Hernandez Lazo, María del Carmen - La relación espacio-temporal en _Menos Julia_

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La relación espacio-temporal en “Menos Julia” Por: María Del Carmen Hernández Lazo. (UNAM- Acatlán) Mi interés por Felisberto se acrecentó a principios de año cuando llegó a nuestra biblioteca del Centro de Idiomas de Acatlán una Revista de la Imaginación de grandes cuentistas universales como Maupassant, Hemingway, Mishima, y entre ellos se encontraba Felisberto Hernández de Uruguay. Al notar que este mes era el centenario de su nacimiento, propuse este merecido homenaje el cual ha rebasado todas nuestras expectativas. Después de estudiarlo más a fondo, ahora y siempre me uno al grupo Felisbertiano con gran admiración y entusiasmo. El tema tiempo-espacio en el cuento “Menos Julia” es un tópico inmenso que como en todos los relatos de Felisberto, se presta a infinitas interpretaciones. En este cuento extraño, original, complejo que desde el principio incita a la reflexión, encontramos infinidad de dimensiones espacio-temporales, pero nos centraremos en las más importantes. Consideramos como espacios diegéticos principales el bazar y el túnel ubicados en la ciudad y el campo del relato. El túnel centrado en la oposición interior/ exterior destaca como protagonista capaz de abarcar en su interior: objetos, personas, animales, sensaciones, recuerdos, sorpresas, alucinaciones, engaños, revelaciones, ritos, santuarios, vida, muerte y sobre todo escapes espacio- temporales. Por otra parte, el túnel se proyecta al exterior abarcando otros países, paisajes, cielos, arroyos, glorietas, casas, tumbas y por medio de metáforas y símiles se conecta con el cuerpo humano, la mitología, la música y la magia de la fantasía. Los espacios van indicando los tiempos en gran parte de la narración aunque al principio el tiempo indica el espacio. El cuento inicia en primera persona en el último año de escuela, y con la contemplación del narrador de una gran cabeza negra de gran vitalidad de su compañero “como si fuera una enredadera” de obscuros pensamientos enmarañados que trepara en una pared verde concreta. Nuestra interpretación de esa imagen es la de la melena de un león que aparecerá a lo largo del relato. Por medio de la vista y de la imaginación el narrador separa la cabeza del cuerpo del amigo y esa decapitación la mantiene a lo largo del cuento para que mediante la fantasía presentarnos el cuerpo-túnel del amigo con diferentes intenciones. En esta narración desconocemos como es en realidad la anatomía de los personajes. Cabezas, caras y objetos pululan en los espacios y los sentidos de la vista y principalmente del tacto son los que predominan .Como se ha mencionado, la imagen física del amigo es descrita por el narrador quien se concentra sólo en la cabeza, de frente muy blanca, inocente, en oposición con la gran cabeza negra imponente. Imagen contrastante con el carácter del amigo tranquilo, distraído, perezoso, apático, renuente a seguir en la escuela. Desde niño se manifiesta como un inadaptado que acaba en misántropo. No se ubica en ningún lugar ni con nadie, ni siquiera consigo mismo. Ni en la escuela, ni en el bazar, ni en la quinta se siente a gusto. Inventa lo que sea para imponer su voluntad. Sólo en el túnel se entusiasma con su neurosis obsesiva de tocar caras femeninas y objetos. El narrador tampoco se ubica en la escuela. Junto con el amigo se vuelve cómplice contra la escuela y a partir de entonces se inclina a ser partícipe y salvador a la vez de las aberraciones del amigo. Ambos dejan la escuela para siempre y en el parque, al aire libre, juran no volver a pisarla. Muchos años después se reencuentran en el bazar donde el amigo confiesa tener una “enfermedad” que tiene los síntomas de una neurosis obsesiva-compulsiva cuyo núcleo detectamos desde la infancia y que después de adulto requerirá de pastillas para sobrellevarla. Se infiere que el amigo solía ir a la quinta cada fin de semana. Hay un ir y venir de la ciudad a la quinta, de lo urbano a lo rural, del bazar al túnel, de la luz a la obscuridad, aunque para el amigo es a la inversa: la luz está en el túnel donde todo se ilumina y se aclara y la obscuridad es la que

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La relación espacio-temporal en “Menos Julia” Por: María Del Carmen Hernández Lazo. (UNAM- Acatlán) Mi interés por Felisberto se acrecentó a principios de año cuando llegó a nuestra biblioteca del Centro de Idiomas de Acatlán una Revista de la Imaginación de grandes cuentistas universales como Maupassant, Hemingway, Mishima, y entre ellos se encontraba Felisberto Hernández de Uruguay. Al notar que este mes era el centenario de su nacimiento, propuse este merecido homenaje el cual ha rebasado todas nuestras expectativas. Después de estudiarlo más a fondo, ahora y siempre me uno al grupo Felisbertiano con gran admiración y entusiasmo. El tema tiempo-espacio en el cuento “Menos Julia” es un tópico inmenso que como en todos los relatos de Felisberto, se presta a infinitas interpretaciones. En este cuento extraño, original, complejo que desde el principio incita a la reflexión, encontramos infinidad de dimensiones espacio-temporales, pero nos centraremos en las más importantes. Consideramos como espacios diegéticos principales el bazar y el túnel ubicados en la ciudad y el campo del relato. El túnel centrado en la oposición interior/ exterior destaca como protagonista capaz de abarcar en su interior: objetos, personas, animales, sensaciones, recuerdos, sorpresas, alucinaciones, engaños, revelaciones, ritos, santuarios, vida, muerte y sobre todo escapes espacio-temporales. Por otra parte, el túnel se proyecta al exterior abarcando otros países, paisajes, cielos, arroyos, glorietas, casas, tumbas y por medio de metáforas y símiles se conecta con el cuerpo humano, la mitología, la música y la magia de la fantasía. Los espacios van indicando los tiempos en gran parte de la narración aunque al principio el tiempo indica el espacio. El cuento inicia en primera persona en el último año de escuela, y con la contemplación del narrador de una gran cabeza negra de gran vitalidad de su compañero “como si fuera una enredadera” de obscuros pensamientos enmarañados que trepara en una pared verde concreta. Nuestra interpretación de esa imagen es la de la melena de un león que aparecerá a lo largo del relato. Por medio de la vista y de la imaginación el narrador separa la cabeza del cuerpo del amigo y esa decapitación la mantiene a lo largo del cuento para que mediante la fantasía presentarnos el cuerpo-túnel del amigo con diferentes intenciones. En esta narración desconocemos como es en realidad la anatomía de los personajes. Cabezas, caras y objetos pululan en los espacios y los sentidos de la vista y principalmente del tacto son los que predominan .Como se ha mencionado, la imagen física del amigo es descrita por el narrador quien se concentra sólo en la cabeza, de frente muy blanca, inocente, en oposición con la gran cabeza negra imponente. Imagen contrastante con el carácter del amigo tranquilo, distraído, perezoso, apático, renuente a seguir en la escuela. Desde niño se manifiesta como un inadaptado que acaba en misántropo. No se ubica en ningún lugar ni con nadie, ni siquiera consigo mismo. Ni en la escuela, ni en el bazar, ni en la quinta se siente a gusto. Inventa lo que sea para imponer su voluntad. Sólo en el túnel se entusiasma con su neurosis obsesiva de tocar caras femeninas y objetos. El narrador tampoco se ubica en la escuela. Junto con el amigo se vuelve cómplice contra la escuela y a partir de entonces se inclina a ser partícipe y salvador a la vez de las aberraciones del amigo. Ambos dejan la escuela para siempre y en el parque, al aire libre, juran no volver a pisarla. Muchos años después se reencuentran en el bazar donde el amigo confiesa tener una “enfermedad” que tiene los síntomas de una neurosis obsesiva-compulsiva cuyo núcleo detectamos desde la infancia y que después de adulto requerirá de pastillas para sobrellevarla. Se infiere que el amigo solía ir a la quinta cada fin de semana. Hay un ir y venir de la ciudad a la quinta, de lo urbano a lo rural, del bazar al túnel, de la luz a la obscuridad, aunque para el amigo es a la inversa: la luz está en el túnel donde todo se ilumina y se aclara y la obscuridad es la que

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está afuera. También va de los rostros conocidos de las empleadas, a sus rostros desconocidos cubiertos dentro del santuarios de vírgenes, no sólo en lo físico sino también en lo intelectual y en lo espiritual. Jóvenes masoquistas arrodilladas durante horas esperando que pase a tocar sus rostros el rey sádico. Aunque se trasladan los mismos objetos del bazar al túnel, en éste último adquieren otra dimensión espacial y temporal. Mientras en el bazar están expuestos con fines comerciales, en el túnel se exponen con fines lúdicos, mnemotécnicos. En el túnel el sistema descriptivo es el de inventario, no sólo el inventario de objetos tangibles, lexemas con propiedades semánticas particulares, sino de sensaciones y de ideas que llevan a una serie de planos espaciales que van desde una pagoda China a la quinta Uruguaya así como a planos temporales del pasado, presente y futuro. El amigo hace del túnel un microuniverso utópico donde nada existe más allá y donde como un rey tiránico impone sus propias reglas y castigos. En el entorno del túnel se percibe un ambiente decadente, lóbrego, espectral de la casa en la quinta: antigua, descuidada “ al costado de la escalinata había un león hecho pedazos,” la penumbra del comedor tenebrosa “en medio de ella flotaba un inmenso mantel blanco que parecía un fantasma muerto y acribillado de objetos”. La primera imagen de la gran melena de león tiende a desintegrarse paralelamente con la imagen del amigo. No se tiene acceso a la conciencia del amigo ni de ningún otro personaje. Conocemos poco sobre Alejandro “cuyas patillas parecían las velas negras de un barco pirata” a quien le gusta leer libros en la barraca por el olor a madera y quien es el encargado de seleccionar los objetos para el túnel. Por el amigo sabemos que tiene una relación platónica con una joven que nunca ha visto y que ni siquiera sabe su nombre a la que “sólo toca con los oídos y las intenciones”. La voz es lo que los une todas las noches. Por medio del teléfono sus voces se intensifican y se sumergen ambos en su propio mundo etéreo. Existe el antecedente de la escuela y que el narrador tiene una hija adolescente capaz de andar ya sola por las calles, pero no sabemos los nombres de los personajes a excepción de Julia y Alejandro, los empleados con más iniciativa. Es precisamente Julia, de la que está enamorado el amigo, quien le pone la condición inaceptable de no tocar más caras en el túnel si piensa en matrimonio. Siempre en el túnel se presenta el mostrador como un teclado variable de objetos a la derecha y un santuario permanente de rostros a la izquierda. Colocación ordenada que se va a presentar en el comedor donde “Las cuatro muchachas se sentaron en una cabecera y los tres hombres en la otra”. Este orden espacial constante refuerza nuestro diagnóstico inicial de neurosis del amigo maníaco. Al tocar el amigo los objetos y los rostros a ciegas como lo haría el maestro de música invidente de otro cuento de Felisberto “Por los tiempos de Clemente Colling” pasa a otras dimensiones de tiempo y espacio. Nunca sabemos la nominación de los lugares en dónde está la escuela. Sólo se supone que está en Montevideo, al igual que la quinta, en las afueras a varias horas de la capital. De otros espacios, el amigo sólo nombra a Francia, donde ha vivido la mayor parte de su vida y por asociación con el rostro de Julia con una vienesa en Paris de cuyo esposo era amigo. La descripción del accidente del esposo de la vienesa tiene su lado cómico, ya que se cae de un caballo de madera apolillado por mandarle una foto falsa a la tía rica “que vivía en provincias”. No se menciona a que provincias se refiere, ni se dan más datos de la tía. La evocación del narrador es con la infancia por medio de la cáscara de zapallo (o calabaza en México), pero en su paso por el túnel no encuentra ninguna solución ni involucra a otras personas como sucede con el amigo. Sus percepciones son a nivel personal ya que no le dejan

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tocar los rostros de las empleadas. Hay diferentes perspectivas entre uno y otro aunque no detectamos profundidad psicológica en ninguno de ellos. El amigo jamás madura, para él la vida es un juego de adivinanzas y otra vez, 30 años después, el narrador le sigue el juego. Los objetos están más en relación evocativa con el amigo. Al final el amigo queda reducido a la categoría de objeto. Mientras que en “La Metamorfosis” de Kafka desde el principio el protagonista cambia a escarabajo en “Menos Julia” la metamorfosis se da al final de humano a objeto. Así, los objetos son los verdaderos protagonistas. Es en el túnel donde la vista guiada por el intelecto se apaga para la iluminación del tacto y sus diversas sensaciones. Sólo al inicio hay descripción de varios colores, en la contemplación continua de la gran cabeza negra como de león apoyada sobre una pared verde pintada al óleo, imagen que asociamos con la pintura de René Magritte de LAS SERIES DEL DOMINIO ENCANTADO por sus figuras y colores alusivos: Un león, una enredadera, un cuerpo cubierto decapitado sosteniendo una jaula y una máscara. Es en el autobús rumbo a la quinta donde el narrador sólo menciona la cabeza negra del amigo “ como una nube quieta a un lado del cielo.” Aquella gran cabeza inicialmente accesible se vuelve inalcanzable, incomprensible para el narrador y en este punto recordamos el fragmento de un poema en prosa de Baudelaire titulado “Un hemisferio en una cabellera”: En el océano de tu cabellera vislumbro un puerto hormigueante de cantos melancólicos, de hombres vigorosos de todas las naciones y de navíos de todas formas que recortan sus finas y complejas estructuras sobre un inmenso cielo donde se ufana el eterno calor También para Baudelaire, la poderosa cabellera humana puede abarcar otros mundos, personas, naves y dispararse al cielo infinito junto al sol candente. La narración cambia a tercera persona cuando el amigo se refiere a sus empleadas “Ellas son muy buenas conmigo; y me disculpan mis...”. Vemos que con esta frase incompleta, a él mismo le avergüenzan sus perturbaciones. Los diálogos seguirán entre el amigo y el narrador y entre el amigo y Julia. Con respecto al narrador por medio de los objetos se remonta espacialmente al campo donde hay sapos, la playa, la escuela, el parque, la esquina. No hay orden cronológico de los sucesos. Empieza cerca de 30 años antes con la descripción del narrador y casi todo desde su perspectiva. Con respecto al amigo, el túnel es un escape del mundo exterior. Su interior otro mundo utópico donde los espacios coexisten y todos los tiempos coexisten. La Utopía es el recuerdo del parque. Aunque se trasladan los mismos objetos del bazar al túnel en este último adquieren otra dimensión espacial y temporal. En el túnel hay obscuridad, pérdida de noción del tiempo y del espacio y de los sentidos menos el del tacto. Los personajes como los de James Joyce son silenciosos, enigmáticos.. El túnel artificial que todo devora contiene una dimensión temporal real de una hora y una dimensión de presente y de pasado de más de treinta años; desconocemos la relación de unos objetos con otros; sólo tenemos un inventario caótico, y sabemos que los objetos los escoge Alejandro algunas veces al azar y otras premeditadamente, como el ventilador de un teatro que reduce al túnel a espectáculo cuyo ruido y efecto molestan al amigo neurótico. En general, todo sonido le molesta como el del radio y el de las pisadas del amigo con o sin zapatos.. Lo que le gusta es escuchar la música clásica. Algunos objetos remiten a otros tiempo y espacio, otras sensaciones y otros como la jaula vacía en forma de pagoda China denota lejanía y sentimientos de decepción y esta idea se reafirma después en “todas las cosas quedan desilusionadas como algunos decorados de teatro al otro día de mañana”, así como ponerse los guantes es seguir el juego de la ceguera con las manos cubiertas. También pueden ser fuertes símbolos sexuales. Los guantes pueden usarse para prevenir ensuciarse las manos También pueden tener connotaciones delictivas. La perspectiva y la experiencia se manifiestan en forma más limitada en el narrador que en el amigo con la asociación de una vienesa en Paris y de alguien que lo engañó en un negocio. Es interesante notar que el engaño lo descubre

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precisamente en el paso entre el viejo mostrador y el santuario. En ese punto medio “Omega” encuentra la solución a su problema. Ya anteriormente habíamos mencionado el parque como el primer punto medio entre la escuela y la casa de la ciudad donde deciden los dos amigos no volver a la escuela. En el autobús en ese punto medio entre la ciudad y la quinta el narrador descubre que la cabeza del amigo era algo inalcanzable y no lo que pensaba al principio. En la quinta, el parque vuelve a ser el punto neutro entre la casa y el túnel. Denominamos a este punto como “Omega” de las matemáticas por no encontrarle nominación en la narratología y nuestra definición sería ese punto medio espacial donde se toman importantes decisiones o se dan a conocer revelaciones trascendentales. En este cuento los tres puntos medios Omega son el parque, el autobús y el punto medio entre el mostrador y el santuario dentro del túnel. Para el amigo, el túnel es una Utopía, un espacio donde todos los espacios coexisten y un tiempo donde todos los tiempos coexisten. La Utopía es el recuerdo del parque donde se sintió libre de ataduras. Por eso escoge la quinta en medio del campo para construír su propio túnel de escape con el fin de evadir responsabilidades y de acuerdo con Freud regresar al confortable estado fetal donde él impone las reglas y los demás obedecen como si fuera Minos rey de Creta en su laberinto. Todos obedecen menos Julia que se atreve a llevar “una flor amarilla”, símbolo de rebeldía, quien a veces se pone insolente llamándolo estúpido, audaz al romper el silencio al preguntarle: “Usted recuerda otras caras cuando toca la mía?” y que cuando quiere imponer su condición de matrimonio es rechazada a pesar de que el amigo confiesa quererla, sólo que él prefería cargar con su enfermedad que con Julia el resto de sus días. Si de niño, en la escuela no acepta ninguna imposición, menos lo hará treinta años después. “De la lujuria de ver” del cuento “El acomodador”se pasa a la lujuria de tocar en “ Menos Julia.” El amigo prefiere la lascivia de tocar máscaras voluptuosas incapaces de comunicar conceptos y emociones a poseer y disfrutar el rostro y el cuerpo vivo, insinuante de su amada.. La sensación prevalece por encima de la realización y también como en Proust en “Busca del tiempo perdido” está el poder de la sensación sobre la memoria intelectual para recobrar el pasado. Todos los personajes son inmaduros. Están en el juego menos Julia. Lo que el narrador intuyó con la vista al principio del cuento lo verifica con el tacto al final. La gran cabeza como enredadera semejante a la de un león, rey de bestias, Quimera mitológica de gran influjo, se va alejando de la realidad, desintegrándose y se reduce sólo en cabeza ilusoria, quimera desfalleciente. Al final queda el amigo- cordero dispuesto al sacrificio como todo los objetos del túnel. BIBLIOGRAFÍA Mc Farland et al, “Perceptions In Literature”, Houghton Mifflin Co., Boston, 1972. Baudelaire Charles, “Pequeños Poemas En Prosa”, Edimat Libros S.A., Madrid, 1999. Hernández Felisberto, “Nadie Encendía Las Lámparas”, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2001.