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Política y Sociedad, 2009, Vol. 46 Núm. 3: 13-36 13 Hacerse investigador social: testimonios del oficio y artesanía intelectual del sociólogo Becoming a Social Researcher: Testimonies from the Sociologist’s Trade and Intellectual Craftsmanship Miguel S. v allES MaRtíNEz Universidad Complutense de Madrid Departamento de Sociología IV (Metodología de la Investigación y Teoría de la Comunicación) [email protected] Recibido: 22.4.09 Aprobado definitivamente: 3.6.09 RESUMEN La exploración de lo que ha dado en llamarse la trastienda de la investigación admite diversas aproximaciones. Una de ellas es la que centra la atención en el cómo se hizo tal o cual obra, o cómo surgió una línea de investigación, bien a través del testimonio del autor principal, bien de alguien del equipo o grupo de investigación, bien de terceros. Aquí no se sigue ese sendero, aunque tampoco se descarta del todo. Se opta, en cambio, por enfocar el proceso y las experiencias de hacerse investigador social que convergen en el oficio de la sociología, tal como ésta se ha encarnado en unos pocos casos de cierto relieve. Se apunta a una suerte de trastienda histórico-biográfica de la investigación, en la que se trata de promover el conocimiento de este oficio a partir de una exploración de materiales cualitativos diversos. No se trata tanto de componer esbozos de (auto)biografías intelectuales, sino de reunir y releer algunas de las disponibles (junto con toda una gama de testimonios relacionados), para abrir la puerta al descubrimiento y teorización de aspectos que merecen registrarse. Tampoco hay una pretensión de desvelamiento o reconstrucción de lo auténtico. Sencillamente se piensa que hay diversas formas de representación de la experiencia investigadora vivida (no solo las más formales o académicas); también de presentación de la persona que investiga. Aquí nos interesan especialmente las de tipo biográfico o autobiográfico. Se sigue así una línea de indagación e innovación metodológica a la que se viene prestando atención desde la actividad docente e investigadora. PalabRaS clavE: Investigación social, trastienda, artesanía intelectual, oficio de sociólogo, material autobiográfico, innovación metodológica, testimonios. abStRact The exploration of what has been called the backstage of research admits diverse approaches. One of them is the one that focuses attention on how such-and-such work became, or how a line of investigation arose, either through testimony of the main author, or of somebody of the team or research group, or of a third. Here that footpath is not followed, although it is not discarded either as a whole. It is chosen, however, to focus on the process and the experiences of becoming a social researcher that converge in the trade of sociology, as this one has been incarnated in a few outstanding cases. It is aimed at a sort of historical-biographical backstage of research, in which one prosecutes to promote the knowledge of this trade from an exploration of diverse qualitative materials. There is no such a pretension of composing

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Hacerse investigador social: testimonios deloficio y artesanía intelectual del sociólogo

Becoming a Social Researcher: Testimonies from the Sociologist’s

Trade and Intellectual Craftsmanship

Miguel S. vallES MaRtíNEz

Universidad Complutense de MadridDepartamento de Sociología IV

(Metodología de la Investigación y Teoría de la Comunicación) [email protected]

Recibido: 22.4.09Aprobado definitivamente: 3.6.09

RESUMEN

La exploración de lo que ha dado en llamarse la trastienda de la investigación admite diversasaproximaciones. Una de ellas es la que centra la atención en el cómo se hizo tal o cual obra, o cómosurgió una línea de investigación, bien a través del testimonio del autor principal, bien de alguien delequipo o grupo de investigación, bien de terceros. Aquí no se sigue ese sendero, aunque tampoco sedescarta del todo. Se opta, en cambio, por enfocar el proceso y las experiencias de hacerse investigadorsocial que convergen en el oficio de la sociología, tal como ésta se ha encarnado en unos pocos casos decierto relieve. Se apunta a una suerte de trastienda histórico-biográfica de la investigación, en la que setrata de promover el conocimiento de este oficio a partir de una exploración de materiales cualitativosdiversos. No se trata tanto de componer esbozos de (auto)biografías intelectuales, sino de reunir y releeralgunas de las disponibles (junto con toda una gama de testimonios relacionados), para abrir la puerta aldescubrimiento y teorización de aspectos que merecen registrarse. Tampoco hay una pretensión dedesvelamiento o reconstrucción de lo auténtico. Sencillamente se piensa que hay diversas formas derepresentación de la experiencia investigadora vivida (no solo las más formales o académicas); tambiénde presentación de la persona que investiga. Aquí nos interesan especialmente las de tipo biográfico oautobiográfico. Se sigue así una línea de indagación e innovación metodológica a la que se vieneprestando atención desde la actividad docente e investigadora.

PalabRaS clavE: Investigación social, trastienda, artesanía intelectual, oficio de sociólogo, materialautobiográfico, innovación metodológica, testimonios.

abStRact

The exploration of what has been called the backstage of research admits diverse approaches. One ofthem is the one that focuses attention on how such-and-such work became, or how a line of investigationarose, either through testimony of the main author, or of somebody of the team or research group, or of athird. Here that footpath is not followed, although it is not discarded either as a whole. It is chosen,however, to focus on the process and the experiences of becoming a social researcher that converge in thetrade of sociology, as this one has been incarnated in a few outstanding cases. It is aimed at a sort ofhistorical-biographical backstage of research, in which one prosecutes to promote the knowledge of thistrade from an exploration of diverse qualitative materials. There is no such a pretension of composing

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sketches of intellectual (auto)biographies, but to reunite and to reread some of the available ones (alongwith a range of related testimonies), to open the door towards the discovery and theorization of aspectsthat deserve to be registered. Neither it is attained to uncover or reconstruct the authentic. Simply onethinks that there are diverse forms of representation of the lived investigating experience (not only themost formal or academic ones); also of presentation of the self that investigates. Here we are speciallyinterested on those experiences of biographical or autobiographical type. It is followed therefore a line ofinquiry and methodological innovation to which attention has been paid from the educational andinvestigating activity.

KEywoRdS: Social research, backstage research, intellectual craftsmanship, sociologist´s trade,autobiographical material, methodological innovation, testimonies.

SUMaRIo

1. Entreabriendo el contexto existencial del texto y su autor: algunos hilos iniciales que componen elargumento y avanzan las conclusiones de este escrito. 2. Testimonios aparentemente distantes: la tras-tienda de la creación artística. 3. Testimonios de oficios vecinos a la sociología: la trastienda autobiográ-fica de un historiador. 4. Testimonios del acceso al oficio de sociólogo: algunos casos iniciales de espe-cial relieve internacional. El caso de Paul F. Lazarsfeld. El caso de Pierre Bourdieu. El caso de GinoGermani 5. El baúl de los apéndices metodológicos, como trastienda reflexiva del quehacer sociológico.El testimonio de William Foote Whyte. El testimonio de Alvin W. Gouldner y Maurice R. Stein. El tes-timonio de Juan F. Marsal. 6. La correspondencia epistolar sociológica, material genealógico. El archivode cartas de Merton sobre la trastienda de la tesis doctoral de Blau. 7. Bibliografía.

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1. ENtREabRIENdo El ConTexToexISTenCIal dEl tExto y SUaUtoR: algUNoS HIloS INIcIalESqUE coMPoNEN El aRgUMENto yavaNzaN laS coNclUSIoNES dEEStE EScRIto

Un contexto cambiante. El contexto tecnoló-gico en el que cada nueva promoción de inves-tigadores sociales ha ido formándose y trabajan-do ha experimentado sucesivas mudanzas. Elritmo del cambio se aprecia mejor cuando secomparan algunos de esos recursos materialesconcretos empleados en estudios emblemáticos.La memoria me refresca la imagen de la máqui-na (un modelo de calculadora denominado Divi-suma) que se utilizó en los años del InformeFOESSA de 1970 en España. Me la mostró enuna ocasión Amando de Miguel, como si se tra-tase de una reliquia, al empezar el año 2007. Ensu despacho de la calle Serrano, el primer orde-nador personal no llegó hasta los años ochenta.Este mínimo recordatorio del ambiente en elque les ha tocado vivir a unas generaciones yotras resulta necesario1. El contraste con la dis-ponibilidad actual de medios informáticos, losrecursos y la comunicación vía Internet es muynotable. Aquí se presta atención, sobre todo, alos testimonios de algunos sociólogos y otrosinvestigadores sociales de avanzada edad o yafallecidos.

Un camino fortuito y zigzageante, pero conalgunos ingredientes necesarios o que se desta-can como decisivos por sus protagonistas. Asídefine su hacerse profesor académico, DavidRiesman, a sus 81 años y jubilado de la Univer-sidad de Harvard. Advierte que pasó de la carre-ra de Derecho a la de Sociología, dejando per-plejos a unos sí y a otros no. Merecen anotarseaquí dos reflexiones de su narración. En ambasse elogia la figura de un maestro en especial;primero, destacando el trato recibido; y, luego,detallando un aprendizaje concreto que le haseguido acompañando.

“En retrospectiva me doy cuenta de que lodecisivo para mí fue que aparte de ser Friedrichuna persona de vasta cultura, de enorme magne-

tismo personal y demostrarme verdadero afecto,me brindó su respeto como a un potencial colegaintelectual”

(…)“De él aprendí lo que sigo haciendo hasta la

fecha: leer las cartas al director en periódicos yrevistas, utilizándolas como termómetro de pun-tos de vista opuestos”

(Riesman, 1993: 78 y 88)

Por propia experiencia sé que uno no sevuelca en un oficio como resultado, sólo, de unaprendizaje de técnicas, contenidos o procedi-mientos propios del trabajo. En la carrera dehacerse investigador social cuentan tambiénotros ingredientes fundamentales, como losque atestigua Riesman. Entre nosotros, Oltra(1976: 3) se refirió a esto mismo con la expre-sión “relación científica de amistad”, indican-do que las dos clases de relaciones se puedenfundir en la experiencia investigadora real. Ensu caso se refería a la vinculación con Marsalen la línea de investigación sobre los intelec-tuales bajo el franquismo, compartida con sumaestro y amigo. En sus escritos recientes(Oltra y otros, 2004) se sigue apreciando laimportancia dada a la malla reticular de lasrelaciones personales, para comprender mejorla pléyade de pensadores sociales, relacionan-do sociedad, vida y teoría.

El árbol de las generaciones y de las disci-plinas. A la parcela de la sociología se llega enocasiones desde otros campos, más o menosafines o próximos. Se trata de una constante,que nos enseña que el hacerse en éste (como enotros oficios u ocupaciones) es una mezcla dela concurrencia de varias generaciones, asícomo de la combinación de campos por los queel investigador ha pasado o de los que ha reci-bido influencia. El caso de Paul Thompsonmerece destacarse, junto al de otros muchos. Elautor de The Voice of the Past o I don´t FeelOld, admirado por estos y otros libros, ademásde por su compromiso y protagonismo en elmovimiento de historia oral, ha seguido siendoun referente. En los últimos años he vuelto aencontrarme con sus escritos, al centrar la aten-ción en el archivo y reanálisis del material de

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1 Una aproximación de lo vivido en mi caso acerca de los sucesivos ordenadores personales puede verse en Valles (2005a).

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los estudios cualitativos2. En el año 2000,Thompson abordaba esta cuestión centrándoseen tres experiencias de investigación propias.Lo que aquí interesa destacar es que, en esteescrito, el autor deja un rastro autobiográficoiluminador sobre el proceso de hacerse investi-gador social. Se presenta como practicante de lasociología, con más de treinta años de experien-cia investigadora. Pero advierte enseguida quesu formación inicial y su primera investigación(a comienzos de los 60) fue “como historiadorsocial”. Y que dicha formación y experiencia hasido una influencia constante. Sigue una perlaretrospectiva en la que se verán reflejados nosolo los historiadores, sino también los sociólo-gos acostumbrados a aguzar el ingenio ante lafalta de datos o las deficiencias de éstos3.

“En aquel entonces los historiadores no tení-an formación de ninguna clase en métodos deinvestigación, pero tenían claro dos cosas. Prime-ra, uno debía procurar hacer el mejor uso posiblede cualquier fuente que pudiera encontrar, yafuese en archivos públicos, en empresas o en áti-cos o cobertizos de casas particulares. Y segunda,uno debía buscar fuentes nuevas o desconocidas,pues encontrar una fuente significativa innovado-ra era la exclusiva más grande que podías lograr”(Thompson, 2000: 6).

Recuerda este autor, con especial admiracióny agradecimiento (pues resultó decisivo para sutesis doctoral), a Sidney y Beatrice Webb comodepositarios de materiales de investigación en labiblioteca de la London School of Economics.Que esta pionera de la ciencia social británica

tuviese la visión de futuro de conservar susnotas manuscritas de las entrevistas hechas a loslíderes sindicales, ha sido un ejemplo inolvida-ble para Paul Thompson (y “fue una de lainfluencias tempranas que me encauzaron haciaQualidata4”). Entre nosotros, Juan José Castilloha ido dejando constancia de su interés por laobra de los Webb. Baste destacar aquí la aten-ción especial dedicada a una parte clave dellegado más netamente metodológico de Beatri-ce Webb, su Diario de una investigadora, quepresentó en la sección Textos clásicos de laREIS (Castillo, 2001). De esas condensadaspáginas, a las que remitimos al lector interesa-do, extractamos solo algunas referencias a dichodiario y al aprendizaje del oficio rastreable en elresto de la vida y la obra de esta pionera de lainvestigación. Del diario se dice que “pertenecemás a la «cocina de la investigación», a lavoluntad de mostrar las herramientas y las difi-cultades de un oficio que sólo se aprende, comotodos, haciéndose”. Añade Castillo una reco-mendación sobre el aprendizaje del oficio:“Leer, o releer, la obra de Beatrice Webb es,también, una buena propuesta para los sociólo-gos en formación: su ejemplo y su vida, suaprendizaje, puede ser una buena guía de per-plejos en estos tiempos de incertidumbre”.

El árbol de los espacios histórico-geográfi-cos y generacionales interconectados. Ahora lanueva expresión se beneficia, además, de la pro-puesta de Alfonso Ortí sobre los llamados“espacios históricos generacionales”. Se refierea la tendencia a ubicar o autoubicarse, observa-ble tanto entre pensadores como artistas, debidoa la agitada historia española del último siglo.

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2 Desde la European Science Foundation se promueve un programa (EUROQUAL), dedicado a “compartir, desarrollar y pro-mover la experticia metodológica de alto nivel”, en métodos cualitativos, por parte de los investigadores europeos y entre las dis-tintas generaciones y disciplinas sociales. Dentro de las actividades previstas cabe mencionar aquí el encuentro sobre archivos ymetodología biográfica.

3 Este ha debido ser, sin duda, uno de los aprendizajes del oficio de sociólogo en la España de los años 60 (y posteriormente).Las distintas generaciones que han colaborado con Amando de Miguel así lo atestiguan. De ahí que las palabras de Thompson ten-gan la resonancia especial de algo que se ha vivido. En mi caso, lo asocio al estudio de 1986 Población y recursos humanos enCastilla y León. Estudio sociológico sobre recursos y capital humano, del que son autores Amando de Miguel, Antonio Izquierdoy Félix Moral. Mi colaboración, al igual que la de Pedro L. Iriso o José Melquiades Ruiz Olano, se redujo a trabajos de recogida ytratamiento de datos. Pero pudimos observar cómo, además del ingenio para reunir y analizar los datos demográficos existentes, secreaban indicadores innovadores a partir de datos no demográficos procedentes de otras fuentes (la Dirección General de Registrosy del Notariado, o la Compañía Telefónica, entre otras). Poco después, en las primeras investigaciones como investigadores prin-cipales o autónomos se trató de emular y superar lo aprendido (Cano, Ruíz y Valles, 1988; Cano, Díaz, Sánchez y Valles, 1993).

4 Sobre Qualidata, en tanto iniciativa de archivo de materiales procedentes de estudios cualitativos, consúltese el siguienteenlace: http://www.esds.ac.uk/qualidata/about/introduction.asp

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Por ejemplo, en la literatura española se agrupaa sus escritores en generaciones (del 98, del 27,del 52). Y, entre los sociólogos, se escribe desdela experiencia vivida como miembro de unageneración: la de los años 50 por ejemplo, a laque dedica Marsal su libro Pensar bajo el fran-quismo; o la del 56, en la que se sitúa Ortí y con-textualiza el despertar de la vocación sociológi-ca en una juventud que se planteaba preguntasen un medio que “bloqueaba toda reflexiónsobre la realidad social” (Ortí, 2001: 123).

Más aún, con este nuevo enfoque reticular oarborescente, se pretende llamar la atención acer-ca de la necesidad de combinar los ejes tempora-les colectivos e individuales con los espaciales.El detalle del debate sobre la periodización de lainvestigación social cualitativa, concretamente,ya se planteó en un escrito anterior (Valles yBaer, 2005). Baste recordar aquí nuestra crítica ala presentación ahistórica de la práctica investi-gadora; así como la propuesta de Alasuutari(2004), de superación de los relatos etnocéntricosbasados solo en una metáfora temporal, parabasarlos también en una metáfora espacial quepivote sobre el concepto globalización. Destacala existencia de un escenario internacional carac-terizado y condicionado por relaciones asimétri-cas (o estructuras del tipo centro-periferia) en ladifusión de las teorías, los modelos, las investi-gaciones. La visión resultante era (es) una mallade influencias mutuas entre grupos de investiga-dores, ubicados en el tiempo y en el espacio. Porun lado, señalábamos, la sociedad en la que vivey trabaja el sociólogo acaba condicionando suslíneas de investigación y hasta su modo de lle-varlas a cabo. Lo cual no descarta, por otro, lasinfluencias externas, la pertenencia a escuelastransnacionales. Especial relieve nos merecía(merece) la pertenencia generacional, la que leviene dada por la fecha de nacimiento; y que lesupone al investigador un engarce particular en elcontexto social de su época.

Por ello, aunque nuestro escoramiento com-prensible y esperable fuese hacia los testimo-nios de sociólogos españoles, finalmente no hasido así, pues resulta difícil entender a estos sinsus conexiones con los centros universitarios ylos maestros ubicados en el extranjero. De ahíque no hayamos circunscrito la lectura y presen-tación de materiales a los investigadores socia-les de un solo país. La muestra final (aunque

pequeña) ha abarcado las dos Américas y Euro-pa. Los testimonios finalmente reunidos son elresultado, en gran parte también, de la propiatrayectoria de lecturas, relaciones académicas yprofesionales de quien escribe. Se ha aprove-chado la tesitura de tener que enfrentar la elabo-ración de este escrito para satisfacer, también,algunas curiosidades que surgieron hace algúntiempo durante el propio proceso de formacióninvestigadora. Sea por ejemplo el caso de Cole-man, su The Adolescent Society. Las resonan-cias de este autor y su obra, presente en loscomienzos de mi biografía investigadora, mehan llevado a disfrutar especialmente de suautobiografía intelectual (Coleman, 1993). Estahistoria mínima puede ayudar a transmitir loque se va buscando en este artículo y, en gene-ral, en el volumen entero de esta revista. Entién-dase como una versión complementaria delestudio de casos más ortodoxo. La singularidadconsiste en exteriorizar dichas resonancias, quea su vez se multiplicarán con cada lectura de lospotenciales lectores de esta narración.

Este es el caso. De las veinte autobiografíasintelectuales que editase Bennett M. Berger en1990, la de Coleman sería a mi juicio una de lasque se salvaría de las críticas vertidas por Ritzer(1991) en su reseña de éste y otros libros. Laqueja del revisor, en ocasiones ácida, se resumeen la falta de información suficiente para que ellector pueda ver la relación entre la experienciavital y las ideas sociológicas. En otras palabras,varios de los esbozos autobiográficos parecenalejarse de la tarea propuesta por el editor: la de“convertirse en científico social”. Coleman(1993: 161-ss) relata la influencia de Lipset ensu desarrollo como sociólogo, a través de la par-ticipación en el conocido estudio La democra-cia sindical. Y acaba comparando esta obra conla propia, posterior, The Adolescent Society. Alreleer a Lipset, Trow y Coleman (1989/1956),he anotado una rápida ficha sobre la cadenageneracional de aprendizaje de un oficio comoel de la sociología. Me refiero a los conceptos oexpresiones: sociedad sindical, sociedad ado-lescente (antes sociedad de las esquinas enWhyte). En mi caso, me llegó por esta doble víade Whyte y Coleman, y a través de Amando deMiguel. De éste aprendí aquello de aprovecharel estudio de la juventud en España para indagarsobre la sociedad toda.

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2. tEStIMoNIoS aPaRENtEMENtEdIStaNtES: la tRaStIENda dE la cREacIóN aRtíStIca

Otro modo de enfocar la cuestión del conver-tirse o hacerse investigador social consiste enexplorar fuera de los campos disciplinares deli-mitados por las ciencias sociales. Se trata de unejercicio de conocimiento que tiene a la base lacomparación. Los sociólogos Glaser y Strauss(1967) refinaron este modo de proceder en supropuesta metodológica de creación de teoríafundamentada (grounded theory), bautizándolofar-out comparison technique. En resumidascuentas, si se quiere avanzar en el conocimientoteórico de cómo alguien se convierte en investi-gador social, no hay que ceñirse únicamente a loque sucede en los oficios o profesiones de loscientíficos sociales. La técnica de la compara-ción distante anima a explorar en otros oficios,aunque a primera vista nos parezcan que nadatienen en común con el elegido como objeto deestudio. De ese modo se da, casi sin querer, unpaso decisivo en la indagación. Se pasa de preo-cuparnos en exceso por la descripción a hacerlo,también o de manera preferente, por el descubri-miento y conceptualización de los procesos(comunes o diferentes) implicados.

Basten unos pocos ejemplos. Desde que seincorporó a mi agenda investigadora el interéspor la trastienda de la investigación, se activótambién la alerta hacia el backstage de otros ofi-cios. Entre los materiales, de prensa y otrosmedios, archivados como resultado de esta nuevaatención selectiva me referiré brevemente a sóloalgunos de ellos. En primer lugar, un extracto deldiscurso de García Márquez pronunciado en Car-tagena de Indias el 27 de marzo de 2007, publi-cado en la prensa escrita del día siguiente. Asíescribí “Cien años de soledad” era el titular. Elmítico escritor oculta más que revela su particu-lar proceso y experiencia de hacerse o ser escri-tor. Comienza refiriéndose a su famosa obracomo “algo escrito en la soledad de mi cuarto con28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arse-nal”. Se confiesa “artesano insomne”. Y sinteti-za así su carrera de escritor:

“(…) sólo sé que desde los 17 años y hasta lamañana de hoy, no he hecho cosa distinta quelevantarme todos los días temprano y sentarme

ante un teclado para llenar una página en blancoo una pantalla de computador con la única misiónde escribir una historia aún no contada por nadieque le haga más feliz la vida a un lector inexis-tente. En mi rutina de escribir nada ha cambiadodesde entonces. [...]”

Se es más explícito con el relato de lo acci-dentado que fue la publicación de dicha novela.Un “borrador acribillado a remiendos” que se lecae a la secretaria en plena calle, en un día delluvia. La penuria económica vivida durante laelaboración del manuscrito y a la hora deenviarlo al editor. En suma, estos recursosnarrativos recuerdan las presentaciones de símismos que hacen los famosos de los distintosgremios, cuando optan por ofrecer pinceladas decomienzos menesterosos.

Otro recorte de prensa, titulado Cómo Picas-so inventó el cubismo, nos habla de la “revolu-ción tan mental como plástica” que debió deacometer este genio de la pintura para crear unnuevo estilo; y hasta alumbrarse a sí mismo. Elingrediente de la soledad, que apuntaba el escri-tor mencionado antes, no falta aquí tampoco. Seprecisa que dicha revolución se preparó “aleja-do de todo y de todos, trabajando a partir defotografías de colecciones etnográficas”. Sor-prende la exactitud de otras precisiones, aporta-das por sus estudiosos, como el número desesiones que el artista necesitó (o el número debocetos que realizó) para tal o cual cuadro. Hayuna referencia recurrente a la evolución del pin-tor y de su lenguaje pictórico propio. Por unlado, se señala que para poder seguir la evolu-ción picassiana son imprescindibles determina-dos “hitos” (la considerada primera obra cubis-ta, por ejemplo). Y se acaba definiendo dichametamorfosis, así como los componentes delcubismo más picassiano:

“La evolución cubista de Picasso, del llama-do cubismo analítico al sintético finalizando en elestrictamente picassiano, es una aventura prodi-giosa, hecha de talento, imaginación y humor”(Martí, 2007)

Todo un compendio de rasgos a tener encuenta también en los artistas de la investiga-ción social en general, de la sociológica en par-ticular. El aspecto imaginativo ha sido segura-

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mente el más renombrado. Wright Mills hizo dela imaginación una palabra emblemática paraentender el oficio de sociólogo, cuya artesa níaintelectual tan magistralmente concretó en elcélebre apéndice de La imaginación sociológi-ca. Posteriormente se han añadido otras adjeti-vaciones: etnográfica (Atkinson, Willis), ideoló-gica, política (Oltra). Las obras de Oltra, sobrelos intelectuales, dan pie a pensar en el investi-gador social como intelectual, en la yuxtaposi-ción de las trayectorias seguidas por los políti-cos intelectuales o los científicos políticos.Merecen releerse sus análisis e interpretacionesacerca de los diversos intelectuales y sus aporta-ciones al entendimiento de la España franquista(Oltra, 1978: 164-167). Destaca su aprovecha-miento de los materiales biográficos (testimo-nios, memorias, “experiencias autobiográficasnoveladas”5).

¿Qué hace falta para que se desate la imagi-nación de un artista, de un investigador social?A esta pregunta nos lleva la lectura de otra piezade periodismo escrito, archivada en la carpetaLa trastienda. Seguimos en el mundo de la cre-ación pictórica, probando los resortes de la com-paración distante. Esta vez el titular reza así: Elarte de Van Gogh en sus propias palabras. Laperiodista Holland Cotter, crítica de arte, com-pone una noticia de página completa basándosesobre todo en una muestra de cartas manuscritasdel célebre pintor. La exposición de estas “car-tas pintadas”, junto con cuadros y dibujos, se hahecho en el Morgan & Library Museum deNueva York a finales de 2007, bajo la denomi-nación Painted with words: Vincent van Gogh´sletters to Émile Bernard. Se trata de las cartasque el pintor holandés envió a su amigo Bernard(“un pintor francés de poca monta, un escritorprolífico, un relaciones públicas incansable ydefensor de Van Gogh”), a quien se debe la con-servación y publicación de dichas cartas. Enellas, Van Gogh hacía bocetos en tinta de loscuadros, añadiendo el nombre de los colorespara completar la descripción escrita de los

bocetos. Las cartas están fechadas entre 1887 y1889, tras marcharse Van Gogh del bullicioso ycompetitivo ambiente parisino y establecerse enla Francia rural del sur, “él solo”, manteniendola comunicación con Bernard por correo. Laexperta en arte señala que “la gama cromáticadel sur de Francia desató la imaginación deVan Gogh tras un año en el grisáceo París”.Lamenta que se perdiesen las cartas de Ber-nard, lo que hubiese completado “una especiede conversación de trabajo glorificada sobrepintura, teoría del color y procedimientos”. Sinduda, un testimonio más completo sobre larelación de mentoría o discipulaje entre unmaestro del estilo concreto y un discípulo (conotras influencias también) más orientado a laabstracción. Al menos contamos con este mate-rial manuscrito de un artista genial, conservadoy difundido hasta hoy, acerca de su oficio, delque pueden extraerse muchas enseñanzas paraotros campos.

“No sigo ningún sistema pictórico en absolu-to. Ataco el lienzo con pinceladas irregulares, quedejo tal cual; impastos, fragmentos de lienzo sincubrir, correcciones, brusquedad. Tiendo a pensarque el resultado es lo bastante preocupante ymolesto como para no complacer a la gente conideas preconcebidas sobre la técnica”.

Al organizar estas instantáneas sobre lasfiguras geniales de Picasso o Van Gogh, herecordado las palabras videograbadas de JesúsIbáñez (con ocasión de una de sus últimas con-ferencias, en la Universidad de Granada) acercade la definición freudiana de genio (“DecíaFreud que un genio no es más que uno que, deniño, tuvo una madre que tenía fe en él”6). Elmetodólogo español lo señaló a colación de lalibertad que dejaba a sus colaboradores prime-ros para que analizasen el discurso de los gruposde discusión, en referencia a Alfonso Ortí,Ángel de Lucas, Francisco Pereña, José Luis deZárraga y Luis Martín de Dios.

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5 Sobre la importancia de la novelas en la investigación social véase Valles y Baer (2005), donde se ofrece una interpretacióndocumentada de la evolución circular en la trayectoria investigadora de Amando de Miguel, y se alude al caso de Germani.

6 Un corte de dicha conferencia puede verse también en el minuto 4:04 a 4:09 del video 3 resultante del Proyecto de Innova-ción Educativa (PIE 19/99), realizado en el Departamento de Sociología IV en el año 2000.

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3. tEStIMoNIoS dE ofIcIoSvEcINoS a la SocIología: latRaStIENda aUtobIogRáfIca dE UN HIStoRIadoR

En este apartado se hace una presentación dealgunas aportaciones de Gabriel Jackson a lacuestión central de este artículo. Destacado his-panista por obras como The Spanish Republicand the Civil War, 1931-1939, publicada origi-nalmente en 1965, luego traducida al español envarias fechas desde 1976. Pero es su Memoria deun historiador la obra que nos interesa aquí7. Ensu Prefacio, de marzo de 2001, a la edad de 80años, el autor vuelve a reflexionar sobre la expe-riencia de investigar en la España de la dictadu-ra de Franco, así como en otros lugares; y apro-vecha para “comentar algunos pasajes que ahoraescribiría de modo diferente”. Va refiriendoejemplos de fenómenos y sucesos concretos,estudiados años atrás, y que hoy reconoce haberidealizado o interpretado condicionado por suparticipación en los procesos políticos de fondo.En la fecha de la escritura y edición primera dellibro (1968-9), “creía que las fuerzas de Francohabían asesinado a unas 200.000 personas y lasfuerzas republicanas a unas 20.000”. En un tra-bajo posterior, de 1974, “convencido de quehabía subestimado el número de represaliados enlas zona republicana” estima un “posible total de50.000 paseos” (cursiva en el original). Y en2001, al escribir el prefacio mencionado, se haceeco de los resultados aparecidos en una publica-ción coordinada por Santos Juliá, de 1999, segúnla cual la estimación de asesinatos políticos seríade 175.000 y 75.000 respectivamente. La refle-xión que añade Jackson, tras plantear este caso,merece destacarse aquí: pues enlaza con “elbagaje intelectual del historiador”, que retomare-mos enseguida; y encierra una lección (repetidaen el prefacio) sobre el proceso de hacerse inves-tigador social. Esto es, el investigador social,

historiador o sociólogo (o cualesquiera otroscampos y oficios de las ciencias sociales, lashumanidades, etc.) se va haciendo y rehaciendo;y ello supone reconocer errores e indagar a quése han debido. Este es el caso:

“Creo que la razón de que subestimara elnúmero de represaliados en las áreas controladaspor las fuerzas del Frente Popular radicaba en miresistencia a creer que los revolucionariosizquierdistas pudieran matar por venganza ycegados por la pasión, como los fascistas y lasfuerzas reaccionarias, o que el deseo de vengarsepor pasados conflictos personales pudiera moti-var numerosos asesinatos.

Para mí, como para muchos veteranos socia-listas demócratas, fue un artículo de fe que laizquierda cometió menos crímenes de sangre quela derecha –en la revolución rusa, en la luchaentre el fascismo y la izquierda de las décadas de1920 y 1930 y, por tanto, también en la guerracivil española–.” (Jackson, 2001: 14)

El interés del historiador neoyorquino8 por elpasado español surgió del contacto, a principiosde los 40, con algunos exiliados españoles enMéxico. Este apunte histórico-biográfico apare-ce en casi todos los perfiles que circulan sobreeste personaje en los medios de comunicación yotros archivos. También se encuentra en el capí-tulo primero de su autobiografía intelectual,titulado El descubrimiento de una misión. Enesas páginas iniciales Jackson revela, además,otros detalles menos conocidos y difundidos.Aquí subrayamos un aspecto clave en la historiade algunos investigadores sociales españoles,como se ha señalado en otro lugar (Valles yBaer, 2005). Me refiero a que el autor reconoceque en las novelas de Azorín, Unamuno, Mara-ñón y Galdós9 encontró inspiración y empujepara esa “misión”, la de “escribir la mejor histo-ria que fuera capaz”; y hacerlo “en honor de

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7 Estas memorias se publicaron originalmente en 1969, cuando su autor rondaba los 48 años, bajo el título Historian´s Quest.El libro fue traducido al castellano en 1993, cuando Jackson tenía ya 72 años, en una edición de Anaya & Mario Muchnik, amplia-da y retitulada Historia de un historiador. En 2001 lo retraduce y reedita Temas de Hoy, con el título Memoria de un historiador.

8 Afincado en Barcelona desde los años 80 y con nacionalidad española desde 2005, es, además de historiador e hispanista, músi-co y novelista, como se señala en algunas de las entrevistas concedidas en los últimos años a distintos medios de comunicación.

9 “Al leer a estos escritores empecé a advertir, a partir del verano de 1942, un dilema español que no tenía parangón en la vidanorteamericana: el apego a una tradición larga y rica se había convertido en un pesado obstáculo para solucionar los problemascontemporáneos” (Jackson, 2001: 26)

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gente semejante” a la conocida a través dedichos novelistas y de experiencias personalesvividas durante sus estancias en España.

De especial relevancia para las pesquisassobre la trastienda de la investigación social sonsus capítulos sobre el “bagaje intelectual” delhistoriador y acerca del “proceso de composi-ción” (o de escritura). En un estilo llano e inti-mista se ofrece al lector un conjunto de refle-xiones, maduradas, en las que los investigadoresde otros campos se verán reflejados. Resuena elproblema de fondo, al que (ya se ha anotado) serefiriese también Paul Thompson, sobre la defi-ciencia de los datos disponibles. Gabriel Jack-son advierte, para el caso de los historiadores,que la cantidad de datos suele ser “abrumado-ra”, en la historia contemporánea, e “irregular”en la historia antigua. La solución por la queaboga Jackson descansa en la noción de “honra-dez intelectual”, lo que incluye como sugerencia(que entronca con propuestas metodológicasclásicas y actuales) la opción de hacerse visiblecomo autor. No solo explicitando “sus métodosde selección” (de los materiales reunidos), sinotambién los “compromisos ideológicos y emo-cionales”. Las palabras que se extractan a conti-nuación tienen un tono programático, acerca delas virtudes del historiador; al tiempo que pare-cen condensar la experiencia de investigar yavivida, y que se quisiera legar a quien se iniciaen este camino.

“El historiador, pues, intentará constantemen-te comprender todas las posibles relaciones entrelas grandes fuerzas y los ideales de una sociedaddada. Tendrá que comprender los motivos y elpapel de las personas y grupos clave. Tendrá queconsiderar los acontecimientos dentro de unasecuencia cronológica aproximada y necesitarásintetizar características generales y detalles con-cretos dentro de una narración comprensible. Alhacerlo tendrá que elegir una proporción relativa-

mente pequeña de hechos conocidos; tendrá quedecidir qué tono adoptar al hablar de los diferen-tes fenómenos y qué peso otorgará a cada factordentro de la «mezcla» total.

Esto quiere decir que la característica másimportante de un historiador, sin la cual toda suhabilidad técnica carecerá de valor, es la honra-dez intelectual.” (Jackson, 2001: 60-61).

Junto a la honradez intelectual, nuestro his-toriador resalta “la importancia de la experien-cia personal”. Señala que circunstancias de subiografía y experiencia personal, como el hechode ser judío, le ayudaron a comprender mejor loque primero leyó sobre la historia de España, yluego pudo oír y ver en sus viajes por la penín-sula. Son numerosos los ejemplos que aporta10,lo que convierte este capítulo de sus memoriasen un deleite para quien quiera adentrarse en lasantesalas del producto final de la investigacióny su cadena de producción, sin olvidarse del fac-tor humano (de las coordenadas histórico-bio-gráficas de quien investiga, analiza, interpreta ysintetiza). Al mismo tiempo, reconoce que en suequipaje biográfico faltaban algunas experien-cias con las que se tuvo que enfrentar mientrasestudiaba en España. Se refiere al hambre y alanalfabetismo. De ahí que añada un tercer pilarde su experiencia investigadora: una mezcla derecomendación, a no faltar en un perfil del per-fecto investigador, y de invocación al método deobservar sobre el terreno.

“Pensé que la pieza indispensable en mi baga-je intelectual debía ser sencillamente la de teneruna actitud lo más alerta y abierta posible antetoda clase de experiencia humana. Ya había leídolo suficiente; sabía qué preguntas hacer y teníaalguna base para juzgar la exactitud y honradezde lo que me iban a decir. La verdadera tarea con-sistía en conocer el país y el pueblo en su autén-tica realidad” (Jackson, 2001: 66).

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10 Su experiencia laboral en el Ejército (mecánico de aviación, cartógrafo) le ayudó “a interpretar las exigencias y actitudes dela elite de la clase obrera industrial de España”. O su “carrera de profesor y músico a tiempo parcial” le ayudó a comprender mejorel sistema educativo de promoción pedagógica que tuvo lugar en las zonas rurales en 1933-34 en España. O sus experiencias, polí-ticas y vecinales, relacionadas con el macartismo y el racismo contra los negros. Unos y otros incidentes le ayudaron “a com-prender la violencia de los prejuicios racistas, anticlericales, antimasónicos y anticomunistas en España y el sentimiento palpabledel odio de clase, tanto desde arriba como desde abajo” (Jackson, 2001: 64-66).

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4. tEStIMoNIoS dEl accESo alofIcIo dE SocIólogo: algUNoSCaSoS INIcIalES dE ESPEcIalRElIEvE INtERNacIoNal

Para una primera aproximación, por nuestraparte, a algunos casos de especial relieve nacio-nal mirando desde la península ibérica haciaEuropa e Iberoamérica, véase Valles y Baer(2005). Quedan en el tintero los testimonios deotros muchos casos, también relevantes, peroque por razones de espacio no se desplieganmínimamente aquí. Baste mencionar al menosla referencia de algunos testimonios dejados porColeman (1993), Touraine (1977), Castells (enPascual, 2006), Giner (2001), Ortí (2001, 2007),entre otros.

EL CASO DE PAUL F. LAZARSFELD

La figura de Lazarsfeld condensa diversasfacetas del proceso de hacerse investigadorsocial, tal como ha tenido lugar en las últimasgeneraciones, tanto a éste como al otro lado delAtlántico. En su biografía intelectual confluyenelementos genealógicos de las perspectivascuantitativa y cualitativa en ciencias sociales.Deja un testimonio autobiográfico sobre su con-tribución a la investigación social, del que en elámbito iberoamericano se han hecho eco Alva-rez-Uría y Varela (1996), Jiménez Blanco(2001) o Valles (2000, 2006), entre otros. Nosreferimos a su Memoria de un episodio en lahistoria de la investigación social (Lazarsfeld,2001/1968). Aquí hacemos una relectura orien-tada por el hilo argumental principal del presen-te artículo.

El propio autor mencionado ofrece algunaspinceladas del contexto en el que inicia su carre-ra académica: “las ciencias sociales en Europaestaban dominadas por mentes filosóficas y

especulativas” (pero ya se vislumbraba un “inte-rés por trabajos más concretos”, de tipo socio-gráfico, dentro de la Sociedad Alemana deSociología presidida por Ferdinand Tönnies);“mientras en Europa el desarrollo de la cienciasocial se paralizó con la llegada de Hitler, enAmérica las tendencias evolutivas se ensancha-ron”. Y será un estudio sociográfico en Austria,Los parados de Marienthal, el que despierte elinterés de la Fundación Rockefeller, y así viajebecado a los Estados Unidos a comienzos de losaños 30. Es en este país donde, como señalaJiménez Blanco (2001: 227), “empezó siendoun becario que se convirtió en emigrante al des-encadenarse la II Guerra Mundial”. La extranje-ría de Lazarsfeld aparece en su Memoria demodo recurrente11. A las referencias a su estig-ma de judío12, añade otras relacionadas con sucambiante experiencia de inmigrante extranjero.

Bajo circunstancias económicas adversas enAustria y la fuerte corriente de un incipiente anti-semitismo, una carrera académica normal se mepresentaba como casi imposible. Cuando vine alos Estados Unidos, yo no era un individuo cono-cido —como alguno de los inmigrantes especia-listas en Física— ni estaba conectado con unmovimiento visible —como el psicoanálisis y lospsicólogos de la Gestalt—. (El estatus de becarioRockefeller me ayudó en los comienzos; peroalgún tiempo después tuve la experiencia de latransición desde un extranjero distinguido a unresidente indeseable.) (Lazarsfeld, 2001: 263).

Se funden en su biografía diversas circuns-tancias y experiencias de movilidad (espacial,social, disciplinar), que le llevan a moverse porespacios intersticiales. Lo que acaba llevándolea sucesivos empeños de innovación en lo profe-sional e institucional. Su carrera académica nosigue un camino trillado, pero ve en ello un ladopositivo que racionaliza como tal (“el lado posi-

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11 Al acabarse su beca decide no informar a nadie, temiendo que le expulsasen del país. Compra con sus últimos dólares “unbillete de tercera clase en un lento buque norteamericano”, con el que llegó a Nueva York “como el clásico inmigrante, sin unpenique”. Poco después comenzaría a trabajar en el Centro de Investigación de la Universidad de Newark.

12 “En 1935, cuando Lynd empezó a ayudarme a encontrar un trabajo, parece que escribió a alguien con el que tenía corres-pondencia que yo no parecía muy judío; tengo la respuesta de éste, que escribió a Lynd que había escuchado cosas agradablessobre mí, pero que quería corregir a Lynd en este punto: «Lazarsfeld muestra claramente las marcas de su raza»” (Lazarsfeld,2001: 261).

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tivo es que yo pertenecía, marginalmente, a uncierto número de áreas de conocimiento entrelas cuales había que trazar puentes: cienciasocial y matemáticas, intereses académicos yaplicados, perspectivas europeas y norteameri-canas”). Algo que no ha solido estar refrendadopor el reconocimiento de los colegas de unos yotros campos, intereses o enfoques; como tam-poco se ha solido reconocer mérito a la gestióna la base de la investigación13. Por todo lo cual,la lectura hoy (y en el contexto español, y euro-peo) del escrito de este destacado investigadorsocial sigue teniendo vigencia.

Además del “calendario de hechos externos”y un sinfín de detalles sobre los centros y pro-yectos de investigación que promovió, su tras-tienda; Lazarsfeld destaca que su modo deinvestigación responde a “un nuevo estilo” eindaga en “sus posibles raíces”. Una primera,que denomina “componente ideológico” y querelaciona con la motivación política detrás debuena parte de sus estudios primeros, en Viena.Informa de su participación activa en la vidapolítica, lo que le lleva a orientarse a un docto-rado relacionado con el derecho, la economía yla teoría política. Publica, “en varias revistas delpartido socialista”, trabajos estadísticos y desociología política e industrial. Todo ello, nosdice, está detrás del “interés en la estratificacióny en la significación social de la adolescencia dela clase trabajadora”14, que destilan sus publica-ciones austríacas. Lazarsfeld parece esforzarseen demostrar la orientación social y no psicoló-gica sólo de sus primeros estudios. En todocaso, es interesante esa apuesta por combinar lomacro y lo micro, los datos de estructura socialy los proyectos vitales individuales. Tiene quever con la segunda raíz a la base de su estilo deinvestigación. Por ejemplo, afirma que en elestudio de Marienthal el objetivo era analizar elagregado, “la ciudad desempleada y no los

hombres desempleados”; esto es, “la estructurasocial tiene predominio sobre las variacionesindividuales”. Este enfoque psico-sociológicolo atribuye al “ambiente intelectual” europeovivido en Austria, previo a su emigración norte-americana, en el que subraya la influencia deKarl Bühler15. Se refiere particularmente a laconveniencia de integrar introspección, conobservaciones objetivas; o estudios de casos conestadísticas y datos de encuesta; así como com-pletar la “información contemporánea” con“informaciones de fases anteriores de lo queestá siendo estudiado”. Algo que vendría a resu-mir el oficio de investigador aprendido en la“experiencia austríaca”. Un convencimiento deque la “combinación de «intuición» y cuantifi-cación era crucial para las ciencias sociales”.Algo que ya empezara a poner en práctica en elestudio de Los parados de Marienthal16 y quellega a calificar de “misión metodológica”.

EL CASO DE PIERRE BOURDIEU

A pesar de proclamar, en su Autoanálisis deun sociólogo, la prevención contra el géneroautobiográfico y reiterar la crítica sobre elcarácter “convencional y engañoso” de dichogénero, Bourdieu acaba recurriendo a sus oríge-nes sociales y componiendo su biografía inte-lectual. Algo que considera necesario para quelos lectores comprendan su estilo propio deinvestigación sociológica. No sólo ello le empu-ja a ceder, en parte, a la tentación autobiográfi-ca. En las páginas finales advierte que quizá haescrito esta suerte de memorias (de un filósofoconvertido en etnólogo y en sociólogo), “parano fomentar las biografías y desanimar a losbiógrafos”. Lo hace aportando una “evocaciónde las condiciones históricas en las que se hadesarrollado” su labor. Pensando, sobre todo, en

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13 Cuestión ésta a la que dedica Lazarsfeld el Apéndice de sus Memorias. 14 Señala que “la literatura entonces floreciente sobre psicología de la adolescencia realmente trataba sólo de los adolescentes

de clase media”. 15 Especifica que “la clave del pensamiento de Bühler consistía en la necesidad de superar cualquier enfoque singular o cual-

quier material de información concreto para alcanzar una amplia integración conceptual”. 16 Álvarez-Uría y Varela (1996) critican que Lazarsfeld no practicase luego este planteamiento metodológico favorable a la

combinación de perspectivas. Por su parte, Jiménez Blanco (2001) entiende que el estudio de Marienthal se trata de un “modes-tísimo trabajo”; y advierte la influencia de la obra Metodología de las Ciencias Sociales, de Felix Kaufmann, no mencionada porLazarsfeld, en la formación metodológica de éste.

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los lectores más jóvenes; tratando de bajarse delpedestal de autor emblemático17.

El texto está escrito a finales de 2001, a laedad de 71 años; pero llevaba tiempo trabajandoen él, como señala la nota introductoria del editorfrancés, de diciembre de 2003 (ya fallecido elautor, en 2002)18. Son numerosas las retrospecti-vas que ofrece Bourdieu sobre su racionalizaciónex post facto de la entrada en la sociología (y,antes, en la etnología). Destaca su repudio de “lasgrandezas engañosas de la filosofía”, “el rechazode la visión del mundo asociada a la filosofía uni-versitaria” (Bourdieu, 2006: 63-64)19. Se muestracrítico con la forma de concebir la etnología “queencarna Claude Lévi-Strauss”, debido al distan-ciamiento de éste con el mundo social, por su“visión, profundamente deshistorizada, de la rea-lidad social” (p. 67). Y aborda con detenimientouna experiencia investigadora concreta, que“constituyó la ocasión y fue el operador de unaauténtica conversión” (p. 85).

Se trata de una investigación sobre el celiba-to de los primogénitos, en la población rural dela que su familia paterna (y él mismo) son origi-narios. Admite que quizá el término “conver-sión” sea excesivo para denominar “la transfor-mación a la vez intelectual y afectiva” que lecondujo desde la “fenomenología de la vidaafectiva” hasta una “práctica científica” quecomportaba una “visión del mundo social a lavez más distanciada y más realista” (p. 86). Lasreferencias a la necesidad de integrar esta dobleperspectiva son constantes a lo largo de su Auto-análisis20. Pero aquí conviene resaltar ademásotra clase de integración, la que tiene que vercon las raíces u orígenes histórico-biográficosdel sociólogo haciéndose. El testimonio deBourdieu (2006: 86) es elocuente.

“Esta reorientación intelectual contenía unaserie de implicaciones sociales de importancia: serealizaba, en efecto, a través del paso de la filo-sofía a la etnología y a la sociología, y, dentro deésta, a la sociología rural, situada en lo más bajodentro de la jerarquía social de las especialidades,y la renuncia electiva que implicaba este despla-zamiento negativo en las jerarquías no habríaresultado, sin duda, tan fácil si no hubiera idoparejo con el sueño confuso de una reintegraciónen el mundo natal”.

Acaba reconociendo (y explicitando lasimplicaciones metodológicas) de su recurso a laexperiencia vivida en el contexto natal de loscampesinos bearneses, durante su investigaciónparalela en Argelia, en la Cabilia21. Agradeceque Raymond Aron le ayudase a descubrir laobra de Schütz; lo que le llevó a cuestionar,“como el fenomenólogo, la relación familiarcon el mundo social”. Aúna esa doble experien-cia investigadora: de familiaridad con un objeto(la sociedad campesina de su infancia) y de rela-ción científica (la otra sociedad, argelina). Aambos casos los toma como objeto de “un aná-lisis objetivo, incluso objetivista”. Para el estu-dio en la Cabilia, los “instrumentos de objetiva-ción” que menciona son: la genealogía y laestadística. Para el mundo social familiar, poneen práctica “una especie de descripción total”acorde al “frenesí cientificista” que descubre enmanuales como el de Maget; y contrario a la“fascinación” que todavía le producen las cons-trucciones estructuralistas de Lévi-Strauss.Merece anotarse un nuevo testimonio sobre suproceso de conversión sociológica.

“La señal más visible de la conversión de lamirada que implica la adopción de la postura del

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17 “...desvelando (…) las informaciones que me hubiera gustado encontrar cuando trataba de comprender a los escritores o alos artistas del pasado, e intentando prolongar el análisis reflexivo más allá de los descubrimientos genéricos proporcionados porel análisis científico” (Bourdieu, 2006: 151)

18 Según esta fuente, el texto “fue concebido a partir de su último curso en el Collège de France, como una nueva versión (…)del capítulo final de Science de la science et reflexivité” (traducido en España como El oficio de científico en 2003, por Anagrama).

19 Bourdieu (2006: 113-ss) contrasta su particular ruptura con el mundo filosófico, para introducirse en el campo de las Cien-cias Sociales (“de la etnología primero, de la sociología después”), con el caso de Foucault (“siempre siguió estando presente enel campo filosófico”).

20 Recuerda, por ejemplo, la ayuda recibida de parte de sus amistades argelinas, durante su trabajo de campo en Argelia: “meayudaron a concebir una representación que fuera a la vez íntima y distante, atenta y, por decirlo así, afectuosa, cordial, sin seringenua, o boba” (p. 84).

21 “¿No habría que llevar a cabo la investigación directamente en el Bearne para objetivar la experiencia que me servía, cons-ciente o inconscientemente, de punto de referencia?” (Bourdieu, 2006: 86-87).

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observador es el uso intensivo que hago enton-ces del mapa, del plano, de la estadística y de lafotografía: todo vale, como esa puerta esculpi-da, por delante de la cual pasaba yo todos losdías al volver de la escuela, o los juegos de lafiesta del pueblo, la edad y la marca de los auto-móviles, y entrego al lector el plano anónimo deuna casa familiar donde jugué durante toda miinfancia. El trabajo ingente que requiere la ela-boración estadística de los muy numerosos cua-dros con entrada doble o triple sobre poblacio-nes relativamente importantes sin recurrir a lacalculadora o al ordenador tiene mucho que ver,como las numerosísimas entrevistas asociadas aprofundas observaciones que efectúo entonces,con las pruebas no carentes de perversidad deuna ascesis de iniciación” (Bourdieu, 2006: 89).

Confiesa el autor que en lo publicado sobreesta experiencia investigadora, apenas hay ras-tro de la “atmósfera emocional que envolvió eldesarrollo” de dicho estudio. Sí cree que el lec-tor pueda colegir, al leer sucesivamente los trestextos publicados, la evolución de su miradacomo investigador social22. En suma, una“especie de experimentación sobre el trabajo dereflexividad” (“que hice en una investigaciónsobre el Bearne, que era también, y más quenada, una investigación sobre la investigación ysobre el investigador”, p. 92). Y que aprovechapara realzar el papel de la intuición en el oficiode sociólogo; así como la pertinencia y aprove-chamiento científico de experiencias sociales enlas que el investigador ha estado implicado.

No faltan, en el Autoanálisis de un sociólo-go, las alusiones a un contexto mundial socio-lógico (en el que la “sociología americana”,representada por Parsons, Merton y Lazarsfeld,queda definida como una “ortodoxia planeta-ria” a la que combatir). Bourdieu (2006: 103-106) dedica especial atención a su “enfrenta-miento” con Lazarsfeld, al que critica haberseconvertido en “portavoz de un imperialismocientífico”; pero al mismo tiempo reconocehaber trabajado “en la apropiación de todo el

utillaje técnico” (“análisis multivariado o clasessociales latentes, que podía ofrecerme el exsocialista austríaco”). El autor de La distinciónse autoubica en un espacio sociológico a con-tracorriente tanto de dicha ortodoxia teórica ymetodológica americana, dominante en lasociología mundial de la época; como de “laalternativa que esbozaba la oposición entre losmarxistas, bloqueados en el rechazo de Weber yde la sociología empírica” (p. 106).

Como ya se ha señalado, Bourdieu acabacediendo a la tentación autobiográfica, a sumanera. Elige la última parte de su Autoanálisispara evocar, más a fondo, sus orígenes familia-res; su experiencia escolar en internados declase modesta, donde transcurrió su vida adoles-cente entre 1941 y 1947 (y que “tuvo, sin duda,un papel determinante en la formación de misdisposiciones”23). De ahí que vincule su estilopropio de investigación con su procedenciasocial, logrando así (en opinión del autor) con-ciliar opuestos tales como “una alta consagra-ción escolar y una baja extracción social” (quedenomina habitus laminado). Esto es, haciendociencia de un modo ambicioso y modesto a untiempo. Consagrando “grandes ambiciones teó-ricas a objetos empíricos a menudo a primeravista triviales” (p. 141). Por ejemplo, la relaciónde los subproletarios con el tiempo.

“Puede que en este caso el hecho de procederde las «clases» que algunos suelen llamar«modestas» proporcione unas virtudes que no seaprenden en los manuales de metodología: laausencia absoluta de cualquier tipo de desdén porlas minucias de lo empírico, la atención a losobjetos humildes (…)” Bourdieu (2006: 141).

EL CASO DE GINO GERMANI

Cerramos este apartado con un tercer testi-monio sobre el trasfondo histórico y biográficodel hacerse investigador social. Deliberadamen-

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22 Por ejemplo, la “ruptura con el paradigma estructuralista” (“a través del paso de la regla a la estrategia, de la estructura alhabitus”). Esto es, a las estrategias y prácticas matrimoniales.

23 “especialmente, al llevarme a una visión realista (flaubertiana) y combativa de las relaciones sociales que, ya presente, desdela educación de mi infancia, contrasta con la visión irenista, moralizante y neutralizada que propicia, en mi opinión, la experien-cia protegida de las existencias burguesas (sobre todo, cuando se mezclan con tintes de religiosidad cristiana y de moralismo).”(Bourdieu, 2006: 126).

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te se opta por una figura de especial relieve enLatinoamérica24, máxime en Argentina (paísdesde el que escriben varias de las firmas quecolaboran en este número de la Revista Políticay Sociedad). Al mismo tiempo, se trata dealguien que tuvo una relación extraordinaria25

con un maestro de la metodología cualitativa enEspaña, Juan F. Marsal (sobre el que volvere-mos en las páginas siguientes). De este modo,nuestra muestra estratégica se abre mínima-mente al mundo latinoamericano y español.

El material documental principal26 que nossirve para acercarnos a este nuevo caso lo pro-porciona la biografía intelectual elaborada porsu hija, Ana Alejandra Germani, publicada en2004. En ella se encuentran varias de las clavesque ayudan a rastrear los condicionamientoshistóricos y psicosociales de esta nueva voca-ción e identidad sociológicas. Aquí tan sólo seanotan sucintamente algunas de ellas, con elpropósito de aproximar al lector al contextoexistencial en el que surgió y se desarrolló eltrabajo intelectual de Gino Germani.

Wainerman (1998: 16), que pertenece a laprimera promoción de licenciados en la carrerade sociología que Germani había creado en1957 en Argentina27, describe a éste como“economista italiano llegado a la Argentina en1934, huyendo del fascismo”. Y ofrece un rela-to de primera mano sobre la encomiable laborpionera de este maestro, formado en Roma.Condensa lo vivido durante los siguientes años,hasta la irrupción del poder militar, como “el

«modelo Germani» de formación de investiga-dores sociales”.

Veamos cómo fue la formación del propioGermani. Su hija y biógrafa reitera el carácter“autodidacta” del proceso de conversión cientí-fica de su padre; así como la “condición deextranjero”28. Cuenta Ana Germani que en1937-38, estando empleado en el Ministerio deAgricultura, con el cometido de sintetizar lainformación sobre producción diaria de yerbamate, ideó el modo de reducir las horas de codi-ficación, aprovechando el tiempo ganado para elestudio del fascismo europeo y los procesos decambio en Argentina (las “razones que estabandetrás de su emigración forzada a América”).

“Fue así como en una de tantas oficinas delEstado, en un ambiente de trabajo monótono yrutinario, Germani comenzó a desarrollar su pro-pia vocación: escribió, sin asistencia ni ayudafinanciera alguna, gran parte de lo que iba a ser laprimera obra de Sociología empírica en la Argen-tina29” (Germani, 2004: 52).

Dado nuestro interés por los fenómenos rela-cionados con las migraciones internacionales, seha prestado atención especial a la experienciamigratoria de Germani (o antes en el caso deLazarsfeld). En la biografía intelectual quecomentamos se hace epígrafe aparte de “la nos-talgia del inmigrante”. Allí la autora reproducetres cartas de Gino Germani, ya en Buenos Aires,donde llegó a los 23 años, el 30 de julio de 1934,

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24 Otros indicadores de la relevancia internacional de Germani se hallan en los prólogos, prefacios o presentaciones a las edi-ciones en castellano de obras como: La imaginación sociológica, de W. Mills; El miedo a la libertad, de E. Fromm; Espíritu, per-sona y sociedad, de G.H. Mead; o Estudios de psicología primitiva, de B. Malinowski.

25 Baste señalar aquí que Germani fue el maestro de Marsal en la Argentina; y que aquél prologó la obra de éste, Hacer laAmérica, en su edición original de 1969.

26 Otras aportaciones, de diverso enfoque, pueden verse en: Jorrat y Sautu (1992), González (2000), Blanco (2006), o Perey-ra (2006).

27 La advertencia y el perfil que hace otra conocedora de Germani merece anotarse aquí: “Gino Germani no fue el primero enhacer sociología en la Argentina pero sí fue el primer metodólogo de esta ciencia en nuestro país. Fue quien supo imprimir el selloinquisidor del investigador apasionado por la complejidad social, en sus discípulos y en los discípulos de sus discípulos. Su esfuer-zo de cientificidad sacó a la sociología del ensayo literario, de la filosofía y de la sola labor de cátedra universitaria y la condujopor el realismo estructural e histórico que la derivó en un saber ser (sociólogo) y saber hacer (sociología) propios de una carre-ra y un oficio (profesión) universitarios.” (Tavella, 2007).

28 Tuvo que aprender a convivir con las burlas, frecuentes los primeros años, que recibía de los autóctonos debido a su “fuer-te acento al hablar español” (p. 52).

29 Se refiere a Estructura social de la Argentina, publicada en Buenos Aires en 1954 por la editorial Raigal. Añade el detalle,llamativo, de que lo hizo en “papeles con membrete del Ministerio de Agricultura”. Y que años después lo promocionaron y tra-bajó en la biblioteca de dicho ministerio.

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tras 16 días de viaje en la tercera clase de unvapor, fugado clandestinamente de la Italia deMussolini. A partir de esta documentación epis-tolar y otras fuentes, se señala que hubo unaexpectativa inicial de retorno rápido, no cumpli-da; que la integración en la nueva sociedad fuelenta; incluso que “la convicción de ser un per-petuo extranjero no lo abandonó jamás”. Merecerecordarse a este respecto la participación deGermani en el rediseño y explotación del IVCenso de población en Argentina. De las pre-guntas que Germani propuso para que se añadie-sen en las nuevas operaciones censales, fueronvetadas las relacionadas con las migraciones y laasimilación cultural (Germani, 2004: 85-88).Cabe señalar, por nuestra parte, que la historia delas censuras ofrece un complemento necesariodel proceso real, de becoming, de especial signi-ficación en los sociólogos cuyas carreras se handesarrollado bajo regímenes dictatoriales30.

En el caso de Germani se subsumen o refle-jan toda una serie de trayectorias con un deno-minador común: el acercamiento a la sociologíadesde una mayor o menor participación en laactividad política. Algo que puede rastrearse enotras biografías (Touraine, 1978; Ibáñez, 1990;Maestre, 2003; o la de Castells, en Pascual,2006).

El subtítulo de la biografía intelectual referi-da, Del antifascismo a la sociología, ya avanzao sintetiza el proceso de transformación de unantifascista demócrata en sociólogo científico.Su biógrafa sostiene que tanto en los primerosartículos periodísticos, como en las conferenciaspronunciadas desde finales de los años 30 hastamediados de los 40, se halla (aunque aún “enbruto”) una “buena parte de su futura obrasociológica” (p. 50). Esto es, la puesta en rela-ción de las transformaciones en la estructurasocio-política con las consecuencias de éstas enlas mentalidades de los pueblos bajo regímenestotalitarios. Más aún, un doble plano analíticova apareciendo en el abordaje teórico de Gino

Germani sobre la génesis del fascismo, “elestructural y el psicosocial” (p. 75). Lo cual secomprende mejor cuando se tiene presente ladoble experiencia vital que fue configurando suquehacer sociológico. En palabras de Ana Ger-mani (2004: 76):

“Los primeros años de la década del 40 fueronpara Germani el período en que definió más pro-fundamente su propia vocación. Si gran parte delas inquietudes habían surgido a raíz de su expe-riencia bajo el fascismo, también fue hondamentegolpeado por los traumas sociopolíticos latinoa-mericanos: el proceso de rápido crecimiento ymodernización en la Argentina desde la mitad delos años 30 (…), el altísimo porcentaje de extran-jeros, la compleja y dificultosa transición haciauna democracia de masas y la consecuente inesta-bilidad política marcaron decididamente futurosintereses científicos e intelectuales”.

5. El baúl dE loS aPéNdIcESMEtodológIcoS31, coMotRaStIENda REflExIva dElqUEHacER SocIológIco

La imagen del baúl todavía cuenta con reso-nancias biográficas en la memoria de las gene-raciones nacidas hasta mediados del siglo pasa-do, especialmente en el medio rural español. Suuso metafórico aquí juega con esos recuerdos dela experiencia vivida que se intentan preservar.En el campo de la investigación social hay todauna tradición de preservación de la experienciade investigar ligada a uno o más estudios, queha dado lugar a la publicación de introduccio-nes, apéndices o anexos metodológicos. No setrata de proceder aquí a inventariarlos, sino tansolo llamar la atención del lector sobre su rele-vancia para atisbar la trastienda de la investiga-ción y, en ocasiones también, para conocer elautorretrato de quien o quienes investigan.

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30 Véase el testimonio de Amando de Miguel publicado en 2003, o el que se recoge en esta misma revista. 31 No son los apéndices metodológicos los únicos baúles de los recuerdos derivados de experiencias y carreras investigadoras.

La extroversión memorial, autobiográfica, tiene también otros asientos bibliográficos o escritos que no siempre llegan a publi-carse. Dado que en este epígrafe se hará referencia a la escuela vienesa, permítasenos mencionar aquí al menos a la llamada escue-la mudéjar y remitir al lector al discurso que sobre ella pronunció José Cazorla en 2001 (Cazorla, 2002).

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EL TESTIMONIO DE WILLIAM FOOTE WHYTE

En el terreno de la sociología ocupa un lugarpreeminente, por ejemplo, el apéndice queWhyte añadiese a la segunda edición (1955) desu Street Corner Society, publicado original-mente en 1943. Además de la historia de lainvestigación, redacta una cautivadora historiadel investigador, haciendo visible las circuns-tancias temporales, sociales y biográficas quecontextualizan sus momentos primeros o madu-rez inicial como investigador32.

Una retrospectiva más abarcadora y de mayormadurez la publica en 1984, a los 70 años, en sulibro Learning from the field. A guide from expe-rience. Confiesa haber intentado hacer un libro“tanto personal como profesional”. Lo primeropor haber procurado la transferencia de “los pen-samientos y sentimientos detrás del proceso derealización del trabajo de campo” (noción detrastienda), atendiendo a lo aprendido. Recono-ce la comisión de algunos errores y la importan-cia de revelarlos. Entre sus recuerdos, destaca lamemoria de su etapa de junior fellow en Harvard(1936-1940), los cuatro años de beca “con liber-tad completa para hacer investigación”. Algunosbecarios FPI o similares en España, y en otrospaíses, se verán en gran medida identificadoscon el énfasis puesto por este autor en los aspec-tos de libertad y de auto-identificación de unomismo (“durante cuatro años fui libre paraencontrar lo que realmente quería hacer –yencontrarme a mí mismo en el proceso”33).

Razona sobre las influencias que le llevarona alejarse de la orientación económica, a acer-carse a la antropología; y, finalmente, decantar-se por la sociología. Entre ellas menciona: lapreferencia desde el principio por el estudio delos barrios marginales y los estudios de comuni-dades y organizaciones; el interés por la escritu-ra (periodismo, novelas, obras de teatro) y elcompromiso por la reforma social. En su currí-culo vitae de medio centenar de años investi-

gando, destacan varias estancias en países lati-noamericanos (Venezuela, Perú, Colombia,Costa Rica, Honduras, Guatemala, México),además de España. Analiza la estructura socialde un amplio abanico de contextos en estos paí-ses y en Estados Unidos: compañías petroleras,restaurantes, cooperativas, empresas, aldeas.Aunque sus principales herramientas son laobservación participante y las entrevistassemiestructuradas, aborda también su combina-ción con la metodología de encuesta y otrasestrategias (en especial el uso de la historia).

No es de extrañar que en su síntesis34 de loscincuenta años de trabajo de campo dentro yfuera de su país (Whyte, 1984: 19-21) resalte laimportancia de integrar métodos. Pero enseguidaadvierte que “las buenas ideas no surgen simple-mente de seguir mecánicamente las reglas del tra-bajo de campo y el análisis de datos”; como tam-poco son sólo fruto de una creación puramentecerebral. Por (y para) ello reclama que otrosinvestigadores compartan su particular procesode generación de ideas, y así aprender acerca deese “vital movimiento desde los datos a lasideas”. Algo que nuestro autor ofrece en varioscapítulos de su monografía. No falta la preocupa-ción por la teoría social, y cómo las diferentesmodalidades de ésta en la práctica investigadorale han llevado a cambiar sus “esquemas concep-tuales”, además de perseguir distintos niveles deformalización. Con ser importante lo anterior, elrasgo que caracteriza especialmente su auto-con-cepción del camino investigador andado recalaen la dicotomía investigación científica vs refor-ma social (investigación acción, si se quiere).

“Conforme adquiría experiencia en una másamplia gama de situaciones de investigación, meencontré a mí mismo abandonando gradualmentela idea de que debiera haber una separaciónestricta entre investigación científica y proyectosde acción. A lo largo del resto de mi carrera, heestado explorando como la investigación puedaintegrarse con la acción en modos que avancen la

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32 La especial influencia de este apéndice en mi formación investigadora, durante la realización de la tesis doctoral, no solo sematerializó en el campo cualitativo y en la escritura de dicha tesis; también ha seguido ejerciendo su efecto posteriormente (Valles,2005).

33 Todavía en 1940, cuando se desplaza de Harvard a Chicago, señala que se hallaba “en el proceso” de discernir su “identi-dad disciplinar” (Whyte, 1984: 15).

34 Ordenada bajo el encabezamiento: “finding my way”.

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ciencia y procuren el progreso humano al mismotiempo. En el capítulo 10 discuto cómo llegué aesta reconciliación” (Whyte, 1984: 20)35.

EL TESTIMONIO DE ALVIN W. GOULDNERY MAURICE R. STEIN

Otro apéndice metodológico célebre ensociología corresponde a la obra Patterns ofIndustrial Bureaucracy, subtitulada A casestudy of modern factory administration, publi-cada en 1954. Alvin W. Gouldner, su autor,cuenta con la asistencia de un grupo de estu-diantes capitaneados por Maurice R. Stein,coautor del apéndice Field work procedures:The social organization of a student researchteam. Comienzan advirtiendo que no pretendenseñalar el modo como sus procedimientos “seajustaron a los cánones del método científico”,sino más bien detallar lo que realmente hicierony como lo hicieron36. De nuevo la alusión a latrastienda o cocina de la investigación.

Organizan su apéndice abordando lossiguientes aspectos de la experiencia investiga-dora: las fuentes de datos (entrevistas abiertas,observaciones y material documental), el equipode investigación (formado por estudiantes nograduados, a los que entrenan para entrevistar),la entrada en la planta, aspectos del proceso deentrevista, la moral del equipo de investigación,la red para entrevistar, aspectos ulteriores delproceso de investigación. De los muchos apor-tes que la lectura y relectura de estos apartadosproporcionan, quiero llamar la atención aquísobre lo relativo a la moral o espíritu de equipodel que informan estos autores. Son varios los

detalles sobre los modos de trabajar que contri-buyeron a fortalecer la denominada moral degrupo. Unos tenían que ver con la participacióndel director del estudio en el trabajo de campo;otros con la reuniones informales, bien semana-les o con ocasión de las paradas durante los tra-yectos a (o de vuelta de) la fábrica. Mereceregistrarse aquí un fragmento de esas reunionesde equipo semanales. De seguro que inspirará amás de un equipo de investigación o dará ideasde prácticas sencillas de llevar al aula también.

“…cada miembro del equipo leía la mejorentrevista que hubiese logrado esa semana, y todosla comentábamos a voluntad. Las observacioneseran de dos tipos: primero37, cualquier punto quepareciese contribuir al análisis de la burocracia enla planta se discutía con detalle. Así el análisis delas entrevistas era un proceso colectivo que teníalugar de forma regular. Los comentarios de unapersona a menudo daban lugar a un tren de asocia-ciones entre el resto del grupo, y era evidente queninguna persona sola, ni todos trabajando indivi-dualmente, podría haber originado la entera cade-na de ideas. En suma, el mismo método de análisisde las entrevistas nos daba un sentimiento de estarresolviendo un problema juntos, y nos cohesiona-ba.” (Gouldner y Stein, 1954: 261).

Son varias las resonancias y conexiones quepueden establecerse entre este testimonio y el deotros investigadores. No se trata de casos equi-parables, pero sí relacionables. Algunas puedenrastrearse en lo publicado. Por ejemplo, en laedición de Los parados de Marienthal quehacen Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela38.A la monografía firmada por Lazarsfeld, Jahoda

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35 Al releer este extracto pienso en el proyecto de mi colega Fco. Javier Garrido, del que acaba de informarnos vía e-mail acer-ca de un Plan de Acción Medioambiental para la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Un ejemplo cercano y actual deinvestigación social y acción social.

36 Aclaran que no debe entenderse que fuesen insensibles a los requisitos metodológicos (“tratamos de orientarnos hacia lalógica del experimento controlado”). Y que, según declaran, su estudio de caso no tenía como objeto la validación, sino la explo-ración y el desarrollo de nuevos conceptos e hipótesis.

37 El segundo tipo de observaciones tenía que ver con aspectos a mejorar, de técnica de entrevista sobre todo, como pregun-tas cargadas o momentos donde se echaba en falta más seguimiento. Estas correcciones, nos dicen, se procuraban hacer con deli-cadeza; y como cada miembro del equipo, “incluido el director de la investigación, sometía sus entrevistas a la evaluación delgrupo” se soslayaba el riesgo de “estigma personal”. Resultaba claro que todos podían cometer fallos y la atención se puso tam-bién en sacar partido de los aciertos logrados por unos y otros. Si alguien había improvisado con éxito una pregunta en las entre-vistas, se anotaba por los demás para practicarla.

38 En la Presentación que hacen estos autores se recurre a la expresión “trastienda de la investigación”, definiéndola comosigue en la nota 5 a pie de la página 18. “Nos servimos de este término goffmaniano, en oposición a la fachada de la investiga-ción, para distinguir dos fases muy distintas en todas las investigaciones: la fase de realización y la de distribución y consumo”.

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y Zeisel (199639) le acompaña un anexo deHans Zeisel, sobre la escuela vienesa de investi-gaciones de la motivación, en el que se alude a“las raíces espirituales y morales a partir de lascuales se desarrollaron” sus trabajos. En estecaso, se acaba destacando la influencia que paraalgunos de los investigadores de dicha escuelatuvo su vinculación con “ese movimiento refor-mador a la vez mesiánico y práctico, del PartidoSocialista de la época” (Zeisel, 1996: 212)40.

Otras resonancias de mayor consonancia con ladenominada moral grupal o de equipo, encontradaen el apéndice de Gouldner y Stein, tienen que ver(entre nosotros) con lo escrito por Benjamín Oltraacerca de la “relación científica y de amistad”41.Añadiré un testimonio de mi propia cosecha,tomado de una experiencia investigadora vivida.Al entrevistar a los sociólogos que habían partici-pado en la I Encuesta Nacional de Juventud enEspaña, surgió una referencia recurrente al espíri-tu de equipo o vivencia grupal, que algunos desta-caron. Por un lado, tenían la sensación de estarhaciendo una encuesta pionera y extraordinaria,dado el régimen político del franquismo. No sabíansi podría repetirse a corto o medio plazo. Por otro,recuerdan (transcurridos cuarenta años) aquellaexperiencia como un episodio inolvidable de sutrayectoria profesional, que comparan con otrosestudios hechos posteriormente. En ese balance sedestaca la existencia de un ambiente de mayorcohesión grupal entonces, de menor individualis-mo que ahora. Este es el reflejo que trasladé a lapublicación resultante de ese estudio cualitativo.

“Por encima de la contribución real de cadamiembro del equipo en las labores de la Encuesta,hay un sentimiento que surge reiteradamente en elrecuerdo de los protagonistas. Fue una experien-cia agradable, sin conflictos personales; y «unproducto colectivo» (Linz). Era una «época dondelo afectivo primaba sobre todo lo demás» (GómezReino). Ana García Bernal subraya el estilo parti-cipativo y la generosidad de los que dirigieron elestudio42, así como el clima de respeto y de enten-dimiento mutuo” (Valles, 2000: 124).

EL TESTIMONIO DE JUAN F. MARSAL

Al igual que se ha seleccionado el caso deGino Germani, como uno de los tres testimoniosde acceso al oficio de sociólogo; en este apartadonos decidimos por Juan F. Marsal para así desta-car a alguien del ámbito latinoamericano y euro-peo al tiempo. Se trata nuevamente de una deci-sión de muestreo estratégico. No hay unaintención de representación estadística, sino másbien tipológica (aunque somos conscientes de quehay muchos otros testimonios, también relevan-tes, a los que no podemos dedicar aquí una aten-ción mínima43). Se ha optado por prestar atenciónen esta ocasión a una breve muestra inicial deautores destacados, ya fallecidos, que han dejadouna obra clásica y con relieve metodológico.

Sobre la figura de Marsal en el campo de losmétodos cualitativos y la investigación socioló-gica en España y Latinoamérica ya nos hemos

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39 Obra que vio la luz por primera vez, en alemán, en 1933; y cuya primera edición en inglés apare ce en 1971. 40 Más adelante Zeisel (1996: 220-221) desarrolla esta declaración, revelando la génesis del estudio mismo sobre Marienthal.

Su testimonio revela otro aspecto complementario a la trastienda de la investigación; esto es, lo relacionado con las fuentes definanciación o la demanda. Tras señalar que “la forma de vivir y el nivel cultural del proletariado austríaco” (el vienés sobre todo),“ocupaba la mayor parte de [sus] actividades”, revela que fue un dirigente del Partido Socialista quien les conminó a estudiar lasconsecuencias del paro en lugar de “las nuevas formas de organización del tiempo libre”.

41 Véase lo anotado a este respecto en Valles y Baer (2005). 42 Se refiere a José Mariano López-Cepero y a Juan José Linz Storch de Gracia. Dos maestros de maestros, a los que se entre-

vistó para dicho estudio. Cuando comenzábamos a preparar la redacción de estas páginas nos llegó la noticia del fallecimiento deLópez-Cepero (julio de 2008), «papá Cepero» como cariñosamente le he oído referirse a él a Amando de Miguel desde hace años.Valgan estas breves palabras de sencillo, pero sentido, homenaje; y en memoria agradecida por sus clases de Introducción a laSociología del curso 1979-80, así como por las dos entrevistas realizadas en su casa en 1998. A José Jiménez Blanco y Jaime Mar-tín Moreno, fallecidos en enero de 2009, mi in memoriam también.

43 Baste referirme aquí a algunos ejemplos, diversos, de apéndices o anexos metodológicos en el contexto español (en los quehe encontrado material de autoaprendizaje, recomendable para otros). Me refiero a lo publicado por Amando de Miguel en elInforme sociológico sobre la situación social de España, 1970 (“Foessa 70”); al diseño técnico de la encuesta publicado en elInforme Juventud en España 1988, dirigido y redactado por José Luis de Zárraga; los anexos (especialmente el C) del libro de1996 La vivienda en Huelva, investigación dirigida por Fernando Conde; o la introducción y los anexos de Los obreros del Polo,de Juan José Castillo y Pablo López, en 2003.

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ocupado en otro lugar (Valles y Baer, 2005). Allíreivindicábamos su relevancia como maestro enel terreno específico de la metodología biográfi-ca; al igual que Jesús Ibáñez44, con quien com-partió año de nacimiento, lo ha sido para lareflexión metodológica y la experiencia investi-gadora alrededor del grupo de discusión. Aquíse renueva la invitación al lector interesado porlos apéndices metodológicos, para que siga laestela dejada por Marsal en dos de sus contribu-ciones señeras45. Nos referimos a su Hacer laAmérica (Marsal, 1969, 1972) y a Pensar bajoel franquismo (Marsal, 1979).

En la primera investigación, la más conoci-da, latinoamericana y española, interesa sobretodo la trastienda que se registra en la introduc-ción, titulada “Historia de esta historia”46. Lesigue un apartado de análisis e interpretación dela historia de vida de caso único (“El caso J.S. yla inmigración en Argentina”47). Una documen-tación de gran valor48, que ayuda a acercarnos almodo de trabajo sociológico que Marsal practi-có en la Argentina de entonces, gracias al apoyoinstitucional de ese país49, y ayudado por cola-boradores como María Angélica Pierri y MikoMandilovitch.

Sin embargo, a diferencia de lo que hicieraWhyte, no deja registro de la historia del inves-tigador. Algo que procura subsanar en la segun-da investigación “en el género socio-antropoló-gico de las historias de vidas”, publicadapóstumamente en 1979. En ella se encuentra unPrefacio (titulado “Mi porqué de este libro”) decarácter autobiográfico, en el que incluye un epí-

grafe “de cocina e investigación social” y agra-dece la colaboración de Francesc Mercadé yJavier Roiz. Le sigue un capítulo donde vuelcasu análisis teórico-conceptual de las entrevistasbiográficas de once intelectuales de la genera-ción de los años 50; y permite al lector, en elresto del libro, acercarse al material biográficoeditado, caso a caso. Un modo de análisis yescritura de los resultados de la investigaciónsociológica que rompe con los moldes más orto-doxos y academicistas, donde las autorías suelenser menos visibles y más descontextualizadas.

6. la coRRESPoNdENcIa EPIStolaR SocIológIca,MatERIal gENEalógIco

En los últimos años los medios de comuni-cación se han ido haciendo eco de los cambiosque las nuevas tecnologías están suponiendo enlas formas de comunicación entre los científi-cos. Más aún, se apostilla que ello también afec-tará al trabajo de los historiadores de la cienciaen el futuro. Este es el caso de una de las noti-cias que publicó el diario EL PAÍS, el 28 defebrero de 2007, con el titular Las cartas, untesoro que se pierde50. Se destaca la colecciónde cartas y fotos de Einstein y Konenkova; o lasde Bohr a Heisenberg, de las que se dice que dehaber tenido como soporte el correo electrónico(en lugar del correo tradicional en papel), pro-bablemente, no se habrían conservado. Paraafrontar los nuevos desafíos de la conservación

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44 Un trabajo reciente sobre el vaivén genealógico de Ibáñez, entre la filosofía y la sociología, puede verse en Filosofía y Socio-logía en Jesús Ibáñez: genealogía de un pensador crítico, de José Luis Moreno Pestaña (Madrid: Siglo XXI, 2008).

45 Sobre la actualidad del enfoque metodológico de Marsal, para el estudio de la experiencia migratoria hoy en España, puedeconsultarse el trabajo de Valles (2009).

46 En la edición barcelonesa de 1972 este apartado de la introducción aparece como prólogo. Desaparece el prólogo que fir-mase Gino Germani a la edición original bonaerense.

47 Este epígrafe introductorio queda, en la edición del 72, como único apéndice. Mientras que en la edición argentina hay tresapéndices: I sobre “Retorno de inmigrantes españoles” (en el que se considera el caso de J.S. a la luz de los datos estadísticos, deexpedientes y de encuesta disponibles); II sobre “Historias de vida y ciencias sociales”; y III “Documentos fotográficos sobre Pue-blo Urquiza (Argentina)”.

48 Por ejemplo, en el penúltimo apéndice Marsal (1969: 429) anota que esta historia de vida le ha supuesto una doble utilidadmetodológica: “Primero, junto con otras veinticuatro más la utilicé para construir las hipótesis de mi encuesta sobre propensiónal retorno de inmigrantes españoles en el litoral fluvial argentino. En segundo lugar, ilustro ahora con ella aspectos del fenóme-no del retorno de migrantes en general y de la Argentina en particular”.

49 Marsal (1969: 9) agradece expresamente el apoyo financiero del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto TorcuatoDi Tella, al que pertenecía cuando comenzó el estudio en 1961 (y menciona a los dos directores primeros de dicho centro, Ger-mani y García-Bouza); así como al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina.

50 El artículo, de Robert P. Crease, se había publicado ya en enero de 2007, en la revista Physics World.

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de la documentación electrónica se han puestoen marcha algunos programas, como el Persis-tent Archives Testbed Project o el Dibner-SloanHistory of Recent Science and TechonologyProject. Este último, según informa el autor delartículo, “no solo pretende archivar digitalmen-te documentos importantes, sino también impli-car a los científicos que han participado ensituarlos en un contexto histórico”. Como ya seha señalado en la presentación del volumenmonográfico de la Revista Política y Sociedad,sobre la trastienda de la investigación social, eseenfoque contextual forma parte de lo solicitadoa los autores reunidos aquí.

En este artículo trato de aprovechar los ras-tros dejados por algunos investigadores socialessobre su proceso y contexto de hacerse talesinvestigadores. Importan tanto las comunicacio-nes formales como las informales, o las quemezclan ambas modalidades. Ya se ha hecho unaincursión por los vericuetos de los apéndicesmetodológicos, a modo de baúles tradicionales.Exploramos ahora otra manera de preservaciónno electrónica, que en su día proporcionara aThomas y Znaniecki buena parte de la materiaprima de su magna obra51. En el testimonio quesigue se puede ver que este material cualitativosirve también para ayudar a desvelar el procesode hacerse investigador social.

EL ARCHIVO DE CARTAS DE MERTONSOBRE LA TRASTIENDA DE LA TESISDOCTORAL DE BLAU

De no haber archivado Robert K. Mertonconvenientemente la correspondencia manteni-

da con Peter Blau, durante los años en que ledirigió la tesis, no se habría sentido confiadopara complementar el testimonio que el propioBlau ya había publicado al respecto (Blau,1963, 1964)52. Así lo señala en un artículo com-puesto muchos años después (Merton, 1990), enel que encontramos un verdadero manantial deaportes para nuestras pesquisas. Se comienzaseñalando que han transcurrido unos “cuarentaaños de amistad”, muchos como colegas en elmismo campus; y que el escrito podría equipa-rarse a una “cuasi-memoria” sobre los primerosaños de maestría de Blau en el “arte, oficio yciencia de la sociología”. Sea como fuere, locierto es que son los años en que se produce laformación como investigador social de Blau, yque resultan en una tesis doctoral reconocidaluego como un clásico de la sociología.

Se da la circunstancia de que Blau compartecon Gouldner, en esos años, el tema de la buro-cracia y ambos son asesorados por Merton53.Algo que éste documenta con la corresponden-cia epistolar mantenida por entonces y feliz-mente archivada. Cabría anotar otras circunstan-cias que pueden ayudar a revelar algunasconexiones entre esta malla académica, el cam-pus de Columbia, y los sociólogos españoleshaciéndose a finales de los cincuenta y princi-pios de los sesenta54.

Centrándonos en los aportes de Merton sobreel hacerse investigador, en el caso de Blau, hayun apartado del artículo citado donde se resaltanalgunos episodios de autodidactismo. Se partedel relato retrospectivo que hiciese Blau en1964, sobre su proceso de investigación, en elque reconocía haber tenido problemas (e inclu-so haber cometido errores) a la hora de asumir

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51 Nos referimos a The Polish Peasant in Europe and America, y a las series de cartas correspondientes a la experiencia migra-toria que en ellas quedó reflejada.

52 Respecto al libro compilado por Hammond, Sociologists at work, Merton anota una consideración que conviene recordaraquí: “Hacia mediados de los sesenta se había desarrollado una especie de tradición local en el Departamento de Sociología deColumbia centrada en el valor de tales narraciones autobiográficas. Además de Hammond como editor, otros en su día estudian-tes de grado de Columbia que presentan biografías de sus primeras monografías en ese volumen son James S. Coleman, SeymourMartin Lipset, y Charles R. Wright, junto con un miembro de la Facultad, Herbert H. Hyman” (Merton, 1990: 63).

53 Que en el caso de Gouldner también se forjó una amistad duradera, a partir de una relación académica, puede verse en loescrito por Merton a modo de in memoriam, en “Alvin W. Gouldner: Genesis & Growth of a Friendship”, Theory and Society,1982, 11: 915-38.

54 Mencionaré sólo el caso de Amando de Miguel, que hizo cursos de postgrado en Sociología, de 1961 a 1963, en la Univer-sidad de Columbia, estudiando con Merton, Lazarsfeld y otros profesores. La importancia dada por este destacado sociólogo espa-ñol a la metodología biográfica, así como sus contribuciones concretas en ese campo, se han podido apreciar mejor desde fechasmás próximas (como hemos puesto de relieve en otros escritos: Valles & Baer, 2005; Valles, 2007).

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roles en la organización investigada. Mertonacaba interpretando y codificando dicho inci-dente como un fallo de Blau en el estableci-miento de “su identidad como investigador”. Loque le lleva a hacer una suerte de autocríticadoble. Por un lado, la posible existencia dealgún lapso de falta de comunicación, dado queMerton había publicado un año antes “SelectedProblems of Field Work in the Planned Com-munity” (que no debió leer Blau). Por otro, la“anomalía” o la ausencia irónica55 de cursos,manuales o guías sobre trabajo de campo endicho Departamento a finales de los 40. En cual-quier caso, todo le hace pensar que Blau proce-dió en su trabajo de campo “esencialmentecomo un autodidacta” (Merton, 1990: 50). Elautodidactismo aparece así, dibujado en estecaso, como un rasgo más bien anómalo del pro-ceso de hacerse investigador. Algo que no siem-pre ha sido ni tiene que ser así, como lo demues-tra el caso de los pioneros o quienes innovan eneste o en otros terrenos. Habrá que rastrearlo enotros testimonios, de distinto tipo, latitud ytiempo; sin descartar un énfasis excesivo en elcarácter autodidacta de las experiencias investi-gadoras primeras, relatadas por los doctorandoso sus mentores. Puede que al estudiar más afondo cada biografía se gradué mejor el pesoreal del componente autodidacta.

Sobre la particular relación que se producecon ocasión de la dirección de una tesis docto-ral, entre el doctorando (o investigador en for-mación) y su mentor, Merton anota varias con-sideraciones. Aprovecha para establecer laanalogía entre el hacerse investigador social y eltránsito a la adultez (“la interacción entre men-tor y estudiante es una parte integral de esa fasede socialización adulta que describimos comoeducación de grado”). Si bien nuestro enfoqueno se circunscribe sólo a esta fase, pues enten-demos que uno no deja de aprender y continúahaciéndose en las demás fases de mayor madu-rez. En todo caso, Merton señala que se trata de

una relación caracterizada por una “ambivalen-cia estructuralmente inducida”, con ingredientesde autoridad y autonomía; de la que apenas secuenta con testimonios completos, de ambaspartes. Recuerda también, y documenta conalgunos extractos de cartas, las correcciones delos borradores de la tesis de Blau. Lo que le dapie a intercalar algún fragmento de las correc-ciones que Sorokin le hiciera a él; no solo sus-tanciales, sino de estilo (la recomendación,transmitida generacionalmente, de escribir demanera sencilla56). Es sabido que en algunoscasos esa práctica académica de leer y corregirborradores, deja de ser unilateral y jerárquica,pasado el rito del grado de doctor. Esto es, algu-nos maestros dan el paso de pedir a sus antiguosestudiantes (ahora colegas o colaboradores) queles lean y critiquen su escritos antes de enviar-los a la imprenta. Se promueve así un intercam-bio de mayor igualdad, que encierra un aprendi-zaje decisivo: la lección de la humildad ante eldesafío colectivo del conocimiento. Quien hayatenido la suerte de vivir esta experiencia sabe aqué me refiero. Es un taller de aprendizaje ypráctica del oficio que deja huella en ambas par-tes.

No falta en el testimonio documentado deMerton la referencia a dos aspectos que vendrí-an a culminar el proceso de hacerse investigadorsocial, en esa fase primera de la formación ini-cial. Uno, la cuestión de abrirse camino en elmercado laboral (además del académico, en elque se centra, habría que añadir el no académi-co). Dos, la cuestión (relacionada con lo ante-rior) de la autonomía de vuelo o pensamiento eneste caso. Sobre lo primero, recuerda las vicisi-tudes que afrontara Blau (al igual que otros estu-diantes graduados, pero sin la tesis acabada osin publicaciones en las revistas académicas):“la ausencia de una identidad pública” (comoinvestigador, se entiende). Y se apela al rol delmentor en la provisión de “enlaces sociométri-cos”, para que el nuevo investigador entre en

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55 Esta calificación mertoniana se relaciona con la presencia en el Departamento de figuras como Robert Lynd, coautor de Mid-dletown y Middletown in transition; o la del propio Lazarsfeld, coautor de Los parados de Marienthal. De fondo, el problema dela falta de comunicación de las experiencias de campo, de la investigación en su conjunto, incluida su trastienda y no solo lafachada de la misma.

56 Me ha recordado mi relación, durante la tesis doctoral y en otros trabajos de investigación posteriores, con Amando deMiguel. Algo difícil de olvidar y motivo de gratitud imperecedera. Wright Mills en su renombrado apéndice se refiere al trasfon-do sociológico del escribir o no sencillo.

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de la misma en la práctica, es digna de encomioy emulación para todos los que se encuentren eneste proceso.

“En retrospectiva (al igual que pensaba enton-ces), me agrada pensar que el estudiante ha supera-do las concepciones del mentor” (Merton, 1990: 61)

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57 Considerado el investigador en un sentido más amplio (a lo largo del ciclo vital y profesional completo), como alguien quesigue reciclándose y manteniendo al día su identidad pública o el estatus alcanzado, habría que recordar la famosa expresiónPublish or perish. Y también la observación que hiciera Caplow (Si no hay publicación, no hay investigación), para señalar lanecesidad de que la comunidad científica conozca y pueda refrendar lo hecho por otros colegas.

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