Gestión Ambiental y participación ciudadana en el contexto local · 2017-01-04 · Rodolfo...
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Rodolfo Corrales Picado
Revista Electrónica Perspectivas, ISSN: 1409-3669, Edición 8, Junio 2014 / pp 18 - 41.
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Gestión Ambiental y participación ciudadana en el
contexto local
Rodolfo Antonio Corrales Picado*
Resumen
En este trabajo se hace una introducción general que busca justificar la importancia de la gestión ambiental como un acto social, colectivo y obligatorio; así como la necesidad de fortalecer la gestión ambiental a nivel de la participación social o ciudadana. Una vez que se repasan conceptos básicos de la gestión ambiental y de sus dimensiones; se relaciona este concepto con el de participación ciudadana y, finalmente, se aportan algunas ideas que favorecen el estímulo de la participación ciudadana en los procesos de gestión ambiental con enfoque territorial y en la educación cívica. Summary
A general introduction is made and it tries to justify the importance of environmental management as a social, collective and mandatory act just as the need to strength the environmental management at a level of social participation or citizenship. Once the basic concepts of environmental management and its dimensions are reviewed, this concept can be related to the citizen engagement and finally it provides some ideas that favor the stimulus of citizen participation into the environmental management with territorial approach and civic education processes. Palabras claves Ambiente, Gestión Ambiental, Participación y Educación Ciudadana, Municipalidades Keywords Environment, environmental management, participation and citizen education and municipalities
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I. Introducción
La sociedad costarricense ha ido interiorizando poco a poco el tema
ambiental como parte de su realidad cotidiana desde diferentes perspectivas. No
obstante, la indiferencia de un importante segmento de la sociedad aún se
considera como el principal problema ambiental que hay que enfrentar.
A nivel constitucional, la inclusión de la variable ambiental en la carta
magna, específicamente en el artículo 50 de la Constitución Política de la
República de Costa Rica, en el año 1993 que dicta “Todo ciudadano tiene derecho
a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado…”, se ha convertido en el
principal antecedente jurídico que respalda toda acción individual, colectiva o
institucional en materia ambiental que se realiza en Costa Rica.
La Ley Orgánica del Ambiente (Ley N° 7554), ley promulgada en el año
1995 a partir de lo estipulado por el artículo 50 de la Constitución Política;
favoreció la creación de una serie de instituciones, organismos y procedimientos
que fomentan la protección del ambiente en todas sus manifestaciones y
componentes que abarquen desde la educación ambiental, la protección de los
recursos naturales, la evaluación de impacto ambiental hasta la participación
ciudadana en lo que puede denominarse gestión ambiental participativa o gestión
ambiental con participación ciudadana. No obstante, según investigaciones más
amplias consultadas, se ha determinado que en gran medida la participación
ciudadana se centra en temas como los de la denuncia ambiental, que si bien es
importante y necesaria, no debería ser la única o la principal forma de
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participación en que la ciudadanía costarricense haga valer sus derechos y sus
deberes en materia ambiental.
Esta forma de participación puede estar asociada a una interpretación
errada por parte de la sociedad costarricense, ya que se infiere que las
responsabilidades en temas como la protección de la naturaleza, evaluación
ambiental, gestión ambiental, el manejo de los residuos sólidos, del agua o el
control en las emisiones contaminantes a la atmósfera, le competen de forma
exclusiva solo a las instituciones públicas, como el Instituto de Acueductos y
Alcantarillados, las Municipalidades, Ministerio del Ambiente o al Ministerio de
Salud; cuando en realidad. Si bien estas instituciones tienen funciones específicas
y una gran responsabilidad, la sociedad en general (todos los actores sociales)
también tiene sus responsabilidades claras y posibilidades legales de participar en
diferentes procesos y acciones concretas.
El tema ambiental no es pertenencia exclusiva de una ciencia, de un grupo
de ciencias o área de conocimiento específico, pues transciende el enfoque de las
ciencias naturales, exactas y sociales, que en realidad tiene un amplio espectro de
acción y por ende de abordajes, que pueden ir desde el análisis o estudio de un
microorganismo dentro del bosque lluvioso hasta el planteamiento de una política
nacional ambiental. Es por esto que la gestión ambiental toma relevancia dentro
del proceso de la Educación Cívica en el sentido más amplio de la expresión,
pues busca dar soluciones y ejecutar acciones para beneficiar el ambiente de una
sociedad determinada; implica también, un rubro de fundamental importancia para
la formación ciudadana, que tiene gran relación con temas como el de la ética
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ambiental o la ética humana y la formación con valores y responsabilidad cívica
del individuo o la colectividad.
El presente trabajo tiene como finalidad abordar el tema de la gestión
ambiental, pero desde la perspectiva de un proceso social en la que la colectividad
en la escala comunitaria o local logre visualizar instrumentos o herramientas que
le permitirán ser partícipes de procesos que generen un mejoramiento en la
calidad ambiental de su entorno, repercutiendo en una mejor calidad de vida para
todos.
II. Gestión Ambiental
A nivel técnico - legal en Costa Rica, el Reglamento General sobre los
Procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) define Gestión
Ambiental como:“Conjunto de operaciones técnicas y actividades gerenciales que
tienen como objetivo asegurar que el proyecto, obra o actividad, opere dentro de las
regulaciones jurídicas, técnicas y ambientales vigentes” (Decreto Ejecutivo N°
31849, 2004); esta connotación totalmente válida tiene un enfoque focalizado hacia
una escala micro, pues puntualiza el nivel de proyecto, obra o actividad. Si bien no
especifica dimensiones sugiere por su contexto que tiene una visión particularizada
hacia la escala mínima de la gestión ambiental (Corrales, 2012: 7).
Otros autores definen Gestión Ambiental, como “un proceso técnico–
administrativo, financiero y político, por medio del cual las autoridades encargadas
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organizan un conjunto de recursos de diversa índole, que tienen como finalidad la
protección, manejo y preservación del ambiente y de los recursos naturales
renovables, en un territorio específico” (González, 2001: 57).
Esta definición, si bien incorpora una dimensión espacial o territorial al
concepto de gestión ambiental, maneja un concepto muy sesgado hacia la
conservación de recursos naturales, además utiliza la expresión de “renovables”,
concepto que actualmente está totalmente cuestionado justamente por la
inadecuada utilización de la naturaleza por parte de la humanidad, dejando fuera el
enfoque integrador que implica la dimensión social o antrópica, pues le asigna la
responsabilidad solamente a las autoridades, cuando en realidad todos los actores
sociales deben participar de procesos de gestión ambiental (Corrales, 2012: 10).
Otras formas de definir la expresión Gestión Ambiental, dicta:
La Gestión Ambiental puede considerarse como una tarea que comprende la evaluación, planificación, puesta en marcha, ejecución y evaluación del conjunto de acciones físicas, financieras, reglamentarias, institucionales, de participación, concertación, investigación y educación, con el fin de mejorar la calidad ambiental objeto de acción (entorno territorial de la empresa, proyecto de infraestructura, territorio de su jurisdicción) (Latorre, 2000: 313).
El abordaje de la Gestión Ambiental como un conjunto de acciones y etapas
que incorpora escalas o dimensiones se considera muy acertada, pues genera una
connotación de un proceso sistemático con diferentes momentos evolutivos que
además de la ejecución de acciones implica su evaluación, e incluso parte de la
evaluación del análisis de la situación que requiere ser intervenida por medio de la
gestión ambiental.
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Según Latorre (2000), el objeto de acción de la gestión ambiental está
determinado por la escala de la intervención y esta puede ser desde una empresa y
su contexto, hasta un territorio determinado en su totalidad. De igual forma se puede
complementar con el argumento que establece:
En su concepción más amplia, la gestión ambiental es un proceso permanente y de aproximaciones sucesivas en el cual diversos actores públicos y privados y sociedad civil desarrollan un conjunto de esfuerzos específicos con el propósito de preservar, restaurar, conservar y utilizar de manera sustentable el medio ambiente (Latorre, 2000: 313).
III. Dimensiones de la Gestión Ambiental
Bajo este contexto conceptual, se hace necesario recurrir a un concepto de
gestión ambiental aportado por el Informe del Estado de la Nación (1999) que
incluye tres dimensiones: La gestión del Patrimonio, la Gestión del Cambio Social y
la Gestión del Riesgo (CONARE-PNUD, 1999). Este enfoque tridimensional se
transcribe textualmente a continuación:
A. La Gestión del Patrimonio: agrupa las políticas, los programas y las actividades
públicas y privadas para la conservación de la naturaleza y sus resultados.
Incluye la protección de los ecosistemas o especies únicas y amenazadas y el
manejo de los recursos de propiedad común.
B. La Gestión del Cambio Social: incluye las políticas, los programas y las
actividades públicas y privadas relacionados con el uso y transformación de los
recursos naturales y sus resultados. Incluye los patrones de ocupación
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territorial, el manejo de la frontera agrícola, la expansión urbana y la demanda
de servicios y las regencias ambientales y forestales.
C. Gestión del Riesgo: determina el conjunto de políticas, programas y actividades
públicas y privadas orientadas a atender la característica de la población
costarricense que coexiste en un escenario de riesgo multiamenazas. Incluye el
manejo y generación de los residuos sólidos, y la reducción de la vulnerabilidad
de los sistemas naturales y sociales ante las amenazas, además de las
medidas de prevención, mitigación y reconstrucción (CONARE-PNUD, 1999,
citado en Sánchez, V. 2003). Al respecto, (Corrales 2012) explica que
El aporte del Informe del Estado de la Nación (1999), se considera relevante, en tanto y en cuanto vincula el concepto de gestión ambiental en tres dimensiones que si bien implican tres ámbitos relativamente diferentes entre sí; tienen una raíz común, pues el ambiente es al fin de cuentas el que alberga la riqueza natural, la cual a partir de las políticas económicas y sociales es explotado o utilizado y que justamente por la sobre explotación o bien por el manejo irresponsable, es en gran medida disparador y receptor de procesos y situaciones que califican como riesgos y amenazas ambientales (12).
Según Corrales (2012) el enfoque tridimensional permite visualizar cómo la
gestión ambiental implica un ciclo de intervención del entorno (ambiente o territorio)
que permite a partir de acciones claras, alcanzar un equilibrio entre las actividades
humanas y el manejo racional de la riqueza natural.
IV. Gestión Ambiental Participativa
A partir de las dimensiones de la Gestión Ambiental citadas anteriormente, es
claro que en ninguno de los casos la participación ciudadana está excluida. El
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enfoque participativo a nivel comunitario es esencial o fundamental, pues ninguno
de sus objetivos podría ser alcanzado sin contar con un involucramiento activo de la
colectividad en cada una de las dimensiones. La participación ciudadana es por lo
tanto una necesidad inherente para garantizar el éxito de los procesos que pueden
ser impulsados desde las instituciones públicas o bien a partir de iniciativas de la
organización civil o comunitaria. Por ejemplo, según Corrales R. (2012):
Uno de los principales problemas en la gestión ambiental municipal tiene que ver con la limitación de recursos tanto humanos como materiales, pero al mismo tiempo estos problemas tienen un trasfondo de orden político e institucional, problemas de comunicación entre instituciones, duplicidad o multiplicidad de funciones y apatía de las comunidades organizadas, o confrontaciones entre organizaciones comunales o locales y políticas de los gobiernos locales y el sector empresarial, dejando de lado los aspectos más importantes desde la perspectiva ambiental (5).
Ante los vacíos institucionales, sea por las razones que sean, en términos de
gestión ambiental, la estrategia de las mismas instituciones debería apostar a la
convocatoria e involucramiento activo de las comunidades; es decir, desde los
gobiernos locales o desde otras dependencias institucionales. La proyección hacia
la comunidad debe ser fortalecida no solo por medio de mensajes o comunicados
de prensa; sino y mejor aún, por medio de la ejecución de acciones de forma
conjunta con los principales actores sociales, las organizaciones sociales y los
ambientalistas locales, las comunidades y los vecinos interesados.
Para un país como Costa Rica que está expuesto a un nivel de consumo
cada día mayor, se asocia también a la generación de diversos problemas de
orden ambiental (entre otros), no hay una institución que por sí misma tenga la
capacidad de gestionar el territorio nacional o parte de él, y que logre satisfacer en
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un buen porcentaje, los objetivos de las tres dimensiones de la gestión ambiental.
Lo que sí podría ser viable, es que estas instituciones en alianza organizativa y
ejecutiva, logren alcanzar diferentes objetivos y metas, en el que el gobierno local
o municipal se considera un nicho fundamental para el encadenamiento
institucional y social participativo, pues su condición para la toma de decisiones
así parece indicarlo, por su condición de gobierno local. En Costa Rica, las
municipalidades han denominado de diversa forma al órgano interno que se
encarga de enfrentar los problemas ambientales, pues se estima que el 85% de
las municipalidades cuenta con un departamento o unidad ambiental (Corrales,
2012: 47).
No obstante, según la investigación citada, esta condición no está
necesariamente reflejando mejores niveles de calidad ambiental en sus territorios,
ni tampoco un involucramiento regular o acciones conjuntas con las comunidades,
sus organizaciones o sus representantes, aunque sí existen esfuerzos en este
sentido (Corrales, 2012).
En resumen, en Costa Rica se cuenta con un marco jurídico y constitucional
que no solo determina responsabilidades institucionales y ciudadanas, sino que
además ya muchas instituciones cuentan con sus departamentos o encargados de
gestión ambiental; además, existen experiencias sobre todo a nivel municipal de
trabajos conjuntos entre estas dependencias y las comunidades, empresas
privadas y organismos no gubernamentales. Pero aún existe una gran apatía por
parte de las comunidades y de los individuos por aportar a los procesos de gestión
ambiental y es ahí donde los procesos educativos a nivel del sistema educativo
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formal o no formal y el involucramiento de las poblaciones pueden marcar la
pauta.
De igual forma existen antecedentes de importancia, en los que la movilidad
y la capacidad organizativa desde lo social, ha sido fundamental para frenar
proyectos privados que se consideran dañinos al ambiente, el caso de la
exploración petrolera en el Caribe costarricense, el proyecto minero Crucitas o las
denuncias por la contaminación provocada en las plantaciones de piña, son solo
algunos ejemplos de gran trascendencia, lo que pone de manifiesto que la
organización social en Costa Rica hoy más que nunca está deseosa de participar
en temas de interés ambiental. Lamentablemente en estos casos la experiencia
surge como respuesta ante políticas de gobierno y posiciones institucionales y no
como un esfuerzo conjunto entre población civil con los gobiernos y las
instituciones públicas, es decir surgen desde la divergencia y no desde la
convergencia social.
V. Gestión Ambiental Participativa y Educación Cívica: Fortalecimiento de
la Democracia
Como se ha planteado que la gestión ambiental es en realidad un proceso
que busca armonizar las actividades humanas con su entorno, con su ambiente
sea este natural o artificial e involucra etapas de planificación y ejecución, así
como la evaluación de lo actuado. De igual forma se ha planteado que para que la
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Gestión Ambiental logre alcanzar sus objetivos, debe tener como eje transversal la
participación ciudadana, pues para una institución pública por sí misma y con las
limitaciones que regularmente las aquejan por más voluntad política que existan,
sino aborda sus problemas y soluciones ambientales desde un enfoque
participativo – activo, difícilmente logrará obtener resultados deseados.
En Costa Rica, los programas de enseñanza media, específicamente dentro
de los cursos de los Estudios Sociales y Educación Cívica para secundaria,
incluyen temas relativos a lo expuesto en la presente ponencia, la gestión del
riesgo del desastre en sétimo año, las responsabilidades civiles y marco legal en
cuarto y quinto año con un enfoque inclusivo; pero se considera que no se está
dando un seguimiento a una formación ciudadana en materia ambiental que sea
sistemática y fortalecida desde el sétimo nivel hasta el quinto año de bachillerato,
más bien está diseñada de forma segmentada o aislada, lo cual evidentemente no
está repercutiendo de una forma efectiva en la formación integral de los jóvenes
que cursan el colegio.
La formación de la juventud costarricense no solo en cuanto a sus deberes
y derechos en materia electoral o social, sino también en materia legal y ambiental
son hoy más que nunca una necesidad inherente en la formación ciudadana y en
el fortalecimiento de la democracia participativa, en la que se respete la
institucionalidad y se enseñe al ciudadano sobre las formas u opciones que la
Constitución Política y una serie de leyes y reglamentos le proveen con
responsabilidad ambiental, el cual es un deber y un derecho ciudadano y, bajo el
entendido de que el involucramiento en temas ambientales o sociales cubre desde
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esfuerzos individuales hasta alcanzar idealmente acciones y resultados colectivos,
al ser un esfuerzo individual o colectivo, que generan impactos positivos, solo que
a escalas diferentes.
La participación ciudadana en temas de gestión ambiental con
involucramiento directo y enfocada a su territorio, genera además de un
encadenamiento positivo de diversos actores sociales, un fortalecimiento de la
identidad de los individuos con sus comunidades, barrios o ciudades (sentido de
pertenencia territorial), pero al mismo tiempo implica ejercicios donde el esfuerzo
de la colectividad organizada fortalece la democracia y podría ser además una
forma de enfrentar o limitar la expansión de otros problemas de orden social y
económico.
VI. Ideas para la participación ciudadana en Gestión Ambiental
La gestión ambiental debe ser entendida no solo como una técnica o como
un conjunto de acciones que deben ejecutar “especialistas”, sino como una serie
de actitudes que el ser humano debe implementar en su vida diaria, para disminuir
al máximo su huella ecológica o su impacto ambiental negativo y buscar alargar la
vida útil de los recursos naturales que el ser humano consume o requiere,
reflejándose al mismo tiempo una mejora en la calidad de vida del ser humano a
nivel individual y social. Si bien en materia ambiental las acciones individuales
cuentan sobre todo cuando son multiplicadas por varias intensiones igualmente
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individuales los resultados de acciones conjuntas o colectivas deberían ser
sinónimo de mejores resultados y no solo bajo un enfoque de celebración o
campaña especial, sino como una práctica regular en las formas cotidianas de vivir
y actuar como sociedad.
Las instituciones de gobierno vinculadas al manejo de los recursos
naturales, la administración de ciertos recursos (como el bosque, el agua o la
energía) y las municipalidades en su condición de gobiernos locales (el más
cercano a la ciudadanía); están llamadas a realizar acciones fuera de sus paredes
convocando, y sobre todo generando, las capacidades de involucramiento y
participación activa que la sociedad está demandando y que algunas veces por
falta de motivación institucional no se llegan a concretar, peor aún en algunos
escenarios genera roces entre comunidades e instituciones públicas.
Los procesos de gestión ambiental pueden estar asociados a temas tan
recurrentes en la problemática urbana o rural, como lo son el manejo de los
residuos sólidos, la contaminación del agua, la protección del patrimonio natural o
la preparación y prevención comunitaria para enfrentar situaciones de amenaza
natural o desastres ambientales, pero de igual forma puede fortalecer desde la
gestión comunitaria, los programas educativos del sistema educativo formal que
ya existen a nivel de primaria y secundaria hasta el desarrollo de programas de
formación ambiental comunitaria.
En estos procesos la identificación e involucramiento de líderes comunales
y el trabajo coordinado entre las instituciones públicas son ejes fundamentales,
cada comunidad o cada territorio tiene una realidad ambiental particular,
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problemas específicos que enfrentar y formas diferentes de abordaje desde su
propia experiencia, capacidades y recursos.
Un tema relevante y que aún para Costa Rica no está desarrollado o al
menos sistemáticamente establecido, es la necesidad de evaluar el desempeño
ambiental, es decir los resultados obtenidos a partir de la gestión ambiental a nivel
territorial, pues muchas buenas iniciativas y acciones que se realizan simplemente
se hacen sin cerrar el proceso de determinar qué tan eficiente o positivo fue la
intervención, como respuesta a un problema ambiental.
En el tema de revisión y evaluación, la participación ciudadana
complementa su función, pues además de estar involucrada en la gestión
propiamente dicha, deberá desarrollar capacidades para determinar el buen
desempeño sobre lo actuado y la consistencia de las acciones como respuesta a
un determinado problema o situación ambiental que requiere de intervención. La
organización social favorece la creación de comités ambientales cuya misión sea
la gestión como sinónimo de ejecución de acciones, pero también de comités cuya
labor será la de corroborar la ejecución de las acciones y al mismo tiempo la
calidad de los resultados.
No se trata de que las comunidades realicen el trabajo que le corresponde a
las instituciones; sino articular esfuerzos que garanticen, en un primer lugar, el
involucramiento activo y proactivo de las comunidades; en un segundo lugar,
promuevan la capacidad de coordinación institucional e inter-institucional que el
tema ambiental demanda, pero en este enfoque con la presencia de las
comunidades específicas; y, en un tercer lugar, al favorecer procesos de
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evaluación y control nuevamente en manos de las comunidades deben tener
activa participación.
Un alto porcentaje de las acciones que busca favorecer la participación
ciudadana en gestión ambiental implican la ejecución de acciones que justamente
promuevan el involucramiento de la sociedad civil y no partir de ideas
preconcebidas o dirigidas desde modelos verticales y de imposición institucional.
En este sentido, algunas prácticas ya conocidas como metodologías participativas
o bien formas de promocionar y estimular la organización ciudadana en función de
una gestión ambiental son las siguientes:
1. Realización de Talleres Participativos: Estos talleres podrán ser
liderados desde las instituciones públicas (municipalidades u otras
instituciones vinculadas) con las comunidades o bien desde la organización
comunitaria y sus líderes comunales. La realización de los talleres pueden
tener diferentes objetivos y metas, desde la realización de un Diagnóstico
Ambiental que favorezca la identificación de los principales problemas y
temas ambientales por atender, desde el conocimiento y percepción de los
participantes (la comunidad) pasando por la identificación de personas
líderes e interesados en los procesos de gestión ambiental comunitaria
hasta la organización de equipos de trabajo para la formación de brigadas o
comités que atenderán de forma específica temas o problemas identificados
o tareas asumidas. Pero, además, los talleres podrán servir para informar
sobre proyectos e iniciativas que se establecen o ejecutan en sus territorios
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y sus implicaciones ambientales, así como la forma serán atendidos desde
lo ambiental, como conocer otros actores sociales involucrados y sus
razones. Otras funciones pueden ser la de formación e información sobre
marco legal ambiental y temas afines a la educación ambiental, asimismo
los talleres (podrían también llamarse asambleas comunitarias) puede ser
los espacios idóneos para presentar proyectos o acciones de gestión
ambiental y para presentar resultados obtenidos y rendición de cuentas.
2. Coordinación Interinstitucional y Comunitaria: Una de las debilidades,
que la gestión ambiental con enfoque comunitario o territorial tiene en Costa
Rica, es la débil coordinación interinstitucional que en esta materia existe, lo
cual algunas veces implica duplicación de esfuerzos y limitados resultados
positivos. Adicionalmente existen vacíos en cuanto a la convocatoria,
información e involucramiento de las comunidades en temas que atañen a
sus territorios y comunidades. Es fundamental por lo tanto diseñar
estrategias de coordinación y planificación estratégica con un enfoque
interinstitucional que favorezca un acercamiento con las comunidades, en
este ítem, las escuelas y colegios que operan en cada comunidad se
convierten en esenciales, pues a través de los programas de Educación
Cívica, por ejemplo se puede fomentar la importancia de la participación
ciudadana activa y proactiva en función de una gestión ambiental
comunitaria, por medio de prácticas programadas y debidamente
coordinadas en temas de interés ambiental no solo como campañas
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aisladas, sino como un programa local (como el de Agenda 21 local) o
metas locales como el rescate de una cuenca, protección de fuentes de
agua o la implementación de un programa permanente de separación y
reutilización o eventualmente reciclaje de residuos sólidos. Estas son
acciones totalmente viables de realizar de forma coordinada entre colegios
y escuelas con Asociaciones de Desarrollo, empresas privadas e
instituciones de gobierno central o local. De igual forma en esta alternativa,
el contar con el apoyo, colaboración o intervención según corresponda de
las empresas privadas que operan dentro de cada comunidad, es esencial,
la tendencia de gestión empresarial que promueva la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE) y la Responsabilidad Social y Ambiental
Empresarial (RSAE), lo cual debe ser aprovechado al máximo para el
beneficio del interés ambiental colectivo.
3. Celebración de Fechas Ambientales: Costa Rica celebra dentro de su
calendario una serie de fechas de importancia ambiental, desde el día de la
tierra o del agua hasta el día del árbol, el día de los parques nacionales o el
día del medio ambiente. Para estas celebraciones muchas instituciones
públicas (colegios, escuelas, universidades, ministerios y empresas)
realizan actividades por separado, la empresa privada no se queda atrás y
también realiza sus eventos ambientales. Todas estas celebraciones son
importantes dentro del enfoque de un cultura ambientalmente sostenible y
en alguna medida ayudan en el esfuerzo global por mejorar los resultados
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de la relación sociedad – naturaleza, pero algunas de estas celebraciones
no pasan del día específico en que se programó y luego de consumada la
actividad, los resultados no son objeto de un seguimiento o control y por
ende, todo se resume en un esfuerzo aislado y sin mayor repercusión,
sobre el tema de fondo que es realmente lo que interesa (el ambiente). En
este sentido, la intervención debería favorecer que las comunidades donde
se realizan las actividades con algún grado de impacto sobre un recurso
natural o sobre el ambiente de forma general, sea en realidad un tema
absorbido por las instituciones y organización comunitaria o social que se
vincula a un determinado territorio y acción en particular, de tal manera que
la siembra de árboles, la recolección de residuos sólidos de forma separada
o las charlas y talleres de interés ambiental que se realizaron en este
festejo pasen a formar parte de la agenda ambiental de cada barrio,
comunidad o cantón donde se realizó y que no queden en el anonimato y
posteriormente en el olvido, pues una de las mayores debilidades de la
gestión ambiental tienen que ver con el aislamiento de los actores que
realizan acciones y también con la ausencia o limitado seguimiento a sus
resultados, de ahí que la participación ciudadana se convierta en el mejor
fiscal de las acciones realizadas desde lo privado o desde lo público.
4. Festejos comunales, religiosos y deportivos: Los festejos populares,
religiosos o cívicos, así como los eventos deportivos (carreras de atletismo,
ciclismo, campeonatos de futbol y otras disciplinas deportivas) implican un
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proceso de planificación y generalmente es de carácter colectivo, en el que
muchas veces se unen esfuerzos entre instituciones, organizaciones
locales y la ciudadanía en general. Estos eventos, independientemente de
su duración y naturaleza, son siempre sinónimo de afectación ambiental
negativa (generación de residuos sólidos, contaminación sónica y hasta
aguas residuales, entre otros efectos), por lo que necesariamente deben
ser abordados desde su etapa de planificación y hasta la ejecución y cierre,
bajo un enfoque de gestión ambiental, en el que la participación comunitaria
es esencial, sea porque participa activamente del evento como protagonista
directo o bien, como espectador. Una comunidad o cantón organizado bajo
un adecuado sistema de gestión ambiental participativo tendrá la capacidad
de maximizar los beneficios de este tipo de evento tanto en el sentido social
– organizativo como en el sentido social – ambiental y es por lo tanto una
oportunidad de darle el carácter de transversalidad al enfoque ambiental en
la organización comunitaria y en el contexto local.
5. Promoción de voluntariado comunitario: Desde una organización de
actividades por medio de trabajo voluntario, las comunidades además de
asumir su parte de la tarea en materia ambiental, tendrán la oportunidad de
involucrarse de forma directa con la ejecución de acciones que buscan
solucionar no solo problemas ambientales, sino también mantener una
calidad ambiental determinada. El voluntariado es una opción clara de
participación ciudadana que existe en Costa Rica y el mundo entero para
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muchas actividades y en diferentes contextos. En Costa Rica existen ya
municipalidades que han establecido alianzas con grupos de mujeres o
jóvenes de manera que ya hay antecedentes que demuestran lo exitoso
que puede ser esta opción de trabajo colectivo.
6. Promoción de micro empresas y empresas comunitarias: Al igual que
en el caso de las acciones de voluntariado, la promoción de la organización
comunal puede incentivar la creación de pequeñas y micro empresas
comunitarias, las cuales pueden desarrollar negocios a partir de la misma
gestión ambiental, en este caso será necesario la coordinación
interinstitucional y la necesaria captación de recursos financieros para
instalaciones, equipamiento y capital de trabajo en general. De igual
manera, en Costa Rica existen ejemplos de organizaciones que incluso
iniciaron como voluntariado y se han ido transformando en pequeñas
empresas que dan soporte en temas como manejo de residuos sólidos
(recolección, separación y hasta reciclaje o preparación para reciclaje) y al
mismo tiempo representan el sustento de muchas familias participantes.
VII. Conclusiones
En Costa Rica, existen las condiciones para promover una gestión
ambiental con un enfoque participativo y comunitario, se puede abordar desde la
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escala comunal y hasta la cantonal, pues existe un respaldo jurídico e
institucional, pero aún falta el fortalecimiento de los procesos que pueden dar
inicio a partir de proyectos piloto, los cuales de una u otra forma ya se han
registrado, pero la continuidad y la sistematización de experiencias no es la mejor.
Las municipalidades por su condición de gobiernos locales son las
instituciones que están llamadas a incentivar y promover acciones de gestión
ambiental bajo un enfoque territorial y con participación ciudadana. Además,
desde su posición en la organización social, son las instituciones que tienen la
capacidad de fortalecer el acercamiento con y entre diferentes instituciones del
aparato estatal que tienen afinidad con temas ambientales de una forma general o
de una forma específica con el manejo de algún recurso natural o bien la gestión
de un factor ambiental en particular en la escala local.
En Costa Rica ya existen procesos exitosos de organización comunitaria
que han desarrollado estrategias de trabajo colectivo entre grupos organizados a
nivel comunitario, de género, o sectores sociales que han logrado complementar el
trabajo que realizan las municipalidades, el AyA, Ministerio de Salud o de
Ambiente en función de un mejor ambiente para todos.
La responsabilidad social y legal que el ciudadano costarricense tiene en
materia ambiental está marcada por muchas acciones básicas a nivel individual, el
consumo racional del agua, el manejo responsable de sus residuos sólidos y el
consumo energético, son temas que se pueden resolver desde el esfuerzo de
cada persona o familia, pero hay acciones que además requieren de un trabajo
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colectivo y que refleje la capacidad de coordinación y esfuerzos con las
instituciones públicas y de éstas con las comunidades directamente vinculadas.
Si bien en Costa Rica existen procesos de divulgación y educación
ambiental, tanto a nivel de la educación formal como informal, así como
programas institucionales y acciones desde la iniciativa privada, con un marco
legal y normativo que busca atender la diversidad de temas vinculados a la gestión
ambiental, lo cierto es que la indiferencia social ante la realidad ambiental, sigue
siendo el principal problema ambiental, pues solamente el involucramiento
participativo, activo y proactivo, puede garantizar que todos los esfuerzos
existentes logren permear en las prácticas rutinarias de la sociedad costarricense.
La Educación Cívica es una de las áreas de la educación general básica
que está llamada a fortalecer los valores y la ética ambiental entre las nuevas
generaciones, pues el tema ambiental al igual que otros aspectos abordados
desde la formación ciudadana tiene que ver con derechos y deberes que todos los
sectores de la sociedad deben asumir ante su ambiente.
VIII. Referencias bibliográficas
Centro de Estudios para el Desarrollo (2000). Gestión Municipal: Políticas, Planes
y Programas Ambientales, Experiencias en los Municipios de Alhué, El
Bosque y Lampa. Chile: Cooperación Técnica ATN/SF – 5922-CH del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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José: Universidad para la Cooperación Internacional (UCI).
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General sobre los procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental
(EIA), del 28 de junio del 2004.
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General Básica y Educación Diversificada. San José: MEP.
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Nota del Autor
*Costarricense, Geógrafo, Licenciado en Manejo y Protección de Recursos
Naturales, Máster en Liderazgo y Gerencia Ambiental, Consultor y Académico de
Escuela de Ciencias Geográficas Universidad Nacional.
e-mail: [email protected]