gran parte de aquellos libros19. Esta biblioteca de Gijn fue
sellada por el Regente Lasauca, en p resencia de Jovellanos, el 13 de marzo de 1801, da de su
detencin.
La tercera biblioteca de Jovellanos es la formada por ste durante su prisin en
Mallorca, primero en la Cartuja de Jess Nazareno de Valldemosa, de mediados de abril de
1801 a primeros de mayo de 1802, despus en el castillo de Bellver, en donde recibe la
noticia de su liberacin el 5 de abril de 1808: ha formado aqu una tercera librera que va
igualando a las dos que tiene en M adrid y Gijn y lee y trabaja con el mismo ardor que
antes, escribe Jovellanos en febrero de 1807, en carta que, por precaucin, se hace pasar
como escrita por su paje M anuel M artnez M arina
20
.Podramos denominar cuarta biblioteca a la perdida en Sevilla por el vocal de la
Junta Central Jovellanos, al verse obligado a partir en barco hacia Sanlcar de Barrameda el
24 de enero de 1810, ante la amenaza de la inminente entrada en la ciudad del ejrcito
francs21.
ltima biblioteca del ilustrado es la que lleva consigo a su salida de un Gijn
nuevamente amenazado por los franceses, el 6 de noviembre de 1811. Jovellanos alcanzar el
puerto de Vega, entre Luarca y Navia. All morir de pulmona el 28 de noviembre. Los
autos del inventario de su equipaje, realizado en Castropol en 11 y 12 de diciembre de 1811,
nos manifiestan que llevaba consigo una biblioteca de 265 obras en 387 volmenes en varias
lenguas. Entre las obras que le acompaaban se citan concretamente dos tomos en folio
mayor, pasta, de dibujos manuscritos. Otros dos deArquitectura, id., impresos en Italia.
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Siete tomos id., del Herculano. Scriptores Historiae Augustae, tomo tercero, en folio,
pergamino22.
La difusin clandestina del libro no deja de jugar cierta carta fatal en el destino de Jovellanos.
A finales del ao 1799 y principios de 1800 circula en exigua tirada por las provincias del
norte de Espaa la primera edicin espaola del Contrato social de Jean-Jacques Rousseau.
Nuestro nico objetivo en la traduccin de esta obra -escribe su disimulado traductor y
editor Jos M archena en la advertencia p reliminar-, ha sido que las ideas liberales se
extiendan y propaguen, y que la patria de los Lucanos y Padillas, en el da agobiada bajo la
frula del despotismo civil y religioso, conozca sus derechos y se esfuerce en vindicarlos. A
la verdad ninguna nacin de la Europa est hoy tan sojuzgada como la Espaa. La ignorancia,
los privilegios, la pobreza y la fuerza todo concurre a su mayor abatimiento23. Y en nota 20
al texto, despus de tachar de corruptos e incapaces a los ministros de Carlos IV, el
traductor pasa a hacer el elogio del relegado Jovellanos: Oh Jovino, Jovino! T slo
mereces el homenaje de todo buen espaol. Ojal que Urquijo, siguiendo tus pasos,desp liegue todo su ingenio emprendedor y haga conocer al M onarca sus verdaderos intereses
que son los del mismo Pueblo. El ex-ministro, retirado en Gijn tras su exoneracin, al que
han llegado noticias del peligroso elogio, es consciente de que el incidente puede ser
aprovechado por sus enemigos en la corte, por lo que busca adelantarse a stos mediante una
representacin directa al rey para prevenir su real nimo contra cualquiera mala impresin
que pueda dirigir la calumnia contra un minist ro a quien V.M . honra actualmente con su
confianza [Urquijo], y contra otro cuya conducta irreprensible y laboriosa empleada por el
largo espacio de treinta y tres aos en el real servicio y el bien del pblico le han hecho
tambin acreedor al buen concepto de V.M .24, en que propone se estorbe la entrada del
libro y se investigue la autora de la traduccin. A pesar de las seguridades que le transmite
Urquijo en su respuesta, es indudable que este suceso comprometi an ms su
consideracin poltica y su situacin personal. As lo vio Cen: se le contest, que
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procurase recoger los exemplares que pudiese, y no habiendo logrado ninguno, lo avis. Las
resultas fueron prevenirle, que se abstuviese en adelante de escribir a ningun ministro: el
haberle sorprehendido en su cama pocos dias despues, la madrugada del 13 de marzo; y el
llevarle pblicamente como reo de estado la isla de Mallorca25.
En algunas ocasiones, los diarios que Jovellanos lleva a partir de finales de agosto de 1790,
en la situacin de su primer destierro de la corte, escapan a la funcin de ser el acta escueta
de las lecturas del ilustrado y nos permiten vislumbrar una relacin vital con el libro, en la
que ste adquiere el estatuto de imagen de su circunstancia personal. As, por ejemplo,
parece implicarse personalmente en su lectura de la Historia de la vida de Marco Tulio
Cicern26, que lee ent re febrero y abril de 1794, en el contexto de pedir una seal a M adrid
que exprese una reparacin del desaire poltico en que se encuentra. Domingo, 30 [de
marzo] (...) Lectura en Risco, luego en Cicern; su gloriosa vuelta del destierro,
magnficamente descrita; M ircoles, 23 [de abril] (...) Por la noche, en mi cuarto, se acaba
el libro XI de la Vida de Cicern y la relacin de su infanda muerte, que verdaderamenteenternece y horroriza27. El intelectual con influencia poltica Jovellanos se identifica
emocionalmente con las cambiantes circunstancias de Cicern, sentido como modelo, al igual
que lo es Sneca28, por esa minora de ilust rados esp aoles al servicio del poder.
Asimismo, es altamente significativo de su situacin la seleccin de los libros que le
acompaan durante su conduccin como detenido hacia la prisin en M allorca: Camino del
destierro. Sbado, 28 [de marzo de 1801; noche en la posada de la villa de Grajal] (...)
posada, que se dira mala, si no hubiese otras peores. Tiene a la derecha de la entrada una
salita baja con dos alcobas; pobre, pero bastante aseada, salvo las camas, que al fin, con ropa
nuestra, parecen tolerables. No hallamos vaca, pero s carnero. Lectura en Kmpis, Cicern
y Ovidio. Colacin con migas, pan no malo. En la cama a las diez29.
LOS ESPACIOS DE LA LECTURA
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Roger Chartier ha escrito que la lectura no es una invariante histrica -ni siquiera en sus
modalidades ms fsicas-, sino un gesto, individual o colectivo, que depende de las formas de
sociabilidad, de las representaciones del saber o del ocio, de las concepciones de la
individualidad30. A travs de los diarios de Gaspar de Jovellanos podemos acceder al
despliegue cotidiano de su hbito de lectura entre los cuarenta y seis y los sesenta y cuatro
aos de su edad. La primera caracterstica que resalta en el Jovellanos lector es la fidelidad a
sus hbitos. No podramos afirmar la singularidad de stos, s podemos en cambio dar fe de
la regularidad y naturalidad con que los cultiva y los mantiene. Jovellanos es hombre de una
pieza, sus gustos y sus principios han devenido en modo de vida que acabar por imponerse
a todo tipo de circunstancia.
En lo que respecta a los espacios en los que su lectura tiene lugar, stos son
fundamentalmente tres.
En primer lugar est la lectura casera. Jovellanos se instala en Gijn en sep tiembre de
1790 en la casa familiar de la que es seor su hermano mayor Francisco de Paula, casado con
Gertrudis del Busto: inmediatamente le destin su hermano (...) unas piezas decentes ycapaces de la misma casa en que habia nacido, para su habitacion y estudio; y en ellas coloc
sus libros y papeles, refiere Cen31. Gaspar de Jovellanos heredar la propiedad del
inmueble a la muerte de su hermano en agosto de 1798. Dentro de la casa, Jovellanos tiene
dos habitaciones destinadas a la lectura: el cuarto de la torre y la pieza de la chimenea.
El cuarto de la torre, de la torre nueva, aunque construida en el siglo XVII, es la
estancia de sus lecturas en verano: Tengo obra en casa. Se hace una nueva escalera para
subir al cuarto de la torre nueva, donde trabajo por el verano. Es un cuarto lindsimo, con
bellas vistas al mar y al medioda, y trato de adornarle a mi gusto, escribe en junio de 1793
a su amigo el cannigo Gonzlez de Posada32. Desde el gabinete de estudio, Jovellanos divisa
la playa de San Lorenzo, al este, y los montes, de Cantrueces al alto de Somi, en direccin
sur-este. La torre es un mirador de belleza natural que descansa la vista y el pensamiento
con su magnitud. Belleza natural que se refuerza con los mejores tesoros del arte: Jovellanos
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coloca un M urillo en el gabinete. En la torre la lectura se realiza en el resguardo de la
privacidad e intimidad, privacidad que no significa necesariamente soledad absoluta, pues no
la rompe la ocasional p resencia de su mayordomo Acebedo.
La lectura de invierno se lleva a cabo en una cmoda estancia con chimenea
moderna y acogedora alfombra, que, manteniendo a sus horas la privacidad, al final de la
tarde recibe la cotidiana tertulia: Sbado, 15 [de febrero de 1794] (...) A pasear; chimenea;
lectura en el Gibbon; conversacin; niebla33.
Anotemos en este lugar que Gaspar de Jovellanos acostumbra a leer en la cama antes
de conciliar el sueo (Llanos, a verme. Por la noche chimenea; Gibbon, tertulia, y no hubo
lectura de cama. Helada34) y que lee en ocasiones en el bao o mientras le peinan: a mi
hermano acompao en el bao y le leo en Cervantes, el entierro de Crisstomo y la aventura
de los yangeses35.
Consecuencia de la firmeza de carcter de Jovellanos es que Valldemosa y Bellver
devengan en espacios de la lectura casera.
El segundo espacio de lectura en Gaspar de Jovellanos es el del paseo. Conocemos por
testimonios propios y ajenos su aficin a pasear diariamente. Paseaba todas las tardes
larga distancia por los campos, arboledas y otros sitios, observando la variedad y progresos
de la naturaleza en las estaciones, y cuidando de la conservacin de los rboles, y de la
reparacin de los malos pasos en las sendas y caminos, recuerda Cen36. El paseo ofrece la
posibilidad de una lectura personal, sin intermediarios, en un espacio abierto. Bella maana
de paseo en el Arenal de San Lorenzo leyendo la Gramtica de Condillac37. El camino a
Tremaes, la playa de Piles y el Arenal de San Lorenzo son las principales metas de estos
paseos lectores. Recordemos que el consejero de Ordenes Jovellanos se hace retratar por
Goya en 1783 vestido con un informal traje de paseo ante el fondo de un Arenal de San
Lorenzo que nunca vio el aragons.
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La lectura del paseo es una lectura intensa. Los libros que se sacan a pasear son
libros especialmente escogidos, libros que se sienten compaeros, que devienen amigos
reales: a pasear, leyendo Juan Jacobo; calor; bella sombra en La Luneta; Paseo con Juan
Jacobo; Paseo con Juan Jacobo, y por la tarde con D. Ramn; Jueves, 27 [de
noviembre de 1794] (...) Maana clara; ligera helada; buen sol. Cartas de atraso. Paseo con T.
Payne en la playa de Piles, y con Camposagrado en el muelle38. La conexin entre lecturas
como la de las Confessions y la presencia de una naturaleza poderosa, como es la del paisaje
norteo, permiten suponer avances de la sensibilidad hacia el sentimiento de lo sublime,
experiencia nada extraa en Jovellanos39.
Tengamos en cuenta que el libro de paseo es el libro port able, de bolsillo, en formato
octavo o doceavo. En octavo, Jovellanos lee, entre otros, a Gibbon, Gillies, Smith,
Rousseau, Alfieri, Paine y Condillac; en doceavo tiene a la Svign. Estos formatos son
percibidos como caractersticos del libro de la Ilustracin; a este respecto, recordemos el
ataque que el tradicionalista corregidor de Segovia don Simn de Escobedo, bajo un fondo de
estantes con algunos librotes viejos, todos en gran folio y encuadernados en pergamino,dedica a los libritos en octavo en el acto primero delDelincuente honrado40.
Los formatos cuarto o folio -el libro que ha de ser colocado para ser ledo-, son
necesariamente de lectura casera.
Tercer espacio de lectura es el asociado a los viajes. Es lectura realizada en el coche, en las
posadas. Es lectura en voz alta, compartida por todos los que viajan juntos, complemento
de la contemplacin del paisaje y la conversacin en amenizar las largas horas de camino.
As, por ejemplo, el martes 21 de agosto de 1798 anota Jovellanos en su diario la lectura
realizada en el camino a Trillo, a donde se dirige a tomar las aguas con vistas a recuperar su
salud: Al Pozo: posada tolerable, an nueva y no demasiado sucia, bien que descuidada y
mal asistida. Lectura en la Historia de los Trovadores por el rey Don Juan, que viene para
eso, y con quien Baltasar se divierte mucho. Comida agradable; larga siesta41.
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El archivo municipal o conventual, tan visitado por el viajero ilustrado Jovellanos, ms que
un espacio de lectura en s mismo es depsito donde se adquieren, trabajosa y, a veces,
fortuitamente, los intrumentos previos a sta: estuve dos das y medio ms bien en el
archivo que en el monasterio de Carracedo, donde copi o extract de ochenta a cien
inst rumentos. Es increble la riqueza de tal archivo, pues aunque del tumbo viejo no quedan
ms que cinco cuadernos sueltos, tienen otro tumbo que llaman grande, que contiene
quinientos cuarenta y ocho, todos anteriores a la mitad del siglo XIII, y los instrumentos
posteriores a esta poca se hallan tambin extractados (aunque con poco orden) por la
diligencia del laborioso maestro Alonso. Hubiera querido de buena gana estar all un mes
entero, y ciertamente que no habra perdido el tiempo. De vuelta reconoc el archivo de
Astorga..., refiere en julio de 1792 a Gonzlez de Posada42.
MODOS DE LECTURA
Qu hbitos de lectura observa el lector Jovellanos? En primer lugar hemos de hacerreferencia a la coexistencia diaria entre una lectura silente realizada por Jovellanos y una
lectura oyente, privada, llevada a cabo en voz alta para l por su mayordomo Acebedo
(Gijn), por Domingo Garca de la Fuente (Bellver) o por el alumno del Instituto Juan de
Arce y Mors, el denominado rey don Juan: en alta noche lee Acebedo los Elementos de
Qumica e Historia Natural de Fourcroix, mal traducidos por Lpez. Antes ley los Anales
de Qumica de Proust, que me parecieron excelentes43. El hecho de que la lectura fsica la
realice un sirviente no altera la percepcin de intimidad. Acebedo es incluso capaz de leer y
traducir del francs: Acebedo empieza a leer el Gil Blas, traducindole del francs; as se
ejercita. Tiempo lluvioso44. En principio no cabe distinguir entre obras especficamente
destinadas a la lectura silenciosa y obras destinadas a una lectura oyente privada. Como
oyente, Jovellanos lee, entre otras, partes de laHistoria de la vida de Marco Tulio Cicern,
del Tcito Espaol y los Comentarios Reales.
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La circunstancia que represent el deterioro progresivo de su vista (fluxin en 1782;
vista fatigada hacia 1794; necesidad de anteojos desde agosto de 1798; principio de cataratas
entre 1804 y 1807), sin duda contribuy al incremento de esta lectura oyente privada,
especialmente en Bellver. Pero podemos juzgar el significado de la lectura para Jovellanos
por declaraciones como sta, en este caso a su hermana Catalina de Sena (Bellver,
29.12.1804): Hoy puedo decirte que no hay otra novedad que la de continuar la
degradacin de mi vista, dndome cada da mayor cuidado. Conozco que la lectura le es muy
daosa y, sin embargo, no me resuelvo a renunciar del todo a ella, no tanto por seguir mi
aficin y antigua costumbre, sino porque, encerrado en un cuarto y sin conocer otro
entretenimiento que distraiga mi imaginacin, ella es el nico recreo que me queda para evitar
el fastidio de la ociosidad y pasar el tiempo con menos amargura. Sin embargo procuro
abstenerme de ella en todos los momentos que puedo emplear en cualquiera otra
ocupacin45.
Junto a la lectura privada se sita, asimismo, una lectura pblica, que es elemento regularcaracterstico de su tertulia domstica: nos acompaa Don Ramn de Jove, y es muy
concurrida la tertulia. Poca lectura, por lo mismo, y sa en el tomo XXXVIII de Risco; se ha
hecho tan pesado como Flrez. En mi cuarto, en Azara; Conversacin. Lectura en el
Diccionario de Historia Natural de Bomar, artculos wolfram, pyrites46. Lectura en
comn, conversacin y partida de cartas son elementos de sociabilidad cimentadores del
vnculo que estrecha a familia, ntimos, amigos y colaboradores. Es obvio el propsito
didctico y educador de esta lectura escogida y dirigida por Jovellanos. Se crea as un cierto
espacio de debate y crtica.
Cen Bermdez escribe que Jovellanos, en Gijn, estableci cierto rgimen de vida y
distribucin del tiempo, que no alter en los once aos que permaneci en aquel retiro47. El
testimonio de sus Diarios nos demuestra que esto fue as. Podemos hablar entonces de un
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rgimen diario de lecturas que transcurrira sin ms modificacin que la introducida por los
viajes y excursiones.
As, por ejemplo, la maana del viernes 22 de enero de 1796, de viento impetuoso, la
ocupa sucesivamente en la lectura de The History of ancient Greece de John Gillies, en
recibir la visita de don Jos Carrandi con unas cuentas y en acabar el extracto del volumen I
del Voyage aux sources du Nil de James Bruce. Por la tarde va al Instituto, toma el volumen
II de Bruce, da su paseo (El viento derrib tres o cuatro rboles), vuelve a retomar a
Bruce, viene la tertulia (anota Partida) y lee por la noche del Telmaco de Fnelon48. Se
observa que una parte de las maanas se ocupa en lecturas que podramos calificar de
trabajo, lecturas en torno al campo de la economa civil o histrico: nunca dexaba de
emplear lo menos dos horas cada dia en la lectura de obras tiles instructivas, aunque
estuviese muy ocupado49. La lectura privada vespertina sera algo menos funcional.
Asombra en la lectura del diario de Bellver el advertir cmo el reo de estado Jovellanos
transforma su celda de preso en gabinete de trabajo. El traslado a Bellver desde la pacficaCartuja de Valldemosa signific un endurecimiento patente de las condiciones de su
detencin. El gobernador del castillo, un tal Ignacio Garca, se esforz en hacer mritos en
Madrid mediante la mortificacin a la letra del preso: doble centinela, en la puerta de la
habitacin y sobre la muralla, frente a la ventana; aislamiento del detenido; vigilancia y
registro de los criados, a fin de impedir la comunicacin de asuntos reservados; p rivacin de
todo tipo de recado de escribir50. Los aos 1804-1805, gracias a la presin social, trajeron
consigo un rgimen menos severo.
La lectura en Bellver adquiere un doble carcter. Por un lado es el principal recurso
de distraccin del preso, por otro, su tenacidad en proseguir con su rgimen de lectura y
trabajo constituye una demostracin de su voluntad de resistencia frente al poder
arbitrario51.
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De este modo, los das de Bellver por ejemplo, el 13 de marzo de 1806,
transcurren en un rgimen de plena actividad buscada: en pie a las ocho con el P. Mallorca
entre manos, en el cual y en los antiguos apuntamientos, se ocup toda la maana. La tarde
en el paseo con Straw y D. Vicente, porque el seor capitn tuvo visita de su seora y
qued a acompaarla. Por la noche en el P. Mallorca y en Juan y Ulloa. D. Domingo copi
un artculo de laBiblioteca Mallorquina; yo continu la de laDescripcin y empec a dibujar
la reja de la capilla52. Tambin la decoracin de su celda en Bellver manifiesta una voluntad
de recuperar una dignidad y una privacidad estticas: coloca en las paredes una pintura de
Mengs, estampas de Volpato y M orghen; el oficial suizo Kenel, durante sus guardias, le
pinta las paredes; manda hacer en Palma una mesa de marquetera, que le sirve de escritorio.
En lo que respecta a las lecturas de Bellver podemos sealar cierto cauto abandono
de aquellas lecturas directamente polticas en favor de las que Jovellanos denomina ms
agradables: las exhortaciones de Vmd. [Cen] no han sido sin fruto; porque, a lo menos me
han separado de trabajos penosos. Ellas me han hecho reflexionar, que si el estado de mi
espritu me arrastraba antes a los estudios serios, el de mi salud slo me permite ahora losagradables. En otro tiempo busqu en la filosofa el vigor que mi alma necesitaba. Ahora que
mi salud decae, al paso que mi espritu se fortifica y endurece con el ejercicio mismo de su
const ancia, debo buscar en la literatura una recreacin que conserve sus fuerzas, sin degradar
las de mis sent idos53.
La lectura a un tiempo de varias obras es gesto lector caracterst ico de Gaspar de Jovellanos.
As, por ejemplo, en la semana del 20 al 27 de febrero de 1794 simultana la lectura de
Gibbon con la de los Elementos de qumica e historia natural de Fourcroy, a los que aade
en una ocasin la Historia de la vida de Marco Tulio Cicern de M iddleton. Normalmente,
cada da, Jovellanos lee diversos captulos de, por lo menos, dos o tres libros distintos. Una
resea tpica es la del jueves 21 de agosto de 1794, en el que junto a la correccin del
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Informe general sobre las presas del Naln, la visita al Instituto y el paseo con Pedrayes,
lee deLas Confesiones , de la Crnica de Don Pero Nio y de Gibbon.
Esta simultaneidad y compaginacin de lecturas en Jovellanos es ajustada expresin
de la variedad de intereses y la apertura eclctica de la Ilustracin espaola. El que
Jovellanos compagine durante semanas la lectura de Gibbon con la de los libros que el P.
Mariana dedica a la poca romana, es caracterstico de su voluntad de lograr una sntesis de
experiencias propias y ajenas, de equilibrar cosmopolitismo y nacionalismo. De la amplitud
ideolgica de su espectro de lecturas puede dar indicio su curiosidad en leer seguidamente
(diciembre de 1795-enero de 1796), la Constitution Franaise de lAn III [1795] y la
Historia de la persecucin del clero de Francia en tiempos de la Revolucin del abate
Barruel.
Aunque a nosotros se nos escape muchas veces la hilazn, parece que se podra
hablar de programa de lecturas: 22 de abril de 1799: la lectura de esta semana, en Tollendal
y Ferguson, y por la noche, en Masdeu54. Asimismo, Jovellanos, a pesar de la renovacin
const ante de sus lecturas, gusta de releer. 28 de enero de 1797: lectura en Ferguson:Ensayosobre la historia de la sociedad civil; va de tercera55. La lectura de estas obras (Adam
Smith, Mariana, Gibbon, la Biblia, el Kempis) podra calificarse de intensiva. Son obras
ledas con atencin, extractadas y meditadas, retomadas y discutidas, que se integran
emocional e intelectualmente en la experiencia del lector.
Otra caracterstica del sistema de lectura de Jovellanos es su no atenerse,
especialmente en obras histricas de muchos volmenes, al orden de los tomos. Si el 22 de
junio de 1794 da fin al tomo VI de Gibbon, al da siguiente da comienzo al tomo I. Acta
aqu la libertad del lector dentro de su esfera privada. Esta libertad de leer tambin se
manifiesta en el abandono de lecturas insatisfactorias: A paseo; la tarde, algo fresca.
Lectura en Gibbon; por la noche, enLa Galatea, de Cervantes: no me gusta, nada me parece
bien, sino el lenguaje. Se dejar, y esta noche se empezar el Tcito, de Alamos; me enfada
[la Jornada de los coches de Madrid Alcal de Luis de Salazar de Castro]; no seguir una
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cosa tan inspida. Es til, sin embargo, para la historia literaria y origen de la Academia
Espaola. Sera penoso, pero til, su extracto56.
Junto al infatigable lector para la reflexin y el trabajo, Jovellanos no deja nunca de
leer por p lacer y curiosidad: Chimenea; todo el da en casa. Lectura en Bruce; ya dimos con
las fuentes del Nilo; excelente historia de su curso y causa de su inundacin; parece que el
ro Niger, que nace cerca del mismo punto y corre al Ocano Atlntico, se le parece en la
misma circunstancia57. El lector Jovellanos, gran viajero dentro de Espaa, pero que no
tuvo ocasin de salir al extranjero, accede a travs del libro a los ms remotos tiempos y
lugares.
EL OBJETO DE LA LECTURA
Gaspar Melchor de Jovellanos puede ser caracterizado como biblifilo. Sabemos que en su
biblioteca sevillana posey ocho incunables. Si ya en Sevilla se entretiene en reconocer
catlogos de libros extranjeros, es capaz de dar razn a Campomanes de alguna rara edicin
de un arbitrista tenida por perdida, ofrecindole el ejemplar de su biblioteca, o le enva undocumento de papeles varios conteniendo desconocidos arbitrios, redimido en la rebusca de
una librera monacal, acabar en M allorca comprando todo buen libro que salga en almoneda
a travs de la intermediacin de su confesor. Jovellanos siente la caracterstica alegra del
biblifilo por la compra ventajosa y el hallazgo inesperado: vino una partida de los libros
comprados y otra a medioda. Hay entre ellos la famosa edicin de los Escritores de la
Historia Romana, hecha en Heidelberg, en 1743, en tres gruesos volmenes en folio mayor,
con estampas de todas las monedas que la comprueban, vietas, notas y prlogos: obra que
por s sola vale lo que se dio por toda la partida. Es tambin apreciable el Testamento Viejo,
en griego, impreso por el Cdice Alejandrino con un prlogo de Pearson, notas, etc., en 4
volmenes en 4 y un cuerpo de Derecho Cannico en 3 tomos en folio, con la glosa
marginal. Los dems, en general, son buenos libros y bien tratados. Sirvieron de
entretenimiento en la tarde, que estuvo ventosa, y despus se pase por la Galera. Por la
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noche, se reconoci ms en particular la edicin de Heidelberg58. Pero Gaspar de Jovellanos
es ms un amante de los libros a p artir de la utilidad de stos, de su lectura, que un biblifilo
coleccionista empeado en acumular ediciones raras, prestigiosas y costosas, es decir, un
biblifilo que no lee. Su corresponsal y bigrafo Carlos Gonzlez de Posada nos regala la
inusual imagen de un Jovellanos encuadernador en su encierro de Bellver: haca venir de
Madrid, Londres y Pars muchas remesas de libros de todas facultades, en papel, y se
entretena en encuadernarlos, de que me envi para muestra de su habilidad algunos tomos
en folio que tambin por su materia o doctrina sup ona con razn que me seran gratos59. El
mismo Jovellanos anota el 10 de mayo de 1806, en relacin con una nueva remesa de libros
comprados en la almoneda del cannigo Colom: yo fregu, limpi y arregl los libros60. No
obstant e, la mayor parte de los libros necesitados de encuadernacin en Bellver se mandan a
los capuchinos. Para su buena ordenacin, Jovellanos encarga a un carpintero llamado
Bordoy dos cajones estantes para libros, por los cuales llev una onza61.
Este Jovellanos curioso de libros es el que inspecciona y reconoce toda biblioteca pblica oparticular que se cruza en su camino. Mientras que su rebusca en los archivos es producto
de su propsito de reunir instrumentos fiables para la escritura de la historia nacional, su
curiosidad en examinar bibliotecas privadas parece atribuible a un deseo de controlar el pulso
cultural de la nacin en sus distintas clases: A casa del lectoral Villar. T iene entre sus libros
elBruckero y una buena Coleccin de liturgias orientales; un tomo 4. Cit la Perpetuidad
de la Fe, obra de la misma especie, empezada por Arnau y continuada por el editor de las
liturgias; Biblioteca del amo de casa [el vecino de La Pola, Juan Gonzlez Castan]: un
Misal viejo y falto; la segunda parte del Flos Sanctorum, de Villegas; dem un tomo de la
Filosofa de Goudin;La familia Regulada; una Vida de la Virgen, falto y viejo; Prontuario
de materias morales, de Fr. Simn de Salazar; demEstado de cielos y tierra, plantas y aves
y animales despus del juicio final, captulo V; dem Gritos del purgatorio; Lunario
perpetuo; un libro de reduccin de monedas; unDevocionario62.
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El acceso al libro por parte de Gaspar de Jovellanos es mltiple. Paralelamente a su
adquisicin en el mercado nacional, su posicin social y sus privilegiados contactos polticos
le permiten encargar libros en el extranjero, algunos de ellos prohibidos por la Inquisicin, a
travs de canales oficiales (el conde de Aranda en Pars, Bernardo del Campo en Londres) o
particulares (Jardine, Durango), estos ltimos favorecidos por la accesibilidad de Gijn al
trfico martimo mercante63.
Su amistad con escritores le supone recibir directamente las producciones
manuscritas e impresas de stos, envo asociado muchas veces -vase la corresp ondencia con
Fray Diego Gonzlez, Melndez Valds, Trigueros, Moratn y Gonzlez de Posada-, a un
acuse de recibo crtico por parte del que es considerado mentor de la generacin ms joven.
Esta cordial disposicin hacia Jovellanos le proporciona la oferta de copias
manuscritas de todo hallazgo de inters histrico o literario realizado por su red de
corresponsales. De este modo, M elndez Valds, en 16 de julio de 1780, le ofrece una copia
del manuscrito del Libro del Buen Amor. Jovellanos, por su parte, no se queda atrs en esteintercambio; as, por ejemplo, en 1806 enviar a Cen elDiscurso de Juan de Herrera sobre
la figura cbica.
Al igual que Jovellanos toma libros en prstamo de un crculo de amistades intelectualmente
afines (es el caso de las obras de Thomas Paine, sin duda difciles de conseguir, que le presta
don Jos de Sala; de las de M ably, que tiene Vega), tambin l presta libros con generosidad,
especialmente a los asistentes a su tertulia (se presta el Burke a Caveda y Tenreiro; el
Smith a Pedrayes; tambin quiere ver el Examen martimo comentado por Cscar64) Estos
prstamos de Jovellanos, como los que hace a Trigueros, son prolongacin de su actuacin
como orientador de lecturas. El libro, instrumento de ilustracin, circula de forma natural
entre los amigos y las relaciones de Jovellanos.
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Artculo publicado originalmente en El Libro Ilustrado. Jovellanos, lector y educador,
Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando-Calcografa Nacional, 1994, pgs.
33-59.
1. J. Somoza, Documentos para escribir la biografa de Jovellanos , Madrid, Hijos de Gmez Fuentenebro,1911, vol. I, pgs. 225-226. Doc. n 57.2. Para la historia de la biblioteca del Instituto Asturiano y el inventario de sus libros, vase L. Domergue,
Les dmles de Jovellanos avec lInquisi tion, Oviedo, Ctedra Feijoo, 1971 (Textos y Estudios del sigloXVIII n 2).3. De Jovellanos a Alexander Jardine, [Gijn, 21 de mayo de 1794], en G.-M.de Jovellanos, ObrasCompletas. Tomo II: Correspondencia 1, edicin de J.-M. Caso Gonzlez, Oviedo, Centro de Estudios delSiglo XVIII, 1985, pg. 635.4.Diarios , 06.08.1795, en G.-M.de Jovellanos, Obras... , III, BAE 85, Madrid, 1956, pgs. 316b-317a.5.Diarios , 05.09.1795, op. cit., pg.322a.6. Conservada en AHN Inquisicin, leg. 3279. L. Domergue la ha publicado y ha realizado la identificacinde los libros, vid. op. cit., especialmente pgs. 27-40. Por la Copia del expediente formado en Madrid en1813 para entregar D. Baltasar Gonzlez de Cienfuegos y Jovellanos, la herencia y equipage de su to el
Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos, sabemos que adems de sus donaciones a la biblioteca delInstituto, Jovellanos deposit en ella otras obras para instruccin de los alumnos sin desprenderse de supropiedad (J. Som oza, op. cit., 1911, vol. II, pgs. 549-550. Doc. n 191).7. De Jovellanos a Alexander Jardine, [Gijn, 21 de mayo de 1794]: Qu remedio? No hallo ms que uno.
Empezar arrancndole la facultad de prohibir libros; darla slo al Consejo en lo general, y en materiasdogmticas a los obispos; destruir una autoridad con otra. No puede usted figurarse cunto se ganara en ello.Es verdad que los consejeros son tan supersticiosos como los inquisidores; pero entre ellos se introducir laluz ms prontamente; sus jueces penden de los censores, stos se buscan en nuestras academias, y stas renenlo poco que hay de ilustracin entre nosotros. Aun en los obispos hay mejores ideas. Los estudioseclesisticos se han mejorado mucho. Salamanca dentro de pocos aos valdr mucho ms que ahora, y aunquepoco, vale ahora mucho ms que hace veinte aos. Dir usted que estos remedios son lentos. As es, pero nohay otros; y si alguno, no estar yo por l. (Correspondencia 1, ed. cit., pg. 635).8. Vase J.-M. Caso Gonzlez, Los procesos de Jovellanos y Urquijo, en De Ilustracin y de ilustrados,Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, 1988, pg. 406.9. En J. Somoza, op. cit., 1911, vol. II, Doc. n 95, pgs. 319-320, y Doc. n 191, pgs. 549-551.10. C. Gonzlez de Posada, Memorias para la biografa del seor Jovellanos, editadas por J.-M. CasoGonzlez en Una biografa indita de Jovellanos: las Memorias de Gonzlez de Posada, en De
Ilustracin..., op. cit., pgs. 163-224; en pg. 174.11. Yndice de los Libros y M.S. que posee D. Gaspar de Jove-Llanos y Ramirez, del Consejo de S.M. y suAlcalde de Casa y Corte, BNM ms.21879 (2). Ha sido transcrito y estudiado por F. Aguilar Pial (LaBiblioteca de Jovellanos (1778), Madrid, CSIC, 1984), de donde tomamos estos datos.12. Vase F. Aguilar Pial, Una biblioteca dieciochesca: la sevillana del conde de Aguila, en Cuadernos
Bibliogrficos, 37 (1978), pgs. 141-162.13. Vase M. Defourneaux, Pablo de Olavide ou lAfrancesado (1725-1803), Paris, Presses Universitaires deFrance, 1959; especialmente el Apndice II, en pgs. 476-491.14. Goya grab un ex-libris de Jovellanos consistente en su escudo de armas con el manto de la orden deAlcntara por pabelln. Se trata de un aguafuerte del que slo nos ha llegado una prueba de estado conservadaen la BNM. Se lo supone contemporneo al retrato de Jovellanos por Goya pintado en 1798. 60 x 45 mm.
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Arriba, con la anotacin manuscrita, en tinta, del S .or Jovellanos; debajo a la izquierda, Goya (E. PezRos, Repertorio de grabados espaoles en la Bibl ioteca Nacional, Madrid, 1981, vol. I, n 949-22).
15. No consta si Jovellanos posee en estos momentos una licencia para leer libros prohibidos. El Abecedariode los sujetos que tienen licencia para leer los libros prohibidos (AHN Inquisicin, leg. 1322), comenzadoen tiempos del Inquisidor General Felipe Beltrn, no menciona a Jovellanos entre las seiscientas licenciasparticulares anotadas para el periodo 1776-1790. Sin embargo, en 1783, solicit y obtuvo una licencia, juntocon otros miembros de la Real Academia de la Historia, con objeto de llevar a cabo sus tareas institucionalesde censura de libros. Ms adelante, en carta a Juan Pascual de Churruca, inquisidor fiscal del Santo Oficio enMallorca, fechada presumiblemente en Bellver en 1805, en la circunstancia de exigir la devolucin de dosobras de su propiedad retenidas por espacio de dos aos, declara gozar de amplia licencia de leer y poseer losprohibidos (en Correspondencia 3, ed. cit., pg. 283). Olavide, al llegar a Sevilla, trae consigo una licenciapara leer libros prohibidos concedida por el papa Benedicto XIV; licencia que revalida ante el Santo Oficiolocal. Vase M. Defourneaux, Inquisicin y censura de libros en la Espaa del siglo XVIII, Madrid, Taurus,1973, pg. 180.16. J.-A. Cen Bermdez, Memorias para la vida del Excmo. Seor D. Gaspar Melchor de Jove Llanos ynoticias analticas de sus obras, Madrid, 1814; edicin facsmil por la editorial Silverio Caada, Gijn,1989; en pgs. 18-19.17. De Jovellanos a su hermano Francisco de Paula, [Madrid, diciembre de 1784 o enero de 1785], en G.-M.de Jovellanos, Correspondencia 1, ed. cit., pg. 299.18. Vase J.-P. Clment, Las lecturas de Jovellanos (ensayo de reconstitucin de su biblioteca), Oviedo,IDEA, 1980.19. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 19.20. De Jovellanos a Joaqun Alonso de Viado, [Bellver] 21 de febrero de 1807 en Correspondencia 3, ed.cit., pg. 412.21. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 103.22. J. Somoza, op. cit., 1911, vol. II, Doc. n 188 (Autos de Inventario del equipage, Coaa 06.12.1811 yCastropol 11-12.12.1811). En el Inventario se hace el siguiente desglose de dichas doscientas sesenta y cinco
obras: obras manuscritas: 31; obras impresas en latn y griego: 66; obras impresas en espaol: 96; obrasimpresas en ingls: 39; obras impresas en francs: 23; obras impresas en italiano: 9; obras impresas enportugus: 123. En J. Marchena, Obra espaola en prosa (historia, poltica, literatura), edicin de J.-F. Fuentes,Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1990, pgs. 116-117. El libro, impreso en Pars, lleva la falsaportada Londres, 1799. Su primera edicin alcanz una tirada de quinientos ejemplares, de los que unostrescientos cincuenta se introdujeron en la Pennsula y el resto se envi a Amrica. A comienzos de 1800 sehizo una reimpresin en Dax. En todo momento Marchena se cuid de ocultar su intervencin. Vid. L.Domergue, Notes sur la premire dit ion en langue Espagnole du Contrat social (1799), Mlanges de laCasa de Velzquez, 3 (1967), pgs. 375-416 y J.-F. Fuentes, Jos Marchena. Biografa poltica eintelectual , Barcelona, Crtica, 1989, pgs. 182-186.24. Representacin a Carlos IV, Gijn, 26 de marzo de 1800. Las respuestas de Urquijo estn fechadas enAranjuez a 2 y 3 de abril de 1800 (en G.-M. de Jovellanos, Obras... , V, BAE 87, Madrid, 1956, pgs. 343-
344).25. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 80.26. C. Middleton, Historia de la vida de Marco Tulio Cicern, traducida por Don Joseph Nicols de Azara,Madrid, Imprenta Real, 1790, 4 vols., 4. Escribe Azara: Creo ademas que sea una de las mejores historiasdel siglo mas interesante de Roma, tomando aquel punto en que floreciron las mayores virtudes contrastadasde los mas insignes vicios: los quales por fin hiciron pasar aquel que se llamaba Pueblo de Reyes, ser unrebao de esclavos (en tomo I, p. 72). En el contexto de esta lectura cabe situar la carta de Jovellanos aGodoy, Gijn, 21 de junio de 1794 ( manifiesto el deseo de recibir en alguna seal de la real beneficiencia elconsuelo de atestiguar al pblico la aceptacin de mis buenos servicios), a la que prepararon el camino lasperdidas a los ministros Llaguno y Valds con fecha 17 de junio del 94 (Correspondencia 1, ed. cit., pgs.646 y 644).27. Diarios, op. cit., BAE 85, pgs. 161a y 167b.
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28. Sbado, 24 [de mayo de 1794] (.. .) Acaba la noche con la lectura de Tcito: la horrenda muerte deOctavia, la de Burrho; preparacin de la de Sneca. (Diarios, op. cit., BAE 85, pg. 175a). Tengamos en
cuenta que Jovellanos, en sus diarios, no suele hacer referencia a los contenidos concretos de sus lecturas.Cuando lo hace es doblemente significativo.29. Diarios, op. cit., BAE 86, pg. 37a.30. R. Chartier, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid, Alianza, 1993, pg. 127.31. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 48.32. De Jovellanos a Carlos Gonzlez de Posada, Gijn, 8 de junio de 1793, en Correspondencia 1, ed. cit.,pg. 567.33. Diarios, op. cit., BAE 85, pg. 150b.34. Diarios, 15.11.1794; en op. cit., BAE 85, pg. 216b.35. Diarios, 18.05.1794; en op. cit., BAE 85, pg. 172b. 02.10.1795: Paseo con Gillies. (Hace das queleo, mientras me peinan, el Risorgimento, del ex jesuita Betinelli), en op. cit., BAE 85, pg. 327b.36. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 52.37. Diarios, lunes, 10.02.1794, en op. cit., BAE 85, pg. 149a.38. Diarios, 09.08.1794; 13.08.1794; 14.09.1794; 27.11.1794; en op. cit., BAE 85, pgs. 196a, 197b, 204by 219a. La lectura que hace aqu de Rousseau es la de las Confessions (Oeuvres compltes de... , 1788-1793,37 vols., 8. Los volmenes correspondientes son los nmeros 23-26). De Thomas Paine lee los Rights of
Man, que le presta don Jos de la Sala.39. Mircoles, 30 de julio de 1794: Nubes; calma; anuncia calor igual al de ayer. No puedo echar de mimemoria la situacin de Santa Catalina en la noche de ayer. La dudosa y triste luz del cielo; la extensin delmar, descubierta de tiempo en tiempo por medrosos relmpagos que rompan el lejano horizonte; el ruidosordo de las aguas, quebrantadas entre las peas al pie de la montaa; la soledad, la calma y el silencio detodos los vivientes, hacan la situacin sublime y magnfica sobre toda ponderacin. En medio de ellainterrumpi mis meditaciones el Quin vive? de un centinela apostado en un prtico de la hermita, el cual,oda la respuesta, ech a cantar en el tono pattico del pas, y esta nica voz, de que yo me alejaba poco apoco, contrastaba maravillosamente con el silencio universal. Hombre!, si quieres ser venturoso, contempla
la Naturaleza y acrcate a ella; en ella est la fuente del escaso placer y felicidad que fueron dados a tu ser.(Diarios, en op. cit., BAE 85, p.194ab).40. G.-M. de Jovellanos, El delincuente honrado, acto I, escena V:Torcuato: Segn eso, habra [entonces, en la juventud de don Simn] menos conocimiento de las leyes.Simn: De las leyes? Bueno! Ah estn los comentarios que escribieron sobre ellas; mralos, y vers si lasconocieron. Hombre hubo que sobre una ley de dos renglones escribi un tomo en folio. Pero hoy se piensade otro modo. Todo se reduce a libritos en octavo, y no contentos con hacernos comer y vestir como la gentede extranja, quieren tambin que estudiemos y sepamos a la francesa. No ves que slo se trata de planes,mtodos, ideas nuevas...? As anda ello! (enEscritos literarios, edicin de J.-M. Caso Gonzlez, Madrid,Espasa Calpe, 1987, pg. 371).41. Diarios, en op. cit., BAE 85, pg. 16b. Baltasar es su sobrino predilecto Baltasar CienfuegosJovellanos.42. De Jovellanos a Carlos Gonzlez de Posada, [Gijn], 7 de julio de 1792, en Correspondencia1, ed. cit.,
pg. 527.43. Diarios, 17.02.1794, en op. cit., BAE 85, pg. 151a.44. Diarios, 02.10.1795, en op. cit., BAE 85, pg. 327b.45. De Jovellanos a su hermana Catalina de Sena, Real Castillo de Bellver, 29 de diciembre de 1804, enCorrespondencia 3, ed. cit., pg. 145.46. Diarios, 24.03.1794 y 02.09.1794, en op. cit., BAE 85, pgs. 160a y 202b.47. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 48.48. Diarios, 22.01.1796, en op. cit., BAE 85, pg. 351ab.49. J.-A. Cen Bermdez, op. cit., pg. 249.50. J. Somoza, op. cit., 1911, vol. I, Doc. n 70, pgs. 263-265.51. Resistencia asociada a los libros, del que se ha visto obligado a abandonar la poltica, que se reviste deresonancias estoicas: Jovellanos a Juan Agustn Cen Bermdez? [Bellver, 6 de marzo de 1803], original en
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7/31/2019 Gaspar Melchor de Jovellanos, Un Paradigma de Lectura por Gabriel Snchez Espinosa
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latn: el que un hombre despojado por entero de patria, de casa, de parientes, de amigos, en fin, de libertad -que para muchos es el primer bien y para m, desde luego, el ms grande despus de la virtud y la honra-
pueda todava no slo vivir tranquilo, sino incluso hallar un poco de placer en el descanso, en los libros, enel trato con personas escasas y ajenas, resulta apenas humano y casi milagroso. en Correspondencia 3, ed.cit., pg. 25.52. Diarios, 13.03.1806, en op. cit., BAE 86, pg. 75a.53. Carta de Philo ultramarino sobre la arquitectura inglesa, y la llamada gtica , Bellver, 5 de mayo de1805, en Obras... , V, BAE 87, Madrid, 1956, pg. 366a.54. Diarios, 22.04.1799, en op. cit., BAE 86, pg. 28b. A. Ferguson, The History of the Progress andTermination of the Roman Republic, London, 1783, 3 vols. T.-G. de Lally-Tollendal, Mmoire de dfensedes migrs suivi des pices justificatives, 1790-1792. J.-F. Masdeu, Historia crtica de Espaa y de lacultura espaola. Tomo XVI: Suplemento a los quince tomos primeros, Madrid, Sancha, 1796.55. Diarios, 28.01.1797, en op. cit., BAE 85, pg. 409a.56. Diarios, 29.04.1794 y 03.09.1794, en op. cit., BAE 85, pg. 169a y 203a.57. Diarios, 04.03.1796, en op. cit., BAE 85, pg. 359a.58. Diarios, 05.05.1806, en op. cit., BAE 86, pg. 87a.59. C. Gonzlez de Posada, Memorias para la biograf a del seor Jovellanos, ed. cit., pg. 195.60. Diarios, 10.05.1806, en op. cit., BAE 86, pg. 88a.61. Diarios, 20.04.1806, en op. cit., BAE 86, pg. 83b.62. Diarios, 14.06.1792 y 30.06.1795, en op. cit., BAE 85, pgs. 78b y 305a.63. Un capitn de Luanco me trae la clebre obra de Godwin sobre la Justicia pol tica, publicada en 1793,dos tomos folio (Diarios, 12.06.1796, en op. cit., BAE 85, pg. 375a). Vanse las cartas del marqus delCampo a Jovellanos desde Londres con fecha 16 de agosto de 1790 y 2 de diciembre de 1790, enCorrespondencia 1, ed. cit., pgs. 412 y 435-436.64. Diarios, 21.11.1795, en op. cit., BAE 85, pg. 337a.