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    Prlogo

    Estos son buenos tiempos para el cinismo, inmejorables para elsarcasmo como forma crtica. El malestar en la cultura se nosha vuelto tan agobiante, que lo ms eficaz de nuestra sofisticadafarmacopea nos estimula a renunciar a ella, la cultura, en la mayormedida posible, o ms taimadamente, a consumirla en una formaabaratada y light, en pldoras de frmula reconocida. Elconsumismo frentico y la propaganda ensordecedora de tantosproductos nos invitan a comprarnos gafas y orejeras para ver y ormenos a fin de no embotarnos del todo. Tal vez lo ms prudentesera escapar de la civilizacin que nos abruma, a la naturaleza,

    o lo que nos hayan dejado de ella, porque cualquiera sabe ahoraqu es lo natural, despus de tanta perversin civilizadora y tantoprogreso desconcertado.Trasmutar los valores fue el viejo lema del cnico Digenes.Pero, en un mundo de pacotilla, para qu subvertir los valores?Para qu esforzarse en troquelar de nuevo las monedas, si lagalopante inflacin tica y poltica anula pronto los efectosde cualquier falsificacin? Tal vez una caracterstica del cinismo

    moderno sea la renuncia al escndalo con que el cnico antiguo,con su personalidad agresiva, se enfrentaba, en solitario, a lasociedad de su entorno. Pues, a estas alturas, escandalizar a lasociedad actual, he ah algo que parece imposible. Vivimos enuna sociedad abierta y permisiva, que cuenta con implacablesmedios para marginar al provocador y ahogar cualquier protestainconveniente con ayuda de los medios de comunicacin. Hay uncinismo difuso y universal, pero bien solapado. Son muchos los

    cnicos, pero van sin el viejo manto y sin alforja, disimulados yconsentidos. Como ya en Grecia, el cinismo que abomina de lacivilizacin es una planta tarda de la cultura saciada deconvencionalidad y retrica; su afn por la naturaleza y sudesprecio por la urbanidad es un fenmeno urbano. Su feroz yejemplar individualismo es una respuesta a la alienante represingeneral del progreso.El cinismo moderno, esa mala conciencia ilustrada, busca

    tambin, como el antiguo, la senda de la felicidad, ya que no unsendero de perfeccin. Pero, despus de tantos libros, de tantas

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    revoluciones, de tantas crticas filosficas, est desencantado detodo, y no mantiene la actitud de desafo a las normasabiertamente. Es un cinismo resignado. P. Sloterdijk cita la frasede G. Benn, uno de los ms destacados portavoces de la modernaestructura cnica, que dice: Ser tonto y tener trabajo, eso es lafelicidad, como lcida y desvergonzada formulacin del cinismode nuestro siglo. Lo contrario: ser inteligente y cumplir una tareasupone una conciencia desgraciada en un contexto alienante.Pero no cometer la descortesa que en un libro sobre lo cnicotampoco sera grave de aprovechar este prlogo para unadisertacin sobre las diferencias entre el cinismo actual y elantiguo. Conste que no me faltara bibliografa para respaldar el

    ensayo. Tengo a mano los libros de K. Heinrich, Antike Kynikerund Zynismus in der Gegenwart, de 1966; de I. Fetscher,Reflexionen ber den Zynismus ais Krankheit unserer Zeit, de1975; de H. Niehues-Proebsting,Der Kynismus des Diogenes undder Begriff des Zynismus, de 1979; y de P. Sloterdijk, Kritik derzynischen Vernunft, de 1983, en dos tomos, por no citar ms que aautores alemanes. La tentacin de una divagacin filosfica sobreel tema es fcil de vencer, sobre todo gracias a la pereza. Sugiero,

    sin embargo, que el tema puede valer la pena de una meditacinactual y que incluso estara a la moda.Como el Flix Krull de Thomas Mann (o como Flix de Aza, ensu reciente y autobiogrfica Historia de un idiota contada por lmismo o El contenido de la felicidad), hay protagonistas enrelatos de un novelado y lcido cinismo, de un cinismo entresatrico y picaresco, que nos apuntan con sus guios y peripeciaspersonales una interpretacin moderna de la bsqueda de la felici-

    dad. Esa afanosa investigacin es esencial en el cinismo, comotambin la apuesta personal en el empeo; pero el cnico antiguoaspiraba a la etiqueta de sabio, expedida en el gremio de losfilsofos, gremio hurao y de nfulas pedaggicas.Las biografas de los cnicos que en su Vidas y opiniones de losfilsofos ms ilustres redact Digenes Laercio, un erudito quevivi unos cinco siglos despus de su homnimo, el Perro,biografiado por l, tienen poco de autnticos relatos biogrficos.

    Son poco ms que una sarta de ancdotas y sentencias que, por lodems, ofrecen escasas garantas de ser autnticas. Tienen, no

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    obstante, a su favor el ser ferozmente divertidas, y algunas deellas han sido celebradas durante siglos como breves muestras delhumor antiguo, un humor sagaz, cido y filosfico.En nuestro estudio vamos a evocar esas siluetas a modo desombras chinescas, de perfiles en blanco y negro, tal como nos lopermiten esos testimonios escuetos, que traducimos luego. Vamosa hablar del cinismo antiguo, griego, que fue ms una actitud vitalejemplificada inolvidablemente en tres o cuatro figuras seerasque un sistema o una escuela filosfica original.En alemn cabe (desde mediados del siglo pasado) la distincinentre Kynismus y Zynismus, trmino ste que denomina elcinismo en general, mientras que la primera palabra indica el

    cinismo histrico, el de la secta helnica que introdujo elnombre en los manuales de filosofa. Trataremos, pues, aqu delcinismo que en alemn lleva la K, del kynisms con kde perro, esdecir, derivado de kyon, can. La distincin entre un cinismo conZ, esa fricativa tan sesgada, escurridiza y elegante, y el otro conK, oclusiva picuda y un tanto brbara, dara pie sin duda acomentarios semiticos finos; pero, como no se da en castellano,prescindamos de ellos. Los kynko que, bajo el emblema del

    perro, llevaron una vida canina tomando el sol en el goraateniense o en el mercado de Corinto, fueron los precursoresmemorables de otros mil cnicos annimos, dispersos por elmundo helenstico y el romano, iluminados por un mismo soleadoafn de sabidura prctica y envueltos en un atuendo mnimo ymendicante. En contraposicin a las prestigiosas escuelas antiguasde filosofa el cinismo no pas de ser una burlona pantomimaconfrontada a una estupenda tragedia. Y sin embargo...

    El propsito de las pginas que siguen es el de servir deintroduccin al texto de Digenes Laercio que luego hemostraducido, y, aprovechando ese pretexto, comentar los temasfundamentales de ese pensamiento y actitud insertos de mal modocon grosera y causticidad en la historia de la filosofa griega.Me interesa subrayar lo que tuvo de especfico el cinismo comoforma de pensar crtico, subversivo pero no porque piense,como alguien dijo en l siglo pasado, que sea una filosofa del

    proletariado ni mucho menos, y revulsivo, frente al idealismoplatnico y la retrica convencional. Un pensamiento que se

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    expresa ante todo a travs de las ancdotas, los gestos y loschistes, que quiere provocar mediante la risa y l sarcasmo, quereduce la vida a mnimos y propone un ascetismo hacia lo animalcomo camino a la virtud, surgido en el momento de madurez dela civilizacin helnica como negacin de los refinamientos de lacivilizacin, no deja de ser sorprendente y atractivo, y tal vezhasta un punto actual. Esas pginas reivindican tambin el buennombre de Digenes Laercio, aficionado a los chismes como buenerudito, que acert al transmitirnos esa visin caricaturesca deunos filsofos que pronto fueron caricatura y que buscaron eselado cmico e irnico de la crtica, para sus stiras y sus rechazos.Las ancdotas que cuenta este sagaz compilador del siglo ni d. C.

    son ancdotas estupendas y justamente famosas, reales oinventadas mucho antes. Nunca la ancdota cobr tanto sentido, ynunca un pensamiento se expres tan claramente mediante lasancdotas; son como petardos que el terrorismo intelectual delcnico coloca al pie de los monumentales sistemas ideolgicos,quiebros giles contra la seriedad fantasmal de la opinin domi-nante, muecas un tanto de payaso, oportunas e inteligentes paradesenmascarar esa aparatosa seriedad de las ideas solemnes y las

    convenciones cvicas.No he pretendido escribir una historia del movimiento cnico (queest hecha en el libro de D. R. Dudley) ni un estudio sobre lafigura de Digenes y su repercusin cultural (que est bientrazada en el erudito estudio de H. Niehues-Proebsting), nitampoco me he detenido en rastrear las huellas del cinismo en laliteratura. Mi intencin es muy modesta: invitar a leer, o releer,ese antiguo texto, tan afamado durante siglos, y sugerir algunas

    reflexiones en torno a esas pintorescas figuras, que en las historiasde la filosofa ocupan un menguado espacio entre Scrates yZenn, el fundador de la Estoa. No tanto con afn de precisardetalles histricos, como por el gusto de subrayar qu divertidos ysagaces a su modo fueron. Tambin el humor es un armadialctica, como se ve en esas ancdotas, que le acreditan unpuesto de honor en la literatura filosfica.Deseara, en cualquier caso, que este comentario resaltara la

    agudeza de esas falsas biografas y no enturbiara la diversin deesta lectura. Creo que este pequeo libro tiene una doble

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    posibilidad: se puede comenzar leyendo mis pginas o se puedeiniciar con la lectura de las del libro VI de Digenes Laercio, paraconcluir con las de comentario. Aunque el resultado serseguramente el mismo, aconsejara la segunda a quienesdesconocen el texto de Laercio, y la primera a los dems.La traduccin castellana de D. Laercio hecha por J. Ortiz y Sanz,que es la que habitualmente se publica, y la nica completa, enespaol, tiene cerca de doscientos aos. Fue una buena versin,aunque su lxico resulte en ocasiones algo obsoleto. A la ma lehe puesto algunas notas, las que me han parecido oportunas onecesarias para entender mejor el texto. Como la notabibliogrfica, no tienen un propsito acadmico; slo quieren

    resultar tiles al lector.Me gustara haber evitado el engolamiento y la pesadez, que tantodesdeciran del tema aqu tratado.

    Madrid, enero de 1987.

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    Cap. I. El emblema de la desvergenza

    Desde aqu se perfila fcilmente el sentido de la desvergenza.

    Desde que la filosofa ya slo es capaz de vivir hipcritamentelo que dice, le toca a la desvergenza por contrapeso decir loque se vive. En una cultura en la que el endurecimiento hace dela mentira una forma de vida, el proceso de la verdad dependede si se encuentran gentes que sean bastante agresivas y frescas(desvergonzadas) para decir la verdad. Los poderososabandonan su propia conciencia ante los locos, los payasos, loscnicos; por eso deja la ancdota decir a Alejandro Magno quequerra ser Digenes si no fuera Alejandro. Si no fuera el locode su propia ambicin, tendra que hacer de loco para decir a lagente la verdad sobre s mismo. (Y cuando los poderosos

    comienzan por su lado a pensar cnicamente cuando saben laverdad sobre s mismos y, sin embargo, siguen adelanteentonces realizan al completo la moderna definicin delcinismo.)

    P. Sloterdijk, I, 206.

    Hay en el burgus un lobo encerrado, que simpatiza con elfilsofo perruno. Pero ste ve en el simpatizante en primeralnea al burgus y le muerde siempre. Teora y prctica estn

    entretejidas inextricablemente en su filosofa, y no da nada poruna aprobacin slo teortica.

    P. Sloterdijk, I, 297.

    Para los griegos fue, desde antiguo, el perro el animal impdicopor excelencia, y el calificativo de perro evocaba ante todo esefranco impudor del animal. Era un insulto apropiado motejar de

    perro a quienes, por afn de provecho o en un arrebatopasional, conculcaban las normas del mutuo respeto, el decoro yla decencia.Al perro le caracterizaba la falta de aids, que es respeto yvergenza. Simboliza la anadeiabestial, franca y fresca.Cuando en el canto I de la Ilada Aquiles se enfurece contraAgamenn, que le ha arrebatado su cautiva con despticadesfachatez, le llama revestido de desvergenza, cara de

    perro, y t que tienes mirada de perro ( I 149, 159, 225).Agamenn, que sin el menor reparo ofende a sus aliados, merece

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    el epteto de gran desvergonzado, un grave baldn para un jefede las tropas y seor de pueblos.Ms adelante, en el mismo poema, la bella Helena se califica a smisma de perra (II. VI 344), al meditar cuan impdicamenteabandon a su esposo al fugarse con Paris. Zeus, encolerizadocontra Hera, no encuentra insulto ms duro para su divina esposaque decirle: no hay nada ms perro que t (II. VIII 483). (La.desvergenza de Hera reside en el escaso respeto que guarda aveces al divino Zeus.)Entre los insultos que los dioses homricos se aplican, sloencuentro uno ms fuerte: el de kynmuia, mosca de perro, queAres y Hera (II. XXI 394, 421) le enjaretan a Atenea. A la

    impudicia del perro la mosca aade otros rasgos: es tozuda,repugnante y molesta. El actuar sin vergenza a la manera bestial,pero sin la inocencia animal, justifica la equiparacin con elperro, un grave insulto para dioses y hombres ya en los poemas deHornero.La importancia de lo que los griegos llamaban aids (vergenza,respeto, sentido moral) para la convivencia cvica est biensubrayada en el mito de Prometeo y los humanos, tal como lo

    refiere el sofista Protgoras en el dilogo platnico de su nombre.Al final del relato mtico, cuenta que Zeus, apiadado de loshombres (a los que Prometeo ya haba obsequiado el fuego, basedel progreso tcnico, pero an carentes de capacidad poltica), en-vi al dios Hermes para que les repartiera a todos los fundamentosbsicos de la moralidad: aids (pudor, respeto, sentido moral) ydike (sentido de la justicia). Y Zeus le encarg muy claramenteque a todos los humanos les dotara de tales sentimientos. A

    todos, dijo Zeus, y que todos participen. Pues no existiran lasciudades si tan slo unos pocos de ellos lo tuvieran, como sucedecon los saberes tcnicos. Es ms, dales de mi parte una ley: que aquien no sea capaz de participar de la moralidad y de la justicia loeliminen como a una enfermedad de la ciudad (Platn,Protgoras 322 d).La convivencia cvica encuentra, pues, segn ese mito que esuna ilustrada alegora, sus apoyos bsicos en la participacin

    universal en el pudor y la justicia. (En el relato mtico se dicedke,pero el trmino ms exacto es el de dikaiosyne, es decir, no

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    la justicia como norma, sino el sentido de lo justo, como algoprevio a su realizacin en normas legales.) Si los humanoscarecieran de aids y dikaiosyne la vida en sociedad serademasiado salvaje y bestial, aborrascada por el egosmo y laviolencia. Si alguno no participara de esos sentimientos quedefinen al ser humano destinado a la convivencia, el consejo deZeus, segn Protgoras, es rotundo: que lo condenen a muerte. Almargen de esos sentimientos no hay vida civilizada.Mucho antes, ya Hesodo haba subrayado que la justicia era loque defina el mbito de lo humano, en contraposicin al mundode los animales, que slo conocen la ley de la fuerza y se devoranunos a otros. En el mundo de las bestias, sealaba, no hay otra

    dke. El halcn de la fbula devora al ruiseor sin reparo ninguno(Trab. 203 y ss.). Al final del mito de las edades el mismo poeta,pesimista, profetizaba que tanto Aids como Nmesisabandonaran el mundo (id. 190 y ss.).La sociabilidad humana descansa sobre esos dos pilares; sobreellos levanta la sociedad sus convenciones legales. Las leyes queencauzan los hbitos y regulan las pautas del comportamiento enun mbito cvico son convenciones concretas y definidas

    histricamente, pero se sustentan en un reconocimiento universalde lo decente y lo justo, que caracteriza al hombre en tanto quehumano. Eso es lo que Protgoras, en el dilogo de Platn, quieredecir. La educacin se basa tambin en esos dos grandessentimientos: el de la decencia y el de la justicia. Algo que losanimales, los brutos, ignoran.Y, dentro de los animales, parece que unos lo ignoran ms queotros. En un extremo del dominio bestial estn animales tan

    prudentes y civilizados como las hormigas y las abejas noolvidemos que el atento Aristteles tambin calific a la abeja,como al hombre, de zon politikn, animal cvico.Disciplinadas, organizadas en comunidad, ejemplarmentelaboriosas, las abejas son para algunos pensadores griegos unparadigma de civilidad. En el otro extremo, sin embargo, est elperro, pese a que no es una fiera salvaje, sino un compaero fieldel hombre, domstico y domesticado. Pero el perro es muy poco

    gregario, es insolidario con los suyos, y est dispuesto a traicionara la especie canina y pasarse del lado de los humanos, si con ello

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    obtiene ganancias; es agresivo y fiero, o fiel y carioso, segn susrelaciones individuales. Vive junto a los hombres, pero mantienesus hbitos naturales con total impudor. Es natural como son losanimales, aunque convive en un espacio humanizado. Participa dela civilizacin, pero desde el margen de su propia condicin debruto. Uno dira que comparte con el esclavo segn la versinaristotlica la capacidad de captar algo de la razn, del lgos,en el sentido de que sabe obedecer las rdenes de su amo, pero nomucho ms. Es sufrido, paciente, fiero con los extraos, y seacostumbra a vivir junto a los humanos, aceptando lo que le echenpara comer. Es familiar y hasta urbano, pero no se oculta parahacer sus necesidades ni para sus tratos sexuales, roba las carnes

    de los altares y se mea en las estatuas de los dioses, sinmiramientos. No pretende honores ni tiene ambiciones. Sencillavida es la vida de perro.Quienes comenzaron a apodar a Digenes de Sinope el Perrotenan muy probablemente intencin de insultarle con un eptetotradicionalmente despectivo. Pero el paradjico Digenes hallmuy ajustado el calificativo y se enorgulleci de l. Haba hechode la desvergenza uno de sus distintivos y el emblema del perro

    le debi de parecer pintiparado para expresin de su conducta.Predicaba, ms con gestos y una actitud constante que condiscursos y arengas, el rechazo de las normas convencionales decivilidad. Postulaba un retorno a lo natural y espontneo,desligndose de las obligaciones cvicas. Exiliado en Atenas y enCorinto, asista como espectador irnico al trfago de las callessin gozar de derechos de ciudadana. No practicaba ningn oficio,ni se preocupaba de honras y derechos, no tena familia y no

    votaba ni contribua al quehacer comunitario. Deambulaba por laciudad como un espectador irnico y sin compromisos, sonrientey mordaz. Mendigaba para sustentarse, aunque se contentaba conpoco. Su cobijo ms famoso fue una gran tinaja de barro (eltonel de Digenes), su ajuar un burdo manto y un bastn deperegrino. Digenes llevaba una ociosa vida de perro en medio dela ciudad atribulada y bulliciosa.Ya los sofistas haban sealado la oposicin entre las leyes de la

    naturaleza y las de la convencin: la physis frente al nomos.Digenes lleva al paroxismo la contraposicin y elige libremente

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    atender slo a lo natural. En su vuelta a la naturaleza, encuentraen los animales sus modelos d conducta. Se complaceobservando el ir y venir de un ratn que recoge sus alimentosalegremente, y halla en el perro un buen ejemplo para un vivirdespreocupado y sincero.Digenes se ha desprendido de las preocupaciones cotidianas quehacen a los hombres distintos a los animales, y con ello se ufanade conseguir la independencia y la libertad. Bajo la ensea delimpdico perro se yergue escandalizando a sus convecinos comoun paradigma del autntico hombre natural. Busca, con sufarol, un hombre de verdad; l se contenta con ser un hombreperruno, es decir, un kyniks. Sus secuaces aceptan el calificativo

    con orgullo: los cnicos procurarn imitar la anadeia, ladesfachatez, y la adiaphora, la indiferencia, de Digenes.Est claro, sin embargo, que la actitud impdica del cnico distamucho de ser algo espontneo y natural. Se trata, ms bien, de unapostura bien ensayada y asumida frente a los dems, una actitudno slo agresiva, sino tambin defensiva, que no es tanto el finalcomo el comienzo de una toma de posicin crtica frente a lasociedad y sus objetivos. Esa anadeia, que es frescura,

    desfachatez y desvergenza, se escuda en su indecencia yembrutecimiento para atacar los falsos dolos y propugnar undesenmascaramiento ideolgico. Es, ante todo, una carta depresentacin para el desafo, con la provocacin y el escndaloque invitan al reto. Cuando el cnico se niega a rendir homenaje alo respetable, lo que pretende es denunciar la inautenticidad deesa respetabilidad y sus supuestos, que los dems aceptan porcostumbre y comodidad ms que por razonamiento. Con sus

    gestos soeces y subversivos est contestando los valoresadmitidos en el intercambio social. Porque el cnico busca unarevalorizacin de los hbitos, l quiere reacuar la moneda,como lo proclamaba Digenes. Contra las vanas mscaras, lasinsignias y los prejuicios, el cnico se monta una moral mnima,desembarazada de lastre, en una asctica que conduce a la libertady a la virtud, a contrapelo de las pautas tradicionales.La aparicin del cinismo es un sntoma histrico. La silueta del

    cnico, con su tosco manto y su morral, se inscribe en un precisocontexto helenstico. En una poca de crisis ideolgica y moral se

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    destaca el desvergonzado y mordaz Digenes paseando por elagora con su farol en pleno da en busca de un hombre. Ya vapromediado el siglo IV a. C, mientras Alejandro ha sometido unvasto imperio, cuando en la Atenas vocinglera y desilusionada seextiende la fama de ese Perro cuya independencia rivaliza con lade los dioses. Como en otros momentos, la aparicin de estostipos y sus prdicas es un sntoma manifiesto del malestar en lacivilizacin y el rechazo de una cultura que denuncian comorepresora y retrica. Se parecen a los hippies y beatniks detiempos cercanos, ms que a los viejos clochards.El cnico denuncia, no con hermosos discursos, sino con zafios yagresivos ademanes, el pacto cvico con una comunidad que le

    parece inautntica y perturbada, y prefiere renunciar al progreso yvagabundear por un sendero individual, a costa de un esfuerzopersonal, con tal de escapar a la alienacin. Prefiere tomar comomodelo a los animales sencillos que andar embrutecido en elrebao domstico, adormilado por las rutinas y convenciones dela gran ciudad. As se empea en un arduo ascetismo hacia lalibertad.Reivindica el valor del esfuerzo que en griego se dice pnos.

    No el del trabajo, por lo que ste tiene de integracin yalienamiento; sino el ejercicio de la sobriedad y el endurecimientode la sensibilidad frente a las tentaciones del confort y el lujo, queno rechaza por pecaminosos, sino por costosos; ya que suelencomprarse a costa de sumisin. Acta con una audacia personalque a los dems les parece desvaro y locura. Platn define aDigenes como un Scrates enloquecido. El cnico Mnimoobtiene su libertad hacindose pasar por loco, arrojando al aire las

    monedas de plata de la banca donde trabajaba, un gestosurrealista, alegre, memorable. Crates renuncia a sus riquezas parairse de vagabundo filosfico. La indiferencia frente a lo que otrosconsideran los mayores bienes, como el honor y el dinero,margina al cnico, como a un animal feliz, de las feroces compe-ticiones por esos bienes.No es natural que el hombre quiera ser feliz como un perro. Trasesa proclama se alberga un programa tico claro y revolucionario.

    Como se dirige slo al individuo consciente y no a la masa, no esun motivo grave de preocupacin para los polticos. La revolucin

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    moral y la subversin valorativa que propone el cnico es slopara unos cuantos, algunos happy few, marginales y audaces, pueslos ms son incapaces de la filosofa e inaptos para la vida cnica,que es alegre pero dura. Hay algo de deportista espiritual en elcnico; y su relacin con la cultura mantiene cierta ambigedad,como comentaremos luego. No busca, al modo rousseauniano,slo la inocencia feliz del buen salvaje; es crtico, austero yanrquico.Como fenmeno histrico el cinismo griego est determinado porla crisis definitiva de lapolis como comunidad libre y autrquica.La destruccin de la polis como marco comunitario independientey autnomo signific una enorme conmocin espiritual. Despus

    de Filipo y de Alejandro Magno, el poder en las ciudadeshelnicas quedaba al arbitrio del caudillo militar que, con susejrcitos mercenarios y la ayuda de la caprichosa Fortuna, lograrael dominio real. Cmo seguir creyendo en los venerables lemasde la ideologa democrtica? Cmo an seguir confiando en lacustodia de los antiguos dioses? Cmo confiar en lasinstituciones mancilladas y pervertidas de una ciudad sumisa a lostiranos y asediada una y otra vez? La libertad y la autarqua

    perdidas por la comunidad slo podan recuperarse, en el mejor delos casos, para el individuo, si encontraba un recurso inteligentepara escapar a tanta opresin y falsa. No caba una salvacinpoltica, tan slo un salvavidas personal para el naufragio; paraescapar del azar y la violencia, y rerse de la Tyche.Cuando la libertad de palabra en la ciudad se vio prohibida por lasumisin al monarca de turno, el cnico reivindic, a ttulopersonal, la franqueza ms absoluta, la parresa; cuando se

    prohibi que las comedias se burlaran de individuos por sunombre, la stira de los cnicos agudiz sus ataques contra todos;cuando en la corte se impuso el gesto de la humillacin total anteel soberano, la prosktnesis, se record el ademn displicente conque Digenes haba mandado a paseo al gran conquistador a supaso por Corinto; en un mundo sometido al terror, la humillaciny el desatino, slo el sabio que de casi nada necesitaba pudoproclamarse libre y feliz.

    Como indicaba E. Schwartz, el ideal de una existencia sinnecesidades, que en tiempos de Digenes pudo parecer una

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    originalidad, adquiri una terrible eficiencia cuando las guerras delos Didocos, con sus catstrofes destructoras, cayeron sobre lasciudades helnicas, y nadie estuvo ya seguro de que una buenamaana no se encontrara en el caso de tener que acogerse a unavida de perro, de la que antes se haba mofado. La doctrina de laindestructible libertad del individuo, que una generacin antes eratodava una paradoja, convirtise ahora en un consuelo, que paramuchos helenos no era ya paradjico ni trivial.La desconfianza en la sociedad y en los beneficios del progresocultural se compensa con un cierto optimismo respecto de lanaturaleza del individuo para alcanzar, mediante su esfuerzosagaz, la verdadera excelencia y, con ella, la felicidad. La va de

    la verdadera excelencia, de la independencia respecto del mundoentero, excelencia e independencia que puede conseguir todoaquel que se lo propone, consiste en no dejarse dominar por nada,por ningn contratiempo, ni por el hambre, la sed y el fro, ni porel dolor fsico, la pobreza, la humillacin o el destierro, sino veren todo ello una mera ocasin de probar la propia fuerza moral yde voluntad, ocasin de endurecimiento (kartera), de "ascesis" ensentido corporal y anmico. La libertad de voluntad y accin est

    dada a todo el mundo. Ese es el abrupto sendero por el que seyerguen las grandes personalidades histricas, como Ciro elViejo, que Antstenes haba propuesto como modelo en su escrito.Esta confianza en la voluntad humana tiene como presupuesto unaconcepcin optimista del ser del hombre desde el punto de vistamoral. Y cuando Antstenes declara que la ciencia ms importantees la de "desaprender el mal", parece indicar que el individuo esbueno por naturaleza y asimila el mal por influencia de la cultura;

    lo nico que tiene que hacer, por consiguiente, es volver a su vidanatural. Estas lneas de W. Nestle parecen destacar lo esencial deesa actitud: desconfianza en la cultura y confianza en lanaturaleza humana, afn a la naturaleza animal. Al margen de lahistoria y la civilizacin el animal goza de una dicha natural.Tambin el hombre puede intentar esa vuelta a lo natural, ejerci-tndose en vivir segn la naturaleza, que en l no es instinto, sinorazn. Para ello necesita unas pautas morales; bien sencillas son

    las que propuso Digenes, apodado el Perro, un sabioescandaloso y procaz.

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    El gran beneficio que Digenes confiesa haber sacado de lafilosofa es el estar preparado contra cualquier embate del azar,segn recoge D. Laercio en VI 63. Esa decisin y valenta paracombatir contra la Tyche es una de las bazas del cinismo (cf.sobre este tema, los fragmentos recogidos en Giannantoni, o. c, III471). La lucha contra las inclemencias de la voluble Fortuna, queen la poca helenstica fue temida como una poderosa y arbitrariadivinidad que remplazaba en el espacio vacante por sudesercin a los antiguos dioses de la polis, ocupa tambin unlugar importante en las doctrinas de los epicreos y los estoicos.El miedo o los recelos ante el curso azaroso de la existencia es lamayor amenaza contra la autosuficiencia del sabio. La aptheia o

    la ataraxia, impasibilidad o imperturbabilidad del nimo frente alos vaivenes del azar, son escudos para ese combate. Tambin loes la indiferencia hacia la mayora de los supuestos beneficios dela civilizacin, que pueden desaparecer en cualquier turbulencia.De modo que, al reducir las necesidades materiales a un mnimo,al renunciar a los refinamientos para buscar slo lo natural, lorudimentario, lo animal, el cnico deja muy breve asidero a laTyche, incapacitada para regatearle ese mnimo sustrato de su

    dicha. El primitivismo del cnico, un precursor de Rousseau enalgunos aspectos, es un despojamiento voluntario de lo accesoriocon vistas a asegurarse la independencia y total libertad. (Cf. A.D. Lovejoy, Primitivism and related Ideas in Antiquity, NuevaYork, 1965, especialmente los caps. III: naturaleza cmonorma, y IV: primitivismo cnico.) Pero tambin tiene susriesgos el extremar esa postura. Entre las ancdotas acerca de lamuerte de Digenes, una dice que muri por las mordeduras de

    los perros, y otra, ms interesante,- que fue al no poder digerir lostrozos del pulpo que haba comido crudo. Rechazar lo cocido uno de los beneficios del fuego civilizador de Prometeo es unsigno de renuncia a lo civilizado; pero la carne cruda, que unperro digiere bien, puede resultar mortfera para un hombre viejo,como el empecinado Digenes.

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    Cap. II. Antstenes, el precursor

    El sabio seguir el cinismo, porque es un atajo del camino a lavirtud, segn Apolodoro en su Moral. Slo l es libre, loshombres vulgares son esclavos.

    DIGENES LAERCIO,VII, 121.

    Antstenes

    Como seala W. K. C. Guthrie, Antstenes resulta una figura

    puente entre la sofstica y algunos escritores post-socrticos.Haba sido discpulo del brillante Gorgias, y conserv toda suvida el inters por la retrica; enseaba cobrando a sus discpulosuna cantidad acordada de antemano, como los sofistas; y losttulos de sus numerosos escritos indican la variedad de susconocimientos y preocupaciones. Lamentablemente hemosperdido todas sus obras, pero la larga lista de nombres recogidapor Digenes Laercio es por s misma bastante significativa. Al

    hacerse discpulo de Scrates debi de sufrir algo parecido a unaconversin, como la de quien por fin ha encontrado la sendasegura de la perfeccin moral, y parece haber profesado a ste unadevocin asidua y cordial. De Scrates tom Antstenes algunosde los trazos fundamentales de su tica y su asctica: el anteponera todo lo dems el cuidado del alma, el menosprecio de los bienesde fortuna, el afn por el dilogo, la crtica a los polticos ydemagogos, etc.

    Platn lo menciona una sola vez. En el Fedn lo cita entre loscompaeros de Scrates en sus ltimas horas, testigo mudo en eldilogo sobre la inmortalidad del alma que el viejo maestromantiene con los pitagricos Simmias y Cebes antes de beber lacicuta. En aquella ocasin inolvidable, al lado del buen Critn yde los ntimos discpulos, all estuvo Antstenes. (Faltaban encambio el hedonista Aristipo, al que acaso la escena le parecierademasiado penosa para asistir a ella, y el propio Platn, que

    estaba enfermo.) Cada uno de los socrticos aprendi del grafo yestimulante maestro lo que ms convena a su propio carcter y

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    talento. La imagen que Antstenes suscribi fue parecida a la quepercibimos en los textos de Jenofonte (Memorables, Banquetes yApologa), la de un pensador ejemplar, fundamentalmente unirnico moralista, asceta y crtico.Conocemos muy poco de la obra de Antstenes para emitir unjuicio sobre su vala intelectual. Entre los que lo han hecho, unoslo consideran como el autntico heredero de Scrates y el ltimomiembro de la Gran Generacin (as ya Grote y K. Popper), yotros una mala copia del maestro, una figura un tanto limitada yproclive a la rigidez, ms atenta a lo formal que a la genuina bs-queda de la verdad mediante la continua inquisicin. Est claroque tanto Platn como Aristteles tuvieron hacia Antstenes un

    recelo no exento de desdn. Es interesante sealar que l escribidilogos socrticos antes que Platn aunque nos figuramos quepoco en comn tendran con los sutiles coloquios de sucondiscpulo, diecisiete aos ms joven, y suponemos que susobras debieron perderse pronto.Antstenes no fund propiamente una escuela, aunque tuvodiscpulos que mantuvieron sus tesis lgicas, ya que Aristtelescita a los antistnicos. Daba lecciones en el gimnasio de

    Cynosarges, en las afueras de la ciudad, un lugar frecuentado poratenienses de origen dudoso y metecos y extranjeros (cf.Demstenes 23, 213, que indica que tal gimnasio estaba asignadoa los bastardos). Pero no trat de establecer un centro deenseanzas encaminadas a proveer a los jvenes de una formacinsuperior y filosfica, como fueron luego la Academia platnica oel Liceo de Aristteles. Se interes en la educacin y la retrica,como ya sealamos, y comentaba a los poetas, adoptando la

    exgesis alegrica de algunos mitos. Nos queda una frase suya enla que podemos percibir un eco de Gorgias y de Scrates: elfundamento de la educacin es la investigacin de las palabrasNo fue un cnico en el sentido estricto del trmino, aunqueDigenes Laercio nos lo presente, siguiendo pautas de otroseruditos helensticos, como el fundador de la secta cnica. Fue, entodo caso, el precursor de Digenes el Perro, y el eslabn que unea ste con el socratismo.

    El caso es que en torno a Antstenes, como en tomo a Digenes,se fabularon pronto una serie de ancdotas y de dichos agudos que

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    hacen muy difcil discernir qu hay de cierto en lo relatado sobresus vidas. As, por ejemplo, la noticia de la bastarda deAntstenes, hijo de una esclava tracia, que le sirve a DigenesLaercio para referirnos un par de ancdotas ingeniosas. Ignoramosqu fundamento real tendra, ya que ni Platn ni Aristteles, niJenofonte aluden a ello. Tambin de otros personajes semencionan chismosas invenciones acerca de su madre paradesacreditarlos. (As de Eurpides se contaba que la suya habasido una verdulera, sin ningn fundamento.) Quiz est conectadoel tema con el que el filsofo enseara en el gimnasio deCynosarges, quiz depende de fuentes de alguna solvencia, oquiz surge de algn relato malinterpretado. Pero el desprecio por

    la nobleza de sangre encaja bien en el ideario de un pensadorproclive al cinismo. La pureza de sangre y la noble cuna eran paral, sin duda, algo indiferente, puesto que ni la una ni la otrasignifican nada frente a la virtud autntica, que el sabio manifiestaen sus hechos. Scrates era de familia humilde, pero un ateniensecabal por ambos lados; Antstenes poda sobrepasarle en esto,siendo hijo de una esclava. Tal infundio pudo servir a quienesobservaban en sus escritos que tanto los brbaros como los

    griegos ofrecan ejemplos de virtud, y que la nobleza de almaquedaba desligada de la ciudadana ateniense. (Que, en cualquiercaso, no se le discute; su padre se las habra ingeniado para colara su bastardo en las listas de los ciudadanos legtimos.)Hubo, por parte de algunos historiadores antiguos de la filosofa,un empeo claro de situar a Antstenes en la cabecera del cinismo,y en establecer as una sucesin de figuras filosficas queenlazaran a Scrates con el estoicismo, en una serie clara:

    Scrates-Antstenes-Digenes-Crates-Zenn. Al tiempo que seofreca una continuidad de la tradicin escolar se postulaba as laconsideracin del cinismo como una escuela socrtica,infundindole una dudosa coherencia y un programa intelectualamplio.No encontramos en Antstenes los trazos agresivos del cnico, alque Digenes de Sinope ofrecer una silueta definitiva. Ni ladesvergenza radical ni la indiferencia absoluta respecto a los

    criterios valorativos cvicos ni la feroz parresia (libertad depalabra) adquieren en l el sentido provocador de que har gala

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    Digenes, un Scrates enloquecido. Pero lo cierto es que loscnicos desarrollaron hasta el extremo rasgos que estn, con unamoderacin previa, en el discpulo de Scrates. As en elBanquete de Jenofonte (c. 8), Antstenes, que no tiene un bolo,elogia la verdadera riqueza, la del alma, afirmando que la otra nosirve para nada. Tambin desprecia los placeres, y llega aproclamar una y otra vez que prefiere ser dominado por un delirioque por el placer.Elogia el esfuerzo, como el camino que lleva a la virtud.Indudablemente, ese menosprecio de la hedon y aprecio delpnos como medio para alcanzar la arettena precedentes en latica tradicional; es una pauta heroica, ejemplificada en Heracles.

    (En un famoso aplogo mitolgico, el sofista Prdico comentabala eleccin de Heracles en la encrucijada, cuando vinieron a suencuentro en forma de bellas muchachas la acicalada figura de laVoluptuosidad y la austera de la Virtud, y el hroe prefiri el rudocamino indicado por sta.) Antstenes se resignaba a una vida singrandes riquezas, moderada y austera; pero no viva en la miseriani mendigaba. Cobraba sus lecciones, y alejaba a quienes nopodan pagarle con un bastn de plata. Fue a la guerra a

    combatir por su patria y s port heroicamente en la batalla deTanagra. Andaba mal vestido con un manto agujereado, y estabahabituado a un rgimen muy frugal, pero no despreciaba acudir aun banquete cuando estaba invitado, como el mismo Scrates.Socrticos son tambin su aprecio por la educacin, su bsquedade la virtud y su crtica a la demagogia en que haba cado elrgimen democrtico de Atenas. En todos estos rasgos estprximo a los estoicos, ms cercano a Zenn que al agresivo

    Digenes. Las ancdotas que hablan del encuentro de uno y otrorevelan bien el recelo de Antstenes ante los paroxismos de su noquerido discpulo.Claramente se presenta Antstenes como precursor de cnicos yestoicos en la proclama repetida de la autosuficiencia del sabiopara la felicidad, que slo depende de su propio saber y virtud.Esa insistencia en la autrkeia del individuo, frente a la fortunainconstante y la colectividad inconsciente, caracteriza la prdica

    filosfica de este socrtico que vio en Heracles el ejemplo heroicodel valor moral y en Scrates al mejor maestro de virtud. Sus

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    temas favoritos dice D. Laercio, en VI, 11 eran stos: Que esenseable la virtud. Que los nobles no son ms que los virtuosos.Que la virtud es suficiente por s misma para la felicidad, sin otroapoyo ms que la fortaleza socrtica. Que la virtud est en loshechos, y no necesita ni largos discursos ni muchosconocimientos. Que el sabio es autosuficiente, pues los bienes delos dems son todos suyos. Que la impopularidad es un bien yvale el esfuerzo. Que el sabio vivir no de acuerdo con las leyesestablecidas, sino de acuerdo con la de la virtud.La adoxa, la mala fama o la impopularidad, es un bien,segn Antstenes. Scrates estimaba, segn apunta Platn envarios textos, que la opinin de la mayora no era una norma que

    mereciera el respeto, ya que la dxa no era algo estable nifundado en la razn. Pese a que en las instituciones democrticasesa opinin mayoritaria es lo decisivo, Scrates pona a susdiscpulos en guardia contra la tirana de unas gentesirresponsables por su apasionamiento o su ignorancia. El sabiodebe guiarse por su propia razn y no por opiniones ajenas, comoya desde Herclito haban dicho los filsofos, que, ms queatenerse a la dxa, preferan la paradoja, el situarse al margen

    de la opinin, para dxan. Pero tambin aqu Antstenes avanzaalgo ms, al afirmar que la adoxa es un bien (agathn), como loes el esfuerzo (ponos).Recordemos que la moral tradicional griega se basa en laaprobacin que el triunfador recibe de la colectividad. La aretetradicional estaba recompensada por el prestigio ante lacomunidad que ensalzaba y premiaba con la buena fama, laeudoxa, al que ha destacado por su valer. Se trata de una moral

    basada en la competencia continua, y la idea misma de la arete vaunida a la excelencia o superioridad. No se premia el ser bueno,sino el ser mejor que los dems. Y esa virtud, generalmenteunida a la nocin de xito o triunfo, atrae hacia quien se destacapor ella un resplandor de gloria, que coincide con el aplauso y laadmiracin y el elogio de todo un pueblo. El sabio, que ahorase propone como ideal de conducta, no slo prescinde de esaaprobacin colectiva, sino que, segn Antstenes, la desprecia. Su

    impopularidad puede ser un testde su virtud, paradjicamente. Vacontra corriente, desdeoso de los aplausos y censuras de la

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    muchedumbre. El divorcio entre la moral del sabio y la de lagente queda ya de manifiesto. Cuando Antstenes afirma que slola virtud es lo importante, est sobreaadiendo que todo lo que losotros consideran bienes, como la belleza, la salud, las riquezas,son cosas que el sabio aprecia en muy poco; son cosasindiferentes. Esa indiferencia del sabio es la caracterstica delos cnicos.Encontramos en Antstenes explcita la propuesta de presentarcomo ejemplo tico la figura del sabio, que encarna el ideal dela vida filosfica. La figura del sophs,presentada con matices untanto diversos, ser una pieza esencial en las ticas de las escuelashelensticas;' tanto estoicos como epicreos nos darn su versin

    de ese modelo ideal, en cuyo trasfondo se perfila una siluetasocrtica. La sabidura que se busca es ms prctica que terica(la virtud se expresa mediante los hechos), y es ante todo moral(la virtud no necesita de muchos discursos ni de larga doctrina).No son los muchos conocimientos los que definen al sabio, sinoante todo el temple de su nimo. El conocimiento ms necesarioes el de desaprender los vicios. El beneficio del aprendizaje filo-sfico es la mayor- capacidad para conversar uno consigo mismo.

    Ese homile heauti es un hermoso lema, dentro de esta ticapara el individuo.Esa moral de la autosuficiencia, que Antstenes inaugura y queser de enorme trascendencia, es la respuesta del filsofo a unostiempos duros, de feroces crisis polticas y de cambios sociales. Elfilsofo se resigna a buscar en s mismo su dicha, y as se hace lailusin de ser libre en un ambiente donde la libertad est abolida ysometida a la violencia y la demagogia. Es interesante observar

    que incluso Antstenes, escritor de tantos libros y sobre tantostemas, haya insistido en que lo esencial es la virtud austera y lafortaleza del nimo. Tanto los estoicos como los epicreos loreconocern tambin. Los cnicos darn a todo esto un perfil msacerado, a travs de la palabra custica de Digenes y sus gestosescandalosos. Antstenes no tema la adoxa;pero Digenes ir abuscarla. Antstenes no consideraba un mal terrible la pobreza;Digenes se instalar en la miseria. Si Antstenes va algo ms all

    de Scrates, luego Digenes dar expresin rotunda a lospreceptos de Antstenes, exagerando su desafo a las

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    convenciones de la ciudad.Tras la prdida de los textos, es imposible evaluar la capacidadliteraria de Antstenes. Consideramos, sin embargo, mrito suyoel haber introducido a la par que la figura ejemplar del sabio, dospersonajes singulares como modelo de conducta: el persa Ciro yel heroico Heracles, para representar un prototipo de la aretebuscada. A Ciro le dedic cuatro obras, segn el catlogo de D.L., y a Heracles tres. En la figura del rey persa podemos suponerque destacara la rectitud y austeridad del gobernante ideal, frentea las tentaciones del poder absoluto y los placeres cortesanos.Probablemente tratara en esos libros perdidos de la educacin delprncipe, como lo har Jenofonte en la Ciropedia, sealando el

    feliz resultado de una buena paidea sobre una noble physis.Idealizado, Ciro el Grande resultaba un magnfico rey paraaquellos persas que aprendan ante todo dos cosas: a disparar elarco certeros y a decir siempre la verdad. Que un brbaro pudierapresentarse como ejemplo de nobleza, austeridad y buenaeducacin a los griegos resulta significativo de la perspectivapedaggica de Antstenes.Pero an ms lo es el que adoptara al superhroe Heracles como

    arquetipo del esforzado filsofo. Dejando a un lado algunascaractersticas tradicionales del hroe, como su brutal apetito y sudesenfrenada sexualidad, ya otros pensadores del siglo v habanvisto en el magnnimo hroe al hroe trgico por excelencia,ensalzado por su constante esfuerzo, peregrino asctico y solitariofilntropo. En la idealizacin del hroe haba actuado tambin lainterpretacin alegrica (que, sin duda, tambin practicabaAntstenes). El bizantino Suidas recoge un texto claro al respecto,

    que remonta a Herodoro de Heraclea, un historiador de finales delsiglo v, que dice as:A Heracles, hijo de Alcmena, la historia lo acredita de filsofo ylo representa vistiendo una piel de len llevando una maza ysosteniendo tres manzanas. (Las manzanas de las Hesprides.)Refiere el mito que gan las tres manzanas matando al dragn consu maza, esto es, venciendo al serpenteante razonamiento de losmalos deseos con la maza de la filosofa, vestida en la meditacin

    como en una piel de len. Y as, tras haber matado con su maza ala serpiente del deseo, tom las tres manzanas, es decir, las tres

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    virtudes: no enfurecerse, no amar las riquezas, no amar el placer.Por medio de la maza de la filosofa y de la piel de len de larazn audaz y templada venci el veneno de los malos deseos ypractic la filosofa hasta su muerte.He aqu un ejemplo de esa interpretacin alegrica que daba a losviejos mitos un sentido moral a la altura de los tiempos. Delforzudo Heracles mediante esa sutil reinterpretacin surga elsanto estoico, el mximo representante de la vida esforzada, encuya vida el pnos era el instrumento de la virtud; una virtud,arete, que aunaba la resistencia, karterta, la benevolencia hacialos hombres, eunoa y philanthropa, con la austeridad de unavida de vagabundo atltico, armado tan slo de la piel de len y

    de la maza, como un anticipo del cnico mendicante, vestido slocon su burdo manto y su bastn de viaje.Heracles no fue un hroe guerrero, como los de la vieja pica,sino que se enfrentaba a sus duras tareas solitario y resuelto,sencillo, sin tapujos, capaz de las mayores empresas, enfocandotodo su saber a la accin, desprovisto de palabrera (frg. 474Nauck, atribuido al Licimnio de Eurpides). Ya Prdico lo habapresentado en su famoso aplogo de Heracles en la

    encrucijada como el prototipo de la vocacin heroica. Quizsa Heracles se aplicaban esos versos trgicos que el cnicoDigenes adopt para describirse a s mismo: Sin ciudad y sincasa, privado de patria, mendigo errante, busco mi sustento da ada. (D. L. VI 38 = Fr Adesp. 284 Nauck). Los estoicosprosiguen la glosa de la figura de Heracles idealizado como elmejor de los hombres, ristos andrn. Hrcules no conquistnada para s. Pas por el mundo sin apetecer nada, sino juzgando

    las cosas que deba conquistar: enemigo del mal, campen delbien, portador de la paz a la tierra y al mar. (Sneca,De bett. I,13, 3.) En la misma lnea de pensamiento, Epicteto (III, 24, 13-16) desarrollar an ms el comentario.Heracles era el hroe patrn del gimnasio de Cinosarges en elque, segn noticias, enseaba Antstenes. All estaba su estatua; elmusculoso campen de la lucha adoptaba un gesto noble ysufrido, como el atleta que sabe que tras el triunfo le aguardan

    nuevos combates, y que el premio es efmero y el entrenamientopenoso y cotidiano. Los cnicos insistirn en que el entrenamiento

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    es necesario para la prctica de la virtud, y para que el obrarvirtuoso sea un hbito. De modo que la imagen del atleta venamuy bien para la prdica moral, con aadir despus que la ascesisimportante no es la del cuerpo, sino la del alma, porque lo queimporta, en definitiva, no es la fortaleza fsica, sino la anmica.Ejemplo supremo de vigor y fuerza, ischs, era Heracles tanto enuno como en otro plano.Al menos desde esa interpretacin de la que estamos hablando.Para G. Murray ah tendramos un estupendo ejemplo de esareacuacin de los valores, esa paracharaxs, que Digenes elCnico se propona como meta de su filosofar. El tradicionalpatrn de los atletas se transformaba en patrn de los filsofos del

    manto rado y el desarraigo. Tambin Digenes escribi untratado sobre Heracles, tal vez en forma de paratragedia,probablemente un opsculo de intencin didctica.Sabemos que en elHeracles de Antstenes el hroe apareca juntoal centauro Quirn, mtico educador de hroes como Aquiles yJasn, y escuchando los consejos de Prometeo, otro famoso ytrgico filntropo quien le aconsejaba atender a lo que est porencima del hombre para as captar el valor de lo humano: elevar

    su mirada por encima de lo terreno para as actuar de modo msnoble. Tanto en uno como en otro encuentro podemos pensar quelos consejos ticos respondan al ideal heroico de una moralsuperior, por encima de la tica cvica, una moral individualista yuniversal. El rudo y tenaz atleta, hijo de Zeus y de una mortal, elbastardo y desposedo Heracles, se transform, moralizado, en elpatrn del cnico vagamundo, a sugerencias de Antstenes.Por azar se nos han conservado dos breves textos de Antstenes:

    dos piezas retricas, que en su estilo recuerdan a Gorgias (y enespecial a su Elogio de Palamedes), pero que contienen ideascaractersticas del precursor del cinismo. Son dos discursospuestos en boca de yax y de Ulises, en el famoso episodio deljuicio de las armas de Aquiles, que los aqueos decidieronentregar al mejor de los hroes. Cada uno de los dos caudillosexpone sus mritos y critica al otro. El episodio haba sido tratadoya en la pica y la tragedia (por Sfocles y Eurpides). yax era el

    paladn de corte arcaico, el guerrero impvido fiado en su fuerza ysu coraje, inflexible y firme en el ataque tras su enorme escudo.

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    Ulises era el combatiente astuto y dispuesto a todo para obtener lavictoria. El primero haba rescatado con su valor el cadver deAquiles; el segundo haba entrado en Troya disfrazado y nocturnopara robar el talismn protector y haba ideado el medio deconquistar la ciudad (con el famoso caballo de madera). Frente alorgulloso y arcaico yax, Ulises habla como un hroepolytropos(de muchos recursos), luchador independiente y sabio, capaz dearrostrar la afrenta con tal de lograr la victoria. Merecidamente,en esa contraposicin, iba a obtener el premio como dignoheredero de Aquiles. Frente al aprecio por la figura monoltica deyax contra el taimado Ulises, que encontramos en Pndaro y lostrgicos, el discpulo de Gorgias prefiere a ste, que encarna un

    nuevo tipo de hroe, sufrido y autrquico.Frente a los nostlgicos de los ideales de la poca arcaica seala L. Gil (p. 61), un nuevo tipo de hroe humano vena aocupar el puesto del hroe aristocrtico. La virtud moralreemplazaba a la fuerza fsica, la reflexin al coraje, la filantropaal egosmo, el desprecio de la doxa a la sed insaciable de fama.Ulises, como el poeta que le cantara, a los ojos del precursor delcinismo, encarnaba la figura del sabio. El yax de los poetas,

    injustamente tratado por el destino, perda sus contornos trgicospara convertirse en el prototipo del hombre que por sus defectosse desliza por la pendiente de su propia ruina. Como Heracles,Ulises se enfrentaba a lospnoi de un largo peregrinar con nimoaudaz y armado ante todo con su saber.Ciro, que por sus mritos haba llegado desde un origen muyhumilde al trono imperial de Persia; Heracles, esforzado y austeroperegrino, filntropo vencedor de monstruos, y el muy astuto y

    sufrido Ulises, que con -su ingenio triunf de los mayores apuros,eran tres paradigmas representativos en esa tica de trazos sobriosque sealaba el ascetismo como el mejor camino a la virtud,objetivo arduo que en s mismo conllevaba su premio yrecompensa. La tica constitua el verdadero ncleo de esafilosofa, con menosprecio de los conocimientos meramentetericos o cientficos, esos enkyklia mathmata, que son unadorno accesorio y acaso superfluo de la personalidad.

    Antstenes tiene un enorme aprecio por la educacin, la paidea,que constituye la ms bella corona para la vida y es para el

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    alma lo mismo que la gimnasia es para el cuerpo; la educacin esmucho mejor que la riqueza y diferencia a los que la tienen de losotros que viven como sonmbulos. Pero hay que escribir losconocimientos en el alma y no en los cuadernos de notas (D. L.,VI, 5), para que no se pierdan. Son los bienes que sobrenadan conuno en cualquier naufragio. Para esa educacin los ejemplos deesas figuras virtuosas, que muestran una autosuficiencia cercana ala del sophs o al autntico filsofo, constituyen unasilustraciones memorables. Esos son los que viven segn la ley dela virtud, muy por encima del vulgo. La educacin est destinadaa formar individuos tan firmes y nobles como esos modelos,aunque no se esfuerzen para lograr la fama, sino por mantener su

    sabia y austera independencia en las circunstancias variables de lavida en una comunidad desasosegada. Como Scrates, Antstenescriticaba la democracia de su tiempo, por la irresponsabilidad delpueblo y la demagogia de los polticos, en una ciudad que nosaba distinguir a los buenos de los malos y donde los cargos nose elegan de acuerdo con los mritos reales. Sin embargo,Antstenes no renunciaba a sus deberes cvicos, aunque sedistanciase de la poltica efectiva. Hay que acercarse a ella

    frg. 70 G como al fuego, no demasiado, para no quemarse, niapartarse mucho, para no helarse.Como se ve por la larga lista de ttulos recogida por D. Laercio,las obras de Antstenes eran variadas y numerosas, de modo queno era injustificado el calificativo de charlatn universal(pantophys phldon) que le adjudic el satiricn Timn (D. L.,VI, 18). En diez secciones (en griego tmoi) se nos dan sesenta yun ttulos, aunque algunos parecen repetirse. Algunos de estos

    escritos eran tratados breves y cuestiones de retrica, otros tenanla forma de dilogos, como elAlcibades, laAspasia, elHeraclesmayor, el Ciro menor, y el Poltico, el deLa Verdad, etc.; algunostenan forma de discursos, y otros de sermones o diatribas, deltipo que luego ser corriente entre los cnicos y los estoicos.No podemos entrar aqu en un anlisis de su temtica ni en losproblemas minuciosos de esos escritos, perdidos por completo.(Remitimos al libro de Patzer, Antisthenes, 1970, o a las

    excelentes pginas en que G. Giannantoni resume la cuestin, o.c, III, pp. 215-30). Especialmente interesante resulta que todava

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    en ese catlogo aparece una obra titulada Per physeos, Sobre lanaturaleza, de la que, por Filodemo, conservamos una notablesentencia: Dice Antstenes en su Sobre la naturaleza que porconvencin (kata nmon) hay muchos dioses, pero por naturaleza(kat physin) hay uno solo. Otros autores (Cicern, Lactancio,Clemente de Alejandra) se hacen eco de la frase, y aaden que aese dios nico no se parece nada y nada podemos saber de l pormedi de imgenes, segn Antstenes (resumido por Clemente deAlejandra). El contenido del tratado, en dos libros, no eranaturalista, al modo de los presocrticos, sino que insista en laoposicin entrephysis y nomos, como el de altheia frente a dxa,atacando con ello la religin popular y oficial, sus ritos y mitos,

    en la lnea ilustrada de la sofstica. Me parece muy atinada laobservacin de Gianantonni: Un Antstenes "telogo", en elsentido al menos en que hablaron de l Dmmler y Jol, no esms que una invencin. Y tampoco parece aceptable la tesis deW. Jaeger, quien coloca las ideas de Antstenes en el proceso deformacin del concepto de teologa natural (tal cual loconcibieron, a travs de Varrn, los padres de la iglesia). Lareferencia ms verosmil de estas tomas de posicin es la

    polmica contra la dxa y contra el nomos (o. c, III, 227-8). Ental sentido Antstenes marca ya la posicin que los cnicosadoptarn en materia religiosa: un vago tesmo natural y unadesconfianza burlona hacia las religiones positivas yconvencionales, con sus muchos dioses y sus ceremonias que parael cnico carecen de sentido, como tantos otros ritos cvicos. Nosabemos qu fundamento encontraba Antstenes a esa fe en undios nico por naturaleza, un dios muy abstracto, ya que no se le

    asemeja ninguna imagen de las formadas por los humanos. Acaso,como luego dirn los epicreos, el fundamento gnoseolgico paratal creencia sera el consenso universal sobre la existencia de algodivino y la evidencia, enrgeia, de esa presencia de dios en elmundo. Los cnicos usan tambin el plural dioses, por ejemplo,para decir que los sabios son amigos de ellos. Un usometafrico? Precisar ms es difcil, por lo escaso de los textos alrespecto.

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    Cap. III. Digenes, el Perro

    No tron contra los tiranos, pero se burl de los filisteosburgueses, que se jactaban de una libertad y una educacinheredadas, y disfrutaban los goces de una civilizacin materialmuy elevada, como si la hubiesen creado ellos, porque podan

    pagarla. A este tipo de filisteo era a quien constantementepinchaba Digenes, patentizndole su mala ndole, mostrndoleesclavizado por las exterioridades de la civilizacin, que nohacan ms que alejarle de la naturaleza, y poniendo demanifiesto la vaciedad, la falta de ingenio, la artificiosidad detoda esa cultura.

    E. SCHWARTZ

    Digenes

    Lo que Digenes Laercio nos cuenta sobre la vida de Digenes elCnico en los captulos centrales de su libro VI es un abigarradocentn de ancdotas de muy dudosa autenticidad. Como seala D.R. Dudley, esas historietas y chistes pertenecen ms a una

    antologa del humor griego, que a una discusin de filosofa (o.c, pgina 29)1 . Digenes de Sinope (circa 400-323 a. C.) fue ya

    1 La Vida de Digenes es una de las ms largas, con sus sesenta y un pargrafos (VI,20-81), entre las compiladas por Digenes Laercio en su Vidas y opiniones de los

    filsofos ms ilustres. Tan slo las de Platn, Zenn el estoico y Epicuro la superan enextensin. En el centro del libro VI, dedicado por entero a los cnicos, nos ofrece, comoya dijimos, una serie de ancdotas mal trabadas, y no una autntica biografa deDigenes y sus ideas. D. Laercio considera a la cnica como una de las diez grandesescuelas o sectas filosficas en el sentido que tiene en griego haresis y colocalas figuras de los cnicos en una sucesin como la de otros escolarcas. Pero l mismoadvierte que aqu el concepto de escuela y de discpulos ha de tomarse en sentido lato.La estructura de esta falsa biografa fue ya objeto de algunas excelentesobservaciones crticas de F. Leo en su libro sobre la biografa antigua (Die griechisch-rotnische Biographie, Leipzig, 1901) y luego de un magnfico trabajo de Kurt von Fritz(1926), cuyas conclusiones siguen siendo vlidas. Giannantoni las ha resumido muyclaramente (o. c, pp. III, 371-76). Distingue varias secciones: una biogrfica (caps. 20-3), una primera seccin de chreai (24-9), una primera de la venta de Digenes (29-32), segunda de chreai (32-69), doxografa (70-3), de nuevo ancdotas relacionadascon la venta y D. como pedagogo (74-6), sobre la muerte y sepultura (76-9), los

    escritos de D. (80) y homnimos (81). Lo ms autntico o antiguo seran los caps. 20-23y los 70 a 81. La relacin de Digenes con tal o cual personaje pueden aparecer enprrafos diversos; as, por ej., con Platn en 24, 40, 53 y 67; con Alejandro en 32, 38, 60

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    en vida una figura extravagante y provocadora con susescandalosos gestos y sus mordaces rplicas, pero luego sconvirti en el filsofo cnico por excelencia, atrayendo sobre supersona toda una serie de dichos y ancdotas de muy variadaprocedencia. Vino a ser una figura literaria arquetpica: unmordaz comentador de todo, un audaz denunciador de todas lasconvenciones, un ingenio burln sin el menor reparo en susimproperios.Para esa versin popular y tpica de Digenes, l es ante todo unfilsofo prctico, que en sus actos ejemplifica la teora de laescuela, llevando al paroxismo las mximas que Antstenes yahaba proclamado en sus escritos, pero sin realizarlas del todo. En

    Digenes stas cobran un perfil tajante; a la indiferencia frente alo que no afecta a la virtud corresponde la adiaphora cnica, de laque se sigue la anadeia y laparrasa o libertad de palabra. Frentea la irona socrtica el cnico encuentra en esaparresa un mtodosencillo para denunciar los falsos dolos, y propone una nuevavaloracin, subvirtiendo lasnormas tradicionales. Es el lema que,de acuerdo con el consejo dado por el orculo de Delfos, cumpleel filsofo: paracharttein t nmisma, reacuar la moneda,

    falsificar lo admitido como valor troquelado, fundar una nuevavaloracin de las cosas, transmutar los valores, en unaUmwertung aller Werte, segn la traduccin nietzscheana.

    Deslindar lo que hay de aadido literario y lo que pudo ser real enesa amalgama del anecdotario de Digenes es tarea imposible.Pero trataremos de comentar aquellos rasgos que puedenindicarnos algo del Digenes histrico y sus doctrinas, y de

    apuntar luego los motivos de alguna ficcin tarda, en la queDigenes es un protagonista un tanto tpico, como en la Venta deDigenes de Menipo de Gdara o en los Dilogos de los muertosde Luciano de Samsata, en los que toda esa literatura cnicadesemboca y culmina.

    y 68.El erudito D. Laercio se sirve de multitud de fuentes; cita algunos nombres de anteriores

    eruditos y otras veces introduce las ancdotas con un simple dicen.... Evidentemente,recoge una larga tradicin, en la que el cnico se ha convertido ya en un tipo popular ychistoso, y de la que le era ya a l difcil precisar la autenticidad.

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    Coinciden las noticias antiguas en sealar que Digenes lleg aAtenas como desterrado o exiliado de Sinope, una ciudad del surdel Mar Negro. Vivi luego en Atenas y en Corinto, e hizo algunavisita a Esparta. La condicin de emigrante y aptrida es relevanteen quien se proclam el primer cosmopolita. No siendociudadano de ninguna polis concreta, Digenes se proclamabaciudadano del mundo; mientras las ciudades griegas se debatanen sus guerras civiles, el cnico se instalaba como espectadordisplicente ante las tremendas crisis polticas, solitario voyeurenmedio del gora ateniense. Tambin l escribi, segn parece, unaPoliteia,pero en una pauta pardica y utpica, en clara oposicin

    a lo que haca su contemporneo Aristteles, un metecoconservador.Para un hombre de esa poca, el destierro era una terriblecondena, slo inferior a la muerte, puesto que significaba eldesarraigo de su ciudad y el quebranto de sus lazos familiares.Slo una bestia o un dios puede vivir al margen de la comunidadcvica, dice Aristteles. Digenes sacar partido a ese vivir sinlastre cvico. Considera que el hombre es autosuficiente para la

    virtud, si es sabio, en el sentido prctico de la sabidura. Poco esnecesario para vivir, al menos para el que est desligado demuchas ocupaciones y deberes convencionales, como el exiliadoy pobre que no busca honores ni bienes de fortuna. Probablementeencontr en las enseanzas del socrtico Antstenes un acicate asu propio talante austero 2. El bullicio urbano es para el cnico un

    2 Acerca de la valoracin de Digenes como pensador y su funcin en la historia delcinismo, hay cuatro interpretaciones en la historiografa filosfica moderna, segn loesquematiza G. Gian-nantoni (III, 463, 65), con su habitual precisin:La primera postura, representada por E. Zeller, considera el cinismo como unatendencia homognea en la que contribuyeron Antistenes, Digenes y Crates; en esacolaboracin escolar se diluye un tanto la originalidad de Digenes.La segunda ve en Digenes al fundador del cinismo prctico, de la vida a lo perro, elkyniks bos, a partir de las ideas de Antstenes sobre la oposicin de lapbysis contra elnomos y la dxa, extremando aqul las tesis de ste, mediante el ejemplo de una vidaacordada a tal idea. (As, por ej., M. Pohlenz y R. Hoistad.)La tercera ve en Digenes no a un pensador, sino a un tipo original; destacado no porsus doctrinas, sino por su personalidad enorme y escandalosa. (As P. Windelband, A.

    Norden, K. von Fritz.)La cuarta separa netamente a Digenes de Antstenes, niega que haya una escuelacnica con una sucesin propia y hace justamente de Digenes el fundador, terico y

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    curioso espectculo, un tanto grotesco y sin sentido. En l seacomoda como espectador marginado y bufn ocasional.Desprovisto de patria, sin familia, Digenes ni siquiera tena casapara dormir bajo techado y no mostraba ninguna preocupacinpor su futura tumba. La famosa tinaja que le serva de cubculo es decir, el tonel de Digenes, segn versiones poco atentas aldetalle arqueolgico vino a ser un smbolo de su extremafrugalidad.

    Una ancdota cuenta que quebr su escudilla cuando observ a unmuchacho beber en el hueco formado con sus manos y a otro queusaba como cuenco la costra cncava de un pan. Su ajuar era

    mnimo, de acuerdo con su pobreza y, sobre todo, con su afnasctico de servirse de lo indispensable.El ratn gil y omnvoro, acomodado a todo, le sirvi de modelo,segn el mismo Digenes refera. A quien le pregunt quin leenterrara, no teniendo familiares ni siervos (recordemos que elrecibir honores fnebres era algo muy importante para un antiguo,y que los familiares prximos velaban por este deber), lerespondi: Quien quiera quedarse con mi morada. Tambin dijo

    que le gustara servir de alimento a los perros y los pjaros unavez muerto. (Eso es, precisamente, uno de los motivos de horroren la guerra, segn la tradicin, como se seala ya en el comienzode laIlada.) As hasta el cadver de un cnico puede resultar tila la naturaleza. Tampoco tiene recelo de la ultratumba.

    Las varias ancdotas que ponen a Digenes frente a un rey o un

    prctico, del cinismo. Esta orientacin la representan, con motivaciones diversas, si bienconvergentes, Schwartz y Wilamowite, Dudley y Sayre, y a ella parece querer sumarsetambin Giannantoni (III, p. 465).Como indica D. Laercio, VI, 103, ya los antiguos discutan acerca de si el cinismo erauna autntica escuela, o secta filosfica, haresis, o ms bien, una simple actitud,nstasis, una postura radical, sin duda, ante la vida; un determinado bos filosficocomo sendero abreviado para la felicidad; con unas pocas ideas bsicas y sin sentidoescolar. Aun aceptando que lo definitivo en el cinismo es, en efecto, esa nstasis, esadisposicin vital, creemos, sin embargo, que las ideas socrticas de Antstenes acercadel esfuerzo, la autosuficiencia del sabio, la ascesis, con los ejemplos de Heracles y

    Ciro, etc. son recogidas y relanzadas por Digenes, que extrema la actitud deenfrentamiento a lo convencional, sean leyes u opiniones.

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    tirano Filipo, Perdicas, Antpatro, o Alejandro expresan bien,mediante la contraposicin y la rplica coloquial, laindependencia y la libertad del filsofo. Sin duda, la ms famosade ellas es la del encuentro de Alejandro y Digenes en Corinto.A la pregunta del joven Alejandro: Qu quieres de m?,responde el indolente Digenes, sentado junto a su tinaja, en tonotranquilo: Que te apartes un poco y no me quites el sol. Un bonmot, cierto. De no ser Alejandro, habra querido ser Digenes,se cuenta que habra dicho el gran macedonio, en este u otrolance. Uno y otro representan dos tipos del mximoindividualismo, ambos por encima de las convenciones de lagente y de la poca.

    La ancdota es justamente archiconocida, y desde antiguo circulen muchas variantes, que testimonian un ncleo comn: el toposdel encuentro entre el rey y el sabio. El philsophos pone enevidencia la inferioridad del tirano por su insaciabilidad y susumisin a la dxa; el sabio est por encima de esa ambicin deriquezas, honores, poder y pasiones que determinan la conductadel monarca; todo eso es, para el cnico, vanidad, typhos. Segn

    las versiones de la ancdota, percibimos que hubo dos tradiciones,la una hostil y la otra ms favorable a la figura de Alejandro. Estadestaca, de paso, la magnanimidad del joven monarca, que elogiay admira a Digenes.Como los dems encuentros de Digenes con otros reyes, tambinsta carece de base histrica. Aunque pudo tener lugar unencuentro de Digenes y Alejandro, cuando ste an no habapartido para sus conquistas en Asia (y no era por tanto el

    conquistador afamado que la ancdota presupone para su mayorsentido), el coloquio es inverosmil histricamente. Lo que,obviamente, no le hace perder su valor simblico. (Sobre detallesy crticas remito al excelente y eruditsimo captulo de G.Giannantoni en su ya citado Socraticorum reliquiae, III, pp. 397-404).En otros relatos encontramos un encuentro semejante entreAlejandro y otros sabios de aspecto prximo a los cnicos: los

    gimnosofistas hindes, o su representante, Clamo o Dndamis.Tambin ah los filsofos nada quieren del gran rey, sino que los

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    deje en paz. Como en el episodio ficticio de la venta de Digenescomo esclavo del que hablaremos luego, lo que el encuentrodestaca es que slo el sabio es gobernante de s mismo, con totalautarca y serenidad.La fascinacin de la ancdota reside en que indica laemancipacin del filsofo del poltico. Aqu no es el sabio, comoel intelectual moderno, un cmplice del poderoso, sino que levuelve la espalda al principio del poder, la ambicin y lautoridad, como apunta Sloterdijk. Ya en la poca antigua Platny Aristteles haban figurado, sin gran xito, como consejeros deprncipes, por breve plazo; los cnicos, como esta ancdota acen-ta, no albergan tales inquietudes.

    Pronto en las rplicas y agudo en las parodias, Digenes debi deser un autor ingenioso. Escribi algunos libros, que sospechamosbreves, e incluso alguna tragedia, tal vez en clave de parodia. Peropocos recuerdan al Digenes escritor, y tocios al actor de supropia farsa tragicmica. Al admitir, como hace hoy la totalidadde los estudiosos, que escribi algunos textos (aunque noexactamente los trece dilogos, las epstolas, y las siete tragediasque le atribuye D. Laercio), hemos de-pensar que las condiciones

    de vida de Digenes no fueron las de extrema penuria que le fijala leyenda. Ya algunos eruditos antiguos, como Soscrates deRodas y Stiro, segn afirma D. Laercio, y algn moderno (F.Sayre) han dudado de que fuera suyo cualquiera de los escritosque tradicionalmente corran bajo su nombre. Pero no hayfundamento para un rechazo global.Lo cierto es que hay una leyenda de Digenes como la hay deScrates; si bien ms fabulosa la del cnico, que no tuvo quien lo

    recordara con el afn preciso con el que Platn y Jenofonteevocaron a su maestro. La biografa de Digenes que nos ofreceD. Laercio (unos quinientos aos despus de su muerte) recoge unmontn de dichos y ancdotas, chreai y apotegmas ingeniosos,donde lo ben trvalo constituye el motivo especial. Se lo hancolgado a un Digenes que es un tipo literario y no un personajehistrico. Los cnicos histricamente seguros para nosotros como seala G. Gianantonni (p. 446) son los de la tercera

    generacin, despus de Antstenes y Digenes; es decir, Crates,Mnimo, etc., en los que la actividad literaria est en primer

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    plano. Digenes es tipo casi mtico, ejemplar y tpico. Como unimn ha atrado sobre su figura una serie de dichos, algunos deuna tradicin favorable al cinismo, otros no tanto, de muy variadoorigen, y de trasmisin popular. Las colecciones de chreaicomenzaron con un escrito de Metrocles, o acaso con la obra deTeofrasto, Compendio de dichos de Digenes, y con otros textosde Tecrito de Quos y de Demetrio de Falero. Pero esos centonessuelen engrosar como bolas de nieve rodando de uno a otrocopista, acumulando y perfilando chismes y chistes. No es casual, sin embargo, que la doctrina y la crtica del cnicose exprese a travs de ancdotas y dichos memorables, del gneroque los griegos denominaron chreai, mximas o sentencias

    chistosas casi siempre; bons mots, agudezas y chanzas, que dejanun impacto en la memoria del oyente. Digenes es un humorista yaprovecha el recurso didctico a ese gnero que rene variasventajas: es popular y grfico, porque un buen gesto o unaafortunada imagen vale por muchas palabras; va bien con elcarcter braquilgico y mordaz de esos predicadores de urgencia,que desprecian los largos frragos de la retrica y prefieren unbuen ejemplo a un buen discurso; ataca el esprit du srieux que es

    burgus y respetuoso con lo tpico; y combate el intelectualismode la filosofa establecida y elevada como la platnica comoasaetndola con tctica de guerrillero. El ordinario Digenes usasu vulgaridad, pero tambin su concentrada irona, tanto contra elbuen tono social como contra la filosofa idealista, envuelta en unhalo de respetabilidad. Esta frescura del cnico es un armaideolgica, y refleja su concepcin del mundo, que no ve trgico,sino absurdo. No hay en los cnicos la menor huella de la

    melancola que envuelve a los dems existencialismos. Su armano es tanto el anlisis como las carcajadas, como anota P.Sloterdijk (302-3). Antiteortico, antidogmtico,antiescolstico, Digenes se expresa a travs de sus gestos,contestando y parodiando creencias e ideas cuya respetabilidadle parece chistosa. Descubre lo ridculo en el comportamiento deunos y otros; y pincha con su comentario irnico la hinchazn destos y aqullos.

    Es por eso grande el riesgo de menospreciar el peso filosfico delcinismo, porque se nos ha trasmitido anecdticamente, como

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    seala Sloterdijk, y, como bien dice, lo hicieron ya Hegel ySchopenhauer. Hasta tal punto el esprit du srieux est infiltradoen las venas de los historiadores y eruditos, que resulta difcilencontrar quien justiprecie la sagacidad del buen D. Laerciocuando nos conserv amenamente ese estupendo acervo de frasesy gestos que son una antologa del humor filosfico.Es difcil traducir por un trmino exacto el griego chrea, queresulta ms vago que otros similares, como gnme (lat. sententia),apphtegma (lat. dictum) o apomnemneutna (lat.conmemoratio). Las retricos helensticos (como Ten, Aftonio yHermgenes) se ocuparon de este gnero el de las chreai,que tiene su origen en las escuelas socrticas y que alcanz su

    mximo desarrollo gracias a los cnicos (el primer coleccionistade chreaiparece haber sido el cnico Metrocles segn D. Laer-cio, VI, 33, aunque tales ancdotas circularon desde antiguoreferidas a los Siete Sabios o a tipos chistosos como el fabulistaEsopo). Ya Quintiliano al tratar de la chreai en I 9, 4 sealalos varios modos de introducirla, que son los que encontramos enD. Laercio: 1:l deca que..., 2: preguntado por..., contest...,3: viendo a..., coment..., 4: siendo reprochado por...,

    replic... Tales dichos pueden ser introducidos en una biografaporque caracterizan al personaje. Plutarco usa tambin elprocedimiento, que estaba en boga y era bien apreciado por unpblico acostumbrado a esa literatura a la vez popular y erudita.Tambin era un buen recurso oratorio, para divertir al auditorio.En las diatribas de los cnicos, las ancdotas y dichos tienenfundamentalmente un mensaje filosfico, dan un compendio desaber en pldoras y encubren su incitacin moral con la invitacin

    a la risa. Su brevedad las hace recomendables para el recursofcil. Su plasticidad las convierte en ejemplos muy a propsitopara aplicar en situaciones varias. El riesgo de que el ncleo ticose disuelva en la mera diversin no puede evitarse, y sin duda lascolecciones se han aumentado con muchos chismes popularesms graciosos que instructivos. El gusto de la poca helenstica, yluego de la Segunda Sofstica, por lo retrico y popular hafacilitado, sin duda, la circulacin de este gnero literario. Algn

    texto papirceo atestigua la amplia difusin de esos dichos deDigenes, en serie abierta, de uso quizs retrico o escolar. Por

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    otra parte, esa literatura confirma que tambin el buen humor y lacaricatura dieron al cinismo inicial su aspecto ms saludable, paraexpresin de la crtica. No en vano algunas de esas ancdotas sonlo ms memorable de Digenes; por encima de textos y siglosgrises an suenan las palabras del viejo cnico, y sus risas.Especial atencin, sin embargo, merecen los pargrafos 70 a 73de D. Laercio, como resumen dexogrfico escueto y de buenafuente.En esos apuntes acerca de sus opiniones vemos que Digenescomienza recomendando el entrenamiento, tanto fsico comoespiritual, para adquirir los hbitos de una vida apuntalada en lavirtud. La ascesis tanto del cuerpo como del alma es necesaria

    para formar al atleta cabal, precursor del cnico, avezado aenfrentarse a los continuos embates de la fortuna sin rechistar, ycon el talante impvido. Para llegar a esa impasibilidad que eslema de la secta se requiere un endurecimiento previo tanto fsicocomo sentimental. La gimnasia del cuerpo debe doblarse con unagimnasia del espritu, para desembocar en la conquista de lavirtud, una conquista que no es slo actual, sino que debemantenerse mediante los hbitos. Ya Aristteles en sus ticas

    insiste, en la importancia de los hbitos, y en ese punto losfilsofos helensticos estaban todos de acuerdo. La sabiduraprctica requiere una prctica constante de la virtud, y el sabio esun experto, como el buen flautista o el atleta, gracias a su entrena-miento. En la comparacin con el tcnico en un oficio late un ecosocrtico.Una vez entrenado, el sabio desprecia el placer y no cae en lastentaciones del deleite; y de esa victoria sobre el placer saca un

    placer peculiar, un goce de la libertad sin trabas. Laindependencia del sabio se constituye sobre su obediencia slo alo natural, con menosprecio de las convenciones legales. El cnicotiene el mismo gnero de vida que Heracles, y no antepone nadaa su libertad. Donde traduzco gnero de vida el texto griegoemplea el trmino charcter, que evoca la imagen del troquel dela moneda, la impronta de la acuacin, y la paracharxispromovida por Digenes, de acuerdo con el consejo del orculo

    deifico. Es la libertad del individuo que no reconoce otras normasque las de la naturaleza universal. Digenes deca que slo hay

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    un gobierno justo: el del universo (Mnen orthn politean einaiten en kosmi). El egosmo del sabio se compensa con unabenevolencia universal y csmica.El cosmopolitismo de Digenes tiene, a primera vista, un aspectonegativo: el rechazo de la ciudadana en cualquier polis concreta;es una nota del desarraigo que el exiliado intenta remediar con suempadronamiento en lo universal. Pero tiene tambin un aspectopositivo, y es para los cnicos un gran mrito el haber proclamado,antes que los estoicos, y antes de que las conquistas de Alejandrodieran a esa proclama valores ms determinados, esehumanitarismo que da todos los humanos una misma patria, comouna misma es la naturaleza de los hombres. Una vez ms tenemos

    aqu la recurrencia a la physis como lo fundamental en la vida.Digenes, que haba encontrado sus motivos de dicha en eldestierro lejos de la semibrbara Sinope, en Atenas, habahallado a Antstenes y lapaideia que le ofreca la verdadera liber-tad, saba que la verdadera libertad est en ese universalismo,que las leyes y los prejuicios nacionales le niegan al individuo.Frente a las fronteras nacionales el cnico vagabundo encuentraque slo hay una autntica politeia, la del universo habitado.

    Los estoicos aadirn que todos los hombres son hermanos, hijosde un nico dios y participantes en un mismo lagos, la raznuniversal. Los cnicos todava no desarrollan esa teora delecumenismo, pero la intuyen y la manifiestan con escuetos lemasy gestos.Pronto los reveses polticos harn del destierro una suerte comna muchos; pronto la libertad cvica ser para muchas ciudadesmero recuerdo y vana retrica. Entonces la proclama del

    cosmopolitismo resuena como un consuelo y una invitacin a lafraternidad. Los muros de la polis encerraban al individuo en unmbito familiar. Ya Aristteles haba sealado que la polis secompone de familias. La utpica politeia de los cnicos niegatambin la familia y la propiedad, de manera que ah encuentra sumxima expresin el afn universalista. En un plano realista, elcnico no busca otra forma de civilizacin, ya que lo civilizado, loasteion, est unido a la vida en una comunidad ciudadana, lo que

    niega es que las trabas de la ciudad tengan un valor decisivo; lodecisivo es la libertad individual, lo ms universalmente humano

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    enraiza a los hombres no en lapolis concreta donde nacen, sino enel cosmos.Tal vez esa sentencia se explicara en su Politea, que no deja deevocarnos la obra platnica de idntico ttulo. La Repblica deDigenes comparte con la de su contemporneo Platn (que eraunos veintitantos aos mayor y que, por lo que sugieren lasancdotas, se llevaba tan mal con l como con Antstenes)algunos rasgos utpicos: propona la comunidad de los bienes y laigualdad entre los sexos de cara a la educacin, la comunidad delas mujeres y de los hijos. (En esto iba ms all del modeloplatnico, pues como en lo del comunismo, Platn slo lopropona para la clase dirigente, la de los filsofos.) Como

    Digenes admita tan slo la ley natural, llegaba a admitir comonaturales el incesto y la antropofagia, puesto que parecan estaratestiguados como costumbres de algunos pueblos. Esa Politea,que influy a su vez en la obra del mismo ttulo compuesta por elestoico Zenn, expresara sin duda el cosmopolitismo cnico.Las subversivas proclamas de los cnicos son demasiadogenerales para tener efectos reales o revolucionarios en sucontexto histrico, como M. I. Finley y algunos otros han

    sealado, ya que presentaban un programa tan demoledor de todoque no invitaba a la accin. De hecho los cnicos no incitaban a laaccin revolucionaria, sino que la desaconsejaban, al ver elmundo en panorama tan grotesco y bestial. Lo civilizado,asteion, es un producto de la polis, como tambin lo es la ley,nomos; pero tanto lo uno como la otra se construyen sobre unoscompromisos que el cnico egosta no est dispuesto a suscribir;ante todo prefiere la libertad. Con que no critica tanto la

    esclavitud real en una sociedad esclavista como la griega esacrtica haba sido ensayada por algunos sofistas, sino que atacala esclavitud espiritual, en cuanto sometimiento a valores falsos,alienacin de los ms, en su masivo acatamiento de las opinionesirracionales y su sumisin a las seducciones de los placeres.Tambin Digenes propone una paidea, asctica sin duda, confinalidad moral. De ella exclua ciertos saberes cientficos, comola geometra, la astronoma, la msica y otras enseanzas, al

    considerarlas innecesarias e intiles. (Tambin es en estoantiplatnico; recordemos que para entrar en la Academia exiga

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    Platn conocimientos de geometra.)La frase de Digenes que deca que actuaba como el maestro decoro que da las notas en un tono ms alto para que los demsentonen a la altura adecuada merece ser autntica. Digenesexagera; busca siempre esa nota chillona, para atraer la atencin.Para llamar la atencin, como lo revelan las ancdotas, no vacilanen dar la nota y hacer el payaso. Provocador callejero,Digenes es agresivo con unos y singularmente atractivo paraotros. D. Laercio recoge la noticia de que entre sus oyentes tuvo avarios polticos de la poca. Esa faceta de bufn est vinculada asu personalidad y queda bien reflejada en la frase atribuida aPlatn, que lo defini como un Scrates enloquecido. Pero, de

    otro lado, est en relacin con su pedagoga, que trata de sacudir alos dems, en hacerles ver que lo que tienen por normas intangi-bles puede fcilmente ser conculcado; que hay que atreverse aquebrar los tabes, que el ridculo y la impopularidad sonsanciones que no son tan terribles como amenazan. Quien piensaque el mayor bien es la sinceridad, el decirlo todo, la parresa,necesita obrar con la desenvoltura de Digenes y soportar elapodo de el Perro.

    Como un perro, realizaba en pblico tanto los actos de Demter(las necesidades corpreas ms perentorias) como los deAfrodita (es decir, los actos sexuales varios). Desconoca elamor y otras pasiones. Se arrejuntaba con las mujeres que poda,como ya Antstenes recomendaba, y careca de afectos familiares.Sin duda era un pacifista, aunque, como buen observador de lanaturaleza, no debi de hacerse muchas ilusiones sobre la marchadel progreso social, si es que tal idea se le ocurri. Cuando

    observaba la existencia de pilotos, mdicos y filsofos, pensabaque el hombre es el ms inteligente de los animales; pero cuandoreparaba en la presencia de intrpretes de sueos, adivinos y susclientes, o vea a los grandes personajes engredos por la fama opor la riqueza, pensaba que nada hay ms vano que el hombre.No confiaba en la utilidad de las ciencias para el progreso moral.Su filosofa estaba toda enfocada a la tica, y toda su tica eraindividualista y libertaria.

    Hay dos ancdotas de Digenes que me parecen muy reveladorasde su distanciamiento frente a la comunidad cvica. Una cuenta

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    que sola entrar en el teatro topndose con los que salan.Cuando le preguntaron que por qu lo haca, contest: es lomismo que trato de hacer a lo largo de toda mi vida (D. L., VI,64). Con ese gesto Digenes expresa su desinters por el dramarepresentado, que l no ha ido a ver, y, en contraste, su afn pordejarse ver a la salida, entorpeciendo el paso de los asistentes. Vasiempre a contracorriente, entre codazos y empellones, acontrapelo de lo normativo. No le interesa el teatro que era unode los centros de la educacin ciudadana en Atenas ni laleccin trgica ni la evocacin mtica, pero quiere entrar en elteatro cuando el escenario ya est vaco. Eso es lo que hago a lolargo de mi vida, deca, advirtiendo el simbolismo de su

    actuacin. Las tragedias que se le atribuyeron estaran escritascomo parodia y caricatura de los conflictos trgicos. En esemismo espritu, el cnico ve la tragedia desde un ngulodistorsionado, bajo una ptica ajena al espritu heroico y cvicoque animaba el gran arte ateniense. Tal vez esas parodias tuvieranalgo innovador, por su mismo aire grotesco y esperpntico. Elincesto y el parricidio no eran, para el cnico, terribles pecados,tan slo errores de apreciacin, que la naturaleza poda excusar.

    Con esa mentalidad lo trgico en Edipo, o en Uestes, porejemplo quedaba disuelto. Digenes, si escribi tales tragedias,no las hizo desde luego para la escena dionisaca ni las represental pie de la Acrpolis.La otra ancdota es la que cuenta que al anunciar Filipo que ibaa atacar Corinto, y al estar todos dedicados a los trabajos ycorriendo de un lado a otro, l empujaba hacindola rodar la tinajaen que viva. Como uno le preguntara: Por qu lo haces,

    Digenes?, dijo: Porque, estando todos tan apurados, seraabsurdo que yo no hiciera nada. As que echo a rodar mi tinaja, noteniendo otra cosa en que ocuparme. (Luciano, C. e. Hist., 3=D.L., VI, 69.) Tambin yo empujo mi tinaja para no parecer ociosoentre tantos trabajadores, dice el cnico en el texto de Luciano.Pero el cnico no hace nada- por el bien comn, tan slo parodiala agitacin ajena, en un gesto burln.De los escritos de Digenes nos habra gustado conservar esa su

    Politea, que estaba en la lnea de la de Antstenes y sirvi demodelo a la de Zenn el estoico. Describa el rgimen de gobierno

  • 7/30/2019 Gual La Secta Del Perro

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    ideal de acuerdo con la ideologa del cnico. Por su componenteutpico estos escritos resultan una parodia o caricatura de la granobra poltica de Platn, y, como esa Repblica, no aspiraban arealizarse en la tierra, sino a inscribirse como modelos en el cieloo en el alma de los filsofos. La de Digenes debi de llevar alcolmo los preceptos avanzados por Antstenes, con plenodesprecio de las leyes habituales en las ciudades griegas,buscando una ciudad gobernada tan slo de acuerdo con las leyesnaturales. Es el epicreo Filodemo quien nos da algunasnoticias puntuales sobre la obra atribuida a Digenes (es unfragmento papiraceo, de Ace