Geettz - La Interpretación de Las Culturas

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Geettz - La Interpretación de las Culturas

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  • Editorial GL,s:i ,f'n ~ cc los siguicnlcs llrdo:> sobre

    1-\NTH.OPO LCJG IA Y ETNOGRAFlA.

    J .. 1cK CoollY Cocnn, cusinc y clnse

    i\-!1ci1 ,11:1. TAuss1c.; Un g1gn11t1 '~" i:o11111/.1i1111es

    .J,1,111-:s C1.1vF01w Dilemas de la cuitnra

    Du.T,1 W11 .1.1s {.1 }(fntfa re ho111111tios: Un snfari cieni1/ico en /!1lsca del origen del lio111/Jre

    P,1u1. Su1.1.1v,1N Co11ver.rncio11cs i11co11clusas

    C. Gr-:ni:c, .J. C1.1i:rn1w Y OTHO.'i

    F11AN1;0~ L11'LANTINE

    El s11rg111ie11tu de la anfropologa posmoderna

    Las tres 1oo:s de In i111n;i11acir511 CiJicciiva

    FHAN("OIS Lll'l.ANTINE La c/11opsiq11ialra

    f'11 :1rn1: Cf.,\STHES [nl'estigaciones en antropuiaga poltica

    r, L\ltSl!,\LI. SAlll.!NS C11/tum y razn prlrci1ca i\l 11ts11.11.1. S.1111.1N.s Islas de hisiora

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    por

    Cli fforcl Geertz

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  • Sic111prc c.1l{1 .. el pcligm de que e anh:,. : ::11lt11r;;l, en busca tic las tort11; :::. que se encuentran ms profundamcn1c situadas, p:::rcla contaclo con las duras supu'icics de la vicia, con las rcailJades poltcas y econmicas dentro de las cuales los horn hrc:s estn contenidos siempre, y pierda contacto con las necesidades biolgicas y fs1c;1s en rue se basan esas duras supcricics. La nica defensa contra este peligro y contra el peligro de convertir asf el/anlisis cultural'c11 una especie tle esteticismo soc1olgi-co, es realizar el anlisis dc'csas realidades 'y esas necesidades en primer 1nni110. Y as llegu a escribir sobre ei nacionalismo, sobre la violencia~ sobre la 1denLidad. so-bre la naturaleza humana, sobre \a legitimidad, sobre 1a -revo1cin, sobre lo t111co, sobre la urbanizacin; wbre el s1a11is social, sobre l;i muerte, sobre el Lie1i1po y ante tod0 sobre determinados i"ntc_nlos de determinadas personas para situar csk1s cosas dentro ele un marco comprensible, significativo.

    Considerar las dimensiones simblicas de la accin social -arte, religin, idc-olog;-cicncia ~ ley, moral, sentido comn- no es apartarse de los problemas exis-lcnci~lcs de la vida para ir '!.~arar a aJ.gn mbito.cmpnco d::: ormas dcsprovistasdc emocin; por e! contrario{cs sumergtrse _c.n medio de tales problemas. La vocacin esencial c la '.~l.~Po.15Ji:~n~!"P1.:!11~va/no ~.dar respuestas a nuestras prcgun1as ms profundas, sino aarnos acceso a respuestas dadas por otros, que guardaban otras ovcps en otros vallc5; y as pcrmilirnos incluirlas en e!"rcgistro consultable de lo que ha dicho el hombre.

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    PARTE II

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  • 2.

    El impacto del concepto de cultma en el concepto de hombre

    I

    l laca el final ele su reciente estudio de las ideas empleadas por pueblos tribua-les, La Pense Sauvage, el a.ntrox)logo francs Lvi-SLT;1uss observa gue la ex~acin cientfica no consiste, como tendemos a imaginar, en la reduccin ele lo comple-JO a lo simple. Antes bien consiste dice el autor, en sustituir por u~a_c:~f!lp_l_".)_~:!_ad n~le..uuiU!l!I'.kjiLla~ que lo es me1~9~ __ En el cas_o dd_estucfio tic! hombre puetle uno 1r an ms leJOS. segun creo, y acluctr que la expl1cacion a menudo consi s-te en sustituir cuadros simples por cuadros compleJOS, procurando conservar de algu-na manera la clariclad persuasiva que presentaban los cuadros simples.

    Supongo que la elegancia conunua siendo un ideal cenifico general; pero en cienc ias sociales muy a menudo se dan desarrollos vcrdatleramcntc creativos apartn-t!ose de ese icleQl. El~v,ance cientfico comtnmente consiste c11 una progresiva con1-plicacin de lo e uc antes iarccia una serie hermosamente s1mpk de ukas, x:ro que i11tora parece intolcrab:emente simplista. Una vez producida csia ..:spet1c Lle cscnci1:1-to, la rnteligibilidad y, por lo tanto, la fuem1 explicativa icposan en la posibiliclacl tic sustituir por io abarcado pero comprensible lo abarcallo pero 1ncon1prcnsible a que se reiere Lvi-Strauss. Whiiehe

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    Una cita que hace Ll)veJOY (cuyo ,;~.g is:.ra l anlisis esloy siguiendo al_1u) ele un historiador de la ilustracin, Mascou , expone la posicin general con esa uul 11;1-neza que a menudo enconLramos en un cscrnor menor: . .

    "El marco escnico [en diferentes uempos y lugares] c1eru1menle ca111lJ1a Y los actores cambian sus vesLimenLas y su apariencia; pero sus movim1entos internos sur-gen de los mismos deseos y pasiones de los hombres y producen sus efeclos en l;1s

    v1cis111nk.~ 1k los reinos y los pueblos ' .1 .1\ hoia bien , nn cabe menospreciar esta concepcin, ni tampoco puede decirse,

    del concepto a pcs.1 r ele mi referencia a su "demolicin", que haya desaparecido co111-pletamenle del pcn~1mienlo antropolgico conlem1x:r:neo. L1 idea de que los hon1 -bres son hombres en cualquier guisa y conLra cualquier Leln de fondo no ha srclo re-

    emplazada por la de "otras costumbres, oLras bcsuas". - . . . Sin embargo, por bien construido que esLuv1cra el conceplo 1111rn1msta oc la

    natura\cw humana, Lcna algunas implicaciones mucho menos acc~.Lablcs, la pr1nc1-pal ele las cu;1l~A, para ciwr est.a vez al pr~p10 Ll)vc1oy, la de que tocio_ aquello cu-ya rnteligibiiidad, verificabilidad o afim1ac1n .real est l11rn!ada a homtires de una edad esx.ci.l, de una raz.,1 especial, de un determinado Lemperarnento, trad1cron o con-dicin carec.e de verdad o de valor o, en todo caso, no uene 1111ponanc1a para un ho111-bre razonable" .1 La enorme var iedad de diferencias que prescnt.an los hornbres en cuanto a creencias y valores, costumbres e instituciones , segn los uernpos Y luga-res, no tiene significacin alguna para dcfinrr su naturaJew. Se lraia de merns adita-mentos y hast.a de defom1aciones que recubren y oscurecen lo que es realrnente huma-no -lo constante, lo general, lo .universal- en el hombre. .

    y as, en un pasaje hoy muy conocido, el doctor Johns~n consideraba que el genio de Shakespcare consista e~ el hecho de que "sus personajes no estn rno~l1f1c;1-clos por las costumbres de deLermmados lugares y no pracucadas por el resto de. mun-

    - do, 0 por las peculiaridades de estudios o prof~si?nes que pueden .mlu1.~ ,slo ~n un pcque1o nmero, o por los accidelles de trans1.Lona;; modas u op1111ones ,;' Y R . 1c111c consideraba el xito de sus opras ele lemas clsicos corno prueba de que ~l gusto de Pars ... coincide con el de los atenienses; mis espectadores se conrnov1an por l;1s mism;is cosas que en olros tiempos arrancaban lgrimas a los ~j~s de las clases rn

  • 1 1 l 1

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    !

    mnismcs histricos que nos han acosado desde llcgcl en adelante. En las c1cnc1as sociales c:auvcron presentes y hasta cieno punto an lo est\n estas dos aberracio-nes: una.r11archando baJO la bancler:i del relav1smo cultural, la Olrn baJ> la bandera lle b evolucin cultural. Pero tambin hubo, y ms comnmente, 111tcntos para evi-tar aqucllrs dos flOSiciones buscando en las estructuras mismas de l:t culiura los ele-mentos que de.inen una existencia humana que, s1 bien no son constantes en su ex-presin, son sin embargo distinvos [lOr su car:cter.

    II

    Lm \ntemos par:1 situar al hombre atcndiemlo a sus costu111brcs as11111icron va-nas direcciones y adoptaron diversas tcucas; pero todos

    En el plano de la invesugacin concrct:a y e.le! an:'liss especfico, c ~:ta gran es Lrategia se c!cc\ic prnnero a buscar en la cultura [lrincipios universales y u11ifonn1da des emriircas que, frente a la diversidad de las costumbres en todo t:l mundo y en dis-tintas epocas, pudieran encontrarse en todas panes y aproximadamc11tc c11 la !llisma forma, y, segundo, hi7.o el esfuerLO de relacionar tales pnnc ipios u11ivcrsaks, una

    vez c11co11trados, con las constantes esiablcciclas de la biologa humana. de la mcolo-gia y de la organizacin social. Si pO!.lan aislarse algunas costumbres del cat:'logo dt: la cultura mundial y cons1Jer:trse comunes a lOd~s las varan1cs locales de la cul1u-ra y si sws podan conectarse d.o una manera determinada con ciertos [Juntos de rek-rencia invariables en los niveles subculturales, entonces xidra hacerse algn progre-so en el senuclo de espc:cificar qu rasgos cultur.1les son esenciales a la ~"istencia hu mana y cules son meramente adventicios , perifncos u ornamenwlcs. De esta mane-ra, la antropologa podra determinar las dimensiones culturales en un cor.cerito del hombre en conformidad con las dimensiones sunllnisLradas de an

  • pricos y darles un contcniclo especfico pues, decir: que so.n 11n1vcrsalcs empricos equivale a decir que tienen el mismo conleniclo y decir que llenen el 1nismo conte111-clo implica ir contra el hecho innegable de que no lo ucncn. Si uno define l~ reltg1011 de una manera general e indetcrrnmada -ror CJCmplo, cnmo la onc111ac1un unda-mcntai del hombre rente a la realidad- entonces no puede al mismo llcmpo asignar a esa oricnL.1ein un contenido en alto grado circunstanciado, pues cv1clcntcmentc lo que compone la onenL.1cn fundamental frente a la realidad en los arrebat;utos a1.te-cas , que en S y servicios, de ah la urnversalidad de cierta forma de familia o cierta onna de comercio. En el plano psicolgico , se recurre a ne-

    - ces1datlcs b

  • ' ; \.

    n;1da. No es dificil reknr cierws instituciones humanas a lo que la ciencia (o el sent-do comn) nos dice que son exigencias de la existencia hurn-ana, rcro es mucho :n;\s

    " dificil esu1blecer esta relacin en una forma inequvoca. No slo casi toda institu-cin sirv,~ a una mul1iplicidad de necesidades sociales, ps1colg1cas y orgnicas (de m::u1era que decir que el matrimonio es un mero reflejo de la ncccs1dacl social de rcrro-duccin o que los hb11os alimentarios son un releJO ele necesidades 111etablirns es 1ncumr en ia parodia) sino que no hay manera de es1.ablecer de un modo preciso y ve-rificable ias relaciones entre los dist.intos niveles. A pesar Lle 1~1s prnnerns aparien-cias, aqu no hay ningn serio ntemo de aplicar los conceptos y teoras de la biolo-ga, de-la psicologa o de la sociologa al an:lim de la cultllra !,y. dcst: luego, ll s1-qu1era la menor sugesun del 1ntcrcwmbio inverso) srno qllc sc trata 1nera111ente de colocar supuestos hechos procedentes de niveles culturales y sulx:ultnr:des unos Jun-to a los otros para suscitar la oscura sensacin de que existe entre l los alguna clase de relacin, una oscura especie de "cone". Aqu no hay en modo alguno imegracin tcnca, slo liay una mera correlacin (y sl.a intu1va) de hallazgos separados. Cun el cnloque ele los niveles nunca podemos. n1 siquiera invocando "r11ntos ele referencia 1nvar1antcs". establecer genuinas interconexiones funcionales i;ntrc L1ctorcs cultura-les y facLOres no culturales; slo podernos establecer analogas, paralelismos. sugc;;-Liones y finidades m

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    tes 110 tenan. Y de estas refomrnlacio11cs t!cl rnnccpto de cultura y del papel de la cultura en la vida humana denva a su vez una t.leriicin del hombre que pone el acento no tanto en los caracteres empricamente comunes de su conducta a travs del tiempo y de un lugar a otro, como sobre los mecanismos por cuya accin la arnpli-

    - tud y la indeterminacin lle las facultades inherentes ai hombre qLetian rcllur.:idas a la estrechez y al carcter especfico de sus realizaciones efectivas. Uno de los hechos ms significativos que nos caractenrnn podra ser en definitiva el de que todos co-me111.arnos con un eqwparniento natural para vivir un millar de clases de vida, pero en ltima inst:mcia slo acabamos v1vien

  • que Juc muy prolongado. Las fases inalcs (inalcs hasta la fecha, en todo caso) de la 1!1s1oria filogcnuca del hombre se vcriicaron en Ja misma gran cr