Hijos huérfanos o padres ausentes

23
Hijos Huérfanos o padres ausentes Hijos Huérfanos o padres ausentes - Fragmentos del reportaje a Sergio Sinay ¿Vivimos en una sociedad de hijos huérfanos? ¿Cómo es este nuevo espacio de la realidad social argentina? ¿Esta situación se da también en las provincias? -Sí, vivimos en una sociedad de hijos huérfanos con padres vivos y, en la mayoría de los casos, presentes y convivientes con los hijos. Son padres que perciben su función como una carga y sienten que los hijos los apartan de sus intereses y urgencias personales. Entonces se desentienden de los hijos, descargan la responsabilidad de la crianza en otros: escuela, clubes, boliches, cyber cafés, televisión, Internet y todo tipo de adultos (entre ellos los narcotraficantes) que usan a los chicos. Estos padres revelan así su propia inmadurez, su negativa a crecer, a ser adultos más allá de la edad y de la imagen o el rol social. Ser adulto es ser responsable, hacerse cargo de las consecuencias de las propias acciones, vivir con valores y traducir esos valores en acciones, tener proyectos trascendentes más allá de lo económico y material. Los hijos de esta sociedad están funcionalmente huérfanos. Quienes deben asumir las funciones paterna y materna en su gran mayoría no lo hacen. Los resultados son trágicos y están a la vista. Los jóvenes, a la deriva, son presa de la droga, de la violencia (como víctimas y ejecutores), de la ignorancia, del vacío existencial, se matan en las rutas, en los boliches, muestran una pobre capacidad de lectura, de comprender lo que leen, de expresar ideas, de formular proyectos. La orfandad de la

description

 

Transcript of Hijos huérfanos o padres ausentes

Hijos Huérfanos o padres ausentes

Hijos Huérfanos o padres ausentes

-

Fragmentos del reportaje a Sergio Sinay

¿Vivimos en una sociedad de hijos huérfanos? ¿Cómo es este nuevo espacio de la realidad social argentina? ¿Esta situación se da también en las provincias?

-Sí, vivimos en una sociedad de hijos huérfanos con padres vivos y, en la mayoría de los casos, presentes y convivientes con los hijos. Son padres que perciben su función como una carga y sienten que los hijos los apartan de sus intereses y urgencias personales. Entonces se desentienden de los hijos, descargan la responsabilidad de la crianza en otros: escuela, clubes, boliches, cyber cafés, televisión, Internet y todo tipo de adultos (entre ellos los narcotraficantes) que usan a los chicos. Estos padres revelan así su propia inmadurez, su negativa a crecer, a ser adultos más allá de la edad y de la imagen o el rol social. Ser adulto es ser responsable, hacerse cargo de las consecuencias de las propias acciones, vivir con valores y traducir esos valores en acciones, tener proyectos trascendentes más allá de lo económico y material. Los hijos de esta sociedad están funcionalmente huérfanos. Quienes deben asumir las funciones paterna y materna en su gran mayoría no lo hacen. Los resultados son trágicos y están a la vista. Los jóvenes, a la deriva, son presa de la droga, de la violencia (como víctimas y ejecutores), de la ignorancia, del vacío existencial, se matan en las rutas, en los boliches, muestran una pobre capacidad de lectura, de comprender lo que leen, de expresar ideas, de formular proyectos. La orfandad de la que hablo no es gratuita. Y, sí, esta tendencia, también se verifica en las provincias. Conozco mucho el interior, viajo, estoy en relación con docentes, terapeutas, sacerdotes, personas preocupadas por lo social y sus testimonios son terminantes. Pero además tengo posibilidad con trabajar con adolescentes en ciudades del interior, de hablar con ellos, y me consta que es así. Esta es una de las consecuencias no deseables de la globalización.

-¿Entonces quién está educando -o mal educando- a nuestros hijos?

-El deber prioritario de los padres es educar a sus hijos. Educar es transmitir valores y transmitirlos con hechos, con actitudes, con un modelo de vida. No un modelo para "mostrar" a los chicos, sino para adoptar como propio, un modelo en el que uno cree y respeta no sólo ante otros sino aún en

la intimidad más absoluta. Educar es ayudar a construir proyectos de vida que apunten a dejar el mundo un poco mejor de cómo lo encontramos y no a abandonarlo habiéndonos llenado de cosas materiales o de éxitos egoístas, al margen o a costa de los otros. Educar es transmitir patrones vinculares en los cuales el otro, el prójimo, el semejante es aceptado como alguien diferente de mí y como alguien que es un fin y no un medio. Y eso se transmite, también, con acciones, no con palabras, con presencia y no a distancia, con compromiso y no mecánicamente. Educar es mostrar amor hacia los hijos acompañándolos, poniéndoles límites nutricios, generando autoridad a través del respeto ganado con acciones. Educar es decir que no una y mil veces para dar valor al sí. Educan los padres, no la escuela. La escuela enseña, transmite información, entrena en habilidades intelectuales, conecta con el mundo, socializa. Pero si no educan los padres, "educan", en el peor sentido, todos los rapiñadores que nombramos anteriormente. De hecho, cuando nos encontramos ante un "mal educado", nunca preguntamos "¿A qué escuela vas?", sino "¿De qué hogar vienes?". Hoy, en nuestra sociedad, la mayoría de los padres no están educando. Y es una falta grave y costosa.

-¿Cuál es el futuro de esta situación y cuál debería ser el sentido de una familia que se quiere proteger de problemas como éste?

-En mi opinión una familia alcanza su sentido, su razón de ser, cuando se convierte en un ámbito de amor traducido en acciones, en el cual se acepta y respeta la diversidad y se crean las condiciones y la confianza para que cada miembro convierta en acto lo mejor de su potencialidad, y cuando todo aquello que sus miembros tienen en común contribuye al bien compartido y nutricio. Así, la familia sería el ámbito en el cuál una semilla llega ser el árbol que hay en ella. Esto requiere trabajo y dedicación. Requiere compromiso, honestidad, cooperación, empatía. No es automático. Los hijos no amarán a sus padres sólo por una razón biológica. El amor es un lazo que se construye. Como el respeto. Debemos dejar de preguntarnos qué mundo les estamos dejando a nuestros hijos para empezar a preguntarnos qué hijos le dejaremos a este mundo. Y asumir esa responsabilidad.

-¿Cuál es el rol del varón en esta problemática?, ¿Se aprende a ser padre?, ¿Adónde enseñan a serlo?; ¿Se aprende a ser esposo?; ¿Hay una confrontación entre la concepción machista del ser varón y el ser parte responsable de una familia que necesita no sólo la provisión de alimentos sino también de afectos?

-En ningún lugar se enseña a ser padre, ni madre, a ser esposo, ni esposa. No hay escuelas ni academias, no puede haberlas porque se trata de experiencias intransferibles, no de recetas, no de sacos de talla única que le deben ir bien a todos. No se enseña, entonces. Pero se aprende. Se aprende junto a un hijo, con compromiso y presencia, con ensayo y error y reparación. Se aprende junto a la pareja. La concepción machista de la masculinidad, que lamentablemente sigue siendo predominante en nuestra sociedad, reduce al padre al papel de proveedor. Provee simiente y

luego provee lo material. No le requiere provisión emocional y muchos hombres aprovechan eso para ausentarse del lugar en donde más los necesitan los hijos. La provisión de modelos emocionales, la habilitación del mundo afectivo, la provisión de modelos de masculinidad que incluyan la compasión, la solidaridad, la espiritualidad, la capacidad de nutrir, de curar, de cuidar, de amar. La masculinidad hoy predominante está castrada en estos aspectos. Produce machos, pero no produce hombres. Se basa en la testosterona física y olvida la testosterona espiritual. Se necesita mucho más coraje y más fuerza (coraje del espíritu, fuerza del alma) para ser hombre que para ser macho. El macho es obediente, sigue un modelo como un autómata. No es libre. El hombre que encuentra su masculinidad profunda encuentra su libertad, es creativo, se permite vivir como un ser humano íntegro, en cuerpo y alma.

-La familia tradicional, madre, padre e hijos, es el único modelo válido o ¿Es posible que los chicos que crecen en familias ensambladas también puedan desarrollar sus capacidades y ser felices? De qué depende.

-Insisto en lo que dije antes. Una familia es un espacio de amor, de respeto, de nutrición y estímulo en el que cada uno recibe lo que necesita y crece y se desarrolla hasta encontrar su sentido y ser lo que es. En la semilla está el árbol. Yo creo, y sé que hoy éste es un tema que se discute mucho, que la forma de la familia es menos importante que el fondo. Hay familias tradicionales (papá, mamá, hijos, sin divorcio, con todas las formalidades cumplidas) en las que se recibe poco amor, se asiste a mucha violencia, a mucha mentira, a mucha manipulación. Hay familias monoparentales en donde con compromiso y presencia, se generan las condiciones necesarias. Hay familias ensambladas que se enriquecen y nutren de la diversidad y crean espacios de desarrollo magníficos. Y hay maravillosas familias tradicionales y familias ensambladas muy disfuncionales. Todo depende de las personas, de sus elecciones, de sus valores, de su responsabilidad, de sus proyectos existenciales.

-En momentos de crisis económica como la que nos toca vivir, ¿Adónde las familias deberían encontrar la fortaleza para seguir adelante sin quedar atrapadas en necesidades insatisfechas o en la pérdida de su status de vida?

-Siempre digo que así como existen las cajas de ahorro bancarias, donde uno deposito efectivo, hay cajas de ahorro afectivo. En estas cajas los depósitos se hacen con actos cotidianos de amor, con empatía, con cooperación, con respeto, con presencia y acompañamiento. Igual que las cajas de ahorro bancarias, lo que aquí depositamos es para momentos de crisis o emergencia, o para la realización de proyectos, en este caso existenciales, de vida. Y como en las cajas del banco, si no hemos hecho depósitos, llegado el momento nos encontraremos con que no tenemos fondos para responder a las circunstancias. En situaciones de crisis como la actual, las familias se encontrarán frente a sus resúmenes de cuenta afectivo. Lo que allí encuentren será ni más ni menos que lo

depositado. Si habían apostado todo a lo material, la caja de ahorro afectivo estará en rojo. Si habían mirado hacia un horizonte trascendente, tendrán fondos muy importantes.

-Conozco a no pocas personas que viven en grandes ciudades que se inclinan a elogiar la vida de ciudades más pequeñas como Santiago del Estero, usted que opina...

-He vivido en Santiago toda mi infancia y mi adolescencia, y a esa época de mi vida, y a mi familia, mis amigos de entonces, mis maestros y profesores, como mi querido "padre pedagógico" Pepe Presti, les debo mucho de lo que soy. Vivo desde hace cuarenta años en Buenos Aires, he vivido en la ciudad de México. He añorado vivir en una ciudad más pequeña. Y también disfruto mucho de muchas cosas de la gran ciudad. Ambas tienen ventajas y desventajas según desde donde se mire. A veces en las ciudades chicas, los mandatos son tan fuertes que tronchan el crecimiento de las personas. Y en las ciudades grandes el anonimato hace que se pierdan lazos, solidaridad, compasión e identidad. Creo que si una persona tiene en claro el sentido de su vida, el camino de ese sentido puede pasar por una ciudad chica o una grande. Y creo que cuando uno está perdido en la vida, lo estará viva donde viva. A veces se añora la vida en ciudades pequeñas creyendo que allí, mágicamente, se resolverán las cosas que uno no ha sabido resolver en donde vive. Y hay gente que se ha mudado con esa esperanza para encontrarse con que se llevó el problema en la valija y sigue acompañándolo.

--------------------------------------------

Este reportaje debe hacernos meditar y retomar la obligación que todos los padres deben tener para con sus hijos, brindarles amor por sobre todas las cosas, este es el mejor remedio para evitar que los jóvenes caigan en la droga.

María A. Querol Visconti

HUERFANOS DE PADRES VIVOS.

Publicado en el Periódico REFORMA

David Noel Ramírez Padilla / Rector de la Zona Norte ITESM

Hace unos años celebramos el Año Internacional de la Familia, nada más oportuno en un mundo donde se generaliza la violencia, los vicios, los crímenes y donde observamos una gran cantidad de seres humanos que no encuentran la razón de vivir, recurriendo como escape a respuestas superfluas y banales que los conducen a un gran vacío y soledad. 07/26/2000

Ante este escenario, la única alternativa para transformar nuestra sociedad la encontramos en la familia, célula básica de la misma. Recordemos que la sociedad es lo que son los individuos y éstos lo que son sus familias.

Las nuevas generaciones reclaman con justicia a los adultos: "no queremos procreadores de hijos, queremos padres". A continuación comento un decálogo de consejos que quiero compartir con ustedes:

Primero. Nuestros hijos nos demandan que les dediquemos tiempo. Esto es fundamental porque, al no hacerlo, estamos delegando la formación de los seres que más queremos. Dejamos que los medios de comunicación, los amigos o bien el personal de servicio, les transmitan el cómo enfrentar la vida, siendo que no siempre, y menos aún en este momento, pueden diferenciar lo bueno de lo malo. El renunciar a darles tiempo lo pagaremos muy caro, porque nuestros hijos serán lo que estos tres agentes hagan de ellos.

Segundo. Ellos nos piden coherencia entre lo que decimos y hacemos, entre nuestra forma de pensar y actuar. Las palabras conmueven, pero el ejemplo arrastra. El no aceptar este compromiso genera incertidumbre en nuestros hijos y, lo que es peor, éstos acaban por no respetarnos.

Tercero. Tenemos que formarlos a través de la cultura del esfuerzo. Cada día constatamos con tristeza cómo en forma errónea les hemos hecho- y seguimos haciéndoles- la vida demasiado fácil, creándoles falsas expectativas. Recordemos que la felicidad nadie la recibe gratis; ésta se logra a través del esfuerzo y del renunciamiento. No olvidemos que los padres que no lanzamos a nuestros hijos al sacrificio, los traicionamos.

Cuarto. Debemos fomentar en nuestras familias el diálogo como arma, para erradicar los sinsabores de la vida, porque el silencio sólo agudiza las heridas, crea resentimientos y genera en nuestros hijos una manera de ser equivocada para enfrentar las divergencias de nuestro diario vivir.

Quinto. Por ningún motivo debemos cambiar nuestros roles de padres por el de un cuate más de nuestros hijos. Ellos tienen varios amigos, pero padre y madres sólo uno: no debemos caer en el error de suprimir el concepto de autoridad. A nosotros nos corresponde, a través del diálogo con los hijos, fijar las directrices para la familia. El día que ellos funden su hogar lo habrán de hacer con

sus hijos, pero mientras vivan con nosotros tenemos la grave responsabilidad de ejecutar el papel de padres, no el de un amigo más.

Sexto. El amor de nosotros jamás llegará a la plenitud si no se irradia hacia los demás. Nuestro compromiso con la comunidad es fundamental para fomentar en nuestros hijos la entrega, creando así una sociedad donde se mejore el nivel de vida y se respete la dignidad de las personas. No olvidemos que "sobre toda propiedad privada, grava una hipoteca social", entendiendo por propiedad privada nuestra capacidad de inteligencia, creatividad y amor por las cuales no pagamos ni un centavo, de tal forma que no es lícito usarlas sólo para usufructo personal.

Séptimo. Evitemos caer en el error de que al tener a nuestros hijos en colegios privados cumplimos con nuestra obligación de educarlos. La responsabilidad principal recae en nosotros; las instituciones educativas tienen un papel subsidiario porque complementan lo que nosotros somos capaces de hacer de ellos.

Octavo. Administremos bien nuestra vida. Tenemos una misión tridimensional que cumplir: familia, trabajo y comunidad. El tener éxito en los tres ámbitos debe ser nuestro reto, nuestros hijos quieren ver padres que vivan intensamente esa vocación tridimensional, que trasciendan, para tener así paradigmas que les marquen el rumbo y les dejen huella.

Noveno. El exceso de actividades y la civilización del tener nos ha llevado a relegar y, en muchas ocasiones, a olvidar a aquellos que poseen experiencia y amor y a quienes deberíamos venerar. Me refiero a los abuelos. Una sociedad que no tiene tiempo para amarlos, honrarlos, y respetarlos es una sociedad ingrata. Tenemos que volver hacia ellos: nunca será aceptable el evadir el compromiso de "amor con amor se paga" Si nuestros hijos nos ven esta actitud, no nos sorprenda que nos paguen con la misma moneda. El gran daño de la sociedad actual es que empezamos a creer que lo correcto es lo que la mayoría hace. No olvidemos que el mal será siempre mal aunque todo mundo lo haga y el bien seguirá siendo bien aunque nadie lo practique.

Décimo: Todo lo comentado anteriormente requiere de trabajo duro, de renunciar a muchas cosas de sacrificar diversiones tal vez merecidas, pero en ello radica el reto. Si queremos que nuestros hijos sean nuestro orgullo y felicidad el día de mañana, aceptemos hoy despojarnos de nuestro egoísmo en aras de esa felicidad que nadie nos arrebatará.

Que jamás se diga que tus hijos y mis hijos son huérfanos de padres vivos.

“Hijos Huérfanos de Padres VIVOS!!!”

Escrito por German de la Cruz Carrizales el miércoles 01 de mayo, 2013 - 15:10 en

Un niño se sentía sumamente triste, por lo que le pasaba..., por lo que veía a su alrededor…, por el trato que recibía..., por lo que sentía en lo más profundo de su corazoncito, se sentía tan solo..., después de llorar mucho se quedó dormido y en su sueño dulce y hermoso, Dios, su amigo incondicional se acercó a él y le dijo... “ábreme tu corazón hijo mío, te escucho, tengo todo el tiempo que necesites”

El niño sentado en sus piernas mirándolo a los ojos le decía con su carita triste: Si a los niños nos golpean, aprendemos a ser agresivos. Si se burlan de nosotros, aprendemos a ser tímidos. Si nos tratan con indiferencia, aprendemos a ser fríos. Los adultos no entienden que es tan poquito lo que los niños pedimos.

“Señor, tu que dices –dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos- tu que eres tan bueno y que a todos los niños de la tierra nos proteges, quiero pedirte un favor: Conviérteme en una televisión, en una computadora, en un teléfono celular... para que mis papitos me cuiden como las cuidan a ellos, para que me pongan todo el interés del mundo como mi mamita lo hace con sus telenovelas favoritas, con sus amigos en el Facebook y la mayor parte de su tiempo con su celular o cuando mi papito ve el fútbol o sus noticieros o pasa a hasta altas hora de la noche chateando o mensajeandose con quien sabe quién... Quiero hablar como algunos conductores, que cuando lo hacen, todos en casa se callan, o nos callan para escucharlos con atención y sin interrupciones o en las comidas están con su celular sin ponernos atención. Quiero sentir que mis papitos se preocupen por mí, tanto como se preocupan cuando se descompone cualquiera de sus aparatos y rápidamente llaman al radiotécnico o los cambian por otros más modernos y más funciones. Quiero ser una televisión, una compu o un celular para ser el mejor amigo de mis papis y su héroe favorito. Por favor Señor. Aunque sea por un día...... Déjame ser uno de sus aparatos favoritos”.

He escuchado a veces a mis padres cuando platican con otros adultos, diciendo, “a mi hijo, yo nunca lo haría a un lado”, pero lo hacen; a veces, cuando están inmersos viendo una película que rentaron, o inmersos como una adicción en sus aparatos electrónicos y otras cuando están atendiendo a sus amigos, o en su trabajo, o en alguna cita, o de viaje o en sus tantos compromisos. ¡De verdad! Mis papitos no se comunican conmigo.

Siento que me tratan como un estorbo; mis papitos me gritan, me pegan fuerte cuando hago travesuras y se pelean enfrente de mí, sin importarles la angustia que eso me produce. Vivo con miedo, con indiferencias, con burlas y sufro, me imagino, como los niños que veo en la tele y que están abandonados.

El otro día vino un grupo de señoras ricas para ofrecernos desayunos a los niños pobres, una de ellas me pregunto que donde estaba mi mama y le conteste: “Trabajando como nana en la casa de una señora rica, cuida a sus bebes mientras ella viene aquí a cuidarnos”

Dios, creo que hay personas que presumen de ser caritativas, pero tienen sus corazones huecos. Desean componer el mundo, pero nos hacen daño a sus propios hijos.

Mis papas fueron responsables de mi nacimiento y en su egoísmo, ignoran que también tengo necesidades y derechos. Señor, yo soy una personita pura y buena, tú lo sabes. Llegué a este mundo con la mente limpia y quiero aprender. Observo a mí alrededor y solo veo familias desechas, pleitos, divorcios, infidelidades, robos. Mis papis y mis maestros me enseñan a mentir y a temerles.

Una amiguita de mi salón le pregunto a su mami: “¿Porque tienes una cara tan bonita en tu trabajo y tan fea en la casa?” Y ella le contestó: “Porque en mi trabajo me pagan por sonreír, hija” y mi amiga le dijo: “¿Cuánto tengo que pagarte para que sonrías en casa?”

Yo no quiero dinero, no me interesan patrimonios o cuentas bancarias, creo que mis papis quieren heredarme “eso”; pero, con todo respeto, ¡es basura! Lo que yo pido es tan poquito. Solo atención e interés. También tengo mis problemitas y a veces no hay nadie cerca para platicárselos; también tengo mi corazoncito y a veces no hay a quien abrazar para decirle “te amo”; también tengo un gran deseo de aprender cosas buenas y a veces no cuento con alguien que me enseñe con paciencia.

Sé de un niñito que se llamaba Carlos Schulz, y que a los cuatro años de edad hizo un feo dibujo de su perrito, pero su maestra le dijo: ¡eres un gran pintor! Su papi también lo felicitó, lo abrazó y pegó el dibujo del perro en la pared. De ahí en adelante, cada dibujo que Carlitos hacía, su papi lo ponía en la pared y les presumía a todos de lo bien que dibujaba su hijito, se sentía tan orgulloso!. Cuando ese niño creció, fue el autor de ese personaje que tanto quiero y me divierte "Snoopy" y de muchos otros personajes.

Sé que me convertiré en triunfador si me tratan como triunfador. Pero si me tratan como problema tal vez me convierta en problema. Soy masilla en sus manos. Por favor Diosito, haz que mi mami, mi papi, mi maestro, mi maestra, me enseñen lo bueno de ellos. Es tan poquito lo que les pido. Tengo un alma limpia, porfa, que no me la ensucien; tengo un corazón bueno, que no me lo hagan malo; soy un ser humano, ayúdenme a vivir y así, cuando crezca, podré decirles: gracias por lo poquito que me dieron, porque ese poquito fue justo lo que yo necesitaba para ser feliz.

Gracias, Diosito, por estar conmigo, sé que me entiendes, y sé también que tocaras el corazón de mis papitos para que me demuestren su amor, ya no quiero ser más un niño huérfano de padres vivos.

Cuando el niño despertó, su sueño se comenzó a ser realidad, Dios había cumplido su parte, ahora tenía por fin a sus papitos.

¿Y tú?, podrás hacer realidad el sueño de tus hijos?

De los "hijos huérfanos con padres vivos"

Por: Patricio Meñe Micha mí-Abeme

.

.

. .

Hijos huérfanos con padres vivos", es un término con el que denuncian algunas mujeres guineo ecuatorianas a los varones que supuestamente son padres de sus hijos; hijos que están bajo la entera responsabilidad de las madres, ante la absoluta indiferencia de los padres.

De este tema se habló, se ha hablado, se habla y se hablará en nuestra incorrecta sociedad mientras nuestras mentes sigan siendo de adoquín; es decir, hasta que no entendamos la

necesidad de un cambio de mentalidad. Muchas de nuestras nietas, hijas, hermanas, madres, tías y abuelas ya han puesto de moda esta expresión para manifestar la irresponsabilidad de los varones con quienes tuvieron en su día a los hijos que actualmente están bajo su fingida "entera responsabilidad". No saben a quién se le debe atribuir el adjetivo de "huérfano".

Creo que se le dice huérfano/a, a todo ser vivo (sobre todo animal) que por alguna razón, conocida o no, ha perdido a alguno de sus progenitores o a los dos. En este sentido, perder es lo mismo que fallecer o morir; luego da igual decir, que huérfano es a quien se le muerto uno o ambos padres. Ende, es absurdo el término "huérfano de padres vivos". Porque si están vivos los padres, los hijos no son huérfanos…

Lo que sí se sabe es de hijos abandonados por los padres, hijos olvidados por sus padres, hijos rechazados, repudiados, vendidos, etc. En estos casos el hecho no se debe atribuir únicamente al padre, toda vez que por una actividad judicial no se haya probado la irresponsabilidad o culpabilidad de aquél. Y no deja de sorprender, tanto a los varones acusados como a otras mujeres responsables, el hecho de que, al cabo de ciertas investigaciones por los tribunales la culpabilidad de la orfandad recaiga sobre la misma acusadora. Hechos bien conocidos y probados resaltan las actuaciones aventureras, por no decir irresponsables, de gran número de mujeres que obligan a los supuestos padres a la indiferencia en cuanto las atenciones que deberían prestar al "hijo". Ejemplo: una mujer que dice a su amante, que es el padre del hijo traído al mundo, pero finalmente se descubre que no es así.

Otro ejemplo frecuente es el de aquellas que descaradamente le quitan el hijo al padre biológico y se lo dan a otro sólo porque tiene una mejor posición económica o de poder, de forma que el hijo que ayer era de ambos es hoy "mi hijo" (sólo de ella) "lo llevo a donde me da la gana y se lo doy a quien quiero"… ¿Y posteriormente intenta persuadir al padre traicionado de que se ocupe del niño? Muchos de nosotros, varones, hemos caído y seguimos cayendo en la bajeza de ser los "papá tío" tontos que mañana veremos cómo la madre traicionera le presenta al mismo menor otro "papá"…

Otra sorpresa son precisamente las mujeres que denuncian la irresponsabilidad de los "padres vivos con hijos huérfanos"; ¡cuántas madres irresponsables abandonaron, han abandonado y siguen abandonado a sus hijos con los padres, y éstos no ventilan sus casos ni los comentan en los foros, por las calles y en los bares, con las mesas rodeadas de sus iguales y compartiendo unas cervezas, como lo hacen ellas! No, los hombres suelen resignarse después de fracasar al intentar reconciliarse con sus parejas; suelen optar por criar a todo riesgo al hijo abandonado por la madre

y, jamás lo llaman "hijo huérfano de madre viva". Ni siquiera molestan a la madre "abandonadora" exigiéndole atenciones para el niño… Buena prueba de responsabilidad del varón.

Observando con cuidado a esas mujeres, consideradas a veces como mujeres de mala vida, se ve que tienen escasa formación social y moral, y que tienen poca vergüenza, de otro modo, no se atreverían a pedir a sus víctimas traicionadas que les ayudaran en el cuidado de los niños separados de ellos a traición. Pues si decidieron largarse llevándose consigo al/los niño/s, era porque confiaban en su propia responsabilidad. Muchas veces los padres dan dinero para sus hijos que, como son menores de edad, apenas se enteran de ello porque es la madre descarriada quien lo administra a su capricho; luego le llamará imbécil al hombre como en muchos casos conocidos.

Desde estas líneas me sumo a la presentadora del programa radiofónico La Cultura en Casa, Amparín Oba´a Efúa, al recordar a las mujeres que si no quieren tener "hijos huérfanos de padres vivos", que averigüen antes las intenciones varoniles al relacionarse con ellas; la mayoría de ellos sólo van por el placer, y les incumbe a ellas mismas evitar el Mal de los hijos no deseados, pues "los hombres son como las abejas que van a la flor, le quitan el néctar y se alejan". Si las mujeres no siguen este consejo, ¡que no reprochen a nadie por la carga que ellas mismas se han buscado! "Cría cuervos, y te sacarán los ojos".

Huérfanos de padres vivos

Por Alda Mera, reportera de El País

Esta niña (derecha) y sus cinco hermanitos, abandonados por sus padres, esperan en un hogar de paso.

Foto: Alvaro Pío Fernández / El País

La pobreza extrema lleva a algunos padres a abandonar a sus hijos.

La pobreza tiene rostros de menores de edad, que terminan siendo hijos del Estado ante el abandono de sus padres, quienes acosados por la miseria, falta de trabajo y educación, los dejan a la deriva. A duras penas con un mensaje:

“Me voy de la casa porque estoy aburrida de tanta pobreza, nunca los he querido, ustedes son muy cansones, sobre todo Bryan. Ya no soporto más”. Esa es la única herencia que les dejó Mariela*, de 34 años, a sus seis hijos de 12, 6, 5, 4, 3 y 2 años. Lo leyó Yomaira*, la mayor, quien le reclamó a Bryan: “¿Si ve? Por su culpa se fue mi mamá”, una mujer agobiada por la falta de recursos para alimentarlos, con lo poco que el padre gana trabajando en una finca fuera de Cali.

Ellos no comprenden la dimensión de la sentencia maternal que los llevó a uno de los nueve hogares de paso que tiene la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social de la Alcaldía de Cali, en convenio con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, y opera la ONG Crecer en Familia.

Estos seis hermanitos fueron remitidos allí por el Icbf, al ver que la madre huyó con la hija mayor, de 15 años. Pero en otros casos las remisiones las hacen las Comisarías de Familia o la Policía de Infancia y Adolescencia.

Esta última entidad prendió las alarmas, al revelar que entre enero y abril de 2010, padres entregaron 39 menores argumentando no tener cómo sostenerlos. Hace quince días los seis niños de Mariela egresaron del hogar de paso porque sus padres no aparecieron. “Los niños estaban felices aquí porque se sentían protegidos; un almuerzo para ellos era como darles caviar; estar aquí es tener ropa bonita”, dice una de las personas que los atendían.

Como ellos, un promedio de hasta doce niños permanecen en cada hogar de paso durante ocho días hábiles, tiempo estipulado por el Icbf para que el equipo interdisciplinario de Crecer en Familia haga una valoración del menor y remita ese diagnóstico al defensor de familia para tomar la decisión respectiva.

Esos nueve hogares están llenos de rostros tristes mientras se decide su suerte. En esa semana pueden pasar 108 niños en promedio, que sumarían unos 432 al mes, cifra alta para seres que comienzan a vivir.

Aunque la mayoría de las pequeñas víctimas son remitidas por maltrato, abuso sexual, situación de calle, padres consumidores de sustancias psicoactivas, desnutrición o negligencia, la pobreza es

una verdad de a puño para los funcionarios que realizan las visitas domiciliarias en un país que suma más de 20 millones de habitantes en la pobreza, más de siete de ellos en la indigencia.

El Icbf actúa así:

Entre los programas para la infancia que tiene el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, están:

Hogares de paso: Nueve en Cali, donde el menor en abandono o vulnerado pasa ocho días hábiles mientras se define su situación legal.

Hogares infantiles: Son 42 en Cali donde se brinda nutrición, atención y programa escolarizado.

Hogares comunitarios: 3.994 en Cali, donde madres comunitarias atienden 47.928 niños, con 12 en cada uno.

En estas familias donde se incuba la pobreza nacen estos huérfanos de padres vivos, como estos seis menores que ya pasaron a la misma institución de protección del Icbf por ser hermanos, donde serán escolarizados, mientras el defensor de familia investiga en busca de un familiar que asuma su cuidado, dice Ana Fernanda Hurtado, trabajadora social de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social de Cali.

En su defecto, serán declarados en estado de abandono y entrarán en proceso de adopción: pasan a ser hijos del Estado hasta los 18 años, sino encuentran antes una familia que los adopte. Situación que les es indiferente a los chiquillos. “Ellos muestran total desprendimiento de la madre, no la extrañan; más bien ven a la hermanita mayor como figura materna, y ella a su vez se siente descansada de no tener que cuidarlos, y que por el contrario, aquí es atendida”, dice María Fernanda Caicedo Perdomo, psicóloga de Crecer en Familia y directora del Hogar de Paso Ciudadela del Río.

La miseria infantil en Cali es tamaño familiar. A los hogares de paso llegan chicos, por ejemplo, que recogen basura ocho horas y les pagan $1.000, con los que compran un chicle para siete niños. Y no sucede en los barrios de invasión. Son casos de hogares de estrato 1 y 2. “Cuando se hace la visita domiciliaria ve buenas casas por fuera, pero adentro no hay letrina o duermen hasta siete personas en dos camas, porque tenemos la cultura de la fachada”, dice María Fernanda.

En pocas palabras

"Tratamos de articular todos los programas de Bienestar Social para ayudar a toda la familia para que cuando ese niño regrese a casa tenga un entorno sano”. Ana C. Hurtado, de Bienestar Social.

*Nombres ficticios para proteger la identidad de los menores.

Hogar de paso

El hogar de paso es una medida transitoria mientras se hace el restablecimiento de derechos del menor. “Niño que llega aquí no es el problema, es el síntoma de una problemática más compleja que hay en su familia”, dice María Fernanda Caicedo Perdomo, coordinadora del Hogar de Paso Ciudadela del Río.

Mientras psicóloga, médico, nutricionista evalúan el estado del niño, la trabajadora social visita la familia para buscar la raíz del abandono. “Identificamos quiénes son los sujetos de protección (que pueden asumir su cuidado) y los sujetos de riesgo (que lo pueden victimizar). Apoyamos al núcleo familiar en salud, asesoría psicológica, proyecto de vida y escuela de padres para que el niño regrese a su hogar con todos sus derechos restablecidos. Con este diagnóstico el abogado de familia determina si hay condiciones para devolverlo a la familia, o si pasa a un proceso de adopción”, dice Alexandra Arroyave, trabajadora social de Crecer en Familia.

“Mis muchachos me hacen mucha falta”

Mis hijos son lo más sagrado que tengo. Siempre me paré en la raya y dije que mientras tuviera dos manos con qué trabajar ellos iban a estar conmigo. Pero desde que cerraron el basuro de Navarro, mi vida cambió. Hace cinco meses no gano dinero. Por eso, de mis cinco hijos, me voy a quedar sólo con las mellizas pequeñas, porque a Nicolás lo entregué en mayo a Luis, su papá”.

Fanny Angulo ya había entregado en septiembre a su hijo Michael a su padre y en marzo mandó a su hija Sthéphany para donde una prima. No poder atender sus necesidades básicas por la pobreza la obligaron a repartir su sagrado tesoro.

“Hablé con Luis, que vive en Ibagué, y le dije que prefería que se lo llevara. Él vino y vio la situación en la que yo vivía, con los servicios cortados, sin nada qué comer y me dijo que le permitiera ayudarme”, dice la secretaria de Redecol, una naciente microempresa que integra 80 ex recicladores de Navarro. Pero por trámites jurídicos ella hace cinco meses no recibe salario.

“Yo le digo a mi mamá que no me quiero ir, pero ella dice que no quiere que me vuelva un marihuanero”, dijo su hijo Nicolás antes de partir. “Me tocó llevarlo a Ibagué con mentiras, decirle que íbamos a hacer una vuelta... su papá le presentó sus nuevos amiguitos, fuimos a conocer el colegio donde va a reiniciar sexto grado y ayer me despedí de él con la condición de que cuando yo esté mejor económicamente, vuelvo por él, así se quedó tranquilo”, cuenta Fanny.

Nicolás, junto con Sthéphany, son sus primogénitos mellizos y en junio cumplen 14 años. A la niña la tuvo que mandar donde una prima, porque en el colegio público donde estudiaba amenazaron con violarla. “Allá está feliz en otro colegio, saca notas sobre 4.5, es mi muñeca. Si tengo para el bus vamos a verla cada ocho o quince días. Me hace una falta horrible, me ayudaba a despachar a las niñas pequeñas para el colegio”, dice Fanny en su casa paterna del barrio Mariano Ramos.

Ahora Ana María y María del Mar, sus otras mellizas de 5 años, son sus únicas acompañantes. “Siento la casa vacía y ellas fueron al jardín hoy, me preguntan que si Nicolás también se fue quién las va a cuidar”, cuenta conmovida.

Y que no le hablen de Michael, de 12 años. “Me hace falta, era mi mano derecha, él es de los que se levanta a medianoche si a mí me duele algo, pero no lo veo hace como cinco meses”, cuenta con ojos humedecidos.

Michael fue de vacaciones a casa de su padre en Jamundí en junio, pero cuando llegó septiembre él y la abuela paterna vieron que era mejor que se quedara con ellos. Y Fanny tuvo que aceptar que su Michael allá tenía mejores condiciones para estudiar, según cuenta desde la sala vacía, sin baldosas y en obra negra. A pesar de la cercanía, pocas veces lo puede ver “porque no tengo ni para los pasajes”.

Otras historias

Hogares de paso, una medida transitoria

Todos los días a las 6:30 a.m. Diana Fernanda Henao toma la buseta Pance 10, en el Distrito de Aguablanca hasta la Calle 5 con Carrera 12. Luego sube a pie hasta el Hogar Infantil Casita de Ruiseñores, del barrio San Cayetano, donde su hija, que en junio cumplirá 4 años, ha encontrado su paraíso.

Un paraíso de niños con quien socializar, patios donde jugar, sus tres comidas y un salón de clase para irse preparando para su escolaridad. A lo que tiene derecho un niño a esa edad.

Pero desde su primer año y medio de vida y hasta los 3 y medio, ‘vivió’ bajo el puente peatonal de la Avenida Colombia con Calle 5, donde sus padres tenían un puesto de frutas. Bajo el sol o evitando la lluvia debajo del puente o durmiendo en colchoneta puesta dentro del carrito de frutas, pasó dos años de su primera infancia. El almuerzo se lo compraban en la calle o a veces lo traían de la casa y para ir al baño pedían permiso a los vecinos.

Esta situación incomodó más a Alexandra Hinojosa, periodista que trabajaba por el sitio, que a los padres de la menor. “Era incómodo, la niña se estresaba, se aburría, comenzaba a cansar a los clientes, la gente a veces se molestaba, para mí era trágico tenerla ahí, pero no tenía a dónde llevarla ni con quien dejarla”, dice la madre, de 24 años, que dejó el noveno grado para irse al Tolima a trabajar en una finca con su esposo, un agricultor. Pero cuando quedó embarazada, regresaron.

Alexandra comenzó a concientizar y orientar a la mamá para buscar un sitio adecuado para la niña, hasta lograr un cupo en el Hogar Infantil Casita de Ruiseñores, operador del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf.

La directora, Patricia Fernández Ochoa, dice que atiende a 153 niños, pero que son más los que quedan por fuera por falta de cupos: “Hacemos un gran esfuerzo por mantener a los que están”.

Diana se declara en situación de extrema pobreza, pero que jamás pensó en entregar o regalar a su hija. “Sí, he vivido con mucha dificultad, en ese carro de frutas me tocó tener la niña dos años años, pero las personas que entregan sus hijos creo que son gente sin corazón”.

En pocas palabras

“Hay quienes piensan que el Estado tiene la obligación de darles todo y los mismos padres mandan a los niños al Icbf para que los reciban allí”.

“Hay un niño que entra y sale del hogar de paso porque estar en el Icbf se les convirtió en su proyecto de vida a muchos niños, motivados por los mismos padres”. Zulemita Kaim, de la ONG Crecer en Familia.

Dato clave

El índice de pobreza en el país en 2009 fue de 45,5%. Pobre es una persona cuyo ingreso mensual está por debajo de $281.384. E indigente es cuando el ingreso mensual no alcanza más de $120.588.