Globalizacion de La Pobreza

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:: portada :: Otro mundo es posible :: 11-07-2013 La globalización de la pobreza Miguel Romero y Pedro Ramiro Papeles de relaciones ecosociales y cambio global «Somos la primera generación que puede erradicar la pobreza». En el año 2005, en las campañas de promoción de los Objetivos del Milenio, este eslogan expresaba, a costa de olvidar la historia real de las luchas de las generaciones anteriores y las razones por las que no consiguieron vencer, el optimismo autosatisfecho con que se afrontaba entonces en los países del Norte la erradicación de la pobreza del Sur. Porque era obvio que cuando se hablaba de "pobreza" se hacía referencia a otros países y pueblos, los del Sur global. Ocho años después, buena parte de esa "generación" está más preocupada por librarse de la pobreza cercana que por erradicar la lejana. La crisis capitalista que estalló en el año 2008 está transformando el mundo con una radicalidad que sólo tiene parangón en los orígenes del capitalismo. Como diagnosticó Karl Polanyi en su imprescindible La gran transformación: «El mecanismo que el móvil de la ganancia puso en marcha únicamente puede ser comparado por sus efectos a la más violenta de las explosiones de fervor religioso que haya conocido la historia. En el espacio de una generación toda la tierra habitada se vio sometida a su corrosiva influencia». [1 ] El triunfo del neoliberalismo en los años ochenta del siglo pasado dio inicio a una "segunda corrosión", que arrasó las economías de los países del Sur con los planes de ajuste estructural y comenzó una demolición sistemática tanto de los sistemas públicos en los que estaba basado el Estado del Bienestar como de los valores morales asociados a ellos. Al comienzo de la crisis financiera que hoy sufrimos, se hizo célebre una frase del entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, llamando a «refundar sobre bases éticas el capitalismo». Expresaba así los temores de las élites hacia el rechazo social a un modelo económico desnudado por la caída de Lehman Brothers y las tramas ocultas de la financiarización que, en aquel momento, sólo empezaban a emerger. Lamentablemente, esa contestación no llegó a alcanzar ni la fortaleza necesaria ni una expresión política significativa en los países del Centro, con la excepción de la organización Syriza en Grecia. Una vez comprobada la debilidad del adversario, cambió radicalmente el sentido de la "refundación". «Claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando». El lema del multimillonario Warren Buffett, que como tantos otros -George Soros en primer lugar- ejerce de filántropo en los ratos libres con las migajas de sus actividades de especulación financiera, resume la dinámica fundamental de la situación internacional: ciertamente, asistimos a un intento de "refundación del capitalismo", pero no sobre "bases éticas", sino sobre las bases de la lucha de clases y por medio de la acumulación por desposesión -según la expresión de David Harvey- de los bienes comunes y públicos, y de los derechos sociales y las condiciones para una vida digna de la gran mayoría de la población mundial. [2 ] Las políticas de ajuste estructural de los ochenta y noventa en el Sur imperan ahora en la Unión Europea con fundamentos similares y nombres diversos: austeridad, disciplina fiscal, reformas, externalizaciones. page 1 / 13

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    11-07-2013

    La globalizacin de la pobrezaMiguel Romero y Pedro RamiroPapeles de relaciones ecosociales y cambio global

    Somos la primera generacin que puede erradicar la pobreza. En el ao 2005, en las campaasde promocin de los Objetivos del Milenio, este eslogan expresaba, a costa de olvidar la historiareal de las luchas de las generaciones anteriores y las razones por las que no consiguieron vencer,el optimismo autosatisfecho con que se afrontaba entonces en los pases del Norte la erradicacinde la pobreza del Sur. Porque era obvio que cuando se hablaba de "pobreza" se haca referencia aotros pases y pueblos, los del Sur global. Ocho aos despus, buena parte de esa "generacin"est ms preocupada por librarse de la pobreza cercana que por erradicar la lejana.

    La crisis capitalista que estall en el ao 2008 est transformando el mundo con una radicalidadque slo tiene parangn en los orgenes del capitalismo. Como diagnostic Karl Polanyi en suimprescindible La gran transformacin: El mecanismo que el mvil de la ganancia puso en marchanicamente puede ser comparado por sus efectos a la ms violenta de las explosiones de fervorreligioso que haya conocido la historia. En el espacio de una generacin toda la tierra habitada sevio sometida a su corrosiva influencia. [1] El triunfo del neoliberalismo en los aos ochenta delsiglo pasado dio inicio a una "segunda corrosin", que arras las economas de los pases del Surcon los planes de ajuste estructural y comenz una demolicin sistemtica tanto de los sistemaspblicos en los que estaba basado el Estado del Bienestar como de los valores morales asociados aellos.

    Al comienzo de la crisis financiera que hoy sufrimos, se hizo clebre una frase del entoncespresidente francs, Nicolas Sarkozy, llamando a refundar sobre bases ticas el capitalismo.Expresaba as los temores de las lites hacia el rechazo social a un modelo econmico desnudadopor la cada de Lehman Brothers y las tramas ocultas de la financiarizacin que, en aquel momento,slo empezaban a emerger. Lamentablemente, esa contestacin no lleg a alcanzar ni la fortalezanecesaria ni una expresin poltica significativa en los pases del Centro, con la excepcin de laorganizacin Syriza en Grecia.

    Una vez comprobada la debilidad del adversario, cambi radicalmente el sentido de la"refundacin". Claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezadoesta lucha. Y vamos ganando. El lema del multimillonario Warren Buffett, que como tantos otros-George Soros en primer lugar- ejerce de filntropo en los ratos libres con las migajas de susactividades de especulacin financiera, resume la dinmica fundamental de la situacininternacional: ciertamente, asistimos a un intento de "refundacin del capitalismo", pero no sobre"bases ticas", sino sobre las bases de la lucha de clases y por medio de la acumulacin pordesposesin -segn la expresin de David Harvey- de los bienes comunes y pblicos, y de losderechos sociales y las condiciones para una vida digna de la gran mayora de la poblacinmundial. [2] Las polticas de ajuste estructural de los ochenta y noventa en el Sur imperan ahora enla Unin Europea con fundamentos similares y nombres diversos: austeridad, disciplina fiscal,reformas, externalizaciones.

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  • Este es el marco general de la "globalizacin de la pobreza" que es el tema del presente artculo.Llamamos as a la lgica comn que produce y reproduce el empobrecimiento de las personas entodo el mundo, tanto en el Norte como en el Sur. Pero es necesario analizar las diferencias en losprocesos polticos y econmicos creadores de pobreza, en sus consecuencias materiales en la vidade las clases trabajadoras y en las percepciones sociales que se tienen de estos procesos.Mostraremos tambin el rol que, desde los gobiernos de los pases centrales y las institucionesmultilaterales, quiere asignarse al mercado y a las grandes empresas en la erradicacin de lapobreza, as como el papel residual que va a cumplir la cooperacin internacional para el desarrollotras el estallido del crash global.

    Somos conscientes de que las categoras, que utilizaremos indistintamente, Norte/Sur oCentro/Periferia simplifican la realidad, en general, y especialmente en lo que se refiere a lapobreza. Sin duda, hay muchos "Sures", e incluso dentro de un mismo continente hay una enormedistancia poltica y social entre, por ejemplo, Mxico y los pases de la Alianza Bolivariana paraAmrica (ALBA). En los lmites de este texto, trataremos de analizar por qu todava puedensealarse excepciones a esta regla, que an permiten establecer diferencias significativas en eltratamiento que se da a la pobreza en los pases centrales y perifricos. Para ello, partiremos dedatos fiables, entre los que no est, por cierto, el ndice de Desarrollo Humano del PNUD, que en elao 2011 situaba a Chipre en el muy honorable puesto 31 y con tendencia ascendente; por teneruna referencia, Venezuela ocupaba el puesto 71 en la misma clasificacin.

    Entre la pobreza y las "clases medias"

    Segn una interpretacin ampliamente difundida, la crisis capitalista est siguiendo un cursoparadjico que cuestiona los esquemas tradicionales sobre la jerarqua Norte-Sur: mientras que laseconomas del Centro, especialmente la de la Unin Europea, bordean o se hunden en la recesin,las economas perifricas, sobre todo las de los pases llamados "emergentes", mantienen ao trasao altos niveles de crecimiento, por encima del 5% del PIB. Una de las consecuencias de estaasimetra es que la pobreza ha hecho su aparicin en el Norte como un problema polticoimportante, con un gran impacto social, mientras que, a la vez, parecera estar en retroceso en elSur. Frecuentemente, se asocia esta situacin con el estado de las "clases medias", nuevo mantrasociolgico que se ha convertido en el criterio de medida de numerosos fenmenos sociopolticosrelevantes, desde la movilidad social a la crisis de la democracia.

    Hay en estos enfoques datos relevantes que dan cuenta de cambios profundos en la situacininternacional: por ejemplo, la relativa y desigual autonomizacin de los pases del Sur, bajo elliderazgo de aquellos que forman parte de los BRICS -Brasil, India, China y Sudfrica; no cabe incluira Rusia desde ningn punto de vista en la categora "Sur"-, respecto a los "viejos" imperialismos,EEUU y la UE. [3] En lo que se refiere a la lucha contra la pobreza, sin embargo, esta consideracindel contexto internacional es ms que discutible. Empezaremos por el Sur, planteando dos tipos deproblemas: el primero, la valoracin de los logros alcanzados en la erradicacin de la pobreza; elsegundo, el uso y la manipulacin de la categora "clases medias".

    Con la habitual aficin de los polticos del establishment a las cifras redondas, el secretario generalde Naciones Unidas ha contado los mil das que quedan para alcanzar los Objetivos de Desarrollo

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  • del Milenio (ODM) y se ha mostrado extraordinariamente satisfecho de los logros ya alcanzados. Enespecial, porque en los ltimos doce aos 600 millones de personas han salido de la pobrezaextrema, lo que equivale al 50%. El clculo es cuanto menos engaoso: segn el Banco Mundial,en 1990 el 43% de la poblacin mundial viva con menos de 1,25 dlares al da, mientras en 2010esta cifra ha cado al 21%; esta es la reduccin a la mitad a la que se refiere Ban Ki-moon. Pero noinforma ni de las condiciones de extrema pobreza que siguen existiendo cuando se supera labarrera de los 1,25 dlares de ingreso diario -ms del 40% de la poblacin mundial sobrevive conmenos de dos dlares al da-, ni de que cerca de 1.300 millones de personas siguen viviendo pordebajo de ese nivel. Al final, esa reduccin de la pobreza extrema se debe a los grandes pasesemergentes, fundamentalmente a China, y no tiene nada que ver con las polticas y proyectosinspirados en los ODM ni tampoco con la ortodoxia econmica imperante.

    En la presentacin de esta nueva campaa, que tuvo lugar el pasado 2 de abril en la Universidadde Georgetown bajo la marca de Un mundo sin pobreza, el presidente del Banco Mundial, JimYong Kim, afirm: Nos hallamos en un auspicioso momento histrico, en que se combinan losxitos de dcadas pasadas con perspectivas econmicas mundiales cada vez ms propicias paradar a los pases en desarrollo una oportunidad, la primera que jams hayan tenido, de poner fin a lapobreza extrema en el curso de una sola generacin. No puede tomarse en serio un proyecto quetiene como punto de partida una visin tan poco consistente de la situacin internacional, en la quepor cierto no poda faltar la ya habitual coletilla generacional.

    La ingeniera estadstica sobre las "clases medias" merece una mayor atencin. Un reciente estudiopublicado por el Banco Mundial [4] propone un cambio importante en la caracterizacin y medicinde la pobreza: lo ms significativo es el uso del concepto de seguridad econmica, entendidocomo baja probabilidad de volver a caer en la pobreza. De ah nace una nueva categora, lapoblacin vulnerable, una estacin de paso desde la pobreza hasta la entrada en la nueva clasemedia, formada por quienes han alcanzado la seguridad econmica y garantizaran laestabilidad econmica futura. La suma de pobres, vulnerables y clase media supone el 98% de lapoblacin latinoamericana; por tanto, la medida del xito en la lucha contra la pobreza sera unamovilidad social ascendente hacia la clase media. Esto es lo que, segn los autores, estocurriendo, ya que la clase media en Amrica Latina creci y lo hizo de manera notable: de 100millones de personas en 2000 a unos 150 millones hacia el final de la ltima dcada. Nosestaramos acercando, siguiendo esa argumentacin, a un continente de "clases medias" quehabra superado definitivamente el peso determinante de la pobreza.

    Aunque los criterios cuantitativos sean slo unos de los que deben ser tenidos en cuenta en elanlisis de la pobreza, en ocasiones son imprescindibles para concretar los trminos del debate. [5]Si hacemos caso al Banco Mundial, se considera pobres a quienes tienen ingresos inferiores a 4dlares; estos vienen a representar el 30,5% de la poblacin latinoamericana. Las personas quetienen entre 4 y 10 dlares al da seran las "vulnerables", el 37,5% de la ciudadana de AmricaLatina. Por encima de los 10 hasta los 50 dlares de ingreso diario estara la "clase media", el 30%de la poblacin continental. Por ltimo, el 2% restante son los considerados "ricos", que ingresanms de 50 dlares al da. Tomando como referencia el salario mnimo existente en Ecuador, unos300 dlares mensuales, podemos comprobar, en fin, que con un ingreso como este se tendraacceso a la "clase media". No parece, pues, que tal clasificacin sea razonable: lo suyo seraconcluir que, al menos, el 68% de la poblacin latinoamericana es pobre. Y adems, continuandocon la referencia ecuatoriana, vemos que esa "clase media" se compondra, en realidad, detrabajadores con ingresos de entre uno y cinco veces el salario mnimo, es decir, quienes estnentre un frgil escaln por encima la pobreza y el nivel medio-alto de la poblacin asalariada.

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  • Brasil aparece como uno de los principales estandartes utilizados para justificar todo este procesode ascenso de las "clases medias". As, el Gobierno brasileo define como clase media a quienesalcanzan un ingreso per cpita mensual de entre 291 y 1.019 reales, [6] de manera que el 54% dela poblacin del pas pertenecera a esta supuesta "clase media". En la ltima dcada, 30 millonesde personas (el 15% de la poblacin) habran "salido de la pobreza", ya que pasaron a disponercada mes de ingresos superiores a 250 reales. Teniendo en cuenta que en Brasil el salario mnimoes de 678 reales, esta "clase media" tendra unos ingresos que oscilaran entre el 42% y el 150% deun salario mnimo. Con semejantes criterios, parece fcil alardear de que Brasil sea ya un pas de"clases medias", unas "clases medias" cuyos ingresos no permiten siquiera alcanzar una coberturadigna de las necesidades bsicas.

    Es verdad que, para evaluar esta cobertura, tambin hay que tener en cuenta otros factores; sobretodo, la extensin y calidad de los servicios pblicos al alcance de los ciudadanos y, por tanto, elvolumen de gasto social destinado a ellos. Por eso es muy importante tener en cuenta que, encuestiones econmicas bsicas, Brasil, como la gran mayora de los pases del Sur, se somete a laortodoxia dominante: con nueve das del pago de la deuda externa podra cubrirse todo elpresupuesto del programa Bolsa Familia, eje de la poltica asistencial y de la base electoral delpartido gobernante. [7] Si podemos decir que con la crisis capitalista los programas de ajusteestructural han viajado del Sur al Norte, los fundamentos del Estado del Bienestar, por el contrario,no han hecho el viaje desde el Norte hasta el Sur.

    Dice David Harvey que el crecimiento econmico beneficia siempre a los ms ricos.Efectivamente, ellos estn siendo los principales beneficiarios del crecimiento en los pases del Sur,de ah que el incremento del PIB se vea acompaado del aumento sostenido de la desigualdad. Labonanza econmica no est produciendo un incremento de esas ficticias "clases medias", sino demillones de empleos precarios, con bajos ingresos, mnimos derechos laborales y grandes carenciasen servicios sociales. "Trabajos brasileos" se les llama, precisamente, en algunos anlisissociolgicos con sentido crtico. Pero son mucho ms habituales los enfoques afines a las ideas delBanco Mundial, que en sus versiones ms delirantes llegan nada menos que a llamar"neoburguesa" a la "clase media".

    No han terminado los procesos de empobrecimiento en el Sur, pero es cierto que se hanmodificado. Sustancialmente, slo en aquellos pases -como Venezuela- que estn realizando unesfuerzo considerable ms all del incremento de los ingresos de los trabajadores pobres,apostando por el establecimiento de potentes redes pblicas de educacin, vivienda y sanidad. Sinembargo, en la gran mayora de los pases, se ha pasado de la extrema pobreza al empleoextremadamente precario, en un camino que adems tiene vuelta atrs. Si las frgiles expectativasde movilidad social ascendente se quebraran, una posibilidad nada descartable dadas las actualesperspectivas de la economa global, la situacin en el Sur tendera a parecerse ms a lasrevoluciones rabes que a los ficticios parasos de la "clase media".

    Extensin y percepcin social de la pobreza

    En la Unin Europea, antes del estallido de la crisis financiera, 80 millones de personas -el 17% dela poblacin- sobrevivan en la pobreza. En el ao 2010, la cifra haba aumentado hasta los 115

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  • millones de personas (23,1%) y se estimaba que un nmero similar se encontraba en el filo de lanavaja. [8] Pero, para entender la situacin actual, hay que considerar la etapa anterior al crashglobal. Porque si es significativo y alarmante el crecimiento de la pobreza, tambin deba haberlosido que antes de 2008 la pobreza fuera ya una lacra masiva tanto en la Unin Europea como enEspaa, donde entre 2007 y 2010 pas de afectar a 10,8 millones de personas (23,1% de laciudadana) a 12,7 millones (25,5%).

    La extensin de la pobreza es, sin duda, un problema de primera magnitud. Creemos, sin embargo,que no explica por s sola que en cinco aos la pobreza haya pasado de ser considerada por lamayora de la poblacin europea como un problema marginal y ajeno, "invisible", cuyo controlquedaba a cargo de las organizaciones asistenciales y con mnimos subsidios pblicos, a afectar ala situacin y los temores de esa mayora de la ciudadana que se consideraba liberada parasiempre de "caer en la pobreza". Se afirma ahora que la pobreza se ha hecho ms intensa, msextensa y ms cclica. De estas caractersticas hay que destacar la tercera, que indica unatendencia al incremento de la pobreza sin "brotes verdes" en el horizonte, estimulada por laspolticas que se imponen implacablemente en la Unin Europea, sin alternativas crebles a medioplazo. La pobreza se ha hecho "visible" en la UE no slo porque haya ms pobres, sinofundamentalmente porque se ha masificado la conciencia del riesgo de caer en la pobreza. [9]

    Diagnosticar el problema como una "crisis de las clases medias" es una simplificacin que nopermite entender ni las causas de la crisis actual ni las condiciones bsicas para revertir esatendencia al empobrecimiento. Tambin en los pases del Norte este es un concepto manipulable yfundamentalmente subjetivo: un mileurista era hace unos pocos aos el smbolo de la precariedad,hoy sera considerado un miembro ms de la "clase media". Es ms til considerar en su conjuntolos elementos principales, bien conocidos, que han ido produciendo la corrosin de la "seguridadsocial", con minscula, caracterstica fundamental del Estado del Bienestar: el paro masivo, delarga duracin y con subsidios decrecientes; el incremento de los "trabajadores pobres" porque eltrabajo precario y sometido al poder patronal ya no asegura ingresos suficientes para una vidadigna; los recortes drsticos en el empleo en la administracin y en los servicios pblicos, queamenazan al funcionariado; el riesgo de no poder hacer frente a las deudas contradas en la etapaanterior, que permitieron una burbuja de alto consumo en las clases trabajadoras pese a latendencia generalizada a la cada de los salarios desde los aos noventa; el deterioro de la calidadde la sanidad y la educacin, y el aumento de los pagos a cargo de los usuarios que sirven paraavanzar en su privatizacin.

    Todo este conjunto de medidas responde a una lgica comn que es el principio fundamental de laeconoma poltica neoliberal: la reduccin sistemtica del coste directo e indirecto de la fuerza detrabajo. En condiciones de relaciones de fuerzas muy favorables para el capital, eso terminadesgarrando las redes de seguridad que constituan la base de estabilidad del sistema. Es aqu, enla debilidad de las clases trabajadoras, incluso aquellas que consideraban un logro garantizado elempleo estable de calidad, con sanidad y enseanza bsica pblicas y gratuitas y jubilacin encondiciones dignas, donde ha nacido el pnico a la pobreza y, al mismo tiempo, la impotencia parahacerle frente. Y es que, a diferencia de la situacin en muchos pases perifricos, donde conindependencia de la orientacin poltica de los gobiernos se ponen en marcha polticas focalizadasen la pobreza -habitualmente por razones de gestin de conflictos y construccin de clientelaselectorales, muy alejadas de la idea de solidaridad-, en los pases del Centro, y particularmente enla UE, las polticas que se aplican siguen sometidas a la "regla de oro" de privilegiar los interesesdel capital sobre las necesidades de la poblacin, tratando la atencin social a la poblacinempobrecida como un lastre y recortando sistemticamente los fondos destinados a ella. En este

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  • contexto, que el ao 2010 haya sido etiquetado como el Ao Europeo de Lucha contra la Pobrezay la Exclusin Social no deja de ser un sarcasmo.

    Desde los primeros estudios de los conflictos sociales caractersticos de la sociedad capitalista, seha considerado un rasgo fundamental de la clase obrera la "inseguridad" en las condiciones devida. Cuando, gracias a las polticas propias del Estado del Bienestar, pareci que estacaracterstica desapareca para una gran parte de la poblacin trabajadora, la categora de "clasemedia" cumpli la funcin de certificar esa nueva situacin: Hemos dejado de ser clasetrabajadora, vino a decirse entonces. El neoliberalismo desarroll con xito una demonizacin dela clase obrera, segn la expresin de Owen Jones en su excelente reportaje Chavs, [10] tratandoa esta como un grupo social en declive, cuyos ingresos no provienen del trabajo sino de lossubsidios pblicos.

    Generalizando la inseguridad social y aproximando la amenaza de la pobreza, la crisis estdebilitando estas barreras ideolgicas que fragmentaban el tejido social de las clases trabajadoras.Pero no caern si no se enfrentan a alternativas que comprendan que slo puede lucharseeficazmente por la erradicacin de la pobreza venciendo a quienes la producen.

    Mercado y empresas para "luchar contra la pobreza"

    El capital, las ideas, las buenas prcticas y las soluciones se extienden en todas direcciones. [11]Sumidos en una crisis econmica, ecolgica y social como nunca antes haba conocido elcapitalismo global, estamos asistiendo al final de la "globalizacin feliz" y a la demolicin de la bellepoque del neoliberalismo. [12] Pero las grandes corporaciones y los think tanks empresarialesinsisten en no darse por aludidos; lejos de cuestionar su responsabilidad en el actual colapso delsistema socioeconmico y en la crisis civilizatoria, las empresas transnacionales vuelven apresentarse como el motor fundamental del desarrollo y la lucha contra la pobreza. Segn elpensamiento hegemnico, la gran empresa, el crecimiento econmico y las fuerzas del mercadohan de ser los pilares bsicos sobre los que sustentar las actividades socioeconmicas de cara acombatir la pobreza. Eludiendo su responsabilidad en el origen de la crisis sistmica que hoysufrimos, as como el hecho de que ellas estn siendo precisamente las nicas beneficiarias del crack, las grandes corporaciones nos proponen ms de lo mismo: que el fomento de la actividadempresarial, la iniciativa privada y el emprendimiento innovador sean los argumentosfundamentales para la "recuperacin econmica".

    Esta reorientacin empresarial consiste en aplicar, junto con una tctica defensiva basada en el marketing, una estrategia ofensiva para pasar de la retrica de la "responsabilidad social" a laconcrecin de la "tica de los negocios" en la cuenta de resultados mediante toda una serie detcnicas corporativas. Y su objetivo no es el de atajar las causas estructurales que promueven lasdesigualdades sociales e imposibilitan las condiciones para vivir dignamente a la mayora de lapoblacin mundial, sino gestionar y rentabilizar la pobreza de acuerdo a los criterios del mercado:beneficio, rentabilidad, retorno de la inversin. Es lo que hemos denominado pobreza 2.0 yconstituye uno de los negocios en auge del siglo XXI. [13] En los pases del Sur global, por un lado,eso se traduce en el deseo del "sector privado" de incorporar a cientos de millones de personaspobres a la sociedad de consumo; en el Norte, por otro, significa la no exclusin del mercado de la

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  • mayora de la poblacin, una cuestin central ante el creciente aumento de los niveles de pobrezaen las sociedades occidentales como consecuencia de las medidas econmicas que se estnadoptando para "salir de la crisis".

    Ya es hora de que las corporaciones multinacionales miren sus estrategias de globalizacin atravs de las nuevas gafas del capitalismo inclusivo, escriban hace diez aos los gursneoliberales que llamaban a las grandes empresas a poner sus ojos en el inmenso mercado queforman las dos terceras partes de la humanidad que no son "clase consumidora". Las compaascon los recursos y la persistencia para competir en la base de la pirmide econmica mundialtendrn como recompensa crecimiento, beneficios y una incalculable contribucin a la humanidad,decan entonces. [14] Hoy, las corporaciones transnacionales han asumido plenamente estadoctrina empresarial y han puesto en marcha una variada gama de estrategias, actividades ytcnicas que tienen como objetivo que las personas pobres que habitan en los pases del Sur seincorporen al mercado global mediante el consumo de los bienes, servicios y productos de consumoque suministran estas mismas empresas. "Responsabilidad social", "negocios inclusivos" en "labase de la pirmide", "inclusin financiera", "alfabetizacin tecnolgica" y, en definitiva, todasaquellas vas que permitan lograr el acceso a nuevos nichos de mercado se justifican con elargumento de que van a contribuir al "desarrollo" y la "inclusin" de las personas pobres. Pero,como recalc Evo Morales en la ltima Cumbre Unin Europea-CELAC, cuando nos sometemos almercado hay problemas de pobreza; problemas econmicos y sociales, y la pobreza siguecreciendo.

    Al mismo tiempo, en los pases centrales, donde tambin estn aumentando los niveles de pobrezay desigualdad, en vez de emplear los recursos pblicos en polticas econmicas y sociales quepudieran poner freno a esa situacin, las instituciones que nos gobiernan no se han salido de laortodoxia neoliberal y han emprendido toda una serie de contrarreformas que van a contribuir aaumentar el empobrecimiento de amplias capas de la poblacin. Y las grandes empresas, en estecontexto, estn rediseando sus estrategias para no perder cuota de mercado: En Madrid, Londreso Pars tambin hay favelas, aunque no se llamen as, sostiene un experto brasileo en "la base dela pirmide", es un mercado creciente que compone la nueva clase media con poder deconsumo. [15] Gigantes como Unilever, por ejemplo, ya estn pensando en trasladar aquestrategias que antes probaron que funcionaban en pases del Sur. [16] Pero, aunque algunasmultinacionales estn viendo cmo aplicar en Europa la lgica de los "negocios inclusivos", lamayora de las grandes corporaciones ha optado por no innovar demasiado cuando lo que se trataes de seguir incrementando los beneficios: la continuada presin a la baja sobre los salarios [17] yla expansin de la cartera de negocios a otros pases y mercados han sido, hasta el momento, lasvas preferidas por las empresas para continuar con sus dinmicas de crecimiento y acumulacin.

    La tendencia a considerar el incremento del crecimiento econmico como la nica estrategiaposible para la erradicacin de la pobreza se ha visto reforzada desde que estall la crisisfinanciera. Con el actual escenario de recesin, las grandes corporaciones pretenden incrementarsus volmenes de negocio y ampliar sus operaciones en las regiones perifricas para ascontrarrestar la cada de las tasas de ganancia en Europa y EEUU. Por su parte, los gobiernos de lospases centrales abogan por un aumento de las exportaciones y de la internacionalizacinempresarial como forma de "salir de la crisis". Segn la doctrina neoliberal, la expansin de losnegocios de estas compaas a nuevos pases, sectores y mercados redundar en un incrementodel PIB y, por consiguiente, en una mejora de los indicadores socioeconmicos, fundamentalmenteen el aumento del empleo. La nica solucin posible para superar la crisis y volver a crear puestosde trabajo es recuperar el crecimiento econmico, resume el presidente de La Caixa, quien para

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  • lograrlo propone buscar nuevas fuentes de ingresos, disear nuevos productos y abrir nuevosmercados. [18]

    A pesar de que las afirmaciones acerca de una correlacin directa entre el crecimiento del PIB y losavances en trminos de desarrollo humano no resistiran ningn anlisis serio, la idea de quecrecimiento econmico es equivalente a desarrollo se ha hecho dominante en el discurso de la"lucha contra la pobreza". De esta manera, las referencias al crecimiento de las economasnacionales -cuantificadas exclusivamente a travs del aumento del PIB- como va para lasuperacin de la pobreza no solo forman parte de toda la arquitectura discursiva de la agendaoficial de desarrollo, sino que adems se estn pudiendo llevar a la prctica mediante la asignacinde medios y recursos pblicos para las estrategias de fomento de la actividad empresarial y de los"negocios inclusivos". Esto es as porque las principales agencias de cooperacin y los gobiernos delos pases del Centro, as como los organismos multilaterales, las instituciones financierasinternacionales e incluso muchas ONGD, avalan este discurso y trabajan por incorporar al "sectorprivado" en sus estrategias de desarrollo.

    De la cooperacin internacional a la filantropa empresarial

    La cooperacin para el desarrollo, en tanto que poltica pblica de solidaridad internacional,difcilmente encuentra encaje en este marco. Y es que, en las contrarreformas estructurales que seimponen en la actualidad, la cooperacin internacional no est teniendo un destino diferente al delresto de los servicios pblicos: la privatizacin y la mercantilizacin. No puede decirse que en losltimos aos se haya provocado un cambio de rumbo en la senda emprendida por los principalesorganismos y gobiernos que lideran el sistema de cooperacin internacional, sino ms bien locontrario: en el marco de la bsqueda de alternativas neoliberales para huir hacia delante con laactual situacin, la crisis ha llevado a que toda la renovada orientacin estratgica de lacooperacin para el desarrollo se refuerce y cobre an ms sentido.

    Por eso, estamos asistiendo a una profunda reestructuracin de la arquitectura del sistema deayuda internacional con vistas a reformular el papel que han de jugar, tanto en el Norte como en elSur, los que se considera que son los principales actores sociales -grandes corporaciones, Estados,organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil- en las estrategias de "luchacontra la pobreza". La hoja de ruta para los prximos tiempos parece clara: otorgar la mximaprioridad al crecimiento econmico como estrategia hegemnica de lucha contra la pobreza,considerar al sector empresarial como agente de desarrollo en las lneas directrices de lacooperacin, reducir los mbitos de intervencin estatal a determinados sectores poco conflictivosy limitar la participacin de las organizaciones sociales en las polticas de cooperacin para eldesarrollo. [19]

    Ya no es posible seguir exportando tanta solidaridad, las circunstancias han cambiado y loscompromisos contra la pobreza han de reorientarse hacia nuestro territorio. Eso afirmaba elpasado mes de septiembre el consejero de Justicia y Bienestar Social de la Generalitat Valenciana,Jorge Cabr, para justificar la decisin de su Gobierno de poner fin a las polticas de cooperacininternacional. Es slo un ejemplo de cmo, siguiendo una lnea argumental similar, tanto elGobierno central como la mayora de las administraciones autonmicas y municipales del Estado

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  • espaol eliminaron o redujeron drsticamente sus presupuestos para cooperacin al desarrollo en2012. Y para este ao, lejos de augurarse una recuperacin -cierto es que existen algunasexcepciones a esta tendencia generalizada-, caminamos en la misma direccin: como hadenunciado la Coordinadora de ONG para el Desarrollo, a los 1.900 millones de euros que serecortaron el pasado ao se le sumarn este otros 300 millones ms. Con todo ello, la Ayuda Oficialal Desarrollo (AOD) espaola pasar a suponer solamente el 0,2% de la renta nacional bruta, lo quenos retrotrae a niveles de principios de los noventa. Fue un error perseguir el 0,7%, dice ahora elsecretario de Estado de Cooperacin y para Iberoamrica, Jess Gracia, renunciando as a la quedesde hace dos dcadas ha sido una de las reivindicaciones fundamentales de las ONGD en elEstado espaol y que los sucesivos ejecutivos se haban comprometido a cumplir firmando el Pactode Estado contra la Pobreza.

    En los aos ochenta y noventa, la cooperacin internacional contribuy a apoyar el Consenso deWashington y las reformas estructurales que posibilitaron la expansin global de las grandescorporaciones que tienen su sede en los principales pases donantes de AOD. Hoy, la cooperacin aldesarrollo ya no cumple un papel fundamental para la legitimacin de la poltica exterior del pasdonante, como lo vena haciendo hasta el comienzo de la crisis financiera. Aunque an puedeseguir desempeando un rol secundario en la proyeccin de imagen internacional, su funcinesencial es la de asegurar los riesgos y acompaar a estas empresas en su expansin global, ascomo contribuir a la apertura de nuevos negocios y nichos de mercado con las personas pobres quehabitan en "la base de la pirmide".

    En el caso que nos toca ms de cerca, todo ello se articula en torno a la famosa marca Espaa, unproyecto para atraer capitales transnacionales a nuestro pas -con EuroVegas como modelobandera- y fomentar la internacionalizacin de las empresas espaolas: en palabras de Jos ManuelGarca-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores y Cooperacin, los intereses de Espaa en elexterior son en gran medida intereses econmicos y tienen a las empresas como protagonistas.Esto se constata, sin ir ms lejos, en el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores yCooperacin para este ao, en el que se observa que la partida de cooperacin para el desarrolloha disminuido el 73% entre 2012 y 2013 mientras, en el mismo periodo, han subido el 52% losfondos para la accin del Estado en el exterior a travs de sus embajadas y oficinas comerciales. [20]

    Nos hemos habituado a escuchar con frecuencia, en el discurso oficial, una frase que se repite amodo de justificacin: Bastante tenemos con la pobreza de aqu como para preocuparnos de la deotros sitios. Es evidente que los ltimos gobiernos espaoles, tanto el actual como el anterior, hanincumplido una y otra vez sus compromisos sobre la cooperacin internacional y la lucha contra lapobreza a nivel mundial. [21] Y a la vez, no es verdad que, a cambio, se estn destinando msfondos para afrontar la extensin de la pobreza en nuestro pas. Aqu y ahora, esa labor se estdejando en manos de algunas ONG y de las grandes empresas, recuperando la obra social, lacaridad y la filantropa como forma de paliar las crecientes desigualdades. Mientras crece ladesigualdad a marchas forzadas -desde 2007, la diferencia entre el 20% ms rico y el 20% mspobre en Espaa ha subido un 30%-, [22] resurge con fuerza la filosofa del "neoliberalismocompasivo", basada en la idea de que pueden paliarse la pobreza y el hambre aportando "lo quenos sobra".

    Cada vez ms gente de la que imaginas necesita ayuda en nuestro pas, deca Cruz Roja en sus

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  • anuncios para el ltimo Da de la Banderita, poniendo el foco en la pobreza "local". Cuentaconmigo contra la pobreza infantil, ese era el lema de la pasada campaa navidea de La Caixa ySave the Children, aadiendo lo de "infantil" para darle un toque adicional de sentimentalismo. Ytenemos muchos ms ejemplos de cmo las grandes corporaciones estn intentando reapropiarsede las buenas intenciones y de la solidaridad de una ciudadana cada vez ms preocupada por elincremento de la pobreza y el hambre: desde la filantropa de Amancio Ortega, patrn de Inditex ytercer hombre ms rico del planeta, que ha donado 20 millones de euros a Critas (el 0,05% de sufortuna), hasta los spots tipo siente a un pobre a su mesa que han publicitado diferentes ONGD, [23] pasando por el auge de los bancos de alimentos, a los que han anunciado donaciones grandesempresas como Mercadona o Repsol. Hace aos, la "solidaridad de mercado" se meda en base aldinero recaudado en los telemaratones, hoy parece computarse a partir de la cantidad de bolsas decomida que pueden donarse a las organizaciones asistencialistas.

    Repensando el modelo de desarrollo

    No es una crisis, es una estafa, gritan los manifestantes que protestan por la privatizacin de lasanidad, la educacin y el agua. Y efectivamente, no hay otro nombre mejor para explicar el hechode que los grandes capitales privados estn saliendo reforzados de la crisis mientras, por elcontrario, la mayora de mujeres y hombres van perdiendo empleo y vivienda, sanidad y educacin,pensiones y derechos sociales conquistados en el ltimo siglo. En este contexto, los cambiossustanciales para luchar contra la pobreza slo pueden darse confrontando, en alianza con lasorganizaciones polticas y sindicales y con los movimientos sociales emancipadores, a las reformaseconmicas y los ajustes estructurales que cada da producen y reproducen un mayorempobrecimiento.

    Ante el desmantelamiento de la cooperacin como poltica pblica de solidaridad internacional, lanica forma de no perder ese sentido solidario que ha presidido las actividades de muchasorganizaciones espaolas de cooperacin internacional en las dos ltimas dcadas es trabajar, aquy ahora, en la formulacin y puesta en prctica de una agenda alternativa de desarrollo en la que lacooperacin solidaria se entienda como una relacin social y poltica igualitaria, articulada con lasluchas y los movimientos sociales emancipadores. No podemos pensar que vamos a aliviar lapobreza con lo que nos sobra, hace falta otro programa poltico. Trabajando en la construccin dealternativas solidarias que pueden contribuir a la resistencia social frente a los procesos deempobrecimiento y, en un futuro, a ganar fuerza para revertirlos, es decir, para cambiar de raz laeconoma poltica dominante, tutelada por la dictadura de la ganancia. En eso estamos.

    Miguel Romero es editor de la revista VIENTO SUR y Pedro Ramiro es coordinador del Observatoriode Multinacionales en Amrica Latina (OMAL) - Paz con Dignidad.

    Este artculo ha sido publicado en la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, n121, 2013, pp. 143-156. Ver en lnea : PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global, n 121,2013

    Documentos adjuntos

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  • - la_globalizacion_de_la_pobreza_papeles-ecosocial_121_.pdf (PDF - 84.6 KB )

    Notas:

    [1] K. Polanyi, La gran transformacin, La Piqueta, Madrid, 1989, p. 66.

    [2] D. Harvey ha desarrollado recientemente las modalidades de esta acumulacin, como puedeverse en esta entrevista de E. Boulet al gegrafo britnico: El neoliberalismo como "proyecto declase", Viento Sur (web), 8 de abril de 2013.

    [3] No es el tema central de este artculo, pero dejemos claro que no hay nada que lamentar enesto que podramos llamar "desoccidentalizacin", por ms problemtica que sea la nueva relacinde fuerzas a nivel global desde el punto de vista de los intereses de las mayoras sociales.

    [4] F. H. G. Ferreira, J. Messina, J. Rigolini, L. F. Lpez-Calva, M. A. Lugo y R. Vakis, La movilidadeconmica y el crecimiento de la clase media en Amrica Latina. Panorama general, Banco Mundial,Washington, 2013.

    [5] Los principales datos que aqu vamos a citar estn tomados de J. L. Berterretche, Lostramposos delirios de los tecncratas del Banco Mundial, Viento Sur (web), 8 de abril de 2013.

    [6] El tipo de cambio es de 1 real = 0,38 euros. El salario mnimo en Brasil es de 678 reales, portanto, unos 257 euros.

    [7] El 42% del presupuesto federal brasileo se destina al pago de la deuda pblica. Lospresupuestos de educacin y sanidad equivalen solamente al 8% y 10%, respectivamente, de estaenorme sangra de los fondos pblicos.

    [8] As lo recoga el diario El Pas, 30 de marzo de 2013, pp. 4-5.

    [9] Diferentes estudios alertan de ello: Intermn Oxfam, por ejemplo, en Crisis, desigualdad ypobreza (Informe n 32, 2012), pronostica que en Espaa pasaremos de tener 12,7 millones depobres (27% de la poblacin total) en 2012 a 18 millones (38%) en 2022.

    [10] O. Jones, Chavs. La demonizacin de la clase obrera, Capitn Swing, Madrid, 2012.

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  • [11] Eso afirma el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, Visin 2050.Una nueva agenda para las empresas, Fundacin Entorno, 2010).

    [12] R. Fernndez Durn, La quiebra del capitalismo global: 2000-2030. Preparndonos para elcomienzo del colapso de la civilizacin industrial, Libros en Accin, Virus y Baladre, 2011.

    [13] Hemos desarrollado ampliamente estas ideas en: M. Romero y P. Ramiro, Pobreza 2.0.Empresas, estados y ONGD ante la privatizacin de la cooperacin al desarrollo, Icaria, Barcelona,2012.

    [14] C. K. Prahalad y S. L. Hart, The fortune at the bottom of the pyramid, Strategy and Business,n 26, 2002.

    [15] En Madrid hay favelas aunque no se llamen as, El Pas, 3 de septiembre de 2012.

    [16] En Indonesia, vendemos dosis individuales de champ a dos o tres cntimos y an asobtenemos un beneficio decente, afirma un ejecutivo de la compaa en La pobreza regresa aEuropa, Pblico, 27 de agosto de 2012.

    [17] En este ao, por primera vez los excedentes empresariales (46,1%) han superado a las rentassalariales (44,2%) en el cmputo del PIB espaol.

    [18] I. Fain, Crecer para dirigir, El Pas, 2 de noviembre de 2011.

    [19] G. Fernndez, S. Piris y P. Ramiro, Cooperacin internacional y movimientos socialesemancipadores: Bases para un encuentro necesario, Hegoa, Universidad del Pas Vasco, Bilbao,2013.

    [20] CONGDE, Anlisis y valoracin de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-Espaa delproyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2013, 8 de octubre de 2012.

    [21] Plataforma 2015 y ms, Espaa lidera la reduccin de la Ayuda Oficial al Desarrollo y lleva lacifra de cooperacin a su mnimo histrico, 3 de abril de 2013.

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  • [22] Critas, Desigualdad y derechos sociales. Anlisis y perspectivas, Fundacin Foessa, 2013.

    [23] Accin contra el Hambre, por ejemplo, nos invitaba a dar un donativo por cada "mensolidario" que consumiramos en uno de los Restaurantes contra el hambre que formaban partede la campaa; en una lnea similar, Intermn Oxfam nos llamaba a sentarnos en su Mesa para7.000 millones.

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