Gente Pobre

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Una triste propuesta. Gente pobre con uniforme golpeando gente pobre con hambre para el bienestar de gente rica sin uniforme y sin hambre… Ese era el sentimiento de nuestra época no muy lejana a un trauma que nunca viví, y que no pedí pero que todos sentíamos, tal vez porque vemos con los ojos de nuestros ancestros, o quizás por parsimonia. Lo cierto es que había un sentimiento de pesimismo por la época, y este mismo se transformaba en reafirmación porque muchos de nosotros nos reconocíamos con algo y compartíamos aquel pesimismo, yo con 16 años era hijo y deudor de una revolución que no pedí pero que me hacia vibrar cuando parte de una gran ola escurríamos por las calles gritando al mundo que jamás seriamos vencidos, gritando igualdad y por los derechos, en el fondo nos sentíamos como volando por encima del mundo ¡qué gran mentira! Pero era tan bueno reconocerse en algo, un par de niños con vidas perdidas por que cuando debimos estar jugando teníamos que luchar por lo que en 1789 se pedía, que estábamos haciendo mal, o que no hicimos bien, teníamos libertad pero no respeto, peleábamos entre nosotros y tus viejos amigos aquellos de la infancia ahora eran enemigos, toda revolución trae sus sombras, y peor el sueño de la razón, la vieja razón decíamos, y así pasaron los años y nuestras esperanzas cada vez se volvían mas y mas amargas, que había de bueno en pertenecer a un bando u otro cuál era el sentido de todo aquello que llamábamos revolución pingüina, y la única verdad es que era porque creíamos en algo, pero a quien le importaba realmente, para que y porque estábamos allí…

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Una triste propuesta.

Gente pobre con uniforme golpeando gente pobre con hambre para el bienestar de gente rica sin uniforme y sin hambre…

Ese era el sentimiento de nuestra época no muy lejana a un trauma que nunca viví, y que no pedí pero que todos sentíamos, tal vez porque vemos con los ojos de nuestros ancestros, o quizás por parsimonia.

Lo cierto es que había un sentimiento de pesimismo por la época, y este mismo se transformaba en reafirmación porque muchos de nosotros nos reconocíamos con algo y compartíamos aquel pesimismo, yo con 16 años era hijo y deudor de una revolución que no pedí pero que me hacia vibrar cuando parte de una gran ola escurríamos por las calles gritando al mundo que jamás seriamos vencidos, gritando igualdad y por los derechos, en el fondo nos sentíamos como volando por encima del mundo ¡qué gran mentira!

Pero era tan bueno reconocerse en algo, un par de niños con vidas perdidas por que cuando debimos estar jugando teníamos que luchar por lo que en 1789 se pedía, que estábamos haciendo mal, o que no hicimos bien, teníamos libertad pero no respeto, peleábamos entre nosotros y tus viejos amigos aquellos de la infancia ahora eran enemigos, toda revolución trae sus sombras, y peor el sueño de la razón, la vieja razón decíamos, y así pasaron los años y nuestras esperanzas cada vez se volvían mas y mas amargas, que había de bueno en pertenecer a un bando u otro cuál era el sentido de todo aquello que llamábamos revolución pingüina, y la única verdad es que era porque creíamos en algo, pero a quien le importaba realmente, para que y porque estábamos allí…

A estas alturas ya luchábamos por el futuro de gente que quizás nunca conoceríamos y que nunca veríamos y serian deudos de nosotros y quizás sigan como nosotros.

Así con 25 años hoy, pase los últimos años de mi vida encerrado en una pieza de 3 por 4 metros, entre mis sueños y salí de una universidad que me dio conocimientos pero no me enseño a vivir, puedo hablar de cualquier ciencia pero no sería capaz de hablarles de amor por que nunca lo viví y en aquella pieza solo habitaban libros un par de pinturas una guitarra una cama y mucha pero mucha basura, ya que la casa en la que viví no era mía y no podía cambiar nada, simplemente la humedad se lo comía todo, que sentido tenia arreglar aquel cuchitril -de esta forma le llamaban mis amigos, pues tenía un atril que usaba para pintar, igual de hediondo que aquella habitación donde ya no cavia nada- y a fin de mes el mayor milagro eran 30 mil pesos con los que compraba arroz y tallarines que cambiaba y alternaba para no morir de aburrimiento, porque si créanme, la gente aquí no muere de dolores, ni enfermedades a lo mas una venérea, y eso con la suerte del día, nuestras mayores muertes no eran sino el aburrimiento y hastió que es lo mismo que la

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herida de un herida no literal, pero que nos dolía, éramos hijos de un tiempo maldito, las misma temporada en el infierno de Rimbaud, así vivíamos aquí, borrachos y locos, y nos caímos en algún campus, tumbados en nuestros propios cuerpos, ebrios en busca de ese algo que perdimos y que nunca nos dieron ¡pero eso si estábamos todos juntos! y si uno caí ebrio, el siguiente por respeto al otro caía peor, luego no sabríamos donde estábamos ni que hacíamos ahí o que es lo que habíamos hecho, lo que era muy irónico pues era igual de confuso que pelear por nuestra causa, por lo menos sabíamos que aquella mentira agria y dulce nos daba razones para seguir peleando, también sabíamos que no nos daban nada, nos llamaban y nos decían ustedes si son consientes de que hay que hacer el cambio, la verdad y la única verdad es que después de recuperar la conciencia de aquel mal paso y al final del día era que estábamos solos, francamente solos.

La mayoría aquí no es de aquí, y vivíamos el hermoso viaje pero sin ningún sentido, ¡pero eso sí! éramos muy responsables y estudiamos, teníamos talento, pero terminamos perdidos en nuestro viaje y no supimos como regresar al camino que nos dijeron que era el bueno. Y nos juzgaban nuestras soledades, tal es así que de día peleábamos y de noche bebíamos y me hacia la pregunta…

¿Por qué nos juzgan?

¿Por qué nos juzgan?

porque nunca fuimos lo que quisieron que fuésemos,

porque elegimos el abandono o el exilio,

porque siempre escogimos mal,

porque nunca tuvimos tú suerte,

o por que el tiempo nos jugó la trampa mortífera

y nos abandono o nos exilio,

o quizás porque no supimos como amar a un dios divino,

el cual nunca encontramos,

y el sagrado espíritu se quedo en los cielos,

y nuestro cuerpo, divino cuerpo,

solo fue un pedazo de carne arrojado a los perros,

o porque nunca quise ser lo que por ordenanza se nos dijo,

o por que entregamos todo en la jugada y lo perdimos todo,

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y solos como mendigos reímos en nuestra miseria,

o tal vez es nuestra carne maldita,

la cuál trajo presagios agotados,

porque en la derrota decidiste entregarte al viento y al océano,

y en la marea el naufragio fue inevitable,

y de espaldas te tiraste sobre tu propia tumba,

y desde adentro cerraste tu mortuorio claustro,

y no supiste nunca como abrir los ojos,

o porque nunca fuiste o serás Rimbaud,

y porque nunca escribirás como Joyce,

y allí mismo te quedaste solo contando las monedas que te tiraban al pasar,

despoblado, triste, pero fuiste el único que en medio del barullo de tu derrota,

escucho un pájaro cantar.

Cruzábamos ese puente como acarreadores de libros, yo con 23 años miraba hacia abajo con toda la inocencia y aún con esperanza, contaba y cantaba con poder cambiar al mundo, después de todo es de jóvenes ser jóvenes y ser revolucionarios, pero el letargo se convirtió en nuestro martirio la pesadez de ir y venir todos los días esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando, esperando,

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Quizás esto no explica los años que pase esperando aquel cambio, pero así fue como decidí tomar mi vida y hacer algo, fuera lo que fuera que fuese, cruce un buen día ese puente y no cante aquel canto, esta vez dije…

¡Qué hay de malo en entregarse al brío de la ciudad!

Jóvenes míos entregad sus cuerpos,

lo mismo que al viento,

entregaros al desenfreno, la frivolidad,

pervertiros en el juego,

el vil juego,

destruir vuestros cuerpos,

Tú cuerpo, nuestro cuerpo,

desmaterializar vuestros cuerpos,

y convertiros en una mancha.

¡Solo después de esto sabréis que habéis vivido!

Y si lo perdéis todo en la apuesta,

Por lo menos no seréis tan humanos,

Como para juzgar al tiempo…