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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
Una lección viva del perdón
Escritura: Filemón 1-3
Código: 57-1
John MacArthur
Esta mañana vamos a comenzar con un estudio de un nuevo libro en el Nuevo Testamento, el
libro de Filemón. Y quiero que abra su Biblia en este libro. Es un libro muy breve, un capítulo,
25 versículos, una lección acerca del perdón. El libro pequeño de Filemón, para aquellos de
ustedes que están ahí buscándolo en el índice de su Biblia, se encuentra entre Tito y
Hebreos.
De todas las cualidades humanas que hacen de los hombres en algún sentido como Dios,
ninguna es más divina que el perdón. Dios es un Dios de perdón. De hecho, en Éxodo
capítulo 34, Dios se identifica a sí mismo de esa manera. Versículo 6 dice: “después, Jehová
pasó frente a él y proclamó,” este es el Señor hablando de sí mismo, “Jehová, Jehová Dios,
misericordioso y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda
misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.” Él dice: “Yo soy
el Dios del perdón. Ese soy Yo.” Salomón dijo: “honra del hombre es pasar por alto la ofensa,”
Proverbios 19:11. El hombre nunca es más como Dios como cuando él perdona.
Ahora, el tema del perdón obviamente se encuentra a lo largo de las Escrituras y se enfatiza.
Pero hay algunos puntos enfatizados en los cuales vemos el perdón de Dios subrayado. Uno
de ellos, quizás el más conocido, es la historia del hijo pródigo de Lucas 15. Sólo voy a hacer
referencia al mismo porque sé que usted conoce bien la historia.
Un padre que tenía dos hijos y uno de sus hijos estaba cansado de estar en la casa del padre
y quería ir y vivir sólo y llevarse toda su herencia. Y así lo hizo, se fue de la casa, desperdició
todo su dinero en el pecado. Y después, cuando llegó al punto bajo de la vida, quiso regresar
y sólo ser un siervo en la casa de su padre, porque ser un siervo en la casa de su padre sería
mejor que ser lo que se había convertido.
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Ese hijo no era diferente de muchos hijos - avaro, ansioso por tener sus manos en las
riquezas que él no se había ganado, tan insensato en términos humanos en la manera en la
que él usó el dinero en una vida disoluta, con aquellos que lo explotaron y lo dejaron en la
miseria cuando se le acabó el dinero. Pero lentamente, él llegó a entender lo que había
pasado porque estaba muriéndose de hambre en una pocilga que realmente reflejaba su vida.
Y después, vino el despertar. Él dijo: “los siervos de mi padre viven mucho mejor que yo, me
levantaré e iré a mi padre.”
Parece en la historia del hijo pródigo que el joven no esperaba perdón. Él sólo esperaba algún
tipo de tolerancia suave. Lo único que quería era la oportunidad de decirle a su padre: “he
sido un vago y yo simplemente no soy digno de ser llamado ya tu hijo, pero podrías hacerme
tu esclavo y sé que he desperdiciado, he perdido todo para ser un hijo, pero, ¿que podría ser
tan sólo un esclavo? Lo único que quiero es un techo sobre mi cabeza y lo único que quiero
es una mejor comida que la comida de los cerdos. Entonces, él comenzó a ir de regreso. Y es
entonces que Jesús nos enseña cómo perdonar.
El padre ni siquiera se esperó a que el hijo llegará allí. Él corrió al hijo cuando lo vio en la
distancia. Sus palabras no fueron groseras. La Biblia dice que cayó sobre su cuello y lo besó
repetidamente. Y entonces, Jesús nos dice cómo es el corazón del perdón. Está dispuesto, es
pronto a perdonar, no lento. Ni siquiera espera a que el pecador llegue. De hecho, cuando
usted lo ve que se acerca desde lejos, usted corre a encontrarlo y lo abraza y lo besa. Y
cuando él comienza a decir “lo siento,” difícilmente escucha eso, ni siquiera le da tiempo para
terminar. Usted, simplemente lo abraza y lo ama, le da el mejor atuendo, le coloca un anillo en
su dedo, saca la mejor comida del congelador, cocina la mejor comida que usted puede
preparar, prende la música, se regocija con sus amigos y orgullosamente lo invita a que todo
el mundo venga la celebración de su hijo que ha regresado. Así es como Dios perdona. Así es
como Él quiere que nosotros perdonemos.
El Señor nos advierte también a partir de esa historia del hijo pródigo que un perdón así no va
a ser valorado. Un perdón así va a ser malentendido. Usted pregunta cómo eso es posible.
Bueno, usted recordará, no es cierto, que él dijo que no fue en ningún lugar no valoró esto en
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absoluto y estaba enojado con su padre por ser tan perdonador. Y hay muchos hijos que
están en cierta manera en la casa, quienes se enojan y lo van a llamar necio por un perdón
tan torpe y le van a decir que debería mandarlo de regreso a la posibilidad donde él
pertenece. Pero el padre perdonador sólo puede decir que él ama y que él siempre amará
inclusive al que no merece el perdón.
A partir de esa historia, aprendemos cómo es que Dios perdona, de manera dispuesta, total,
generosa. Y es sorprendente que en base de eso que cuando Jesús nos enseñó a orar, las
mejores palabras en las que Él podía pensar para nosotros, que tenemos una necesidad tan
grande de ser perdonados, fueran las palabras: “perdona nuestras deudas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” Esas palabras realmente colocan nuestros pies
en el fuego. Nos dice que el perdón de Dios hacia nosotros se basa en nuestro perdón a
otros.
Santiago lo expresó de esta manera en el capítulo 2, versículo 13: “habrá juicio sin
misericordia para aquellos que no han sido misericordiosos.” O, tomándolo en una nota
positiva, las bienaventuranzas dicen: “bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
recibirán misericordia.” ¿Quiere misericordia? Extiéndala. ¿Quiere perdón? Extiéndalo. Y
perdone como Dios, porque usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted perdona.
Escuche de nuevo las palabras de Jesús en la oración de Sus discípulos de Mateo. Mateo lo
dice de esta manera: “y perdona nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado
a nuestros deudores.”
Y después, él dice, “porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, vuestro Padre
celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, entonces
vuestro Padre no perdonará vuestras transgresiones.” Usted no perdona, usted no es
perdonado.
Ahora, cuando Pablo estuvo en su primer encarcelamiento romano, él escribió varias cartas.
Estas son Efesios, Colosenses y Filipenses. Llamamos a esas las epístolas de la prisión,
porque fueron escritas desde la prisión. Un encarcelamiento del cual Pablo fue liberado más
tarde; y después, otro encarcelamiento en el cual él habría sido martirizado.
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Pero el primer encarcelamiento en Roma fue la ocasión en la que Pablo escribió estas
epístolas bien conocidas. Particularmente, nos interesan Efesios y Colosenses porque están
relacionadas con esta pequeña carta de Filemón. Tanto en Efesios como en Colosenses hay
un énfasis fuerte en el tema del perdón. Quiero mostrarle eso, así que tome su Biblia por tan
sólo un momento y acompáñeme a Efesios capítulo 4, versículo 32. Y aquí, el apóstol Pablo
les dice a los creyentes efesios y claro, esta fue una carta circular que fue por toda Asia
Menor. Pero él les dice a todos ellos y a nosotros: “antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos,” y aquí está el mismo principio, “perdonándoos unos a otros, así como Dios
en Cristo también nos ha perdonado.”
En Colosenses, capítulo 3, esta carta escrita a la Iglesia en Colosas y también circulada a la
Iglesia en Laodicea, y sin duda alguna a otras, capítulo 3, versículo 13, él dice: “debemos
estar soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros. Si alguno tuviere queja contra
otro, así como el Señor os ha perdonado, así también vosotros.”
Ahora, si usted une todo esto, usted llega a tener la idea tan clara que Dios es un Dios
perdonador y ustedes tienen que ser personas perdonadoras. Eso es básico. De hecho, Dios
lo ha perdonado a usted y así también usted debe perdonar. Ese es un principio. El otro es
que Dios lo perdonará a usted si usted perdona.
Entonces, por un lado, las Escrituras dicen que Dios lo ha perdonado a usted, por lo tanto,
perdone. Y, por otro lado, las Escrituras dicen que, si usted no perdona, Dios no lo perdonará
a usted y usted habrá violado la relación de comunión que usted podría disfrutar con Dios. El
Señor ha perdonado todos nuestros pecados, y, por lo tanto, Pablo dice, debemos
perdonarnos unos a otros. Y si no lo hacemos, seremos disciplinados por Dios. Ése es el
mensaje simple y claro.
Ahora, este principio es presentado en una perspectiva muy clara en Mateo 18. Y quiero
llevarlo ahí y vamos a hacer todo esto para llegar a Filemón. Quiero mostrarle en Mateo 18
cómo es que este principio es ilustrado en una parábola. Y usted la conoce si usted estuvo en
nuestro estudio de Mateo. Mateo 18, Pedro le dice el Señor en el versículo 21: “Señor,
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¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” El rabino dijo
tres. Entonces, Pedro pensó que estaba siendo muy generoso. Jesús dijo en el capítulo 22 de
Mateo 18: “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” En otras
palabras, perdona tantas veces como alguien peca contra ti. Simplemente, continúa
perdonando de manera interminable.
Y después, él cuenta una parábola que presenta el punto. Y es una palabra que presenta a
Dios y el pecador. El rey en la parábola es Dios. El hombre que le debe la deuda grande es el
pecador. Versículo 23: “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey,” este es Dios,
“que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado
uno que le debía diez mil talentos.” Esta es una deuda impagable, una deuda enorme que él
nunca podría pagar. “A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e
hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.” La deuda era demasiado, algo que
no podía pagar. Pero si todas estas personas eran vendidas a la esclavitud, por lo menos el
rey podría obtener algo. El hombre, obviamente lo había defraudado. Probablemente, uno de
esos siervos, quien era un recaudador de impuestos y quien estaba a cargo de grandes
cantidades de dinero y había defraudado al rey; y ahora, lo había perdido todo y no tenía
medio para pagar. Y él dijo: “bueno, si no puedo recibir lo que me debe, voy a obtener lo que
pueda. Y entonces, vendan a toda su familia a la esclavitud y por lo menos, denme eso.”
“Entonces aquel siervo,” versículo 26, “postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia
conmigo, y yo te lo pagaré todo.” Él tenía el corazón correcto, él tenía un espíritu dispuesto,
aunque él no podía haberlo hecho, su intención era correcta. “El señor de aquel siervo,
movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.” Este es Dios y el pecador. Cuando el
pecador viene delante de Dios y está convencido por su deuda impagable, él está convencido
de su pecado, Dios le dice: “no tiene medios para pagarme, debes ser enviado al infierno,
debes pagar lo que puedas, aunque nunca podrías pagarme lo que me debes.” Y eso es lo
que es el infierno, por cierto, es pasar la eternidad pagando lo que usted podría pagar, lo cual
nunca paga la deuda de manera total que usted debe porque usted ha afrentado a Dios de
una manera tan grande como alguien que rechazo a Su Hijo.
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Pero este rey es compasivo y cuando ve la disposición del hombre, él le perdona la deuda.
Ahora, aquí viene el punto. El esclavo salió, acababa de ser perdonado, “pero saliendo aquel
siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios;” esta es una deuda de 100
días de salario, no es una deuda grande, “y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo
que me debes.” Y la gente que estaba escuchando a Jesús contar la historia, en este punto
habría estado totalmente enojada.
“Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y
yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la
deuda.” Esto es impensable. Aquí está un hombre a quien se le ha pagado una deuda
inmensa, quien se voltea y no quiere perdonarle a alguien una deuda pequeña. “Viendo sus
consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que
había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te
perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como
yo tuve misericordia de ti?”
Y aquí está ese principio. ¿Quiere misericordia de Dios?, muestre misericordia. ¿Quiere
perdón de Dios?, sea perdonador. “Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos,
hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no
perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”
Hombre, qué historia. ¡Qué historia! La parábola es tan severa que hay muchas personas que
concluyen que el principio que Jesús enseña no podría posiblemente aplicarse a un cristiano,
pero se aplica. Porque el hombre que no quería perdonar al esclavo era un hombre
perdonado. Esto es, Dios ya lo había perdonado. Él es un hijo de Dios. Pero lo que eso nos
dice es que el Señor algunas veces trata de manera muy dura con Sus propios hijos que no
perdonan a alguien más.
Aquel a quien Dios ama, Él disciplina y azota a todo hijo que tiene, dice Hebreos 12. Y una de
las razones por las que Él disciplina y nos azota y hace que la vida sea tan difícil y llena de
aflicción es porque tenemos un corazón no perdonador hacia alguien. Los cristianos,
entonces, deben perdonar. Ése es el principio enseñado en las Escrituras, ése es el principio
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ilustrando la naturaleza de Dios en la parábola del hijo pródigo y ése es el principio ilustrado
en esta parábola que es el caso de todo creyente.
Este es un asunto, creo yo, no sólo de bendición y comunión con Dios, sino que también es
un asunto de certeza de salvación. Thomas Watson escribió hace muchos años atrás una
afirmación muy interesante. Él dijo esto, y cito: “no necesitamos subir al cielo para ver si
nuestros pecados son perdonados. Veamos nuestros propios corazones y veamos si
podemos perdonar a otros. Si podemos, no necesitamos dudar de que Dios nos ha
perdonado.” Fin de la cita. Thomas Adams escribió, y cito: “el que demanda misericordia y no
muestra nada de misericordia, arruina el puente sobre el cual él debe pasar.” Fin de la cita.
Y entonces, hay un principio en las Escrituras y es este: usted nunca se parece tanto a Dios
como cuando usted perdona. Y tal perdón debe ser fácil para usted porque usted ha sido
perdonado. Y si usted no perdona, entonces se coloca a sí mismo en una posición de
disciplina por parte de Dios -severa. Ahora, la prioridad del perdón no es sólo dada en las
Escrituras en principio, no sólo es dada en las escrituras en la parábola, sino que es dada en
las Escrituras en términos personales. Y esta en el libro de Filemón. Veámoslo.
Aquí está la carta más corta de los escritos inspirados de Pablo y el tema primordial del
perdón se presenta, no en principio, no en parábolas, sino en un caso personal. El hijo
pródigo, no es una historia verdadera. El rey y el siervo no es una historia verdadera. Esas
fueron simplemente parábolas inventadas por Cristo para presentar un punto. Esta, es una
historia verdadera. Ahora, vamos a ver el principio en carne. Leamos los primeros tres
versículos.
“Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador
nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia
que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
Ahora, esta es una introducción paulina muy típica. Comienza con la palabra Pablo. Las
cartas antiguas siempre comenzaban con el nombre del que escribía, lo cual tiene mucho
sentido. Usted recibe una carta larga y tiene que atravesar por todas las páginas para saber
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de quién es. Pero nunca en tiempos antiguos, siempre comenzaban con el nombre del
hombre o la mujer que la escribió. Señala entonces que ésta es del apóstol Pablo. Pueden
imaginar que cuando Filemón recibió esta carta, él dijo: ¡Pablo!, su adrenalina comenzó a fluir.
Su corazón comenzó a latir con más rapidez porque Pablo, no sólo era el gran apóstol que
todo el mundo conocía y Pablo no era únicamente el que en un sentido, había fundado la
Iglesia misma en Colosas en donde Filemón vivió, sino que Pablo, de manera personal llevó al
hombre a Cristo. Entonces, Pablo se identifica a sí mismo y ciertamente hace que el corazón
de Filemón lata a mayor velocidad.
Pablo se identifica a sí mismo como prisionero de Cristo Jesús. Esta es una nota que nos dice
que él está en prisión. Es el mismo lugar del cual él escribió Filipenses, Colosenses y Efesios.
Esta es la cuarta de las epístolas de la prisión, esta pequeña carta a un individuo y la única de
estas cuatro escrita a un individuo. Y Pablo dice: “soy un prisionero de Jesucristo”. Él nunca
se identifica a sí mismo de esa manera para comenzar en ninguna de sus otras epístolas.
Normalmente, él quería identificarse a sí mismo como un apóstol, como alguien que había
sido llamado por Dios como un siervo de Jesucristo para establecer algo de autoridad sobre
ellos. Para enfatizar su llamado y para enfatizar su autoridad.
Por cierto, él inclusive hizo esto en sus cartas a Timoteo, aunque eran cartas personales, que
él estaba escribiendo a un individuo e inclusive en su carta a Tito. En esas cartas, aunque
eran cartas personales como esta, él todavía menciona su apostolado porque tenían que
recibir su autoridad e implementarla en la vida de una Iglesia que necesitaba corrección y
dirección y necesitaba venir a través de ellos como una palabra con autoridad por parte de
Pablo. No obstante, esta no necesita eso.
Él no está estableciendo algún mensaje de autoridad sobre la Iglesia. Él está hablando de
manera tierna, personal, cálida, compasiva a un amigo. Y esta es una apelación a su corazón.
Una apelación a su compasión, a su amor. Y entonces, no hay necesidad de referirse a su
posición apostólica o a su llamado o a su autoridad. Él dice: ‘yo soy prisionero de Cristo
Jesús’. Es una nota maravillosa porque es una manera en la que usted esperaría que Pablo
reaccionaría a los romanos. Los romanos pensaban que él era un prisionero de Roma. Ellos lo
habían capturado. Ellos lo habían encarcelado. Él estaba bajo su autoridad. Pero desde su
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punto de vista, él era un prisionero de Jesucristo. Él estaba en la cárcel porque Cristo lo
colocó ahí, no porque Roma lo puso ahí. Y si en algún momento usted tiene dudas acerca de
eso, lo único que tiene que hacer es recordarse a sí mismo de algunas de las cosas que él
dijo mientras que él estuvo en la prisión. Específicamente, es al final de Filipenses. “Saludad a
todo santo en Cristo Jesús. Todos los santos os saludan, especialmente los de la casa de
César.” El Señor lo tenía en la prisión y mientras que él estuvo ahí, él estuvo evangelizando la
casa del César.
En varias ocasiones en Efesios, capítulo 4, versículo 1; capítulo 6, versículos 19 y 20, como
también Colosenses capítulo 4, él se refiere a sí mismo como un prisionero. Pero fue debido a
predicar a Cristo y fue por causa de Cristo y fue por la voluntad de Cristo que él fue un
prisionero. Y él está diciéndole esto a Filemón y creo que esto es muy sabio, porque él
realmente está diciendo de manera algo sutil a Filemón: “mira Filemón, si puedo hacer esto
por Cristo, ¿puedes hacer tú por él lo que yo te pido? Si yo puedo soportar la tarea más dura
de estar en esta prisión, ¿puedes hacer la tarea más fácil que te voy a pedir que hagas y esto
es perdonar?”
Pablo es muy sabio y él tiene mucho tacto, porque tan pronto como Filemón oye la palabra
“Pablo” su amor comienza a hervir. Y tan pronto como él lee “un prisionero de Cristo Jesús,”
sus ojos podrían llenarse de lágrimas conforme piensa en este amado hombre quien lo llevó a
Cristo, este gran apóstol llevando el dolor y la agonía del encarcelamiento. Y conforme él
piensa acerca de todo lo que Pablo ha sufrido para llevar el Evangelio a personas como él,
esto debe tener un efecto en su disposición de hacer lo que Pablo le pide que haga.
Y después, Pablo incluye: “Pablo, un prisionero de Cristo Jesús y Timoteo, nuestro hermano.”
Timoteo no es un coautor. Timoteo es simplemente es un compañero que está presente, un
hermano en Cristo. Timoteo había estado con Pablo en su tercer viaje misionero, Hechos,
capítulo 19. Él estaba familiarizado con los creyentes en Colosas. Probablemente había
conocido a Filemón; y entonces, esta sería una palabra de alguien que Filemón conocía. Pero
hay otros con Pablo que Filemón pudo haber conocido. Digo, estaba, hasta donde podemos
saber, si unimos todo lo que está pasando aquí en Roma, estaba Tíquico, Epafrodito,
Aristarco, un compañero de prisiones; estaba Marcos, estaba Jesús Justo, estaba Epafras,
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estaba Lucas y estaba Demas. ¿Por qué no habla acerca de estos hombres? ¿Por qué no
hace alguna referencia a ellos? Bueno, él lo hace al final de la carta. Pero al principio de la
carta, él menciona a Timoteo. Al resto de ellos, los menciona al final de la carta.
¿Por qué? Yo creo que es porque Timoteo con frecuencia sobresalía en la parte de
introducción de la carta porque Pablo sabía que algún día, él le iba a entregar la estafeta del
liderazgo espiritual primordialmente a las manos de Timoteo. Y él quería colocar a Timoteo en
el lugar de alguien que tuviera la función de un líder. Y entonces, él se identificó con Timoteo
de cerca, muy de cerca, de hecho, consigo mismo.
Y entonces es de Pablo, junto con el saludo de Timoteo a Filemón. Este es el hombre quien
es la cabeza de una familia en Colosas. Colosas era una ciudad pequeña. La Iglesia ahí
probablemente era muy pequeña. Y la Iglesia se reunía en su casa. Y entonces, sabemos que
él era un hombre rico. La mayoría de la gente en el Imperio Romano que se convertía en
cristianos, eran esclavos. Algunos de ellos eran hombres libres, esto es esclavos antes y
ahora, eran libres. Había pocos que eran ricos, no muchos nobles, no muchos poderosos. Y
cuando usted tenía una persona rica que se convertía, tenían una casa. Los esclavos y los
libres no tenían cosas así. La mayoría de los hombres libres vivía en apartamentos o en
cuartos y pagaban una suma modesta. La gente rica era dueña de sus propias casas.
Y entonces, aquí hay un hombre con cierta capacidad económica que tiene a la Iglesia
reuniéndose en su casa. Él lo llama nuestro hermano amado y colaborador. Y eso significa
nuestro querido amigo, una descripción familiar que Pablo usa tanto de individuos como
grupos, agapētos, el amado. Colaborador, simplemente, de nuevo, un término usado por
Pablo muchas veces para hablar de personas que trabajaron con él.
Entonces, aquí hay un hombre que él amaba y un hombre que había trabajado junto con él.
Ahora, esta amistad probablemente se desarrolló en Éfeso, simplemente como una nota,
porque Pablo nunca fue a Colosas. Cuando dije que fue responsable de fundar la Iglesia ahí,
fue porque él fundó a Éfeso, se quedó ahí tres años; y a partir de Éfeso todas estas iglesias
en Asia Menor fueron plantadas. Sin duda alguna, durante el tiempo que Pablo estuvo en
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Éfeso, este hombre fue convertido, llegó a conocer a Pablo de una manera personal, aunque
él vivió a algo de distancia de la ciudad pequeña de Colosas.
Entonces, a partir de ahí habían desarrollado una amistad y Pablo ahora va a arriesgar su
amistad. Realmente, lo va a hacer. Esta es una carta directa. Él va a pedirle a Filemón que
haga algo en el área del perdón que es crucial. Además, el versículo 2 dirige la carta a Apia,
nuestra hermana. Sin duda alguna, es su esposa. La mejor lectura es Apia, nuestra hermana.
La mejor lectura es Apia, nuestra hermana, nuestra hermana en Cristo.
Y de nuevo, esta ciertamente es la esposa de Filemón y también una amiga de Pablo. Y
después, él dice: “a Arquipo, nuestro compañero de milicia.” Lo más probable es que éste era
su hijo. Su hijo, Arquipo, un hijo mayor y un cristiano noble, quien había estado al lado de
Pablo en la batalla espiritual en algún lugar. Peleó valientemente en esa guerra y es
reconocido por su vida espiritual. Ahí en Colosenses 4:17, Arquipo se vuelve a mencionar.
Filemón nunca se vuelve a mencionar, tampoco Apia. Pero Arquipo es mencionado ahí
conforme Pablo le escribe a la Iglesia colosense. Él le dice a Arquipo: “cuida del ministerio que
has recibido en el Señor para que lo cumplas.”
Entonces, este joven estaba en el ministerio. No sabemos hasta qué punto, en qué área
específica, pero aquí estaba un padre y una madre con una Iglesia en su casa y un hijo que
estaba en el ministerio. Él había servido, sin duda alguna en Colosas y también había servido
en Laodicea como la nota al final de la carta a los colosenses lo indica. Entonces, esta
pequeña familia es muy importante en la vida de Pablo. Y con el asunto del perdón en juego
se vuelve en una oportunidad para que Pablo presente un punto muy importante que el
Espíritu Santo quiere que enseñe. Al final del versículo 2, la Iglesia en tu casa.
Ahora, Pablo quería que la carta fuera leída ahí. Era una carta privada, pero él quería que se
leyera para que la Iglesia entera hiciera que Filemón les rindiera cuentas a ellos. Por esto que
Pablo le escribe, para que todos pudieran aprender la lección del perdón y para que todos
supieran cómo tratar al hombre perdonado.
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Ahora, necesito señalar para usted, que cuando usted regresa en tiempos antiguos, la
mayoría de las iglesias se reunirían en un hogar, si no es que se reunían afuera. Los edificios
para iglesias no comenzaron sino hasta el siglo tercero. Se estaban reuniendo en hogares,
esto era muy típico. Inclusive, todavía hay lugares en el mundo en donde las iglesias, todavía
en la actualidad, se reúnen en hogares. No hay nada necesariamente sagrado acerca de eso,
pero los edificios para las iglesias realmente no se desarrollaron sino hasta el siglo tercero.
La Iglesia más antigua conocida se ha encontrado en la parte este de Siria llamada Dura-
Europos y creen que se remonta a la fecha 232 d. C. Eso estaría en el siglo tercero. Entonces,
en esta época, antes de que los edificios de las iglesias fueran construidos como tales, se
estaban reuniendo en hogares. Y había una Iglesia que se reunía en su casa. En el versículo
3 encontramos el saludo estándar. No voy a pasar mucho tiempo en esto. Él dice: “gracia y
paz a vosotros de Dios nuestro Padre, el Señor Jesucristo.” Ahí está el saludo cristiano
estándar típico. Gracia, el medio de la salvación, paz, el resultado de la salvación.
Y también quisiera señalar, no puedo resistir decirlo, que cuando dice de Dios nuestro Padre y
el Señor Jesucristo la unión de estos dos nombres sería blasfemia si Jesús fuera un hombre o
un ángel. ¿Puede entender eso? Esto es entendido como una afirmación de la deidad de
Jesucristo. Si Jesús fuera un hombre, hacer este tipo de combinación habría sido blasfema. Si
Jesús fuera un ángel, hacer este tipo de combinación sería blasfema porque es decir que la
gracia que salva y la paz que es el resultado de ella viene como su fuente tanto de Dios como
del Señor Jesucristo; y porto lo tanto, deben ser divinas ambas. Y de esta manera, Pablo
introduce su carta, la única de sus cartas en la prisión a un individuo.
Ahora, mucho se ha escrito acerca del propósito de esta carta. Y no quiero pasar mucho
tiempo en esto, pero quiero darle una idea de cómo esta carta ha sido enfocada. Algunos
creen que el propósito de esta carta es demostrar la naturaleza del amor cristiano y
ciertamente eso está presente aquí. Algunos, sugieren que el propósito es revelar la obra de
la providencia de Dios y ciertamente, existe ese elemento. Algunos sugieren que es un
ejemplo de modales apropiados y cortesía cristiana, no hay mandatos, no hay nada ofensivo,
simplemente, el ruego de amor; y ciertamente, eso es verdad. Algunos creen que su propósito
es dar principios para mantener buenas relaciones cristianas. De hecho, recientemente estaba
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hablando con un hombre que está escribiendo un libro de Filemón y ése es el enfoque que
está adoptando. Algunos sugieren que el propósito de la carta es revelar el efecto de la
conversión sobre la cultura y la sociedad. Algunos, creen, y muchos creen esto, que es un
ataque en contra de la institución de la esclavitud y el propósito de Filemón era derribar la
esclavitud.
Bueno, ciertamente los principios de Filemón van a tener un efecto en los abusos de las
relaciones de esclavos, no hay ninguna duda al respecto. Pero debe ser señalado porque este
último es el enfoque más popular, aparentemente. Que en ningún en lugar en las Escrituras
se hace un esfuerzo para abolir la esclavitud. Y en ningún lugar, ninguno de los profetas o
predicadores o maestros o apóstoles del Nuevo Testamento, jamás atacaron la esclavitud.
Pero cualquier llamado a la vida justa, cualquier llamado al amor santo va a eliminar los
abusos que están en cualquier tema social.
De hecho, por el contrario, a lo largo del Nuevo Testamento hay muchos, muchos textos en
donde la esclavitud se convierte en un modelo de principios cristianos. La esclavitud se
convierte en un retrato, por así decirlo, de cómo nos relacionamos con Dios como sus
esclavos y sus siervos. Y de manera repetida, sea en Efesios 6 o colosenses 4 o 1 Timoteo
6:1 y 2 o 1 Pedro 2:18, a los esclavos se les manda a ser obedientes y sumisos y fieles a sus
amos sin importar cómo actúan; y a los amos se les dice que traten a sus esclavos con amor
e igualdad y bondad y justicia, sin importar lo que ellos puedan hacer.
Entonces, mientras que nada ataca la institución de la esclavitud, todo en el principio cristiano
ataca los abusos de cualquier sistema social, incluyendo la esclavitud. La esclavitud era parte
del Imperio Romano a tal grado que la sociedad entera estaba edificada sobre ella, dependía
de ella. Y ya para el tiempo de Cristo, la esclavitud no necesariamente era lo que nosotros
pensamos que es en la actualidad. Había sido modificada. Se habían promulgado algunas
leyes y en muchos casos, los esclavos eran tratados muy bien.
De hecho, si usted lee algo de la literatura antigua acerca del tiempo de Cristo, usted
encontrará que la mayoría de los escritores dicen que un hombre estaba mucho mejor como
un esclavo que como un esclavo que había huido, mucho mejor como un esclavo, que
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inclusive como un hombre libre, porque como un esclavo se le aseguraba el cuidado y el
alimento y un lugar donde dormir. Y si él tenía un amo bueno y amable, la vida era muy
próspera para él.
Los esclavos en el tiempo de Cristo podían estar totalmente preparados académicamente en
toda disciplina. Y muchos de ellos, inclusive entraban en profesiones médicas. Los esclavos
podían disfrutar del beneficio de ser dueños de su propia propiedad y desarrollar su propia
economía. Los esclavos podían dejar sus patrimonios a sus propios hijos. Entonces, ya para
el tiempo de Cristo, la esclavitud se había alejado de muchos de los primeros abusos, aunque
esos abusos todavía en algunos casos, ocurrían. Y vemos eso inclusive en el libro de
Santiago, en donde algunos cristianos debieron haber sido sus esclavos o siervos y habrían
sido tratados de una manera física muy mala y muy grosera y de manera muy abusiva. Pero
la esclavitud estaba cambiando y el Evangelio cristiano estaba llegando a ese mundo y los
predicadores cristianos no iban a cambiar el enfoque de un enfoque espiritual a uno social.
Usted simplemente puede imaginarse lo que habría sucedido si Jesús y los apóstoles
hubieran comenzado a atacar la esclavitud en el Imperio Romano. Sesenta millones de
esclavos revelándose habría sido una situación increíble. La sociedad habría caído en un
caos y en un problema que usted podría imaginarse cuando una rebelión así hubiera
comenzado, los esclavos habrían sido aplastados y habrían sido masacrados de manera
salvaje.
Entonces, había algunas razones en la manera cambiante del Imperio Romano de ver algo de
esperanza por abolir la esclavitud; y esa esperanza habría venido por medio de corazones
cambiados. Las semillas del fin de la esclavitud fueron sembradas durante el Imperio Romano
mediante el Evangelio cristiano. Y eventualmente, la esclavitud murió, así como en todo lugar
en el mundo la esclavitud ha muerto cuando el Evangelio cristiano vino.
Y ciertamente, fue el caso en Estados Unidos eventualmente. El cristianismo, como puede
ver, introduce, mete una nueva relación entre un hombre y otro hombre. Una relación en la
cual las diferencias externas no importan y somos uno en Cristo, judío gentil, esclavo o libre.
No hay ni griego ni judío, dijo Pablo, circuncisión o falta de circuncisión, bárbaro o esclavo y
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libre. Esto no ataca la institución de la esclavitud. De hecho, hace lo opuesto. Le dice a un
esclavo que regrese a su amo y sea el tipo de esclavo que debe ser de un amo amoroso y fiel.
Su tema, entonces, es el perdón. Ese es su mensaje. Esa es su intención. La historia detrás
de la carta lo presenta a eso de manera absolutamente clara. Permítame leerle la historia y
vamos a hacer unos cuantos comentarios acerca de ella.
“Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del
amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la
participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por
Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano,
han sido confortados los corazones de los santos. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad
en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy,
Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a
quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos
es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo.
Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el
Evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de
necesidad, sino voluntario. Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que
le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano
amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te
debe, ponlo a mi cuenta.” Vamos a detenernos ahí.
Esta es una historia increíble. Filemón fue llevado a Cristo por Pablo. Probablemente, durante
los tres años de Pablo en Éfeso, como dije, aunque él vivió en Colosas, él conoció a Pablo. Él
tuvo un esclavo y el nombre del esclavo era Onésimo. Y la relación de estas personas,
Filemón y Onésimo es realmente el contexto de este llamado al perdón. La historia es
fascinante.
Los años habían pasado desde la conversión de Filemón. Pablo es ahora un prisionero en
Roma. Filemón está activo en el ministerio en su Iglesia. Él tiene a la Iglesia reuniéndose en
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su casa. Él está ocupado sirviendo, refrescando a los hermanos por su utilidad. Su esclavo,
Onésimo, no es un creyente, probablemente sintió el calor de la familia creyente, Apia, su
esposa, habiéndose convertido y Arquipo, su hijo. Onésimo decidió que él estaba mejor
huyendo, aunque la familia que lo había empleado era una buena familia. Y entonces, huyó.
Como el texto indica, cuando él huyó se llevó algo de dinero. Se lo robó a su amo.
Ahora, la esclavitud estaba cambiando, pero no estaba cambiando tanto como para que un
esclavo pudiera robar. No estaba cambiando tanto como para que un esclavo pudiera huir.
Algunos nos dicen que, en algunos lugares, la pena de muerte por una actividad así todavía
estaba en vigencia y que el esclavo podía perder su vida. Otros dirían que el castigo era un
encarcelamiento severo o inclusive castigo corporal físico. Onésimo había cometido, a la luz
de toda la ley romana, un crimen. Un crimen serio y se había ido y había intentado
esconderse.
Algunas veces, cuando un esclavo huía y era atrapado, le colocaban una letra F, le quemaban
una letra F en su cabeza. F para fugitivus, fugitivo. Algunos de ellos, sabemos por medio de la
historia que fueron crucificados. Algunos de ellos, fueron torturados. Escapar era una ofensa
seria. Supongo que él habría huido a donde él habría podido huir. Él huyó a Roma porque esa
era la ciudad más grande. Se estima que la población en ese entonces era de 870,000
personas. Y él pensó que se podría esconder en el mundo de Roma y tratar de sobrevivir.
Hablamos de personas que viven en la calle en la actualidad. Hablamos de los que no tienen
hogar. Él habría sido uno de ellos. Él habría estado ahí en la calle durmiendo en los callejones
de atrás y en los agujeros en el piso. Un estudio del tesoro sagrado de los romanos para los
años 81 o al 49 a. C. incluyó impuestos por manumisión. La manumisión significa la liberación
de esclavos. La esclavitud estaba cambiando tan rápido que la gente estaba liberando a sus
esclavos. Cada vez que ellos liberaban a un esclavo, se tenía que pagar al gobierno un 5%
del valor de ese esclavo. Al encontrar este estudio antiguo de los años 81 al 49 y al usar la
cantidad de dinero que se registra en los registros, la conclusión es que, en ese período de 30
años, 500,000 esclavos fueron liberados simplemente en ese período de tiempo.
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Los registros de Augusto César muestran que cuando los amos morían, de manera típica los
esclavos eran liberados al por mayor. O si un amo moría, todos sus esclavos eran liberados.
Esto se volvió un problema tan serio que tiene a 500,000 y todos se están mudando a las
ciudades y han sido liberados. Tiene a personas que están muriendo y liberando a todos sus
esclavos. Y el número es tan grande que el gobierno tuvo que promulgar una ley.
Y en el tiempo de César Augusto, la ley era que cuando un hombre moría, él no podía liberar
más a cierto porcentaje de sus esclavos. Si él tenía cinco, él podía liberar a uno. Si tenía 10,
podía liberar a dos, ¿por qué? Porque había muchas personas que no tenían empleo y que
vivían en las calles en todos lados en el Imperio Romano.
Aunque los esclavos habían adquirido la mayoría de sus derechos de los hombres libres,
aunque podían ser preparados en todos los campos, aunque tenían mejores condiciones de
vida que los hombres libres, cuando se quedaban en el lugar donde habían sido empleado por
sus amos, tenían mejor alimento, mejores ropas, eran tratados mejor, eran parte de una
familia, solían enseñar a los hijos, les proveían cuidado médico a los hijos, cuidaban de las
finanzas, se les permitía casarse, se les permitía poseer propiedad, ellos podían desarrollar su
propia vida. Se les permitía estar en toda religión, aun así, muchos de ellos corrían. Huían. El
sueño de la libertad. Y terminaban en una situación peor.
Quien sabe en qué tipo de desastre estaba Onésimo prometido. Y por la providencia
impresionante de Dios, piense en esto. En una ciudad de alrededor de 870,000 personas o de
casi un millón de personas, él se encontró con el apóstol Pablo.
Ahora, usted tiene que imaginarse que él tenía algunas necesidades personales, ¿verdad? Y
quizás, él sabía que Pablo estaba predicando ahí y él quería oír a este hombre predicar.
Aunque Pablo había sido prisionero, él debió haber tenido algo de acceso. Un
encarcelamiento así pudo haber adoptado diferentes formas, lo cual le dio a Pablo no sólo
acceso a sus amigos, lo cual se manifiesta en que tenían alguna relación con él, sino inclusive
con los incrédulos. Pablo persuadió a Onésimo a convertirse en cristiano y él se convirtió. Su
vida fue transformada. No sólo eso, se convirtió en una ayuda para Pablo. Nos dice, como lo
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señalamos en el texto, que él se volvió un siervo muy alentador para Pablo en su
confinamiento.
Quizás, él le cocino alimentos y se los trajo para que lo nutrieran de manera apropiada.
Quizás, él le proveyó información. No lo sabemos, pero por mucho que Pablo lo amaba, por
mucho que Pablo quería quedarse con él, Pablo sabía que había algo que tenía que ser
corregido. Él era un criminal - este hombre. Y la relación entre Onésimo y Filemón no estaba
bien. Y usted sabe que Filemón todavía tenía esta amargura contra un amigo muy cercano, ya
que Onésimo, aunque era un esclavo, habría sido un esclavo de casa y un compañero muy
cercano. Onésimo estaba en falta. Filemón era un buen amo cristiano. Filemón había sido
ofendido mucho por Onésimo porque financieramente, le había robado. Y también, perder a
su empleado de esta manera significaba que usted tenía que contratar a alguien más y tenía
que pagar otro precio por alguien más.
Entonces, Pablo sabía que tenía que regresar. Él tenía que regresar con una actitud de
arrepentimiento y él tenía que regresar y pedirle perdón a Filemón. Y la oportunidad se
presentó a sí misma para enviarlo de regreso. ¿Por qué? Pablo había terminado Colosenses y
él había terminado Efesios y él iba a enviarlas de regreso a esas dos iglesias con un hombre
llamado Tíquico. Entonces, simplemente era la oportunidad perfecta de enviar a Filemón a su
esclavo que había huido.
En Colosenses capítulo 4, simplemente una nota, en cuanto a todos mis asuntos, dice él,
Tíquico, nuestro hermano amado y siervo fiel y compañero de milicia en el Señor te traerá la
información” -después, versículo 9 – “y con él, a Onésimo.”
Entonces, él está enviando a Tíquico con estas dos cartas y con Onésimo. Ahora, aquí hay
riesgo porque Filemón tendría el derecho de castigar a Onésimo. Pero Pablo decide enviarlo
de regreso de cualquier manera, pero no sin una carta. Y entonces, le envía esta carta. Y lo
que básicamente dice es que ‘tienes que perdonar a este hombre. Tienes que estar dispuesto
a ser misericordioso. Tienes que tratar a este esclavo de la manera en la que Cristo te trató a
ti. El mismo principio que él incluyó en Efesios 4:32, Colosenses 3:13: “perdónalo como tú has
sido perdonado.” Y eso es básicamente el trasfondo de esta historia.
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¿Qué va a pasar cuando él regrese? Bueno, el resto del libro desde el versículo 4 se divide en
adelante en tres partes. Simplemente, las voy a mencionar. Se divide en tres partes. La
primera parte, versículos 4 al 7, básicamente trata con la virtud espiritual del que perdona.
Este es simplemente un mensaje emocionante y eso es de lo que vamos a hablar la próxima
vez. La virtud espiritual del que perdona. ¿Qué tipo de persona es una persona que perdona?
Vamos a ver eso en los versículos 4 al 7.
Después, la segunda parte del libro es la acción espiritual del que perdona. Primero, vemos la
virtud de un perdonador y después vemos la acción de un perdonador, versículos 8 al 18. Y
después, en los versículos 19 al 25 está la motivación espiritual del que perdona. Ahora, ya
para cuando terminemos con este libro, sólo vamos a necesitar tres mensajes más para
terminarlo. Y usted va a saber cómo es una persona perdonadora en virtud, en acción y en
motivación. Y esto es esencial. Vamos a regresar a donde comenzamos, amados, cuando
comencé esta mañana diciendo esto: usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted
perdona.
Y usted ha sido perdonado y, por lo tanto, debido al perdón de Dios en Cristo, ustedes deben
perdonarse unos a otros y si no se perdonan unos a otros, entonces Dios, a nivel de relación,
va a mantener Su distancia alejado de usted y va a colocar Su mano de disciplina en usted en
lugar de colocar su mano de bendición.
Hágase usted la pregunta: de todos los temas de los que Pablo pudo haber escrito, ¿por qué
escogió el tema del perdón? Esta pequeña carta rara, fuera de orden, tangencial en medio de
estas grandes epístolas para hablarle a un hombre acerca de perdonar a un esclavo. ¿Por
qué tanto problema? De nuevo, le vuelvo a decir, porque nunca un creyente se parece tanto a
Dios, tanto a Cristo como cuando él o ella perdona, porque esa es la naturaleza de Dios y la
naturaleza de Cristo la cual es aplicada de la manera más maravillosa a nosotros en la
salvación.
Leemos a lo largo del Nuevo Testamento, no es cierto, “sean como Cristo, sean como Cristo,
anden como Él anduvo, recuerden a Jesucristo, sean imitadores de mí, así como yo de Cristo.
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Y haya pues en vosotros este sentir, esta manera de pensar que hubo también en Cristo.”
Bueno, ¿qué significa eso? Todos debemos ser como Cristo. ¿Qué significa ser como Cristo?
Bueno, claro que significa ser ¿qué? Perdonador. Porque así es como lo conocemos, el que
nos perdonó todos nuestros pecados. La naturaleza del perdón de Dios es vista en la
parábola del hijo pródigo - perdón dispuesto, generoso, amoroso. Y la severidad de la
disciplina para uno que no perdona es vista en la parábola del rey ydel siervo. Este es un
tema central en todas las Escrituras.
Padre, Te damos gracias en esta mañana porque hemos tan sólo podido introducir este
maravilloso libro pequeño. Y creemos que, en las siguientes semanas, conforme estudiamos
sus verdades, Tú vas a transformarnos para que nos volvamos más como Jesucristo, quien
perdonó todos nuestros pecados, quien estableció el patrón para que nosotros nos
perdonáramos unos a otros.
Señor, estoy seguro que inclusive conforme estamos aquí en esta mañana en este momento
de oración, viendo a nuestros propios corazones, nosotros podemos identificar alguien a quien
necesitamos perdonar, a alguien que nos ha hecho algo malo, alguien que no ha sido amable,
que ha sido injusto, alguien que ha hecho que la vida sea difícil, dolorosa. Alguien que nos ha
traicionado, que nos ha robado algo preciado - tangible o intangible - alguien que nos ha
representado de manera errónea. Pero Señor, nosotros necesitamos perdonar. Porque,
¿cómo podremos ser como Tú si no perdonamos a aquellas personas necias que pecan
contra nosotros, así como el hijo pecó contra su padre? ¿Cómo podremos ser como Tú si
salimos y ahogamos, sofocamos a una persona que no nos perdona cuando demandamos
perdón de Ti?
Padre, haznos perdonadores. Conforme estudiamos este pequeño libro, que desarrollemos la
virtud, la acción, la motivación de aquellos que perdonan. Oramos en el nombre de Cristo.
Amén.
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