Guía de oración para vivir el Adviento 2020...

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Guía de oración para vivir el Adviento 20208

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

Estamos cerca a la celebración de la Navidad. En este domin-go, contemplamos el anuncio del Ángel Gabriel a María sobre la encarnación del Hijo de Dios, María responde al Señor con humildad y fe. Ella es la bien-aventurada de la fe. Como María aceptemos a Cristo en nuestra vida y familias como el salvador y fuente de alegría.

Iluminación bíblica. San Lucas 1, 26-38. (Se lee el pasaje del Evangelio)

Peticiones

• Que Jesucristo, ilumine nues-tras vidas para apartarnos de toda oscuridad. R/. Oh Dios, res-táuranos, que brille tu rostro y nos salve.

• Concédenos humildad y sen-cillez para recibir al Mesías que viene a visitamos. R/. Oh Dios,

restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

• Que la celebración de la Na-vidad, traiga la paz y salud a nuestras vidas. R/. Oh Dios, res-táuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Oración para encender la vela

Dios Todopoderoso, encende-mos esta cuarta vela de la Coro-na de Adviento, como signo de la salvación que nos concedes al hacerte hombre y habitar en-tre nosotros. Como María, que-remos aceptar con sencillez y alegría que tu nacimiento es un don lleno de amor que anima nuestra fe para caminar con Je-sucristo. Acepta hoy, los deseos de esta familia que se reúne para proclamar tus maravillas a las puertas de la Navidad. Que la espera de tu nacimiento nos re-conforte como hijos tuyos. Ven Señor Jesús, no tardes. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén.

Cuarto Domingo de Adviento

La quinta vela, la blanca, se enciende el día de Navidad,

reunidos en familia, pidiendo abundantes

gracias con el nacimiento del Mesías.

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Guía de oración para vivir el Adviento 20202 Guía de oración para vivir el Adviento 2020 7

Con el Tiempo de Adviento inicia el Año Litúrgico en la vida de la Iglesia. Dejamos atrás el 2020 que nos en-frentó a una situación que aún no su-peramos, la emergencia sanitaria de la COVID – 19; sin embargo, la Dió-cesis de Cúcuta estuvo siempre ani-mando la fe de los fi eles, anunciando a “Cristo Jesús, nuestra Esperanza” (1 Tm 1,1). En medio de la virtualidad, proponemos este subsidio litúrgico para experimentar a través de las ce-lebraciones litúrgicas de este Tiem-po de Adviento, donde el nacimiento del Señor Jesús, nos traerá alegría, paz, esperanza y amor a todas nues-tras familias.

ADVIENTO

Tiempo de espera y esperanza

El Santo Padre Emérito Bene-dicto XVI, en el año 2009, reflexionando en su homilía de las prime-ras Vísperas del Adviento, nos hablaba sobre el signi-fi cado de esta palabra, que

puede traducirse como “Presencia”, “Llegada”, “Venida”. En el lenguaje del mundo antiguo era un término técnico utilizado para indicar la lle-gada de un funcionario, la visita del rey o del emperador; pero podía in-dicar también la venida de la divini-

dad, que sale de su ocultación para manifestarse con poder.

Los cristianos adoptaron la pala-bra “Adviento” para expresar su relación con Jesucristo: Jesús es el Rey, que ha entrado en esta pobre “provincia” llamada tierra para vi-sitarnos a todos; hace participar en la fi esta de su adviento a cuantos creen en Él. Con la palabra “Adven-tus” se pretendía sustancialmente decir: Dios está aquí, no se ha reti-rado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podemos ver y tocar como sucede con las realida-des sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras.

El signifi cado de la expresión “Ad-viento” comprende también el concepto de “visitatio”, que quiere decir “visita”; en este caso, se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí. Es una invitación a comprender que cada acontecimiento de la jornada es un gesto que Dios nos dirige, signo de la atención que tiene por cada uno de nosotros. El Adviento nos invita y nos estimula a contemplar al Se-ñor presente.

Otro elemento fundamental del Ad-viento es la espera, que es al mis-mo tiempo esperanza. El Adviento nos empuja a entender el sentido del tiempo y de la historia como “Kairós”, como ocasión favorable para nuestra salvación. Jesús ilus-tró esta realidad misteriosa en mu-chas parábolas: en la narración de los siervos invitados a esperar la vuelta del amo; en la parábola de las vírgenes que esperan al esposo; o en aquellas de la siembra y de la

nida. Como san Juan Bautista elevemos nuestra voz para que el mundo no camine en tinie-blas. Ven Señor no tardes tanto. Amén.

(Se canta una estrofa de un villancico que hable de la ve-nida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

El Tercer Domingo de Adviento se conoce como “Domingo de Gaudete”, es decir, domingo de gozo y alegría. En este domingo, se nos invita a vivir alegres, por-que el Señor está cerca. “Estad siempre alegres en el Señor”, insiste el apóstol. Dios se acerca a la humanidad para traemos la salvación, que está en reafi rmar su amor originario, en volver a encontrar el amor perdido que todo lo alcanza y transforma.

Iluminación bíblica. San Juan 1, 6-8. 19-28. (Se lee el pasaje del Evangelio).

Peticiones

• Fortalece Señor nuestras vi-das con la esperanza de tu ve-nida. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

• Que la justicia social nos haga más solidarios con los más ne-cesitados. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el santo de Israel.

• Que la alegría del evangelio llene de gozo y paz a nuestra fa-milia. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

Oración para encender la vela

Padre de misericordia, encen-demos esta tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento, como signo de la espera gozosa de tu venida. Que al encender este cirio, nos llenemos de ale-gría porque nuestra salvación está cerca. Como Juan el Bautis-ta, queremos ser portadores de tu mensaje de salvación, vivir la justicia y la conversión, prepa-rar nuestros corazones al Dios que viene a habitar en medio de nosotros. Que tu gracia nos acompañe y renueve en noso-tros el deseo de Dios. Con Jesu-cristo nace y renace la alegría. Ven Señor Jesús. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Jesucristo es nuestra Esperanza (1 Tm 1, 1)

Tercer Domingo de Adviento

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Guía de oración para vivir el Adviento 2020 6 Guía de oración para vivir el Adviento 2020 3

cosecha. El hombre en su vida está en constante espera: cuando uno es niño, quiere crecer, de adulto tien-de a la realización y al éxito, avan-zando en la edad, aspira al mereci-do descanso. La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida y nos acompaña.

El adviento cristiano se convierte en ocasión para volver a despertar en nosotros el verdadero sentido de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado por los largos siglos y nacido en la pobreza de Belén. Viniendo entre nosotros, nos ha traído y continúa ofrecién-donos el don de su amor y de su salvación. Presente entre nosotros, nos habla de múltiples modos: en la Sagrada Escritura, en el Año Litúrgi-co, en los santos, en los aconteci-mientos de la vida cotidiana. A su vez, podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos afl igen, la impaciencia, las pre-guntas que nos brotan del corazón. Estamos seguros que nos escucha siempre y si Jesús está presente, no existe ningún tiempo privado de sentido y vacío. Si Él está presente, podemos seguir esperando tam-bién cuando los demás no pueden asegurarnos más apoyo, aun cuan-do el presente es agotador.

Por lo tanto, el Adviento es el tiem-po de la presencia, de alegría y de la espera de lo eterno.

Tomado de: Celebración de las primeras vísperas de Adviento 2009,

homilía del Santo Padre Benedicto XVI.

Modelo y sostén de este íntimo gozo es la Virgen María, por medio de la cual nos ha sido dado al Niño Jesús. Que Ella, fi el discípula de su Hijo, nos obtenga la gracia de vivir estos tiempos litúrgicos vigilantes y diligentes en la espera. Amén.

Modelos para prepararnos en este Tiempo de Adviento

Isaías

Es el profeta que expresa la espe-ranza de Israel y suscita la espera en el hombre.

Juan Bautista

Último de los profe-tas, resu-me en su p e r s o n a y palabra la historia preceden-te justo en el mo-mento de su cumpli-miento. Se

presenta con la misión de preparar el camino del Señor, de ofrecer a Is-rael el conocimiento de la salvación

Oración para encender la vela

Señor y Dios nuestro, encen-demos esta primera luz como signo de nuestro deseo de salir a tu encuentro con un corazón vigilante. Queremos como Igle-sia Diocesana caminar con Je-sucristo y vivir la misericordia llevando la Buena Nueva de la salvación a nuestras comunida-des, familias, lugares de trabajo a todo hombre y mujer que vie-ne a este mundo. Ven Señor Je-sús, queremos caminar contigo. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

En el Segundo Domingo de Ad-viento resuena la llamada del Señor a través de la predicación de Juan el Bautista: “Preparen el camino del Señor”. Juan ac-túa en dos lugares: el desierto, es el lugar donde recibe la Pala-

bra; el Jordán, es el lugar donde proclama la Palabra, haciendo un llamado especial a la con-versión. Habiendo escuchado la Palabra de Dios en el desierto, Juan puede hacer resonar su in-vitación como oferta de salva-ción para todos.

Iluminación bíblica. San Marcos 1, 1-8 (Se lee el pasaje del Evan-gelio).

Peticiones

• Abre Señor nuestros corazo-nes para que escuchemos tu Pa-labra con humildad y sencillez. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

• Concédenos la gracia de la conversión y la vida nueva. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

• Ayúdanos a vivir este tiempo de gracia con misericordia y cercanía con los que sufren. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

Oración para encender la vela

Encendemos Señor esta se-gunda vela de la Corona de Ad-viento, como signo de nuestra llamada a la conversión. Como Iglesia queremos caminar con-tigo al desierto para escuchar tu Palabra y renovar nuestro compromiso de ser testigos de la misericordia. Ayúdanos a mantener viva la esperanza y la alegría que nos trae tu ve-

Peticiones

• Fortalece Señor nuestras vi-das con la esperanza de tu ve-nida. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

• Que la justicia social nos haga más solidarios con los más ne-cesitados. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el santo de Israel.

• Que la alegría del evangelio llene de gozo y paz a nuestra fa-milia. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

Oración para encender la vela

Padre de misericordia, encen-demos esta tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento, como signo de la espera gozosa de tu venida. Que al encender este cirio, nos llenemos de ale-gría porque nuestra salvación está cerca. Como Juan el Bautis-ta, queremos ser portadores de tu mensaje de salvación, vivir la justicia y la conversión, prepa-rar nuestros corazones al Dios que viene a habitar en medio de nosotros. Que tu gracia nos acompañe y renueve en noso-tros el deseo de Dios. Con Jesu-cristo nace y renace la alegría. Ven Señor Jesús. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Guía de oración para vivir el Adviento 2020

Segundo Domingo de Adviento

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y señalar a Cristo presente en me-dio del pueblo.

María Ella culmina la espera mesiánica.

Asumiendo el proyecto de Dios y pronunciando su “Sí” al ángel, inau-gura el tiempo del cumplimiento y el Hijo de Dios entra en el mundo como el “nacido de mujer”.

José Esposo de María, hombre justo de

la estirpe de David, es el signo del cumplimiento de la promesa de Dios a sus antepasados.

Tengamos en cuenta: La esperan-

za cristiana está inseparablemente unida al conocimiento del rostro de Dios, el rostro que Jesús, el Hijo uni-génito, nos reveló con su encarna-ción, con su vida terrena, su predi-cación y, sobre todo, con su muerte y resurrección.

Si falta Dios, falla la esperanza. Todo pierde sentido.

Dios conoce el corazón del hombre, sabe que quien lo rechaza no ha co-nocido su verdadero rostro; por eso, no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde peregrino en busca de acogida.

El Apóstol Pablo nos invita a prepa-rar la “venida del Señor, nuestro Je-sucristo” (1 Tes 5, 23) conservándo-nos irreprensibles, con la gracia de Dios.

Este Tiempo de Adviento hay que vivirlo con un corazón abierto a la misericordia de Dios para alcanzar la vida de gracia y paz de nuestro corazón.

Corona de Adviento

Es un signo que utilizamos en los momentos previos a la celebración de la Navidad. Forma parte de una

costumbre popular nacida en Europa, asumida por la tradición cristiana para ayudamos a vivir cada una de las semanas del Adviento. Se hace en forma de círculo con follaje verde recor-dándonos la eternidad. Las ra-mas verdes signifi can la vida de gracia, crecimiento espiritual y la esperanza cristiana. Lleva cin-co velas distribuidas en forma de círculo que designan cada una de las semanas del Advien-to. Tres moradas, que signifi can preparación espiritual y conver-sión, y una rosada (Tercer Do-mingo) que signifi ca la alegría que se tendrá con la venida de Cristo. Asimismo, lleva una vela blanca en el centro para signifi -car el nacimiento del Salvador.

Bendición de la corona de Adviento

Bendice Señor esta corona de Adviento, que al encender cada uno de los cirios, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo, mediante la práctica de las buenas obras, la caridad y la misericordia, para que cuando llegue nos encuen-tre en vigilante espera, y poda-mos como Iglesia celebrar con alegría tu nacimiento entre no-sotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Iniciamos el Tiempo de Advien-

to y el Año Litúrgico de la Igle-sia, con el anuncio de una Bue-na Noticia: el Señor se acerca, viene a traemos la salvación. Él quiere ser el Dios que acompa-ña y guía nuestra vida, el Dios que nos levanta de las tristezas y desesperanzas que nos ace-chan. Abramos el corazón a Dios que en su Hijo viene a nuestro encuentro, para llevamos a vi-vir una experiencia del amor y la misericordia con nuestras ac-ciones sencillas de cada día.

Iluminación bíblica: San Marcos 13, 33-37. (Se lee el pasaje del Evangelio).

Peticiones

• Tú que eres Padre de todos, concédenos la gracia de prepa-ramos a tu venida. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Ayúdanos a mantenemos siempre vigilantes y dispuestos a caminar contigo. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Protege a nuestras familias, bendice nuestro hogar, ilumina a nuestros hijos. R/. A Ti, Señor, levanto mi alma.

Primer Domingo de Adviento

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y señalar a Cristo presente en me-dio del pueblo.

María Ella culmina la espera mesiánica.

Asumiendo el proyecto de Dios y pronunciando su “Sí” al ángel, inau-gura el tiempo del cumplimiento y el Hijo de Dios entra en el mundo como el “nacido de mujer”.

José Esposo de María, hombre justo de

la estirpe de David, es el signo del cumplimiento de la promesa de Dios a sus antepasados.

Tengamos en cuenta: La esperan-

za cristiana está inseparablemente unida al conocimiento del rostro de Dios, el rostro que Jesús, el Hijo uni-génito, nos reveló con su encarna-ción, con su vida terrena, su predi-cación y, sobre todo, con su muerte y resurrección.

Si falta Dios, falla la esperanza. Todo pierde sentido.

Dios conoce el corazón del hombre, sabe que quien lo rechaza no ha co-nocido su verdadero rostro; por eso, no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde peregrino en busca de acogida.

El Apóstol Pablo nos invita a prepa-rar la “venida del Señor, nuestro Je-sucristo” (1 Tes 5, 23) conservándo-nos irreprensibles, con la gracia de Dios.

Este Tiempo de Adviento hay que vivirlo con un corazón abierto a la misericordia de Dios para alcanzar la vida de gracia y paz de nuestro corazón.

Corona de Adviento

Es un signo que utilizamos en los momentos previos a la celebración de la Navidad. Forma parte de una

costumbre popular nacida en Europa, asumida por la tradición cristiana para ayudamos a vivir cada una de las semanas del Adviento. Se hace en forma de círculo con follaje verde recor-dándonos la eternidad. Las ra-mas verdes signifi can la vida de gracia, crecimiento espiritual y la esperanza cristiana. Lleva cin-co velas distribuidas en forma de círculo que designan cada una de las semanas del Advien-to. Tres moradas, que signifi can preparación espiritual y conver-sión, y una rosada (Tercer Do-mingo) que signifi ca la alegría que se tendrá con la venida de Cristo. Asimismo, lleva una vela blanca en el centro para signifi -car el nacimiento del Salvador.

Bendición de la corona de Adviento

Bendice Señor esta corona de Adviento, que al encender cada uno de los cirios, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo, mediante la práctica de las buenas obras, la caridad y la misericordia, para que cuando llegue nos encuen-tre en vigilante espera, y poda-mos como Iglesia celebrar con alegría tu nacimiento entre no-sotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Iniciamos el Tiempo de Advien-

to y el Año Litúrgico de la Igle-sia, con el anuncio de una Bue-na Noticia: el Señor se acerca, viene a traemos la salvación. Él quiere ser el Dios que acompa-ña y guía nuestra vida, el Dios que nos levanta de las tristezas y desesperanzas que nos ace-chan. Abramos el corazón a Dios que en su Hijo viene a nuestro encuentro, para llevamos a vi-vir una experiencia del amor y la misericordia con nuestras ac-ciones sencillas de cada día.

Iluminación bíblica: San Marcos 13, 33-37. (Se lee el pasaje del Evangelio).

Peticiones

• Tú que eres Padre de todos, concédenos la gracia de prepa-ramos a tu venida. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Ayúdanos a mantenemos siempre vigilantes y dispuestos a caminar contigo. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Protege a nuestras familias, bendice nuestro hogar, ilumina a nuestros hijos. R/. A Ti, Señor, levanto mi alma.

Primer Domingo de Adviento

Guía de oración para vivir el Adviento 20204 Guía de oración para vivir el Adviento 2020 5

y señalar a Cristo presente en me-dio del pueblo.

María Ella culmina la espera mesiánica.

Asumiendo el proyecto de Dios y pronunciando su “Sí” al ángel, inau-gura el tiempo del cumplimiento y el Hijo de Dios entra en el mundo como el “nacido de mujer”.

José Esposo de María, hombre justo de

la estirpe de David, es el signo del cumplimiento de la promesa de Dios a sus antepasados.

Tengamos en cuenta: La esperan-

za cristiana está inseparablemente unida al conocimiento del rostro de Dios, el rostro que Jesús, el Hijo uni-génito, nos reveló con su encarna-ción, con su vida terrena, su predi-cación y, sobre todo, con su muerte y resurrección.

Si falta Dios, falla la esperanza. Todo pierde sentido.

Dios conoce el corazón del hombre, sabe que quien lo rechaza no ha co-nocido su verdadero rostro; por eso, no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde peregrino en busca de acogida.

El Apóstol Pablo nos invita a prepa-rar la “venida del Señor, nuestro Je-sucristo” (1 Tes 5, 23) conservándo-nos irreprensibles, con la gracia de Dios.

Este Tiempo de Adviento hay que vivirlo con un corazón abierto a la misericordia de Dios para alcanzar la vida de gracia y paz de nuestro corazón.

Corona de Adviento

Es un signo que utilizamos en los momentos previos a la celebración de la Navidad. Forma parte de una

costumbre popular nacida en Europa, asumida por la tradición cristiana para ayudamos a vivir cada una de las semanas del Adviento. Se hace en forma de círculo con follaje verde recor-dándonos la eternidad. Las ra-mas verdes signifi can la vida de gracia, crecimiento espiritual y la esperanza cristiana. Lleva cin-co velas distribuidas en forma de círculo que designan cada una de las semanas del Advien-to. Tres moradas, que signifi can preparación espiritual y conver-sión, y una rosada (Tercer Do-mingo) que signifi ca la alegría que se tendrá con la venida de Cristo. Asimismo, lleva una vela blanca en el centro para signifi -car el nacimiento del Salvador.

Bendición de la corona de Adviento

Bendice Señor esta corona de Adviento, que al encender cada uno de los cirios, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo, mediante la práctica de las buenas obras, la caridad y la misericordia, para que cuando llegue nos encuen-tre en vigilante espera, y poda-mos como Iglesia celebrar con alegría tu nacimiento entre no-sotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Iniciamos el Tiempo de Advien-

to y el Año Litúrgico de la Igle-sia, con el anuncio de una Bue-na Noticia: el Señor se acerca, viene a traemos la salvación. Él quiere ser el Dios que acompa-ña y guía nuestra vida, el Dios que nos levanta de las tristezas y desesperanzas que nos ace-chan. Abramos el corazón a Dios que en su Hijo viene a nuestro encuentro, para llevamos a vi-vir una experiencia del amor y la misericordia con nuestras ac-ciones sencillas de cada día.

Iluminación bíblica: San Marcos 13, 33-37. (Se lee el pasaje del Evangelio).

Peticiones

• Tú que eres Padre de todos, concédenos la gracia de prepa-ramos a tu venida. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Ayúdanos a mantenemos siempre vigilantes y dispuestos a caminar contigo. R/. A Ti, Se-ñor, levanto mi alma.

• Protege a nuestras familias, bendice nuestro hogar, ilumina a nuestros hijos. R/. A Ti, Señor, levanto mi alma.

Primer Domingo de Adviento

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cosecha. El hombre en su vida está en constante espera: cuando uno es niño, quiere crecer, de adulto tien-de a la realización y al éxito, avan-zando en la edad, aspira al mereci-do descanso. La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida y nos acompaña.

El adviento cristiano se convierte en ocasión para volver a despertar en nosotros el verdadero sentido de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado por los largos siglos y nacido en la pobreza de Belén. Viniendo entre nosotros, nos ha traído y continúa ofrecién-donos el don de su amor y de su salvación. Presente entre nosotros, nos habla de múltiples modos: en la Sagrada Escritura, en el Año Litúrgi-co, en los santos, en los aconteci-mientos de la vida cotidiana. A su vez, podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos afl igen, la impaciencia, las pre-guntas que nos brotan del corazón. Estamos seguros que nos escucha siempre y si Jesús está presente, no existe ningún tiempo privado de sentido y vacío. Si Él está presente, podemos seguir esperando tam-bién cuando los demás no pueden asegurarnos más apoyo, aun cuan-do el presente es agotador.

Por lo tanto, el Adviento es el tiem-po de la presencia, de alegría y de la espera de lo eterno.

Tomado de: Celebración de las primeras vísperas de Adviento 2009,

homilía del Santo Padre Benedicto XVI.

Modelo y sostén de este íntimo gozo es la Virgen María, por medio de la cual nos ha sido dado al Niño Jesús. Que Ella, fi el discípula de su Hijo, nos obtenga la gracia de vivir estos tiempos litúrgicos vigilantes y diligentes en la espera. Amén.

Modelos para prepararnos en este Tiempo de Adviento

Isaías

Es el profeta que expresa la espe-ranza de Israel y suscita la espera en el hombre.

Juan Bautista

Último de los profe-tas, resu-me en su p e r s o n a y palabra la historia preceden-te justo en el mo-mento de su cumpli-miento. Se

presenta con la misión de preparar el camino del Señor, de ofrecer a Is-rael el conocimiento de la salvación

Oración para encender la vela

Señor y Dios nuestro, encen-demos esta primera luz como signo de nuestro deseo de salir a tu encuentro con un corazón vigilante. Queremos como Igle-sia Diocesana caminar con Je-sucristo y vivir la misericordia llevando la Buena Nueva de la salvación a nuestras comunida-des, familias, lugares de trabajo a todo hombre y mujer que vie-ne a este mundo. Ven Señor Je-sús, queremos caminar contigo. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

En el Segundo Domingo de Ad-viento resuena la llamada del Señor a través de la predicación de Juan el Bautista: “Preparen el camino del Señor”. Juan ac-túa en dos lugares: el desierto, es el lugar donde recibe la Pala-

bra; el Jordán, es el lugar donde proclama la Palabra, haciendo un llamado especial a la con-versión. Habiendo escuchado la Palabra de Dios en el desierto, Juan puede hacer resonar su in-vitación como oferta de salva-ción para todos.

Iluminación bíblica. San Marcos 1, 1-8 (Se lee el pasaje del Evan-gelio).

Peticiones

• Abre Señor nuestros corazo-nes para que escuchemos tu Pa-labra con humildad y sencillez. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

• Concédenos la gracia de la conversión y la vida nueva. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

• Ayúdanos a vivir este tiempo de gracia con misericordia y cercanía con los que sufren. R/. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

Oración para encender la vela

Encendemos Señor esta se-gunda vela de la Corona de Ad-viento, como signo de nuestra llamada a la conversión. Como Iglesia queremos caminar con-tigo al desierto para escuchar tu Palabra y renovar nuestro compromiso de ser testigos de la misericordia. Ayúdanos a mantener viva la esperanza y la alegría que nos trae tu ve-

Peticiones

• Fortalece Señor nuestras vi-das con la esperanza de tu ve-nida. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

• Que la justicia social nos haga más solidarios con los más ne-cesitados. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el santo de Israel.

• Que la alegría del evangelio llene de gozo y paz a nuestra fa-milia. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

Oración para encender la vela

Padre de misericordia, encen-demos esta tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento, como signo de la espera gozosa de tu venida. Que al encender este cirio, nos llenemos de ale-gría porque nuestra salvación está cerca. Como Juan el Bautis-ta, queremos ser portadores de tu mensaje de salvación, vivir la justicia y la conversión, prepa-rar nuestros corazones al Dios que viene a habitar en medio de nosotros. Que tu gracia nos acompañe y renueve en noso-tros el deseo de Dios. Con Jesu-cristo nace y renace la alegría. Ven Señor Jesús. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Guía de oración para vivir el Adviento 2020

Segundo Domingo de Adviento

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Con el Tiempo de Adviento inicia el Año Litúrgico en la vida de la Iglesia. Dejamos atrás el 2020 que nos en-frentó a una situación que aún no su-peramos, la emergencia sanitaria de la COVID – 19; sin embargo, la Dió-cesis de Cúcuta estuvo siempre ani-mando la fe de los fi eles, anunciando a “Cristo Jesús, nuestra Esperanza” (1 Tm 1,1). En medio de la virtualidad, proponemos este subsidio litúrgico para experimentar a través de las ce-lebraciones litúrgicas de este Tiem-po de Adviento, donde el nacimiento del Señor Jesús, nos traerá alegría, paz, esperanza y amor a todas nues-tras familias.

ADVIENTO

Tiempo de espera y esperanza

El Santo Padre Emérito Bene-dicto XVI, en el año 2009, reflexionando en su homilía de las prime-ras Vísperas del Adviento, nos hablaba sobre el signi-fi cado de esta palabra, que

puede traducirse como “Presencia”, “Llegada”, “Venida”. En el lenguaje del mundo antiguo era un término técnico utilizado para indicar la lle-gada de un funcionario, la visita del rey o del emperador; pero podía in-dicar también la venida de la divini-

dad, que sale de su ocultación para manifestarse con poder.

Los cristianos adoptaron la pala-bra “Adviento” para expresar su relación con Jesucristo: Jesús es el Rey, que ha entrado en esta pobre “provincia” llamada tierra para vi-sitarnos a todos; hace participar en la fi esta de su adviento a cuantos creen en Él. Con la palabra “Adven-tus” se pretendía sustancialmente decir: Dios está aquí, no se ha reti-rado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podemos ver y tocar como sucede con las realida-des sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras.

El signifi cado de la expresión “Ad-viento” comprende también el concepto de “visitatio”, que quiere decir “visita”; en este caso, se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí. Es una invitación a comprender que cada acontecimiento de la jornada es un gesto que Dios nos dirige, signo de la atención que tiene por cada uno de nosotros. El Adviento nos invita y nos estimula a contemplar al Se-ñor presente.

Otro elemento fundamental del Ad-viento es la espera, que es al mis-mo tiempo esperanza. El Adviento nos empuja a entender el sentido del tiempo y de la historia como “Kairós”, como ocasión favorable para nuestra salvación. Jesús ilus-tró esta realidad misteriosa en mu-chas parábolas: en la narración de los siervos invitados a esperar la vuelta del amo; en la parábola de las vírgenes que esperan al esposo; o en aquellas de la siembra y de la

nida. Como san Juan Bautista elevemos nuestra voz para que el mundo no camine en tinie-blas. Ven Señor no tardes tanto. Amén.

(Se canta una estrofa de un villancico que hable de la ve-nida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

El Tercer Domingo de Adviento se conoce como “Domingo de Gaudete”, es decir, domingo de gozo y alegría. En este domingo, se nos invita a vivir alegres, por-que el Señor está cerca. “Estad siempre alegres en el Señor”, insiste el apóstol. Dios se acerca a la humanidad para traemos la salvación, que está en reafi rmar su amor originario, en volver a encontrar el amor perdido que todo lo alcanza y transforma.

Iluminación bíblica. San Juan 1, 6-8. 19-28. (Se lee el pasaje del Evangelio).

Peticiones

• Fortalece Señor nuestras vi-das con la esperanza de tu ve-nida. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

• Que la justicia social nos haga más solidarios con los más ne-cesitados. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el santo de Israel.

• Que la alegría del evangelio llene de gozo y paz a nuestra fa-milia. R/. Gritad Jubilosos: Qué grande es en medio de tí el san-to de Israel.

Oración para encender la vela

Padre de misericordia, encen-demos esta tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento, como signo de la espera gozosa de tu venida. Que al encender este cirio, nos llenemos de ale-gría porque nuestra salvación está cerca. Como Juan el Bautis-ta, queremos ser portadores de tu mensaje de salvación, vivir la justicia y la conversión, prepa-rar nuestros corazones al Dios que viene a habitar en medio de nosotros. Que tu gracia nos acompañe y renueve en noso-tros el deseo de Dios. Con Jesu-cristo nace y renace la alegría. Ven Señor Jesús. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Jesucristo es nuestra Esperanza (1 Tm 1, 1)

Tercer Domingo de Adviento

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Guía de oración para vivir el Adviento 20208

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén

Comentario

Estamos cerca a la celebración de la Navidad. En este domin-go, contemplamos el anuncio del Ángel Gabriel a María sobre la encarnación del Hijo de Dios, María responde al Señor con humildad y fe. Ella es la bien-aventurada de la fe. Como María aceptemos a Cristo en nuestra vida y familias como el salvador y fuente de alegría.

Iluminación bíblica. San Lucas 1, 26-38. (Se lee el pasaje del Evangelio)

Peticiones

• Que Jesucristo, ilumine nues-tras vidas para apartarnos de toda oscuridad. R/. Oh Dios, res-táuranos, que brille tu rostro y nos salve.

• Concédenos humildad y sen-cillez para recibir al Mesías que viene a visitamos. R/. Oh Dios,

restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

• Que la celebración de la Na-vidad, traiga la paz y salud a nuestras vidas. R/. Oh Dios, res-táuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Oración para encender la vela

Dios Todopoderoso, encende-mos esta cuarta vela de la Coro-na de Adviento, como signo de la salvación que nos concedes al hacerte hombre y habitar en-tre nosotros. Como María, que-remos aceptar con sencillez y alegría que tu nacimiento es un don lleno de amor que anima nuestra fe para caminar con Je-sucristo. Acepta hoy, los deseos de esta familia que se reúne para proclamar tus maravillas a las puertas de la Navidad. Que la espera de tu nacimiento nos re-conforte como hijos tuyos. Ven Señor Jesús, no tardes. Amén.

(Se canta una estrofa de un vi-llancico que hable de la venida del Salvador)

Padre Nuestro, Ave María y Glo-ria. Amén.

Cuarto Domingo de Adviento

La quinta vela, la blanca, se enciende el día de Navidad,

reunidos en familia, pidiendo abundantes

gracias con el nacimiento del Mesías.