Griselda García, el ojo del que mira

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    El ojo del que mira

    Griselda Garca

    Editorial La carta de Oliver2009

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    El secreto

    Como una ciega enfebrecida

    te miro con los dedos

    sigo tu mapa tctil

    escultura mvil de agua.

    No sin peligro

    nos acercamos

    a la felicidad.

    Orte decir mi nombre

    palabra que en tu boca

    me har nueva.

    Seremos una piel

    vibrante y olorosa

    aprenderemos

    a tocarnos y sabernos

    aprenderemos

    a cuidarnos.

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    Trampa sagrada

    I

    Dice que an no he visto nada

    que todava no empez.Lanzo luces

    veo y traspaso.

    Descans en m, dice.

    De qu conjuros no ser capaz

    un mago joven herido de luz?

    No va a asustarlo

    una aprendiz de bruja.

    Abre mi mano

    y pone entre mis dedos

    una llave.

    Luego: fuego, detonacin.

    La serpiente dormida

    abre un ojo.

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    II

    An no he visto nada, dice.

    Le pido que lo sepa todo.

    Nunca cre que pasara

    por el ojo de la aguja.

    Nada que hacer

    con el rojo que escapa.

    Un mal movimiento

    arruina aos de prctica.

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    III

    Una nube celeste

    cubre el ojo de la anciana.

    Lava mi herida

    con azcar blanco

    que detiene el rojo.

    Acta por presencia

    acta por contacto

    Toca y regala dones.

    Asiente, y cada inclinacin

    de su cuello

    es una estrella que se enciende.

    La sabia de la flor de mil ptalos

    sabe sin necesidad de preguntar.

    Nodriza de luz:

    pasar por el ojo de la aguja?

    Algo se abre paso

    y busca salirme.

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    Torso desnudo de un muchacho al sol

    El cuerpo se tensa

    en cien fibras enloquecidas.

    En el abdomen plano

    dos lneas se pierden

    en la espesura del pubis.

    Esas lneas bastaran

    para adorarlo meses.

    Al final del da

    buscarle las axilas, olerlo

    buscarlo entre las piernas

    y encontrarlo duro

    pesado de semen joven.

    Es verano.

    La tortura de no tenerlo es dulce.

    7

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    Cui Ping Sing

    Naufrago en tu belleza

    y lloro.

    Me das tu pauelo

    que huele a perfume:

    oleadas de ternura.

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    Serrallo

    Otros ya idos

    me coronaron reina:

    final de un linaje de crueldad.

    Audaces, los que quedan.

    Acrquense.

    Anmense a ser vistos as.

    Voy a crear la palabra perfecta

    voy a decir sus nombres

    hoy nacen a mis brazos.

    Engendraremos

    un ejrcito voraz.

    Vamos a arder y brillar.

    9

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    galma

    Si me apresuran para que diga por qu lo amaba,

    siento que no puede expresarse ms que respondiendo:

    Porque era l; porque era yo.

    Montaigne

    Tu misterio, amor,

    no puede ser explicado.

    Tu belleza

    provoca mi pudor.

    Pulso el velo

    que tu ser sopla

    dando vida.

    Me das slo

    parcial placer

    presencia incorprea

    cerca y lejos

    hecho a mi medida

    ritmo de mi deseo.

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    Rverie

    l es como el sol

    es mirarlo y enceguecer.

    Verlo venir impone

    cambiar de vereda

    saltar, correr, volar

    que sus rayos no te toquen.

    Con cada parpadeo

    devasta ciudades

    se expande

    como el universo

    crea nuevas estrellas

    no tiene borde.

    Despus del incendio

    alcanza con recordar

    que existe el fuego

    para no acercarse.

    No hay odo que soporte

    lo grave de su canto.

    Esta maana

    la ciudad

    pronuncia su nombre

    evoca su fulgor.

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    La ofrenda

    Yacer con el hijo

    educarlo en la carne

    controlar con los das

    el ancho de su espalda

    en la espesura fundirnos.

    Al interior de la yema del ojo

    catedrales de agua

    delgadas escamas

    de la leche.

    Un desborde del cuerpo

    una fiesta sin fin

    la muerta hilvana

    su pauelo de larvas.

    Te alimento

    te bao con miel

    te envuelvo en piel de luz

    te cubro de flores y canto.

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    El profesor de piano

    Te veo entrando

    detrs el cielo morado

    tu camisa muy blanca

    la corbata suelta

    al final del da.

    El oficio hizo bellas tus manos

    cmo no mirarlas

    cuando las hacs volar.

    Hora en que la luz baja

    el cielo est por llorar.

    Ajenos a todo

    esperamos el agua

    dejamos que el tiempo pase.

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    El beso en la oscuridad

    Bajo la escalera

    de la casa grande

    escondidos del verano

    la dulzura de tu piel

    en la oscuridad

    y la humedad habitual

    de los espacios cerrados.

    Entre bicicletas

    escobas y jaulas

    nos besamos.

    El amor arda en los cuerpos.

    Haba que besarse e incendiarse.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Camino de arena

    Las pieles negras

    relucientes de aceite y sal

    los hoteles turquesas

    lamen la orilla

    el bigote suave de la chica

    que amamanta a su hijo

    el pelo impreciso

    el pecho suelto sin pudor.

    Hora en que la luz baja

    se inventa este momento

    para recordarlo en un futuro irreal.

    Atardece al revs.

    Los chicos del domingo lo saben.

    Se les escapa el ocaso

    como el ro que nunca vern.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    La siembra

    Hice de tu abundancia

    un banquete egosta

    un rito privado

    una fiesta de uno.

    Pude verte pero no supe

    decir tu nombre

    ni velar tu sueo.

    Asustaba lo grave de tu canto

    tu insistencia en dar verdad.

    Cerr los ojos.

    Borr el rastro

    que llevaba a vos.

    Como frutas

    que haba de multiplicar

    me encontr, despus

    diciendo a otros tus palabras

    amando como un animal

    frgil como una larva

    en su capullo.

    Ahora: la siembra.

    Esperar

    con la paciencia

    del que dese

    y obtuvo.

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    Alumbrar

    No haba sonido.

    Alrededor todos se movan.

    Algo desde adentro

    se precipitaba

    y sobre el cuerpo me ponan

    una bola de carne rosada

    que apretaba los prpados.

    Era una hija.

    Supe que haba sanado.

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    Involucin

    Ahora que tu torpeza

    ha disparado hijos

    en tero joven

    del rencor de la primigesta cuidate

    rog que en cloacas se pierda

    el nonato en alta noche.

    Si no hay con qu y prende

    -pues toda carne tiende a la vida-

    cuando crezca y abunde

    en gestos estpidos que festejars

    llegado un da negars tu proley otras vaginas corrers a buscar

    no flojas ni anchas de parto.

    Con el tiempo te derrams

    en obvias honduras nuevas.

    Cada espasmo seminal tuyo

    nos acerca un paso al mono.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Descripcin de un estado fsico

    Por la lengua, dientes, paladar

    transita el sonido.

    En la garganta, trquea, glotis

    mora la angustia.

    El suceso imprime su huella.

    Luego asfixia y mutismo.

    Al final, quizs

    la palabra.

    En el medio

    horas o aos

    de silencio.

    La mente es un manojo

    de espejos rotos

    sin ninguna luz cerca.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    El espejo negro

    I

    Es hora de admitirlo:

    los instrumentos estn rotos

    varios tripulantes han muerto

    las aguas traen frutos envenenados.

    Inmvil durante horas

    esperando el terciopelo de pasos

    con el miedo ms ntimo

    est demasiado adentro

    lo que se quiere expulsar

    infinitas formas de enloquecerse

    tan pocas de calmarse.

    Recuerda, cuerda:

    el cazador se volvi presa

    y la presa eternidad.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    II

    A pesar de todo te has mantenido

    digna en tus derrotas.

    Muy poco miedo a equivocarte, querida.

    Hermana del horror

    la belleza no tarda mucho

    en mostrar su peor cara.

    No hubo que cavar profundo

    para descubrir que estaba ah.

    Recuerda, cuerdo:

    nunca encierres demonios en un frasco.

    Un mal movimiento arruina

    aos de prctica.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    III

    La tentacin de hacerme chiva expiatoria

    es grande:

    cargarme con las culpas de todos

    y expulsarme de una vez.

    Despus, para poder seguir

    la culpa se hunde sola

    y el mismo suelo la absorbe gustoso

    en entierros a veces parecemos expertos.

    Despus, tambin

    las traiciones ms humillantes

    se guardan bien protegidas

    en la amplia casa familiar.

    El mejor disfraz, la sonrisa ms convincente

    en continuar el show a veces parecemos expertos.

    Jvenes y estpidos cremos saberlo todo

    en los vientres plateados de los peces

    previmos un futuro auspicioso.

    A cada paso nos volvimos ms ignorantes

    helados y distantes como estrellas.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    IV

    Con el tiempo los ensayos son ms largos

    pero no menos los errores.

    Hacemos cualquier cosa

    para convencernos de que somos los mejores.

    Cada uno har

    que el otro se canse

    hasta terminar ahorcndose.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    lbum familiar

    Cuando en mitad de la noche

    presentimos y tocamos

    y tocando descubrimos

    agua, a veces crema, sangre

    por un segundo dudamos

    entre limpiarnos

    o seguir durmiendo.

    Ahora lo sabemos:

    buscbamos algo

    que ya nos encontr.

    Ciegos como topos

    nunca supimos hacia dnde.

    No por eso dejamos de cavar.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Ama de cra

    vidos del pezn

    los gemelos abren sus bocas.

    Envuelta en la pesadez de la leche

    me dejo adorar.

    No quieren que me lave

    cuantos ms das pasen mejor, dicen

    y bufan y resoplan.

    Luego de la maceracin

    se disputarn mis desechos.

    Quien gane desatar

    su cortejo tardo

    su celo de macho joven.

    Lo sucio ser su alimento.

    Ahora hundo los dedos

    en la espesura dorada:

    embriaga el olor

    a manteca rancia.

    Engendro slo hijos varones

    doy a luz un ejrcito voraz.

    Sern vigas en mi vejez.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Dijo la loba

    Vos, lobito mo,

    sos una de las cras

    que no alcanc a devorar

    (me sacaste el hambre

    o llegaste cuando estaba saciada?).

    Ya sabs erizar el pelaje

    ms tarde te ensear

    a orientarte en el bosque

    a esperar el momento

    de distraccin de la presa.

    Vos, lobito mo,

    disfrut las caricias

    aprend a ignorar las uas.

    Ahora te nutro:

    tu avidez rodea el pezn cargado

    te harts de leche dulce.

    Muerta tambin ser tu alimento.

    Seremos, en el final

    carne vuelta a la carne.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

    27/31

    Liturgia

    En los momentos ms altos

    desde puntos lejanos

    los veo acercarse

    vienen a m con ofrendas.

    Doy mi cuerpo y comen

    doy mi sangre y beben.

    Vivo en ellos

    como la madre en los hijos

    que un da le darn la espalda.

    Casta de cuervos

    que hubiera preferido

    no engendrar.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Oracin

    Oigo sus levsimas campanas.

    Reina est aqu.

    Me arrastro a su encuentro

    beso el suelo bajo sus pies.

    Soy su mejor esclavo, dice

    y en su palmada firme lo compruebo

    en la presin de la suela sobre mi cabeza.

    De rodillas soy de todos

    el ms fiel

    el ms solcito.

    Reina

    dame la dicha de seguir

    bajo tu ley.

    Dame la alegra mxima

    de servirte

    siempre, siempre.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    El buscador de verdad

    Curarte amor

    desgarrarte en lonjas de luz

    de saliva colmarte el iris.

    Por lo que hacs

    conmigo y de m:

    develarme desvelndote

    ard, amor

    condena de no poder ver

    otra cara que la tuya

    en otras caras

    desesperacin.

    Tambin tu cuerpo

    busque el mo en alta noche

    y no lo encuentre

    vulvanse locos

    tus poros de ausencia

    llnese tu boca con mi nombre

    y ya no busques ms

    porque no hay ms

    nada

    slo esta inmensidad de dos

    juntos, ahora.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    El ojo del que mira

    Es ciego el anciano del lad.

    Gira en blanco

    su ojo velado

    cuando toca.

    Herido de luz

    de una luz infinita

    en el gesto se ve

    que es pjaro.

    Una explosin

    de pimpollos en las venas

    ptalos que el sueo del mal

    ha vuelto negros.

    Es posible atisbar

    por el blanco del ojo

    y que lo visto

    no deje huella?

    Si no se ha buscado

    resguardo a tiempo

    un batir de alas

    ensordece.

    Mucho es el dao

    que la belleza provoca.

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  • 8/2/2019 Griselda Garca, el ojo del que mira

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    Griselda Garca naci en Buenos Aires en 1979.Public los libros de poesaAlucinaciones en la alfalfa (2000), El arte de caer(2001), La

    ruta de las araas (2005) y El ojo del que mira (2009).

    En la actualidad se dedica al dictado de talleres literarios de escritura creativa, narrativa

    y poesa. En el taller de clnica de obra ayuda a otros escritores a armar y ordenar el

    material para publicar sus libros.