Guerra de la Independencia: Villamartín 1808-1813

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Monografía sobre la ocupación napoleónica y guerra de la Independencia en Villamartín (Cádiz). Historia contemporánea.

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FERNANDO ROMERO ROMEROFERNANDO ROMERO ROMEROFERNANDO ROMERO ROMEROFERNANDO ROMERO ROMERO

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AYUNTAMIENTO DE VILLAMARTÍN DELEGACIÓN DE CULTURA

1999

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Primera edición: Febrero de 1999 © Fernando Romero Romero Edita: Iltmo. Ayuntamiento de Villamartín Delegación de Cultura Diseño y maquetación: FMR Imprime: CREAIMPER, S.L. I.S.B.N.: 84-922853-5-4 Depósito legal: CA-95/99

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A mi madre y hermanos

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ÍNDICE Prólogo, por Manuel Moreno Alonso ......................................................... 11 Introducción ................................................................................................ 15 1. Levantamiento nacional y primera contribución de Villamartín a la formación del ejército ................................................19 2. Prisioneros de guerra franceses (I) .......................................................... 23 3. La campaña del Norte. Alistamiento de diciembre de 1808 .................... 28 4. Prisioneros de guerra franceses (II): la evacuación a los pontones ......... 30 5. El alistamiento de 1809 ........................................................................... 37 6. Compañía Urbana y Milicia Honrada ...................................................... 41 7. Contribución para sostenimiento del esfuerzo bélico (1808-1809) ....... 44 7.1. La remonta de los ejércitos nacionales .............................................. 45 7.2. Carretas y bagajes para servicio del ejército ...................................... 49 7.3. Contribuciones en metálico ............................................................... 49 8. Muy Noble y Muy Leal Villa .................................................................. 50 9. Invasión de Andalucía y primera entrada de los franceses en Villamartín ....................................................................... 55 10. La resistencia a la invasión francesa ...................................................... 59 10.1. La guerra de guerrillas ...................................................................... 59 10.2. La insurrección en 1810 ................................................................... 66 10.3. La Milicia Cívica ............................................................................. 74 10.4. La resistencia armada en 1811.

Expediciones de Begines y Ballesteros .............................................. 79 10.5. La fortificación de Villamartín ......................................................... 89 11. La reforma municipal bonapartista ....................................................... 90 12. La economía de guerra (I): Reformas fiscales bonapartistas ................ 96 12.1. Gastos de mesa de oficiales .............................................................. 97 12.2. Contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina ............. 97 12.3. El problema de los suministros a tropas estantes y transeúntes ........ 100 13. La economía de guerra (II): Suministros y contribuciones

para sostenimiento del ejército imperial ............................................. 104 13.1. Agotamiento de los recursos económicos del vecindario

y endeudamiento del municipio ....................................................... 104

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13.2. La remonta del ejército imperial ..................................................... 119 14. Política anticlerical y nacionalización de bienes ................................. 124 15. La liberación ...................................................................................... 128 16. Gastos de guerra y sostenimiento de los ejércitos nacionales (1812-1813) ...................................................................... 131 16.1. Contribuciones y suministros .......................................................... 131 16.2. Requisición general para la remonta del 4º Ejército ......................... 133 17. Alegaciones presentadas por el Ayuntamiento para ser eximido del alistamiento de 1812 .................................................. 134 18. Los horrores de la guerra ......................................................................138 Epílogo ..................................................................................................... 149 Anexo I: Compañía de Urbanos de Villamartín (1809) ........................... 155 Anexo II: Milicia Honrada de Villamartín (1809) ................................... 157 Anexo III: Relación (incompleta) de villamartinenses que sirvieron

en el ejército durante la Guerra de la Independencia .................... 161 Anexo IV: Propietarios de ganado yeguar en Villamartín (1808-1812) .... 164 Anexo V: Propietarios afectados por requisas y robos de ganado

yeguar (1808-1812) .....................................................................166 Siglas y abreviaturas ................................................................................. 169

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PRÓLOGO

Por sorprendente que parezca, uno de los episodios más desconocidos de la historia de nuestros pueblos continúa siendo la Guerra de la Independencia. Desde luego raro es el pueblo que no conserva en su memoria colectiva noticias de algunos de sus hechos, que pueden parecer ya con el paso de los tiempos más o menos legendarios, o páginas, las más de las veces apasionadas y patrióticas, de algunos de sus hijos. Pero la verdad es que poco es lo que se ha estudiado de este "gran tema" -tan importante, objetivamente, por condicionar nuestras formas de vida durante tantos años- por parte de la historiografía reciente. Por más que intuyamos que muchas de las claves de nuestra historia contemporánea se encuentran en aquellos años tan decisivos.

Por esta razón un estudio como éste, que desvela todo lo concerniente a lo ocurrido en la localidad de Villamartín en ese tiempo, no sólo constituye un intento, perfectamente logrado, de historia local sino también una aportación fundamental a la historia de la provincia de Cádiz y a la historia de Andalucía para esos años tan fundamentales y tan mal conocidos de nuestro pasado histórico. Porque este libro constituye en verdad una reconstrucción extraordinaria de este período sobre las fuentes de información disponibles, y que, hoy por hoy, estamos lejos de conocer no sólo en el entorno de la comarca sino en el marco de marco de nuestra propia historia regional.

Pues a pesar de las lagunas existentes en la documentación (bibliografía fragmentaria o demasiado vaga, papeles destruidos o inexistentes), el autor ha sido capaz de reconstruir varios aspectos fundamentales de la vida de aquellos años en lo que se refiere tanto al período previo a la invasión como, después, al de la ocupación, con los consiguientes problemas que marcan también el inicio de una nueva era en la historia social de Villamartín. Porque, aquí como en tantos otros lugares, fue entonces cuando se produjeron los primeros choques ideológicos o enfrentamientos políticos y

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sociales que dividieron y enfrentaron a la sociedad española a lo largo de toda su, posterior, historia contemporánea.

Como tantos otros pueblos de toda la nación, Villamartín se sumó al levantamiento iniciado en Andalucía por la Junta de Sevilla y, acto seguido, realizó sus primeras contribuciones a la formación de su ejército, que obtendría la resonante victoria de Bailén. Y cuyo resultado sería patente en la localidad una vez que las autoridades dispusieron el alojamiento de prisioneros. A lo que se agrega toda una serie de episodios variados como son los diferentes alistamientos realizados en el pueblo, la formación de milicias o el sostenimiento del esfuerzo bélico con la remonta o las contribuciones en metálico, por todo lo cual la Junta de Sevilla le daría posteriormente a Villamartín el título de "Muy Noble y Muy Leal Villa".

Dentro de la guerra un aspecto de gran interés que, contra lo que generalmente se cree, llama la atención del lector es el de la falta de resistencia de esta localidad a diferencia de otros pueblos comarcanos como Algodonales, Grazalema, Olvera o Ubrique, pues Villamartín no destacó precisamente por la resistencia armada de su vecindario por más que, con posterioridad, se resaltaran los aspectos heroicos de aquélla como ocurrió en tantas otras villas y lugares de la nación. Un aspecto éste, común a tantas otras poblaciones grandes o pequeñas, que Fernando Romero estudia con ponderación al igual que otros episodios de resistencia posterior durante el tiempo de la ocupación. Pues, durante ésta, la villa vivió los efectos, también como otras, de una economía de guerra, con los inevitables suministros y contribuciones para el sostenimiento del ejército imperial, con el consiguiente agotamiento de los recursos económicos del vecindario y endeudamiento del municipio.

Estamos, por consiguiente, ante un conjunto de episodios diversos que constituyen todo un mosaico representativo de cómo una localidad, en este caso Villamartín, vivió e hizo frente a la guerra. Y que gracias al análisis riguroso de una monografía como ésta podemos seguir, y entender, de manera conjunta y exhaustiva en la medida en que los documentos sobre los que se apoya la historia se han aprovechado al máximo. Y se han expuesto de forma clara y precisa conforme a los usos de la moderna historiografía. Un

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terreno éste en el que el autor, que en la actualidad realiza los estudios de Doctorado en la Universidad de Sevilla, ha demostrado ya toda una experiencia investigadora. Pues como autor de varios trabajos sobre la historia de Villamartín, algunos de ellos sobre este período, ha dado ya pruebas de una dedicación y un interés por la historia contemporánea realmente destacado, como podrán comprobar, antes que nadie sus propios paisanos, en esta historia de Villamartín durante la Guerra de la Independencia. Razón por la que quien escribe estas líneas le ha animado a que no desmaye y escriba también, como hay que escribir, una historia local de esta Muy Noble y Muy Leal Villa, cuya vida en los tiempos de aquella guerra ha sabido reconstruirnos tan acertadamente.

Manuel Moreno Alonso

Departamento de Historia Contemporánea

Universidad de Sevilla

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INTRODUCCIÓN

El conocimiento que tenemos de la historia contemporánea de Villamartín presenta grandes lagunas y la Guerra de la Independencia no es excepción. A ella se dedicaron varios artículos publicados en el anuario Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo1 y tampoco faltan algunas páginas en las aproximaciones a la historia local de las que son autores los hermanos José y Jesús de las Cuevas y, más recientemente, Alberto Sanz Trelles y Mª. Jesús de León Morgado2; pero se trata en todo caso de trabajos fragmentarios y no disponemos hasta la fecha de un análisis exhaustivo que presente una visión global de los principales acontecimientos y problemas que afectaron al municipio durante el período de referencia. Ésa es la carencia que pretende cubrir nuestra monografía.

Nuestro interés por la historia cotemporánea de Villamartín nació en 1994 y tuvo su primer fruto en el trabajo de investigación Estudios de Villamartín en la Guerra de la Independencia, que resultó galardonado en 1995 con el Premio Histórico-Literario "Hermanos Íñigo Mateos" y del que

1 Entre otros podemos citar: A. MESA JARÉN: "Muy Noble y Muy Leal Villa de Villamartín" (1958); M. PÉREZ REGORDÁN: "Los caballos de Villamartín en el Ejército Imperial" (1993); J. BERNAL CISUELA: "Muy Noble y Muy Leal Villa de Villamartín" (1994). También pueden citarse otros que, sin centrarse en la Guerra de la Independencia o en la localidad, incluyen alguna referencia, como los de A. LINARES RODRÍGUEZ: "Hospital de la Concepción" (1982) y M. PÉREZ REGORDÁN: "El viaje del Rey José por la serranía gaditana" (1994). Varios de estos trabajos acusan la carencia de una perspectiva general, que ha conducido a malinterpretaciones de la documentación archivística utilizada.

2 J. y J. DE LAS CUEVAS: Villamartín, Cádiz 1962, pág. 33; A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: Villamartín, Cádiz 1997, págs. 84-86.

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dos capítulos fueron publicados en revistas especializadas3. Posteriormente hemos aportado algunos artículos breves, que aparecieron en medios locales y comarcales4. El trabajo que ahora presentamos recopila todos aquellos textos y reorganiza la información para integrarla en una estructura unitaria en la que también se incorporan elementos novedosos antes no estudiados, como son la creación de milicias, las reformas municipales o la economía de guerra.

Las fuentes de información utilizadas son bibliográficas, archivísticas y hemerográficas. La bibliografía que aporta información sobre Villamartín durante la Guerra de la Independencia es muy escasa, pero ha sido imprescindible la consulta de obras generales que nos permitiesen contextualizar los acontecimientos de Villamartín en un marco más amplio. Nuestra principal fuente de información han sido los archivos locales. El Archivo Municipal conserva las actas capitulares, órdenes y comunicaciones de diversas autoridades, expedientes de alistamiento, de organización de milicias, de requisas de caballerías y bagajes, de suministros a las tropas, etcétera. La documentación disponible es, sin embargo, incompleta. La escribanía sufrió varios saqueos e incendios que destruyeron parte de la documentación. Sabemos, por ejemplo, que el expediente del primer alistamiento de tropas de 1808 no se conserva por haberlo destruido los franceses y que en mayo de 1811 fueron una partida de guerrilleros españoles quienes irrumpieron violentamente en las dependencias municipales y quemaron en medio de la plaza cuantos papeles y legajos tuvieron a su

3 "Prisioneros de guerra franceses en Villamartín (1808-1809). Un preludio al confinamiento de la división de Dupont en la isla de Cabrera" en Historia 16, nº 246 (octubre 1996) págs. 21-29; "Requisas (y robos) de ganado caballar en Villamartín durante la Guerra de la Independencia, 1808-1812" en Trivium, Anuario de Estudios Humanísticos, nº 10 (noviembre 1998) págs. 363-379.

4 "Notas sobre Prado del Rey en la Guerra de la Independencia", en Noticiero Pradense, año XVII (1995) págs. 6-8; "Las octavas de Prado del Rey y las provisiones del ejército de la sierra", en MANCOMUNA Sierra de Cádiz, nº 0 (abril 1996) págs. 27-29; "Muy Noble y Muy Leal Villa de Villamartín. Apunte sobre el origen de los tratamientos", en Villamartín Información, Año I, nº 5, pág. 15 y nº 6, pág. 15; "El asalto y saqueo de las haciendas La Granja y El Rosalejo por tropas imperiales francesas en 1811", en Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1996) págs. 26-35.

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alcance. La mayor parte de la documentación conservada corresponde a los ramos de hacienda y suministros, pero también nos ha proporcionado interesante información sobre la relación del Ayuntamiento con las autoridades francesas y españolas, presencia de tropas y partidas de guerrilla en el término municipal y los abusos cometidos por unos y otros. En el Archivo de la Iglesia Parroquial hemos consultado los libros sacramentales y, principalmente, el registro de enfermos ingresados en el Hospital de San Juan de Dios, un documento imprescindible para el estudio de la estancia de prisioneros franceses en el municipio en 1808 y 1809.

La Guerra de la Independencia finalizó en 1814, pero nuestro trabajo se centra fundamentalmente en los años 1808-1812. Existe documentación para el período previo a la invasión francesa (mayo 1808-enero 1810) y para la etapa de ocupación (febrero 1810-agosto 1812); también disponemos de documentación sobre requisas y alistamientos durante los últimos meses de 1812 y primeros de 1813, pero es muy reducida la directamente relacionada con la situación de guerra durante la mayor parte de 1813 y 1814, lo que sin duda se debe al alejamiento del frente bélico; y se da la circunstancia de que los documentos de mayor interés que contiene el legajo de 1814 se refieren precisamente a la etapa de ocupación. Villamartín sufría en 1813 las secuelas de la guerra -los hombres en el frente, la economía destrozada tras dos años y medio de ocupación enemiga, la población demacrada por el hambre y miseria que padeció y el casco urbano semiderruido- pero no se respiraba el ambiente belicista de los años precedentes: cesaron los alistamientos de mozos, se redujo enormemente la contribución para sostenimiento del esfuerzo bélico y los reducidos contingentes de tropas que transitaron por el municipio apenas supusieron carga para el vecindario. El frente bélico se había alejado y el secular problema de la tierra concentraba desde principios de 1813 las miradas y preocupaciones de unos campesinos para quienes la traumática experiencia de la Guerra de la Independencia fue un trágico paréntesis abierto entre dos hechos fundamentales que marcan el inicio de la Edad Contemporánea en la historia social de Villamartín: la recuperación del Campo de Matrera y el polémico reparto de tierras comunales que dividió y enfrentó al vecindario hasta bien entrado el siglo XIX.

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1. Levantamiento nacional y primera contribución de Villamartín a la formación del ejército

España estaba parcialmente ocupada por los ejércitos napoleónicos desde octubre de 1807. El tratado de Fontainebleau autorizó su tránsito por territorio español con dirección a Portugal, pero lo que hicieron fue ocupar paulatina y pacíficamente el norte y centro peninsular, de modo que más de 100.000 soldados franceses estaban establecidos en el país en marzo de 1808. Sobre el trasfondo de la presencia militar extranjera se produjo el motín de Aranjuez, por el que Fernando VII arrebató la corona a su padre Carlos IV. Padre e hijo acudieron a Bayona al encuentro de Napoleón; Carlos con el ánimo de recuperar el trono y Fernando -que había dejado el gobierno de la nación en manos de una Junta de Gobierno que ejercía la soberanía en su ausencia- con el afán de saberse confirmado rey por el emperador de los franceses, pero el proyecto de Napoleón era despojar de la corona de España a los Borbones y entregársela a uno de sus hermanos. La revuelta del 2 de mayo precipitó la abdicación de Fernando VII, a quien se responsabilizaba de la agresión del pueblo madrileño a la guarnición francesa de la capital, y la corona quedó vacante. El secretario de Estado y del Despacho Universal de la Guerra, Gonzalo O'Farrill, calificó los sucesos de Madrid de "incidente provocado por un corto número de personas inobedientes a las leyes", mandó tomar medidas para mantener la tranquilidad y buen orden y recomendó que en los pueblos por donde transitasen las tropas francesas se siguiese "como hasta aquí franqueándoles generosamente cuantos auxilios necesiten". Y la Junta de Gobierno nombró a Joaquín Murat lugarteniente general del Reino, insistiendo asimismo en la conservación de las buenas relaciones con el ejército imperial: "La buena armonía tan recomendada con las tropas francesas, debe ahora convertirse en la más estrecha y recíproca confianza"5. Lo que se produjo en mayo de 1808 fue -en palabras de Miguel Artola- "la quiebra total de las personas e instituciones representativas del

5 AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.

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Antiguo Régimen. Fracasan los reyes, abandonando innoblemente a su pueblo; la Junta de Gobierno, tolerando a Murat como su presidente; el Consejo de Castilla, cursando las órdenes que de aquélla recibiera; las Audiencias, aceptándolas, y los capitanes generales intentando mantener una legalidad periclitada". Mientras los órganos representativos de la legitimidad monárquica se mostraban incapaces de asumir efectivamente el ejercicio de la soberanía y declarar la guerra a Francia, se desató en las provincias libres un proceso revolucionario que condujo a la formación de juntas supremas que asumieron la soberanía nacional en Oviedo, Valladolid, Badajoz, Sevilla, Valencia, Cataluña y Zaragoza6.

Sevilla fue el centro del levantamiento andaluz. Las autoridades municipales apaciguaron la revuelta suscitada por la recepción del bando del alcalde de Móstoles que declaraba la guerra a Francia, pero la ciudad se levantó el 26 de mayo y se constituyó la autodenominada Junta Suprema de Gobierno de España e Indias, que hizo irradiar el movimiento a todos los pueblos y ciudades de su reino y también envió emisarios a los de Córdoba, Jaén y Granada.

Villamartín se situaba en el área de influencia sevillana. Era un pueblo de cuatrocientas casas edificadas sobre una ladera en medio del fértil Campo de Matrera y a orillas del Guadalete, enclavado en el límite de la campiña y sierra gaditanas, donde confluyen los caminos que conducen de Ubrique a Sevilla y de Ronda a los puertos; sus 1.700 habitantes subsistían de la agricultura y ganadería7. En pocos días quedó inundado de bandos, órdenes,

6 Para el levantamiento y formación de las juntas, cfr. M. ARTOLA GALLEGO: La España de Fernando VII, en R. MENÉNDEZ PIDAL (dir.): Historia de España, tomo XXXII, Madrid 1978, págs. 37-69. Sobre el levantamiento en Sevilla y Cádiz: J.Mª QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, Madrid 1953, págs. 64-68; A. DE CASTRO: Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814, Cádiz 1982, vol. I, págs. 570-605.

7 Los catastros del siglo XVIII y los múltiples padrones de riqueza y estados de capitales formados durante la etapa de ocupación francesa manifiestan su predominio frente a cualquier otra actividad económica. El 92'5% del producto anual de todos los gremios correspondía en 1811 a actividades agropecuarias (labranza, cría de ganados y horticultura); la agricultura ocupaba el primer lugar con el 82'1% del producto (AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 30). El número de vecinos con otras ocupaciones es variable en los diversos documentos consultados para el período 1810-1812. En AMV, leg. 97 (año 1811) doc. nº 14

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manifiestos y decretos entre los que encontramos un ejemplar de la proclama de constitución de la Junta de Sevilla, que declaraba nula la abdicación de Fernando VII en Bayona, reprochaba el servilismo de las instituciones de la nación y declaraba la guerra a Francia. Villamartín no tardó en sumarse a la insurrección y jurar por rey de España a Fernando VII.

La Junta de Sevilla ordenó la erección de juntas locales en todas las poblaciones de su reino con más de 2.000 vecinos, haciendo su función los ayuntamientos en las menores. El objetivo prioritario de la Junta de Sevilla era la organización de una fuerza capaz de hacer frente al invasor francés: una fuerza expedicionaria de 13.000 hombres -2º Cuerpo de Observación de la Gironda- comandados por el general Pierre Antoine Dupont de l'Etang había partido el 23 de mayo de la ciudad de Toledo con dirección a Cádiz. La Junta de Sevilla contaba con los dos mejores ejércitos del país: el de Castaños en el Campo de Gibraltar y el de Solano en Cádiz, pero ordenó la leva de todos los hombres solteros y viudos sin hijos con edad comprendida entre los 16 y 45 años, quienes debían presentarse en Sevilla a las órdenes del comandante general Antonio Gregori.

Las operaciones de alistamiento se hicieron sin demora en Villamartín y la ocupación de Córdoba por la columna de Dupont precipitó la remisión de los alistados. El 8 de junio se recibió una orden de la Junta sevillana que agradecía en nombre del rey la actividad con que se había verificado el

aparecen: 12 arrieros, 2 carreteros, 4 aguadores, 4 albañiles, 4 carpinteros, 1 alfarero, 1 cantero, 2 yeseros, 1 carbonero, 2 herreros, 1 herrador, 6 zapateros, 3 barberos y sangradores, 3 horneros, 5 molineros, 1 agrimensor, 1 medidor de grano, 1 boticario, 1 médico, 1 maestro, 2 escribanos, 1 almotacén, 2 tenderos de quincalla, 4 traficantes de vino y licores, 1 vendedor de grano y 1 vendedor de aceite; muchos de éstos tenían además pegujales que cultivaban, por lo que parte de sus ingresos procedía de la agricultura. AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 3 indica que en febrero de 1811 había cinco eclesiásticos seculares y 12 monjas concepcionistas, pero desconocemos el números de religiosos que tenían los conventos de San Francisco y San Juan de Dios cuando fueron suprimidos en 1810; el mismo documento señala la existencia de 57 labradores, 104 pegujaleros y 270 jornaleros (inclusos algunos pegujaleros); 3 mendigos y "50 niños pequeños de ambos sexos que se mantienen de limosna entre el vecindario de puerta en puerta, unos huérfanos y otros por la pobreza de sus padres".

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alistamiento y mandaba que los mozos saliesen inmediatamente, pues el enemigo se había posesionado de Córdoba y era necesario oponerle una fuerte barrera8. En los libros de actas capitulares consta que "todos los mozos solteros y viudos sin hijos desde la edad de dieciséis años hasta cuarenta y cinco años que se incluyeron en el primer alistamiento, se remitieron al cuartel general que residía en la villa de Utrera sin perdonar exenciones de ninguna clase, por cuyo comisionado fueron admitidos, y quedaron cuarenta y dos individuos que se aplicaron al Regimiento de las Cuatro Órdenes Militares, habiéndose desechado los demás que se remitieron"9. Cuatro años después, Bernardo del Río lo recordaría en estos términos:

"Residiendo en esta villa por el mes de Junio o Julio del año de mil ochocientos ocho, vi personalmente que a consecuencia del alistamiento que hizo la Justicia de ella, remitió ésta a la de Utrera, y a disposición del excelentísimo señor don Francisco Javier Castaños, general que organizaba el Ejército, ochenta y más mozos, de los cuales cincuenta y pico fueron admitidos, reseñados y destinados a distintos cuerpos, principalmente al Regimiento de las Órdenes Militares y al de África, en donde los vi después aprendiendo la táctica y disciplina militar en dicha villa de Utrera"10.

El cuartel general se instaló el 12 de junio en Utrera, donde estaba concentrado el ejército sevillano. Tan numerosos eran los voluntarios presentados que, después de incorporar 2.000 hombres a cada regimiento del ejército regular, Castaños se vio obligado a despachar a sus casas alrededor

8 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11. Borrador de representación al intendente general del Ejército de Andalucía, sin fecha, datable en diciembre de 1812.

9 AMV, LAC, sesión de 10/12/1808.

10 Certificado de 5/3/1813 en AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12. El expediente del alistamiento de junio de 1808, donde estaban las órdenes de Castaños, los nombres y el recibo de los mozos reclutados fue quemado por los franceses, que también destruyeron otros documentos de la administración municipal. En 1812 el Ayuntamiento necesitó acreditar ante la Intendencia General del Ejército de Andalucía el número de vecinos que se incorporaron a filas en 1808 y 1809; para ello se recopilaron los papeles que sobrevivieron a las llamas y testimonios de ciudadanos de reconocido prestigio que presenciaron los alistamientos y la destrucción de la documentación municipal.

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de 12.000 paisanos que consideró inútiles por no querer llevar ningún regimiento que no fuese organizado. Los reclutas se instruyeron y maniobraron durante ocho horas diarias en el campo militar de aquella ciudad y el 26 se celebró una brillante ceremonia en la que Castaños pasó revista a 25.000 hombres. Sin tiempo para completar el adiestramiento, las tropas abandonaron Utrera y se dirigieron a Córdoba11.

2. Prisioneros de guerra franceses (I)

Dupont descendió Despeñaperros sin encontrar obstáculo alguno y el 2 de junio concentró sus efectivos en Andújar. El día 7 venció fácilmente la resistencia presentada por fuerzas españolas en el puente de Alcolea y procedió a la ocupación de Córdoba, que fue sistemática saqueada durante nueve días. El día 13 abandonó Córdoba y retrocedió a Andújar, donde esperaba la llegada de refuerzos. La división de Dupont -compuesta en su mayor parte de soldados jóvenes e inexpertos- se enfrentó en las inmediaciones de Andújar y Bailén a los ejércitos organizados por las juntas de Sevilla y Granada, que contaban con tropas veteranas más los voluntarios incorporados por Castaños a los cuadros del ejército regular. El resultado de la batalla fue la capitulación por la que rindieron las armas 17.635 hombres de las divisiones de Dupont y Vedel12. Las declaraciones de Bernardo del Río, su hijo el presbítero Juan María, el vicario Juan Dávila Cabezas y el secretario Andrés de Zúñiga coinciden en señalar que los villamartinenses alistados en junio de 1808 "batallaron en Bailén"13. La victoria se festejó en Villamartín el 24 y 25 de julio, con funciones generales de acción de gracias,

11 J. GÓMEZ DE ARTECHE: Guerra de la Independencia, citado en M. ARTOLA: La España de Fernando VII, pág. 128; G.H. LOVETT: La Guerra de la Independencia y el nacimiento de la España contemporánea, Barcelona 1975, vol. 1, págs. 181-182.

12 M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 126-137; G. H. LOVETT: op. cit., vol. 1, pág. 206 estima que el número total de hombres comprendidos en la capitulación de Bailén se aproxima a 22.000.

13 AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12.

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con misa y cántico del Te Deum, celebradas en la iglesia parroquial con asistencia del Ayuntamiento14

El artículo 6 de la capitulación establecía que las tropas francesas de Andalucía pasarían a Sanlúcar y Rota para embarcar en navíos ingleses y ser conducidas al puerto galo de Rochefort, pero la cláusula fue violada por la Junta de Sevilla. Varios factores confluyeron para que los prisioneros de guerra procedentes de la batalla de Bailén no fueran repatriados a Francia, contraviniéndose así los términos de la capitulación de 22 de julio de 1808. Por un lado la oposición del capitán general de Cádiz, Tomás de Morla, quien no creía conveniente la liberación de los enemigos que tantos males causaron a los pueblos de Andalucía; en segundo lugar, la imposibilidad de trasladar tan numeroso contingente de prisioneros, así por los transportes como por los excesivos gastos; y por último, los iniciales impedimentos que lord Collinwood, almirante de la armada inglesa, puso al embarque de la tropa prisionera en sus navíos. Como consecuencia de todo ello se dilató la repatriación y las tropas francesas fueron repartidas por los pueblos de Andalucía15.

Como tantos otros municipios gaditanos, Villamartín recibió a principios de agosto una orden de Tomás de Morla que disponía el alojamiento de un contingente de prisioneros de guerra16. El Ayuntamiento comisionó al teniente alguacil mayor para administrar todo lo concerniente al alojamiento, custodia y suministros. Los prisioneros serían alojados en las casas paneras del Pósito, que habrían de acondicionarse, siendo necesarias obras de albañilería para habilitar el viejo caserón, trabajos de carpintería y limpieza, además de la adquisición de heno para la hechura de camas, barriles, cubos

14 AIPV, Libro 17 de Defunciones, f. 109.

15 A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, págs. 625-627.

16 Correspondencia de 8/8/1808 de Tomás de Morla a Ayuntamiento inserta en AMV, LAC, sesión de 11/8/1808.

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y otros utensilios que serían traídos de Jerez de la Frontera por ser ésta la ciudad más cercana17.

La llegada de los franceses, escoltados desde Lebrija por la Infantería Provincial de Burgos, constituyó todo un espectáculo para una población de corto vecindario que por primera vez tenía ante sus ojos las afamadas huestes napoleónicas. Doscientos soldados y cinco oficiales de la división de Dupont hicieron entrada en Villamartín el 14 de agosto. Los más eran miembros de las Compañías 7ª y 8ª del 2º Batallón de la Legión 4ª, contándose también algunos hombres de otros cuerpos: Guardia de París, Legiones 1ª, 2ª y 3ª. Su edad oscilaba, salvo unas pocas excepciones, entre 20 y 23 años, confirmándose así el conocido dato de que la división de Dupont estaba integrada en su mayor parte por hombres jóvenes e inexpertos en el campo de batalla. Completaba el séquito un número impreciso de mujeres que no debía superar la media docena.

La orden de Morla indicaba que, una vez llegados a destino, los franceses serían custodiados por la milicia local, pero no existía en el municipio un cuerpo de milicianos capaz de relevar a la Infantería Provincial de Burgos en la custodia de prisioneros (las primeras noticias sobre la formación de una milicia datan de 1809), motivo por el que aquélla debió permanecer en el pueblo hasta el mes de octubre, fecha en que los propios vecinos asumieron las tareas de vigilancia18.

La estancia de la tropa francesa en Villamartín no debió ser, en sus inicios, muy penosa. La orden de alojamiento indicaba que los prisioneros se enviaban a. "los pueblos. más remotos. del teatro de la guerra para que en

17 AMV, LAC, sesión de 11/8/1808 y resumen de gastos ocasionados por la estancia de prisioneros en leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 14. Los gastos globales ascienden a 76.221'29 rs. mrvs.: 52.732'5 de salarios de oficiales y soldados franceses en el tiempo de su residencia, 1.581'18 en concepto de salarios a los voluntarios prisioneros pasados al servicio de España, 9.924'21 por estancias en enfermería, curaciones y medicinas administradas a los prisioneros, y 11.983'21 por salarios, gratificaciones, leña y otros gastos. En leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 15 se encuentran vales por 13.000 rs. que fueron entregados para suministros de pan y trigo a los prisioneros.

18 AMV, LAC, sesión de 6/11/1808.

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Libro de Enfermería del Hospital de San Juan de Dios (1808), donde fueron ingresados los prisioneros franceses procedentes de Bailén.

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ellos sean custodiados, y además estén a cubierto de los insultos que podrían hacerles algunos díscolos sin respetar la humanidad que se debe tener con el rendido" y recordaba que el enemigo depuso las armas "a condición de ser bien tratado". Si bien los destinados a Puerto Real y Puerto de Santa María fueron agredidos por la multitud y despojados de sus equipajes, todo parece indicar que en Villamartín no se reprodujo aquella violencia. La difundida creencia popular en que la guerra se había ganado en Bailén y la ausencia de instigadores que incitasen a la agresión y el expolio evitaron que el paisanaje hallase ocasión de atropellar a los rendidos. Más bien todo lo contrario: un documento fechado en febrero de 1809 manifiesta que permanecieron "guardando ellos con el vecindario y éste con aquéllos la mejor armonía"19. La pacífica convivencia permitió que gozasen de una relativa libertad, no siendo necesario mantenerlos encerrados en el caserón habilitado como cuartel. Datos, aparentemente insignificantes, como la inversión de 100 reales en la adquisición de dos camas matrimoniales o el empleo del servicio de intérpretes para salvar el obstáculo del idioma, pueden ser buen indicio del clima reinante en las relaciones entre la población y los huéspedes galos20.

Aunque hasta ahora nos hemos venido refiriendo a "prisioneros franceses", la expresión no es del todo correcta, pues el ejército imperial había reclutado tropas procedentes de toda Europa y entre los destinados a Villamartín se encontraban varios de aquellos extranjeros. Desde el comienzo

19 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.

20 En las disposiciones de la Junta de Defensa de Córdoba sobre el alojamiento de los prisioneros se indicaba la posibilidad de que trabajasen, siempre de forma voluntaria, en el campo o en oficios mecánicos con vecinos de las localidades que los recibían (J. CALVO POYATO: "Las tropelías de Dupont. Antecedentes cordobeses al confinamiento de los prisioneros franceses en la isla de Cabrera", en Historia 16, nº 97 (1984) págs. 27-33). También en la provincia de Cádiz se consideró la posibilidad de emplearlos como mano de obra; así en julio de 1809 el corregidor de Jerez comunicó a diversos municipios que se podía solicitar el envío de "algunos prisioneros franceses para emplearlos en las faenas y trabajos del campo y cualesquiera obras en beneficio suyo" (Correspondencia de 31/7/1809 en AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 15). Sin embargo, ningún documento confirma que los alojados en Villamartín trabajasen en labores agrícolas o de otra especie mientras permanecieron en el municipio.

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de la guerra las autoridades españolas intentaron atraer a sus filas a los soldados de nacionalidad no francesa que servían en los regimientos napoleónicos. Los llamamientos continuaron reiterándose incluso después de Bailén y 17 legionarios de los destinados a este municipio gaditano se incorporaron a filas españolas, recibiendo el nombre de "voluntarios pasados al servicio de España" o "voluntarios prisioneros"21. En el libro de registro de la enfermería del Hospital de la Purísima Concepción se inscriben como "Sentado plaza en la bandera española", "bandera española" o "voluntarios de España" y junto a sus nombres hallamos la indicación de su nacionalidad: Vico, Piamonte, Saboya, Flandes...22. Permanecieron en el pueblo hasta octubre de 1808, marchando con los soldados de la Infantería Provincial de Burgos. Los voluntarios extranjeros, desertores de las legiones francesas, formaron un batallón de cazadores que a inicios de 1809 fue enviado por la Junta Central para la defensa de Cádiz.

3. La campaña del Norte. Alistamiento de diciembre de 1808

La capitulación del 2º Cuerpo de Observación de la Gironda dejó Madrid al descubierto y provocó una retirada generalizada de los ejércitos franceses que tuvo carácter de huida. José I, que había recibido la corona española de manos de su hermano Napoleón, evacuó Madrid escoltado por las tropas de Moncey y los restos de las de Dupont y Vedel, sin detenerse antes de alcanzar Vitoria. Una gran parte del país quedó así libre de la presencia militar francesa y fue ocupada por tropas españolas que avanzaban hacia el Norte. Lejos de renunciar al control de la península, Napoleón lanzó sobre España una masa de 250.000 hombres de la Grande Armée, entre quienes los veteranos eran mayoría. El emperador en persona tomó el mando de su ejército y desarrolló en las provincias norteñas una fulgurante campaña que arrolló a las fuerzas españolas. ¿Que había sido de los villamartinenses alistados en junio y que combatieron en Bailén? Bernardo del Río dijo haberlos visto en Madrid con las tropas de Castaños y que "desde allí

21 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 14.

22 AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814, ff. 155, 156 y 157 v.

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continuaron con el Ejército a las batallas de Cascante y Tudela, en donde según después me informaron murieron muchos". Las fuerzas de Castaños fueron masacradas el 23 de noviembre en Tudela. La campaña napoleónica culminó el 4 de diciembre con la capitulación de Morla en Madrid23. Las noticias del frente llegaron a Villamartín, viéndose en el cabildo de 9 de enero la orden de cortar toda comunicación con la capital por hallarse ocupada por el enemigo.

En diciembre de 1808 se ordenó un nuevo alistamiento de tropas, debiéndose incorporar a filas todos los casados y viudos sin hijos, nobles, ordenados de menores sin beneficio eclesiástico, novicios que no hubiesen profesado y cuantos voluntarios pudieran tomar las armas24. Inicialmente surgieron algunas dificultades en la interpretación de la orden y se comisionó a Cristóbal de Reina y Muñoz para que consultase en Sevilla las dudas presentadas por el vecindario25; dificultades que debieron resolverse sin tardanza, pues el día 16 fueron congregados en la casa consistorial todos los solteros y viudos sin hijos de 16 a 40 años para proceder a la talla, operación para la que se requirió la presencia del sargento retirado Pedro Saavedra. De los 74 mozos presentados, 34 tenían la talla prescrita de cinco pies26. Los nobles tenían "obligación de presentarse voluntariamente" cuando la necesidad del Estado lo requiriese y Alejandro de las Cuevas presentó a sus hijos Alonso y José, pero alegó necesitarlos para la crianza de yeguas y fueron excluidos; también la viuda Antonia González comunicó que su hijo Francisco Macide, de estado noble, estudiaba en Sevilla y le había escrito para que se presentase voluntariamente "aunque tiene achaques en su salud y otros fundamentos que expondrá". La remisión de los alistados no fue

23 M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 138-153; J. PANDO DESPIERTO: "Napoleón en España", en Historia 16 nº 129 (1986) págs. 39-56.

24 AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.

25 AMV, LAC, sesión de 10/12/1808.

26 El alistamiento se reguló por la Real Ordenanza de 27/10/1800, algunos de cuyos artículos habían sido reformados por la Orden de 8/11/1808 que derogaba numerosas exenciones contenidas en aquélla. Se ha consultado un ejemplar en AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.

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inmediata y el Ayuntamiento fue recriminado por su negligencia27. No sabemos cuántos hombres fueron conducidos a Sevilla por Cristóbal de Reina, pero sólo cinco fueron admitidos.

4. Prisioneros de guerra franceses (II): la evacuación a los pontones

La situación de los prisioneros de guerra dio un vuelco tras conocerse el resultado de la campaña del Norte y la caída de Madrid. La convivencia, que inicialmente puso ser cordial, no tardó en deteriorarse. El Ayuntamiento describe la conflictiva convivencia con vecinos y transeúntes en la correspondencia remitida el 26 de febrero de 1809 al príncipe de Monforte, sucesor de Morla en la Capitanía General de Cádiz. Villamartín, cruce de caminos entre la costa, la serranía y el interior, era lugar de paso por donde diariamente transitaban reclutas, armas y caballerías en dirección a Sevilla:

"con el motivo del anterior y actual alistamiento para el Ejército se presenta cada día gente del Campo de Gibraltar y demás pueblos de sus inmediaciones y Serranía en tránsito para la ciudad de Sevilla, ya para conducir caballos ya paisanos alistados para el Ejército, y luego que los observan gritan contra los franceses diciendo que mueran, de modo que se ha visto esta jurisdicción en el mayor apuro para evitar un rompimiento con los transeúntes y un destrozo entre los vecinos y paisanos que sólo ha podido contener la maña más que las fuerzas"28.

Las noticias de la campaña napoleónica marcaron un cambio de actitud frente a los prisioneros de Bailén no sólo en Villamartín. El 7 de diciembre de 1808 la Junta de Jerez de la Frontera comunicó al gobernador de Cádiz que la llegada de la orden de alistamiento del día 6 había provocado un motín en Lebrija: "con motivo de cierta orden de la de Sevilla, dirigida al pueblo de Lebrija y llegada a él en la mañana de este día a la hora de las diez, para que todo su vecindario se armase y encaminase a aquélla para defensa de

27 Correspondencia de 18/12/1808 de la Junta Suprema de Sevilla a Ayuntamiento de Villamartín en AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.

28 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.

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la patria, se suscitó un crecido tumulto y acometió al castillo en que se hallaban alojados los oficiales prisioneros franceses, todos los cuales, hasta el número de veinte y dos que en él existían, han sido víctimas del furor del pueblo". Para evitar tumultos similares, los prisioneros alojados en Jerez fueron trasladados a la Bahía de Cádiz29. En las mismas fechas, también con motivo de la orden de alistamiento, se produjeron altercados en Cabra y otros pueblos cordobeses30.

Para evitar enfrentamientos y agresiones, los legionarios destinados a Villamartín fueron encerrados durante el paso de alistados. Pero el cuartel era poco espacioso; el hacinamiento y ausencia de ventilación trajeron la enfermedad: "han empezado a enfermar no obstante el aseo y demás precauciones de policía que se han tomado y toman, advirtiéndose ser el único remedio la ventilación"31. El registro de pacientes de la enfermería del Hospital de la Purísima Concepción de la Orden de San Juan de Dios aporta interesante información sobre los prisioneros de guerra alojados en Villamartín. A partir del 18 de agosto de 1808 entraron en el establecimiento benéfico 169 legionarios (más del 81% de la población masculina reclusa) inscritos bajo el epígrafe "Prisioneros Franceses". Es difícil precisar la causa de internamiento. Los diagnósticos registrados en el Libro de Enfermería son harto imprecisos: hay dos casos de sarna y los 167 restantes entraron "a curar de calenturas". El trabajo de los religiosos se incrementó notablemente: sólo en enero de 1809 ingresaron tantos pacientes como durante todo 1804, 1805 ó 1806, y sólo 3 no eran franceses. Los pagos del Ayuntamiento al prior de la comunidad en concepto de estancias en la enfermería ascienden a 8.765'55 rs. mrvs.

Al no indicarse la fecha de alta de los prisioneros, resulta imposible determinar cuántos permanecen ingresados simultáneamente, pero basta una mirada a las indicaciones de las partidas sobre el lugar donde se colocan para advertir una concurrencia inhabitual. Todos los pacientes atendidos entre el

29 A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, pág. 658.

30 J. CALVO POYATO: op. cit., pág. 30.

31 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.

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1 de enero de 1800 y 26 de julio de 1808 se alojan en la estancia designada con el nombre de "sala". Durante el período de permanencia de los prisioneros franceses se utilizan como alojamiento las dependencias nombradas "ángulos" y "emfermería" y también, pero con menos frecuencia, las denominadas "celda", "pie de altar", "pie ventana", "taquilla" y "pie de taquilla", "cuarto", y "cuarto del ángulo". Las anotaciones sobre la ubicación de los pacientes sugieren una tendencia a alojar a los españoles -particularmente a los militares- en estancias distintas de las ocupadas por la tropa francesa32.

A mediados de febrero de 1809 descendió el número de ingresos en la enfermería: sólo 6 en espacio de mes y medio frente a los 58 de enero y primera quincena de febrero. Un brusco descenso que coincide con las

32 Durante agosto de 1808 y principios de septiembre los pacientes en cuya partida se indica el lugar de alojamiento se ubican en la sala; posiblemente la sala se ocupa por completo y esa es la causa de que el 2 de septiembre se aloje un paciente al pie del altar, el 9 en la taquilla y el 10 al pie de la ventana. El día 12 ingresa un infante de la Provincial de Burgos, que se coloca en el ángulo. Al día siguiente se registra el ingreso de siete pacientes: tres legionarios que van a la sala o a la taquilla y tres voluntarios pasados a la bandera española y un pobre español que se alojan en el ángulo, donde ya estaba el soldado de infantería. También se alojan en el ángulo el pobre ingresado el 14 y dos de infantería que lo harán el 15; sin embargo los franceses que ingresan el mismo día 15 y siguientes van a la enfermería, celda o sala; el "voluntario prisionero" pasado al ejército español que entra el 21 y el pobre que lo hace al día siguiente se colocan en el ángulo. Así pues, durante este primer mes se advierte una tendencia a alojar en el ángulo a los soldados de la Infantería Provincial de Burgos, civiles españoles y voluntarios franceses pasados a la bandera española, mientras los prisioneros ocupan la sala y otras dependencias. Sin embargo se registran dos excepciones: un infante de la Provincial de Burgos atendido el 5 de septiembre en la sala y un legionario francés el 15 en el ángulo. El 3 de octubre de 1808 ingresan los soldados españoles Andrés Roxo y Bernardo Marcos, ambos en la celda, donde no se aloja ninguno de los prisioneros franceses que entran los días inmediatamente anteriores y posteriores. La separación parece mucho más clara en el período que transcurre entre el 6 de noviembre de 1808 y 23 de marzo de 1809. En estos cuatro meses y medio ingresan ciento trece prisioneros enfermos, indicándose la ubicación de ciento diez: uno va a la celda, uno al cuarto, dos al cuarto del ángulo -se trata de una medida de aislamiento, pues son los contagiados de sarna que entran el 1 de febrero-, veinticinco a la enfermería y setenta y tres al ángulo; en cambio los ocho españoles atendidos durante este período -cinco pobres, dos campesinos y un pastor- se alojan en la sala. Téngase presente que noviembre de 1808 marca el recrudecimiento de las hostilidades en las provincias del Norte, hecho que pudo incidir en una decidida separación de franceses y españoles en el Hospital de la Purísima Concepción.

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primeras noticias sobre el inicio de conflictos entre prisioneros y transeúntes, a quienes no tardarán en unirse los propios vecinos. No se debe al control de la enfermedad (es también en estas fechas cuando el Ayuntamiento informaba a la Capitanía General de la gravedad del brote epidémico), sino a que -para erradicar el naciente malestar- los franceses fueron encerrados y sólo excepcionalmente salieron para internarse en el hospital. Desde su llegada al municipio, 28 prisioneros murieron en la enfermería, otros 33 fallecieron en las casas del Pósito durante el período de aislamiento y quizá debamos aún añadir un número indeterminado de mujeres, que no ingresaban en el Hospital de San Juan de Dios y de cuya cifra inicial no ha quedado registro33.

Buscando remedio para paliar los efectos de la enfermedad que asolaba a la población reclusa y queriendo aplacar el malestar general suscitado por su permanencia en la villa, el Ayuntamiento solicitó el 26 de febrero que fuesen evacuados y enviados a los pontones o a donde la Capitanía General dispusiese, "pues de lo contrario es de temer una sublevación que instantáneamente se espera ya de estos vecinos o ya de los que continuamente transitan por esta villa para el Ejército".

La situación de los pontones no era mejor que la del cuartel de Villamartín. Navíos desarbolados y amarrados, custodiados por lanchas cañoneras, servían de albergue a militares y civiles franceses. En enero de 1809 el Marqués de Villel -comisionado de la Junta Suprema para la defensa y gobierno de Cádiz- trató que los prisioneros fuesen trasladados a las Islas Baleares, "pues más de dos mil quinientos había enfermos de calenturas tifóideas, efecto de la aglomeración en los pontones, y para cuyo alivio no bastaban unas fragatas habilitadas de hospitales"34.

El príncipe de Monforte comunicó al Ayuntamiento que era imposible trasladarlos a otro destino: "en los pontones no pueden tener cabida a causa

33 Acudimos a AIPV, Libro 17 de Defunciones esperando encontrar las partidas de 61 prisioneros franceses, pero sólo hallamos la de Teresa Collot, esposa de un oficial prisionero, enterrada el 31 de agosto de 1808.

34 A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, págs. 658-666.

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de hallarse sobrecargados con más de tres mil hombres sobre el número que deben contener; pero la permanencia en esa villa de los referidos prisioneros sólo será mientras se pone en ejecución el transporte a las Islas Baleares de los que se hallan en los pueblos, o en los referidos pontones, según lo ha resuelto S.M. y en cuya operación se está trabajando con todo afán y desvelo". Además era necesario evitar todo atentado y conspiración; pero las razones para protegerlos no eran ya la hospitalidad y humanitarismo para con el vencido, sino "la necesidad de guardarlos como hasta aquí, para no exponer la preciosa existencia de nuestros compatriotas que han tenido la desgracia de caer en manos de nuestros enemigos y quedado sus prisioneros".

El Ayuntamiento recibió el 30 de marzo correspondencia del capitán general que solicitaba urgentemente información del número y clases de prisioneros que había en la villa. El informe se cursó el mismo día: cinco oficiales, ocho sargentos, ciento diez soldados, cinco ingresados en el hospital y tres mujeres. El capitán general aún no dispuso la remisión, pero la creciente tensión había vuelto la situación insostenible en Villamartín:

"cada día más y más continúan los alborotos y desazones en el pueblo con motivo de las noticias que vienen del Ejército contra los prisioneros franceses y que a pesar de estar encerrados no tiene esta Jurisdicción una hora de quietud a vista de los rumores públicos y secretos que advierte para quitarles la vida".

En estas circunstancias fueron evacuados, de noche y cuando nadie los veía, sin esperar la autorización de Monforte:

"las noticias del día no permiten esperar la orden superior de V.E. para alzar los prisioneros de esta villa, pues que el paisanaje con la de haber sabido la llegada y penetración de los enemigos hasta la capital o casi a la vera, no hay quien pueda suspenderlos, ni quitarles la intención y ánimo de matar a los que aquí existen, a pesar de las eficaces providencias que se han tomado para evitar semejante desastre contra el espíritu de la hospitalidad y humanidad, y así hemos deliberado que a deshoras y de noche se saquen de esta villa los dichos prisioneros, y se remitan a disposición de V.E. para que se destinen al embarque, o

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donde más estime conveniente, pues de lo contrario, ya no alcanzan, ni la milicia nuestra, ni nuestras precauciones para evadir los desastres que ya tenemos a la vista".

Un comisionado del Ayuntamiento, escoltado por la Compañía Urbana creada en febrero de 1809, los condujo a Cádiz. Ciento veinte soldados, cinco oficiales y tres mujeres fueron entregados en el cuartel de prisioneros de la nueva población de San Carlos y quedaron a disposición del capitán general35. No todos los prisioneros fueron evacuados en abril de 1809; tres quedaron hospitalizados en la enfermería de los frailes de San Juan de Dios. Bugnon falleció el 21 de abril; Jean Leonard, ingresado el 4 de abril, entró por segunda vez el 19 de diciembre y recibió el alta el 14 de enero de 1810. ¿Qué destino aguardó a sus camaradas puestos a disposición del capitán general? Ya conocemos la suerte de los prisioneros en la Bahía de Cádiz: millares de hombres enfermos se amontonaban en los pontones, donde diariamente morían de 15 a 20 por causa del tifus36. Quienes sobrevivieron fueron confinados a la desierta isla de Cabrera, donde muchos fallecieron por desnutrición, asolados por enfermedades como el escorbuto, la sarna y gran variedad de fiebres. No hay acuerdo sobre las dimensiones de la tragedia; Jean René Aymes estima que el número de prisioneros franceses muertos en Cabrera debe situarse entre 2.500 y 4.60037. La muerte de los hombres y mujeres recluidos en las casas del Pósito de Villamartín sólo es el preludio de una de las páginas más negras de nuestra Guerra de la Independencia.

35 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.

36 G.H. LOVETT: op. cit. vol 2, pág. 290.

37 J.R. AYMES: "Cabrera, la isla de la muerte", en Historia 16, nº 52 (1980) págs. 54-55.

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CUADRO nº 1

Pacientes ingresados en el Hospital de San Juan de Dios (1804-1810)

1804

1805

1806

1807

1808

1809

1810

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

3 5 3 5 3 3 3 2 1 1 0 0

0 2 1 2 2 5 7 1 1 2 1 2

4 0 1 0 0 6 7 0 8 2 3 3

2 1 7 7 4 3 5 3 2 0 3 2

1 2 2 1 2 7 8 18 39 24 18 34

39 24 4 3 0 7 11 5 6 4 3 2

2 5 3 2 - - - - - - - -

TOTAL

29

26

34

39

156

108

12

FUENTE: AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814. Elaboración propia.

CUADRO nº 2

Prisioneros de guerra franceses ingresados en el Hospital de San Juan de Dios (agosto 1808-abril 1809)

Fecha de ingreso

Nº ingresos 1808 agosto (18-30) 1808 septiembre 1808 octubre 1808 noviembre 1808 diciembre 1809 enero 1809 febrero (1-17) 1809 febrero (16-28) 1809 marzo 1809 abril

18 30 21 11 33 36 22 2 3 1

FUENTE: AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814. Elaboración propia.

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5. El alistamiento de 1809

El 11 de febrero de 1809 se recibió una orden del capitán general de la provincia, transmitida por la Junta de Arcos, para que se alistasen "sin distinción ni excusa" cuantos mozos hubiese "útiles para la guerra, sin otra excepción que el impedimento físico"; un proceso de alistamiento que habría de ser enormemente accidentado38. Se retrasó primero por dificultades en la formación del padrón y la remisión de los alistados fue luego suspendida por una orden de 28 de febrero que solicitaba, además, un informe del número de vecinos que ya habían sido destinados al ejército. Se pretendía con ello determinar el cupo de soldados que correspondería a cada municipio en el reparto de los 30.000 hombres que debían reclutarse en el Reino de Sevilla y a Villamartín, que ya había contribuido con 48 hombres -42 en el primer alistamiento y 5 en el segundo, más un reo enjuiciado por estupro a quien la Justicia impuso la condena de servicio de armas-, se le asignaron 30.

El reglamento establecía la división de los mozos en cuatro clases; sólo en caso de no ser suficientes los de la primera se pasaría a la segunda para completar el cupo, y así sucesivamente. La diligencia de exenciones se practicó en las casas capitulares, donde dos facultativos en medicina reconocieron a los mozos y libraron del sorteo a 22. Los 57 con la talla reglamentaria que no alegaron impedimento físico fueron distribuidos por clases: 33 solteros (1ª clase), 4 casados desde el 6 de diciembre (1ª clase), 18 hijos de viuda o padres sexagenarios (2ª clase) y 2 mozos de casa abierta (3ª clase). Concurrieron al "cantareo" o sorteo los 37 mozos de la primera clase. El procedimiento era sencillo: en una cántara se introdujeron 37 papeletas con los nombres de los sorteados; en otra, siete en blanco y treinta con la palabra "soldado". Un chiquillo sacaba de la primera cántara la papeleta con el nombre de un mozo y a continuación otro extraía de la segunda el papel que decidía su suerte. Cristóbal de Reina condujo a los mozos que salieron

38 Expediente de alistamiento en AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 7. Otros documentos referentes al mismo proceso de alistamiento se encuentran en leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12.

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"soldado" a disposición de la Junta de Sevilla, pero el alcalde recibió el 22 de abril una notificación que daba cuenta del deficiente resultado de las operaciones de sorteo y remisión:

"Del sorteo celebrado por V. el 30 de Marzo próximo pasado sólo se han presentado por su comisionado 27 hombres por no haberlo hecho de José Herrero, Gallego, Miguel Pereira, id., que se fugaron antes de su presentación; y de Antonio Pérez Rico por haberle sobrevenido enfermedad después de celebrado aquél.

De aquéllos sólo han sido admitidos y aplicados ocho reemplazos, quedando en actual servicio siete por haberse fugado Pedro González Gallego, antes de su reseño en el cuerpo donde fue aplicado.

Han sido desechados por no tener los cinco pies menos una pulgada, que es la marca a que deben ceñirse en el actual sorteo, don Juan Barea, Juan Marchán, Francisco de Flores, Esteban Pérez Gallego, Manuel Díaz, Juan Romero, Lucas García, Juan Domínguez Valiente y José Domínguez Cardoso.

En virtud por lo alegado y justificado por los interesados que se expresaron, han sido excluidos del sorteo celebrado Francisco Rodríguez Sánchez, Antonio Lobo y Andrés Marín por ser hijos únicos de padres enfermos y sexagenarios que deben alistarse y encantararse en la 2ª Clase.

También lo han sido don José Pérez Vázquez, José González Ávila y Francisco Javier Domínguez por ser huérfanos y mantener hermanas solteras, por cuya razón deben incorporarse en la 2ª Clase.

Igualmente han sido excluidos del citado sorteo don José de las Cuevas, don José Gil, Juan Díaz Montánchez y Tomás Pérez por haber justificado ser mozos de casa abierta, debiéndose por ello colocar en 3ª Clase.

Los siete mozos solteros que salieron en blanco en el mencionado sorteo son verdaderamente soldados por ser los únicos que se

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encantararon y alistaron en 1ª Clase, separados de ellos los que no tengan la marca prevenida.

En virtud de todo faltan para completar el contingente de ese pueblo veinte y dos hombres que deben reemplazarse en primer lugar de los siete sobrantes antedichos; y para los que falten, deberá celebrarse nuevo sorteo entre los hijos de viudas, padres sexagenarios o impedidos, el que remitirán Vds. dentro del preciso término de 3er día del recibo de esta orden bajo multa de 200 ducados. Lo que comunico a Vds. de orden superior para su inteligencia y exacto cumplimiento.

Dios gue. a Vds. ms. as. Real Alcázar de Sevilla y Abril 18 de 1809".

En resumen: un enfermo no presentado, dos fugados, nueve exentos por falta de talla y diez por alegar pertenecer a las clases 2ª y 3ª; sólo ocho mozos (26'6% del cupo) fueron admitidos y uno de ellos desertó antes incorporarse al regimiento de destino. Fueron necesarias al menos otras tres remesas de mozos hasta completar el cupo de treinta soldados; se trata de un proceso que no podemos seguir al detalle, aunque sabemos que el criterio de selección se mantuvo en los límites de la 1ª clase.

Hemos reconstruido un episodio anecdótico que puede ser buen ejemplo de la picaresca de los muchos jóvenes que recurrieron a todo tipo de artimañas para no marchar al frente. Nuestros protagonistas son el noble José de las Cuevas y José Cepeda. José de las Cuevas no fue tallado en diciembre de 1808 porque su padre decía necesitarlo para la cría de yeguas y contrajo matrimonio en enero de 1809; la orden de 14 de marzo incluía en el alistamiento a todos los casados después del 6 de diciembre de 1808 y entró en el sorteo, pero alegó condición de mozo de casa abierta ante la comisión de alistamiento de la Junta de Sevilla y fue devuelto; la alegación fue luego desestimada y nuevamente se le llamó a filas.

Al ser requerido por el Ayuntamiento para completar el cupo del municipio, José Cepeda capturó al huido Pedro González y se presentó con él ante la comisión de alistamiento de Sevilla; entregado el prófugo, Cepeda quedó libre del servicio de armas. Agustín Panal, José Palomo y José de las

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Cuevas imitaron su ejemplo y, cuando fueron enviados con la cuarta remesa del alistamiento, cada uno entregó un prófugo y regresaron libres del servicio. Pero Cepeda no tardó en ser llamado de nuevo: Pedro González no era prófugo, sino desertor, y su entrega no cubría la plaza vacante en el cupo de Villamartín; vacante que la comisión de alistamiento reservaba para Cepeda, quien no tuvo prisas para volver a Sevilla. Para acabar de complicar la situación, Pedro González, que había sido destinado a la Maestranza de Ronda, desertó por segunda vez y se requirió al Ayuntamiento que lo entregase inmediatamente o, caso de no poder verificarlo, buscase un sustituto. Tras su desafortunada primera deserción, el gallego no regresó más a Villamartín y el hijo de Alejandro de las Cuevas fue llamado para ocupar su lugar. El alcalde notificó a los dos jóvenes que se presentasen inmediatamente en sus respectivos cuerpos, pero Cepeda decía no poder acudir por estar enfermo y Cuevas había encontrado un nuevo modo de eludir el alistamiento: alegó estar contratado con el visitador general de las fábricas de salitre de la provincia, motivo por el que quedaba exento del servicio de armas sin que nadie debiese ser sorteado en su lugar.

José Cepeda era el único mozo que permanecía en el municipio cuando el 16 de junio se recibió una circular que exigía la presentación de los requeridos por la comisión de alistamiento. El alcalde le notificó, por segunda vez, que pasase a su destino. El tercer aviso llegó a mediados de agosto, ordenando que se presentase en Écija sin más dilación. El joven alegó entonces que era sordo y fue examinado por un médico, pero el alcalde lo hizo conducir a Écija por un hombre armado que lo puso a disposición del comandante general del Ejército de Reserva. Cepeda -no sabemos si sordo o buen actor- regresó a Villamartín con un informe de la comisión militar de Écija que lo declaraba inútil "por sordo habitual incurable" y condenaba al Ayuntamiento a reintegrar los 96 reales y 8 maravedís desembolsados por "los socorros que ha recibido y hospitalidades que ha tenido".

Las tentativas de eludir el servicio en el ejército, que iban desde las exclusiones más o menos legales hasta la deserción, no son excepcionales. La perspectiva del servicio militar no seducía a nadie y hechos como los registrados en Villamartín se reproducían en todo el territorio nacional. Todo ello forma parte la vida cotidiana y de la imagen real de la España de 1808,

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contrapuesta a la visión tópica e idealizada de un pueblo entero heroicamente levantado en armas contra el invasor.

6. Compañía Urbana y Milicia Honrada

La Junta de Sevilla y Junta Central dispusieron la creación de cuerpos de milicianos para el mantenimiento del orden y persecución de malhechores en los pueblos alejados del teatro de la guerra. La municipalidad de Villamartín recibió el reglamento de 24 de octubre de 1808 y orden de 24 de noviembre de la Junta de Sevilla para el establecimiento de una Compañía Urbana, que en febrero de 1809 estaba formada por un capitán comandante, un teniente segundo comandante, un alférez, dos sargentos, dos cabos, veintiséis milicianos de caballería y treinta y seis de infantería (Anexo I)39. Las únicas noticias que tenemos de servicios prestados por la Compañía Urbana son la protección y traslado a Cádiz del contingente de prisioneros franceses alojados en el municipio desde el verano de 1808.

La Junta Central dispuso, por su parte, la creación de una Milicia Honrada cuyo establecimiento se regulaba por el Reglamento de 22 de noviembre de 1808. La orden de creación de la milicia se recibió en Villamartín en febrero de 1809 y la confusión tenida por el Ayuntamiento entre la Compañía Urbana y Milicia Honrada dio pie a malentendidos que retrasaron la disolución de la primera y organización de la segunda o -si se quiere- la reorganización de los urbanos como milicianos honrados40.

Según el número de voluntarios que se alistasen en cada pueblo, se formarían batallones de quinientos hombres, compañías de sesenta a ochenta o escuadras de doce a veinte. Los comandantes de milicias debían ser oficiales retirados o, en su defecto, la persona que eligiese el capitán general

39 AMV, LAC, sesiones de 10/12/1808 y 5/2/1809.

40 Para el establecimiento y organización de la Milicia Honrada seguimos el expediente AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 3, que incluye el Reglamento de 22 de noviembre de 1808; también LAC, sesiones de 27/6/1809, 3/7/1809, 28/10/1809, 3/11/1809, 26/11/1809 y 6/1/1810.

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entre tres propuestas por la Junta "de las más distinguidas, honradas y acaudaladas" que hubiese en el vecindario; también los oficiales subalternos, sargentos y cabos debían ser oficiales retirados o personas con experiencia en el servicio de armas. Correspondía a los comandantes fijar el número de días y horas que debía emplearse en la instrucción de los voluntarios de cada pueblo, así como el número de voluntarios que debían entrar diariamente en servicio, advirtiéndose que "en todos los pueblos que no sean plazas de armas, se ha de mantener constantemente un principal proporcionado a su vecindario, y las patrullas nocturnas suficientes para cuidar de la seguridad pública".

El alistamiento de los milicianos honrados de Villamartín se practicó durante los últimos días de junio y primeros de julio de 1809. El 2 de julio se habían alistado cuarenta y dos voluntarios y otros nueve vecinos habían presentado distintas alegaciones de exención; no se presentaron veintiocho vecinos a entre quienes la municipalidad consideraba útiles para el servicio41.

Al no haber en la villa ningún oficial retirado, la municipalidad propuso para comandante a Antonio Topete Fuentes y a los maestrantes de la Real de Ronda José Topete Jiménez y José Pajarero42; para tenientes propuso al sargento retirado del Regimiento de Ronda Pedro Saavedra, a Vicente del Río y Francisco Ramos; también propuso dos candidatos para sargentos y cuatro para cabos. La Milicia Honrada de Villamartín fue aprobada en octubre. El capitán general de la provincia nombró capitán al acaudalado José Topete Jiménez, teniente a Pedro Saavedra y subteniente a Pedro Zapata, .quienes aceptaron los nombramientos y juraron "hacer su encargo

41 El Reglamento de 22 de noviembre de 1808 establecía que debían alistarse todos los vecinos que tuviesen rentas, sueldos o salarios fijos y los que se mantuviesen con sus tráficos, oficios y negociaciones; quedaban excluidos los jornaleros y quienes subsistían con su trabajo personal y diario, pero podían ser comprendidos los maestros. Sólo quedaban exentos del servicio los menores de quince años y mayores de sesenta, quienes hubiesen recibido órdenes sagradas y quienes tuviesen enfermedades graves habituales o defectos corporales notables; no eran motivo de exclusión la falta de claridad en un ojo, defecto de dentadura, cortedad de talla, ni otros semejantes que eximían del servicio activo en el ejército.

42 En varios documentos aparece José Pajarero, cuyo nombre completo creemos es José Jiménez Pajarero.

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bien y fielmente, defendiendo la pura y limpia concepción de María Santísima, la patria, la religión y a nuestro amado soberano don Fernando Séptimo". Las primeras diligencias tomadas por el comandante, teniente y subteniente de la milicia, conjuntamente con los alcaldes ordinarios, fueron el nombramiento de sargentos y cabos, declarar exentos del servicio a algunos voluntarios y alistados, declarar la obligación de alistarse otros vecinos que no lo estaban el 2 de julio y determinar cuál sería -conforme al reglamento de 22 de noviembre de 1808 y circular del capitán general de la provincia de 13 de septiembre de 1809- el uniforme de la milicia: "chaqueta parda que doble vuelta y solapa anteada, cuello encarnado con las armas de plata de la villa, vivo encarnado y botón blanco; pantalón pardo con botón blanco y vivo encarnado por fuera; sombrero de copa alta con presilla de plata y escarapela encarnada con la divisa de una chapa de plata al frente de él que diga en su centro Voluntarios Honrados de Villa-Martín".

Durante los meses de octubre y noviembre fueron alistados treinta y cuatro nuevos milicianos y dados de baja nueve (por traslado de domicilio, enfermedad, ocupaciones laborales, obligaciones familiares y no disponer de medios para dejar de ser jornalero). A finales de noviembre integraban la milicia entre 95 y 106 hombres -inclusos los mandos- sin distinción de arma (Anexo II).

Poco sabemos de la actividad de la Milicia Honrada desde su establecimiento el 1 de noviembre, pero creemos que resultó completamente ineficaz. El capitán Topete dispuso que, por estar los milicianos ocupados en labores agrícolas y no ser necesaria la continua vigilancia del pueblo, sólo hubiese guardia los sábados, domingos, días festivos y vísperas; solicitó se le franqueasen ochenta fusiles y bayonetas por ser pocas las armas que tenían sus hombres para la persecución de malhechores y ejercicios de adiestramiento43; también se solicitó autorización del capitán general "para poner en la Compañía de Milicianos Honrados levantada en esta villa un

43 Los artículos 9º y 11º del reglamento de 22 de noviembre establecían que los milicianos no gozaban de sueldo y estaba a su cargo el uniforme y armamento, pero las juntas debían armar a los voluntarios que careciesen de armamento.

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tambor para que toque los llamamientos de la Compañía, cuide de estar pronto a los ejercicios que se hagan por el mismo cuerpo y demás órdenes concernientes a la materia" y, no encontrándose otra persona que pudiese hacerlo, se nombrase a tal efecto a "un mozalbete de nación francés de este ejercicio que quedó enfermo en esta villa al tiempo de la remisión a los pontones de los prisioneros de su nación que se hallaban en ella". La municipalidad tuvo que afrontar casos de insubordinación de los milicianos a sus oficiales44. Una de las misiones que estaba encomendada a la Milicia Honrada era la captura de desertores, pero no se pudo evitar que se fugasen de la cárcel municipal ocho que eran conducidos a disposición del capitán general de la provincia. Por otra parte, la milicia de Villamartín carecía de fuerzas suficientes para custodiar su extenso término, pues ni Prado del Rey ni Arcos habían establecido milicias y las zonas montuosas colindantes con ambos quedaban desprotegidas. Y nada podrían ante la invasión enemiga de 1810: la Milicia Honrada se disolvió a la entrada de los franceses y los milicianos no volvieron a vestir el uniforme pardo y escarlata que los distinguía.

7. Contribución para sostenimiento del esfuerzo bélico (1808-1809)

La contribución de Villamartín al esfuerzo bélico comprendió, además de los alistamientos de mozos, el alojamiento y aprovisionamiento de tropas transeúntes, el pago de la contribución extraordinaria sobre rentas provinciales y la requisa de bagajes y caballerías para servicio del ejército. Los movimientos de tropas no debieron de ser muy intensos durante esta

44 Fueron reprendidos por insubordinación los milicianos Francisco Cortés, Pedro Tinajero Ortega y Bartolomé Calzado; a los dos últimos se les advirtió "que en los sucesivo traten con la debida subordinación no solamente al teniente de la compañía don Pedro Saavedra sino también a los demás superiores" (AMV, LAC, sesiones de 26/11/1809 y 2/1/1810). El teniente de milicia Pedro Saavedra era sargento 1º disperso del Regimiento Provincial de Ronda y quizá por ser militar profesional era el único que lograba imponer su autoridad; en 1808 había ofrecido sus servicios para dar instrucción militar a los mozos solteros y casados sin hijos residentes en Villamartín, siendo reconocido por la Junta de Sevilla por su "mérito" y "celo patriótico".

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primera etapa de la Guerra de la Independencia, pues Villamartín siempre estuvo distante del frente y es muy escasa la documentación existente relativa a la remisión de bagajes; por ello nos detendremos particularmente en las requisas de caballos para la remonta, aspecto que la documentación municipal permite estudiar con mayor exhaustividad.

7.1. La remonta de los ejércitos nacionales

Los caballos que en tiempo de paz eran herramienta de trabajo para unos, medio de transporte para otros, mercancía y fuente de ingresos para los criadores y tratantes, y objeto de lujo para algún encopetado señorito, fueron requeridos por su valor bélico desde el inicio de las hostilidades. El primer proceso de requisa de ganado caballar fue encomendado por la Junta Suprema de Sevilla al marqués de Grañina y comprendía a todos los caballos útiles para servir en el ejército. Las operaciones de alistamiento, examen, embargo y conducción del ganado a la capital hispalense se confiaron a las autoridades municipales. El vecindario fue convocado para presentar el 10 de julio en la plaza pública todos los caballos de tres años arriba, con amenaza de cien ducados de multa a quien desobedeciese. Todos los propietarios y criadores aguardaron su turno -excepto el administrador del marqués de las Amarillas, que había sido citado un día antes- para el reconocimiento del ganado. Los 52 animales presentados y reconocidos por el maestro albéitar se registraron con indicación de clase, dueño y aptitudes, y 27 (51'9%) se declararon inhábiles por tuertos, zambos, descuadrados, faltos de anchura, cortos de talla y otras causas sin determinar. Si bien la orden de requisa afectaba a todos los animales útiles, la excepción de aquellos que fuesen de absoluta necesidad para el uso de sus dueños permitió la exclusión de 19 (36'5%) y sólo 6 fueron requisados (11'5%). Por esta cláusula se libraron del embargo desde los 6 sementales destinados para la monta de yeguas hasta el capón negro que necesitaban los frailes de San Francisco "para recoger limosnas y abastecer a la comunidad de los

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utensilios necesarios", pasando por los que se empleaban en labores agrícolas y otros menesteres45.

Aquella excepción que permitió la exclusión del 36'5% de los animales que concurrieron al primer alistamiento no fue recogida por el "Reglamento para la adquisición de caballos en todo el reino" aprobado por la Junta Central el 25 de octubre de 1808 y que reguló las operaciones de requisa hasta octubre de 1809. La limitación de las exenciones por utilidad a los caballos sementales y aquellos otros que fuesen propiedad de oficiales y empleados del ejército (reglas IIª y XIVª) incidió en el aumento del número de bestias requisadas en las operaciones de noviembre de 1808 y febrero de 1809, afectando a 13 la primera y 9 la segunda. La regla Iª establecía que los caballos serían apreciados por la comisión municipal constituida para la ejecución de las operaciones de requisa y su importe abonado a los propietarios. Los precios asignados al ganado requisado indican el descenso de la calidad media de los caballos machos por haber sido embargados los ejemplares mejor cualificados, con la sola excepción de los reservados para sementales. Sólo 2 de los 13 requisados en noviembre de 1808 fueron tasados en cantidad igual o inferior a 900 reales, mientras sólo 3 de los 9 superaban este valor en febrero de 1809. La disminución del precio medio en 264 reales se vuelve más significativa cuando consideramos que la mayor parte de los requisados en febrero de 1809 eran de reciente adquisición.

No contándose con suficientes caballos para la remonta del ejército, las autoridades dispusieron la doma de potros. El corregidor de Arcos de la Frontera fue comisionado para que los criadores de Arcos, Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y demás pueblos circunvecinos domasen todos los potros de hasta tres años de edad; el costo de la doma se sufragaría del bolsillo de los propios criadores y una vez finalizada serían reconocidos los potros y comprados con destino al ejército. El corregidor de Arcos mandó confeccionar un censo de potros cerreros de tres años arriba, operación para la que los municipales se valieron del registro

45 AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 2.

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Censo de ganado yeguar de 1809, donde se registraron los animales extraídos para la remonta del ejército nacional, robados

y requisados para la remonta del ejército imperial francés.

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general de 1808, resultando haber catorce. Los animales hábiles fueron justipreciados con valores muy superiores a los caballos del último alistamiento, con tasaciones que oscilaban de 1.000 a 1.800 reales46.

No existen expedientes de nuevas operaciones de reconocimiento y embargo anteriores a la ocupación francesa, pero en el censo de 1808 se encuentran otros animales que no fueron requisados en los procesos precedentes y a cuyos registros se añadieron las anotaciones marginales "vendido al Rey", "dado al Rey", "al Rey", "Rey", "llevada para reemplazo" y "vendido a los húsares"; y en el registro general de 1809 aparecen dos que fueron remitidos a Sevilla. Se han documentado 48 animales destinados al ejército antes de la ocupación francesa, pero el período transcurrido desde el inicio de la guerra hasta la invasión de Andalucía en 1810 no afectó de modo cuantitativamente significativo a la yeguada villamartinense. Haciendo abstracción del modo como las requisas afectaron a cada propietario, atenderemos al volumen global de la cabaña caballar. El registro general de 1808 arroja un total de 391 animales47 a los que debemos añadir al menos 39 caballos enteros, jacas y capones inventariados en julio y no incluidos en aquél. En el registro general de julio de 1809 se censaron 429 yeguas, tusones, tusonas, potros, potrancas y sementales48, a los que debe sumarse un número indeterminado de caballos enteros, jacas y capones desechados en los alistamientos y que permanecían en el municipio sin ser registrados en dicho documento; el total de cabezas de ganado puede ser incluso superior al censado en mayo de 1808. La conservación del número de cabezas de ganado se debe al aumento del número de yeguas, que no fueron afectadas (sólo dos en los documentos estudiados) por las operaciones de requisa: 304 en 1809 frente a las 257 de 1808.

46 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 13. Recibo de la entrega de potros en leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 1.

47 AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 1.

48 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 2.

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7.2. Carretas y bagajes para servicio del ejército

La requisición y remisión de bagajes para servicio del ejército sólo está documentada en 1809. En mayo se remitieron a Sevilla 29 carretas y 116 bueyes hábiles para ser empleados en el suministro del ejército; más 14 caballerías menores que fueron devueltas por ser innecesario su servicio49.

En el mes de junio se constituyó -en cumplimiento de la orden de 15 de mayo de 1809 de la Junta Central- la Junta de Alojamiento y Bagajes, a la que estaba encomendada la organización y reparto entre el vecindario de los alojamientos de tropas transeúntes y embargos de bagajes para el ejército. La Junta debía estar integrada por un regidor, el procurador del Común y un eclesiástico elegido por el Cabildo. Formaron la de Villamartín el regidor perpetuo Antonio Preen, el síndico personero del Común Pedro Reina y el presbítero Juan María del Río, que fue elegido por el clero parroquial; el Ayuntamiento nombró en octubre al teniente de alguacil mayor Alonso Topete para auxiliar a la Junta50.

La única operación efectuada por la Junta de Alojamiento y Bagajes de la que hay constancia es el embargo de 18 bestias menores que fueron remitidas a Sevilla en agosto y destinadas al transporte de víveres para el ejército que operaba en Extremadura51.

7.3. Contribuciones en metálico

La contribución en metálico para sostenimiento del esfuerzo bélico se reguló por el decreto de 1 de julio de 1808 de la Junta de Sevilla, que restablecía la contribución extraordinaria -impuesta por Carlos III- consistente en el recargo de un tercio sobre las rentas provinciales y servicios

49 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 8.

50 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 9.

51 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 10.

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de millones pagados por los municipios, más el recargo de cuatro reales sobre el precio de cada fanega de sal. El tercio sobre rentas provinciales suponía para Villamartín una contribución extraordinaria de 6.288'18 rs. mrvs. por los cinco últimos meses de 1808 y 15.092'15 por todo 1809. La municipalidad hubo de ser apremiada por su demora en el pago de la contribución extraordinaria y en diciembre de 1809 el Ayuntamiento acordó, para evitar el recurso del reparto vecinal, que se abonase de los fondos del Común52.

8. Muy Noble y Muy Leal Villa

Uno de los hechos más divulgados de la historia de Villamartín durante la Guerra de la Independencia es la concesión del título Muy Noble y Muy Leal Villa. El documento de referencia a la hora de tratar la concesión del título ha sido un acta capitular de 1812 que expresa fue otorgado por la Junta Suprema de Sevilla:

"Esta villa advirtiendo que los primeros pueblos de Andalucía que levantaron la bandera de guerra contra Napoleón, que juró solemnemente a nuestro Rey y señor don Fernando 7º en Mayo de mil ochocientos ocho que prodigó sus caudales para los gastos de ella, y los hombres para las armas, por cuyo patriotismo mereció ser titulada por la Junta Suprema de Sevilla M.N. y M.L. Villa de Villamartín. [...]"53.

La pregunta por la institución que concede el tratamiento se plantea cuando hallamos otros documentos que difieren al identificarla. En un acta de 1814 leemos:

52 Correspondencia de 23/7/1808 de administrador general de rentas a Justicias de Villamartín, en AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16; LAC, sesión de 19/12/1809.

53 AMV, LAC, sesión de 5/9/1812.

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"Esta villa cuyos mendrados méritos por su grande amor a su soberano, a su religión y su patria fue agraciada por la Junta Central establecida en Sevilla con el glorioso título de Muy Noble y Muy Leal [...]"54.

No podemos precisar la fecha de concesión del título -sólo se puede indicar un amplio margen temporal que se extiende desde mayo de 1808 hasta enero de 1810- ni la institución de quien procede el nombramiento -Junta Suprema de Sevilla o Junta Central- pero ¿por qué se concede? La respuesta se halla en la tantas veces citada acta capitular de 5 de septiembre de 1812: por secundar la revolución sevillana y jurar por rey a Fernando VII en mayo de 1808, por contribuir con hombres y caudales a la formación del ejército que frenará el avance francés hacia el Sur. Conservamos el testimonio de una orden de la Suprema de Sevilla, recibida por el Ayuntamiento el 8 de junio de 1808, que notificaba

"haber visto con el mayor placer los leales sentimientos de esta Muy Noble y Leal villa de Villamartín y le da las gracias a nombre del Rey por la actividad con que había verificado su alistamiento"55.

Desafortunadamente no es una transcripción literal y nos quedamos sin saber si la expresión "Muy Noble y Leal" procede del documento remitido por la Junta de Sevilla o es, por el contrario, adición del escribano que lo parafrasea o reconstruye años después; en el primer supuesto, el título se habría recibido apenas transcurridos unos días desde el levantamiento sevillano y habría sido otorgado por la Junta Suprema de Sevilla. Otra circunstancia que invita a considerar la posibilidad de situar el nombramiento durante las primeras jornadas del levantamiento es la extraña ausencia de toda referencia al mismo en las actas capitulares de 1808, 1809 y 1810. Es

54 AMV, LAC, sesión de 24/8/1814. Vuelve a aparecer la misma institución en un documento de 1820: "este Ayuntamiento tiene tratamiento de Señoría, pues no sólo le fue dado por la Junta Central de la Nación, sino que le tituló Muy Noble y Leal Villa por cuyo solo título le son propios dichos tratamientos" (AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 30, registro de salida de correspondencia a jefe superior político de la provincia de Cádiz en agosto de 1820).

55 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11. Borrador de representación al intendente general del Ejército de Andalucía; sin fecha, datable en diciembre de 1812.

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inexplicable que la concesión del título del que luego se vanagloriarán los villamartinenses no quedase registrada en el libro de actas capitulares, a no ser que se recibiera entre finales de mayo y principios de agosto de 1808, espacio de tiempo en el que no se celebró ningún cabildo (o al menos no ha quedado documento que lo atestigüe) y, sin embargo, entraron órdenes y documentos tan importantes como la proclama de constitución de la Junta Suprema de Sevilla y declaración de guerra a Francia, la orden de constituir juntas locales, orden de movilización de mozos en edad de alistamiento, etc. Bandos, órdenes y proclamas recibidos durante aquellos tres meses se incorporaron a sus respectivos expedientes, pero no quedó registro de su entrada en el libro capitular correspondiente. La rutina cotidiana de la administración local se rompió de la noche a la mañana; los preparativos para la guerra, las incesantes comunicaciones de las nuevas autoridades civiles y militares y la incertidumbre sobre el curso de los acontecimientos pudieron ser la causa de interrumpirse la celebración de cabildos con todas sus formalidades hasta después de Bailén. Y fue quizá en estos días de vértigo cuando se recibió el tratamiento de "Muy Noble y Muy Leal". Pero dejemos a un lado las conjeturas y suposiciones. Lo único que podemos decir ateniéndonos a los documentos estudiados es, repito otra vez, que nos movemos en el amplio margen cronológico trazado entre mayo de 1808 y enero de 1810, y no sabemos con seguridad qué junta lo concedió, aunque los textos vienen a coincidir en vincularlo a la capital hispalense.

La documentación es tan confusa que incluso nos permite sospechar que el tratamiento nunca se concedió formalmente. Es una hipótesis arriesgada, pero razonable y no podemos eludir formularla. Pudo ocurrir que la Junta de Sevilla o la Central se dirigiese en alguna ocasión a Villamartín con los calificativos de nobleza y lealtad -como sabemos efectivamente hizo la Junta de Sevilla en su correspondencia con algunos pueblos en deferencia a su contribución al esfuerzo bélico-, pero sin que mediase un acto de intitulación, otorgamiento o concesión formal, y que el Ayuntamiento se los apropiase en 1812 como si de un tratamiento institucionalmente otorgado se tratase. Ello permitiría explicar las ausencias y divergencias: que el documento que lo otorga no se conserve entre la documentación municipal, que no haya referencia a su concesión en las actas capitulares de 1808 y 1809, que los

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documentos del año 1812 y posteriores no coincidan al identificar la institución que lo otorga y que ni siquiera haya acuerdo en su formulación, que unas veces aparece como "Muy Noble y Muy Leal" y otras como "Muy Noble y Leal".

También es inevitable preguntarse si el papel de Villamartín en las primeras jornadas del alzamiento fue tan destacado como para merecer el título. Por los datos que conocemos, en Villamartín no sucedió nada extraordinario respecto a lo acontecido en los demás municipios del área de influencia sevillana. Todos los pueblos andaluces reconocieron a Fernando VII por rey, todos se adhirieron a la Junta Suprema que asumió la soberanía nacional en mayo de 1808. Unos días antes o después, sólo dependía de la fluidez de comunicaciones, de los muchos o pocos titubeos del alcalde de turno y de la capacidad para dejarse arrastrar por los aires de patriotismo que soplaban desde la ciudad. Cierto que muchos villamartinenses se presentaron en el cuartel general de Castaños, que organizaba el ejército de la Junta de Sevilla, pero exactamente lo mismo sucedió en otros pueblos. El papel de Villamartín durante la ocupación enemiga tampoco va a ser particularmente brillante. La imagen de un pueblo entero levantado en armas y peleando sin cuartel contra los invasores carece de fundamento. Entre febrero de 1810 y agosto de 1812, Villamartín será tierra de frontera diariamente transitada por partidas de patriotas y contingentes del ejército francés que acudirán a tomar suministros y exigirán la colaboración del vecindario. Las autoridades locales se verán obligadas a seguir un ambiguo juego de supervivencia que permitirá contentar simultáneamente a uno y otro partido. La posición de los villamartinenses ante la presencia gala no será unánime: unos tomarán las armas y se echarán al monte o prestarán apoyo a los insurgentes, otros colaborarán abiertamente con el enemigo e intentarán sacar el mayor beneficio posible de la nueva situación.

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CU

AD

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Nº 3

Mie

mbro

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Ayunta

mie

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de

Villa

mart

ín (1808-1

810)

CARGO QUE DESEMPEÑA

1808

1809

1810

Alcalde ordinario 1er voto

Alcalde ordinario 2º voto

Teniente alguacil mayor perpetuo1

Regidor perpetuo

Regidor perpetuo

Regidor anual

Regidor anual

Regidor anual

Regidor anual

Diputado del Com

ún

Diputado del Com

ún

Síndico procurador general

Síndico procurador del Com

ún

Francisco de Ferreras Carrasco

Francisco Gil Rom

ero

Alonso Topete Fuentes

Manuel Taboada Ulloa

Antonio Preen Silva

José Rom

ero García

Diego Orozco Holgado

Andrés de Rete

Salvador González Vega

Francisco Blanco

Salvador Barea

Patricio Rodríguez

Francisco Parrado

Francisco Benítez Cortés

Francisco de Soria

Alonso Topete Fuentes

Manuel Taboada Ulloa

Antonio Preen Silva

Vicente Cardoso

Antonio Holgado

Francisco de Rete Sánchez

Fernando Díaz

Pedro Márquez

Salvador Barea

Cristóbal de Reina Muñoz

Francisco Mariano Moreno2

Pedro Guzmán Reina

Francisco Ramos M

érida

Juan Palom

o3

Francisco Blanco

Mateo Moreno4

Alonso Topete Fuentes

Manuel Taboada Ulloa

Antonio Preen Silva

Juan de Peña

Juan Tinajero

Antonio de Zúñiga

José Gil

Pedro Márquez

José Pérez de la Vega

Francisco Álvarez Pérez

Luis Íñigo

1 El cargo de alguacil mayor perpetuo pertenecía a Antonio Topete, que nunca asistió a las sesiones capitulares en 1808-1810.

2 Desem

peña el cargo desde agosto de 1809.

3 Nom

brado con carácter extraordinario el 19/5/1810.

4 Nom

brado con carácter extraordinario el 19/5/1810.

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9. Invasión de Andalucía y primera entrada de los franceses en Villamartín

Andalucía estuvo libre de la presencia militar enemiga por espacio de año y medio, pero la victoria francesa de Ocaña el 19 de noviembre de 1809 supuso la total destrucción del ejército español y dejó libre para el enemigo el camino del Sur. El desastre militar acentuó el enfrentamiento y rivalidad entre la Junta Central y la de Sevilla, que en una representación de 19 de diciembre la responsabilizó de la incapacidad para hacer frente al avance de las tropas napoleónicas; la Junta de Sevilla manifestó la necesidad de fortificar Sierra Morena, organizar inmediatamente un ejército de reserva y habilitar cuantos fondos fueran necesarios para contener al enemigo. Las débiles tropas españolas tomaron posiciones en Sierra Morena, pero la fortificación para la defensa de la cordillera quedó sólo en un proyecto sin realizar.

La Junta Central quiso, inútilmente, movilizar un ejército de 19.819 hombres para frenar la ofensiva francesa. Se asignó a Villamartín el cupo de 52 mozos que debían remitirse en el plazo de seis días: sin talla determinada, edad de 16 a 45 años y sólo se excluirían quienes tuviesen impedimento físico visible56. La orden de alistamiento se recibió el 22 de enero, pero nunca llegó a ejecutarse; dos días antes José Bonaparte y el mariscal Soult habían avanzado sobre las líneas españolas de Sierra Morena con 60.000 hombres que batieron sin dificultad las fuerzas que cubrían los accesos de Andalucía57.

56 AMV, leg. nº 96 (año 1810), doc. nº 13.

57 Para los acontecimientos políticos y militares en Andalucía pueden consultarse las exposiciones de M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 211-213 y J.Mª QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., págs. 236-240.

La Junta Central preveía la invasión de Andalucía por los ejércitos napoleónicos y el 13 de enero había decretado su traslado a la Isla de León; fue la noche del 23 al 24 cuando la mayor parte de sus miembros abandonó

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la capital. Las noticias del avance francés y la salida de los centrales provocaron una gran crispación popular; el omnipresente recelo de la Junta sevillana cristalizó en un motín que llevó a tachar de traidor al Gobierno que huía de la ciudad. La Junta de Sevilla asumió de nuevo la soberanía nacional -como ya hiciera en mayo de 1808- autoproclamándose Junta Suprema de España.

El conde de Montijo, antes encarcelado por la Central y ahora miembro de la Junta Suprema de España, envió correos a los pueblos del camino de Cádiz, ordenando la detención del Gobierno depuesto y propagando la falsa noticia de que había sustraído grandes cantidades de dinero y joyas. Las noticias del motín sevillano, deposición de la Central y constitución de la nueva Junta Suprema de España llegaron a Villamartín y -como en 1808- el Ayuntamiento secundó a Sevilla. Las autoridades locales temían que la supuesta traición del más alto órgano de gobierno propiciase la desobediencia del pueblo y provocara "una verdadera anarquía". Por ello estimó oportuno publicar su fidelidad a la nueva Junta Suprema, aconsejar al vecindario que se sometiese a la autoridad de sus magistrados del mismo modo que ellos obedecían la superior y tomar medidas para evitar invectivas populares contra la Central:

"manda se publique no haya corrillos en las plazas, calles y casas, que no se hable directa ni indirectamente contra el Gobierno, cuando sólo toca juzgar a éste la suprema constituida autoridad"58.

Quedaba terminantemente prohibido hablar contra el Gobierno (la depuesta Junta Central), pues sólo correspondía juzgarlo a la suprema autoridad (la nueva Junta Suprema de España). El Ayuntamiento no consintió que el pueblo llano osase criticar a las autoridades depuestas y acusadas de traición. No debía pronunciarse; sólo obedecer a la nueva autoridad. Y es que los gobernantes estaban para mandar y el pueblo para ser gobernado; admitir la crítica y acusaciones del pueblo a los gobernantes, aun los derrocados, suponía invertir el orden de valores, conceder al pueblo una autoridad que no

58 AMV, LAC, sesión de 27/1/1810.

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le correspondía y abrir la puerta de la anarquía. Más valía dejar cada cosa en su sitio.

El revuelo político de la capital y el temor a la anarquía se vinieron a sumar al gran miedo que ahogaba a la población: el incontenible avance del enemigo hacia el Sur. Las noticias y rumores -no siempre ciertos- sobre el avance y posición del ejército francés debieron ser incesantes. El día 25 partió Víctor de Andújar, con dirección a Sevilla frente a una columna de 50.000 hombres, y el vecindario de Villamartín quedó totalmente desconcertado cuando el 26 -mientras el francés tomaba Córdoba- entró en el municipio el Escuadrón de Lanceros de Utrera, que se dirigía a la Serranía de Ronda con pasaporte del secretario del Despacho Universal de la Guerra de la Junta Central. Nadie acertaba a comprender por qué las tropas se alejaban del frente en vez de acudir al encuentro del enemigo y el Ayuntamiento presentó un oficio al comandante del escuadrón para que quedase retenido en el pueblo mientras la Junta Suprema era informada de su movimiento y disponía las instrucciones oportunas59.

La situación militar se agravaba día a día, dilatando al extremo la conmoción popular. El duque de Alburquerque, al mando del único ejército organizado que restaba en Andalucía, había recibido órdenes de defender Sevilla pero, ante la aplastante superioridad gala, renunció a la defensa de la ciudad y emprendió una frenética carrera hacia Cádiz. Los mandos franceses tomaron la decisión de ocupar Sevilla, que se entregó el 1 de febrero por capitulación, y de ese modo permitieron que Alburquerque alcanzase el puerto gaditano. ¡Un nefasto error estratégico del que nadie -ni el mariscal Soult ni José Bonaparte- querría luego asumir la responsabilidad!60. Villamartín fue transitado aquellos primeros días de febrero por numerosos contingentes de tropas en repliegue ante el progreso francés:

59 En AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8 consta que el Escuadrón de Lanceros de Utrera recibió 421 raciones de pan, 638 y 4 cuartillos de cebada, 15 raciones de aceite y 66 arrobas de paja en el primer cuatrimestre de 1810.

60 M. MORENO ALONSO: Sevilla napoleónica, Sevilla 1995, pág. 36; sobre la marcha de Alburquerque a Cádiz, J. PRIEGO LÓPEZ: Guerra de la Independencia 1808-1814, Madrid 1972-1994, vol. 5, págs. 47-48 y 53-54.

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"continuamente se verifica el pase de Batallones y partidas de Caballería e Infantería, unos al Ejército que parece se reúne en Jerez y otros a la ciudad de Ronda, los más sin pasaportes"61.

Soldados de varios cuerpos fueron atendidos desde el 30 de enero en la enfermería de los frailes de San Juan de Dios: Regimiento de Caballería del Príncipe, Regimiento de Infantería de Canarias y Regimiento de Voluntarios de Sevilla. Y el 3 de febrero, ante la proximidad de las huestes napoleónicas, abandonaron precipitadamente el establecimiento62. El pánico debió ser general cuando aquel mismo día se avistó en el camino de Sevilla el 2º Regimiento de Dragones Imperiales. Por todas partes circulaban aún tropas españolas dispersas y desorganizadas; algunos oficiales y soldados permanecieron ocultos en casa del presbítero Juan María del Río mientras los franceses pernoctaban en Villamartín.

El Ayuntamiento suministró las raciones exigidas por el mando francés y el regimiento partió por el camino de Bornos al despuntar el sol. La gravedad de la situación quedó registrada en el acta capitular del día 4:

"Esta villa teniendo en consideración el deplorable estado y críticas circunstancias en que se halla el Reino, cortada la comunicación con los demás pueblos de él por la entrada de los franceses en estas Andalucías [...] y, lo que es más, ignorarse la principal autoridad que debe referirnos y gobernarnos [...]"63.

La provincia había quedado colapsada por la presencia de las legiones enemigas. La ocupación de Andalucía había sido, inicialmente, una parada militar sin obstáculos; apenas dos semanas bastaron para cruzar la región de Norte a Sur. José Bonaparte había logrado el más espectacular de sus éxitos militares en el proceso de ocupación de la península, pero Cádiz era una

61 AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.

62 AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814, f. 171 v.; en AMV, leg. nº 96, doc. nº 8 consta que en el primer cuatrimestre de 1810 el Regimiento de Caballería del Príncipe recibió 346 raciones de pan, 284 de carne, 472 de menestra, 280 de cebada, 24 arrobas de leña y 154 de cebada.

63 AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.

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ciudad fortificada, sus habitantes habían trabajado sin descanso en el refuerzo de las defensas y a su guarnición se sumaron el 4 de febrero los 12.000 hombres que mandaba Alburquerque. Víctor estableció su cuartel general en El Puerto de Santa María el día 5 y el 6 comenzaron las tentativas de negociar la rendición de la plaza, pero la Junta gaditana no quiso reconocer otro rey que Fernando VII. El propio José Bonaparte se trasladó al Puerto, donde permaneció del 14 al 25 mientras las embajadas afrancesadas fracasaban en las negociaciones con Cádiz. El sitio se prolongaría hasta agosto de 181264.

El distrito de Ronda había dado señales de resistencia desde los primeros días de la invasión y el rey intruso determinó pasar a aquella ciudad; en su viaje desde El Puerto hizo escala en Jerez de la Frontera, Arcos y tal vez Villamartín65. Desde Ronda continuó hacia Málaga y Granada, pero los serranos tomaron las armas y acosaron sin tregua al ejército de ocupación, mientras José I proseguía su recorrido por las provincias recién conquistadas.

10. La resistencia a la invasión francesa

10.1. La guerra de guerrillas

La Guerra de la Independencia española dio lugar a la primera aparición histórica de la guerra revolucionaria. Los combatientes españoles abandonaron la fórmula de la guerra regular y generalizaron un modo inédito de hacer la guerra: la guerrilla. Debemos a Miguel Artola el análisis de las causas de aparición y organización de la guerrilla, sus supuestos

64 A. DE CASTRO: op. cit., vol. 1, págs. 695-705; sobre la situación de Cádiz y estancia del rey en El Puerto de Santa María, J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 53-61 y 63-67; sobre Cádiz durante la guerra de la Independencia es referencia obligada la monografía de R. SOLÍS: El Cádiz de las Cortes. La vida de la ciudad en los años 1810 a 1813, Barcelona 1978; puede verse una exposición más sintética en el artículo C. MARTÍNEZ VALVERDE: "Consideraciones estratégicas y tácticas sobre el ataque a Cádiz en 1810-1812", en VV.AA.: Estudios de la guerra de la Independencia, Zaragoza 1982, vol. I, págs. 83-135.

65 M. PÉREZ REGORDÁN: "El viaje del Rey José por la serranía gaditana", en Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1994) sin paginar.

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condicionantes y sus principios estratégicos, que expondremos resumidamente66.

La inferioridad militar -numérica, de armamento, preparación, técnica y movilidad- del ejército español le hizo incapaz de mantenerse en campo abierto frente al enemigo y se reflejó en el fenómeno característico de la dispersión, que disolvió las fuerzas españolas en el espacio. El fenómeno decisivo se produjo cuando decenas de miles de combatientes que perdieron el contacto con sus unidades -muchas disueltas- se reafirmaron como combatientes y se organizaron en partidas para proseguir la lucha.

La guerra de guerrilla tiene dos supuestos condicionantes sin los que no tendría ninguna posibilidad de realizar sus fines bélicos: la inferioridad militar, que no permite mantener posiciones frente al enemigo, y la unidad de decisión de la población civil que conduce a una situación de beligerancia universal. La guerrilla presupone el carácter nacional de la guerra. Los guerrilleros estarían condenados al inmediato exterminio si no contaran con la colaboración plena del pueblo -beligerante, pero no combatiente- que facilitaba a los combatientes los abastecimientos, información, servicio de correos y sanidad, haciéndose cargo de los heridos e imposibilitados. Pero se dan ocasiones en que el pueblo entero se afirma no ya como beligerante, sino como combatiente. El soldado suizo Albert Jean Michel Rocca, que en 1810 fue destinado con su regimiento a Ronda, narra el ataque de los habitantes de Olvera a sus tropas, disparándoles desde sus casas y desde los cerros a la salida del pueblo: "Muchos de ellos caían destrozados bajo el fuego enemigo. Mujeres, o más bien furias desatadas, los rodeaban tan pronto habían caído y se los disputaban con alaridos atroces para torturarlos hasta la muerte. Les hincaban cuchillos y tijeras en los ojos y después se deleitaban con la sangre que brotaba de los cuencos vacíos. [...] Así era

66 M. ARTOLA: "La guerra de guerrillas. (Planteamientos estratégicos en la guerra de la Independencia)", en Revista de Occidente nº 10 (enero 1964) págs. 12-43; del mismo autor: La España de Fernando VII, págs. 257-274; sobre la acción de la guerrilla también puede verse G.H. LOVETT: op. cit., vol. II, págs. 231-280; no tienen desperdicio las breves páginas de J.R. AYMES: La guerra de la Independencia en España (1808-1814), Madrid 1990 (cuarta edición), págs. 56-64.

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siempre España: no teníamos que luchar contra ejércitos regulares o dificultades militares, sino que teníamos que enfrentarnos a los innumerables obstáculos que nos ponía por delante el espíritu nacional"67.

Artola señala que uno de los principios estratégicos de la guerra de guerrilla fue el carácter incesante de la guerra que condujo a la beligerancia permanente, que resultaba decisiva cuando las unidades y soldados franceses perdían contacto entre sí. La inferioridad numérica y material se compensaba con una mayor rapidez de movimientos sólo permitida a grupos reducidos de combatientes. En la ofensiva jugaba un papel de primer orden la sorpresa y la retirada era un elemento constante de su estrategia, evitándose los combates en que no existía una certeza absoluta de victoria y recurriéndose a la dispersión de las fuerzas si era necesario. La guerrilla renunciaba a la conservación del terreno, no se aferraba a cubrir el terreno ni mantenía una línea de frente, sino que optaba por una continua movilidad y jugaba con las posibilidades que le brindaba el espacio geográfico. Era una guerra de desgaste, prolongada y de objetivos limitados: evitar la llegada de subsistencias a las guarniciones francesas, destruir sus depósitos, interceptar correos, aniquilar soldados y unidades aisladas, etcétera. No se perseguía derrotar al enemigo en el campo abierto, sino hacerle imposible la vida en el país y destruirlo por completo. Las partidas de guerrilla sólo acudían al encuentro del enemigo cuando se cumplían las condiciones tácticas de superioridad de fuerzas en el campo de batalla, rapidez del combate y garantía de éxito; condiciones que le permitía cumplir la superior movilidad y con las que en todo momento tuvieron en sus manos la iniciativa de las operaciones, reduciendo al ejército francés a una postura defensiva o a inútiles embestidas que no encontraban ante sí más que el vacío.

Gabriel H. Lovett ha insistido en la importancia de la topografía española para el éxito de la guerra de guerrillas. El terreno montañoso e irregular resultaba ideal para una guerra de emboscada, rápidas huidas y

67 A.J.M. ROCCA: Memoires sur le guerre des Français en Espagne, París 1814. Cito la traducción parcial de R. SOLANO RODRÍGUEZ: "La estancia en Olvera de Albert Jean Michel Rocca durante la guerra de la Independencia", en Olvera, Feria y Fiestas de San Agustín (1994) sin paginar.

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hostigamiento constante; servía de guarida a las partidas después de una incursión y les permitía dispersarse fácilmente cuando se encontraban ante fuerzas superiores. Concluye diciendo que la actividad de los guerrilleros era más eficaz cuanto más montañosa era su área de operaciones y cita a Charles Oman cuando escribe: "El dominio de Soult, el virrey de Andalucía, se detenía al pie mismo de las montañas, a pesar de que sus dragones mantuvieran el dominio de las llanuras". El abrupto relieve de la sierra, refugio de incontables partidas, fue obstáculo infranqueable para un ejército adiestrado para el combate en campo abierto. Era tal la dificultad que presentaban las zonas montañosas que a veces los franceses renunciaban a controlarlas y sólo se aventuraban a organizar algunas expediciones que no eran capaces de conservar el control del terreno. Ése era el caso de Ubrique, del que escribe Frasquita Larrea en su diario:

"Veinte y dos veces entraron los franceses en Ubrique hostilmente, pues este pueblo jamás capituló. Nunca en menos de ocho mil hombres. La población toda huía a los montes, y desde la punta de estos cerros caían como granizo las balas sobre los enemigos que pronto se veían forzados a retirarse"68

Villamartín se levanta entre las llanuras de la cuenca fluvial del Guadalete y el piedemonte de la sierra norte gaditana y esa ubicación geográfica ofrece la clave de interpretación del papel que representó durante la etapa de ocupación francesa: tierra fronteriza entre una serranía infestada de guerrilleros y una campiña controlada por las tropas francesas del distrito de Arcos. Era periódicamente transitado por tropas francesas del cantón de Arcos, pero la ausencia de una guarnición destacada con carácter permanente durante 1810 y 1811 permitió que las partidas de guerrilla y tropas españolas de la sierra acudiesen frecuentemente para abastecerse de provisiones. El Ayuntamiento se refería a los suministros a las partidas como "extraordinarios y secretos gastos que a cada instante se originan sin poder absolutamente dejar de hacerse efectivos por evitar consecuencias

68 FRASQUITA LARREA: Diario del viaje a Bornos y Ubrique en 1824, Bornos 1985, pág. 93.

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inevitables de otro modo"69. Es difícil, por no decir imposible, establecer el límite entre la contribución libre y la forzada. Gabriel H. Lovett ha indicado que algunas partidas que operaban en Navarra sometían a las aldeas de la provincia a abusivas demandas de provisiones y dinero: "Existieron indudablemente guerrilleros desaprensivos que expoliaron a sus paisanos casi tanto como a su enemigo. E incluso los guerrilleros más honestos se comportaron con poco tino en los momentos de allegar alimento y pertrechos en ciudades y aldeas". Como expondremos más adelante, también Villamartín fue víctima de los abusos de las partidas.

A diferencia de otros pueblos comarcanos como Algodonales, Grazalema, Olvera o Ubrique, Villamartín no destacó por la resistencia armada de su vecindario al ejército invasor, lo que permitió a su Ayuntamiento decir en octubre de 1810 que era "un pueblo lo más sumiso y obediente a S[u].M[ajestad].C[atólica]. el Señor Don José Primero, sin que las tropas imperiales hayan tenido la menor desazón con sus habitantes, ni que en su término hayan experimentado la menor desgracia"70. El carácter fronterizo no permitió alinearse abiertamente y sin tapujos con ninguno de los contendientes, sino que obligó a adoptar una estrategia de supervivencia, un ambiguo juego de lealtades fingidas y complicidades encubiertas que pretendió satisfacer las exigendias de unos y otros y, a la par, contener los abusos de todos. La colaboración con la guerrilla fue solapada y encubierta. Veamos algunos casos.

El presbítero Juan María del Río es el único vecino que, habiendo residido en el municipio durante la ocupación, nos ha dejado testimonio de su colaboración con los combatientes españoles desde el mismo día de la entrada de los franceses en Villamartín:

"en la dispersión general del ejército español, en la tarde del día tres de febrero del año pasado de ochocientos diez en que entró en esta villa la primera división francesa dragones nº 2, tenía, el don Juan María, varios soldados y oficiales en su casa en donde los ocultó, y mantuvo,

69 AMV, LAC, sesión de 27/8/1810.

70 AMV, LAC, sesión de 10/10/1810.

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como a sus caballos hasta que retirado el enemigo para Bornos, al día siguiente, los hizo se marcharan a la sierra poniéndoles un guía de confianza".

Se dice que su actividad fue conocida por los franceses y varios oficiales lo conminaron "con la pena de muerte, si volvía a socorrer a algún otro soldado español o patriota". Desoyendo las amenazas, continuó prestándoles auxilio y después de las escaramuzas entre tropas de uno y otro partido en las inmediaciones del pueblo, sus vecinos lo veían salir al campo para atender a los heridos: "con el mayor riesgo de mi vida" -decía Juan María del Río- "salía frecuentemente al campo durante la dominación francesa, y auxiliaba a los soldados españoles que encontraba heridos, y traía a esta villa los difuntos en donde les daba sepultura". Recogió y atendió a un soldado del Escuadrón de la Romana herido en combate, que una vez repuesto fue conducido a Prado del Rey en una silla de mano y allí concluyó su curación:

"al mismo tiempo que más de 600 enemigos estaban saqueando este pueblo, estuve en el más eminente peligro de la vida, porque en la misma oportunidad, tenía yo recogido oculto bajo mi llave en un cuarto de San Juan de Dios un soldado español herido de muerte a quien curé y alimenté con suma vigilancia, y a quien le conservé la vida poniéndolo después en libertad para que continuara sus servicios por la patria".

En otra ocasión recogió al oficial Lorenzo Zamora "que había quedado mal herido y abandonado en el campo en la retirada que hizo el general Ballesteros de Bornos"; lo ocultó en su casa, curó y alimentó hasta que una vez restablecido fue llevado a la sierra y continuó su servicio71.

También conocemos la colaboración con la guerrilla de Francisco Gutiérrez de Piñeres, conocido por su empleo como subdelegado de rentas

71 AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 11. No existe ninguna otra referencia a esa ocasión en que "más de 600 enemigos estaban saqueando este pueblo"; creemos que puede referirse a la estancia en Villamartín de la división de Semelé en noviembre de 1811 o al acantonamiento de la de Conroux de Pepinville en 1812.

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de Prado del Rey, pero que tenía labor y se avecindó en Villamartín72. Él mismo decía de su actuación:

"Al tino y acierto con que he mantenido mi trato con los franceses, con quienes adquirí gran confianza, resultó que, encubriendo yo los destinos de nuestras tropas me franqueaban ellos sus ideas e intenciones, cuyas noticias pasaba yo rápidamente a los jefes de nuestras tropas en la sierra, quienes, sabiendo por mí las operaciones militares del enemigo, le salían al encuentro y siempre se conseguían considerables ventajas a nuestras armas"73.

El Ayuntamiento de Villamartín certificó en 1813 que Gutiérrez de Piñeres aparentaba "mucha confianza con los franceses a quienes encubría lo cierto de las cosas, y manifestaba las que les eran ordenadas por nuestros generales sobre los destinos de ellos y sus fuerzas", que introdujo proclamas por medio de emisarios pagados de su caudal en poblaciones ocupadas por los enemigos "como sucedió varias veces en esta villa" y que auxilió en Prado del Rey a cuantos fugitivos pasaban a ella74.

Como siempre ocurre en estos casos, son un reducido número de miembros de la burguesía, nobleza y clero -Francisco Gutiérrez de Piñeres, Juan María del Río, su padre Bernardo y el marqués de las Amarillas- quienes dejan constancia escrita de su conducta durante la invasión francesa, pero permanecen en el anonimato los hijos del pueblo que tomaron las armas, se echaron al monte y formaron la Partida de Villamartín. La Gazeta de Sevilla informó en mayo de 1810 que "algunos individuos de Utrera, de los Palacios, de Villamartín, de Bornos y aun de Xerez de la Frontera se han

72 Francisco Gutiérrez de Piñeres fue admitido como vecino de Villamartín en octubre de 1807 (AMV, LAC, sesión de 11/10/1807), pero aparece como hacendado forastero en un documento de 1812 (Leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5).

73 E. GONZÁLEZ DE LA PEÑA Y DE LA PEÑA: "Don Francisco Gutiérrez de Piñeres y del Arenal, Subdelegado de la población de Prado del Rey", en Noticiero Pradense, año XX (julio 1998), págs. 27-30.

74 AMV, LAC, sesión de 8/2/1813.

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unido a esas partidas de salteadores"75. Desconocemos los nombres y apellidos de los villamartinenses que se unieron a la guerrilla, su número y las acciones en que midieron las armas con el enemigo. Sólo sabemos que la Partida de Villamartín aparece entre los cuerpos regulares y partidas a quienes franqueó suministros el Ayuntamiento durante los primeros meses de 1810 y 181176.

10.2. La insurrección en 1810

Las principales ciudades de Andalucía, excepto Cádiz, fueron ocupadas por los franceses en menos de un mes, pero la resistencia contra la invasión se organizó en zonas montañosas y poco accesibles como las Alpujarras, las comarcas de Úbeda y Cazorla, la serranía de Ronda y las de Andévalo y Aracena. Los serranos del entorno de Ronda se agruparon bajo la dirección de varios caudillos, entre quienes destacó muy pronto Andrés Ortiz de Zárate (a) El Pastor, que recibía ayuda del gobernador inglés de Gibraltar y del comandante español del Campo de San Roque. Los insurrectos se atrevieron a emprender la reconquista de Ronda y la guarnición francesa se retiró el 14 de marzo a Campillos, pero ocuparon de nuevo la ciudad el día 21 con refuerzos llegados de Málaga.

No hemos localizado relatos de operaciones militares en Villamartín durante los primeros meses de ocupación enemiga, pero el pueblo o sus alrededores pudieron ser escenario de alguna escaramuza: en el Archivo de la Iglesia Parroquial hallamos la partida de defunción de Cristóbal Vázquez García, muerto violentamente el 4 de marzo; el día 15 los frailes acogieron en su enfermería al guerrillero Pedro Fernández, que "se entró a curar de un tiro" y falleció al día siguiente; y el 18 murió, también "de muerte violenta",

75 Gazeta de Sevilla, 18/5/1810, págs. 342-343.

76 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

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Francisco Tamayo77. Hay constancia del tránsito de numerosas partidas de guerrilla. En el expediente de suministros a tropas españolas consta que durante el primer cuatrimestre de 1810 se franquearon subsistencias a los patriotas de Puerto Serrano, Prado del Rey, El Bosque, Espera, Bornos, Algar, a la partida de Villamartín y a la de Fernando Clavijo -a quien Frasquita Larrea se refiere en su diario como el "famoso partidario y compañero de Zaldívar"-, sin contar las tropas regulares78. En abril se pidieron suministros para las partidas destinadas por Ortiz de Zárate a Puerto Serrano y Prado del Rey; un documento de 1812 indica que se facilitaron raciones a los guerrilleros los días 1, 2, 5, 14, 15, 16, 17, 24 y 2979.

Los pueblos que ofrecieron resistencia abierta fueron duramente castigados por el ejército francés. El vecindario de Montellano, con el alcalde José Romero a la cabeza, repelió el 14 de abril a un destacamento francés de 300 hombres que se dirigía de Utrera a Ronda, causándoles siete bajas. El día 22 se presentó en Montellano otro contingente francés al mando del coronel Bonnemains e incendiaron el pueblo, pero fueron obligados a retirarse hacia

77 AIPV, Libro 17 de Defunciones, ff. 134 v.; en el folio 139 se registran unas honras fúnebres celebradas por el alma de Alonso Ramos, que "murió de muerte violenta y se enterró en el sitio de Los Amarguillos de este término de Villamartín"; Libro de Enfermería 1769-1814, f. 172.

78 Los cuerpos y regimientos regulares registrados en el primer tercio de 1810 son la Caballería de Farnesio, Caballería del Príncipe, Caballería del Infante, Caballería de Alcántara, Lanceros de Utrera, Caballería de Calatrava, Lanceros de Jerez, Dragones de la Reina, Brigada del Ejército de la Mancha, Artillería de Marina, Infantería de Alcalá, Primer Regimiento de Marina, Voluntarios de Antequera, Infantería de las Alpujarras, Infantería de España, Real Cuerpo de Artillería, Provincial de Ronda, Caballería de Fernando VII, Infantería de la Reina, 1º y 2º de Cazadores Francos, Húsares de Extremadura, Caballería de Santiago, Imperial de Toledo, Carabineros de Extremadura, Carabineros Reales y Estado Mayor del Ejército de la Mancha. La ausencia de fechas precisas en el documento impide determinar, en la mayoría de los casos, si se trata de los hombres de Alburquerque en repliegue hacia Cádiz a principios de febrero o de tropas que transitan tras la llegada de los franceses. Los suministros entregados durante este período suman 4.871 raciones de pan, 3.404 de carne, 1.506 de vino, 2.768 de menestra, 4.512 de cebada, 248 de grano, 53 de aceite, 238 fanegas y 9 celemines de trigo, 60 herraduras, 535 clavos, 17 sombreros, 100 arrobas de leña, 1.460 y media de paja y 86 reales de vellón, ascendiendo el costo total a 62.772'12 rs. mrvs. (AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8).

79 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29; leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.

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Bornos por la llegada de una partida de vecinos de Puerto Serrano y Algodonales, mandados por Francisco Salcedo y Garpar Tardío Peñalver, que acudieron en auxilio de Montellano. José Romero se retiró con su familia a Algodonales, donde murió combatiendo el 2 de mayo.

Algodonales fue sitiado el 1 de mayo por varios regimientos franceses al mando del general Maransín, que habían sido hostigados por los guerrilleros cuando marchaban hacia Ronda. Al atardecer se entablaron negociaciones entre atacantes y defensores de la plaza, pero un capitán francés resultó muerto de un disparo y las represalias no se hicieron esperar. Algodonales fue incendiado, hubo 239 muertos -entre ellos el alcalde de Montellano- y más hubieran sido las víctimas de no mediar el comisario regio de Ronda, Joaquín Uriarte y Landa, para que el general Maransín pusiera fin al saqueo del pueblo y salvase las vidas a los 251 algodonaleños que habían sido trasladados a Ronda para fusilarlos. La Gaceta Extraordinaria de Sevilla de 7 de mayo de 1810 incluyó un comunicado de Soult informando que el guerrillero José Romero se había atrincherado en Algodonales después de atacar a una columna francesa en sus inmediaciones: "Ahora sólo ruinas pueden verse en donde antes se levantaba Algodonales. Este ejemplo terrible que podría haber hecho desistir al resto de los pueblos de la serranía, principalmente a Grazalema, que había sufrido antes el castigo, había surtido poco efecto ya que una fuerte partida de los habitantes de Grazalema intentó una vez más la suerte de la guerra, con lo que ha acabado destruido". Gaspar Tardío, el comandante de la partida de Algodonales, decía que las fuerzas que atacaron Algodonales el 1 y 2 de mayo fueron 7.500 franceses y que la villa experimentó "todos los horrores de una guerra destructora y de un enemigo que deseaba el exterminio de la humanidad: no perdonando la muerte, la violación y saqueo hasta llegar al extremo de saquear y profanar la iglesia llevándose todo cuanto en ella había"80.

80 Los sucesos de Montellano y Algodonales han sido recogidos en Gazeta Extraordinaria de Sevilla de 7/5/1810; Manifiesto de D. Joaquín Uriarte y Landa sobre su conducta política durante la dominación intrusa, Sevilla 1816, págs. 8-11; J.Mª QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 255; J. GÓMEZ DE ARTECHE: Nieblas de la historia patria, Barcelona 1888; J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 76; J. y J. DE LAS

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Los franceses también tuvieron algunas bajas en El Bosque, donde les ocasionaron 8 muertos y 3 heridos. Pero una columna de castigo atacó El Bosque el 16 de mayo, incendió el pueblo y obligó a los defensores a retirarse a la Sierra del Albarracín. Los franceses se dirigieron después unos a Ubrique -en número de 400- y otros a Prado del Rey, pueblo este último donde Gutiérrez de Piñeres impidió que entrasen a saco81.

Algunos vecinos de Villamartín se habían unido a la guerrilla, pero el municipio no ofreció una resistencia abierta; y si no la hubo durante las primeras jornadas de la insurrección, los trágicos sucesos de Montellano, Algodonales, Grazalema y El Bosque alejaron para siempre cualquier tentación de plantar cara al ejército invasor.

Se ha indicado que la rivalidad entre los jefes guerrilleros de la sierra restó eficacia a su actuación contra las tropas enemigas. La Regencia nombró al jefe de escuadra José Serrano Valdenebro para organizar militarmente la resistencia, pero los partidarios de Ortiz de Zárate se negaron a obedecerle. La Regencia también organizó varias expediciones de apoyo a los insurgentes del distrito de Ronda. La primera de aquellas expediciones la formaban 3.000 hombres que partieron de Cádiz el 17 de junio bajo el mando de mariscal de campo Luis de Lacy y desembarcaron el 19 en Algeciras. Lacy se dirigió a Gaucín, donde se entrevistó con José Serrano Valdenebro, y se propusieron reconquistar Ronda82. En Ubrique se esperaba la llegada de 2.000 hombres y se ordenó al Ayuntamiento de Villamartín librar cien fanegas de trigo para suministro de la tropa, de las que veintiséis y media fueron remitidas el día 25 y el resto recogidas el 27 por arrieros venidos desde Ubrique. La orden

CUEVAS: Algodonales, Cádiz 1964, págs. 23-27; F. SOTOMAYOR: "P.L.I.N. (Por La Independencia Nacional)", en Algodonales, Feria de Santiago y Santa Ana (1987) sin paginar; F. SOTOMAYOR FLORES: "Algodonales: mayo de 1810 (Nuevos documentos)", en Algodonales, Feria de Santiago y Santa Ana (1996) págs. 9-20. El trabajo más completo sobre ambos municipios, en vías de publicación, es la monografía de M. HIDALGO ROMERO: La Guerra de la Independencia en Montellano y Algodonales.

81 J. y J. DE LAS CUEVAS: El Bosque, Cádiz 1979, págs. 17-21; J. y J. DE LAS CUEVAS: Prado del Rey, Cádiz 1963, págs. 21-22.

82 J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 272; J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5., págs. 76 y 316.

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había sido cursada por Francisco Vegazo Rodríguez, quien al recibir las protestas de la municipalidad de Villamartín por los abusos a que anteriormente había sido sometido por las partidas respondió:

"no es mi fin ni pensamiento nunca el dar lugar a hacer tropelías con mis propios hermanos, pues si hubiera admitido las propuestas de algunas partidas se hubiera hecho queriendo y a la fuerza traer el grano que yo les mandaba; pero no ignorando los muchos desatinos que las referidas partidas han causado en esa villa así de grano, como metálico, no he querido condescender con sus proposiciones"

Francisco Vegazo comunicó al Ayuntamiento de Villamartín que Ronda debía haber sido atacada la noche del 25 al 26, para cuya operación se habían aproximado a dicha ciudad todas las tropas y partidas de patriotas residentes en Ubrique, y que le tendría al corriente del resultado de la ofensiva83. El ataque sobre Ronda no llegó a realizarse. Lacy y Valdenebro se presentaron ante la ciudad, pero la encontraron tan fuertemente guarnecida que renunciaron a atacarla y retrocedieron a Gaucín. Lacy se limitó a efectuar algunas correrías sin importancia en dirección a Grazalema y Casares, secundado por algunos jefes de partida y por soldados ingleses de la guarnición de Gibraltar. Logró algunos objetivos limitados -principalmente la ocupación del castillo de Marbella- pero fracasó en la tarea de coordinar la actividad de las partidas con las tropas de línea y su intento de expurgarlas de contrabandistas y malhechores tendió a incrementar la disensión que ya existía entre aquéllas84.

El 7 de julio se abre un largo paréntesis de silencio en el que no encontramos correspondencia de los comandantes españoles con el Ayuntamiento de Villamartín. La ofensiva francesa sobre la serranía había interrumpido temporalmente las comunicaciones, pero el silencio cesó el 8 de octubre con una orden del comandante de Ubrique, Gregorio Fernández, pidiendo un envío urgente de grano para las numerosas tropas de El Bosque, pues los enemigos "incendiaron este pueblo e inutilizaron el grano destinado

83 AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.

84 J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 316-317.

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para la manutención de hombres y caballos". Los villamartinenses se resistieron a librar el pedido, pero donaron un tributo en grano que adeudaban desde 1809 los colonos de Prado del Rey85; el producto debido por los colonos superaba las cantidades necesarias para abastecimiento de la tropa, pero la oferta no solucionaba las dificultades del comandante Fernández: la exacción de las octavas requería tiempo y la necesidad de suministros era muy urgente, motivo por el que se amenazaba con apremios militares si el libramiento no era inmediato. La proximidad de los franceses puso al pueblo en grave aprieto y cabía esperar todo género de represalias si se descubría la colaboración con los insurgentes, pues se habían prescrito disposiciones que imponían sanciones económicas a los pueblos que socorriesen o se dejasen robar por las partidas y responsabilizaban a las justicias de prender a los sediciosos. El comandante de Ubrique aceptó ejecutar la operación con el mayor sigilo para no despertar suspicacias: las provisiones se conducirían disimuladamente hasta Prado del Rey, donde serían recogidas por guerrilleros de El Bosque. El Ayuntamiento se puso en comunicación con José Serrano Valdenebro, que había regresado de Cádiz tras un período de convalecencia y otra vez acaudillaba a los serranos. Se remitió al cuartel general de Gaucín un oficio que exponía los daños que la acción de la guerrilla ocasionaba al vecindario y solicitaba que se diese fin a los abusos cometidos. Valdenebro respondió:

"Aun antes de recibir el oficio de V. de ayer representándome los auxilios que han prestado a nuestras tropas y partidas de patriotas, y los perjuicios que por éstas se causa a esos vecinos, tenía dadas las

85 Las Nuevas Poblaciones de Armajal y Prado del Rey fueron fundadas en dos dehesas del Campo de Matrera cuando éste era tenido como propios del Concejo de Sevilla. Cuando le fue restituido el Campo de Matrera en 1806, Villamartín reclamó los derechos antes ostentados por Sevilla sobre la colonia, entre los que se encontraba la cobranza de la octava parte de la producción anual de grano, pero los colonos se negaron repetidamente al pago del canon, que al parecer sólo pudo ser cobrado durante dos años. Sobre la fundación de Prado del Rey y pleitos con Villamartín, véase J.F. LÓPEZ RUBIO: "Algunas notas a los pleitos entre Villamartín y Prado del Rey", en M. AVILÉS y G. SENA (eds.): Las "Nuevas Poblaciones" de Carlos III en Sierra Morena y Andalucía, Córdoba 1985, págs. 303-310; A. CABRAL CHAMORRO: La colonización ilustrada y liberal en Cádiz, Sevilla 1996, págs. 71-97.

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órdenes conducentes para que se comporten con el debido método y se evite la ruina de ciudadanos honrados y patriotas. A mayor abundamiento las repito con esta fecha pues mis ardientes deseos por el bien de la causa pública no me permiten oír semejantes reclamaciones sin sentimiento: creo que en adelante observarán otra conducta y al mismo tiempo espero del notorio patriotismo de V. y amor a su legítimo y desgraciado soberano el señor don Fernando 7º que continuarán prestando los auxilios que puedan a nuestras tropas y defensores para que podamos expeler de nuestro suelo esa vil canalla que nos oprime; con cuyos servicios con los que hasta aquí tiene hechos esa villa pondré en noticia de nuestro supremo Gobierno a cuyo nombre yo desde ahora doy a V. las debidas gracias = Dios gue. a Vm. ms. as. Cuartel General de Gaucín 30 de Octubre de 1810 = José Serrano Valdenebro = Sres. Justicias de Villamartín".

El comandante de Ubrique insistió el 3 de noviembre en la urgencia de la remisión, pero a partir del día 6 se mantuvo correspondencia directamente con el capitán Lázaro Sierra, comandante de las tropas de El Bosque, que pidió cien fanegas de trigo, algunas reses vacunas y ocho o diez carretadas de paja. Las carretas debían enviarse al cortijo de José Topete, donde serían recogidas por una partida suya y desde allí trasladadas a El Bosque. También pidió noticias "del movimiento que creo deberán tomar los enemigos"86. Durante el último tercio de 1810 los patriotas de El Bosque y el Escuadrón de Ubrique recibieron 364 raciones de pan, 218 de carne, 238 de cebada, 22 de grano y 22 de aceite, 163 fanegas de trigo, 12 herraduras y 60 clavos; y no fueron los únicos en recibir auxilio: también las partidas de Cortes y Jerez, los Dragones de Villaviciosa y el "Perseguidor de Andalucía"87.

Los escritos del capitán Sierra no son las órdenes frías e impersonales del comandante Fernández; en ellos encontramos expresiones como "tengan a bien", "tengan Vs. la molestia" o "siento incomodar a V." que eclipsan el imperativo. El cambio de tono no debe atribuirse sólo a las órdenes cursadas

86 AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.

87 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

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por Serrano Valdenebro para que se suavizaran los métodos de exacción y se evitase perjudicar a la población civil; la correspondencia de Lázaro Sierra, indudablemente más comprensivo con las apuradas circunstancias que atravesaba el vecindario, deja entrever una afectuosa relación entre el oficial y algunos municipales. El oficio de 27 de noviembre se abre con la fórmula "Mi estimado amigo" y finaliza con "expresiones a los compañeros y amigos"; también la correspondencia de 5 de diciembre se cierra con locución similar: "expresiones a los compañeros y don Pedro Zapata".

Mientras auxiliaban a las tropas de la serranía, los villamartinenses no dejaron pasar la oportunidad de reafirmar su patriotismo ante José Serrano Valdenebro. El 22 de noviembre se envió al cuartel general de Gaucín un oficio que dejaba constancia de su contribución al sostenimiento del ejército y solicitaba que, habiéndose agotado los fondos públicos, se admitiesen las octavas de Prado del Rey para completar los últimos pedidos del comandante Gregorio Fernández; de este modo se quería dar utilidad -otra vez- a unos débitos cuya cobranza siempre resultaba problemática. El general aceptó la oferta y la exacción se practicó durante los meses de diciembre y enero. Un comisionado del Ayuntamiento se personó en Prado del Rey con una relación de deudores y Lázaro Sierra se hizo cargo de la recaudación, resultando cantidades que desbordaban las expectativas de Serrano Valdenebro: 1.052 fanegas de trigo y 623 de cebada cuyo recibo se entregó a las autoridades de Villamartín y valieron las felicitaciones del general:

"nunca creí que hubiera sido en una suma tan considerable, para cuya recolección por los medios suaves que yo me había propuesto, tenía por necesario algunos meses más y así es que en su pronta exacción y ningún estrépito ni perjuicios a los deudores, conozco el grande pulso y prudente sagacidad de su manejo que al paso que ha evitado todo comprometimiento funesto de ambos pueblos con los enemigos, ha prestado un auxilio a nuestras tropas con el que se ha remediado en mucha parte el grande apuro en que me hallaba por faltarme los dos principales ramos de subsistencia para hombres y caballos"88.

88 AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.

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Fue de este modo como el último pueblo de la campiña gaditana prestó un servicio de inestimable valor a la causa de la independencia en unas fechas en que el general Serrano Valdenebro se quejaba constantemente en sus partes y representaciones al Gobierno de Cádiz "de la deplorable situación en que se hallan los beneméritos patriotas de la serranía", lo que permitió publicar a los editores del Semanario Patriótico que continuaban "con una constancia sin ejemplar dando muestras de un valor a toda prueba" a pesar de estar "casi enteramente abandonados a los meros recursos que les suministran su acrisolada lealtad y heroísmo"89. La cooperación con el ejército de la sierra -no sabemos hasta qué punto voluntaria- se prolongó durante todo 1811, un año muy conflictivo y marcado por la incursión en la llanura de gruesas expediciones que mantuvieron en jaque a las divisiones francesas del distrito de Arcos.

10.3. La Milicia Cívica

Cuando los ejércitos franceses iniciaron la ocupación de Andalucía en enero de 1810, el rey José Napoleón I estimó que la mejor fórmula para conservar el dominio sobre las ciudades recién conquistadas era involucrar a los propios españoles en las tareas de policía; ésta es la razón por la que el 6 de febrero decretó la creación de Milicias Cívicas, cuerpos paramilitares de voluntarios armados con la misión de mantener el orden público en Sevilla, Córdoba, Granada y Jaén. El 23 de abril firmó un segundo decreto, motivado con toda seguridad por la insurrección general que se extendía por la Serranía de Ronda y otras comarcas, disponiendo la formación de milicias en todos los municipios andaluces. El alistamiento perdió el carácter voluntario y afectó a todos los propietarios cabezas de familia y sus hijos primogénitos, artesanos, funcionarios y militares con sueldo del erario público. Diversos autores coinciden en señalar que se pretendía identificar la Milicia Cívica con

89 Semanario Patriótico, nº XXXIX de 3/1/1811, pág. 170; nº XLII de 24/1/1811, págs. 237-238.

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una embrionaria burguesía a la que se tendría armada al servicio del régimen bonapartista90.

Todos los documentos relativos a la organización de la Milicia Cívica se incorporaron a un expediente que no se ha conservado en el Archivo Municipal -pudo haber sido destruido en alguno de los saqueos que sufrió la escribanía durante la guerra-, pero los acuerdos registrados en las actas capitulares de 1810 permiten aproximarnos a la controversia que rodeó la tentativa de establecerla en Villamartín.

Encontramos los primeros datos en el acta de 16 de junio: el corregidor de Jerez acababa de remitir, por orden del comisario regio y prefecto de la provincia Joaquín María Sotelo, un ejemplar del Real Decreto de 6 de febrero. El Ayuntamiento examinó el documento y acordó enviar al prefecto, quien a su vez debería elevarlo al rey y a su ministro de Interior, un oficio donde exponía diversas circunstancias que impedían la institución de la milicia a pesar del buen ánimo del vecindario para obedecer las disposiciones del Gobierno:

1) No había hombres suficientes para el servicio: los pocos vecinos de Villamartín vivían de la agricultura y sus brazos no bastaban para atender las faenas del campo; el abandono de sus labores para emplearse en el ejercicio de las armas ocasionaría un grave perjuicio a la economía local.

2) No se disponía de armamento y caballerías para equipar a los milicianos: "las pocas armas y caballos (aún los padres) han sido sustraídos por los insurgentes, sin tener con que sostenerse contra la invasión de éstos que es muy continua, y algunas veces en crecidos números por la proximidad inmediatísima a los pueblos de la sierra, con quien confina, como último de la campiña".

90 J. MERCADER RIBA: José Bonaparte, Rey de España. 1808-1813. Estructura del Estado español bonapartista, Madrid 1983, págs. 301-303; C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: Bayona en Andalucía: El Estado bonapartista en la prefectura de Xerez, Madrid 1991, págs. 242-248.

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3) Los insurrectos tomarían represalias si se instituía la milicia: no se haría "sin exponerse a unos insultos continuos contra su Justicia y vecindario que degenerasen en procedimientos de las mayores pésimas consecuencias".

4) Las partidas de guerrilla podrían repelerse si se les opusiera una fuerza militar, pero el cuerpo miliciano que se pretendía establecer no sería capaz de contener su invasión: "el número de los que deben alistarse en la milicia según las reales órdenes no llena el suficiente grueso para una oposición formal".

También se hizo llegar al prefecto un padrón de la población masculina con expresión de la edad, talla, haberes y oficio de cada vecino; todo ello para hacer constar que Villamartín no contaba con los recursos humanos y materiales precisos para organizar la Cívica91. Joaquín María Sotelo devolvió el padrón con una orden de 24 de junio que mandaba remitirlo al mariscal Soult, comandante general de los ejércitos franceses de Andalucía. Y así se hizo, añadiéndose a la documentación precedente un nuevo impedimento que se sumaba a los ya expuestos:

"los mismos serranos con cuyo terreno confina éste están en observación del establecimiento de la milicia para que luego que tenga efecto venir como lo han proferido repetidas veces y quemar el pueblo, sus haciendas de campo y labores, llevarse sus ganados y pasar por las armas a cuantos vecinos de esta villa encuentren en su término y poblado."

El texto concluía apelando a la benignidad del mariscal, a quien se rogaba tomase providencias para evitar la desolación que pendía sobre un pueblo que decía haberse manifestado siempre fiel a su monarca y nunca haber dado el más leve motivo de desconfianza92.

Sin tener aún noticia de la resolución del mariscal Soult, el 11 de agosto se personó ante el Ayuntamiento el comandante de armas Juan de Wirtz,

91 AMV, LAC, sesión de 16/6/1810.

92 AMV, LAC, sesión de 2/7/1810.

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quien expuso la precisión de proceder inmediatamente a la constitución de la milicia. Los municipales le pusieron al corriente de la documentación remitida a Soult e informaron del grave curso que seguían tomando los acontecimientos: los insurgentes habían dicho que vendrían para "matar no sólo al dicho comandante de las armas, sino también a los justicias y vecinos que se encuentren". De todo ello se había dado aviso a los coroneles franceses de los cantones de Arcos y Espera, pues la proximidad de El Bosque y Ubrique -donde por lo común permanecían los guerrilleros de continuo- hacía temer que efectivamente bajasen a Villamartín. Y de nuevo se enviaron al mariscal testimonios del acuerdo de 16 de junio, orden del 24, acuerdo de 2 de julio y padrón masculino del vecindario93.

Cabe ahora preguntarse si las amenazas de la guerrilla eran ciertas o sólo una ficción del Ayuntamiento para demorar y eludir el alistamiento de milicianos. Las noticias sobre la inminente formación del cuerpo no debieron ser bien recibidas por las partidas de guerrilla; el alistamiento era forzoso y quizá entre los futuros milicianos se encontraban fervientes patriotas con el único anhelo de librar el país de la presencia gala, pero, al fin y al cabo, se trataba de instituir una organización paramilitar con la misión de coadyuvar la acción del ejército de ocupación francés. Charles Oman recuerda que, incluso cuando el alistamiento era forzoso, los miembros de estos cuerpos procuraron evitar la entrada de guerrilleros en los pueblos y ciudades confiados a su custodia, pues en caso contrario temían ser acusados y juzgados por traición, que sus familiares fueran represaliados o los pueblos saqueados por las tropas imperiales: "mientras Soult continuara mandando en toda Andalucía, les convenía mantener a los guerrilleros fuera de sus murallas"94. Independientemente del espíritu patriótico o colaboracionismo de los alistados, la milicia era una potencial amenaza para quienes combatían a los invasores, que temían ver interrumpida la provisión de víveres que se franqueaban desde Villamartín. Por otra parte, el aviso a los coroneles de Arcos y Espera desborda los límites de una burda comedia. Creemos que las

93 AMV, LAC, sesión de 11/8/1811.

94 Ch. OMAN: A History of the Peninsular war, citado en G.H. LOVETT: op. cit., vol. 2, pág. 148.

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relaciones del Ayuntamiento de Villamartín con los insurgentes pasaron por momentos de tensión después de la ofensiva francesa sobre la sierra en la primavera de 1810 y fracaso de la expedición de Lacy a Ronda, por causa de los abusos cometidos por las partidas, y que ese período de tensión se prolongó hasta el establecimiento de comunicación con los comandantes de Ubrique y El Bosque en octubre.

La información registrada en las actas capitulares es muy incompleta a partir de agosto de 1810. Las alegaciones presentadas a Soult fueron desestimadas95 y los posibles impedimentos sólo se considerarían una vez ejecutado el alistamiento, que debía concluirse antes del 15 de octubre. Se encomendó a los alcaldes la confección de cuatro padrones que comprendiesen la totalidad del vecindario masculino, especificándose quiénes debían o no inscribirse en el cuerpo96. Los censos se hicieron sin audiencia de los interesados, resultando 384 vecinos de quienes 209 debían alistarse y 175 quedaban exentos; las reclamaciones oportunas se presentarían, como estaba mandado, una vez que la milicia fuese aprobada y se comunicara a cada vecino el señalamiento correspondiente. Los padrones se remitieron al comandante de armas del distrito de Arcos, Eduardo Huncey, para que los elevase a la superioridad o dictase él mismo, según las instrucciones que hubiese recibido, las providencias oportunas. Acompañaba a los documentos un testimonio de cabildo que por enésima vez exponía las dificultades representadas al prefecto Sotelo, al comandante Juan de Wirtz y al propio mariscal Soult, insistiendo en que "cuanto tiene manifestado a Su Excelencia [...] es la pura verdad, dimanada de la sinceridad". Y, tras lamentar la catástrofe que se avecinaba, apelaba a la "sabia penetración" de los jefes militares del Imperio:

"y sólo le queda [a Villamartín] la esperanza con que vive de que el Exmo. Sor. mariscal del Imperio duque de Dalmacia, u otro Sor. jefe a quien competa, y a quien representa este Ayuntamiento con las veras de su corazón, hecho cargo de la certeza de lo expuesto, y tomando los

95 AMV, LAC, sesión de 3/9/1810.

96 AMV, LAC, sesión de 3/10/1810.

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previos conocimientos, que juzgue su sabia penetración por más oportunos, dictará aquellas providencias que sean concernientes a la conservación de este pueblo y bien del Estado en general, para cuyo cumplimiento están la Municipalidad y sus vecinos lo más propicios y obedientes"97.

Sin el expediente que se formó para la organización de la milicia, quedamos sin conocer el contenido preciso de las órdenes recibidas y tramitadas por Huncey, así como el de los padrones que se mandó hacer, pero sabemos que el municipio quedó finalmente exento de establecer la Milicia Cívica98. Soult consintió eximir a los villamartinenses de organizar el cuerpo miliciano que despertaba tantos recelos entre los serranos. Pero si alguna vez existió aquel enconado enfrentamiento, las relaciones con las partidas y tropas españolas de la sierra volvieron pronto a la normalidad, dentro de los límites que imponía el clima bélico. El de Villamartín se suma así a los numerosos fracasos que supuso la tentativa de crear Milicias Cívicas en la prefectura de Xerez99.

10.4. La resistencia armada en 1811. Expediciones de Begines y Ballesteros

En enero de 1811 tuvo lugar en la hacienda El Rosalejo, del marqués de las Amarillas, un enfrentamiento entre tropas francesas y guerrilleros. La madrugada del 24 de enero, el coronel Bonnemains sorprendió a una cuadrilla de cuarenta hombres que había estado operando en el término de Utrera, más otros treinta pertenecientes a las partidas de Palmetón y de Fernando Clavijo. El parte del coronel francés decía que los guerrilleros respondieron a balazos cuando fueron intimados para que se entregasen y que

97 AMV, LAC, sesión de 10/10/1810.

98 AMV, LAC, sesión de 23/11/1810.

99 C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., estudia las municipalidades de Jerez y El Puerto de Santa María, concluyendo que la creación de Milicias Cívicas supuso un "fracaso total" (pág. 255).

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"habiendo perdido algunos hombres, no debía ni guardar más contemplaciones, ni tomar más medidas que la de embestir la casa a la bayoneta: que todo fue destrozado, y tal la rabia de los perversos, que algunos a los que se propuso el entregarse, pelearon hasta morir". El coronel francés afirmaba que entre sus hombres hubo pocas bajas, a pesar de las grandes dificultades que ofrecía la toma de El Rosalejo, y que debía "valuarse la pérdida del enemigo en 70 hombres". Pedro Agustín Girón escribió años más tarde en sus memorias que El Rosalejo había sido refugio habitual de los guerrilleros de la Sierra de Ronda -que a su juicio bajaban más bien a robar que a hostilizar a los franceses- hasta que el coronel francés se cansó de aquel juego y organizó "una expedición para atacar la casa y quemarla, [...] pereciendo dentro de ella porción de guerrilleros y todos los criados de la Hacienda, menos el capataz que por un acaso no se encontraba en ella". La hacienda quedó completamente destruida y Frasquita Larrea, al avistar las ruinas, escribió en su Diario del viaje a Bornos y a Ubrique en 1824 que "fue quemada en la guerra de la independencia por haberse guarnecido en ella una partida de guerrilla española que se dejó abrasar antes de rendirse"100.

A principios de 1811 no estaban aún organizadas las Compañías de Guardias Cívicos y de Escopeteros para velar por la tranquilidad de los pueblos de la prefectura. La autoridad militar temía que elementos insurgentes se apoderasen de las armas que conservaban ciudadanos leales al régimen josefista y para prevenir tal peligro el mariscal Víctor decretó, el 2 de febrero, el desarme general de todas las ciudades, villas, aldeas, cortijos y casas de campo de la prefectura. Los comandantes militares de plaza recogerían todos los fusiles, escopetas, pistolas, municiones, sables, puñales, etcétera, exceptuándose sólo las espadas ceremoniales. Los alcaldes y corregidores quedaban encargados del desarme en los pueblos donde no hubiese comandante militar y oficiales del ejército pasarían a practicar inspecciones y registros domiciliarios a las 24 horas de promulgarse el

100 Gazeta de Sevilla, nº 11 de 5/2/1811, pág. 87; P.A. GIRÓN, MARQUÉS DE LAS AMARILLAS: Recuerdos (1778-1837), Pamplona 1978-1981, vol. II, pág. 285; FRASQUITA LARREA: op. cit., págs. 61-62.

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decreto: "Todo individuo que se encuentre en las calles, en los campos o en otro lugar cualquiera con armas o puñales será arrestado y pasado por las armas en el término de 24 horas. Esta disposición severa se aplicará a todo habitante en cuya casa se hayan encontrado armas al tiempo de la visita domiciliaria". El decreto de desarme se recibió y publicó en Villamartín el 18 de febrero. Sólo se presentaron las espadas del alcalde Francisco Benítez y de los maestrantes de Ronda José Topete y José Pajarero. El corregidor decía que ello se debía a que el pueblo había sido ya desarmado varias veces por las partidas de guerrilla, que también se habían llevado los caballos, yeguas y monturas.

El peligro de insurrección y alteraciones del orden no residía en que los vecinos de los pueblos dominados por el ejército imperial, como Villamartín, Bornos o Arcos, poseyesen o no unas pocas armas. Estaba en que la sierra continuaba siendo una comarca sólo parcialmente controlada por los franceses y que ofrecía refugio a partidas de guerrilla que continuamente acudían a la campiña para proveerse de suministros y acosar al enemigo. De otro lado estaba la ciudad de Cádiz, bloqueada militarmente por tierra pero abierta al mar, desde donde continuaban organizándose expediciones de apoyo a los combatientes de la sierra.

Las partidas de guerrilla seguían actuando en la comarca y durante la segunda semana de marzo lograron cortar las comunicaciones entre los pueblos del distrito de Arcos. El Ayuntamiento de Villamartín enviaba periódicamente partes a las autoridades militares francesas de Arcos, pero dejaron de llegar a su destino por haberse interrumpido la comunicación por el camino de Bornos a Arcos. Los partes de los días 7, 11, 13 y 14 de marzo quedaron retenidos en Bornos sin que nadie los trasladase a Arcos. El día 16 se envió uno al coronel del 2º de Dragones, pero el conductor avistó una partida de serranos cerca de Bornos y se volvió con el correo. Otro mensajero fue capturado por hombres del Escuadrón de La Romana que se dirigían a Zahara, pero fue liberado cuando manifestó que llevaba los partes por la fuerza. La presencia de partidas de serranos en Villamartín se hizo continua

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en aquellas fechas101. Tanto es así que se comunicó al prefecto de Xerez que la diaria ocupación del pueblo por partidas españolas no permitía proporcionar ningún género de contribuciones o suministros sin ser sorprendidos, pues este servicio era un movimiento público que no podía hacerse clandestinamente sin ser advertido por ellos. El estado de suministros facilitados a las tropas españolas y partidas durante el primer semestre de 1811 nos permite confirmar que, efectivamente, su tránsito por Villamartín era prácticamente diario al menos desde la segunda quincena de febrero: se les franquearon provisiones de las que dieron bonos durante 14 días en el mes de febrero, 29 en marzo, 24 en abril, 19 días durante el mes de mayo y 17 en junio.

Como ya había ocurrido en 1810, la presencia de las partidas españolas no sólo resultaba onerosa y comprometida, sino que también daba lugar a situaciones violentas. Serían las tres de la tarde del 18 de mayo cuando se concentró en la plaza pública una partida de más de ciento cincuenta hombres armados que se dirigieron a la casa capitular y sorprendieron en ella a los miembros de la Junta municipal, a quienes "preguntaron con altanería y descaro por los papeles criminales significando que los iban a quemar". El escribano Pedro Zapata y los municipales trataron de disuadirlos, pero sus ruegos y súplicas sólo lograron que fuesen respetados algunos documentos públicos y capitulares. Los serranos descolgaron de los estantes cuantos legajos quisieron, los sacaron a la calle y los "quemaron con algazara y estruendo en medio de la Plaza Pública". Después se marcharon, con gran vocerío, diciendo que "ya se acabaron las picardías escritas"102. Esta era una de las muchas acciones que asemejaban a las partidas de guerrilla a una cuadrilla de malhechores fuera de la ley. Ésa y no otra era la consideración que merecían a la propaganda francesa los patriotas españoles que combatían al ejército invasor.

Para los franceses, la guerra había terminado. Así se expresaba en un edicto de 24 de marzo del mariscal Soult, general en jefe del Ejército

101 AMV, leg. nº 97 (1811) doc. nº 17, f. 17.

102 AMV, leg. nº 97 (1811) doc. nº 17, ff. 43-54.

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Imperial del Medio Día en España, que consideraba que el ejército insurreccional había sido totalmente destruido y había cesado todo motivo de guerra interior en Extremadura y Andalucía; de aquella premisa se seguía que todas las alteraciones del orden que ocurriesen en adelante no podían ser ocasionadas "sino por las cuadrillas de bandidos, que no tienen otro objeto que el robo y la devastación de las propiedades y del país". Pero se afirmaba que la guerra había terminado para a continuación tipificar situaciones y conductas que delataban su continuación. La Gazeta de Sevilla publicó a principios de abril un reglamento que disponía "medidas vigorosas para dar energía a los hombres honrados, y destruir esas gavillas de facciosos, que no dejan de excitar contra la desgraciada patria todos los horrores de una guerra civil". Para ellos no existía "ningún ejército español fuera del de S.M.C. el rey don José Napoleón" y todas las partidas, cualquiera que fuesen su número y comandante, debían ser tratadas como reuniones de bandidos sin otro objeto que el robo y el asesinato103. Aquella obcecada negativa a reconocer la situación de guerra no era sino un artificio propagandístico del Gobierno bonapartista.

La comarca de la sierra no sólo fue transitada por partidas de combatientes poco numerosas. Las fuerzas bajo el mando del general Serrano Valdenebro que sitiaron Zahara la madrugada del 18 de mayo sumaban -según el parte del comandante francés de la plaza- 1.600 combatientes con dos obuses104. Durante los últimos días de aquel mes y primeros de junio el entorno de Villamartín fue escenario de operaciones de la 1ª División del 4º Ejército, que actuaba en la serranía bajo el mando del general Antonio Begines de los Ríos. Como siempre, la llegada de un contingente de tropas, representaba un fuerte desembolso para el municipio. El general Begines anunció su presencia el 28 de mayo desde Prado del Rey, mediante una carta que ordenaba proporcionarle tantas raciones como fuera posible de pan, carne y menestra, así como todos los caudales existentes pertenecientes a la Real Hacienda, propios y arbitrios. La Junta municipal le envió el mismo día

103 Gazeta de Sevilla, nº 30 de 2/4/1811, págs. 209-211.

104 Gazeta de Sevilla, nº 45 de 24/5/1811, pág. 355.

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28 un oficio que hacía presente los patrióticos sentimientos del vecindario y ofrecía a Begines cuantos auxilios estuviesen de su parte. Begines respondió el 29 desde Bornos, alabando la lealtad del vecindario y avisando que estuviesen preparadas tres mil raciones de pan y otros auxilios cuando esa noche hiciese entrada en Villamartín con sus tropas. En el estado de suministros hechos a las tropas españolas durante el segundo trimestre aparecen el general Begines, Estado Mayor, Brigadas y Botiquín del 4º Ejército, más numerosas partidas y tropas regulares que formaban parte de su división: Voluntarios de Valencia, Escopeteros de Getares, Escuadrón de La Romana, Infantería de Sigüenza, Infantería de Galicia, Cuerpo de Cirugía y Farmacia, Ingenieros, Real Cuerpo de Artillería, etcétera.

Begines pernoctó en Villamartín la noche del 29 al 30 de mayo, se embolsó 15.000 reales y marchó hacia Algar después de publicar un bando que ordenaba la reincorporación a filas de todos los dispersos refugiados en el pueblo, pero no ha quedado constancia de si los hubo que se incorporasen a la división105. Desde Algar, el general pidió 600 raciones para la tropa que pasaría el día 31 a Villamartín. Se continuó abasteciendo a las tropas españolas, pero su presencia en la comarca era transitoria y era necesario conservar la buena armonía con los coroneles de caballería de Arcos. El comandante francés de Arcos escribió el 2 de junio al corregidor de Villamartín:

"Doy a Vd. infinitas gracias por su afecto y celo por el servicio del Ejército Imperial. Instruiré al Exmo. Sr. Duque de Bellune de sus buenos servicios. Agradeceré a Vd. infinito me envíe con la mayor frecuencia las noticias que tenga sobre el enemigo, su número y dirección: creo que dentro de unos días estarán Vds. libres de su presencia"

105 El 1 de junio se recibió correspondencia del capitán Rafael Bonillé -2º ayudante de Estado Mayor de la Sección de Infantería de la 1ª División del 4º Ejército- interesando información de los dispersos residentes en el pueblo. No consta en la orden el lugar desde donde se remite, pero debe tratarse de Prado del Rey, Ubrique o El Bosque.

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Las tropas españolas ocasionaron graves daños a las francesas en otros puntos de la sierra. El 3 de junio tuvo lugar la denominada "Sorpresa de la dehesa de Gaena o de Zaframagón": fuerzas españolas entre las que se encontraban los Cazadores de Sigüenza y Galicia, Escopeteros de Getares, Caballería de Madrid, Escuadrón de Caballería de La Romana y los patriotas de Veas tendieron una emboscada a los franceses que se dirigían de Morón a Ronda, ocasionándoles 300 muertos y 42 prisioneros106. Algunas de aquellas tropas españolas se situarían luego en las inmediaciones de Villamartín. El 5 de junio Begines ordenó suministrar todos los auxilios necesarios al capitán Manuel Madera, comandante del Escuadrón de La Romana, y al teniente coronel Antonio García de Veas, que estaba al mando de varias partidas. El día 7 era el coronel francés Ismert quien, desde Arcos, solicitaba la colaboración de la Junta municipal con el ejército imperial:

"Una columna de Infantería y Caballería que ha salido hoy de Medina con dirección al Bosque y de allí a la Población del Rey como es muy factible que esta tropa no hallando víveres en estos dos lugares, se verá forzada a ir a Villa Martín, será conveniente que tengan ustedes provisión de víveres para el caso de que vayan a buscarlos o que pasen por ese pueblo, hagan Vds. sus disposiciones sin ruido a fin de que el enemigo no entienda ni tome conocimiento del movimiento de esta tropa"

El día 8 avisó Begines desde Prado del Rey que al amanecer del siguiente pasaría un destacamento de caballería para recoger 3.000 raciones de pan y carne. Y el mismo día 8 se recibió también un comunicado del coronel Ismert, que amenazaba retirar su protección si en plazo de 24 horas no se abonaba el importe de once yeguas que Villamartín debía suministrar para la remonta del 2º Regimiento de Dragones Imperiales. Un jinete cabalgó a Arcos, al amparo de la noche, para abonar el débito al coronel francés sin despertar sospechas entre las tropas españolas107. Todo ello formaba parte de

106 F. SOTOMAYOR: "P.L.I.N. (Por La Independencia Nacional)".

107 La correspondencia del coronel Ismert al corregidor se encuentra en AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 22 y 23. Copia certificada de la correspondencia del general Begines y comandantes españoles en leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.

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ese difícil juego de supervivencia impuesto por la ubicación fronteriza de Villamartín entre la campiña y la sierra.

Una de las ofensivas que más daño causó a los franceses en las inmediaciones de Villamartín fue la del general Francisco Ballesteros, que partió de Cádiz con un cuerpo expedicionario, desembarcó en Algeciras y operó en la Serranía de Ronda durante el otoño de 1811. Se producen entonces importantes movimientos de tropas francesas en las provincias del Sur. El 22 de septiembre se puso en movimiento desde Montellano la brigada del general Rignoux, que avanzó en la primera etapa hasta Prado del Rey y entró el 23 en Ubrique, de donde desalojó a los regimientos españoles de Carmona y Sigüenza. Rignoux continuó avanzando hacia Jimena de la Frontera, seguido por la columna de Godinot, que desde Bornos alcanzó Prado del Rey el día 25 y rebasó Ubrique el 27. Rignoux fracasó frente a Ballesteros y Godinot retornó a Bornos el 29. Los cinco mil hombres de la división Godinot permanecieron acantonados en Bornos y Villamartín hasta que el 10 de octubre se internaron en la serranía por Prado del Rey y El Bosque para dirigirse luego al Campo de Gibraltar. Las columnas francesas no consiguieron reducir a Ballesteros, que continuó campeando por tierras gaditanas y el 4 de noviembre concentró parte de sus tropas en Prado del Rey. La madrugada del día 5 cayó por sorpresa sobre Bornos, donde se encontraba el general francés Semelé, quien no tuvo otra opción que retirarse sobre Jerez mientras sus fuerzas eran dispersadas y los españoles tomaban un centenar de prisioneros. Una carta de Ballesteros, fechada el 6 de noviembre en el "Cuartel general en los campos entre Bornos y Poblaciones", expresa que Semelé "salió en camisa buscando su caballo" y que perdió todo el bagaje, un obús, todo el parque de artillería, infinidad de caballos y mulas, dejando el campo sembrado de cadáveres108.

Según informó luego la Junta municipal, las tropas del 4º Ejército entraron en Villamartín y se apoderaron de provisiones por valor de 325.000

108 J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 368; J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 6, 2, págs. 181-208 y 231-233; J. y J. DE LAS CUEVAS: Bornos, Cádiz 1979, págs. 24-25.

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reales que se almacenaban para pagar la contribución para sostenimiento del ejército imperial: 1.550 fanegas de trigo, 485 de cebada, 316 de habas y 40 de garbanzos, 350 ovejas, 22 reses vacunas, 50 arrobas de vino, 8.300 raciones de pan y 4.290 de paja, sin contar la leña y aceite que también estaban destinados a suministrar a los franceses109.

Ballesteros dio instrucciones para ejecutar un alistamiento de tropas y se hizo un censo de los solteros y viudos sin hijos en edad de ordenanza: 134 individuos, entre quienes se hallaban 11 dispersos110. La orden de remisión -de puño y letra del propio Ballesteros y fechada el 8 de noviembre en el "Cuartel General de Villamartín"- decía:

"En el preciso término de dos días incluso el de la fecha remitirán Vms. a mi cuartel general todos los dispersos y desertores que se hallan en ese pueblo, como igualmente todos los mozos solteros desde la edad de 16 años hasta la de 40 sin excepción de personas, no sirviendo de disculpa el que los enemigos se encuentren a sus inmediaciones, pues de la menor demora que note en un punto tan interesante al bien de la Nación pasará un regimiento a traer a Vms. a mi presencia donde serán juzgados en consejo de guerra y castigados con arreglo a una falta tan grave"

Ballesteros no admitía excusas y la Junta municipal -tan negligente en el cumplimiento de los plazos fijados en anteriores alistamientos- atendió sin réplica su mandato, entregando la primera remesa el día 9 en el cuartel general de Prado del Rey. Se presentaron 73 alistados, de los que cinco fueron devueltos por inútiles. En días inmediatos se sumaron a ellos seis mozos enviados en una segunda remesa y tres villamartinenses que se

109 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.

110 Los dispersos residentes en Villamartín eran Andrés Domínguez, Antonio Lobo, Alonso Mendoza y José González Avila, alistados en 1809; Francisco Vázquez, natural de Villamartín, alistado en el Regimiento de Madrid y disperso en Ocaña; José Velasco, natural de Bornos y vecino de Villamartín, del Regimiento de Voluntarios de Ubrique; Antonio Bernal, natural de Algodonales y disperso del Escuadrón de Ubrique; Antonio Montes, alistado en 1809 y licenciado por Begines; también estaban Cristóbal González Cárdenas, Cristóbal González Lozano, Antonio Pérez Valverde y Francisco Márquez.

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unieron a ellos en Ubrique. De Villamartín salieron además cuatro dispersos con salvoconducto para presentarse al general. Los hombres reclutados por Ballesteros marcharon de Prado del Rey a Ubrique y desde allí hacia Castellar de la Frontera y Algeciras.

Los franceses no tardaron en recuperarse del descalabro de Bornos. La columnas imperiales se pusieron en movimiento desde varios puntos, al tiempo que las tropas de Ballesteros se replegaban sobre la sierra. Los cazadores de Bonnemains desalojaron el día 11 una partida española de Bornos y la persiguieron hasta Villamartín. Semelé concentró dos brigadas el día 13 en Morón y alcanzó Montellano, mientras los cazadores a caballo de Bonnemains y los lanceros del Vístula avanzaban más allá de Villamartín y se adentraban en la sierra111. Semelé entró en Villamartín el 16 de noviembre con los regimientos 6º, 10º, 12º, 20º y 51º de Infantería, el 2º de Dragones y el 5º de Cazadores. El general francés y su Estado Mayor se alojaron en el pueblo durante tres días.

Recuperado el control de la comarca, el comandante del distrito de Arcos pidió información de quienes marcharon con el 4º Ejército. El alcalde notificó el número y nombres de los alistados: 94 vecinos de quienes debían restarse 26 que fueron excluidos, no se presentaron o regresaron al municipio. Las autoridades locales preservaron de este modo la confianza de los mandos militares del distrito en su lealtad. No se tiene noticia de ningún tipo de represalia y el comandante francés presuponía que los hombres alistados por Ballesteros habían sido llevados "a la fuerza"112.

111 J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 6, 2, págs. 234-235.

112 Expediente y documentos relativos al alistamiento de Ballesteros en AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11. El reclutamiento ha sido brevemente recogido en A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., pág. 85.

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10.5. La fortificación de Villamartín

Para frenar de una vez por todas las continuas incursiones de partidas y tropas españolas desde la serranía, con el riesgo de dificultar las comunicaciones entre Sevilla y las tropas sitiadoras de Cádiz, Soult trató de asegurar la línea del Guadalete. El conde de Toreno indica que se fortificó especialmente Bornos, a donde fue enviado el general Conroux de Pepinville con una división de 4.500 hombres113, pero también Villamartín fue fortificado y en él estuvo acantonada la división de Conroux desde el 22 de enero al 7 de marzo de 1812 -creemos que antes de ser destinada a Bornos-. El 28 de enero comenzaron los "trabajos de la obra de fortificación del castillo de la villa de Villamartín", construido en la altura de Torrevieja114. En las obras trabajaron ininterrumpidamente durante varios meses seis oficiales de albañil, de quince a veinticinco peones y cuatro carpinteros, más los operarios militares; diariamente se emplearon más de un centenar de bestias en el transporte y acarreo de materiales de construcción. Las obras de fortificación causaron grandes daños al casco urbano. Para la construcción del fortín se adquirieron siete mil quinientas tejas, doscientos quince cahíces de cal traídos de Morón y ciento veinte fanegas de yeso115, pero el grueso del material se obtuvo de la demolición de numerosos edificios:

"Notorio es en la provincia la completa destrucción que ha padecido este pueblo [...] pues que cinco calles enteras de su población fueron demolidas por el enemigo, sin muchas casas salteadas en lo restante, y conducidos sus materiales para la obra y construción del fuerte que hicieron en ella"116.

113 J. Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 406.

114 Conocemos la ubicación del fuerte por una declaración de bienes de Antonio Topete y Fuentes en el expediente formado en 1812 para la Contribución Extraordinaria de Guerra: "dos y media fanegas de tierra en la torre vieja inútiles y sin producir por haber construido en ellas los franceses el fuerte que tuvieron en esta villa" (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 15).

115 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.

116 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11.

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La afirmación de que cinco calles enteras fueron demolidas se encuentra en diversos textos de 1812 y también tenemos noticia particular de algunos edificios dañados o afectados por las operaciones de fortificación. El 17 de junio se dispuso además el cerramiento del casco urbano y el control de los accesos: fueron tapiadas las salidas de las calles y las puertas traseras de las casas que daban al campo. Villamartín se convirtió en un recinto cerrado al que sólo se podía acceder por tres puertas ubicadas en la plaza, calle Veracruz y entrada de Bornos117.

El acantonamiento del destacamento francés impidió que se continuase facilitando suministros a las partidas y tropas españolas del 4º Ejército con la impunidad que se hizo durante los dos años anteriores. La guarnición controlaba la entrada y salida de personas y el pueblo era celado de noche por rondas de soldados y paisanos de las que formaba parte un delegado de la Junta municipal118. Los franceses ejercieron así un control absoluto sobre la población, que se prolongó hasta que a finales de agosto se produjo la evacuación general de las tropas que ocupaban Andalucía.

La fortificación de la línea del Guadalete no impidió que Ballesteros cayese de nuevo, el 1 de junio, sobre Bornos, donde estaba acantonada la división de Conroux. Pero ocurrió esta vez que una carga de la caballería francesa obligó a las tropas españolas a replegarse y cruzar el río volviendo sobre sus pasos; Ballesteros perdió en la retirada 1.500 hombres, muchos de ellos extraviados119.

11. La reforma municipal bonapartista

A la ocupación militar de Andalucía por las tropas francesas siguieron importantes reformas de la administración territorial. El Real Decreto de 17 de abril de 1810 dividió el territorio español, a efectos de gobierno civil, en

117 En el callejero actual, las calles Hierros, San Francisco y El Santo.

118 AMV, LAC, sesión de 17/6/1812.

119 J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 406.

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treinta y ocho prefecturas y ciento once subprefecturas. Villamartín quedó integrado en la prefectura de Xerez y subprefectura de Jerez de la Frontera. La prefectura abarcaba el territorio de la actual provincia de Cádiz y parte de las de Sevilla (El Coronil, Las Cabezas, Lebrija, Los Palacios, Morón y Montellano) y Málaga (Ronda y su serranía). Para las pretensiones de nuestro trabajo no es necesario detenernos en la exposición pormenorizada de la organización de la prefectura de Xerez y sus órganos de gobierno120. Nos referiremos a algunos aspectos parciales en la medida en que lo requiera nuestra investigación de ámbito local, que mostrará la subordinación de la municipalidad de Villamartín a las directrices emanadas de la prefectura en materia de hacienda, administración municipal y orden público. En este epígrafe sólo haremos unas breves indicaciones sobre la reforma de la administración municipal, regulada por el título cuarto del Real Decreto de 17 de abril de 1810.

La Junta municipal de los pueblos menores de 2.000 vecinos, tal era Villamartín, debía estar formada por diez individuos elegidos en consejo abierto por los vecinos contribuyentes de la municipalidad y renovar anualmente la mitad de sus miembros. Sus competencias eran nombrar directamente a los miembros del gobierno municipal (un corregidor y dos regidores en los municipios menores de 2.000 vecinos), repartir las contribuciones entre el vecindario, inspeccionar las cuentas de los empleados del gobierno municipal y formar el presupuesto de rentas y cargas de la municipalidad.

El carácter electivo de los miembros de la Junta y del gobierno municipal significó la introducción de un factor democrático, aunque censitario, en la institución municipal, aunque desvirtuado luego por la independencia que adquieren el corregidor y regidores frente al órgano que los eligió. El corregidor y regidores constituían el órgano ejecutivo del gobierno municipal. El Real Decreto de 17 de abril de 1810 establece que el corregidor era "el único encargado del gobierno de la municipalidad"; el

120 Para las reformas administrativas bonapartistas, véase el trabajo citado de C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO.

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primer regidor estaba encargado de la policía urbana y rural; el segundo regidor actuaba como auxiliar del corregidor y regidor primero. No obstante esta definición de funciones, se ha detectado en las municipalidades de la prefectura de Xerez una actuación colegiada del corregidor con los demás miembros del gobierno y Junta municipal en el ejercicio de sus funciones, que parece responder a "un intento de evitar responsabilidades ante una situación política cuya inestabilidad resultaba obvia"121.

La administración municipal de Villamartín no se reformó hasta 1811. Durante todo 1810 gobernó la corporación nombrada por el marqués de los Álamos del Guadalete, que era señor jurisdiccional de la villa. El 31 de diciembre de 1810, el prefecto Joaquín Leandro de Solís decretó que la municipalidad se organizase provisionalmente conforme a las siguientes normas:

1.- Separación del gobierno civil y la administración de justicia. El gobierno civil sería desempeñado por la municipalidad, compuesta de un corregidor y cuatro regidores, cuyas funciones son las establecidas por el Real Decreto de 17 de abril de 1810. La justicia sería administrada por un alcalde ordinario.

2.- Quedaba nombrado corregidor José Topete Jiménez y regidores Antonio Domínguez Castilla, Isidoro de la Vega, Juan Álvarez Pérez y Francisco García Parrado. Francisco Benítez Cortés era nombrado alcalde ordinario para la administración de justicia.

3.- La corporación cesante quedaba encargada del traspaso de poderes.

4.- Los municipales y alcalde ordinario tomarían posesión de sus cargos con la fórmula: "Juramos fidelidad, sumisión y obediencia al Rey Nuestro Señor D. José Napoleón Primero, a la Constitución y las Leyes, cumplir las obligaciones de municipales de Villamartín con el solo objeto de la felicidad de la Nación y de la gloria del Rey, conforme a las disposiciones de la Constitución."

121 C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 213-215.

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El 31 de enero de 1811 fue aumentado el número de regidores de cuatro a seis -al parecer a instancias del municipio-, recayendo los nombramientos en Vicente del Río y Alonso Chacón. Los miembros de la municipalidad -corregidor y seis regidores- y el alcalde ordinario tomaron posesión el 13 de febrero, siendo la primera corporación municipal que prestó juramento de fidelidad a José Bonaparte122.

La Junta municipal se constituyó definitivamente en marzo. El día 24 se procedió a la elección de los diez miembros de la Junta conforme a lo establecido por el Real Decreto de 17 de abril de 1810. Sólo votaron 55 electores, mientras en una estadística cumplimentada tres meses antes consta que el municipio tenía 410 vecinos. Cabe señalar la uniformidad del voto, acumulando los diez municipales electos más del 90% de los emitidos; creemos que la votación pudo estar condicionada por el deseo de complacer al prefecto de Xerez, pues entre los elegidos se encuentran los seis regidores cesantes, siendo votado cada uno de éstos por no menos del 95% de los votantes; el corregidor cesante fue elegido candidato para la Junta general de la prefectura; también fue elegido el alcalde ordinario designado por el prefecto en diciembre de 1810 y que creemos continuó desempeñando la función de administrador de la justicia a la vez que era miembro de la Junta municipal. Los diez municipales tomaron posesión de sus cargos y el día 25 procedieron a la elección del corregidor y dos regidores, recayendo los nombramientos en miembros de la propia Junta municipal. Cuando en noviembre se procedió a la renovación de la mitad de la Junta municipal, sólo participaron 27 votantes, fueron reelegidos dos de los cinco cesantes y los nombramientos de regidor primero y segundo recayeron en vecinos que no eran miembros de la Junta123.

122 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 19; LAC, sesión de 13/2/1811.

123 AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 6 y 7; LAC, sesiones de 23/3/1811, 7/4/1811, 1/12/1811, 17/12/1811 y 14/1/1812.

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CUADRO nº 4 Miembros de la Junta y Gobierno municipal de Villamartín

(1811-1812)

Elección marzo 1811

Elección noviembre 1811

Junta Municipal

Vicente del Río Alonso Chacón Antonio Domínguez Francisco García Parrado Juan Álvarez Pérez Isidoro de la Vega Pedro Saavedra Francisco Benítez Pedro Frutoso Pedro Tinajero

Vicente del Río Alonso Chacón Alejandro de las Cuevas Francisco García Parrado Manuel Taboada y Ulloa Isidoro de la Vega Pedro Saavedra Francisco Benítez Pedro Armario Pedro Tinajero

Corregidor

Alonso Chacón

Alejandro de las Cuevas

Regidor 1º

Vicente del Río

Mateo Moreno

Regidor 2º

Antonio Domínguez

Antonio Camacho

Candidato Junta Prefectura

José Topete

Antonio Topete

Candidato Junta Subprefectura

José Pajarero

José Pajarero

Juez 1ª Instancia

Francisco Benítez (?)

José Topete

FUENTE: AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 6 y 7.

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“El Excelentísimo Señor Don Pepe Botella”. Caricatura de José Bonaparte conservada en el Archivo de la Iglesia Parroquial de

Villamartín

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96

12. La economía de guerra (I): Reformas fiscales bonapartistas

El establecimiento del Estado bonapartista en Andalucía introdujo importantes novedades en la hacienda pública, pero no significó un mero "borrón y cuenta nueva" en el sistema fiscal. Se mantuvieron antiguos arbitrios municipales como el de paja y utensilios o los impuestos sobre el pan, vino, carnes, aceite y carbón124. Por otra parte, con afán de continuismo, mantuvo los débitos anteriores a la ocupación francesa pendientes por los municipios a favor de la Real Hacienda y, en sentido inverso, los de ésta con aquéllos. A Villamartín le fueron exigidos 88.292 reales y 18 maravedís por atrasos en el pago del impuesto sobre la sal, utensilios y otras rentas, que en el caso del aguardiente se adeudaba desde 1806. El Ayuntamiento, por su parte, reclamó el reintegro de los suministros a tropas españolas hasta febrero de 1810125. Sin embargo no creemos que la administración bonapartista se hiciese cargo de los débitos por suministros a tropas españolas y, por otra parte, en la documentación municipal no ha quedado constancia de que se liquidasen los impuestos atrasados y continuase pagándolos durante la etapa de ocupación. La principal novedad del sistema fiscal fue la introducción de nuevas figuras fiscales derivadas de la economía de guerra y que tenían como objeto el sostenimiento del ejército imperial. Nos referiremos sólo a las innovaciones directamente ligadas a la economía de guerra y obviaremos otras, tales son la imposición extraordinaria en 1810 de un segundo diezmo sobre los frutos civiles igual al eclesiástico, la "Contribución extraordinaria del 10 por ciento sobre casas", el "Derecho de patentes" y el "Impuesto de pobres"126.

124 C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 340-344.

125 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

126 Para la política fiscal bonapartista remitimos a C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 331-358.

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12.1. Gastos de mesa de oficiales

Comenzaremos con una imposición cuantitativamente menor como eran los "Gastos de mesa". Desde abril de 1810 los generales y oficiales superiores del ejército imperial percibían mensualmente en concepto de "gratificación de mesa" -que incluía cubiertos, mantelería, enseres de cocina, leña, carbón, luz, etc.- una remuneración mensual que percibían directamente de la prefectura o de la municipalidad. Los gastos de mesa concedidos por el mariscal Víctor a los generales y oficiales del Primer Cuerpo el 29 de mayo montaban un total de 63.550 reales mensuales, distribuidos en cantidades graduadas desde los 300 asignados al comandante de la plaza de Rota hasta los 1.800 que percibían los generales de división y el ordenador en jefe; los coroneles Ismert y Bonnemains tenían asignados 750 reales mensuales127. El cupo repartido a Villamartín para sufragio de los gastos de mesa en 1810 estuvo sujeto a variaciones, pero no descendió de los 12.000 reales mensuales que, sumados a las desorbitadas cantidades requeridas por el coronel Bonnemains y su secretario, ascendían a 147.113 rs. en diciembre de 1810128. Si crecidos eran los gastos de mesa de los oficiales, mayores eran los de contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina, como se mostrará en el epígrafe siguiente.

12.2. Contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina

El abastecimiento de suministros para las tropas imperiales exigió un esfuerzo de coordinación y centralización. El 5 de marzo de 1810, el mariscal Víctor dispuso la creación en Jerez de la Comisión Central de Subsistencias, que se encargaría del abastecimiento de las tropas del Primer Cuerpo: 40.000 hombres y 11.400 caballos a quienes debían entregarse raciones diarias de pan, carne, vino, aceite, sal y arroz; y para los caballos, paja, cebada, habas y zahína. La Comisión Central de Subsistencia debía atender además a los

127 Copia certificada del estado de gastos de mesa asignados a los generales y oficiales del Primer Cuerpo en AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7, f. 49.

128 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 2.

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gastos de los hospitales militares y calzado de la tropa. El ordenador en jefe del Primer Cuerpo era el encargado de dar a conocer a la Comisión las necesidades del ejército y correspondía a ésta conocer las existencias de toda especie, distribuir la carga lo más equilibradamente posible entre los pueblos y coordinar las entregas. La Comisión Central y las juntas locales de subsistencias se suprimieron en diciembre de 1810 por resultar ineficaces para coordinar y garantizar el suministro129.

Las contribuciones se solicitaron inicialmente en especie. La Comisión Central de Subsistencias repartía quincenalmente el cupo de abastecimientos que correspondía suministrar a cada distrito; el pedido al distrito se repartía proporcionalmente entre los municipios que lo integraban -Villamartín pertenecía, con Bornos y Espera, al de Arcos- y, por último, cada municipio repartía su propio cupo entre el vecindario. El decreto de 22 de agosto de 1810 del mariscal Soult reformó el sistema de reparto de contribuciones entre los municipios, que pasó a fijarse por meses en lugar de quincenas y bajo la base de la contribución de paja y utensilios130. El sistema de contribución fue reformado de nuevo por un decreto de 15 de noviembre que anuló las requisiciones en especie reguladas por el de 22 de agosto. La contribución en especie se había mostrado ineficaz y el mariscal duque de Dalmacia suscribió un contrato con la casa comercial jerezana "Juan Haurie y sobrinos" por el que ésta adquiría el compromiso de proveer a las guarniciones de Sevilla, Jerez, El Puerto de Santa María y las situadas en los distintos puntos del bloqueo de Cádiz. Para compensar la supresión de las requisiciones correspondientes a la segunda quincena de noviembre y mes diciembre, se impuso un tributo en metálico de 4.000.000 de reales a repartir entre los municipios de la prefectura, de los que correspondieron 100.000 a Villamartín, a los que luego se sumarían 5.000 correspondientes al reparto del cupo de Alcalá de los Gazules -que había sido evacuado por las tropas

129 C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 219-226.

130 En la documentación municipal se encuentran cuadros-resúmenes de los pedidos quincenales o mensuales de reses vacunas, ovejas, carneros, carne, trigo, cebada, legumbres, vino, vinagre y aguardiente al distrito de Arcos y su distribución por pueblos, así como relaciones de fechas en que debían efectuarse las entregas de pedidos.

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imperiales- entre los restantes municipios de la prefectura. Desde enero, se decretó mensualmente el reparto de 2.000.000 de reales. El cupo mensual correspondiente a Villamartín aumentó progresivamente de 75.000 reales en enero de 1811 a 80.852 en febrero de 1812. Los decretos establecían los plazos de pago en la tesorería de Jerez y autorizaban abonar hasta la mitad del importe en vales de productos adquiridos por los Haurie. A partir de marzo se repartieron además 200.000 reales mensuales para sostenimiento de la Marina entre los municipios de la prefectura131. Pero la contribución en metálico no anuló los pedidos en especie, pues en varias ocasiones se hicieron a cargo de aquélla, por haberse agotado las existencias de los Haurie o para acumular reservas de grano fuera del alcance de la guerrilla; además nunca cesó el suministro de raciones a las tropas transeúntes.

Para agilizar y uniformar la exacción de las contribuciones extraordinarias para sostenimiento del Ejército y la Marina en todo el territorio de la prefectura, el reglamento de 20 de julio de 1811 dispuso la creación en cada municipio de una Junta de Contribuciones, dependiente de la Junta municipal. Correspondía a la Junta de Contribuciones la formación de padrones y estados generales de los capitales territoriales e industriales del municipio y vecindario, que fueron remitidos a Jerez y sirvieron de base para la distribución equitativa de las contribuciones entre los municipios de la prefectura. También le correspondía la distribución entre los contribuyentes y recaudación de la cuota asignada al municipio.

La Junta de Contribuciones de Villamartín se constituyó el 12 de agosto de 1811, tuvo como sede el extinguido Convento de San Juan de Dios -que desde abril de 1810 pertenecía a Bienes Nacionales- y fue su presidente Francisco Benítez. Además de los repartos para el pago de contribuciones, asumió algunos repartimientos de suministros que correspondía practicar a la Junta municipal. No obstante depender de la Junta municipal, la de Contribuciones mantuvo enfrentamientos con el corregidor Alonso Chacón desde su misma constitución: el 29 de agosto, mientras los franceses entraban en el pueblo para recoger una partida de grano y en presencia de varios

131 AMV leg. 96 (año 1810) doc. nº 4; leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 17, 22 y 23.

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vecinos, el corregidor insultó a la Junta motejándola de "Junta de la tabla baja" y diciendo que "se componía de una pajería y que con el repartimiento (que acaban de ejecutar) se había de limpiar el culo". El 25 de noviembre, tras incoar el corregidor el último repartimiento practicado por la Junta, ésta se negó a continuar realizando tareas que no le estuviesen asignadas por el reglamento de 20 de julio132, pero queda constancia de que continuó haciéndolo durante 1812 y con Alonso Chacón en calidad de presidente tras la renuncia de Francisco Benítez.

12.3. El problema de los suministros a tropas estantes y transeúntes

Villamartín careció de guarnición estable hasta 1812, pero fue continua y regularmente transitado por tropas del cantón de Arcos a las que era necesario suministrar raciones de pan, carne, vino, grano, paja y otros efectos. El gasto en raciones franqueadas a las tropas estantes y transeúntes debía ser reintegrado al municipio, de modo que no representaba un gasto adicional a la contribución mensual. Esa era al menos la teoría, pero la realidad era muy otra. El importe de los suministros era difícil de reintegrar, no sólo por la común indisposición que en todo tiempo y lugar tuvo la hacienda pública para practicar devoluciones a los contribuyentes, sino también porque aquellos gastos eran a veces injustificables por no entregar las tropas francesas el bono o recibo de las raciones consumidas. Entre septiembre de 1810 y noviembre de 1811 las tropas francesas consumieron más de doscientos mil reales en raciones por las que no dieron recibo; la mayor parte de las correspondientes a 1810 habían sido consumidas por los cazadores a caballo del coronel Bonnemains.

132 AMV, LAC, sesiones de 11/8/1811 y 15/8/1811; Reglamento de 20/7/1811 en leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 25; actas de la Junta de Subsistencias en leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 26.

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En 1811 el apoderado de Villamartín en Jerez, Pedro Ovejero133, gestionaba el reintegro de los débitos con no pocos contratiempos y dificultades. Mucho sería que pagasen la mitad, decía Ovejero:

"Por lo que hace a las cuentas y suministros hechos, andamos de una parte a otra para que se abonen, y daremos gracias a Dios vengan a salir a mitad y, y, &"134

En otra ocasión escribía:

"ni comisarios, ni gobernador, ni en la casa de los Haurie quieren abonar nada, con que después de andar arriba y abajo, de Herodes a Pilatos, ha sido preciso tomar la providencia de recurrir a la Prefectura a fin de que salga una providencia para que abonen las referidas cantidades"

Más de ocho días había estado intentando liquidar la cuenta de suministros con el comisario sin adelantar nada y no ocultaba su escepticismo:

"no hay quien los abone, interin no den la orden que dicen que esta hoy para que se abonen los recibos de los suministros, más yo me pienso no se abonará tan presto"135

En julio de 1812 el ordenador jefe del Ejército del Centro dio instrucciones sobre el procedimiento de liquidación de los suministros136; papel mojado, porque las tropas francesas evacuaron Andalucía inmediatamente y con su retirada desapareció toda posibilidad de liquidar la cuenta de suministros, que en la práctica se había convertido en un gasto adicional que se sumaba a las ya de por sí altas contribuciones que requería mensualmente la prefectura.

133 Pedro Ovejero fue nombrado apoderado de Villamartín en Jerez, con sueldo de 200 ducados anuales, en mayo de 1811 (AMV, LAC, sesión de 7/5/1811).

134 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 22.

135 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 23.

136 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.

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Expediente de suministros dados por el Ayuntamiento de Villamartín a las tropas imperiales francesas.

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CUADRO nº 5

Importe en reales de raciones y suministros entregados a tropas francesas estantes y transeúntes (septiembre 1810 - marzo 1812)

SIN RECIBO

CON RECIBO

TOTAL

Sep. 1810 Oct. 1810 Nov. 1810 Dic. 1810 Ene. 1811 Feb. 1811 Mar. 1811 Abr. 1811 May. 1811 Jun. 1811 Jul. 1811 Ago. 1811 Sep. 1811 Oct. 1811 Nov. 1811 Dic. 1811 Ene. 1812 Feb. 1812 Mar. 1812

10.436'12 16.575'10 30.696'28 9.137'28 5.690'04 1.252'00 -

5.666'12 3.411'06 4.668'16 59.231'26 6.655'24 14.636'14 35.256'26 129.952'00

- - - -

- - - - -

3.979'14 5.870'22 10.694'10 424'30 5.946'32 20.445'06 13.660'06 45.062'25 204.865'17 88.931'07 6.678'24

170.903'07 78.316'24 164.665'00

10.436'12 16.575'10 30.696'28 9.137'28 5.690'04 5.231'14 5.870'22 16.360'22 3.836'02 10.615'14 79.676'32 20.315'32 59.699'05 240.122'09 218.883'07 6.678'24

170.903'07 78.316'24 164.665'00

TOTAL

333.266'20

820.444'20

1.153.711'06

FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 25 y 29. Elaboración propia.

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13. La economía de guerra (II): Suministros y contribuciones para sostenimiento del ejército imperial

13.1. Agotamiento de los recursos económicos del vecindario y endeudamiento del municipio

El 4 de febrero de 1810, día siguiente a la primera entrada de los franceses en Villamartín, ya se planteaba como un grave problema para la hacienda municipal la exigencia de proporcionar suministros a las tropas. A los requeridos por las españolas que aún transitaban por la comarca se sumaban ahora las exigidas por las francesas, a quienes en aquella primera jornada "se suministró cuantos auxilios y raciones pidieron". El Ayuntamiento decía carecer de fondos y dispuso que se retuviesen todos los granos decimales existentes en la Cilla del Cabildo Eclesiástico de Sevilla, de donde se extraerían las cantidades de trigo y cebada que se necesitasen. Asimismo se acordó solicitar al administrador de los fondos del Común que manifestase el estado de caudales existentes en efectivo y la relación de deudores, a quienes se apremiaría para que abonasen sus débitos; y caso de carecer los deudores de fondos en metálico, se les aceptarían pagos en especie de carne, grano, paja y vino. Por último, se nombraron responsables del suministro para cada ramo de provisiones137.

Municipio y contribuyentes estuvieron sometidos a una fuerte presión fiscal desde febrero de 1810. A las contribuciones quincenales o mensuales se añadían pedidos extraordinarios ordenados por la Junta Central de Subsistencias y por los comandantes militares de los cantones inmediatos138, más las raciones suministradas a las tropas transeúntes y gastos tan injustificables como los suministros a la guerrilla o las gratificaciones pagadas a los oficiales franceses para que no entregasen el pueblo a la rapiña de la soldadesca. En una cuenta de gastos habidos entre abril de 1810 y

137 AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.

138 Podemos enumerar algunos: 26.200 reales pagados en junio para calzado de la tropa de los regimientos de Infantería nº 12 y 16 que estaban acantonados en Bornos; 2.000 para pantalones del regimiento de Húsares nº 2, acantonado en Espera; 3.000 en paño negro dado al coronel del 5º de Cazadores para vestuario de la tropa; 34.000 pedidos en octubre para la construcción de un camino de Sanlúcar a El Puerto de Santa María, etcétera.

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febrero de 1811 constan 12.247 reales y 17 maravedís "dados a los señores oficiales franceses en las respectivas ocasiones que han venido a esta villa con sus destacamentos del 5º de Cazadores a caballo, nº 21 y 12 de Infantería por vía de gratificación para alivio del pueblo"139.

Cuadro nº 6

Suministros y efectos dados a las tropas imperiales desde el 3 de febrero hasta el 31 de agosto de 1810

CONCEPTO

CANTIDAD

Rs. mrvs.

Trigo, harina Pan Cebada, habas y otras semillas Carne Reses vacunas y lanares Vino Mesas de oficiales Transportes y bagajes Hospitales, cuarteles y medicinas Menestra, queso, manteca, tocino y otros Leña Costales Camas Aceite, vinagre y aguardiente Botas robadas Herraduras Dinero robado Paja Carbón Hierro Salarios de sirvientes y propios

5.143 fanegas 717 raciones 1.549 fanegas 11.551 raciones

680 1.824 arrobas

2.548 arrobas 80

2

200 arrobas

205.740'00 37.285'00 56.262'17 20.621'30

361.550'00 75.500'00 73.591'00 48.085'00 10.795'17 3.014'00 3.882'00 1.600'00 10.365'00 1.794'00 1.000'00 2.060'00 1.500'00 17.484'00 800'00 2.340'00 15.190'00

TOTAL

950.399'30

139 AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 2 y 4.

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Los gastos en suministros para subistencia de las tropas imperiales hasta el 31 de agosto de 1810 ascendían a 950.399'30 rs. mrvs. (Cuadro nº 6), de los que 161.625'17 procedían de granos de la Cilla reducidos a metálico, 117.204'17 de la Depositaría de Rentas Provinciales de la villa, 563.280'30 (59'3%) de repartimientos vecinales al Común y hacendados forasteros y 108.298 (11'4%) de empréstitos no reintegrados a vecinos que anticiparon las cantidades necesarias. Ante esta situación, el Ayuntamiento acordó reintegrar los empréstitos con el producto y rendimiento de las tierras comunales del Campo de Matrera. Con ellos se reintegrarían, entre otros, los anticipos en metálico, remesas de ganado a Jerez y Medina, reses y raciones suministradas por particulares a la tropa y ganado dado por algunos criadores para suplir el que fue quitado a otros vecinos por la guerrilla140.

Las contribuciones resultaban tan gravosas para el vecindario que la Junta municipal acordó suspender los repartimientos en febrero de 1811 y afrontar el pago de tributos con los fondos del Común, "consiguiéndose por ello que estos vecinos que se encuentran en el mayor apuro puedan respirar algún tanto". A quienes no beneficiaba esta "gracia y equidad" -la exención de repartimientos- era a los hacendados forasteros, a quienes se cargaría un repartimiento proporcional al capital que les estuviese graduado. En las sesiones capitulares de febrero y marzo se adoptaron acuerdos encaminados a recaudar el importe de toda clase deudas pendientes, que las había anteriores a 1810. Entre los deudores estaban la Junta municipal de Bornos, que tenía pendiente el pago de los suministros que le fueron proporcionados por la de Villamartín para el abastecimiento de las tropas francesas acantonadas en aquel pueblo en mayo y junio del año anterior, y numerosos hacendados forasteros que debían las cuotas que les correspondieron en los repartos de contribuciones hechos desde abril de 1810. Como se trataba de no dejar escapar ni un solo maravedí, se denegó la petición formulada por los arrendadores de tierras comunales que solicitaban la condonación de la tercera parte de la renta correspondiente a 1810 y 1811; la Junta municipal adujo que esas rentas se destinaban ahora a sufragar los gastos de suministros y contribuciones y que el vecindario no podía arriesgarse a sufrir "un

140 AMV, LAC, sesión de 27/8/1810.

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apremio militar a que está próximo y conminado según las órdenes superiores". Por otra parte, se acordó emplear todos los fondos diezmales existentes en el pago de contribuciones y reintegros a particulares141.

Pero poco se iba a conseguir con todas aquellas disposiciones, porque a mediados de marzo estaban pendiente el pago de la mayor parte de la contribución correspondiente a febrero y la totalidad del mes en curso. Además se acababa de imponer la nueva contribución para sostenimiento de la Marina. A principios de abril, la Junta municipal decía no disponer de fondos para pagar los atrasos ni para solventar la actual y siguientes142. Y por si todo esto fuera poco, se recibió un oficio del gobernador militar de Arcos ordenando que un comisionado pasase a aquella ciudad para tratar del mantenimiento de la tropa de su mando, que debía hacerse entre los pueblos del distrito.

Arcos tenía que mantener la guarnición de su cantón además de pagar la contribución mensual en metálico. El importe de los suministros franqueados para abastecimiento de su guarnición debía serle reintegrado, pero ya hemos indicado que aquellos pagos se demoraban y ni se reintegraba el importe de los suministros ni se deducía su valor de los tributos pendientes de ingreso en la prefectura. De este modo, la promesa del reintegro se aparecía cada día más irreal y el municipio arcense arrastraba los gastos de abastecimiento como una carga más; una carga para la que no encontró mejor alivio que descargarla parcialmente sobre Bornos y Villamartín. Así se propuso al gobernador militar del cantón y con ese objeto se convocó el 9 de abril una asamblea a la que asistieron representantes de los tres municipios. Los diputados de Bornos y Villamartín se negaron a asumir el costo del abastecimiento de la guarnición arcense, alegando que el artículo 6º del Decreto de 15 de noviembre de 1810 del mariscal Soult establecía que cada pueblo debía mantener las tropas de su cantón, excepto aquellas que por situación pudiesen proveerse en Jerez, El Puerto de Santa María, Puerto Real

141 AMV, LAC, sesiones de 22/2/1811 y 3/3/1811; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 17, ff. 20-21; id., doc. nº 19.

142 AMV, LAC, sesiones de 14/3/1811 y 7/4/1811.

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o Chiclana; lo que interpretaban en el sentido de que si la guarnición de Arcos no podía abastecerse en ninguno de estos centros, entonces era el municipio arcense solo, sin el concurso de los pueblos circunvecinos, quien debía mantener su propia guarnición. El coronel francés atendió a las razones expuestas por los diputados de Bornos y Villamartín, pero Arcos acudió al prefecto de Jerez, Juan Ponce de León, y obtuvo de éste una orden de 13 de abril que disponía que ambos pueblos contribuyesen cada uno con una sexta parte de los gastos. Tres días después salieron de Villamartín 150 fanegas de trigo para abastecimiento de la guarnición de la cabeza de distrito.

Los representantes de Bornos y Villamartín -Rafael María Saborido y José Topete- presentaron un recurso contra la disposición del prefecto, alegando de nuevo que con ello se desobedecía el Decreto de 15 de noviembre de 1810, que la ciudad de Arcos estaba "atenta más a su indigencia que a la de los pueblos que componen su distrito" y que a ellos los consideraba "de su partido en cuanto les perjudica y de modo alguno en lo favorable". Y esto se justificaba en que la contribución en metálico se le había calculado a Arcos bajo la consideración de que mantenía las tropas de su cantón; que si el acantonamiento de la tropa causaba gastos, también prestaba el servicio de ponerle "a cubierto de las exacciones violentas de las partidas"; y que si Arcos mantenía su guarnición, ellos estaban cargando con el gasto de raciones para las tropas transeúntes. Por todas estas razones solicitaban que quedase sin efecto la orden de 13 de abril y que Arcos reintegrase los suministros tomados de ambos pueblos. El prefecto denegó la reclamación, pero la Junta municipal de Villamartín había decidido recurrir también al gobernador militar de la provincia, con el convencimiento de que si el recurso no salía por la prefectura lo haría por el gobernador francés. Y por si incluso éste fallaba, el corregidor Alonso Chacón tenía

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preparado un pliego de instrucciones para que Francisco Macide143 apelase en nombre de la municipalidad al mariscal Soult y al conde de Montarco144.

El recurso contra la orden del prefecto no era ni la única ni la más urgente preocupación de la Junta municipal. Los franceses, impacientes por el retraso en el pago de contribuciones, ya habían optado por la vía del apremio militar y el corregidor recibió el día 22 de abril orden de que a la mañana siguiente estuviesen en Arcos los seis vecinos más acaudalados de Villamartín, que quedarían retenidos en calidad de rehenes hasta tanto fuese pagada la deuda con la Tesorería. La orden de Ismert -en francés- se recibió cerrada con una nota del corregidor de Bornos que incluía la traducción castellana y el mensaje: "Compañero: ahí le remito a V.S. ese refresco para que tenga más en que entretenerse; aquí hemos recibido otro igual a ese que va cerrado". El método de Ismert fue, desde luego, efectivo: los vecinos fueron convocados el día 23 y desembolsaron 63.320 reales que fueron enviados a Jerez, mientras Andrés de Zúñiga recaudaba otros 32.982 en

143 El afrancesado Francisco Macide fue nombrado apoderado de Villamartín en Sevilla en mayo de 1811 (AMV, LAC, sesión de 7/5/1811). Macide había estudiado leyes y fue empleado por el gobierno intruso como ministro togado de la Audiencia de Cáceres. Desempeñó aquel cargo hasta 1812, en que se retiró a Francia. En el exilio subsistió gracias a los fondos que le enviaron su madre Antonia González y, fallecida ésta, su cuñado Vicente del Río. Regresó a España en 1817 (R. DE LOS RIOS Y MASIDE: Nota genealógica, y registro de documentos relativos á los antecedentes de familia, de la de los Sres. Rios y Maside, de Villamartin y otras partes. Manuscrito inédito de 1870, sin foliar, propiedad de D. Manuel Domecq Zurita).

144 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 3. En las instrucciones de Alonso Chacón a Francisco Macide se alegaba que Arcos tenía el doble de vecinos que Villamartín y Bornos, más fondos comunes que ambos y que sus vecinos eran más ricos; que a Arcos se le hacía el reparto de la contribución mensual teniendo consideración a que tenía tropas acantonadas y a los demás pueblos del distrito como que no las tenían; que si Arcos mantenía a las tropas de su cantón, Villamartín y Bornos suministraban a las transeúntes y nunca habían pedido nada a Arcos, y ahora Arcos "aparentando pobreza" había alcanzado un decreto que les obligaba a un desembolso mayor que la contribución mensual; que si Arcos tenía tropas acantonadas, los gastos le serían de abono a cuenta de las contribuciones; que si Arcos tenía perjuicios con el cantón, también había tenido el beneficio de no ser continuamente acosado ni robado su término, ni tener que contribuir más que a las tropas imperiales, mientras Villamartín y Bornos se habían convertido en el "cuartel volátil" de las partidas que tomaban suministros de los que no cabía esperar fuesen reintegrados, como sí lo esperaba Arcos de los suyos.

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Bornos. Los repartimientos que fue necesario practicar en abril montaron 230.767'31 reales para el pago de la contribución del mes en curso, más los atrasos de enero (1.333'31), febrero (38.000) y marzo (38.000), algunos "gastos secretos" de marzo (3.000), las 150 fanegas de trigo enviadas a Arcos (19.346), unos pagos por atrasos que se hicieron al coronel Ismert (21.000) y gastos de carne, vino y otros eventuales que se fueron presentando (20.000).

El 29 de abril regresó José Topete de Jerez, donde había presentado al gobernador militar y al prefecto las demandas de la Junta municipal, y sus noticias dieron un respiro a los contribuyentes. No había sido posible obtener una rebaja de la contribución mensual ni el reintegro de los suministros a tropas transeúntes, pues ambos recursos debían hacerse ante el mariscal Soult, pero sí se había contrarrestado la orden de contribuir al abastecimiento de la guarnición de Arcos. Además, el gobernador militar de Jerez había dado orden para que el de la plaza de Arcos auxiliase a Villamartín y Bornos en la recuperación de las subsistencias que franqueadas a la Junta arcense y para que se apremiase militarmente a los hacendados forasteros que adeudaban contribuciones en Villamartín.

La Junta municipal retomó el propósito de no usar del "impertinente recurso" de los repartos vecinales y trató de recuperar todos los débitos pendientes a los fondos públicos. En Jerez, el apoderado Pedro Ovejero gestionaba el reintegro de los suministros a las tropas. La Junta municipal aceptó rebajar a los arrendadores del Campo de Matrera la mitad de la renta correspondiente al último pago del año en curso, con tal de que "para salir de los presentes apuros apronten dentro de ocho días lo que buenamente puedan cada uno, y dentro de un mes el total hasta el completo de la mitad que corresponde a Santiago"145. Con quienes no se tuvo ningún género de compasión fue con los hacendados forasteros que no habían pagado sus cuotas de contribución.

Es preciso un breve excurso para valorar el lugar de los hacendados forasteros en la economía local. La economía villamartinense era

145 AMV, LAC, sesión de 20/5/1811.

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fundamentalmente agropecuaria. La propiedad rústica privada sólo ocupaba 2.431 fanegas del término municipal (8'4%) frente a las 15.403 (53'0%) comunales y 11.225 (38'6%) de la villa. Las tierras de propiedad municipal eran cultivadas por vecinos de Villamartín, pero el 56'5% de las comunales labradas en 1811 eran tenidas en arrendamiento por forasteros. No es que fuesen muy numerosos, sino que su presencia se superponía a una estructura desigualitaria de tenencia de la tierra que concentraba el 78'5% de la superficie labrada en manos de 27 agricultores que sólo representaban el 15'2% de los cultivadores del término. Dieciséis hacendados forasteros controlaban el 41'2% de las tierras labradas en 1811146. En los padrones de capitales formados en 1810, 1811 y 1812 para el reparto de contribuciones, las valuaciones hechas a los hacendados forasteros sumaban un tercio del total calculado a los contribuyentes del municipio147.

En marzo de 1811 hubo una tentativa de cobrar los 57.505'17 rs. mrvs. que varios vecinos de Utrera, Arcos y Bornos debían por contribuciones desde abril de 1810 hasta final de enero de 1811; el entonces corregidor, José Topete, amenazó con proceder contra los bienes y rentas que tuviesen en el término de Villamartín si no efectuaban los pagos, pero la mayor parte no lo hicieron. La deuda total contraída por los hacendados forasteros -vecinos de Bornos, Arcos y Utrera, pero también de Sevilla, Zahara, Grazalema y Olvera- a la fecha de 21 de abril ascendía a 120.686'25 rs. mrvs. de los que el 49% eran débitos desde abril de 1810 hasta enero de 1811 y el 51% restante desde febrero hasta el 15 del mes corriente148. Una vez ordenado por el gobernador militar de Jerez el concurso de la fuerza militar para apremiar a los deudores, la Junta municipal actuó con todo el rigor que le permitían las circunstancias. El 13 de mayo se entregó al corregidor de Bornos una relación de diecisiete vecinos hacendados en Villamartín que debían 9.635 reales por contribuciones del último trimestre, bajo amenaza de darla al

146 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8. Elaboración propia.

147 Los capitales valuados a los hacendados forasteros representaban el 33'6% en 1810, 28'7% en 1811 y 34'5% en 1812 (Elaboración propia sobre AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 12; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5).

148 AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 5 y nº 17.

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coronel del cantón si no pagaban en veinticuatro horas149. Lo que estaba muy claro para los villamartinenses es que los forasteros no tenían ningún interés en abonar sus débitos. Así lo entendía y expresaba Francisco Macide, el apoderado de la Junta municipal en Sevilla, en un escrito que salía al paso de los recursos interpuestos por el vecino de Utrera José Soler y Sepúlveda para no afrontar los más de siete mil reales que se le requerían por contribuciones atrasadas de 1810:

"Los hacendados no tienen interés en evitar un apremio militar, porque habitan en otros pueblos, mas sí lo tienen en dilatar. El pueblo en donde están situadas sus haciendas o labores tiene interés en no sufrir por su causa perjuicios considerables. En esta balanza de intereses se lisonjea la municipalidad de Villamartín de que V.E. protegerá el suyo, porque cree que éste se apoya en los principios del interés general. De lo contrario cabilando los hacendados excepciones para cada pago conseguirían excluirse de él, y el total de las contribuciones se disminuirían a lo infinito. Villamartín en este caso tendría que abonar toda la contribución, para cuya imposición se tuvo presente la producción de frutos de todo el término, sin considerar si todos ellos pertenecían o no a los vecinos. De este modo sin duda sería más pronta la completa ruina de dicha villa, pues la mayor parte de sus productos pertenecen a los hacendados".

Para Francisco Macide, los recursos interpuestos por Francisco Soler y otros forasteros no tenían otro origen que la mala fe, y sugería un apremio militar que los cortase de raíz e hiciese prestar la obediencia necesaria a las autoridades para conservar el buen orden150.

Las cargas económicas aumentaban a medida que avanzaba el año 1811. Sólo la estancia de la división de Semelé durante tres días de noviembre supuso un gasto de 138.142 rs. y durante el primer trimestre de 1812 se gastaron 682.281'23 en las obras de fortificación y suministros a la división

149 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 22.

150 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 1. En 1811 Francisco Soler y Sepúlveda tenía en arrendamiento 1.000 fanegas de tierras comunales (AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8).

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de Conroux de Pepinville (Cuadros nº 7 y 8). Eran unos pocos vecinos acaudalados quienes continuamente libraban toda clase de suministros "sin tener la esperanza de que los demás convecinos los reintegren por carecer de posibilidad" y en noviembre de 1811 se convocó un cabildo abierto para buscar el modo de reintegrarles los anticipos; cabildo que no pudo celebrarse en primera convocatoria por impedirlo la entrada de tropas a las que fue preciso atender y se aplazó hasta el 23 de noviembre de 1811. La Junta municipal y ochenta y dos vecinos congregados en el pósito acordaron que los labradores sufragasen los gastos de suministros, por ser ellos los únicos que tenían reservas, y reintegrarles los anticipos con el producto de la subasta de las dehesas El Grullo y Mataparda, que se adjudicarían a ellos si no había postor; también acordaron embargar las fincas a los hacendados forasteros que en plazo de nueve días no pagasen sus deudas por repartimientos; y por "no ser bastantes todos los medios que quedan adoptados para saldar la deuda pública, tan enorme que se ha contraído con motivo de los suministros y contribuciones impuestas", se acordó solicitar al prefecto la enajenación en propiedad de algunas fincas de propios151.

Cuadro nº 7 Gastos de subsistencia de la división del general Semelé los días 16, 17 y 18 de noviembre de 1811

CONCEPTO

Rs. mrvs. Gastos de mesa del general y oficiales 9.440 raciones de pan 9.485 raciones de carne 9.867 raciones de vino y aguardiente 2.607 arrobas de leña 17 1/2 arrobas de aceite 390 fanegas de grano 59 carretadas de paja

8.190'00 28.320'00 14.227'17 19.734'00 3.910'17 910'00

48.690'00 14.160'00

TOTAL

138.142'00

FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.

151 AMV, LAC, sesiones de 14/11/1811, 20/11/1811 y 23/11/1811.

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Cuadro nº 8 Gastos causados por el acantonamiento de la división de Conroux de Pepinville, raciones y obras de fortificación durante el primer trimestre de 1812

CONCEPTO Rs. mrvs.

Gastos de mesa del general Conroux y oficiales

Raciones de la tropa de la división de Conroux y fuerte

Suministros y medicinas para el hospital militar

Telas, zapatos, papel, plumas

Correos y guías

Materiales construcción para el fuerte (yeso, cal, tejas)

Leña suministrada al fuerte

Jornales y raciones de conductores de materiales construcción

Jornales y raciones de operarios de fortificación

Jornales y raciones de conductores de leña

Jornales de empleados en el suministro al fuerte

Bestias para la conducción de materiales de construcción

Bestias empleadas en obras de fortificación

Otros gastos

97.785'00

413.884'03

10.187'00

8.383'00

20.235'00

21.250'00

44.640'00

5.022'00

21.474'12

6.159'00

10.984'00

3.470'00

11.544'00

6.991'08 TOTAL 682.281'23

FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 25 y 29. Elaboración propia.

Tanto menguaron los recursos económicos de Villamartín que el mariscal Soult decretó eximirlo de nuevas contribuciones desde el primero de marzo, con la condición de que abonase los atrasos y se hiciese cargo de los gastos de fortificación y subsistencia de su guarnición. Pero incluso el mantenimiento de la guarnición -dejando a un lado la obra del fuerte- era costoso: raciones de pan y carne, salario de los empleados en la matanza de reses y servicio de carnicería, salario de los empleados en el transporte de trigo y amasijo de pan, salario de los empleados en el acopio de paja, conducción al fuerte de ocho carretadas diarias de leña152... El 8 de mayo

152 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.

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ordenó el corregidor Alejandro de las Cuevas que la Junta de Contribuciones repartiese entre los vecinos contribuyentes las 342 raciones de pan que diariamente se debían suministrar al fuerte; desde el 1 de junio eran 380 las que diariamente que se suministraban a la guarnición y operarios. La Junta municipal se quejó en julio ante el general Conroux de Pepinville porque la guarnición consumía más raciones de las que necesitaba153.

Los gastos de mantenimiento de la guarnición y obras de fortificación no fueron los únicos que hubo de afrontar el municipio, pues el decreto de exención de contribuciones tuvo un efecto muy distinto del que esperaban los villamartinenses. Desde el 17 de septiembre de 1810 se habían pagado 506.910'24 rs. mrvs. por contribución (en especie y en metálico), pero los atrasos acumulados hasta febrero de 1812 sumaban 987.206. El ordenador jefe del Ejército del Centro, Lenoble, ignorando el decreto, demandó el abono de la contribución de marzo, abril y mayo, que con la deuda acumulada hasta febrero y 867.060 reales de recargo por los atrasos sumaba 1.973.989 en junio. Pero es que además tanto el ordenador jefe, como el gobernador militar, los generales y el prefecto continuaron exigiendo tributos y suministros: órdenes de pagos en metálico a cuenta de contribuciones atrasadas, salarios de los operarios del fuerte, fondos para continuar las obras de fortificación, grano y paja para las tropas del bloqueo de Cádiz, etcétera. Ante las continuas exacciones, la Junta municipal comisionó al presbítero Juan María del Río para que presentase los recursos correspondientes ante el mariscal duque de Dalmacia, el prefecto y el gobernador militar de la provincia, para que tuviese efecto la exención de contribuciones decretada por el mariscal y no continuasen exigiéndose otras, como venía haciéndose por el prefecto y jefes militares154.

Detengámonos sólo en el episodio de aprovisionamiento de la división de Conroux de Pepinville, que estaba acantonada en Bornos. Durante los meses de junio y julio se pidieron subsistencias y otros efectos para la tropa; entre otros pedidos, cien quilos de lienzo, 30 colchones y 30 mantas para el

153 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.

154 AMV, LAC, sesión de 13/7/1812.

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hospital militar, más una veintena de bestias de carga para los trabajos de fortificación que allí se ejecutaban. Cuando no fueron remitidas 10.000 libras de carne que repetidamente se pidieron, el comisario de Guerra en persona salió con la tropa dispuesto a requisar cuanto ganado encontrase en el término y se llevó un rebaño de ovejas de José Topete; el general accedió a los ruegos de devolver el ganado, pero con la advertencia de que las tropas harían una nueva batida si el pedido no se entregaba inmediatamente. El impaciente comisario Prepaud no se andaba con rodeos: la orden de aprontar mil quinientas raciones de pan terminaba con un amenazante "notándose la menor morosidad me será muy sensible un procedimiento violento del que Vm. será personalmente responsable". En otra ocasión amenazó: "si para el día de mañana y hora de las cuatro de su tarde no están en ésta a mi disposición sesenta fanegas de cebada o habas pasaré con la tropa y exigiré violentamente lo que le está pedido". Ante aquel estrechamiento, la Junta municipal tomó una vez más la resolución de desviar la carga hacia sus deudores, como hiciera en 1810 con los colonos de Prado del Rey y en 1811 con los hacendados forasteros: se comunicó a Francisco Martel y Lucas González -ambos de Bornos- que debían entregar 150 fanegas de trigo y 50 de habas a la división francesa y se remitieron al comisario Prepaud los libramientos contra los deudores "para que observe que esta villa ha cumplido y cumple con sus deberes". Cuando el prefecto pidió 9.700 reales para gastos de fortificación en la provincia, la Junta municipal también descargó la exacción sobre un hacendado forastero vecino de Arcos155.

Los repartimientos vecinales habían sido continuos durante 1812, con la particularidad de no hacerse entre todos los contribuyentes, sino sólo entre los más acaudalados; por la doble razón de que sólo a éstos se les había hecho una nueva regulación de caudales y los demás estaban imposibilitados de hacer nuevos pagos hasta que recogiesen la cosecha. Varios de aquellos repartimientos afectaron sólo a 125 contribuyentes, dándose la circunstancia

155 Para el resto del capítulo seguimos el expediente AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24, que contiene documentación del segundo cuatrimestre de 1812, salvo las excepciones citadas a pie de página.

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de que el rico Antonio Topete cargó con el 21'3% de la suma repartida156. Una vez formado el nuevo estado de capitales en agosto, el remedio acordado por la Junta municipal para poner fin a aquel desequilibrio fue repartir entre todos los contribuyentes 800.000 reales, con cuyo importe y el de los débitos de años anteriores habría suficiente para resarcir a los particulares de sus anticipos, cubriendo los gastos de fortificación, los últimos suministros y demás gastos eventuales que sobreviniesen157.

Los datos que se han expuesto en el desarrollo de este capítulo no dejan duda de la insoportable carga económica que la ocupación francesa representó para el municipio. No se ha localizado un resumen general de los gastos ocasionados por el ejército imperial desde su entrada el 3 de febrero de 1810 hasta su evacuación en agosto de 1812. En 1810 se presentó a la prefectura una cuenta general de gastos desde febrero de 1810 hasta el 16 de septiembre que ascendía a 1.126.365'19 rs. mrvs.158 y en abril de 1812 se remitió la cuenta de gastos desde el 17 de septiembre de 1810 hasta el 31 de marzo de 1812. La segunda cuenta incluía raciones y suministros a tropas estantes y transeúntes -incluidas las divisiones de Semelé y Conroux de Pepinville-, salarios y raciones de los operarios de las obras de fortificación, suministros a la guarnición y salario del comandante monsieur Jacob, gastos de remonta del 2º de Dragones y 5º de Cazadores, gastos de correos, pagos en metálico a cuenta de contribuciones, gastos de mesa, enganchamiento de la Compañía Franca de Arcos, trigo remitido a Arcos y Chiclana, carretas y bueyes remitidos a Jerez, Puerto Real y El Puerto de Santa María, etcétera.

156 Así ocurrió en el reparto de 300.000 rs. el 12 de abril, 120.000 el 9 de mayo y 100.000 el 29 de mayo para gastos de la guarnición; la misma proporción aportó en el reparto el 11 de mayo de 50.000 rs. para ingresar en la Tesorería de Jerez; en el reparto de 7.473 raciones de carne el 1 de julio, que afecto a 120 contribuyentes, aportó el 21'5%; en el que se hizo el 31 de mayo de las 380 raciones de pan diarias para suministro del fuerte, que afectó a 52 vecinos, le correspondió un 27%. Otros repartimientos fueron el de 30 colchones, 30 mantas y 200 libras de lienzo para el hospital militar de Bornos el 3 de junio, que afectó a 91 vecinos; 100 ovejas el 14 de julio; 2.000 fanegas de trigo y 1.000 de cebada para el fuerte repartidas entre hacendados forasteros el 21; 200.000 rs. para pago de contribuciones atrasadas el 1 de agosto (AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 13 y 23).

157 AMV, LAC, sesión de 19/8/1812.

158 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 24.

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Todos aquellos gastos ascendían a 2.163.010'32 rs. mrvs. y la cuenta incluía además 414.526'12 valor de provisiones llevadas por el general Ballesteros en noviembre de 1811 y otros suministros a tropas y partidas españolas159. Estas cifras, más 1.758.167 reales en que se estimaban los perjuicios padecidos por particulares hasta julio de 1811160, son las que utilizó la Junta municipal en un escrito dirigido al gobernador militar en mayo de 1812: expuso que desde febrero de 1810 a marzo de 1812 se habían invertido 3.703.902'29 rs. mrvs. en contribuciones, suministros y gastos del ejército, más 1.758.167 reales de perjuicios causados al vecindario por motivo de la guerra hasta julio último, y el incalculable daño causado después, "principalmente durante la construcción del fuerte pues que este pueblo ha quedado reducido a menos de la mitad de la población siendo destruido lo restante para con sus materiales recurrir a la fortificación construida por cuya razón se han aminorado los capitales y de consiguiente ha quedado la corta población reducida a una mendiguez y en la mayor miseria". No es posible calcular al detalle los gastos desde el 1 de abril de 1812 hasta la evacuación de la guarnición en agosto, pero los expedientes de repartos vecinales nos permiten establecer un umbral mínimo de medio millón, que con los gastos anteriores vendrían sumar una cifra cercana a los seis millones de reales.

En julio de 1812 el ordenador jefe del Ejército del Centro remitió a los corregidores y municipalidades de la prefectura de Xerez instrucciones sobre el procedimiento de liquidación de los suministros hechos a las tropas francesas desde su entrada en Andalucía. Para ello se pidió formar el estado de las sumas entregadas en la Tesorería de Contribuciones de Jerez, las pagadas a los Haurie y a los comandantes militares; estado con separación por meses y clases de los bonos de suministros a la tropa; estado de los recibos de efectos entregados en los almacenes militares; estado de caballerías requisadas para la remonta y de cualquier otra entrega extraordinaria y no prevista. Desde luego aquella liquidación no llegó a

159 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29.

160 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 24.

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verificarse. Y lo que no sospechaban los villamartinenses es que las carretas y bueyes que tan insistentemente se pedían en aquellas fechas, para la formación del parque de Jerez, se emplearían en la evacuación de la tropas francesas de Andalucía.

13.2. La remonta del ejército imperial

Las requisiciones de caballos y gastos de remonta sólo son un aspecto a tratar en el capítulo de suministros y gastos para sostenimiento del ejército imperial, pero hemos optado por dedicarle un epígrafe específico, por permitirlo la documentación conservada y en consonancia con el tratamiento que se ha dado a la remonta durante la etapa previa a la ocupación francesa de Andalucía.

Villamartín hubo de contribuir a la remonta de diversos cuerpos de caballería francesa. El método de exacción de las nuevas autoridades se diferenció del practicado por las españolas en no requerir todos los animales de determinadas cualidades, sino un determinado número de caballerías que, caso de no poder satisfacerse, debían ser compensadas por un pago en metálico. Los mandamientos llegaban de Jerez y Arcos de la Frontera, pero no se formaron expedientes específicos y a veces carecemos de información sobre las medidas tomadas para su cumplimiento. Hallamos noticias de incautaciones en los legajos de suministros, pero no siempre se especifica el número de caballos, sus propietarios, importes y fecha de extracción; en ocasiones no tenemos medios para decidir si dos textos se refieren o no a la misma operación. En consecuencia, los resultados obtenidos tras el estudio de este período son forzosamente incompletos en lo que se refiere al número de animales y propietarios afectados, aunque los censos de 1812 nos permiten constatar los perniciosos efectos de los casi tres años de ocupación sobre la yeguada161.

161 La documentación utilizada en esta sección procede de AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 4; leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 17, 22 y 23; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29.

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El primer proceso de remonta del que tenemos noticia es el del Regimiento de Dragones nº 1, mandado por el coronel Dermoncourt; el mariscal Soult decretó en septiembre de 1810 que la ciudad de Jerez y su distrito proporcionasen 69 animales de los que tres correspondieron a Villamartín, pero pasaron los meses sin que el Ayuntamiento los enviase. La remonta del 5º de Cazadores, que precisaba 40 caballos del distrito de Arcos de la Frontera, fue decretada por el mariscal Víctor y en febrero de 1811 se ordenó que un comisionado municipal acudiese a Arcos con el último registro de yeguas, para que el reparto se hiciese en proporción a la yeguada de cada municipio. El documento no fue presentado y en el reparto se reguló a Villamartín como a Bornos, a quien había correspondido contribuir con seis. Pasados dos meses, se recibió un oficio del corregidor de Arcos previniendo que urgía reunir los caballos pedidos al distrito para la remonta del 5º de Cazadores y no se tardó en suministrar tres yeguas, mientras quedaban sin remitir las solicitadas para el 1º de Dragones. Tras las órdenes transmitidas por el corregidor arcense estaba la mano de los coroneles Ismert y Bonnemains, cuyos regimientos estaban acantonados en Arcos y las autoridades locales procuraban contentarlos y cumplir sus órdenes con el fin de granjearse su protección y evitar apremios militares. Interesaba suministrar caballerías a Bonnemains, de quien podía depender el inmediato bienestar, antes que a los dragones de Dermoncourt.

Apenas habían transcurrido dos semanas cuando se requirieron otros once caballos para el regimiento de Ismert, debiéndose presentar el día 22 en Arcos número suficiente para que el coronel seleccionase los más apropiados. El número de animales requeridos era esta vez excesivamente alto y los ganaderos presentaron una partida de jamelgos y potrancas viejas inútiles para el servicio, de modo que sólo se pudo escoger una yegua que luego hubo de ser devuelta por vista defectuosa. No se podía reprochar incumplimiento de lo ordenado pero, para evitar que volviesen a presentarse los desechos de la yeguada, se dieron instrucciones de las cualidades que debían reunir los animales: "se encarga se procuren a su gusto, pero es preciso que sean de 6 a 7 años y de la talla de 7 a 8 pulgadas, si no se quiere que el pueblo tenga que desembolsar 450 francos que vale la remonta". El propio barón Ismert ordenó que los once animales se remitiesen sin falta, debiendo tener

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de seis a siete años y "cuatro pies ocho pulgadas de talla", pero se repitió el desfile de bestias inútiles, pudiéndose escoger sólo una yegua. La segunda se entregó pocos días después y el 5 de mayo se requirieron las nueve que aún faltaban para completar la remonta. El coronel emprendió viaje a Jerez de la Frontera, quedando al mando de la tropa y a cargo de la remonta el jefe de escuadrón Redon, quien notificó que, si no podían enviarse todas las yeguas a la vez, las mandasen a medida que las hubiese de la talla y edad prescritas y que urgía mucho el envío de una para un dragón que tenía a pie. Y para complacer a monsieur Redon se remitió la que pedía con tanta urgencia, pero nada más. Precisamente entonces se recibió un comunicado de Jerez recordando que en diciembre se habían solicitado tres caballos para la remonta del 1º de Dragones y que el envío no se había verificado; ahora se exigía que se pusiesen inmediatamente a disposición del oficial encargado de dicha remonta y se prevenía que fuesen "herrados a la francesa y con ronzal nuevo de cuero y sus cabezadas". Pero de nada valieron los decretos de Soult y las urgencias de la caballería imperial; el día 23 se contestó que las yeguas de todos los criadores habían ido a Arcos para la remonta del 2º de Dragones y que fueron rechazadas por no guardar las cualidades requeridas.

Redon seguía esperando los caballos de su escuadrón y el 27 de mayo exigió la inmediata remisión de los ocho que faltaban para completar el cupo o el abono de 1.800 reales por cada animal no presentado. Y tampoco esta vez pudo ser complacido. El general Antonio Begines de los Ríos descendió de la serranía al frente de la 1ª División del 4º Ejército, pernoctando el 29 en Villamartín. El general regresó pronto a la sierra, pero sus hombres quedaron en el umbral de la campiña. Cuando Ismert regresó de Jerez encontró la comarca infestada de guerrilleros y los caballos sin entregar, y el 3 de junio se dirigió a la corporación municipal en términos amenazantes:

"Deben Vds. suministrar ocho caballos para completar el contingente pedido por el Sr. Mariscal Duque de Bellune, y como no se ha verificado, me veo en la precisión de irlas a buscar a esa villa, a menos que las envíen Vds. mañana por la mañana a las cinco a Bornos viniendo juntamente el Corregidor, lo que no sucediendo tendrán Vds. prontas 400 raciones para la tropa que me acompaña".

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El coronel francés no admitía más dilación: si no se entregaban de inmediato iría personalmente a buscarlos; y estando el enemigo en las cercanías no lo haría sin numerosa escolta. El corregidor Alonso Chacón estimó que no era buen negocio avituallar a la tropa de Ismert, además de no ser conveniente su presencia en Villamartín mientras continuaban rondando los hombres de Begines, y contestó que no disponía de caballos y estaba dispuesto a satisfacer los 1.800 reales exigidos por cabeza. Pero también el pago en metálico se hizo esperar; Alonso Chacón alegaba necesitar tiempo para convocar a los criadores y reunir la cifra requerida, pero la causa de la demora era la permanencia en Villamartín del Escuadrón de La Romana y varias partidas de guerrilla. El francés comenzaba a poner en entredicho la lealtad del corregidor y en correspondencia de 8 de junio decía:

"No he podido disimularle el descontentamiento que me da la retardación en no pagar más pronto lo que toca a la villa de Villamartín sobre el importe de las yeguas. No me parece a mí preciso juntar los criadores por eso: una suma de dinero tan pequeña se debe encontrar al instante, y mucho tiempo ha que no deberíamos tratar más de este asunto. / Sentiría mucho para ustedes que lograsen de la presencia del enemigo para traer estas tardanzas. Espero que me probaran pronto el contrario".

El mismo día remitió Ismert un ultimátum, con amenaza de retirar su protección y concediendo veinticuatro horas para abonar el importe debido. Varios vecinos facilitaron la cantidad de 14.432 reales: a 14.000 ascendía el importe de las yeguas, 32 eran para gastos del emisario y no es difícil imaginar el destino de los 400 restantes. Un emisario partió de Villamartín a las doce de la noche, cabalgó hasta Arcos amparado por la oscuridad y regresó, habiendo cumplido su comisión, con el recibo de once yeguas. El obsequio de 400 reales garantizaría la permanencia de la municipalidad bajo la protección del coronel francés.

Hemos topado con uno de aquellos casos de corrupción administrativa que tanto debieron abundar en los territorios gobernados por los mariscales

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del Imperio. En los expedientes de suministros a las tropas constan "veinte y dos mil reales vellón valor de once caballos suministrados al Regimiento nº 2 de Dragones Imperiales, a razón de dos mil reales cada uno, como lo comprueba el recibo que acompaña nº 11". El importe de las yeguas requisadas es inferior al consignado en la nota. El barón Ismert consignó en el recibo una cantidad que superaba en unos 3.000 reales la efectivamente desembolsada por Villamartín a cambio de una gratificación de menor cuantía; el Ayuntamiento obtuvo así el justificante de un gasto que debía serle reintegrado por la prefectura o por la administración militar. De este modo el negocio satisfizo a todos: el decreto de Víctor fue (aparentemente) obedecido, los criadores conservaron sus caballos, el corregidor aseguró el padrinazgo del honorable Ismert, quien recibió una nada despreciable dádiva, y se hinchó el valor de los caballos cuyo importe debía reintegrarse al municipio; al mismo tiempo, las tropas españolas se aprovisionaban en la villa sin la inoportuna presencia de los dragones de Arcos y el corregidor se mostraba ante el general Begines como el más contumaz patriota.

Se han hallado otros casos con indicios de irregularidades. En el legajo 98 encontramos una cuenta de "treinta y cuatro mil ochocientos reales vellón por valor de diez y nueve yeguas escogidas en las yeguadas de esta villa para el Regimiento de Cazadores nº 5 a razón de mil ochocientos reales cada una". Es difícil creer que cada una de las yeguas "escogidas" se apreciase en 1.800 reales; en las requisas cada animal es apreciado individualmente, y entre los 26 potros y yeguas llevados por el ejército imperial de cuyo aprecio ha quedado constancia no se encuentra ninguno cuyo valor sobrepase los 1.320 reales. La excesiva cantidad de 1.800 no es el precio real, sino la cuantía de la multa que se debía abonar por cada yegua no presentada: en el legajo 97 hay una nota de tres yeguas llevadas a Arcos para la remonta del 5º de Cazadores y fueron tasadas en 1.320 reales. El barón Bonnemains acudió a los criadores sacando cuatro animales el 7 de agosto de 1811 y seis el día 12: ninguno de ellos superaba el importe de 1.300 reales.

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14. Política anticlerical y nacionalización bienes

Antes de la ocupación militar de la península, la Francia ilustrada era ya dibujada por los españoles como una nación impía y atea; aquella imagen se consolidó con el saqueo de las iglesias de Córdoba por la soldadesca de Dupont y a partir de entonces la guerra de la Independencia tomó el cariz de una cruzada por la religión. Todavía hoy es frecuente la representación de las tropas napoleónicas como una legión demoníaca que arrasaba, expoliaba e incendiaba cuantas imágenes de santos, ermitas y conventos encontraba a su paso. La realidad dista de la imagen difundida por la propaganda antifrancesa. El Estado bonapartista era oficialmente católico y públicamente mantenía una actitud respetuosa hacia la religión. Eso sí, la política eclesiástica de José I, lejos del tradicional conservadurismo español, se distinguió por un reformismo ilustrado que condujo a la supresión de conventos y desamortización de bienes del clero regular.

Uno de los cuatro decretos expedidos por Napoleón el 4 de diciembre de 1808 en Chamartín redujo en dos tercios el número de conventos existentes en España, suspendió la admisión de novicios y profesiones religiosas, concedió una pensión a los religiosos que se secularizasen, aumentó la asignación del clero secular y confiscó los bienes de los conventos suprimidos, destinando la mitad de su valor a afianzar los vales reales y demás efectos de la deuda pública y la otra mitad a indemnizar a provincias y ciudades los gastos ocasionados por la guerra. Luego José I dispuso -mediante decreto de 18 de agosto de 1809- la total supresión de las órdenes religiosas162.

En Villamartín existían tres conventos: San Juan de Dios, San Francisco y el de las monjas concepcionistas. Con fecha de 10 y 14 de abril de 1810 se recibieron órdenes del corregidor subdelegado de rentas de la provincia pidiendo información sobre la supresión de conventos: cuáles se habían suprimido, quién había secuestrado sus bienes y quién los administraba. El Ayuntamiento respondió que se habían suprimido los de San Juan de Dios y San Francisco; que no se había dado destino a las fincas del primero ni a

162 J. MERCADER RIBA: op. cit., págs. 458 y 462-466.

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sus semovientes, pero que se había formado el inventario de sus bienes y rentas; que las alhajas de plata se habían entregado al coronel de caballería de Arcos y que aún no se había nombrado administrador para dichos bienes nacionales163. La clausura del convento de San Juan de Dios debe situarse entre el 21 -fecha de salida del último paciente ingresado en la enfermería- y 31 de abril de 1810. El convento femenino no fue suprimido y en 1811 tenía 12 monjas164.

Las propiedades de los conventos suprimidos se convirtieron así en lo que se denominó "bienes nacionales", es decir, propiedad estatal. También la hacienda La Granja, propiedad de los monjes jerónimos de Bornos, fue nacionalizada y gestionada por el administrador de bienes nacionales de Villamartín. Del edificio del convento de San Juan de Dios sabemos que fue designado en agosto de 1811 sede de la Junta de Contribuciones165, transformándose así en oficina donde se formaban los estados de caudales, se repartían y recaudaban las contribuciones y, quizás también, se almacenó el fruto de la cobranza en especie. Ser propiedad del Estado no impidió que el convento de San Juan de Dios fuese afectado por las obras de fortificación en 1812 ni que La Granja fuese saqueada por la soldadesca francesa y un batallón de polacos en octubre de 1811; este último incidente quedó registrado en un oficio del administrador de bienes nacionales, Andrés de Zúñiga y Guerrero, al corregidor:

"Por uno de los sirvientes de la hacienda de la Granja perteneciente a los Bienes Nacionales de esta villa que administro, se me acaba de dar

163 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7.

164 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8. Juan Mercader ha señalado que el gobierno josefista también quiso hacer desaparecer las congregaciones femeninas, pero para ello empleó "métodos más suaves y persuasivos, a fin de que las propias monjas abandonasen su clausura voluntariamente y se retirasen a casa de sus parientes u "otras de personas honradas", anunciándoles que si lo hicieran recibirían una pensión de 200 ducados anuales. De lo contrario, como muchos conventos fueron suprimidos, no les quedaría otra opción para seguir la vida monástica que la de acogerse a otras comunidades que les designase el colector general de conventos, de acuerdo con el ministro del ramo" (J. MERCADER RIBA: op. cit., págs. 479-478).

165 AMV, LAC, sesión de 11/8/1811.

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noticia como la división de tropas imperiales compuesta de un batallón de Polacos nº 4, y otro del regimiento de Infantería Ligera nº 16 han asolado la huerta de dicha hacienda, y en ella destruido cuantos muebles había con quebrantamiento de varias puertas; y entre ellas la de la bodega en que han derramado toda la cosecha de caldos que contaba de más de 900 arrobas de mosto producidas del corriente año"166.

Además de las propiedades conventuales se mandó secuestrar los bienes

de todos quienes residiesen en territorio dominado por los llamados

"insurgentes", tal era el caso del marqués de las Amarillas. Gerónimo Girón

y Moctezuma, marqués de las Amarillas, fue miembro de la Junta de

Gobierno nombrada por Fernando VII antes de marchar a Bayona y dimitió

cuando se designó a Murat presidente de la misma, pero luego se manifestó

partidario de los Bonaparte y el 28 de julio de 1808 fue nombrado miembro

del Consejo de Estado de José I; el 8 de marzo de 1809 fue confirmado como

consejero, pero el 1 de octubre -titulado ya exmarqués de las Amarillas- fue

privado de su empleo por orden del rey y borrado de la lista de miembros del

Consejo de Estado167. Gerónimo Girón había huido de Madrid en agosto de

1809 para pasar a la zona libre de la ocupación francesa, pero fue detenido

por orden de la Junta Central y encausado por sospecha de infidencia; su hijo

Pedro Agustín logró que se le permitiese residir en La Carolina; al invadir los

franceses Andalucía pasó a Ayamonte y de allí a Cádiz, donde residió hasta

1812168.

El marqués de las Amarillas poseía el mayor capital de Villamartín

cuando Joaquín María Sotelo ordenó secuestrar sus bienes en mayo de 1810.

Según el estado de caudales del vecindario formado en junio de aquel año,

poseía la hacienda El Rosalejo con sus 300 aranzadas de olivar y 24 de viña,

166 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 36.

167 M. ARTOLA: La España de Fernando VII, pág. 39; J. MERCADER RIBA: op. cit., págs. 139-146.

168 P.A. GIRÓN, MARQUÉS DE LAS AMARILLAS: op. cit., vol. I, págs. 43-45 y 314-317; vol. II, págs. 58-69.

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120 fanegas sembradas de cereal (¿arrendadas del común o de la villa?), los

huertos de Alcaudete, dos molinos de pan, dos molinos de aceite, cuatro

casas, un mesón, 24 cabezas de ganado yeguar, 50 de ganado vacuno, 600

lanares, 100 de cerda y 10 asnales. Un oficio de 4 de marzo de 1812 del

administrador de bienes nacionales al corregidor de Villamartín indica que el

secuestro aún no se había practicado casi dos años después de cursarse la

orden, pero no sabemos con exactitud la situación en que estuvieron aquellas

propiedades durante 1810 y 1811, pues el plan de capitales formado en 1811

no incluye al marqués con el resto de los vecinos ordenados por las calles de

su residencia y sí a continuación de los bienes manos muertas (fábricas

parroquiales, patronatos, propiedades conventuales y de cofradías) y de los

bienes nacionales. En el nuevo reglamento de capitales formado en 1812

aparecen ya como confiscados. La relación de bienes nacionales que se

encuentra en este mismo documento no incluye los conventos, la hacienda La

Granja ni dos casas que aparecían como tales en 1811, pero no tenemos

conocimiento de que hubiesen sido enajenados bienes nacionales del término

de Villamartín169.

CUADRO nº 9

Bienes nacionales en Villamartín (1811)

Valor (rs.)

Producto (rs.)

Dos casas en c/ San Sebastián Una casa en el Puerto de los Lobos (?) 23 aranzadas de olivar en Pajarete 23'5 fanegas de tierra en los ruedos 30 fanegas de tierra en las Rozas 4 cortinales en los ruedos Hacienda La Granja

20.000 2.500 23.000 7.050 6.000 1.350 60.000

1.060 242 1.320 1.000 500 361 3.300

FUENTE: AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 14. 169 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 14; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5; sobre la administración y venta de bienes nacionales en la Prefectura de Xerez, véase C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 295-330 y 398-417.

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CUADRO nº 10

Bienes nacionales y secuestrados al marqués de las Amarillas (1812)

BIENES NACIONALES

Valor (rs.)

Una casa en c/ San Sebastián 22'5 fanegas de tierra en el Cerrillo de los Carneros 0'5 fanega de cortinal en los ruedos 23 aranzadas de olivar en Pajarete 30 fanegas de tierra en las Rozas

10.000 9.000 200 27.000 3.000

BIENES SECUESTRADOS AL MARQUÉS DE

LAS AMARILLAS

Valor (rs.)

Cuatro casas en la villa Una huerta en la rivera del Serrecín Los huertos de Alcaudete con un molino de pan 300 aranzadas de olivar y 24 de viña (Rosalejo) Cortijo Alberite

68.000 10.000 35.000 851.000 37.000

FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5.

15. La liberación

La ofensiva emprendida por Wellington en junio de 1812 contra el ejército francés de Portugal culminó el 22 de julio con la victoria anglohispana de Arapiles, que implicó la amenaza directa del camino de Madrid y obligó a replegar las tropas francesas de Portugal y Andalucía. El rey José Napoleón I pensaba conservar Madrid y el 29 de julio ordenó a Soult evacuar Andalucía, pero el cumplimiento de la orden se dilató finales de verano. El cerco de Cádiz no se levantó hasta la noche del 24 de agosto, doce días después de la entrada de Wellington en Madrid, y el ejército de

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Soult se dirigió a Valencia, donde debía unirse a los ejércitos del rey y del mariscal Suchet170.

Las guarniciones francesas de los pueblos de la Sierra de Cádiz se retiraron el 25 de agosto. A las 9 de la noche evacuaron la ciudad de Arcos y su castillo, dejando muchos pertrechos de guerra y abundantes provisiones, y en seguida salieron de Bornos. El parte de operaciones de 26 de agosto del general Francisco Ballesteros decía:

"En la noche de ayer evacuaron los enemigos toda la línea del Guadalete, Ronda, y los puntos de Olvera, Zahara y Teba; volaron las fortificaciones, clavaron la artillería, e inutilizaron las municiones: seguidamente ocuparon mis tropas a Ronda y Villamartín. Estoy preparado para si el enemigo ha dejado fuerzas en el sitio de Cádiz marchar sobre ellas, segun V.E. me previene, y si lo han evacuado enteramente, seguir su retirada"171.

La Junta municipal que en enero juró obediencia y sumisión a José Napoleón I, viéndose ahora liberada del "yugo de la tiranía" y expelidos de su suelo "los monstruos de la destrucción y los enemigos de la naturaleza", se apresuró a hacer presente a la Regencia que la reconocía como su gran liberador y que todos los habitantes de Villamartín estaban "lo más proporcionados para obedecer sus preceptos, como hasta aquí, en nombre de nuestro católico monarca el señor don Fernando Séptimo, derramar su sangre y sacrificar sus personas y propiedades por defensa de sus legítimos derechos hasta que se extermine y borre del libro de los vivientes el usurpador general de la Europa"172.

El 6 de septiembre se juró la Constitución en la iglesia de San Francisco, con la celebración de una misa solemne. El presbítero Juan María del Río -de

170 M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 277-284.

171 "PARTE Del Excmo. Sr. D. Francisco Ballesteros del 26 de Agosto; sobre la toma de Ronda y Villamartín. Y otro del xefe del estado mayor del canton de la isla de León", Imprenta de D. Manuel Muñoz Álvarez, Sevilla. El documento es reproducido en M. HIDALGO ROMERO: op. cit.

172 AMV, LAC, sesión de 1/9/1812.

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El acta capitular de 5 de septiembre de 1812 registra el acuerdo de jurar la Constitución gaditana por el Ayuntamiento de Villamartín

y el reconocimiento de Fernando VII como legítimo monarca.

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quien se dijo que "tan liberal era que podía llamarse demócrata"173- explicó a los fieles congregados, que eran "casi todas las personas de distinción del pueblo y otras muchas de todas clases", las ventajas que proporcionaba la Constitución y la obligación que tenían de jurarla y obedecerla. La Constitución fue leída desde el púlpito por el escribano Andrés de Zúñiga y se juró "ante el Sacramento defender, guardar y obedecer la citada Constitución, al Rey, a las leyes, la Pura y Limpia Concepción de María Santísima [y] demás artículos y misterios de nuestra santa fe católica". La ceremonia finalizó con el cántico del Te Deum, redoble de campanas y salvas de fuego. La Junta municipal dispuso que los días 8, 9 y 10 se celebrasen cultos solemnes, repiques, salvas, iluminación general, corridas de toros y otros festejos "para acabar de enjugar las lágrimas y gemidos con que nos ha oprimido el tirano de la Europa"174.

16. Gastos de guerra y sostenimiento de los ejércitos nacionales (1812- 1813)

16.1. Contribuciones y suministros

Los gastos de guerra continuaron después de la evacuación de las tropas francesas, pero en cuantía muy inferior a los de la etapa de ocupación. El importe de la Contribución Extraordinaria de Guerra establecida por Decreto de la Junta Central de 12 de enero de 1810 y vigente en todo el territorio liberado se calculó inicialmente a Villamartín en 1.657'14 rs. mrvs.; en abril de 1813 se calcularon 1.590'27 mensuales y el total a pagar por los últimos seis meses de 1.813 ascendía a 11.827'30175. En todos los casos se trata de cantidades muy inferiores a la contribución para sostenimiento del ejército francés que -recuérdese- subía de 75.000 reales mensuales.

Se continuó franqueando suministros a tropas nacionales transeúntes al menos hasta finales de 1813. Durante el último cuatrimestre de 1812 se suministró al Estado Mayor del 4º Ejército y numerosas unidades militares

173 R. DE LOS RIOS Y MASIDE: op. cit.

174 AMV, LAC, sesión de 6/9/1812.

175 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 15; leg. nº 99 (año 1813) docs. nº 14 y 25.

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entre las que se encuentran la Infantería de Navarra, Infantería de Cantabria, Húsares de Toledo, Escuadrón de La Romana, Guardias Españolas, Infantería de Madrid, Dragones de Madrid, Dragones de Villaviciosa, Húsares de la Mancha, Escopeteros de Jerez, Infantería de Ronda, Guardias de Corps, Infantería de África, Infantería de España, Real Cuerpo de Artillería, etcétera. En 1815 se hizo el resumen para la liquidación de suministros a tropas españolas y partidas desde 1810 hasta 1813. Después de presentados y revisados los recibos por la Contaduría del Ejército de Sevilla, su importe se fijó en 727.518'29 rs. mrvs. para cuya liquidación efectiva se requirió el pago de todas las rentas provinciales atrasadas hasta 1814 -que las había desde 1806- y el de las correspondientes a la etapa de ocupación francesa. La liquidación de los suministros no se hizo efectiva, después del pago de rentas atrasadas, al menos hasta 1825176.

CUADRO nº 11 Importe de suministros cuatrimestrales a tropas españolas transeúntes durante el último cuatrimestre de 1812 y año 1813 por los que se entregaron recibos

3º 1812 1º 1813 2º 1813 3º 1813 TOTAL Raciones de pan Raciones de carne Raciones de vino Raciones de aceite Raciones menestra Raciones de tocino Raciones de cebada Raciones de etapa Raciones de paja Arrobas de leña Pares de zapatos En metálico

15.768 9.831 2.007 617 2.595 - 323 95 230 -

2 7.420

1.965 11 4

542 742 2 95 157 27 - - 148

424 - - 14 62

- 19 336 5

- - -

446 - 4 19 139 - 117 662 49 34 2

-

18.603 9.842 2.015 1.192 3.541 2

554 1.250 311 34 4

7.568'00

Importe en rs. mrvs. 122.357'17 9.534'16 1.899'19 2.787'23 136.579'40

FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

176 AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

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CUADRO nº 12

Suministros cuatrimestrales a tropas españolas transeúntes por los que se entregaron recibos (1810-1813)

CUATRIMESTRE

Rs. mrvs.

CUATRIMESTRE

Rs. mrvs.

1º 1810 2º 1810 3º 1810 1º 1811 2º 1811 3º 1811

62.772'12 4.441'26

13.783'12 223.533'20 100.425'06 133.516'12

1º 1812 2º 1812 3º 1812 1º 1813 2º 1813 3º 1813

2.865'17

59.959'22 122.357'17

9.534'16 1.899'19 2.787'23

TOTAL : 737.827'02

FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.

16.2. Requisición general para la remonta del 4º Ejército

Las requisas de ganado caballar prosiguieron tras la liberación de

Andalucía en agosto de 1812, de nuevo para remonta de las tropas españolas.

Tenemos en primer lugar la dispuesta por Francisco Ballesteros, capitán

general de Andalucía y general en jefe del 4º Ejército, quien confió al conde

de Corrés una requisa de "caballos o yeguas machorras de mucha alzada y

resistencia para que puedan servir con utilidad desde luego como

igualmente de toda montura". Los animales incautados el día 20 fueron dos

caballos, ocho yeguas, ocho potros y una potranca entre los que se

encontraban una yegua dispersa y las cabalgaduras de cuatro malhechores

encarcelados en la villa. Un comisionado marchó a Écija con diecinueve

animales cuyos aprecios oscilaban entre 1.000 y 1.400 reales (no fueron

tasados los dos caballos y dos yeguas de los reos). Respecto a las monturas,

el Ayuntamiento informó que todas fueron entregadas a las tropas "en su

primera entrada por Abril de 1810, y siguientes [...] sin que haya en el día

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algunas ni ocasión de haberlas repuesto por no haber vuelto a montar estos

vecinos ganado alguno caballar".

La Regencia comisionó al coronel Antonio de Rojas, comandante de escuadrón agregado al Regimiento de Cazadores de España, para que pasase a las provincias de Andalucía para hacer una requisa general; con el objeto de coordinar las todas las operaciones, lo nombró comisionado único para toda la región. El 29 de noviembre llegó a Villamartín un delegado suyo que ordenó le fuese presentada una relación de las personas que hubiesen requisado caballerías desde la retirada del enemigo, su número y de orden de quién lo habían practicado. El 3 de diciembre se le entregó además un censo de caballos padres, yeguas de dos años arriba y potros de dos y tres años, siendo embargados cinco animales que se tasaron en 5.900 reales177.

17. Alegaciones presentadas por el Ayuntamiento para ser eximido del alistamiento de 1812

Una de las más urgentes preocupaciones de las autoridades españolas tras la evacuación de Andalucía por las tropas francesas en el verano de 1812 fue reforzar el ejército. Para ello se tomaron las medidas de reincorporar a filas a los desertores y dispersos residentes en el recién liberado Reino de Sevilla y ordenar un nuevo alistamiento. A partir del 4 de septiembre se presentaron al Ayuntamiento de Villamartín diez desertores y dispersos que fueron conducidos a la Isla de León y puestos a disposición del brigadier Nazario Eguía178. La Real Orden de 2 de septiembre de 1812 dispuso que el Reino de Sevilla contribuyese a la formación del ejército nacional con 15.000 hombres de las tres primeras clases de la clasificación establecida por la Real Orden de 4 de enero de 1810 y a Villamartín se asignó el cupo de 44, pero sólo 18 de los 379 vecinos censados pertecían a las tres primeras clases:

177 Documentos relativos a requisas posteriores a la evacuación francesa en AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3.

178 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 12; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3.

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"resulta haber en la 1ª clase 16 individuos casi todos inútiles por haber sido anteriormente desechados por defectuosos; 1 en la segunda enfermo; otro en la 3ª de más de 40 años; 24 en la 4ª, los más inútiles; y 83 en la quinta, cargados de hijos".

El Ayuntamiento notificó los resultados al intendente general del Ejército de Andalucía, Francisco Laborda, atribuyendo la escasez de hombres al alistamiento ordenado por Ballesteros en 1811 y a la conducción de dispersos en octubre; el número de vecinos incorporados a filas en anteriores alistamientos triplicaba el cupo ahora asignado y por este motivo se solicitaba que no se privase al municipio de los pocos brazos útiles que restaban para la agricultura. El intendente contestó que el cupo se rebajaría a la mitad si el Ayuntamiento demostraba haber cumplido el que le correspondió en 1808. El Ayuntamiento alegó entonces que no sólo había cubierto el de 1808, sino que además se remitieron 30 hombres a la Junta de Sevilla en 1809 y 79 a Ballesteros en 1811, más los 10 dispersos recientemente conducidos a la Isla de León:

"y aunque quisiera en continuación con sus acreditados servicios a la patria, cumplir con la remesa del número que ésta le pide nuevamente, ve es moralmente imposible su ejecución por no haber otros algunos más que los pocos que constan del alistamiento y que ninguno, por su edad, ni circunstancias, en sus personas y salud, le encuentra esta Justicia capaz de poder tomar las armas por ahora".

Las incesantes reclamaciones de Villamartín, Marchena, Utrera, Montellano y otros municipios fueron atendidas por la Real Orden de 1 de febrero de 1813 del Consejo de Regencia, que disponía que a los pueblos que -habiendo ya obtenido la rebaja de la mitad del cupo por haber cumplido con el alistamiento de 1808- se hallasen en el caso de tocar a todas las clases de la Real Orden de 4 de enero de 1810 por haber sido sus mozos reclutados en los últimos años por disposición de los generales se les rebajaría el número de éstos de la mitad del cupo restante, con la condición de poder justificarse que los mozos prestaban servicio o habían fallecido en el mismo. El Ayuntamiento de Villamartín envió al intendente general Laborda

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136

testimonios, certificaciones y recibos de los incorporados a filas en 1808, 1809 y 1811; no pudiéndose presentar inmediatamente los certificados originales de los comandantes de los regimientos donde servían los reclutados por Ballesteros, se incluyó la relación de cuerpos donde -según resultaba de la indagación hecha entre padres y familiares- habían sido destinados. Cuando Laborda exigió los certificados originales de los comandantes de regimiento, el Ayuntamiento apeló a la Regencia alegando que la Real Orden de 1 de febrero de 1813 no precisaba que el justificante debiese ser de tal naturaleza y solicitando que se considerasen suficientes los testimonios de familiares hasta tanto se obtuviesen los certificados de los comandantes. No hemos hallado la respuesta de la Regencia, pero tampoco recibo ni noticia de remisiones de mozos, por lo que creemos que las insistentes alegaciones fueron finalmente atendidas y el municipio quedó exento de contribuir con hombre alguno a la formación del nuevo ejército que se reclutaba en el Reino de Sevilla179.

En el curso de nuestra exposición se han mostrado datos de

villamartinenses que eludieron el servicio o desertaron de sus regimientos,

pero no debemos olvidar a quienes combatieron sin tregua al enemigo.

Permanecen en el anonimato los nombres de quienes pelearon en Bailén a las

órdenes de Castaños y hallaron la muerte en Tudela o Cascante;

desconocemos los campos donde muchos batallaron, perdieron la vida o

alcanzaron la victoria. Los alistados de 1808 sirvieron en el Regimiento de

las Cuatro Ordenes Militares y en el Regimiento de África. Otros sirvieron en

el Regimiento de Guardias de Infantería Española, Regimiento de Ciudad

Real, 2º Regimiento de Jaén, Regimiento de Marina, Regimiento de Navarra,

Regimiento de Voluntarios de Madrid, Regimiento de Zamora, 2º

Regimiento de Infantería de Irlanda, Batallón de Tiradores de Doyle y

Regimiento de Voluntarios de Ubrique. A comienzos de 1813 estaban once

villamartinenses en el Depósito de la Isla de León, diez habían sido

licenciados por haber quedado inútiles e inhábiles para el servicio y muchos

otros habían caído en el campo de batalla...

179 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11 y leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12.

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137

El número de villamartinenses incorporados a los ejércitos nacionales

desde junio de 1808 es cercano a 150. A ellos habría que añadir un número

impreciso de vecinos que formaron la Partida de Villamartín. La cifra

adquiere todo su sentido cuando acudimos al censo de la población de

febrero de 1811 (anterior al alistamiento de Ballesteros): el municipio tenía

entonces 1.568 habitantes (811 varones y 757 mujeres) de quienes el 41%

eran menores de 16 años180. Y debemos considerar no sólo el aspecto

cuantitativo, sino principalmente el cualitativo: quienes marcharon al frente

eran parte de la población útil más apta para la labor agrícola y ganadera,

mientras en el municipio quedaron los tullidos, ancianos y enfermos

desechados por las comisiones de alistamiento. Los nombres de los fallecidos

y mutilados en el frente se suman a los grandes males infligidos por la

ocupación francesa y Guerra de la Independencia.

Cerramos estas páginas con el relato de un episodio de deserción ocurrido cuando la guerra estaba próxima a su conclusión. El alcalde recibió el 31 de diciembre de 1813 un oficio del sargento mayor del Regimiento de Caballería de Montesa notificando que Juan Jiménez, que asentó plaza el 30 de agosto en la 2ª Compañía, había desertado. Debía ser prendido si se encontraba en la villa y cualquier noticia de su paradero se comunicaría para conocimiento del coronel del regimiento. El alcalde averiguó que el desertor estuvo en casa de su padrastro, "quien no quiso recibirlo aunque le dijo que venía con licencia temporal"; algunos vecinos dijeron que había desertado para regresar a su antiguo regimiento, lo cual resulta poco creíble, pero otros afirmaban "que dijo la misma noche que iba a echarse al contrabando, para lo que salió a la madrugada siguiente para Ubrique"181. Quizá esta segunda versión se acerque más a la realidad; la guerra ocasionó el abandono de los campos, reducción del ganado, destrucción de los pueblos... el contrabando era un modo de ganar la vida en tiempos difíciles.

180 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.

181 AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. sin numerar: "Año de 1813. Reales decretos por números".

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138

18. Los horrores de la guerra

Numerosos documentos de 1812 y 1813 describen los males padecidos por Villamartín durante la ocupación francesa y dibujan un paisaje desolador. En todos ellos se reiteran los mismos tópicos: abandono de los campos, reducción del ganado, conducción de todos los hombres útiles al ejército y demolición de cinco calles para la construcción del fuerte:

"Pero es de tener en la mayor consideración que a la salida de los enemigos dejaron el pueblo en una lastimosa situación, que como es notorio han asolado cinco calles sin haber dejado en ellas una sola casa habitable, como es público en la comarca, llevándose los materiales de todas clases de sus edificios para la construcción del fuerte que formaron, quedando reducidos sus moradores después del robo y saqueo que les hicieron en sus mismas casas en una completa miseria, retirándose unos a los montes y otros a la serranía de Ronda, y otros recogidos en otras casas del centro del pueblo entre amigos y parientes que los favorecieron, y otros muertos de necesidad; sus labores, único sustento de este pueblo, reducidas hoy las más pingües a una tercera parte de lo que tenían antes, por la escasez de toda clase de ganado que les han quedado particularmente del de labor para llevar adelante sus comercios y granjerías; toda clase de tiendas y artes destruidas por falta de operarios para llevarlos adelante, de forma que este pueblo en la mayor parte se compone de escombros y apenas se encuentra un hombre de vigor, pues que la mocedad toda sin distinción se halla en los ejércitos nacionales, siendo la última saca de éstas de sesenta y nueve hombres mozos y viudos sin hijos que había con talla y sin ella de que arrastró el general Ballesteros en [noviembre] del año anterior; por cuyos tan sólidos como verdaderos fundamentos y miseria en que se halla constituida en la presente época esta villa, cuyo vecindario no llega a trescientos vecinos útiles. Y que los más de los cortijos del término labrados por hacendados forasteros, se han

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139

retirado los más perdidos, dejándolos abandonados y sin que se encuentre persona que los cuide"182.

Hemos de ser muy cautelosos ante relatos como el precedente. No son descripciones neutras, sino exposiciones interesadas en subrayar el daño causado por la ocupación enemiga. Sin duda fueron muchos y graves los males sufridos durante la ocupación, pero creemos que el Ayuntamiento extremaba los términos con la pretensión de eximir al municipio de nuevos alistamientos de tropa y del pago de contribuciones. Por otra parte, los estados de caudales y padrones de riqueza que nos permiten conocer el estado económico del municipio son documentos susceptibles de ocultación y siempre es arriesgado evaluar la disminución de riqueza a partir de ellos. Aún así, no podemos eludir un breve balance de los efectos de la Guerra de la Independencia sobre el municipio.

La principal fuente de riqueza de Villamartín era la agricultura y durante

la Guerra de la Independencia se advierte una progresiva reducción de la

superficie sembrada. Entre vecinos y hacendados forasteros tenían sembradas

9.181'5 fanegas de tierra en mayo de 1809183. Las tierras del término tenidas

por agricultores en julio de 1811 eran 20.460 fanegas que, si las suponemos

sembradas al tercio, serían unas 6.820; la Junta municipal decía que a las

12.199 fanegas de tierra que cultivaban los vecinos no podía cargarles

"producto alguno, así en el año anterior de 1810 como en el corriente por

cuanto en el primero fue la cosecha tan estéril, que el mejor apenas triplicó

la simiente, los más doblaron, y muchos no cogieron ni aún lo que

sembraron, de que les ha sobrevenido inconsiderable atraso,

particularmente a aquellos que no tenían otros objetos que la labor, y así se

evidencia por los aforos del año corriente de haberse sembrado en este

término la mitad del año anterior"; tampoco tuvieron beneficios en 1811

porque las partidas de serranos y tropas españolas se habían llevado "toda su

cosecha dejándolos en la mayor miseria"; y de las 8.261 fanegas que tenían

arrendadas labradores forasteros y debían estar sembradas al tercio, se decía

182 AMV, LAC, sesión de 10/12/1812.

183 AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 11.

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140

que no lo estaban "por la decadencia de los colonos, falta de granos para su

cultivo y continuos daños que incesantemente le causan los serranos, por la

inmediación que tienen a sus pueblos, particularmente al Bosque, con quien

confina este término; por cuya razón todas las han abandonado, y están en

el día sin dueños que las labren para el año entrante de 1812"184. La

superficie sembrada por vecinos y hacendados forasteros en 1812 se reducía

a 4.694 fanegas de tierra185.

Consecuencia de la reducción de la superficie sembrada, malas cosechas, robos y requisas, fue la carestía de grano y encarecimiento del trigo, pan y cebada. El precio del pan aumentó progresivamente durante la ocupación francesa, alcanzando en marzo de 1812 un precio cuatro veces superior al que tuvo en 1810. Mientras se mantenía el precio de otras subsistencias y productos, el de la ración de pan ascendía de 48 a 187 maravedís186. En esa misma fecha el jornal del maestro albañil eran 6 reales, 2 el del peón y 6 el del carpintero187. El pan no sólo era caro, sino que en 1812 se llegó al extremo de dejar de amasarlo los panaderos por temor a que se les quitase para suministrar a la guarnición del fuerte; se creó así una situación que el corregidor Alejandro de las Cuevas describía como "hambre casi general" y que se solucionó repartiendo entre los contribuyentes las raciones de pan que diariamente se debía suministrar al fuerte:

"Están apurados todos los recursos de grano para suministro de raciones para la guarnición y el fuerte; por cuyo motivo se notan faltas a la hora de la distribución, en la que es necesario echar mano del pan de los hornos, causándose en ello perjuicios a los labradores,

184 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.

185 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 27.

186 Tomamos como referencia los precios cargados a las raciones suministradas a las tropas francesas en el resumen de gastos remitido a la prefectura en abril de 1812 (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29). La diferencia de precios resulta aún mayor en el resumen de suministros a tropas españolas, ascendiendo el precio de la ración de 30 maravedís en 1810 a 272 en el segundo cuatrimestre de 1812 (AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8).

187 Son los salarios devengados por los operarios de la obra del fuerte (AMV, leg. nº 98 (año nº 1812) doc. nº 25).

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141

perentrines y panaderos públicos, que temerosos de que les tomen el pan no quieren amasar; notándose por ello un hambre casi general"188.

CUADRO nº 13 Precios de raciones suministradas a las tropas francesas, expresados en maravedís (1810-1812)

PAN

GRANO

CARNE

VINO

PAJA

LEÑA

SEP 1810

OCT 1810

NOV 1810

DIC 1810

ENE 1811

FEB 1811

MAR 1811

ABR 1811

MAY 1811

JUN 1811

JUL 1811

AGO 1811

SEP 1811

OCT 1811

NOV 1811

DIC 1811

ENE 1812

FEB 1812

MAR 1812

48

48

48

48

60

60

60

60

68

68

80

80

84

102

102

102

187

187

187

136

136

136

136

153

170

170

204

204

204

204

204

204

222

255

255

408

408

408

60

60

60

60

60

60

60

60

56

60

60

60

60

60

60

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60

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56

56

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56

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FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8. Elaboración propia.

La ganadería sufrió el impacto de la guerra, por ser requisadas unas especies para servicio del ejército y otras para suministro de carne a las tropas. Aunque aumentó el número de cabezas de ganado cabrío y, muy ligeramente, el asnal (mulos, asnos, burros y jumentos), disminuyó el ganado lanar, de cerda, yeguar y vacuno (Cuadro nº 14). El ganado vacuno disminuyó en 199 reses; el número de bueyes y sus propietarios aumentó de

188 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 13.

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258 y 10 respectivamente en 1810 a 442 y 51 en 1812, lo que puede deberse a una ocultación de ganado boyal en 1810 -en cuyo caso sería aún mayor la reducción del ganado vacuno-, pero también a una simple inespecificación en el registro de las reses boyales como vacunas. Más de un tercio del ganado vacuno registrado en 1812 eran animales de labor (los propietarios de los bueyes eran labradores y pegujaleros) y entre los animales restantes existe una importante proporción de reses jóvenes menores de tres años (Cuadro nº 15). Tanto el número de reses jóvenes como el de bueyes duplica el de vacas adultas y creemos que ello es efecto de la requisición y sacrificio de animales adultos no empleados en labores agrícolas para suministro y racionamiento de las tropas.

CUADRO nº 14

Cabaña ganadera de Villamartín (1810-1812)

CABRÍO

LANAR

CERDA

ASNAL

VACUNO

1810 1812

675 1.159

3.000 1.867

645 140

247 267

1.457 1.258

CUADRO nº 15

Ganadería vacuna de Villamartín (1812)

Clase reses

Número reses

Precio res (rs.)

Añojo Eral Utrero Vaca Buey Novillo cerril

150 (11'9%) 240 (19'1%) 176 (14'0%) 238 (18'9%) 442 (35'1%) 12 (0'9%)

120 225 300 420 600

Total reses

1.258

FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5. Elaboración propia.

Page 143: Guerra de la Independencia: Villamartín 1808-1813

143

También hay una importante reducción del ganado yeguar, como se desprende de los registros de 1808 y 1812189. El número de cabezas descendió de 431 a 302 y el de propietarios de 46 a 34. La concentración de la propiedad aumentó ligeramente: los diez mayores propietarios de 1808 acumulaban el 62% del ganado y los diez mayores de 1812 el 69%. Las operaciones de requisa y los robos afectaron al conjunto de la población tenedora de ganado caballar y se ha documentado que fueron afectados 24 (45%) de los 53 propietarios inscritos en los registros de 1808-1809; 37 (70%) de estos propietarios no volvieron a inscribirse en los censos de 1812. Si los mayores ganaderos vieron mermar sus yeguadas, los menos afortunados perdieron lo poco que poseían. El 28% de los propietarios registrados en 1808 tenía un solo caballo y ninguno de ellos vuelve a aparecer en los registros de 1812; por el contrario, ocho de los diez mayores propietarios de 1808 seguían siéndolo en 1812190. Más de 200 caballos fueron tomados de las cuadras de Villamartín durante la Guerra de la Independencia, sin que podamos determinar hasta dónde alcanza la cifra. Los propietarios cuantitativamente más afectados fueron los ganaderos y criadores. Más del 60% de los caballos cuya exacción se ha podido documentar proceden de seis yeguadas: del marqués de las Amarillas191,

189 Hemos reconstruido el censo de ganado yeguar de 1812 a partir de un estado de capitales formado antes de la evacuación de las tropas francesas (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5); las requisas de caballos continuaron después de redactado aquel documento. Existe un censo de la yeguada posterior, fechado en 3 de diciembre de 1812, en el que están registrados 188 yeguas, 19 potros de dos años, 24 de tres y 3 sementales; no incluye los animales de edad inferior a dos años y en él no aparecen caballos enteros, jacas y capones adultos, quizá por no quedar ninguno, pues fueron el principal blanco de requisiciones de uno y otro ejército hasta su agotamiento (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3).

190 Los ocho ganaderos que se mantienen entre los diez mayores son Alejandro de las Cuevas, Francisco de Ferreras, Antonia González y Vicente del Río, Sebastián de Morales, Juan Palomo Burguillos, Francisco de Rete, Antonio Topete y José Topete Jiménez; los otros dos son Pedro Armario, que continúa siendo propietario de ganado yeguar pero con un número de cabezas muy reducido, y el marqués de las Amarillas. Entre los mayores propietarios de 1812 aparece José [Jiménez] Pajarero, que en 1808 sólo poseía nueve cabezas de ganado.

191 En el Anexo V sólo se indica la requisa de ocho animales de la ganadería del marqués de las Amarillas, pero sabemos que todos sus bienes fueron secuestrados por el Gobierno bonapartista; en el registro general de la yeguada de 1809 aparece como propietario de treinta y cuatro animales.

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Antonio Topete, José Topete, Antonia González y Vicente del Río192, Alejandro de las Cuevas y Francisco de Ferreras. Se reprodujo un fenómeno que fue constante en el pago de contribuciones para sostenimiento del ejército durante la etapa de ocupación francesa en una población donde la distribución de rentas y riqueza era muy desigual: los precarios recursos de los menos pudientes se agotaron pronto y las cargas fiscales recayeron sobre un reducido número de hacendados que sufragaron la contribución debida por todo el municipio.

CUADRO nº 16

Yeguada de Villamartín (1808-1812)

1808 1809 1812

Yeguas Potros/as Tusones/as Escovillos/as Sementales Enteros Capones Jacas Sin clasificar

257 86 40 - 7 4 24 13 -

304 60 68 - 1 - - - -

147 49 43 22 - - - 4 37

TOTAL 431 429 302

FUENTE: AMV, leg. nº 94 (año 1808) docs. nº 1 y 2; leg. nº 95 (año 1809) doc. nº. 2; leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 3 y nº 5. Elaboración propia.

Ya nos hemos referido a los efectos de la construcción del fuerte sobre el casco urbano. ¿Qué realidad tiene el tópico de la demolición de cinco

192 Antonia González y su yerno Vicente del Río unieron sus capitales durante la Guerra de la Independencia para preservarlos mejor (R. DE LOS RÍOS Y MASIDE: op. cit.), por lo que hemos optado por presentar unido el ganado de su propiedad en los Anexos IV y V.

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145

calles para la construcción de fuerte? El Ayuntamiento recibió en 1814 un cuestionario que preguntaba cuántas casas había en el pueblo, cuál era la calidad y procedencia de los materiales de construcción, cuántas estaban habitadas, cuántas sin habitar, cuántas arruinadas y cuál era la causa de la disminución de casas o de su abandono. La respuesta fue: "386 casas construidas de cal y piedra de regular calidad", de las cuales estaban "habitadas 261 y 125 sin habitar por estar arruinadas" y que la causa de la ruina había sido "la invasión de los enemigos". No creemos que aquellas 125 casas arruinadas en 1814 lo estuviesen a consecuencia de la construcción del fuerte. El informe geográfico y estadístico remitido a la prefectura en julio de 1811 indicaba que muchas casas estaban desiertas "por haber quedado inhabitables con motivo de estar destruidas por las presentes circunstancias"193, pero la documentación que conocemos no permite sostener que Villamartín fuese objeto de obras de fortificación o escenario de combates que dañasen el casco urbano antes de aquella fecha. Creemos más bien que los edificios arruinados en julio de 1811 ya lo estaban antes de la invasión francesa. El pueblo se componía de 280 casas habitadas y 60 arruinadas a mediados del siglo XVIII y, aunque la segunda mitad del siglo fuese una etapa de expansión y crecimiento194 ¿no continuarían en estado de ruina a principios del XIX algunas de aquellas casas que ya lo estaban a mediados del setecientos? Parte de los 125 edificios que en 1814 se decían arruinados por la invasión enemiga pudieron ser casas ruinosas y deshabitadas desde el siglo XVIII, cuyos materiales se aprovecharon para el levantamiento del fuerte; lo que no excluye que también se demoliesen -como afirmaba el Ayuntamiento- edificios habitables y se obligase a sus moradores a buscar refugio en otras casas o abandonar el pueblo. Tenemos noticia particular de algunos edificios afectados por las obras de fortificación: las casas paneras del Pósito; el edificio de la Cilla, que "había sufrido mucho por las fortificaciones" y era "útil a la defensa de la plaza", por lo que el

193 AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.

194 A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., pág. 61-64; Mª.I. PÉREZ GARCÍA e I.Mª BAZÁN JAÉN: "Villamartín según las repuestas generales del catastro de ensenada (1752-1755). Aproximación histórica al catastro de Ensenada", en Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1994) sin paginar.

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ordenador jefe de Guerra mandó a la Junta municipal buscar otro edificio para el acopio de diezmos195; el extinguido convento de San Juan de Dios resultó muy dañado y cuando los frailes regresaron en 1814 se vieron "sin convento por haberlo arruinado los franceses"196. La Ermita de la Virgen de los Reyes pudo ser otro de los edificios destruidos para la construcción del fortín y en 1817 se solicitó autorización para levantar cuatro casas en el solar que ocupaba, en atención a "la gran necesidad que el pueblo tiene de ellas por las numerosas que arruinaron en él los enemigos durante su invasión y dominio"197.

No podemos finalizar sin considerar el efecto más trágico de la guerra sobre la población, que sin duda es la pérdida de vidas humanas. Los libros de defunciones de la Parroquia de Villamartín sólo registran tres casos de muerte violenta y no hay seguridad de poderlos atribuir a acciones de guerra. Por otra parte, ya hemos indicado el importante número de varones que sirvieron en el ejército y sabemos que muchos de los alistados desde 1808 fallecieron en el frente, pero no hay documentación que permita cuantificarlos. Pero no son las muertes violentas y en acción de guerra las únicas que deben atribuirse a la Guerra de la Independencia. Los libros sacramentales registran en 1812 un importante aumento del número de defunciones, cercano al triple de bautismos; es también el año con menor número de bautismos en las dos primeras décadas del siglo XIX. También en 1813 sobrepasó la mortalidad a la natalidad y fue en 1814 cuando se invirtió

195 AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.

196 AIPV, Lib. Enf. 1769-1814, f. 172 v. También otros textos indican que el convento fue arruinado por los invasores franceses: "La situación de este convento es la más deplorable, fue destrozado por los franceses" (AMV, leg. nº 108 (año 1822) doc. nº 31).

197 Solicitud de 7/1/1817 de Alonso del Valle, inserta en AMV, LAC, sesión de 23/2/1817. No comparto con Antonio Linares la tesis de que el Hospital de la Concepción y la Ermita de la Virgen de los Reyes fueron quemados por los franceses en 1810 (A. LINARES RODRÍGUEZ: "Hospital de la Concepción" en Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1982), sin paginar; "La Virgen de los Reyes" en Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1994), sin paginar). Los daños sufridos por el convento de San Juan de Dios se deben a la construcción del fuerte y la conservación de las imágenes que se veneraban en ambos edificios puede ser indicativo de que la destrucción del convento y la ermita no fue un simple acto de saqueo y vandalismo.

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la relación y comenzó el proceso de recuperación de la población. La causa del aumento de mortalidad en 1812 debe buscarse en las precarias condiciones de vida creadas por la guerra: la deficiente alimentación, efecto de la carestía, y el hacinamiento de la población por la demolición de casas para la construcción del fuerte. A finales de 1812 se decía que la falta de carnes saludables había originado y acrecentado las enfermedades y que muchos vecinos habían fallecido por el "hambre y miseria que sufrieron"198.

CUADRO nº 17

Movimiento demográfico en Villamartín (1808-1815)

AÑO BAUTISMOS DEFUNCIONES 1808 1809 1810 1811 1812 1813 1814 1815

93 80 76 89 64 71 90 84

76 108 70 67 162 109 84 61

FUENTE: AIPV, Bautismos, libros 24 y 25; Defunciones, libro 17. Elaboración propia.

198 AMV, LAC, sesión de 10/11/1812; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11.

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Epílogo

La Guerra de la Independencia constituye una unidad histórica con

límites cronológicos bien definidos y elementos diferenciadores que permiten

un tratamiento autónomo del período. Pero el solo análisis de problemas

específicos de la situación de guerra, como son los procesos de alistamiento

de tropas, organización de milicias, abastecimiento del ejército o acciones

militares y de la guerrilla no permite justipreciar el significado del período

que abarca nuestro estudio en el marco general de la historia villamartinense.

Partimos de la firme convicción de que la historia social de Villamartín sólo

puede reconstruirse sobre el eje vertebrador de la lucha por la tierra. La

traumática experiencia de la Guerra de la Independencia marca un cambio de

etapa; no por efecto inmediato de la invasión, confrontación bélica e

implantación del Estado bonapartista, sino por superponerse a una profunda

transformación del régimen de tenencia de la tierra, que dio inusitada

intensidad a las luchas sociales que agitaron el municipio durante la primera

mitad del siglo XIX.

El siglo XIX alumbró en Villamartín una promesa de prosperidad. El

importante esfuerzo económico que para el Común de vecinos supuso la

reactivación del pleito por la propiedad del Campo de Matrera -usurpado por

el Concejo de Sevilla desde el siglo XVI- se vio recompensado por la

sentencia de 28 de noviembre de 1806 de la Chancillería de Granada, que

resolvió el litigio a favor de Villamartín199. El Común de vecinos solicitó el

reparto de las tierras sin esperar la resolución definitiva del pleito, que no se

199 El Pleito de Matrera sigue siendo un gran desconocido no obstante tratarse de un hecho crucial en la historia de Villamartín. A falta de un estudio crítico exhaustivo, remitimos al lector al texto clásico "Algunas noticias aprovechables para la historia de Villamartín", publicado como apéndice del libro A. POLEY Y POLEY: Cádiz y su provincia, Sevilla 1901; el texto de Poley es seguido muy de cerca por A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., págs. 46-51 y 106-108.

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zanjaría hasta 1818. Creían que las tierras comunales, que hasta entonces

habían sido disfrutadas por un reducido número de labradores forasteros a

quienes las arrendaba Sevilla, beneficiarían a todos por igual. Pero la ilusión

de un reparto igualitario quedó truncada en el cabildo abierto de 6 de enero

de 1807 por la imposición violenta del criterio de proporcionalidad a los

caudales de cada vecino: el reparto se haría con "arreglo a las labores y

facultades de cada uno" y a los artesanos, jornaleros, viudas y demás

individuos que no tuviesen labor se les consideraría "prudentemente, sin

sobrecargarles con más tierra que aquellas que sean compatibles con su

fuerzas y facultades". La disconformidad de quienes reclamaban un reparto

igualitario pospuso su ejecución hasta que el acuerdo capitular de 6 de enero

fuese ratificado por el Consejo de Castilla y las tierras comunales

continuaron siendo disfrutadas por hacendados forasteros, que controlaban

hasta un tercio de la riqueza del municipio. En esta coyuntura se encontraba

Villamartín cuando los ejércitos franceses invadieron la península. La Guerra

de la Independencia representó la apertura de un paréntesis entre dos hechos

cruciales que son la restitución del Campo de Matrera en 1806 y su

repartimiento en 1812.

El espejismo de una victoria definitiva sobre el invasor francés -afianzado por la presencia del contingente de prisioneros en el pueblo- hizo volver la mirada hacia el secular Pleito de Matrera en el verano de 1808. El escribano Bernardo del Río emprendió viaje a Madrid en septiembre, después de derrotados los franceses en Bailén, liberada la capital y aparentemente restablecida la normalidad en el país, pues se creía que un rápido avance de los ejércitos españoles hacia el Norte no tardaría en expulsar a los franceses al otro lado de los Pirineos. El motivo de su viaje era proseguir las gestiones del pleito, pues Sevilla había presentado recurso de segunda súplica en la Sala de Mil y Quinientas del Consejo de Castilla. Pero Bernardo del Río se equivocó al emprender el viaje con tanta precipitación: la paz fue fugaz y la victoria una ilusión. No pudo imaginar que el propio Napoleón Bonaparte cruzaría la frontera al frente de sus mejores ejércitos y que Madrid se entregaría el 4 de diciembre. Quedó atrapado en el Madrid de

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Bonaparte hasta que en 1811 emprendió la huida y, atravesando tierras de España y Portugal, embarcó rumbo a Cádiz:

"en el año de 1811 [...] regreso desde Madrid a Cádiz, perseguido por el Gobierno intruso, que me buscaba por mi adhesión al Gobierno legítimo del Rey, y para preservar los papeles de mi comisión, y otros pertenecientes al Ministerio de Indias que reservadísimamente dejó encargado a mi custodia el ministro de dicho ramo, a quien afortunadamente los entregué en Cádiz, sin retribución alguna, después de haber atravesado España y Portugal con un criado fiel y antiguo, que vive en esta villa, llamado don Cristóbal Guerrero, sufriendo infinitos trabajos y desembolsos para librarme de los muchos e inminentes peligros en que me vi en pueblos y caminos tortuosos, huyendo siempre de los dichos, puesto que no podía venir a esta villa ocupada por los franceses como lo estaba casi toda España"200.

El Ayuntamiento había retomado el asunto del reparto del Campo de Matrera en varios cabildos celebrados durante la ocupación francesa201, pero la tierras continuaron sin repartir hasta que Bernardo del Río regresó en 1812, una vez evacuadas las tropas enemigas. Nuestro personaje, que se presentó con el nombramiento de jefe superior político de Palencia, aseguró que el acuerdo capitular de 6 de enero de 1807 había sido ratificado por el Consejo de Castilla, pero que la repentina invasión enemiga impidió la firma y libranza del despacho en 1808. Esta supuesta aprobación, más la precaria situación a que había quedado reducida la economía local durante la ocupación enemiga urgieron el reparto de las tierras comunales como remedio para impulsar la agricultura. Así se expresa el acta de 18 de octubre de 1812:

"En este Cabildo General convocado por la Justicia y Ayuntamiento con llamamiento expreso y antelación de días, sobre cuyo efecto han

200 Cuentas presentadas por Bernardo del Río el 20 de junio de 1818, insertas en AMV, Libro 48 de Actas Capitulares.

201 AMV, LAC, sesiones de 20/4/1811, 27/4/1811, 28/4/1811, 1/5/1811 y 20/5/1811.

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tenido todos muchas y anteriores conferencias públicas y privadas, se convino, que respecto que las tierras ganadas en el pleito seguido en la Chancillería de Granada contra la ciudad de Sevilla, son propias de los vecinos de esta villa por juro de heredad, conforme a la ejecutoria despachada, y posesión real corporal judicialmente tomada en veinte y cuatro de Diciembre de mil ochocientos seis. Que los mismos vecinos en cabildo abierto celebrado en seis de Enero de mil ochocientos siete acordó se hiciese entre ellos repartimiento en propiedad de las mismas tierras, cuyo acuerdo, con audiencia fiscal fue aprobado con otros por el Real Consejo de Castilla en Noviembre de mil ochocientos ocho, días anteriores a la invasión de los enemigos en la Corte, cuyo transtorno impidió las firmas y la libranza del correspondiente despacho. Y que los crecidos suministros que este patriótico vecindario ha prodigado a favor de nuestros ejércitos nacionales, partidas de guerrillas y justa causa, aun estando en medio de las bayonetas enemigas bajo su dominio, junto con la feroz inhumanidad de ellos lo han constituido en una ruinosa lamentable situación, así en lo material de la población, cuya mitad han demolido y reducido a escombros, como en lo formal de su agricultura, ganados y demás bienes que les han robado; razones por las cuales no se debe omitir efectuar el citado repartimiento, con que se reanimará la industria agrícola de esta villa casi paralizada, y recuperará algún tanto los destrozos padecidos, acuerda este Común de conformidad, nemine discrepante: Que en cumplimiento del Articulo Segundo de la Escritura de Carta Puebla de cuatro de Febrero de mil quinientos tres, que se manda observar en la Ejecutoria, se proceda al expresado reparto desde luego y sin demora [...]"202.

Antonio Cabral Chamorro ha estudiado el reparto de tierras comunales, que se hizo a finales de 1812 y principios de 1813 e indica que "prácticamente la totalidad de los vecinos de la villa obtuvieron su suerte", pero también subraya que no fue igualitario. Los vecinos fueron divididos en seis clases, según sus "labores y facultad", para el reparto de 16.708 fanegas

202 Testimonio de cabildo en AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 36.

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y el resultado fue que a doce vecinos de "méritos" que representaban el 2'5% de los agraciados les correspondió el 16% de la tierra repartida, mientras a los pegujaleros y braceros que representaban el 76% de los agraciados les correspondió el 56% de la tierra. Los labradores y personas de "mérito" que resultaron mejor agraciados en el reparto fueron Bernardo del Río (741 fanegas), Antonio Topete (307), José Topete (300), el marqués de las Amarillas (200), Antonia González (192), Francisco de Ferreras (140), Francisco Benítez (115), Vicente del Río (100), Juan Palomo (100), Francisco de Rete (100), Alejandro de las Cuevas (88) y José Pajarero (72); todos ellos eran ya de por sí sólidos labradores con tierras propias y en arrendamiento, a quienes los repartos vinieron a consolidar como los grandes propietarios burgueses de la localidad. Antonio Cabral señala asimismo que, aunque los repartos desigualitarios fueron "para escandalizarse si se quiere", la estructura de la propiedad fue seriamente alterada en favor de los grupos intermedios, de braceros y pegujaleros203.

Pero sea cual fuere el efecto del reparto de tierras para impulso de la

agricultura, muchos vecinos quedaron disconformes por considerarse

perjudicados. A principios de 1813 se denunció a la Comisión Superior

Política que lo primero que hizo Bernardo del Río cuando regresó a

Villamartín fue destituir el Ayuntamiento y nombrar uno a su medida,

maniobra para la que se valió de un farsante a quien hizo pasar por

comisionado especial y regio; y que fue este Ayuntamiento, actuando bajo su

dirección y al amparo de la también falsa aprobación dada por el Consejo de

Castilla al acuerdo capitular de 6 de enero de 1807, quien repartió las tierras.

Quienes se sintieron perjudicados en el reparto denunciaron así que la

operación carecía de base legal y que todo aquello no era sino una oscura

conspiración de Bernardo del Río y José Topete para despojar al Común de

las tierras que legalmente le pertenecían; una conjura en la que se consintió

203 A. CABRAL CHAMORRO: Propiedad comunal y repartos de tierras en Cádiz (Siglos XV-XIX), Cádiz 1995, págs. 200-205.

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la violencia, la falsificación de documentos y la impostura204. Fue el inicio de

un nuevo pleito que dividió y enfrentó a la población de Villamartín durante

décadas; no tan largo, pero sí tan ruidoso como el de Matrera. Comenzó así

una nueva etapa en la lucha por la tierra, que desde entonces se manifestó en

el litigio entre los partidarios y detractores del reparto de 1812; polémico

repartimiento que acaso no hubiera tenido efecto en una situación de

normalidad, sin las excepcionales condiciones creadas por la ocupación

francesa y Guerra de la Independencia.

204 A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., págs. 109-116; F. ROMERO ROMERO: "Bernardo de los Ríos y el polémico repartimiento del Campo de Matrera", en Villamartín. Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1995), págs. 125-139. Desde luego no creemos que fuese un impostor el comisionado regio Ángel Martínez del Pozo, lo que no excluye una actuación arbitraria al servicio de los propósitos de Bernardo del Río.

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Anexo I

Compañía de Urbanos de Villamartín (1809) Capitán comandante: Cristóbal de Reina Muñoz Teniente 2º comandante: Pedro Saavedra Alférez: José de las Cuevas Armario Sargentos: Mateo Moreno Guzmán

José Pérez de la Vega Cabos: Salvador Barea

Diego Rubiales

Milicianos de caballería: Juan Álvarez Pérez Francisco Armario Castro Mateo de la Calle Juan Camacho Francisco Cortés y Castro Alonso Chacón Pedro Frutoso Vicente Ramón García José Gil Sebastián Gil José Gutiérrez Sebastián de Morales José Moreno

Juan Palomo Juan de Peña Alonso Pérez González Juan Pérez del Río Francisco de Retes (menor) Viente del Río Francisco Rodríguez Benítez José Romero Diego Sánchez Infante Francisco Tenorio Nicolás Trujillo Isidoro de la Vega Antonio Zúñiga

Milicianos de infantería: Antonio Alfalla Mariano Bermejo Martín Bonilla Antonio Camacho Juan Cardoso Juan Antonio Casanueva

Fernando Clavijo Francisco Conejo Francisco Contreras Francisco Delgado Francisco Díaz Carrasco Francisco de Paula Holgado

Juan Díaz Montánchez Francisco Javier Domínguez

Miguel Enríquez Bartolomé García

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Sebastián García Salvador González Pedro Guzmán Reina Antonio Holgado Martín Labrador Antonio Lobo (menor) Pedro Maldonado Pablo Moreno Juan Nadales Antonio Pérez (menor)

Eusebio Pérez Fernando Ponce Cristóbal de Rete Pablo de Rete Serrano Pablo Sánchez Pedro Tinajero Ortega Santiago del Valle José de la Vega Rodrigo Ventura

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Anexo II

Milicia Honrada de Villamartín (1809)

Vecinos de Villamartín hábiles para el servicio en la Milicia Honrada, con expresión de los presentados voluntarios hasta el 2 de julio de 1809, fecha de declaración de habilidad de los no voluntarios y, en su caso, fecha de exención. Capitán: José Topete Jiménez 2/7/1809 voluntario Teniente: Pedro Saavedra 2/7/1809 voluntario Subteniente: Pedro Zapata del Mármol 2/7/1809 voluntario Sargento primero: Antonio Preen y Silva 29/10/1809 Sargentos segundos: Mateo Moreno Guzmán 2/7/1809 voluntario

Salvador Barea 2/7/1809 voluntario Cabos primeros: Isidoro de la Vega 2/7/1809 voluntario

Vicente Cardoso 29/10/1809 Francisco Ramos 2/7/1809 voluntario Antonio Hormigo Saavedra 2/7/1809 voluntario

Cabos segundos: Luis Íñigo 2/7/1809 voluntario Antonio de Vega Camacho 2/7/1809 voluntario Juan Conejo 29/10/1809 Antonio Holgado 2/7/1809 voluntario

Milicianos: Francisco Acosta 2/7/1809 Juan Álvarez Lavado 2/7/1809 Francisco Armario 2/7/1809 Pedro Armario 2/7/1809 Clemente Astudillo 2/7/1809 voluntario Cristóbal Barea 2/7/1809, exento el 29/10/1809 Pedro Barea 29/10/1809 Francisco Benítez Cortés 2/7/1809 voluntario Francisco Blanco 29/10/1809 Diego Calvillo 2/7/1809, exento el 29/10/1809

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Bartolomé Calzado 2/7/1809 voluntario Francisco Contreras 2/7/1809 voluntario Francisco Cortés y Castro 2/7/1809 voluntario Alejandro de las Cuevas 2/7/1809 voluntario Alejandro de las Cuevas (menor) 3/11/1809 Alonso Chacón 2/7/1809 voluntario Fernando Díaz 3/11/1809 Francisco Díaz Carrasco 2/7/1809, exento el 3/11/1809 Juan Díaz Montánchez 2/7/1809 Juan Doblas 2/7/1809 Antonio Domínguez Alfalla 2/7/1809 voluntario José Domínguez Zapata 2/7/1809 voluntario Pedro Domínguez Zapata 3/11/1809 Vicente Ramón García 2/7/1809 voluntario Luis Fernández 2/7/1809, exento el 29/10/1809 Luis Fernández (¿duplicado?) 3/11/1809 Manuel Fernández 3/11/1809 Pedro Frutoso 2/7/1909 José Gil 2/7/1809 Francisco Gil 29/10/1809 Sebastián Gil Castaño 2/7/1809 voluntario José Gutiérrez 2/7/1809 voluntario Pedro Guzmán 2/7/1809 voluntario Francisco de Paula Holgado 2/7/1809 voluntario Juan Holgado Moreno 2/7/1809 Juan Holgado (¿duplicado?) 3/11/1809 Antonio Jarén 3/11/1809 José Jiménez Pajarero 2/7/1809 voluntario Francisco Lavado 3/11/1809 Juan Lobo 2/7/1809 voluntario Juan Maldonado (menor) 3/11/1809 Gaspar Manzano 29/10/1809 Pedro Márquez 3/11/1809 Blas Martínez 2/7/1809, exento el 29/10/1809 Diego Martínez 3/11/1809 Francisco Mariano Moreno 2/7/1809 voluntario Francisco Maside 2/7/1809 voluntario

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Francisco Méndez 2/7/1809 Francisco Méndez (¿duplicado?) 3/11/1809 Francisco de Montes 2/7/1809 Juan de Molina 2/7/1809 Sebastián de Morales 2/7/1809 voluntario Esteban Moreno 29/10/1809 Fernando Lucas Moreno 29/10/1809, exento el 26/11/1809 José Moreno 2/7/1809 voluntario [Juan] Moreno 3/11/1809 Diego Orozco 3/11/1809, exento el 26/11/1809 Juan Orozco 3/11/1809 Juan Palomo 2/7/1809 Francisco Parrado 29/10/1809 Cristóbal de Peña 29/10/1809 Juan de Peña 2/7/1809 voluntario Tomás Pérez 2/7/1809 Alonso Pérez González 2/7/1809 voluntario Antonio Pérez Reina 2/7/1809 voluntario José Pérez Vázquez 2/7/1809 voluntario José Pérez de la Vega 2/7/1809 voluntario Diego Pineda 2/7/1809; exento el 3/11/1809

26/11/1809, voluntario Francisco Portillo 2/7/1809 Andrés Ramírez 3/11/1809 Alonso Ramos 2/7/1809 voluntario; exento 29/10/1809 Andrés de Rete 3/11/1809 Cristóbal de Rete 2/7/1809 Francisco de Rete Sánchez 2/7/1809 voluntario Pedro de Reyes Manzano 3/11/1809 Bernardo del Río 29/10/1809, ausente Martín del Río 2/7/1809 voluntario Vicente del Río 2/7/1809 voluntario Patricio Rodríguez 2/7/1809 voluntario Francisco Rodríguez Benítez 2/7/1809 voluntario José Romero 2/7/1809 voluntario Juan Romero 2/7/1809 Diego Rubiales 2/7/1809

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Alejandro Ruiz 2/7/1809 voluntario Francisco Ruo [?] 2/7/1809 Cristóbal Sánchez (menor) 3/11/1809 Diego Sánchez Infante 2/7/1809 voluntario Francisco de Soria 29/10/1809 Pedro Soriano 3/11/1809 Manuel Taboada y Ulloa 2/7/1809 voluntario Francisco Tenorio 2/7/1809 Juan Tinajero 29/10/1809 Pedro Tinajero Ortega 2/7/1809 Antonio Topete 2/7/1809 voluntario, ¿exento? José Topete Manzano 2/7/1809 voluntario Nicolás Trujillo 2/7/1809 voluntario José de la Vega 2/7/1809, exento el 29/10/1809 Salvador de Vega 2/7/1809 Rodrigo Ventura 2/7/1809 Andrés de Zúñiga 2/7/1809 voluntario Antonio Zúñiga 2/7/1809 voluntario FUENTE: AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 3; LAC, sesiones de 3/11/1809 y 26/11/1809.

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Anexo III

Relación (incompleta) de vecinos de Villamartín que sirvieron en el ejército

durante la Guerra de la Independencia, con expresión del año de alistamiento y

cuerpos donde sirvieron.

NOMBRE Y APELLIDOS ALIST. CUERPO / OBSERVACIONES José Acevedo ? Miguel Enríquez Alpiste 1811 Regimiento de África Juan Barea 1811 Regimiento de Ciudad Real José María Barranco 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Juan Benítez 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Miguel Benítez Villar 1809 Luis Benítez ? Juan Camacho 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Francisco Cardoso 1811 Fallecido en la Isla de León Pedro Casanueva 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Juan Casildo Romero 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Cristóbal Castaño 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Francisco Cortés Vázquez 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Alejandro de las Cuevas Armario ? Colegio de Cadetes de la Isla Juan Chacón Tinajo 1811 Batallón de Tiradores de Doyle. Licenciado por mutilado Andrés Domínguez 1809 José Domínguez Chinchilla 1811 Licenciado por mutilado Juan Domínguez León 1811 Diego Chinchilla Domínguez 1811 2º Regimiento de Jaén Manuel Díaz Porrazos 1811 Fallecido Miguel Díaz Montánchez 1811 2º Regimiento de Jaén José Domínguez Guzmán ? En el Depósito de la Isla de León en 1813 José Domínguez Zapata 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Juan Domínguez León 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Juan Domínguez Carvajal ? Licenciado por mutilado José Estrada 1811 2º Regimiento de Jaén Antonio Fernández Marqués 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Andrés Frutoso 1811 Licenciado por mutilado Lucas García 1811 2º Regimiento de Jaén Juan García Muñoz 1811 2º Regimiento de Jaén Juan García Vázquez 1811 Batallón de Tiradores de Doyle

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José García Peluca 1811 Antonio Ginés 1811 Licenciado por mutilado Alejo González 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 José González Ávila 1809 Antonio González Sánchez 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Sebastián Narciso Jaime 1811 Depósito de la Isla de León en 1813 José Jiménez ¿1811? Regimiento de Navarra Juan Jiménez 1811 Regimiento de Caballería de Montesa Antonio Lobo 1809 Francisco Leal 1811 Licenciado por mutilado Juan López 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Pedro de Luna 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Pedro Llanete ? Antonio Maldonado 1811 Depósito de la Isla de León en 1813 Juan Maldonado 1809 Andrés Marín 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española José Mateo Garrido 1811 2º Regimiento de Jaén.

En el depósito de la Isla de León en 1813 Carlos Manzano ? 2º Regimiento de Infantería de Irlanda.

Mutilado de guerra Gaspar Manzano 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Juan Marchán 1811 Fallecido Francisco Márquez ? José Márquez 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Lorenzo Márquez 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Miguel Márquez ? Andrés Méndez Sánchez 1811 Licenciado por mutilado Francisco Méndez de Luna 1811 Licenciado por mutilado Alonso Mendoza y Loza 1809 Antonio de Montes Cabrera 1809 Licenciado por Begines Cristóbal de Montes 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Juan Antonio de Montes 1811 Regimiento de Marina José Simón de Montes 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Miguel Naranjo 1811 José Palomo 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Agustín Panal 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Nicolás Pérez 1811 2º Regimiento de Jaén Juan Pérez Maldonado 1811 Fallecido en la Isla de León Francisco Pérez Panduro 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Domingo Pérez Providencia ? Juan Pérez Serrano 1811 Batallón de Tiradores de Doyle José Pérez Vázquez 1811 2º Regimiento de Jaén

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Diego Pineda 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Manuel del Puerto 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Cristóbal Ramírez Lozano ? Francisco de Rete Méndez ? Francisco de Rete Peña 1811 Regimiento de Ciudad Real Juan de Reyes 1811 2º Regimiento de Jaén José Rodríguez Redondo 1811 Salvador Rodríguez 1811 2º Regimiento de Jaén Pedro Rodríguez Muelas ? Fallecido en la Isla de Léon Francisco Rodríguez Sánchez 1811 Regimiento de Voluntarios de Madrid José Sánchez Hermoso 1811 Regimiento de Ciudad Real Domingo Sánchez 1811 Batallón de Tiradores de Doyle Isidro Sánchez 1809 Juan Segundo de Mora 1809 José Sucilla Márquez 1811 Regimiento de Zamora Miguel Tamayo Pérez 1811 Andrés de Toro 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Pedro de Toro 1811 En el Depósito de la Isla de León en 1813 Andrés Vázquez 1809 Juan Vázquez 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Francisco Vázquez ? Regimiento de Voluntarios de Madrid José Velasco ? Regimiento de Voluntarios de Ubrique Pedro Zambrano 1811 Regimiento de Guardias de Infantería Española Fernando Zepeda 1811 2º Regimiento de Jaén

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Anexo IV

Propietarios de ganado yeguar en Villamartín, con expresión del

número de cabezas de ganado que poseen (1808-1812).

1808 1809 1812(a) 1812(b) Juan Alvarez Pérez - - 9 7 Marqués de las Amarillas 37 34 - - Pedro Armario 12 14 4 3 Francisco Benítez 8 9 12 15 Antonio Camacho - - 2 6 Francisco Cortés 1 - - - Francisco Cortés Chaparro 1 - - - Alejandro de las Cuevas 30 23 19 14 José de las Cuevas - 5 - - Alonso Chacón 8 7 5 4 Antonio Domínguez 3 4 2 - Francisco de Ferreras 24 25 19 - Pedro Frutoso 1 - - - José Gago 6 8 - - Antonio Gandul 1 - - - Vicente García - 7 - - Sebastián Gil Castaño 8 8 8 8 Francisco Gil del Pozo - - 1 - Francisco Gil Romero 10 9 - - Pedro Giraldo - - 6 - Antonia Glez. / V. del Río 52 55 50 29 Antonio Gutiérrez 7 - - - José Gutiérrez 5 5 3 3 Francisco de Paula Holgado 1 - - - Antonio Hormigo - - - 2 José Infante 10 11 - - José Jiménez Pajarero 9 7 11 25 Juan Lavado 6 6 - - Francisco Macides 1 - - - Juan Maldonado 6 6 - - Pedro Manzano 7 6 - - Blas Martínez 1 - - - Juan de Molina 6 5 - -

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Sebastián de Morales 16 16 14 7 José Moreno 4 2 - - María Moreno 8 3 - - Mateo Moreno - 6 8 7 Ana Navarro 5 - - - Juan Palomo Burguillos 14 15 14 19 Antonio Pascual - 9 - - Juan Pascual Argamasilla 7 - - - José Pérez de la Vega - - 1 - Francisco Portillo - - 2 - Andrés Ramírez - - 1 - Francisco Ramos Mérida - 6 5 - Cristóbal de Reina 1 - - - Cristóbal de Rete - - 1 - Francisco de Rete 16 18 11 9 Pedro del Río 1 - - - Fco. Rodríguez y Hno. 3 4 3 3 Patricio Rodríguez 2 2 3 - José Romero García 9 10 - - Juan Romero 1 - - - Diego Sánchez Infante 11 10 - - Pablo Sánchez 1 - - - Ana María Serrano - - 12 8 Ana María Topete - - 4 3 Antonio Topete 39 34 33 28 José Topete Jiménez 27 23 26 23 Nicolás Trujillo 4 4 7 7 Isidoro de la Vega - 8 1 - Andrés de Zúñiga - 5 2 4 Antonio de Zúñiga - - 1 - Convento de Concepcionistas 1 - - - Convento de San Francisco 1 - - - 1808: AMV, leg. nº 94 (año 1808) docs. nº 1 y 2.

1809: AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 2.

1812 (a): AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3.

1812 (b): AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5.

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Anexo V Propietarios afectados por requisas y robos de ganado yeguar en Villamartín durante la Guerra de la Independencia, con expresión del número de animales requisados y robados (1808-1812)

A B C D E F G H I J K L M T Juan Álvarez - - - - - - - - - - 1 1 - 2 Marqués de las Amarillas 2 2 - 3 1 - - - - - - - - 8 Pedro Armario - - - - - 4 - - - - - 1 - 5 Francisco Benítez - - - - - 3 - - - - 1 - - 4 Alejandro de las Cuevas - - - - 2 3 1 2 1 1 4 1 1 16 Alonso Chacón - - - - - - - - - - - 1 1 2 Antonio Domínguez - - - - - 1 - - - - - - - 1 Francisco de Ferreras - - - 2 - 11 5 - - - 2 1 - 21 Pedro Frutoso - - 1 - - - - - - - - - - 1 José Simón Gago - - - - - - - - - 1 - - - 1 Antonio Gandul 1 1 - - - - - - - - - - - 2 Vicente García - 1 1 - - 1 - - - - - - - 3 Francisco Gil - - - - 1 1 1 - - - - - - 3 Sebastián Gil - - - - - - - - - 2 1 1 - 4 Antonia González 1 - 2 2 1 8 2 - - 2 - - 1 19 José Infante - - - - - 1 - - - - - - - 1 José Jiménez Pajarero - 1 - - 2 2 1 - - - - - 1 7 Juan Lavado - - - - - 1 - - - - - - - 1 Juan Maldonado - - 1 1 - 2 - - - - - - - 4 María Moreno - - 1 - 1 1 - - - - - - - 3 José Moreno - 1 - - - - 1 - - - - - - 2 Juan Palomo Burguillos 1 1 - 1 - 2 - - - - 1 1 - 7 Antonio Pascual - - - - 1 - 1 - - - - - - 2 Alonso Pérez - - - - - - - - - - - - 1 1 Francisco Portillo - - - - - - - - - - - 1 - 1 José Ramos García - - - - - - 1 - - - - - - 1 Francisco de Retes 1 - - - 1 4 - - - - - 1 - 7 Vicente del Río - 1 1 - - 6 - - - - - 1 - 9 Patricio Rodríguez - - - - - - - - - 1 - - - 1 Pedro Saavedra - - - - - - - - - - - 1 - 1 Diego Sánchez Infante - - - - - 4 1 - - - - - - 5 Ana María Topete - - - - - - - - - 1 1 - - 2 Antonio Topete - 2 1 - 1 19 2 1 - 1 1 1 - 29 José Topete - 2 1 - - 4 - - - - 1 1 - 9 Nicolás Trujillo - - - - - - - - - - - 1 - 1 Convento de Franciscanos - 1 - - - - - - - - - - - 1 Sin determinar - - - - - - - - 2 - - - - 2 TOTAL 6 13 9 9 11 78 16 3 3 9 13 14 5 189

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A: Requisa de julio de 1808.

B: Requisa de noviembre de 1808.

C: Requisa de febrero de 1809.

D: Potros domados y embargados en 1809.

E: Caballos requisados por el ejército español en fecha no determinada.

F: Caballos robados según registro general de 1809.

G: Requisados por el Ejército Imperial según registro general de 1809.

H: Remonta del 5º Regimiento de Cazadores en abril de1811.

I: Remonta del 2º Regimiento de Dragones en 1811.

J: Yeguas y potros requisados por el coronel Bonnemains en agosto de 1811.

K: Extraídos por el 27º de Cazadores en mayo de1812.

L: Requisa general en septiembre de 1812.

M: Requisa general en diciembre de 1812.

T: Total.

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SIGLAS Y ABREVIATURAS AIPV: Archivo de la Iglesia Parroquial de Villamartín AMV: Archivo Municipal de Villamartín doc./ docs.: documento / documentos LAC: Libros de Actas Capitulares leg. / legs.: legajo / legajos mrv. / mrvs.: maravedí / maravedís r. / rs.: real / reales de vellón