Habitar Fuera Del Centro - Brandariz

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Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray HABITAR FUERA DEL CENTRO: QUINTAS, CASERONES Y VILLAS (LA ILUSIÓN DEL VERDE) Gustavo A. Brandariz Abriendo puertas a la tierra Buenos Aires, ciudad joven, posee, sin embargo una riqueza y una complejidad poco frecuentes. La conurbación es tan extendida y diversa que en vez de una ciudad podríamos hablar de cien ciudades, a veces parecidas y otras tantas distintas. Existe, es cierto, un "imaginario" típico del habitar en Buenos Aires. Pero también –y ese es nuestro tema en este momento- un "imaginario" de otra forma de habitar que no es la del centro de la ciudad; es el de vivir "fuera" del centro, y no por casualidad. El 11 de junio de 1580 Juan de Garay fundó definitivamente la Ciudad de Buenos Aires. Desembarcó en el sitio elegido, izó el pendón de Castilla, plantó el rollo de la justicia y labró el Acta de Fundación. La ciudad nacía con un sentido y una misión: sería puerta y puerto del país. Tendría una razón geopolítica a escala atlántica, sudamericana y a la vez austral. En el punto geométrico en que Garay marcó el nacimiento de la ciudad, nacería también un proyecto urbano que atravesaría los siglos. Un proyecto con centro, periferia, campos, rutas y puerto. En síntesis, Buenos Aires nacía con una razón y una morfología, pero también con un ideal: habitar y gobernar, pero habitar con cierta calidad. Es una de las claves de su identidad. En 1580, luego de más de diez días de exploración de la costa para elegir el mejor sitio para el emplazamiento, Garay dispuso la traza de la futura ciudad. Rectángulo cósmico paralelo a la costa del Río de la Plata y orientado según los puntos cardinales cumpliendo con las disposiciones legales españolas para fundación de ciudades en Indias. El damero tiene 16 manzanas de frente y nueve de profundidad y alrededor se extiende el ejido. Por fuera, a 45º con respecto a la traza urbana, las chacras son bandas paralelas que, a partir de un escaso frente sobre la cresta de la barranca, se extienden hacia el interior alejándose hasta alcanzar la profundidad de una legua. Así, desde el plano al terreno, la ciudad nació con un diseño geométrico básico. Pero también allí hay un sentido higiénico. ¿No sostenía ya Aristóteles en su "Política", que entre las cosas que deben tenerse en cuenta para fundar una ciudad, "la primera y más importante es la salubridad"? Las chacras de las afueras El crecimiento de la ciudad fue muy lento durante sus primeros dos siglos de vida: pocos habitantes, pocos edificios, pocas manzanas realmente ocupadas. Durante doscientos años la traza de Garay parecía excesivamente ambiciosa para un enclave condenado a vegetar sin esperanza, limitado su puerto al cabotaje, por decisión tozuda de los intereses monopolistas centrados en el Virreinato del Perú. Buenos Aires era tan pequeña que el centro y el resto de la ciudad apenas se diferenciaban. Fuera del "centro", las construcciones se hallaban muy espaciadas. Desde muy temprano, la zona rural que empezaba en la actual Plaza San Martín y se desplegaba hacia el noroeste, se conoció como "El Pago de la Costa". 1

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray HABITAR FUERA DEL CENTRO: QUINTAS, CASERONES Y VILLAS (LA ILUSIN DEL VERDE) Gustavo A. Brandariz Abriendo puertas a la tierra Buenos Aires, ciudad joven, posee, sin embargo una riqueza y una complejidad poco frecuentes. La conurbacin es tan extendida y diversa que en vez de una ciudad podramos hablar de cien ciudades, a veces parecidas y otras tantas distintas. Existe, es cierto, un "imaginario" tpico del habitar en Buenos Aires. Pero tambin y ese es nuestro tema en este momento- un "imaginario" de otra forma de habitar que no es la del centro de la ciudad; es el de vivir "fuera" del centro, y no por casualidad. El 11 de junio de 1580 Juan de Garay fund definitivamente la Ciudad de Buenos Aires. Desembarc en el sitio elegido, iz el pendn de Castilla, plant el rollo de la justicia y labr el Acta de Fundacin. La ciudad naca con un sentido y una misin: sera puerta y puerto del pas. Tendra una razn geopoltica a escala atlntica, sudamericana y a la vez austral. En el punto geomtrico en que Garay marc el nacimiento de la ciudad, nacera tambin un proyecto urbano que atravesara los siglos. Un proyecto con centro, periferia, campos, rutas y puerto. En sntesis, Buenos Aires naca con una razn y una morfologa, pero tambin con un ideal: habitar y gobernar, pero habitar con cierta calidad. Es una de las claves de su identidad. En 1580, luego de ms de diez das de exploracin de la costa para elegir el mejor sitio para el emplazamiento, Garay dispuso la traza de la futura ciudad. Rectngulo csmico paralelo a la costa del Ro de la Plata y orientado segn los puntos cardinales cumpliendo con las disposiciones legales espaolas para fundacin de ciudades en Indias. El damero tiene 16 manzanas de frente y nueve de profundidad y alrededor se extiende el ejido. Por fuera, a 45 con respecto a la traza urbana, las chacras son bandas paralelas que, a partir de un escaso frente sobre la cresta de la barranca, se extienden hacia el interior alejndose hasta alcanzar la profundidad de una legua. As, desde el plano al terreno, la ciudad naci con un diseo geomtrico bsico. Pero tambin all hay un sentido higinico. No sostena ya Aristteles en su "Poltica", que entre las cosas que deben tenerse en cuenta para fundar una ciudad, "la primera y ms importante es la salubridad"? Las chacras de las afueras El crecimiento de la ciudad fue muy lento durante sus primeros dos siglos de vida: pocos habitantes, pocos edificios, pocas manzanas realmente ocupadas. Durante doscientos aos la traza de Garay pareca excesivamente ambiciosa para un enclave condenado a vegetar sin esperanza, limitado su puerto al cabotaje, por decisin tozuda de los intereses monopolistas centrados en el Virreinato del Per. Buenos Aires era tan pequea que el centro y el resto de la ciudad apenas se diferenciaban. Fuera del "centro", las construcciones se hallaban muy espaciadas. Desde muy temprano, la zona rural que empezaba en la actual Plaza San Martn y se desplegaba hacia el noroeste, se conoci como "El Pago de la Costa".

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    En el reparto de tierras que hizo Garay, las chacras del Pago tenan entre 300 y 500 varas de frente y una legua de profundidad. En tiempos del Virreinato, la zona era la despensa de la Ciudad, por que la abasteca de trigo, verduras, fruta y madera para la construccin y para lea. Una de aquellas chacras puede darnos una idea de las historias de aquellas propiedades rurales. En 1764 don Jos de Olivares adquiere una chacra de 200 varas de frente y una legua de fondo en el Pago de la Costa, en San Isidro. Veinte aos despus, la vende a un comerciante de Buenos Aires, nacido en Granada: Cecilio Snchez de Velazco, quien administra la fortuna heredada por su esposa y pasa a integrar el ncleo dirigente de la actividad econmica y poltica portea1. En esa familia nace en 1786 Mariquita Snchez de Thompson, notabilsima dama patricia. La familia viva en una casa de patios grande y lujosa del centro de Buenos Aires, en la actual calle Florida al 200. Fue all en donde Mariquita Snchez rein en su Saln y cultiv la amistad de los prceres de la Independencia, de Rivadavia y de la generacin romntica de 18372. Adems de la casa de la calle Florida, los Snchez de Velazco posean muchas propiedades, incluso aquella en donde trabajaba la Logia Lautaro de San Martn. Pero como residencias propias, la familia usaba la casa del centro, una quinta en la zona de la Recoleta, y la Chacra de San Isidro, llamada "Los Ombes". Como todas estas chacras, Los Ombes llegaba hasta la barranca y, entre el ro y la barranca, "el bajo" era pblico. En los hechos, all se haca puerto y ese puerto sanisidrense durante muchos aos se conoci como "Puerto Snchez". All desembarcaron las tropas de Liniers, amigo de la familia, que venan a reconquistar Buenos Aires, ocupada por la invasin inglesa. Tambin all lleg el primer barco a vapor. Cuenta Mara Senz Quesada que "entusiasta de las novedades del arte y de la tcnica, el nombre de Mariquita se vincula con el primer viaje a vapor de Buenos Aires a San Isidro, que tuvo lugar el 13 de noviembre de 1825". Subieron a bordo del "Druid", Rivadavia, Balcarce, Miguel Belgrano, el almirante Brown y unos cuantos residentes ingleses. La embarcacin zarp a las once de la maana, se detuvo cuatro horas en San Isidro, y volvi a las nueve de la noche de ese da luminoso. Mariquita Snchez fue uno de los 40 pasajeros. Si bien la chacra era una propiedad rural, tambin era una residencia temporaria de la familia y de huspedes... especialmente por motivos polticos. Ms all de tales ocasiones, la chacra era, habitualmente, un lugar de descanso: vida placentera en plena naturaleza, escenario de cabalgatas, caceras de patos y animadas tertulias estivales. La larga vida de Mariquita fue deslumbrante y sin embargo triste. Criada en un ambiente barroco virreinal, abraz el Iluminismo y fue hospitalaria y madrina de la juventud romntica de Buenos Aires. Con los aos, su fortuna, que pareca invulnerable, fue menguando. En 1828, mucho antes de su fallecimiento, Mariquita tuvo que vender Los Ombes, pero jams olvid sus das en la chacra. Y no era para menos: al fin y al cabo, las chacras eran los insustituibles escapes desde el centro hacia el ambiente natural.

    1 Senz Quesada, Mara. Mariquita Snchez. Vida poltica y sentimental. Buenos Aires, Sudamericana, 1995. 2 Loudet, Osvaldo. Figuras prximas y lejanas, al margen de la historia. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1970.

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    All por las quintas De a poco, las chacras se hicieron quintas. La historia del Pago de la Costa nos revela la gradual transformacin de aquellas chacras rurales en buclicas y risueas "quintas". Las quintas - escribe Bonifacio del Carril3 - fueron desde antiguo un lugar de descanso y veraneo de los habitantes de Buenos Aires". Estuvieron situadas en las afueras de la ciudad, cerca del Parque Lezama y en Barracas, al Sur; sobre la calle Callao, hacia el oeste; y en la barranca del ro, desde el Retiro hasta ms all de la Recoleta, en el norte. "A medida que la ciudad fue creciendo se fueron formando nuevas quintas en los pueblos cercanos que rodearon a Buenos Aires. En general, tenan una gran casa, con rboles frutales y de sombra Sigamos en el tiempo la evolucin de la chacra de Mariquita Snchez de Thompson en San Isidro: En 1828, Rosa Azcunaga de Santa Coloma compr Los Ombes a Mariquita; en 1867, la chacra pasa a manos de Pascuala Belustegui de Arana; desde 1872, ya transformada en "quinta", Los Ombes pasa a ser propiedad del Dr. Eduardo Lahitte. Finalmente es comprada por el Dr. Cosme Beccar y su seora, Mara Varela descendiente de Florencio Varela-, quedando en propiedad de la familia Beccar Varela hasta el ao 2005, en que el Dr. Horacio Beccar Varela la lega a la Municipalidad de San Isidro, en perfecto estado de conservacin, y all se establece el Museo, Biblioteca y Archivo Histrico Municipal. Los Ombes, chacra y luego quinta de memorable pasado, el solar que inspir a Manuel Mujica Linez para escribir su libro "Aqu vivieron" (1949), es hoy Monumento Histrico Nacional. Pero muy pocas de las antiguas quintas tuvieron esa fortuna. Quedan hoy escasos rastros de las que fueron grandes zonas de quintas, como Belgrano, Flores, Barracas, Olivos, San Fernando o Temperley. Las quintas han desaparecido del paisaje de Buenos Aires y han desaparecido tambin, en gran parte, de la memoria colectiva. Sin embargo, durante muchos aos, fueron la caracterstica del paisaje de la ciudad, especialmente en la costa y en la zona suburbana. Los caserones Cmo era la arquitectura de aquella Buenos Aires pequea y rodeada de quintas? El centro posea edificios tpicamente urbanos, como los de las ciudades europeas. En el campo, ms all de los pocos cascos de estancias, los edificios ms numerosos eran ranchos. Las quintas tenan edificios europeos y ranchos. Pero haba otro tipo de edificio, muy escaso pero significativo por su tamao: el casern, una suerte de mansin, con numerosas habitaciones y poco pretensiosa arquitectura. Un ejemplo de casernes el que estuvo en terrenos de la actual Plaza San Martn y que se conoca como el "Casern del Retiro". Su historia es ms complicada que la de las quintas risueas: una de aquellas historias que sera preferible no tener que contar. El edificio databa de los tiempos de la Colonia, cuando era Gobernador Agustn de Robles. Fu l quien lo haba edificado. Pero el inmueble estaba a nombre de Miguel de Riglos, hombre de negocios vinculado al monopolio comercial establecido por las polticas del

    3 Del Carril, Bonifacio; Aguirre Saravia, Anbal G. Iconografa de Buenos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1982.

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    absolutismo monrquico. A la llegada del nuevo Gobernador, en 1691, Riglos se convirti en uno de los empresarios y financistas cercanos al poder. "Era momento de grandes negocios", escribe Hebe Clementi4, pero, como anota Bonifacio Del Carril5, "las Leyes de Indias prohiban a los gobernadores la adquisicin de bienes races en el territorio sometido a su mando". A lo que agrega con irona: "claro es que esto no detuvo a don Agustn. Las Leyes de Indias no decan nada sobre los amigos de los gobernadores". El Casern del Retiro era enorme. Poco despus, el edificio se encontr con su destino: fue alquilado a la Real Compaa de Guinea, como asiento para el negocio de la "trata de negros" y fue en Buenos Aires el lugar de concentracin de esclavos, hasta su demolicin. El otro famoso "casern" suburbano de aquel Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX fue "San Benito de Palermo". Residencia familiar, casco de una explotacin rural iniciada en 1838 y asiento del poder del gobernador Juan Manuel de Rosas, ocup un papel singular en la vida poltica y social de su tiempo y su memoria qued fijada en las telas de Len Pallire y de Eduardo Svori, en obras literarias como la novela "Amalia" de Jos Mrmol, la crnica de Domingo F. Sarmiento sobre la "Campaa en el Ejrcito Grande" y los relatos de Lucio V. Mansilla incluidos en "Los siete platos de arroz con leche"6. Cada uno de estos caserones tiene su historia particular. Pero no traducen un modo definido de vivir fuera del centro. El Casern puede ser urbano, suburbano o rural, pero no es un escape hacia la naturaleza: su arquitectura es introvertida, indiferente al medio y favorece un modo de vida reconcentrado en s mismo y no interactivo con el paisaje, aunque est rodeado de jardines. De estos grandes caserones, no queda en Buenos Aires ms que la memoria y algunas imgenes: han desaparecido hace ya ms de un siglo. La ciudad pintoresca Hacia 1820, la vieja Buenos Aires colonial vio surgir una nueva Buenos Aires, pintoresca y sorprendentemente britnica, de la cual tampoco nos queda casi nada ms que el recuerdo. No era un hecho inexplicable. "La moda del jardn "natural" escribe Rafael Alberto Arrieta7 fue una manifestacin de anglofilia en la Francia de Luis XV. El propietario parisiense intent transformar el fondo exiguo de su casa en parque diverso y agreste. Despus, en das de Luis XVI, el amor a la naturaleza convirti al parisiense, que la adoraba desde su patio, en un lector apasionado de los tudes de la nature de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre. Lo que cuenta Arrieta nos devuelve a nuestro pas:

    4 Clementi, Hebe. El Retiro, como vestigio y como memoria. En: Barela, Liliana (Editor responsable). Retiro, testigo de la diversidad. Buenos Aires, Instituto Histrico de la Ciudad de Buenos Aires, 1998. 5 Del Carril, Bonifacio. Breve historia de la plaza San Martn. La trata de negros en El Retiro. En: La Nacin, Buenos Aires, 17 de marzo de 1988. 6 Mansilla, Lucio V. Los siete platos de arroz con leche y otras charlas. Buenos Aires, Eudeba, 1972. 7 Arrieta, Rafael Alberto. La ciudad y los libros. Buenos Aires, Librera del Colegio, 1955.

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    "Mariano Moreno, joven abogado porteo, se alejaba de la ciudad todos los das festivos y se iba a descansar al campo. La excursin no exceda de tres o cuatro leguas. Aunque lo acompaase algn amigo, llevaba, para "contemplar mejor las bellezas de la campaa", los famosos estudios de Saint-Pierre, "a cuya lectura se entregaba con deleite a la sombra de un rbol, a la vista del ro o en el corredor de alguna casa humilde, en que pasaba el da". Producida la Revolucin de Mayo, Mariano Moreno, tuvo que dejar la lectura por placer para empearse en los asuntos de Estado. Sin embargo, restando horas al descanso, continu su labor intelectual, escribiendo un Prlogo al Contrato Social de Rousseau, libro que consideraba de importancia para la formacin de la juventud americana. Rousseau era un pensador trascendente para el nuevo espritu democrtico, pero tambin era el autor de "Emilio", de cuyas pginas novelescas surga una nueva mirada hacia el hombre y la naturaleza. Tan corta fue la fecunda vida de Moreno, que no lleg a plasmar en hechos aquel formidable pasaje del Iluminismo al Romanticismo, pero estos datos de su vida nos demuestran la velocidad con que las ideas pasaron del artificioso jardn rococ al sentimiento de la naturaleza, poco despus. Si el iluminista Moreno lea a Bernardin de Saint-Pierre, el tambin iluminista Manuel Belgrano estudiaba las ideas fisiocrticas de Quesnay y el pensamiento de Jovellanos8. El economista fisicrata ha ido a buscar en el virgilianismo de sus ancestros genoveses la autoridad para construir una utopa social progresista e higienista, como modo de presentar las virtudes de la agricultura y de la vida en el campo. La ciudad ser el mercado, pero la salud y la felicidad son propias del vivir afuera de la ciudad. Es razonable pensar que el influjo de aquellas ideas de Quesnay, Jovellanos, Bernardin de Saint-Pierre y Rousseau sumadas a las de Goethe y de Condillac, hayan sido fundamentales para el desarrollo de una nueva sensibilidad hacia la naturaleza, hacia el campo y hacia la vida suburbana, tanto en Europa como posteriormente en Buenos Aires. Toda la naturaleza es un jardn escriba, Horace Walpole. Pero Walpole era un romntico y su visin del paisaje no es iluminista: es ya la de un hombre capaz de ser sensible hacia el conjunto. Y en Buenos Aires, en 1826, un leo romntico nos muestra la vieja quinta de Altolaguirre, mirando hacia el ro sobre la barranca cercana a la Recoleta. La mirada es romntica pero el paisaje es anterior, De repente, en 1826, aquella propiedad es adquirida por Thomas Whitfield y es l quien encarga a Richard Adams la nueva casa romntica, de estilo neo-griego- que reemplazara a la anterior. A sta nueva, Carlos Enrique Pellegrini la retrata en una magnfica acuarela, en donde se la ve rodeada por un jardn muy britnico. Adams, Pellegrini, Morel y Prilidiano Pueyrredn han perpetuado en sus cuadros la imagen de aquella Buenos Aires pintoresca del primer romanticismo que ya perdimos hace un siglo y medio. Prilidiano, por ejemplo, retrat la quinta de Samuel B. Hale, el amigo de Sarmiento en cuya casa se alojaron, al llegar, las maestras norteamericanas que partan luego por los rumbos de la patria esparciendo educacin. El jardn era ms notable que la casa (hoy forma parte del predio de la Embajada Britanica).

    8 Weinberg, Gregorio. Introduccin. En: Belgrano, Manuel. Escritos econmicos. Buenos Aires, Raigal, 1954.

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    En los jardines pintorescos crecan las diamelas y las violetas y los chingolos y los patos convivan con las bandadas de garzas y flamencos que no distinguan el lmite entre el campo y los parques suburbanos. En las casas, el ambiente era austero y la tertulia entremezclaba la vida y la poltica con los versos y el sonido de las guitarras. El ambiente romntico haca romnticos hasta a los menos inspirados. La villegiatura en Buenos Aires Fue probablemente entre 1557 y 1558 cuando Andrea Palladio construy en Maser, Treviso, la "Villa Barbaro", una de sus magistrales casas de campo seoriales. Poco pueden entenderse estas casas si no se las ubica en su paisaje y en su momento, dentro de la historia de la regin veneciana. En 1453, con la cada de Constantinopla, la actividad comercial martima de Venecia sufri un dao irreversible y fueron pensadores como Alvise Cornaro y estadistas como Andreas Gritti, los que impulsaron la reconversin de la economa volcndola a la agricultura. Ese es el origen del fenmeno de la villegiatura, al cual Palladio inmortalizo con sus creaciones arquitectnicas. Produccin, higiene, salud, vida sobria, moderacin, naturaleza, campo y arquitectura palladiana quedaron para siempre fundidos en un slo y vigoroso ideal. Cmo llegaron estas ideas a Buenos Aires? En 1847 Domingo F. Sarmiento est en Italia, ha recorrido la zona de Venecia y de Vicenza y los campos de la Lombarda. y piensa en su pas: "Porqu la pampa no ha de ser, en lugar de un yermo, un jardn como las llanuras de la Lombarda, entre cuyo verdinegro manto de vegetacin la civilizacin ha salpicado a la ventura puados de ciudades, de villas y de aldeas que lo matizan y animan?"9. Es la imagen de la villegiatura traspuesta a la pampa y engalanada por el arte renacentista y palladiano. "Hay en Italia un pueblo entero de estatuarios, pintores y arquitectos que viven, no ya en la tradicin popular, sino mezclados a la existencia actual y cuyos nombres, fisonomas y acciones son de todos ms conocidas que los principales personajes vivientes". Porqu Italia? El afecto por lo italiano era muy lgico en los romnticos, no slo por lo romntico de las campias italianas sino tambin por motivos ms ideolgicos polticos. De Italia vena el influjo de Mazzini y la Generacin del '37 era mazziniana. Por entonces haba mazzinianos en Buenos Aires, en Londres, en Boston, en Pars y hasta en Alejandra, en donde funcionaba una filial de la Joven Italia. Gobernaba Egipto Mehmet Al, que procuraba industrializar, modernizar, europeizar e italianizar su Virreinato, independizndose del Sultn. Y justamente desde all vena el arquitecto lombardo Pedro Fossati, mazziniano y garibaldino, que ser en la Argentina el introductor de la arquitectura refinadamente neo-renacentista italiana10. No slo un estilo esttico: un ideal de vida y de forma de habitar. Fossati era un claro exponente del pensamiento neo-renacentista italiano, que se identificaba con la libertad intelectual, el progreso material y social, la democratizacin y la modernizacin. Era el soporte lingstico de un mensaje profundamente renovador. Era cuestin de ideas: el cnsul Cerruti recomendaba a Fossati porque "un profesor mira mucho ms al nombre que al inters". Tiene ideas y compromiso con sus ideas.

    9 Sarmiento, Domingo Faustino. Viajes por Europa, frica y Amrica 1845-1847. Buenos Aires, Coleccin Archivos ALLCA XX Unesco - Fondo de Cultura Econmica- , 1993. 10 Ruiz Moreno, Isidoro J. Orgenes de la diplomacia talo-argentina. En: Revista Histrica. Ao 1, N 2. Buenos Aires, Instituto Histrico de la Organizacin Nacional, Enero-Marzo de 1978.

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    En los aos de la Organizacin Nacional, el estilo neo-renacentista fue el manifiesto republicano y progresista hecho arquitectura. Y no slo para la arquitectura oficial, o para la arquitectura del centro. Tambin fue el estilo de la sociedad civil, el de las casas de patios de los nuevos barrios de inmigrantes, el de los almacenes, el de las escuelas laicas. Con pocas excepciones, todo lo nuevo fue italiano: ese el Buenos Aires posterior a la epidemia de fiebre amarilla, antes de que irrumpieran los Luises en el barrio norte, afrancesando a la ciudad. El Buenos Aires profundo que rememora Borges en San Telmo, que no es colonial, sino italiano. Y las nuevas casas suburbanas, las nuevas quintas, slo pretenden ser villas palladianas. Ahora el sentimiento no era pintoresquista, sino democrtico y productivo. Implicaba combinar la belleza con la revolucin industrial y tambin con la mejora sanitaria, con el avance cientfico. Estas ideas flotaban en el ambiente y eran propias no slo de intelectuales, sino tambin de inmigrantes emprendedores como Agustn Comastri, que en 1875 construy una casa de estilo neorenacentista en su quinta de la zona de Chacarita y que era todava un trigal. Comastri fue agricultor, tuvo moreras y gusanos de seda, pero su orgullo eran sus viedos. Como era habitual en un descampado, la casa posea un alto mirador. An est en pie, convertida en escuela y desde hace aos, desde el Gobierno de la Ciudad, se ha venido intentando con empeo su recuperacin, aunque los presupuestos nunca alcanzan. Sin ser una obra singular, El Mirador es tambin un testimonio de aquellos aos del neo-renacimiento. La quinta de Azcunaga En el verano de 1862 Mariquita Snchez pas, invitada, una temporada de descanso en una quinta de San Isidro. Desde all le escribe a su segundo esposo: "Te acuerdas de Miguel Azcunaga? Ha hecho una casa en la barranca, en el camino que viene a San Isidro, un palacito lo ms bien acabado, los jardines con fuentes de agua, cosa preciosa. No hay ya sino jardines franceses; pero de primer orden; no te puedo decir el movimiento de estos pueblos; es cosa admirable a pesar de esta infernal poltica". Quin ha proyectado aquella casa?: Prilidiano Pueyrredn. La Quinta de Azcunaga, en Olivos no es una caja compacta y cerrada, sino una estructura perforada por pluralidad de aberturas. Pagano11 cuenta, al respecto, algo anecdtico pero significativo: Explican unos la superabundancia de vanos diciendo que Azcunaga le mand (a Prilidiano Pueyrredn) construir una casa que diera la impresin de dormir afuera. Otros aseguran que ante el nmero de puertas y ventanas - 133 sumados los cuatro frentes - exclam Azcunaga: Pero Prilidiano: yo creo que me has tomado por un pjaro! Esto es una jaula!. A lo que contest Pueyrredn: Y, quin duda de que eres un pjaro, Miguel?. "Este rasgo - afirma Pagano refirindose al arquitecto - nos aproxima al hombre esttico y nos descubre su carcter. Nosotros agregaramos que este rasgo es tambin revelador de sus ideas. Prilidiano vena de Pars impregnado de nuevas y modernas ideas acerca del espacio arquitectnico: las ideas desarrolladas por los neorenacentistas que, como Labrouste, empezaban a lograr espacios ms abiertos, transparentes y luminosos que los que nunca antes se haban logrado en arquitectura. Si Labrouste hizo luminosa su Biblioteca de Santa Genoveva, en Pars, utilizando delgadas columnillas de fundicin de hierro,

    11 Pagano, Jos Len. En: Academia Nacional de Bellas Artes. Prilidiano Pueyrredn. Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1945.

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray Prilidiano, en Olivos, hizo espacios luminosos como una jaula con la mampostera y la madera de la pampa. Flores, Belgrano Entre 1860 y 1890, cuanto ms lejana del centro, ms italiana era la arquitectura de Buenos Aires. Pero superada la crisis de 1890 y restablecida la marcha ascendente de la economa nacional, la mayor parte de las viviendas opulentas se alejaron de la austeridad renacentista y prefirieron los lujos franceses. En el centro de Buenos Aires, pero principalmente en Flores y en Belgrano, se registraron con toda claridad esos cambios de estilo y principalmente de modo de habitar. En 1776 don Juan Diego Flores compr las chacras cuyo loteo dio origen a la ciudad de San Jos de Flores, actual barrio de la Capital. En 1857 lleg el ferrocarril y el 11 de noviembre de 1859, en la casa-quinta de Terrero, se firm el Pacto de San Jos de Flores, soando con la definitiva Unin Nacional. Casas-quintas en Flores? Por cierto que las hubo, y bastante numerosas y lujosas, especialmente hacia fines del siglo XIX. Unas, tpicamente italianas y simtricas, con una logetta como entrada y un vestbulo, como la de Alejandro Rosa o con arco central y frontn, como la de Marc del Pont; otras ms pretensiosas, ms altas, ms francesas y coronadas por mansardas y cpulas, como el "Palacio Miraflores". Y en Belgrano? En 1855, en el paraje llamado La Calera, dentro del Partido de San Isidro, fue fundado el nuevo pueblo de Belgrano y en 1882 Ernesto Bunge termin de construir para sus suegros, Francisco Chas y Catalina Salas, la casa-quinta de veraneo neo-renacentista que hoy, transformada al estilo neo-colonial por Martn Noel, es sede del Museo Municipal de Arte Espaol "Enrique Larreta". Y ms all, en La Lucila? En 1912 Lucila M. Anchorena de Urquiza y su esposo, el Cnel. Alfredo Froiln de Urquiza encargaron una fastuosa mansin de "estilo francs" al arquitecto Paul Pater. Fue esa residencia, llamada "La Lucila", la que dio origen a la urbanizacin de su nombre, al demolerse la casa en 1943 y lotearse sus 13 hectreas de jardines. San Fernando, Flores, Caballito, Belgrano, Vicente Lpez, La Lucila... De esta voluntad perifrica nacieron nuevos enclaves, nuevos barrios, nuevos centros, con nuevas periferias. Porqu no ensayar una historia suburbana de Buenos Aires, a partir de la voluntad de habitar fuera del Centro? Cuando se loteaban las viejas quintas, y se fraccionaban Villa Devoto, Villa Malcolm, Villa Urquiza, Parque Chas... No se estaba construyendo una Buenos Aires diferente? Basta ver cmo se anunciaban los loteos, como el de Villa del Parque, para comprobar que haba mucho ms que conveniencia econmica en ese alejamiento del Centro hacia el verde. Promesa hecha factible por el ferrocarril y por el tranva. Y perdida luego, cuando aquellos nuevos barrios se densificaron y se volvieron tan parecidos al crecimiento indiferenciado del tejido. Los recuerdos de Victoria Ocampo Qu sueos tenan aquellos habitantes? Victoria Ocampo naci en el Centro, visitaba a su abuela en San Telmo, vivi con sus padres en la calle Viamonte, en San Isidro, en Mar del Plata y en Pars. En cuanto pudo, se hizo una casa en Palermo Chico. Sin embargo,

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    cuando tuvo que optar, abandon la casa elogiada por Le Corbusier y volvi a la casa de San Isidro, diseada por su padre. El estilo arquitectnico francs no corresponda a sus convicciones estticas, pero la casa era hospitalaria y estaba poblada de recuerdos queridos. Porqu Victoria hizo de ella su paraso? Se equivocan quienes la juzgan a ella -tan irreverentemente moderna- como una conservadora encubierta. Ella misma lo explica: lo sinti como una desercin slo justificada por la nostalgia12. En carta a Gabriela Mistral, le escriba en 1954: "Vivo sola en este casern vaco, por cario al lugar. Preferira una casa con dos cuartos". Desde San Isidro, todos los das "tomo el auto y me voy manejando yo misma a Buenos Aires"; y a las diez de la noche "me vuelvo sola, manejando, a San Isidro"13. 11 Adrogu, Morn, Haedo En 1969 la Editorial Sur public un distendido dilogo entre Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges14. Pregunta la escritora: "Supongo que Adrogu era para usted lo que San Isidro para m, no es as? Descrbame un poco ese lugar donde han veraneado tantos aos", y Borges le responde: "Al pensar en Adrogu, no pienso en el Adrogu actual deteriorado por el progreso, por la radiotelefona y las motocicletas, sino en aquel perdido y tranquilo laberinto de quintas, de plazas, de calles que convergan y divergan, de jarrones de mampostera y de quintas con verjas de fierro. En cualquier lugar del mundo en que me encuentre, basta el olor de los eucaliptos para que yo vuelva a ese Adrogu perdido que ahora slo existe en mi memoria y, sin duda, en tantas memorias". De aquella quinta de los veraneos en Adrogu, se conservan algunas fotos y una pintura ingenua de Norah Borges. En 1974, dentro de un tierno libro de memorias15 el mdico psiquiatra e historiador de la medicina Osvaldo Loudet incluy un emotivo captulo dedicado a "Morn, un paraso perdido": "No puedo olvidar en esta historia un pueblo donde viv la parte ms florida de mi adolescencia". "Era Morn en aquel entonces, hace ms de cincuenta aos, un villorio encantador con casonas de tipo colonial, y numerosas quintas, sembradas de jardines, de rboles frutales, y otros muy altos que las protegan del sol y de los vientos. Eucaliptos, pltanos, nogales, sauces y parasos, decoraban y limitaban las calles amplias del interior de los jardines. Al penetrar la pequea aldea los ojos se embriagaban de los verdes y del perfume de madreselvas y jazmines. Ingresar en aquella aldea, despus de haber trajinado el da entero en la ciudad tentacular de Buenos Aires, era penetrar en un oasis pletrico de oxgeno y de aire perfumado. Los que iban y venan de la ciudad a la aldea, obligados por sus trabajos y sus estudios se haban apercibido que el sol, la luna y el cielo de Morn eran distintos. El sol tena ms fuerza, la luna ms dulzura, el cielo era ms transparente y ms azul". Es probable que no hayan existido muchos cientficos tan capaces de evocar romnticamente sus recuerdos como Loudet, y en sus pginas se descubren los mil

    12 Ocampo, Victoria. A propsito de la Bauhaus. En: Ocampo, Victoria. Testimonios. Novena serie. 1971/1974. Buenos Aires, Sur, 1975. 13 Mistral, Gabriela; Ocampo, Victoria. Esta Amrica nuestra. Correspondencia 1926-1956. Buenos Aires, El cuenco de plata, 2007. 14 Ocampo, Victoria. Dilogo con Borges. Buenos Aires, Sur, 1969. 15 Loudet, Osvaldo. Recuerdos de infancia y juventud. Historia de mi casa. Buenos Aires, 1974.

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    porqus de huir del centro hacia el paraso suburbano: "Yo llegaba a Morn de regreso de Buenos Aires, en el tren de las seis y cincuenta... los pasajeros de aquel tren eran en su mayora estudiantes y empleados. Era un tren lleno de esperanzas y de ilusiones y los sueos corran ms que el tren... desde una ventana de la izquierda, vea a lo lejos los eucaliptos de mi casa, los ms altos de ese lugar... cuando llegaba a la "estacin", despus de un viaje de ms de media hora, me senta ms liviano y con ansias de correr... la casa era del tipo comn en aquel entonces, con un zagun central cerrado por una puerta de dos hojas de madera al cual daban otras dos puertas laterales que permitan entrar a una serie de habitaciones a un lado y otro del eje de la casa... cuntas veces he conversado al borde del aljibe con m mismo escuchando el eco de mi voz!... Frente a una de las ltimas piezas y mirando al aljibe, mi madre haba levantado una glorieta. Era de madreselvas. Se transform con el tiempo en una habitacin vegetal, preciosa y fuerte, pues las ramas de la enredadera, juntas con otras de jazmines, haban tejido una verde cortina... es en las casas pequeas y sencillas donde se esconden los grandes corazones. En los lujosos palacios se mueren de fro". Palabra de mdico!. No pocas de las ms famosas ciudades histricas de Europa fueron, en su tiempo "ciudades libres", es decir, con unos derechos especiales. Pero si tuviramos que proponer un declaracin de derechos urbanos quizs debiramos incluir el de poseer por lo menos un poeta. As, aquellas viejas ciudades no seran iguales si no hubieran sido cantadas a lo largo de los siglos. Y quizs por eso mismo nuestro Carlos Barocela se dedic con tanto sentimiento a hablar de las cosas sencillas del Haedo de su infancia, alrededor de 195016:

    Cuando era un chiquiln mi pueblo era un lugar de casas con jardn y cercos de verdad. Haba mucha luz brillando alrededor y era un milagro azul el paraso en flor. Y haba un bulevar con rbol y farol y calles para andar a pleno sol. Y en la fresca soledad de los andenes mucho tiempo para ver pasar los trenes. (...)

    Y al final, una profesin de fe:

    Yo nac en este lugar y aqu me quedo, porque todos mis recuerdos son de Haedo. Aunque el mundo sea tan ancho y tan diverso cuatro calles pueden ser el Universo. Cuatro calles con sus rboles cordiales que a los pliegues de mi alma son iguales. Cuatro calles y en las calles una esquina que ilumina la amistad de algn farol. Por eso a media voz estoy cantando aqu para que mi cancin tambin se quede aqu.

    16 Barocela, Carlos. Cancin para Haedo. Incluida en su CD "Recurdame". Buenos Aires, EPSA, 1996.

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    Ms all de los hechos fsicos, una ciudad es un imaginario compartido. Es difcil describirlo con precisin, evaluarlo, mensurarlo. Pero evidente en las expresiones ms sensibles y ms capaces de relatarlo. Y con frecuencia no es el centro, sino el afuera del centro el que mejor inspira los sentimientos. La ciudad de las Juanas Le Corbusier llam a Buenos Aires "La ciudad sin esperanza". Sin embargo, Buenos Aires tuvo un futuro mejor que el esperado. Sin embargo, no toda la ciudad tuvo igual suerte y sus problemas habitacionales no vienen de hoy, sino de lejos. No slo por la aparicin, en 1934, de "Villa Desocupacin" y las posteriores e inversas "Villas Miseria", segn el nombre que les invent Bernardo Verbitsky en 195717, que, en realidad, tambin habra que considerarlas como formas nunca voluntarias de "habitar fuera del centro". Tambin la necesidad fue mala consejera en otro aspecto: el de la resignacin. Como la de "La Juana", protagonista de la irnica pero realista cancin de Mara Elena Walsh18, cuya protagonista genrica es la joven que viene "de tierra adentro" y que, en "Buenos Aires un calabozo la espera y pregunta dnde est el cielo de la ciudad". Es tan "pretensiosa" esta Juana que, "cuando tiene techo y pan / tambin quiere la ventana" !. Pobre Juana! Tantas Juanas, que viniendo del campo buscaron un horizonte entre cuatro paredes de la ciudad. No eligieron vivir en el centro sino que no encontraron mejor solucin. Porque aquello de elegir dnde se vive no es para todos, sino para los que pueden elegir. Y mientras unos se iban, otros venan, y la "decadencia del centro", que es un fenmeno tpico de varias dcadas del siglo veinte, es un captulo dentro de la historia de la ciudad. Del Tortugas al Boating

    Mejor suerte que nuestra Juana tuvieron los que pudieron poblar Bella Vista, el suburbio de San Miguel diseado por Sourdeaux. O quienes pudieron construirse en 1930 casas en el "Tortugas Country Club", el primer barrio suburbano aristocrtico inspirado en las nuevas urbanizaciones norteamericanas, con sus casas de "estilo californiano". Incluso quienes poblaron el Barrio de Suboficiales Sargento Cabral (1937) "Ciudad Evita" y los varios barrios obreros "californianos" de los aos cuarenta y cincuenta. Mientras que los pobres rara vez pueden elegir; en cambio, los inversores suean con comprar la felicidad ya hecha. Y para ellos, nada mejor que un club de campo: " A los sesenta minutos de haber abandonado su trabajo, los socios del Tortugas Country Club podrn pasar el portn de entrada al parque en que estar enclavada su residencia, parque de ms de cien hectreas de expansin, en cuyo interior les espera un restaurant de primer orden ubicado en el edificio social, especie de monasterio de estilo colonial californiano, de grandes dimensiones, con todas las comodidades pero sin lujos

    17 Verbitsky, Bernardo. Villamiseria en Buenos Aires. En: Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, N 89. Pars, octubre de 1964. 18 Walsh, Mara Elena. Juguemos en el mundo. Buenos Aires, Sudamericana, 1970.

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    superfluos, tal como es hoy la tendencia en las mejores instituciones similares del mundo"19. Ha cambiado algo desde 1930 en el marketing inmobiliario? "Clubes de campo, el suburbio feliz", titulaban Alberto G. Bellucci y Julin Gil, en 1981, un artculo que publicaban en la revista "Nuestra Arquitectura"20: "Todas las maneras de ser feliz juntas. Con este promisorio slogan cuyas infinitas variantes pueden recorrerse en los folletos de promocin de la mayora de los clubes de campo de los ltimos aos, los ajetreados habitantes de la gran ciudad conquistan de la noche a la maana el derecho a una vida buclica y serena, "descontrada" como les gusta decir grficamente a los cariocas". Ya por entonces (1981), "el suburbio feliz" de Pilar tena 32 clubes de campo, con una capacidad habitacional potencial de 64.000 pobladores nuevos en un municipio que registraba 83.000. Una de serie de nombres nuevos se estaban incorporando a los mapas: El Jagel, Carmel, Mayling, Los Lagartos, Highland Park, Aranjuez, Parque de las Naciones, Azul... Obras de estudios como los de Kocourek, Beccar Varela y Robirosa, Bielus-Goldemberg-Waistein Krasuk, Azulay-Benedit-Robredo, Juan Manuel Valcarcel-Roberto Fernndez y tantos colegas ms. Indudablemente el ms sorprendente fue, en su momento, el "Boating Club", fantasa de barrio y marina. Desde los ms austeros y homogneos hasta los ms exticos retoos de los Kew Gardens, los "countries" fueron y son un modo tambin de habitar fuera del centro, primero en el fin de semana y ms tarde en forma permanente. Del "Country-Club" al "Barrio Cerrado" Vertical. En marzo de 2005, el diario La Nacin publicaba una nota de Marina Gambier titulada "Los nuevos barrios verticales porteos, edificios de lujo con todos los servicios"21. Todos los servicios, nos preguntamos? De acuerdo con la nota ["Tendencia urbana: sorprenden en Palermo 20 nuevos complejos habitacionales"] "Tienen jacuzzi, microcine, jaulas de golf, gimnasio, expendedoras de bebidas y hasta un lavaautos. En su mayora, los propietarios viven solos. Son los nuevos cultores del estilo bon vivant. El m2 cuesta por encima de los US$ 1000 y se pagan unos 500 pesos de expensas". El modo de vida est descripto as: "Llegar del trabajo y jugar al tenis con el vecino del quinto, luego relajarse en la ducha escocesa o en la cabina del sauna. Ir por un margarita al lounge del ltimo piso, ver qu pelcula pasan en el microcine o chatear un rato en el ciber mientras el restaurante enva la cena". Es una novedad: "Se trata de una nueva generacin de edificios de departamentos que est revolucionando el concepto del clsico consorcio de propietarios donde nacieron nuestros padres y abuelos". Ahora, " El futuro son los "barrios verticales", construcciones que estn multiplicndose como champignones salvajes por la ciudad y que son la muestra de cunto ha cambiado el estilo de vida en los ltimos diez aos".

    19 Tortugas Country Club. El primer country argentino. Extrado de Nuestra Arquitectura de diciembre de 1930. . En: Nuestra Arquitectura, Ao 51, N 516. Buenos Aires, Contempora, 10 / 1981. 20 Bellucci, Alberto G.; Gil, Julin. Clubes de campo, el suburbio feliz. En: Nuestra Arquitectura, Ao 51, N 516. Buenos Aires, Contempora, 10 / 1981. 21 Gambier, Marina. Los nuevos barrios verticales porteos, edificios de lujo con todos los servicios. Buenos Aires, La Nacin, Lunes 21 de marzo de 2005.

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    Y sus habitantes? "Quines habitan esas fortalezas contemporneas, donde no hace falta salir a la calle porque todo est a mano y el metro cuadrado vale arriba de 1000 dlares y las expensas no menos de 500 pesos? Los principales consumidores de estos edificios top son los "BoBos", o bohemios bourgeois (burgueses en francs), gente cool que tiene a cargo una mascota, aspirantes a bon vivant que no necesitan un plan de financiacin para acceder a un techo a su medida"., a pesar de que tanto el precio de compra como las expensas estn a tono con estos valores agregados (amenities) Agrega Marina Gambier: "No est probado que la vida resulte ms fcil adentro de estas burbujas de lujo, aunque seguro es ms amable si se piensa desde el sauna o la peluquera. Ms cosmopolitas que individualistas, los propietarios aseguran que no es pecado aislarse de todo si eso significa conectarse con los intereses y con el mundo interior". Adems del Country horizontal y vertical, hay que anotar los "barrios cerrados". En 1996 el tema era noticia periodstica. "Cada vez ms la gente huye de las grandes ciudades en busca de calidad de vida. Los inversores inmobiliarios han capitalizado esta demanda creando los barrios cerrados", escribe Ricardo Braginski22. Quienes los proponen ya no son urbanistas, sino que los proveedores de "amenities" se llaman "Brokers de Real Estate". Y los compradores tienen entre 25 y 35 aos de edad. En mayo de 1998, el diario La Nacin23 informaba acerca del proyecto de una nueva Ciudad satlite en el municipio bonaerense de Tigre. La firma Consultatio en sociedad con un grupo de inversores suizos, hara all viviendas en un vasto predio de 1500 hectreas, una "megaurbanizacin". El emprendimiento estara formado por "un conjunto de barrios cerrados", con una capacidad potencial para albergar a 140.000 personas, es decir tantas como las de municipios muy poblados como Vicente Lpez o San Isidro, formados a lo largo de dcadas. El predio, propiedad desde 1970 de una firma llamada "Nordelta", acababa de ser adquirido en un 50 %, la semana anterior, por la empresa del financista Eduardo Constantini. El proyecto inclua, de entrada, clubes, supermercados, bancos, paseos de compras y dos campus para universidades privadas. Y como era de esperarse, nada se deca de reserva alguna de terrenos para escuelas pblicas, como era obligatorio en tiempos ms sarmientinos (eso jams, podran concurrir chicos de afuera de Nordelta, por lo tanto" no exclusivos"). Fortalezas y exclusiones. Diseos exclusivos... o excluyentes?. Gran parte de la propaganda actual de "productos de alta gama" adula al posible comprador sobre el supuesto de que "pertenecer" es un "privilegio", lo que implica resignificar al "privilegio" tan detestado por los prceres republicanos e igualitarios de nuestra Asamblea de 1813- y convertirlo en una supuesta virtud. De este modo se disea y comunica una "identidad" no por obra de la propia virtud sino por medio de la exclusin de los otros, no admitidos en el club de los exclusivos.

    22 Braginski, Ricardo. El avance de los barrios encerrados. En: Clarn, Buenos Aires, 15 de julio de 1996. 23 Aznares, Juan. Ciudad satlite en Tigre. La firma Consultatio har viviendas en 1500 hectreas. En: La Nacin, Buenos Aires, mircoles 27 de mayo de 1998.

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    As, el viejo ideal democratizador que llev al gnero humano desde la tribu hacia la polis, y desde all hacia la ciudadana libre, queda cancelado por el ideal opuesto, que fragmenta a la sociedad en mltiples ghetos desvinculados entre s y amurallados. Esta ya no es una sociedad "urbana": ni siquiera es una "sociedad" propiamente dicha, porque el espritu de asociacin tan claramente explicado por nuestro Esteban Echeverra24 ha desaparecido. Y al no haber ciudad, ya no hay centro ni periferia. La esencia de la urbanidad Y los nios?, se preguntara Francesco Tonucci25. En una sociedad y en una ciudad fragmentadas, no hay mucho lugar para ellos. "Cuando veo la zona de los juegos de nios en las plazas, rodeados por una reja, pienso que es como un canil, y me parece absurdo"26. Tonucci no es arquitecto, sino pedagogo, y se ha propuesto "un modo nuevo de pensar la ciudad": desde la mirada de los nios. As, desde la infancia, aspira a regenerar la esencia de la urbanidad. "En las ltimas dcadas, y de modo espectacular en los ltimos cincuenta aos, la ciudad, nacida como un lugar de encuentro y de intercambio, ha descubierto el valor comercial del espacio y ha trastocado todos los conceptos de equilibrio, de bienestar y de convivencia, para seguir slo programas que tiene por objetivo la ganancia, el inters econmico. Se ha vendido. Hasta hace pocas decenas de aos, los pobres y los ricos vivan unos cerca de los otros, compartiendo el mismo espacio; sus casas, obviamente, eran distintas, unas pobres y otras de ricos, pero estaban en los mismos barrios". Utopa histrica fruto de la nostalgia? Tal vez Tonucci sea un romntico, pero es bastante perspicaz: no es cierto que pobres y ricos se hayan separado irremediablemente: acaso no comparten sin prejuicios el ciberespacio? acaso no "chatean" entre desconocidos, sin ver la marca de sus vestimentas? porqu se ha hecho de la fractura urbana una propaganda? tan slo por el valor de la tierra? tanto vale la separacin? quin paga as por una ciudad mutilada en vez de pagar por una ciudad integrada? Este proceso que denuncia Tonucci nunca escap a la preocupacin de quienes monitorearon atentamente la evolucin urbana. Ya en 1951, el VIII Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, reunido en Hoddesdon, Inglaterra, estuvo dedicado a analizar el tema de "El corazn de la ciudad", cuando apenas empezaba a plantearse como problema la degradacin de los centros. No por nada uno de los primeros temas de profunda reflexin del movimiento en favor de la Preservacin del Patrimonio fue el de las ciudades y reas urbanas histricas. En 1964, el II Congreso Internacional de Arquitectos y de Tcnicos de Monumentos Histricos, en su "Carta de Venecia", consider que "la nocin de monumento histrico comprende la creacin arquitectnica aislada as como el conjunto urbano o rural que da testimonio de una civilizacin particular, de una evolucin significativa, o de un acontecimiento histrico". Y en 1987, la Asamblea General del ICOMOS reunida en Washington D.C, emiti la "Carta Internacional para la Conservacin de Ciudades Histricas y reas Urbanas Histricas".

    24 Echeverra, Esteban. Echeverra, Esteban. Dogma Socialista de la Asociacin de Mayo. Precedido de Una ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el Ao 37. Buenos Aires, Perrot, 1958. 25 Tonucci, Francesco. La ciudad de los nios. Un modo nuevo de pensar la ciudad. Buenos Aires, Losada - Unicef Argentina, 1996. 26 Grossman, Luis J. Urbanismo: Francesco Tonucci. Una ciudad de chicos felices. En: La Nacin, 28 de febrero de 2007.

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    Repoblar el centro, recuperando su calidad habitacional, pas a ser una poltica pblica necesaria para que el equilibrio social no quedara roto. No muchos lo entendieron. Cibernautas y ciudadanos Desde entonces, el mundo, y especialmente el mundo urbano, no ha dejado de cambiar. En los aos sesenta, Marshall Mc Luhan empez a advertir el profundo cambio social que empezaba a producirse por obra del uso cada vez mayor de medios de comunicacin electrnicos: la televisin, la "caja boba", se estaba instalando en la mesa familiar, desplazando la antigua conversacin familiar. Su discpulo, Derrick de Kerkhove, encuentra que hoy, Internet, est ayudando a la democratizacin del saber. Pero en ambos casos, lo que se est perdiendo es la relacin fsica con el lugar, con el ambiente real, con el clima, el paisaje, el campo, la ciudad, el centro o la periferia. En una red de nodos sin coordenadas fijas, todos nos comunicamos con todos... y tal vez con nadie, o con casi nadie. Estamos en un nuevo mundo de interrelaciones mltiples. En 1988, el escritor James Gleick public 'Caos', libro en el que describe el asombroso 'efecto mariposa'. Esta cuestin, formulada en los aos 60 por el meteorlogo y matemtico Edward Lorenz, del Massachusetts Institute of Technology, forma parte de la llamada Teora del Caos y trata de responder una pregunta: 'Puede el aleteo de una mariposa en Pekn provocar cambios climticos un mes despus en Nueva York?'. Interactuamos y ahora sabemos que nuestra "localidad" coexiste con nuestra "globalidad". Pero la misma suerte no les toca a todos. De acuerdo con una nota publicada por el diario La Nacin en octubre de 2007 y firmada por Josefina Giglio27, "la banda ancha se desarrolla en forma despareja en el pas". Hay en la Argentina, 2.058.109 conexiones a Internet lo que equivale a 5 accesos cada 100 habitantes. Sin embargo, el 77% de los accesos se concentra en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Por otra parte, en su artculo "Teletrabajo. Empleados a distancia", publicado en La Nacin, en septiembre de 200728, Daniela San Giovanni informa que "en la Argentina hay 980.000 oficinas hogareas". Hay ms de 1 milln de personas trabajando en sus casas, on line. Dnde estarn? En el centro o fuera del centro? Y los nios de Tonucci? Y los adolescentes? Roxana Morduchowicz29 ha procurado descubrir a los adolescentes del 2006, la "generacin multimedia" de nuestro pas: "an cuando slo el 15 % de los adolescentes tienen conexin a Internet en su casa, el 90 % del total de la poblacin joven utiliza Internet, la gran mayora en locutorios"(...). "La llamada "privatizacin" de los medios (el consumo personalizado e individual que de ellos hacen los chicos) es una tendencia general, ms all del contexto social al que pertenecen".

    27 Giglio, Josefina. La banda ancha se desarrolla en forma despareja en el pas. En: La Nacin, Buenos Aires, viernes 19 de octubre de 2007. 28 San Giovanni, Daniela. Teletrabajo. Empleados a distancia. En: La Nacin, Buenos Aires, domingo 16 de septiembre de 2007. 29 Morduchowicz, Roxana. La generacin multimedia. Significados, consumos y prcticas culturales de los jvenes. Buenos Aires, Paids, 2008.

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    En 1999, no exento de irona, William J. Mitchell, Profesor de "Architecture and Media Arts and Sciences" en el M.I.T., public su libro "e-topia"30, al cual subtitul con una frase de pelcula de ciencia ficcin: "Urban Life, Jim--But Not As We Know It". Mitchell describe una red que es mucho ms que un sistema de correo electrnico, pginas web y televisin digital. "Es una nueva y completa infraestructura urbana que va a cambiar dramticamente nuestras ciudades, como lo hicieron en el pasado los ferrocarriles, las autopistas, el suministro elctrico y la red telefnica". Pero la ciudad no ha muerto. En el ao 2001 Franois Ascher public un interesante libro titulado "Les nouveaux principes de l'urbanisme", cuya traduccin espaola lleva prlogo de Jordi Borja31. Profesor del Instituto Francs de Urbanismo (Universidad de Paris-VIII), se debe a Ascher el concepto de "Metpolis", con el cual nombra "aquellos fenmenos urbanos que, sobrepasando la escala metropolitana, se desligan de cualquier soporte territorial para basarse en redes de interconexin compuestas por transportes visibles y medios de comunicacin invisibles". As, "bajo la denominacin de metpolis, adquieren atributos urbanos todos aquellos espacios que, perteneciendo a la ciudad o no, cumplen la condicin de tributar sus recursos, fuerzas de trabajo y hbitat a la metrpolis garantizando su funcionamiento cotidiano". La ciudad se ha convertido en un problema complejo, con nuevos desafos. La revolucin industrial fue tambin una gran densificacin urbana, y muchos de los que pudieron, eligieron habitar fuera del centro y de las aglomeraciones, buscando con espritu virgiliano o romntico, el verde y el horizonte despejado. A mediados del siglo XX, el deterioro del centro expuls a gran parte de su poblacin, para repoblarse con quienes carecan de medios para optar por el verde. Las ideas de Mumford, enemigo del maquinismo automotriz, todava resuenan pese a los avances de la informatizacin del transito vehicular en las ciudades. La utopa del suburbio feliz termin siendo en gran medida la revancha elitista en contra de la democratizacin e integracin sociales. Ahora, el teletrabajo y la instalacin en el ciberespacio parecieran romper los lazos de urbanidad. Pero el vivir, el habitar, no es un hecho virtual, sino fsico. En algn lugar viviremos y de la calidad de ese lugar seguirn dependiendo mltiples factores de nuestro bienestar. No podemos vivir humanamente en "Second Life"32. Mientras nos desprendemos de nuestra localidad a travs de los medios electrnicos, seguimos viviendo fsicamente en un sitio. Existen nuevas ideas? Tenemos nuevos problemas. Por ejemplo, el de la privacidad. Escribe Eric Schmidt, el CEO de Google33: "Habitamos una pecera digital, y resulta imperioso acordar reglas comunes para preservar la vida privada". Seguir siendo un valor vigente, un deseo, la privacidad? Muchas de las nuevas ideas no son tan nuevas. Y no por ello han perdido actualidad. En 1882 escriba Sarmiento: "Debemos llamar la atencin del Gobierno Nacional y de la

    30 Mitchell, William J. e-topia. "Vida urbana, Jim, pero no la que nosotros conocemos". Barcelona, Gili, 2001. 31 Ascher, Franois. Los nuevos principios del urbanismo. El fin de las ciudades no est a la orden del da. Madrid, Alianza, 2004. 32 Boss, Hira. Ms realidad que fantasa. Second Life. En: La Nacin, Buenos Aires, 16 de septiembre de 2007. / Lunardelli, Laura. Ser o no ser. Una dimensin cada vez ms desconocida. La facultad, las marcas de siempre, U2. Lo mismo en Second Life. En: La Nacin, Buenos Aires, 3 de octubre de 2007. 33 Schmidt, Eric. La privacidad en la era digital. En: La Nacin, Buenos Aires, 2 de octubre de 2007.

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    Municipalidad sobre la urgencia de promover la descentralizacin de la poblacin y del movimiento comercial y administrativo de la ciudad"34. La consecuencia de la concentracin "es la caresta creciente de los alquileres, la estrechez y lo insalubre de las habitaciones". Hace ms de 125 aos! Bibliografa *Aguilera Rojas, Javier. La cuadrcula: un modelo urbano para las ciudades americanas. En: Ciudad y territorio, revista de Ciencia Urbana, N 54, 4/82. Madrid, Instituto de Estudios sobre Administracin Local, 1982. *Aliata, Fernando; Silvestri, Graciela. El paisaje en el arte y las ciencias humanas. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1994. *Casella de Caldern, Elisa. Revista Buenos Aires nos cuenta, N 17. Buenos Aires, Octubre de 1989. *Difrieri, Horacio. Buenos Aires, geohistoria de una metrpoli. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1981. *Gorelik, Adrin. La grilla y el parque. Espacio pblico y cultura urbana en Buenos Aires, 1887 - 1936. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 1998. *Gutman, Margarita y Jorge Enrique Hardoy. Buenos Aires. Historia urbana del rea Metropolitana. Madrid, Mapfre, 1992. *Hanon, Maxine. Buenos Ayres desde las Quintas de Retiro a Recoleta (1580-1890). Buenos Aires, Editorial K, 2006. *Ingenieros, Jos. La evolucin de las ideas argentinas. Buenos Aires, Elmer, 1957. *Luna, Flix. Buenos Aires y el pas. Buenos Aires, Sudamericana, 1982. *Molinari, Ricardo Luis. Buenos Aires 4 siglos. Buenos Aires, Tipogrfica Editora Argentina, 1980. *Ocampo, Victoria. Testimonios. Tercera serie. Buenos Aires, Sudamericana, 1946. *Scobie, James R. Buenos Aires, del centro a los barrios 1870-1910. Buenos Aires, Solar / Hachette, 1977. *Wundram, Manfred; Pape, Thomas. Andrea Palladio 1508-1580 Arquitecto entre el Renacimiento y el Barroco. Kln, Taschen, 1999.

    34 Sarmiento, Domingo F. Descentralizacin urbana. En: Progresos Generales. Vistas Econmicas. Buenos Aires, Luz del da, 1954. Obras completas de Sarmiento, tomo XLI.

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    Figura 1: Quinta Los Ombes en San Isidro, que perteneciera a Mariquita Snchez de Thompson hasta 1828.

    Figura 2: Quinta de Thomas Whitfield en la actual Avenida Alvear, barrio de la Recoleta. Probablemente

    Richard Adams, arq. (1826). Acuarela de Carlos Enrique Pellegrini.

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    Figura 3: Casa-quinta de Miguel J. de Azcunaga en Olivos. Prilidiano Pueyrredn, arq. (1849-1853) Foto del

    plano original.

    Figura 4: Mansin de la familia Mir Dorrego, en la actual Plaza Lavalle. Nicols y Jos Canale, arqs.

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    Figura 5: Mansin de veraneo "Villa Ocampo" en Punta Chica. Manuel S. Ocampo, ing. (1891).

    Figura 6: Casa de veraneo de la familia Santamarina en las barrancas de Punta Chica. Jacques Dunant y

    Charles Paquin, arqs. (1892). Dibujo publicado por Federico Ortiz.

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    Figura 7: Loteo en Villa Devoto (1906). Anuncio en la revista PBT. Publicado por Margarita Gutman.

    Figura 8: Casa-quinta donde veraneaba la familia de Jorge Luis Borges en Adrogu.

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 9: Casa-quinta donde veraneaba la familia de Jorge Luis Borges en Adrogu. Pintura de Norah Borges.

    Figura 10: Mansin "La Lucila", residencia de Alfredo Urquiza y Lucila Anchorena de Urquiza. Paul Pater, arq.

    (1912).

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 11: Quinta Sans Souci en Olivos. Ferruccio Togneri, constructor.

    Figura 12: Chalet en calles Forest y Virrey del Pino, c. 1925.

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 13: Chalet en Forest y Virrey del Pino. Snchez, Lagos, De la Torre, arqs.

    Figura 14: Chalet en la calle Rawson, Olivos.

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 15: Tortugas Country Club. Edificio social. (1930).

    Figura 16: Boating Club, San Isidro (1969).

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 17: Aranjuez Country Club en Ingeniero Maschwitz. Perspectiva de una calle interna. Juan Manuel

    Valcarcel y Roberto Fernndez, arqs. (1976)

    Figura 17: Aranjuez Country Club en Ingeniero Maschwitz. Perspectiva de una calle interna. Juan Manuel Valcarcel y Roberto Fernndez, arqs. (1976).

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 18: Libro de Francesco Tonucci, "La ciudad de los nios", escrito en 1996.

    Figura 19: Urbanizacin Nordelta, en Tigre (1998).

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  • Libro: HABITAR BUENOS AIRES; Las manzanas, los lotes y las casas Compilador: Arq. Juan Manuel Borthagaray

    Figura 20: Libro de William J. Mitchell, "e-topia", escrito en 1999.

    Figura 21: Calle Salta, en Olivos (ca. 2000).

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