GEORG LUKÁCS, EL ASALTO A LA RAZON

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    392 REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

    rado- no puede justificarse el diagnstico colectivo de. Lukcs, que niega toda motivacin lgica y fundamento real a las concepciones de una plyade de autores, y, lo que es peor, reduce a estos seres, que fueron personas vivas, de carne y hueso, a la condicin de simples peleles, que en sus manifestaciones verbales se habran limitado a expresar, sin quererlo ni saberlo, el estado de la situacin histrica, al modo como el cuc da la hora en los tradicionales relojes de la Selva Negra. El mtodo de Lukcs, que recuerda en parte a los procedimientos inquisitivos de los tribunales revolucionarios, no ha de resultar novedoso para el lector familiarizado con la literatura marxista de los ltimos tiempos. Los crticos franceses del existencialismo, por ejemplo, supieron siempre evitar el anlisis de los fundamentos tericos de las posiciones que combatan, prefiriendo el camino ms expedito y ortodoxo de "desenmascarar" sus races econmico-sociales. Lukcs es, s, mucho ms instruido que un Lefebvre o un Naville. Por otra parte, la misma luminosa precisin que sabe dar a algunas de sus formulaciones impide achacar sus omisiones a un simple defecto visual, como en el caso de sus correligonarios menos agraciados.

    La lista de los representantes del "irracionalismo alemn" tratados en el libro es amplsima. Ya el subttulo "desde Schelling hasta Hitler" debi sugerirnos una fauna asombrosamente heterognea. All estn F. H. Jacobi y Schelling, Schopenhauer y Kierkegaard, Nietzsche y Dilthey, Simmel, Spengler, Scheler, Jaspers, Heidegger, Klages, Jnger, Tnnies, Max y AlfredWeber, Karl Mannheim, Ottmar Spann, Hans Freyer, etc., etc. .Un eplogo de sesenta pginas nos pone al corriente de las manifestaciones del irracionalismo en la posguerra. Cabra sealar una sola laguna notable: Lukcs no ha juzgado necesario examinar, ni siquiera con el objeto de negarlo, el papel que ha correspondido -aparentemente-- en el desarrollo de la moderna actitud de desconfianza 'respecto de los poderes cognoscitivos de la razn, a la crtica y consiguiente crisis de los fundamentos de las ciencias exactas. En todo el libro nada se dice sobre las discusiones habidas en torno a la naturaleza y alcance de las matemticas; se sabe, sin embargo, qu sentimientos de seguridad casi inquebrantable infunda a los racionalistas clsicos -griegos y modernos-la estructura majestuosa de la "reina

    . de las ciencias"; ahora bien, cualquiera que sea la posicin que en definitiva se adopte frente al debate contemporneo sobre sus fundamentos, no se puede negar que el curso del mismo ha tenido por fuerza que menoscabar la inspiracin edificante que algn racionalista rezagado pudiese derivar de ella. En cuanto a la fsica, Lukcs menciona de paso el "atolladero" en que est metida "como ciencia terica" (pg. 86), situacin que atribuye tambin a la decadencia del capitalismo .

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    Pero el libro no se detiene a analizar este asunto ms de cerca. Se ~ alude, es cierto, una vez, en forma despectiva, a Jeans y Eddington, y ~ se cita a Poincar y Duhem como ejemplos de la difusin internacional

    del irracionalismo en la poca imperialista (pg. 22); tampoco faltan, como es natural, las consabidas tiradas contra Mach. Pero no se in. centa esclarecer la relacin histrica entre la crtica filosfica de la fsica clsica a fines del siglo pasado y la fundacin de la nueva fsica a principios de ste. Y sin embargo parece indudable -y tocara a Lukcs probar lo contrario-e- que Einstein primero y los creadores de la fsica cuntica ms tarde no hubieran podido concebir lo que concibieron si hubiesen seguido entendiendo la misin y las bases de la ciencia natural como las entenda, por ejemplo, Newton. Es difcil negar que esa

    , nueva idea de la ciencia que la fsica del siglo xx ha contribuido a desa. . rrollar y consolidar ha iniciado su gestin entre los epstemlogos "reac

    .cionarios" de fines del siglo XIX, y que, si bien los adelantos de la fsica no han venido precisamente a ratificar las concepciones de un Mach o un Poincar, stas han ayudado a hacerlos posibles, de suerte que hay por lo menos una "conexin dialctica inmanente" entre la epistemologa "burguesa" y los descubrimientos de un Bohr o un Heisenberg. Por otra parte, la nueva fsica ha contribuido positivamente a reforzar las convicciones de ms de un "irracionalista", como puede comprobarse hojeando la vasta literatura sobre el principio de incertidumbre. Aunque la mayor parte de lo que se ha escrito al respeoto no es muy iluminador, hay que reconocer por lo menos "una conexin dialctica" entre el principio de Heisenberg y la tendencia contempornea a dudar del valor cognoscitivo de la fsica experimental." Si es cierto que "la ver

    . dad, es decir, la realidad y poder. .. del pensamiento humano" se demuestran "en la prctica",3 Lukcs no querr controvertir la realidad, ni, por ende, la racionalidad de la fsica contempornea. Pero si la reconoce, malamente podr insistir -desde una autntica concepcin dialctica de la realidad y la razn-e- en la total irracionalidad y falta de. fundamento objetivo de las doctrinas epistemolgicas que han precedido y seguido al desarrollo de la nueva fsica y que tienen un enlace "inmanente" con ella. El reconocimiento de la realidad y racionalidad de la nueva fsica entraa una consecuencia an ms grave: el concepto mismo de lo que es razn no estara fijado de una vez para siempre. Pero si es as cmo saber que el irracionalismo es tal? acaso porque

    2 Esta conexin resulta an ms evidente en el caso del .discutido c~rolario del principio de Heisenberz, el principio de complementariedad de Bohr, segn el cual la fsica puede utilizar simultneamente en la formulacin de sus leyes construcciones conceptuales incompatibles, si existe la garanta, basada en las relaciones de incertidumbre, de que los experimentos que confirmen la validez de una de esas construcciones no podrn refutar la validez de la otra, y viceversa.

    3 Karl Marx, "Once tesis sobre Feuerbach", n" 2.

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    declara serlo? Su oposicin al concepto establecido de 10 que es razn pudiera, sin embargo, revelarse como la evidencia ms concluyente de su racionalidad. Esto es, si consintisemos en comprender sus motivaciones, la dialctica interna del pensamiento que 10 pens, en lugar de despachar sus "expresiones objetivadas" como meros sntomas del conflicto social.

    Lukcs debi quizs definir su concepto de "razn" para que entendisemos mejor su nocin de "irracionalismo". Se trata del "Ns" de Aristteles o del "lagos" de Plotino? de la "ratio" medieval de la "raison" moderna? El movimiento "irracionalista" de que habla Lukcs, tomado as en bloque, parecera dirigirse contra una concepcin del ser y el conocimiento que -vistas las cosas en bloque tambin y un tanto indiscriminadamente-- podra sostenerse que atraviesa toda la historia de la filosofa, desde Parmnides hasta Hegel. La esencia de esta concepcin y el papel central de la idea de la razn dentro de ella se ponen de manifiesto en un pasaje famoso de la Repblica de Platn: "Cuando [el alma] se fija (apereistai] all donde relucen la verdad y el ser (hou katalampei altheia te kai to on) 10 percibe y conoce y parece tener razn (enoesen te kai egn auto kai noun ekhein phainetai); cuando (se fija] empero en 10 mezclado de sombra, 10 que nace y perece, opina y se nubla su vista y muda una y otra vez sus opiniones y parece no tener razn". (508d) . La racionalidad del hombre estribara, segn esto, en la capacidad de conocer la verdad de 10 que verdaderamente es (to onts on), es decir, es inmutable y eterno. Nietzsche y Dilthey, Heidegger y Jaspers se han opuesto, ciertamente, cada U1}O a su modo, a esta concepcin. Pero si racionalismo e irracionalismo han de entenderse en estos trm 'nos no merece un importante captulo en la historia de la "destruccin de la razn" el hombre que ya en 1846 haba concebido que "la cuestin de si cabe adjudicar verdad objetiva al pensamiento humano no es una cuestin terica, sino una cuestin prctica" y observaba que "la disputa sobre la realidad . o irrealidad de un pensamiento que se aisla de la prctica es un problema puramente escolstico ?"4

    .Pero tal vez no hemos prestado la atencin debida a las claras indicaciones de Lukcs sobre la manera correcta de discernir entre las filosofas --entre la de. Marx y la de Dewey, por ejemplo----- en trminos de su racionalidad o irracionalismo, sin recurrir al proced 'miento poco dialctico de fijar un concepto inequvoco de 10 que es razn. El materialismo histrico reconoce la mutabilidad de los contenidos y for

    4 Karl Marx, "Once tesis sobre Feuerbach", n? 2. El concepto de prctica (P"dXJ) se introduce en la tesis n? 1 como equivalente de "menschliche sinnliche Tatigkeit" (actvidad humana en el mundo de los sentidos).

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    mas de la razn, pues sostiene que dependen de una realidad social cambiante. "Pero, bien entendido que esta determinabilidad social de los contenidos y las formas de la razn no entraa, sin embargo, ningn relativismo histrico. Dentro de la condicionalidad histrico-social de estos contenidos y formas, el carcter progresivo de cualquier situacin o tendencia de desarrollo es siempre algo objetivo, independiente en su accin de la conciencia humana". Establecido este principio, discernir entre los diversos pensadores es cosa fcil, casi automtica: "La objetividad del progreso basta, evidentemente, para est'gmatizar certeramente como reaccionario un determinado fenmeno, una determinada tendencia ... " (pg. 5).

    Como dijimos, la versin espaola de Wenceslao Roces es excelente, como suelen sedo las de este magnfico traductor. El libro est escrito con soltura. La lectura se ve facilitada por la forma anecdtica en que el autor expone las doctrinas irracionalistas, habindose considerado excusado --en atencin quizs a su misma irracionalidad- de la fatigosa tarea de repensadas, de reconstruir con rigor su estructura conceptual, a menudo tortuosa. El lector avanza sin dificultades y al final no tiene la impresin de haber ledo un libro tan grande como le anunciaba la nota que figura en la cubierta. No ha de sorprendernos que Herbert Marcuse, en su libro reciente sobre el marxismo sovitico, junto con elogiar la clsica obra de Lukcs, Historia y conciencia de clase, cite al libro que comentamos como "un ejemplo del deterioro de.la crtica marxista"."

    ROBERTO TORRETTI, Universidad de Puerto Rico.

    HERBERT MARCUSE, Soviet Marxism. A Critical Anlysis, Nueva York: ; Columbia University Press, 271 pgs. $4.50.

    i Desde sus comienzos el marxismo ha negado ser una filosofa entre l otras. Aunque se apoya en su origen sobre la ltima gran metafsica del l' pensamiento occidental, ha pretendido saltar fuera de esta tradicin y l... representar algo radicalmente nuevo en el terreno de la reflexin hui mana. Lo nuevo consistira en que sta ya no es una "mera" teora . ste no es "solo" pensamiento sino que son teora y pensamiento

    que forman realidad, o como dice Marx, prcticos. Una reflexin cuyos fines no son el conocimiento y la interpretacin de la realidad

    ; Herbert Marcuse, Soviet marxlsm, A critical analysis, (Columbia University Press, Nueva York, 1958), pg. 128,nta 15.