Historia de España-Prolegómenos de La Guerra Civil - Negrin-Besteiro, Largo Caballero,...

8
*********************************************************************************** *********************** http://indice.elpais.es/articulo/20050302elpepicul_2/conflictivo/pasado/espanol/ vuelve/vidas/largo/caballero/lerroux El conflictivo pasado español vuelve con las vidas de Largo Caballero y Lerroux Alejandro Lerroux. Si quieres leer este artículo, págaselo al capitalista Jesús Polanco (el "patrón", como les gusta llamarle en Moncloa a los del equipo de ZP). *********************************************************************************** *********************** http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275752786 DIGRESIONES HISTÓRICAS Alcalá-Zamora y Largo Caballero

Transcript of Historia de España-Prolegómenos de La Guerra Civil - Negrin-Besteiro, Largo Caballero,...

**********************************************************************************************************

http://indice.elpais.es/articulo/20050302elpepicul_2/conflictivo/pasado/espanol/vuelve/vidas/largo/caballero/lerroux

El conflictivo pasado espaol vuelve con las vidas de Largo Caballero y Lerroux

Alejandro Lerroux.

Si quieres leer este artculo, pgaselo al capitalista Jess Polanco (el "patrn", como les gusta llamarle en Moncloa a los del equipo de ZP).

**********************************************************************************************************

http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275752786

DIGRESIONES HISTRICAS

Alcal-Zamora y Largo Caballero

Por Po Moa

Largo haba preparado la guerra civil en 1934. En 1936 aspiraba a aplicar su programa revolucionario mediante el acoso al gobierno de su aliado Azaa, para sustituirle sin riesgo de una nueva insurreccin. Nada de lo ltimo habra podido hacer si Alcal-Zamora no le hubiera abierto el camino.

En abril de 1936, el Parlamento dominado por las izquierdas destituy a Alcal-Zamora de la presidencia de la repblica. En sus Memorias el as depuesto escribe: El voto para m ms doloroso y sorprendente fue el de Besteiro. Enfermo en cama y de algn cuidado, me enviaba recados a diario aconsejndome y rogndome que sufriera todas las vilezas, injusticias y amenazas sin dimitir, pues mi presencia en la jefatura del Estado era indispensable para el pas, la Repblica y la libertad. Se levant con riesgo de su salud para ir a votar destituyndome. De un hombre con otra tica y seriedad menor habra tenido que sospechar, ante conducta de tamaa contradiccin, una burla de psimo gusto. En Besteiro esto era inconcebible: sus recados eran sinceros y su voto fue coaccionado por la invocacin a la frrea disciplina de partido.

Episodios como ste muestran la actitud de lo que algunos han querido llamar una tercera Espaa, opuesta a la supuesta furia fratricida de las otras dos. Sin embargo, se trata de un espejismo. Las figuras de Besteiro y de Alcal-Zamora no son fcilmente asimilables, y lo que tienen en comn es una extraordinaria debilidad poltica y en parte tambin moral. Besteiro es, desde luego, la figura ms noble y moderada de la izquierda de aquellos aos, nico dirigente de primera fila opuesto a la aventura bolchevique de 1934, y despus al extremismo persistente en el partido. Pero no fue capaz de obrar con resolucin frente a quienes vulneraban las normas internas del partido, a las que l se someta en cambio, guiado por un escrpulo moral probablemente excesivo en tales circunstancias. Cuando fracas la revolucin de octubre del 34, tuvo la ocasin de imponer en el PSOE una lnea democrtica, pues la desastrosa experiencia haba demostrado a qu podan conducir aquellas aventuras. Pero fue inmediatamente rebasado por una feroz campaa que le presentaba como cmplice del terror derechista contra los insurrectos, un terror en gran parte inventado o enormemente exagerado. Cay en la trampa y se puso a colaborar contra la represin, perdiendo su oportunidad, aunque debe admitirse la dificultad de aprovecharla, ante el clima de exacerbado sentimentalismo creado en torno al inventado terror.

Y en 1936, despus del triunfo del Frente Popular, ni l ni Alcal-Zamora tenan la menor fuerza para oponerse al triunfante impulso revolucionario de las izquierdas, a sus vilezas, injusticias y amenazas. Ciertamente, en aquellas circunstancias Alcal-Zamora representaba un factor de moderacin, que las izquierdas queran eliminar, destituyndolo. Y as lo hicieron, arrastrando incluso a Besteiro, sumiso a la disciplina de partido pese a su muy clara visin de que aquella destitucin constitua una nueva y larga zancada hacia la guerra civil. Pero si a Besteiro, con todo, no puede considerrsele en absoluto responsable de la guerra, habiendo actuado ms bien como Casandra, ocurre algo muy distinto con Alcal-Zamora.

Un aspecto profundamente ilegtimo de la destitucin de ste es que las izquierdas liquidaban polticamente a su mximo benefactor, a quien les haba facilitado la victoria electoral. La otra cara de la moneda era que el citado haba abierto las puertas a la revolucin, y la haba abierto siendo l mismo catlico y conservador. En octubre del 34, las izquierdas haban intentado en vano expulsar y aplastar a la derecha, pero fue l quien redonde la faena. Para ello us sus prerrogativas constitucionales de manera arbitraria y a duras penas legal, y, primero, redujo a cenizas al moderado partido de Lerroux, y a continuacin expuls del poder a la tambin moderada CEDA, cortando por la mitad su periodo de gobierno e impidindole aplicar ninguna de sus medidas, bien enfocadas en general, para superar la crisis del momento. Y lo hizo con dos designios completamente irrealistas: el de aprovechar los votos del partido de Lerroux, a quien haba contribuido a destruir polticamente, para formar un nuevo partido de centro orientado por l, y el de congraciarse con las izquierdas. Lo ltimo responda a un prurito de catlico progresista, a quien horrorizaba ser tachado de reaccionario, debilidad bien conocida y explotada por las izquierdas, que no cesaban de obsequiarle con tal adjetivo.

Nada logr. El nuevo partido de centro, improvisado por su agente Portela Valladares, se hundi en las elecciones de febrero del 36, y las izquierdas concibieron el ms profundo de los desprecios hacia su oficioso benefactor. La obsequiosidad del presidente hacia las izquierdas es tanto ms asombrosa cuanto que stas no disimulaban en lo ms mnimo sus intenciones. Largo Caballero, lder mximo de la revolucin de octubre del 34, y absuelto en el juicio por una justicia extravagante, haba salido de la crcel reafirmndose en todas las ideas que le haban llevado a intentar la guerra civil, y volviendo a convertirse en el hombre ms popular de las izquierdas, el Lenin espaol. Y desde l hasta Azaa, toda la izquierda se volcaba en la campaa sobre el supuesto terror derechista en Asturias, eje de toda su propaganda y de la unin poltica que dio lugar al Frente Popular. El programa de ste, a menudo presentado como democrtico y moderado, simplemente porque no llegaba a propugnar la revolucin obrerista, persegua excluir para siempre a la derecha del poder, y tena un contenido abiertamente revanchista contra quienes, en octubre del 34, haban defendido la legalidad republicana y la democracia.

Alcal-Zamora se haba mostrado en extremo riguroso ante cualquier atisbo de vulneracin legal por parte de la derecha, pero, al ganar el Frente Popular, adopt una lnea de sometimiento, sin bien resentido y con protestas menores, de las que Azaa se burlaba, humillndole sin reparo en los consejos de ministros, como seala el mismo alcalano. Y as durante un mes y medio, hasta que le dieron el puntapi definitivo. En cierto sentido le hicieron un favor: abreviaron sus sufrimientos y humillaciones y le alejaron en apariencia de la responsabilidad por la reanudacin de la guerra en julio.

Largo haba preparado, insistamos en que textual y deliberadamente, la guerra civil en 1934. En 1936 aspiraba a aplicar su programa revolucionario mediante el acoso al gobierno de su aliado Azaa, para sustituirle sin riesgo de una nueva insurreccin. Nada de lo ltimo habra podido hacer si Alcal-Zamora no le hubiera abierto el camino. ste, en sus memorias, muestra una actitud casi amistosa hacia Largo, pero el lder socialista lo trata con el mayor desdn: Fue doblemente traidor, a la Monarqua y a la Repblica.

**********************************************************************************************************

http://www.el-mundo.es/ladh/numero80/enportada.html

Negrn al poder

Se ha afirmado errneamente que fueron los comunistas quienes entregaron el Gobierno a Juan Negrn. Sin embargo, ste sustituy a Largo Caballero cuando ste perdi el apoyo de todos los partidos, empezando por el PSOE.

Negrn al poderA la hora de explicar la cada de Largo Caballero del cargo de jefe del Gobierno, y la promocin a este puesto de Negrn, suele aceptarse la explicacin de que todo se debi a la mala relacin de aqul con los comunistas, en tanto que la de ste habra sido privilegiada. No se le ha opuesto a esta versin excesivo reparo, llegndose incluso a fechar a comienzos del mes de marzo de 1937 una supuesta reunin del Bur Poltico del PCE, celebrada en Valencia, en la que una delegacin de Mosc -compuesta por Stepanov, Codovilla, Ger, Marty, Togliatti, Orlov y Gaikis, es decir, la plana mayor en Espaa de la Internacional Comunista, de la NKVD (servicios de informacin a las rdenes directas de Stalin) y de la diplomacia sovitica-, habra ordenado a sus camaradas espaoles atacar decididamente a Caballero y sustituirlo por Negrn.

El relato que ha servido para sostener la existencia de aquella reunin, ha sido el libro de Jess Hernndez Yo fui ministro de Stalin, simple alegato contra la poltica de la URSS en Espaa escrito ad hoc por Hernndez despus de la guerra, cuando ya se haba convertido en un destacado converso al anticomunismo. Segn el relato de Hernndez, en la reunin, Palmiro Togliatti, el verdadero peso pesado de los moscovitas, present la destitucin de Largo como el objetivo principal a corto plazo. Tambin Uribe, Checa; Pasionaria y Mije, miembros del Bur Poltico, habran cargado contra l, mostrndose de acuerdo con Stepanov, cuando ste advirti a Daz y Hernndez -que defendan su permanencia- de que abogaban por una mala causa, porque no era Mosc, sino la Historia la que condenaba a Largo Caballero. Segn Hernndez, las palabras de Togliatti, no fueron, como poda esperarse, para polemizar o convencer, no; fueron rdenes, que se nos transmitan desnudas de eufemismos, limpias de discrecin. As -segn la misma fuente-, Togliatti habra propuesto comenzar inmediatamente la campaa para ablandar la posicin de Caballero. Pero, adems, para completar la versin de los comunistas dirigiendo la escena entre bambalinas, Togliatti habra declarado al trmino de la reunin: En cuanto al sucesor de Caballero, creo que debemos proceder a elegirlo por eliminacin. Prieto?, Vayo?, Negrn? De los tres, Negrn puede ser el ms indicado.

Negrn ha pasado as tradicionalmente a la Historia como el hombre de Mosc. Pero aquella supuesta reunin de dirigentes comunistas jams existi en verdad. Ricardo Miralles, catedrtico de Historia contempornea de la Universidad del Pas Vasco y autor de Juan Negrn. La repblica en guerra demuestra en este nmero que no hubo tal conspiracin comunista, sino un progresivo deterioro de la figura de Largo y un descontento general sobre la conduccin de la guerra, que afectaba tanto a los socialistas como a los republicanos en general. Los sucesos revolucionarios de mayo en Barcelona culminaron el proceso de descomposicin y, tras ellos, tanto Indalecio Prieto como el presidente de la Repblica, Manuel Azaa, perdieron toda confianza en el jefe del Gobierno. Largo Caballero no fue, pues, vctima de una conspiracin comunista: lo derribaron todos y todos levantaron a Negrn.

**********************************************************************************************************

Sbado 8 de Octubre de 2005

Nuevo libro de Po Moa

Prieto y Azaa no habran detenido la revolucin

Hay continuidad entre la guerra del 34 y la del 36, y es la continuidad del proceso revolucionario

1936: El asalto final a la Repblica

1936. El asalto final a la RepblicaLa editorial ltera ha lanzado la ltima obra de Po Moa, de ttulo 1936: El asalto final a la Repblica. En la presentacin del libro ante la prensa, Csar Alonso de los Ros dijo que "estamos ante un libro que cuenta la verdad". Lo cierto es que no menos de un tercio del ltimo volumen del historiador est compuesto por un extenso apndice documental, una iniciativa que ya llev a las pginas de la otra obra de Moa editada por ltera: 1934: Comienza la Guerra Civil.

En este nuevo libro, Moa analiza lo que se conoce como la primavera trgica, el perodo que va desde las elecciones de febrero de 1936 hasta mediados de julio, cuando se da el golpe de Estado liderado por el general Mola. A ste dedica el penltimo captulo del libro, en el que explica cmo el golpe inicial fracas, dando paso ms tarde a la guerra.

1934 y la Guerra Civil

La tesis ms conocida del historiador es que el inicio de la guerra civil no hay que buscarlo en el levantamiento del 17 de julio del 36, sino en la propia II Repblica, y en concreto en el intento de guerra civil por parte de la izquierda revolucionaria (el PSOE) y los nacionalistas, en octubre 1934. Csar Alonso de los Ros record que la tesis del gran parte de la izquierda del PSOE en los 40', 50' y 60' era precisamente que ellos intentaron traer la revolucin contra una repblica burguesa.

Po Moa se centra en este libro en el comportamiento de la izquierda durante la primavera trgica. Su tesis es que "de haber rectificado las izquierdas despus de su fracaso en el 34, aquella pequea guerra civil habra sido muy distinta de la del 36. O, ms probablemente, la del 36 no habra sucedido". Pero no lo hicieron, segn relatan sus pginas.

Po Moa en la presentacin de su lilbroPor un lado estaba la estrategia de los socialistas revolucionarios. Tras el fracaso de 1934, cuando intentaron derribar la Repblica porque haban ganado las derechas las elecciones, la estrategia de Caballero sera distinta: "consiste en ir desgastando al gobierno, hasta que el sistema alcance una crisis. En ese punto, hacerse con el poder para llevar a cabo una revolucin". La cuestin est, en tal caso, en cul fue la actitud de la izquierda moderada, representada por Manuel Azaa, que haba desbancado a Niceto Alcal-Zamora como Presidente de la Repblica, e Indalecio Prieto, del PSOE. Moa lo plantea preguntndose "Qu habran hecho los gobiernos burgueses de Azaa y Casares si el proceso revolucionario culminase en una nueva insurreccin como en el 34?"

Azaa, Prieto y la revolucin

La respuesta de algunos historiadores, como Malefakis, es que hubieran respondido defendiendo la Repblica, como lo haba hecho el gobierno radical-cedista en 1934. En tal caso, no habra verdadero peligro revolucionario y no se justificara el golpe de julio. Moa lo ve de un modo distinto.

La mayora de la de derecha, ante las violaciones sistemticas de los derechos "crea que el burgus Azaa frenara el empuje ultraizquierdista, y por ello pidi reiteradamente en las Cortes algo tan elemental como que el gobierno cumpliese e hiciese cumplir la ley". A ello se negaron l, y ms tarde Casares, y lo que obtuvo como respuesta fueron insultos y amenazas de muerte en el Parlamento.

En torno a la actitud de la izquierda, no es la que esperaba la derecha mayoritaria. Azaa declar "el poder no saldr ya de nuestras manos. Por lo que se refiere a Prieto, segn Moa "cometi una cadena de graves ilegalidades, desde la revisin de las actas obtenidas por la derecha en las elecciones a la politizacin de la justicia, pasando por la destitucin del presidente de la repblica, Alcal-Zamora. As el impulso revolucionario desde la calle no era frenado, sino que se combinaba con la demolicin de la legalidad desde el poder". En resumen, "hay continuidad entre la guerra del 34 y la del 36, y es la continuidad del proceso revolucionario".

Documentacin adjunta

Entre la documentacin adjunta se encuentra una encuesta del diario satrico La Traca a sus lectores, con la pregunta: "Qu hara usted con la gente de sotana?". Las respuestas son variadas, pero se encuentran perlas como "Darles una buena paliza de quinientos palos a la salida del sol de cada da; Lo que se hace con las uvas: a los buenos, colgarlos y a los malos, pisotearlos hasta que no les quedara una gota de sangre; Ponerlos en los cables de la luz elctrica, rociarlos con gasolina, pegarles fuego, y despus hacer morcillas de ellos para alimento de las bestias; Ahorcar a los frailes con las tripas de los curas". Otro propone "subirlos en aeroplano y tirarlos al espacio, a unos veitemil metros, para que bajen despacio".

Tambin est el discurso Media Espaa no se resigna a morir, de Gil Robles, o la intervencin del lder de la CEDA en el Parlamento, tras el asesinato de Jos Calvo-Sotelo por las fuerzas del orden, en que se preguntaba retricamente: "Es que no recordamos que el diputado seor Galarza dijo en el saln de sesiones que contra el seor Calvo Sotelo toda violencia era lcito?"