Historia y Comunicacion Social Modulo 2009-02

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MÓDULO HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN PRIMERA UNIDAD: CONCEPTOS Y CATEGORÍAS DEL CAMPO DE LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN. EL DESARROLLO TECNOLÓGICO. "Me considero un detective de lo otro, de otras culturas, de otras formas de pensar, de comportarse. Soy un detective de una "otredad" concebida positivamente, con la que quiero tomar contacto para comprenderla. Se trata de cómo puedo describir la realidad de un modo nuevo y adecuado. A veces se denomina esta escritura como no ficción. Para ello resultan importantes la fuerza creativa y la presencia personal. A veces me preguntan cómo es el héroe de mis libros: "Yo soy el héroe, pues estos libros tratan de una persona que viaja, mira, lee, piensa y que escribe sobre todo ello". Ryszard Kapuscinski Con estas palabras de ese gran maestro que fue Kapuscinski, quiero darles la bienvenida a este curso e instarlos para que seamos constructores de esa otra historia, esa que no ha sido contada. Recordemos que vivimos en una sociedad en la que el que no comunica esta literal y socialmente muerto, fuera de circulación, fuera del juego, entonces propendamos por rescatar dichas historias, por hacerlas visibles. CAPÍTULO 1. LA HISTORIA QUE CUENTA, LA HISTORIA QUE NOS CUENTAN Para iniciar nuestro diálogo, considero pertinente reflexionar sobre la forma como se ha enseñado y aprendido la historia, desde que óptica, con que método, entre otros; para esto les propongo el siguiente texto tomado de: La recuperación de la historia local urbana. Feliz, A. et. al. Federación Fe y Alegría, Caracas. 2003. Lección. 1. La herencia tradicional. Los rasgos que más se distinguen en la enseñanza de la historia hunden sus raíces en corrientes de pensamiento que se han desarrollado en los últimos dos siglos y que reproducimos en la cotidianidad educativa. Por mucho tiempo, la historia que aprendimos fue la versión oficial plasmada y escrita en documentos sobre los hechos “importantes”. La historia giraba sólo en torno a cuestiones políticas, militares y religiosas. Nos enseñaban y aprendimos aquellos relatos en los cuales aparecen las hazañas militares, diplomáticas y religiosas, que tratan sobre la vida y obra de personajes “importantes”. Fernando Braudel se refiere a esto afirmando que la historia tradicional enseñada así sobrecarga la memoria, aplastándola con fechas, nombres de héroes y con las vidas y portentos de los notables 1 . 1 Citado en el editorial de la revista Estudios Sociales, N. 106, Santo Domingo, 1996, p.2

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MÓDULO HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN

PRIMERA UNIDAD:

CONCEPTOS Y CATEGORÍAS DEL CAMPO DE LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN. EL DESARROLLO TECNOLÓGICO.

"Me considero un detective de lo otro, de otras culturas, de otras formas de pensar, de comportarse. Soy un detective de una "otredad" concebida positivamente, con la que quiero tomar contacto para comprenderla. Se trata de cómo puedo describir la realidad de un modo nuevo y adecuado. A veces se denomina esta escritura como no ficción. Para ello resultan importantes la fuerza creativa y la presencia personal. A veces me preguntan cómo es el héroe de mis libros: "Yo soy el héroe, pues estos libros tratan de una persona que viaja, mira, lee, piensa y que escribe sobre todo ello".Ryszard Kapuscinski

Con estas palabras de ese gran maestro que fue Kapuscinski, quiero darles la bienvenida a este curso e instarlos para que seamos constructores de esa otra historia, esa que no ha sido contada. Recordemos que vivimos en una sociedad en la que el que no comunica esta literal y socialmente muerto, fuera de circulación, fuera del juego, entonces propendamos por rescatar dichas historias, por hacerlas visibles.

CAPÍTULO 1. LA HISTORIA QUE CUENTA, LA HISTORIA QUE NOS CUENTAN

Para iniciar nuestro diálogo, considero pertinente reflexionar sobre la forma como se ha enseñado y aprendido la historia, desde que óptica, con que método, entre otros; para esto les propongo el siguiente texto tomado de: La recuperación de la historia local urbana. Feliz, A. et. al. Federación Fe y Alegría, Caracas. 2003.

Lección. 1. La herencia tradicional.

Los rasgos que más se distinguen en la enseñanza de la historia hunden sus raíces en corrientes de pensamiento que se han desarrollado en los últimos dos siglos y que reproducimos en la cotidianidad educativa. Por mucho tiempo, la historia que aprendimos fue la versión oficial plasmada y escrita en documentos sobre los hechos “importantes”. La historia giraba sólo en torno a cuestiones políticas, militares y religiosas. Nos enseñaban y aprendimos aquellos relatos en los cuales aparecen las hazañas militares, diplomáticas y religiosas, que tratan sobre la vida y obra de personajes “importantes”. Fernando Braudel se refiere a esto afirmando que la historia tradicional enseñada así sobrecarga la memoria, aplastándola con fechas, nombres de héroes y con las vidas y portentos de los notables1.

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Citado en el editorial de la revista Estudios Sociales, N�. 106, Santo Domingo, 1996, p.2

De aquí se desprende que, en nuestros países, sólo eran históricas las hazañas de la colonización; las de los conquistadores cuando fundaban ciudades; las de los héroes de la independencia cuando ganaban batallas; en fin, acontecimientos donde se exalta la actividad heroica individual, afirmada luego en los monumentos públicos y en las fiestas patrias. Esto ha sido llamado historia de bronce2. Por eso, se excluyó a los grupos y personas que no tenían poder económico o político en las historias nacionales. Además, se consideraba que al pueblo había que civilizarlo. Los sectores dominantes han plasmado esta memoria con el objeto de servir como medio de justificación de su poder.De otras versiones tradicionales hemos aprendido también a pensar el devenir histórico como una sucesión lineal de hechos, que son ordenados lógicamente para la transición de fases inferiores a superiores. Se piensa que siempre avanzamos hacia adelante, que en historia pasamos de un proceso inferior a otro superior. De esta forma, los acontecimientos y cambios históricos y sociales son buenos de por sí. En los países de América Latina, esta concepción ha presentado e impuesto los procesos colonizadores como civilizadores. La modernidad, el progreso, la urbanización capitalista, la globalización, las privatizaciones, etc., son vistas y enseñadas como la forma perfecta de cómo debe avanzar la historia. Sin embargo, la realidad histórica funciona como una cadena de situaciones en zig-zag, que van hacia atrás y hacia adelante.

Cuando se enseña historia de forma lineal, ésta sólo tiene la función de coleccionar hechos y narrar acontecimientos. A los que impulsaron este modelo se les conoce como “positivistas”, quienes desde el siglo XIX, motivados por la defensa de la cientificidad de la historia y por creer que la interpretación afectaba la objetividad, “desarrollaron un culto a los hechos y los documentos eran el templo3” Por eso, se fundamentaron en que la práctica histórica consistía en seleccionar los hechos, recogerlos y presentarlos tal como ocurrieron, según lo que decían los documentos.

Contrario a esto, hoy se sabe que no se puede evitar mirar el pasado desde perspectivas particulares, pues siempre lo vemos a través de los cristales de nuestros ojos. No podemos desnudarnos por completo de nuestras ropas. El presente motiva nuestras preguntas sobre el pasado. La objetividad es muy relativa. Nuestras mentes no reflejan la realidad de manera directa. Percibimos el mundo a través de los esquemas y estereotipos que tenemos y que influyen en la forma en que nos acercamos a la realidad. Esto es algo complejo. Debemos tomar en cuenta que lo subjetivo está presente siempre. El lugar social, el grupo al cual pertenecemos y desde donde nos ubicamos para interpretar un hecho pasado o presente, es determinante.

En resumen, una cosa que se debe tener en cuenta casi siempre es que la realidad, tanto pasada como presente, puede ser analizada, reflexionada, desde múltiples dimensiones. “Hoy el esfuerzo por organizar dicho análisis desde la óptica de los sujetos sociales implica ir más allá del análisis estructural.”4

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Torres, Alfonso. Op. Cit. p.173

Carr, E. H. ¿Qué es historia? Seix Barral, Barcelona, 1981, p.14-204

Zemelman, Hugo. Educación como construcción de sujetos sociales. Revista La Piragua, N�. 5, Chile, 1992, p.2

Esto se debe a la necesidad de abarcar o dar cuenta de las múltiples y complejas relaciones que se dan entre los sujetos. Por ejemplo, en la actualidad, recuperar la historia desde una perspectiva popular, no centrará su atención sólo en fuerzas impersonales o abstractas que han influido en la historia de movimientos sociales, sino que tomará en cuenta los rostros y las experiencias de las personas que intervienen en los hechos y cambios históricos, etc. Esa diversidad de ópticas o formas de interpretar la realidad responde a las intencionalidades de los sujetos o grupos de per- sonas que se interesan por ella.

Recuperar la historia desde perspectivas específicas, por ejemplo, desde las mujeres, implica incluir el análisis de género, identificar el lugar que ocupan las mujeres, el papel que juegan en determinada sociedad y el momento histórico que se vive. Si trabajamos la perspectiva de los prejuicios raciales que afectan a grupos sociales en una época determinada, debemos recurrir al análisis detallado y profundo de cómo se ha construido la dinámica cultural y social. Nuestros resultados serán distintos, en el sentido en que haremos más visible al conjunto de actores y actrices que intervienen en la memoria histórica, y ésta será más representativa. Además, como hemos dicho anteriormente, puede informarnos de un sinnúmero de elementos y relaciones mucho más reales.

Lección 2. La influencia de la escuela estructural.

Otro modelo que ha ejercido una influencia significativa en la manera en que concebimos y aprendemos la historia ha sido la corriente estructural. A quienes impulsaron este modelo se les conoce como Escuela de los Annales, que dieron un gran viraje a la visión más conservadora de hacer historia. Este modelo se desarrolló primero en Francia, a partir de los años cincuenta y lo más importante es que centraron su atención en los temas económicos y sociales, basándose en la presentación de la historia a partir de las estructuras socioeconómicas de las sociedades. En América Latina influyeron en los estudios sobre dependencia y desarrollo, fundamentándose en el materialismo histórico.

Una de las principales críticas que se le han hecho a quienes impulsaron la Escuela de los Annales, es que, en su afán por analizar la historia a partir de las estructuras económicas, excluyeron otras ópticas importantes para interpretar la realidad pasada y presente. “Bastaba la determinación del modo de producción en una época para deducir de forma un poco automática la manera como pensaban y actuaban los grupos sociales que vivían en ella”5 Por otro lado, el análisis estructural obvió también la historia de los sujetos populares y de la cultura popular, de los sujetos particulares, a los que se consideraba irrelevantes.

En conclusión, los problemas que se mantienen en la enseñanza y aprendizaje de la historia tienen que ver con:• Falta de interpretación, ya que el único resultado que se espera de los/as estudiantes es la memorización, repetición y fijación de fechas, personajes, hechos o hazañas

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Torres, Alfonso. Op. Cit. p.23

patrióticas. De esta forma, los estudiantes sólo responden al rol pasivo de espectadores/as a quienes los/as educadores/as transmiten una masa de acontecimientos de épocas y períodos pasados. El mayor problema reside en la memorización sin interpretación.• Poco interés y dominio de la comprensión teórica y metodológica para indagar e investigar el pasado.• Falta de análisis y pensamiento crítico sobre el pasado y el presente. Fernando Braudel recuerda que la historia debe permitirnos que podamos leer inteligentemente el periódico6. La enseñanza de la historia debe asumir el reto de capacitar para la elaboración de preguntas significativas y ofrecer metodologías que faciliten la interpretación del presente y del pasado.• Justificación de las versiones manipuladas sobre la historia nacional o sobre hechos históricos en los que se ha relegado la memoria de sociedades y grupos sociales culturalmente diferentes, provocando los prejuicios sociales y raciales.

Retos y desafíosDesde este panorama se presentan algunos retos o desafíos, especialmente para los comunicadores/as vinculados a sectores populares.Hay que tener presente que no podemos recordar sin interpretar. Involucrarse con el conocimiento histórico implica facilitar metodologías que nos permitan interpretar el presente y el pasado de forma operativa y creativa. Para superar la concepción tradicional de la historia vista como una suma de hechos que se ordenan y de documentos fieles a dichos hechos, hay que sospechar siempre de las versiones sobre el pasado en las que aparecen pueblos inferiores y superiores, grupos civilizados y grupos a los que hay que domesticar. Hoy, ante las narraciones históricas que ocultan sujetos sociales específicos, por ejemplo, las mujeres o niños/as, se deben plantear preguntas prácticas, que nos permitan encontrar respuestas y explicaciones del lugar que ocupan dichos sujetos en cualquier momento histórico y en cualquier sociedad.

Lección 3. Relación Historia – Comunicación Social.

Extraído de http://www.mailxmail.com/curso-teoria-historia/historia-comunicacion-socialel 4 de Julio de 2009

Comprendido que la historia es una ciencia de explicación objetiva y racional del universo porque investiga, comprueba lógicamente un hecho, los interpreta buscando y encontrando relaciones permanentes, necesaria entre causas y efectos y así de formular hipótesis ampliar leyes, verificar la interpretación y confirmando las variables, objeto de estudio y al obtener el resultado integrarlas en un esquema coherente que lo lleva a escribir un hecho histórico, podemos afirmar que no se queda allí. El historiador lo divulga es decir, los acontecimientos, son divulgados.

En el entorno de las comunicaciones resulta indispensable el papel del comunicador social puesto que ellos conjugan la congestionada faena de mantener bien informada a

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Braudel, Fernando. Citado en editorial de la Revista Estudios Sociales, N� 106, Santo Domingo, 1996, p.3

la colectividad, de allí que existe relación entre historia y comunicación social. El comunicador social debe formarse para ser indagador, cuestionador, activo e investigador de la realidad y esto es lo que debe caracterizar un hecho histórico.

Chartier propone trabajar la historia intelectual como un espacio con dos dimensiones: una diacrónica, relacionando el objeto intelectual con expresiones previas de la misma actividad, y otra sincrónica, relacionándolo con producciones culturales contemporáneas. Esta propuesta, aplicada a la discusión sobre las posibles transformaciones que estaría ocasionando la potenciación del hipertexto en la literatura, exige entonces, reconocer una historia de larga duración (la que conduce de las tablillas al hipertexto, historia de la escritura y de la lectura), y, en un segundo momento, la vinculación de estas transformaciones con otras del orden contemporáneo de hoy (tecnológica, paradigmática, política, estética, etc.).

De allí que podemos comparar la historia con la comunicación social: ya que la historia estudia hechos del pasado y la comunicación social estudia hechos que abarcan los tres tiempos. La historia usa diferentes medios para divulgar su estudio, la comunicación usa la historia para basar su información, es por ello que la comunicación social tiene un basamento afianzador e inherente al estudio fluido de la historia

Lección 4. La historia de la comunicación entre la modernidad y la posmodernidad.

Para entender la intencionalidad del material didáctico correspondiente al curso de historia de la comunicación, vamos a iniciar clarificando los enfoques desde los cuales se ha abordado esta temática, para que esto le permita al estudiante diferenciar las vías por las que se llega a la historia y, en el marco de su futuro desempeño profesional pueda tomar la opción sobre cual de estas utilizar siendo congruente con el perfil de la carrera que ha escogido y con el compromiso social que esto le implica. Por lo anterior, la historia de la comunicación transita necesariamente por la historia de los modos de pensar desde los cuales se ha entendido este aspecto de nuestro campo de conocimiento.

Los dos grandes enfoques que se pueden contemplar son, la mirada desde la modernidad, centrada en la historia de los medios, frente a la mirada desde lo posmoderno, centrada en las mediaciones.

La historia moderna (no de la modernidad) se ha caracterizado por oponer lo racional y probatorio a lo ilusorio, cada uno con manifestaciones diferentes; así para el primero, la manifestación característica es el lenguaje escrito, mientras que para el segundo, lo son las tradiciones orales y los otros lenguajes.

Cada una de estas manifestaciones tiene formas de concreción también diferentes, pues lo escrito da origen a las historiografías, mientras que lo oral se plasma en relatos y narrativas.

“La teoría liberal democrática ha contemplado históricamente a la prensa y a las diversas formas de comunicación masiva en la actualidad, precisamente en ese papel socialmente responsable que les adscriben los portavoces de los medios. La concepción está incorporada, expresamente o mediante una clara implicación, también en la versión contemporánea más influyente de la teoría democrática liberal: el postulado de que el poder , en las sociedades occidentales de mediados y finales del siglo XX, está difundido “pluralísticamente” en una diversidad de grupos e intereses separados y competidores, ninguno de los cuales es predominante. Los medios son piezas de la maquinaria por la cual, según esta descripción, se expresan se dan a conocer y se someten a arbitraje unas presiones y propuestas políticas rivales, en una competencia múltiple que tiende a un equilibrio modificable de las influencias. (Westergard, 1981: 119-120).

Las historiografías se entienden como las formas de sistematización y registro de “hechos reales” que han vivido diferentes sociedades, y que han sido recogidos por los hombres autorizados para transmitir las versiones oficiales de las mismas, partiendo de documentos. Estas historias han tendido además la pretensión de ser algo lógicamente secuencial, y predecible y, por lo tanto, se deberían replicar de unas naciones a otras (de las desarrolladas a las no desarrolladas).

Por parte de los relatos y narrativas se puede decir que los primeros parten del influjo subjetivo que ejercen las personas para poner su sello sobre las cosas que cuentan, mientras que las narrativas operan a manera de sistema, que conjuga sujetos con escenarios, creencias, épocas y que determinan un “libreto” para todos los actores involucrados. Por su relativismos, si cambia alguno de los elementos, automáticamente cambia el libreto. Tanto los relatos, como las narrativas ponen de relieve la situación o circunstancias en que se encuentran quienes han vivido la historia y, tienen en consecuencia, como mensaje alterno el miedo, la desconfianza, la desesperanza, la fe, el fanatismo, o cualquier otra percepción de la realidad.

Sin embargo, sucede que para el mantenimiento de la “verdad” y el poder que esto implica, los modos de producción de la realidad utilizados por cada una de estas maneras de contar los sucesos resultan insuficientes y recurren a una FALSACION , consistente en tomar la metodología contraria para imponer de todas maneras su versión de los hechos. Es así como encontramos en las historias oficiales ciertas narrativas que, basándose en formas alternativas de registro intentan producir ciertas realidades, como por ejemplo lo que ha sucedido en las posguerras en donde las naciones perdedoras han logrado aparecer ante el mundo como “los buenos y vencedores” a través de lo que han proyectado por medio de la publicidad o el cine.

Por su parte, la historia popular ha logrado mostrar facetas de la realidad no registradas por las historias oficiales. Es así como, por ejemplo, algunos libros escritos en la época del descubrimiento y la conquista, cono los de Fray Bartolomé De Las Casas, desmienten la “realidad” mostrada por los cronistas de indias. De igual modo ha

sucedido con los sistemas de registro alternativos como el arte. Es a través del Regae, por ejemplo, que conocemos la historia de Etiopía y de su modo de pensar, o a través del Hip Hop pudimos conocer de la situación de muchos jóvenes en diferentes partes del mundo incluidas la fabelas de Brasil, antes invisibles para la opinión pública.

“Concebimos la posmodernidad no como una etapa o una tendencia que reemplazaría el mundo moderno, sino como una manera de problematizar los vínculos equívocos que éste armó con las tradiciones que quiso excluir o superar para constituirse”(García Canclini 1990: 23

En ambos casos hemos asistido a las FALSACIONES, término que también podemos relacionar con el de ARCHIVO, propuesto por Michael Foucault, para quien este no es la acumulación de documentos, sino, el conjunto de procedimientos utilizados en diferentes momentos de la historia.

Desde la mirada de los ARCHIVOS FOUCAULTIANOS podemos decir que el primer ejemplo, inserto en la historia moderna utiliza el archivo correspondiente a los relatos y narrativas por su componente de ilusorio, mientras que el segundo ejemplo está inserto en el archivo de lo racional, puesto que cuenta episodios reales, en ocasiones utilizando el código escrito y en otras, utilizando otros códigos.

“La historia es el archivo, la configuración de lo que somos y dejamos de ser, en tanto que lo actual es el esbozo de lo que vamos siendo. De modo que la historia o el archivo es lo que nos separa de nosotros mismos, en tanto que lo actual es eso otro con lo cual ya coincidimos”.(Balbier y otros 1990: 159-160)

También ha existido la combinación de archivos y, es así como, por ejemplo, la arqueología ha echado mano de los relatos populares para ubicar sus hallazgos, como en el caso de Heinrich Schliemann, quien siguiendo los relatos de la Iliada y la odisea de Homero hizo el descubrimiento delas islas que allí se mencionan. Otro modo de entender estas combinaciones es el efecto que se produce cuando una comunidad oral o popular decide recoger su historia en formatos escritos, aunque en estos incluyan referencias a su archivo oral, como sus mito, sus leyendas, combinadas con episodios concretos de su desarrollo.

Estas combinaciones nos proponen una mirada posmoderna, pues a través de ellas se intenta indagar sobre los hechos a la luz de proceso y prácticas sociales.

En el caso de la historia de la comunicación hay aplicación de los modos de archivo descritos anteriormente, pues en razón a que esta aparece en escena con el estatus de ciencias de la comunicación en el marco de un episodio político – económico, (caída de la bolsa de Nueva YorK) en donde se pretendía medir el impacto sobre la opinión pública y la modificación del comportamiento que frente a la crisis se introduciría con la

utilización de los medios de comunicación, el estudio de la comunicación se inicia con el estudio de los medios y de su historia; así, en gran medida la historia de la comunicación se ha venido confundiendo con la historia de los medios utilizados para amplificar la transmisión, comenzando por la imprenta y siguiendo con los otros medios masivos. Pero cabe preguntarse: Cuáles son las dinámicas humanas que se han jugado para que emerjan los medios en la comunidad y en la sociedad?, acaso el encuentro en una esquina o en una cafetería no es en si mismo una historia de la comunicación o del encuentro humano? En los mismos medios masivos, la generación de este como empresa o como grupo no tiene acaso sus particularidades que lo hacen único?

Estos son apenas unos de los interrogantes que nos motivarán en este camino de reconstrucción de la (las) historias(s) de la comunicación en comunidad.

“Hay dos modalidades de funcionamiento cognitivo, dos modalidades de pensamiento , y cada una de ellas brinda modos característicos de ordenar la experiencia. De construir la realidad. Las dos (si bien son complementarias) son irreductibles entres sí. Los intentos de reducir una modalidad a la otra o de ignorar una a expensas de la otra hacen perder inevitablemente la rica diversidad que encierra el pensamiento. [. . .] Además, esas dos maneras de conocer tiene principios funcionales propios y sus propios criterios de corrección, Difieren fundamentalmente en sus procedimientos de verificación. Un buen relato y un argumento bien construido son clases naturales diferentes. Los dos pueden usarse como un medio para convencer a otro. Empero, aquello de lo que convencen es completamente diferente: los argumentos convencen de su verdad, los relatos de su semejanza con la vida. Jerome, Brumer. Realidad mental y mundos posibles, Gedisa, 1996.

Estoy seguro que cada uno de ustedes tienen muchos aportes a esta visión de la historia, en este momento de la humanidad en donde paradójicamente y mágicamente coexisten la Internet, con las maneras más vernáculas de encuentro humano y en donde, en medio de muchísima tecnología, las comunidades se ven abocadas a reinventar nuevas formas de comunicación para garantizar tanto su contacto en este mundo, como una manera de identificación reconocimiento y memoria.

En una esquina de un barrio en donde habité vi hace poco tiempo una amalgama curiosa: hay al lado de una inscripción indígena (petroglifo) que data de hace muchísimos años, un graffiti recién elaborado y me parece que en el fondo ambas manifestaciones buscaban lo mismo: el reconocimiento de los demás y la trascendencia en el tiempo. Asuntos como este me inspiran para repensar la historia de la comunicación y quiero invitarlos a esta aventura, en donde más allá de escritos encontraremos sabores, palabras autóctonas, ritos, aromas, sonidos, técnicas actuales y técnicas populares de comunicación en medio de diferentes formas de interpretar el desarrollo. Un segundo gran aspecto que se puede ir desenvolviendo es el hecho de descubrir muchos de las falsaciones que hacen de la historia actual un regreso a las narrativas, a las fantasías que pretenden erigirse como realidad y, de como muchos episodios de

comunidades vienen a hacer parte de la historia de la humanidad y de la historia de la comunicación.

Dejo por el momento estas palabras como abrebocas para motivar la participación de todos aquellos que quieran integrarse a esta comunidad

Ambitos 5- Sevilla 2000

Lección 5. Para repensar el vínculo historia – Comunicación.

Estimado (a) estudiante, para terminar este apartado del módulo lo y la invito a reflexionar en torno a la importancia que ha tenido la comunicación social en nuestra historia personal, local y mundial. Para esto les propongo el siguiente texto, una vez leído, lo y la invito a redactar un texto corto sobre la importancia de la comunicación en su historia personal y familiar.

Nuestro sujeto se despierta en una cama hecha según un modelo originado en el cercano Oriente, pero modificado en la Europa del norte. Se despoja de las ropas de cama hechas de algodón, que fue domesticado en la India, o de lino, domesticado en el cercano Oriente, o de lana de oveja, domesticada igualmente en el cercano Oriente, o de seda, cuyo uso fue descubierto en China (…) Al levantarse, se calza unas sandalias de tipo especial, llamadas mocasines, inventadas por los indios de Norteamérica, y se dirige al baño, cuyos muebles son una mezcla de inventos europeos y americanos, todos ellos de una época muy reciente. Se despoja de su pijama, prenda de vestir inventada en la India, y se asea con jabón, inventado por los galos; luego se rasura, rito masoquista que parece haber tenido origen en Sumeria o en el antiguo Egipto.

Al volver a su alcoba, toma, la ropa que está colocada en una silla, mueble procedente del sur de Europa, y procede a vestirse. Se viste con prendas cuya forma originalmente se derivó de los vestidos de piel de los nómadas de las estepas asiáticas, y calza zapatos hechos de cueros, curtidos por un proceso inventado en el antiguo Egipto, y cortados según un modelo derivado de las civilizaciones clásicas del Mediterráneo. Alrededor del cuello se anuda una corbata de colores brillantes, supervivencia de los chales o bufandas que usaban los croatas del siglo XVI. Antes de bajar a desayunarse, se asoma a la ventana, hecha de vidrio inventado en Egipto y, si está lloviendo, se calza unos zapatos de caucho, descubierto por los indios de Centroamérica, y coge un paraguas, inventado en el Asia suroriental.

Ya en la calle, se detiene un momento para comprar el periódico, pagándolo con monedas, una invención de la antigua Lidia. En el restorán le espera toda una serie de elementos provenientes de muchas culturas. Su plato está hecho según una forma de cerámica inventada en China. Su cuchillo es de acero, aleación hecha por primera vez en el sur de la India, su tenedor es un invento de la Italia medieval, y su cuchillo deriva de los antiguos romanos. Comienza su desayuno con una naranja, procedente del Mediterráneo oriente, un melón de Persia o, quizá una torreja de sandía de África. Además toma un poco de café, planta de Etiopía, con leche y azúcar. Tanto la

domesticación de las vacas como la idea de ordeñarlas se originaron en el cercano Oriente, y el azúcar se hizo por primera vez en la India. (…) Además puede servirse unos huevos de una especie de pájaro domesticado en Indochina, o algún filete de carne de un animal domesticado en Asia Oriental, salada y ahumada según un proceso inventado en el norte de Europa.

Una vez que ha terminado de comer, se pone a fumar, costumbre del indio americano, consumiendo una planta, domesticada en Brasil, ya sea en una pipa, derivada de los indios de Virginia, o en un cigarrillo, derivado de México. Si es suficientemente vigoroso elegirá un puro, que nos ha sido transmitido de las Antillas a través de España. Mientras fuma lee las noticias del día impresas con caracteres inventados por los antiguos semitas sobre un material inventado en China según un proceso inventado en Alemania. A medida que se va enterando de las dificultades que hay por el extranjero, si es un consciente ciudadano conservador irá dando gracias a una deidad hebrea, en un lenguaje indoeuropeo, por haber nacido en el continente americano.

Fte: Linton, R Estudio del hombre FCE 1942. Pgs.318 y 319.

CAPÍTULO 2. CONCEPTOS Y CATEGORÍAS DE LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN

Lección 1. Edades de la Comunicación: Gutenberg, conquistador. Por Alberto Ruano Miranda

EL TAM-TAM, LAS HUELLAS DE HUMO Y OTRAS HIERBAS

Con toda naturalidad, desde el mismo momento que existen hombres y mujeres y si éstos piensan, sienten y hablan, de cada uno de ellos surge la necesidad de informar y comunicarse. Según algunos especialistas notorios esa necesidad era, en los primeros agrupamientos humanos, una condición de existencia:

Se puede imaginar que, en las primeras edades, la información se ocupaba del desplazamiento de las presas de caza... después de aquéllos del enemigo. Asegurada primero por una señalización visible (gestos desde la altura) o sonora (tam-tam), luego por mensajes verbales (el soldado de Marathon no es sólo un ejemplo deportivo), en fin por mensajes escritos, la transmisión de noticias no ha cesado de perfeccionarse.7

Múltiples han sido los soportes empleados para comunicar (vale decir: poner en común, hacer participar a otros) las creencias, pensamientos, sentimientos, miedos o cualquier otra variedad del conocimiento. Desde la piedra íntima de las cavernas, los dólmenes megalíticos, las imponentes miradas sin ojos de la Isla de Pascua hasta las humaredas

7 Fernand TERROU “L’Information” París: Presses Universitaires de France Que sais-je? Nº 1000 – 1962, pág.15 (traducción del autor).

fugaces, escritas con fuego por algunas tribus primitivas, la imagen, la palabra, el signo, creadas desde la sensibilidad humana han avanzado con constancia en la conquista y estremecimiento tanto del cielo como de la tierra.

La arcilla inerte recibió trazos de la mano del hombre bajo la forma de tablillas, en Oriente, pero sobre todo en Asiria y Babilonia, y los chinos escribieron de igual modo en las móviles páginas de los caparazones de tortuga. A esa lentitud se opusieron, desde el siglo X, los árabes quienes lograron agilizar el correo aéreo empleando palomas para sus comunicaciones. Sin embargo ya desde mucho antes, la fibra de una planta de tallo alto y esbelto, a la cual los egipcios llamaron Papyrus (y que dará origen a nuestra palabra “papel”) sirvió para enrollar muchos kilómetros de propósitos y pensamientos humanos:

Del tallo de esta planta sacaban los egipcios varias tiras que, después de secas, se disponían en capas paralelas superpuestas por los bordes, añadiendo perpendicularmente a ellas otra serie de tiras. Por medio de golpes y el humedecimiento del agua del río Nilo se obtenía una materia compacta.

Después, se las encolaba para evitar que se corriese la escritura, se las secaba al sol y se las pulía para lograr una superficie lisa. La producción del Papiro desde tiempos remotos se realizaba en serie, para ser adquirido como el papel en las fábricas de hoy en día, en grandes partidas. Las calidades mejores tenían un tono amarillento, o casi blanco; las inferiores un color más o menos pardo.8

Con la misma dedicación consagrada a la conservación de los cuerpos, atestiguada por la confección de momias para la posteridad, los egipcios atesoraron también las palabras, vehículo mayor de la comunicación, en papiros de elaboración muy prolija. El célebre “Libro de los Muertos”, conjunto de oraciones que constituyen una especie de visa al más allá, nos llegó bajo esta forma de fibra papirácea.

No obstante, no deberíamos pensar que la piel animal, como lo ilustran hoy los diversos tatuajes y pearcings a la moda, sea de por sí un soporte vedado a la necesidad y al afán comunicativos. Desde Pérgamo, en la actual Italia – según se recuerda – se adquirió la costumbre de fabricar con las pieles de cabras, terneros o carneros unas superficies tan tersas y tan durables que resultaban capaces de recibir la escritura de los hombres.

Los pergaminos fueron los medios privilegiados para registrar y comunicar los más audaces y los más tímidos sistemas filosóficos, las creencias religiosas, herejías de todo calibre, saberes, declaraciones, poemas y toda suerte de inspiraciones surgidas de las mundanas y ultramundanas mentes de la antigüedad medieval.

Aunque originario de tiempos tan recónditos, el pergamino ofrece algunas características sorprendentes. Su resistencia a la usura del tiempo, la perenne capacidad de soportar la escritura, incluso, se podían borrar para volver a escribir en 8 William HERNÁNDEZ OSPINO “El libro y su historia” Bogotá: Artes y Ediciones Baal. 1993, pág. 9.

ellos. A esos pergaminos utilizados dos o tres veces se les llama Palimpsestos y ofrecen un curioso ejemplo, acaso único, de escrituras superpuestas en un mismo soporte físico, antes, mucho antes de que McLuhan y otros, teorizaran sobre la saturación informativa en la aldea global.

EXPRESIONES Y SUPRESIONES DE LA PALABRA

“Gobernar es hacer creer”

Nicolás Maquiavelo

Ni bien el gesto, la señal y la palabra pueden perpetuarse en escritura, se ingresa en la historia y con ésta – ya se sabe – se generan las luchas, las guerras, las dominaciones de unos pueblos sobre otros, de ciertas castas sobre otras, los diferentes gobiernos, en síntesis: los ajetreos del ejercicio del poder. La comunicación construye, de algún modo, a través de la palabra, pero también de la imagen y otros signos, la realidad social y, en especial, política, es decir del sistema de regulación y control de la sociedad. Se presentan entonces las siguientes preguntas: ¿qué, cómo, cuándo comunicar? y la inefable disyuntiva: ¿todos deben comunicar o sólo algunos?

Por rudimentaria e incipiente que sea una organización social siempre el tema de la libertad de expresión aparece unido al de la comunicación y a sus alcances. La información establece, a través de sus flujos en la comunicación, las modalidades del ejercicio del poder. Ésa, a veces esquiva “libertad de expresión” y que asociamos estrechamente a la comunicación, no es algo diferente a la “expresión de la libertad” de una sociedad, de un grupo humano, de un individuo.

El totalitarismo, el poder absoluto, las dictaduras (palabra originada en el verbo latino dictare: decir para que otro lo escriba) se apoyarán siempre en discursos dogmáticos y aborrecerán de forma constante las controversias, las dudas, el pensamiento crítico. Ni siquiera la “democrática” Atenas toleró las agudas discrepancias y discusiones del filósofo Sócrates y lo condenó a muerte en un célebre juicio, inmortalizado por Platón en la “Apología de Sócrates”: “La vida que no se pone a prueba en esa discusión no vale la pena de ser vivida.”

A ese punto valoraba Sócrates la libertad del decir, por encima de su propia vida, que sin esa libertad perdía, para él, todo sentido. Y la capacidad de comunicación, de crítica, de duda, aparece entonces como el fundamento último de toda libertad y su tolerancia como el parámetro más preciso para considerar el grado de emancipación alcanzado en una sociedad.

Si se acaparan y concentran los medios de comunicación disponibles, el poder totalitario puede sentirse seguro. “Si le aflojo las riendas a la prensa, escribía Bonaparte, no podría permanecer en el poder ni siquiera tres meses”. Por el contrario,

Del griego “palim”: nuevamente y “psêstos”: raspado. La reconstitución de los palimpsestos ha permitido descubrir muchos documentos importantes de la antigüedad.

si esos medios de comunicación se diversifican, se extienden, sobre todo, se tornan accesibles al común de las personas, el autoritarismo de los gobiernos perdería todo asidero y viabilidad, aún a costa de pesadas reglas y censuras sobre las publicaciones. Por la misma época del dictador Bonaparte, el anarquista Proudhon señalaba: “Ardo de deseos de escribir aunque me cueste seis meses de prisión cada línea publicada.” 9

PRIMERAS IMPRESIONES

Un nombre, de resonancia teutónica, marcará, por la influencia de su invención, el curso de la historia social, política, económica de la humanidad. Johann Gutenberg nació en Maguncia (Mainz), actual Alemania, en el año 1400, en el mismo siglo renacentista que vio nacer a Cristóbal Colón, Copérnico y Nicolás Maquiavelo y durante el cual se cimentarán los principios de la modernidad.

Su invención, la Prensa, la impresión con tipos móviles, podría parecer un aporte modesto, sólo técnico, a la comunicación entre los hombres. Seguramente él mismo ignoró los alcances cruciales de su artefacto, del mismo modo que Colón desconoció la profundidad insospechada de su hallazgo en nuestras tierras. El nuevo mundo que se abriría con el empleo de la prensa de Gutenberg es de contornos físicos más indefinidos e inconclusos, al fin de cuentas, que el mero continente americano.

Y tampoco puede adjudicarse sólo a él la mentada invención. Desde mucho antes los chinos empleaban los tipos móviles para la reproducción de sus múltiples y pintorescos ideogramas y otros europeos, entre ellos el holandés Lauren Janszoon Coster, ya imprimía con un procedimiento semejante. El aporte verdaderamente original de Gutemberg radicó en haber ideado el instrumento de fundición de los tipos en metal y capaces de reproducir en serie, maquinalmente, las páginas de un libro o periódico10.

En la misma ciudad de su nacimiento existe en la actualidad el Museo del Libro, en el cual un empleado imprime, para los visitantes, una página de la Biblia, con la infatigable prensa de Gutenberg. En una caja de madera se encuentran ya incrustados los tipos fundidos, por supuesto, en sentido inverso al de la lectura; con un rodillo entinta la superficie en relieve y luego coloca una hoja de papel ligeramente húmeda en la base de la prensa y en contacto con la caja tipográfica. Con una pesada manivela aprisiona ambas y en breves minutos concluye su operación. Una página de los Libros Santos está lista.

De hecho las primeras impresiones fueron de la Biblia. La famosa Biblia de Gutenberg o también llamada “de Mazarino” por haber sido encontrado el primer ejemplar de la obra en la biblioteca de ese mariscal de Francia.

De la prensa, así creada, surgirán miles, millones, luego, miles de millones de páginas impresas, de libros, de periódicos. Una nueva era se abre para la comunicación. Es una

9 Citado por Fernand TERROU Op. Cit., pág. 26.

10 William HERNÁNDEZ OSPINO, Op. Cit., pág. 58

revolución en las técnicas, es cierto, pero que transformará profundamente las mentalidades de sus contemporáneos y las futuras.

CUANDO SE ROMPE EL SILENCIO

¿De dónde nace entonces la inusitada importancia de la prensa de Gutenberg? ¿Por qué razón bajo el influjo de una simple máquina se puede hablar de una nueva era, un nuevo mundo, una revolución en las comunicaciones, en las mentalidades?

Para ensayar una respuesta a estas preguntas deberíamos sumergirnos por un breve momento en la vida medieval, sus penurias, su oscuro aislamiento. De algún modo, durante la Edad Media se incrementó, a través de la fe y la lucha contra las herejías, la capacidad de censura del poder sobre los individuos. El dogmatismo llevó a los extremos más aberrantes las persecuciones a cualquier clase de disidencia. Las prácticas de la Inquisición, claro está, en España y buena parte de Europa, son harto elocuentes, las masacres de infieles, judíos, moros, luego protestantes y, en general, a los llamados “herejes”, darán una oscura celebridad a nombres como los de Torquemada y el duque de Alba y un apelativo a los reyes gobernantes como “católicos”.

Más allá de las connotaciones sangrientas y más aparentes del medioevo, la intolerancia realmente se nutría de la cultura monástica, el encierro del saber entre los estrechos muros de los monasterios y el apego a la letra de las sagradas escrituras. Los profesores eran llamados “lectores” pues a leer puntualmente se remitía toda su cátedra; a los estudiantes “alumnos”, es decir “carentes de luz” y, naturalmente, toda posibilidad de pensamiento crítico, o de pensamiento a secas, se veía condenado, por su distancia con el dogma de la letra escrita, al aislamiento cuando no a la persecución.

Los libros, rigurosamente manuscritos y copiados por amanuenses, eran artículos suntuarios y muy costosos. Antes de la prensa, un volumen de modestas 200 páginas, en 4to. de pergamino, consumía aproximadamente el cuero de doce ovejas11. Era un objeto precioso y destinado de manera exclusiva a una estrecha elite. Los escasos volúmenes eran celosamente guardados en las bibliotecas monacales bajo cadenas y candados. Tales precauciones, si bien ilustran el espíritu reinante de la época, acaso fueran exageradas pues el interés por la lectura no debía de ser demasiado si tomamos en cuenta, según estimaciones, que apenas uno de cada 30 habitantes de Europa sabía leer.

La invención de la imprenta y su difusión a través de la prensa de Gutenberg será el punto de partida de una revolución en las comunicaciones, en las sociedades y en los regímenes políticos, que acaso aún no haya concluido. En principio, al incorporar el papel para la edición de impresos el coste de éstos se reduce notablemente y la misma incidencia tiene la mecanización y la producción en serie, al disminuir los tiempos de producción de cada página. El origen del papel se remonta al año 105 d. C. en la China con T’sai Lun fabricado a partir de cortezas y fibras de madera y restos de algodón,

11 Ibid.

pero llega a Europa a través de los árabes y su invasión de la península ibérica (año 711 d. C.) ya fabricado enteramente a partir de la madera12.

A la par del abaratamiento, la proliferación del libro, su paulatina colonización de la sociedad, conducirá a un cambio sustantivo en la evolución de las bibliotecas. Éstas dejarán de ser, como las bibliotecas monásticas del medioevo, lugares para ocultar los libros, para transformarse, a partir del Renacimiento, en sitios de depósito y consulta acercándose así al ideal actual, la biblioteca de depósito, consulta y préstamo, elemento activo en la difusión cultural.

Los Vasos Comunicantes.Pero es sobre todo en el universo social y político que la proliferación de libros y, en especial, periódicos, donde la imprenta hará sentir su mayor gravitación. Antes del desarrollo de la imprenta una reglamentación rigurosa se imponía sobre todos los escritos. La práctica común era la “censura previa”, vale decir las autoridades eclesiásticas o laicas debían dar su visto bueno para que un escrito pudiera ser publicado13. Con la aparición de los periódicos y la proliferación de maestros impresores ese tipo de censura no resulta ser todo lo eficaz que se deseaba, pese al esfuerzo constante de los gobiernos monárquicos por establecer una especie de monopolio sobre las publicaciones.

La difusión de nuevos y renovados medios de comunicación, puestos en manos de miles de particulares surge como un fenómeno, de alguna forma inesperado, en un mundo habituado al absolutismo, a una comunicación unilateral del soberano a sus súbditos, del señor a sus siervos, sin voz ni opinión. El nombre de “prensa” es adoptado, no ya sólo para referirse a la máquina que imprime los periódicos, sino a su producto, ese conjunto de “hojas impresas”, gacetas de noticias breves, semanarios, pasquines de toda pelambre, periódicos de opinión, que se multiplican en toda Europa y que forman ya una nebulosa muy difícil de mantener bajo un estricto control. El primer periódico cotidiano aparece en Inglaterra en el año 1702, es el Daily Current. Otros ganarán rápida popularidad.

En la Francia del siglo XVIII que conocerá la Gran Revolución y la toma de la Bastilla en el año 1789, la prensa encontrará un clima estimulante para su desarrollo. Se genera una prensa anti-oficialista, representada no tanto por periódicos, sino por panfletos, libelos, libros y que asumirán un tono ardiente, elocuente, combativo, a menudo violento. A través de esa prensa se gestan los grandes ideólogos de la república y la democracia: Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Diderot, Helvetius. Se conforma, alrededor de la prensa, una verdadera opinión pública de más en más ilustrada y crítica frente a las instituciones y el poder monárquico14.

Se empieza a hablar de la “libertad de la prensa” como uno de los derechos fundamentales para todo ser humano. Milton en Inglaterra fue el precursor lanzando un

12 Ibid., pág. 17-1813 Fernand TERROU, Op. Cit., pág. 1914 Ibid., pág. 20

Llamado por la “Libertad de las Publicaciones” contra una censura establecida por Carlos I y el Parlamento en 1643 y más tarde la opinión pública se adueñará de esa idea hasta lograr la abolición definitiva de la censura, el Licensing act de Inglaterra, en el año 1695.

El público entiende, por primera vez quizás, que su destino se encuentra indisolublemente unido al de una prensa libre e independiente dirigida contra el monopolio de la opinión y despotismo oficial.

Una ética se construye alrededor de la prensa. La “Enciclopedia” de Diderot impone estas exigencias al periodista (en el artículo “Diario y periodista”): “...no es suficiente que un periodista posea conocimientos, es necesario también que sea imparcial... que tenga un juicio sólido y profundo, buen gusto, sagacidad... que él no disfrace ni altere nada”. Con su aguda ironía Voltaire rememora así su pasado de gacetillero: “Y yo mentí por cuatro centavos mensuales...”. En vísperas de la revolución francesa, los periódicos se cuentan por centenares. En 1779, 41 periódicos circulan en la ciudad de París15.

Por fin esa misma prensa en plena ebullición llevará a Europa las noticias de la Independencia de los Estados Unidos de América, difundirá sus principios, hará conocer sus proclamas. Entre éstas una es de nuestro mayor interés; el artículo 12 de la Declaración de los Derechos del Estado de Virginia de 1776 enuncia: “La libertad de la prensa es una de las murallas más poderosas de la libertad y a la cual sólo los gobiernos despóticos pueden avasallar”. Durante la revolución francesa, aparecen cantidades de panfletos y libros incendiarios contra las políticas de la monarquía, todos bajo riguroso seudónimo y preparando su derrocamiento. Entre los derechos del ciudadano se postula la libertad de expresión y de prensa como un derecho inalienable. El conde de Mirabeau, representante a la Asamblea Nacional y co-artífice de la revolución supo sintetizar: “Mientras la prensa no sea libre, el pueblo no cesará de ser esclavo”.

REPERCUSIONES

La era de la revolución industrial, especialmente con el desarrollo del maquinismo, la aplicación de la energía eléctrica, la extensión del telégrafo, proveerá de una proyección inusitada a la invención de Gutemberg, durante el siglo XIX. Los procesos políticos acompañaron esa marcha ascendente de la humanidad. El derrumbamiento de las obsoletas monarquías europeas unidas a las aspiraciones democráticas de las nacientes repúblicas en Europa y América facilitaron la expansión de una conciencia democrática y el anhelo por difundir la educación como un derecho accesible a toda persona. En ese ambiente, la renovación técnica y el industrialismo realizarán los sueños de alcanzar una educación generalizada. Las estrepitosas primeras rotativas de cuatro cilindros, que multiplicaban por 25 la velocidad de impresión, fueron el medio principal de ese afán educativo y abrieron la posibilidad de alfabetizar a la sociedad entera.

15 Ibid., pág. 23

Muchos países entrarán al siglo XX con su población totalmente letrada, otros más renuentes, realizarán progresos en ese sentido, pero en todos los casos el libro, la palabra impresa, será el vehículo privilegiado de una labor prodigiosa en la comunicación del saber. El legado de Gutenberg, en sus consecuencias más positivas, será un elemento democratizador de la cultura y ofrece, de este modo, sus mejores frutos.

Por cierto si el libro y la prensa escrita protagonizaron - y protagonizan todavía en muy buena medida – esa epopeya colonizadora a escala planetaria, epopeya signada por la difusión masiva de la comunicación impresa, otros medios, desde los albores del siglo XX, difundirán la palabra y otras señales musicales en ondas sonoras, como la radio, o pregonarán la imagen, como el cine de las primeras edades, o, mejor aún, combinando imagen y sonido, como el cine y la televisión tal cual los conocemos en la actualidad.

Hoy hablamos de medios de prensa para referirnos a cualquier medio de información, sea el periódico, la televisión o la radio, y en particular llamamos medios masivos a aquéllos que han alcanzado un nivel de cubrimiento capaz de saltar alegremente las fronteras nacionales e internacionales, según sus capacidades técnicas, tecnológicas (siempre en incremento) financieras (siempre en mayor nivel de concentración) para dotarlas al fin de un extraordinario poder comunicativo y de información.

Esa capacidad de las grandes empresas editoriales y, de hecho, la fusión de periódicos, emisoras de radio y canales de televisión, las agencias internacionales de noticias, dotadas del potencial abierto por el empleo de satélites y la cristalización de poderosas redes informáticas, marcan, sin duda, la tónica de nuestra época. Es la concentración más extraordinaria que haya conocido la historia y afecta la facultad de decisión de una también extraordinaria cantidad de personas y países en el mundo.

Con el desarrollo de la cibernética, las computadoras, las redes de comunicación, en particular la “red de redes”: Internet, y la puesta en órbita de satélites artificiales, se logra la capacidad de transmitir, en una misma señal, sonido, imagen y texto, afectando de una manera radical la vinculación entre emisores y receptores propia de los medios de comunicación, llamémosles “tradicionales”, tales las publicaciones, la radio y la televisión. En especial mientras los medios de prensa tradicional ubican al receptor en una situación pasiva (receptor, receptáculo) frente a la información recibida, el usuario de las nuevas tecnologías, asume la posibilidad de interactuar con los otros usuarios, a través de la interactividad propuesta por el medio.

El gran oráculo, el gurú, de la revolución comunicativa, el canadiense Marshall McLuhan, podía escribir en 1974, a propósito de la interactividad :

“A la velocidad del instante, la audiencia se transforma en actor y los espectadores se convierten en participantes. En la nave Tierra o en el teatro global, la audiencia y la tripulación se convierten en actores, en productores antes que en consumidores (...). La posibilidad de la participación pública se convierte en una suerte de imperativo tecnológico al que se conoce como la ley

del lapón: si esto puede hacerse, hay que hacerlo – una especie de canto de sirenas del hambre de evolución.”16

El “imperativo tecnológico” significaría que, por una especie de fascinación irresistible, incontrolable, el medio, el recurso tecnológico seduce al actor humano, lo condiciona como productor del mensaje, a tal punto que ambos términos se equiparan. “El medio es el mensaje”, sostenía el mismo autor, una frase que denota el influjo determinante ejercido por las nuevas tecnologías sobre las necesidades comunicativas de las personas.

La tecnología no aparece entonces como un instrumento, una extensión de la voz, el oído, la vista de los seres humanos, sino que éstos, por el contrario, se presentan como apéndices incondicionales del aparato tecnológico. Yo diría: El medio domina al mensaje, el recurso tecnológico domina a las ideas, la tecnología comunicacional domina a los hombres. Esa es la “gran tentación” de nuestros tiempos. Es... la tecnocracia.

Al fin de cuentas, como lo señalan Simon Nora y Alain Minc en su informe, elaborado para el otrora presidente francés Giscard D’Estaing, las telecomunicaciones abren “un horizonte totalmente nuevo, toda vez que transporta información, es decir, poder” y establecen “un nuevo modo global de regulación de la sociedad”17 lo cual deja comprender que las naciones y grupos con mayor desarrollo tecnológico se ven preparados, por el mismo hecho de controlar las tecnologías, de regular el comportamiento masivo de la sociedad global, adormecida y amorfa, bajo el influjo de una seducción. De algún modo, se tornan así irrisorias, para aquellas naciones ajenas o rezagadas en la revolución tecnológica, no sólo la libertad de prensa sino aún la misma existencia de sus fronteras nacionales.

En ese sentido, el poder adquirido por los medios masivos de comunicación a través de las innovaciones tecnológicas podría representar un desafío a las expresiones democráticas de la sociedad. El abrumador peso de las tecnologías en la difusión de información tiende a establecer un monopolio, cada vez más concentrado, en la emisión tanto de informaciones como de modelos y parámetros culturales. Si el mundo tiende a su globalización, también propende a una uniformización, a establecer estándares de vida, escalas de valores e ideas propios de las naciones más desarrolladas y dominantes en términos de tecnologías de comunicación.

Según algunas fuentes cerca del 80% de las imágenes que se difunden en el mundo se originan en los Estados Unidos; podríamos suponer que también el porcentaje de mensajes textuales es muy significativo. Esa referencia privilegiada a modelos culturales exclusivos por parte de los medios masivos de comunicación entraña, de

16 Marshall McLUHAN “At the moment of Sputnik the planet became a global theater in wich there are no spectator but only actors” Journal of Communication, invierno de 1974, vol. 24, núm. 1, p.57, citado por: Armand MATTELART “La comunicación-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias” México: Siglo XXI editores –1996, pág. 185.17 S. NORA y A. MINC “L’informatisation de la société” Paris: La documentation française. 1978, p. 21

algún modo, como lo señala Ignacio Ramonet, una especie de “tiranía de la comunicación”, dando un sentido preciso y unilateral al proceso de globalización, en detrimento seguramente de las culturas nacionales y en pos de una transculturización planetaria.

Como vemos, el impacto de la invención de Gutenberg y sus desarrollos a lo largo de la historia, podrían llevar a resultados contradictorios. Desde ser los forjadores de una libertad revolucionaria y difundir la educación a todos y en las más recónditas topografías del planeta, hasta cristalizar una de las más oscuras pesadillas del totalitarismo. También el conocimiento de la estructura atómica y la capacidad de su desintegración ofrecen la ambigüedad de generar energía eléctrica a naciones enteras pero también de construir armas nucleares para destruirlas. Es una fatalidad que acosa a toda gran invención de la humanidad. El problema no está en los medios, sino en los fines. La extravagante prosperidad de los medios de comunicación no debería encandilarnos con las proezas técnicas sino servir como un vehículo de la verdad y laemancipación humana. Sospecho que nos encontramos todavía lejos de tal horizonte.

Y la conquista del espacio extraterrestre me hace pensar que podría ser aún más que planetaria la proyección del artilugio de Gutenberg, al cabo ya de cinco siglos de una inusitada progenie y remontando hacia los espacios siderales. “Galaxia Gutenberg” llamó McLuhan a su principal obra, escrita hacia 1962. En ella se transita por los ambientes de una utopía nacida en Mainz, Alemania, de los movimientos de un aparato arcaico, al cual sus contemporáneos dieron el nombre de Prensa. Naturalmente, el mentor, un laborioso artesano, no podía sospechar los alcances de su modesto hallazgo.

Referencias Bibliográficas.

HERNÁNDEZ OSPINO, William “El libro y su historia” Bogotá: Artes y Ediciones Baal. 1993.

MATTELART, Armand “La comunicación-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias” México: Siglo XXI editores – 1996.

McLUHAN, Marshall “The Gutenberg Galaxy: The Making of typographic man, Toronto, University of Toronto Press, 1962.

NORA, S. y MINC, A. “L’informatisation de la société” Paris: La documentation française. 1978.

RAMONET, Ignacio “La tiranía de la comunicación” Editorial Temas de Debate, Madrid, 1998.

SARTORI, Giovanni “Homo Videns. La sociedad teledirigida” Madrid: Santillana S. A. 1998.

TERROU, Fernand “L’Information” París: Presses Universitaires de France Que sais-je? Nº 1000 – 1962.

Lección 2. historia y comunicación socialAutor: manuel vázquez montalbán.

1. NECESIDAD Y POSIBILIDAD COMUNICATIVA EN EL MUNDO ANTIGUO:

Las necesidades de comunicarse se suelen dividir en 4 fases:

PRIMERA FASE: Mnemónica (de memoria) se caracteriza por el empleo de objetos reales.

SEGUNDA FASE: Pictórica la comunicación se transmite mediante la representación de objetos.

TERCERA FASE: Ideográfica se asocian símbolos pictográficos con objetos o ideas.CUARTA FASE: Fonética en la que el signo representa un sonido. La comunicación necesitaba un soporte material donde inscribirse y la posibilidad de crear un ámbito de emisión y recepción. La humanidad consiguió un sistema de signos, papel, tinta y pluma y había condicionado la posibilidad histórica de tener memoria de su paso sobre la tierra y de intercomunicarse.

El sistema social condicionaba al sistema de comunicación. Sobre toda posibilidad de comunicación se cernía el control del poder con armas iguales a las actuales:

Control estructuralControl legal.

Hubo una clara conciencia del papel que podía tener la libertad de comunicar. El control de la comunicación social se ha aplicado desde siempre a dar una intencionalidad al comunicado coincidente con los intereses del emisor para imponérselos al receptor.

2. BAJO EL DOMINIO DEL MÉDIUM:La comunicación social de la población siguió sometida por la impotencia comunicativa. El predominio de la Fe sobre la Razón era un freno ideológico que contribuyó a que perdurará cierta parálisis intelectual.La Iglesia favoreció a la supervivencia del latín como idioma oficial mientras fomentaba las lenguas romance. La transmisión oral y la representación gráfica serán los instrumentos de comunicación idóneos sostenidos por los peregrinos, juglares... que serán los agentes de la intercomunicación.Los pregoneros del rey son los “médium” del poder temporal para hacer saber los datos que interesan. El médium dominaba la representación porque poseía todas las claves ya que el público no tenía posibilidades de comprobar el mensaje. Hay 3 interlocutores en éste tiempo:

El Juglar: contribuye a difundir la literatura popular.Mercaderes: cumplen una función de interlocución entre países EL Vagan: cumple el papel de puente entre la subcultura popular espontánea.

Con la expansión de la escritura y la consolidación de los burgueses ávidos de cultura se crea la “xilografía” método por el cual se grababa un mensaje en tablas de madera y se entintaba facilitando la cantidad de producción, pero el tallado del mensaje en la madera lo hacía demasiado batalloso.

3. LA IRRUPCIÓN DE LA IMPRENTA: Gutemberg realizó el primer modelo de la imprenta con las mejores características técnicas:

Flexibilidad para la impresión Dureza para resistir la presión de la prensa.

Cuando apareció la imprenta, la información escrita ya tenía cierta importancia histórica. La burguesía experimentaba una progresiva necesidad de información pero cada publicación debía pasar el control ideológico del estado y la Iglesia. Los impresores tenían especial empeño en la producción de noticias periódicamente pues estas tenían más audiencia que los libros. Al principio los deseos del lector se centraban en los libros antiguos, la burguesía que fomentó así la difusión cultural, la escolaridad plena.

4. LA IMPRENTA Y LAS LUCHAS RELIGIOSAS:En el siglo XVI estallan las polémicas entre luteranos y el Papa lo que promete una gran repercusión en la libertad de imprenta. Ésta sirve como elemento de divulgación de las ideas luteranas. Las reformas sobre la imprenta serán constantes y radicales por parte del poder establecido. Aunque la ley fuera fuertemente violada. En 1550 se impuso una ley que imponía la pena de muerte por la impresión sin un permiso real. La reforma ayudó involuntariamente a la causa de libertad que se expresa en los siguientes 4 puntos:

Al sustituir muchas autoridades por una sola se produjo el debilitamiento de la jerarquía.En los estados protestantes el supremo poder asumía los objetivos espirituales.Tras la guerra de 30 años los estados católicos tuvieron que crear estatutos de toleranciaLa libertad de lectura de la Biblia supone libertad de interpretación.

El movimiento humanista del siglo XVI significó el rechazo a la jerarquía y la actitud social del régimen feudal. La propaganda luterana se debe a las siguientes 2 fases:

La imprenta permite difundir ideas en masas mucho mayores que las convocadas por mensaje oral

Ayudó a que los mensajes alcanzaran al mayor número de personas.

5. LA PRENSA COMO APARATO IDEOLÓGICO DEL ESTADO:

La producción informativa del poder tuvo 4 modos fundamentales: Sistema de concesión de permisos de impresión. Sistema de licencias individuales por el que sólo se autorizaba la impresión

de una obra Leyes de proteccionismo ideológico

Creación de propios aparatos de difusión de noticias y de mensajes culturales.

El desarrollo de la empresa privada fue el inicio de la producción burguesa que sustituyó la libertad de impresión por la libertad de expresión. En Francia el poder necesitaba un órgano de expresión creándose así la gaceta.

Ideología conservadora en la Gaceta Francesa: Se practica el ocultismo sobre lo que pasa en el propio país Se dan razones de la política internacional Se mitifica la imagen del poder

La prensa juega un papel en política de cada estado en concreto y en el cambio político radical que se está gestando en Europa

6. LIBERTAD DENTRO DE UN ORDEN:La Inglaterra de 1714 era la potencia más fuerte del mundo, y constituye uno de los hitos de la historia de la comunicación social. A comienzos del siglo XVII ya empieza a establecerse una alianza entre los sectores de la nobleza y la burguesía para cuestionar las prerrogativas del poder absoluto del rey y de la Iglesia. El índice de analfabetismo y el control real-eclesiástico seguían haciendo de la palabra hablada el principal vehículo de comunicación. La independencia de los periódicos era limitada. El periódico se utiliza como medio de alfabetización de las clases bajas que además dio lugar a la aparición de excelentes intelectuales periodistas.

7. CONTRARREVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN:La prensa francesa cumplió su papel extraordinario en la concienciación crítica de las distintas capas de la burguesía. La influencia de la prensa inglesa afectó a las publicaciones legales. La curiosidad pública por la prensa aumentó rápidamente y se crearon centros de lectura donde los abonados tenían acceso a la prensa extranjera.Las bases autenticas de la comunicación social son la libertad de expresión la libertad de reunión.

8. LA APARICIÓN DEL MERCADO:La reacción post-napoleónica se caracteriza por la fuerte represión de todo tipo de libertades y significo para Europa un retroceso general de las disposiciones doctrinales alcanzadas por la prensaEl desarrollo de la industria que avanza desde Inglaterra hacia el continente va a romper los marcos de la sociedad del Antiguo Régimen y lograr que la burguesía constituya el principal elemento de la nueva vida política.La “linotipia” aparecerá como la gran máquina fundamental para la prensa moderna. En la incorporación de la imagen a la prensa. La comunicación social en el siglo XIX se distingue por 3 cosas: Es un periodo en el que se lucha por la libertad de prensa aplastada por la contrarrevolución de la Santa AlianzaPeriodo en el que aparece la gran prensaSe organiza la prensa de información con las características actuales.

Entre el forcejeo por la primicia informativa y la práctica de un periodismo informativo la prensa norteamericana se convirtió en el gran modelo mundial cuya influencia se sentiría ya sobre el continente Europeo en el último cuarto de siglo (XIX).

9. LA EXPANSIÓN IMPERIAL Y LUCHA DE CLASES:Información y educación serán los pilares de la integración social. La literatura guiaba la conciencia social de la burguesía ilustrada y de las elites del poder. La expansión creciente de la prensa como medio de comunicación social se experimenta en 1860 hasta 1914 y aun la prensa permanece en el cenit prácticamente hasta 1930 cuando la radio se consolida como mass media informática y el cine alcanza un sitio fijo entre los mass media.Los factores que dan a la telegrafía una importancia excepcional en el desarrollo de la comunicación son:Los experimentos físicos derivados de las pruebas del telégrafo ópticoLa expansión imperial que convirtió zonas lejanas en fuentes noticieras a cubrir con gran rapidezGrandes publicaciones en masas en el último cuarto del siglo XIX.Graham Bell diseño la telefonía que se convirtió en herramienta de comunicación que daba a cada ser humano la posibilidad de comunicarse individualmente por encima de las distancias físicas, morales, culturales, etc.

10. LA REBELIÓN DE LAS MASAS: La sociedad moderna está compuesta de masas de individuos separados y aislados carentes de algún valor o proyecto que los unifique.Tras la guerra de 1914 la irrupción de la publicidad en prensa acentuó la competitividad y la tendencia a que se impusiera la ley del más fuerte. El papel comunicacional del cine radicó en su potencia para visualizar y transmitir códigos de conducta e imponer modelos de comportamiento. La radio era un elemento más de esparcimiento hogareño.

11. 1918-1945: LA VOZ DE SU AMO: El triunfo del marxismo-leninismo en la Rusa zarista va a significar la configuración de una contradicción externa y total al sistema capitalista.La organización social entre 1918 y 1945:

Progresión, conversión y sistematización de la comunicación social en propaganda.Configuración y potenciación de medios de comunicación uniformadores de la conciencia social.Desarrollo teórico de los mass media con preferencia a afinar los instrumentos de comprensión de los medios y como consecuencia perfeccionar al máximo la eficacia de su acción sobre la conciencia social.

Claves de la propaganda Leninista:Toma de conciencia de la clase movida pro una minoría La utilización de la revelación política y de consigna.La posición de los mass media iniciada a partir de la Revolución de Octubre ha seguido estos presupuestos:La Prensa: se elimina a la prensa burguesa

La Radiodifusión: Se organiza a partir de 1925 y tiene una fuerte dependencia central. La radio con el cine se convirtió en un instrumento fundamental de ideologizaciónEl Cine: Se distinguen 2 periodos clave: El creativo revolucionario al margen del estadoEl dirigista ligado a objetivos políticos.Los Espectáculos: se oriento hacia la reconversión de las formas burguesasEl nazismo utilizó los siguientes puntos:Regla del enemigo únicoRegla de exageración y desfiguraciónRegla de conquista de todos los mediosRegla de unanimidadLa Alemania de Hitler. fue la primera potencia Europea que trató de regularizar el servicio público de televisión.

12. LOS TEÓRICOS DE LOS EFECTOS SOCIALES DE LOS MASS MEDIA: La televisión heredaría la experiencia de la radio, el cine y todo lo que a su vez radio y cine habían heredado de la dimensión comunicacional de la cultura escrita.Ángel Benito resume las tendencias teóricas: Análisis de Contenido: su función es estimular sobre la conciencia individual. Análisis Cuantitativo: censo de audienciaAnálisis de los Efectos: ver los efectos.La prensa es libre cuando no depende ni del gobierno ni de las potencias del dinero, sino exclusivamente de la conciencia de los periodistas y lectores. 13. MISERIA Y OPULENCIA DE LA COMUNICACIÓN:La historia de la comunicación social es la historia de su relación en el contexto de la lucha de clases en un doble plano: el intra-racional y la internacional. La televisión como instrumento controlado y controlador: Imperialismo: la ayuda proporcionada a los países subdesarrollados les somete a sumisión de mensajes producidos por los países proveedores. Centralización: la centralización de la comunicación se corresponde inquietamente con la centralización de poderes.Pulverización: las masas corren el riesgo de perder la operatividad histórica recibiendo las imágenes que les ofrece la televisiónAlineación: la televisión sustituye el lenguaje transcendente por uno transitorio.

Lección 3. Aspectos metodológicos de la Historia de la Comunicación.

Para este acápite utilizaremos un texto de la profesora Mercedes Román intitulado Aspectos metodológicos de la historia de la comunicación, texto pertinente para entender que la historia de la comunicación no es un ‘mero apéndice de la historia general’ sino un requisito para entender la complejidad de la realidad y a comprender, por la experiencia de sociedades anteriores, cómo actúan los diversos elementos culturales y sociales.

ASPECTOS METODOLOGICOS DE LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN.Dra. Mercedes Román Portas © Profesora Titular de Periodismo Universidad de Vigo.

Habitualmente, las reflexiones sobre la historia de la comunicación se inician con una amplia referencia a lo que se podría considerar, además con rigor, otra historia. Es decir, a la narración de un proceso, en el que el protagonismo corresponde a una ciencia -la historia-que en su desarrollo interno se va abriendo a campos diversos. Uno de ellos sería la comunicación social. El inconveniente mayor de este enfoque es que sitúa la historia de la comunicación como un mero apéndice de la historia general. Esta tendencia había ganado fuerza a medida que la propia ciencia histórica conoció una revolución metodológica que pretendía conseguir una historia total.

Cabría pensar que la definición del concepto de historia de la comunicación exigiría previamente la de la propia historia. No se puede negar el sentido y el valor de tal empeño metodológico, pero en este artículo se pretende ofrecer un planteamiento diverso. La concepción de la metodología de la historia de la comunicación que propongo toma como punto de partida el estatuto científico de la comunicación. Ahí me parece que es donde debe ponerse el acento. Luego vendrá la tarea de situar en ese plano general la importancia de los procesos, es decir, la perspectiva de la diacronía y la concreción de la cronología. Es claro que ese empeño intelectual por lo histórico no es un añadido superfluo: como no lo es en ninguna ciencia social.

Comenzaré por intentar fijar con la máxima claridad posible el objeto de la comunicación, ya que es la materia sobre cuyo pasado se va a reflexionar.

La comunicación como objeto científico es una acción significativa que tiene como finalidad que otro comprenda lo que significa esa acción y que sea efectivamente comprendida. Al considerar el objeto como una acción, la ciencia de la comunicación se integra automáticamente en el ámbito de la Ciencia General de la Acción Social. (1)

Esta consideración ofrece dos ventajas. Primero, define el objeto de estudio de la ciencia de la comunicación. Luego, da un ámbito apropiado a la historia de la comunicación.

Voy a tratar a continuación de las características esenciales del fenómeno comunicativo. Tomaré como punto de partida que la comunicación entra dentro del ámbito de las acciones humanas. Por eso tiene estas cinco características esenciales: es humana, es social, es referencial, es compleja y se da en presente interior o vivido, como señala Martín Algarra en su artículo "Sobre la complejidad terminológica de la teoría de la comunicación". (2) Detallaré brevemente una por una:

1) La comunicación es humana. Es un fenómeno exclusivamente humano. Es decir

libre, capaz de acción significativa.

2) La comunicación es siempre social; para que se dé comunicación hacen falta, al menos, dos personas. Eso quiere decir que siempre está referida a otro, que pretende afectar a alguien distinto del yo que comunica.

3) La comunicación es referencial. Es un peculiar modo de compartir, sin pérdida por nadie. Se puede decir que al comunicar se comparte el mundo de un modo espiritual, puesto que todas las realidades, físicas o no, pueden tenerse en la mente en forma de conocimientos. Al fin y al cabo, cuando comunicamos algo a alguien queremos que ese alguien conozca ese algo que nosotros conocemos, aunque él no haya podido contemplar directamente la realidad que hemos expresado. Lo que se comparte es conocimiento. Y el conocimiento es siempre conocimiento de algo. Esto implica que existe una realidad, un mundo común objetivo, dotado de entidad metafísica y cognoscible. Pero también implica que ese mundo común lo percibimos todos de un modo más o menos parecido, y que la comunicación se realiza por medio de un elemento físico, el código que se comparte.

4) La comunicación es una realidad compleja. Se trata de una realidad transaccional. Es un proceso complejo en el cual la gente maneja mensajes y crea significados. Esta complejidad reafirma el ya mencionado carácter social de la comunicación: es un proceso que exige, al menos, dos sujetos empíricos.

Parece evidente que esta característica introduce la intencionalidad como un elemento importante. Me refiero a la intencionalidad comunicativa y, como fruto de ella, podemos referirnos a la eficacia comunicativa. 5) El tiempo propio de la acción comunicativa es el presente. La comunicación se da en unas coordenadas espacio-temporales específicas. No se da en el tiempo estándar, sino que la dimensión temporal propia de la comunicación es el tiempo interior. El tiempo propio de la acción comunicativa es el presente interior. Presente y simultaneidad, aunque son términos muy relacionados entre sí, no deben ser confundidos. Presente indica el ahora. Simultaneidad, la confluencia de dos ahoras. Como todas las acciones, la acción de expresar y la de interpretar se llevan a cabo siempre en presente. Sin embargo, en la comunicación, ambos presentes, el de la expresión y el de la interpretación, no tienen por qué coincidir con el tiempo estándar u objetivo. Puede darse comunicación cuando los copartícipes en la acción comunicativa no comparten el espacio físico ni el tiempo real.

Después de señalar estas características, podemos decir que al hablar de comunicación nos referimos a algo concreto. La ciencia de la comunicación es la ciencia de esa realidad que acabamos de describir como una acción humana y social que consiste en compartir unos contenidos de conciencia que hacen referencia a un objeto real, que se da por sincronización de dos presentes distintos, en dos acciones también distintas: una expresiva y otra interpretativa.

En definitiva, el estudio científico de la comunicación es posible. Algunos autores, como Montes y Muñoz, afirman: "La comunicación no puede convertirse en el centro de un modelo epistemológico solamente porque las demás ciencias: lógica, matemáticas,

bioquímica, psicología, sociología, etc. hayan aportado a la teoría de la comunicación sus puntos de partida, sino porque la teoría de la comunicación está en disposición, o puede llegar a estarlo, de proporcionar, a las ciencias de las que se ha independizado, principios de revisión de sus mismos criterios de cambio y enriquecimiento epistemológico." (3) Este aspecto tiene una relevancia especial para el ámbito de la ciencia de la historia de la comunicación. En este ámbito, se ha producido un tratamiento científico del fenómeno comunicacional, social casi siempre. El utillaje metodológico empleado en estos estudios ha estado más en relación con el peculiar momento que atravesaba la historiografía, que con las necesidades metodológicas propias y específicas de la ciencia de la comunicación. Me parece más acertado centrarse en el aprovechamiento de los resultados de la ciencia de la comunicación, en la medida en que las fuentes lo permitan, para conocer cuestiones del pasado que orienten en la búsqueda de soluciones, o principios de ellas, a problemas similares de la actualidad; sin descartar, por supuesto, el estudio de las estructuras y sistemas que organizaron la comunicación en las sociedades del pasado. En definitiva, hay que tener en cuenta la perspectiva diacrónica en la ciencia de la comunicación.

Interesa ahora hacer algunas consideraciones sobre la historia, en concreto sobre los aspectos que mayor incidencia puedan tener en las tareas de un historiador de la comunicación.

Puede decirse que existe una crisis en los propios historiadores y en su producción historiográfica. En la medida en que todo es historiable, se produce como consecuencia la diversidad metodológica. Resulta casi tan difícil señalar un método histórico propio, como definir la ciencia de la comunicación. Es el resultado de la indefinición de la historia como disciplina científica.

Parece obligado abordar el tema central: el objeto de la historia. Hasta hace unos años, esta expresión no constituía problema alguno pues el consenso acerca de su significado era general. La historia estudiaba las cosas hechas por los hombres, la trayectoria recorrida desde que hay memoria de ellos, las vicisitudes por las que fueron pasando a lo largo de los siglos, el modo cómo vivían y pensaban, su organización y las relaciones de unos con otros, todo ello constituía la materia sobre la que recaía la investigación. Una materia tan vasta y compleja, tan rica y variada, que no podía agotarse.

De entre los distintos elementos integrantes de la realidad histórica, el pensamiento y las ideas, la política, las instituciones, la cultura, la sociedad, la economía, etc., los historiadores trataron unos con preferencia a otros, por las razones que fuera, pero abarcando cada vez más zonas. No es necesario subrayar que la historia política, las instituciones y la cultura han sido hasta ahora cultivadas con mayor atención que otros aspectos.

Después vino un sensible cambio en el campo de la historia o mejor aún, de los historiadores. Hace ya casi medio siglo comenzó a desprestigiarse la historia política, es decir la historia que se ocupaba de los hechos o acontecimientos, y en ese empeño, tanto la escuela de los Annales, como la de inspiración marxista y la de raíz sociológico-

positivista coincidieron al menos en algunos puntos. De todos modos, parece como si el resultado hubiese sido sustituir la historia política por la historia socio-económica. Los viejos historiadores como Ranke se habían despreocupado de la socioeconomía; los nuevos historiadores se despreocuparon de la historia política: en resumen, distintos exclusivismos.

En 1979, Lawrence Stone, en un rápido análisis del mundo de la historia, encontraba cuatro grupos de historiadores:

"Los viejos historiadores narrativos, principalmente historiadores políticos y biógrafos; los cliómetras que siguen actuando como traperos de la estadística; los historiadores sociales duros y sin sentimientos, todavía ocupados en analizar estructuras impersonales; y los historiadores de las mentalidades, que rastrean ideales, valores, utillajes mentales y pautas de comportamiento personal íntimo, cuanto más íntimo mejor." (4)

Los métodos históricos que criticaba Stone eran fundamentalmente tres: el marxista, el ecológico-demográfico de Annales y el cliométrico. Todos vinculados a esa idea de la historia como elemento sustancial. Los tres tuvieron su esplendor y decaimiento. Los tres fundaron su carácter científico en el método que utilizan. Las tres corrientes formaron destacados historiadores con aportaciones de referencia obligada. Por ello conviene estudiar sus aportaciones, especialmente por su relación e incidencia en la historia de la comunicación social. No me voy a detener ahora en la marxista ni en la cliométrica. Sólo diré que una de las aportaciones más características del grupo de Annales es la historia de las mentalidades.

En la conformación de las mentalidades contemporáneas, juegan un papel clave los medios de comunicación social. Por tanto, parece un buen anclaje metodológico para los historiadores de la comunicación. Es claro que la comunicación, y más con la aparición y proliferación de la comunicación de masas, conforma mentalidades, transmite valores y visiones del mundo, de la vida, de la sociedad y del hombre. En cualquier caso, el estudio de los medios y de los contenidos y la cuantificación de su penetración pueden recibir una ayuda estimable de la historia de las mentalidades.

Señalaré a continuación algunas puntualizaciones sobre la historia y sus métodos y posibles puentes hacia la historia de la comunicación.

En primer lugar, quiero indicar que la historia -entendida como ciencia o saber humanístico-es un ámbito de conocimientos a los que se llega por la investigación. La tarea de historiar comienza con la aproximación a los hechos y datos (5) y no concluye hasta la exposición de los resultados. Estos, se presentan como explicación y reconstrucción, que completa, responde, interpreta y organiza, la realidad, desde una hipótesis de trabajo. (6) La historia supone una puesta en relación, un juego de relaciones, (7) un diálogo entre el presente y el pasado y un ejercicio de síntesis.

En segundo lugar, la comunicación es un actor protagonista de la historia. Los medios fabrican las ideas del lector con quien dialogan: forman gustos, canalizan reivindicaciones, crean mitos, acogen y cultivan ideologías, etc. La trascendencia de este papel queda fuera de toda duda y es cada vez más importante. La opinión pública

la crean básicamente los medios de comunicación, por tanto, resulta necesario acudir a ellos para abordar el estudio de las mentalidades.

En tercer lugar, además de actores, los medios de comunicación son testigos del acontecer histórico: una fuente histórica rica y variada.

En cuanto al método y las técnicas historiográficas, que son modos de ordenar y valorar el material histórico, han variado según las circunstancias. Tanto lo que se considera significativo, como el enfoque para tratarlo, evoluciona con el tiempo del historiador. En ese sentido, cada generación hace su historia.

El problema de la historia actual es su necesidad de hacer síntesis coherentes. Para ello, las aportaciones de los defensores de la teoría general de sistemas han abierto esperanzas de carácter metodológico. Esta teoría trabaja sobre la similitud estructural que puede existir entre diversas realidades. Podemos definir sistema como un conjunto de elementos relacionados que tiene un fin común o como un conjunto de variables en funcionamiento. (8) Desde esta definición, cualquier realidad podría ser considerada en función de los elementos que la componen. La teoría general de sistemas busca la similitud estructural entre realidades diversas para clasificarlas y ofrecer así una visión ordenada de la realidad que nos facilite su comprensión. El problema, como siempre, es la realización concreta de esa tarea científica. La definición de sistema exige un cierto grado de generalidad. La idea de considerarlos abiertos a influencias mutuas es muy positiva. Pero la dificultad persiste, porque exige una enorme capacidad de comprensión de sistemas de naturaleza muy diversa. Más aún, exige ponderación de los resultados de campos ajenos a su ámbito específico de investigación. En cualquier caso, es una línea de trabajo de gran utilidad para los historiadores de la comunicación, porque nuestro problema se sitúa en unos límites más modestos: la compatibilización de sistemas informativos, con los sociales, culturales, económicos, políticos... de una época concreta. El objetivo se presenta pues alcanzable.

Primero porque entre la historia y la comunicación existe una relación ininterrumpida que pasa a través del hombre. Este flujo tiene diversos niveles desde la teoría de los sistemas, ya que el sistema comunicativo es una estructura básica. Esta relación aporta datos significativos sobre la articulación social, el régimen político, el tipo de organización económica o el nivel e inquietudes culturales o ideológicas. Además, hay sincronía en el desarrollo de la estructura informativa y de la historia en general. (9) Un ejemplo claro se da en la Edad Contemporánea. La triple revolución demográfica, industrial y sociopolítica impulsó el despegue de la prensa a una fase superior. La revolución demográfica generó una masa de lectores que sacó a la prensa de los reducidos límites en los que estaba sumida. La revolución industrial proporcionó la tecnología que permitió las grandes tiradas, el incremento de las ventas y los ingresos por publicidad. Así se genera el capital necesario para constituirse como una empresa. La revolución liberal, en lo político y en lo social, posibilitó la libertad de prensa y convirtió al periódico en un protagonista clave de la lucha revolucionaria. La influencia entre los sistemas es además interactiva. Por ejemplo, la prensa tuvo un papel importante en acontecimientos históricos. El nacimiento de la historia de la comunicación está vinculado al desarrollo de la propia

historia, sobre todo la contemporánea. En la medida en que los diversos aspectos de la comunicación tuvieron un protagonismo cada vez más claro, los historiadores de la política, de la literatura o de las ideas iniciaron las investigaciones en este campo. De alguna manera, ese origen fue un buen comienzo. Aseguró la conexión con los problemas de carácter general sin caer en especializaciones carentes de significado.

Schudson propuso profundizar en el método histórico propiamente dicho a partir de la pregunta "¿de qué modo influencian los cambios en la comunicación y cómo se ven influidos (los medios) por otros aspectos del cambio social?. (10) Se puede adoptar la pregunta como principio metodológico de partida para la investigación en la historia de la comunicación.

A mediados de la década de los setenta en España, dentro de las recién creadas facultades de Ciencias de la Información, se explicaba una materia denominada indistintamente «Historia del periodismo» o «Historia de la comunicación» cuyo programa se asentaba sobre dos raíces, la Historiografía y las Ciencias de la Información ya que los profesores que la impartían procedían de diferentes ramas de las ciencias sociales y humanísticas. El peso inicial de la Historiografía fue mucho más importante, tanto por su mayor tradición universitaria, con programas y textos de fácil acceso, como por la presencia magisterial de algunos catedráticos de Historia que, con visión de futuro, apoyaron y potenciaron la investigación y docencia en esa nueva especialidad. Tales ventajas tenían una cara negativa. La historiografía, en general, había pasado por alto la comunicación y sus medios. En el mejor de los casos, los historiadores habían utilizado los periódicos, nunca otros medios, como fuentes de segunda categoría o como instrumentos de referencia de otras fuerzas sociales, ideológicas o políticas, pero nunca como sector autóctono, como elemento esencial, en la explicación de las sociedades contemporáneas. Habían investigado, como señala Timoteo Álvarez, (11) fenómenos históricos tan importantes como el bolchevismo, el nazifascismo, el «new Deal», la guerra fría,... sin la más mínima referencia a los medios de comunicación, a los instrumentos de propaganda o a las técnicas de organización de la opinión pública. La historia del periodismo era, pues, una historia general, con los nombres y las situaciones de la historia política, ni siquiera de la "historia social", cuyos ciclos se llenaban con títulos de periódicos, para confirmar cómo los periodistas, aunque secundariamente, habían estado allí y habían sido testigos.

Este modo de hacer requería un cambio. Desde el momento en que las masas se constituyeron en la fuerza social dominante, hace más de cien años, la comunicación y sus medios operaron como uno de los elementos esenciales de evolución y organización social. Incluso han sido con mucha frecuencia elementos definitivos, que han dado personalidad, estructura y sentido, a situaciones históricas recientes: las ya citadas, por ejemplo, de la guerra fría, el nazifascismo. etc. En los años 80, Timoteo Alvarez y otros propusieron una "idea rupturista" como él mismo dice, frente a la Historiografía tradicional; han puesto en pie métodos, trabajos, ejemplos, que manifiestan la función, la identidad y la fuerza de la comunicación en las sociedades, sobre todo, contemporáneas. (12)

Visto esto, la historia de la comunicación social, ha de contemplarse como un sistema internamente lógico. Incluye subsistemas que se encuentran interrelacionados. La

interdependencia presenta diversos grados que se pueden estudiar de manera sincrónica o diacrónica.

La coordenada sincrónica integra varios subsistemas. Uno es el legal, es decir, las relaciones entre el poder y la comunicación. Otro, el estructural que comprende el régimen, la administración y el organigrama de las empresas. Además, existe el subsistema que actúa de infraestructura con la variable tecnológica y la social. En esta misma coordenada sincrónica, también hay que tratar de los protagonistas de la organización informativa que en cada momento ejercen la dirección de los medios.

La coordenada diacrónica, o temporal, exige considerar los diversos tipos de duración.

La historia de la comunicación social se ha solido dividir según dos criterios. Uno la considera con autonomía propia y en consecuencia traza divisiones por los hitos informativos claves. En España, un planteamiento riguroso de periodización de la historia desde una perspectiva comunicacional ha sido el desarrollado por el profesor Timoteo Álvarez. Se inspira en los tres tipos de ciclos que para el análisis histórico acuñó Braudel: el estructural o de tiempo largo, el coyuntural o de tiempo medio y el de eventos o de tiempo corto.

El segundo modo de periodizar la historia de la comunicación social es hacer coincidir las etapas de la evolución de la comunicación, con las grandes y pequeñas edades y períodos del devenir histórico. (13) Es la opción de los manuales más conocidos de historia del periodismo, que siguen la división clásica en edades. A pesar de las dificultades que implica y de la inestabilidad de las fronteras entre las diversas etapas, mantiene su utilidad.

En cualquier caso -hoy por hoy-el intento de Timoteo Álvarez parece una síntesis práctica y eficaz. Así lo demuestra el hecho de que partiendo de bases diferentes a la historia tradicional, haya venido a confirmar ésta, en líneas generales. De todas formas, él propone una cierta revisión de las fronteras temporales. Sugiere que se tengan en cuenta algunos de los momentos de ruptura más importantes de la historia del periodismo. Estos son: la invención de la imprenta -verdadero agente del despegue del sector de la comunicación moderna, la aparición de la prensa periódica en el siglo XVII, y los inicios de una prensa para las masas en el siglo XIX. Para los alumnos que estudian publicidad y relaciones públicas, periodismo y comunicación audiovisual, y que se preparan en principio para una profesión volcada más hacia el activismo y el momento que hacia la reflexión y el pasado, puede resultar conveniente conocer el origen, también histórico, de la terminología y de los conceptos de una profesión con siglos de praxis y apenas décadas de sistematización y teoría.

Al estudiar o investigar sobre historia de la comunicación, no se trata de ofrecer el rastreo, catalogación, ordenamiento y tratamiento de los periódicos, alabando sus méritos e intentando conocer los mecanismos de su funcionamiento. Esa es la fase primigenia de cualquier desarrollo científico, la de localización y crítica de sus fuentes y material de trabajo, que por razones específicas del sector de la información no comenzó a ser superada hasta finales de los setenta. Lo que se pretende es, entre otras cosas, un conocimiento de la historia, sobre todo de la edad contemporánea, a

partir de algo esencial, especialmente para el siglo XX, que es la información. Parece necesaria una revisión de la edad contemporánea desde una perspectiva que incluya como valor fijo la variable información / comunicación / propaganda.

Lo que importa es encontrar modelos, sistemas, fórmulas de éxito y fracaso, razones que potencien la voluntad de riesgo y que demuestren el valor social y personal de la comunicación. De forma pasiva o activa todos estamos ante los medios de comunicación. Nuestra existencia está condicionada y articulada por ellos. Conocer su trayectoria o evolución tiene por eso un grandísimo interés, que podemos aplicar con utilidad al presente y al futuro.

El conocimiento y profundización en la historia de la comunicación nos permite someter las informaciones que nos llegan a un análisis lúcido, para no quedar atrapados en las redes de las ideologías. En definitiva, ayuda a entender la complejidad de la realidad y a comprender, por la experiencia de sociedades anteriores, cómo actúan los diversos elementos culturales y sociales.

Lección 4. Historia de las mentalidades.

Historia de las mentalidades: posibilidades actuales. Carlos Barros. Universidad de Santiago de Compostela.

La propia vastedad del campo de investigación que se reclama en este momento de la historia de las mentalidades, dificulta una definición, que tampoco sea quizás conveniente en su sentido más estrecho y formal, por aquello de que las definiciones son como cárceles... Y que no hay nada más estéril que enzarzarse en una discusión sobre la definición convencional de una noción que hace referencia a algo tan extenso como la mente humana en la historia. Pero, en todo caso, hay que delimitar de alguna manera el territorio de la historia de las mentalidades si queremos entendernos. Rigiéndonos por la propia práctica investigadora, y sin pretensiones de encontrar la fórmula feliz que todo lo aclara, avanzaremos elementos definitorios, cuya eficiencia científica dependerá sobre todo de la ayuda concreta que puedan prestarnos a la indagación y a la comprensión de las mentalidades históricas.

La mentalidad global y sus componentes

Definiendo el todo por las partes, y buscando una relativa convergencia del objeto de la historia de las mentalidades con los objetos de las diferentes ramas de la psicología como ciencia social, interesa distinguir cinco componentes en la mentalidad: (1) lo racional, (2) lo emotivo, (3) lo imaginario, (4) lo inconsciente y (5) la conducta. Los cuales corresponden a distintos modos de percibir la realidad y/o de actuar sobre ella, y se entrelazan y superponen unos con otros, de forma que cada función o manifestación mental aparece coloreada por un(os) componente(s) más que otro(s), mezclados químicamente: el todo naturalmente no se reduce a la suma de los componentes. Aquellas mentalidades que más pueden concernir al historiador que predica una historia explicativa y persigue totalidades protagonizadas por colectivos, raramente equivalen a una relación psicológica elemental de los sujetos con su entorno, son mentalidades globales a menudo intrincadas, de difícil discernimiento sin dilucidar antes las formas mentales más sencillas, básicas.

Vayamos con el primer componente. Dentro del estudio de lo racional habría que encuadrar la historia cultural e intelectual, de las ideas y de la filosofía, y en el terreno estricto de la historia social la exploración de la conciencia18[1]. Bajo la influencia primeramente de la antropología que estudia las culturas primitivas19[2], y después de la psicología interesada por la vida mental de los niños20[3], la noción de mentalidad es recogida por Marc Bloch y Lucien Febvre a principios de siglo y aplicada a la historia, justamente para aprehender aquellas funciones psíquicas que cayendo fuera del pensamiento lógico, explican no pocos comportamientos colectivos. Norbert Elias resume su investigación sociopsicológica sobre el tránsito a la modernidad y a la civilización, planteando como problema general del cambio histórico el que "este cambio en su totalidad no está planificado 'racionalmente", y añade más concretamente: "Es impensable que el proceso civilizatorio haya sido iniciado por seres humanos capaces de planificar a largo plazo y de dominar ordenadamente todos los efectos a corto plazo, ya que estas capacidades, precisamente, presuponen un largo proceso civilizatorio"21[4]. Esta es la cuestión, el historiador no puede trasladar a épocas pretéridas formas de pensar y de actuar que han sido el resultado de siglos de historia. Un concepto como el de mentalidad que al mismo tiempo incluye y supere el

18[1]

Los investigadores soviéticos de la conciencia social han llegado a una conclusión que a su vez justifica la necesidad de un concepto más amplio como mentalidad: la conciencia es un todo volumétrico y pluridimensional, la parte del iceberg que está en la superficie. Y se la debe examinar junto con sus parte ocultas y en dependencia de ellas, partes ocultas que incluyen lo inconsciente y lo simbólico, Merab MAMARDASHVILI, "Análisis de la conciencia en los trabajos de Marx", Ciencias Sociales, 2, 1987, p. 133.

19[2] Lucien LÉVY-BRUHL, Les fonctions mentales dans les sociétés inférieurs, 1910; La mentalité primitive, 1922.

20[3] Henri WALLON, La mentalité primitive et celle de l'enfant, 1928.

21[4] El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México, 1987, p. 451 (1ª ed.

en alemán, 1977).

pensamiento racional, la conciencia y la ideología, en caso de que no existiera, habría desde luego que inventarlo para investigar con rigor la acción humana en la historia.

Lo emotivo 22[5] elevado a objeto de investigación histórica, en el cuadro de la historia de las mentalidades, comienza sin duda, en 1932, cuando Georges Lefebvre publica La Grande Peur de 1789. Marc Bloch en 1939-1940 titula un capítulo de La société féodale "Formas de sentir y de pensar". Lucien Febvre a su vez, en los años 50, publica varios trabajos, usualmente en Annales, esbozando las características de una historia de los sentimientos y de la sensibilidad, adelantando y animando temas como el terror, la muerte y el sentimiento de seguridad23[6]. La última aportación de la historiografía francesa -la más fructífera todavía en historia de las mentalidades24[7]-en esta parcela específica, son las obras de Jean Delumeau sobre el miedo y la seguridad en la Baja Edad Media y la Edad Moderna25[8].

Existe un sector de las mentalidades colectivas ocupada por la imaginación, capacidad mental que interviene en los procesos de conocimiento y motiva en tal medida la acción humana que su toma en consideración, por parte de la historiografía más renovadora, bastaría para justificar el salto epistemológico de la historia de las ideologías a la historia de las mentalidades. ¿Qué entendemos entonces por imaginario26[9]? El conjunto de las representaciones mentales -ante todo reproducciones gráficas: imágenes- por medio de las cuales los hombres reconstruyen un mundo interior distanciado de la realidad material, que deviene así realidad inventada. La historia de las mentalidades como historia del imaginario que ha tomado en primer lugar de la antropología métodos para analizar imágenes y símbolos27[10],

22[5]

Jean DUVIGNAUD, La genèse des passions dans la vie sociale, París, 1990.

23[6] "Histoire des sentiments. La Terreur", Annales, 1951; "La mort dans l'histoire", Annales, 1952; "La sensibilité

et l'histoire. Comment reconstituer la vie affective d'autrefois?", Combats pour l'histoire, 1953; "Pour l'histoire d'un sentiment: le besoin de sécurité", Annales, 1956; trabajos recientemente reeditados en una obra colectiva, La sensibilité dans l'histoire, Brionne, 1987.

24[7] Las últimas reformulaciones y ampliaciones de la historia de las mentalidades en Francia como antropología

histórica y como historia cultural remiten ya obligatoriamente a los historiadores anglosajones, antiguos exploradores de estos territorios.

25[8] La peur en Occident (XIV-XVII siècles), París, 1978 (trad. esp., Madrid, 1988); Rassurer et protéger. Le

sentiment de sécurité dans l'Occident d'autrefois, París, 1989.

26[9] Sobre el concepto de imaginario y la historia del imaginario: Evelyne PATLAGEAN, "L' histoire de

l'imaginaire", La Nouvelle Histoire, París, 1978 (trad. esp. Bilbao, 1988, pp. 302-323); Cornelius CASTORIADIS, L'institution imaginaire de la société, París, 1975 (5ª ed.), (trad. esp., Madrid, 1988-1989, 2 vol.); Philippe JOUTARD, "L'histoire dans l'imaginaire collectif", L'Arc, nº 72, 1978, pp. 38-42; B. BACZKO, Les imaginaires sociales: mémoires et espoirs collectifs, París, 1984; Jacques LE GOFF, L'imaginaire médiéval. Essais, París, 1985; Jean-Claude SCHMITT, "Introducció a una història de l'imaginari medieval", El món imaginari i el món meravellós a l'Edat Mitjana, Barcelona, 1986, pp. 16-33; Image et histoire: actes du colloque de Paris-Censier, mai 1986, Paris, 1987.

27[10] Un libro de antropología cultural útil este respecto: Dan SPERBER, El simbolismo en general. Temas

antropológicos, Barcelona, 1978.

además de echar mano de la historia del arte y de la literatura y de sus fuentes específicas, se concentra últimamente en el estudio de las representaciones sociales28[11], noción utilizada por los historiadores al calor de su expansión actual de la mano de la psicología social29[12], lo que prueba una renovada alianza entre la historia y la psicología. El concepto de representación social ensancha pues el dominio original de lo imaginario como simbolismo, facilita la conexión de las representaciones mentales con las totalidades sociales y la utilización de todo tipo de fuentes históricas, además de las iconográficas y literarias, para averiguar el imaginario colectivo30[13]. Un tema historiográfico donde predomina el componente imaginario de la mentalidad es, por ejemplo, la representación social del rey2, que ha dado ya pie a una importante bibliografía31[14].

Si hay un factor psicológico cuya intervención en la historia humana es negada con más fuerza por el historiador positivista: es lo inconsciente32[15]. Reticencias que con frecuencia son, paradójicamente, inconscientes: ¿quién puede negar conscientemente la irreversibilidad de la revolución científica de Freud, descubridor de la importancia de los procesos mentales que actúan sobre la conducta y escapan a la conciencia? Cuestión aparte son las dificultades metodológicas que se presentan para la verificación empírica de hipótesis basadas en prácticas inconscientes33[16], las cuales no obstante contribuyen a descifrar hechos y problemas históricos cuya comprensión global resulta impermeable a un enfoque más tradicional.

28[11] Incluso la expresión histoire des mentalités es sustituida por histoire des représentations por parte de

algunos autores franceses.

29[12] Denise JODELET, dir., Les représentations sociales, París, 1989.

30[13] Un ejemplo próximo a la historia política es la obra colectiva: Mentalités et représentations politiques.

Aspects de la recherche, Roubaix, 1989.

31[14] Marc BLOCH, Les Rois thaumaturges, Strasburg, 1962 (París, 1983); E.H. KANTOROWICZ, Los dos

cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval, Madrid, 1985 (1ª ed. ing., 1957); A. ERLANDE BRANDENBURG, Le roi est mort. Etude sur les funérailles, les sepultures et les tombeaux des rois de France jusqu'à la fin du XIIIe siècle, Ginebra, 1975; Teófilo F. RUIZ, "Une royauté sans sacré: la monarchie castillane du Bas Moyen Age", Annales, nº 3, 1984, pp. 429-453; R. E. GIESEY, Le roi ne meurt jamais, París, 1987; Alain BOUREAU, Le simple corps du roi. L'impossible sacralité des souverains français, XVe-XVIIIe siècle, París, 1988; Yves-Marie BERCE, Le roi caché, París, 1990.

32[15] Pierre FLOTTES, El inconsciente en la historia, Madrid, 1971 (ed. original en francés, Ginebra, 1965); Michel

VOVELLE, "¿Hay un inconsciente colectivo?", Ideologías y mentalidades, Barcelona, 1985 (ed. original en francés, La Pensée, nº 205, 1979).

33[16] En todo caso no mucho mayores que las existentes para comprobar el resto de las hipótesis, normalmente

las actuaciones inconscientes no se producen solas, al margen de la conducta intencional, y las huellas documentales que dejan los comportamientos conscientes permiten establecer las relaciones y verificaciones pertinentes, de modo que la explicación de la mediación inconsciente se pude demuestrar a menudo por exclusión.

La aplicación de los descubrimientos de Freud a la historia tuvo entre sus primeros seguidores a freudomarxistas como Wilhem Reich y otros34[17]. Pierre Vilar sigue esta misma senda en su última obra sobre los nacionalismos para una colección histórica que, dirigida por Jacques Le Goff, se publicará simultáneamente en varios países europeos. Por otra parte, existe toda una corriente historiográfica norteamericana (que hasta el día de hoy no ha tenido eco en Europa35[18]), la psicohistoria36[19], que promueve el estudio de la historia por medio de las categorias psicoanalíticas, alimentando dos revistas: The Psychohistory Review, dentro del ámbito de la asociación nacional de historiadores, y Psychohistory Review. The Journal of Psychohistory, fundada por LLoyd de Mause,y menos preocupada por la aceptación académica de dicha disciplina. Añadir que quizás la técnica psicohistórica que suscita más recelos de los historiadores de profesión sea la empatía, el uso abusivo de la intuición para, ubicándose el autor en el lugar del sujeto histórico, acceder a la realidad de "lo que sucedió realmente"...37[20]

Como quinto componente de la mentalidad hemos puesto la conducta: lo que el hombre hace -que incluye lo que dice, es decir, el lenguaje-. En un sentido estricto, plenamente conductista, la actividad humana observable no forma parte de la experiencia interior, mental, pero la necesaria convergencia de la historia de las mentalidades con todas las diciplinas vecinas más experimentadas en la investigación de la psique humana, nos estimulan a no desdeñar ningún campo de investigación que lo sea de la psicología científica en sus distintas tendencias, a saber, psicología conductista, psicología cognitiva y psicología del insconsciente, sin ignorar que el mayor grado de identidad en cuanto al objeto tiene lugar entre historia y psicología cognitiva, y muy especialmente entre historia social y psicología social. Por lo demás la inclusión de los comportamientos colectivos en el territorio de la historia de las mentalidades, permite un mayor intercambio de ésta con la antropología histórica (interesada por los gestos38[21] y los rituales, el juego y la fiesta, la tradición39[22], por ejemplo) y con la

34[17]

La psicología de masas del fascismo (1933), México, 1973; una panorámica general sobre el freudomarxismo en Frederic MUNNÉ, Psicologías sociales marginadas. La línea de Marx en la psicología social, Barcelona, 1982, pp. 69-177.

35[18] La colección de textos recogida y comentada por Alain Besançon en 1974 L'histoire psychanalytique. Une

anthologie), fue una iniciativa que ni siquiera por parte de su iniciador tuvo continuididad.

36[19] Rudolph BINION, Introducción a la psicohistoria, México, 1986 (1ª ed. francesa, París, 1982); Jacques

SZALUTA, La psychohistoire, París, 1987; LLOYD DE MAUSE, ed., A Bibliography of Psychohistory, Nueva York, 1975; LLOYD DE MAUSE, Foundations of Psychohistory, Nueva York, 1982 (trad. francesa, París, 1986); W. GILMORE, Psychohistorical inquiry: a comprensive research Bibliogrphy, Nueva York, 1984; G. M. KREN, H. RAPOPORT, Varieties of Psychohistory, Nueva York, 1985; desde un punto de vista más crítico, Saul FRIEDLÄNDER, Histoire et psychanalyse. Essai sur les possibilités et les limites de la psychohistoire, París, 1975.

37[20] Saul FRIEDLÄNDER, op. cit., pp. 10-13, 19, 211.

38[21] Tema antropológico investigado históricamente en una obra reciente: Jean-Claude SCHMITT, La raison des

gestes dans l'Occident médiéval, París, Gallimard, 1990.

nueva historia sociocultural, y en general la concordancia con la tendencia creciente de las ciencias sociales al estudio de las prácticas sociales, culturales y privadas40[23]. Así conforme el territorio de historia de las mentalidades se ha ido ampliando, los objetos estudiados guardan menos relación con lo estrictamente mental y tienen más que ver con ese dominio epistemológicamente menos limitado que es la subjetividad humana.

Destacemos de la actividad práctica de los hombres tres temas historiográficos, entre los muchos posibles, cuya explotación puede ser -mejor dicho, está siendo ya-productiva desde el punto de vista de las mentalidades: el vocabulario41[24], la vida cotidiana42[25] y la violencia43[26]. La investigación histórica de la violencia sigue en la actualidad tres direcciones principales: la violencia cotidiana a la manera de la antropología social44[27]; la violencia como criminalidad y como represión, que entronca con una historia renovada de la justicia y del derecho45[28]; y la violencia

39[22]

E. J. HOBSBAWM, T. RANGER, dirs., L'invent de la tradició, Barcelona, 1988 (1ª ed. en inglés, 1983).

40[23] Pierre BOURDIEU, Esquisse d'une théorie de la practique, Ginebra, 1972; Foucault ha influido en la

investigación de la vida privada desbrozando el campo de las "prácticas de sí", el trabajo sobre sí mismos por el que los seres humanos se constituyen como sujetos, Francisco VAZQUEZ, Foucault y los historiadores, Cádiz, 1988, p. 158.

41[24] Alphonse DUPRONT, "Sémantique historique et histoire", Cahiers de lexicologie, nº 15, 1969; Alphonse

DUPRONT, "Langage et histoire", XIII Congrès International des Sciences Historiques, Moscú, 1970; F. FURET, A. FONTANA, "Histoire et linguistique", Livre et société dans la France deu XVIIIe siècle, tomo II, La Haya, 1970; Regine ROBIN, Histoire et linguistique, París, 1973; Jean-Claude CHEVALIER, "La lengua. Lingüística e historia", Hacer la historia, III, Barcelona, 1980 (1ª ed. en francés en 1974); Maurice MOLHO, "Linguistique et histoire", Mélanges de la Casa de Velázquez, tomo XII, 1976; Ernest LABROUSSE y otros, Ordenes, estamentos y clases, Madrid, 1978 (1ª ed. en francés, 1973); B. CERQUIGLINI, "Linguistique et histoire", Dictionnaire des sciences historiques, París, 1986.

42[25] Sobre este tema de origen etnológico, como en cualquier otro dominio histórico que se nos ocurra, se puede

hacer una historia buena o mala, anecdótica o seria, descriptiva o explicativa, etc.; verbigracia, Aaron Gurevicht en un incisivo artículo sobre ciencia histórica y antropología histórica resalta el momento de la innovación en la vida diaria, en la economía y en la existencia cotidiana, como un plano fundamental para comprender los cambios históricos (Ciencias Sociales, 1, 1991, p. 148); referencias bibliográficas: Henri LEFEBVRE, Critique de la vie quotidienne, 3 vol., París, 1946-1981; Jacques LE GOFF, "El historiador y el hombre cotidiano", Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval, Madrid, 1983 (1ª ed. en francés del artículo, 1972); Jean-Didier WOLFROMM, "Quarenta anos de vida cotidiana", A Nova Historia, Lisboa, 1986 (1ª ed. en francés, 1977); Colloque "Quotidienneté et historicité". Lyon, 1982, París, 1983; "La sociología de la vida cotidiana", Debats, nº 10, 1984; Chris WICKHAM, "Comprender lo cotidiano: antropología social e historia social", Historia Social, Valencia, nº 3, 1989 (1ª ed. en italiano, 1985).

43[26] Jean-Claude CHESNAIS, Histoire de la violence, París, 1981; Ch. RAYNAUD, La violence au Moyen Age,

XIIIe- XVe, París, 1990.

44[27] R. GIRARD, La violence et le sacré, 1972; J. CHIFFOLEAU, "La violence au quotidien, Avignon au XIVe

siècle d'après les registres de la cour temporelle", Mélanges de l'École Française de Rome, tomo 92, nº 2, 1980; A. FARGE, La vie fragile. Violence, pouvoirs et solidarités à Paris au XVIIIe siècle, París, 1986; Robert MUCHEMBLED, La violence au village. Sociabilité et comportements populaires en Artois du XVe au XVIIe siècle, Bélgica, 1989.

45[28] Michel FOUCAULT, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Madrid, 1990 (7º ed. en español; 1ª ed. en

francés, 1975); P. SPIERENBURG, Judicial violence in the Dutch Republic (1750-1850), Amsterdam, 1978; G. RUGUIERO, Patrici e malfattori. La violenza a Venezia nel primo Rinascimento, Bologna, 1982; "Violences

colectiva, cuyo estudio añade una nueva dimensión a la historia de los conflictos, las revueltas y las revol1uciones46[29].

La actividad humana, desde las palabras y los gestos hasta los grandes hechos, colectivos y personales, entra en el campo de interés de las historia amplia de las mentalidades, reformulada como historia subjetiva, por partida doble: constituye el aspecto práctico de la psicología, la conducta, y es, además de ello, una fuente capital para el estudio de la mentalidad en su conjunto47[30]. Cada acto humano viene acompañado del entorno mental que forman sus motivaciones, sus conexiones con otros actos, sus consecuencias; partiendo de las acciones podemos llegar por tanto a su contexto psicológico. Ningún otro componente de la subjetividad humana detenta tan claramente la doble función de la práctica: a la vez objeto y sujeto, fuente y tema de la investigación.

Definiendo pues la mentalidad como la manera de pensar, de sentir, de imaginar y de actuar, nos aproximamos analíticamente a una realidad subjetiva que se presenta en la realidad, según ya dijimos, como una mezcla química de esos cuatro y aún de otros más elementos simples, que constituye en suma un sistema mental. Precisemos que la mentalidad que busca el historiador en la sociedad del pasado suele ser global desde cuatro puntos de vista: a) Formas mentales complejas48[31] como la memoria, las actitudes, las creencias o los valores. b) Mentalidades en función de un tema: tiempo, espacio, naturaleza, trabajo, poder, institución, acontecimiento, revuelta, propiedad, dinero, justicia, igualdad, naturaleza, locura, vida, muerte. c) Mentalidades en función de un sujeto: individuo, estamento, clase, profesión, género, grupo de edad, minoría, nación, civilización. d) Mentalidades en función de un período temporal concreto.

Sobra decir que el objeto específico de la investigación histórico-psicológica resulta de las combinaciones más diversas. Ejemplos hipotéticos: la creencia en una institución por parte de los habitantes de un país en un momento dado de su historia, las actitudes hacia una acontecimiento de una colectividad definida por un ámbito y un

sexuelles", Mentalités, nº 3, París, 1989; F. GASPARRI, Crimes et châtiments en Provence au temps du Roi René. Procédure criminelle au 15e siècle, París, 1989; "Violència i marginació en la societat medieval", Revista d'Història Medieval, Valencia, nº 1, 1990.

46[29] L. MARTINES, Violence and civil disorder in Italian cities, 1200-1500, Berkeley, 1972; C. TILLY, "Revolutions

and collective violence", Handbook of Political Science, Massachusetts, 3, 1975; S. MORETA Malhechores-feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla, siglos XIII-XIV, Madrid, 1978; Violence et contestation au Moyen Age, París, 1990.

47[30] las acciones hablan más alto que las palabras, P. BURKE, La cultura popular en la Europa moderna, p.

127.

48[31] En todas las manifestaciones psíquicas encontramos varios tipos de percepción de la realidad, sólo que en

algunas esa diversidad y su articulación es más simple que en otras, se trata también de un poblema de grado.

tiempo determinados, o la evolución del imaginario igualitario dentro de una clase social en la larga duración.

En la medida, por otra parte, en que la historia de las mentalidades se desarrolla y ramifica hasta la dispersión (todavía no es el caso de España), se imponen síntesis de los resultados de la investigación49[32], balances y si es preciso rectificaciones, pensando en una historia de las mentalidades que ayude a entender los grandes y pequeños acontecimientos del pasado a partir de la subjetividad humana, sin olvidarse de las conexiones de ésta con la historia objetiva de la base material de la sociedad, quizás lo que conviene en historia no es tanto describir, sea la economía sea la política sea la mentalidad, como explicar relaciones del tenor siguiente: subjetivo/objetivo, mental/material, corta/larga duración, cambio/estructura...

Las fuentes y el método

A diferencia de otras disciplinas históricas, como la historia económica o la historia política, que tienen más o menos sus fuentes específicas, las fuentes de la historia de las mentalidades son todas las fuentes históricas. Incluso la ausencia de fuentes y de datos (lo no-dicho, los silencios cargados de significado) devienen en fuente para el estudio de lo mental colectivo. Siendo relevantes para el historiador de las mentalidades, tanto los testimonios de personas que obtenemos de las fuentes como los hechos de que informan éstas: las acciones humanas, según vimos, son también una fuente para inferir la mentalidad.

Amplitud de fuentes que viene a ser consecuencia de la amplitud de la temática: la subjetividad humana. En realidad la novedad epistemológica que aportan al conocimiento histórico la historia de las mentalidades y la antropología histórica, ¿qué es sino enfocar el pasado desde el punto de vista del actor, desde el "interior"? La cuestión no es sólo en consecuencia descubrir nuevos territorios y fuentes sino también revisar, desde el ángulo subjetivo, los viejos territorios y fuentes de una historia que, recordemos, ha ganado su reconocimiento como ciencia a fuerza de tratar como objetos los hechos y las huellas del pasado. El reto ahora no es otro que tratar científicamente la acción y la visión del sujeto de la historia.

Las fuentes narrativas tradicionales de la historia política no están siendo demasiado utilizadas por los historiadores de las mentalidades, quizás porque el acontecimiento histórico como tal, la corta duración, no es todavía materia habitual de trabajo para indagar la mentalidad50[33]. Las fuentes notariales y judiciales, explotadas principalmente por la historia demográfica, económica y social, empiezan sin embargo a

49[32]

La historia de la vida privada que han dirigido G. Duby y Ph. Ariès, con notable éxito de público, sobre todo en España, es una tentativa en esa dirección.

50[33] Un intento en este sentido es la obra: G. DUBY, El domingo de Bouvines: 24 de julio de 1214, Madrid, 1988

(1ª ed. francesa, 1973).

ser más empleadas por el historiador de las mentalidades, especialmente los procesos51[34] y los testamentos52[35].

Para entender la subjetividad pasada el historiador general precisa también echar mano de las fuentes propias de la historia cultural, mucho menos útiles para el estudio los hechos políticos y socio-económicos. Nos estamos refiriendo a la historia de la literatura, del arte, de la filosofía, de la religión, de la educación y de la ciencia53[36]; subdisciplinas que han nacido del desarrollo diacrónico de áreas del conocimiento cultural que buscan de este modo el origen y la evolución en el tiempo de su objeto.

La convergencia de temas, fuentes y métodos enriquece tanto la historia general como las dichas especialidades históricas54[37]. El redescubrimiento de las fuentes de la cultura erudita por parte del historiador general, tiene lugar al mismo tiempo que se revalorizan objetos y fuentes culturales que antes eran considerados menores (prensa, fotografía55[38], literatura e arte populares, entre otros), o se negaba simplemente que en verdad fuesen fuentes históricas, como es el caso de la cultura oral o de los documentos personales. Fuentes inexploradas que dan lugar incluso a nuevas subdiciplinas, verbigracia, la historia oral56[39].

La ampliación del territorio del historiador a lo mental en general, y a lo imaginario en particular, conduce por consiguiente a un nuevo aprovechamiento heurístico de la obra literaria, doctrinal o artística, y por otro lado esta irrupción del historiador general -formado como historiador social por lo regular- en el campo de la historia cultural aporta a los historiadores de estas subdisciplinas -reafirmando en ocasiones tradiciones anteriores- el enfoque sociológico y psicológico, y también la preocupación por el sujeto colectivo, anónimo, popular.

51[34]

C. GINZBURG, El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero del siglo XVI, Barcelona, 1982 (2ª ed.), (1ª ed. en italiano, 1976); E. LE ROY LADURIE, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Madrid, 1981 (1ª ed. en francés, 1975); N. Z. DAVIS, El regreso de Martín Guerre, Barcelona, 1984 (1ª ed. en francés, 1982); desde un punto de vista crítico, véase P. BURKE, La cultura popular en la Europa moderna, Madrid, 1991, pp. 126 ss. (1ª ed. en inglés, 1978).

52[35] Tipo de documentos utilizados sobre todo para la indagación la religiosidad y de la idea de la muerte.

53[36] En épocas preteridas la historia de la ciencia era inseparable de la historia de las mentalidades; v. gr., B.

VICQUERS, comp., Mentalidades ocultas y científicas en el Renacimiento, Madrid, 1990.

54[37] Por ejemplo, la incorporación del enfoque sociológico a la historia cultural tradicional -dando paso a la nueva

historia sociocultural-; la aplicación de la semántica y de la semiótica a la historia para el estudio de las palabras, etc.

55[38] Gisèle FREUND, La fotografía como documento social, Barcelona, 1976; Bernardo RIEGO, La fotografía

como fuente de la historia contemporánea, Jornadas "La imatge i la recerca historica", Gerona, 1990.

56[39] Ph. JOUTARD, Esas voces que nos llegan del pasado México, 1986; P. THOMPSON, La voz del pasado.

Historia oral, Valencia, 1988.

La perspectiva que se ofrece al historiador de las mentalidades que bucee en las fuentes clásicas de tipo literario, iconográfico57[40] y doctrinal, es inmensa, aunque se va a encontrar conque muchos temas que son nuevos para la historia general son antiguos para los historiadores de la literatura o del arte, existiendo ya una bibliografía, a menudo extensa, al respecto. La rama historiográfica donde, a partir de la renovación que supuso la antropología histórica58[41] y la historia de las mentalidades59[42], la síntesis historia general/historia particular se ha producido tal vez antes y mejor sea la historia de la religión60[43].

Si para el historiador de las mentalidades en principio todas las fuentes son válidas, y aún la novedad de su objeto pone de relieve nuevas fuentes, no ocurre lo mismo con el método y las técnicas a aplicar: para estudiar la subjetividad es, por supuesto, necesario una metodología específica, no llega con el modus operandi general de los historiadores. Lo sorprendente sería lo contrario, ¿acaso la historia social o la historia económica o la historia del arte no tienen su propio método de trabajo? Hay herramientas y enfoques metodológicos de la historia como ciencia social que conciernen a todas sus ramas, pero es la singularidad del objeto de investigación, en este caso la mentalidad, lo que obliga a descubrir y a producir medios singulares de interrogar a las fuentes y de verificar las respuestas que se van obteniendo. Y para sacar conclusiones mentales de un texto, un hecho, un testimonio o una imagen (o de la ausencia de ellos) es menester buscar inspiración en las ciencias sociales más experimentadas en los temas de la psique, esto es, la psicología y la antropología61[44]. De la misma forma que la historia ha colaborado con la geografía, la sociología y la economía para construir el método de la historia social y económica, ha de cooperar con la antropología y la psicología para fabricar las instrumentos que

57[40]

Añadamos las nuevas fuentes audiovisuales (cine, radio, dicos, TV, video y ordenador), que convierten en un privilegiado al investigador de las mentalidades de la historia inmediata.

58[41] Mircea ELIADE, Tratado de historia de las religiones, Madrid, 1981 (1ª ed. en 1964); K. THOMAS, Religion

and the decline of magic, Londres, 1971.

59[42] M. BLOCH, Les Rois thaumaturges (1924), París, 1983; Lucien FEBRVE, Le problème de l'incroyence au

XVIe siècle. La religion de Rabelais (1942), París, 1968.

60[43] La historia de la religiosidad medieval ha dado lugar, por ejemplo, a una importante línea de investigación:

R. MANSELLI, La religión populaire au Moyen Age. Problèmes de mèthode et d'histoire, París-Montreal, 1975; J. C. SCHMITT, La herejía del Santo Lebrel. Guinefort, curandero de niños desde el siglo XIII, Barcelona, 1984 (1ª ed. en francés en 1979(; J. DELUMEAU, Un chemin d'histoire. Chrétienté et christianisation, París, 1981; J. LE GOFF, El nacimiento del purgatorio, Madrid, 1985 (1ª ed. en francés, 1981); A. DUPRONT, Du sacré. Croisades et pelerinages. Images et langages, París, 1987; B. GEREMEK, La piedad y la horca: historia de la miseria y de la caridad en Europa, Madrid, 1989; J. DELUMEAU, L'aveu et le pardon. Les difficultés de la confession (13e -18e siècle), París, 1990.

61[44] La formidable demora de la historia en abordar el estudio de lo mental, no es comparable a las demás

ciencias sociales que ambicionan aprehender totalidades; hablamos de la antropología, pero también de la sociología; sin la convergencia con la sociología no hubieran nacido la psicología social y la antropología social, que no por azar es como se conoce en la actualidad la antropología histórica en los países anglosajones.

permitan el acceso a la subjetividad humana. La historia de las mentalidades es interdisciplinar o no es62[45]. Cierto que el factor tiempo prohibe tratar los hechos históricos, materiales o mentales, como si fuesen actuales63[46], aconsejando la diferencia de objeto el intercambio más que el trasplante, entre la historia y sus disciplinas vecinas64[47]. Siendo conscientes de la importancia capital de sus contribuciones genéticas y diacrónicas, los historiadores debemos aprender de las ciencias sociales que van por delante en la tarea de dar un tratamiento científico a la mentalidad, con el mismo entusiasmo y los buenos resultados con que algunos estudiaron los tratados de geografía, sociología o economía en los tiempos en que arrancaba la nueva historia, sin que ello tenga naturalmente porque implicar dependencia de dichas disciplinas.

Un producto francés

La historiografía de diversos países ha recorrido con diferentes pero convergentes resultados el camino que va de lo objetivo a lo subjetivo. La experiencia renovadora que más influye entre nosotros, positiva y negativamente, es, a que dudarlo, un producto francés: la historia de las mentalidades. La prueba es que, en España, por ese nombre se conoce en el presente la historia de la subjetividad humana en general, las nuevas temáticas de la antropología, la cultura y la psicología aplicadas a la historia. A nosotros nos parece teóricamente mucho más claro denominar historia subjetiva a una constelación de nuevas historias que tienen por objeto al sujeto, distinguiendo en su interior (ni por su origen, materias o métodos, se trata de campos verdaderamente homólogos) cuando menos: la historia de las mentalidades en su sentido más estricto, la antropología histórica, la historia socio-cultural y la psicohistoria. La cuestiónes que, hoy por hoy, estas cuatro denominaciones se utilizan a menudo sinónimamente, tendiendo cada una de ellas a englobar el espacio de las otras. En la misma Francia se entiende la historia de las mentalidades comola gran abarcadora de temas superestructurales; el término más extendido en la historiografía mundial es, por lo demás, el de antropología histórica o social; valiéndose de la cultura en su acepción más amplia, la historia cultural también se usa en ocasiones para designar todo lo subjetivo; en los EE. UU. se identifica con frecuencia la historia de las mentalidades como psicohistoria; etcétera. El peso innegable de las tradiciones nacionales obstaculiza, junto con otras causas, la clarificación y el establecimiento de relaciones de comunidad y de parentesco entre estas líneas paralelas -que se interpenetran- de la investigación subjetiva. Con todo, la historia francesa de las mentalidades ocupa por méritos propios un papel central en la génesis y en la realidad floreciente de una historia

62[45]

El primer objetivo de la interdisciplinaridad se deduce de lo dicho anteriormente: la convergencia entre historia general y las historias especializadas.

63[46] En rigor todos los hechos que analizamos son, de inmediato, hechos pasados, lo que pasa es que la

antigüedad es un dato cualitativo, y la historia está justamente especializada en investigar científicamente la cualidad de lo antiguo.

64[47] I. STENGERS, D'une science à l'autre. Des conceptes nomades, París, 1987.

subjetiva que protagoniza una investigación de vanguardia en distintos países e historiografías, incluyendo las historiografías marxistas65[48].

En su afán por combatir la historia tradicional, descriptiva y événementielle, y por construir una nueva historia explicativa, social y total, Marc Bloch y Lucien Febvre, fundadores en 1929 de la revista Annales, avanzaron dos líneas de investigación, de entrada interconectadas pero que ulteriormente se bifurcaron: la historia económico-social y la historia de las mentalidades66[49]. La primera fue haciéndose predominante en Francia a partir de la II Guerra Mundial, especialmente en los años 60, siendo desplazada de su posición hegemónicas por la historia de las mentalidades a lo largo de los años 7067[50]. De modo que en los 80 asistimos al climáx de una historia de las mentalidades que se expande y contagia a las disciplinas más próximas, perdiendo la noción de mentalidad en definición precisa lo que gana en extensión, en beneficio de una emergente antropología histórica, merced al empuje de la antropología en el conjunto de las ciencias sociales y al peso de las historiografías anglosajonas. El reciclaje de la historia de las mentalidades -que comporta una suerte de segundo impulso- como antropología histórica, durante la década pasada, ha favorecido la homologación francesa con pujantes historiografías, en primer lugar las anglosajonas, resistentes al hegemonismo francés, actualmente demodé, en el mundo intelectual68[51]. Las reservas, cuando no los prejuicios, hacia lo francés no dejan de constituir una moda más.

El "error" francés, cuya rectificación hay que contemplar en el marco del tournat critique en marcha de la historiografía del país vecino, ha sido manifiestamente separar -siguiendo el péndulo- la historia social -y la psicología social- de la historia de las mentalidades, ello ha posibilitado colaboraciones realmente innovadoras con la antropología, el arte, la literatura, y otras disciplinas de lo subjetivo, pero también ha alejado a la nouvelle histoire de la historia total,... y de otras historiografías, entre ellas la española.

65[48]

La investigación del sujeto histórico está, desde hace un tiempo, contribuyendo altamente a renovar una historiografía marxista volcada en una historia objetiva de la base material de la sociedad, necesaria, en su momento, para construir una historia científica pero que se resulta insuficiente, no sólo para la historia como disciplina global, sino también para un marxismo que no se reduzca a un economicismo.

66[49] Nos hemos referido con mayor amplitud a todo ésto en "Historia de las mentalidades, historia social",

Problemas de renovación historiográfica: la historia de las mentalidades, Valladolid, 1989.

67[50] En 1979, en el Institut de Recherches Marxistes, Michel Vovelle testificaba que La historia de las

mentalidades es hoy una causa ganada (...) en Francia al menos, las mentalidades, en tanto que locomotora de la historia, parecen haber destronado la historia económica, y aún la historia social, Ideologías y mentalidades, Barcelona, 1985, p. 86.

68[51] No se puede olvidar que en el mundo de las ideas, la cultura y la comunicación, hemos asistido en los

últimos años a la pérdida por parte de Francia y de París de un rol protagonista (que tiene indiscutiblemente su epicentro en 1968) en beneficio de EE. UU. y de la cultura anglosajona, lo que beneficia asimismo al sector más innovador y progresista de la historiografía norteamericana e inglesa.

El retraso español

Que la puesta al día de la historiografía española, durante los años 60 y 70, haya tenido lugar bajo un régimen político de dictadura, con todas sus implicaciones ideológicas, académicas y de obstáculos a la movilidad, ha retrasado -de manera acumulativa- la conexión de los historiadores españoles con las investigaciones de vanguardia en sus disciplinas, provocando un ritmo historiográfico peculiar. Las innovaciones acaban llegando a España, pero de manera parcial y con una demora evidente (al menos de una década). Así, la historia económico-social se impone, sobre todo en los años 70, entre nosotros, renovando decisivamente la vieja historia69[52], bajo la influencia directa de la escuela de Annales, cuando ya en Francia70[53] ascendía a un primer plano una historia de las mentalidades, que tendía a distanciarse de la historia social de las mentalidades de los años 60 (pensemos en las investigaciones y las reflexiones en esos años de Mandrou, Duby y Le Goff71[54]). Así es como la nueva historia económico-social española se consolida contra la historia de las mentalidades, al margen asimismo de las demás corrientes que en historia y ciencias sociales mantenían o incluso concentraban su interés en el sujeto-hombre y en la superestructura de la sociedad72[55]. ¿Existía otra alternativa? Teóricamente sí, la imperiosidad de investigar la base material de la sociedad, no tenía porque cerrar el acceso a la dimensión subjetiva y cultural de la realidad, cuya investigación -convenzámonos- no tiene porque ser menos científica que la de la economía. En la práctica no ha sido así, tal vez porque la tarea ingente que suponía la superación de la historia tradicional en las condiciones españolas, no permitía una diversificación del esfuerzo innovador. Máxime cuando ello comportaría trabajar en direcciones tan disímiles y difíciles de compatibilizar, incluso hoy, como lo material y lo mental.

Historiadores españoles, con más facilidades para el contacto con el exterior73[56], que entonces pasaba ante todo por Francia, ensayaron el desarrollo de

69[52]

Por fin se abandonaba la historia evenemencial que había predominado desde el final de la guerra civil, Julio VALDEON, "Quince años de historiografía española", Historia 16, nº 181, p. 161.

70[53] Y no sólo en Francia, en 1971 K. Thomas publica Religion and the decline of magic , y en 1963 se había

editado la obra de E. P. Thompson La formación histórica de la clase obrera (publicada en español en 1977); ambas obras representativas del diálogo historia-antropología que, paralelamente, los historiadores ingleses habían iniciado para responder a preguntas bastante parecidas a las que dieron origen a la historia de las mentalidades en Francia.

71[54] R. MANDROU, Introduction à la France moderne, 1500-1640, París, 1961; R. MANDROU, "L'histoire des

mentalités", Enciclopedia Universalis, tomo VIII, 1968; G. DUBY, "Histoire des mentalités", L'histoire et ses méthodes,París, 1961; J. LE GOFF, La civilisation de l'Occident médiéval, París, 1964.

72[55] Por ejemplo, la historia social inglesa (de cuya inclinación antropológica ya hemos hablado), y la Escuela de

Frankfurt.

73[56] Los dos autores que vamos a citar no vivían en ese momento en España.

una historia social que fuese a la vez historia de las mentalidades, pero no fueron seguidos, ni siquiera en cuanto a aceptación de la historia de las mentalidades como un campo útil y necesario para la investigación global del pasado. Reyna Pastor, en 1966, publica en francés un trabajo que siete años después alcanza cierta difusión en español, Diego Gelmírez: una mentalidad al día74[57], que quería ser "un ensayo de análisis interdisciplinario que permitirá el conocimiento de ciertas 'actitudes mentales"75[58]. En el mismo año, 1973, Manuel Tuñón de Lara -siguiendo a Labrousse, Mandrou y Duby-, incluye en su Metodología de la historia social de Españaun capítulo que dice: "De la historia social a la historia de las mentalidades sociales: posibles fuentes y métodos de conocimiento"76[59]. Sin embargo, dos años después, salvo Antonio Elorza77[60], ninguno los historiadores que escriben sobre metodología en el Boletín Informativo de la Fundación Juan March, promueven la historia de las mentalidades como vía válida para la nueva historia española, a pesar de las invocaciones a Annales que se hacen en las aportaciones más novedosas de lo que después se editó como Once ensayos sobre la historia (1976), sin duda la contribución colectiva más sugestiva en aquellos tiempos sobre renovación metodológica hecha por historiadores en España78[61].

El problema de la recepción de Annales en la historiografía española de los 70 es su parcialidad. Faltó la preocupación por la historia total, clave para entender no sólo Annales sino también un materialismo histórico evolucionado, que contemple y entrelazca todos los niveles de la realidad, integrando el factor subjetivo, humano, en la historia.

En 1970 una editorial publicaba en Barcelona Combats pour l'histoire de Lucien Febvre, pero significativamente faltaban dos artículos, que aún siguen inéditos en español, presentes en la versión francesa (1953): Une vue d'ensemble. Histoire et

74[57]

Editado junto otros artículos de historia social y económica, Conflictos sociales y estancamiento económico en la España medieval, Barcelona, 1973, pp. 104-131; en este artículo se aborda también desde posiciones nuevas el género biográfico, hecho bastante insólito y audaz en la historiografía marxista de los 60.

75[58] ídem, p. 108.

76[59] Recientemente, Tuñón ha citado como concreciones posteriores de esta línea de investigación los trabajos

publicados en Historia 16 (1977) de Carmen García Gaite y María Cruz Seone sobre los esfuerzos del franquismo por buscar una tradición, y de Luis Alonso Tejada sobre la represión sexual bajo el franquismo, "Por una historia de Historia 16", Historia 16, nº 181, 1991, p. 166.

77[60] Que comienza su artículo sobre las ideologías política y su historia citando la Metodología de Tuñón de

Lara, Once ensayos sobre la historia, Madrid, 1976, 71-77.

78[61] Sobre la situación posterior, Julio Valdeón escribe: La historiografía española de los últimos quince

años refleja, desde otro punto de vista, una notable pobreza teórica y metodológica. Sin duda en estos campos la contribución española nunca ha sido muy destacada, loc. cit., p. 163; sobra decir que esta despreocupación de los historiadores con la teoría y la metodología está también en la base de las dificultades para la asimilación y la producción de innovaciones.

psychologie, y La sensibilité et l'histoire. Comment reconstituer la vie affective d'autrefois? Una explicación podría ser decir, y se dice, que Febvre tuvo una acogida menos favorable en nuestro país que el otro, y más fundamental y más próximo al materialismo histórico, fundador de la nueva historia francesa, Marc Bloch, pero el caso es que La société féodale (1939) tampoco se ha publicado en español...hasta 1986; de haberse editado 10 o 15 años antes no hubiera dejando de inspirar la renovada historiografía española esa interrelación de "condiciones de vida y atmósfera mental" que ensaya Bloch en esa síntesis maestra de una estructura social. En este contexto de lectura incompleta de las enseñanzas de Annales, por parte de nuestra mejor historiografía (marxista y no marxista), se comprende mejor que la primera gran obra de Bloch, estudio de una creencia colectiva, Les Rois thaumaturges (1924) no se haya traducido al castellano hasta este momento79[62], y que, en otro orden de cosas, la descalificación global de la historia de las mentalidades a la francesa80[63] haya supuesto la minusvaloración, e incluso el desconocimiento o la marginación, de una línea de historia social de las mentalidades que, originada en Marc Bloch y Georges Lefebvre en el período entreguerras, fue retomada por Robert Mandrou, Georges Duby, Jacques Le Goff en los años 60, y continuada posteriormente por Michel Vovelle, Maurice Agulhon y muchos otros. La edición en 1985 (Barcelona) de Idéologies et mentalités (1982) de Michel Vovelle, conjunto de ensayos de valor metodológico inestimable -sobre todo para el historiador próximo al marxismo-, y otras aportaciones quizás menos divulgadas81[64], preparan las condiciones para lo que Julio Valdeón ha llamado "la irrupción de la denominada historia de las mentalidades"82[65], cuya presencia en conferencias, seminarios, lecturas de tesinas y tesis, y en algunas publicaciones, empieza a notarse seriamente de 1988 en adelante83[66]: quince años después de aquel primer planteamiento animador de Tuñón de Lara, la historia de mentalidades está dejando de ir a contracorriente. Este retraso, que es consecuencia del habido anteriormente en la recepción de la historia económico-social84[67], tiene sus inconvenientes pero también sus ventajas. 79[62]

Fondo de Cultura Económica ha anunciado su próxima publicación en México; sobre la génesis y el valor de esta investigación, véase el prólogo de Jacques Le Goff a la tercera edición en francés (1983) y François DOSSE, La historia en migajas, Valencia, 1989, pp. 89-92.

80[63] Cajón de sastre donde entran justos y pecadores, críticas que el tiempo a demostrado ser correctas y

excesos hipercríticos que rayan en el simple prejuicio.

81[64] Como la ponencia de Bartolomé Bennassar, "Historia de las mentalidades", en las III Conversaciones

Internacionales de Historia sobre La historiografía en Occidente desde 1945, pubicadas en Pamplona, 1985.

82[65] "Quince años de historiografía española", Historia 16, nº 181, 1991, p. 162.

83[66] Se podrá ver por ejemplo ordenando cronológicamente históricas sobre la muerte en nuestro país.

84[67] Un nuevo campo de investigación se impone en la medida que el anterior aparece suficientemente

trabajado; esta tendencia, y la búsqueda de la novedad -que produce la innovación, consustancial con la ciencia, pero también con la moda-, produce el sabido efecto pendular que hay que contrarrestar con energía y fundamentación teórica.

Inconvenientes y ventajas de un apogeo tardío

Inconvenientes del retardo de la historiografía española en investigar la historia desde la subjetividad. En primer lugar, cierta desconexión -y deficiente asimilación- con la última historiografía extranjera, no sólo con la francesa, camino acostumbrado de entrada de la innovación historiográfica en España. Lo que se ha rechazado como producto francés, como historia de las mentalidades, ha entrado en nuestro país como antropología histórica inglesa, como historia cultural americana o inclusive como microhistoria italiana, aunque también con su propio retraso85[68]. Un caso notorio es el de The great cat massacre (1984) del historiador norteamericano Robert Darnton, colección de artículos sobre actitudes y creencias en la Francia del siglo XVIII86[69], que habiendo alcanzado un gran éxito de público en USA y en Francia, y desatado además la polémica entre historiadores de varios países, pasó bastante desapercibido en España, pese a haber sido traducido y editado desde Latinoamérica en el año 1987. Una consecuencia de la desconexión internacional y, consiguientemente, de una difícil homologación con algunas investigaciones ajenas a los temas y métodos habituales en nuestro país.

Resulta imposible una auténtica tradición historiográfica sin estar al día con espíritu abierto -es decir, científico- de los avances, las influencias y las discusiones que tienen lugar en otras historiografías87[70]. Todo discurso sobre la interdisciplinaridad carece de sentido si, simultáneamente, no se mantienen, refuerzan y diversifican las relaciones internacionales: con un espíritu abiertamente crítico pero también autocrítico. Ciertamente, "en España no ha surgido ninguna corriente historiográfica original en lo

85[68]

Ignacio Olabarri anotaba justamente, en 1984, que la antropología inglesa ha influido en España, desgraciadamente, demasiado poco, La historiografía en Occidente desde 1945, p. 125; como muestras tenemos la no traducción del libro de Keith Thomas (Religion and the decline of magic, 1971), autor del cual se acaba de publicar un importante ensayo de 1963 ("Historia y antropología", Historia Social, nº 3, 1989), y la tardía (Madrid, 1991) traducción del libro de Peter Burke, Popular Culture in Early Modern Europe (1978); sin embargo, los libros de Carlo Ginzburg -El queso y los gusanos (1976), Barcelona, 1981- y de Giovanni Levi -La herencia inmaterial (1985), Madrid, 1991-, han tenido mejor fortuna; el carácter eminentemente social de la microhistoria italiana garantiza tal vez una mayor comprensión y acogida en nuestra historiografía, prueba de ello es el Coloquio Internacional de Historia Local de Valencia, celebrado en 1988 (L'espai viscut, Valencia, 1989).

86[69] El propio Darnton ubica metodológicamente su libro: la investigación recorre el territorio inexplorado

que en Francia se denominó l'histoire des mentalités. Este campo aún no tiene nombre en inglés, pero sencillamente podría llamarse historia cultural, porque trata nuestra civilización de la misma manera como los antropólogos estudian las culturas extranjeras. Es historia con espíritu etnográfico, La gran masacre de gatos y otros ensayos en la historia de la cultura francesa, México, 1987, p. 11; la cita ilustra lo que más arriba dijimos acerca de la sinonimia entre historia de las mentalidades, historia cultural y antropología histórica.

87[70] Es preciso reconocer el papel activo que, en este sentido, están jugando las revistas de historia de Cataluña

y del País Valenciano: L'Avenç, Manuscrits, Debats, Historia Social y Revista d'Història Medieval.

que va de siglo"88[71]. ¿Por qué? Además de la consabida indigencia teórica de nuestra historiografía, por la incapacidad para sostener una relación suficiente, creadora y constructiva con la producción exterior89[72].

La historia que estamos bautizando como subjetiva, bajo sus distintas formas, es desde hace un tiempo la locomotora de la historia para muchos historiadores, y reune hoy, en nuestra opinión, unas tendencias seriamente innovadoras de la historiografía mundial90[73], llegando cada país al mismo sitio -o mejor dicho, a un sitio parecido-por vías originales pero paralelas. Hay que preguntarse si no es demasiado costoso y teóricamente inexplicable91[74] permanecer al margen de un frente historiográfico que está configurando decisivamente la labor de los historiadores en un próximo futuro.

Una ventaja de la tardía incorporación de España a este conjunto de líneas de investigación92[75], es el amplio abanico de nuevas posibilidades que se ofrecen al investigador español, en comparación con las existentes hace 10 ó 15 años, tanto en el terreno de la historia de las mentalidades como de la antropología histórica, de la nueva historia cultural o de la psicología social histórica en ciernes93[76]. Ahora bien, en cuanto a temas de investigación subjetiva la primera tarea es no confundir unos con otros94[77]. Unos son específicos de la antropología histórica: familia, matrimonio, 88[71]

Santos JULIA, Historia social/sociología histórica, Madrid, 1989, p. VIII; lo que no excluye valorar en sus justos términos el que se pusieran los cimientos de una historiografía que se pudiera reclamar del siglo XX.

89[72] somos muy rápidos, muy a menudo esquemáticos y no raramente ignorantes en la crítica de lo que

otros hacen, y tendemos a superar, antes de prácticarlas, corrientes que en otros países, otras comunidades académicas, han dado resultados apreciables. Pero esa crítica acerada se compadece mal con nuestra propia capacidad de arriesgar la marcha por nuevos caminos, íbidem.

90[73] Sería una torpeza tacharlas de simples modas, sin profundizar más, la propia historia francesa de las

mentalidades tiene una historia demasiado prolongada para ser (des)calificada de episodio efímero, se trata realmente de movimientos profundos de la historiografía, de la mentalidad y de la sociedad finisecular, que además están de moda, como lo estuvo por causas parecidas la historia económico-social hace 20 años.

91[74] Las corrientes historiográficas se distinguen cada vez menos por los temas que investigan, así tenemos que

la historia económico-social hace mucho que es una disciplina compartida por historiadores de todas las concepciones, e historiadores marxistas han jugado un rol capital en el despegue de la historia francesa de las mentalidades y de la antropología histórica inglesa.

92[75] Emparentadas con el retorno de géneros tradicionales -enfocados en el mejor de los casos con una

metodologia renovada- como la historia biográfica, narrativa, política y acontecimental, por un lado, y con la emergencia de nuevos sujetos históricos como las mujeres, el niño, la vejez; vertientes todas ellas de la inclinación general a una historia subjetiva, que aquí estamos abordando en su sentido más estricto, esto es, psicológico y cultural.

93[76] K. J. GERGEN, M. M. GERGEN, eds., Historical Social Psychology, Hillsdale, 1984.

94[77] De hecho están entremezclados, parte de ellos son comunes a varias áreas de conocimiento, y es hasta

conveniente yuxtaponer enfoques distintos, pero la realidad es que casi todos los temas de la subjetividad han sido desarrollados por una disciplina más que por otra.

sexualidad, vida cotidiana o privada, fiesta, cuerpo, gestos, alimentación, enfermedad, ritual, mito, leyenda, tradición oral, brujería, cultura popular. Otros lo son de la historia cultural: lectura, alfabetización, educación, filosofía, arte, literatura, ciencia. Siendo como más cercanos a nuestra tradición historiográfica los temas socio-psicológicos de la historia de las mentalidades: desde los modelos de comportamiento hasta las representaciones sociales, pasando por las prácticas, las actitudes, los valores y las creencias colectivas, nociones que aplicadas a las estructuras mentales y a los procesos de cambio de mentalidades están dando pie a productivas líneas de investigación. El tema más estudiado en España de esta nueva historia pertenece más bien a este tercer apartado, la actitud ante la muerte, que ya había actuado como tema estrella en la década anterior en Francia, en los comienzos de la historia de las mentalidades, ligado al estudio reposado de la larga duración, en ocasiones pero no siempre fuera de un contexto social y temporal definido.

La muerte como tema historiográfico, lanzado en el año 1941 por Lucien Febvre en Annales, en plena II Guerra Mundial, cuando la revista trataba de sobrevivir bajo el nuevo régimen -sin Bloch, que pasó durante la ocupación a la clandestinidad- , es retomado en 1948 por un demógrafo, Philippe Ariès, en Histoire des populations françaises et de leurs attitudes devant la vie depuis le XVIIIe siècle, y en 1952 por Alberto Tenenti, a partir de las fuentes iconográficas, en La vie et la mort à travers l'art du XVe siècle. Philippe Ariès en 1977 estudia monográficamente el tema en L'homme devant la mort, cuatro años después de que Michel Vovelle subtitulara, en 1973, Les attitudes devant la mort d'après las clauses des testaments, su libro sobre la piedad barroca y descristianización en Provence en el siglo XVIII95[78]. Pierre Chaunu y su equipo, a su vez, se unen al carro y publican en 1978 La mort à Paris, XVIe, XVIIe et XVIIIe siècle.

Un rasgo común de estas investigaciones de los 70 es el abandono del tema de la vida por el tema de la muerte, cuando los dos estaban presentes en los trabajos pioneros de postguerra de Ariès y Tenenti. Preferencia que refleja el distanciamiento de la historia social y económica por parte de la historia de las mentalidades conforme la va reemplazando. La muerte como objeto de indagación histórica participa ciertamente de una ambigüedad productiva que ha auxiliado a la historia de las mentalidades en su ascensión en Francia, si bien hay que decir en nuestro país alienta el enfoque de la "historia de la muerte como una variable de la explicación social", como una historia "de la vida social, desde el punto de vista en que ésta es condicionada, explicada por la idea de la muerte"96[79].

95[78]

Michel Vovelle publica más adelante una obra de conjunto: La mort et l'Occident de 1300 à nos jours, París, 1982.

96[79] E. PORTELA, M. C. PALLARES, "Muerte y sociedad en la Galicia medieval (siglos XII-XIV)", Anuario de

Estudios Medievales, 15, Barcelona, 1985, pp. 189-190.

El estudio de las actitudes hacia la muerte circula en Francia de los modernistas a los medievalistas97[80], dejando paso a principios de los años 80 a otros temas: principia entonces su penetración en España (con la subsiguiente década de retraso98[81]) como punta de lanza de la historia francesa de las mentalidades en la investigación de la Edad Moderna99[82], de la Edad Media100[83], y, últimamente, de la Edad Contemporánea101[84].

El balance historiográfico sobre estos años de historia de la muerte en España no puede ser más que positivo, pese a que todavía no haya dado todos sus frutos. Además de su función introductoria de la historia de las mentalidades en la década pasada, la indagación de las actitudes y representaciones de la muerte ha conseguido ya una colaboración interdisciplinar con historiadores del arte, la literatura y la religión, evitando asimismo en general ese "doble riesgo de la atemporalidad y la superficialidad"102[85].

Pero, con todo, se trata de un resultado limitado: la historia de la muerte no ha dejado de ser un tema secundario, aislado, de nuestra historiografía reciente. Ahora, el

97[80]

En 1975 se celebra el coloquio La mort au Moyen Age, Istra, 1977.

98[81] Hay un esfuerzo de los hispanistas franceses desde los años 70 por investigar la historia de las

mentalidades españolas, que en lo inmediato -como todos los demás intentos introductorios del nuevo campo de investigación- no cuaja; algunos ejemplos: B. BENNASSAR, L'homme espagnol. Attitudes et mentalités du XVIe au XIXe siècles, París, 1975; Les mentalités dans la Péninsule Ibérique et en Amérique Latine au XVIe et XVIIe siècles. Histoire et problématique, XIII congreso de la Société des Hispanistes Français de l'Enseignement Supérieur (1977), París, 1978; A. RUCQUOI, "Le Corps et la Mort en Castille aux XIVe et XVe siècles", Razo, nº 2, 1981.

99[82] B. BARREIRO, "El sentido religioso del hombre ante la muerte en la Antiguo Régimen. Un estudio sobre

Archivos parroquiales y testamentos notariales", I Jornadas de Metodología Aplicada de las Ciencias Históricas(1973), Santiago, V, 1975; O. REY CASTELAO, "El clero urbano compostelano a fines del siglo XVII: mentalidades y hábitos culturales", La Historia Social de Galicia en sus fuentes de protocolos, Santiago, 1981; R. GARCIA CARCEL, "La muerte en la Barcelona del Antiguo Régimen. (Aproximación metodológica)", II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada, Santiago, 1984; R. L. LOPEZ, Oviedo: muerte y religiosidad en el siglo XVIII. (Un estudio de mentalidades colectivas), Oviedo, 1985; M. MOYA, M. ARMENGOL, "La consciència de la mort: la seguretat dels testaments", L'Avenç, nº 78, 1985; F. J. LORENZO PINAR, Actitudes religiosas ante la muerte en Zamora en el siglo XVI: Un estudio de mentalidades, Zamora, 1989; F. MARTINEZ GIL, Muerte y sociedad en la España de los Austrias, Madrid, Universidad Complutense, tesis doctoral, 1990.

100[83] E. PORTELA, M. C. PALLARES, "Muerte y sociedad en la Galicia medieval (siglos XII-XIV)", Anuario de

Estudios Medievales, 15, Barcelona, 1985; A. ARRANZ, "La reflexión sobre la muerte en el Medievo hispánico. ¿Continuidad o ruptura?", En la España medieval V, I, Madrid, 1986; E. MITRE FERNANDEZ, E., La muerte vencida: imágenes e historia en el Occidente medieval (1200-1348), Madrid, 1988; E. PORTELA, M. NUÑEZ, coords., La idea y el sentimiento de la muerte en la historia y en el arte de la Edad Media, Santiago, 1988; M. A. MARTIN, I. BAZAN, "La idea de la muerte renacentista a través de los sepulcros de la Iglesia de San Pedro de Vitoria", Congreso de filosofía, ética y religión, Vitoria, 1988; A. GUIANCE, Muertes medievales, mentalidades medievales. Un estado de la cuestión sobre la historia de la muerte en la Edad Media, Buenos Aires, 1989.

101[84] J. A. VAQUERO IGLESIAS, Muerte y ideología en Asturias (siglo XIX), Universidad de Oviedo, tesis

doctoral, 1989.

102[85] E. PORTELA, M. C. PALLARES, loc. cit., p. 190.

auge de la historia de las mentalidades desde finales de los 80, ha traído consigo una benéfica multiplicación temática, y en algunos casos el acortamiento del desfase temporal con la historiografía foránea. Otros objetos de investigación mental y psicológica ganan espacio historiográfico en nuestro país: imagen del rey; justicia, criminalidad y violencia; conflictos y revueltas; caballeros y clérigos; tiempo; espacio... A los que hay que sumar los propios de la antropología histórica: familia, cultura popular, tradición oral, enfermedad, fiesta, alimentación, sexualidad, infancia, vida cotidiana y religiosidad popular. Sin olvidar la renovación metodológica de la historia cultural y sus temas. Todo indica que en la década de los 90 vamos a vivir la generalización y -es de desear- la consolidación de estas nuevas historias de la subjetividad.

Otro síntoma, indirecto pero significativo, de este apogeo de la historia de las mentalidades en España es el (re)descubrimiento por parte de la psicología y de la antropología de la noción de mentalidad como objeto de estudio, lo que crea pre-condiciones para un diálogo inexcusable de la historia con dichas disciplinas al objeto de hacer avanzar una temática de investigación que, no lo olvidemos, tiene como pilar básico de su metodología la interdisciplinaridad. La verdad es que la apertura de estas ciencias de la subjetividad hacia la historia, no encuentra fácil correspondencia entre los historiadores, hasta el momento alejados, salvo excepciones, de las materias de investigación de la antropología y más aún de la psicología, llegándose al extremo de negar en la práctica estatus científico a la investigación de la psique y de otras actividades humanas como los sentimientos, el sexo o los grupos de edad. ¿Cómo se puede entender que estos temas sean importantes para el conocimiento científico de las sociedades actuales o primitivas, y no lo sean para las sociedades históricas? Otra cuestión es cómo compatibilizar, y sintetizar, los nuevos con los viejos enfoques, para muchos está por ver la productividad de los nuevos temas y métodos a la hora de explicar la historia, dubitación que pierde su legitimidad y efectividad cuando se encasillan a priori, apresurada y globalmente, tal o cual tema de la antropología o de la psicología en el campo de una historia frívola, infradivulgativa...

Sin la alianza interdisciplinar de la historia con la psicología y la antropología no es viable una renovación historiográfica que tenga por base -no única- la historia de las mentalidades, no es otra la experiencia de las historiografías, en este orden, más avanzadas. Veamos los pronunciamientos españoles a que hicimos referencia antes. José Luis Pinillos enlaza la historia de las mentalidades de Annales, y la psicohistoria americana, con la preocupación de la filosofía alemana por la psicología de los pueblos, y anima a los psicólogos de hoy -cognitivos- a considerar la historicidad de las mentalidades colectivas que "poseen un espesor, una profundidad histórica y no son puramente actuales", valora autocríticamente que "la hegemonía de un modelo epistemológico inspirado en la ciencia natural del siglo pasado (...) ha dificultado quizá la debida incorporación a la psicología científica de un ingrediente del comportamiento humano tan importante com es de hecho la mentalidad dominante en un momento dado", y termina por plantear la investigación de la mentalidad global como vía de renovación para la psicología española: "Honestamente creemos que la psicología debe esforzarse por abordar la cuestión, actualizando sus planteamientos. El momento es

propicio para ello"103[86]. Por su lado, Julio Caro Baroja en el homenaje de la Universidad de Barcelona a Antonio Domínguez Ortiz, habla Sobre el estudio histórico de las llamadas mentalidades en una dirección bastante parecida a la del psicólogo Pinillos, partiendo de la antropología y de su propia obra104[87], llama la atención sobre el estudio de las mentalidades globales y esboza asimismo una clasificación según los ámbitos o los sujetos, tomando por mentalidad "la diversidad de lo pensado en una misma lengua"105[88].

Conclusión

Las tentativas individuales de historiadores españoles de abrir paso, hace 20 ó 10 años, a la historia de las mentalidades fracasaron, desafortunadamente, a plazo corto. No pocos de ellos volvieron a la historia económico-social -cuya madurez y calidad es reconocida internacionalmente-, o, en el mejor de los casos, buscaron la innovación en terrenos antropológicos de entrada menos conflictivos (cultura popular, familia, oralidad), quizás más alejados de la denostada historia francesa de las mentalidades o más cercanos a la historia social inglesa o italiana, y por tanto a nuestra última tradición historiográfica. Ahora bien, ¿no está cambiando el viento de dirección? Vimos como la presente irrupción de las mentalidades supone un descubrimiento acelerado de nuevos territorios de la investigación. ¿Adónde nos puede llevar una eclosión más que previble de todas estas novedades? Tanto puede valer para trivializar y fragmentar el oficio de historiador como para renovar la historia que se hace en España. Y hasta es factible de que, inicialmente, sirva simultáneamente para las dos cosas.

La dispersión temática y metodológica de la historia es hoy por hoy un problema generalizado, en parte consecuencia del crecimiento y de la especialización, cuyo antídoto no es obviamente retroceder un discurso historiográfico monocorde, limitado en sus temas y encerrado sobre sí mismo, sino conservar el vigente y necesario concepto de una historia total de la sociedad, alternando síntesis con análisis, pactando con las disciplinas vecinas sin por ello diluir el papel de la historia y renunciar a su aportación clave en el conjunto de las ciencias sociales. Junto con el peligro evidente de eclecticismo ante la proliferación de temas y métodos, y la relativización de las teorías, urge también contemplar el riesgo inmovilista de colocar bajo sospecha los intentos de renovar nuestra historiografía, que no siempre van a ser acertados. El quid de la cuestión está en contrarrestar la tendencia pendular ocupando los nuevos territorios de

103[86]

"El problema de las mentalidades", Creencias, actitudes y valores, Tratado de Psicología General, nº 7, Madrid, 1989, p. 467.

104[87] Cita en concreto: Las formas complejas de la vida religiosa. (Religión, sociedad y carácter en la España de

los siglos XVI y XVII), Madrid, 1978, precedente inexcusable para la historia de la religiosidad moderna, y para otros temas como la muerte (utilizando fuentes narrativas), la marginalidad (representación colectiva del pobre), etc.; una experiencia reciente de cooperación antropólogos-historiadores, Religiosidad popular, 3 vol., Madrid, 1989.

105[88] Reflexiones nuevas sobre viejos temas, Madrid, 1990, p. 72.

la investigación sin renunciar a los viejos, la innovación que perdura es aquella que debe menos a la moda, porque se impone científicamemente, esto es, conservando todo lo que es válido de los paradigmas anteriores, dicho metafóricamente: echando el agua sucia de la bañera pero dejando al niño dentro.

La gran ventaja del retraso español reside en que se está aprendiendo en cabeza ajena. La historia de las mentalidades resulta viable como factor de renovación en la medida en que aparezca vinculada a la historia social, esto es, siempre y cuando nos aproxime a la meta antedicha de una historia total, entendida ésta como articulación compleja y no como simple adición de los diversos niveles de la realidad. Constituyendo la historia social la parte más sólida de nuestra reciente historiografía, el primer objetivo del historiador de las mentalidades es pues completar la investigación social anterior analizando su dimensión psicológica, cultural, antropológica, y planteando desde otro punto de vista nuevas preguntas y nuevas respuestas. La originalidad española de una línea de investigación sobre mentalidades colectivas está entonces, según nuestro criterio, en una historia social de las mentalidades, que no tiene porque comportar el abandono de la indagación de cualquier aspecto de la actividad humana en el pasado que pueda contribuir, desde la primera instancia, directa o indirectamente, a explicar una historia que el hombre como sujeto indudablemente produce: pero en unas condiciones objetivas, ante todo materiales, con las cuales establece una relación dialéctica (más fácil de enunciar que de encontrar en los hechos). Una historia social de las mentalidades que tienda a la historia total. Una historia social de las mentalidades que sabe que no es más, ni menos, que la parte subjetiva de la historia.

Lección 5. Qué es microhistoria.

¿QUÉ ES MICROHISTORIA ? SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA. http://www.tepatoken.com/html/artes/microhistoria.htm

En un artículo de Carlo Ginzburg Microhistoria : dos o tres cosas que sé de ella, este autor traza una breve semblanza del término microhistoria y de la implicación en su obra. El primero en utilizar la palabra “microhistoria” fue un estudioso americano George R. Stewart, en 1959, profesor de la Universidad de Berkeley posee una amplia bibliografía y en una conferencia sostuvo que para interpretar un texto literario es necesario, en primer lugar, descifrar las referencias ambientales que contiene. Esta pasión por el detalle microscópico inspiró su libro Pickett’s Charge. A Microhistory of the final Attackat Gettysburg, July 3, 1863 (1959), donde analiza minuciosamente la batalla decisiva de la guerra civil americana. En 1968 el mejicano Luis González y González insertó la palabra “microhistoria” en el subtítulo de su libro Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de gracia. En este libro se investigan las transformaciones producidas a lo largo de cuatro siglos en un pueblo minúsculo, siendo microhistoria aquí sinónimo de historia local, escrita desde una óptica cualitativa y no cuantitativa. El éxito del libro le animó a teorizar sobre la nueva corriente en dos ensayos El arte de la microhistoria, y Teoría de la microhistoria incluídas en dos colecciones llamadas Invitación a la microhistoria (1973) y Nueva invitación a la

microhistoria (1982). Distinguía la microhistoria de la petite histoire, anecdótica y sin crédito. Además González y González recordaba que la palabra microhistoria aparecía ya en 1958 en la introducción de Braudel al Traité de sociologie dirigido por Georges Gurvitchpero sin significación concreta, reconocida. En realidad para Braudel “microhistoire” tenía un significado negativo, era sinónimo de “histoire événementielle”, es decir, de la historia tradicional, identificada con la historia política desde los tiempos de su Mediterráneo escrito diez años antes (1949). La microhistoria permanecía condenada, palabra calcada de microeconomía y microsociología, permanecía en una aureola tecnicista como se ve en la obra de Raymond Queneau Les Fleurs bleues. La primera vez que aparece microstoria en italiano fue en el capítulo de Primo Levi que cierra Il sistema periodico en 1975 poco después entró en el léxico historiográfico italiano perdiendo su originaria connotación negativa, en el origen del cambio semántico estaba posiblemente Giovanni Levi que habla de “Microhistoria” en lugar del “Microanálisis” utilizado por Edoardo Grendi. En el transcurso de los años setenta y ochenta la historia de las mentalidades a la que Braudel atribuía una importancia marginal ha conseguido, a menudo bajo el nombre de anthropologie historique, un peso cada vez mayor.

Histoire et Ethnologie de Furet y Le Goff muestran como la historia etnográfica se propone romper con la historiografía tradicional en el sentido de que aquí los caminos de historia serial y microhistoria se separan; una separación intelectual y política. Seleccionar lo que es repetitivo y serializarlo es algo que en la historia antigua es imposible y en la medieval muy difícil, en el plano temático de historia de las ideas ehistoria política también escapan por definición a este tipo de investigación. Pero el límite más grave estaría en el estudio de los comportamientos de roles económicos o socioculturales, ya que en cualquier sociedad la documentación está intrínsecamente distorsionada ya que las condiciones de acceso a su producción están ligadas a una situación de poder y además se anula la particularidad o excepcionalidad de la documentación existente en beneficio de lo homogéneo y comparable. Aunque es innegable que el conocimiento histórico implique la construcción de series documentales. También es importante el significado de “microhistoria” en la reflexión de Krakauer donde microhistoria es sinónimo de investigación monográfica, lo compara con el primer plano cinematográfico introduciendo nuevos elementos. Sin embargo Krakauer admitía que existían fenómenos observables solamente a través de una perspectiva macroscópica, lo que significa que la relación entre macro y microhistoria no se da por realizada y sin embargo se la persigue. Krakauer propone como mejor solución la que da Marc Bloch en Société féodale donde Bloch hace un continuo ir y venir entre micro y macrohistoria. Krakauer concluye que la realidad es discontinua y heterogénea por lo que ninguna conclusión alcanzada en referencia a un determinado ámbito puede ser trasladada automáticamente a un ámbito más general. Para Ginzburg esta reflexión sobre microhistoria son su mejor introducción. Ankersmit estudioso holandés de la teoría de la historiografía en su libro History and Theory de 1989 señala que en el pasado los historiadores se ocupaban del tronco del árbol o de las ramas, sus sucesores postmodernos se ocupan únicamente de las hojas,

o sea de fragmentos minúsculos del pasado que investigan de forma aislada, independientemente del contexto más o menos amplio del que forman parte. Giovanni Levi y Carlo Ginzburg han polemizado contra las posiciones relativistas -como la de Ankersmit-, para Ginzburg el acercamiento experimental que ha cristalizado a fines de los años setenta en el grupo de los estudiosos italianos de microhistoria se basaba en la sutil conciencia de que todas las fases que sigue la investigación son construidas y no dadas, construyéndose desde la identificación del objeto y su importancia, la elaboración de las categorías mediante las que se analiza, los criterios de prueba, hasta los modelos estilísticos y narrativos a través de los cuales se transmiten al lector los resultados obtenidos. Las investigaciones microhistóricas italianas han examinado tanto temas de importancia reconocida como temas anteriormente ignorados o relegados a ámbitos considerados inferiores como la historia local. Lo que une estas investigaciones es la insistencia sobre el contexto, es decir, exactamente al contrario de la contemplación aislada del fragmento elogiada por Ankersmit.¿Por qué se escoge un lugar y no otro? cada caso tiene una explicación pero las investigaciones microhistóricas italianas han afrontado la cuestión de la comparación en clave de la anomalía, suponiendo como potencialmente más reca la documentación más improbable la “excepción normal” de Grendi. Como han señalado Levi o Cerutti cada configuración social es producto de la interacción de innumerables estrategias individuales, son una trama que sólo la observación cercana permite reconstruir. La relación entre esta dimensión microscópica y la dimensión contextual se ha convertido en el principio organizador de la narración, esta heterogeneidad constituye la máxima dificultad y la máxima riqueza potencial de la microhistoria. A pesar del éxito internacional alcanzado por la Escuela, no contamos con ningún texto teórico que defina el paradigma bajo el cual se han amparado las investigaciones microhistóricas muy distintas y de desigual valor. La microhistoria italiana, como ejemplo paradigmático y central de esta corriente, no sigue una trayectoria similar a la de por ejemplo la Escuela de Annales con sus casos de absorción de poder. Hay que atribuir parte del éxito internacional a un factor azaroso que es el de la cualidad personal de algunos microhistoriadores que son excelentes escritores, y sus obras son ejemplo de sabiduría narrativa como por ejemplo el caso de Carlo Ginzburg que luego analizaremos. Además otra característica es que los lectores pueden reconocer los avances e identificar a los protagonistas de la corriente, como por ejemplo al editor Einaudi y su colección “Microstorie”. Están relacionados con el ambiente de la Italia de la postguerra, siendo la editorial el baluarte cultural de la izquierda resistente frente al fascismo, editorial producto de la colaboración de Leone y Natalia Ginzburg -padres de Carlo-, de Cesare Pavese e Italo Calvino además del mencionado Giulio Einaudi. Eran años de resistencia política y de inquietud intelectual, años de riesgo y de extrema crueldad. En aquella época la persona que guardó los valores y la continuidad de la empresa fue Natalia Ginzburg. Varias décadas después la editorial se ha renovado incorporando a prestigiosas figuras que iremos recogiendo. En los años sesenta inaguraron grandes obras como la “Storia d’Italia”, “Enciclopedia”, etc. pero fue donde encontró su colección específica “Microstorie” a principios de los ochenta y dirigida por Carlo Ginzburg y Giovanni Levi. En general se tiende a identificar la microhistoria con Carlo Ginzburg, esto es razonable internacionalmente ya que lo que más se ha divulgado internacionalmente es lo que se

llama el “paradigma indiciario” que sigue el modelo de interpretación conjetural y que ha ahondado las confusiones o malentendidos que hay en torno a esta corriente. Al identificar Microhistoria con Ginzburg sucede como con Annales o su segunda generación que no se reduce a lo que se ha llamado el paradigma braudeliano, así la microhistoria tampoco se agota con Ginzburg, aunque si encuentra en él su mayor resonancia en la obra “El queso y los gusanos” -al igual que Annales en Braudel y su obra sobre “El Mediterráneo”- produciría tal impacto que se tiende a identificar microhistoria con Ginzburg y con la citada obra. Así el éxito de Ginzburg se deba quizás más al error de otras versiones de la microhistoria menos divulgadas. Pero es que Ginzburg es un brillante y consumado narrador por lo que su modelo se impone por la seducción que supone leer su obra. Él mismo Ginzburg reconoce que el fin de toda monografía histórica es captar el mayor número de lectores, dado que el problema básico de la disciplina es de comunicación. Esto no significa que la historia sea un discurso cuya verosimilitud se fundamente sólo en procedimientos retóricos. Así Georges Duby señalaba que aunque la técnica de un arte literario sea fundamental, a lo más que un historiador aspirará será a un “nominalismo moderado”, pues hay una necesidad de veracidad que separa al investigador del autor de relatos de ficción. Así Ginzburg admite que la realidad está fuera del discurso, aunque su captación dependa de un proceso interpretativo, su preocupación por el texto y la técnica narrativa de la historia ha permitido que su ejemplo se tome privilegiadamente y que sea visto como uno de sus rasgos más distintivos y, por supuesto, polémicos. Pero la microhistoria no se reduce a Carlo Ginzburg, el ejemplo mayor de la tarea homogeneizadora es la colección mencionada “Microstorie” y así podemos hablar de microhistoria en libros de Carlo Ginzburg, Giovanni Levi, Franco Ramella, etc., pero no cabe duda que el significado de microhistoria se ha confundido o se ha derivado del éxito editorial de algunas obras. A continuación analizaré dos concepciones deaproximación microanalítica en historia : Ginzburg y Grendi. Pero no cabe duda que han existido intentos de ofrecer una posición alternativa a esa dualidad y quien mejor lo consiguió fue Giovanni Levi que quizá ha sido el primero en ofrecer una aproximación teórica de aquello que se llama microhistoria en el capítulo del libro Nuevas perspectivas en historia, en donde pretende lanzar una mirada global a la dirección de la microhistoria italiana pero señala que esta corriente no se basa en textos teóricos manifiestos, dice que es por esencia una práctica historiográfica. Giovanni Levi intenta caracterizar la corriente historiográfica de la microhistoria y enumera un total de siete rasgos : 1- La reducción de escala. 2- El debate sobre la racionalidad. 3- El pequeño indicio como paradigma científico. 4- El papel de lo particular. 5- La atención a la recepción y al relato. 6- Una definición específica del contestos. 7- Rechazo al relativismo. James Amelang resume la microhistoria italiana en seis elementos centrales o recurrentes : 1- La reducción de escala. 2- La preferencia por lo singular o por lo extraordinario. 3- El estudio de la historia social centrada en las clases populares. 4- El análisis basado en el paradigma indiciario. 5- Una aproximación transparente al conocimiento histórico. 6- Su predilección por la forma narrativa. Es cierto que todos esos rasgos pueden hallarse de alguna manera en las distintas obras microhistóricas, pero es también cierto que muchas de ellas también pueden encontrarse en otras que no asumen la etiqueta mencionada. El microanálisis no es

patrimonio de la corriente histórica italiana, varias disciplinas lo utilizan institucionalizándolo como la microeconomía, o como rasgo nuclear como la antropología. Así la virtualidad de la microhistoria consiste en haber introducido esa mirada micro en nuestra disciplina y en haber arropado esa aproximación con una metodología consistente pero heterogénea ; el objeto puede ser tanto lo excepcional como las formas básicas de agregación en cuyo análisis se persigue explicar la red de relaciones que la integran. Como nos recuerda Levi, la mayoría de los microhistoriadores hunden sus raíces en el marxismo y la microhistoria fue un intento saludable de desembarazarse de las coerciones cognoscitivas y las ineficacias explicativas que la tradición politica había impuesto en Italia. Esta corriente nace pues de un hecho intelectual : la crisis del marxismo, es una respuesta en el ámbito historiográfico a una constatación cultural-civilizadora que acontece entre finales de los setenta y los ochenta : la crisis de la razón. Es el momento del surgimiento de la postmodernidad con la que en ocasiones se ha tratado de identificar a la microhistoria, sin embargo, lo que comparten es la certidumbre de una quiebra de paradigmas tradicionalmente sostenidos para explicar desde lo general una realidad que siempre es local. Los historiadores tratarán de formular algún nuevo “paradigma” bajo el cual integrar sus investigaciones parciales y dejarán de asumir una concepción positivista en el sentido de asumir la narratividad en el discurso histórico. El debilitamiento del paradigma marxista dio paso a dos hechos : a) La apertura a otras ciencias sociales como la antropología. b) La renovación de la historia local alejada de aquel viejo cronismo. Así la microhistoria en principio parece que surge como historia local aunque luego evolucione en los sentidos que veremos a continuación. a) Edoardo Grendi : Por todo ello debemos apelar a aquellas definiciones propuestas por los propios microhistoriadores atendiendo al contexto en el que surgen. Los intentos iniciales en Italia datan de la primera mitad de los Setenta con Edoardo Grendi, que sensible a los avances producidos en las ciencias sociales, postulaba la adopción de una perspectiva micro para la historia que estaba acostumbrada a operar a gran escala, con larga duración y con procedimientos seriales que privilegiaban el anonimato y lo cuantitativo. Así la propuesta de Grendi desentonaba con el paradigma historiográfico de aquellas fechas, frente a la historia total de Braudel, Grendi defendía un modelo de análisis más modesto que permitiera reducir el objeto de investigación trasladando las demandas que surgían ya en otros planteamientos como la economía y la antropología, de donde Grendi subrayaba la vocación microanalítica de la antropología o el estudio de las relaciones sociales a través de sus distintas manifestaciones económicas, envidiando la atención de la antropología al contexto y asumía la tradición vinculada a Polanyi, Mauss, Boass o Malinowski. Al margen de consideraciones sobre los avances de la antropología que aquí no nos ocupan, lo que interesa destacar es la coincidencia temporal y temática de la reivindicación de la mirada microscópica y contextual de Clifford Geertz y Edoardo Grendi. Para Geertz “microscópico” quiere decir que el investigador analiza los mismos megaconceptos con los que se debaten las ciencias sociales contemporáneas partiendo de los conocimientos extraordinariamente abundantes que tiene de cuestiones extremadamente pequeñas . Consecuencia de ello es la reducción de la escala de observación, pero Grendi iba más allá y defendía el análisis de las relaciones en

aquellos ámbitos en los que el análisis pudiera ser significativo. Grendi hacia 1977 defiende el estudio microanalítico en las formas sociales y políticas más reducidas. Grendi para llegar a esta conclusión fue influenciado del ámbito anglosajón lo que no es extraño ya que él estuvo en la London School of Economics. Grendi aprendió el relieve que daría a la noción del contexto y aprende en concreto de Thompson la reivindicación del protagonismo del individuo y del grupo social y la rigurosa contextualización del objeto histórico, de los individuos y los grupos. Thompson además censura ciertos vicios de su propia tradición marxista que olvida la mirada autocrítica obsesionada por el cientifismo y orienta el estudio hacia los protagonistas del cambio histórico : las clases populares y los individuos que las integran, la acción humana sólo puede explicarse en su contexto, pues las decisiones y sus implicaciones son fruto de una elección inextirpable a la experiencia. Así Grendi intenta además de subrayar la importancia de su método analítico, la forma en que éste aborda el estudio contextualizado de los individuos y los grupos , lo que le permite disolver esquemas de la historiografía conservadora y banalidades de la tradición marxista. También Grendi tiene ciertas sintonías con Polanyi, que es un conocido antropólogo de la economía, desarrollo su obra en Gran Bretaña y EEUU desde su temprano exilio de su Budapest natal. En su obra “The Great transformation” publicada en 1944 Polanyi desarrolla un análisis de la economía de mercado y de sus orígenes, subraya la importancia de la economía “incorporada” que tienen los distintos tipos de transacciones. Así, la economía funciona como un subproducto de las obligaciones de parentesco, políticas y religiosas, tratando de desmentir que los mercados se contemplen como la forma omnipresente de la organización económica y que esa misma organización determine la estructura social y la cultura en todas las sociedades. Frente al axioma de Smith del interés económico como móvil de la acción social, Polanyi afirma el argumento inverso ; el hombre no tiene una propensión innata al tráfico, es sólo la necesidad social de organizar los recursos el factor que conduce al cambio. Así su conclusión es que el capitalismo concurrencial escindió la economía de la sociedad y del Estado, esta es la “gran transformación” que se da en occidente y de la que nacen los mercados “incontrolados” en los que la economía ha dejado de estar incorporada a la sociedad. No tuvo repercusión en Italia o Francia hasta que Grendi o Annales destacan su obra en la década de los setenta. Grendi lo recupera con la publicación de “Polanyi, Dall’antropologia economica alla microanalisi storica” subtítulo este otorgado por Grendi que en la primera parte describe y analiza las categorías polanyanianas relacionándolas con la antropología inglesa, con el sustantivismo económico y con la antropología marxista. La segunda parte Polanyi pierde relieve y se da paso a un uso productivo de sus categorías, Grendi se propone suspender por un lado al teleologismo implícito o explícito que ha informado los análisis histórico-económicos del capitalismo y por otro, el referente normativo de los historiadores a la hora de evaluar sociedades, permitiéndole desarrollar una propuesta en virtud de la cual se pasa del procedimiento de la “micro”, de la unidad doméstica, a la “macro”. Al margen de que la unidad doméstica, la comunidad o el mercado puedan ser objetos del discurso histórico, Grendi extrae la lección de una mirada microanalítica que no da por supuesto ningún elemento que no se explique en su relación contextual. Y así relativiza una de las características más celebres de la historiografía de la época ; la

interdisciplinariedad. Así el significado no lo dan esas categorías extrahistóricas sino la red de relaciones factuales y personales. Grendi había privilegiado la aproximación a la antropología pues esto ya lo han señalado los antropólogos -desde Marcel Mauss a Geertz-, por lo que cobra protagonismo la descripción polanyiana de la economía incorporada entendida como la imposibilidad la economía de la sociedad y por tanto obliga al investigador a una lectura total de un hecho, y no sólo una única mirada disciplinaria, Grendi elige las formas de agregación intermedias, en la medida en que éstas permitan aplicar esa mirada que reclama. b) Carlo Ginzburg . Quizás el poco conocimiento internacional del que goza Grendi sea debido al impacto de la obra de Ginzburg “El queso y los gusanos“ que mi compañero analizará. Sin embargo a Edoardo Grendi se le suele citar en los textos referidos a la teoría de la microhistoria. En el texto que junto a Carlos Poni presenta en 1979, Ginzburg se propone seguir un itinerario de investigación que se fundamente en perseguir al mismo individuo o grupo de individuos en contextos sociales diferentes. El análisis basado en el nombre no abandona la fuente serial o la investigación serial. Lo que diferencia este análisis es el tomar o no el anonimato como horizonte analítico, aquí el centro de gravedad persigue a individuos concretos, buscando descubrir la imagen gráfica de la red de relaciones sociales en que el individuo está integrado. Rescata el objetivo de Grendi ampliándolo de significado, lo “excepcional normal” alude a determinados casos de estudios, a objetos de investigación que son extraordinariamente extravagantes para nuestro sentido común, pero normales en sociedades precapitalistas. Ginzburg y Poni hablan de los excepcional normal como si esto implicara también la creación de objetos de investigación definidos a partir de esta cualidad, algo que se aleja de la pretensión originaria de Grendi. “El queso y los gusanos” puede dar sentido a ese nuevo significado de lo excepcional. Pero además Ginzburg publicará el celebre ensayo sobre el paradigma indiciario que establece un tercer nivel cognoscitivo. Así son tres los significados que se añaden a la microhistoria : 1- Fuentes. 2- Objetos de investigación. 3- Al método de conocimiento y a las inferencias a aplicar. Una cosa es lo excepcional normal en el sentido de Grendi, el documento no serializable pero significativo por revelador. Otra cosa es buscar un objeto de investigación que, por su condición excepcional normal, pueda descubrir hechos o procesos históricos. Y otra finalmente, es el indicio como mecanismo de creación de un paradigma cognoscitivo. El indicio es la forma de operar de determinadas prácticas o disciplinas como por ejemplo en la crítica de arte para atribuir autorías disputadas (Morelli), o en el método detectivesco para hallar pruevas de inculpación o exculpación (Sherlock Holmes) o en el psicoanálisis para detectar los síntomas de la psique profunda (Freud), los tres ejemplos son médicos y esta es la clave del paradigma indiciario : la sintomatología médica, es decir, parangonando la historia y la medicina como prácticas basadas en testimonios indirectos, observaciones indiciarias e inferencias conjeturales. Ginzburg señala que la historia es la disciplina de lo concreto y el método nuclear de sus operaciones la abducción. Por contra si el propósito de una macrohistoria es el establecimiento de unas reglas que permiten explicar el proceso histórico, es posible que acudamos al método hipotético-deductivo. El problema que se presenta es la distinta naturaleza de las leyes históricas frente a las propias de las ciencias naturales

por lo que Ginzburg lo primero que nos propone es conocer la naturaleza de las hipótesis en el conocimiento histórico para lo que postula del carácter deductivo o inductivo de su saber, pues la relación del historiador con su material no pasa fundamentalmente por estas opciones (aun cuando en ocasiones desarrolle modelos deductivos o inductivos) pero básicamente nos referimos a los cimientos del saber histórico cuyo razonamiento característico pertenece al proceso inferencial de la abducción. El filósofo Charles S. Peirce señala que la inferencia abductiva es aquel proceso cognoscitivo en el que poniendo en relación una regla y un resultado, obtenemos un caso, es decir, sabemos que este resultado que se nos ofrece a la vista puede ser el caso de una regla que hemos sometido a hipótesis. El proceso abductivo interviene siempre que hay que poner en relación un hecho, con una explicación verosímil que debe ser verificada. Reconocer que el conocimiento histórico es siempre abductivo significa que el historiador no puede acceder de modo directo a una realidad que es, por principio, impenetrable. Pero su intención de restituir el pasado a través del uso de un material -la fuente histórica- es siempre indirecto y hay que descifrar siempre ese material en un procedimiento semejante al de las disciplinas sintomáticas que operan con escasas informaciones, captando algo que parecía sin sentido. Cuando Ginzburg sostiene que la realidad es impenetrable no dice nada nuevo, es al historiador al que compete crear el pasado que estudia. La vocación de verdad que distingue al historiador se cumpliría con la obtención de pruebas o vestigios -las fuentes- para dar como resultado un relato versímil, pero Ginzburg va más allá, nuestro autor consuma la operación con un juicio de valor que puede ser tan arbitrario como el que parece criticar : los objetos de investigación extraños, marginales, raros, excepcionales, aislados, los convierte en zonas privilegiadas de esa realidad impenetrable. ¿Por qué hemos de admitir mejor la excepcionalidad que la serialización ?, nos estamos refiriendo a la capacidad explicativa del pasado y eso está aún por demostrar . La microhistoria tal como se concibe a finales de los setenta se formula a partir de la crítica a una historia serial que parece agotada y que ha impuesto en ocasiones lecturas unilaterales. La microhistoria que sostiene Ginzburg lo lleva al otro extremo, unos documentos excepcionales para un objeto excepcional de acuerdo con una mirada analítica o interpretativa que subraya lo excepcional. ¿Por qué defiende la excepcionalidad como medio de aproximación al pasado ?. El primer elemento que tenemos es su adscripción a la historia cultural, Ginzburg ve que cualquier vestigio de esa realidad cultural sometida es excepcional (aunque ese sistemático sometiento convierte en normal aquello que creíamos excepcional), y además se necesita un criterio distinto de verificación que permita evitar que exageremos, por tanto Ginzburg se enfrenta a una documentación “heterogénea” y “desequilibrada” frente a lo cual propone nuevos instrumentos analíticos, apropiándose de un modelo inferencial -la abducción-, que no está sólo para lo excepcional pero que él había aplicado o aplicaría en el futuro para casos extraordinarios. Finalmente se añade al problema de identificar el carácter abductivo de la investigación histórica, el fundamento discrecional de esta operación : la intuición. Así su método no consiente un proceso de verificación completa sino que admite un margen amplio de intuición. Enfrentado a fuentes heterogéneas lo que predomina es la incertidumbre, el paradigma indiciario es intuitivo, elástico, hace depender buena parte del discurso

histórico de la cualidad personal, de la capacidad individual del historiador para revelar ese pasado. Así admitimos, junto a Ginzburg, que caben soluciones o afirmaciones puramente conjeturales, sin ninguna base empírica que las respalde. Aquí es donde la microhistoria “cultural” de Ginzburg se separa de la historia de las mentalidades. Mientras la mentalidad se refiere a lo que hay de menos individual e irrepetible en los sujetos y apela a un contexto social del que hace depender la comprensión global de los casos estudiados, la cultura que Ginzburg estudia es singular en tanto se desprende de un contexto de mentalidad. Ginzburg se enfrenta a ciertos usos de la historia para legitimar por la vía de la tradición posiciones del presente. Pero además Ginzburg utiliza el concepto de “historia muerta” para recuperar aquello que está sepultado, deformado o invertido y que sólo es recuperable a partir del uso sistemático del paradigma indiciario. Su propuesta microhistórica requiere una forma discursiva basada en el relato. Su éxito se debe, entre otras cosas, a la forma narrativa, forma que el lector de aquellas fechas empezaba a reclamar, tras la saturación de la “historia científica”. Ginzburg defiende que si la historia es una disciplina basada en el procedimiento de la argumentación, en este caso, su fuerza reside en la convicción, y el mejor argumento es la presencia física en el lugar de los hechos, al modo del historiador clásico griego que estaba allí, siendo testigo directo de lo que acontecía. La narración de Ginzburg atrae y su paradigma indiciario parece implicar por necesidad la narración. Furet en su Histoire et Ethnologie había rechazado la narración como expresión típicamente de la historie événementeille. Ginzburg señala que el impulso hacia la narración le venía de la famosa novela Guerra y Paz de Leon Tolstòi donde se ve que un fenómeno histórico puede ser comprensibel solamente mediante la reconstrucción de la actividad de todas las personas que han formado parte de él (señala Tolstòi). El problema del investigador de la temprana edad moderna o del medievo, es la ausencia de una documentación suficiente. La opción metodológica de Ginzburg adquiere sentido aquí pues unas fuentes escasas y sesgadas otorgan mayor valor a la documentación nominal que habla de la cultura de las clases populares. El problema es cómo remontarse desde información secundaria hasta una realidad más compleja. Si la historia es abductiva, la solución es desarrollar más hábilmente ese paradigma indiciario que permite leer, los rastros mudos formando una secuencia narrativa. Lo que más preocupa a Ginzburg es la interpretación de la realidad a partir de una cuidada reconstrucción de sus significados, llegando a la misma preocupación que los antropólogos, Ginzburg está interesado en el punto de vista del nativo, pero es la carencia de documentación la que le permite utilizar su modelo conjetural y le lleva a interpretar buscando la narratividad, haciéndonos pensar que estuvimos allí. Todo esto es una diferencia sustancial respecto a Grendi y sus seguidores que centran sus investigaciones en épocas más cercanas a la contemporaneidad preocupándose sobre todo por la utilización errónea del arsenal de fuentes disponibles, por eso Grendi es un crítico pertinaz contra los abusos de la documentación serial.

LA MICROHISTORIA EN LA HISTORIOGRAFÍA ESPAÑOLA. Desde España la perspectiva ha de ser diferente. Al observar algunas de las disimilitudes de la historiografía española se puede ver que es consecuencia a un vacío producido por la dictadura franquista aunque las respuestas que se han dado han sido tentativas. Así las impugnaciones de Santos Juliá por la que nuestra historiografía se

hallaría, por desdén o por desinterés ante “un abismo insalvable, una frontera que no sabremos franquear” o de Ricardo García Cárcel que dice que “la historia local que se ha hecho en España no tiene nada que ver con la microhistoria a la italiana, ni con el ejercicio inductivo que toda investigación histórica a la anglosajona presupone ; ha sido mero caldo de cultivo del chovinismo parroquial o de estériles erudiciones de dilentantes curiosos” . Ambas afirmaciones parecen injustas. En nuestro país es constatable una crisis evidente del modelo cognoscitivo marxista que tanto influyó entre los historiadores antifranquistas. Pero la diversidad que queremos acentuar es que mientras en Italia el marxismo constituía una poderosa tradición nacional encarnada por Antonio Gramsci y el gramscismo , en España los intelectuales se las tenían que ver con una dictadura cuya consecuencia más evidente en este terreno había sido el agostamiento cultural y la falta de una completa comunicación con el exterior. El marxismo aquí sirvió como plataforma de oposición intelectual. Los años del tardofranquismo y de la transición registraron un crecimiento exponencial de un lenguaje de inspiración marxista. El marxismo renovado podía ser una de las plataformas de reconstrucción teórica del análisis político e histórico, pero lo curioso era que se importaba y se desplegaba cuando en otros países -como Italia-también aquel marxismo heterodoxo se hallaba en crisis. El marxismo llegó a España en fecha más tardía y se prolongó su influencia lo que al final hizo más aguda la crisis. Así aunque con retraso, la microhistoria puede ofrecer un tipo de análisis muy atractivo para nuestros historiadores en tanto que proporciona una suerte de transición no excesivamente traumática desde el marxismo hacia otras formas de análisis histórico que no se basen en la mera oposición “anti”. También en España, una de las manifestaciones no previstas de la crisis del marxismo ha sido la renovación de la historia local, alejada de ese cronismo de campanario. Renovación verificada en la década de los ochenta y que ha ofrecido al panorama historiográfico español algunas de sus mejores obras. Hay que entender las propuestas realizadas en España de aproximar la historia local con el modelo de microhistoria. Que se trataría como señala Ruíz Torres de “un tipo de historia local que se propusiera, como mínimo, relacionar los individuos y los grupos con las estructuras y los procesos sociales. Un tipo de historia local que, de este modo, no se apartaría del marco histórico general de las teorías y de los procesos sociales, sino simplemente de la historia nacional como punto de referencia, sin convertirse a cambio en suma de historias particulares contrapuestas a una historia nacional” . Como vemos las soluciones del microanálisis de Grendi son similares a estas, puesto que su pretensión fundamental es la de reconstruir la densa red de relaciones que forman ese agregado social sin olvidar el contexto en elque toma sentido. Sin embargo el ejemplo de Ginzburg marca que son las propias virtudes del historiador italiano de las que depende la excelente factura de sus producciones, esto no significa que las propuestas de Ginzburg no sean relevantes para la investigación como ya se ha dicho. Así, lo local es más el método que el objetivo, puesto que éste se centra en esa comunidad para descubrir un proceso social complejo. debemos desterrar la creencia de que se busca en esta o aquella localidad el modelo a escala de conjunto, o que ese persigue un ámbito reducido como modelo de un experimento. Una comunidad se convierte en objeto de nuestra investigación porque es relevante en sí misma y porque aporta algo significativo al conocimiento histórico de una realidad general que se manifiesta a distintos niveles. Como diría Clifford Geertz la apuesta por el microanálisis debe aceptar

que “el lugar de estudio no es el objeto de estudio”. Los antropólogos no estudian aldeas, estudian en aldeas. Uno puede estudiar diferentes cosas en diferentes lugares, y en localidades confinadas se pueden estudiar mejor algunas cosas.... Pero esto no significa que sea el lugar lo que se estudia” . El hecho de aproximar nuestra historia local a la microhistoria italiana no soluciona el desfase que existe entre una y otra. Los historiadores españoles debemos aprender las virtudes de los italianos : 1- El historiador debe hacer un esfuerzo por hacer efectiva esa interdisciplinariedad. El análisis de la comunidad sólo es posible desde esta perspectiva, este ha sido un referente obligado tanto para historiadores como para sociólogos o economistas. Se deben disolver las barreras, multiplicar las lecturas, fundir los enfoques , ver los contextos en donde se deben insertar los nuevos conceptos. 2-La microhistoria ha desarrollado una preocupación profunda por el manejo de la documentación y el rescate de su significado más profundo, el ejemplo de Ginzburg es excepcional. 3- Hay que tener una atención reflexiva sobre el propio discurso, entendiendo por discurso no sólo el texto final sino también los procedimientos y los recursos -retóricos, o de otro tipo- que nos permiten presentar los resultados.

CAPÍTULO 3. LA TECNOLOGÍA COMO SOPORTE DE LA EVOLUCIÓN DE LA COMUNICACIÓN

Lección 1. La comunicación: un paraguas que lo envuelve todo. Una breve historia sobre la comunicación Helena López-Casares

Extraido de : http://www.wikilearning.com/una_breve_historia_sobre_la_comunicacion-wkccp-8209-1.htm

Considerando que la forma más lógica de comenzar a adentrarse en un tema es dar una definición lo más exacta de él, nos disponemos a trazar unas líneas generales acerca de la Comunicación y las diferentes aportaciones que han contribuido a ampliar y concretar el término. La Comunicación existe desde que hay vida en la Tierra. La facultad de comunicar es innata en el ser humano y éste se ha preocupado de mejorarla y perfeccionarla a través de los tiempos. Es algo enriquecedor y necesario para la superación intelectual humana. La Comunicación, entendida de la forma más general, es la transmisión o puesta en marcha común de un mensaje. En el proceso entrarían en juego dos actores básicos, el emisor y el receptor. El emisor emite o difunde un mensaje a través de un canal y es recibido por el receptor, quien lo interpreta, analiza y saca sus propias conclusiones, teniendo la posibilidad de responder. Es decir, el mensaje se “alimenta” con las aportaciones del receptor, y ahí es donde está la verdadera esencia del proceso de la Comunicación, en la RETROALIMENTACIÓN o, como dicen los anglosajones, feedback. Pero, vayamos por partes. Uno de los hitos a tener en cuenta en nuestro estudio es la irrupción de la escritura en la Historia de la Humanidad, que permite que las personas que leen el mismo material se sientan conectadas, independientemente de la distancia física que las separa. Pero la escritura requiere de un periodo de aprendizaje más o menos complejo y no será hasta el siglo XV, cuando Johann Gutenberg desarrolló y perfeccionó la imprenta, invento creado en Oriente en el siglo VII, y más tarde con la

extensión alfabetización entre los siglos XVI y XIX, cuando su efecto e impacto se deje sentir verdaderamente entre la población. La imprenta ilumina la oscuridad en la que estaba sumida la cultura en la Edad Media. Su expansión por los países de la Europa Occidental en los inicios del Renacimiento contribuye a la formación de la nueva mentalidad de la Edad Moderna. La imprenta permitió la difusión de una mayor información para todas las personas en todos los lugares. Así, el libro deja de ser un objeto símbolo de las clases poderosas e influyentes para ser un poco del dominio de todos.

Pero esta democratización del saber no se dará en su más pura esencia hasta la difusión de la alfabetización entre toda la población, concentrada únicamente en algunos miembros de la nobleza, el clero y las altas capas de la burguesía. Este proceso dura varios siglos. La aparición de los primeros periódicos en el siglo XVII en formato reducido contribuye a la difusión de los acontecimientos y al conocimiento de los progresos. La palabra escrita se convirtió en un medio de comunicación fundamental para los avances científicos y tecnológicos. A finales del siglo XIX se produce un importante impulso hacia la alfabetización universal de la población y comienzan a utilizarse ampliamente los primeros medios de comunicación electrónicos a distancia, que provocaron una auténtica revolución ante una generación asombrada por la transmisión de mensajes remotamente. A diferencia de la comunicación hablada, la electrónica no está sujeta a las limitaciones físicas de tiempo y espacio, ya que los mensajes electrónicos pueden ser experimentados simultáneamente por muchas personas, independientemente de su localización física, constituyendo una enorme ventaja y un gran avance. El telégrafo y el teléfono anuncian la aparición de la radio, el cine, la televisión y demás medios de comunicación de masas, que tanta influencia tienen en la sociedad y en el proceso de formación de la llamada opinión pública. Los avances e innovaciones tecnológicas han ido modificando los canales de transmisión de ideas, noticias, información y conocimiento. Internet, la telefonía móvil, las comunicaciones inalámbricas o los satélites son algunos ejemplos del abanico de posibilidades que abre ante nosotros la evolución y la carrera tecnológica, cuyos límites, como podemos apreciar cada día, no existen. Algunos autores Los más conocidos y controvertidos teóricos de la Comunicación son dos canadienses, Harold Adams Innis y Herbert Marshall McLuhan. La aportación de Innis está basada en la idea de que una de las formas en que se ejerce el poder social y político es a través del control de los medios de comunicación. Innis establece una doble división de los medios: los que están ligados al tiempo (manuscritos, comunicación oral) y los que están ligados al espacio, esto es, a la diseminación espacial que proporcionan los soportes tecnológicos (desde la imprenta a los medios electrónicos). El autor reescribe la Historia Humana como la Historia de las Tecnologías de la Comunicación. Es interesante conocer cómo va describiendo las etapas de la Historia de la Humanidad desde la perspectiva u horizonte de la Comunicación, comenzando su análisis en Mesopotamia y Egipto, la cuna de la civilización, y acabándolo con el Imperio Británico y los nazis. Sin duda, una obra para curiosear y entender las etapas de la Historia de la Humanidad desde otro punto de vista. Entre las personas sobre quienes Innis influyó

se encuentra un estudioso literario, Herbert Marshall McLuhan, considerado por muchos como el ‘gurú’ de la comunicación del siglo XX. Ampliando algunos aspectos de la perspectiva de Innis, la obra de McLuhan añade el concepto de “equilibrio sensorial”. McLuhan sugiere que el empleo de las diferentes tecnologías afecta a la organización de los sentidos humanos y la estructura de la cultura. Divide la Historia en tres grandes periodos: oral, imprenta y electrónico, cada uno de los cuales se caracteriza por sus propias formas de pensar y comunicarse. Sus títulos se han convertido en ‘best-sellers’ y obras de consulta como es el caso de El Medio es el mensaje, La Galaxia Gutenberg, Guerra y Paz en la Aldea Global, Comprender los Medios de Comunicación o La Aldea Global, entre otros. Sin duda, todas las aportaciones que han realizado diferentes pensadores a través de los tiempos coinciden en que los beneficios de la Comunicación son muy numerosos y mejoran todos los aspectos de la vida, tanto los personales como los profesionales. La Comunicación es vital para el éxito de cualquier empeño y brinda al individuo una mayor libertad.

Lección 2. Los medios en medio.Tomado de: Manual urgente para radialistas apasionados De José Ignacio López Vigil

Al principio eran las palabras. La sabiduría pasaba de boca a oreja, de oreja a boca, de generación en generación, en una tradición oral que duró muchos siglos, equivalente al 99% de toda la historia humana. No había escritura para precisar los conocimientos. Se pintaban bisontes y se estampaban manos en las cuevas, pero todavía no se dibujaba la voz humana, no se codificaba el pensamiento en signos posteriormente descifrables. En el Irak actual, seis mil años atrás, aparecieron las primeras letras en tabletas de arcilla, en forma de pequeños triángulos106. Con ellas, los mercaderes recordaban las deudas pendientes. Después vinieron los egipcios con sus jeroglíficos, fijando nociones de medicina y astronomía, de religión y matemáticas. Se escribía sobre papiro y pergamino, luego sobre papel. Los libros eran escasos, escasísimos. De la mayoría de textos, apenas existía un ejemplar. En Alejandría primero y luego en los monasterios, se sacaban copias a mano, una a una, página a página, agotador esfuerzo reservado a unos pocos iniciados en el arte de escribir. Los reyes y, sobre todo, los sacerdotes monopolizaban el saber.Los chinos ya la habían inventado en el siglo IX, pero fue Johannes Gutenberg en el XV quien democratizó la escritura con aquellos primeros tipos de plomo fundido. La imprenta hizo posible sacar mil ejemplares de un libro en menos tiempo que el empleado por el copista deslizando sus pinceles sobre una página. Multiplicadas las letras, se multiplicaban los lectores. Renacía el pensamiento, se reformaba la imagen del mundo. Se rompía el oscuro control de Jorge de Burgos, acantonado en el laberinto de su inaccesible biblioteca107.

106 Estas tabletas, como tantas otras maravillas, fueron saqueadas del Museo de Bagdad por las tropas norteamericanas que invadieron el país en marzo 2001.107 Umberto Eco, El nombre de la rosa. En 1487, apenas cuatro décadas después del invento de Gutenberg, el Papa Inocencio VIII promulgó la primera ley de censura de prensa: sólo se podrían imprimir los textos que la Iglesia autorizara. Si no se obedecía, se quemaban los libros perniciosos. Y también a sus autores.

Después de los libros, vinieron los periódicos. Y la libertad de expresión, proclamada en la Revolución Francesa.

Genealogía de la radioLa escritura había atrapado las ideas. La imprenta las había puesto al alcance de todos. Ahora cualquiera podía interpretar la célebre Biblia latina de 42 líneas, primera publicación del fundidor alemán. Ahora todos podían leer —si aprendían a leer— las parábolas de Jesús y las arengas de Moisés. ¿Cómo, sin embargo, las dirían ellos? ¿Cómo habrán pronunciado esos mensajes? Las palabras estaban ahora ahí, escritas, cristalizadas en signos. Pero, ¿cómo habrán sonado en boca de sus autores? ¿Cómo hablaría Bolívar, cómo declamaría sus poemas Sor Juana Inés, cómo resonaron las últimas palabras de Túpac Amaru en la plaza grande del Cusco? Nostalgias del sonido disuelto en el éter, irrecuperable. El invento de la fotografía capturó la luz. Había que inmovilizarse media hora ante la cámara para sacar un daguerrotipo, pero ahí estaba la plancha de cobre, quedaba una constancia más allá de la retina. Sin fotos, los rostros se escapaban como el agua de los ríos. Los cruzados regresaban de sus absurdas e interminables batallas y reconocían a sus mujeres por un lunar en la pantorrilla o por una contraseña secreta. Los rasgos de la cara, después de tantos años de ausencia, ya se habían borrado en la memoria de ambos.

¿Y el sonido? ¿Sería más inasible que la imagen? El 24 de mayo de 1844, Samuel Morse, un pintor norteamericano, inventó el telégrafo. Las letras se traducían en una clave de puntos y rayitas. Con impulsos eléctricos cortos y largos, a razón de quince palabras por minuto, se podían despachar mensajes a través de delgados hilos de cobre casi a la misma velocidad que la luz108. No se necesitaban carros, barcos, caballos o palomas para comunicarse de un extremo a otro del país. O de un país a otro, con tal que hubiera tierra donde clavar los postes y tender los cables109.

El telégrafo, por primera vez, brindó inmediatez al conocimiento. Pero no era el audio real de la naturaleza ni las palabras vivas de la gente las que viajaban a través de aquella primera línea entre Washington y Baltimore. Los telegramas, como su nombre indica, venían siendo una escritura a distancia, una carta sin tinta ni papel. El sonido todavía no sabía viajar solo, sin la tutoría de un idioma artificial110.

En 1876, Alexander Graham Bell, físico escocés radicado en Estados Unidos, lo logró. El teléfono transformaba el sonido en señales eléctricas y lo enviaba, valiéndose de micrófonos y auriculares, por un tendido de cables similar al del telégrafo111. La voz humana iba y venía sin necesidad de ningún alfabeto para descifrarla. Si viajaba la voz, 108 El telégrafo funcionaba con un electroimán que hacía golpear una aguja contra una cinta de papel. Las señales eléctricas de corta duración marcaban un punto en la cinta. Las largas, trazaban una raya. La cinta era movida lentamente por un mecanismo de relojería.109 En 1851, se tendió el primer cable submarino entre Francia e Inglaterra.110 Más adelante, se intentó construir un telégrafo que imprimiera directamente las letras, sin pasar por el alfabeto morse de puntos y rayas. El teletipo es la combinación del telégrafo y la máquina de escribir. En 1920, las líneas de teletipo comenzaron a sustituir al sistema morse.111 El micrófono convierte el sonido en corrientes eléctricas variables y el auricular, mediante un electroimán, realizael proceso inverso.

podía viajar la música. Y cualquier ruido. El sonido había roto para siempre con la esclavitud de la distancia. Hasta en un pequeño teatro, los actores y las actrices tienen que proyectar la voz para ser escuchados desde las últimas filas. Ahora, con aquel aparatito a manivela, las palabras se impulsaban sin esfuerzo, casi a 300 mil kilómetros por segundo, rompiendo toda barrera espacial.

Antes del teléfono, como señala Bill Gates, la gente creía que su única comunidad eran sus vecinos. Casi todo lo que se hacía se efectuaba con otros que vivían cerca112. Había que salir de casa, desplazarse, para saber de un familiar enfermo o concertar una cita. El teléfono facilitó la vida cotidiana, acercó a los humanos como nada lo había logrado hasta entonces. Todavía ahora, un siglo después del invento de Bell, nos asombramos cuando estamos en pijama, en casa, apretamos unos simples botoncitos y al instante conversamos con un amigo que vive en Australia. Voz viva, directa, comunicación de ida y vuelta, ya sin espacio. Pero siempre amarrada al tiempo, el implacable, como diría Pablo Milanés. ¿Si llamabas y no había nadie en el otro extremo de la línea? ¿Si dabas una noticia y el otro la agrandaba o tergiversaba a su antojo? ¿Cómo probar que tú dijiste esto y yo no dije aquello? La voz no dejaba huellas. De cerca o de lejos, el sonido se lo llevaba el viento, no quedaba registrado en ninguna parte.En 1877, un contemporáneo de Bell, el norteamericano Thomas Alva Edison, experimentaba con un cilindro giratorio, recubierto de una lámina de estaño, sobre el que vibraba una aguja113. Después de múltiples ensayos, aquel genio consiguió escuchar una canción grabada por él mismo. Había nacido el fonógrafo, abuelo del tocadiscos114. El sonido había alcanzado la inmortalidad.

El tiempo no se robaría más las voces del mundo. Con el nuevo invento, se podrían documentar los acontecimientos, repetir cuantas veces se quisiera la canción preferida y tocar el himno nacional en los congresos sin necesidad de orquesta. Se podría seguir oyendo a los muertos, como si estuvieran vivos. Los límites, sin embargo, los establecía la materia. Para escuchar aquel sonido enlatado en el fonógrafo, había que acercarse al aparato. La voz rompía con el tiempo, pero estaba presa de la bocina. ¿Cómo sumar inventos, cómo liberar el sonido manipulado por Edison y Bell? Ya podía enviarse el audio captado en el fonógrafo a través del veloz teléfono. Pero permanecían los cables. Siempre los cables.

La sin cables

112 Bill Gates, Camino al futuro, Colombia 1995, pág. 208.113 Para registrar la voz, se hablaba a través de un embudo en cuyo extremo, por el impacto de las ondas acústicas, vibraba una delgada membrana. Ésta llevaba unida una aguja que iba trazando un surco de profundidad variable, según la intensidad de las ondas, sobre la lámina metálica que recubría el cilindro. Para escuchar la voz grabada, el proceso era al revés: haciendo girar el cilindro, la aguja vibraba recorriendo el surco, la membrana reproducía estas vibraciones y las transformaba nuevamente en sonido. Edison cambió luego la lámina de estaño por un recubrimiento de cera.114 En 1887, el alemán Emil Berliner inventó el gramófono. El sonido ya no se registraría en un cilindro, según el modelo de Edison, sino en un disco liso. Estos discos comenzaron a fabricarse con resinas sintéticas. Berliner también descubrió la forma de sacar un molde al disco surcado por la aguja vibradora y, a partir de él, obtener cuantas copias se quisieran. Más tarde, perfeccionada electrónicamente la técnica de grabación y de amplificación, los tocadiscos invadieron el mercado.

Tenía apenas 21 años. Un día, en su casa de Bolonia, Guglielmo Marconi hizo sonar un timbre en el sótano apretando un botón situado en la buhardilla. Lo sorprendente era que entre ambos puntos no había ninguna conexión. Poco después, en las afueras de la ciudad, el joven investigador italiano daba una instrucción simple a su ayudante:—Si suena tres veces, dispara una.

El muchacho corrió detrás de una colina con el receptor inalámbrico y una escopeta. Desde su laboratorio, con un primitivo transmisor de ondas hertzianas115, Marconi pulsó los tres puntos de la letra S en aquel alfabeto morse que había aprendido hacía muchos años de un viejo telegrafista ciego. Al instante, como por arte de magia, se escuchó el disparo convenido. La telegrafía sin hilos, madre de la radio, había sido inventada116.Esto ocurrió en 1895. Un par de años más tarde, conectando una antena al transmisor, Marconi logró proyectar su señal a mil metros de distancia. Después, alargando la longitud de onda, superó los 16 kilómetros del Canal de la Mancha. En 1901, como un corredor después de entrenarse para el gran salto, cubrió los 3,300 kilómetros que separan Inglaterra de Terranova, en Canadá. Los nuevos telegramas volaban libres. Podían prescindir de los cables y de los postes terrestres117. La wireless, la sin hilos, como se le comenzó a llamar al nuevo invento, unía tierras y mares, saltaba montañas, desparramaba los mensajes a través del éter, sin ningún otro soporte que las mismas ondas electromagnéticas. Todos los que dispusieran de un receptor adecuado, podían captarlas. Pero no entenderlas, porque los breves mensajes enviados tenían todavía que ir cifrados en alfabeto morse.En la nochebuena de 1906, el canadiense Reginald Fessenden realizó la primera transmisión de sonido: los radiotelegrafistas de los barcos que navegaban frente a las costas de Nueva Inglaterra no captaron esta vez impulsos largos y cortos en clave morse, sino una voz emocionada leyendo el relato del nacimiento de Jesús y acompañada por un disco de Haendel. Fessenden había logrado emitir directamente la voz humana sin necesidad de códigos, pero su proeza apenas alcanzaba a un kilómetro y medio a la redonda. ¿Cómo amplificar la voz, cómo superar esa última barrera que liberaría para siempre al sonido?Al año siguiente, en 1907, Alexander Lee de Forest, norteamericano, descubre unas válvulas de electrodos que transforman las modulaciones del sonido en señales eléctricas118. Estas ondas, transmitidas de una antena a otra, podían ser reconvertidas nuevamente en vibraciones sonoras. Con estos tubos de vacío, que servían igualmente para enviar o recibir, nacía la radio, tal como la conocemos hoy: sin distancias ni tiempo, sin cables ni claves, sonido puro, energía irradiada en todas direcciones desde

115 En 1887, el sabio alemán Heinrich Hertz había demostrado la existencia de ondas electromagnéticas capaces de transmitir energía sin necesidad de cables, en forma de campos eléctricos y magnéticos alternos.116

En junio de 1896, el profesor ruso de matemáticas Alejandro Popov, en un experimento independiente, transmitió un mensaje por telegrafía sin hilos a 250 metros de distancia. 117

Como si Marconi lo presintiera, el 14 de abril de 1912 el Titanic hizo un desesperado SOS a través de su recién estrenado equipo de telegrafía sin hilos y se pudieron salvar 700 vidas del naufragio. De ahora en adelante, todo barco iría provisto de una estación marconi.118 Lee de Forest experimentó con el tubo desarrollado por el inglés John Fleming, añadiendo una rejilla entre el filamento y la placa.

un punto de emisión y recibida desde cualquier otro punto, según la potencia de las válvulas amplificadoras.Ahora sí. Ahora estaban dadas las condiciones para comenzar a hacer radio. En América Latina, los argentinos tomaron la delantera. El médico Enrique Susini y un grupo de entusiastas amigos montaron un transmisor de 5 vatios en la azotea del teatro Coliseo. Desde allí hicieron las primeras pruebas. El 27 de agosto de 1920 a las 9 de la noche, los locos de la azotea, como ya les llamaban, transmitieron para todo Buenos Aires una ópera de Richard Wagner. Éste fue el primer programa de radio dirigido a público abierto que se oyó en nuestro continente119. En esos mismos días, en Montevideo, Claudio Sapelli, un trabajador de la General Electric, escribió a Lee de Forest pidiéndole una de aquellas válvulas mágicas y comenzó a transmitir desde otra azotea, la del Hotel Urquiza. Por todas partes era la misma efervescencia de probar y comprobar el asombroso invento.

La primera emisora con servicio regular fue la KDKA de Pittsburgh, instalada en un garaje de la Westinghouse. El 2 de noviembre de 1920, el popular radioaficionado Frank Conrad daba a conocer los votos obtenidos por Warren Harding y James Cox, candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. A partir de ahí, el éxito de la radio fue imparable. En 1921, se inician en París los primeros programas, utilizando la Torre Eiffel como antena. Al año siguiente, en 1922, se funda en Londres la BBC. Pocos meses más tarde, salen al aire las primeras transmisiones españolas. En la recién creada URSS, Lenin exhorta a la investigación y aprovechamiento de aquel periódico sin papel y sin fronteras, como él llamaba a la radio. Por todas partes se estrenan emisoras y se venden aquellos primeros equipos de galena, todavía sin parlantes, para escuchar a través de audífonos. En 1924, había más de seis millones y medio de receptores en el mundo. La radio se expandió como ningún medio de comunicación lo había logrado hasta entonces.

En 1945, un nuevo descubrimiento cambiaría la forma de trabajo en las numerosas y pujantes emisoras. Con el magnetófono se podían hacer montajes previos al momento de la emisión. Más que ensayar antes de la función, como se hacía en el teatro, la radio podía darse ahora el lujo de enlatar efectos de sonido, grabar y borrar, añadir fondos musicales, separar unas voces de otras, descansar la programación con espacios en directo y en diferido. La cinta magnética permitía una flexibilidad que los discos de acetato nunca ofrecieron120. Si la transmisión del sonido ya estaba liberada, las nuevas grabadoras liberaban la otra punta del sistema, el momento de la producción radiofónica. Al fin, después de un galopante siglo de inventos e inventores, el sonido podía sonar tranquilo y orgulloso. La radio lo había hecho tan indispensable como la luz eléctrica o el agua corriente.

Y fue entonces, cuando la radio se creía dueña y señora de casa, que le nació una hermanita engreída y codiciada por todos: la televisión.

119 Carlos Ulanovsky, Días de Radio, Espasa Calpe, Argentina, 1996, págs. 18-24.120 El electroimán de la cabeza grabadora magnetiza la cinta de plástico recubierta de una capa de óxido de hierro al pasar frente a ella. El sonido queda almacenado electromagnéticamente en la cinta. Al reproducirlo, los impulsos magnéticos de la cinta se convierten en acústicos y se amplifican.

Hasta entonces, la radio había ocupado el centro. En torno a ella, tres generaciones se sentaron a oír las radionovelas lloronas y las noticias inquietantes. Con la radio se cantaba, con la radio se jugaba, la radio había cambiado los horarios del quehacer doméstico y del descanso nocturno. Ella era la verdadera reina del hogar. ¡Y ahora, la televisión! Celosa por la recién llegada, la radio se sintió insegura, perdida. Se sintió vieja y relegada. Quienes antes vivían pendientes de sus invisibles labios, comenzaron a reunirse en torno a la pequeña pantalla para mirar en ella los culebrones y los concursos que antes sólo podían escuchar. La radio fue desplazada y en su lugar se entronizó la televisión.En ese momento de humillación —como ocurre en los cuentos que ella misma había difundido— apareció un hada madrina que le dio a beber un elíxir de juventud. La radio lo apuró de un sorbo.

El elíxir se llamaba transistor121. Con aquel descubrimiento de la Bell Telephone Laboratories, en 1948, ya no hacían falta los tubos amplificadores de Lee de Forest. Los nuevos semiconductores de silicio reducían el tamaño tanto del equipo transmisor como del receptor, y mejoraban la calidad de las emisiones. Con los transistores y las pequeñas baterías secas, la radio cortó el fastidioso cordón umbilical que la ataba desde su nacimiento a la toma de corriente alterna. No más cables para la recepción. La radio ahora cabía y se trasladaba en un bolsillo, en una cartera. Como cuando se pasó del reloj de pared al de pulsera, la nueva radio portátil se volvió disponible en todo lugar y momento, de día y de noche, desde la ducha hasta el automóvil, para quien va de paseo y para quien se mete con ella en la cama.

La radio cambió responsabilidades. Dejó de ser espectáculo familiar para ubicarse como compañía individual. Recuerdo la primera cuña que grabé para una emisora campesina: se oían ladridos y un locutor preguntaba sobre el mejor amigo del hombre.Una locutora respondía: el perro no… ¡la radio! Y es que con el transistor, la radio se convirtió en fiel compañera de hombres y mujeres, de sanos y enfermos, de choferes y caminantes, de cocineras y empleadas domésticas, de bañistas en la playa, de fanáticos que ven el partido en el estadio y lo oyen al mismo tiempo con el aparatito pegado a la oreja, de los vendedores ambulantes, de los campesinos que la cuelgan del arado, de oficinistas y estudiantes, de los insomnes que la sacan al balcón. Casi todo lo que hacemos en nuestra vida puede acompañarse con la radio. Sobre todo, el amor.

¿Con los días contados?Cuando un periodista joven te hace una entrevista, nunca falta la pregunta de cajón: Y la radio… ¿todavía tiene futuro? ¿Cómo se defiende frente a la televisión? Me hace gracia esta presunción del medio radiofónico con los días contados. En la edición internacional de RadioWorld se lee lo siguiente: Un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, una de las entidades de educación superior más respetadas del país, ha dejado a la radio en muy buen pie: el estudio demostró que la

121 El 1 de julio de 1948 la firma norteamericana Bell Telephone Laboratories anuncia el sensacional descubrimiento del transistor, punto de partida para el desarrollo de la electrónica. Los descubridores del transistor John Bardeen, Walter Brattain y William Shockley fueron galardonados con el premio Nóbel.

radio concentra niveles superiores de recepción que la televisión, en ambos sexos y en todos los sectores socioeconómicos (el 62.1% de los chilenos dedica más horas a escuchar radio que a ver televisión). Además, el estudio mostró que el público asigna mayor credibilidad a la radio122.

Si se hiciera la misma investigación en otros países de la región, sospecho que obtendríamos resultados similares. Además, a los agoreros de otros medios hay que mostrarles las cifras: nunca estuvieron más saturados los diales, nunca hubo más estaciones y receptores de radio en nuestros países123. Ningún medio de comunicación tiene tanta penetración como la radio, alcanzando prácticamente a toda la población latinoamericana y caribeña124.Hoy se escucha más radio que en los años 50. Lo que pasa es que también se ve más televisión. Se ven más películas (aunque no sea en el cine), se habla más por teléfono,se navega más en Internet, se consumen más horas que nunca accediendo a todos los medios que estén a nuestro alcance. Cada uno tiene su originalidad, su espacio ganado en la vida diaria, sus ventajas y limitaciones, sus fanáticos y detractores. Pero todos coexisten.

Como bien dice Rafael Roncagliolo, los medios de comunicación no se suplantan, sino que se reacomodan125. Sucede lo del visitante que llega tarde, buscamos una silla más y el círculo de amigos y amigas se agranda. Nadie se va, todos se acondicionan en el salón. Cuando la radio nació, fue la prensa escrita la que se llenó de celos y se preocupó por el nuevo medio que ofrecía una mayor inmediatez informativa. Tanta fue la indignación de los periódicos, que prohibieron a la radio tomarlos como fuente informativa. Prohibieron a las agencias de prensa vender información a las emisoras. Desesperados, intentaron aprobar leyes que impidieran a la radio transmitir noticias. Naturalmente, de nada sirvieron estas intolerancias. Fue precisamente la Segunda Guerra Mundial la que puso de manifiesto la importancia informativa de la radio. El público estaba ávido por saber los acontecimientos y no iba a esperar a la mañana siguiente para conocerlos en los periódicos. La radio brindaba noticias calientes, había arrebatado para siempre la primicia informativa. Ante esto, los periódicos reacomodaron sus funciones y descubrieron una nueva responsabilidad de

122 Las cifras de la investigación son elocuentes: en promedio, los chilenos escuchan cerca de cuatro horas en el hogar, una hora y media en el trabajo y casi media hora en automóvil o en transporte colectivo. El 97% de la población oye radio, el 84.1% lo hace a diario y sólo el 2.9% asegura no escucharla. En cuanto a los programas preferidos, la música ocupó el primer lugar con el 98%. Las noticias recibieron el 75.1% superando al deporte, que recibió el 43.5%. Los espacios con animador en vivo recibieron el 51.7%. RadioWorld, 18 septiembre 1996, volumen 20, número 19.123 Ecuador, con 13 millones de habitantes, cuenta con 700 emisoras de radio. El número de FMs ha crecido en 345% respecto a la cifra de 1994. 124 El inventario de medios de comunicación realizado por CIESPAL en 1993 da cuenta de 315 aparatos receptores de radio y 142 de televisión por cada 1000 habitantes . Estas cifras ya han aumentado. Págs. 144 y 392.125 Rafael Roncagliolo: La radio sigue siendo el medio de comunicación más universal. Puede decirse que los ciudadanos se enteran de las noticias por la radio, las confirman por la televisión y las reflexionan, al día siguiente, con el diario… Tal especialización explica que no haya habido reemplazo de la radio por la televisión, como no lo hubo cabalmente del cine por la televisión ni del teatro por el cine, ni del libro por el periódico… La historia de los medios registra sumatorias y especializaciones, no desplazamientos mecánicos. Y la especialización ha hecho de la radio contemporánea el único medio que tiene permeabilidad absoluta y requiere de la participación sincrónica, en vivo, de los oyentes. El lenguaje de la radio, ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, Zacatecas, México, abril 1997.

análisis, de confirmación de los hechos, de interpretación de un mundo confuso y complejo. De la misma manera, cuando la televisión aparece, la radio se reacomoda y, como ya dijimos, cambia de espectáculo familiar a compañía individual.—¿Por qué le gusta tanto oír radio, señora? —Porque me trae el vecindario a casa.Para acompañar la soledad y para amenizar la compañía, para informarse cuanto antes de lo que pasa y para olvidarse lo antes posible de lo que pesa, así es la radio, como esos vehículos todo terreno: para toda situación. Para colmo de bienes, la radio, ya rejuvenecida por la movilidad que le brindó el transistor, se embelleció aún más con el desarrollo de la FM —una nueva franja del espectro de menor alcance pero mayor calidad, especialmente para las emisiones musicales— y con la estereofonía. Actualmente, la radio goza de excelente salud. La emisión a través de las nuevas frecuencias digitales (DAB), la difusión ya no sólo por ondas hertzianas, sino por fibra óptica y satélite, la recepción de alta fidelidad con equipos también digitalizados, hacen que la radio participe plenamente en la revolución de las nuevas tecnologías y en el universo multimediático. Cada vez más emisoras colocan su programación completa, 24 horas y tiempo real, en Internet. Con un receptor pequeño, a pilas, se captan vía satélite docenas de canales con señales multimedia126.

En cuanto a las grabaciones digitales, éstas eliminan todos los ruidos espurios y permiten sacar copias, y copias de copias, sin perder la menor calidad de una generación a otra. El DAT, los minidisc y la grabación directa al disco duro de la computadora, sustituyen aceleradamente al magnetófono. Nunca como hoy se cumple la sentencia de Bertolt Brecht: de repente, se tuvo la posibilidad de decirlo todo a todos. Ojalá no se cumpla su segunda parte: … pero, bien mirado, no se tenía nada que decir127.

Lección 3. Nuevos roles de los medios.

La radio le cambió el libreto a la prensa. La televisión se lo cambió a la radio. Y hoy, la globalización de la cultura y la revolución tecnológica se lo ha cambiado a todos los medios de comunicación masivos.Lo cierto es que los medios de comunicación siempre estuvieron en medio de la vida. La gente se congregaba en torno a un libro de cuentos, o a una pantalla de cine, o a una radiola. ¿Qué es lo nuevo, ahora? ¿Cuál es el protagonismo que han ganado los medios, especialmente los masivos?Veamos esta significativa encuesta realizada por el ICP/Research: ¿en quiénes creen los latinoamericanos? Respecto a los parlamentos, la opinión es pésima: apenas el 9% de los guatemaltecos y el 11% de los ecuatorianos tiene confianza en el suyo. Los venezolanos y colombianos le conceden un poco más de crédito (17%). En cuanto a los partidos políticos, los más benevolentes son los mexicanos y los costarricenses (27%). Los peruanos y bolivianos tienen porcentajes bajísimos (13%). Lo mismo ocurre con los

126 Proyecto WorldSpace, RadioWorld, 16 octubre 1996, volumen 20, número 21.127 Lluís Bassets, De las ondas rojas a las radios libres. Gustavo Gili, Barcelona, 1981, pág. 55.

jueces, con los sindicatos, la policía, los empresarios, los presidentes, con el sistema político y económico en general. El vacío lo llenan las iglesias, que siguen cosechando un buen puntaje (el 61% de los latinoamericanos cree en ellas). Y los medios de comunicación: dos de cada tres ciudadanos de nuestros países están convencidos de la verdad de lo que dice y muestra la prensa, la radio y la televisión128.

¿Qué significa esto? Al menos, tres nuevos roles de los medios de comunicación social. Vale la pena detenerse en cada uno de ellos antes de emprender el camino urgente para mejorar nuestra producción radiofónica129.

Legitiman lo que transmitenEn 1997, la entonces ministra de educación del Ecuador, Sandra Correa, con un juicio político pendiente por haber plagiado nada menos que su tesis doctoral, tomó un avión y —previo despliegue publicitario— viajó a Calcuta para hacerse bendecir por la moribunda Madre Teresa. De esta manera, demasiado burda, la ministra pensaba legitimarse ante el religioso pueblo ecuatoriano.

¿Qué significa legitimar? Garantizar la autenticidad de algo o de alguien, su conformidad con la ley. El hijo legítimo es el reconocido como tal por sus padres. Quien legitima a otro, le agrega valor, le concede importancia.Tradicionalmente, algunas instituciones legitimaban a las personas: la escuela, la universidad, la iglesia, el ejército, el Estado… (y el poderoso caballero, don Dinero). Si tenías un diploma o un cargo público, ascendías socialmente. El problema era que los estudios o los rangos no se notan en la cara. ¿De qué sirven, entonces? Para eso se inventaron los uniformes, las sotanas y la parafernalia de las autoridades: para que todos se den cuenta de la categoría social de fulano y mengana, legitimados por la tal institución (o por los tantos billetes).El asunto, como vimos, es que estas instituciones legitimadoras han perdido ellas mismas legitimidad, especialmente las políticas. Difícilmente puede acreditar a terceros quien no tiene crédito propio.Los medios de comunicación sí legitiman, porque el público cree en lo que oye y ve a través de ellos. La gente confía, tiene fe en las palabras e imágenes que presentan. Los medios avalan hechos, situaciones, opiniones y personas. Aparecer en radio o en televisión te reviste con un uniforme más llamativo que el de cardenales y coroneles, te da más apariencia que la mansión del diputado o la limusina del embajador. Porque la pantalla y el micrófono te hacen visible y audible ante miles, ante millones de personas. Más ancho y ajeno es el mundo, más prestigio te brindan los medios. Hace unos años, en el suroeste dominicano, la iglesia católica se había encargado de perseguir el vudú criollo, los populares palos del Espíritu Santo. Para proteger a la población contra esta herejía, algunos curas hasta decomisaron los tambores con que los líderes religiosos hacían sus ritos. En Radio Enriquillo teníamos una flamante unidad móvil y se nos ocurrió ir a cubrir una de aquellas veladas nocturnas, medio

128 Citada por Eleazar Díaz Rangel en el número 54 de la revista Chasqui, junio de 1996, págs. 68-69.129 Estas ideas están desarrolladas en Un nuevo horizonte teórico para la radio popular en América Latina, ALER, Quito, 1996.

clandestinas, donde los antiguos dioses africanos se montan sobre los devotos al ritmo trepidante de los atabales. Subimos a la loma del Granado y transmitimos la ceremonia de Dermirio Medina, el guía religioso de la comunidad. Al día siguiente, de mañanita, ya nos estaban lloviendo los papelitos y las visitas de decenas de grupos de paleros que solicitaban la presencia de la móvil para acompañar sus veladas. Todos querían aparecer en la emisora. Y no lo hacían por figureo, sino como reivindicación social. La iglesia romana los había censurado, descalificado. La radio los valoraba. —La móvil está en otro lado —me tocó excusar—, no podemos transmitir la velada de Vicente Noble.—No importa —insistían los paleros—, pero vengan. Que la gente vea que aquí están los de la radio.Sonando o muda, la presencia de la emisora los legitimaba. La camioneta de la radio quedaba ahí, frente al bohío ceremonial. Y comenzaban a repiquetear los tambores de la fiesta. —Ya somos famosos —escuché decir a una cofrada—. ¡Hasta el Varón del Cementerio habrá escuchado! La palabra es sugerente: fama viene de una raíz griega que significa brillar. Los medios de comunicación, como el rey Midas, hacen relucir todo lo que tocan130.

Establecen la realidadLa conclusión de lo anterior podría resumirse así: lo que los medios sacan a la luz pública, al sonido público, queda valorado. Lo que sale, vale. Y aún más: sólo lo que sale, existe.Isaac Azimov explica cómo, en aquellos tiempos remotos, la mayoría de los seres humanos, dedicados a la agricultura o al pastoreo, ignoraban por completo lo que ocurría más allá del primer cerro, muchos de ellos ni siquiera sabían a cuál imperio pertenecían. Se contentaban simplemente con vivir y morir en su terruño y, en ocasiones especiales, desplazarse desde la propia aldea a la vecina. Los mercaderes y los soldados eran los únicos que sabían de otros pueblos, que visitaban las tierras sin nombre, más allá del horizonte. Cuando estos viajeros regresaban, relataban cosas asombrosas, aventuras con cíclopes gigantes y monstruos marinos. Sólo ellos los habían visto y oído, y había que darles fe. Lo que contaba Marco Polo a la vuelta de sus andanzas, era lo cierto. Y lo que no contaba, no existía131.Hoy, en nuestra aldea global, después de tantos siglos y tantos avances científicos, está pasando algo parecido. Los medios de comunicación son los nuevos mercaderes de la realidad. Lo que no sale en la pantalla o por los micrófonos, es como si no hubiera ocurrido. Lo que los medios afirman, afirmado queda. Lo que ignoran, no existe. Estamos acostumbrados a decir que los medios de comunicación dan a conocer lo que sucede en nuestro país y en el mundo. Hay que ir más lejos: no sólo dan a conocer, sino que deciden, establecen la realidad. Lo que la prensa calla, simplemente no ha

130 Rosa María Alfaro: Cuando un medio masivo retrata la realidad, también la legitima. La radio legitima realidades, temas, personajes, actores, en el ámbito público. Es decir, quienes salen por la radio adquieren notoriedad, se les conoce públicamente, son valorados y reconocidos como importantes. Pasan de ser sujetos privados a públicos, de personas se convierten en actores sociales. La interlocución radiofónica, UNDA-AL, Quito, 1994, pág. 78.131 Isaac Azimov, El Universo. Alianza Editorial, Madrid, 1973, pág. 11.

pasado, dice eufórica la presentadora de Teleamazonas, en Quito. Es decir, los hechos se agotan en su noticia. Vivimos una realidad virtual, mediatizada. En sociedades más pequeñas, prevalecían otros espacios para intercambiar información, desde la cantina hasta la plaza del pueblo, desde el mercado hasta la misa de los domingos. En Bolivia, los paceños se enteraban de todo y se encontraban con todos en el Prado, subiendo y bajando por la avenida Santa Cruz. Ahora no. Ahora la plaza es el set de televisión y la cabina de radio. Antes, los periodistas corrían tras los políticos. Ahora es al revés. Los políticos se apersonan en los canales, mendigan una entrevista, siempre están disponibles hasta para un reportero de segunda. Es que los medios crean el escenario donde se da razón del mundo y sus vaivenes. Quien sube a las tablas, queda enfocado, iluminado. Quien no lo logra, permanece en penumbras. En dicho escenario, se monta lo que se ha denominado la escena política: los medios eligen los actores (asignando papeles, quién es el protagonista y quién el antagonista); escriben el argumento (fijando la agenda, qué se informa y sobre qué se opina); y provocan el desenlace (conformando la opinión pública)132. Por ejemplo, el 17 de diciembre de 1996, el MRTA133 tomó la residencia del embajador japonés en Lima, secuestrando a más de medio millar de personas, entre las cuales se encontraban altos mandos militares, acaudalados empresarios, el canciller y hasta el mismo jefe de la seguridad del Estado. Como en una película de buenos y malos, y durante más de cuatro meses, los medios peruanos oficialistas presentaron a los captores como criminales sanguinarios, a los rehenes como víctimas inocentes y al dictador Fujimori como el héroe que los salvaría. El sorpresivo rescate del 22 de abril confirmó esta visión maniquea de los hechos. Por suerte, en nuestro mundo globalizado no es tan fácil imponer un completo control de la información. La CNN entrevistó a los emerretistas en el extranjero y recordó las condiciones infrahumanas en que permanecen sus compañeros en cárceles de alta seguridad. Un cable de la AFP daba cuenta de un “terrorista” que en el último momento pudo masacrar a los rehenes y no lo hizo, mientras las tropas asaltantes no dejaron a un sólo guerrillero, armado o no, con vida. Otros medios, nacionales y latinoamericanos, relativizaron el triunfalismo fujimorista y relacionaron los sucesos de la embajada japonesa con ese 60% de la población peruana que sobrevive bajo el nivel de pobreza crítica. Ensanchar el escenario, presentar los más variados puntos de vista. El pluralismo de opiniones dentro del medio, y el pluralismo de medios dentro de la sociedad, aseguran la democracia y desarrolla la inteligencia humana. El monopolio de la comunicación nos reduciría a una situación peor que la de los campesinos de Azimov. Acabaríamos como los burros, con rienda y orejeras. Representan a los ciudadanosQuien sale una vez, vale. Quien sale mucho, vale mucho. Y con tanto valor agregado, locutores y locutoras, comunicadoras y periodistas, ya no sólo hablan en público, sinoen nombre del público.Nadie los eligió para dicha representación, pero ahí están ellos y ellas, sonrientes y aceptados, ocupando la silla vacía que dejaron líderes políticos y sindicales, jerarquías

132 Lo mismo podría decirse de la escena cultural, religiosa, social, económica. Nunca fue tan actual la intuición de Calderón de la Barca con su Gran Teatro del Mundo.133Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.

y gobernantes venidos a menos por haber tomado parte en el botín fácil de la corrupción. La gente ha endosado a los medios la confianza perdida en tales dirigentes.Como representantes de la ciudadanía, los medios se convierten en mediadores entre ésta y el poder134. Abanderando causas nobles o plegándose a quien más paga, la radio, la televisión y la prensa se dan cita, casi sin excepción, en medio de todos los conflictos sociales. Los medios destapan escándalos, fiscalizan a las autoridades, les recuerdan sus promesas de campaña, defienden los derechos del consumidor, resuelven problemas cotidianos, desde el barrio que se quedó sin luz hasta el radiotón para la navidad de los niños pobres. En los medios, se reúne el gobierno con la oposición, se presentan las más variadas tendencias políticas. En las emisoras y televisoras democráticas, dialoga el alcalde con los vecinos, se confrontan los empresarios y los obreros, los funcionarios y los usuarios, hablan todos los sectores, amigos y enemigos, de arriba y de abajo, de derecha, izquierda y centro. ¿Qué otro espacio social tiene tal convocatoria y pluralidad? Ni siquiera el templo. ¿En dónde podemos juntar tantos intereses contrarios y puntos de vista diferentes sin que se arme la bronca, sin que una de las partes se retire o no asista? Los medios se han convertido en el principal lugar de encuentro e intercambio, punto de reunión obligatorio para todos aquellos que quieren vivir civilizadamente. En los sets y en las cabinas se hacen alianzas, se construyen adhesiones y consensos, se logran negociaciones, se debate con todos y todas sobre todo. La opinión pública gravita en torno a estos espacios de mediación social. Desde hace años se viene hablando de la prensa como el cuarto poder. Tal como van las cosas, quizás ya sea el primero. O el trampolín para el primero.La verdad es que en América Latina, si usted quiere hacer carrera política, su mejor opción es meterse a locutor o cantante. Si quiere un cargo público, comience haciéndose simpático ante oyentes y televidentes. No es broma. Haga memoria de la cantidad de personajes que han ingresado a la vida política por la puerta del arte o el deporte, desde Johnny Ventura hasta Palito Ortega, pasando por Pelé y Rubén Blades. Saque la cuenta de los animadores de radio y televisión que postularon y ganaron sillas curules, desde Susy Díaz que enseñando las nalgas llegó al parlamento peruano, hasta el Compadre Palenque que explotando lágrimas populares consiguió la alcaldía de La Paz, sin olvidar a Silvio Santos, el fotogénico showman brasilero, que de no haberse invalidado su candidatura a la presidencia llegaba direitinho al Palacio de Planalto135.

El camino se recorre también al revés: los gobernantes se las dan de artistas y deportistas para ganar puntos en un sistema político cada vez más farandulizado. Carlitos Menem coquetea con Xuxa y payasea con Tinelli. Antanas Mockus, alcalde de Bogotá, celebra su boda en un circo, encaramado con la novia en un elefante. El caso

134 Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones. Gustavo Gili, Barcelona, 1987.135 Regina Festa: Los medios de comunicación van a mediar la relación de la sociedad civil, del Estado, del mercado, y esto se dará en el plano local, nacional, regional e internacional. Fue muy interesante ver un video boliviano sobre una conductora de programas de radio y televisión, a quien se le quitaron esos espacios, se le quitó el poder, pero ella era tan pública ya que pudo hacerse política. Eso demuestra la capacidad que tienen los medios para que lo público pueda hacerse político. Desafíos Comunicacionales, Por todos los medios, Isis 1996, pág. 112.

más pintoresco es el de Abdalá Bucaram quien, a pesar de su frenillo al hablar, graba un CD con los Iracundos y juega fútbol con el club Barcelona136.

¿Nos representan quienes dicen hacerlo? ¿Cómo distinguir, más allá de las luces del teatro, las máscaras y los rostros, las voces que recitan libretos aprendidos y las que hablan con sinceridad? No resulta fácil para el público, muchas veces encandilado ante lo que ve y oye. Tampoco resulta optativo para los mismos actores que, quieran o no, deben salir a escena. Unos y otros, humanistas y oportunistas, están convencidos que hoy no puede consolidarse ningún liderazgo sin la mediación de los medios. Cuando Lee de Forest inventó sus famosas válvulas amplificadoras —los audiones, como él les llamó— se refirió proféticamente al imperio invisible del aire que recién comenzaba. Demasiada razón tenía el científico de Iowa. Los medios, especialmente los audiovisuales, han alcanzado en menos de un siglo una preponderancia como no tuvo ningún emperador en la historia, como no acumuló ninguna otra institución en tan corto tiempo. La radio y la televisión, ambas, seducen multitudes. La radio y la televisión no son hermanas enemigas ni tienen que rivalizar por la zapatilla de la cenicienta. A las dos les sobran pretendientes. En nuestro caso —el de ustedes, lectoras y lectores, y el de quien escribe— nos prendamos de la más madurita. Nos declaramos apasionados y apasionadas por la radio.

Lección 4. Teoría General de sistemas

Extraido el de http://www.monografias.com/trabajos14/teoria-sistemas/teoria-sistemas.shtml#ORI#ORI

Orígenes de la teoría de sistemas

La Teoría General de Sistemas (T.G.S.) surgió con los trabajos del biólogo alemán Ludwig von Bertalanffy, publicados entre 1950 y 1968. Las T.G.S. no busca solucionar problemas o intentar soluciones prácticas, pero sí producir teorías y formulaciones conceptuales que puedan crear condiciones de aplicación en la realidad empírica. Los supuestos básicos de la teoría general de sistemas son:

a. Existe una nítida tendencia hacia la integración de diversas ciencias no sociales.

b. Esa integración parece orientarse rumbo a una teoría de sistemas.

c. Dicha teoría de sistemas puede ser una manera más amplia de estudiar los campos no-físicos del conocimiento científico, especialmente en las ciencias.

d. Con esa teoría de los sistemas, al desarrollar principios unificadores que san verticalmente los universos particulares de las diversas ciencias involucradas nos aproximamos al objetivo de la unidad de la ciencia.

136 No le valieron sus bufonadas. El 6 de febrero de 1997, con apenas seis meses de gobierno, el pueblo ecuatoriano destituyó al presidente Abdalá Bucaram.

e) Esto puede generar una integración muy necesaria en la educación científicaLa teoría general de los sistemas afirma que las propiedades de los sistemas no pueden ser descritas significativamente en términos de sus elementos separados. La comprensión de los sistemas solamente se presenta cuando se estudian los sistemas globalmente, involucrando todas las interdependencias de sus subsistemas.

La T.G.S. Se fundamentan en tres premisas básicas, a saber:

A) Los sistemas existen dentro de sistemas.

Las moléculas existen dentro de células las células dentro de tejidos, los tejidos dentro de los órganos, los órganos dentro de los organismos, los organismos dentro de colonias, las colonias dentro de culturas nutrientes, las culturas dentro de conjuntosmayores de culturas, y así sucesivamente.

B) Los sistemas son abiertos.

Es una consecuencia de la premisa anterior. Cada sistema que se examine, excepto el menor o mayor, recibe y descarga algo en los otros sistemas, generalmente en aquellos que le son contiguos. Los sistemas abiertos son caracterizados por un proceso de intercambio infinito con su ambiente, que son los otros sistemas. Cuando el intercambio cesa, el sistema se desintegra, esto es, pierde sus fuentes de energía.

C) Las funciones de un sistema dependen de su estructura.

Para los sistemas biológicos y mecánicos esta afirmación es intuitiva. Los tejidos musculares, por ejemplo, se contraen porque están constituidos por una estructura celular que permite contracciones.

No es propiamente las TES. , Sino las características y parámetros que establece para todos los sistemas, lo que se constituyen el área de interés en este caso. De ahora en adelante, en lugar de hablar de TES., se hablará de la teoría de sistemas.El concepto de sistema pasó a dominar las ciencias, y principalmente, la administración. Si se habla de astronomía, se piensa en el sistema solar; si el tema es fisiología, se piensa en el sistema nervioso, en el sistema circulatorio, en el sistema digestivo;La sociología habla de sistema social, la economía de sistemas monetarios, la física de sistemas atómicos, y así sucesivamente.

El enfoque sistemático, hoy en día en la administración, es tan común que casi siempre se está utilizando, a veces inconscientemente.

2. Conceptos de sistemas

La palabra "sistema" tiene muchas connotaciones: un conjunto de elementos interdependientes e ínteractuantes; un grupo de unidades combinadas que forman un todo organizado y cuyo resultado (output) es mayor que el resultado que las unidades podrían tener si funcionaran independientemente. El ser humano, por ejemplo, es un sistema que consta de un número de órganos y miembros, y solamente cuando estos

funcionan de modo coordinado el hombre es eficaz. Similarmente, se puede pensar que la organización es un sistema que consta de un número de partes interactuantes. Por ejemplo, una firma manufacturera tiene una sección dedicada a la producción, otra dedicada a las ventas, una tercera dedicada a las finanzas y otras varias. Ninguna de ellas es más que las otras, en sí. Pero cuando la firma tiene todas esas secciones y son adecuadamente coordinadas, se puede esperar que funcionen eficazmente y logren las utilidades"

Sistema: Es "un todo organizado o complejo; un conjunto o combinación de cosas o partes, que forman un todo complejo o unitario"

3. Características de los sistemas

Un sistema es un conjunto de objetos unidos por alguna forma de interacción oInterdependencia. Cualquier conjunto de partes unidas entre sí puede ser considerado un sistema, desde que las relaciones entre las partes y el comportamiento del todo sea el foco de atención. Un conjunto de partes que se atraen mutuamente (como el sistema solar), o un grupo de personas en una organización, una red industrial, un circuito eléctrico, un computador o un ser vivo pueden ser visualizados como sistemas.Realmente, es difícil decir dónde comienza y dónde termina determinado sistema. Los límites (fronteras) entre el sistema y su ambiente admiten cierta arbitrariedad. El propio universo parece estar formado de múltiples sistema que se compenetran. Es posible pasar de un sistema a otro que lo abarca, como también pasar a una versión menor contenida en él.

De la definición de Bertalanffy, según la cual el sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas, se deducen dos conceptos: el propósito (u objetivo) y el de globalizo(o totalidad. Esos dos conceptos reflejan dos características básicas en un sistema. Las demás características dadas a continuación son derivan de estos dos conceptos.a) Propósito u objetivo:

Todo sistema tiene uno o algunos propósitos u objetivos. Las unidades o elementos (u Objetos), como también las relaciones, definen una distribución que trata siempre de alcanzar un objetivo.

b) Globalismo o totalidad: todo sistema tiene una naturaleza orgánica, por la cual una acción que produzca cambio en una de las unidades del sistema, con mucha probabilidad producirá cambios en todas las otras unidades de éste. En otros términos, cualquier estimulación en cualquier unidad del sistema afectará todas las demás unidades, debido a la relación existente entre ellas. El efecto total de esos cambios o alteraciones se presentará como un ajuste del todo al sistema. El sistema siempre reaccionará globalmente a cualquier estímulo producido en cualquier parte o unidad.Existe una relación de causa y efecto entre las diferentes partes del sistema. Así, el Sistema sufre cambios y el ajuste sistemático es continuo. De los cambios y de los ajustes continuos del sistema se derivan dos fenómenos el de la entropía y el de la homeostasia.

c) Entropía:

Es la tendencia que los sistemas tienen al desgaste, a la desintegración, para el relajamiento de los estándares y para un aumento de la aleatoriedad. A medida que la entropía aumenta, los sistemas se descomponen en estados más simples. La segunda ley de la termodinámica explica que la entropía en los sistemas aumenta con el correr del tiempo, como ya se vio en el capítulo sobre cibernética.

A medida que aumenta la información, disminuye la entropía, pues la información es la base de la configuración y del orden. Si por falta de comunicación o por ignorancia, los estándares de autoridad, las funciones, la jerarquía, etc. de una organización formal pasan a ser gradualmente abandonados, la entropía aumenta y la organización se va reduciendo a formas gradualmente más simples y rudimentarias de individuos y de grupos. De ahí el concepto de negentropía o sea, la información como medio o instrumento de ordenación del sistema.

d) Homeostasis:

Es el equilibrio dinámico entre las partes del sistema. Los sistemas tienen una tendencia adaptarse con el fin de alcanzar un equilibrio interno frente a los cambios externos del medio ambiente.

La definición de un sistema depende del interés de la persona que pretenda analizarlo. Una organización, por ejemplo, podrá ser entendida como un sistema o subsistema, o más aun un supersistema, dependiendo del análisis que se quiera hacer: que el sistemaTenga un grado de autonomía mayor que el subsistema y menor que el supersistema.Por lo tanto, es una cuestión de enfoque. Así, un departamento puede ser visualizado como un sistema, compuesto de vario subsistemas(secciones o sectores) e integrado en un supersistema(la empresa, como también puede ser visualizado como un subsistema compuesto por otros subsistemas(secciones o sectores), perteneciendo a un sistema.

(La empresa), que está integrado en un supersistema (el mercado o la comunidad. Todo depende de la forma como se enfoque.

El sistema total es aquel representado por todos los componentes y relaciones necesarios para la realización de un objetivo, dado un cierto número de restricciones. El objetivo del sistema total define la finalidad para la cual fueron ordenados todos los componentes y relaciones del sistema, mientras que las restricciones del sistema son las limitaciones introducidas en su operación que definen los límites (fronteras) del sistema y posibilitan explicar las condiciones bajo las cuales debe operar.El término sistema es generalmente empleado en el sentido de sistema total.Los componentes necesarios para la operación de un sistema total son llamados subsistemas, los que, a su vez, están formados por la reunión de nuevo subsistemas más detallados. Así, tanto la jerarquía de los sistemas como el número de los subsistemas dependen de la complejidad intrínseca del sistema total.

Los sistemas pueden operar simultáneamente en serie o en paralelo.

No hay sistemas fuera de un medio específico (ambiente): los sistemas existen en un medio y son condicionados por él.

Medio (ambiente) es el conjunto de todos los objetos que, dentro de un límite específico pueden tener alguna influencia sobre la operación del Sistema.Los límites (fronteras) son la condición ambiental dentro de la cual el sistema debe operar.

4. Tipos de sistemas

Existe una gran variedad de sistema y una amplia gama de tipologías para clasificarlos, de acuerdo con ciertas características básicas.

En cuanto a su constitución, los sistemas pueden ser físicos o abstractos:

a) Sistemas físicos o concretos, cuando están compuestos por equipos, por maquinaria y por objetos y cosas reales. Pueden ser descritos en términos cuantitativos de desempeño.

b) Sistemas abstractos, cuando están compuestos por conceptos, planes, hipótesise ideas. Aquí, los símbolos representan atributos y objetos, que muchas veces sólo existen en el pensamiento de las personas.

En realidad, en ciertos casos, el sistema físico (hardware) opera en consonancia con el sistema abstracto(software).

Es el ejemplo de una escuela con sus salones de clases, pupitres, tableros, iluminación, etc. (sistema físico) para desarrollar un programa de educación (sistema abstracto);o un centro de procesamiento de datos, en el que el equipo y los circuitos procesan programas de instrucciones al computador.

En cuanto a su naturaleza, los sistemas pueden ser cerrados o abiertos:

a) Sistemas cerrados: Son los sistemas que no presentan intercambio con el medio ambiente que los rodea, pues son herméticos a cualquier influencia ambiental. Así, los sistemas cerrados no reciben ninguna influencia del ambiente, y por otro lado tampoco influencian al ambiente.

No reciben ningún recurso externo y nada producen la acepción exacta del término. Los autores han dado el nombre de sistema cerrado a aquellos sistemas cuyo comportamiento es totalmente determinístico y programado y que operan con muy pequeño intercambio de materia y energía con el medio ambiente.

El término también es utilizado para los sistemas completamente estructurados, donde los elementos y relaciones se combinan de una manera peculiar y rígida produciendo una salida invariable. Son los llamados sistemas mecánicos, como las máquinas.

b) Sistemas abiertos: son los sistemas que presentan relaciones de intercambio con el ambiente, a través de entradas y salidas. Los sistemas abiertos intercambian materia y energía regularmente con el medio ambiente. Son eminentemente adaptativos, esto es, para sobrevivir deben reajustarse constantemente a las condiciones del medio.Mantienen un juego recíproco con las fuerzas del ambiente y la calidad de su estructura es óptima cuando el conjunto de elementos del sistema se organiza, aproximándose a una operación adaptativa. La adaptabilidad es un continuo proceso de aprendizaje y de auto-organización.Los sistemas abiertos no pueden vivir aislados. Los sistemas cerrados-esto es, los sistemas que están aislados de su medio ambiente- cumplen el segundo principio de la termodinámica que dice que "una cierta cantidad, llamada entropía, tiende a aumentar a un máximo".

La conclusión es que existe una "tendencia general de los eventos en la naturaleza física en dirección a un estado de máximo desorden". Sin embargo, un sistema abierto"mantiene así mismo, un continuo flujo de entrada y salida, un mantenimiento y sustentación de los componentes, no estando a lo largo de su vida en un estado de equilibrio químico y termodinámico, obtenido a través de un estado firme llamado homeostasis". Los sistemas abiertos, por lo tanto, "evitan el aumento de la entropía y pueden desarrollarse en dirección a un estado decreciente orden y organización" (entropía negativa).

A través de la interacción ambiental, los sistemas abiertos" restauran su propia energía y paran pérdidas en su propia organización".

El concepto de sistema abierto puede ser aplicado a diversos niveles de enfoque: al nivel del individuo, al nivel del grupo, al nivel de la organización y al nivel de la sociedad, yendo desde un microsistema hasta un suprasistema en términos más amplios, va de la célula al universo.

Clasificación de los sistemas.

Con relación a su origen los sistemas pueden ser naturales o artificiales, distinción que apunta a destacar la dependencia o no en su estructuración por parte de otros sistemas.

Enfoques de los sistemas

Una manera de enfrentar un problema que toma una amplia visión, que trata de abarcar todos los aspectos, que se concentra en las interacciones entre las partes de un problema considerado como "el todo".

Se requiere de enfoque integral porque al utilizar simultáneamente los puntos de vista de diversas disciplinas, se tiende hacia el análisis de la totalidad de los componentes o aspectos bajo estudio, así como de sus interrelaciones.

Tiende hacia la aplicación de una perspectiva global en el sentido que no aborda detalladamente un subsistema o aspecto especifico del sistema sin no cuenta previamente con sus objetivos, recursos y principales características.

También se puede describir como:

Una metodología de diseño.

Un marco de trabajo conceptual común.

Una nueva clase de método científico.

Una teoría de organizaciones.

Dirección de sistemas.

Un método relacionado a la ingeniería de sistemas, investigación de operaciones, eficiencia de costos, etc.

Teoría general de sistemas aplicada.

5. La organización como sistema

Una organización es un sistema socio-técnico incluido en otro más amplio que es la sociedad con la que interactúa influyéndose mutuamente.

También puede ser definida como un sistema social, integrado por individuos y grupos de trabajo que responden a una determinada estructura y dentro de un contexto al que controla parcialmente, desarrollan actividades aplicando recursos en pos de ciertos valores comunes.

Subsistemas que forman la Empresa:

a) Subsistema psicosocial: está compuesto por individuos y grupos en interacción. Dicho subsistema está formado por la conducta individual y la motivación, las relaciones del status y del papel, dinámica de grupos y los sistemas de influencia.

b) Subsistema técnico: se refiere a los conocimientos necesarios para el desarrollode tareas, incluyendo las técnicas usadas para la transformación de insumos en productos.

c) Subsistema administrativo: relaciona a la organización con su medio y establece los objetivos, desarrolla planes de integración, estrategia y operación, mediante el diseño de la estructura y el establecimiento de los procesos de control.

El modelo de organización bajo enfoque cibernético

El propósito de la cibernética es desarrollar un lenguaje y técnicas que nos permitan atacar los problemas de control y comunicación en general.

Lo que estabiliza y coordina el funcionamiento de los sistemas complejos como los seres vivos o las sociedades y les permite hacer frente a las variaciones del ambiente y presentar un comportamiento más o menos complejo es el control, que le permite al sistema seleccionar los ingresos (inputs) para obtener ciertos egresos (outputs) predefinidos. La regulación esta constituida por la cibernética es una disciplinaíntimamente vinculada con la teoría general de sistemas, al grado en que muchos la consideran inseparable de esta, y se ocupa del estudio de: el mando, el control, las regulaciones y el gobierno de los sistemas mecanismos que permiten al sistema mantener su equilibrio dinámico y alcanzar o mantener un estado.Para entender la estructura y la función de un sistema no debemos manejarlo por separado, siempre tendremos que ver a la Teoría General de Sistemas y a la Cibernética como una sola disciplina de estudio.

Dentro del campo de la cibernética se incluyen las grandes máquinas calculadoras y toda clase de mecanismos o procesos de autocontrol semejantes y las máquinas que imitan la vida. Las perspectivas abiertas por la cibernética y la síntesis realizada en la comparación de algunos resultados por la biología y la electrónica, han dado vida a una nueva disciplina, la biónica. La biónica es la ciencia que estudia los: principios de la organización de los seres vivos para su aplicación a las necesidades técnicas. Una realización especialmente interesante de la biónica es la construcción de modelos de materia viva, particularmente de las moléculas proteicas y de los ácidos nucleicos.Conocer bien al hombre es facilitar la elección de las armas necesarias para combatir sus enfermedades. Por tanto, es natural ver una parte de las investigaciones orientarse hacia un mejor conocimiento de los procesos fisiológicos. Ayudándose de la química y de la física es como han podido realizarse grandes progresos.

Si quiere proseguir un mejor camino, debe abrirse mas al campo de la mecánica y más aun al campo de la electrónica. En este aspecto se abre a la Cibernética.La Robótica es la técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en substitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en instalaciones industriales. Se emplea en tareas peligrosas o para tareas que requieren una manipulación rápida y exacta. En los últimos años, con los avances de la Inteligencia Artificial, se han desarrollado sistemas que desarrollan tareas que requieren decisiones y autoprogramación y se han incorporado sensores de visión y tacto artificial.Antes de conocer bien al hombre, la evolución científica exige ya la adaptación de lo poco que se conoce a un medio que se conoce apenas mejor. La vida en las regiones interplanetarias trastorna completamente la fisiología y, el cambio brusco que sobreviene durante el paso de la tierra a otro planeta, no permite al hombre sufrir el mecanismo de adaptación. Es, por tanto, indispensable crear un individuo parecido al hombre, pero cuyo destino será aun más imprevisible, puesto que nacido en la tierramorirá en otro lugar.

Lección 5. Las nuevas metáforas de la tecnología.

La tecnología como fenómeno social.Eleonora Badilla saxe MIT Media Laboratory

Extraído de: http://www.cientec.or.cr/ciencias/innovacion/metaforas.html

La palabra tecnología deriva del griego techne (arte, destreza,), y logos, (conocimiento, orden del cosmos). Se trata del estudio sistemático de las técnicas para hacer cosas. Por lo tanto, la tecnología es un fenómeno social, y como tal, está determinada por la cultura en la que emerge y podría determinar la cultura en la que se utiliza. Digo podría, porque tal como dice Seymour Papert, "... hay un mundo de diferencia entre lo que la tecnología puede hacer y lo que una sociedad escoge hacer con ella. La sociedad tiene muchas maneras de resistir un cambio fundamental y amenazante." (Papert, 1980). En este sentido es importante enfatizar que la tecnología trasciende los aparatos para incluir el conocimiento, las creencias y los valores de una cultura particular así como el contexto social y personal.

Lamentablemente sin embargo, la visión generalizada, normalmente muy reducida (y a veces hasta mágica), limita el papel que la tecnología puede jugar en el el desarrollo humano sostenible. Por ejemplo, la concepción del uso de tecnologías digitales en educación muy comúnmente se circuscribe a imaginar aulas y aparatos digitales modernos, conectados a internet para transmitir mucha información. Esta visión no toma en cuenta el conocimiento, las creencias o los valores del contexto cultural y social, pero sí incluye expectativas de mejoras automáticas en la calidad del aprendizaje y la educación. Es de esperar, en consecuencia, que frustración y desencanto resulten de expectativas tan descontextualizadas.

Este carácter social hace que la tecnología, por una parte refleje los conocimientos y las creencias de la humanidad de un momento histórico en particular y por otra, influya en la forma en que las personas participan (o quedan excluidas) del desarrollo.

La brecha digital

En el caso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, a pesar de que abren grandes y positivas oportunidades para la humanidad en general, también lucen muy amenazadoras para las poblaciones históricamente excluidas del desarrollo.

De hecho, y a pesar de los increíbles avances en la década pasada, la revolución digital no ha llegado a las vidas de la mayoría de las personas en la mayor parte del mundo y aún en los lugares en los que la tecnología está disponible, ha tenido un impacto mínimo en el desarrollo humano de los excluidos y no ha contribuido mayormente a solucionar los grandes problemas sociales de nuestro tiempo: mejorar la educación y la salud, reducir la pobreza, y fortalecer el desarrollo comunitario (Digital Nations, Prospectus, 2001).

Esta situación, conocida como "la brecha digital" ha generado una preocupación generalizada y como consecuencia, han surgido múltiples iniciativas en muchas organizaciones internacionales- desde las Naciones Unidas hasta el Fondo Económico Mundial - cuyo objetivo es precisamente tratar de mitigar los efectos de esta brecha.

Sin embargo, resulta evidente que no estamos siendo muy eficientes en abordar la problemática. En general no hay claridad en cuanto a la forma de tender los puentes y transferir la tecnología efectivamente, y parece más bien que los esfuerzos se están diluyendo. Las razones son variadas y complejas. Desde conflicto de intereses y duplicación de esfuerzos hasta visiones desacertadas en cuanto a las metáforas de desarrollo y tecnología. En este artículo me referiré a las meráforas para el desarrollo y la tecnología

Metáforas equívocas

Implantar un desarrollo lineal

Tal como apunta Claudia Urrea (2002) luego de la segunda guerra mundial la economía mundial enfrentó el reto de desarrollar un nuevo modelo para analizar el crecimiento mundial en sociedades agrícolas que se caracterizaban por la ausencia de infraestructura y tecnología. El objetivo era implantar valores modernos e información, a través de la alfabetización, la educación y la tecnología creadas en el primer mundo. Surge así entonces la metáfora de implantar el desarrollo, desde afuera y en forma lineal, siendo que se suponía que todos los países pasaban secuencialmente por los mismos estadios en el desarrollo. Sin embargo, la evidencia y las advertencias sobre la dependencia de por ejemplo Andre Gunter Frank; o sobre la necesidad de la participación comunitaria por la que abogaba Pablo Freire o los señalamientos de los recientes movimientos post modernistas sobre el desarrollo (como los ecologistas, los defensores de los derechos humanos y las organizaciones de mujeres) (Urrea, 2001) indican que esta metáfora lineal es equívoca para promover el desarrollo. Y aún así, es la que normalmente orienta a quienes están intentando cerrar la brecha digital. Desde una óptica muy simplista, los incluidos intentan cerrar la brecha digital, proporcionan linealmente tecnología a los excluidos, ignorando las complejas interacciones humanas, culturales, sociales y ambientales que determinan el desarrollo.

Tecnología Impropia

Las tecnologías digitales TD y de las de la comunicación y la información TC, han sido diseñadas y construidas pensando en los incluidos, e ignorando a los excluidos. En el diseño de estas tecnologías, la interfaz o forma de comunicación entre ellas y las personas se ha basado en metáforas que son significativas para el grupo de los incluidos. Por ejemplo, las computadoras actualmente, y tal como menciona Mitchel Resnick (2001), fueron hechas por y para la generación de la televisión y por eso se parecen a las televisoras.

Por otra parte, la forma de organizar la información que se procesa en uno de esos aparatos parecidos a las televisiones, se basa en la metáfora de una oficina. Pero estas metáforas, muy familiares para la generación de la televisión y que ha probado ser bastante útiles para quienes conocemos o trabajamos en oficinas, son impropias e inútiles para la mayoría de las personas en el mundo en desarrollo. Aún así, en nuestro intento por cerrar esta "brecha digital", queremos llevar aparatos como televisiones con metáforas de clasificación muy particulares adentro, a las poblaciones que están del

otro lado de la brecha, esperando que de alguna manera milagrosa las utilicen en beneficio de su propio desarrollo sostenible, y las divisiones comiencen a desaparecer.

Las intenciones son las mejores, pero las metáforas, muy adecuadas para otros contextos, no son apropiadas para esas realidades. Una mujer que ha pasado toda su vida en una cocina y que ahora se enfrenta con la posibilidad de tener información sobre la osteosporosis que la aqueja, se sentirá rechazada (nuevamente rechazada) por las metáforas de la "televisión" y la clasificación de archivos. Y unas manos grandes y duras de tanto sembrar la tierra difícilmente podrán hacer uso de un teclado o dominar un "ratón" para iniciar una navegación. El lenguaje escrito en un idioma particular puede ser un impedimento para aquellos que no lo decodifican, especialmente en lugares enriquecidos con cientos de dialectos. La metáfora de la enseñanza tradicional para promover el aprendizaje "en línea", es realmente frustrante.

Por eso, para verdaderamente enfrentar el reto de la brecha digital y realmente dar acceso (más allá de las conexiones) a quienes más las necesitan, es necesario inventar tecnología más apropiada, que incluya la reinvensión de las metáforas que trae consigo.

“Digital Nations”: reinventar las metáforas

El Laboratorio de Medios, Media Lab, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, es posiblemente uno de los lugares más apropiados para inventar y reinventar. Inventores por nacimiento (esa es su misión) y diseñadores por vocación (el Media Lab pertenece a la Facultad de Arquitectura del MIT), los y las investigadoras en este laboratorio tienen aproximadamente quince años de estar pensando en forma distinta a lo establecido y de estar creando nuevas tecnologías inspirados hasta hace poco por interlocutores "digitales". Pero a partir de la organización de su nuevo consorcio deinvestigación "Digital Nations" (Naciones Digitales) el Media Lab está convocando a interlocutores válidos provenientes del mundo "no digital" para conformar una masa crítica que pueda orientar la investigación, con conocimiento de causa. Se trata de promover una investigación conjunta para inventar tecnologías más apropiadas y reinventar las metáforas y los abordajes de desarrollo y tecnología necesarias para garantizar que sea positivo. "Digital Nations" enfoca sus investigaciones en las poblaciones con las mayores carencias: niños y niñas, mujeres, comunidades marginales y países en vías de desarrollo, pero no pretende imponerles soluciones. Por el contrario procura empoderar a estas personas y comunidades para que, aprendiendo u usar la tecnología de forma creativa, inventen sus propias soluciones, ayudándoles a convertirse en agentes más participativos en sus propias sociedades.

Construir el Desarrollo

Una metáfora alternativa a la concepción lineal para promover el desarrollo se comenzó a diseñar desde la fundación del Laboratorio de Medios, emergiendo de la visión del Dr. Seymur Papert, en el seno del Grupo de Aprendizaje y Espistemología. Incialmente el interés se centró en el desarrollo humano a través del aprendizaje y dio origen a una teoría en evolución conocida como Construccionismo. Papert y Cavallo, la describen como "una teoría del aprendizaje y la educación... que se basa en dos difrentes formas

de construcción. Parte de la idea de que las personas aprenden al construir activamente nuevo conocimiento, en vez de al recibir información que les es transmitida. Más allá, el Construccionismo apunta que las personas aprenden con particular efectividad cuando se comprometen en construir artefactos que les son personalmente significativos (como programas de computación, animaciones o robots)". (Papert & Cavallo, The Future of Learning.) Por medio de sus diversos proyectos de investigación, como por ejmplo los "Learning Hubs" (los conectores del Aprendizaje") o la Educación Rural, el grupo de The Future of Learning (El Futuro del Aprendizaje) está estudiando las diversas formas en que el aprendizaje se construye en diversos ambiente (que incluyen pero transcienden la escuela) y cómo esa misma visión puede promover el desarrollo en la comunidad.

Bakhtiar Mikhak, del Grupo Learning Webs (Las Redes del Aprendizaje) intenta llevar el Construccionismo un paso más allá, y a través de su proyecto Learning Independence(Aprender Independiencia), pretende movilizar muchos de los sectores que inciden sobre el desarrollo sostenible de un país ( académico, político, no gubernamental y educativo) hacia una visión más constructiva para promover el desarrollo sostenible en la sociedad. Un propósito fundamental en este proyecto es romper el ciclo de dependencia - de los excluidos para con los incluidos - que se genera "ad infinitum" con la transferencia de tecnología basada en el modelo lineal del desarrollo.

Fluidez Tecnológica

Para Mitchel Resnik, del grupo LifeLong Kindergarten (Preescolar de por Vida), el decreciente costo de las tecnologías de la computación que las harán accesibles a casi todas las personas en el planeta, desde barrios margiales en los Estados Unidos hasta aldeas rurales en países en vías de desrrollo, NO traerá como conscuencia el fin de la llamada brecha digital. Aún cuando la gente en muchos lugares tenga acceso a las tecnologías digitales, hay un riesgo real que de sólo unos pocos puedan usarlas fluidamente. Es decir, la brecha de acceso disminuirá, pero la brecha de fluidez permanecerá. La fluidez con las tecnologías digitales involucra no solamente el saber cómo usar estas herramientas, sino también saber cómo construir cosas significativas con ellas (Resnick 2001). Con el fin de promover la fluidez tecnológica, Resnick y su grupo de investigación, se concentran en diseñar tecnologías que abran nuevas posibilidades de diseño, al tiempo que faciliten también nuevas oportundiades conceptuales, y de aprendizaje Esta nueva generación de tecnologías se ven físicamente muy diferente de las computadoras tradicionales. Un ejemplo concreto es el desarrollo de toda una familia de "ladrillos programables", o computadoras miniatura que se alojan en los tucos de armar que usan los ninos, niñas y jóvenes.(Ver los proyectos).

En un proceso análogo, y con el objetivo de explorar distintas formas de comunicación más significativas para poblaciones tradicionalmente excluidas del desarrollo Michael Best y su grupo de investigación eDevelopment (Desarrollo Electrónico), han desafiado la metráfora de la oficina, y han desarrollado una interfaz para el sector agrícola basada en la metáfora del mercado. ( Ver Best y Escobedo en.

“Digital Nations”: colaboración y desarrollo

Los Investigadores del Consorcio "Digital Nations" del Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts, trabajando en forma conjunta con investigadores en países en vías de desarrollo, buscan diseñar las tecnologías necesarias y los abordajes sociales pertinentes, con el fin de detener el crecimiento de las enormes brechas de desarrollo entre países y promover se abran nuevas oportunidades para que los tradicionalmente excluidos puedan convertirse en Naciones Digitales.

Informografía

Best, M, eDevelopment

Best, M and Escobedo, M, Agriculture Information System

Digital Nations Consortium, Prospectus, 2001

Mikhak, B, Learning Webs

Mikhak, B, Learning Independence,

Papert, Seymour, 1980 Desafío a la Mente, Editorial Galápagos, Argentina,

Papert and Cavallo, The Future of Learning, Constructionism,

Resnick, M. 2001. Closing the Fluency Gap. Communications of the ACM, vol. 44, no. 3 (March 2001).

Resnick, M, Life Long Kindergarten.

Urrea, Claudia, 2002, Social Change, Position Paper for General Exams for PH.D Candidate, Unpublished, MIT Media Lab.

CRONOLOGÍA DE LA TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN.1833 Samuel Morse crea el código Morse que permite la transmisión de señales por

cable. En 1837 se introduce el primer telégrafo.1876 Alexander Gram. Bell introduce el teléfono.1895 Marconi introduce la transmisión y recepción inalámbrica.1920 Se exhiben en todo el mundo modelos de experimentación y muestra de

televisión.1947 Claude Shannon establece la teoría matemática de las comunicaciones, con lo

que establece la teoría fundamental de todas las comunicaciones digitales modernas.

1966 Desarrollo de las telecomunicaciones por satélite (Telestar).1977 Ericsson establece en Arabia Saudita la primera red móvil de

telecomunicaciones.1977 AT&T y GTE instalan el primer sistema de comunicación por fibra óptica.1979 Hayes introduce el primer módem para computadora.1982 Se adopta como norma un protocolo básico para la creación de redes, lo que

da paso a una de las primeras definiciones de Internet.1989 CERN desarrolla el concepto de la red mundial World Wide Web.1993 Introducción de Mosaic, la primera interfaz gráfica popular para la World Wide

Web.1995 La Fundación Nacional para la ciencia de los Estados Unidos establece la red

pública Internet con un servicio de red central de alta velocidad que conecta a los centros de supercomputación.

1995 MP3 y Real Placer permiten la distribución de servicios que contienen audio y video, como Napster, a través de la Internet.

1997 Se crea el protocolo de aplicación inalámbrica WAP.Datos obtenidos del informe sobre desarrollo humano, 2001 y del documento: Industrias culturales en tiempos de globalización, postgrado en políticas culturales UAM –CENART, México.

UNIDAD DIDÁCTICA DOS: LOS CAMPOS REGULADORES DE LA COMUNICACIÓN EN SU PROCESO DE TRANSFORMACIÓN: ÁMBITO SOCIAL, ÁMBITO POLÍTICO Y

ÁMBITO ECONÓMICO.

CAPÍTULO UNO. HIBRIDACIONES CULTURALES Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN.

Consecuente con la anterior unidad, en esta se estudiaran los campos reguladores de la comunicación en su devenir histórico, analizando la incidencia y el impacto de la economía, la política y la sociedad en la comunicación, en un proceso de retroalimentación permanente. Los aspectos económicos son relevantes en la medida en que el proceso evolutivo de la comunicación ha estado determinado por la lógica del mercado y de los ciclos económicos que rigen la cultura occidental en relación con las actividades, las funciones y las necesidades sociales. En la primera unidad nos preguntábamos por el ser y el deber ser del comunicador, en el “ser” se generó un interesante constructo en el ámbito de la situación actual del comunicador y en especial del periodista, se observaba la situación de la libertad de expresión en Colombia con sus vertientes como libertad de expresión vs. conflicto socio-político y libertad de expresión vs. intereses de los grupos económicos; en el ámbito del “deber ser” fuimos visionarios y por que no, románticos y la mayoría de aportes se enfocaron en el ámbito de la comunicación

comunitaria y de un comunicador comprometido con el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. Una pregunta, entonces, es cual es la incidencia de los medios de comunicación

comunitaria en nuestros entornos, es mas ¿son realmente comunitarios?, recordemos que en el contexto latinoamericano los medios de comunicación popular (radio mineras en Bolivia) buscaban “educar al pueblo” en temas como sindicalismo y salud entre otros, estos medios acogieron teorías de pedagogos como el Brasileño Paulo Freire; tenemos también la radio educativa con excelentes propuestas como las de Acción cultural popular ACPO con radio Sutatenza y medios impresos como el semanario El campesino, en este tipo de comunicación surgieron pensadores como Mario Kaplun, entre otros. Recientemente se comenzó a hablar de medios comunitarios, entendidos estos como medios de y para la comunidad, Infortunadamente el carácter comunitario lo hicieron ver como lo pequeño, hasta lo marginal, los invito a que le echen una ojeada a la ley de comunicaciones, donde a las radios comunitarias lea asignaron una potencia mínima (FM) como diría alguien: Qué se conformen con eso, ¿luego no son comunitarias?, Infortunadamente, en muchos casos, estos medios “comunitarios” se han convertido en burdas copias de los medios masivos de comunicación. En la última etapa del siglo XX, surgen las propuestas de comunicación

alternativa, con un discurso alterno al de la comunicación de masas (que se debería llamar comunicación “para” las masas); por ultimo hoy día se habla de comunicación ciudadana, entendiendo ciudadanía no como la mayoría de edad (el tener cédula), ni el vivir en el casco urbano de una ciudad, ni el de pertenecer a un estado, sino como una ciudadanía global “Una ciudadanía que trascienda las cambiantes y tantas veces indignantes fronteras que solo han servido para dividir a los pueblos, hayas nacido donde hayas nacido y vivas donde vivas, eres ciudadano y ciudadana del planeta tierra” Otro eje central de la temática de la unidad son las Industrias culturales,

recordemos que este término, acuñado en los años 40 del siglo veinte por pensadores como Adorno y Horkeimer, tiene mucho que ver con la historia de la comunicación, recordemos, por ejemplo a Andy Warhol con su famosa imagen de la sopa Chambel, reproducida infinitamente y su pregunta ¿qué es arte?, surge entonces la noción del arte como mercancía, la producción en serie, surgen los grandes conglomerados mediáticos como la news corps que acaparan todos los medios, entonces el libro va acompañado de la película, la cual ofrece una banda sonora que incluso la puedes descargar como ring tone o divertirte con el video juego y lucir igual al galán de turno; los noticieros buscan ser, en muchos casos, especies de reality shows, donde se ofrece un sin número de productos, se acuña la idea que ya no se trata de suplir necesidades sino satisfacer deseos. Por último, otro factor para alimentar el debate son las famosas TIC´S o

tecnologías de la información y la comunicación, que cambiaron la forma de ser humano. Esta etapa del “desarrollo”proceso que comienza con el hito de la cuarta revolución industrial: el chip. Si observamos nuestra casa, encontramos que muchos de los artefactos contienen una potencia de proceso superior a la de muchos centros de datos de la gran mayoría de empresas de hace 30 años. De todos es sabido que hay carros con veinte o más microprocesadores; en nuestras cocinas, un simple microondas alberga varios chips, lo mismo podríamos decir de

una lavadora, hornos, teléfonos, neveras... hasta algunos cepillos de dientes encierran en su interior una enorme graduación de capacidad de proceso contenida en «chips» de variado diseño, que funcionan basándose en instrucciones semejantes a las empleadas para programar computadores, ”bañados en silicio, los artefactos que nos rodean, se hacen procesadores de información, lo que nos lleva a proponer un nuevo nombre: los «infordomésticos»”. Pero mas allá del chip, el debate entorno a las tic´s se debe orientar también a la

brecha digital, esta nueva teoría del desarrollo, el “informacionalsimo” esta separando cada vez mas las comunidades hoy día se habla de inforicos e info pobres, hay una gran diferencia entre usar y consumir la información; pero precisamente estas tecnologías también pueden convertirse en potencialidades para construir ciudadanía, para ampliar y unir territorios están, por ejemplo, los telecentros y el interesante “ matrimonio tecnológico” entre radio e Internet.

Lección 1. Desarrollo de mercados e industrias culturales

¿Qué es la industria cultural? Este concepto surgió como herramienta crítica en la tradición frankfurtiana13. Actualmente, más allá de las posiciones que puedan asumirse, resulta evidente que existe una verdadera industria de la cultura, es decir un sector de la economía que produce, comercializa y reproduce bienes y servicios culturales a escala industrial, y que tiene en cuenta cuestiones de rentabilidad económica y de difusión masiva en función de lógicas privadas y de mercado (para profundizar sobre “industria cultural” véase Bell, 2002; Inglehart 2002; Brunner, 1989).

Los mercados en cifras

Se trata de un sector dinámico de la economía, con incidencia creciente sobre los productos brutos.14 Sólo las editoriales en Estados Unidos vendieron unos 50.000 millones de dólares en 1999, mientras que la suma de las 5 empresas más grandes de la industria cultural (incluyendo Time Warner, Walt Disney y CBS) alcanzaba los 75.000 millones (Narváez, 2000:13). La industria cultural empleaba en 1999 a más de seiscientas mil personas en ese país. En varios países de Europa la producción artística 13

En el contexto político del nazismo y de la sociedad estadounidense de los años '40, la visión de Adorno y Horkheimer en torno a lo que llaman la industria cultural es contundente:

"El mundo entero es pasado por el cedazo de la industria cultural. (...) El ideal consiste en que la vida no pueda distinguirse más de los film´'s. El film (...) no deja a la fantasía ni al pensar de los espectadores dimensión alguna en la que puedan moverse por su propia cuenta sin perder el hilo, con lo que adiestra a sus propias víctimas para identificarlo directamente con la realidad. La atrofia de la imaginación y de la espontaneidad del consumidor cultural contemporáneo no tiene necesidad de ser manejada según mecanismos psicológicos. Los productos mismos, a partir del más típico, el film sonoro, paralizan tales facultades mediante la misma constitución objetiva (1987:153)".

Por eso, señalan más adelante que "la libertad formal de cada uno está garantizada. Oficialmente, nadie debe rendir cuentas sobre lo que piensa. Pero, en cambio, cada uno está desde el principio encerrado en un sistema de relaciones e instituciones que forman un instrumento hipersensible de control social" (1987:180). Estas concepciones fueron después etiquetadas como “apocalípticas” por Umberto Eco y, de hecho, ya no son relevantes en el estudio de los medios masivos de comunicación. Ahora bien, si se pretende comprender el contexto teórico de las consideraciones de Adorno y Horkheimer, ver Jay, 1986.

14 “...lo que estamos intentando pensar es la hegemonía comunicacional del mercado en la sociedad: la comunicación convertida en el más eficaz motor del desenganche e inserción de las culturas –étnicas, nacionales o locales- en el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías globales” (Martín-Barbero, 1998: XIII)

y comunicacional se ubica alrededor del 3% del PBI. En América Latina las cifras son menores, mostrando que existe una cierta relación entre desarrollo industrial en general y de la industria cultural en particular. Algunos cálculos afirman que en México, Brasil y Argentina las cifras estarían entre el 1 y 3% del PBI (García Canclini, 1999:9).Las ventas de Time Warner representan cinco veces las ventas de las siete empresas comunicacionales más grandes de América Latina juntas. Todas esas empresas sumadas se ubicarían en sexto lugar en un ranking de empresas de comunicación en Estados Unidos. Como dice Narváez (http://www.eca.usp.br/alaic/chile2000/4%20GT%202000Economia%20Politica/AncizarNarvaez.doc) (o Diálogos Nº 58, agosto, 2000), el desarrollo de la industria cultural no es independiente del desarrollo económico en cada nación y dependiendo de aquél la industria cultural tiene no sólo más posibilidades de competir internacionalmente sino más peso relativo dentro de la economía nacional (p.17).

Este desarrollo desigual de las industrias culturales y las asimetrías en la dirección de los flujos comunicacionales se vincula, a su vez, con una creciente concentración de capitales y monopolización de los medios de comunicación locales: http://www.eptic.he.com.br/EPTIC%20II-3.pdf.

Las asimetrías, la creciente importancia del mercado latino y de la tecnología de Estados Unidos, entre otros factores, han convertido a Miami, como dice Yúdice (1999), en la “capital cultural” de América Latina.

Lección dos. Indicadores culturales.Si consideramos en diferentes países diversos Indicadores culturales15

relacionados con cantidad de receptores de radio y TV, grado de desarrollo del comercio cultural, grado de educación formal, entre otros, puede verificarse una desigualdad de América Latina en contraste con Europa y Estados Unidos en todos los 15 Indicadores culturalesWorld Culture Report 2000 Cultural diversity, conflict and pluralism, París, UNESCO, 2000.

Diarios137 Radios137 Tv137 Exportación e importación de bienes culturales

1997 (US $ Mill.)

% de exportación cult

ural sobre el comercio

cultural 1997

Líneas de teléfono cada mil habitantes 1997-8

Computadoras personales

cada 10.000 habitantes

El Mundo 78 416 225 ... 136 550Africa sub-sahariana

11 193 44 13 73

Países Arabes 36 278 127 69 111Asia central y meridional

24 127 60 24 ...

Asia oriental 100 409 348 157.599 47 107 289Asia sur-oriental y Oceanía

57 216 103 140.395 60 60 296

América Latina y el Caribe

70 408 198 39.230 44 118 295

América del Norte

198 2011 796 209.972 43 642 3930

Europa 169 684 346 421.320 48 367 1171

(http://www.unesco.org/culture/worldreport/html_eng/tables2.shtml

puntos, excepto en la proporción entre los contenidos importados y exportados. En la mayoría de los ítems América Latina y el Caribe se encuentran por debajo del promedio mundial. Es decir, en esta región hay menos televisores, radios, teléfonos, diarios y computadoras por cada mil habitantes que en el mundo considerado de conjunto.

En marzo de 2004 había unos 729 millones de usuarios de Internet en el mundo. Algo más del 30% estaban en Europa, otra tanto en Estados Unidos y Canadá, y algo menos del 30% en la región de Asia Pacífico. Sólo el 6% de los usuarios de Internet se encuentran en América Latina.16 Ahora bien, de la “población online” de marzo de 2004 (561 millones) el 9% utilizaba como lengua primera el español y el 3.5% el portugués, llegando entre ambos casi al 12%. Algo más del 35%, en cambio, utilizaba el inglés (Global Internet Statistics: http://www.glreach.com/globstats/).

Por otra parte, es relevante desagregar estos indicadores ya que América Latina presenta una enorme heterogeneidad. En términos de producción y exportación México y Brasil se encuentran en una posición muy superior al resto (ver García Canclini, 2001a). En cambio, si se considera el acceso a televisión por cable, Argentina llevaba la ventaja.17

Textos, discursos y mensajes.

La cantidad de televisores, receptores de radio o sitios de Internet muestran la desigualdad pero no dicen nada respecto de qué programas, con qué estéticas, tradiciones, perspectivas ideológicas, son transmitidos por los medios masivos, qué

16En millones

Total Mundial 580,78

Africa 6,31

Asia/Pacífico 167,86

Europa 185,83

Oriente Medio 5,12

Canadá y Estados Unidos 182,67

América Latina 32,99

http://www.nua.com/surveys/how_many_online/index.html

17 América Latina: hogares con TV y hogares con cable (1995)

País Hogares con TV (millones)

Hogares con cable (millones)

% de penetración

Argentina 10,2 4,020 40,0México 12,7 2,150 16,2Venezuela 3,2 0,013 4,0Brasil 33,1 0,420 1,3Colombia 7,0 0,081 1,2Bolivia 0,5 0,009 1,8

Roncagliolo, 1999.

cantidad proviene de Estados Unidos y cuál es el porcentaje de origen nacional, ni cuáles son los contenidos y géneros más consultados en Internet.

Por una parte, los datos muestran la desigualdad de poder en la capacidad de producción industrial de cultura, así como de acceso a los dispositivos tecnológicos. Por otra parte, es claro que esa diferencia es menor en términos de consumo de contenidos considerados por el origen nacional o regional. Es decir, aunque hay una gran desigualdad en las direcciones de los flujos, los consumos de música en la mayoría de los países no son eminentemente estadounidenses. En una gran parte tampoco lo es la programación televisiva. En contraste con la oferta cinematográfica, en la oferta televisiva aumenta lo nacional o regional (muchas veces superando el 50%), y los consumos musicales mucho más aún.

Estos son datos medibles. Se puede establecer qué porcentaje de las películas expuestas en cada país son de Estados Unidos y, con algunas variaciones, ese porcentaje se ubicará entre el 70 y el 90%. Cuando se considera el porcentaje de producción nacional en la televisión, es claro que sólo se puede tener en cuenta a los canales de aire. También puede medirse, desde el consumo, qué porcentaje del consumo es nacional y qué porcentaje extranjero. Debe aclararse, sin embargo, qué significa específicamente “extranjero”, ya que mientras en algunos países puede ser casi sinónimo de Estados Unidos, en otros puede ser importación de productos regionales (telenovelas brasileñas o colombianas, programas de entretenimiento argentino, informativos españoles, etc.). Esto es relevante ya que imaginamos que nadie tiene como ideal un porcentaje altísimo de “producción nacional” que contribuya a desarrollar fuertes “provincialismos”, pero que tampoco lo ideal es dejar en manos de los programas de Estados Unidos la exclusividad de lo “internacional”. En ese sentido, más que contraponer lo “nacional” con lo “extranjero” muchas veces el desafío se vincula a cómo garantizar la pluralidad de orígenes, perspectivas, estéticas e ideologías. Obviamente constituye un error grave confundir producción nacional con pluralidad. Para considerar pluralidad debe tenerse en cuenta la presencia regional, latinoamericana y europea.

En 1998, una encuesta indicaba que en América Latina el público prefería programas de televisión nacionales más que programas de origen estadounidense18. Al mismo tiempo, esa preferencia se incrementaba bastante más en el consumo de la radio. En la programación radiofónica, Estados Unidos sólo tiene presencia en la música, e incluso en ésta suele ser minoritaria.19

18 6.581 encuestados de 18 países y de entre 12 y 64 años fueron interrogados acerca de sus intereses en programas de diferentes orígenes en una escala de uno a cinco, donde cinco es “muy interesado” y uno es “nada interesado”. En América Central y el Caribe el promedio de interés en programa de USA era de 3,83 mientras en programas nacionales 3,99. En cambio, en Sudamérica el interés en programas de USA descendía a 3,57 y en programas nacionales a 3,94. (Los Medios y Mercados de Latinoamérica, 1998).

19Una encuesta en los países latinoamericanos de habla hispana indicaba que los siguientes porcentajes de gente

decía escuchar regularmente estos formatos.

1) News (46%)

2) Tropical music (44%)

Si consideramos la música consumida en América Latina y el Caribe en 1998, el 50% era música popular doméstica, el 4% era música clásica y el 46% era música “internacional-popular” (UNESCO, 2000: 311). Con otras estadísticas, Yúdice (1999) también muestra la relevancia de la música nacional y regional.20

Lección 3. La comunicación es en la cultura

Para considerar hipótesis como la “americanización” o la homogeneización es necesario incluir aún la dimensión de las audiencias y los sentidos que los consumidores les adjudican a los programas. No alcanza con preguntarse cómo podría haber homogeneización en un mundo tan desigual, porque en realidad una mayor igualdad de condiciones favorecería una mayor diversidad. Tampoco alcanza con mostrar la relevancia y primacía de las programaciones y músicas nacionales o regionales. Es imprescindible considerar que los mensajes, textos y discursos son leídos e interpretados desde historias socioculturales particulares.

La tecnología adquiere sentidos diferentes en contextos distintos. Es evidente que ciertos dispositivos impulsan ciertos modos de percepción, pero también es cierto que hay diferentes usos sociales y culturales de las mismas tecnologías.21 Una

3) Spanish-language ballads (38%) 4) Spanish-language popular music (31%) 5) Sports (24%) 6) Spanish-language rock music (22%) 7) English-language pop music (19%) 8) English-language ballads (16%) 9) Weather (16%) 10) English-language rock music (16%) 11) Commentary/talk (15%) 12) Classical music (10%) 13) Traffic (9%) 14) Advice/opinion (9%) 15) Country music (7%) 16) Religious programs (5%) 17) Jazz music (4%) 18) Comedy (3%)19) Radionovelas (2%)

Los Medios y Mercados de Latinoamérica, 1998

20 Ventas por repertorio

País Repertorio Doméstico Repertorio Regional Repertorio AngloArgentina 30% 32% 38%Brasil 65% - 35%Chile 26% 38% 36%Colombia 30% 45% 25%México 47% 20% 33%Venezuela 37% 35% 28%

Fuente: Yúdice, 1999

21 El significado de la tecnología es cultural. Hay grupos que viven en el llamado primer mundo que han decidido que no quieren que sus casas tengan conexiones eléctricas. Por ejemplo, los amish de Pensilvania. Desde 1909, los amish han excluido al teléfono de sus hogares. Umble (1996), en su investigación, muestra cómo la cultura modela el

tecnología no tiene un único modo de uso, tampoco puede ser utilizada de cualquier manera. Por ejemplo, a veces se considera que la televisión es necesariamente un medio para ser utilizado en el espacio doméstico y privado. Sin embargo, debe recordarse que en sus orígenes había televisores que eran pantallas abiertas a los vecinos del barrio, que hoy mismo hay aldeas o pueblos con un solo televisor comunitario en el club, en la escuela o en el hospital y, por otra parte, debe registrarse un retorno de los televisores al espacio público de bares, restaurantes, aeropuertos y otros lugares en sociedades tecnológicamente avanzadas22.

Por otra parte, de manera creciente las radios, el video, Internet y otros medios son utilizados por grupos discriminados o excluidos como espacios de comunicación o dispositivos que les permiten narrar historias de lucha. Migrantes, indígenas, trabajadores y otros grupos producen crecientemente textos mediáticos. Aunque generalmente se considera “cómo los medios producen efectos” sobre los grupos y las sociedades, un elemento fundamental de la cultura contemporánea es que estos mismos grupos producen textos utilizando ellos mismos esos dispositivos tecnológicos.23

En términos de los textos es sabido que los programas televisivos (como todo texto, y más aún, textos populares) son polisémicos, es decir, que son textos abiertos a diferentes interpretaciones. Claro que los televidentes no tienen una capacidad ilimitada de construir sentidos locales o grupales de textos globales, pero tampoco las personas son entidades vacías que consumen y aceptan pasivamente los programas, sus estéticas e ideologías. La recepción de televisión es un espacio de disputas de sentido. Por ejemplo, programas de televisión estadounidenses pueden ser

significado que las tecnologías tienen en grupos sociales particulares. No existe un significado universal, sino que éstos son construidos en contextos específicos y esos significados cambian al cruzar límites culturales y sociales. Aunque se ha prohibido la presencia del teléfono en las casas no se han prohibido completamente en la comunidad. Hay pequeñas construcciones que lo amish llaman "los teléfonos de la comunidad". Los líderes controlan minuciosamente estos teléfonos. Los amish dicen: "el teléfono no puede estar dentro de las casas, si no ¿a dónde vamos a parar? Nosotros queremos conservar las pequeñas cosas y queremos mantener unida a la familia". Con estos teléfonos de la comunidad, los amish logran una solución de compromiso: tienen acceso al teléfono pero sin la intrusión de éste. La comunicación cara a cara es muy valorada entre los amish, así como las tradiciones orales. Para ellos, el teléfono es algo "del mundo", es decir, proviene de afuera de la comunidad y conduce a unirse con los desconocidos. Además, para los amish el hogar es de cierta forma un lugar sagrado y el teléfono tiene la potencialidad de invadirlo. Los amish de Pensilvania han utilizado un criterio similar ante otras tecnologías decomunicación y, por lo tanto, sus casas no tienen electricidad, ni radio, ni televisión.

22 “Los espacios públicos han cambiado y los modos de ver televisión también. Después de su instalación en la cotidianeidad doméstica, la televisión ha perdido definitivamente su carácter ritual de los primeros años: ver rituales en la pantalla, ir a ver televisión. La televisión es básicamente cotidianeidad y desde esa marca se reinstala en la vida pública. (...) Por otra parte, la televisión es constitutiva de nuevos rituales públicos, como la reunión de grupos de desconocidos en los bares o en la calle para compartir un partido de la Selección Nacional. (...) desde 1990, la televisión es parte de la producción de una nueva síntesis político/cultural/tecnológica que implica la realización periódica de otro ritual nacional, popular y de estado: reunir a la comunidad imaginada en espacios públicos para ver, juntos, cómo triunfamos o somos derrotados por nuestros adversarios” (Grimson, Varela y Masotta, 1999: 224)

23 En la Argentina, desde fines del siglo XIX la mayoría de los grupos migratorios crearon periódicos como parte de la construcción de las diferentes colectividades. En la actualidad, los inmigrantes bolivianos (y también otros grupos) tienen no sólo programas de radio, sino frecuencias de radio, sitios en Internet, periódicos, producción regular de video sobre fiestas y celebraciones, y a veces participan en un programa de televisión por cable coordinado por un presentador tehuelche o mapuche que busca poner en la pantalla a los “pueblos indígenas”. En diferentes países del mundo hay grupos indígenas que han realizado sus propios largometrajes, narrando para el público en general su propia historia y sus mitos. Si bien muchas veces en estos intentos aparece el debate acerca de la cuestión de la “autenticidad”, los grupos, sus radialistas o cineastas re-trabajan mitos y símbolos, no sólo con nuevas tecnologías, sino también con fusiones estilísticas que van del documental al videoclub.

interpretados de modos imprevistos por sus productores, incluso reforzando lógicas locales.24

El hecho de que no se impongan mecánicamente sentidos monolíticos desde los medios no debería ser una excusa para abandonar el planeamiento y el debate sobre políticas culturales y de comunicación que apunten a una sociedad más democrática y pluralista. Las audiencias son activas, pero no son poderosas. Hay una gran diferencia entre “ejercer poder sobre un texto y ejercer el poder sobre la agenda dentro de la cual se construye y se presenta ese texto” (Morley, 1996:56).

Por otra parte, conviene tener en cuenta que lejos de interpretar de manera “desviada”25 los textos estadounidenses como una cuestión de “resistencia”, los lectores reinterpretan activamente todos los textos, incluyendo claro está aquellos que

24Daniel Miller (1996) analizó el peculiar éxito de una telenovela en Trinidad. Cuando estaba haciendo su

investigación antropológica, Miller se encontraba con el problema de que durante una hora, al mediodía, toda la gente miraba una telenovela estadounidense y nadie quería responder sus preguntas o aceptar una entrevista. Para peor, durante la hora posterior a la emisión la gente no hacía otra cosa que discutir la telenovela y no había lugar para otros temas de conversación. La emisora local, previendo que la telenovela no tendría el éxito de Dallas, la colocó en la franja del mediodía. Pero como nadie quería perderse los episodios, la gente llevaba televisores a su trabajo, compraba televisores a pila e instalaba aparatos en los comercios. Los sectores más pobres sin acceso a la electricidad conectaban los televisores a las baterías de automóviles y había vecinos que prestaban o vendían la recarga de las baterías. El éxito fue tan notable que en el transcurso de un ritual tradicional un grupo lo interrumpió para poner al tanto a los participantes de las noticias del último capítulo.

La telenovela estadounidense mostraba con un realismo extremo o, para ser más precisos, en una variante del naturalismo, la vida familiar, dando cuenta de las infidelidades y conflictos de intereses y poder. La telenovela mostraba el "revés de la trama", las "bambalinas de la vida social".

Miller intenta comprender ese éxito masivo y la fascinación de la gente por el relato televisivo. La clave de su interpretación radica en que la gente de Trinidad hizo local la telenovela estadounidense. Produjo una lectura inesperada por parte de los productores. Esa lectura consistía en una reivindicación de la "cultura del bacanal", reivindicación que Miller ejemplifica a través de las voces de la gente del lugar. Pero "bacanal", en Trinidad, tiene significados específicos. No remite exclusivamente a "celebración orgiástica". "Bacanal" es escándalo, desorden, "sacar a la luz". Y "sacar a luz" tiene un valor moral. Si, por un lado, el escándalo desestabiliza cosas queridas (como la familia o el país), también acerca a la verdad de la vida social. Así, el "bacanal" repone una tensión entre el orden y el desorden, tensión que se expresa en la vida cotidiana familiar y política.

Según Miller, esta telenovela daba cuenta de una problemática común de Trinidad. La telenovela, dice, "es el realismo del mito" porque mostraba cómo la sensualidad o el chismorreo rompen el discurso doméstico, provocando desorden y confusión. Pero además, había otro trasfondo en aquel momento que actualizaba esta tensión local entre ilusión y verdad, ya que la baja de los precios del petróleo había empujado a Trinidad a una recesión que, a su vez, producía una fuerte crisis en las clases medias y en la ilusión de un país en desarrollo. Así, dice Miller, esta telenovela "refuerza el bacanal como lección de la recesión, la cual insiste en que lo doméstico y la apariencia de estabilidad son una construcción frívola que quedará en el olvido y volará por los aires ante la primera tormenta desencadenada por las fuerzas de la naturaleza de la verdad". En síntesis, esta telenovela "se confabula con el sentido local de verdad, entendida como desenmascaramiento y escándalo. El culebrón no es sólo trinidiano, sino, según una popular expresión local, es genuinamente trinidiano". En ese sentido, afirma que la telenovela estadounidense fue un "instrumento clave para fraguar un sentido sumamente específico de la cultura de Trinidad".

Así, Miller muestra cómo la televisión posibilita que la gente procese de manera compartida problemas comunes.

25 “A una producción racionalizada, tan expansionista como centralizada, ruidosa y espectacular, corresponde otra producción, calificada de “consumo”: ésta es astuta, se encuentra dispersa pero se insinúa en todas partes, silenciosa y casi invisible, pues no se señala con productos propios sino en las maneras de emplear los productos impuestos por el orden económico dominante” (De Certeau, M. 1996: XLIII)“Así, una vez analizadas las imágenes distribuidas por la televisión y el tiempo transcurrido en la inmovilidad frente al receptor, hay que preguntarse lo que el consumidor fabrica con estas imágenes durante estas horas. Los quinientos mil compradores de la revista Information-santé, los usuarios del supermercado, los practicantes del espacio urbano, los consumidores de leyendas y relatos periodísticos, ¿qué fabrican con lo que absorben, reciben y pagan?” (37)

provienen de sectores democráticos y pluralistas.26 Esto plantea otros desafíos comunicativos que se plantean más allá y más acá de la globalización.

Lección 4. Cultura, hibridación e interculturalidad.

Hibridaciones.

García Canclini ha definido hibridación como los “procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas. A su vez, cabe aclarar que las estructuras llamadas discretas fueron resultado de hibridaciones, por la cual no pueden ser consideradas fuentes puras” (2001b:14). Empecemos por esto último: no hay objetos o prácticas puras. ¿Por qué? Porque toda lengua, toda cosmovisión, toda estructura simbólica es el resultado de la historia en general, y de la historia de interrelaciones entre sociedades y culturas en particular. Cuando se defiende la pureza de una estructura, en realidad, se congela un momento determinado de la historia (la actualidad, los orígenes de la nación, el estado en el cual estaba un pueblo indígena cuando llegaron los colonizadores) y se lo naturaliza como si estuviera fuera de la historia.27

26La antropóloga Lila Abu-Lughod (1999) estudia a las mujeres en una aldea rural del Alto Egipto y el consumo de

una telenovela feminista. En un asilo de ancianas había una viuda cuyo cuñado, el malo de la telenovela, quería apropiarse del asilo para construir un hotel moderno. Las ancianas, frente a la amenaza, dejaron a un lado sus disputas y decidieron unirse para buscar una forma de conservar el asilo. La autora es una feminista de izquierda públicamente conocida. Sus seriales usualmente incluyen cuestiones sociales y una crítica al papel de la mujer. Incluso, a veces ha hecho trabajo etnográfico para que sus guiones fueran más realistas.

¿Cómo estudiar el encuentro entre mujeres rurales del Alto Egipto y esta telenovela? Abu-Lughod analiza a la mujeres de la aldea explorando estructuras básicas y significados en su vida cotidiana. Muestra varios ejemplos de "cómo los seriales a la vez tocaban temas relevantes para las televidentes de esta aldea y eran inasimilables por diferencias fundamentales de perspectivas vinculadas a la ubicación social" (117). En otros episodios, la autora feminista buscaba mostrar que la vejez de la mujer es en gran medida una consecuencia de las dificultades por construir un proyecto propio y, por ello, que aprender nuevas cosas y tener ambiciones posibilita a las mujeres no sentirse viejas. ¿Cómo afectó este mensaje a las mujeres de la aldea? El año anterior el gobierno había implementado clases de alfabetización para mujeres cerca de esta aldea. La posibilidad de asistir era impensable para muchas de ellas. Las mujeres que concurrieron tenían dos cosas en común: no tenían chicos y la situación de la familia les permitía que dejaran de trabajar por unas horas a la tarde. Cuando Abu-Lughod le preguntó a otra mujer, Umm Ahmad, si había concurrido a las clases, la mujer le dijo que le hubiera gustado, especialmente porque odiaba no ver su nombre escrito, pero que a su edad no podía aprender. Además, si concurría, los hombres se burlarían. ¿Qué significado puede tener para esta mujer un grupo de mujeres de clase media, con una jubilación confortable, que desean ayudar al prójimo, o el ideal feminista de los derechos de las mujeres a la educación y a una carrera significativa?

Además de las desigualdades de género estas mujeres deben lidiar con el aumento de los fertilizantes para su pequeña plantación, la baja de los precios de sus productos, el corte de subsidios, el aumento del costo de vida en la zona por el aumento del turismo, la necesidad de educar a sus hijos para que tengan un empleo.Esta asimetría se vincula no sólo a que la autora feminista pertenece a otra clase social (aunque esto es relevante). Tampoco puede reducirse a las importantes diferencias entre la vida urbana y la vida rural. La cuestión, dice Abu-Lughod, es que en Egipto la televisión es el principal instrumento para la transmisión de las narrativas de clases medias urbanas que creen saber qué es bueno para la sociedad, considerándola un objeto manipulable por un experto. Sin embargo, para las mujeres de la aldea es imposible identificarse con el estereotipo televisivo de alguien que concurre a clase, que tiene proyectos propios, etcétera.

27 Por ejemplo, si se pretendiera defender el castellano puro y auténtico, ¿a qué momento de la historia de esa lengua se apelaría? Lo mismo se puede aplicar a cualquier cultura o estructura cultural. La paradoja es que, strictu

Los procesos de globalización, las migraciones, los consumos culturales transnacionales constituyen y desestabilizan definitivamente ideas acerca de “autenticidad” y “pureza” cultural. Para ser precisos debemos distinguir, por un lado, de qué modo, para el análisis social, resultan evidentes las tendencias de contacto, las dinámicas de mezcla y combinación, y cómo eso se inserta en procesos históricos de tiempos largos. Por otro lado, ciertos contextos sociopolíticos generan que los agentes sociales exacerben retóricas y prácticas de la exclusividad, de “conservación incontaminada”. Esto implica no sólo cierta disociación entre niveles de análisis y niveles de intervención (que se produce en algunos casos y en otros no), sino sobre todo una disociación entre las dinámicas de la cultura y las dinámicas de la identidad. Hay situaciones en las cuales un escenario crecientemente cosmopolita genera, paradójicamente, que los actores construyan personajes provinciales y fundamentalistas.

Sobre lo popular

Un debate específico se da en torno a la cuestión de la “cultura popular”. En el planoanalítico conviene repasar las seis afirmaciones que formulaba, hace más de diez años, García Canclini (2001b):1) El desarrollo moderno no suprime las culturas populares tradicionales.2) Las culturas campesinas y tradicionales ya no representan la parte mayoritaria de la

cultura popular.3) Lo popular no se concentra en los objetos.4) Lo popular no es monopolio de los sectores populares.5) Lo popular no es vivido por los sujetos populares como complacencia melancólica

con las tradiciones.6) La preservación pura de las tradiciones no es siempre el mejor recurso popular para

reproducirse y reelaborar su situación.

La cuestión es que las clasificaciones que distinguían lo popular, de lo culto y de lo masivo ya no funcionan. Cuando Pavaroti canta ante multitudes o cuando la cumbia se baila en balnearios exclusivos y las estéticas televisivas se reciclan en artesanías, las fronteras entre esas clasificaciones se tornan difusas. Los debates acerca de los objetos, sujetos y usos populares, acerca de lo popular como definición relacional y conflictiva, acerca de estética e ideología, forma y función, continúan vigentes, pero generalmente resituados. Esos debates deben enmarcarse en la propia sospecha acerca del concepto de cultura como mundo cerrado (ver supra). Lo que domina es el tránsito y la combinación. Y un riesgo siempre presente es que “lo popular” y las luchas por su definición sean meramente una cuestión de las dinámicas del campo intelectual y de sus legitimidades, o de campos de política cultural, que no tomen realmente en cuenta los intereses y situaciones de los actores sociales específicos.

sensu, lo “auténtico” es aquello que se transforma con la historia y los vínculos. Lo que permanece igual, por el contrario, ha sido contaminado por el formol o lo que puede llamarse la “política de formol”.

Debe quedar claro que preservar patrimonios materiales e intangibles intactos es una tarea de primer orden. Lo que se cuestiona aquí es la pretensión de que los grupos humanos no cambien a través del tiempo.

Exotismo: los disfraces de lo popular

En un contexto de contactos interculturales múltiples no faltan quienes idealizan a pequeñas aldeas aisladas, no sólo sin televisión, sino sin carreteras, no sólo sin hospitales, también sin escuelas. Allí, en ausencia de contacto, supuestamente se conservaría la “verdadera” y “auténtica” cultura. Es de destacar que quienes idealizan esas aldeas suelen vivir en la ciudad, tienen un nivel de educación formal considerable y acceso a los medios de comunicación. Simplemente les parece fantástico que haya grupos humanos que se conserven como museos, para que los de la ciudad puedan ir ocasionalmente en visitas furtivas. No sólo pasan por alto lafalta de oportunidades para quienes nacen allí, el nivel alarmante de esperanza de vida, la falta de recursos. También pasan por alto conocer cuál es la voluntad de los habitantes de esa aldea. Y no falta quien suponga que aquel habitante que desee acceder a otros recursos se encuentra tristemente contaminado por la modernidad.

No es difícil percibir que esto es un exotismo28 que, en el extremo, puede terminar ignorando los derechos más elementales del otro. Como esos otros conocen mejor sus intereses y sus derechos, es muy común que se disfracen para organizar un espectáculo étnico ante las visitas turísticas, y de ese modo, obtengan beneficios económicos vendiendo “autenticidad”. Incluso, los antropólogos esencialistas desprevenidos corren ese riesgo: hace un tiempo un humorista dibujó a una familia indígena que se apresuraba a esconder sus televisores y electrodomésticos mientras gritaban “¡vienen los antropólogos!”.

Como hace tiempo ha mostrado Martín-Barbero el movimiento debe analizarse a partir de tres desplazamientos: de lo popular a lo masivo, de lo masivo a lo popular y los usos populares de lo masivo29. No sólo los sectores populares usan las tecnologías

28 “En forma ideal, el exotismo es un relativismo, tanto como lo es el nacionalismo, pero de manera simétricamente opuesta: en ambos casos, lo que se valora no es un contenido estable, sino un país y una cultura definidos exclusivamente merced a la relación que guardan con el observador (...) Las actitudes que surgen del exotismo serían, pues, el primer ejemplo en el que el otro es preferido sistemáticamente al yo mismo. (...) se trata, no tanto de una valoración del otro, como de una crítica de uno mismo, y no tanto de la descripción de una realidad, como de la formulación de un ideal” (Todorov, T. 2000: 305)

29 “De lo popular a lo masivo: dirección que no puede seguirse más que históricamente ya que, frente a todas las nostalgias por lo “auténticamente popular”, lo masivo no es algo completamente exterior, algo que venga a invadir y corromper lo popular desde fuera sino el desarrollo de ciertas virtualidades ya inscritas en la cultura popular del siglo XIX (...) Lo masivo se ha gestado lentamente desde lo popular

De lo masivo a lo popular: para investigar en primer lugar la negación, esto es, la cultura de masa en cuanto negación de los conflictos a través de los cuales las clases populares construyen su identidad (...) Investigación, entonces, de la presencia en la cultura masiva de códigos populares de percepción y reconocimiento, de elementos de memoria narrativa e iconográfica.Los usos populares de lo masivo: (...) Frente a las mediciones de audiencia y las encuestas de mercado que se agotan en el análisis de la reacción, de la respuesta al estímulo, y contra la ideología del consumo-receptáculo y pasividad, se trata de investigar la actividad que se ejerce en los usos que los diferentes grupos –lo popular tampoco es homogéneo, también es plural- hacen de lo que consumen, sus gramáticas de recepción, de decodificación.” (Martín-Barbero, 1983)

modernas; los programas televisivos (y radiales) retoman y reciclan modos populares de narrar. El melodrama es un género paradigmático en este sentido30.

Lección 5. Multiculturalidad/Interculturalidad

La hibridación interesa tanto “a los sectores hegemónicos como a los populares que quieren apropiarse de los beneficios de la modernidad” (García Canclini, 2001b:17). Justamente por eso las mezclas interculturales tienen sentidos contradictorios: hay casos prósperos e innovadores, mientras otros pueden hablar más de desigualdad que de combinación, de expropiación que de invitación.

Sin embargo, cuando las retóricas prevalecientes hablan de un “choque de civilizaciones” y “guerras de culturas”, cuando crímenes de lesa humanidad pueden llevarse a cabo en nombre de la tradición y de la pureza, el desafío a los absolutismos culturales que afirman su mutua incomensurabilidad puede realizarse combinando dos caminos. Por una parte, mostrando que esos fundamentalismos, al contrario de las diferencias que anuncian con estruendo, pertenecen a culturas políticas similares, ya que tienen modos análogos de construcción de la alteridad, del adversario y de autoproclamarse. Por otra parte, en el camino señalado por García Canclini, proponiendo a la hibridación como intersección y transacción que posibilite “que la multiculturalidad evite lo que tiene de segregación y pueda convertirse en interculturalidad. (...) Podemos elegir vivir en estado de guerra o en estado de hibridación” (2001b:20).

Para concluir este capítulo, se podría decir que La globalización, al acortar las distancias espacio-temporales, produce un incremento cualitativo de las interacciones entre grupos sociales y culturales. El aumento de la interacción, sin embargo, no implica necesariamente que se produzca un aumento de la integración. Las interacciones pueden medirse en cantidad, regularidad e intensidad de los contactos. Mayores contactos no significan mayor armonía, inclusión y complementariedad. En efecto el incremento de la interacción puede generar un aumento de los conflictos. La mayor cercanía física puede traducirse en un incremento de las distancias simbólicas.

Las dimensiones socioculturales de la globalización se enfrentan al desafío de que la mayor interconexión se convierta en una multiplicación de diferenciaciones identitarias, de neofundamentalismos, no sólo en grupos sociales, sino en los propios estados centrales. Ese riesgo, muy real, no depende exclusivamente de factores culturales, sino de las percepciones que cada grupo tenga acerca de la distribución del poder y la jerarquía, de la riqueza y el bienestar. Por ahora, presenciamos una creciente monopolización de los poderes económicos y del control de instituciones multilaterales.

30 “La obstinada persistencia del melodrama más allá y mucho después de desaparecidas sus condiciones de aparición, y su capacidad de adaptación a los diferentes formatos tecnológicos, no puede ser explicada en términos de operación puramente ideológica o comercial. Se hace indispensable plantear la cuestión de las matrices culturales, pues sólo desde ahí es pensable la mediación efectuada por el melodrama entre el folklore de las ferias y el espectáculo popular-urbano, es decir, masivo. Mediación que en el plano de los relatos pasa por el folletín y en el de los espectáculos por el music hall y el cine. Y del cine al radioteatro y la telenovela una historia de los modos de narrar y de la puesta en escena de cultura de masa es, en muy buena parte, una historia del melodrama” (Martín-Barbero, 1998: 162).

En algunas regiones esa presión se traduce hoy en procesos de disgregación o en guerras crónicas. El riesgo es que se instituya, por años, la prevalencia de una “cultura global” de la desigualdad, la exclusión, la discriminación y la xenofobia.

Difícilmente eso pueda evitarse si no se contrapone otra cultura global que acentúe la universalidad de derechos a recibir y producir información, a conocer y hacerconocer patrimonios culturales, a acceder a la educación en sus distintos niveles, al trabajo y a la salud, con la perspectiva de que cultura y globalización se articulen de un modo pluralista y democrático en un mundo más equitativo.

CAPÍTULO DOS. EL PODER POLÍTICO – ECONÓMICO.

Lección 1. Las industrias culturales y el desarrollo de los paises Americanos. (Nestor Garcia Canclini)

Es ya un consenso internacional que las industrias culturales son el sector más dinámico del desarrollo social y económico de la cultura, el que atrae más inversiones, genera mayor número de empleos e influye a audiencias más amplias en todos los países. ¿Cuándo comenzó a ocurrir esta transformación? Se podría hablar de una incipiente industrialización de la cultura desde la invención de la imprenta, pero fue necesario que se sumaran otros avances tecnológicos y se expandiera la educación en los siglos XIX y XX para que se configurara una industria editorial, y luego las industrias audiovisuales (radio, cine, televisión, video, fonográfica). En la última etapa, el desarrollo electrónico y satelital, que generó nuevos modos de comunicación – por ejemplo, Internet – permite articular lo que antes se producía en forma separada en cada rama y en distintas naciones. Existen diversas definiciones de industrias culturales. En sentido amplio, podemos caracterizarlas como el conjunto de actividades de producción, comercialización y comunicación en gran escala de mensajes y bienes culturales que favorecen la difusión masiva, nacional e internacional, de la información y el entretenimiento, y el acceso creciente de las mayorías. En los últimos años, el énfasis en una u otra de estas actividades y funciones ha llevado a nombrarlas como “industrias comunicacionales”, “industrias creativas” (creative industries) o “industrias del contenido” (content industries), con lo cual se alude a que son medios portadores de significados que dan sentido a las conductas, cohesionan o dividen a las sociedades. La doble faceta de las industrias culturales – a la vez recurso económico y fuente de identidad y cohesión social – exige considerarlas con un doble enfoque: por un lado buscando el máximo aprovechamiento de sus aptitudes para contribuir al desarrollo de la economía, y por otro para que su afianzamiento económico favorezca la creatividad y la diversidad cultural. Industrialización de la cultura e integración americana La interrelación entre los países, en las Américas y en el resto del mundo, se modificó desde mediados del siglo XX gracias a las industrias culturales. Hasta hace unos cincuenta años la integración americana, o de cada región, sobre todo en América Latina, era un proyecto político-cultural, con débiles bases económicas y de interés para algunas élites en ciertos países, sin instrumentos comunicacionales para compartirlo con el conjunto de la población. Los movimientos latinoamericanistas, aunque invocaran la comunidad geográfica, lingüística e histórica, y a veces el enfrentamiento con

poderes extrarregionales, eran más bien actos discursivos que movilizaban pocos recursos. Su mayor expresividad y difusión se logró a través de las artes plásticas, la literatura y algunas figuras emblemáticas del cine y la música, en la medida en que unas pocas películas argentinas y mexicanas, boleros, tangos y melodías andinas, lograban trascender las fronteras nacionales.

El aumento de intercambios económicos y las nuevas condiciones comunicacionales facilitadas por las industrias de la cultura crearon una situación muy distinta. Si bien la prensa, la radio y el cine habían tenido cierto impacto en las sociedades desde principios del siglo XX, su difusión masiva va asociada a la urbanización y el acceso a la escuela en todas las clases sociales. Así como esos tres medios ayudaron a integrar a regiones desconectadas dentro de cada nación (Martín Barbero), también fueron dando condiciones para que cada nación conociera más de las otras. El desarrollo de la televisión desde los años sesenta, y a partir de los ochenta las transmisiones por satélite y cable, la miniaturización de las computadoras, el acoplamiento de la telefonía y la informática, completaron un sistema multimedia de redes que coloca en otro registro la integración de América Latina. Pero la interconexión a través de las industrias culturales es ambivalente. Expande los mercados, hace posible un mejor conocimiento virtual entre los países de la región y aporta valor añadido a los contenidos de los mensajes y obras generados en cada sociedad. Al mismo tiempo, bajo la lógica neoliberal, genera desafíos y conflictos: crea nuevas disputas por los usos del patrimonio cultural de cada pueblo y por los derechos de autor individuales y colectivos, tiende a acentuar la subordinación de los países débiles y a privilegiar los derechos comerciales de las megaempresas transnacionales. ¿Quiénes se benefician con el aumento de publicaciones, músicas y espectáculos que se hacen con formatos industrializados? En primer lugar, unas pocas empresas que controlan la circulación en los mercados editoriales, fonográficos e informáticos, y la fusión multimedia de estos bienes en las cadenas cinematográficas, de televisión, discos y videos, de programas computacionales e Internet. Son empresas privadas que se desempeñan con relativa independencia de los Estados nacionales, incluso de aquellos países donde tienen sus sedes. Sin embargo, su acción es más independiente de los Estados en los países de desarrollo bajo o mediano, en tanto los países europeos tienen políticas públicas de protección de sus editoriales, su cinematografía y su televisión, y Estados Unidos subsidia en forma directa e indirecta a las empresas residentes en su territorio. A ello hay que agregar que en el enorme aumento del comercio internacional de bienes culturales (incrementado cinco veces durante los años noventa) concentra las ganancias en las naciones de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, quienes obtienen 275 mil millones de dólares, o sea 87.3 por ciento de los beneficios generados por la prensa, los libros, la televisión, la radio y el cine (Getino, 2002). La acción transnacional de las grandes industrias culturales e informáticas está reconfigurando la esfera pública, la comunicación social, la información y los entretenimientos cotidianos en casi todo el planeta. Por una parte, como decía, esta interrelación mundial favorece el conocimiento recíproco entre culturas antes desconectadas y un acceso más diversificado de sectores amplios a los bienes y mensajes modernos. Pero la interculturalidad, y su diversificación de ofertas, siguen estando desigualmente repartidas. Las masas encuentran limitada su incorporación a la cultura globalizada porque sólo pueden relacionarse con la información y los entretenimientos que circulan

en la radio y la televisión gratuitas. Únicamente las clases altas y medias, y pequeños sectores populares, acceden a la televisión por cable y algunos circuitos informáticos. Queda restringido a las élites empresariales, universitarias y políticas el uso de computadoras, fax, antenas parabólicas, es decir los circuitos de innovación e interactividad en las redes electrónicas. Si bien la extensión de la informática en la educación primaria y secundaria va ampliando las aptitudes para relacionarse con las últimas tecnologías comunicacionales, la posesión y el acceso de estos medios es todavía muy desigual.

A diferencia de lo que ocurrió hasta los años setenta del siglo XX, cuando los Estados buscaban proteger las culturas nacionales mediante cuotas para la producción local y limitando los usos comerciales o privados del patrimonio, el eje del debate no puede reducirse ahora a planificación estatal o privatización de las acciones culturales dentro de cada nación. La lógica transnacional de los mercados editoriales, cinematográficos y musicales exige construir a la vez políticas de alcance nacional y políticas globalizadas. Es difícil modificar las asimetrías y desigualdades entre norte y sur, y aun entre los países latinoamericanos, si las políticas públicas se restringen al territorio de los Estados nacionales, y se dejan las relaciones culturales internacionales libradas a las decisiones mercantiles de las majors. La necesidad de diagnósticos y políticas diferenciales El reordenamiento globalizado de la cultura no se comporta del mismo modo en las distintas industrias culturales. Voy a examinar brevemente las diferencias entre la producción editorial y de los medios audiovisuales. Industria editorial. En tanto los libros y revistas van asociados a lenguas específicas, la industria editorial tiende a agruparse regionalmente. A diferencia de la música y las artes visuales, donde la interconexión es más fuerte entre América Latina y Estados Unidos, la mayoría de las editoriales latinoamericanas fueron vendidas a partir de los años ochenta a empresas españolas y a otras europeas, o se hallan subordinadas a programas de esas transnacionales.

Las editoriales argentinas y mexicanas, y en menor grado la colombiana, tuvieron gran importancia entre los años cuarenta y setenta en el desarrollo nacional y en la integración de las sociedades de esta región. Sus publicaciones de autores de toda América Latina y España, así como las traducciones de libros europeos y norteamericanos fueron desvaneciéndose en los años recientes y dejando la iniciativa a empresas ajenas a la región. La hiperinflación, las devaluaciones y el derrumbe de varias economías latinoamericanas en las últimas dos décadas debilitaron este campo cultural. Algunas editoriales estadounidenses también fueron entrando en los mercados de América Latina, especialmente con libros de texto, técnicos y de autoayuda, que se hallan entre los de mayor venta. Mientras México está publicando entre 10,000 y 13,000 títulos anuales en la última década y la crisis argentina hizo descender de 11,000 a 3,500 sus ediciones de libros, España publicó 67,000 nuevos títulos en 2001 y Estados Unidos supera desde hace más de una década el medio millón. Muchas editoriales y librerías latinoamericanas, así como diarios y revistas, quebraron o redujeron sus ventas. El aumento internacional del precio del papel, la deserción escolar, la reducción general del consumo en los países de América Latina han tenido efectos altamente negativos en toda la región y agravan la disparidad con las metrópolis en el desarrollo

cultural. Uno de los signos más elocuentes de la declinación cultural y económica que está ocurriendo en casi toda América Latina (salvo tres parciales excepciones: Brasil, Chile y México) es la pérdida de la industria editorial y de la relación entre lectura y educación, que fue decisiva en la formación de naciones y ciudadanías modernas. En tanto España exportó en 2001 libros por valor de 602 millones de euros, aumentando en 13.49 por ciento sus ventas del año anterior, en los países latinoamericanos cerraron centenares de editoriales y librerías. Mientras la industria editorial española se consolida entre las diez mayores de su país y aporta superávit a su balanza comercial, en la Argentina las ventas desde 1999 cayeron 50 por ciento, unas 300 librerías cerraron, se suspenden importaciones – incluso de libros de novelistas argentinos editados en el exterior – y obviamente se pierden empleos. El caso argentino es el más alarmante por haber tenido ese país una de las primeras leyes de alfabetización masiva del mundo, alto nivel educativo a lo largo de casi todo el siglo XX y por haber publicado, junto con México, a los principales autores latinoamericanos y traducciones tempranas de clásicos y contemporáneos: en Buenos Aires y México aparecieron entre los años cincuenta y setenta, antes que en Francia y Estados Unidos, excelentes versiones en español, entre otros, de Walter Benjamin, Martín Heidegger y Antonio Gramsci. Es igualmente inquietante el derrumbe de Perú y varios países centroamericanos, o el de Ecuador, que sufrió con la dolarización de 1999 una “expropiación” de ahorros semejante a la de Argentina a fines de 2001. La caída de este último país fue menos difundida, salvo durante los días del estallido popular que llevó a miles de indígenas a Quito, pero ha implicado el quiebre de 3,000 empresas, el aumento del desempleo y la migración súbita más alta del continente: se ha ido medio millón de ecuatorianos, o sea el 15 por ciento de la población económicamente activa, en el período 2000-2001. Son obvios los efectos negativos de largo plazo que esto tiene sobre el desarrollo social y cultural. Dos hechos, de signo opuesto, revelan diferentes formas de vitalidad cultural aún persistentes. Entre las varias ferias de libros (Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, Sao Paulo) que siguen siendo muy visitadas – de 300,000 a un millón y medio de personas – destaca la de Guadalajara por la repercusión internacional que le dan su acertada organización y el ser un foro de profesionales del mundo editorial de muchos países. Además de crecer cada año como lugar de comercialización de derechos de autor, centenares de bibliotecarios de Estados Unidos la convirtieron en sitio preferido para hacer compras para sus universidades, llegando a alrededor de 12 millones de dólares en 2001. Por supuesto, obtienen las mayores ganancias los editores españoles o las transnacionales que controlan la mayor parte del mercado en castellano (Planeta, Random House Mondadori y Santillana). Es notable que esta dinámica y prestigiada feria no haya promovido el desarrollo de una industria editorial local, ni fortalecido la existente en otras zonas de México. El otro hecho que deseo destacar es que, frente a la casi total ausencia de políticas culturales de Estado que protejan e impulsen el campo editorial, las crisis recientes han estimulado movilizaciones importantes en varios países. En México escritores, editores y libreros impugnaron en estos primeros meses de 2002, en manifestaciones y acciones mediáticas, las reformas legales con las que el gobierno colocó nuevos impuestos a los libros y retiró exenciones a autores y editores; dialogaron enérgicamente con los legisladores y consiguieron algunas mejoras. En estos mismos meses, intelectuales, artistas y productores culturales argentinos crearon varios foros para la defensa de las industrias culturales: buscan fortalecer la aprobación

de la demorada ley del libro, otra ley que promueva el mecenazgo, y proponen medidas de protección a las empresas culturales de capital nacional. Industrias audiovisuales. La producción cinematográfica y musical, junto con la informática, son las que producen mayores beneficios, llegan a públicos más vastos y se expanden con ritmos más veloces. Es importante aclarar que, aun cuando son cada vez más interdependientes, como luego analizaré, sus ritmos y condiciones de avance o decrecimiento mantienen cierta autonomía. El cine, por ejemplo, tuvo una caída de público en muchos países durante la década de los ochenta y en el último decenio muestra recuperación. En América Latina las salas tradicionales, que fueron deteriorándose y no dispusieron de inversiones durante muchos años, cerraron unánimemente. Los cines mexicanos, que en 1984 tenían 410 millones de espectadores, bajaron a principios de los años noventa a 170 millones En rigor, este derrumbe de las salas no implica que el cine desaparezca, sino que la televisión y el video están trasladando a la casa el lugar de acceso a las películas. Si las empresas norteamericanas aprovechan mejor esos cambios tecnológicos y de hábitos culturales es porque se adaptan más rápido que las de otros países, los impulsan y logran controlar los circuitos de distribución y exhibición en casi todo el mundo, tanto interviniendo en la TV y el video como en las redes de salas. De este modo, se viene remontando la decadencia del cine en espacios públicos. Comenzaron a aparecer conjuntos de microsalas en ciudades grandes y medianas de América Latina, con instalaciones de tecnología visual y sonora avanzada y butacas más confortables. Los espectadores están valorando el atractivo de estas innovaciones, así como en la emisión de boletos - en algunas ciudades latinoamericanas pueden comprarse por teléfono en máquinas interactivas -, todo lo cual reduce personal, evita la reventa y estimula el regreso del público a las salas. ¿Qué quieren ver los espectadores que van a los cines o rentan películas para llevar a casa? Principalmente filmes de acción , de un cine-mundo que muestra espectáculos filmados con tecnología sofisticada y mitos inteligibles por audiencias de cualquier cultura. Hay minorías que se interesan por dramas íntimos e historias de sociedades diferentes, aunque estas líneas son más atractivas para los públicos latinoamericanos que para los estadounidenses, en consonancia con el papel de la telenovela como formadora sentimental y entretenimiento masivo. De todas maneras, las encuestas dicen que más de la mitad de la audiencia prefiere los espectáculos de acción a los dramas, las comedias y la ciencia ficción. Es comprensible que estos gustos inclinen a ver cine hollywoodense, o sea el que más temprano desarrolló relatos atractivos por su énfasis en la acción. En los últimos años hay intentos de coproducción entre países latinoamericanos y con España, pero se trata de acciones aisladas, con bajo apoyo de los Estados latinoamericanos y sin acciones a escala continental que aprovechen el hecho de contar con un mercado de casi 600 millones de habitantes, si se suma América Latina, España y los hispanohablantes en Estados Unidos. El único programa significativo encarado por algunos países latinoamericanos y España, Ibermedia, ha impulsado la producción de algunas decenas de filmes, pero no logra aún facilitar la distribución. Hay poca capacidad de defender la exhibición del cine en castellano cuando capitales estadounidenses, y en menor medida canadienses y australianos, se apropian de la distribución en salas, la venta y alquiler de videos y de buena parte de la programación y la publicidad televisiva. Fracasan, como ocurrió en México, proyectos de ley para dedicar una pequeña cuota de las entradas a salas de cine para financiar películas

nacionales. En la Argentina, donde la ley se aprobó, los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa destinaron los fondos que debían financiar las nuevas películas a cubrir déficits de cuentas nacionales y deuda externa. Aun en medio de las crisis económicas (México, 1994; Brasil, 1998; Argentina, 2001) las industrias audiovisuales de estos países mantienen cierta vitalidad. Los cuatro países que componen el Mercosur alcanzaron a generar con su industria audiovisual en el último año 12 mil millones de dólares, incluyendo solamente la facturación publicitaria, abonos de TV de pago y entradas a salas de cine. La cifra sería bastante mayor si se agregara lo producido por otras industrias vinculadas al audiovisual, como la radio y el disco, y las de señales satelitales o las dedicadas a fabricación de máquinas, equipos e insumos que requiere este complejo industrial. La dimensión social y económica de este sector, en la región del Mercosur, estima Octavio Getino, abarca “más de 50 millones de hogares, a los que llega diariamente la programación de unos 350 canales de origen de TV abierta y cerca de 3 mil emisoras repetidoras, con una facturación publicitaria estimada en alrededor de 4,500 millones de dólares.” Estos datos indican el lugar significativo que ocupa la televisión en la industria audiovisual. Se está produciendo una interacción mayor entre las cadenas estadounidenses y las latinoamericanas, sobre todo con las cuatro empresas de América Latina que concentran casi el 90 por ciento de la exportaciones de programas televisivos, cine y video: Televisa, Rede Globo, Venevisión y Radio Caracas TV. Televisa encabeza el negocio en América Latina acercándose al 50 por ciento del total de operaciones: “sus ventas netas al extranjero evolucionaron, de 9,9 por ciento en 1993 a 17.6 por ciento en 1997. 75.3 por ciento del valor de sus exportaciones y 97 por ciento de sus importaciones en 1997 se originaron en Estados Unidos.” “La alta proporción de exportaciones a Estados Unidos se explica en virtud de la manera diferencial en que se establecen los precios de programas televisivos en el mercado internacional, en términos del “poder adquisitivo” de cada país. Para dar un ejemplo, en 1990 Centro y Sudamérica compraron 71 por ciento de las horas / programa que Televisa exportó, pero esto constituyó sólo 37 por ciento de los ingresos recibidos. Estados Unidos, por otra parte, recibió solamente nueve por ciento de los ingresos totales por ventas al exterior.” (Sánchez Ruiz)

Hay que señalar, aun dentro de este sintético panorama, que si bien la tendencia predominante en el mercado es el consumo de televisión abierta, y en este campo disminuye la programación importada de Estados Unidos, en la televisión paga, que se expande rápidamente entre segmentos altos y medios, siguen siendo elevadas las importaciones. Escenarios futuros El paisaje descripto revela, en la opinión de muchos expertos, y aun de organismos internacionales que han realizado diagnósticos sobre las industrias comunicacionales y las políticas de desarrollo, la necesidad de encarar acciones públicas respecto de estas industrias. Asimismo, se señala que es indispensable superar la escala nacional y pensar en un espacio cultural público transnacional. El tamaño de las acciones necesarias requiere programas regionales en los que se coordinen actores nacionales (en el interior de cada país para reconocer su diversidad) con organismos latinoamericanos (OEA, CEPAL, SELA, Convenio Andrés Bello, etc.) que construyan una normatividad y programas socioculturales y económicos de desarrollo en esta área acompañando los acuerdos de libre comercio. Una primera tarea es lograr que las

industrias culturales sean incluidas en la agenda pública de los convenios de integración e intercambio. Cabe destacar el papel estratégico de los organismos internacionales para crear estructuras institucionalizadas ágiles y menos burocráticas, apoyar diagnósticos de potencialidad regional y coordinar programas de cooperación entre países, de éstos con las empresas nacionales y transnacionales, y con organismos de la sociedad civil. Una nueva relación cultural de las industrias culturales con las escuelas, y la formación de actores societales (organismos de televidentes, públicos de cine, ombudsman de los medios) son de primera importancia para modificar la función social de estas industrias y hacerles trascender su unilateralidad mercantil. Como escribió Martín Hopenhayn, las industrias culturales implican muchas dimensiones de la vida social: “las grandes inversiones editoriales, los programas culturales en la televisión abierta, las redes de lectores en Internet, las transmisiones no comerciales en radios comunitarias, la proliferación de revistas especializadas en las más variadas artes y tendencias, y otras tantas combinaciones en un universo de circulación cada vez más versátil.” Esta convergencia entre variados actores culturales, educativos, empresariales y sociales corresponde al modo en que hoy se potencianmutuamente las telecomunicaciones, las tecnologías de información con las de entretenimiento. Estas son algunas de las razones por las cuales hacer políticas culturales implica ahora ocuparse con nuevos criterios y objetivos de las industrias comunicacionales. Defender la identidad y la diversidad cultural, o el uso democrático de patrimonios intangibles, como se enuncia en los discursos de organismos públicos, es algo con poco sentido y eficacia si lo que se dice y se hace queda enmarcado en el territorio de cada nación, y se limita a los campos de las bellas artes y las culturas tradicionales de carácter local. Es urgente para los países latinoamericanos diseñar políticas de mantenimiento y promoción activa de la diversidad cultural en la época previa al 2005. Se estima que el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas propuesto para esa fecha por Estados Unidos va a abarcar un mercado de casi ochocientos millones de personas. Algunas estimaciones suponen que esta zona representa el cuarenta por ciento del comercio mundial. Es de vital interés para los organismos artísticos, los movimientos sociales y políticos, así como los ministerios de cultura, alcanzar una posición que beneficie, en esa negociación, las relaciones históricas y actuales entre los países latinoamericanos y reduzca la asimetría con las metrópolis. Si encaramos desde ahora esta tarea, con estudios regionales y prospectivas económicas y culturales, tal vez sea posible situarnos en posiciones productivas. Será el modo más inteligente de defender la diversidad cultural. En la misma dirección, es clave legislar en cada país y en la región antes de que el ALCA lo haga sobre las industrias culturales y sobre los modos actuales de gestión del patrimonio. Dada la envergadura transnacional de los acuerdos, si hacemos leyes sólo dentro de cada país no tendrán sustentabilidad. Es indispensable el trabajo de los organismos internacionales para efectuar estudios regionales, sensibilizar a los responsables de cada país y llegar a acuerdos practicables. Una primera tarea de instituciones como la OEA y el BID sería lograr que en todas las áreas de esas negociaciones se evite dejar librados los movimientos culturales, de información y entretenimiento, al simple juego de los inversores y la especulación mercantil. No se trata de detener la globalización, sino de intervenir en sus paradojas: ya que es capaz de intensificar la comunicación y los intercambios, hay que reorientarla cuando los limita o sesga debido a la concentración monopólica, en otras palabras, cuando la subordinación de las industrias culturales a

los mercados bursátiles asfixia a los productores locales y las expresiones minoritarias. Se han mencionado en los últimos años, en la bibliografía especializada (Getino, Martín Barbero, Sánchez Ruiz) algunas iniciativas de acciones culturales distributivas y reguladoras que se consideran necesarias después del período de extrema desregulación en el cual crecieron las industrias culturales durante la innovación y las radicales transformaciones recientes: “mientras la audiencia se segmenta y diversifica, sostiene Jesús Martín Barbero, las empresas de medios se entrelazan y concentran constituyendo en el ámbito de los medios de comunicación algunos de los oligopolios más grandes del mundo.” Así se va instalando la tendencia a uniformar los contenidos y abaratar la calidad. Este desencuentro entre la globalización diversificada de la oferta y la homogeneización mercantil de las audiencias es aplicable, ante todo, a las políticas de estandarización transnacional de los públicos que despliegan tanto los canales estadounidenses (CBS, CNN) como los latinoamericanos (Televisa, el Grupo Cisneros). También cabe extender la preocupación a las iniciativas dirigidas a homogeneizar el espacio cultural de América Latina. En el ámbito televisivo, se discute si conviene crear un canal público latinoamericano. Jesús Martín Barbero sostiene que “la mejor integración cultural no se produce mediante un canal – en el que la mezcla continua acabaría indiferenciando las procedencias – sino favoreciendo la presencia constante de expresiones de los otros latinoamericanos en los canales habituales de cada cual. En resumen más que centralizar en un solo canal lo latinoamericano sería preferible que en los canales de cada país se nos dé la posibilidad de comprender lo latinoamericano desde el punto de vista de la identidad y el contexto de vida propios, de lo contrario cualquier información o manifestación cultural indiferenciada referida al mundo latinoamericano difícilmente será relacionable con la propia realidad.” En áreas vinculadas a la información, como la prensa, radio y televisión producidas en cada país, varios autores sugieren limitar a menos del 50 por ciento la inversión extranjera, y fijar para los medios audiovisuales (incluido el cine) un mínimo de programación nacional y regional. Respecto de las películas el porcentaje clásico del 50 por ciento de tiempo en pantalla se ha vuelto impracticable por el achicamiento de la producción nacional, aun en los países con mayor filmografía. Pero una cuota básica es imprescindible para que el control creciente de la distribución y exhibición por empresas estadounidenses no bloqueé, como está ocurriendo, el conocimiento de películas del propio país. También importa reglamentar la publicidad en canales audiovisuales y el acceso del conjunto de la sociedad a acontecimientos e información de interés público. La creación de condiciones equitativas de información y competencia requiere fomentar la diversidad de voces en cada emisora, incluidas las que disienten de la línea editorial o comunicacional de la empresa, y proteger el derecho de réplica. Por último, es preciso decir que la construcción fundada de políticas en estos campos exige crear indicadores culturales, como propone la UNESCO en sus Informes Mundiales de Cultura (1998 y 2000), que, en forma análoga a los indicadores educativos y de salud, establezcan sistemas flexibles internacionalmente consistentes para evaluar el desarrollo cultural. No se trata, por supuesto, de pretender decidir si una cultura está más desarrollada que otra. Más bien se busca, aceptando la diversidad histórica, de estilos y proyectos de cada sociedad, apreciar en qué grado las estructuras y políticas existentes contribuyen a la integración, evitan discriminaciones, fomentan que grupos diversos se autodeterminen y encuentren oportunidades parejas de creatividad y comunicación (UNESCO, 2000: sexta parte). En América Latina aun los países en los que existe

mayor producción cultural carecen de suficientes estadísticas culturales, y por tanto no es posible efectuar comparaciones regionales que faciliten la cooperación y los intercambios. La investigación y la sistematización pública de la información sobre inversiones, producción, difusión y consumos culturales, sobre importaciones y exportaciones, sobre la potencialidad cultural y comunicacional de cada sociedad, es básica para desarrollar políticas sustentables e innovadoras. Bibliografía Convenio Andrés Bello y Ministerio de Cultura de Colombia, Economía & Cultura. Un estudio sobre el aporte de las industrias culturales y del entretenimiento al desempeño económico de los países de la Comunidad Andina. Informe preliminar. Definiciones básicas, pautas metodológicas y primeros resultados en Colombia, Bogotá, noviembre de 1999. Del Corral, Milágros y Salah Abada. “Cultural and economic development through copyrigth in the information society” en World Culture Report. Francia. UNESCO. 1998. García Canclini, Néstor (coord.) La globalización imaginada, México, Paidós, 1999. Getino, Octavio. “Economía y desarrollo en las industrias culturales de los países del Mercosur” Conference on Culture, Development, Economy. New York University. Center for Latin American and Caribbean Studies. 11 al 13 de abril de 2002. Hopenhayn, Martín. “Promoción y protección de la creación y la creatividad en Iberoamérica: las ventajas del hacer y los costos del no hacer”. Documento inédito. Keane, John, “Structural transformations of the public sphere” en The Communication Review. 1 (1), San Diego, California, 1995. Kliksberg, Bernardo y Luciano Tomassini (compiladores), Capital social y culltura: claves estratégicas para el desarrollo. Argentina. Banco Interamericano de Desarrollo / Fondo de Cultura Económica / Fundación Felipe Herrera / Universidad de Maryland. 2000. Martin Barbero, Jesús, “Nuevos mapas culturales de la integración y el desarrollo” en Kliksberg-Tomassini (compiladores). op. cit., pp.335-358. “Los medios de comunicación en el espacio cultural latinoamericano”. Documento inédito. Sánchez Ruíz, Enrique E. “Globalización y convergencia: retos para las industrias culturales latinoamericanas” en Revista Universidad de Guadalajara. Número 20. Otoño 2000. Págs. 38 a 54 Saravia, Enrique, “El Mercosur cultural: una agenda para el futuro”, en Gregorio Recondo (compilador), Mercosur: La dimensión cultural de la integración, Buenos Aires, Ciccus, 1997. Stolovich, L., J. Mourelle, La cultura da trabajo. Impacto económico y ocupacional de las actividades culturales en Uruguay, CIDEUR, Uruguay, sin fecha. Throsby, D. “The role of music in international trade and economic development”, en World Culture Report, París, UNESCO, 1998. Trejo Delarbre, Raúl. “La internet en América Latina” conferencia presentada en el seminario Integración económica e industrias culturales en América Latina y el Caribe. SELA-Convenio Andrés Bello. Buenos Aires, Argentina, 30 y 31 de julio de 1998. UNESCO, Nuestra diversidad creativa: informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo, Madrid, Ediciones UNESCO / Fundación Santa María, 1997. World Culture Report, Culture, creativity and markets, París, UNESCO, 1998. World Culture Report, Cultural diversity, conflict and pluralism, París, 2000a. International flows of selected cultural goods 1980-98, París, UNESCO, 2000b. Warnier, Jean Pierre, La mondialisation de la culture, París, La Découverte, 1999. Yúdice, George. “Las relaciones EEUU-América Latina ante la integración Latinoamericana y el Iberoamericanismo”, ponencia preparada para el seminario “Agendas intelectuales y localidades del saber: un diálogo hemisférico” organizado por

el Social Science Research Council (de Estados Unidos) Centro Cultural Casa Lamm, México D.F., 5 y 6 de octubre de 2001.

Lección 2. Etapas del Consumo cultural en América Latina.

Etapas del Consumo cultural en América Latina. 1972 -2000Tomado de: Hacia el árbol del conocimiento. La sociología cultural y los estudios de la Comunicación. II Seminario Hacia una Comunicología Posible. 2 de agosto 2006

Periodo: Tendencia:Rasgos:

1975-1979

Rupturas Los usos de lo masivo en lo urbano y lo

popular La dominación como proceso de

comunicación1980-1984

Emergencia Los medios en la experiencia comunicativa

de lo cotidiano Campo estratégico: la participación, lo

alternativo y lo popular.1985-1989

Mapas De los medios a las mediaciones Usos sociales de la comunicación: el

consumo y la lectura: la telenovela1990-1994

Modelos Modelos teóricos sobre el consumo cultural.

Consumo Cultural y políticas culturales. Modernidad y globalización: consumo

cultural, recepción de medios.1995-2000

Renovación De ciudadanos a consumidores:

identidades por el consumo. Consumidores nómadas: jóvenes Nativos digitales, emigrantes digitales.

Lección 3. Comunicaciones, nuevas tecnologías y cultura.

Los viajes de Marco Polo y los viajeros en general, las cruzadas y diversas guerras, las carabelas y otras travesías transatlánticas, las cartas y los diarios personales eran las formas, las personas y los lugares donde podía encontrarse información o registros de modos de percepción y estereotipos sobre “los otros”. Las noticias desde las metrópolis hasta las colonias y desde las ciudades más importantes de éstas hasta sus regiones de frontera demoraban semanas, a veces meses, a veces nunca llegaban.

Paulatinamente, pero con una aceleración creciente, han cambiado las categorías de percepción y significación, las condiciones materiales y tecnológicas de la comunicación, y el tipo de sociedades y culturas en cualquier acepción de estas palabras.

Uno de los procesos clave que transforma la organización del tiempo y el espacio se relaciona directamente con las tecnologías de comunicación. Como se señaló antes, ya no puede asociarse de modo simplista “cultura” y “territorialidad”. Los medios masivos difunden significantes y textos globales a través de los cuales los significados son negociados y disputados en niveles locales, nacionales, de clase, género o generación.

Lección 4. Reapropiación tecnológica: combate político en el capitalismo tardío (historias para hijos de padres marxistas)

La izquierda y la idea de progreso

Para las ideologías progresistas (las que se basan en la idea del Progreso de la ciencia, de la técnica y de la cultura) el desarrollo ilimitado de las “fuerzas productivas” se concibe como un elemento imprescindible del avance social. Ciencia, técnica y progreso se conjugan en un imaginario en el que la centralidad del trabajo humano y la producción son claves.

El “realismo socialista” representa con claridad la fantasía industrial y futurista del marxismo clásico

La crítica a la razón tecnológica.

El capitalismo hace de la ciencia y sobre todo de su aplicación tecnológica un “corpus ideológico” que legitima la incorporación del hombre y la mujer a la cadena de montaje: legitima la explotación. La crítica a esta racionalidad tecnológica que podemos ver en el libro de H. Marcuse, El Hombre unidimensional (1969), se hace fuerte en la imagen que parte de la izquierda y de los Nuevos Movimientos Sociales tienen sobre la tecnología“La tecnología provee la gran racionalización para la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad “técnica” de ser autónomo, de determinar la propia vida. Esa falta de libertad no aparece ni como irracional ni como política, sino más bien como una sumisión al aparato técnico que aumenta las comodidades de la vida y aumenta la productividad del trabajo. La racionalidad tecnológica protege la legitimidad de la dominación y el horizonte instrumentalista de la razón se abre a una sociedad racionalmente totalitaria”

Habermas y la acción comunicativaFrente a la racionalidad científico-técnica y los modelos de dominación tecnocráticos que analizó Marcuse, Habermas reivindica la acción política entendida como “interacción comunicativa” y define la “política deliberativa” como democracia participativa en la que la resolución de conflictos se alcanza mediante prácticas

argumentativas y la “esfera pública” como espacio social libre de la presencia estatal y del mercado. Es el espacio para acción social comunicativa, el espacio público para la razónComunicación y tecnología tienen mucho que ver... ¿qué tecnología? ¿para qué tipo de comunicación?

Panóptico.Con el desarrollo de las telecomunicaciones y la tecnología digital, buena parte de las inquietudes de la izquierda se centraron en el peligro de las técnicas de vigilancia y control social.La visión de la sociedad como “jaula invisible” se relaciona con las técnicas de control. Habrá que buscar en otra dirección la dimensión liberadora de “lo técnico”

Represión a los Centros Sociales de Turín“Largo trabajo el suyo , el de espiarnos días y días. Gran tecnología tras de nosotros: micrófonos espías, microtelecámaras, relevamientos satelitales, seguimientos, monitoreos sin pausa que les habían permitido ya hace dos meses hipotetizar nuestra relación” con por lo menos tres atentados”. María Soledad Rosas. Turín, 1998

PrimitivismoEn la actualidad, desde dentro de los movimientos sociales y especialmente cercano a corrientes libertarias, John Zerzan hace la críticia a la modernidad desde lo que se viene a llamarPrimitivismo . El paleolítico superiorfué el tiempo del equilibrio hombre- naturaleza, socialmente organizado en la horizontalidad y la igualdad de género. Al intentar dominar o controlar los procesos de la naturaleza los homínidos desarrollan el pensamiento simbólico (representar simbólicamente su mundo para tomar control sobre él) y desarrollan intervenciones tecnológicas intensivas sobre el medio ambiente. Lo que conocemos como civilización (sedentarismo, agricultura, estado, religión) fue para Zerzan una catástrofe para la humanidad.

SabotajeEn los 70, alguna izquierda europea, se empeña en analizar el modo de producción , pero sobre todo la disposición técnica de la misma. Se concluye que la cadena de montaje fordista es irrecuperable para la revolución y se interioriza como repertorio de acción colectiva el sabotaje, la paralización de la cadena, el colapso productivo del capital. Son las aportaciones de Potere Operario, la Brigadas Rojas y la Automía Obrera italiana

Un ejemplo: Brigate Rosse“En cada una de estas fábricas teníamos una brigada. No muchísimos compañeros, pero si en los puntos justos. Gracias a ellos recibíamos una contrainformación realmente detallada, desde el análisis del ciclo productivo a la estructura de dirección de los proyectos, la que determina los modos y los tiempos de producción (...) la brigada es la que después completa la información y determina los objetivos que hay que golpear”. Entrevista a Mario Moreti

Máquinas y lucha de clasesEn 1972 Elio Petri convierte a la fábrica en el escenario de su películaLa clase obrera va al paraiso. Lulú Massa escenifica el proceso que parte de la robotización alienante, el accidente de trabajo, la toma de conciencia, el conflicto de clase explícito y la sintesis dialéctica que desemboca en una reorganización productiva, la represión y la recomposición del obrero como clase social. Sindicatos, estudiantes revolucionarios, patrones e instituciones punitivas bajo la óptica analítica de la autónomia obrera que desde los 60 analiza la producción, el cambio tecnológico y la recomposición social de la clase obrera. Lulu es el obrero masa de la cadena de montaje taylorista, que escapa a la disciplica sindical y asume la necesidad de paralizar la producción para no desaparecer en ella.

“Ciberespacio”En 1983 William Gibson escribe su primera gran novela sobre la vida en las redes de ordenadores, la circuiterí a electróni ca y los flujos de datos digitalizados que soportan la estructura de la civilización c ontemporánea. El Neuromante, el clásico del ciberpunk y la generación de ciberactivistas que toma cuerpo en los noventa.. Cuando Gibson inventa la palabra ciberespacio lo hace con la intención d e dar forma a la metáfora futurista del mundo moderno en el que la concentración de l poder en las manos de unas pocas familias empresariales, sól o es posible sobre la base del dominio y desarrollo de las tecnologí a digitales de la comunicación y la automatización de la producción. G ibson acuña un nuevo término para dar salida a la crí tica de la tecnologí a en manos de un puñado de grandes corporaciones empresariales que convierten al mundo en su dominio sobre un basural de chatarra mecánica y humana.

Zona Temporalmente Autónomala TAZ es una lí nea de fuga, un plano diferente al de la la confrontación revolucionaria a vida o muerte. “ La TAZ es una forma de sublevación que no atenta directamente contra el Estado, una operación de guerrilla que libera un área (de tierra, de tiempo, de la imaginación ) y se disuelve para reconfigurarse en otro sitio/otro momento, antes de que el Estado pueda aplastarla” . Es “ la mejor de las tácticas posibles” en un momento de omnipresencia fí sica, polí tica y técnica del Estado, al que la TAZ puede habitar en sus fisuras, en sus grietas o en sus propias redes de datos. La TAZ “ golpea y se defiende” rehuyendo del enfrentamiento directo, la violencia; se hace inalcanzable en la invisibilidad y el movimiento continuo.

La Selva LacandonaDespués de Isla Tortuga (la TAZ de los piratas), la Selva Lacandona se convierte en la última Zona Temporalmente Autónoma conocida. El 1 de enero de 1994 el EZLN renuncia a la invisibilidad para emplazar al estado Mexicano y a la conciencia crítica global al combate político. Lo hacen con fusiles de madera, teléfonos móviles y redes de ordenadores.

Seattle 1999

En noviembre de 1999 miles de activistas bloquean la cumbre de la OMC (Ronda del Milenio) que se celebra en Seattle. Coordinados a través de teléfonos móviles, visibles en el mundo entero mediante una web diseñada para la publicación abierta de los y las activistas, combinan la lucha callejera y la guerrilla informacional con el objetivo de paralizar el encuentro de los poderosos ... y lo consiguen...las intuiciones de Habermas en el 69 se hacen realidad 30 años después: tecnología y comunicación para la acción política

Relación movimiento social , tecnología y comunicación

Movimiento social

Paradigma técnico y productivo

Paradigma comunicativo

Medio de comunicación

Ejemplo de reapropiación comunicativa

Movimiento obrero CNT :

vapor/electricidad/ acero

galaxia Guttemberg

prensa Solidaridad Obrera

Nuevos Movimientos Sociales

cadena de montaje

galaxia MacLuham

radio-TV radios libres-contrainformación

Movimiento antiglobalización

automatizacióndigitalización

galaxiaCastels

Internet Indymedia –Nodo50-Autistici

Movimiento Anti GlobalizaciónNMS + globalización + NTIC's

MAG= Nuevos Movimientos Sociales en términos de contenidos (Agendas), en un contexto de globalización económica (mundo globalizado) y NTIC (utilizadas por MS). La evolución de las agendas del MAG vendrá dada por una conjunción final de tres ejes: -las agendas de los NMS (ecologismo, feminismo, antimilitarismo, contrainformación), que efectivamente modifican sus coordenadas en un contexto de globalización -el mundo del trabajo, que se abandona en su formulación clásica (lucha de clases), para ser abordada desde la perspectiva de la precariedad. -las Novísimas agendas o temas de última generación, que nacen dentro de y para la Red: copyleft, software libre...

La red: medio de comunicación y modelo organizativoEste nuevo modelo de acción colectiva responde a un movimientoheterogéneo, descentralizado, no jerárquico, pero al mismo tiempounitario, organizado, disciplinado: tan débil y al mismo tiempo resistente como una tela de araña con algunos nodos e infinitos hilos que los vinculan¿no hay cierto paralelismo entre la naturaleza de estas redes sociales y la redes TCP/IP?Contrainformación

El MAG asume la necesidad de poner en marcha dispositivos de comunicación en los que se insertan las prácticas comunicativas de los NMS amplificadas y redefinidas por un uso intensivo de las nuevas tecnologías digitales de la comunicación. Se recompone un agenda de la protesta, se difunde y actualiza permanentemente por la Red.La contrainformación , horizontal, bidireccional, colectiva y descentralizada, será una de las prácticas comunicativas del MAG y de las nuevas experiencias de acción colectiva en el capitalismo tardío

Hackers, hackingMediante la acció n, hackers y activistas urbanos de las redes anticapitalistas, han resuelto la esquizoide contradicció n que la izquierda arrastra desde el siglo XIX sobre la tecnologí a y el mando: ¿es un instrumento de liberació n o la nueva ideologí a que nos disciplina y atenaza a la cadena de montaje? La alucinació n ciberpunk abrió paso al conflicto polí tico.Hackers y activistas sociales han impuesto una práctica tecnopolí tica en algunos ámbitos de la militancia urbana, que dispara contra la lí nea de flotación del modo de pensar y producir en el capitalismo postindustrial . Ese es el viaje del hacking y parte de la historia del ciberespacio.

Okupando [ciber]espacios

GNU/Revolution0. libertad para ejecutar el programa sea cual sea el propósito1. libertad de modificar el programa para ajustarlo a tus necesidades. Para que se trate de una libertad efectiva en la práctica deberás tener acceso al código fuente2. libertad de redistribuir copias, ya sea de forma gratuita, ya sea a cambio del pago de un precio3. libertad de distribuir versiones modificadas del programa de tal forma que la comunidad pueda aprovechar las mejoras

Stallman y la libertadDefender el Software Libre no pasa unicamente por hacer gala de sueficiencia técnica. Tampoco de su viabilidad económica (free no necesariamente debe interpretarse como gratis, sino como libre) ... a qué tipo de libertad hace referencia Stallman? A la plena libertad de acceso y redistribución del conocimiento, de la inteligencia digitalizada que hay en un programa informático

Copyleft & GPLel copyleft protege un programa del software propietario dándole la vuelta al copyright. Su forma legal más utilizada es la licencia GNU GPL (Licencia Pública General GNU) que permite la copia, modificación y distribución de un programa siempre que se mantenga el copyleft en el resultado de esas operaciones

GNU/Linux

“Linux estrictamente se refiere al núcleo Linux, pero es más comúnmente utilizado para describir un sistema operativo similar a Unix pero libre, también conocido como GNU/Linux, formado mediante la combinación del núcleo Linux con las bibliotecas y herramientas del proyecto GNU. La primera versión del núcleo Linux fue escrita por el hacker finlandés Linus Torvalds y liberada en 1991, combinado con componentes de GNU. El núcleo no es parte oficial del proyecto GNU (el cual posee su propio núcleo, llamado Hurd), pero es distribuido bajo los términos de la licencia GPL (GNU General Public License).”

Kernel LinuxEl núcleo de GNU/Linux fue originalmente escrito como hobby por el programador finlandés Linus Torvalds, quien se encontraba para ese entonces estudiando en la Universidad de Helsinki.

Debian GNU/LinuxHay muchas distribuciones de GNU/Linux. Todas ellas se construyen sobre un Kernel GNU/Linux y un conjunto de aplicaciones o programas que interactúan con él y permiten a l@s usuari@s hacer uso del sistema operativo: navegar, recibir un correo, oír música o ver un vídeo.Debian GNU/Linux es la distribución más coherente con el proyecto GNU. Se basa en el trabajo cooperativo de miles de programadores y programadoras coordinados en Internet. 100% software libre.

Es sólo una cuestión de libertad?“Os aterráis de que queramos abolir la ropiedad privada, ¡cómo si ya en el seno de vuestra sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no existir ara esas nueve décimas partes! ¿Qué es, pues, lo que en rigor nos reprocháis? Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad”Marx – Engels. El Manifiesto del Partido Comunista

El Capital. Libro Primero. Capítulo 1La mercancíaLa mercancía no representa la riqueza de la sociedad, sino la forma bajo la que la riqueza se presenta en el capitalismo. El valor de uso de un objeto representa la utilidad que el mismo tiene para alguien. El “valor”, o valor de cambio es el que adquiere un producto que se introduce en el mercado para ser intercambiado por otro, normalmente por dinero. Laantítesis entre valor de uso y valor de cambio sólo se dahistóricamente bajo la economía de mercado. La naturaleza mercantil del resultado del trabajo humano es un rasgo definitivo del capitalismo.El valor de una mercancía lo confería la cantidad de trabajo humano socialmente necesario para producirla. Es evidente que el desarrollo tecnológico elimina trabajo humano y lo sustituye

por actividades automatizadas y programables, cada vez más claramente representadas como inteligencia digitalizada. El software, en cuanto que trabajo inmaterial e información digitalizada escapa con facilidad a la forma mercancía. Si bien en su primera copia representa el trabajo de uno o de cientos de programadores, una vez que un programa es copiado y redistribuido fuera del circuito comercial, deja de ser mercancía, se desprende de su valor de cambio y se ve reducido a su dimensión utilitaria: trabajo inmaterial redistribuido para satisfacer necesidades concretas fuera del mercado.

Futuro anterior, comunismo primitivoPor eso creemos necesario defender que el software libre no es sólo una cuestión de libertad. Sus 4 libertades rescatan al trabajo inmaterial del mundo de las mercancías y lo restituyen al ámbito de lo comunitario. De alguna manera, el software libre es el resultado del trabajo colectivo de la comunidad que revierte en las necesidades específicas de la comunidad: como un bosque comunal o un prado comunitario. Así, paradójicamente, uno de los fenómenos más avanzados del capitalismo tardío, escapa de él y nos devuelve a prácticas cooperativas primitivas, precapitalistas.

Yo tengo una manzana .... y tu que tienes?“Yo tengo una manzana y te la doy. Tu tienes una manzana y me la das. Cada uno tiene, pues, una manzana.Yo tengo una idea y te la cuento, tu tienes otra y la compartes conmigo: ahora ya tenemos dos ideas”El conocimiento no es una mercancía en el sentido de la economía clásica: trabajo manufacturado que se materializa en un objeto que va al mercado. El conocimiento es inmaterial (como el software) y no se intercambia: se comparte socialmente. “La cooperación con los demás constituye la base de la sociedad”

Wu-Ming: repetir Marx“El conflicto entre anti- copyright y copyright expresa en su forma más inmediata la contradicción de basedel sistema capitalista: la que se da entre fuerzas productivas y relaciones de producción/propiedadAl llegar a un cierto nivel, el desarrollo de las primeras pone inevitablemente en crisis a los segundos. Las mismas corporations que venden samplers, fotocopiadoras, escáneres y masterizadores controlan la industria global del entertainment, se descubre dañada por el uso de tales instrumentos. La serpiente se muerde la cola y luego azuza a los diputados para que legislen contra la autofagia.” - Wu-Ming

tecno-boltxevismo?Acaso todo este empeño por parte de la disidencia política por poner en pie artefactos y dinámicas comunicativas no responde a la necesidad de construir una “verdad compartida”, modelada colectivamente y en ese sentido autenticamente revolucionaria, un discurso propio que nos diferencie, refuerce la cultura de la resistencia, legitime nuestra acción y permita ampliar espacios de intervención y hegemonía política?No fue esto lo que hizo Lenin entre 1905 y 1917?

Lección 5. De lenguajes y de acciones, la Comunicación ciudadana.

Extraido el 3 de Junio de 2009 de Ciudadana Radio, el periodismo de intermediación. Autor. Gonzalo López Vigil. Derechos compartidos.

Fue en Londres, durante una reunión del Consejo de Administración Internacional de AMARC,138 cuando utilizamos abiertamente el concepto de radio ciudadana.

—¿Usted quiere cambiar el nombre de nuestra organización? —se consternó la Presidenta—. Nosotros nos llamamos Asociación Mundial de Radios Comunitarias.

—Pero con la misma C de comunitarias —traté de seducir— podemos escribir ciudadanas.

—Eso de ciudadanas... —decía un directivo anglosajón— suena a citizen band, los canales de onda corta de la llamada banda ciudadana.

—Nada de eso. Nos referimos a una concepción nueva, no a un soporte técnico.

—Lo que pasa es que ustedes, los latinoamericanos, siempre andan buscando cinco pies al gato.

—Lo que pasa es que las palabras —insistí con terquedad de neoconverso— se gastan como las monedas. Se devalúan. Así ha pasado, al menos en nuestro continente, con los diferentes adjetivos empleados para caracterizar a las radios de servicio al público en este medio siglo de experiencias.

Con Sutatenza se estrenó el concepto de radio educativa. Luego, al calor de las ideas de Paulo Freire, se posicionó el de radio popular. En Bolivia, se habían desarrollado las radios sindicales, sostenidas por los trabajadores mineros. Corrieron los años y nacieron, en una matriz laica y gracias a la baratura de los equipos de FM, otras radios en el paisaje latinoamericano. En Brasil, se llamaron radios libres, subrayando que no se sometían a la mordaza de la dictadura militar. En Centroamérica, después de ser rebeldes y enmontañadas, prefirieron denominarse participativas, cansadas de tantas décadas de autoritarismo y silencio. En el Cono Sur, comenzaron a conocerse como radios comunitarias, tal vez para conjurar el anonimato de las grandes ciudades o la falta de otros referentes colectivos. No faltó un teórico listo que quiso sintetizar estos conceptos en uno solo: radios alternativas, aquellas que quieren una comunicacióndiferente.

Todas estas denominaciones fueron y son adecuadas, porque bajo diferentes acentos aparece el mismo compromiso de poner las ondas de radio al servicio de la gente, el desafío de democratizar la palabra para democratizar la sociedad.

138 Asociación Mundial de Radios Comunitarias, 1999.

Pero también es cierto que estas nobles palabras se han ido gastando. Por ejemplo, ¿qué suena en su oreja si yo le invito a escuchar un programa educativo? Seguramente, piensa en maestros y pupitres, y sospecha que se aburrirá. Y sin embargo, este espacio debería ser tan alegre y sensual como cualquier otro de simple entretenimiento. La palabra educativa es válida, si se entiende bien. Pero es muy probable que los oyentes no la capten como nosotros quisiéramos.

¿Y radio popular? Sagrada es la palabra pueblo, tanto que los antiguos filósofos hacían equivalente la voz del pueblo a la de Dios. A pesar de ello, y a la luz de los muros caídos, lo popular tiene hoy un tinte ideológico inseparable. Tiene algo más: ¿qué piensa usted si la invito a comer en un comedor popular o le regalo unos zapatos populares? Lo popular, desgraciadamente, se ha ido equiparando con lo de segunda clase, lo de mala calidad.

¿Y radio comunitaria? Construir comunidad, superar el egoísmo, ¿qué propósito más humano que éste? Comunicación y comunitario tienen la misma generosa raíz. Pero en muchos de nuestros países, comunitario se limita a lo campesino, a lo rural. Y resulta que 7 de cada 10 latinoamericanos y latinoamericanas viven hoy en ciudades. Comunitario —especialmente en las cabezas de empresarios con hambre monopólica—sugiere lo pequeño, hasta lo marginal. Por eso, las leyes de telecomunicaciones ofrecen potencias mínimas a las emisoras sin fines de lucro. Que se conformen con eso, dicen, puesto que son comunitarias.

¿Y qué pasa con lo de radios libres? Nada más adecuado por su referencia a la libertad de expresión. Pero la palabra también se exageró y hoy, en muchas mentes, sugiere anarquía y libertinaje en el dial. ¿Y alternativas? Bien comprendida, esta palabra propone romper la rutina de tantas radios convertidas en simples repetidoras de las cadenas informativas o de las casas disqueras. Pero algunas prácticas elitistas la han traducido como un modelo de comunicación distante de los gustos masivos. Conocí una emisora alternativa que programaba ópera en medio de la selva amazónica —tal vez imitando a Caruso en Manaus— por aquello de ser diferentes. Tanto se desgastó la palabra alternativa que Rafael Roncagliolo prefirió jugar con ella y hablar de radios alterativas, porque de zarandear injusticias se trata.139

¿Con qué apellido nos quedaremos, entonces? Con todos. Todos ellos muestran aspectos valiosos del quehacer radiofónico. Todas las palabras, como en un calidoscopio, ofrecen brillos complementarios. Aprovechemos todas ellas según el contexto en que trabajamos y según la oportunidad para establecer alianzas. Y añadamos una más, un adjetivo que aparece con fuerza en nuestro horizonte comunicacional: radios ciudadanas.

Argumenté todo esto en Londres. Pero de nada valió. La discusión seguía.

139 Discurso pronunciado en la V Asamblea Mundial de AMARC, Oaxtepec, México, 1992.

—Eso de Radios Ciudadanas no sirve —esgrimió una directiva suiza—. Deja fuera a los migrantes.

—No, estás confundiendo las cosas. Es un concepto inclusivo de edades, géneros, nacionalidades… Nosotros hablamos de una ciudadanía global.

—No se cambia —sentenció la Presidenta—. Nos llamamos como nos llamamos. Y sigamos con la agenda.

Ante la negativa del Consejo de Administración, en América Latina adoptamos la solución nada salomónica de seguir trabajando con los dos nombres, comunitarias y ciudadanas.140

¿Que el hábito no hace al monje ni el apellido a la radio? De acuerdo. No vamos a pelear por palabras porque, al final y al principio, lo que cuenta es la programación que ofrezca la emisora. Aunque, a veces, estrenar lenguaje estimula nuevas ideas y recarga el entusiasmo. Como cuando la persona amada, después de una noche especial, te comienza a llamar corazón mío, y te sientes renacer.

UN TRIPLE ERROR.

Hablar de radios ciudadanas puede llevar a varias confusiones. La primera, pensar en radios urbanas, emisoras instaladas en ciudades. De esta manera, estaríamosexcluyendo al campesinado.

Es cierto que la ciudadanía es un concepto construido en la ciudad. Pero la condición ciudadana no depende del lugar donde vivas, sea en “el interior” o en la urbe, sea en tierra firme o en alta mar. Tan ciudadanos son los campesinos como los citadinos, quienes viven en un barrio marginal o en el centro de la gran metrópolis.

Otro error frecuente es vincular ciudadanía con edad. En algunos países, te dan la cédula de identidad a los 18 años. Como ya eres mayor de edad, puedes elegir y ser elegido. Pero una ficha emplasticada no hace la ciudadanía, entre otras razones, porque mucha gente no tiene siquiera ese certificado. En Perú, fruto de la exclusión, la mitad de las mujeres rurales no dispone de DNI.

La condición ciudadana no pasa por la edad. Los niños y niñas son tan ciudadanos como los adultos. Muchas constituciones latinoamericanas ya reconocen expresamente la ciudadanía infantil. Y una radio de audiencia abierta tiene que tomar en cuenta todas las edades, desde los chiquitos hasta los adultos mayores.

La tercera y más peligrosa confusión es limitar el significado de ciudadanía a las fronteras nacionales. Si nazco en México soy ciudadana mexicana. Y si nazco en Chile, chileno. Me caso con un sueco y me hago ciudadana sueca. Me voy a vivir al Perú y

140 Véase la Carta de las Radios Comunitarias y Ciudadanas, AMARC 1998.

como soy español saco la doble nacionalidad. Conozco un amigo que colecciona pasaportes, como postalitas. Ya tiene de cinco países.

En realidad, el concepto de ciudadanía se ha ido ensanchando a lo largo del tiempo y el espacio. Los griegos hablaban de la polis y los latinos de la cívitas. Ambos términos significan ciudad. Pero esa ciudad, más que el territorio físico donde estaban construidas las casas privadas y los edificios públicos de Atenas o de Roma, se refería a un estatus, una categoría social de la que gozaban determinadas personas, los habitantes por derecho de la ciudad.

Con la formación de los Estados modernos, este primer significado de ciudadanía se amplió. Los hombres y mujeres dejaron de ser ciudadanos de una ciudad y pasaron a ser ciudadanos de un estado-nación. Transitaron de la ciudadanía citadina a la ciudadanía nacional. Se es ciudadano de un país, no de una urbe.

De esta manera, la palabra ciudadanía se ha vuelto sinónima de nacionalidad. Estoy inscrito en un Estado, tengo un documento que lo acredita, tengo un pasaporte que lo garantiza cuando viajo o me instalo en otra nación. Las fronteras nacionales marcan los límites de la ciudadanía.141

Pero el concepto de estado-nación está hecho pedazos. ¿Qué significa pertenecer a la República Dominicana si la segunda ciudad de este país, después de Santo Domingo, es New York? En estos últimos años ha migrado a España un millón de ecuatorianos y ecuatorianas. Trabajan, comen y procrean en suelo español. ¿De qué nación son, que himno deben cantar? En estos tiempos transnacionales, Microsoft o Nestlé manejan más presupuesto y deciden más políticas que el gobierno de Guatemala o de Paraguay. En el futuro, ¿seremos ciudadanos de la Nestlé? ¿Juraremos ante la bandera virtual de Bill Gates?

La globalización ha relativizado los nacionalismos y quizás esto nos ayude a ampliar el concepto de ciudadanía. ¿Cómo se decidieron las fronteras de los actuales Estados? ¿Quién le arrebató a México la mitad de su territorio? ¿A qué nación pertenecen Texas, California, Colorado, Arizona, Utah, Nevada y el estado al que, irónicamente, siguen llamando Nuevo México? ¿Cuándo se establecieron los actuales límites del territorio panameño? ¿Por qué Bolivia se quedó sin mar? Y Puerto Rico, ¿qué soberanía tiene? Fíjate en las fronteras de los países africanos. Son líneas trazadas con escuadra en los escritorios de las naciones coloniales. Y yendo un poco más atrás, ¿no fue el Papa Alejandro VI quien marcó una raya imaginaria y dividió la América recién conquistada como quien parte un pollo, oriente para Portugal, occidente para España? Por aquella

141 La Enciclopedia Británica define la ciudadanía como "la relación entre un individuo y el estado del que es miembro, definida por la ley de ese estado, con los correspondientes derechos y obligaciones". La ciudadanía es, pues, el vínculo jurídico que liga a un individuo con el Estado del que es miembro y, por tanto, la condición jurídica que le habilita para participar plenamente en sus decisiones, a través del derecho de voto y de la posibilidad de ser elegido para cargos públicos. En ésta su más básica definición, ciudadanía es prácticamente equivalente a nacionalidad. De hecho, en algunos países ambas condiciones se expresan con un mismo término: citizenship. Así, ciudadano es prácticamente sinónimo de nacional. Ciudadanía: diversidad y civismo, www.clubestrella.com/Club_Estrella/CE_CV_Experience/0,1778,1-95-24,00.html

arbitrariedad, ¿nos consideraremos ciudadanos de Brasil o de los otros países de América Latina?

Es hora de cuestionar los mapas políticos, los que dibujan con distintos colores a los distintos países, y soñar una ciudadanía planetaria. Una ciudadanía que trascienda las cambiantes y tantas veces indignantes fronteras que sólo han servido para dividir a los pueblos. Hayas nacido donde hayas nacido y vivas donde vivas, eres ciudadano y ciudadana del Planeta Tierra. No le falta razón a quien escribió aquel grafiti: Desgraciado quien tiene patria. Ocupa un lugar muy pequeño en el universo.

Esta visión universalista, internacionalista, se aplica también a las emisoras. Una radio con vocación ciudadana tomará tan en cuenta a los nacionales como a los extranjeros y migrantes, a los que no son de aquí ni son de allá, como dice la canción. Lo contrario promovería un peligroso chauvinismo.

En resumen, las radios ciudadanas no se definen por el lugar donde están instalados sus equipos y sus cabinas. Ni por la edad de sus públicos. Ni por una visión nacionalista estrecha. Estas emisoras asumen un concepto amplio, revolucionario, indispensable, de ciudadanía global.

CAPÍTULO 3. EL ENTORNO SOCIAL.

Lección 1. Comunicación intercultural Hacia un balance teórico en América Latina. Néstor García Canclini FUENTE: TELOS no. 40 Febrero 1995

Las relaciones interculturales están en el núcleo de la reflexión sobre la cultura y la modernidad. Pensar la cultura es pensar lo que diferencia a una sociedad de otra y, sobre todo, a los modernos de los que aún no lo son. ¿CONTACTO O DOMINACIÓN? Si resumimos un poco brutal-mente lo que viene ocurriendo en este siglo, podemos decir que dos paradigmas organizan el conocimiento de las relaciones interculturales: el del con-tacto y el de la dominación. Por una parte, estudiar la cultura ha sido y es para muchas tendencias ocuparse de lo que da identidad a un conjunto social una nación, una etnia, una clase- y por tanto cómo esa identidad se perfila y define en los contactos que la historia le propone con otros. La antropología culturalista norteamericana, mediante su crítica al etnocentrismo y su defensa del relativismo cultural, dio una versión conciliadora de lo que les pasa a las culturas cuando se vinculan entre sí, que influyó no sólo el trabajo antropológico: su mirada sobre el mundo como un vasto museo de economías de autosubsistencia, cada una en su vitrina, repitiendo obsesivamente sus códigos y resistiendo a los extraños, condicionó, ante todo, la organización prolija de muchos museos, en los quese pasa serenamente de una cultura a otra al circular de sala en sala; pero también subyace en

esa concepción hegemónica de las comunicaciones masivas que trata de recuperar en la radio, la televisión y otros medios de la modernidad los símbolos y rituales indígenas o de grupos tradicionales simulando que su representación es fidedigna y que su difusión internacional es una simple ampliación celebrable de las culturas locales, beneficiadas así con las redes y los flujos de la transnacionalización electrónica. Esta tendencia guía tanto las políticas comunicacionales de las empresas latinoamericanas con expansión internacional (Televisa, Rede Globo) como a los organismos diplomáticos o de buena voluntad, desde la UNESCO a la OEA. Las últimas operaciones de eufemización de los conflictos interculturales puede apreciarse en la Cadena de las Américas, con la que Televisa enlaza desde abril de 1992 el norte, el centro y el sur del continente, y en la campaña de festejos iberoamericanos que reduce la violenta complejidad de lo que aconteció entre Europa y América con la sedante fórmula encuentro de dos mundos.

Frente a esta concepción de las relaciones interculturales, ha existido otra que estructura los datos como si todo lo que ocurre entre las sociedades fuera explicable por la dominación. Los estudios culturales de los años 60 y 70, nutridos a la vez en la teoría socioeconómica de la dependencia y en la comunicacional de la manipulación, redujeron las investigaciones a la desconstrucción -o simple denuncia- de los recursos con que las historietas, las telenovelas o la publicidad imponían a los pueblos modelos de vida imperiales. Armand y Michelle Mattelart fueron los principales impulsores de esta corriente que seguía un razonamiento inverso al del paradigma anterior: la identidad no sería, en un sistema de dominación, lo que cada grupo tiene por sí, sino lo que es dado desde otra sociedad y otra cultura. Si bien los Mattelart y los principales comunicólogos latinoamericanos abandonaron esa visión maniquea, con las debidas autocríticas la supuesta omnipotencia de los medios y el predominio de la dominación transnacional sobre las culturas locales prevalece en muchas interpretaciones de la modernidad latinoamericana y en el análisis de su interacción con las metrópolis. Tal estilo explicativo persiste en textos críticos, en investigaciones académicas y, sobre todo, en documentos políticos y comunicacionales de movimientos populares o alternativos (véase una muestra de estas posiciones y del debate que ocurrió durante los años 80 en el libro de García Canclini y Roncagliolo, especialmente los textos de estos autores y de José Joaquín Brunner, Amparo Cadavid, María Cristina Mata, Bernardo Subercaseaux y Robert A. White).

LO QUE CAMBIO EN LA SEGUNDA MITAD DE ESTE SIGLO A partir de mediados del siglo XX, por lo menos tres procesos pusieron en evidencia que mucho de lo que ocurría entre las sociedades no se dejaba leer ni con el aséptico modelo del contacto, ni con el suspicaz paradigma de la dominación. Al hablar de estos tres nuevos procesos, me refiero a la transnacionalización de las comunicaciones electrónicas; a la consiguiente constitución de un mercado mundial de bienes culturales (que incluye a las artes tradicionales -plástica, música, literatura- y hasta las artesanías y el folklore); y a los procesos migratorios que trasladan a contingentes masivos de población de sus sociedades de origen a aquellas otras en que buscan trabajo, bienestar o seguridad sociopolítica. Tanto las teorías del contacto cultural como las centradas en la dominación concibieron casi siempre a las sociedades como si tuvieran una cultura homogénea, una cultura

nacional o étnica, que se confrontaba con otras igualmente compactas. En consecuencia, la interculturalidad era pensada a partir de lo que diferenciaba a los grupos. Sin embargo, muchos estudios revelan que la heterogeneidad preexistente en las naciones latinoamericanas se acentúa por la globalización de las décadas recientes. En este proceso heterogeneidad significa "algo bien distinto que culturas diversas (subculturas) de etnias, clases, grupos o regiones, o que mera superposición de culturas, hayan éstas o no encontrado una forma de sintetizarse. Significa, directamente, participación segmentada y diferencial en un mercado internacional de mensajes que penetra por todos lados y de maneras inesperadas el entramado local de la cultura, llevando a una verdadera implosión de los sentidos consumidos/producidos/reproducidos y a la consiguiente desestructuración de representaciones colectivas, fallas de identidad, anhelos de identificación, confusión de horizontes temporales, parálisis de la imaginación creadora, pérdida de utopías, atomización de la memoria local, obsolescencia de tradiciones" (Brunner). A la participación segmentada y diferencial en la interculturalidad contemporánea otros autores agregan la desigualdad y la hibridación como características de los procesos socioculturales. El acceso desigual de los países centrales y los periféricos, y de distintos sectores y regiones dentro de cada país, al menú internacional de bienes y mensajes culturales, así como las maneras diversas de combinar y transformar los elementos tomados de diferentes culturas, se han vuelto claves de lo que ocurre en América Latina. El examen de la desigualdad y de la hibridación lleva entonces a reformular las condiciones en que se produce o se entorpece la comunicación intercultural, ya sea dentro de una nación (Aníbal Ford, Oscar Landi, Carlos Monsiváis, Renato Ortiz, Beatriz Sarlo, Roberto Schwarz) o en la apropiación sincrética hecha por diversas sociedades y grupos, desde posiciones desiguales, del capital cultural ofrecido por el mercado transnacional, por distintas artes, tradiciones populares y medios electrónicos (García Canclini, Mirko Lauer, Jesús Martín Barbero, Mabel Piccini, Nelly Richard y Armando Silva, entre otros). Estos trabajos vuelven evidente que el modelo dominación/dependencia no puede dar cuenta del funcionamiento de un sistema industrial, tecnológico, financiero y simbólico planetario, cuyas sedes se multiplican en muchas naciones y en rigor están, más que en territorios particulares, en redes y circuitos. Por lo general, los autores citados retoman de los dependentistas la preocupación ético-política por desencubrir las asimetrías entre lo que aquellos autores llamaban primer y tercer mundo. Pero como también asumen los cambios implicados por la descentralización de las empresas, la simultaneidad mundial de la información y las estrategias con que las grandes corporaciones adecuan los saberes e imágenes internacionales a los patrones cognitivos de cada pueblo, no consideran ya pertinente agrupar en un solo bloque al tercer mundo. Estudian las asimetrías y oposiciones junto a procesos más neutros como la desterritorialización de los productos simbólicos por la comunicación electrónica y telemática, el uso de satélites y computadoras en la difusión cultural y otros procesos que impiden seguir mirando los conflictos entre centro y periferia, como combates frontales entre naciones geográficamente delimitadas. Algunos datos sobre el desenvolvimiento de lo nacional y lo internacional en las comunicaciones masivas latinoamericanas pueden ayudar a entender este giro teórico. Los estudios hechos en Brasil son los que con más claridad muestran que el avance de la masificación e industrialización cultural puede ir acompañado por nuevas

modalidades de afirmación de las culturas dependientes y de expansión de la periferia hacia el centro. Renato Ortiz explica que el crecimiento de la cinematografía brasileña en los 70 y principios de los 80, junto al aumento de la presencia en pantalla de las películas nacionales, revirtió la tendencia a depender cada vez más de los filmes extranjeros. Un incremento semejante se produjo en la producción y el consumo de libros, discos y casetes brasileños, con todo lo cual dicho país se convirtió, además, en un exportador muy próspero de la cultura nacional, penetrando enérgicamente en los países centrales. Al llegar a ser el séptimo productor mundial de televisión y publicidad, y el sexto en discos, Brasil pasó "de la defensa de lo nacional-popular a la exportación de lo internacional-popular" (Ortiz, 1988). Otro factor que ha llevado a reformular las relaciones interculturales son las migraciones masivas. Una teoría contemporánea de la comunicación intercultural no puede limitarse a los medios electrónicos; las nuevas interrelaciones entre sociedades van siendo establecidas también por movimientos sociodemográficos: los desplazamientos masivos de turistas, migrantes definitivos y temporales. Son varios millones los latinoamericanos que en las dos últimas décadas dejaron sus países por el terror político o el desempleo. México es la nación que más contribuye a hacer visible la deslocalización de lo nacional y la desterritorialización de la cultura: la mayor parte de hispanos que habitan en los EE UU (un 30 a un 40 por ciento de los habitantes en algunas grandes ciudades) proceden de distintas regiones de México, mantienen fluidas relaciones con sus pueblos de origen y generan productos culturales híbridos que desde hace varios años, por su potencialidad económica y creatividad estética, van siendo apropiados y difundidos por el mercado comunicacional y el mainstream artístico. (Se hallará un balance de algunos de estos movimientos y de los cambios conceptuales que su desarrollo suscita en los estudios centrales estadounidenses en el reciente libro de L. Grossberg, C. Nelson y P. Treichler, Cultural Studies, especialmente los artículos de Rosalind Brunt y James Clifford. En la bibliografía que asume los últimos desarrollos del pensamiento cultural y comunicacional latinoamericano, sobresalen el libro de William Rowe y Vivian Schelling, Memory and Modernity. Popular Culture in Latin America y el número 19 de la revista Telos, especialmente los artículos de Enrique Bustamante, Robert A. White y Philip Schlesinger). INTERCULTURALIDAD E INTERDISCIPLINARIEDAD ¿Cómo reconceptualizar las relaciones interculturales para poder hablar de los millones de africanos, asiáticos y latinoamericanos que viven en Europa y los Estados Unidos? ¿Con qué instrumentos teóricos organizar los datos de sociedades indígenas y campesinas transformadas por el impacto de los medios electrónicos, pero también por las frecuentes visitas de sus migrantes que regresan periódicamente de las metrópolis, envían dólares y noticias, regalos y revistas? Ya ha dejado de ser extraño en muchos pueblos rurales mexicanos que circulen publicaciones estadounidenses y que usen sofisticados equipos de sonido y antenas parabólicas para conocer las imágenes y melodías propias y foráneas. En esos repertorios internacionales los artesanos y músicos tradicionales se inspiran para renovar sus productos y venderlos con más éxito cuando viajan a los centros turísticos y cruzan la frontera para alcanzar a consumidores gringos. Se trata de desafíos para las ciencias sociales de las metrópolis, infiltradas de tercer mundo, tanto para países como México, donde un tercio y a veces la mitad de la población de ciertas ciudades y etnias reside en Estados Unidos, pero sigue comunicándose constantemente con sus territorios de nacimiento. ¿Qué

consecuencias tiene esto específicamente para la investigación comunicacional? La primera es que ya no es suficiente hacer estudios sobre el impacto de los medios electrónicos en grupos indígenas o campesinos, como los que se practicaban cuando su penetración era un acontecimiento excepcional. Ahora, los televisores y hasta las computadoras forman parte del entorno cotidiano en muchos pueblos; en esos medios se registra y comunica la memoria popular. (Entre los múltiples reconocimientos que los comunicadores latinoamericanos han hecho de esta situación a la vez intercultural e interdisciplinaria, destaca el número 28 de la revista Diálogos de la comunicación, publicada por FELAFACS, sobre todo los artículos de Renato Ortiz, Carlos Rodríguez y Brandao y Manuel M. Margal, referidos a las interacciones entre religiosidad popular y comunicación en Brasil y Perú). El reordenamiento empírico de las comunicaciones interculturales conduce a una recomposición teórica de los objetos de estudio y a combinar varios estilos metodológicos para tratar de aprehender los nuevos objetos. Telegrafiaré aquí, con el carácter lacónico obligado por las restricciones de espacio, algunos puntos de partida para las investigaciones que hoy nos parecen necesarias: 1. A diferencia del insistente estudio de la homogeneización intercultural en que se concentraron los análisis comunicacionales de los años 60 y 70, los problemas más atractivos que hoy confrontamos son los suscitados por las interacciones entre los sectores y regiones que componen cada nación, e incluso por grupos sociales distantes que comparten redes comunicacionales organizadas de un modo segmentado. Se trata de una fragmentación muy diversificada de la producción, la circulación y el consumo, de acuerdo con los hábitos y gustos dispares, pero altamente concentrada en el diseño y la programación por el carácter transnacionalizado crecientemente monopolítico de la oferta (Miquel de Moragas, Jesús Martín Barbero, 1987). 2. La homogeneización cultural ha tenido mayor éxito en las metrópolis, sobre todo en Europa, al asentarse los modernos circuitos electrónicos en procesos de integración nacional más largos y logrados. En América Latina la persistencia de vastas zonas de producción y consumo tradicionales, donde el fuerte impacto de las nuevas tecnologías culturales no sustituye las artesanías, fiestas y otras formas antiguas de comunicación, hace que la heterogeneidad tenga un carácter multitemporal y multicultural. Aun para examinar únicamente la recepción de los medios electrónicos, es preciso tomar en cuenta las complejas mediaciones folklóricas (familiares, grupales, de lealtades antiguas) en que se reelaboran los mensajes masivos (véase la revista Estudios sobre las culturas contemporáneas, Vol. IV, núm. 10, publicada en México por la Universidad de Colima, y el núm. 30 de Diálogos de la comunicación). 3. Los procesos interculturales se desenvuelven, entonces, en una tensión entre desterritorialización y reterritorialización. Se participa de la transnacionalización cultural que debilita los lazos comunitarios y las solidaridades cortas del pueblo, el barrio y la ciudad propios, pero al mismo tiempo subsisten con fuerza muchos de esos vínculos tradicionales y crecen tendencias a prolongarlos a través de resistencias socioculturales. Es necesario combinar las nociones clásicas de comunidad, territorio y centro- periferia -reformuladas- con las de circuitos internacionales, viaje, frontera y diáspora (James Clifford, García Canclini, 1990). 4. La heterogeneidad cultural debe ser pensada no sólo como disyunción, sino como hibridación, mezcla de repertorios y combinación de imágenes, sonidos, textos, hasta modos de comunicarlos, que varían según las posiciones y perspectivas de los grupos

que los asumen. Al mismo tiempo, es necesario tomar en cuenta que esa hibridación no es una mezcla arbitraria, una fusión de cualquier modo, confusa, de los elementos que llegan a cada grupo. La hibridación se constituye mediante usos selectivos y combinaciones lógicas de los repertorios disponibles en los mercados comunicacionales, según las necesidades de los actores y su capacidad de apropiarlos desde sus capitales simbólicos tradicionales. 5. Los cruces e hibridaciones de repertorios simbólicos, pese a su extendida difusión, no eliminan las diversas y desiguales apropiaciones de los bienes y mensajes. Las hibridaciones no son homogéneas. Las diferencias sociales se manifiestan y reproducen en las distinciones simbólicas que separan a los consumidores, a las audiencias: los que ven los canales de alta o baja frecuencia; los que prefieren programas culturales o recreativos; los que prefieren ver cine en salas, en televisión o en vídeo; los que sólo emplean los circuitos de la comunicación electrónica destinada a la recreación masiva (radio, televisión, vídeo) y los que la combinan con las últimas tecnologías culturales (antena parabólica, fax, computadoras, televisión por cable).

Las maneras de situarse en estas disyuntivas e hibridaciones es diferente, como intentamos sugerir, en los países metropolitanos y en los periféricos. Dentro de éstos, difieren también los modos en que experimentan la comunicación intercultural los grupos que componen cada nación. En las citadas investigaciones sobre consumo, se encuentra que esas divergencias y desigualdades se constituyen -como en otras regiones del mundo- por las diferencias económicas, educativas, de edad y de género. Pero también inciden las tradiciones culturales densas que presentan particular fuerza en América Latina, incluso en las mega ciudades más cosmopolitas o en fronteras donde hasta hace poco se suponía que tendían a diluirse las identidades nacionales, como la de México con los Estados Unidos. De esta complejidad en los procesos de interacción e hibridación interculturales, parece estar surgiendo un pensamiento teórico en el que la renovación pasa en gran parte por un replanteamiento de las fronteras, no sólo entre los países sino entre las disciplinas. El conocimiento de la interculturalidad está renovándose en la medida en que no es sólo cuestión de los comunicadores o de los antropólogos o de los sociólogos de la cultura, sino en que tales especialistas son capaces de volver porosas las fronteras que los separan.

Lección 2. Androides y post humanos . la integración hombre – máquina.

Androides y PosthumanosLa integración hombre-máquinaporLic. Santiago KovalLa idea de que la supuesta creación del hombre y los animales por Dios, el engendramiento de los seres vivos de acuerdo con su clase, y la posible reproducción de máquinas, forman parte del mismo orden de fenómenos, es emocionalmente perturbadora, tal como las especulaciones de Darwin acerca de la evolución y el origen del hombre fueron perturbadoras. Si fue una ofensa contra nuestro propio orgullo el que se nos comparase con un simio, ahora ya nos hemos repuesto de ello; y es una ofensa aún mayor ser comparado con una máquina.Norbert Wiener (1964) Dios & Golem, S.A.

Desde un punto de vista genealógico, es dable decir que las tecnologías digitales nacen a finales de los cuarenta; con todo, el origen de su gran revolución se puede ubicar sin duda a comienzos de los setenta con la aparición en 1971 del microprocesador (Castells 1997; Maldonado 1994). La década del setenta constituye de este modo un período fundamental en la historia de nuestro presente tecnológico al haber preparado el camino para la explosión global, décadas más tarde, de las tecnologías digitales. El impulso tecnológico orientado a la integración entre hombres y máquinas(desarrollo de «máquinas-humanas» y «humanos-maquínicos») ha ido evolucionando de forma paralela al desarrollo de la informática y otras tecnologías de la información y la comunicación (nano y biotecnología, ingeniería genética, electrónica, etc.). Así, la explosión de las tecnologías digitales durante la década de 1970, y en especial en 1980 y 1990,. ha potenciado las posibilidades de creación de máquinas-humanas y humanos-maquínicos. Este conjunto de nuevas posibilidades creativas en este ámbito generó -y al mismo tiempo fue generado por- un cúmulo de ideas y argumentos de científicos que provienen de centros especializados de investigación en robótica, cibernética, nanotecnología, ingeniería genética, biotecnología, informática, etc., como el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y de algunas de las más importantes universidades del mundo, principalmente en los Estados Unidos. Los autores que defienden la integración entre hombres y máquinas, entre los que se destacan Raymond Kurzweil (1999), Hans Moravec (1999; 2003), Bill Joy (2004), Michael Knasel (1979), Jack Dunietz, Thomas Sturm (2003), Rodney Brooks (2002) y Nick Bostrom (2000; 2001), notoriamente, no son profetas del futuro, futurólogos o escritores de ciencia-ficción, sino que, en la gran mayoría de los casos, se trata de inventores y especialistas en robótica y tecnología que, desde los centros más poderosos de investigación del planeta, han participado desde hace años en el desarrollo de las tecnologías sobre las que ahora reflexionan.1. La integración hombre-máquinaEntendemos por integración hombre-máquina un tipo especial de relación entre el sistema humano y el sistema mecánico, en el cual se evidencia -parcial o totalmente-una disolución de los límites entre ambos sistemas y en donde, a raíz de esta disolución, se puede decir de ellos que son en cierto grado homogéneos -dos sistemas son homogéneos si pertenecen a un mismo género, esto es, a un mismo conjunto de cosas semejantes entre sí por tener uno o varios caracteres comunes (Real Academia Española 1984)-. El elemento central de la definición radica en la disolución de las fronteras o de los límites que separan a los dos sistemas. Es razonable pensar que esta pérdida, confusión o mezcla de fronteras entre el sistema humano y el sistema mecánico puede ocurrir en dos sentidos distintos: o el humano tiende a la máquina (escenario 1); o la máquina tiende al humano (escenario 2). Estos dos escenarios de disolución de fronteras entre hombres y máquinas corresponden, respectivamente, a dos tipos de integración. El primer tipo de integración, quellamaremos integración endógena, resulta del escenario 1 y es el producto natural de unalógica extensiva de construcción de máquinas (expansión de capacidades naturales humanas por medio de componentes artificiales -noción de prótesis-). La tendencia a potenciar al ser humano por medio de artilugios mecánicos deriva, progresivamente, en una maquinización de lo humano. Y en la maquinización de lo humano radica la pérdida de fronteras entre ambos sistemas. La entidad arquetípica de este tipo de integración es

el posthumano, entidad idéntica, en su máxima expresión, a una máquina. El segundo tipo de integración, que llamaremos integración exógena, resulta delescenario 2 y es producto de una lógica mimética de construcción de máquinas (replica y proyección en el modelo mecánico de las configuraciones naturales del humano). La tendencia a simular artificialmente al ser humano deriva, progresivamente, en una humanización de la máquina: la pérdida de fronteras entre ambos sistemas radica aquí, de modo inverso al caso anterior, en el acercamiento de las máquinas a los humanos. La entidad arquetípica de este tipo de integración es el androide, entidad idéntica, en su máxima expresión, al ser humano.2. La integración exógena (o máquinas que resultan de una lógica de construcción mimética)[...] al construir máquinas es a menudo de la mayor importancia extender hasta ellas ciertos atributos que no se encuentran en lo animales inferiores. Si el lector considera que esto es una extensión metafórica de nuestras personalidades humanas, está en su derecho, pero es necesario advertirle que las nuevas máquinas no dejarán de trabajar tan pronto como haya cesado la colaboración humana.Norbert Wiener 1988a [1950] Cibernética y SociedadEn el afán de mimetizar al ser humano, pueden advertirse dos caminos separados pero vinculados estrechamente: la mimesis corporal o física (reproducción de las configuraciones del cuerpo humano) y la mimesis mental o cerebral (reproducción de los mecanismos lógicos del cerebro humano). La mimesis del cuerpo halla su máquina arquetípica en el autómata antropomorfo; la mimesis del cerebro encuentra su máxima expresión en la inteligencia artificial. Ambos caminos se dan la mano en el autómata antropomorfo inteligente.

Autómata. Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos. 2. Máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado.Antropomorfo. Que tiene forma o apariencia humana.

Inteligente. Bien dotado de facultad intelectiva. (Real Academia Española 1984)Los autómatas antropomorfos inteligentes (AAI) son así máquinas dotadas de facultad intelectiva, que tienden al ser humano en apariencia o forma y que tienen en su interior los principios que rigen sus funciones, movimientos y decisiones. Ahora bien, las nuevas tecnologías aplicadas a la creación de AAI (biomedicina, biotecnología, ingeniería genética, biónica y de materiales, nanotecnología, electrónica molecular, cibernética, etc.) han permitido la inclusión, a un nivel genético, de partes biológicas en los componentes mecánicos, dando lugar a sistemas de naturaleza mixta con mayores grados de definición mimética. Los modernos autómatas antropomorfos inteligentes (MAAI), AAI mejorados merced a la utilización de las nuevas tecnologías, encuentran su máxima expresión en elandroide, ser artificial detalladamente diseñado por medio de estas nuevas tecnologías que incorpora en su interior elementos biológicos y mecánicos asimilados en un nivel micrológico, y cuya apariencia exterior y funcionamiento general lo convierten en casi indistinguible de su modelo humano (Yehya 2001). Así como las nuevas técnicas digitales de representación gráfica constituyen la máxima expresión de la pintura naturalista del siglo XVIII (Maldonado 1994), así, análogamente, los androides de nuestra era constituyen la máxima afirmación de todos los intentos demiúrgicos que los precedieron. Las nuevas tecnologías sitúan de este modo a los modernos autómatas en

un lugar especial, harto distinto de los antiguos autómatas: los androides de hoy son más reales, más perfectos, más vivos y más fidedignos, que en cualquier otro punto de la historia de la humanidad. Si el desarrollo de tecnologías aplicadas a la producción de MAAI sigue su curso, es posible, y quizá fundado, concebir que el aumento cuantitativo (la suma sostenida de elementos que permiten mayores grados de definición mimética) derive en algún momento en un salto cualitativo (cambio en la condición o cualidad ontológica de la máquina). a. Hacia las máquinas humanas Gordon Moore, fundador de Intel, y uno de los inventores de los circuitos integrados, postuló a mitad del siglo XX una ley, conocida como ley de Moore, modificada en 1975, que sostiene que el número de elementos activos (transistores) que se pueden instalar en un centímetro cuadrado de circuitos integrados se duplica cada 12 meses. En la versión modificada, Moore dijo que se necesitan en realidad dos años y no uno para duplicar el número de transistores por unidad de superficie. Lo cierto es que las cifras son notables, teniendo en cuenta que esto significa básicamente que la capacidad de cálculo de las máquinas aumenta en progresión geométrica en muy breves períodos de tiempo. Mientras que el primer procesador (microchip) en 1971 tenía 2250 transistores, el procesador de la actual Pentium 4 tiene 42000000 -un incremento de casi dos millones por ciento en treinta años-. La velocidad de operación de los procesadores se ha incrementado de 4.77 megahertz en un chip conocido como 8080, hasta 2.8 gigahertz en los microprocesadores que se encuentran en la última generación de computadoras personales, lo que significa que los procesadores actuales son algo así como cinco mil veces más rápidos. La capacidad de proceso de un chip, medida en MIPS (millones de instrucciones por segundo), creció desde 1 hasta 10 y 100 MIPS en los años 90 y ronda actualmente los 1000 MIPS. Las previsiones para mediados del siglo XXI ubican las capacidades de cómputo en el orden del millón de MIPS (Kurzweil 1999; Moravec 2003). En 120 años, escribe Thomas Sturm, profesor del departamento de Ciencias de la Computación y Métodos Cuantitativos de la Universidad de St. Thomas, hemos desarrollado una capacidad de cómputo 1x1018 (un trillón) veces mayor que la que empezó Herman Hullerith en 1880 (Sturm 2003, 4). En 1965, la memoria central de una computadora costaba $1 por bit en dólares de 1965. Hoy se puede conseguir una memoria de 128 MB por $50. En 1965, una memoria 128 MB (más de 1,073,700,000 bits) hubiera costado más de 1 mil millones de dólares, en una época en que un carpintero ganaba en promedio $4.34 por hora. Un carpintero debería haber trabajado 247 millones de horas para pagar esa memoria. En contraste, un carpintero gana hoy en promedio $32.86 por hora y puede pagar esa misma memoria en menos de una hora y 32 minutos. El ratio es de 162,600,000 en un período de 36 años. Si es algo, concluye Sturm, la ley de Moore es conservadora (Ibidem, 5). En 1999, dos científicos, Raymond Kurzweil y Hans Moravec, lanzaron, de forma independiente, libros académicamente serios proclamando que en el próximo siglo nuestra propia tecnología computacional nos sobrepasará intelectual y espiritualmente. Las computadoras, alegan estos dos autores, se volverán no sólo más profundamente creativas, sino más profundamente emotivas, y por tanto usurparán nuestro lugar privilegiado de “producto más elevado de la evolución” (Kade 2000). b. Los Robots Universales de Hans Moravec Hans Moravec (1999a y 2003) es uno de los principales investigadores científicos en el Instituto Robótico de la Universidad de Carnegie Mellon, Estados Unidos. En los últimos 40 años se ha dedicado a la construcción de robots

móviles y, actualmente, se dedica a conseguir que los robots puedan determinar por sí solos su posición y navegar a partir de una conciencia tridimensional del entorno. Moravec sostiene que no es el cuerpo mecánico lo difícil de obtener; de hecho, afirma, brazos articulados y otros mecanismos de movimiento ya existen en los robots industriales. Lo difícil de alcanzar, por el contrario, es el cerebro artificial basado en la computadora, que sigue estando, aun hoy, muy por debajo del nivel de sofisticación necesario para construir un robot humanoide (Moravec 1999a y 2003). Con todo, sostiene Moravec, las cosas están cambiando. En los próximos años aparecerán progresivamente generaciones de robots universales cada vez más inteligentes que sobrepasarán, poco a poco, al cerebro humano. ¿Por qué de repente ahora? La respuesta, dice Moravec, es que luego de décadas de 1 MIPS (millones de instrucciones por segundo, siendo una instrucción un trabajo simple como sumar dos números de dos dígitos), el poder de computación disponible para robots de investigación se disparó en la década del noventa a 10, 100 y ahora 1000 MIPS (Ibidem). A mediados del siglo XXI, sostiene Moravec, con computadoras que ejecuten no menos de 100 billones de instrucciones por segundo, se podrán construir robots con las mismas capacidades de percepción, cognición y razonamiento que poseen los seres humanos. La analogía entre la capacidad de cálculo de una computadora y un cerebro humano se basa en la cantidad de MIPS que requiere una tarea “sencilla” como la que realiza la retina al reconocer una imagen:“By comparing how fast the neural circuits in the retina perform image- processing operations with how many instructions per second it takes a computer to accomplish similar work, I believe is possible to at least coarsely estimate the information-processing power of nervous tissue and, by extrapolation, that of the entire human nervous system. [...] From long experience working on robot vision systems, I know that similar edge or motion detection, if performed by efficient software, requires the execution of at least 100 computer instruction. Thus, to accomplish the retina’s 10 million detections per second would require at least 1000 MIPS. [...] The entire human brain is about 75000 times heavier than the 0,2 gram of processing circuitry in the retina, which implies that it would take, in round numbers, 100 million MIPS (100 trillion instructions per second) to emulate the 1500-gram human brain.” (Ibidem, 3)

Así, la capacidad de rendimiento por masa de retina multiplicado por la masa del cerebro es igual a la capacidad de cálculo necesaria para alcanzar la inteligencia humana, es decir, 100 millones de MIPS (Hager, Bösch, Bruckmeyer 2003). A pesar de que las PCs en 2003 son todavía 100.000 veces más débiles que el cerebro humano, dice Moravec, el objetivo de desempeño humano no es imposiblemente lejano. El camino recorrido por las computadoras en las últimas décadas y la consecuente proyección para las próximas parece indicar que en no mucho tiempo será posible construir una máquina automática con las capacidades intelectuales de un ser humano (Ibidem). El éxito comercial, continúa, provocará feroces competencias y acelerará las inversiones en infraestructura, ingeniería e investigación. Nuevas aplicaciones expandirán el mercado y traerán ulteriores avances, cuando los robots adquieran mayor precisión, memoria, fuerza, flexibilidad, habilidades y poder de procesamiento. Quizá para el 2020 este proceso habrá producido los primeros competentes Robots Universales, grandes como un ser humano y con mentes de una lagartija (10000 MIPS), que podrán ser programados para casi cualquier tarea simple (Ibidem). La primera

generación de robots universales, “instinct-ruled reptiles”, manejará sólo contingencias cubiertas explícitamente en su programación. Una segunda generación de“mouselike 300000 MIPS robots” se adaptará al entorno y podrá ser entrenada. Una tercera generación de “monkeylike ten million MIPS robots” podrá aprender rápidamente por medio de modelos de simulación de factores físicos, culturales y psicológicos. Finalmente, una cuarta generación, producto de la combinación de sofisticados programas de razonamiento y máquinas de tercera generación, de “humanlike 300 million MIPS robots” será capaz de pensamiento abstracto y de generalización. Estos programas de razonamiento, mucho más complejos que los actuales sistemas expertos, apropiadamente educados, permitirán que los robots resultantes sean intelectualmente formidables (Ibidem). El camino recorrido, concluye Moravec, recapitula la evolución de la inteligencia humana 10 millones de veces más rápido, lo que sugiere que la inteligencia de los robots universales superará la nuestra antes de 2050. En este caso, robots científicos, producidos masivamente y completamente educados, trabajadores diligentes y baratos, asegurarán quemayor parte de la ciencia conocida en 2050 haya sido descubierta por nuestra progenie artificial (Ibidem).“If my assumption that greater computer power will eventually lead to human-level mental capabilities is true, we can expect robots to match and surpass the capacity of various animals and then finally humans as computer- processing rates rise sufficiently high. If on the other hand the assumption is wrong, we will someday find specific animal or human skills that elude implementation in robots even after they have enough computer power to match the whole brain. That would set the stage for a fascinating scientific challenge to somehow isolate and identify the fundamental ability that brains have and that computers lack. But there is no evidence yet for such a missing principle.” (Ibidem 1999, 3)c. Las máquinas espirituales de Raymond Kurzweil Raymond Kurzweil (1999), investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT), recibió en 1994 el premio Dickson, máximo galardón científico de la fundación Carnegie Mellon. Nombrado inventor del año en 1998 por el MIT, ha recibido nueve doctorados honoris causa. Es inventor, entre otras cosas, de los sistemas de reconocimiento de voz. El planteo de Kurzweil (1999), aunque quizá más sofisticado, no dista mucho delMoravec. En esencia, su argumento es que la diferencia en las capacidades entre humanosordenadores se irá desdibujando a medida que transcurra la primera parte del siglo XXI. Pla ley de Moore, alrededor de 2020, los ordenadores alcanzarán la capacidad de memoriala velocidad de cálculo del cerebro humano. En esencia, sus líneas fundamentales argumentación son análogas a las recorridas en el caso de Moravec: baste con transcribir dos párrafos que resumen a grandes rasgos el pensamiento de Kurzweil respecto deemergencia de las “máquinas emocionales”:“[...] es razonable estimar que un ordenador personal de 1000 dólares igualará la velocidad y la capacidad de computación del cerebro humano alrededor del año 2020 [...] Mientras escribo este libro [1999], IBM está construyendo un superordenador basado en el diseño de Deep Blue, su campeón de ajedrez de silicio, con capacidades de 10 teraflops, que equivalen a 10 billones de cálculos por segundo, sólo dos mil veces más lento que el cerebro humano.” (Kurzweil 1999, 150)Y en un tono aun más profético pero con todo científico:“Una vez que, alrededor del año 2020, se haya conseguido la capacidad humana en un ordenador personal de mil dólares, nuestras máquinas mejorarán el coste de su

capacidad de cálculo por un factor igual a dos cada doce meses. Esto significa que la capacidad de computación se duplicará diez veces en cada década, lo que equivale a un factor igual a mil (210) cada diez años. Así, hacia el año 2030 un ordenador personal estará en condiciones de simular el poder cerebral de un pueblo pequeño, en 2048 el de toda la población de Estados Unidos, y en 2060 el de un billón de cerebros humanos. Si estimamos la población humana en 10 mil millones de personas, hacia el año 2099 un centavo de dólar de informática tendrá una capacidad de computación mil millones de veces superior a la de todos los seres humanos de la tierra. Por supuesto, puedo equivocarme en un año o dos. Pero los ordenadores del siglo XXI no adolecerán de falta de capacidad de computación ni de memoria.” (Ibidem, 151)d. Tecnologías de la información y tecnologías genéticas Al desarrollo de las «tecnologías de la información» (expresado aquí en un aumento de la capacidad de cálculo de las máquinas), debemos añadir el enorme progreso de las «tecnologías genéticas» (biomedicina, biotecnología, ingeniería biónica y de materiales, electrónica molecular, nanotecnología, etc.), parte fundamental de las nuevas tecnologías. Como escribe Castells,“[...] también incluyo en el reino de las tecnologías de la información a la ingeniería genética y su creciente conjunto de descubrimientos y aplicaciones. Esto es, primero, porque la ingeniería genética se ha concentrado en la descodificación, manipulación, y eventual reprogramación de los códigos de información de la materia viviente. Pero también porque, en los 90s, la biología, la electrónica, y la informática parecían estar convergiendo e interactuando en sus aplicaciones y en sus materiales y, fundamentalmente, en su aproximación conceptual (Castells 1997, 70).De modo que a los argumentos de Kurzweil y Moravec debe sumarse el explosivo desarrollo en los últimos años de la tecnologías o ingenierías genéticas, cuyo descendiente es la biotecnología (Whitaker 1999). Con el advenimiento de la biotecnología, la ingeniería biónica y de materiales, las fronteras entre lo biológico y lo artificial empezarán a diluirse (Ibidem). Como escribe Freman Dyson, “la máquina auto-reproductiva estará hecha tanto de genes como de enzimas, mientras que el cerebro o los músculos de la ingeniería genética también tendrán circuitos integrados y motores eléctricos” (citado en Whitaker 1999, 80). Las nuevas tecnologías genéticas aplicadas a la creación de AAI han permitido la inclusión, a un nivel genético, de partes biológicas en los componentes mecánicos, dando lugar a sistemas de naturaleza mixta con mayores grados de definición mimética. Así, estas tecnologías sitúan, como dijimos, a los modernos autómatas en un lugar radicalmente distinto de los antiguos autómatas: los actuales seres artificiales son más reales, más perfectos, más vivos y más fidedignos, que en cualquier otro punto de la historia de la humanidad.

Pues bien, de la combinación explosiva entre las nuevas tecnologías de la información (que dan lugar a un aumento geométrico en la capacidad de cálculo) y las nuevas tecnologías genéticas (que permiten una elaboración detallada de seres artificiales mitad máquina mitad organismo dando así lugar a mayores grados de definición mimética), nace el androide, ser artificial con extremada capacidad de cálculo y detalladamente diseñado que incorpora en su interior elementos biológicos y mecánicos asimilados en un nivel micrológico, y cuya apariencia exterior y funcionamiento general

lo convierten en casi indistinguible de su modelo humano (Yehya 2001). Para el año 2030, escribe Bill Joy, seremos capaces de construir máquinas, en cantidad, un millón de veces más poderosas que las actuales computadoras personales, con poder suficiente para implementar los sueños de Kurzweil y Moravec (Joy 2000, 7). Esto, continúa Joy en tono apocalíptico, sumado a los avances científicos en genética, desatará un enorme poder de transformación que permitirá rediseñar el mundo, para bien o para mal (Ibidem, 11).3. La integración endógena (o máquinas que resultan de una lógica de construcción extensiva)Todo instrumento es extensión de alguna facultad humana, psíquica o física. La rueda es una extensión del pie. [...] La ropa, una extensión de la piel. Marshall MacLuhan El medio es el mensajeI’m as fond as my body as anyone, but if I can be 200 with a body of silicon, I’ll take it.Danny Hills, cofundador de la Corporación de Máquinas Pensantes (Thinking MachinesCorporation)La inserción de tecnología en el cuerpo descansa sobre las bases de una concepción particular del ser humano que hunde sus raíces en el dualismo cartesiano y que da lugar a una noción del cuerpo como máquina y, por ello, susceptible de ulterior mecanización (Ryle 1949; Yehya 2001; Crossley 2001). La constante inserción de artefactos tecnológicos en el organismo humano ha dado lugar a la noción de ‘cyborg’, término que resulta de la unión de cybernetic y organism (organismo cibernético), y que apareció por primera vez en un informe militar a fines de la década del cincuenta. El término ‘cyborg’ fue acuñado en 1960 por los doctores Manfred Clynes y Nathan Kline para referir un ser humano «mejorado» que soportaría las duras condiciones de la atmósfera extraterrestre (Yehya 2001, 41). “Para el organismo complejo y funcionando inconscientemente como un sistema homeostático integrado, proponemos el término Cyborg” (Clynes y Kline 1995, 30-31). Se trata así de un organismo capaz de integrar componentes externos para expandir las funciones que regulan su cuerpo y de esa forma adaptarse a nuevos entornos (Yehya 2001, 50). La idea surgió de un proyecto para la Fuerza Aérea de EE.UU. en el que se buscaba potenciar los órganos vitales del hombre y alterar sus constantes psicofísicas para robustecer al organismo en condiciones precarias. Las preocupaciones giraban en torno a algunos problemas básicos que requerían prontas soluciones: estado de alerta y vigilia, efecto de radiación, problemas metabólicos y controles térmicos, oxigenación y reducción del carbono, entrada y salida de fluidos, control cardiovascular, mantenimiento muscular, problemas de percepción, variación de la temperatura y de la presión externas, trastornos psiquiátricos, etc. Así, para un entorno hostil, Clynes y Kline proponen «soluciones cyborguianas» (Yehya 2001, 51). Pocos años después, el concepto de cyborg excedería al campo militar para filtrarse en el mundo civil. Lo mismo que Internet, un proyecto de tecnología militar acabaría por ser difundido, expandido y modificado en mil formas en su utilización civil. La noción técnico-militar asumió en su traducción civil algunas transformaciones derivando finalmente en una imagen vaga, difícil de definir completamente. Comúnmente, y en un sentido general, por cyborg se entiende un hombre mediado por la tecnología. Con todo, esta definición es acaso demasiado amplia: todo aquel que lleve marcapasos, prótesis dental, vacunas, anteojos, audífonos, silla de ruedas o cirugías debería ser considerado un ciberorganismo (Duque 2001). Y la lista continúa: sería cyborg quien usa un teléfono, una calculadora, una computadora,

un automóvil o un martillo; sería también cyborg quien usa productos farmacológicos; o una mujer con prótesis mamarias; e incluso quien usa ropas para abrigarse del clima o trajes especiales para protegerse de ambientes amenazantes. Y así al infinito. Lanotable multiplicación de la tecnología en los últimos años, la enorme difusión de pantallas, teléfonos móviles, computadoras portátiles y demás tecnologías que se transportan como parte del cuerpo, ha dado así lugar a representaciones difusas acerca de la reunión de lo tecnológico con lo humano que han encontrado asilo en la noción de cyborg (Hables Gray, et. al. 1995). De ahí que aparezcan, con cierto fundamento, discursos afirmando que hoy, técnicamente, somos todos cyborgs. Así opina el crítico cultural Thomas Hine cuando escribe, en tono jocoso, que “[...] los cyborgs son un objeto viejo de la ciencia-ficción, pero nadie predijo que la abuela se convertiría en uno” (citado en Dery 1998, 255). Análogamente, y extremando aun más las cosas, Donna Haraway, en su uso político del término, escribe que“[a] finales del siglo XX -nuestra era, un tiempo mítico-, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo; en unas palabras, somos cyborgs.” (Haraway 1995, 2)Aquí nos serviremos de una definición tanto más acotada: llamamos cyborg a un ser humano corregido en sus defectos y carencias, y a la vez potenciado en sus facultades, mediante el empleo y la implantación de tecnologías protésicas en su organismo. a. La prótesis como extensión tecnológica de capacidades naturales La ampliación por la tecnología o prótesis es un acoplamiento a la materia paratransportarla a otro estado aumentado (Aguilar Garcia 2003). Wiener afirmaba en 1948 que uno de los incipientes campos prácticos de aplicación de los conceptos cibernéticos era el de las prótesis substitutivas de extremidades o sentidos mutilados o paralizados (Wiener 1998, 50). Más tarde, en 1964, escribía:“[...] dejemos al hombre las cosas que son del hombre y a las computadoras las cosas que son de ellas. Esta podría parecer la política inteligente a adoptar cuando empleamos juntos hombres y computadoras en empresas comunes. Es una política tan apartada del adorador de artificios como el de la del hombre que ve solamente blasfemia y degradación del hombre en el uso de cualesquiera ayudantes mecánicos para pensar. Lo que ahora necesitamos es un estudio independiente de sistemas que comprenden elementos humanos y mecánicos. Dicho sistema no debería ser afectado por prejuicios mecánicos ni antimecánicos. [...] Un campo en el que podemos usar, y usamos, tales sistemas mixtos es el del diseño de prótesis, de dispositivos que reemplazan miembros u órganos sensibles dañados.” (Wiener 1998b, 57)Sin duda, desde hace siglos el ser humano se sirve de toda clase de dispositivos protésicos que sirven para reparar faltas o expandir capacidades naturales. Sin embargo, en las últimas décadas, con el advenimiento de la biotecnología, la ingeniería biónica y de materiales, la electrónica molecular, etc., estos dispositivos se han hecho cada vez más perfectos, invisibles y funcionales, derivando en nuevas generaciones de prótesis cada vez más substitutivas de aquello que reemplazan y cada vez más intensificadoras de aquello que potencian (Yehya 2001; Fukuyama 2002). El uso de prótesis fue extendiéndose gradual pero intensamente, destinándose no sólo al reemplazo de partes afectadas, sino también, cada vez más, al perfeccionamiento de partes funcionales o de partes otrora inexistentes. Como escribe Wiener,“[...] hay una nueva ingeniería de prótesis posible, lo que puede conllevar al diseño de sistemas de naturaleza mixta, que comprendan tanto partes humanas como mecánicas.

Sin embargo, esta clase de ingeniería no necesita limitarse al reemplazo de partes que hayamos perdido. Hay una prótesis de partes que no tenemos y que nunca hemos tenido.” (Wiener 1988b, 58)Según el cirujano y catedrático español Cristóbal Pera, a la reconstrucción que restaura anatómica y funcionalmente lo eliminado por la cirugía o lo desgastado por la enfermedad o por el uso, se añadirá progresivamente en la cirugía del siglo XXI la modificación del cuerpo por razones que no sólo son estéticas. En la cirugía del siglo XXI, continúa Pera, las prótesis, copias del cuerpo normalizadas, codificadas y consumibles, serán el paradigma del objeto mediante el cual, en solitario o por acumulación en un mismo individuo, el cuerpo humano se irá transformando en artefacto. Así, “la creciente variedad y disponibilidad de modelos de prótesis/artefactos que pueden ser introducidos en el espacio corporal, con fines funcionales y/o estéticos, transformará progresivamente al cuerpo humano en una compleja suma de artefactos, con una interfaz cada vez más extensa entre lo tecnológico y lo biológico, entre lo cibernético y lo orgánico, como en las futuristas criaturas conocidas como cyborgs, creadas por los escritores de ciencia-ficción”. (Pera 2001)b. Cyborgs y posthumanos en un mundo posbinario La proliferación de tecnologías protésicas, y el surgimiento de dispositivos cada vez más amigables, promueven fantasías acerca del destino de la especie humana (Fukuyama 2002). Si hubo un tiempo en que el ser humano era ontológicamente distinto de sus productos, las nuevas interfaces del hombre con los productos de la tecnología generan interrogantes sobre las fronteras entre lo natural y lo artificial (Luczkow 2002). Así, las nociones tradicionales de subjetividad y entorno son puestas en cuestión merced a la llegada de un nuevo tipo de interfaz máquina/humano (Aguilar García 2003). A esto debe sumarse el explosivo desarrollo en los últimos años de la ingeniería genética, cuyo descendiente es la biotecnología (Whitaker 1999). Según Francis Fukuyama, las nuevas posibilidades de clonación humana, el cultivo de órganos, el desciframiento del ADN y del genoma humano, los avances en neurociencias y en farmacología, etc., constituyen, todos ellos, ejemplos de las posibilidades que brindan las modernas biotecnologías de alterar la naturaleza humana conduciéndonos a un estadio posthumano (Fukuyama 2002, 23). Las nuevas tecnologías brindan la posibilidad de sobrepasar los límites impuestos por nuestra herencia biológica en una especie de deseo explícito de no reconocerse en el pasado, ni el origen orgánico-biológico que nos constituyó (Ibidem). Las modificaciones introducidas por las nuevas tecnologías han sido interpretadas como tan trascendentes que hay quienes consideran el surgimiento de una nueva ontología que reconoce lo inorgánico como parte del ser (Yehya 2001). De hecho, hay quienes abiertamente sugieren que, conforme a la profundidad de las alteraciones provocadas por el hombre en el mundo biológico, el objeto correcto de la antropología debería ser no tanto el humano, sino el cyborg (Dumit y Davis-Floyd 2001). A estos efectos nació en 1993 la ‘Antropología Cyborg’, subespecialidad instituida como tal en el Annual Meeting de la Asociación Antropología Americana. De uno u otro modo, la idea general parece ser la de que la evolución humana puede acelerarse por la fusión de la gente con las máquinas para crear un posthumano (Yehya 2001). La revolución consiste así en la fusión de los límites, en la pérdida de identidad de lo humano, en la creación de identidades fluidas (Aguilar García 2003). Como escribe Katherin Hayles,

“[i]n the posthuman, there are no essential differences or absolute demarcations between bodily existence and computer simulation, cybernetic mechanism and biological mechanism, robot teleology and human goals.” (Hayles 1999)Mundo híbrido y posbinario, en el cual los límites entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo maquinal y lo orgánico, entre la naturaleza y la cultura, se han hecho difusos. En este sentido, apropiándose del término ‘cyborg’ como categoría política para definir una nueva realidad ontológica, Donna Haraway define al cyborg como una posibilidad analítica para un mundo posbinario. El cyborg, sostiene Haraway, es posgenérico, no es bisexual, no ha sentido la simbiosis preedípica ni el trabajo alienado y otras contradicciones propias de la totalidad orgánica; no tiene origen y por eso no experimenta angustia de soledad, ni vacío, ni dependencia. La cultura de la alta tecnología desafía ciertos dualismos que han persistido en las tradiciones occidentales. En este sentido, “[...] la imaginería del cyborg puede sugerir una salida del laberinto de dualismos en el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras herramientas a nosotros mismos” (Haraway 1995, 37). En un mismo orden de cosas, Katherin Hayles (1999) define al hombre de este nuevo estadio tecnológico con el término genérico «posthumano», que puede funcionar como sinónimo de cyborg en su concepción más amplia (Yehya 2001, 105). Un posthumano es una persona con una capacidad física, intelectual y psicológica sin precedentes, autoprogramable, autoconfigurable, ilimitado y potencialmente inmortal (Dery 1998, 330). Conforme a estas ideas, se desarrolló en los últimos años un nuevo paradigma sobre el futuro del hombre que comenzó a tomar forma en un grupo de científicos dedicados a la investigación en áreas como computación, neurología, biotecnología, nanotecnología y tecnologías de punta. La evolución humana, se alega, no ha terminado aún: somos más complejos que ninguna de las criaturas antes existentes, y no hemos alcanzado nuestra forma evolutiva final. Puesto que nuestra evolución todavía no termina, sostienen sus defensores, la tecnología puede ayudarnos a encauzarla. Según Nick Bostrom, profesor de filosofía de la Universidad de Oxford y uno de los más importantes representantes de este nuevo paradigma, “la condición humana no es, como se suele creer, constante, y la aplicación científica de las nuevas tecnologías llevará a la superación de sus limitaciones biológicas” (Bostrom 2004). El transhumanismo o extropianismo, que en 1997 fundó la World Transhumanist Association y que edita periódicamente el boletín electrónico Journal of Transhumanism, se concibió como el movimiento filosófico que reúne este acervo de nuevas nociones. Los partidarios de esta neo-filosofía se inscriben así en un nuevo paradigma que rechaza el anterior basado en la idea fundamental de que la condición humana es constante. Dado que los grandes inventos conducen a profundas transformaciones sociales, consideran que los niveles de desarrollo a que han llegado la técnica, la biología y la medicina, permiten prever un futuro sustancialmente diferente para el ser humano: el cambio de su misma condición humana. Así lo define Robin Hanson, uno de sus principales exponentes, cuando escribe que el “[t]ranshumanismo es la idea de que las nuevas tecnologías serán capaces de cambiar nuestro mundo a tal nivel en los próximos cien o doscientos años que nuestros descendientes, en muchos aspectos, no serán más humanos” (citado en Aguilar Garcia 2003).

La noción de ‘posthumano’, introducida por Hayles, ha sido así incorporada teórica y políticamente por la filosofía transhumanista. El transhumanismo defiende la noción de ser humano posbiológico y esto con arreglo al advenimiento, en las próximas décadas,

de posibilidades tecnológicas otrora inasequibles: el bienestar emocional a través del control de los centros del placer, el uso de píldoras de la personalidad, el surgimiento de máquinas superinteligentes, la colonización espacial, la nanotecnología molecular, la ampliación de la expectativa de vida, la interconexión del mundo, la reanimación de los pacientes que se encuentran en suspensión criogénica, la emigración del cuerpo a un sustrato digital, etc. (Bostrom 2004). Entre las posiciones extremas de la filosofía transhumanista se encuentra aquella que pretende una abstracción absoluta de la materia orgánica a través de una descarga otransbiomorfosis (metamorfosis transbiológica) que traduzca las redes neuronales de nuestras mentes a la memoria de un ordenador (Aguilar Garcia 2003). Esta versión extrema del transhumanismo defiende así la idea de un ser líquido-fluido posbiológico, trascendental, abstracto, puro, sin anclajes al cuerpo, cuya supresión se hace de hecho necesaria. Ser que reconoce en la sustancia limitaciones a su potencialidad, transferido tecnológicamente en la forma de conciencia a un sistema informático (Dery 1998, 329-345). El ya nombrado Hans Moravec, partidario, entre otras cosas, de esta versión exacerbada, y cansado de la «too solid flesh», propone la construcción de aparatos robóticos que permitan la descarga (download) de las redes neuronales del cerebro a la memoria de un ordenador, en un verdadera metempsicosis que garantizaría la inmortalidad de la conciencia, separada del cuerpo tradicional que resulta ahora superfluo, relegado, un desecho (Duque 2001). En palabras de Moravec, se trata de “transferir una conciencia humana a una máquina mediante una operación dirigida y ejecutada por un robot con anestesia local en el cráneo del paciente” (Moravec 1995, 108). Así, escribe Moravec,“[...] en un paso final y desorientador, el cirujano saca su mano de la cavidad craneana. El cuerpo súbitamente abandonado tiene un espasmo y muere. Por un momento permanecemos en silencio y en la oscuridad. Luego abrimos los ojos, nuestra perspectiva ha cambiado. La simulación de la computadora ha sido desconectada del cable que va a las manos del cirujano y conectada al nuevo cuerpo fabricado con los materiales, acabados, colores y estilos que nosotros mismos hemos elegido previamente. La metamorfosis está completa.” (Moravec 1995, 109)De modo que el posthumano, primero hombre-prótesis, luego cyborg y finalmente Übermensh nietzscheano (Dery 1998, 273), deviene en su manifestación extrema existencia abstracta, res cogitans separada de la res extensa, entidad ideal libre de aquel “desecho inservible”, fuente última de todos los males (Ibidem, 275). El producto final, objeto de aspiración de los transhumanistas, es así la liberación de lo físico: no conformes con la amplificación tecnológica del cuerpo, sus más acérrimos defensores optan por suprimirlo (Ibidem, 276). En suma, lo posthumano es, en esencia, odio al cuerpo y al infierno de la carne, desprecio por el envase obsoleto, aversión por un residuo físico prescindible que limita la evolución humana (Dery, 275-276; Yehya 2001). Como se pregunta Félix Duque, “¿[n]o es el miedo a las tripas, a las vísceras, al cuerpo y sus excrecencias, el horror al vómito, a la defecación y a la muerte?” (Duque 2001, 12). Eso, al menos, parecen confirmar las sugestivas y turbadoras palabras de David Skal,“[...] cuerpo-alma cuerpo-carne cuerpo-muerte fétido jadeante meante feto estallando de órganos mientras enterrado vivo en un ataúd de sangre oh Dios mío yo no haz que no sea yo tengo que salir del cubo de vísceras que me aspira que me vomita llevaos este

cuerpo tembloroso giratorio turbulento este cuerpo-tiovivo, este CUERPO.” (citado en Dery 1998, 272)4. Resumen y conclusionesLa integración hombre-máquina es un tipo de relación entre hombres y máquinas que supone una disolución de los límites entre ambos sistemas, lo que conduce a su homogeneidad. Los dos escenarios posibles de pérdida de fronteras entre hombres y máquinas corresponden respectivamente a dos tipos de integración: de un lado, la integración endógena, producto natural de una lógica de construcción extensiva y de una maquinización de lo humano; de otro, la integración exógena, producto natural de una lógica de construcción mimética y de una humanización de lo maquinal. El conjunto de nuevas tecnologías enfocadas a la integración entre hombres y máquinas están dando lugar al advenimiento de un salto cualitativo en el estatus ontológico de los sistemas sometidos a integración, situación que se expresa en la emergencia de entidades homogéneas al sistema que emulan (máquinas-humanas y humanos-maquínicos). Esta situación supone que en un punto del aumento cuantitativo de elementos tecnológicos sobreviene un salto en calidad en los sistemas integrados. Las nuevas tecnologías aplicadas a la mímesis artificial de lo humano (integración exógena) ensanchan las posibilidades de creación de autómatas antropomorfos inteligentes provocando un salto cualitativo en el estatus ontológico de estos sistemas y dando lugar al advenimiento de un nuevo estadio en su evolución: el androide, entidad idéntica, en su máxima expresión, al ser humano. Aplicadas a la invasión tecnológica de lo humano (integración endógena), las nuevas tecnologías ensanchan las posibilidades de invasión tecnológica del organismo humano provocando una ruptura cualitativa en su condición ontológica y dando lugar al advenimiento de un nuevo estadio en su evolución: elposthumano, entidad idéntica, en su máxima expresión, a una máquina. Una singularidad es el mismo centro de un agujero negro -un lugar de densidad y presión infinitas-, en la zona oscura en que la relatividad, el tiempo y el espacio se mezclan. Los agujeros negros tienen un perímetro -event horizon- en el cual la fuerza de la gravedad es tan fuerte que es imposible escapar (Forrest 2001). El modelo del agujero negro, presentado en 1916, se ha comenzado a aplicar en las últimas décadas al cambio tecnológico. Se postula así que nos aproximamos a un event horizon en el cual nuestro paradigma de conceptos referidos a las relaciones entre “máquinas inquietantemente vivas” y “humanos aterradoramente inertes” (Haraway 1995) no tendrá más sentido.Bibliografía Santiago Koval Buenos Aires, marzo de 2006Aguilar García, Mayte. 2003. Ciberontología: identidades fluidas en la era de la información. A parte Rei 23 (marzo).Aparisi Miralles, Ángela. 2003. Biotecnología: ¿Un futuro posthumano? Trabajo presentado en el 5º Congreso del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Navarra, 19 al 26 de noviembre. Disponible en http://193.146.228.30/congresoV/ponenciasV/angela aparisi.pdf (consultado 14/02/04)Baggiolini, Luis. 2000. Aportes para pensar una historia de las tecnologías de comunicación. Anuario del departamento de Ciencias de la Comunicación Social UNR,vol. 1.Baudrillard, Jean. 1998. La procesión de los simulacros. En Cultura y Simulacro. Barcelona: Kairós. Böhme, Hartmut. 2000. Enträumlichung und Körperlösigkeit im Cyberspace und ihre historischen

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Lección 3. El nuevo orden mundial de la comunicación en la era de la sociedad de la información Por Fernando Márquez. Revista razón y palabra. Número 35.Extraido el 15 de Mayo de 2009 de: http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n35/fmarquez.html

Durante la década de 1970 tuvo lugar una extensa discusión sobre la información y las relaciones entre los países desarrollados y los tercermundistas. El desfase entre el Primer y el Tercer Mundo, herencia colonial, originó el llamado a un "Nuevo Orden Económico Mundial" que implicaba una distribución más equitativa de los recursos económicos como reparación a la explotación durante el colonialismo. Pero al colonialismo político no sólo había sucedido otro económico sino también un colonialismo "informativo": la frase "Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación" (NOMIC) vinculó a la información al debate sobre la distribución mundial de recursos económicos, haciendo un llamado en lo relacionado con los recursos de información y comunicación por las mismas razones (disparidad cualitativa y cuantitativa). Las críticas se dieron desde tres ángulos:

Flujo unidireccional de la información - El "libre flujo" de la información se había convertido en una "circulación de sentido único" ante el desequilibrio entre las fuentes y los destinatarios. No hay intercambio debido a la magnitud de la desigualdad.

Contenido de la información - Las agencias de noticias, más preocupadas con los asuntos del Primer Mundo, ponían énfasis en las notas "sensacionalistas" o "de desastre" más que en las "noticias de desarrollo".1 El papel dominante en la definición de lo que era noticia distorsionaba y excluía valores y expresiones de los países tercermundistas, con lo que la discusión giró alrededor de qué debería reportarse acerca de una nación y quién habría de decidirlo.

Control de la información - El desequilibrio informativo mantiene la dependencia, creando un nuevo estilo de colonialismo en el que las organizaciones de comunicación ayudaban a mantener el control al exportar el sistema de valores de la estructura de poder transnacional (dominación ideológica o imperialismo cultural). Este se les transfiere a través de su dependencia en las principales agencia de noticias y medios masivos occidentales que sirven como elemento distorsionador y de penetración política.

El acuerdo en común era la necesidad de hacer algo por la carencia de capacidades comunicativas del Tercer Mundo. Los países desarrollados estaban de acuerdo en expandir las competencias comunicativas de los países en desarrollo, pero no en restringir el libre flujo. El problema residía en quién debería fungir como autoridad en la naturaleza de los medios. Por un lado, se consideraba que el Estado era el único organismo capaz de representar los deseos de la gente contra los intereses de las corporaciones de medios. Por otro, se consideraba que el Estado impedía la libre circulación de la información por la censura que ejercía en contra de la libertad de prensa. La propuesta de los países desarrollados era confiar en las supuestas virtudes de lo comercial y del mercado, entendiendo que la privatización mejoraría la eficacia de los medios de comunicación. La realidad es que la intervención gubernamental y la regulación impedían el crecimiento económico al no permitir a los medios actuar libremente. Los medios se habían olvidado de sus responsabilidades sociales para dejarse guiar por criterios estrictamente económicos: "Los medios globales son los misioneros de esta época, que promueven las virtudes de lo comercial y del mercado a grandes voces y de forma incesante a través de sus rapaces empresas y programas." 2

La promesa de asistencia surgió de Occidente: este tenía lo que el Tercer Mundo necesitaba, esto es, capital y tecnología. Finalmente, se logró aprovechar la demanda generada por la necesidad de infraestructura de las comunicaciones (a partir de la desregulación y la privatización del sector de comunicaciones, en especial del Tercer Mundo) para dar mayor participación al sector privado en las comunicaciones internacionales (intereses transnacionales en el campo tecnológico-comunicacional).

Desde la década de 1970, en la que tuvieron lugar las diversas reuniones en foros internacionales (Movimiento de Países No Alineados y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO) sobre la situación de la comunicación y las relaciones entre los países, no se ha realizado una reunión internacional de ese alcance. Debido a los cambios que han tenido lugar desde entonces es indispensable que se lleve a cabo una nueva discusión en la que se identifiquen y entiendan los nuevos caminos que van surgiendo con los avances de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs).

A principios del siglo XXI, casi treinta años después de que surgió el llamado hacia un NOMIC, sigue existiendo una dependencia en el campo informativo que divide a los países desarrollados de los subdesarrollados. Para esta nueva revisión, sobre la situación de la comunicación y las relaciones entre los países y las regiones, que tendrá lugar en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI),3 siguenestando pendientes los temas relacionados con la disparidad en los flujos de información4 y la diferencia en la producción de contenidos entre las regiones.5

Antes los satélites y los medios de comunicación, ahora las redes y las tecnologías de la información y la comunicación, aparecen como promesa de hacer posible el acceso al desarrollo. Pero la superioridad de infraestructuras, y por lo tanto en el acceso, implica necesariamente un predominio, pues esta representa capacidades superiores de desarrollo y explotación a través de la producción y distribución de contenidos. La discusión sobre los flujos sigue siendo relevante en tanto que: "Suele ocurrir que las conexiones entre dos ciudades europeas o asiáticas, por no hablar de las africanas o latinoamericanas, se direccionan primero a través de un nodo estadounidense."6 Las posibilidades de eliminar la marginación comunicativa / digital en la sociedad de la información siguen y seguirán viéndose limitadas en la medida en que pocos países cuentan con las mismas capacidades para crear y distribuir la información.

La disparidad entre las naciones y dentro de estas de los que tienen y los que no tienen acceso a Internet, los que tienen los conocimientos o no para potenciar su uso y los que producen o no sus propios contenidos, la llamada brecha digital, amplía aún más la desigualdad y la exclusión social. Se trata de una cuestión no solo de capacidad tecnológica, sino de inclusión social. El progreso integrador de la sociedad de la información requiere tanto de la fase instrumental como de la conformación de realidades sociales. La búsqueda por terminar con la brecha digital (al exterior y al interior de los países) no debe aparecer solo en función de la cantidad y/o calidad del acceso, sino en el fomento de vías de apropiación (la capacidad de vincularnos con las nuevas tecnologías y desarrollar nuevas posibilidades). Mejorar el acceso no se puede limitar al aspecto netamente instrumental. Si no existe una capacitación que haga

posible un uso inteligente y responsable de las TICs, no importa la velocidad con la que los datos digitales pueden fluir entre las computadoras.

El aumento en los flujos de información y el acceso a estos por sí mismos no son suficientes para aprovechar las oportunidades para el desarrollo que ofrece la era de la información: "...hay el riesgo de que, sin políticas específicas, intencionadas, las maravillas de la comunicación electrónica sean nuevos motivos de dependencia y no de crecimiento autónomo."7 Formular una política de comunicación significa asumir el propio desarrollo, siendo usuario y creador de las tecnologías de la información y la comunicación y sus contenidos.

Es importante que cada país cuente con políticas de comunicación destinadas a entender y apropiarse las TICs. Estas políticas no deberían limitarse a los medios de comunicación (los medios tradicionales seguirán desempeñando una importante función en la divulgación de contenidos) y a las TICs, sino que tendrían que tomar en consideración todos lo medios que puedan usarse para alcanzar los propios objetivos generales de desarrollo (relación entre la comunicación y otros sectores). Al considerar el avance de las TICs como parte integral de una estrategia de desarrollo más amplia, se evita el error de igualar al desarrollo tecnológico con el progreso social.

La intención es que cada sociedad pueda desarrollar sus propios significados, desarrollar sus propios usos y gratificaciones y usar las nuevas tecnologías de diversas maneras. Los actores del sistema social mundial se ven enfrentados a la necesidad de elaborar dichas políticas al mismo tiempo que se sitúan en un juego de obligaciones comunes: "El nuevo hombre tecnológico, hipnotizado por su propio ombligo electrónico, debe convertirse en el guardián de su hermano, a pesar de sí mismo."8 El sentimiento de pertenecer a un mundo común no implica compartir una visión común. Recordemos que las políticas son primariamente formulaciones "políticas", es decir, se derivan de presupuestos, de visiones de mundo distintas.

Fue precisamente la "politización" del tema lo que provocó la salida de Estados Unidos y Reino Unido de la UNESCO y el pobre desempeño del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación, resultado práctico de la discusión sobre la información y la comunicación entre los países desarrollados y en vías de desarrollo (los llamados a un NOMIC). Pero la sociedad de la información requiere innumerables fuerzas y conjunción de intereses alrededor del mundo, por lo que se debe permitir la diversidad de ideas y conocimientos. El debate sobre qué sociedad es la que se pretende construir con el apoyo de las TICs que se requiere incorporar una gama amplia de actores sociales preocupados por el tema de la sociedad civil, del sector comercial y de los gobiernos.

La capacidad de decidir es una capacidad política y ética, que no tecnológica. La política debe estructurar el ámbito común en que el hombre ha de entenderse y cooperar con los demás buscando las maneras más oportunas de garantizar el bien social. Se deben analizar alternativas, decidir, aceptar y enfrentar las posibilidades y responsabilidades de la acción. Por lo tanto se debe identificar el sentido y la función de la tecnología: la sociedad de la información debe estar al servicio de la humanidad y las

TICs tienen que atender al bienestar humano. La tecnología involucra humanidad, en tanto que tiene su origen y debe tener como fin al hombre. Considero que esta visión "humanista"9 (el hombre como origen y fin) es la que debe guiar la búsqueda de las maneras más oportunas de garantizar el bien social, ya que el problema no es tecnológico, sino de voluntad política.

El surgimiento de la sociedad de la información requiere no sólo de la infraestructura física y tecnológica propia, sino también de nuevos acuerdos. Los espacios de convergencia implicarían una responsabilidad dentro de un proceso de retroalimentación. El impulso a la sociedad de la información no puede descansar en una región o en un solo país sino en un esquema de cooperación internacional. Beneficiar a la comunidad mundial demanda una discusión global.

La selección de Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) como foro para la CMSI presenta dos problemas. En primer lugar, se trata de una instancia eminentemente técnica encargada de la normalización de las telecomunicaciones. En segundo lugar, se diferencia de todas las demás organizaciones internacionales en que se basa en el principio de la cooperación entre gobiernos y sector privado (llamados Miembros de los Sectores, se trata de organizaciones interesadas en las telecomunicaciones) y nunca antes había trabajado con la sociedad civil. Sin embargo, la razón por la que se puede celebrar la existencia de la CMSI es que la propuesta aceptada establece que el congreso debe incluir las dimensiones del cambio que son de carácter social, político, cultural, económico e institucional y una evaluación en la que participe activamente la sociedad civil (grupos de organizaciones no gubernamentales involucradas en proyectos de información y comunicación alrededor del mundo).

Aún cuando los Estados seguirán siendo actores fundamentales, deberán aprender a trabajar de manera conjunta (nuevos mecanismos de comunicación y coordinación) unos con otros, junto con los actores no estatales (organizaciones no gubernamentales, sociedad civil), que han o están creando redes y coaliciones que trascienden sus fronteras (organización en red), dentro de una estrategia basada en la información, es decir, comunicar, consultar, coordinarse y colaborar, más que asistir, con otros actores.

El poder "blando" o intangible (la capacidad de expresar ideas, valores y normas que atraen, influyen y guían a otros)10 es esencial no solo para el surgimiento de la sociedad de la información. Es necesario si se quiere pasar de una sociedad de la información (adquisición de conocimientos, con preponderancia de consumidores), a una de la comunicación (en la que se establecen medios de acceso, haciendo a otro partícipe de lo que uno tiene, en la que predominan los ciudadanos con derechos que les permiten tomar parte activa en el proceso) e incluso a una del conocimiento (ejercicio de las facultades intelectuales, tener trato y comunicación con alguien). La marginación comunicativa, y ahora digital, en la sociedad internacional sigue y seguirá existiendo en la medida en que pocos países cuentan con las mismas capacidades para crear y distribuir la información. La creación y difusión de contenidos sigue siendo la clave de la inclusión y la participación en este "net world order" o "nuevo orden mundial de la sociedad del conocimiento".

Notas:

1Por ejemplo: fragilidad, inestabilidad y corrupción, los cuales eran considerados males originados por fallas internas en lugar de su sujeción al colonialismo europeo o al neocolonialismo. Por desastres se entiende fenómenos naturales y accidentes. El "periodismo desarrollista" o "periodismo del desarrollo" estaría al servicio de finalidades de orden social.2Herman, Edward S. y Robert W. McChesney. Los medios globales - Los nuevos misioneros del capitalismo corporativo, p. 63. 3Se trata de la primera reunión que se celebrará a escala mundial sobre las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Se desarrollará en dos etapas: la primera fase en Ginebra, Suiza, del 10 al 12 de diciembre de 2003 y la segunda en Tunisia, Túnez, del 16 al 18 de noviembre de 2005. La primera adoptará una Declaración de Principios y un Plan de Acción, abordando todos los temas relacionados con la sociedad de la información, mientras que la segunda se centrará en los temas de desarrollo, se evaluarán los progresos que se hayan alcanzado y se adoptarán nuevos planes de acción a realizar. 4Martti Ahtisaari, presidente de la 25 Conferencia Anual del Instituto Internacional de Comunicaciones (1994), destacó que es necesario: "'Impedir que la supercarretera internacional de la información se convierta en una ruta de una sola vía...y asegurar que la información fluya equitativamente en ambas direcciones'." Trejo Delarbre, Raúl. "Norte y Sur, coordenadas parcialmente difuminadas", La nueva alfombra mágica, en<http://www.etcetera.com.mx/LIBRO/cuatro/cuatro1.htm>5 "Las nuevas tecnologías de comunicación sirven para propagar y compartir de manera más directa (más involucradora y comprometedora, incluso, en ocasiones) las identidades culturales de cada comunidad. Pero también, por lo general, sirven como vehículos de las concepciones predominantes del mundo y del orden entre las naciones." Trejo Delarbre, Raúl. "Un eclecticismo incómodo", La nueva alfombra mágica, en<http://www.etcetera.com.mx/LIBRO/cinco/cinco5.htm>6Manuel Castells, La Galaxia Internet, p. 236. 7 Trejo Delarbre, Raúl. "América Latina, ante el tren de las nuevas tecnologías", La nueva alfombra mágica, en<http://www.etcetera.com.mx/LIBRO/uno/uno11.htm> Acceso: 1° de febrero de 2003.8 Marshall McLuhan y B. R. Powers. La aldea global, p. 106.9 La tecnología descubre la realidad y a nosotros mismos, al hacer posibles nuevas formas de vivir permite nuevas posibilidades humanas; se descubren nuevas dimensiones de la realidad. Por la técnica descubrimos al mundo y a nosotros en él. Las nuevas tecnologías extienden los horizontes de lo que la gente puede crear y lo que puede aprender en el proceso.10 El concepto de poder "blando" (bland) o intangible es de Robert O. Keohane y Joseph S. Nye. Véase Robert O. Keohane y Joseph S. Nye, Power and Interdependence, Longman, EE.UU, 2001.

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Lección 4. “Radio y Televisión Comunitarias: ¿factores de desarrollo?.

Discurso, Comunicación y Prácticas.

Suele suceder que las palabras cabalgan por delante de la vida hasta que a ésta le da la gana. Daniel Prieto Casrillo142

En América Latina la década de 1960, una convulsiva coyuntura histórica y política143, fue el punto de partida de diversos movimientos sociales alternativos entre los que se cuenta la comunicación popular144; cuyo mayor apogeo se registró en los años 1970 y 1980 comprometida con procesos y movimientos sociales contestatarios que se resentaban como una opción crítica frente al discurso del poder y a la sociedad dominante. El diálogo, la organización popular y democrática, la participación, la autogestión entre otras, se constituyeron en las principales características de los procesos comunicacionales alternativos del momento. En estas condiciones y a través de dichas experiencias, “los actores de sectores pobres se convirtieron en protagonistas y desde allí se les percibía como nuevos y auténticos gestores del cambio social145”, con nuevas formas políticas de entender y confrontar el poder. Bajo este marco, el eje

142 Daniel Prieto Castillo, Voluntad de verdad y voluntad de espectaculo. Monografías Ciespal. Editorial Belén. Quito 1984 pg. 136-137.143 Fernando Checa Montúfar. “La comunicación popular como alternativa” Tesis de pregrado. A manera de contextualización y síntesis , el autor plantea: “La coyuntura histórica que presentó esta época es el resultado de un largo proceso que tiene como expresiones importantes las revoluciones sociales que empiezan a triunfar en algunos países del Tercer Mundo (Cuba en Latinoamérica) y en la crisis de la sociedad capitalista que determinó su rechazo en lo teórico (fundamentalmente en la crítica a la "cultura de masas" liderada por la Escuela de Francfort) y en lo social (a través de las rebeliones de la década). En América Latina, estos procesos encontraron su paradigma y punto de referencia en Paulo Freire. A esta época se le ha considerado como el inicio de una teoría y práctica alternativas que empiezan a sistematizarse”.144 Estas experiencias reciben diversos calificativos que las ubican como "alternativas": comunitaria, popular, alterativa, entre otras. A partir de las diversas conceptualizaciones que definen la comunicación popular, la participación comunitaria y la cultura urbana, para efectos de este trabajo se empleará la noción comunicación alternativa y popular, delimitando con ella el carácter no comercial del tipo de comunicación al que se hace referencia; y ubicando la extracción socioeconómica marginal y/o empobrecida de los sectores urbanos que la practican y a los que llega en los procesos de producción y distribución. Esto permite distanciarnos de las nociones comunidad/comunitario, en tanto estas también hacen alusión a procesos comunicativos de sectores privilegiados de la sociedad, entre otras razones.145 Rosa María Alfaro Moreno, “Culturas populares y comunicación participativa: en la ruta de las redefiniciones”. En Razón y Palabra. Primera Revista Electrónica en América Latina Especializada en tópicos de comunicación. No. 18. Mayo – Julio 2000. P.1.

central de tales propuestas comunicacionales, desde sus orígenes, remite al “compromiso con los sectores oprimidos y necesitados buscando su desarrollo social y político146”.

El discurso. Si bien el discurso generado en torno a esta premisa ha evolu7cionado en el marco del contexto histórico y social que se complejiza cada vez más, y que supone nuevos rumbos para estas experiencias, hoy, en el proceso de consolidación de las mismas, a las reivindicaciones políticas y sociales se les suma una lectura desde la cultura; pero dentro de una nueva lógica, determinada por la consolidación del capitalismo informático y la consecuente globalización/mundialización a todo nivel, la mayor concentración de poder aunado al monopolio de la industria de la comunicación, la inequitativa distribución de estos bienes culturales, la “desterritorialización” y la “hibridación” de las culturas, el desgaste de los Estados nacionales, y la marginalidad -exclusión de grandes masas de población.

Dentro de este contexto, según el discurso que ha circulado en el último lustro147

y que muestra los alcances de la “comunicación alternativa y popular”, en tales experiencias, mas allá de la competencia comunicativa para la comprensión o decodificación del lenguaje, entran en juego una competencia cultural que supone la reivindicación de la memoria colectiva, los imaginarios locales o barriales y los sujetos sociales cotidianos como protagonistas con un discurso propio. Visto así, estos medios de comunicación se constituyen en elementos fundamentales para la construcción de identidades y de sujetos políticos, y en la afirmación de los mismos.

Este discurso advierte que como parte de los procesos de recuperación de identidades, los medios de comunicación “alternativos” tienden a convertirse en instrumentos que contribuyen al mejoramiento de las condiciones de vida. De allí que sean considerados como “factores de desarrollo148” en la medida en que en los sectores marginales y populares los sentidos de identidad están vinculados a las condiciones prácticas de reproducción social, es decir, ligados al “mundo de la vida”, donde se desarrollan procesos de interacción (disenso – consenso) dentro de la lógica del entendimiento y de

146 Idem, p. 2. Adicionalmente, Martha C, Dubravcic ofrece tres paradigmas a partir de los cuales se advierte la evolución del discurso y de la práctica comunicativa en América Latina: el del cambio social (orientado hacia un cambio de conducta y actitudes para lograr la modernización de los pueblos), el de dominación- subordinación (que vio la comunicación como un proceso liberador de la opresión) y el de las mediaciones sociales y culturales (incorpora la matriz cultural y en el que se inscriben las demandas de los actores sociales). La orientación de la comunicación popular alternativa ante las demandas de los actores sociales. El caso del Centro de Educación Popular, CEDEP. Tesis de maestría. Universidad Andina Simón Bolívar – Sede Ecuador, Quito, 1999 Pg. 11.147 La Declaración de los Radioapasionados y televisionarios de noviembre de 1995 sintetiza este discurso – Ver anexo 1.148 Sobre la noción de comunicación para el desarrollo, Alex Aillón desarrolla una perspectiva histórica, desde la cual es posible advertir su evolución como un concepto de hegemonía occidental, formado alrededor de las ideas de “lo moderno”. La comunicación para el desarrollo desde la perspectiva del control cultural o como leer al Pato Donald desde la diferencia: criterios para una reorientación teórica. Tesis de maestría. Universidad Andina Simón Bolívar – Sede Ecuador, Quito, 1999 Pg.4

la acción comunicativa149. Se muestra entonces cómo la participación de la comunidadse hace fundamental en el proceso de apropiación y articulación del medio de comunicación a la vida cotidiana de la colectividad, y a los proyectos específicos de integración, configuración de memoria social y desarrollo local de los que deriva su funcionalidad política y social. De tal manera que es justo en el espacio de la participación comunitaria donde se materializa la fuerza y la posibilidad contrahegemónica que se advierte en estas experiencias comunicativas, puesto que representan la movilización de los sujetos a partir de la toma de conciencia, y de identificarse con problemáticas comunes que les permite reconocerse a sí mismos como sujetos de un proyecto político alternativo, orientado hacia la consolidación de una nueva memoria colectiva.

Es claro para los portadores del discurso que los medios alternativos de comunicación, al involucrarse con la vida cotidiana de la gente y ser vehículos de expresión de las condiciones socioeconómicas, se constituyen en mecanismos para adquirir conciencia crítica frente a su marginalidad. Porque a diferencia de éstos, dicho discurso plantea que los medios masivos de comunicación sustituyen la realidad social conflictiva por una comunidad imaginaria y homogénea, creando la ilusión de participación y comunicación.

Adicionalmente, este discurso ve que en tales manifestaciones se expresa la posibilidad de “democratizar los medios de comunicación” con su consecuente desmitificación, para constituirlas en instrumento de poder subalterno que viabiliza y visibiliza el sentir y la expresividad de sectores sociales marginados. De ahí la afirmación de que los fines de la “comunicación alternativa y popular" estén en el marco de la democracia participativa, el respeto por el otro, la tolerancia, la diferencia, pero también en el marco de la comunicación alterativa, orientada a la transformación permanente en el proceso.

Comunicación alternativa versus comunicación dominante. Desde esta perspectiva, la lógica subyacente que, según el discurso, ha hecho de este tipo de comunicación una opción “alternativa” frente a la comunicación dominante, radicaría en el giro pragmático de la teoría del significado. Tal como lo señala Habermas, la teoría clásica de la comunicación concebía las pretensiones de validez desde el hablante (el que expone); el giro pragmático implica entonces que se reivindique al oyente en tanto que éste, al conocer las intenciones del hablante, es decir, al conocer qué hace aceptable su argumentación (donde confluyen la verdad proposicional, la rectitud normativa y la veracidad subjetiva), se insertaría en un proceso de reconocimiento intersubjetivo libre del domino que impone el hablante en la acción

149 Para Habermas, la acción comunicativa se presenta en el mundo de la vida como elemento de un proceso circular en que el lenguaje es producto de tradiciones (cultura), de grupos solidarios (orden normativo) y de procesos de socialización y aprendizaje (personalidad), siendo esta red de acciones la que articula el mundo de la vida. Así, los tres elementos del mundo de la vida: patrones culturales, ordenes legítimos o normativos y las estructuras de la personalidad, en la lógica de la acción comunicativa se materializan interrelacionadamente: la tematización hace posible el dominio de situaciones dentro del ámbito de la cultura (saber científico o acreditado); a través de procesos de integración, se llega a patrones que pueden transmitirse, estructurando interacciones y grupos sociales a través de normas; y por medio de procesos de socialización, se crean actitudes, competencias, formas de percepción e identidades que estructuran la personalidad. Pensamiento Postmetafísico. Pg. 100

estratégica. Entender una expresión significa saber cómo puede servirse uno de ella para entenderse con alguien acerca de algo. De allí que con este giro hacia lo pragmático, hacia la reivindicación de lo práctico y lo cotidiano, las pretensiones de validez impliquen la convergencia y el reconocimiento de todos los participantes de la acción puesto que el oyente, al reconocer y aceptar, está en condiciones de ocupar el lugar del hablante150

Las prácticas comunicativas alternativas implican una comunicación formada por pequeños núcleos (espacios barriales, locales, etc.) que pueden entrecruzarse, intercambiarse, tejer una red en el marco de la comunicación global, de doble vía, y con supuestos públicos claramente definidos y determinados. Se considera un espacio dinámico que se transforma constantemente, ligado al juego del poder y al cambio estratégico de posiciones. En esta dinámica comunicativa se observa entonces que no hay productos finales sino procesos permanentes; y se pretende que no se agote en la realización y emisión-exhibición de los programas. Ahí, precisamente, en un lugar fronterizo es que se inicia un nuevo ciclo. Es a partir de los programas, de la programación, de la recepción que cada comunidad particular realiza y re-emite, que la comunicación y el ciclo comunicativo se complementan; y se supone que se renueva permanentemente la construcción de la propia conciencia con elementos múltiples que desplazan fronteras. Asimismo, el lenguaje cotidiano adquiere importancia, en tanto se erige como fundamento en la construcción de alternativas comunicativas que no riñen con el universo simbólico de los sujetos receptores puesto que se alimenta de él.

En este sentido, la capacidad de los actos del habla para establecer vínculos151

viene dada por la fuerza motivadora que se desata racionalmente cuando un oyente entiende y acepta, y que se manifiesta en un acuerdo comunicativo al que se llega en el marco de la acción comunicativa. Por oposición, en la acción estratégica152–predominante en la comunicación regida por las leyes del mercado –, se presenta una utilización estratégica del lenguaje que coexiste parasitariamente del uso normal de él, puesto que la acción teleológica solo funciona sometiendo a los actores a restricciones, distorsionándose así la comunicación porque una de las partes lo emplea falsamente.

150 J . Habermas, Idem, Pg. 84151 Adicionalmente, cabe señalar que según Habermas cada acto de habla particular está asociado, a través de hilos lógico-semánticos, con muchos otros actos de habla, con actos de habla potenciales que pueden desempeñar el papel pragmático de razones. Idem, Pg. 84152 J. Habermas. Pensamiento Postmetafísico. Habermas señala que en la acción estratégica, como una interacción lingüísticamente mediada, el lenguaje (actos del habla) es utilizado solamente como un mediopara coordinar la acción, quedando así subordinado a ella y perdiendo la capacidad de crear vínculos; por el contrario, en la acción comunicativa, el lenguaje se utiliza solo como medio para transmitir informaciones o como fuente de integración social. Así, mientras en esta ultima el mismo lenguaje es vinculante (capacidad en si de crear vínculos eficaces en la coordinación de la acción), en la acción estratégica la coordinación que ejerce el lenguaje depende de la influencia de los actores sobre las situaciones y sobre otros actores. De esta manera, estos dos mecanismos se excluyen mutuamente, puesto que los actos del habla, presente en ambas, no pueden ejecutarse con la doble intencionalidad. La acción comunicativa, entonces, satisface condiciones estrictas por utilizar el lenguaje orientado al entendimiento: los actores estructuran sus planes de acción a partir de un mundo común a todos los que participan, de manera cooperativa y sobre interpretaciones comunes. Pg. 73-75.

En esta medida, entonces, las pretensiones de validez (pretensión de verdad proposicional, de rectitud normativa, y de veracidad subjetiva) se vacían de sentido.

La existencia de restricciones estructurales (como lo es, entre otras, la competencia despiadada de los medios masivos de comunicación) en la acción estratégica bajo la forma de una comunicación distorsionada, exige que los agentes en la acción comunicativa cambien de una actitud orientada a su éxito individual a “una actitud realizativa de un hablante que trata de entenderse con un destinatario acerca de algo en el mundo”153, es decir una actitud de reconocimiento intersubjetivo; ámbito en el que se ubicaría la comunicación alternativa y popular. El giro pragmático en la teoría del significado, supone entonces que “las cuestiones del significado (entender una expresión lingüística) no pueden separarse del todo de las cuestiones de validez” (el contexto en que la expresión es aceptada como válida). Así, el hecho de articular el contexto al entendimiento de las pretensiones de validez, significa considerar las condiciones pragmáticas como relevantes en el proceso. En este sentido, las condiciones objetivas de existencia de los grupos articulados a las prácticas de comunicación alternativa y popular, se constituyen en el referente obligado de éstas.

En torno a la acción social y al orden social, solo la acción comunicativa lleva a salirse de las restricciones, representadas por el dominio y el egocentrismo de la acción estratégica dentro del orden social, para llegar a enfrentar criterios colectivos orientados al entendimiento. La definición de identidades colectivas e individuales suponen la valoración y comprensión de elementos estratégicos importantes, como el universo simbólico de los individuos y los intereses políticos y económicos de las colectividades, aspectos que se definen en la constante interacción. La interpretación clásica del orden social implica la emergencia de un orden desde actores independientes dentro de la lógica de la acción instrumental. Renovar este concepto clásico, significa introducir un nuevo medio de comunicación diferente al dinero, el cual se ha constituido en el medio de este tipo de acción. Si sigue reinando el dinero como mediador y determinante en el modelo ordenador de la sociedad, las operaciones del entendimiento siguen quedando subordinadas, porque las decisiones de acción son determinadas por el dinero y no por el reconocimiento, y las actitudes que genera son orientadas al éxito individual. Un reflejo de ello lo sintetiza Ignacio Ramonet cuando afirma que “las diferencias sociales provocadas por la era de la electrónica van a ser pronto comparables a las desigualdades resultantes en las inmensas inversiones financieras transnacionales. En cuanto a las fuerzas económicas que se han apoderado de las redes, tienden a generalizar, o peor aún, a reforzar, los obstáculos que impiden su acceso a la generalidad de la población154”.

El discurso versus la práctica. A la luz del acumulado que supone el amplio debate sobre comunicación alternativa, indagar sobre las posibilidades que estos medios ofrecen a partir de sus condiciones estructurales específicamente, supone abordarlos desde una perspectiva propiamente comunicacional. Pensar estos medios de comunicación como instrumentos funcionales

153 Idem, op cit. P. 76154 Ignacio Ramonet. La Tiranía de la comunicación. Pg. 163

orientados a construir sentidos, e intentar describir y explicar cómo el discurso fabrica la realidad social que de ellos emana (más allá de los contenidos y de insistir en la tendencia de la comunicación masiva que lleva a la indemarcación de las fronteras entre realidad e irrealidad, y que sustituye el inverso simbólico por la extraordinaria espectacularidad al presentar los acontecimientos), implica ver la estructura del campo comunicativo que convierte a estos medios en espacios de reconocimiento y autorreconocimiento de “las comunidades” y los individuos, una vez son incorporados (y legitimados) a la cotidianidad, sobre la base de un principio de reciprocidad entre receptores y productores / transmisores, quienes validan la propia cultura en un espacio permanente de retroalimentación155.

Pero la acción comunicativa que rige y media en estas experiencias de comunicación, no se constituye en el único componente a través de la cual se reproduce y perpetúa el mundo social en que se instalan estas prácticas. La acción estratégica coexiste con ella y se expresa en tanto se ha constituido desde una lógica diferente, y de manera posterior tanto en el espacio como en el tiempo en que se opera la acción comunicativa y sólo a partir de fragmentos del mundo de la vida. En esa medida, la acción comunicativa es previa a la acción estratégica, desconociéndose en esta última el trasfondo del mundo y de las relaciones intersubjetivas, puesto que priman las acciones orientadas al éxito que se caracterizan por una actitud objetivante y por tanto, desvinculante de la práctica, de lo cotidiano. Desde esta perspectiva podemos comprender el trasfondo del fracaso que ha acompañado a varias de las experiencias en comunicación alternativa, en virtud de que el discurso y sus productores se han quedado en el “deber ser” de los procesos, sin indagar y evidenciar los mecanismos o dispositivos antagónicos que les son inherentes, y que permitirían generar dinámicas comunicativas que inviertan la lógica de la comunicación regida por las fuerzas del mercado, y plantear alternativas dentro de una forma de vida comunicativa en la cual ya se está y que se comparte156 ; orientándose sobre todo a reivindicar la dignidad del ser humano frente a un sistema de sociedad que todo lo naturaliza a costa del hombre mismo.

Una aproximación al análisis de la forma que asume el discurso sobre la televisión comunitaria y la radio popular en la sociedad colombiana y ecuatoriana, permite ver que en los documentos157 utilizados en esta investigación se produce una reiterada alusión a los presupuestos señalados; los cuales han terminado por homogeneizar, tanto en los productores del discurso como en quienes ejercen la práctica comunicativa, las

155 Según el discurso, “la comunidad” desempeña un papel “multifuncional”: es propositiva, realizadora/ productora y receptora de su propia producción. En estos espacios, la gente construye sentidos desde su propio saber replanteando el saber académico de “verdades absolutas”. La estructura del campo comunicativo se abordará en cada estudio de caso, puesto que se trata de medios de comunicación y lógicas diferentes.156 Habermas, Problemas de legitimación del capitalismo tardío. P.168157 Memorias del Encuentro Latinoamericano de Medios de Comunicación Alternativa y popular, 1993; Declaración del Festival de Radioapasionados y televisionarios en Quito, 1995; Memorias del Encuentro de Televisión Local y Comunitaria en Bogotá, 1997; Declaración final del Foro Internacional “Comunicación y Ciudadanía” de El Salvador, 1998;. Además se contó con una serie de artículos y documentos publicados sobre el tema (ver bibliografía).

representaciones sociales, políticas y culturales que estos proyectan, y que se internalizan y naturalizan permanentemente en los procesos de socialización. Así, a nivel del discurso y por parte de los intelectuales que tienen acceso a la producción del mismo, se producen, en principio, la justificación, de las bondades de la comunicación alternativa para “las comunidades” involucradas en estos procesos. Luego se efectúa la internalización de esta justificación como certeza o “voluntad de verdad” que, una vez entra en circulación, es asumida por los productores / realizadores de estas prácticas. Y más tarde, la adaptación en el ámbito de la acción social, a los procesos sociales que se desencadenan y se muestran como naturales, pero que en el fondo están movidos por la acción estratégica de quienes fundaron el discurso en el marco de las necesidades estructurales del momento histórico: los procesos de modernización económica y política (contexto representado discursivamente como necesario e inevitable)158.

Pero dentro de esta lógica, se advierte que el discurso que reivindica la “comunicación alternativa” ignora las relaciones de poder y de dominación completamente invisibles, subyacentes en el ejercicio de una violencia simbólica que “se ejerce con la complicidad tácita de quienes la padecen y también, a menudo, de quienes la practican, en la medida en que unos y otros no son conscientes de padecerla o de practicarla159”. En este sentido la democracia y los principios democráticos – fundamento del discurso y las prácticas comunicativas en mención –, se revelan como elementos inherentes al capitalismo, en tanto se constituyen en los mecanismos que le permiten a éste compensar las consecuencias disfuncionales de la acumulación. De tal manera que el mismo Sistema, estratégicamente, se encarga de proveer los dispositivos para su legitimación en el marco de un sistema de normas y controles de la conducta; puesto que la “apropiación privilegiada de la riqueza producida por la sociedad, tiene que resolver el siguiente problema: distribuir el producto social de manera desigual y, sin embargo, legítima”. Tal ambigüedad es superada por medio de la coacción estructural que supone que las oportunidades legitimas de satisfacción de las necesidades se encuentran fijadas en un sistema de normas respetado (e impuesto “violéntamente” desde a escuela). Este respeto se basa tanto en el reconocimiento como en el temor a la sanción impuesta, naturalizada – a partir de motivaciones que se construyen a través de la interiorización de estructuras de expectativas representadas simbólicamente: igualdad, libertad, respeto a la diferencia, ciudadanía, tolerancia, consenso, diálogo, participación, otras – y aceptada – en tanto

158 Vasilachis, op. Cit, pg. 269159

P. Bourdieu, El sentido práctico. p. 22. Adicionalmente, en Razones Prácticas. Génesis y estructura del campo burocrático, el autor nos muestra cómo la eficacia del poder simbólico que ejerce el Estado conduce a la construcción de las mentalidades: “las relaciones de fuerza más brutales son al mismo tiempo relaciones simbólicas y los actos de sumisión, de obediencia, son actos cognitivos que en tanto que tales, ponen en marcha unas estructuras cognitivas, unas formas y unas categorías de percepción, unos principios de visión y de división: los agentes sociales constituyen el mundo social a través de las estructuras cognitivas... susceptibles de ser aplicadas a todas las cosas de mundo y, en particular, a las estructuras sociales”. Es en esta medida entonces que el Estado crea las condiciones para la orquestación inmediata de los hábitus, las cuales aparecerán luego como una especie de consenso dentro de la lógica del sentido común. p.116

los valores y las normas, configuradores de los motivos, poseen una referencia inmanente a la verdad – por los gobernados dentro de la lógica de la dominación160.

Un ejemplo claro de la correspondencia entre el discurso y los principios democráticos, presentados como única opción reivindicativa, lo constituye el cuarto punto de la Declaración de los Radioapasionados y Televisionarios de 1995: En estos tiempos de globalización y homogeneización creciente, las radios y televisiones comunitarias y populares se convierten en espacios de participación ciudadana donde se expresan todas las voces y se defienden la diversidad de idiomas y culturas. El derecho a ser y pensar diferente, a tener gustos y aspiraciones distintas, se vuelve hoy un imperativo de la democracia. En estas condiciones, cabría preguntarse hasta dónde el discurso que considera tales prácticas comunicativas como instrumentos de poder subalterno por el carácter democrático que les atribuye, y que ve en ellas la posibilidad de “democratización” de los medios de comunicación, está distanciando estas experiencias de salidas que contribuyan a superar las condiciones de marginalidad y exclusión en que se encuentran los grupos articulados a ellas, gracias a esos mismos principios democráticos. Porque si bien es cierto que difícilmente se pueden obviar las condiciones que impone el capitalismo161, el discurso y los sectores e individuos que tiene un acceso privilegiado al mismo están en posibilidad de construir y crear nuevas lecturas y formas de representación, argumentos contrarios y propuestas alternativas de organización social y de distribución de los bienes y del conocimiento162.

De tal manera que la transfiguración de la democracia liberal en una democracia perversa (y al ritmo que avanza el capitalismo, en una democracia virtual163) va acompañada, además, de formas de movilización desprovistas de un trasfondo político, en las que han caído algunas experiencias de “comunicación alternativa y popular”, donde prima el interés inmediato y coyuntural dejando al descubierto exigencias y demandas profundas y de suma importancia para la dignificación de la vida en colectividad. De allí que pensar los medios desde sus posibilidades estructurales de producción y distribución y en relación con las funciones que desde allí cumplen, podría contribuir a plantearnos nuevas lecturas de la noción de democracia, a fin de construir otro tipo de representaciones sociales.

160 Jürgen Habermas, Problemas de Legitimación en el capitalismo tardío. P. 118161 J. Habermas, Ciencia y Tecnología como ideología. Según el autor, el dominio político se enmascara en una legitimidad que emana “desde abajo” y no “desde arriba”, trocándose la relación política en relación de producción para figurar como un intercambio justo y no como un orden de dominación legitimo: “la superioridad de la forma de producción capitalista estriba en las dos cosas siguientes: en la instauración de un mecanismo que garantiza a largo plazo la ampliación de los subsistemas de acción racional con respecto a fines y en la creación de una legitimación económica bajo la que el sistema de dominación puede adaptarse a las nuevas exigencias de la racionalidad que comporta el progreso de los subsistemas” (p.77).162 Vasilachis. Op. Cit, P. 270163

Según Igancio Ramonet, en La tiranía de la comunicación, ciertos líderes norteamericanos hablan de una virtual democracy, en tanto “Ni Ted Turner, de la CNN; ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, de Microsoft; ni otras tantas decenas de nuevos amos del mundo, han sometido jamas sus proyectos al sufragio universal. La democracia no se ha hecho para ellos. Se encuentran por encima de sus discusiones interminables en las que conceptos como el bien público, el bienestar social, la libertad y la igualdad conservan aun su sentido. No tienen tiempo que perder, sus productos y sus ideas atraviesan sin obstáculos las fronteras de un mercado globalizado”. Pg- 165

Si bien, el discurso precisa que ésta comunicación supone el reconocimiento del otro, de la alteridad, permitiendo el entendimiento mutuo, ella solo puede consolidarse en la práctica y frenar la tendencia al fracaso, en la medida en que exista una acción comunicativa que posibilite que tal identidad se configure concretamente, y no se manifieste de manera abstracta a través del discurso. Esto permitirá, entonces, entender la acción social o interacción164 como la forma en que se expresa la acción coordinada de varios actores, de modo que se enlacen las acciones colectivas (alter) con las acciones individuales (ego). Y ese enlace en los procesos de producción-distribución de la comunicación alternativa y popular, debe implicar necesariamente la reducción de las posibilidades de elección de aspectos a comunicar, quedando solamente las que coincidan en torno a “temas y acciones en espacios sociales y tiempos históricos” comunes al grupo involucrado en la práctica comunicativa, pero articulados y en un reconocimiento permanente de las transformaciones del contexto macro en que se interactúa.

La televisión y la radio comunitarias, por la capacidad que, al igual que la comercial, posee para construir e imponer unos principios particulares de visión del mundo, simultáneamente reforzadas por el discurso, corren el riesgo consecuentemente de continuar estancadas en lo micro, en detrimento de la visión sobre el contexto global y las transformaciones en que se hallan insertas, reproduciendo, por tanto, el mismo modelo al que pretenden ser alternativas y con el mismo peso simbólico. De ahí que más allá de los mensajes y contenidos, sea en la lógica de la comunicación donde se pueda percibir otras dimensiones que nutran el proceso de producción / distribución. La "comunicación alternativa y popular" en el intento por serlo deberá generar, desde el discurso y las prácticas, los criterios que le permita reivindicar “aquello” que no es posible dentro de la lógica de la “otra comunicación”, desplegando así su capacidad de resistencia.

Emprender, entonces, una revolución simbólica165 desde la “comunicación alternativa y popular” supone, más que transformar estructuras mentales y formas de pensar y de ver, reconocer la complejidad de los procesos de recepción para desde allí generar transformaciones profundas en las formas de producción de la verdad, que se oriente a redefinir la utilización de los medios desde las funciones que se les atribuye como productores y reproductores de “realidades” y desde el espacio social que se han ganado. Porque “el discurso de los medios ejerce un significativo impacto a nivel actitudinal, cognoscitivo e ideológico y determina de ese modo los marcos interpretativos que los individuos aplican para la comprensión de los acontecimientos sociales, políticos, económicos, culturales y, consecuentemente, influye en la definición de su identidad y capacidad de acción histórica166”

164 Habermas. Pensamiento posmetafísico. En estos términos define la acción social el autor. Pg. 72165 Bourdieu afirma que para que se efectúe la ruptura con las relaciones de fuerza que condicionan al campo, es necesario un giro hacia una revolución simbólica que trastorne estructuras mentales cambiando maneras de pensar y de ver. Sin embargo, advierte que por efectos de la lógica del mercado la televisión nunca dará tal giro, puesto que “está perfectamente ajustada a las estructuras mentales del público” Sobre la televisión. p. 66166 Vasilachis, pag. 193 - 194

Si el discurso continúa naturalizando la función de los medios de comunicación alternativos desde los principios democráticos que se les atribuye, mostrándolos como los únicos posible sin indagar las lógicas y las dinámicas internas y sus condiciones de existencia particulares, difícilmente se podrán superar los condicionamientos que impone el mercado como legitimador y mediador de prácticas y continuaremos presenciando diversos procesos de reproducción de la práctica comunicativa dominante – la comercial –. En consecuencia, presenciaremos cómo progresivamente, nuevos y mas grupos, sectores o individuos con intereses contrapuestos a los que imponen un discurso homogeneizante quedan excluidos de la posibilidad de expresión y comunicación.

De allí que sea preciso generalizar las condiciones de acceso a lo universal haciendo lo necesario a fin de que cada vez mas gente reúna las condiciones necesarias para apropiarse de lo universal167. Y en esta tarea el discurso cumple un papel fundamental, en tanto contribuiría a demarcar un derrotero diferente para la comunicación alternativa, puesto que dicha urgencia permitiría trascender el pequeño universo de exigencias puntuales y aisladas para erigirse conscientemente a partir de las preocupaciones y necesidades del ser humano, en busca de dignificar su existencia mas allá de la actitud de emulación critica y reflexiva que desborda en discursos populistas. Una vez se haga evidente el trasfondo del discurso actual sobre la “comunicación alternativa y popular” y los productores del mismo asuman la construcción de nueva representaciones, estaremos frente a nuevas formas de significación y de acción, puesto que “los actores sociales tienden a pensarse y representares a sí mismos tal como son pensados y representados por los que tiene el poder de decir168”.

La consolidación de las experiencias en “comunicación alternativa y popular" está sujeta, pues, a una redefinición integral para ser reestructurada desde una visión que universalice y articule prácticas y discursos; pero que a la vez no desconozca el funcionamiento de los medios y de la comunicación en sí misma y su función como constructores de realidades específicas. De esta manera se hace urgente enfatizar en la necesidad e importancia de indagar profundamente en la memoria de los sectores populares y en las estructuras que articulan su universo, en función de comprender y desarrollar una conciencia activa para la definición de propuestas políticas emancipadoras de los sectores marginados, desde modelos de interpretación diferentes al modelo predominante169.

167 Bourdieu, ídem, p. 95168 Vasilachis, Op. Cit. Adicionalmente, señala que “las representaciones sociales, las actitudes y valores socioculturales influyen en los procesos argumentativos de aquellos actores sociales jugando un papel crucial en su argumentación y, fundamentalmente en la autorepresentación de sí mismos y de su capacidad de producir transformaciones en el contexto social, político y económico, en razón de que las cogniciones sociales median entre los niveles micro y macro de la sociedad, entre el discurso y la acción y entre el individuo y el grupo”. Pg. 145169 Vasilachis, Idem. Pg. 273. Según la autora, este “modelo predominante se nutre de las enseñanzas del paradigma positivista que supone la existencia de leyes sociales y, por ende, propone explicaciones causales para los fenómenos sociales, naturalizando las relaciones sociales y enfatizando el rol de los mecanismos de institucionalización y control en el mantenimiento del orden y el equilibrio de la sociedad”.

Lección 5. Objetivos y compromisos de los medios comunitarios.

Las medios comunitarios han sido y seguirán siendo de oposición a cualquier sistema que delimite a los seres, que discrimine a las personas por motivos de raza, sexo o credos, que permita que a unos pocos les sobre lo que a tantos les falta, aunque parezca obsoleto en tiempos postmodernos.

Lo comunitario es un estilo de vivir, de pensar, de relacionarse con el público. Una escala de valores en la que existen cuatro compromisos que conciben el quehacer de las radios comunitarias.

1. Contribuir al Desarrollo. Hay dos conceptos inseparables como el alma y el cuerpo: comunicación y desarrollo. Todavía mejor, comunicación para el desarrollo. Una comunicación no concebida como una labor meramente técnica o de difusión, sino como un espacio de diálogo, de interacción entre sujetos. Y un desarrollo que no se mide solamente por el nivel de ingreso económico de la población, sino por cuánto ha mejorado su calidad de vida. En definitiva el único desarrollo válido, a la larga, es el autodesarrollo. Es decir, el protagonismo de los ciudadanos en los planes de desarrollo. Fortalecerlo, es la mejor contribución que hacen las radios comunitarias.

2. Ampliar la Democracia. Un periodismo ejercido por todos, es un espacio herramienta pública donde la sociedad civil puede resistir o discrepar de las voces oficiales.Los medios comunitarios, independientes de intereses políticos y comerciales, pueden y deben asumirse como parlamentos al aire libre, como foros de ciudadanía. Una radio comunitaria vive en estado de elecciones. A través de ella, la gente de la calle opinará sobre la gestión de sus gobernantes, sumará y restará apoyos, cuestionará, exigirá transparencia política y económica. Se trata de tomar en serio la democracia, la soberanía que reside en el pueblo.

3. Defender los Derechos Humanos. Así como se necesitan tribunas para ampliar la democracia, también se necesita tribunales para defender los derechos humanos, a donde pueda recurrir la sociedad civil para denunciar las mil y una violaciones que a diario se cometen. Tanto los formatos de litigio como el periodismo de investigación permitirán hacer causa común con los oyentes que llaman a las estaciones alternativas para contar los abusos de que han sido víctimas, para plantear una denuncia o solicitar apoyo. Las emisoras comunitarias con espíritu justiciero pueden jugar un papel decisivo si actúan como intermediarias en estas difíciles situaciones.

4. Proteger la Diversidad Cultural. El mundo se encuentra en un proceso acelerado de globalización. La economía de las grandes corporaciones no respeta la política de los pequeños estados. Al mismo tiempo, nunca como ahora afloraron tantos afanes separatistas.

Preocupan las fronteras nacionales porque el mercado es transnacional pero en realidad el problema consiste en las fronteras culturales, los gustos distintos, que ponen en peligro las ventas porque el mercado se ha constituido en dios. Y tiene un único mandamiento: hacer dinero por sobre todas las cosas. Para cumplirlo, las empresas trasnacionales necesitan igualar las preferencias de consumo de los ciudadanos. De la misma manera que con la naturaleza, intentan arrasar la biodiversidad cultural de nuestros pueblos. Homogenizar los gustos a través de la presión publicitaria, de eso se trata. Homogenizar para vender más y para tener más control político y aunque parezca trabalenguas, homogenizar para hegemonizar.

Para finalizar cabe resaltar que Decretos del gobierno Colombiano de 1995 clasifican las radios comunitarias como Clase D y con la misma letra D empiezan palabras tan significativas como Desarrollo, Democracia, Derechos Humanos y Diversidad Cultural, que son los cuatro objetivos estratégicos de las emisoras alternativas que se constituyen en reserva de valores propios en medio de un mundo en el que cada día más lo comunitario se rechaza.

FUENTES:

- Asociación Mundial de Radios Comunitarias ( AMARC ). http://www.amarc.org

- Mariano Cebrian. Información Radiofónica. Madrid 1995

UNIDAD DIDÁCTICA TRES: LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN DESDE EL ÁMBITO DE LA CULTURA

Hola estimados estudiantes, entramos a la recta final del curso y del recorrido por la historia de la comunicación: el ámbito de lo cultural.La cultura no es un sustantivo -una cosa, un objeto- sino un adjetivo (Appadurai, 1996) o, mejor, una dimensión hecha de diferencias, contrastes y comparaciones que describen lo que la palabra “cultura” recubre. La cultura no es algo que pertenece a determinado grupo, sino que se configura como un instrumento al que se puede acudir para referirse a la diversidad y a lo cambiante y para inventar nuevas maneras de convivir en y con la actual realidad humana del mundo; un ejemplo de esto la comunidad económica europea, donde existen 23 lenguas y que por consenso no se dispuso un idioma oficial, incluso el himno elegido fue oda

a la alegría de Bethoven, una pieza musical instrumental sin palabras, en el lenguaje universal de la música y que expresa los ideales de libertad, paz y solidaridad.Continuando con el tema que nos ocupa: la cultura, encontramos entonces que esta ya no es algo estable, que este anclado al lecho sólido de un mar simbólico y duro, es un proceso fluctuante, Algunos, incluso, dicen que ahora se debe hablar de lo cultural. En el pasado se habló de cultura material y el concepto abarcaba iglesias, monumentos, ciudades, pero esto a dejado de ser el centro de los estudios culturales que ahora miran hacia lo inmaterial (ver patrimonio inmaterial http://www.icanh.gov.co), es decir una noción mejor adaptada a una sociedad cada vez más hecha de migraciones por todos lados. Entonces, el movimiento es el alma y la materia de la cultura. Bajo ese aspecto, la globalización, fenómeno que integra el campo de la cultura fluctuante, no significa necesariamente conflicto de culturas y menos aún aniquilación de culturas, sino indica sobre todo gran desmembramiento de diferentes culturas en un amplio abanico de direcciones, trayendo como resultado innumerables y, a veces, profundas modificaciones en cada una.

Cultura, comunicación: nuevos horizontes. Si durante siglos la base material del libro se transformó muy poco, en sólo unos años, la infraestructura tecnológica del video o de la televisión han cambiado radicalmente. El paso de lo analógico a lo digital, es un salto inmenso en las formas de recepción pero también en los sistemas de producción, que han impactado incluso al propio cine; un ejemplo puede ser las modificaciones que se producen en el trabajo de edición o montaje con los actuales equipos digitales, que cambian desde las predicciones de tiempo, hasta las reglas para la construcción de los relatos audiovisuales.Mientras que la naturaleza de la Radio es fundamentalmente sonora, la de la televisión es audiovisual y a la de Internet convergen además de las anteriores, todas las posibilidades abiertas por los avances de la electrónica, las telecomunicaciones y el desarrollo de las computadoras. Esta condición estructural tiene repercusiones en los lenguajes, las relaciones con las audiencias, los procesos de recepción y la contribución a la conformación de nuevas culturas. Surge así, un nuevo concepto o proceso la Ciudadanía 2.0.

Ciudadanía 2.0. En sus inicios la Web permitía solo acceder a información, el usuario era una especie de pescador de contenidos, con el tiempo se fue dando un paso a una comunidad en la cual el usuario interactúa, participa y donde encuentra un lugar para compartir saberes e ignorancias, un espacio para contar, mirar y exponerse y donde surge un nuevo concepto: la inteligencia colectiva (leer, distribuir, comentar, publicar, compartir). Surgen infinidad de espacios para comunicarse en el ámbito de la imagen (flickr, entre otros), el audio o podcast (odeo, audacity, entre otros), se configuran nuevas redes sociales como la wikipedia en la cuales los usuarios tienen la posibilidad de construir y gestionar conocimiento. Una enciclopedia actualizada permanentemente y de carácter local y global. Se crean espacios como

Hi5 o facebook170[1], esta última cuenta con 70 millones de usuarios y en ella, por ejemplo, se publica diariamente un promedio de 14.000 fotos (Colombia es el país con mas usuarios de facebook en Latinoamérica y el noveno en el mundo).En el ámbito de las comunicaciones se cambia el paradigma del costo de las llamadas según la distancia por el del costo según el tiempo y calidad de conexión. Se ha llegado a construir vidas y mundos digitales (Second life); en el ámbito de la escritura surgen los blogs los cuales según muchos estudiosos han considerado como la segunda imprenta de guttemberg, en la actualidad existen en la Web cerca de 112 millones de blogs y diariamente se crean 175.000. Existen blogs de texto, fotográficos, de audio e interactivos, también se encuentra la versión microblogging como twitter que se interconectan con los teléfonos celulares. Se crea así un nuevo orden social informativo, cambian las formas de leer el mundo, de informar, de comunicar y comunicarse, adquiere mayor relevancia la ciudadanía digital y se comienza a hablar de nativos y emigrantes digitales.

CAPITULO 1. LA GLOBALIZACIÓN

Lección 1 Definición.

El término “globalización” ha generado múltiples debates. Desde aquéllos que sostienen que la globalización ha arrasado todas las formas económicas y culturales previas hasta quienes sostienen que sólo se trata de un nuevo nombre para un viejo fenómeno de expansión occidental. Aunque todavía no hay consensos definidos, para entender la globalización conviene considerar sus elementos clave, sus dimensiones y apelar a una nueva escala de la imaginación y la acción. La palabra globalización se empieza a utilizar después del fin de la Guerra Fría. La globalización es un problema muy difícil de discutir: con esta palabra se entiende un montón de cosas y se usa como en el arte se utiliza la palabra postmodernidad. Hay que empezar con la definición ¿Qué entendemos en este momento por globalización? ¿Qué hay detrás de esa definición? Sin esto no se puede discutir sobre el problema, porque cada uno tiene su propia definición: financiera, económica, política.

La globalización es un fenómeno contradictorio de dos corrientes distintas. Es un río de integración de toda la tecnología, el mundo financiero, los medios de comunicación, pero simultáneamente es otro río en dirección opuesta que lleva a la desintegración, con conflictos étnicos, con ambiciones regionales, con tendencias particulares, en una gran corriente que vive y se desarrolla en contra de la misma globalización.

El maestro Kapuscinski, a propósito de la globalización nos brinda algunas ideas en torno a como encarar la globalización: En un seminario en Ayacucho (Perú) en el que participé el tema fue Globalización y Cultura Andina. Allí habían dos escuelas de pensamiento; unos decían que globalización era un sinónimo de la palabra imperialismo y los otros decían que era una tendencia existente, importante y productiva para la humanidad. Hoy sentimos que algo está pasando y que tenemos una nueva conciencia de lo global, en temas como el agua y la contaminación del aire. Sin

embargo, las fuerzas que participan en la globalización no están definidas, todavía son flotantes, no son precisas, no se han cristalizado. Entonces la lucha no va a ser sobre la existencia de la globalización, sino como utilizar este fenómeno para nuestros propios intereses y nuestros propios fines.

Lección 2. Elementos clave

Un primer elemento clave del proceso de constitución del mundo como “globo” tiene que ver con la compresión del tiempo-espacio, con el “encogimiento del mundo” (Harvey, 1989). Tiempo y espacio son categorías de percepción, conocimiento y acción que existen en todas las sociedades y culturas, pero al mismo tiempo cada cultura concibe de un modo peculiar a cada uno de ellos. No es lo mismo una concepción circular del tiempo que otra progresiva, las marcaciones en calendarios de 365 días que las referencias naturales como la aparición de una flor o el crecimiento de un animal. No es lo mismo usar reloj y “vivir a las corridas”, que guiarse por la posición del sol y por ritmos orgánicos (en vez de comer o dormir en ciertos horarios, hacerlo cuando se tiene hambre o sueño). De manera análoga, habitantes del campo y de la ciudad, de países centrales y periféricos tienen concepciones tan diferentes del espacio como los contrastes que implican el antes y después de Colón o de Galileo. Hablar de compresión de tiempo-espacio implica referirse a una transformación general de nuestras categorías de percepción, conocimiento y acción. Implica que vivimos en un mundo más pequeño, en el sentido de que las distancias se acortan tanto como se incrementa la velocidad para franquearla. Claro está que las distancias no se han anulado, pero también es evidente que se han producido cambios significativos.

Un segundo elemento clave se vincula a la aceleración de los contactos interculturales por las migraciones y los medios (Hannerz, 1996; Appadurai, 2001). Ya sea porque las personas se desplacen o porque los símbolos viajen aunque las personas se queden quietas, los vínculos entre mundos imaginativos diferentes se han multiplicado y continúan haciéndolo en ese sentido. Es decir, cotidianamente (concepto temporal) nos encontramos cerca (concepto espacial) de otras sociedades y culturas.

Esto nos lleva a un tercer elemento clave que puede conceptualizarse como conciencia de contemporaneidad entre quienes habitamos el planeta. Es decir, la percepción fascinada y angustiante de la cercanía de la alteridad, de culturas diferentes. “Los otros” pueden generar en “nosotros” diferentes actitudes y sentimientos: aprendizaje, apropiación, regocijo, turbación, discriminación, rechazo, etc. Pero más allá de qué genera esa presencia real o virtual lo cierto es que somos concientes de que vivimos en el mismo mundo; incluso son concientes aquellos que desearían no convivir con esas diferencias.

Esta cercanía, los viajes y los cruces desestabilizan las nociones de culturas puras, intactas en el tiempo y con fronteras definidas. La historia de la humanidad es la historia de contactos entre sociedades y culturas, de los procesos de mezclas y combinaciones diversas. Esas dinámicas de hibridación cultural171 adquieren en la actualidad una relevancia inédita (García Canclini, 2001b). 171 En 1989 García Canclini decía: “Los países latinoamericanos son actualmente resultado de la sedimentación, yuxtaposición y entrecruzamiento de tradiciones indígenas (sobre todo en las áreas mesoamericana y andina), del hispanismo colonial católico y de las acciones políticas, educativas y comunicacionales modernas. Pese a los intentos de dar a la cultura de élite un perfil moderno, recluyendo lo indígena y lo colonial en sectores populares, un

Lección 3. Dimensiones

Para comprender la globalización es imprescindible distinguir sus dimensiones económicas, políticas y socioculturales.

Dimensión económica

La dimensión económica de la globalización se refiere a “la supresión de las barreras al libre comercio y la mayor integración de las economías regionales” (Stiglitz, 2002:11). No se reduce al aumento de los intercambios, sino que implica una mayor articulación de las economías de mercado, a través de la inversión extranjera directa, el aumento de las joint ventures y la integración inédita de los mercados financieros internacionales. Entre los elementos que impulsan esas tendencias se encuentra el cambio de las dimensiones de los flujos de información, incluyendo el comercio electrónico, así como los cambios en general en las comunicaciones.

Es evidente la transformación del comercio internacional, los obstáculos para proyectos que no contemplen la inserción mundial, las dinámicas de bloques comerciales regionales y el aumento de la desigualdad tanto de los términos del intercambio norte/sur como de las condiciones de vida de la población mundial. (Pueden consultarse los Indicadores del Desarrollo Humano en el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2002/PNUD:

http://www.undp.org/hdr2003/espanol/pdf/hdr03_sp_HDI.pdf)

Dimensión política

Si en el plano económico y tecnológico hay una clara unificación con desigualdad, en el plano político los estados nacionales no han desaparecido. Es cierto y evidente que los estados latinoamericanos se han debilitado y a veces parecen no tener opciones autónomas. Pero también es cierto que hay indicios de que esa debilidad no es un camino inexorable en un mundo global (Calhoun, 2001). Por una parte, los estados continúan teniendo soberanía territorial, definiendo derechos y obligaciones de los ciudadanos; estableciendo políticas económicas y sociales, aunque lo hagan en condiciones diferentes de las que existían cincuenta años atrás. Por otra parte, en la Dimensión política están creciendo las disputadas políticas globales en las que intervienen organismos multilaterales como el FMI o el Banco Mundial; en las que participan o se ven interpeladas las Naciones Unidas. Crecientemente aparecen

mestizaje interclasista ha generado formaciones híbridas en todos los estratos sociales” (71). En 2001, García Canclini buscaba construir la noción de hibridación “para designar las mezclas interculturales propiamente modernas, entre otras las generadas por las integraciones de los Estados nacionales, los populismos políticos y las industrias culturales. (....) Los procesos globalizadores acentúan la interculturalidad moderna al crear mercados mundiales de bienes materiales y dinero, mensajes y migrantes. Los flujos e interacciones que ocurren en estos procesos han disminuido las fronteras y las aduanas, así como la autonomía de las tradiciones locales, y propician más formas de hibridación productiva, comunicacional y en los estilos de consumo que en el pasado” (2001b:23).

elementos que apuntan hacia una sociedad civil global, que puede expresarse en los movimientos sociales transnacionales y también en los reclamos de una “justicia global” que restrinja soberanías nacionales para crímenes de lesa humanidad.172

Dimensión sociocultural

La dimensión sociocultural de la globalización debe ser considerada en su especificidad. No alcanza con constatar la tendencia a la unificación tecnológica del mundo y la multiplicación del comercio internacional. Tampoco, desde su contracara, es suficiente con enfatizar la desigualdad de acceso a la tecnología o a las condiciones del intercambio. Las mismas tecnologías son utilizadas de modos diferentes por personas y grupos con historias distintas, adquieren significados específicos en contextos concretos y provocan el trabajo de la imaginación (ver 1 nuevas escalas) en direcciones múltiples. Claro que estos procesos vinculados a la diversidad tienen también su contrapartida tanto en la homogeneización que a veces pretende imponerse como en la fragmentación cultural que implica reaccionar contra tendencias a la uniformización desde la segregación o la construcción de nichos separados.Para comprender los aspectos socioculturales de la globalización conviene considerar dos dinámicas en parte complementarias y en parte contradictorias: la homogeneización y la heterogeneización.La globalización genera procesos de homogeneización y procesos de heterogeneización. Consideremos un elemento clave de la globalización, la compresión del tiempo y del espacio. En gran medida, se desprende del aumento cualitativo en la velocidad de comunicación (física y simbólica, a través de aviones, de Internet, entre otros medios). Podemos incluir el ejemplo más trivial (pero no por eso poco relevante) cuando nos enteramos en vivo y en directo de lo que sucede en la otra punta del planeta a través de la televisión o podemos recurrir a los complejos procesos que permiten la interacción con sofisticadas tecnologías de la comunicación, la información y la simulación173. 172 Las dimensiones económicas y políticas de la globalización se encuentran claramente articuladas. Stiglitz afirma:“¿Qué es este fenómeno de la globalización, objeto simultáneo de tanto vilipendio y tanta alabanza? Fundamentalmente, es la integración más estrecha de los países y pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menos grado) personas a través de las fronteras. La globalización ha sido acompañada por la creación de nuevas instituciones; en el campo de la sociedad civil internacional hay nuevos grupos como el Movimiento Jubileo, que pide la reducción de la deuda para los países más pobres, junto a organizaciones muy antiguas como la Cruz Roja Internacional. La globalización es energéticamente impulsada por corporaciones internacionales que no sólo mueven capital y bienes a través de las fronteras sino también tecnología. Asimismo, la globalización ha animado una renovada atención hacia veteranas instituciones internacionales intergubernamentales”, como la ONU, la OIT y la OMS. Ahora bien, ¿cómo es posible, pregunta Stiglitz, que aquello que ministros de los países centrales consideran de una manera tenga el sentido opuesto para quienes participan en las protestas de Pagra, Seattle o Génova? Para comprender “lo que falló” en la globalización, dice Stiglitz, “es importante observar las tres instituciones principales que gobiernan la globalización: el FMI, el Banco Mundial y la OMC” (2002:37-38).

173 “...hoy no se puede hablar del desarrollo de lo audiovisual sin interpelar igualmente ese desarrollo de la imaginería virtual y su influencia sobre los comportamientos, o más aún, sin anunciar también esta nueva industrialización de la visión, la expansión de un auténtico mercado de la percepción sintética, con lo que eso supone de cuestiones éticas, y no solamente las de control y vigilancia con el delirio de la persecución que supone eso, sino sobre todo la cuestión filosófica de ese desdoblamiento del punto de vista, esa división de la percepción del entorno entre lo animado, el

Ahora bien, sería parcial apuntar esta característica y otorgarle una doble generalización: sobre la porción de la población mundial afectada y sobre la relevancia de ese hecho en la vida cotidiana de esa gente. Es decir, sería equivocado creer que afecta a toda la población del mundo y que transforma toda su vida. Veamos: no es cierto que toda la población del planeta puede (si realmente quisiera) enterarse instantáneamente de estos acontecimientos. Primero, no todos tienen acceso al cable o al satélite. Segundo, no todos tienen acceso a la televisión (ya que aproximadamente un cuarto no tiene electricidad). Dicho de otra manera: es importante mostrar la compresión del tiempo, pero el tiempo no se comprime de la misma manera para todas las personas o grupos.Por otra parte, si consideramos a la mayoría que sí tiene acceso a la televisión debemos ser rigurosos y analizar de qué manera se inscribe ese tipo de compresión en la vida cotidiana. Es diferente sin duda para un campesino, para un ejecutivo bancario, para un trabajador que tiene tres horas de viaje diario entre la casa y el trabajo, para un funcionario gubernamental que debe manifestar “urgente” la solidaridad o posición de su país ante una tragedia internacional o para un periodista.Por lo tanto, es obvio que existen diferencias y que ese elemento clave no se encuentra de manera única en todos los actores. Pero el punto central no es sólo que hay diferencias, sino que hay procesos de diferenciación. Así, al mismo tiempo que vivimos más cerca los unos de los otros hay movimientos y tendencias que generan distancias simbólicas. La cercanía física puede combinarse con lejanía cultural o identitaria. Lejos de cualquier uniformidad o “fin de las identidades” presenciamos resurgimientos de nacionalismos, movimientos de reafirmación étnica y fundamentalismo culturales. Tanto en las manifestaciones xenófobas como en algunos movimientos culturalistas aparece como relevante o central la cuestión del territorio. No sólo hay heterogeneidad, sino heterogeneización.El concepto de heterogeneidad lo reservamos para explicar los diversos “efectos” o modos de usos y recepción que tiene un mismo producto cultural o tecnológico en diferentes lugares y entre distintos grupos. En cambio, el concepto de heterogeneización se refiere al proceso de generación de diferencias vinculado a estrategias políticas de movimientos sociales, líderes políticos o estados nacionales. No es sólo que la cercanía ha hecho más visibles diferencias previas. Es también que nuevas desigualdades, nuevas luchas de poder y nuevas formas de imaginación han impulsado, a partir de la posibilidad de llegar a todas partes del mundo, la innovación y renovación de modos de identificación (étnicos o religiosos) que supuestamente se asientan en “tradiciones ancestrales”.Por ello, incluso hay distintos significados y perspectivas sobre la “globalización” entre los propios actores sociales.174

sujeto vivo y lo inanimado, el objeto, la máquina de la visión. (...) El problema de la objetivación de la imagen ya no se plantea pues, propiamente con relación a cualquier soporte-superficie de papel o de celuloide, es decir, con relación a un espacio de referencia material, sino con relación al tiempo, a ese tiempo de exposición que deja ver o que ya no permite ver” (Virilio, 1989: 77 y 79)

174 “Para el gerente de una empresa transnacional, ‘globalización’ abarca principalmente los países en que actúa su empresa, las actividades de las que se ocupa y la competencia con otras; para los gobernantes latinoamericanos que concentran su intercambio comercial con los Estados Unidos, globalización es casi sinónimo de ‘americanización’; en el discurso del Merco-sur, la palabra envuelve también a naciones europeas y a veces se identifica con interacciones novedosas entre los países cono-sureños. Para una familia mexicana o colombiana que tiene varios miembros

Estos procesos simultáneos y articulados de homogeneización, heterogeneización y fragmentación se vinculan a procesos de constitución de una nueva escala de interlocución y conflicto, imaginación y acción.

Lección 4. Nuevas escalas

Cuando decimos que hay una nueva escala en el trabajo de la imaginación significa que los modos de percibir, significar y crear imágenes, de proyectarnos a nosotros mismos en otros contextos espacio-temporales asumen nuevos horizontes (Appadurai, 2001).175 Cuando decimos que hay nuevas escalas, nuevos marcos para la acción colectiva significa que se han creado espacios y escenarios de redes y alianzas, así como organizaciones e interlocutores supra o transnacionales (Jelin, 1999).176

trabajando en Estados Unidos, globalización alude a los vínculos estrechos con lo que ocurre en la zona de ese país donde viven sus familiares, lo cual difiere de lo que imaginan artistas mexicanos o colombianos, digamos Salma Hayek o Carlos Vives, quienes encuentran en el mercado estadounidense una audiencia diseminada. En rigor, sólo una franja de políticos, financistas y académicos piensan en todo el mundo, en una globalización circular. El resto imagina globalizaciones tangenciales. La amplitud o estrechez de los imaginarios sobre lo global muestra las desigualdades de acceso a lo que suele llamarse economía y cultura globales” (García Canclini, 1999:12).

175Dice Appadurai: “los antropólogos han aprendido a concebir las representaciones colectivas como hechos

sociales, (...) como realidades sociales objetivas. Lo que me interesa sugerir aquí es que en las últimas décadas hubo un giro, que se apoya en los cambios tecnológicos ocurridos a lo largo del último siglo, a partir del cual la imaginación también pasó a ser un hecho social y colectivo. Estos cambios, a su vez, son la base de la pluralidad de los mundos imaginados. (...)Al sugerir que en un mundo pos-electrónico la imaginación juega un papel significativamente nuevo, baso mi argumento en las tres distinciones siguientes. La primera es que, actualmente, la imaginación se desprendió del espacio expresivo propio del arte, el mito y el ritual, y pasó a formar parte del trabajo mental cotidiano de la gente común y corriente. Es decir, ha penetrado la lógica de la vida cotidiana de la que había sido exitosamente desterrada. (...) Cada vez parece que más gente imagina la posibilidad de que, en un futuro, ellos o sus hijos vayan a vivir o a trabajar a otros lugares, lejos de donde nacieron. (...)La segunda es la distinción entre imaginación y fantasía. (...) La idea de fantasía, inevitablemente, connota la noción del pensamiento divorciado de los proyectos y los actos, y también tiene un sentido asociado a lo privado y hasta a lo individualista. La imaginación, en cambio, posee un sentido proyectivo, el de ser un preludio a algún tipo de expresión (...). La imaginación puede ser combustible para la acción. Es la imaginación, en sus formas colectivas, la que produce las ideas del vecindario y la nacionalidad, de la economía moral y del gobierno injusto, lo mismo que la perspectiva de salarios más altos o de la mano de obra extranjera. Actualmente, la imaginación es un escenario para la acción, no sólo para escapar. La tercera distinción está entre el sentido individual y el sentido colectivo de la imaginación” (2001:20-27).

176 Dice Jelin en relación con los bloques regionales y al proceso de globalización: “Para actores y agentes sociales que venían actuando en espacios locales, nacionales o supranacionales, los acuerdos formales como el Mercosur traen aparejada la posibilidad de cambio en el escenario de su acción. Se abren nuevas oportunidades políticas y se crea un campo donde se pueden desarrollar nuevos marcos interpretativos para su acción. (...)En el campo que nos ocupa, es decir la acción en la esfera pública, el referente dominante, que constituyó el marco interpretativo central para los actores colectivos, ha sido hasta hace muy poco el Estado-nación. (...) En la actualidad, esta centralidad está fuertemente cuestionada: los límites internacionales del Estado son permeables a la globalización de la producción, el comercio, la cultura y las finanzas, de lo que resulta una pérdida de control de los Estados sobre sus destinos. La soberanía de los estados está comprometida también por los cambios en los patrones de alianzas y federaciones regionales. (...)Las ampliaciones y transformaciones de los marcos interpretativos que están ocurriendo en las últimas décadas a partir de las tendencias hacia la transnacionalización y globalización –también a partir de los acuerdos regionales supranacionales- no son lineales y directas. Existen fuertes tensiones, originadas en el locus nacional de la efectividad del accionar y de las demandas de los movimientos sociales. Después de todo, los estados-nación siguen siendo los ámbitos donde se puede influir sobre los cambios en políticas. Además, en tanto la identidad nacional sigue siendo el eje de organización de la transnacionalidad y el criterio de representación en las organizaciones internacionales, se pueden reforzar las identificaciones con la ‘nación’ en desmedro de identificaciones que cortan o cruzan naciones, e inclusive pueden reforzarse las ideologías nacionalistas. (...)

Los Estados nacionales han sido, durante más de un siglo, el ámbito “auto-evidente” o “natural” de la acción social y política. Por una parte, cada uno era considerado y se consideraba ciudadano de un determinado país. Por otra parte, era evidente que el Estado era quien detentaba el poder de establecer derechos y obligaciones, de fijar políticas y garantizar libertades. Mientras el poder de los estados nacionales muchas veces se desdibuja (aunque no desaparece), en algunos casos se fortalecen niveles locales o municipales de acción y decisión, en otros se configuran y desarrollan niveles regionales o supranacionales de derechos, políticas y justicia. Así, lo regional y hasta lo global pueden constituirse en nuevos marcos y nuevas escalas de imaginación, reclamo y acción (Jelin, 1999). Ni lo local ni lo regional ni lo global eliminan lo nacional, pero sí lo re-significan y transforman.

En momentos de transformaciones agudas suelen aparecer imágenes dramáticas y apocalípticas que pronostican como resultado los propios temores que los cambios generan. En rigor, lo global, como conciencia de contemporaneidad y como exacerbación de los vínculos, no implica que las identidades o las tradiciones o las culturas sean arrasadas. Hay riesgos y peligros, hay situaciones de desigualdad de poder, pero también hay conflictos, negociaciones, apropiaciones y mezclas. La aparición de un marco global reorganiza otros marcos y trastoca lo establecido, de un modo análogo a como la aparición de otras escalas (por ejemplo, del horizonte nacional o continental) produjo transformaciones en otros momentos históricos.

Estas diferentes escalas también pueden considerarse distintas dimensiones. Hay una escala global de la tecnología, de ciertos mercados, del cine-mundo, o el libro-mundo.177 También hay una revitalización de lo local, tanto en los sentimientos de pertenencia como de la acción cívica a niveles municipales. Esta revitalización apareció en los etnonacionalismos que ocuparon el centro de la escena de la ex Yugoslavia y otros países después de la caída de la Unión Soviética, pero también en movimientos de emigrantes excluidos o en movimientos culturales de diversos países. Por último, en algunos casos se fortalece otra dimensión que es regional y que se encuentra en pleno proceso de definición y redefinición: desde los bloques regionales (UE, NAFTA, Merco-sur) hasta figuras regionales de carácter histórico como América Latina o Iberoamérica.

Lección 5. COMUNICACIÓN: del media- centrismo hegemónico al diálogo intercultural que asume la alteridad y la diferencia. (En: Globalización, multiculturalismo y comunicación. Paradojas y debates. Luis sierra. Extraido el 10 de Julio de 2009 de http://www.aulaintercultural.org/print.php3?id_article=1244)

En esta instancia se impone la evidencia de que el motor que dinamiza todos estos fenómenos contemporáneos de globalización y multiculturalismo no es otro que la acelerada transformación vivida en el mundo de las tecno- logías de la información y las Cabe plantear una hipótesis compleja: el ‘efecto Merco-sur’ es paradojal. En un nivel, pensar la ‘integración’ regional implica, si no la disolución de fronteras, el reconocimiento de un plano de unidad en la diversidad. En otro nivel, la nacionalidad y la identidad nacional no sólo están presentes sino que se refuerzan en los diálogos y en las negociaciones regionales” (1999).

177 Generalmente, se designa como cine-mundo o libro-mundo a cierto tipo de producto cultural diseñado y producido para su comercialización global, con las subsecuentes ecualizaciones, donde ningún elemento pueda resultar excesivamente picante para ningún segmento del mercado potencial.

co- municaciones, representadas de manera global en la sociedad de redes, basadas en Internet y en el protagonismo avasallador de los medios masivos de comunicación y su capacidad de utilizar comer- cialmente la información, a costa incluso de la riqueza de la alteridad cultural de los pueblos. Tal vez la manifestación más con- tundente de la globalización consiste en lo que Ignacio Ramonet llama ‘el imperio de los medios’178 , que de manera hegemónica y mercantilista pretenden arrasar con la heterogeneidad humana y la reciprocidad cultural, en aras de una rentabilidad transnacional homogeneizadora. Por tanto, en tiempos de globalización de mercados, de finanzas, de modas, de hegemonías políticas e interrelaciones culturales, el quid de la cuestión comunicativa sigue sien- do el respeto a la alteridad y la interacción de reconocimiento. Lo que algunos llaman la ‘óptica de la otredad’, es decir, la búsqueda consciente y responsable que nos hace encontrarnos con la existencia de ese otro (alguien diferente e irreductible) que se nos hace presente, nos interpela y demanda nuestra corresponsabilidad y apertura179.

La contracara de la globalización es la cotidianidad de la mayoría de la población mundial: las migraciones de la población, los desplazamientos forzados o no, la lucha por el reconocimiento cultural, los conflictos étnicos, religiosos, las fronteras políticas militarizadas, el reclamo por el derecho a la diferencia. Y allí la comunicación sigue jugando el papel primordial de ‘poner en común’ de ‘producir y compartir sentidos’. Los procesos socio- culturales cargados de densa complejidad tienen como constitutivo esencial sus dinámicas comunicativas. «El sentido de la interacción simbólica y de las interpretaciones de mensajes masivos surge, no del texto mismo, sino de la sedimentación de la historia social y de las disputas más amplias que se producen en un contexto específico»180

Por ello, más que un informacionalismo unívoco y vertical o un mediacentrismo sensacionalista, lo que se ha de privilegiar es una comunicación intercultural intersubjetiva, en perspectiva dialógica, de construcción recíproca de sentido, deliberativa, tolerante y respetuosa de la diferencia, basada en el respeto íntegro a la dignidad humana, cual- quiera sea su condición. «Ningún grupo y ninguna persona tiene una identidad, ninguno de ellos tiene alguna esencia. Las personas y los grupos se identifican de ciertas maneras o de otras en contextos históricos específicos y en el marco de relaciones sociales localizadas. Por ello el primer elemento de toda identificación es su carácter relacional: al mismo tiempo que establece un ‘nosotros’ define un ‘ellos’181

En ese contexto, lo que no podemos desconocer son los fenómenos de mundialización comunicativa, que implican transformación en los modelos y modos de la comunicación. Transformaciones en las categorías de espacio (territorio) y tiempo (cotidianidad histórica), bases de la heterogeneidad humana y de la reciprocidad, rasgos fundantes

178

Ramonet, Ignacio. En: Manière de voir – Le Monde Diplomatique. N° 63, Mai -Juin, Paris, 2002.179

Inestrosa, Sergio. Comunicación y otredad en tiempos de globalización. En: Revista Mexicana de Comunicación. N° 52, Ene-Feb. 1998, p. 33 -34.180

Grimson, Alejandro. 2001. Interculturalidad y comunicación. Enciclopedia Latinoamericana de socio- cultura y comunicación. Norma, Bogotá, p. 17.181

36. Ibid., o.c., p. 29.

de la comunicación humana, pues como dice J. Martín Barbero, «aún atravesado por las redes de lo global, el lugar sigue hecho del tejido de las vecindades y las solidaridades. En estas transformaciones está en juego un cambio profundo en el sentido de la diversidad cultural.

De una heterogeneidad radical en- tre las culturas basada cada una en un territorio específico, se ha pasado a una exposición constan- te de cada cultura a las otras, en un permanente ejercicio de reconocimiento de la diferencia y a una exigencia de respeto a lo que en el otro, en su diferencia, hay de in- transferible, y no transable, incluso de incomunicable»182.

En ese sentido el mismo Martín Barbero sostiene que en América Latina lo que pasa en y por los medios de comunicación no puede ser comprendido al margen de la heterogeneidad, los mestizajes y las discontinuidades culturales que median la significación de los discursos masivos. Por ello la cuestión de la pluralidad se constituye en enclave de paradojas y desafíos a la comunicación. Y «frente al tramposo pluralismo de los posmodernos, que confunden la diversidad con la fragmentación, y al fundamentalismo de los nacionalistas étnicos que transforman la identidad en intolerancia, comunicación plural significa en América Latina el reto de asumir la heterogeneidad como un valor articulable a la construcción de un nuevo tejido de lo colectivo»183

El enfoque de Martín Barbero nos permite entonces asumir que la globalización a la vez que desafío se convierte en oportunidad de encuentro y valoración de la diversidad, en los modos de juntarse y entretejer lazos sociales, en las identidades que plasman esos cambios y en los discursos que socialmente los expresan y legitiman. Es así como la comunicación es percibida como el escenario cotidiano del reconocimiento social, de la constitución y expresión de los imaginarios desde los cuales las gentes, se re-presentan lo que temen o lo que tienen derecho a esperar, de sus miedos y esperanzas. Esto ha permitido una valoración diferente de los medios, en cuanto en ellos no sólo se reproduce la ideología, sino también se hace y re- hace la cultura de las mayorías, no sólo se comercializan unos formatos sino que se recrean las narrativas en las que se entrelaza el imaginario mercantil con la memoria colectiva184

Tenemos así que comunicación en el contexto de la globalización y el multiculturalismo contemporáneos, significa básicamente puesta en común de la experiencia creativa y simbólica, reconocimiento de las diferencias y apertura respetuosa y dialógica con el otro. Teniendo en cuenta que todo sujeto o actor social se construye en la relación que posibilita la reciprocidad: no hay afirmación duradera de lo propio sin reconocimiento simultáneo de lo diferente185

182 Martín Barbero, J. 1999. Comunicación y solidaridad en tiempos de globalización. Ponencia en el Primer Encuentro de Comunicadores Católicos. Medellín.183

Martín Barbero, J., La comunicación plural – Paradojas y desafíos. En: Revista Nueva Sociedad, N° 140, nov-dic., 1995, p. 60 –69.184

Martín Barbero, J., 1999. Comunicación y solidaridad en ... , p. 4.185

Ibid., o.c., p. 6.

En esa misma óptica se sitúa el planteamiento del investigador Paulo Suess186, en su texto «Culturas em diálogo», donde se refiere al diálogo intercultural como un foro inter y transdisciplinar para la construcción de un nuevo instrumental teórico y práctico a favor de la paz de la humanidad. Desarrolla allí una reflexión muy pertinente sobre las condiciones fundamentales para ese diálogo intercultural, como nuevo modo de actuar por naturaleza antihegemónico y no elitista, basado en la comprensión, el respeto y el reconocimiento recíprocos. La construcción de ese diálogo inter e intracultural es una tarea permanente, orientada principalmente por dos finalidades: la comprensión y elrespeto. La compren- sión que apunta al compartir y a la comprensión recíproca de con-tenidos entre diferentes proyec- tos de vida y, el respeto, aunque más pragmático, que apunta a la convivencia en el reconocimien- to recíproco de las tradiciones y orientaciones diferentes. Por eso dentro de ese contexto, el diálo- go intercultural, es por su misma naturaleza anti-hegemónico y anti-elitista, es siempre una invi- tación a la participación de más culturas187 cada vez.

Este diálogo que tiene por objeto la comprensión recíproca de los contenidos y el respeto en el re- conocimiento recíproco de la alteridad, exige ciertas condiciones de cada una de las partes. Esas condiciones parten del con- texto sin presuponer condiciones objetivas para el diálogo, sólo exige perspectivas de relaciones simétricas entre los interlocutores, de reconocimiento de la dignidad y de las diferencias, así como la voluntad de aprender algo del otro. De ahí que compren- sión y reconocimientopresupon- gan interlocutores que esperan aprender recíprocamente unos de otros.Por eso condiciones básicas para su realización son: - Primero, un consenso sobre medios pacíficos de comunicación;- segundo, el reconocimiento de lógicas contextuales y verdades históricas y geográficamente situadas, al interior de ‘diferentes niveles de realidad’;- tercero, un conocimiento aproximativo de la historia y la lógica cultural del Otro, con sus despliegues en el campo político, económico e ideológico;- cuarto, el reconocimiento recíproco de la igualdad entre los interlocutores, independiente del valor que los participantes confieren a sus tradiciones recíprocas; -quinto, convicciones propias de cada participante del diálogo;- sexto, la disposición para un aprendizaje recíproco «a ser, a hacer, a vivir juntos, y a conocer»; - séptimo, un horizonte universal responsable como instancia vigilante del diálogo intercultural para que el reconocimiento de la diferencia no se vuelva práctica de indiferencia188

De esta forma, creemos que aunque la fuerza impetuosa de la globalización es muy grande y el multiculturalismo se presta para toda clase de abusivos excesos, sigue en pie la posibilidad esperanzadora de una comunicación en perspectiva intercultural que se abra respetuosamente al diálogo con otras culturas y valore la diversidad en la diferencia enriquecedora. Necesitamos instituciones deliberativas, dialógicas, no

186

Suess, Pablo. 2001. Culturas em diálogo. En: Revista Eclesiástica Brasilera, Petrópolis, Brasil, N° 243, septembro, pp. 602 –621.

187Ibid., o.c., p. 609.

188Ibid., o.c., p. 611.

represivas, totalitarias o discriminatorias. Por eso volvemos a nuestra utópica pero no por ello irrealizable hipótesis inicial: sólo en la equilibrada, crítica y razonable interacción de reconocimiento dialógico de la trilogía, globalización, multiculturalismo y comunicación, se juega la posibilidad de conformar una nueva sociedad multicultural que favorezca la dignidad y los intereses de los seres humanos.

«Que ninguna cultura se arrogue tener la última palabra; que la comunicación haga parte de una responsabilidad amplia y que todas las culturas respeten recíproca- mente sus silencios y misterios»189

CAPÍTULO 2. LA COMUNICACIÓN EN LAS TRANSFORMACIONES DEL CAMPO CULTURAL.

Lección 1. La comunicación en las transformaciones del campo cultural.Jesús Martín Barbero.

IntroducciónHasta fines de los años setenta las ideas fuertes, las que fundaron y hegemonizaron los estudios de comunicación, respondieron más a un modelo de conocimiento instrumental que a un proyecto de comprensión. En los últimos años, ese modelo se ha visto rebasado tanto por el movimiento de los procesos sociales, como por los desplazamientos en el terreno teórico. La comunicación y la información –de la mano de las innovaciones tecnológicas: satélites, informática, videoprocesadores– han pasado a ocupar el lugar central en la configuración de los nuevos modelos de sociedad. (Baudrillard, 1985 y 1990) Pero esa centralidad de los dispositivos de la comunicación está implicando el replanteamiento de su sentido y su razón. De ahí que en el terreno teórico, la comunicación esté hoy vinculada, paradójicamente, a la búsqueda y defensa de una racionalidad diferente a la instrumental; es decir, a la racionalidad que emerge de la experiencia de socialidad que contiene la praxis comunicativa cotidiana (Habermas, 1987 y 1989) y al cambio cultural que conecta las nuevas condiciones del saber (Lyotard, 1984 y Ginzburg, et al., 1984) con las nuevas formas del sentir, de la sensibilidad (Rorty, 1991; Touraine, 1992 y Calabrese, 1987) y con los nuevos modos de juntarse, esto es, con las nuevas figuras de la socialidad. (Maffesoli, 1990 y Inglehart, 1991) En América Latina lo que pasa en/por los medios no puede ser comprendido al margen de discontinuidades culturales, que median la significación de los discursos masivos y el sentido de sus usos sociales. Pues lo que los procesos y las prácticas de comunicación colectiva ponen en juego no son únicamente desplazamientos del capital e innovaciones tecnológicas, sino profundas transformaciones en la cultura cotidiana de las mayorías: cambios que sacan a flote estratos profundos de la memoria colectiva, al tiempo que movilizan imaginarios fragmentadores y deshistorizadores de la experiencia, la acelerada des-territorialización de las demarcaciones culturales –moderno/tradicional, noble/vulgar, culto/popular/ masivo, propio/ajeno– y desconcertantes hibridaciones en las identidades.

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Ibid., o.c., p. 621.

Comunicación y ciencias sociales

Desde mediados de los ochenta la configuración de los estudios de la comunicación muestra cambios de fon- do que provienen no sólo, ni principalmente, de deslizamientos internos, sino de un movimiento general en las ciencias sociales. El cuestionamiento de la razón instrumental no atañe únicamente al modelo informacional, sino que pone al descubierto lo que tenía de horizonte epistemológico y político del ideologismo marxista. De otro lado, la cuestión trasnacional des- bordará en los hechos y en la teoría la cuestión del imperialismo, obligando a pensar una trama nueva de actores, de contradicciones y conflictos. Los desplazamientos con que se buscará rehacer conceptual y metodológicamente el campo de la comunicación vendrán del ámbito de los movimientos sociales y de las nuevas dinámicas culturales, abriendo así la investigación a las transformaciones de la experiencia social.

Se inicia entonces un nuevo modo de relación con y desde las disciplinas sociales, no exento de recelos y malentendidos, pero definido más por apropiaciones, que por recurrencias temáticas o préstamos meto- dológicos: desde la comunicación se trabajan procesos y dimensiones, que incorporan preguntas y saberes históricos, antropológicos, estéticos..., al tiempo que la historia, la sociología, la antropología y la ciencia política se hacen cargo de los medios y los modos como operan las industrias culturales. Muestra de ello se- rán los trabajos sobre historia barrial de las culturas populares en Buenos Aires –de comienzos a mediados de siglo– (Armus, 1990), o la historia de las trans-formaciones sufridas por la música negra en Brasil hasta su legitimación como música nacional, urbana y masiva. (Squef y Wisnik, 1983) En la antropología, las investigaciones acerca de los cambios en el sistema de producción y la economía simbólica de las artesa- nías mexicanas (García Canclini, 1982), o sobre los rituales del carnaval (Da Matta, 1981), la religión y la cultura del cuerpo en Brasil. (Muñiz Sodré, 1983 y Ortiz, 1981) En la sociología, los trabajos promovi- dos por CLACSO sobre innovación cultural y actores sociales (1989), las investigaciones sobre consumos culturales (Catalán, 1988; Landi, et al., 1990; García Canclini, et al., 1990 y Muñoz, 1993 ) y los trabajos sobre la trama cultural y comunicativa de la política. (Lechner, 1988[a]; Landi, 1991; Landi, et al., 1988 y Sunkel, et al., 1989) Sin embargo, más decisivo que la tematización ex- plícita de procesos o aspectos de la comunicación en las disciplinas sociales, es la superación de la tenden- cia a adscribir los estudios de comunicación a una disciplina y la conciencia creciente de su estatuto transdisciplinar. Esto es lo que muestra la reflexión de Raúl Fuentes (1991) sobre la multidimensionalidad y complejidad disciplinaria que da forma a la desa- percibida comunidad de los investigadores de la co- municación en México, o a lo que nos enfrenta y convoca el reciente libro de García Canclini (1989) al interrogar el espacio de la comunicación desde la des- territorialización e hibridaciones que producen en América Latina la entrada y salida de la modernidad. En esta nueva perspectiva, industria cultural y comunicaciones masivas son el nombre de los nue- vos procesos de producción y circulación de la cultura, que corresponden no sólo a innovaciones tecnoló- gicas, sino a nuevas formas de la sensibilidad y a nuevos tipos de disfrute y apropiación, que tienen si no su origen, al menos su correlato más decisivo en las nuevas formas de sociabilidad con que la gente enfrenta la heterogeneidad simbólica y la inabar- cabilidad de la ciudad.

Es desde las nuevas formas de juntarse y de ex- cluirse, de reconocerse y desconocerse, que adquiere espesor social y relevancia cognoscitiva lo que pasa en y por los medios y las nuevas tecnologías de co- municación. Pues es desde ahí que los medios han entrado a constituir lo público, esto es, a mediar en producción del nuevo imaginario, que en algún modo integra la desgarrada experiencia urbana de los ciu-dadanos, ya sea sustituyendo la teatralidad callejera por la espectacularización televisiva de los rituales de la política, o desmaterializando la cultura y descar- gándola de su sentido histórico mediante tecnologías que como los videojuegos o el videoclip, proponen la discontinuidad como hábito perceptivo dominante. Transdisciplinariedad en los estudios de comu- nicación no significa, entonces, la disolución de sus objetos en los de las disciplinas sociales, sino la cons- trucción de las articulaciones –mediaciones e inter- textualidades– que hacen su especificidad; ésa que hoy, ni la teoría de la información ni la semiótica pue-den pretender ya –aun siendo disciplinas fundantes–,como lo demuestran las más avanzadas y recientes investigaciones realizadas en Europa y Estados Unidos (Wolf, 1990; Schlesinger, 1990 y Grosgerg, Nelson y Treichler, 1992), que presentan (de la misma manera que las de América Latina), una cada vez mayor con- vergencia con los avances de los estudios culturales, que hacen posible la superación de la razón dualis- ta que impedía pensar las relaciones y conflictos entre industrias culturales y culturas populares, por fuera de los idealismos hipostasiadores de la diferencia co- mo exterioridad o resistencia en sí. Fue necesario soltar pesados lastres teóricos e ideológicos, para que fuera posible analizar la indus-tria cultural como matriz de desorganización y reorganización de la experiencia social (García Can- clini, 1991), en el cruce con las desterritorializaciones y relocalizaciones que acarrean las migraciones socia- les y las fragmentaciones culturales de la vida urbana. Una experiencia que reorganiza el campo de tensio- nes entre tradición e innovación, entre el gran arte y las culturas del pueblo y de la masa, y que ya no puede ser analizado desde las categorías centrales de la mo- dernidad –progreso/reacción, vanguardia/kitsch–, pues ellas no corresponden a la nueva sensibilidad, ni sus modalidades de comunicación a las tradiciones culturales. Es esa misma experiencia la que está obligando a repensar las relaciones entre cultura y política, a co- nectar la cuestión de las políticas culturales con las transformaciones de la cultura política, justamente en lo que ella tiene de espesor comunicativo, esto es, de trama de interpelaciones en que se constituyen los actores sociales; lo que a su vez se revierte sobre el estudio de la comunicación masiva, impidiendo que pueda ser pensada como mero asunto de mercados y consumos y exigiendo su análisis como espacio deci- sivo en la redefinición de lo público y en la construcción de la democracia. (Martín-Barbero, 1991) La expansión e interpenetración de los estudios culturales y de la comunicación no son fortuitos ni ocasionales, responden al lugar estratégico que la comunicación ocupa tanto en los procesos de recon- versión cultural –que la nueva etapa de modernización requiere en estos países–, como en la crisis que la modernidad sufre en los países centrales. No es posi- ble comprender el escenario actual de esos estudios sin pensar esta encrucijada.

Lección 2. Modernidad periférica: crisis y diferencia.

Modernidad plural o, mejor, modernidades: he aquí un enunciado que introduce en el debate una torsión irrestible, una dislocación inaceptable, incluso para los más radicales de los posmodernos. Porque la cri- sis de la razón y del sujeto, el fin de la metafísica y la deconstrucción del logrocentrismo tienen como hori- zonte la modernidad, una que comparten defensores e impugnadores.

Pensar la crisis desde América Latina tiene como condición el arrancarnos aquella lógica según la cual nuestras sociedades serían irremediablemente exte- riores al proceso de la modernidad, de ahí que su modernidad sólo pueda ser deformación y degra- dación de la verdadera. Romper esa lógica implica preguntar si la incapacidad de reconocerse en las alte- ridades que la resisten desde dentro no forma parte de la crisis: de la crisis no pensada desde el centro. Pensable sólo desde la periferia, en cuanto quiebre delproyecto de universalidad, en cuanto diferencia que no puede ser disuelta ni expulsada. ¿Qué es lo que másprofundamente caracteriza a la heterogeneidad de América Latina? Su modo descentrado, desviado, de inclusión en, y de apropiación de la modernidad. Pensar la crisis significa para nosotros dar cuenta de nuestro particular males- tar en/con la modernidad. (Bruner, 1986: 37 y ss.) Ese malestar que no es pensable ni desde el inacabamiento del proyecto moderno que reflexiona Habermas –pues ahí la herencia ilustrada es restringida a lo que tiene de emancipadora, dejando fuera lo que en ese proyecto racionaliza el domi- nio y su expansión–, ni desde el reconoci- miento que de la diferencia hace el pen- samiento posmoderno, pues en él la di- versidad tiende a confundirse con la fragmentación, que es algo muy distinto a la interación en que se teje y sostiene la pluralidad. El proceso más vasto y denso de mo- dernización en América Latina se da a partir de los años cincuenta y sesenta, y se halla vinculado decisivamente al desarro- llo de las industrias culturales. Son los años de la diversificación y afianzamiento del crecimiento económico, la consolidación de la expansión urbana, la ampliación sin precedentes de la matrícula escolar y la re- ducción del analfabetismo. Y junto a ello, acompañando y moldeando ese desarrollo, se produce la expansión de los medios masivos y la conformación del mercado cultural. Según J. J. Brunner, es sólo a partir de ese cruce de procesos que puede hablarse de modernidad en estos países. Pues más que como experiencia intelectual ligada a los principios de la ilustración (Brunner, 1987; Brunner, Catalán y Barrios, 1989), la modernidad en América Latina se realiza en el descentramiento de las fuentes de producción de la cultura desde la comunidad hacia los aparatos especializados; en la sustitución de las formas de vida elaboradas y transmitidas tradicionalmente por estilos de vida conformados desde el consumo; en lasecularización e internacionalización de los mun- dos simbólicos, y en la fragmentación de las comu- nidades y su conversión en públicos segmentados por el mercado. Si bien algunos aspectos de todos estos procesos arrancan desde principios de siglo, no alcanzan su visibilidad verdaderamente social sino cuando la edu- cación se vuelve masiva, llevando la disciplina escolar a la mayoría de la población, y cuando la cultura logra su diferenciación y autonomización de los otros órde- nes sociales, a través de la profesionalización general de los productores y la segmentación de los consu- midores. Esto sucede en el momento en que el Estado no puede ya ordenar ni movilizar el campo cultural, debiendo limitarse a asegurar la autonomía del cam- po, la libertad de

sus actores y las oportunidades de acceso a los diversos grupos sociales, dejándole al mercado la coordinación y dinamización de ese campo. La modernidad entre nosotros resulta ser “una expe- riencia compartida de las diferencias, pero dentro de una matriz común proporcionada por la escolariza- ción, la comunicación televisiva, el consumo contínuo de información y la necesidad de vivir conectado en la ciudad de los signos.” (Brunner, 1990: 38) De esa modernidad no parecen haberse enterado ni hecho cargo las políticas culturales ocupadas en bus- car raíces y conservar autenticidades, o en denunciar la decadencia del arte y la confusión cultural. Y no es extraño, pues la experiencia de modernidad a la que se incorporan las mayorías latinoamericanas se halla tan alejada de las preocupaciones conservadoras de los tradicionalistas, como de los experimentalismos de las vanguardias. Posmoderna a su modo, esa modernidad se realiza efectuando fuertes despla- zamientos sobre los compartimentos y exclusiones que durante más de un siglo instituyeron aquellos, generando hibridaciones entre lo autóctono y lo ex- tranjero, lo popular y lo culto, lo tradicional y lo moderno. Todas estas categorías y demarcaciones se han vuelto incapaces de dar cuenta de la trama que dinamiza el mundo cultural, del movimiento de in- tegración y diferenciación que viven nuestras sociedades.La modernización reubica el arte y el folclor, el saber académico y la cultura industrializada, bajo condiciones relativamente semejantes. El trabajo del artista y del artesano se aproximan cuando cada uno experimenta que el orden simbólico específico en que se nutría es redefinido por la lógica del mercado. Cada vez pueden sustraerse menos a la información y a las iconografías modernas, al desencantamiento de sus mundos auto-centrados y al reencantamiento que propicia la espec- tacularización de los medios. (García Canclini, 1989: 18)Las experiencias culturales han dejado de corresponder lineal y excluyentemente a los ámbitos y repertorios de las etnias o las clases sociales. Hay un tradiciona- lismo de las élites letradas que nada tiene que ver con el de los sectores populares, y un modernismo en el que se encuentran –convocadas por los gustos que moldean las industrias culturales– tanto buena par- te de las clases altas y medias como la mayoría de las clases populares. Fuertemente cargada de componentes pre- modernos, la modernidad latinoamericana se hace experiencia colectiva de las mayorías sólo merced a dislocaciones sociales y perceptivas de cuño pos- moderno. Una posmodernidad que en lugar de venir a reemplazar, viene a reordenar las relaciones de la modernidad con las tradiciones, que es el ámbito en que se juegan nuestras diferencias, esas que, como nos alerta Piscitelli (1988) ni se hallan constituidas por regresiones a lo premoderno, ni se sumen en la irracionalidad por no formar parte del inacabamien- to del proyecto europeo. “La posmodernidad consiste en asumir la heterogeneidad social como valor, e in- terrogarnos por su articulación como orden colectivo”. (Lechner, 1988 [b]: 30) He ahí una propuesta de lec- tura de lo más radical del desencanto posmodernodesde aquí. Pues mientras en los países centrales el elogio de la diferencia tiende a significar la disolución de cualquier idea de comunidad, en nuestros países, afirma N. Lechner, la heterogeneidad sólo producirá dinámica social ligada a alguna noción de comunidad. No a una idea de comunidad rescatada del pasado, si- no reconstruida en base a la experiencia posmoderna de la política. Esto es, a una crisis (Lechner, 1987: 253 y ss.) que nos aporta de un lado el enfriamiento de la política, su desdramatización por desacralización de los principios, destotalización de las ideologías y re- ducción de la distancia entre programas políticos y experiencias cotidianas de la gente; y de otro la

for- malización de la esfera pública: la predominancia de la dimensión contractual, sobre la capacidad de crear identidad colectiva, con el consiguiente debilita- miento del compromiso moral y los lazos afectivos, la diferenciación y especialización de su espacio, con el consiguiente predominio de la racionalidad instru- mental. La posmodernidad en América Latina es menos cuestión de estilo, que de cultura y de política. Se refiere a cómo desmontar aquella separación que atri- buye a la élite un perfil moderno al tiempo que recluye lo colonial en los sectores populares, que coloca la masificación de los bienes culturales en los antípodas del desarrollo cultural, que propone al Estado dedi- carse a la conservación de la tradición dejándole a la iniciativa privada la tarea de renovar e inventar, que permite adherirse de manera fascinante a la moderni- zación tecnológica mientras se profesa miedo y asco a la industrialización de la creatividad y la demo- cratización de los públicos. Se trata de cómo recrear las formas de convivencia y deliberación de la vida ciu- dadana, sin reasumir la moralización de los principios, la absolutización de las ideologías y la sustancializa- ción de los sujetos sociales, y de cómo reconstituir las identidades sin fundamentalismos, rehaciendo los modos de simbolizar los conflictos y los pactos desde la opacidad de las hibridaciones, las desposesiones y las reapropiaciones.Rediseñando el mapaColocada en el centro de la reflexión filosófica y socio- lógica sobre la crisis de la razón y la sociedad moderna, la problemática de la comunicación desborda hoy los linderos de las disciplinas y los esquemas académi- cos. Necesitamos asumir este estallido y rediseñar el mapa de las preguntas y las líneas analíticas, tarea difícil en un momento en el que la crisis económica y el desconcierto político hacen más fuerte que nunca la tentación involutiva. El regreso a las seguridades teóricas y a posiciones neoconservadoras está siendo enmascarado por un doble discurso convergente. El del posibilismo político que, disfrazado de lucidez acerca de lo que está pasan- do, le hace el juego a la expansión del mercado y a su presentación como única instancia dinámica de la sociedad, y el del saber tecnológico, según el cual, ago- tado el motor de la lucha de clases la historia encontraría su recambio en los avatares de la comunicación: ¡en adelante transformar la sociedad equivaldría a cambiar los modos de producción y circulación de la infor- mación! ¿Cómo hacer frente a esa nueva y redoblada reduc-ción? ¿Cómo asumir el espesor social y perceptivo de las nuevas tecnologías comunicacionales, sus modos transversales de presencia en la cotidianeidad de ám-bitos que van desde el trabajo hasta el juego, desde la ciencia hasta la política; pero no como datos que con- firmarían la tramposa centralidad de un desarrollo tecnológico en el que se disolvería lo social –la desi- gualdad, el poder– sino como retos a las inercias teóricas y a los automatismos de la investigación? Siguiendo la dirección que marcan estas preguntas, señalaré algunas cuestiones que desde la investigación de la comunicación reconfiguran el campo de los estudios culturales.

Lección 3. Nuevas imágenes de lo nacionalLa modernización por la que atravesamos entraña un fuerte desplazamiento de la función que jugaron los medios masivos en la primera modernización (Martín- Barbero, 1987), la que de los años treinta a los años cincuenta estuvo orientada por los populismos, y en la que los medios jugaron un papel decisivo en la formación y difusión del sentimiento y la identidad nacional. La radio construirá una mediación fun- damental con el lenguaje popular, con sus peculiares maneras de elaborar las adhesiones y las

interpe- laciones, con su especial capacidad de reelaborar la oralidad. El cine hará la mediación con las culturas urbanas, organizando el cambio de la racionalidad expresivo-simbólica a la racionalidad instrumental de la modernidad. Ambos medios proporcionarán a la gente de la provincia y las regiones apartadas una ex- periencia cotidiana de integración a la nacionalidad. El proceso que vivimos hoy es no sólo distinto, sino en cierta medida inverso. Los medios de comunicación son uno de los más poderosos agentes de devalua- ción de lo nacional. (Schwarz, 1987) Lo que desde ellos se configura hoy, de una manera explícita en la percepción de los más jóvenes, es la emergencia deculturas sin memoria territorial. Culturas que desa- fían especialmente las imágenes que los educadores tienen de lo nacional. ¡Es muy difícil no proyectar sobre las desterrito-rializadas sensibilidades de los jóvenes –que movilizan la música y el video– la dicotomía fundante de los Es- tados nacionales! Y sin embargo, los medios introdu- cen hoy otro orden de lo cultural, que no es pensable en términos de lo nacional/antinacional, pues lo que ellos ponen en juego es un movimiento a la vez de glo- balización y fragmentación de la cultura (véase Mattelard, 1989 y Riqueri, 1982). Tanto la prensa como la radio, y aceleradamente también la televi- sión, son hoy los más interesados en diferenciar las culturas por regiones y por profesiones, por sexos y por edades. La prensa inició hace años una oferta de revistas especializadas que se hace presente en la or- ganización misma de los diarios. La radio, sobre todo en FM, ha dejado la propuesta de una programaciónmasiva, introduciendo una segmentación más y más diversificada de las audiencias. Las antenas parabó- licas y el cable han estallado la oferta de la televisión. La devaluación de lo nacional no proviene únicamente de la desterritorialización que efectúan los circuitos de la interconexión global, de la economía y la cultura- mundo, sino de la erosión interna que produce laliberación de las diferencias, especialmente de las regionales y generacionales. Mirada desde la cultura planetaria, la nacional aparece provinciana y cargada de lastres estatistas. Mirada desde la diversidad de las culturas locales, la nacional es identificada con la homogeneización centralista y el acartonamiento ritualista y retórico. Lo nacional en la cultura se ve así rebasado en ambas direcciones, replanteado por el nuevo sentido de las fronteras. ¿Dónde se juega la soberanía hoy, cuando desde los satélites se pueden fotografiar los subsuelos y cuando la información decisiva escapa a los contro- les de las aduanas y circula por redes informales? ¿No es la categoría misma de frontera la que ha perdido sus referencias, y con ella la idea de nación que inspi- ró su configuración en lo cultural? Sin embargo, frente a la desterritorialización que produce el movimiento de globalización de la economía y a la erosión que implica la revitalización de lo local en su derecho a la propia imagen y a los relatos pro- pios, lo nacional sigue conservando vigencia cultural (Gellner, 1989; Hobsbawm, 1991) en la medida en que configura un espacio estratégico de resistencia a de- terminadas formas de dominación y a una mediación histórica fundamental: la de la memoria larga, que ha-ce posible el diálogo entre generaciones. El malestar en lo nacional (Schwarz, 1987) señala así una zona de cruces estratégicos en los estudios culturales con los de comunicación. En un espléndido estudio sobre la historiografía latinoamericana del si-glo XIX, German Colmenares desmonta en las historias patrias las razones y los mecanismos de incomuni- cación con el pasado: “para intelectuales situados en una tradición revolucionaria no sólo el pasado colonial resultaba extraño, sino también la

generalidad de una población que provenía de ese pasado y que se aferraba a una síntesis cultural que se había operado en él”. (1987: 72) Este extrañamiento se concreta en una au- sencia de reconocimiento, que era ausencia de voca- bulario para nombrarlay una sorda hostilidad hacia el oscuro espacio de las culturas iletradas. Y a contra- luz de lo vivido por los historiadores del siglo XIX, Colmenares conecta con una clave de la crítica posmoderna: el replanteamiento de aquel sentidoprogresista de la historia, que hace incapaces de per- cibir la pluralidad de temporalidades de que está hecha a los intelectuales más críticos o, como dice G. Marramao, “la larga duración de estratos profundos de la memoria colectiva sacados a la superficie por las bruscas alteraciones del tejido social que la propia aceleración modernizadora comporta”. (1989: 60)

En la medida en que la incorporación de las mayorías nacionales a la modernidad pasa por las industrias culturales de la comunicación, por la mediación de sus gramáticas y sus imaginarios, se plantean en América Latina dos líneas de trabajo. Una, la indaga-ción de lo que en los procesos masivos de comuni- cación convoca u obtura la memoria en que se tejen los tiempos largos, los que hacen posible el recono- cimiento de los pueblos y el diálogo entre tradiciones, y dos, la investigación de los cambios en las imágenes y metáforas de lo nacional, la devaluación, seculari- zación y reinvención de tradiciones y mitologías en que se deshace y rehace esa contradictoria, pero aún poderosa, fuente de identidad.

Lección 4. Sensibilidades e hibridaciones urbanasEn los últimos veinte años el peso poblacional de Amé- rica Latina se ha desplazado del campo a la ciudad, y en bastantes países la proporción se acerca ya al setenta por ciento urbano. Obviamente no es sólo la cantidad de población la que señala el cambio, sino la aparición de sensibilidades nuevas que desafían los marcos de referencia y comprensión forjados sobre la base de identidades nítidas, de fuertes arraigos y deslindes claros: ¡lo rural urbanizándose, pero con- servando secretamente solidaridades ancestrales con lo indígena, lo urbano ruralizándose por las compul-sivas migraciones que acarrea la crisis del campo y la desorganización que introduce la apertura económi- ca, a la vez corriendo afanosamente para ponerse al día con el modelo posmoderno! Nos fallan los marcos de comprensión porque nues- tras ciudades son hoy el opaco y ambiguo escenario de algo no representable ni desde la diferencia excluyen- te de lo propio y lo autóctono, ni desde la inclusión disolvente de lo moderno. (Sarlo, 1988; Fernández- Martorell, 1988) La cultura cotidiana de las mayorías desafía a fondo nuestros esquemas al apropiarse de la modernidad sin dejar su cultura oral, al estar gramaticalizada no por la sintaxis del libro, sino por los dispositivos narrativos de la radio, el cine y la tele- visión. La nueva sensibilidad convierte el estudio de la comunicación en tarea de envergadura antropológica. Tratando de ir más allá de los esquemas acostum- brados de explicación de la violencia, un investigador colombiano ha tenido la osadía de indagar las trans- formaciones de la ciudad de Medellín desde su zona más dolorosa: la cultura de las bandas de jóvenes sicarios. (Salazar, 1990) El resultado de su indaga- ción saca a la luz la explosiva mezcla de tres culturas: la de la región antioqueña cuya capital es Medellín; la maleva (malévola) del tan- go, presente con gran fuerza en el mundo popular de esa ciudad desde hace años, y la de la modernización. El fondo antioqueño, el que viene de la cultura rural de los abuelos,

llega hasta esos muchachos a través de tres rasgos bien particularizados: el afán de lucro, una fuerte religio- sidad y el espíritu de re- vancha. Por su parte, la cultura del tango permea ese fondo regional y lo car- ga con la exaltación de los valores del macho, del va- rón y la idealización de la madre y, a esa selección que la juventud marginada hace de los componentes culturales que vienen de lejos, se agrega y se mezcla como aglutinante el com- ponente de modernidad. Una modernidad que es ante todo sentido efímero del tiempo, ése que se expresa en la corta vida de la mayoría de los objetos que ahora se producen –¡desechables es la denominación con que en el lengua- je del medio se nombra a esos mismos jóvenes!– y en el valor del presente, cuando ni el pasado ni el futuro cuenta mucho; ése que cambia el sentido de la muerte, al convertirse en la experiencia más fuerte de la vida. Incorporan también el moderno sentido del consumo, forma simultánea de hacerse y exhibirse poderosos y la asimilación de la transacción económica a todas las esferas de la vida. Incorporan, finalmente, un len- guaje fuertemente visual: desde los modos de vestir hasta los de hacer música y hablar, fragmentados y llenos de imágenes, inspirados en mitologías visuales de la guerra y atravesados por las estridencias sono- ras y gestuales del punk. Un último ingrediente, la música antillana de la rumba y la salsa, corrigiendo el ascetismo antioqueño con su goce del cuerpo que transforma la vieja sacralización cristiana de la muerte en su aceptación como parte de la vida y de la fiesta. La hibridación cultural es la otra cara de la hete- rogeneidad, del estallido y la desurbanización de la ciudad. Es la forma de identidad con que se sobrevive en la ciudad estallada, pues el crecimiento anárquico de las ciudades está acrecentando las periferias, dispersando los grupos humanos, aislándolos, de- jando casi sin conexiones las diferentes ciudades que hacen la ciudad. La desarticulación de los es- pacios tradicionales de encuentro colectivo hace que –como afirman García Canclini, M. Piccini y P. Safa (s/f, 15-25)– la vida cotidiana se desurbanice y la ciudad se use cada vez menos. Y es justamente esa desagregación cultural de la ciudad la que será com-pensada con la red de las culturas electrónicas. Compensación vicaria pe- ro eficaz. Los medios audiovisuales y la televisión en especial, serán los encargados de devolvernos la ciudad, de reinsertarnos en ella a la vez que ellos se introducen como mediación densa, que hace posible rehacer el tejido de las agregaciones, de los modos de juntarse. Un tejido que responde menos a las topografías de los urbanizadores que a la topología de los territorios imaginarios (Silva, 1992), en los que el juego de los medios masivos encuentra a su vez su alimento y su límite: el de las relocalizaciones que los grupos sociales llevan a cabo, y a través de las cuales marcan su ciudad y seleccionan y escenifican sus símbolos de pertenencia, dándose formas de identidad inexistentes hasta entonces.

Lección 5. Comunicación e imaginarios de la integraciónLos medios masivos llevan años integrando un ima- ginario latinoamericano. (Monsiváis, 1983 y 1986) La industria del disco y de la radio han convertido la mú- sica –el tango, la ranchera, el bolero y últimamente la salsa– en un lugar de encuentro expresivo y creador de modos de juntarse, de bailar, de escuchar y de con- vivir. Pero los medios, las industrias culturales de la radio, el cine y la televisión, trabajan hoy al interior de una situación nueva, que plantea la paradoja de que la integración de los países latinoamericanos pase ineludiblemente por su integración a una economía-mundo, regida por la más pura y dura lógica del mer- cado y por una revolución

tecnológica generadora de nuevas formas de dependencia. (Castells y Laserna, 1989; Sutz, 1990) Es a nombre de la integración latinoamericana que se justifican en nuestros países los enormes costos so- ciales que acarrea la apertura: esa modernización económica y tecnológica que amenaza otra vez con suplantar en nuestros países al proyecto social de la modernidad. Y como en ningún otro terreno, en el de la comunicación se hace visible lo que la integración latinoamericana tiene hoy de necesidad ineludible y de contradicción insuperable. Pues si hay un mo- vimiento poderoso de superación de barreras y disolución de fronteras, es el que pasa por las tecno- logías de información y comunicación. Pero son justamente esas tecnologías las que de manera más intensa aceleran la integración de nuestros pueblos y culturas al mercado ¿Y qué tipo de integración pueden gestar las solas fuerzas del mercado? (Lechner, 1992; Jameson, 1992) ¿Qué significa en este contexto la prioridad dada a la privatización de las empresas de comunicación? Parecería que el espacio tecnológico de la comunicación se ha vuelto decisivo en el diseño y reorganización de unas sociedades en las que el Es- tado se retira dejando sin piso, y sin sentido, a lo que hasta hace poco entendíamos como espacio y servicio público. En este nuevo contexto estamos urgidos de conocer qué está produciendo la integración comunicacional en la experiencia cotidiana, cuáles son los sentidos de lo latinoamericano hoy. (Reyes Mata, 1990) Hemos avanzado bastante en la cuantificación de los con- tenidos que se trasmiten y en la identificación de los flujos de programas de TV, pero sabemos bien poco de lo que la integración está significando en los mundos de vida de la gente. ¿Cuál es la relación de la oferta global externa a la región con la interna que nos llega vía satélite? ¿Qué tipo de hibridaciones y resistencias conllevan? Muy lentamente vamos comprendiendo el enorme poder que las industrias audiovisuales tie- nen hoy en el terreno estratégico de la producción y reproducción de las imágenes que de sí mismos se hacen estos pueblos, y con las que se hacen reconocer de entre los demás. Pues si bien es importante que en el espacio audiovisual del mundo estén presentes empresas latinoamericanas como Redeglobo y Televi- sa, resulta sin embargo inquietante que esas empresas tiendan a moldear la imagen de estos pueblos en función de públicos neutros, de públicos cada día más indiferenciados, disolviendo para ello las diferencias culturales en el exotismo más rentable y barato.

Acosado entre la retirada del Estado de las inicia- tivas de producción y la drástica disminución de espectadores, el cine latinoamericano (Getino, 1990; Hullebroeck, et al., 1991) se debate hoy entre una propuesta comercial, sólo rentable en la medida en que es capaz de superar lo nacional y, una propuesta cultural, sólo viable en la medida en que sea capaz de articular los temas locales con la sensibilidad, con la estética de la cultura-mundo. Del lado de la televisión, la tendencia dominante es a una internacionalización cada día más acentuada del contenido y al desplazamiento de los criterios de calidad hacia la sofisticación puramente técnica. (Fes- ta y Santoro, 1991) Ello es visible en los dos géneros que actualmente tienen mayor peso en la televisión latinoamericana: la publicidad y la telenovela. Más allá de su peso económico, la publicidad (Mattelart, 1989) ocupa un lugar privilegiado en la experimenta- ción de imágenes que posibilita la computadora y en la renovación de los modos de representación de la modernidad: las imágenes de la publicidad y del video- clip –estéticamente cada día más cercanas– son las que hacen la mediación cotidiana entre innovación tecnológica y transformación narrativa. Tal mediación encontró en las

imágenes de la Guerra del Golfo un momento culminante, al insertar un fuerte sistema de identificaciones inmediatas en una estética de la simulación sin exterioridad y de una fragmentación en cuyo juego predomina la seducción que hace indo- lora la pérdida de los referentes culturales. Por su parte, las telenovelas (Martín-Barbero y Muñoz, 1992) cargadas con pesados esquematismos narrativos y cómplices de mistificadoras inercias ideo- lógicas, forman sin embargo parte importante de los dispositivos de recreación del imaginario latinoame- ricano. Imaginario cuya formación remite tanto al lugar estratégico que las industrias de la imagen ocu- pan en los procesos de constitución de identidad –especialmente en países donde la oralidad se inter- penetra profunda y complejamente con la visualidad electrónica– como a la larga experiencia del mercado en condensar saberes (Mier y Piccini, 1987: 110 y ss.) que rentabilizan aspiraciones humanas y deman- das sociales. Tramposa experiencia que permite a la industria cultural captar en la estructura repetitiva de la serie las dimensiones ritualizadas de la vida co- tidiana, renovando constantemente las sintaxis narrativas en base a las cuales funciona el comercio trasnacional. Estas tendencias están exigiendo una investiga- ción capaz de superar la concepción instrumental y difusiva de los medios, de manera que pueda conver- tirse en animadora de políticas culturales que se hagan cargo de lo que los medios tienen de, y hacen con la cultura cotidiana de la gente.BibliografíaARMUS, D. (COMP.)1990 Mundo urbano y cultura popular, Buenos Aires, Sudamericana.BAUDRILLARD, J.1985 “El éxtasis de la comunicación”, en La post- modernidad, Barcelona, Kairós.BRUNER, J.J.1986 Los debates sobre la modernidad y el futuro de América Latina, Santiago de Chile, FLACSO. 1987 “Existe o no la modernidad en A.L.”, en Puntode vista, núm. 31, Buenos Aires. 1990 Tradicionalismo y modernidad en la culturalatinoamericana, Santiago de Chile, FLACSO.BRUNNER, J.J., CATALÁN, C. Y BARRIOS, A.1989 Chile: transformaciones culturales y conflictos de la modernidad, Santiago de Chile, FLACSO.CALABRESE, O.1987 La era neobarroca, Madrid, Cátedra.CASTELLS, M. Y LASERNA, R.1989 “La nueva dependencia. Cambio tecnológico y reestructuración socioeconómica en Lati- noamérica”, en David y Goliath, núm. 55,Buenos Aires.CATALÁN, C. (COORD.)1988 Encuesta: consumo cultural, Santiago de Chile, Ceneca/FLACSO.CLACSO (EDIT.)1989 Innovación cultural y actores socioculturales, 2 vol., Buenos Aires.COLMENARES, G.1987 Las convenciones contra la cultura, Bogotá, Tercer Mundo.DA MATTA, R.1981 Carnavais, malandros, herois, Río de Janeiro, Zahar.FERNÁNDEZ-MARTORELL, M. (EDIT.)1988 Leer la ciudad, Barcelona, Icaria.

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UNIDAD 3. REVOLUCIÓN CULTURAL.

CAPITULO 1. LA GLOBALIZACIÓN

Lección 1 Definición.

El término “globalización” ha generado múltiples debates. Desde aquéllos que sostienen que la globalización ha arrasado todas las formas económicas y culturales previas hasta quienes sostienen que sólo se trata de un nuevo nombre para un viejo fenómeno de expansión occidental. Aunque todavía no hay consensos definidos, para entender la globalización conviene considerar sus elementos clave, sus dimensiones y apelar a una nueva escala de la imaginación y la acción.

Lección 2. Elementos clave

Un primer elemento clave del proceso de constitución del mundo como “globo” tiene que ver con la compresión del tiempo-espacio, con el “encogimiento del mundo” (Harvey, 1989). Tiempo y espacio son categorías de percepción, conocimiento y acción que existen en todas las sociedades y culturas, pero al mismo tiempo cada cultura concibe de un modo peculiar a cada uno de ellos. No es lo mismo una concepción circular del tiempo que otra progresiva, las marcaciones en calendarios de 365 días que las referencias naturales como la aparición de una flor o el crecimiento de un animal. No es lo mismo usar reloj y “vivir a las corridas”, que guiarse por la posición del sol y por ritmos orgánicos (en vez de comer o dormir en ciertos horarios, hacerlo cuando se tiene hambre o sueño). De manera análoga, habitantes del campo y de la ciudad, de países centrales y periféricos tienen concepciones tan diferentes del espacio como los contrastes que implican el antes y después de Colón o de Galileo. Hablar de compresión de tiempo-espacio implica referirse a una transformación general de nuestras categorías de percepción, conocimiento y acción. Implica que vivimos en un mundo más pequeño, en el sentido de que las distancias se acortan tanto como se incrementa la velocidad para franquearla. Claro está que las distancias no se han anulado, pero también es evidente que se han producido cambios significativos.

Un segundo elemento clave se vincula a la aceleración de los contactos interculturales por las migraciones y los medios (Hannerz, 1996; Appadurai, 2001). Ya sea porque las personas se desplacen o porque los símbolos viajen aunque las personas se queden quietas, los vínculos entre mundos imaginativos diferentes se han multiplicado y continúan haciéndolo en ese sentido. Es decir, cotidianamente (concepto temporal) nos encontramos cerca (concepto espacial) de otras sociedades y culturas.

Esto nos lleva a un tercer elemento clave que puede conceptualizarse como conciencia de contemporaneidad entre quienes habitamos el planeta. Es decir, la percepción fascinada y angustiante de la cercanía de la alteridad, de culturas diferentes. “Los otros” pueden generar en “nosotros” diferentes actitudes y sentimientos: aprendizaje, apropiación, regocijo, turbación, discriminación, rechazo, etc. Pero más allá de qué genera esa presencia real o virtual lo cierto es que somos concientes de que vivimos en el mismo mundo; incluso son concientes aquellos que desearían no convivir con esas diferencias.

Esta cercanía, los viajes y los cruces desestabilizan las nociones de culturas puras, intactas en el tiempo y con fronteras definidas. La historia de la humanidad es la historia de contactos entre sociedades y culturas, de los procesos de mezclas y combinaciones diversas. Esas dinámicas de hibridación cultural190 adquieren en la actualidad una relevancia inédita (García Canclini, 2001b).

190 En 1989 García Canclini decía: “Los países latinoamericanos son actualmente resultado de la sedimentación, yuxtaposición y entrecruzamiento de tradiciones indígenas (sobre todo en las áreas mesoamericana y andina), del hispanismo colonial católico y de las acciones políticas, educativas y comunicacionales modernas. Pese a los intentos de dar a la cultura de élite un perfil moderno, recluyendo lo indígena y lo colonial en sectores populares, un mestizaje interclasista ha generado formaciones híbridas en todos los estratos sociales” (71). En 2001, García Canclini buscaba construir la noción de hibridación “para designar las mezclas interculturales propiamente modernas, entre otras las generadas por las integraciones de los Estados nacionales, los populismos políticos y las industrias culturales. (....) Los procesos globalizadores acentúan la interculturalidad moderna al crear mercados mundiales de bienes materiales y dinero, mensajes y migrantes. Los flujos e interacciones que ocurren en estos procesos han

Lección 3. Dimensiones.

Para comprender la globalización es imprescindible distinguir sus dimensiones económicas, políticas y socioculturales.

Dimensión económicaLa dimensión económica de la globalización se refiere a “la supresión de las barreras al libre comercio y la mayor integración de las economías regionales” (Stiglitz, 2002:11). No se reduce al aumento de los intercambios, sino que implica una mayor articulación de las economías de mercado, a través de la inversión extranjera directa, el aumento de las joint ventures y la integración inédita de los mercados financieros internacionales. Entre los elementos que impulsan esas tendencias se encuentra el cambio de las dimensiones de los flujos de información, incluyendo el comercio electrónico, así como los cambios en general en las comunicaciones.

Es evidente la transformación del comercio internacional, los obstáculos para proyectos que no contemplen la inserción mundial, las dinámicas de bloques comerciales regionales y el aumento de la desigualdad tanto de los términos del intercambio norte/sur como de las condiciones de vida de la población mundial. (Pueden consultarse los Indicadores del Desarrollo Humano en el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2002/PNUD: http://www.undp.org/hdr2003/espanol/pdf/hdr03_sp_HDI.pdf)

Dimensión política

Si en el plano económico y tecnológico hay una clara unificación con desigualdad, en el plano político los estados nacionales no han desaparecido. Es cierto y evidente que los estados latinoamericanos se han debilitado y a veces parecen no tener opciones autónomas. Pero también es cierto que hay indicios de que esa debilidad no es un camino inexorable en un mundo global (Calhoun, 2001). Por una parte, los estados continúan teniendo soberanía territorial, definiendo derechos y obligaciones de los ciudadanos; estableciendo políticas económicas y sociales, aunque lo hagan en condiciones diferentes de las que existían cincuenta años atrás. Por otra parte, en la Dimensión política están creciendo las disputadas políticas globales en las que intervienen organismos multilaterales como el FMI o el Banco Mundial; en las que participan o se ven interpeladas las Naciones Unidas. Crecientemente aparecen elementos que apuntan hacia una sociedad civil global, que puede expresarse en los movimientos sociales transnacionales y también en los reclamos de una “justicia global” que restrinja soberanías nacionales para crímenes de lesa humanidad.191

disminuido las fronteras y las aduanas, así como la autonomía de las tradiciones locales, y propician más formas de hibridación productiva, comunicacional y en los estilos de consumo que en el pasado” (2001b:23).191 Las dimensiones económicas y políticas de la globalización se encuentran claramente articuladas. Stiglitz afirma:“¿Qué es este fenómeno de la globalización, objeto simultáneo de tanto vilipendio y tanta alabanza? Fundamentalmente, es la integración más estrecha de los países y pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menos grado) personas a través de las fronteras. La globalización ha sido acompañada por la creación de nuevas instituciones; en el campo de la sociedad civil internacional hay nuevos grupos como el Movimiento Jubileo, que pide la reducción de la deuda para los países más pobres, junto a organizaciones muy antiguas como la Cruz Roja Internacional. La globalización es energéticamente impulsada por corporaciones internacionales que no sólo mueven capital y bienes a través de las fronteras sino

Dimensión sociocultural

La dimensión sociocultural de la globalización debe ser considerada en su especificidad. No alcanza con constatar la tendencia a la unificación tecnológica del mundo y la multiplicación del comercio internacional. Tampoco, desde su contracara, es suficiente con enfatizar la desigualdad de acceso a la tecnología o a las condiciones del intercambio. Las mismas tecnologías son utilizadas de modos diferentes por personas y grupos con historias distintas, adquieren significados específicos en contextos concretos y provocan el trabajo de la imaginación (ver 1 nuevas escalas) en direcciones múltiples. Claro que estos procesos vinculados a la diversidad tienen también su contrapartida tanto en la homogeneización que a veces pretende imponerse como en la fragmentación cultural que implica reaccionar contra tendencias a la uniformización desde la segregación o la construcción de nichos separados.

Para comprender los aspectos socioculturales de la globalización conviene considerar dos dinámicas en parte complementarias y en parte contradictorias: la homogeneización y la heterogeneización.

La globalización genera procesos de homogeneización y procesos de heterogeneización. Consideremos un elemento clave de la globalización, la compresión del tiempo y del espacio. En gran medida, se desprende del aumento cualitativo en la velocidad de comunicación (física y simbólica, a través de aviones, de Internet, entre otros medios). Podemos incluir el ejemplo más trivial (pero no por eso poco relevante) cuando nos enteramos en vivo y en directo de lo que sucede en la otra punta del planeta a través de la televisión o podemos recurrir a los complejos procesos que permiten la interacción con sofisticadas tecnologías de la comunicación, la información y la simulación192.

Ahora bien, sería parcial apuntar esta característica y otorgarle una doble generalización: sobre la porción de la población mundial afectada y sobre la relevancia de ese hecho en la vida cotidiana de esa gente. Es decir, sería equivocado creer que afecta a toda la población del mundo y que transforma toda su vida. Veamos: no es cierto que toda la población del planeta puede (si realmente quisiera) enterarse instantáneamente de estos acontecimientos. Primero, no todos tienen acceso al cable o al satélite. Segundo, no todos tienen acceso a la televisión (ya que aproximadamente también tecnología. Asimismo, la globalización ha animado una renovada atención hacia veteranas instituciones internacionales intergubernamentales”, como la ONU, la OIT y la OMS. Ahora bien, ¿cómo es posible, pregunta Stiglitz, que aquello que ministros de los países centrales consideran de una manera tenga el sentido opuesto para quienes participan en las protestas de Pagra, Seattle o Génova? Para comprender “lo que falló” en la globalización, dice Stiglitz, “es importante observar las tres instituciones principales que gobiernan la globalización: el FMI, el Banco Mundial y la OMC” (2002:37-38).

192 “...hoy no se puede hablar del desarrollo de lo audiovisual sin interpelar igualmente ese desarrollo de la imaginería virtual y su influencia sobre los comportamientos, o más aún, sin anunciar también esta nueva industrialización de la visión, la expansión de un auténtico mercado de la percepción sintética, con lo que eso supone de cuestiones éticas, y no solamente las de control y vigilancia con el delirio de la persecución que supone eso, sino sobre todo la cuestión filosófica de ese desdoblamiento del punto de vista, esa división de la percepción del entorno entre lo animado, el sujeto vivo y lo inanimado, el objeto, la máquina de la visión. (...) El problema de la objetivación de la imagen ya no se plantea pues, propiamente con relación a cualquier soporte-superficie de papel o de celuloide, es decir, con relación a un espacio de referencia material, sino con relación al tiempo, a ese tiempo de exposición que deja ver o que ya no permite ver” (Virilio, 1989: 77 y 79)

un cuarto no tiene electricidad). Dicho de otra manera: es importante mostrar la compresión del tiempo, pero el tiempo no se comprime de la misma manera para todas las personas o grupos.

Por otra parte, si consideramos a la mayoría que sí tiene acceso a la televisión debemos ser rigurosos y analizar de qué manera se inscribe ese tipo de compresión en la vida cotidiana. Es diferente sin duda para un campesino, para un ejecutivo bancario, para un trabajador que tiene tres horas de viaje diario entre la casa y el trabajo, para un funcionario gubernamental que debe manifestar “urgente” la solidaridad o posición de su país ante una tragedia internacional o para un periodista.

Por lo tanto, es obvio que existen diferencias y que ese elemento clave no se encuentra de manera única en todos los actores. Pero el punto central no es sólo que hay diferencias, sino que hay procesos de diferenciación. Así, al mismo tiempo que vivimos más cerca los unos de los otros hay movimientos y tendencias que generan distancias simbólicas. La cercanía física puede combinarse con lejanía cultural o identitaria. Lejos de cualquier uniformidad o “fin de las identidades” presenciamos resurgimientos de nacionalismos, movimientos de reafirmación étnica y fundamentalismo culturales. Tanto en las manifestaciones xenófobas como en algunos movimientos culturalistas aparece como relevante o central la cuestión del territorio. No sólo hay heterogeneidad, sino heterogeneización.

El concepto de heterogeneidad lo reservamos para explicar los diversos “efectos” o modos de usos y recepción que tiene un mismo producto cultural o tecnológico en diferentes lugares y entre distintos grupos. En cambio, el concepto de heterogeneización se refiere al proceso de generación de diferencias vinculado a estrategias políticas de movimientos sociales, líderes políticos o estados nacionales. No es sólo que la cercanía ha hecho más visibles diferencias previas. Es también que nuevas desigualdades, nuevas luchas de poder y nuevas formas de imaginación han impulsado, a partir de la posibilidad de llegar a todas partes del mundo, la innovación y renovación de modos de identificación (étnicos o religiosos) que supuestamente se asientan en “tradiciones ancestrales”.

Por ello, incluso hay distintos significados y perspectivas sobre la “globalización” entre los propios actores sociales.193

Estos procesos simultáneos y articulados de homogeneización, heterogeneización y fragmentación se vinculan a procesos de constitución de una nueva escala de interlocución y conflicto, imaginación y acción.

193 “Para el gerente de una empresa transnacional, ‘globalización’ abarca principalmente los países en que actúa su empresa, las actividades de las que se ocupa y la competencia con otras; para los gobernantes latinoamericanos que concentran su intercambio comercial con los Estados Unidos, globalización es casi sinónimo de ‘americanización’; en el discurso del Merco-sur, la palabra envuelve también a naciones europeas y a veces se identifica con interacciones novedosas entre los países cono-sureños. Para una familia mexicana o colombiana que tiene varios miembros trabajando en Estados Unidos, globalización alude a los vínculos estrechos con lo que ocurre en la zona de ese país donde viven sus familiares, lo cual difiere de lo que imaginan artistas mexicanos o colombianos, digamos Salma Hayek o Carlos Vives, quienes encuentran en el mercado estadounidense una audiencia diseminada. En rigor, sólo una franja de políticos, financistas y académicos piensan en todo el mundo, en una globalización circular. El resto imagina globalizaciones tangenciales. La amplitud o estrechez de los imaginarios sobre lo global muestra las desigualdades de acceso a lo que suele llamarse economía y cultura globales” (García Canclini, 1999:12).

Lección 4. Nuevas escalas

Cuando decimos que hay una nueva escala en el trabajo de la imaginaciónsignifica que los modos de percibir, significar y crear imágenes, de proyectarnos a nosotros mismos en otros contextos espacio-temporales asumen nuevos horizontes(Appadurai, 2001).194 Cuando decimos que hay nuevas escalas, nuevos marcos para la acción colectiva significa que se han creado espacios y escenarios de redes y alianzas, así como organizaciones e interlocutores supra o transnacionales (Jelin, 1999).195

Los Estados nacionales han sido, durante más de un siglo, el ámbito “auto-evidente” o “natural” de la acción social y política. Por una parte, cada uno era considerado y se consideraba ciudadano de un determinado país. Por otra parte, era evidente que el Estado era quien detentaba el poder de establecer derechos y

194

Dice Appadurai: “los antropólogos han aprendido a concebir las representaciones colectivas como hechos sociales, (...) como realidades sociales objetivas. Lo que me interesa sugerir aquí es que en las últimas décadas hubo un giro, que se apoya en los cambios tecnológicos ocurridos a lo largo del último siglo, a partir del cual la imaginación también pasó a ser un hecho social y colectivo. Estos cambios, a su vez, son la base de la pluralidad de los mundos imaginados. (...)Al sugerir que en un mundo pos-electrónico la imaginación juega un papel significativamente nuevo, baso miargumento en las tres distinciones siguientes. La primera es que, actualmente, la imaginación se desprendió del espacio expresivo propio del arte, el mito y el ritual, y pasó a formar parte del trabajo mental cotidiano de la gente común y corriente. Es decir, ha penetrado la lógica de la vida cotidiana de la que había sido exitosamente desterrada. (...) Cada vez parece que más gente imagina la posibilidad de que, en un futuro, ellos o sus hijos vayan a vivir o a trabajar a otros lugares, lejos de donde nacieron. (...)La segunda es la distinción entre imaginación y fantasía. (...) La idea de fantasía, inevitablemente, connota la noción del pensamiento divorciado de los proyectos y los actos, y también tiene un sentido asociado a lo privado y hasta a lo individualista. La imaginación, en cambio, posee un sentido proyectivo, el de ser un preludio a algún tipo de expresión (...). La imaginación puede ser combustible para la acción. Es la imaginación, en sus formas colectivas, la que produce las ideas del vecindario y la nacionalidad, de la economía moral y del gobierno injusto, lo mismo que la perspectiva de salarios más altos o de la mano de obra extranjera. Actualmente, la imaginación es un escenario para la acción, no sólo para escapar. La tercera distinción está entre el sentido individual y el sentido colectivo de la imaginación” (2001:20-27).

195 Dice Jelin en relación con los bloques regionales y al proceso de globalización: “Para actores y agentes sociales que venían actuando en espacios locales, nacionales o supranacionales, los acuerdos formales como el Mercosur traen aparejada la posibilidad de cambio en el escenario de su acción. Se abren nuevas oportunidades políticas y se crea un campo donde se pueden desarrollar nuevos marcos interpretativos para su acción. (...)En el campo que nos ocupa, es decir la acción en la esfera pública, el referente dominante, que constituyó el marco interpretativo central para los actores colectivos, ha sido hasta hace muy poco el Estado-nación. (...) En la actualidad, esta centralidad está fuertemente cuestionada: los límites internacionales del Estado son permeables a la globalización de la producción, el comercio, la cultura y las finanzas, de lo que resulta una pérdida de control de los Estados sobre sus destinos. La soberanía de los estados está comprometida también por los cambios en los patrones de alianzas y federaciones regionales. (...)Las ampliaciones y transformaciones de los marcos interpretativos que están ocurriendo en las últimas décadas a partir de las tendencias hacia la transnacionalización y globalización –también a partir de los acuerdos regionales supranacionales- no son lineales y directas. Existen fuertes tensiones, originadas en el locus nacional de la efectividad del accionar y de las demandas de los movimientos sociales. Después de todo, los estados-nación siguen siendo los ámbitos donde se puede influir sobre los cambios en políticas. Además, en tanto la identidad nacional sigue siendo el eje de organización de la transnacionalidad y el criterio de representación en las organizaciones internacionales, se pueden reforzar las identificaciones con la ‘nación’ en desmedro de identificaciones que cortan o cruzan naciones, e inclusive pueden reforzarse las ideologías nacionalistas. (...)Cabe plantear una hipótesis compleja: el ‘efecto Merco-sur’ es paradojal. En un nivel, pensar la ‘integración’ regional implica, si no la disolución de fronteras, el reconocimiento de un plano de unidad en la diversidad. En otro nivel, la nacionalidad y la identidad nacional no sólo están presentes sino que se refuerzan en los diálogos y en las negociaciones regionales” (1999).

obligaciones, de fijar políticas y garantizar libertades. Mientras el poder de los estados nacionales muchas veces se desdibuja (aunque no desaparece), en algunos casos se fortalecen niveles locales o municipales de acción y decisión, en otros se configuran y desarrollan niveles regionales o supranacionales de derechos, políticas y justicia. Así, lo regional y hasta lo global pueden constituirse en nuevos marcos y nuevas escalas de imaginación, reclamo y acción (Jelin, 1999). Ni lo local ni lo regional ni lo global eliminan lo nacional, pero sí lo re-significan y transforman.

En momentos de transformaciones agudas suelen aparecer imágenes dramáticas y apocalípticas que pronostican como resultado los propios temores que los cambios generan. En rigor, lo global, como conciencia de contemporaneidad y como exacerbación de los vínculos, no implica que las identidades o las tradiciones o las culturas sean arrasadas. Hay riesgos y peligros, hay situaciones de desigualdad de poder, pero también hay conflictos, negociaciones, apropiaciones y mezclas. La aparición de un marco global reorganiza otros marcos y trastoca lo establecido, de un modo análogo a como la aparición de otras escalas (por ejemplo, del horizonte nacional o continental) produjo transformaciones en otros momentos históricos.

Estas diferentes escalas también pueden considerarse distintas dimensiones. Hay una escala global de la tecnología, de ciertos mercados, del cine-mundo, o el libro-mundo.196 También hay una revitalización de lo local, tanto en los sentimientos de pertenencia como de la acción cívica a niveles municipales. Esta revitalización apareció en los etnonacionalismos que ocuparon el centro de la escena de la ex Yugoslavia y otros países después de la caída de la Unión Soviética, pero también en movimientos de emigrantes excluidos o en movimientos culturales de diversos países. Por último, en algunos casos se fortalece otra dimensión que es regional y que se encuentra en pleno proceso de definición y redefinición: desde los bloques regionales (UE, NAFTA, Merco-sur) hasta figuras regionales de carácter histórico como América Latina o Iberoamérica.

Lección 5. COMUNICACIÓN: del media- centrismo hegemónico al diálogo intercultural que asume la alteridad y la diferencia. (En: Globalización, multiculturalismo y comunicación. Paradojas y debates. Luis sierra. Extraido el 10 de Julio de 2009 de http://www.aulaintercultural.org/print.php3?id_article=1244)

En esta instancia se impone la evidencia de que el motor que dinamiza todos estos fenómenos contemporáneos de globalización y multiculturalismo no es otro que la acelerada transformación vivida en el mundo de las tecno- logías de la información y las co- municaciones, representadas de manera global en la sociedad de redes, basadas en Internet y en el protagonismo avasallador de los medios masivos de comunicación y su capacidad de utilizar comer- cialmente la información, a costa incluso de la riqueza de la alteridad cultural de los pueblos. Tal vez la manifestación más con- tundente de la globalización consiste en lo que Ignacio Ramonet llama ‘el imperio de los medios’197 , que de manera hegemónica y mercantilista pretenden arrasar con la heterogeneidad humana y la reciprocidad 196 Generalmente, se designa como cine-mundo o libro-mundo a cierto tipo de producto cultural diseñado y producido para su comercialización global, con las subsecuentes ecualizaciones, donde ningún elemento pueda resultar excesivamente picante para ningún segmento del mercado potencial.197

Ramonet, Ignacio. En: Manière de voir – Le Monde Diplomatique. N° 63, Mai -Juin, Paris, 2002.

cultural, en aras de una rentabilidad transnacional homogeneizadora. Por tanto, en tiempos de globalización de mercados, de finanzas, de modas, de hegemonías políticas e interrelaciones culturales, el quid de la cuestión comunicativa sigue sien- do el respeto a la alteridad y la interacción de reconocimiento. Lo que algunos llaman la ‘óptica de la otredad’, es decir, la búsqueda consciente y responsable que nos hace encontrarnos con la existencia de ese otro (alguien diferente e irreductible) que se nos hace presente, nos interpela y demanda nuestra corresponsabilidad y apertura198.

La contracara de la globalización es la cotidianidad de la mayoría de la población mundial: las migraciones de la población, los desplazamientos forzados o no, la lucha por el reconocimiento cultural, los conflictos étnicos, religiosos, las fronteras políticas militarizadas, el reclamo por el derecho a la diferencia. Y allí la comunicación sigue jugando el papel primordial de ‘poner en común’ de ‘producir y compartir sentidos’. Los procesos socio- culturales cargados de densa complejidad tienen como constitutivo esencial sus dinámicas comunicativas. «El sentido de la interacción simbólica y de las interpretaciones de mensajes masivos surge, no del texto mismo, sino de la sedimentación de la historia social y de las disputas más amplias que se producen en un contexto específico»199

Por ello, más que un informacionalismo unívoco y vertical o un mediacentrismo sensacionalista, lo que se ha de privilegiar es una comunicación intercultural intersubjetiva, en perspectiva dialógica, de construcción recíproca de sentido, deliberativa, tolerante y respetuosa de la diferencia, basada en el respeto íntegro a la dignidad humana, cual- quiera sea su condición. «Ningún grupo y ninguna persona tiene una identidad, ninguno de ellos tiene alguna esencia. Las personas y los grupos se identifican de ciertas maneras o de otras en contextos históricos específicos y en el marco de relaciones sociales localizadas. Por ello el primer elemento de toda identificación es su carácter relacional: al mismo tiempo que establece un ‘nosotros’ define un ‘ellos’200

En ese contexto, lo que no podemos desconocer son los fenómenos de mundialización comunicativa, que implican transformación en los modelos y modos de la comunicación. Transformaciones en las categorías de espacio (territorio) y tiempo (cotidianidad histórica), bases de la heterogeneidad humana y de la reciprocidad, rasgos fundantes de la comunicación humana, pues como dice J. Martín Barbero, «aún atravesado por las redes de lo global, el lugar sigue hecho del tejido de las vecindades y las solidaridades. En estas transformaciones está en juego un cambio profundo en el sentido de la diversidad cultural.

De una heterogeneidad radical en- tre las culturas basada cada una en un territorio específico, se ha pasado a una exposición constan- te de cada cultura a las otras, en un permanente ejercicio de reconocimiento de la diferencia y a una exigencia de respeto a

198

Inestrosa, Sergio. Comunicación y otredad en tiempos de globalización. En: Revista Mexicana de Comunicación. N° 52, Ene-Feb. 1998, p. 33 -34.199

Grimson, Alejandro. 2001. Interculturalidad y comunicación. Enciclopedia Latinoamericana de socio- cultura y comunicación. Norma, Bogotá, p. 17.200

36. Ibid., o.c., p. 29.

lo que en el otro, en su diferencia, hay de in- transferible, y no transable, incluso de incomunicable»201.

En ese sentido el mismo Martín Barbero sostiene que en América Latina lo que pasa en y por los medios de comunicación no puede ser comprendido al margen de la heterogeneidad, los mestizajes y las discontinuidades culturales que median la significación de los discursos masivos. Por ello la cuestión de la pluralidad se constituye en enclave de paradojas y desafíos a la comunicación. Y «frente al tramposo pluralismo de los posmodernos, que confunden la diversidad con la fragmentación, y al fundamentalismo de los nacionalistas étnicos que transforman la identidad en intolerancia, comunicación plural significa en América Latina el reto de asumir la heterogeneidad como un valor articulable a la construcción de un nuevo tejido de lo colectivo»202

El enfoque de Martín Barbero nos permite entonces asumir que la globalización a la vez que desafío se convierte en oportunidad de encuentro y valoración de la diversidad, en los modos de juntarse y entretejer lazos sociales, en las identidades que plasman esos cambios y en los discursos que socialmente los expresan y legitiman. Es así como lacomunicación es percibida como el escenario cotidiano del reconocimiento social, de la constitución y expresión de los imaginarios desde los cuales las gentes, se re-presentan lo que temen o lo que tienen derecho a esperar, de sus miedos y esperanzas. Esto ha permitido una valoración diferente de los medios, en cuanto en ellos no sólo se reproduce la ideología, sino también se hace y re- hace la cultura de las mayorías, no sólo se comercializan unos formatos sino que se recrean las narrativas en las que se entrelaza el imaginario mercantil con la memoria colectiva203

Tenemos así que comunicación en el contexto de la globalización y el multiculturalismo contemporáneos, significa básicamente puesta en común de la experiencia creativa y simbólica, reconocimiento de las diferencias y apertura respetuosa y dialógica con el otro. Teniendo en cuenta que todo sujeto o actor social se construye en la relación que posibilita la reciprocidad: no hay afirmación duradera de lo propio sin reconocimiento simultáneo de lo diferente204

En esa misma óptica se sitúa el planteamiento del investigador Paulo Suess205, en su texto «Culturas em diálogo», donde se refiere al diálogo intercultural como un foro inter y transdisciplinar para la construcción de un nuevo instrumental teórico y práctico a favor de la paz de la humanidad. Desarrolla allí una reflexión muy pertinente sobre las condiciones fundamentales para ese diálogo intercultural, como nuevo modo de actuar

201 Martín Barbero, J. 1999. Comunicación y solidaridad en tiempos de globalización. Ponencia en el Primer Encuentro de Comunicadores Católicos. Medellín.202

Martín Barbero, J., La comunicación plural – Paradojas y desafíos. En: Revista Nueva Sociedad, N° 140, nov-dic., 1995, p. 60 –69.203

Martín Barbero, J., 1999. Comunicación y solidaridad en ... , p. 4.204

Ibid., o.c., p. 6.205

Suess, Pablo. 2001. Culturas em diálogo. En: Revista Eclesiástica Brasilera, Petrópolis, Brasil, N° 243, septembro, pp. 602 –621.

por naturaleza antihegemónico y no elitista, basado en la comprensión, el respeto y el reconocimiento recíprocos. La construcción de ese diálogo inter e intracultural es una tarea permanente, orientada principalmente por dos finalidades: la comprensión y elrespeto. La compren- sión que apunta al compartir y a la comprensión recíproca de con-tenidos entre diferentes proyec- tos de vida y, el respeto, aunque más pragmático, que apunta a la convivencia en el reconocimien- to recíproco de las tradiciones y orientaciones diferentes. Por eso dentro de ese contexto, el diálo- go intercultural, es por su misma naturaleza anti-hegemónico y anti-elitista, es siempre una invi- tación a la participación de más culturas206 cada vez.

Este diálogo que tiene por objeto la comprensión recíproca de los contenidos y el respeto en el re- conocimiento recíproco de la alteridad, exige ciertas condiciones de cada una de las partes. Esas condiciones parten del con- texto sin presuponer condiciones objetivas para el diálogo, sólo exige perspectivas de relaciones simétricas entre los interlocutores, de reconocimiento de la dignidad y de las diferencias, así como la voluntad de aprender algo del otro. De ahí que compren- sión y reconocimientopresupon- gan interlocutores que esperan aprender recíprocamente unos de otros.Por eso condiciones básicas para su realización son: - Primero, un consenso sobre medios pacíficos de comunicación;- segundo, el reconocimiento de lógicas contextuales y verdades históricas y geográficamente situadas, al interior de ‘diferentes niveles de realidad’;- tercero, un conocimiento aproximativo de la historia y la lógica cultural del Otro, con sus despliegues en el campo político, económico e ideológico;- cuarto, el reconocimiento recíproco de la igualdad entre los interlocutores, independiente del valor que los participantes confieren a sus tradiciones recíprocas; -quinto, convicciones propias de cada participante del diálogo;- sexto, la disposición para un aprendizaje recíproco «a ser, a hacer, a vivir juntos, y a conocer»; - séptimo, un horizonte universal responsable como instancia vigilante del diálogo intercultural para que el reconocimiento de la diferencia no se vuelva práctica de indiferencia207

De esta forma, creemos que aunque la fuerza impetuosa de la globalización es muy grande y el multiculturalismo se presta para toda clase de abusivos excesos, sigue en pie la posibilidad esperanzadora de una comunicación en perspectiva intercultural que se abra respetuosamente al diálogo con otras culturas y valore la diversidad en la diferencia enriquecedora. Necesitamos instituciones deliberativas, dialógicas, no represivas, totalitarias o discriminatorias. Por eso volvemos a nuestra utópica pero no por ello irrealizable hipótesis inicial: sólo en la equilibrada, crítica y razonable interacción de reconocimiento dialógico de la trilogía, globalización, multiculturalismo y comunicación, se juega la posibilidad de conformar una nueva sociedad multicultural que favorezca la dignidad y los intereses de los seres humanos.

206

Ibid., o.c., p. 609.207

Ibid., o.c., p. 611.

«Que ninguna cultura se arrogue tener la última palabra; que la comunicación haga parte de una responsabilidad amplia y que todas las culturas respeten recíproca- mente sus silencios y misterios»208

4. Para abordar los diferentes aspectos de estas transformaciones socioculturales es necesario considerar:

1) Una Dimensión económica: el desarrollo de las industrias culturales y su peso relativo sobre el producto de un país o región.

2) La distribución tecnológica: la disponibilidad de tecnología y su distribución social en diferentes sectores de la población.

3) Las características de los discursos y mensajes que circulan por los distintos canales tecnológicos, especialmente de la programación televisiva.

4) Los usos sociales de las tecnologías y los modos de significación de discursos similares por diferentes grupos sociales, regiones o países.

En otras palabras: desarrollo industrial, acceso a tecnología, textos en circulación y modos de significación. Los conocimientos sobre estas dimensiones son aún insuficientes y sumamente dispares. Es claro, sin embargo, que no resulta suficiente considerar a las tecnologías en sí mismas. El análisis, como hace quince años postuló Jesús Martín-Barbero, se desplazó de los medios a las mediaciones.12 Incluso, el análisis de los propios medios, en su economía, no puede perder de vista matrices culturales e historias políticas.

CAPÍTULO 2 HIBRIDACIONES CULTURALES Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN.

208

Ibid., o.c., p. 621.12 Más recientemente, Martín-Barbero especificó: “...la tecnicidad es menos un asunto de aparatos que de operadores perceptivos y destrezas discursivas. Confundir la comunicación con las técnicas, los medios, resulta tan deformador como pensar que ellos son exteriores y accesorios a la (verdad de la) comunicación. (...) La mediación estratégica de la tecnicidad se plantea actualmente en un nuevo escenario: el de la globalización, y su convertirse en conector universal en lo global (Milton Santos). Ello no sólo en el espacio de las redes informáticas sino en la conexión de los medios –televisión y teléfono- con el computador replanteando aceleradamente la relación de los discursos públicos y los relatos (géneros) mediáticos con los formatos industriales y los textos virtuales. Las preguntas abiertas por la tecnicidad apuntan entonces al nuevo estatuto social de la técnica, al replanteamiento del sentido del discurso y la praxis política, al nuevo estatuto de la cultura, y a los avatares de la estética” (Martín-Barbero, 1998: XIX)“Lo que busco con ese mapa es reconocer que los medios constituyen hoy espacios claves de condensación e intersección de múltiples redes de poder y de producción cultural, pero alertar al mismo tiempo contra el pensamiento único que legitima la idea de que la tecnología es hoy “el gran mediador” entre los pueblos y el mundo, cuando lo que la tecnología media hoy más intensa y aceleradamente es la transformación de la sociedad en mercado, y de éste en principal agenciador de la mundialización (en sus muy contrapuestos sentidos)” (Martín-Barbero, 1998: XXI).

Lección 1. Lección 2. Dilemas de la globalización: Hibridación cultural, comunicación y política. N. Garcia Canclini

Entrevista a Néstor García Canclini

DILEMAS DE LA GLOBALIZACIÓN: HIBRIDACIÓN CULTURAL, COMUNICACIÓN Y POLÍTICA Juan DE LA HABA Enrique S ANTAMARÍA 1. P RESENTACIÓN La palabra globalización es uno de esos novedosos y ciertamente exitosos términos con los que hoy tratamos de nombrar y hacer inteligible, siquiera en parte, algunas de las enormes y múltiples transiciones en las que nos hallamos inmersos. En ella se condensan, de forma polisémica y con frecuencia harto confusa, muchos significados, intenciones y expectativas sobre las nuevas realidades sociales, políticas y culturales propias del capitalismo mundia- lizado. Néstor García Canclini, del que puede afirmarse que es uno de los más fecundos y originales antropólogos latinoamericanos contemporáneos, y cuya extensa y diversa obra se ha construido en una encrucijada a la que no son ajenas la filosofía, la sociología y los estudios culturales, ha analizado la complejidad de los actuales procesos de globalización, especialmente por lo que hace a las sociedades latinoamericanas, y las consecuencias que éstos comportan para los procesos identitarios, centrando sus análisis en dos de los esce- narios fundamentales en los que habitan e interactúan lo transnacional y lo local: esto es, las ciudades y las industrias culturales. En su último libro, La globalización imaginada (Paidós, 1999), no sólo ha preten- dido, como viene siendo habitual en su obra —y especialmente en sus influyentes trabajos Culturas híbridas (Grijalbo, 1990) y Consumidores y ciudadanos (Grijalbo, 1995)—, re-pensar las formas en que cabe estudiar y comprender la creatividad y el arte, los consumos culturales y la comunicación bajo las condiciones de un mercado cultural cada vez más po- limorfo, globalizado e industrializado, sino que en esta ocasión ha pretendido además abordar, más allá de los hechos mismos de la globalización, las metáforas y narrativas que la imaginan, los imaginarios que la surcan y configuran, que la consagran o que la contes- tan. La entrevista que hemos mantenido «a distancia» con Néstor García Canclini se ha centrado en los vínculos entre cultura, comunicación y sociedad, en los ligámenes entre los actuales procesos culturales y comunicacionales y las nuevas formas que está adoptando la cultura política, con la manifiesta intención de ahondar críticamente en los insoslayables dilemas teóricos, epistemológicos y políticos a los que las actuales transformaciones nos encaran. 2. E NTREVISTA

— A lo largo de esta entrevista queremos pedirle algunas reflexiones sobre las implica-ciones y perspectivas de la globalización como proceso histórico. Pero antes que nada, tal vez, conviene señalar que, con frecuencia, no está nada claro lo que hay detrás de esta rúbrica. Usted mismo habla de la globalización como un «objeto cultural no

identificado» y, consecuente con ello, hace un esfuerzo de precisión conceptual al distinguir entre la in- ternacionalización, la transnacionalización y la globalización. ¿No cree que asistimos a una cierta banalización, a un uso inflacionario, de la rúbrica global? Es más, ¿en muchos casos no acontece un cierto reduccionismo en la oposición global/local, que en gran me- dida puede llevar a omitir o a desconsiderar la importancia de los espacios/acciones de mediación cultural, económica y sociopolítica, en especial de aquellos que puedan estar en proceso de formación y que son más novedosos?

N.G.C.: Efectivamente, hay una sobreutilización del término globalización, que se debe en parte a la complejidad de los cambios de las últimas décadas y a la pretensión de designar- los apresuradamente con una palabra-síntesis. Ni neoliberalismo, ni globalización, ni pos- modernidad son —cada uno por sí solo— suficientes para nombrar los procesos socioeco- nómicos, políticos y culturales recientes. Es ante el desconcierto que generan estas trans- formaciones que se llega a convertir «globalización» en una especie de valija mal hecha. Por la necesidad de viajar con ella a muchos países y combinar procesos de distinta escala, se ponen en la maleta objetos heterogéneos que tienen usos diversos más algunos otros que no se van a utilizar. Diferenciar entre las herramientas que sirven o no es más fácil cuando se habla de los mercados financieros o de otras áreas de la economía, donde la glo- balización es circular, planetaria, o sea que todas las sociedades son interdependientes con las demás. La cuestión es más complicada cuando nos referimos a globalizaciones tangenciales, como en la industria editorial o en otros agrupamientos de países por co-nexiones históricas o regiones culturales; por ejemplo, dentro de América Latina, o con Europa o Estados Unidos.

Lección 2. La antropología y los estudios comunicacionales.

— Como usted mismo pone de manifiesto a lo largo de su obra, la globalización obliga de forma ineludible a una redefinición de las ciencias sociales y de sus relaciones mutuas. Nos gustaría preguntarle, en primer lugar, por los retos epistemológicos a los que nos encaran los actuales procesos de globalización o, lo que es lo mismo, por el modo en que estos procesos afectan a las ciencias sociales y más concretamente a las relaciones que mantienen entre ellas.

N.G.C.: Me parece que los retos epistemológicos que encontramos al estudiar la globaliza- ción continúan los desafíos que vivimos durante la modernidad. No creo que se resuelvan los dilemas de las ciencias sociales en la actualidad optando entre dos estrategias de cono- cimiento que han sido transitadas, a propósito de la crisis de la modernidad, y que dieron lugar por un lado a lo que se ha llamado un pensamiento único o neoliberal y por otro al pensamiento posmoderno. Lo propio del pensamiento neoliberal, en este registro episte- mológico, es reducir el conjunto de las actividades sociales a prácticas mercantiles, y a su vez disminuir o empobrecer la vida económica como si se tratara solamente de inversiones financieras que logran más o menos réditos. Por otro lado, junto a quienes crean este tipo de totalitarismo financiero en el campo epistemológico, se halla una especie de indefini- ción en las fronteras entre las

disciplinas y desdibujamiento de las especificidades. Es, en parte, lo que ha ocurrido con el pensamiento posmoderno, que tiende a olvidarse de las exigencias de contrastación empírica y racionalidad instauradas durante la modernidad, con lo cual narra los procesos de globalización como vagas formas de nomadismo, integra- ción indefinida de tipo multicultural, entre etnias y naciones que van siendo homogeneiza-das o acercadas. Entre ambas líneas interpretativas quedan muchos procesos atractivos para que las ciencias sociales ejerciten las disciplinas intelectuales que las han caracterizado. Tengo la impresión de que, en la última década, la economía ha tendido a devorar a las otras cien- cias sociales, neutralizando la posibilidad de pensar y estudiar todo aquello que no es mer- cado, y a su vez la economía ha sido, como decía, subsumida en movimientos financieros olvidando muchas otras razones por las cuales trabajamos, producimos, consumimos, in- tercambiamos bienes y mensajes. Tal vez el reto mayor en este momento sea restablecer los diferentes campos de lo social con sus especificidades, y, simultáneamente, repensar sus interconexiones, las implicaciones entre lo económico, lo político, lo cultural y lo social. Por eso pienso que los estudios sobre globalización no deben ser reducidos a globalismo, a simple ideología única, unidimensional, necesitan enriquecerse con estudios sobre la inter- culturalidad. Y viendo las tendencias retóricas con las que se han movido separadamente los estudios sobre globalización y los estudios sobre interculturalidad, digo que pareciera tratarse de una relación entre épica y melodrama. Las divisiones actuales entre las ciencias sociales ocurren en la medida en que se busca armar relatos épicos con los logros de la glo- balización —economía, cierta parte de la sociología y estudios comunicacionales—y aliado, o a veces lejos, los que se construyen con las relaciones melodramáticas, o sea con los dra- mas de la interculturalidad, la antropología, el psicoanálisis, la estética.

Cuando los globalizadores a ultranza o los globalistas no tienen más remedio que hablar de los dramas interculturales, los consideran simples resistencias de la globaliza-ción o lamentables exclusiones, formas de pobreza o de indefensión de los que no tienen nada para decir. En cambio los especialistas en la interculturalidad, sobre todo los antropólogos, tienden a marcar las diferencias, las incompatibilidades entre culturas y de ello infieren que los procesos globalizadores han fracasado o nunca van a podernos homogeneizarnos a todos. Me parece que estamos situados en esta encrucijada y que el avance de las ciencias sociales depende de que logremos, no simplemente hacer trabajo interdisciplinario, sino conjuntar estas dos estrategias, reconocer lo que puede haber de épico y lo que sin duda hay de melodramático en los actores sociales. — De la misma manera, estos procesos necesariamente obligan a una redefinición del ob- jeto de estudio y del trabajo científico tanto para la antropología como para los estudios de la comunicación, en la medida en que la cultura y las culturas mismas no cesan de re- formularse en las actuales condiciones de multiculturalidad y de comunicación globali- zada. Desde diversas disciplinas y por parte de diferentes autores, se insiste en la necesi- dad de reconsiderar el término cultura. ¿Qué cambios provocan estas nuevas condiciones para la teoría y la investigación de la cultura? ¿Cuál piensa que debe ser la función y la vocación de la antropología contemporánea y, en particular, qué contribuciones puede hacer hoy la antropología a los estudios comunicacionales?

N.G.C.: Tal vez la principal transformación del término cultura, a la que estamos asistien- do, es el pasaje del estudio de la cultura en entidades locales a la necesidad de reconocer la interculturalidad. En este sentido, los cambios globalizadores nos conducen a reconceptua- lizar la cultura y a verla en un horizonte más extenso. Hasta hace pocos años varias disci- plinas que se ocupaban de la cultura, fueran la antropología, la sociología o los mismos es- tudios comunicacionales, tendían a concebir la producción, la circulación y el consumo de cultura como algo que ocurría dentro de cada nación. Cuando los antropólogos hablaban de las diferencias entre culturas, se planteaban problemas de compatibilidad o conmensu- rabilidad entre culturas que habían sido abarcadas, hasta cierto punto integradas, dentro del Estado nacional. Pero tenían muy poco que decir cuando se ocupaban de los conflictos entre culturas de diversos procesos nacionales. Varios autores, en los años recientes, están proponiendo reconceptualizar la cultura, justamente para colocar en el centro estos movi- mientos de interculturalidad suscitados por las migraciones, por los flujos económicos, fi- nancieros, mediáticos, de todo tipo. Es interesante, por ejemplo, que Arjun Appadurai con- sidere la cultura no como un sustantivo, puesto que no es un tipo de objeto o cosa, sino como un adjetivo, como lo cultural. Así, según este autor, se facilitaría referirnos a las di- ferencias, contrastes, comparaciones que ocurren en los procesos culturales. La cultura no es vista, entonces, como una propiedad de individuos o de grupos, sino como un proceso de indiferenciación, o para decirlo con una frase de Frederic Jameson que lleva a una afirmación más radical, la cultura, según él, sería un conjunto de estigmas que un grupo porta ante los ojos de otros y viceversa. En todo caso, lo que tratan estos autores es de pensar la cultura como un vehículo para que se efectúe la relación entre los grupos sociales dentro de una nación, pero tam- bién atravesando naciones diferentes. Me parece que en este contexto la colaboración entre antropología y estudios comunicacionales se vuelve decisiva. Los estudios comunicaciona- les han puesto de manifiesto el carácter transcultural, transnacional de los fenómenos de comunicación masiva o de industrialización de la cultura. La antropología, a la vez, tiene los instrumentos para pensar los problemas de alteridad y estudiar las diferencias entre culturas. Juntando ambas perspectivas podemos ensayar aproximaciones antropocomuni- cacionales a procesos que todos los días desbordan los continentes nacionales y los ámbi- tos clásicos de la observación de la cultura y también podemos darle una especificidad a las diferencias entre grupos culturales, al arraigo que los procesos comunicacionales tienen en sociedades particulares, y las modulaciones que van asumiendo cuando circulan los mensajes entre distintas sociedades con historias culturales diferentes. — En su último libro, La globalización imaginada, se interesa en especial por las narrati-vas e imaginarios de la globalización que, desde diversas posiciones, relatan o dan cuen- ta de las realidades y las prácticas sociales, a través de las cuales narramos o nos na- rramos lo que sucede en la sociedad ¿Su interés por las narrativas y metáforas de la glo- balización se debe a que ésta es aún, en tanto que objeto de estudio, inasible en toda su complejidad; de que, como usted ha señalado también, carecemos de una teoría unitaria sobre la globalización o, incluso que ésta es imposible de alcanzar? ¿En qué medida y cómo hablar de narrativas —incluyendo en ellas las imágenes, las metáforas, etc.— per- mite ensayar o ampliar las vías de reflexión, formular nuevas hipótesis de trabajo? ¿Qué implicaciones tiene hablar de narrativas sociales en el momento de hacer una investiga- ción?

N.G.C.: Es evidente que carecemos de una teoría consensuada sobre la globalización que abarque las dimensiones económicas, sociopolíticas, culturales que la constituyen. Nada en este momento permite prever que esa teoría vaya a formarse próximamente. Tal vez lo que más nos aproxima a una conceptualización amplia y más abarcadora sobre globalización es el encabalgamiento de algunos estudios socioeconómicos con estudios culturales, y, sobre todo, estudios referidos a la interculturalidad. Cuando concedo tanta importancia a las na- rrativas y metáforas de la globalización, no estoy simplemente recurriendo en forma provi- soria a esos relatos e imágenes hasta tanto tengamos una teoría científica. Se trata, más bien, de reconocer la necesidad de una doble aproximación a los procesos sociales en todas las épocas. O sea, vivimos procesos empíricamente observables, tenemos datos económi- cos, financieros, comunicacionales, migratorios; tenemos, por ejemplo, datos cada vez más precisos sobre los enormes movimientos de inversiones y consumos que ocurren en las industrias culturales; pero por esas industrias circulan al mismo tiempo imaginarios y esos imaginarios no son un decorado, un componente externo o indiferente a lo que sucede en los procesos más concretos, por decirlo así, empíricamente observables. Varias teorías de lo social reconocen que lo imaginario también representa e institu- ye lo social. Conformamos, a través de imágenes, nuestra sociedad y lo que sucede en rela- ción con otros, no nos movemos sólo con lo empíricamente verificable con respecto de los otros, sino también con suposiciones y conjeturas. Siempre ha sido así. Pero tal vez en esta época vivimos la mayor tensión entre conocimientos científicos de lo social, de lo comuni- cacional, y al mismo tiempo una vastedad de mundo, una opulencia de información, imá- genes, referencias de muchas culturas que nos hacen experimentar un vértigo sólo nom- brable con metáforas o abarcable a través de narrativas. Si usamos metáforas y relatos en parte es para evitar perdernos en la dispersión del sentido, pero a su vez, como dice Alain Mons, ese ordenamiento es siempre una delimitación textual. — Suele ser frecuente que se le asimile con los llamados estudios culturales en Latinoamé- rica, ¿podría especificarnos cuáles son hoy en día sus relaciones con los estudios cultura- les y cuál es el balance que se podría hacer de las aportaciones que desde esta perspectiva teórica se han realizado en el campo de la antropología y de los estudios comunicaciona- les?

N.G.C.: Sigo teniendo una relación estrecha con autores, reuniones y publicaciones, ubi- cados bajo el logo de los estudios culturales en América Latina, Europa y Estados Unidos. Pero los vínculos son diversos en tanto las razones por las que los cultural studies se desa- rrollaron en Gran Bretaña, ligados a los estudios literarios y comunicacionales, son distin- tas de las que los hicieron expandirse en Estados Unidos, como alternativa académica a las humanidades y la antropología clásicas. En América Latina no encuentro muchos practi- cantes ortodoxos de los estudios culturales, ya sea que los conectemos con lo que se ha en- tendido por ortodoxia o modelos intelectuales en unos u otros países anglosajones. Quizá Nelly Richard, Hugo Achugar y Heloisa Buarque de Holanda sean quienes más nutrieron su pensamiento en los estudios culturales, pero lo hacen tan polémicamente con los desa- rrollos metropolitanos que configuran estilos claramente diversos. Y si es posible hablar de estudios culturales en América Latina hay que tomar en cuenta contribuciones tan variadas como las que

Jesús Martín Barbero elaboró desde los estudios comunicacionales, José Joaquín Brunner desde la sociología de la educación y la cultura o Renato Ortiz entrela- zando antropología, sociología y análisis de las industrias culturales. La historia se compli- ca más todavía porque los llamados estudios culturales latinoamericanos han crecido tam-bién con aportes de investigadores que sólo en parte, en términos de pasaporte, están fuera de la región, como George Yúdice. Considero que este campo un tanto difuso es muy fecundo. Pero a la vez percibo que sigue siendo vigente lo que escribí hace cuatro años en el sentido de que los estudios cultu-rales se hallan en un período de estanflación, o sea estancamiento con inflación, según el neologismo inventado por los economistas para describir la situación de los años ochenta en muchos países. En el último quinquenio siguen multiplicándose los congresos, libros y revistas dedicados a estudios culturales, pero el torrente de artículos y ponencias casi nun- ca ofrece más audacias que ejercicios de aplicación de las preguntas habituales en los estu- dios culturales a un poeta del siglo XVII, un texto ajeno al canon o movimientos de resis-tencia marginal que aún no habían sido reorganizados bajo este estilo indagatorio. La pro- liferación de pequeños debates amplificados por Internet puede dar la apariencia de dina- mismo en los estudios culturales, pero —como suele ocurrir en otras interacciones de la oferta con el consumo— tanta abundancia, circulando globalizadamente, tiende a exte- nuarse rápido. No deja tiempo para que los nuevos conceptos e hipótesis se prueben en in- vestigaciones de largo plazo, y pasamos corriendo a imaginar lo que se va a usar en la próxima temporada, qué modelo nos vamos a poner en el siguiente congreso internacional. Hay, sin embargo, algunos productos que escapan a ese mercado, a esos desfiles ver- tiginosos. Después de veinte o treinta años de estudios culturales, es posible reconocer que esta corriente generó algunos resultados mejores que la época de fast-thinkers en que le tocó desenvolverse. Unas cuantas investigaciones han contribuido a pensar de otro modo los vínculos con la cultura y la sociedad de los textos literarios, el folclor, las imágenes ar- tísticas y los procesos comunicacionales. En algunos casos, sobre todo en América Latina, al estudiarse conjuntamente la interacción de estos campos disciplinarios con su contexto se viene produciendo una renovación de las humanidades y las ciencias sociales. En Esta- dos Unidos, los cultural studies han modificado significativamente el análisis de los dis- cursos, dentro del territorio humanístico, pero son escasas las investigaciones empíricas: en esa especie de enciclopedia de esta corriente que es el libro coordinado por Lawrence Grossberg, Any Nelson y Paula Treichler a lo largo de sus 800 páginas no se encuentra ningún dato duro, ni gráficas, muy pocos materiales empíricos, pese a que varios textos hablan de la comunicación, el consumo y la mercantilización de la cultura. Entre sus cua- renta artículos ni uno está dedicado a la economía de la cultura. Ante tales carencias son comprensibles ciertas resistencias de muchos científicos sociales frente este tipo de análi- sis. El otro aspecto crítico que deseo destacar es que la enorme contribución realizada por los estudios culturales para trabajar transdisciplinariamente y con procesos intercultu- rales —dos rasgos de esta tendencia— no va acompañada por suficiente reflexión teórica y epistemológica sobre esta reformulación del proceso de conocimiento. Sin esto último, puede ocurrir lo que tantas veces se ha dicho de los estudios literarios, del folclor y de otros campos disciplinarios: que se estancan al ensimismarse en la aplicación rutinaria de una metodología poco dispuesta a cuestionar teóricamente su práctica. Propongo esta hipótesis: los estudios culturales pueden librarse del riesgo de con- vertirse en una

nueva ortodoxia fascinada con su poder innovador y sus avances en muchas instituciones académicas, en la medida en que encaremos los puntos teóricos ciegos, traba- jemos las inconsistencias epistemológicas a las que nos llevó movernos en las fronteras en- tre disciplinas y entre culturas, y evitemos «resolver» estas incertidumbres con los eclecti- cismos apurados o el ensayismo de ocasión a que nos impulsan las condiciones actuales de la producción «empresarial» de conocimiento y su difusión mercadotécnica.

Lección 3. Los procesos de hibridación y el papel que en ellos juegan las industrias cul- turales — En varios de sus trabajos ha insistido en la necesidad de pasar del estudio de la identi- dad al estudio de la heterogeneidad multitemporal. Además, en ellos ha introducido el término hibridación cultural como una interesante herramienta teórica que ha contribui- do a renovar la comprensión de los procesos culturales. En correspondencia con ello, ¿cómo debemos reconsiderar, en las actuales condiciones de la globalización, la multicul- turalidad constitutiva de las sociedades contemporáneas? ¿Qué modalidades adopta la multiculturalidad en la actualidad?

N.G.C.: La globalización ha intensificado la interculturalidad, o sea el acceso simultáneo a repertorios de muy diverso origen. Por lo mismo, aumenta la heterogeneidad con mayores cruces de lenguas, estilos de producción y de consumo. Algo significativo es que, a diferen- cia de la mayor parte de los estudios sobre multiculturalidad que se refieren a multietnici- dad, la multiculturalidad globalizada se desenvuelve especialmente haciendo interactuar o colocando en competencia culturas modernas que no tienen perfiles étnicos, sino más bien de edad, de diferencias educativas o de gustos. En algunos casos, la manera en que se pro- duce la hibridación intercultural dentro de las reglas de industrialización de la cultura ge- nera nuevas formas de segmentación dentro de las sociedades nacionales, de interrelación entre los grupos étnicos. Dentro de una sociedad nacional como México, hay varios millo- nes de indígenas mestizados con los colonizadores blancos, pero algunos se han chicaniza- do al viajar a Estados Unidos, otros remodelan sus hábitos y grupos en relación con los es-pacios comunicacionales masivos, otros adquieren un alto nivel educativo y enriquecen su patrimonio indígena tradicional con saberes y recursos comunicacionales de varios países, otros se incorporan a empresas coreanas o japonesas crecientes en los últimos años en México, fusionan así su capital étnico de origen con los conocimientos y disciplinas de esos espacios transnacionales. Estas condiciones interculturales nos llevan, más que a afirmar una identidad autosuficiente, a situarnos en medio de una heterogeneidad compleja, no só- lo interétnica, y es en ese contexto complejo en que debemos estudiar las hibridaciones. — En otro orden de cosas, si bien cabe hablar de diversas experiencias de hibridación so- ciocultural, ¿cómo caracterizaría las estrategias de hibridación de los sectores hegemóni-cos y las de las clases populares? ¿Qué papel desempeñan, en su opinión, los medios de comunicación en esos procesos de hibridación, en la modelación o construcción de las di- versas experiencias de hibridación o de mezcolanzas interculturales? ¿En qué medida los medios de comunicación masivos posibilitan o, por el contrario, expropian a los sectores subordinados de las condiciones necesarias para

construir su experiencia de la hibrida- ción, reformulando así sus propias producciones culturales? N.G.C.: Está bien que se trate de entender las distintas estrategias de hibridación eviden- ciando los sectores hegemónicos y clases populares. Así mismo, hay que considerar el pa- pel decisivo de los medios de comunicación en la remodelación de las culturas locales y re- gionales, haciéndolas interactuar y fusionándolas a escala transnacional. También me pa- rece significativo hacer este tipo de distinciones para evitar las versiones demasiado ama- bles del mestizaje o de la hibridación. Por eso, he insistido en varios textos que el objeto de estudio no es la hibridez, como algo ya consolidado o producido, sino los procesos de hibridación. Es esta diferencia lo que permite reconocer que hay procesos no sólo de fu- sión sino de desgarramiento, e incluso aspectos que no llegan a ser hibridados. Una teoría no ingenua de la hibridación es inseparable de una conciencia crítica de sus límites. Debe distinguir lo que se impone como hibridación o lo que no se deja o no quiere o no puede ser hibridado. De manera que vemos así la hibridación como algo a lo que se puede llegar, de lo que es posible salir, un proceso en el que aparece lo que podríamos llamar insoluble, lo que nunca resuelve del todo, las diferencias y desigualdades presentes en los procesos de hibridación. Estas asimetrías entre los sectores hegemónicos y populares se han acentuado con la mundialización al crearse mercados globales de bienes materiales. Los mensajes migran- tes, los flujos e interacciones que ocurren en estos procesos ponen en interacción a sectores y grupos comunicándonos más, pero también generan nuevas desigualdades y diferencias. Por una parte, se propician formas inéditas de hibridación productiva, comercial, comuni- cacional y de consumo más diversificadas e intensas que en el pasado, y así vemos en la música fusiones de melodías étnicas de varias regiones y aun varios continentes, por ejem- plo de grupos de rock o de música pop inglesa o estadounidense o francesa con africanos, asiáticos y latinoamericanos. Pero cabe destacar que los autores protagónicos de estas fu- siones o los que deciden cómo editar esas mezclas suelen ser de los países metropolitanos. En muchos casos hay, como ustedes dicen, una expropiación del patrimonio cultural in- tangible, el patrimonio musical, de los pueblos subalternos o periféricos sin reconocer los derechos de autor, sin darles tampoco participación en las ediciones. Algunas empresas, como la de Peter Gabriel, son más respetuosas, algunas indies de países latinoamericanos han trabajado con mayor cuidado los repertorios locales y las historias propias que han ge-nerado esas músicas, incluyendo en cuadernillos que acompañan los discos información cultural que permita contextualizar las melodías y las letras. Pero en muchos otros casos, las ediciones hechas por las megaempresas como Sony, tienden a aplanar la diversidad y homogeneizar los significados. Así la globalización, o la hibridación que puede realizarse en condiciones de globalización, integra y genera nuevos mestizajes, pero también segrega y produce mayores desigualdades; por eso, en algunos casos, estimula también reacciones de afirmación enérgica de la diferencia y de rechazo en bloque a la globalización sin tomar en cuenta las oportunidades que ésta ofrece para difundir músicas locales, para obtener nuevas formas de participación más competitiva en los mercados internacionales. — En torno a la cuestión de las identidades socioculturales, hay que tener presente que desde diversas perspectivas se viene hablando de «identidades fluidas», «nómadas», «fronterizas», etc., ¿cómo valora estas reconceptualizaciones?,

¿considera que, en el con- texto de los diversos procesos de desterritorialización a los que con la globalización pare- ce que asistimos, se puede hablar de nuevas formas de pertenencia?

N.G.C.: Por los argumentos señalados antes tengo cada vez más reticencias a usar las no- ciones de identidades fluidas, nómadas y otras fórmulas con las que el pensamiento pos- moderno ha subrayado lo que efectivamente surge y puede interactuar sin barreras o sal- tándose las fronteras. Me parece que esas conceptualizaciones deben ser tomadas con más prevenciones. Hay que colocarlas junto a las fronteras que siguen existiendo, a las trabas para acceder a los repertorios mediatizados. Lo mismo podemos decir de la noción de des- territorialización: yo la he usado quizá demasiado generosamente en el libro Culturas híbridas, y un crítico inglés me hacía notar que dedico muchas páginas a hablar de deste- rritorialización en ese libro, pero sólo una habla de territorialización. Hoy pienso que es preciso abarcar en los análisis tanto los procesos de liberación de las fronteras, de ubicuidad de los productos, de los mensajes y los consumos como los movimientos de afirmación territorial, de señalamiento de las diferencias. Por eso, hay que considerar cómo las viejas y nuevas formas de pertenencia entran en conflicto o a veces se complementan. Por una parte, aparecen nuevas formas comunita- rias, de identidad, en comunidades de consumo ocasionales, sobre todo entre los jóvenes o en los sectores incorporados a los circuitos de internet u otras formas de comunicación electrónica; pero al mismo tiempo existe una tendencia a afirmar formas antiguas de per- tenencia y aun a encapsularse hasta llegar incluso al sentimentalismo. Ambas corrientes compiten, luchan y nos impiden afirmaciones demasiado vagas o generalizantes sobre el nomadismo en las sociedades contemporáneas. — Usted ha señalado que «toda política cultural es una política con los imaginarios que nos hacen creer semejantes». De hecho, la tercera y última parte de La globalización ima- ginada la dedica a tratar las políticas y estrategias ante la multiculturalidad. ¿Cómo cree que deberían entenderse hoy en día unas políticas interculturales alternativas que se en- caren con el contexto y los dilemas que impone una cultura fundamentalmente industria- lizada (especialmente por lo que hace a su circulación y recepción)?

N.G.C.: En el caso de que puedan existir políticas culturales alternativas no tiene mucho sentido pensarlas como políticas sólo reactivas a la globalización o que pretendan prescin- dir de los procesos globalizadores o de industrialización de la cultura. Por esto mismo no puede haber políticas culturales que sólo se reestructuren a escala nacional, o cuando lo hacen tienen que afrontar que permanecen ajenas a las mayores inversiones en cultura, a los flujos de comunicación más influyentes, o sea los de las industrias culturales globaliza- das que atraviesan fronteras, agrupan los repertorios simbólicos, los conectan por regiones geoculturales y a veces a través de todo el mundo. No sólo por la acción de las industrias culturales ocurre esta transnacionalización, sino también por las migraciones transnacio- nales que crecen cada año, que plantean desafíos inéditos a la gestión de la interculturali- dad más allá de las fronteras de cada país. En esta perspectiva diría que las políticas cultu- rales, tal vez más que pensarse como alternativas, como algo radicalmente distinto, valdría la pena que se concibieran como un tipo de operación que asuma la densidad y compleji-dad en el mundo globalizado a fin de replantear los problemas identitarios a la vez como

oportunidades y como peligros de la convivencia en la heterogeneidad. Si partimos del hecho de que la función principal, en este cambio de siglo, de los es- tudios culturales no es afirmar identidades o dar elementos a las culturas para que se idea- licen, debemos más bien ver cómo esas políticas pueden hacernos aprovechar mejor la heterogeneidad, la variedad de mensajes disponibles para convivir con los otros. Otra de las consecuencias es que este horizonte supranacional de las gestiones culturales obliga a reformular lo que se concebía como cooperación intergubernamental. No se trata simple- mente de los modestos intercambios diplomáticos que hasta ahora han caracterizado casi toda la acción estatal o de los organismos internacionales como la OEA y las reuniones de presidentes iberoamericanos. Necesitamos, asimismo, políticas muy activas de regulación y movilización de recursos a nivel internacional, necesitamos reconstruir la esfera pública más allá de las fronteras de cada nación. Sin duda, es importante revitalizar los espacios públicos dentro cada país para dar sentido social a ámbitos y circuitos culturales afectados en las dos últimas décadas por las privatizaciones; pero también es preciso reconsiderar los papeles de las músicas nacionales y de otros actores públicos en medio de los acelerados acuerdos para integrar regiones sólo con propósitos mercantiles. Es hora de preguntarnos en Europa y en América cómo acompañar los intercambios comerciales con la coproduc- ción intercultural.

Lección 4. Los medios de comunicación y la redefinición del «espacio público».

— En estas condiciones de comunicación globalizada, de interacciones y relaciones cada vez más deslocalizadas, se hace necesario revisar las definiciones y las relaciones entre lo público y lo privado. Usted ha hecho hincapié en la complejización, la fragmentación y, al mismo tiempo, la mayor indefinición o sinuosidad, de las interacciones y tensiones entre estos ámbitos. ¿Cómo debemos entender hoy estas nociones, especialmente la de «espacio público»? Más aún, en la medida en que las empresas comunicacionales, junto con otros sectores económicos, han remodelado el mercado cultural y, con él, las narrativas socia- les, dándole un alcance transnacional, ¿cree que es posible hablar también de una «esfera pública transnacionalizada»?

N.G.C.: Algunos autores, como John Keane, han hecho contribuciones importantes en años recientes en esta dirección. Como él y otros muestran, es urgente que resolvamos las dificultades teóricas y políticas para que esta esfera pública internacional izada pueda exis- tir. Para eso, es preciso reconceptualizar lo que es un espacio público, a la luz de lo que ve- nimos diciendo sobre la industrialización de la cultura. En la línea en que esta revista tra- baja, me parece indispensable hablar no sólo de espacios públicos sino de circuitos pú- blicos. Este desplazamiento conceptual tiende a considerar aquellos circuitos, flujos no es- pacializados, no fácilmente identificables con un territorio o una nación, y que son suma- mente influyentes. Si queremos revisar la recomposición de los vínculos entre lo público y lo privado, y sobre todo lo público perdido en los últimos años, es necesario revertir las tendencias a la privatización generalizada con que las políticas económicas neoliberales han descompuesto las antiguas formas de configuración de lo público. Pero hemos de reconocer que algunas de esas formas, ligadas por ejemplo a la radiodifusión, han perdido eficacia, o están inte- gradas en procesos multimedia.

Políticas ante la globalización— En el marco de estas dinámicas de transformación se produce también una remodela- ción de los ámbitos políticos ¿Qué papel otorga al Estado-nación en el contexto de eco- nomías abiertas y globalizadas? ¿En qué medida el Estado social, como proveedor de demandas de los ciudadanos, pierde terreno o está siendo erosionado de una forma deci- siva y qué papel juegan los procesos de globalización en ello? Es más, ¿qué implicaciones tienen estos fenómenos para la noción de ciudadanía, para sus contenidos y sus funcio- nes, y especialmente para las condiciones de su ejercicio? ¿Podemos considerar que estos procesos históricos sientan las bases para la emergencia de nuevos modelos de ciudada- nía?

N.G.C.: También las viejas separaciones entre lo nacional y lo extranjero, acompañadas de una legislación que obligaba en muchos países a proyectar el cincuenta por ciento de tiem- po de pantalla con películas nacionales, o el cincuenta por ciento de tiempo radial con mú- sica del propio país, han perdido eficacia en una época de globalización. Y a la vez es ur- gente encontrar nuevas formas de valoración de lo público a escala transnacional, de ma- nera que puedan ser asumidas por ombudsman, por defensores transnacionales y naciona- les de los derechos culturales. A lo que venimos diciendo sobre la necesaria reorganización pública de las sociedades transnacionales y la constitución de actores fuertes, con consen- sos de muchos países y muchos sectores,que actúen a nivel transnacional, hay que agregar que el Estado-nación no está agotado. Hemos pasado demasiado rápido de las críticas, a veces merecidas, a los Estados nacionales ineficientes, corruptos y desubicados con la glo- balización, a una indiferencia acerca de las responsabilidades de los Estados nacionales. Es posible que el Estado de bienestar clásico deba prescindir de algunas operaciones paterna- listas; pero no veo por qué ignorar que todavía el mundo está organizado en gran medida en territorios administrados por Estados nacionales. La mayor parte de los bienes, y toda-vía un altísimo número de los mensajes que se consumen en cada país proceden del propio país, y aun cuando sean originados afuera pueden ser, son de hecho, seleccionados y dis- tribuidos en función de intereses que pueden ser regulados. El Estado, entendido no como una nomenclatura o una burocracia inerte, rutinaria, debe reformularse como Estado co- hesionador, donde se expresa la cohesión de la sociedad. No tiene por qué perder terreno, sino articularse con otros Estados para impedir la erosión de la vida pública. Necesitamos, entonces, fortalecer la ciudadanía, por una parte ampliando la escala transnacional como ha ocurrido hasta cierto punto en la Unión Europea, y también fortalecerla hacia adentro de los países realizando toda la descentralización posible para que se ejerza desde los mu- nicipios, desde las unidades nucleares de organización social, una acción directa cada vez más responsable en relación con los procesos históricos. Todavía la ciudadanía a escala na- cional tiene sentido. Cualquier nuevo modelo de ciudadanía de los que están conformán- dose en este tiempo debe manejar estas diversas escalas de lo local, nacional y transnacio- nal. — Manuel Castells, y usted también ha insistido en ello, ha observado que en la actuali-dad, bajo estas condiciones de circuitos de intercambios e interacciones múltiples globali- zados de los que venimos hablando, el poder se ejerce hoy desde los flujos, mientras que las resistencias y disidencias intervienen desde los lugares. En este sentido, ¿de qué ma- nera los procesos de globalización repercuten y transforman la conformación del consen- so y la hegemonía, la conformación de la cultura política y de

la legitimidad, las luchas por el poder y contra el poder? En las condiciones de la globalización ¿qué cambios sus- tanciales se están produciendo en las formas de dominación? Dicho de otro modo, ¿qué implican los fenómenos de multiculturalidad para la construcción de nuevas formas de gobernabilidad?

N.G.C.: No me convence la diferencia tajante hecha por Castells acerca de un poder que se ejercería mediante flujos, en tanto las resistencias actuarían desde los lugares. Resistencias que no logran insertarse en los circuitos y actuar respecto de los flujos son bastante inefi- cientes; pero a la inversa, podemos decir que el poder se establece en lugares, las compañí- as transnacionales más globalizadas tienen sedes preferentes, Miami, Los Angeles, París, y a veces sitúan sus empresas, o sus sedes productivas, aunque sean sólo maquiladoras, en los países periféricos. Tienen muchas razones fiscales, de flexibilización laboral y otras fa- cilidades para elegir unos lugares u otros; no es una simple desterritorialización, porque los flujos se asientan, permanecen en ciertos lugares. También las resistencias deben ac- tuar con gran flexibilidad, como hemos visto cuando se desplazan en pocos meses de Seatle a Davos, a Tokio. Las acciones políticas deben adecuarse a cambios sustanciales en las formas de dominación o de hegemonía que tienen que ver con la nueva estructura de la transnacionalidad y la interculturalidad. Me gustaría insistir en que esa redistribución del poder en un mundo globalizado no se hace sin los estados nacionales, sin los consensos o los servicios corruptos prestados por organismos locales; de manera que cualquier acción de resistencia o intento de reordenamiento de las relaciones de poder debe tomar en cuen- ta a la vez cómo el poder actúa en los flujos y en los lugares, y cómo hay que resistirlo y transformarlo en ambas situaciones. — No quisiéramos concluir esta entrevista sin pedirle algunas reflexiones sobre el pen-samiento y los movimientos emancipatorios en el seno de la sociedad mediática. En cier- ta medida, se ha convertido en lugar común la idea del divorcio entre éstos y los medios de comunicación. Se ha señalado en repetidas ocasiones la incapacidad o impotencia del pensamiento y la política de izquierdas para resituarse en una esfera pública reorgani- zada desde hace unas décadas por las industrias culturales. Usted hace un llamamiento a escapar tanto del «adornismo», como posición elitista y cultista ante los medios y la cul- tura masiva, como de las posiciones neopopulistas de mercado. En su opinión, ¿a qué se debería este divorcio? ¿Cree posible que se pueda efectivamente llegar a abrir formas de comunicación sociopolítica alternativa en el ámbito de los circuitos de comunicación de masas hegemónicos? Por decirlo de otra manera, ¿es posible promover interacciones e intercambios mediáticos en los actuales circuitos comunicacionales que permitan el desa- rrollo de nuevas culturas políticas contestatarias, de una acción ciudadana y un pensa- miento político emancipador sin que su expresión sea neutralizada o refigurada en mero espectáculo?

N.G.C.: Se están produciendo nuevas formas de comunicación sociopolítica en los circui- tos masivos y a veces en los controlados por los sectores hegemónicos. Hay en varios países canales de televisión, organismos empresariales de comunicación, que se han vuelto un poco más sensibles, a veces por intereses mercantiles, a las demandas sociopolíticas y la diversidad de gustos o los estilos culturales de los sectores desfavorecidos económica y educativamente. Por eso, hoy es más posible que hace

veinte años producir interacciones e intercambios mediáticos en medio de los grandes circuitos del espectáculo. Nos ofrecen talk shows donde distorsionan las culturas populares o toman lo peor, lo más ridiculizable, lo más burdamente conflictivo de ellas; pero también han crecido las mesas de debate, los espacios para extender y complejizar las agendas públicas. Esto es más visible en la prensa que en el campo audiovisual. Sin embargo, entiendo que la debilidad de las demandas sociales y populares tiene que ver también con la baja organización de los actores. En América Latina y en los países latinos de Europa hay poquísimas organizaciones de consumidores, de televidentes, de ac- tores mediáticos o informáticos. Por otro lado, existen unos pocos defensores del lector en algunos diarios, como A FoIha de Sao Paulo, El Espectador y El Tiempo de Colombia, El País en España, mientras la mayoría de los medios de prensa actúa con notoria impunidad por la falta de estos ombudsman y la desactualización de la legislación comunicacional. Ni hablar de la televisión, la radio o el cine, donde los consumidores están menos organiza- dos. Avanzar en la organización de las demandas sería uno de los objetivos básicos de un pensamiento de izquierda, de movimientos que consideren que la recomposición de la vida pública y el reconocimiento de la diversidad de demandas sociales y culturales de cada so- ciedad es una de las formas básicas de ser de izquierda en el siglo XXI. — Insistiendo en estas mismas cuestiones, y para acabar la entrevista, ¿qué experiencias, actores o movimientos sociales, según usted, nos encaran con la posibilidad de una políti- ca intercultural que responda a los retos de la globalización? En este sentido, ¿qué signi- ficado cree que ha tenido o tiene Chiapas, Seattle, etc., como nuevas expresiones de con- testación ante las formas dominantes del orden global? En definitiva, ¿vislumbra algún espacio de contestación política y cultural a las metáforas y narrativas del globalismo?

N.G.C.: Es difícil hablar en conjunto de procesos tan diversos como los de Chiapas, Seat- tle, Porto Alegre y otros cuestionamientos a la globalización o al globalismo. Algunos de es- tos movimientos tienen en común el haber aprovechado las oportunidades comunicaciona- les de la industrialización de la cultura para hacer valer, con formatos novedosos, sus de- mandas, y cambiar la retórica de la política. Lo observamos, por ejemplo, en los primeros años del movimiento neozapatista de Chiapas, en México, y en su repercusión internacio- nal. Pero el neozapatismo no puede avanzar mucho sin asociarse a algunos partidos para crear alternativas de democratización en el conjunto de la sociedad. Los avances democrá- ticos que efectivamente están ocurriendo en México los últimos años se deben a la mayor transparencia de la competencia política y a una prensa y una televisión más permeables a la comunicación social y a la diversidad, aunque todavía esos cambios son poco significati- vos. En cuanto a las protestas en Seattle, en Davos, en Washington, y otros puntos de reunión de organismos internacionales me parece que han tenido sobre todo el efecto de performance, en el sentido artístico y comunicacional de acción irreverente y transitoria, sin que logren acumular fuerzas para producir efectivamente modificaciones en la gestión transnacional de los capitales, de las deudas, de los grandes conflictos. Tal vez este último desafío comienza a ser asumido por la convergencia de movi- mientos sociales, como ocurrió en Porto Alegre, donde se trata de elaborar un nuevo pen- samiento para afrontar la altísima explosividad social de

muchos países. En algunos, esa explosividad deriva de las demandas pendientes contra las dictaduras de los años setenta y ochenta, principalmente en el cono sur de América Latina y en Centro América; en otros, procede de las deudas sociales acrecentadas por la economía neoliberal. Todo esto hace proliferar estallidos, protestas por violaciones a derechos humanos, que se suman a asaltos a supermercados, aocupaciones de tierra, enfrentamientos de fuerzas represivas con mo- vimientos indígenas, movimientos urbanos de desempleados y de empleados a los que les deben varios meses de sueldo. Los movimientos sociales de izquierda en Brasil, los de de-rechos humanos en Argentina y en Chile, los movimientos indígenas de Ecuador, México, Guatemala y Perú emergen de situaciones graves, y por eso insisten en reivindicaciones es- tructurales muy postergadas. En los últimos veinte años hemos visto la derrota de corrien- tes socialistas y el triunfo de tendencias neoliberales que dejan de lado esas transformacio- nes estructurales que tienen que ver con la justicia social, con la seguridad de las mayorías, con el indispensable empleo. Los partidos históricos muestran bajísima capacidad para re- presentar esas demandas y eso hace que la explosividad social aumente. Todo indica que va a aumentar el riesgo de estallidos y de descomposición en los próximos años; crecerán, por tanto, también las insatisfacciones y la ingobernabilidad. ¿Qué pueden hace las políticas culturales? Pueden, me parece, funcionar como políticas elaboradoras de las incertidumbres y de los conflictos simbólicos, como movilizadoras de nuevos sentidos sociales, como lugares donde se reformulen los vínculos de la estructura social y política. No lograrán hacer mucho para transformar el nivel económico, pero pue- den contribuir decisivamente, sobre todo a través de una nueva gestión de las industrias culturales y de la comunicación masiva, a construir formas de ciudadanía diferentes. No las llamaría alternativas, pero quizá puede aspirarse a que reformulen la agenda pública y las posibilidades de revertir la injusticia y la explosividad sociales. 3. S ELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA G ARCÍA CANCLINI, Néstor: La producción simbólica. Teoría y método en sociología del ar-te, México, Siglo XXI, 1979. —: Las culturas populares en el capitalismo, México, Nueva Imagen, 1982. —: Comunicación y culturas populares en Latinoamérica, México, FELAFACS, 1987. —: Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo, 1990. — (coord.): Públicos de arte y política cultural, México, INAH/SEP/UAM, 1991.— (coord.): El consumo cultural en México, México, CNCA, 1993. —: Los nuevos espectadores. Cine, televisión y vídeo en México, México, CNCA/IMCINE, 1994. —: Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, México, Grijalbo, 1995. — (coord.): Culturas en globalización. América Latina-Europa-Estados Unidos: libre co-mercio e integración, Caracas, Seminario de Estudios de la Cultura (CNCA)/CLACSO/Nueva Sociedad, 1996. — et alt.: La ciudad de los viajeros. Travesías e imaginarios urbanos: México 1940-2000, México, Grijalbo-UAM. —: Imaginarios urbanos, Buenos Aires, EUDEBA, 1997. — (coord.): Cultura y comunicación en la Ciudad de México, vols. 1 y 2, México, Grijalbo,

1998. — y M ONETA, Carlos (coords.): Las industrias culturales en la integración latinoamerica-na, Buenos Aires-México, EUDEBA/Grijalbo/SELA/UNESCO, 1999. —: La globalización imaginada, Buenos Aires, Paidós, 1999.

Lección 5. De lenguajes y de acciones, la Comunicación ciudadana.

Extraido el 3 de Junio de 2009 de Ciudadana Radio, el periodismo de intermediación. Autor. Gonzalo López Vigil. Derechos compartidos.

Fue en Londres, durante una reunión del Consejo de Administración Internacional de AMARC,209 cuando utilizamos abiertamente el concepto de radio ciudadana.

—¿Usted quiere cambiar el nombre de nuestra organización? —se consternó la Presidenta—. Nosotros nos llamamos Asociación Mundial de Radios Comunitarias.

—Pero con la misma C de comunitarias —traté de seducir— podemos escribir ciudadanas.

—Eso de ciudadanas... —decía un directivo anglosajón— suena a citizen band, los canales de onda corta de la llamada banda ciudadana.

—Nada de eso. Nos referimos a una concepción nueva, no a un soporte técnico.

—Lo que pasa es que ustedes, los latinoamericanos, siempre andan buscando cinco pies al gato.

—Lo que pasa es que las palabras —insistí con terquedad de neoconverso— se gastan como las monedas. Se devalúan. Así ha pasado, al menos en nuestro continente, con los diferentes adjetivos empleados para caracterizar a las radios de servicio al público en este medio siglo de experiencias.

Con Sutatenza se estrenó el concepto de radio educativa. Luego, al calor de las ideas de Paulo Freire, se posicionó el de radio popular. En Bolivia, se habían desarrollado las radios sindicales, sostenidas por los trabajadores mineros. Corrieron los años y nacieron, en una matriz laica y gracias a la baratura de los equipos de FM, otras radios en el paisaje latinoamericano. En Brasil, se llamaron radios libres, subrayando que no se sometían a la mordaza de la dictadura militar. En Centroamérica, después de ser rebeldes y enmontañadas, prefirieron denominarse participativas, cansadas de tantas décadas de autoritarismo y silencio. En el Cono Sur, comenzaron a conocerse como radios comunitarias, tal vez para conjurar el anonimato de las grandes ciudades o la falta de otros referentes colectivos. No faltó un teórico listo que quiso sintetizar estos conceptos en uno solo: radios alternativas, aquellas que quieren una comunicacióndiferente.

209 Asociación Mundial de Radios Comunitarias, 1999.

Todas estas denominaciones fueron y son adecuadas, porque bajo diferentes acentos aparece el mismo compromiso de poner las ondas de radio al servicio de la gente, el desafío de democratizar la palabra para democratizar la sociedad.

Pero también es cierto que estas nobles palabras se han ido gastando. Por ejemplo, ¿qué suena en su oreja si yo le invito a escuchar un programa educativo? Seguramente, piensa en maestros y pupitres, y sospecha que se aburrirá. Y sin embargo, este espacio debería ser tan alegre y sensual como cualquier otro de simple entretenimiento. La palabra educativa es válida, si se entiende bien. Pero es muy probable que los oyentes no la capten como nosotros quisiéramos.

¿Y radio popular? Sagrada es la palabra pueblo, tanto que los antiguos filósofos hacían equivalente la voz del pueblo a la de Dios. A pesar de ello, y a la luz de los muros caídos, lo popular tiene hoy un tinte ideológico inseparable. Tiene algo más: ¿qué piensa usted si la invito a comer en un comedor popular o le regalo unos zapatos populares? Lo popular, desgraciadamente, se ha ido equiparando con lo de segunda clase, lo de mala calidad.

¿Y radio comunitaria? Construir comunidad, superar el egoísmo, ¿qué propósito más humano que éste? Comunicación y comunitario tienen la misma generosa raíz. Pero en muchos de nuestros países, comunitario se limita a lo campesino, a lo rural. Y resulta que 7 de cada 10 latinoamericanos y latinoamericanas viven hoy en ciudades. Comunitario —especialmente en las cabezas de empresarios con hambre monopólica—sugiere lo pequeño, hasta lo marginal. Por eso, las leyes de telecomunicaciones ofrecen potencias mínimas a las emisoras sin fines de lucro. Que se conformen con eso, dicen, puesto que son comunitarias.

¿Y qué pasa con lo de radios libres? Nada más adecuado por su referencia a la libertad de expresión. Pero la palabra también se exageró y hoy, en muchas mentes, sugiere anarquía y libertinaje en el dial. ¿Y alternativas? Bien comprendida, esta palabra propone romper la rutina de tantas radios convertidas en simples repetidoras de las cadenas informativas o de las casas disqueras. Pero algunas prácticas elitistas la han traducido como un modelo de comunicación distante de los gustos masivos. Conocí una emisora alternativa que programaba ópera en medio de la selva amazónica —tal vez imitando a Caruso en Manaus— por aquello de ser diferentes. Tanto se desgastó la palabra alternativa que Rafael Roncagliolo prefirió jugar con ella y hablar de radios alterativas, porque de zarandear injusticias se trata.210

¿Con qué apellido nos quedaremos, entonces? Con todos. Todos ellos muestran aspectos valiosos del quehacer radiofónico. Todas las palabras, como en un calidoscopio, ofrecen brillos complementarios. Aprovechemos todas ellas según el contexto en que trabajamos y según la oportunidad para establecer alianzas. Y añadamos una más, un adjetivo que aparece con fuerza en nuestro horizonte comunicacional: radios ciudadanas.

210 Discurso pronunciado en la V Asamblea Mundial de AMARC, Oaxtepec, México, 1992.

Argumenté todo esto en Londres. Pero de nada valió. La discusión seguía.

—Eso de Radios Ciudadanas no sirve —esgrimió una directiva suiza—. Deja fuera a los migrantes.

—No, estás confundiendo las cosas. Es un concepto inclusivo de edades, géneros, nacionalidades… Nosotros hablamos de una ciudadanía global.

—No se cambia —sentenció la Presidenta—. Nos llamamos como nos llamamos. Y sigamos con la agenda.

Ante la negativa del Consejo de Administración, en América Latina adoptamos la solución nada salomónica de seguir trabajando con los dos nombres, comunitarias y ciudadanas.211

¿Que el hábito no hace al monje ni el apellido a la radio? De acuerdo. No vamos a pelear por palabras porque, al final y al principio, lo que cuenta es la programación que ofrezca la emisora. Aunque, a veces, estrenar lenguaje estimula nuevas ideas y recarga el entusiasmo. Como cuando la persona amada, después de una noche especial, te comienza a llamar corazón mío, y te sientes renacer.

UN TRIPLE ERROR.

Hablar de radios ciudadanas puede llevar a varias confusiones. La primera, pensar en radios urbanas, emisoras instaladas en ciudades. De esta manera, estaríamos excluyendo al campesinado.

Es cierto que la ciudadanía es un concepto construido en la ciudad. Pero la condición ciudadana no depende del lugar donde vivas, sea en “el interior” o en la urbe, sea en tierra firme o en alta mar. Tan ciudadanos son los campesinos como los citadinos, quienes viven en un barrio marginal o en el centro de la gran metrópolis.

Otro error frecuente es vincular ciudadanía con edad. En algunos países, te dan la cédula de identidad a los 18 años. Como ya eres mayor de edad, puedes elegir y ser elegido. Pero una ficha emplasticada no hace la ciudadanía, entre otras razones, porque mucha gente no tiene siquiera ese certificado. En Perú, fruto de la exclusión, la mitad de las mujeres rurales no dispone de DNI.

La condición ciudadana no pasa por la edad. Los niños y niñas son tan ciudadanos como los adultos. Muchas constituciones latinoamericanas ya reconocen expresamente la ciudadanía infantil. Y una radio de audiencia abierta tiene que tomar en cuenta todas las edades, desde los chiquitos hasta los adultos mayores.

211 Véase la Carta de las Radios Comunitarias y Ciudadanas, AMARC 1998.

La tercera y más peligrosa confusión es limitar el significado de ciudadanía a las fronteras nacionales. Si nazco en México soy ciudadana mexicana. Y si nazco en Chile, chileno. Me caso con un sueco y me hago ciudadana sueca. Me voy a vivir al Perú y como soy español saco la doble nacionalidad. Conozco un amigo que colecciona pasaportes, como postalitas. Ya tiene de cinco países.

En realidad, el concepto de ciudadanía se ha ido ensanchando a lo largo del tiempo y el espacio. Los griegos hablaban de la polis y los latinos de la cívitas. Ambos términos significan ciudad. Pero esa ciudad, más que el territorio físico donde estaban construidas las casas privadas y los edificios públicos de Atenas o de Roma, se refería a un estatus, una categoría social de la que gozaban determinadas personas, los habitantes por derecho de la ciudad.

Con la formación de los Estados modernos, este primer significado de ciudadanía se amplió. Los hombres y mujeres dejaron de ser ciudadanos de una ciudad y pasaron a ser ciudadanos de un estado-nación. Transitaron de la ciudadanía citadina a la ciudadanía nacional. Se es ciudadano de un país, no de una urbe.

De esta manera, la palabra ciudadanía se ha vuelto sinónima de nacionalidad. Estoy inscrito en un Estado, tengo un documento que lo acredita, tengo un pasaporte que lo garantiza cuando viajo o me instalo en otra nación. Las fronteras nacionales marcan los límites de la ciudadanía.212

Pero el concepto de estado-nación está hecho pedazos. ¿Qué significa pertenecer a la República Dominicana si la segunda ciudad de este país, después de Santo Domingo, es New York? En estos últimos años ha migrado a España un millón de ecuatorianos y ecuatorianas. Trabajan, comen y procrean en suelo español. ¿De qué nación son, que himno deben cantar? En estos tiempos transnacionales, Microsoft o Nestlé manejan más presupuesto y deciden más políticas que el gobierno de Guatemala o de Paraguay. En el futuro, ¿seremos ciudadanos de la Nestlé? ¿Juraremos ante la bandera virtual de Bill Gates?

La globalización ha relativizado los nacionalismos y quizás esto nos ayude a ampliar el concepto de ciudadanía. ¿Cómo se decidieron las fronteras de los actuales Estados? ¿Quién le arrebató a México la mitad de su territorio? ¿A qué nación pertenecen Texas, California, Colorado, Arizona, Utah, Nevada y el estado al que, irónicamente, siguen llamando Nuevo México? ¿Cuándo se establecieron los actuales límites del territorio panameño? ¿Por qué Bolivia se quedó sin mar? Y Puerto Rico, ¿qué soberanía tiene? Fíjate en las fronteras de los países africanos. Son líneas trazadas con escuadra en los

212 La Enciclopedia Británica define la ciudadanía como "la relación entre un individuo y el estado del que es miembro, definida por la ley de ese estado, con los correspondientes derechos y obligaciones". La ciudadanía es, pues, el vínculo jurídico que liga a un individuo con el Estado del que es miembro y, por tanto, la condición jurídica que le habilita para participar plenamente en sus decisiones, a través del derecho de voto y de la posibilidad de ser elegido para cargos públicos. En ésta su más básica definición, ciudadanía es prácticamente equivalente a nacionalidad. De hecho, en algunos países ambas condiciones se expresan con un mismo término: citizenship. Así, ciudadano es prácticamente sinónimo de nacional. Ciudadanía: diversidad y civismo, www.clubestrella.com/Club_Estrella/CE_CV_Experience/0,1778,1-95-24,00.html

escritorios de las naciones coloniales. Y yendo un poco más atrás, ¿no fue el Papa Alejandro VI quien marcó una raya imaginaria y dividió la América recién conquistada como quien parte un pollo, oriente para Portugal, occidente para España? Por aquella arbitrariedad, ¿nos consideraremos ciudadanos de Brasil o de los otros países de América Latina?

Es hora de cuestionar los mapas políticos, los que dibujan con distintos colores a los distintos países, y soñar una ciudadanía planetaria. Una ciudadanía que trascienda las cambiantes y tantas veces indignantes fronteras que sólo han servido para dividir a los pueblos. Hayas nacido donde hayas nacido y vivas donde vivas, eres ciudadano y ciudadana del Planeta Tierra. No le falta razón a quien escribió aquel grafiti: Desgraciado quien tiene patria. Ocupa un lugar muy pequeño en el universo.

Esta visión universalista, internacionalista, se aplica también a las emisoras. Una radio con vocación ciudadana tomará tan en cuenta a los nacionales como a los extranjeros y migrantes, a los que no son de aquí ni son de allá, como dice la canción. Lo contrario promovería un peligroso chauvinismo.

En resumen, las radios ciudadanas no se definen por el lugar donde están instalados sus equipos y sus cabinas. Ni por la edad de sus públicos. Ni por una visión nacionalista estrecha. Estas emisoras asumen un concepto amplio, revolucionario, indispensable, de ciudadanía global.

CAPÍTULO 3. SURGIMIENTO DE UN NUEVO HOMBRE Y UNA NUEVA MUJER COMO CONCECUENCIA DE LA GLOBALIZACIÓN Y LAS CIBER CULTURAS.

Lección 1. Estrategia de comunicación: una herramienta para la gestión de políticas de formación y equidad de Género. Extraido el 10 de Mayo de 2009 de .http://www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/publ/pubor/comunic/pdf/cap1.pdf

Fundamentación y conceptualización.El diseño y la implementación de una Estrategia de Comunicación son básicos en cualquier programa social y, especialmente, en una intervención que entiende el género como un elemento constitutivo y una metodología de análisis de las relaciones sociales. Su relevancia es aún mayor, si a ello se le agrega el objetivo de incorporar la perspectiva de género a las políticas de empleo y formación como condición para aumentar su calidad y pertinencia, asegurar la igual- dad de oportunidades e incrementar la equidad. Y cuando, además, esa intervención se propone atender

especialmente las condiciones y necesidades de las mujeres pobres, los requerimientos sobre las modalidades y contenidos de la comunicación se complejizan. Por último, si la transferencia y diseminación de un modelo, sus metodologías y lecciones aprendidas, es el propósito último de la intervención, se impone una revisión del rol y el lugar de la Estrategia de Comunicación, para que resulte efectiva para el cumplimiento de los objetivos estrictamente comunicacionales y, asimismo, coherente con los ejes conceptuales y metodológicos del modelo del cual forma parte y es un instrumento para su gestión. Este es el caso de FORMUJER, y es lo que se expresa en el tránsito que el Programa ha realizado en el proceso de diseño e implementación de su Estrategia de Comunicación: se ha pasado de una instrumentación de la Estrategia como un servicio externo contratado a su visibilización como componente transversal del Pro- grama y desde una concepción de actividad puntual y con objetivos específicos a la de herramienta crucial para la gestión de una política de equidad en la formación.La visibilización de este despliegue y superposición de dimensiones que, presentada así, resulta casi sencilla y natural, no lo es tanto y tampoco surge de un diseño de escritorio súbito y previo. O, por lo menos, no lo ha sido en la experiencia FORMUJER. Como ha ocurrido con el modelo en su conjunto y con cada uno de los componentes, es producto del aprendizaje colectivo que ha constituido, antes que ninguna otra cosa, la implementación del Programa. Se ha llegado a él a través de un camino que avanza en espiral, donde la práctica concreta y las experiencias diversas de los países e instituciones imponen el ajuste, revisión y enriquecimiento de los presupuestos previos lo que, a su vez, requiere o se traduce en nuevos desarrollos teóricos y así sucesivamente. En definitiva, es el producto del proceso de recuperación crítica de lo hecho y lo aprendido en el tránsito entre el diseño y la implementación que es el propósito de este documento.Metafóricamente, comunicarse es lograr “entrar en la orquesta”. Y esta orquesta es siempre del orden de la acción y de carácter colectivo. Por lo tanto, acción y comunicación van de la mano, o sea que comunicación y cultura son dos elementos entrelazados. Penetrar en el área de lo comunicacional implica, necesariamente, adentrarse en dimensiones culturales, entendiendo por cultura los valores y representaciones que poseen comunidades y/o grupos. Por tanto, indagar en lo comunicacional, es necesariamente indagar en las representaciones, actitudes, nociones y preconceptos vinculadas a prácticas concretas. Entender los modos de comunicación es acceder a pautas culturales. E indagar en las pautas culturales es introducirse en los modos de “hacer cosas” y los modos de “construir sentido”. Desde allí, su correlato y pertinencia con el orden de género y la afirmación inicial sobre el carácter básico e ineludible de apelar a ella en una intervención centrada en la equidad de género. La premisa de partida que une género y comunicación es que las representaciones que los diferentes actores intercambian entre sí a través de unos medios dados, proceden de dos fuentes: los discursos dominantes y circulantes previos y circundantes al sujeto y las características concretas de este sujeto, incluyendo los discursos y prácticas que le son propios. Esto indica que las personas no son receptoras pasivas que reciben mensajes y se ajustan a ellos para decodificarlos en un único sentido. Los mensajes –y en este caso los estereotipos y marcas de género sn introyectados por mujeres y varones, condicionan su mirada sobre sí mismos pero también ellos interpretan en forma activa estos mensajes, los pueden aceptar, rechazar, reformular y recrear según

sus propios esquemas interpretativos. La contrapartida entonces es que, a través de la emisión de nuevos mensajes, direccionados a revisar y cuestionar los previos y dominantes, los estereotipos y sesgos de género pueden ser identificados primeros y modificados luego.El éxito de la comunicación, entonces, no radica tanto en la eficacia con que el mensaje emitido se ajusta a un medio y a códigos ya preestablecidos o previamente compartidos sino en la capacidad de generar instancias de intercambio y puesta en común entre sujetos que apunten a la revisión y a la transformación de lo estatuido previamente. Nos comunicamos para lograr cosas y logra- adecuadas. En esta línea, una primera cuestión a tener en cuenta es que una esrategia comunicacional constituye un proyecto comunicativo que, como tal, puede y debería integrar un campo mayor constituido por la planificación de proyectos sociales. Social, en la medida que la comunicación es una práctica social relevante. Social también en la medida en que los proyectos comunicativos – por desarrollarse en escenarios sociales concretos y en función de objetos sociales han tomado del campo de la planificación y evaluación de proyectos sociales parte de sus herramientas, así como también del área del marketing social. Y social, por último en la medida en que ambos apuntan directamente a modificar situaciones. De este modo, un proyecto comunicativo estará constituido por toda práctica planificada de intercambios comunicativos en atención a modificar una situación inicial para pasar a un escenario nuevo considerado mejor respecto del primero. He aquí la explicación para la segunda afirmación del párrafo inicial respecto al incremento de la relevancia de la Estrategia de Comunicación en una intervención como la de FORMUJER que busca dejar instalado un “nuevo escenario” en el que la perspectiva de género transverzalice todas las dimensiones de la política y del quehacer institucional.Concebir la Estrategia como un proyecto comunicacional implica pensar en sus alcances, y estos guardan relación con los niveles de involucramiento y participación que le otorga a las poblaciones destinatarias o poblaciones meta del proyecto. Puede tener tres tipos de alcance, que idealmente deberían coexistir, correspondientes a tres niveles diferentes de comunicación posible que van desde el más restrictivo al más amplio: Información: supone transferir información sobre un asunto de relevancia para la población a la que va dirigido en cantidad y calidad suficiente. Opinión: corresponde a un nivel más complejo de relación comunicativa, en la cual los destinatarios (sujetos, ámbitos o instituciones) pasan a ocupar el rol de participantes emitiendo opiniones sobre los asuntos que les son propuestos. Decisión: los destinatarios pasan a ocupar un rol de decisores respecto de los objetivos y temas de los que trata el proyecto comunicacional. Implica un proyecto interactivo y una modalidad participativa de planificación y gestión. Los participantes pueden decidir sobre los asuntos del proyecto en la medida que se trata de sus propios asuntos, “lo que supone una adecua- da y oportuna información, el reconocimiento de acuerdos (sobre la base de la consideración de las diversas opiniones existentes), diferencias, mecanismos adecuados de discusión y toma de decisiones”.Para que el proyecto comunicacional logre mostrar una realidad nueva (informar), cuestionar y revisar lo previo (generar opinión) y modificar prácticas actitudes (tomar decisiones), se requiere el conocimiento de los perfiles, expectativas y necesidades de los destinatarios sean ellos personas o entidades, habilitar y valorar las instancias de

intercambio y desarrollo de estrategias y productos comunicacionales funcionales, específicos o adaptados al para qué del proyecto y las peculiaridades de sus destinatarios. Mirado desde FORMUJER, corresponde recordar que tiene varios públicos destinatarios que se agrupan según sus dos grandes objetivos –fortalecimiento institucional y mejoramiento de la empleabilidad de las personas y según la lógica en la que se esté trabajando – transversalización de la perspectiva de género y focalización de metodologías y acciones. Al adoptar este enfoque, la Estrategia de Comunicación se constituye para FORMUJER en una herramienta para que el quehacer institucional sea revisado, incorpore la mirada de género, innove en sus metodologías y prácticas y para convocar y atender las necesidades de las mujeres pobres... En este sentido, importante tener presente que la incorporación de la perspectiva de género, asumida transversalmente, requiere de la generación de espacios para el diálogo la participación con el personal de todas las áreas de trabajo, pues incorporar enfoque de género es una tarea colectiva que pasa por lo administrativo, lo técnico y lo humano y donde la dimensión personal es primordial porque: “En la formación en género el sujeto de aprendizaje es la propia persona, es la experiencia personal la que se problematiza y se constituye en material de análisis crítico primero y propositivo después. En ese sentido, es esencialmente y con más intensidad que cualquier otro, un autoaprendizaje, un aprender a reaprender…”Los estudios referidos al grado de eficacia alcanzado por los programas y proyectos indican que uno de los elementos que dificultan su éxito suele ser la “falta de información” entre las diversas poblaciones involucradas en el mismo, y entre la población meta. En este sentido, la experiencia demuestra que una de las barreras a sortear para lograr un programa exitoso (entendiendo por tal el que logra efectivamente que sus acciones recaigan en la población meta, beneficiándola) es la barrera comunicacional. Sortearla supone, lograr articular un discurso unívoco y distintivo que permita una clara identificación del programa y su entidad patrocinante, una identidad visual que identifique y diferencie al programa y su organismo de otras ofertas similares y una estrategia de promoción y comunicación dirigida hacia el público meta y públicos aliados, centrada en la búsqueda de “sintonía” entre las necesidades y los intereses de estas poblaciones y los objetivos y modalidad de gestión del programa.Actualmente, la mayor parte de los organismos tiende a incorporar el componente comunicacional en el diseño de sus programas, en el entendido de que el logro de sus metas está supeditado a la calidad de las comunicaciones que establezca con sus diversos interlocutores.En un universo tecnológico caracterizado por enormes flujos de información sobre una vasta oferta de servicios y emitidas desde multiplicidad de fuentes y desde diversidad de canales, la información circula en forma indiscriminada, produciendo saturación, redundancia y finalmente, indiferenciación de las ofertas. Descarte y selectividad son dos rasgos predominantes del modo actual de circulación de información, a tener en cuenta a la hora de pensar cómo, dónde, a quiénes comunicar. Ello supone un enfoque estratégico de la comunicación.A la necesidad de transmitir la información adecuada hacia el público identificado, se suma la de garantizar la posibilidad de que este público identifique y diferencie la propuesta del programa del resto de propuestas circulantes, así como la necesidad de favorecer la comprensión y adhesión al programa, lo que supone un enfoque dialógico de la estrategia.

En esta línea, posicionamiento, diferenciación, imagen, llegada al público, intercambio y respuesta, son áreas de trabajo a abordar en forma conjunta y son las que conforman el diseño de un plan de comunicación estratégica. Su aplicación a FORMUJER redunda en la identificación de:

Desafíos comunicacionales básicos:

Lograr que se perciba la articulación entre lo que ofrece la propuesta y las realidades y demandas de sus potenciales usuarios (mujeres y familias, sector productivo, las IFP y sus distintas categorías de personal)

Establecer un vínculo con los potenciales usuarios/beneficiarios del Programa FORMUJER

Lograr reconocimiento y legitimidad tanto por parte de las IFP y el sistema de formación regional como de las personas interesa- das en capacitarse

Valorizar la propuesta frente a otras más fragmentarias o menos sólidas.

Herramienta: UNA ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN INTERNA Y EXTERNA tendiente a lograr:

Un discurso de presentación de la propuesta que de cuenta de sus características distintivas y una Identidad Visual que garantice la diferenciación de la propuesta dentro de otras del tipo, a la vez que la identificación (Identidad y Posicionamiento)

Una difusión de la propuesta/Programa –a través de temas, estilos, lenguajes, soportes y canales adecuada a los rasgos cultura- les, de interés y de consumo comunicacional de los diferentes públicos meta

Un claro reconocimiento de las características y beneficios de las propuestas para sus potenciales usuarios

Generar canales de acceso real a la propuesta/Programa Habilitación de intercambios comunicacionales que enriquezcan la

propuesta/Programa La legitimación y adhesión hacia la entidad oferente (Credibilidad institucional).

Estas dos vertientes de la comunicación fundamentan y se operacionalizar, prioritariamente, en el componente interno de la Estrategia de Comunicación,que FORMUJER adoptó tanto a nivel global del Programa como en cada uno de los Países.Un aspecto más a retomar y profundizar en este punto destinado a funda- mentar y conceptualizar la Estrategia de Comunicación en el modelo de intervención desarrollado por FORMUJER es el enfoque de comunicación estratégica o comunicación para la acción que concibe a la comunicación como generadora de espacios de intercambio y como herramienta para hacer y lograr cosas, o dicho en forma más técnica, como diseño de acciones orientadas hacia un escenario desea- do. La conjunción de ambas funciones es uno de los fundamentos más contundentes para definirla como una herramienta de gestión organizacional de las políticas de formación y equidad.

La generación de espacios de intercambio es lo que habilita la apropiación y enriquecimiento de los ejes conceptuales y de las propuestas metodológicas del Programa y particularmente la retroalimentación y construcción con- junta del conocimiento al interior de cada IFP y por parte de sus distintas poblaciones, entre IFP y, muy particularmente, a nivel del Programa entre los equipos de las Unidades Coordinadoras Nacionales y Regional y las entidades co ejecutoras. Por otra parte, al crear vínculos se constituye en habilitadora del diálogo entre actores y contribuye fuertemente a la institucionalización y legitimación de la propuesta. Igualmente se aplica al objetivo de fortalecimiento de la empleabilidad de las personas. La comunicación como acción hace de las acciones comunicativas instancias de formación, transferencia, diseminación y por ello son esenciales para la sostenibilidad de la propuesta.

Lección 2. La ciberciudadanía a debate político y social.

La Sociedad del Conocimiento: un nuevo entorno histórico para redefinir el concepto de ciudadanía.

Que la Sociedad de la Información y el Conocimiento supone un cambio radical de paradigma social es un tópico asentado. Llama, sin embargo, la atención la poca relevancia que la cuestión de la ciudadanía tiene en la mayoría de las lucubraciones y estudios que se desarrollan a propósito de este “nuevo” paradigma social, más aún cuando en su enunciado es frecuente añadir “ para las personas ”.

Si efectivamente estamos ante un nuevo y radical cambio de paradigma social , debiera admitirse inmediatamente que, en cuanto tal, posee la capacidad de modificar profundamente las condiciones de nuestras vidas, lo cual no es decir poco. Sin embargo, cuando se intenta concretar el verdadero alcance de ese cambio lo usual es hacer un salto en la continuidad del pensamiento y limitar su impacto a lo que podríamos llamar “algunas instancias parciales” de la vida, tales como la forma de estudiar y aprender, de acceder a la información, de conectarse mejor y más rápidamente unos con otros, de recurrir a los servicios públicos (administración, centros de empleo, sanidad, hacienda), etc.

Nadie duda que todo ello sea importante. Pero debiéramos ser conscientes de que esta forma de reducir la dimensión del cambio tecnológico a una panoplia de aprovechamientos utilitaristas - cuando no puramente consumistas - se inscribe en una corriente de pensamiento que está lejos de ser neutra , objetiva o simplemente técnica . En realidad, se trata de una ideología neoconservadora, con tintes fuertemente individualistas, que pone su mayor énfasis en la competitividad malthusiana y, sobre todo, obstaculiza una conceptualización superior que permita superar los intereses inmediatos de cada individuo para, con una perspectiva más integradora, realzar su trascendencia social y afrontar sus consecuencias.

Este reduccionismo también afecta al propio individuo en cuanto tal, que se ve “fragmentado” como persona sumiéndolo en un mar de intereses inmediatos

contradictorios, lo que dificulta aún más su integración coherente como ciudadano o ser social. Así se explican, por ejemplo, los esquizofrénicos enfrentamientos entre el “yo trabajador” y el “yo consumidor”, entre el “yo contribuyente a la Hacienda pública” y el “yo demandante de servicios” frente a la Administración , etc.

Trascendencia del cambio de paradigma.

Si aceptamos que existe un auténtico cambio de paradigma, en el sentido de que se modifican radical y drásticamente las condiciones de vida de todos o de la mayoría de los individuos de una sociedad, debiéramos reconocer consecuentemente que –aunque sea en términos amplios- asistimos a alguna suerte de revolución social. O lo que es lo mismo: que se están modificando las relaciones sociales, entendidas estas como la forma específica y particular que adopta el conjunto de individuos y que definen un determinado contexto social.

Pero decir que se modifican las relaciones sociales es mucho más que decir que se modifican las condiciones de vida de cada individuo en particular. Supone, además, la necesidad de analizar y definir en qué sentido, con qué dirección y en qué contexto se producen esos cambios. De no ser así, no se podría entender por qué y con qué intensidad cambian las condiciones particulares de existencia. O dicho de otra forma: si no se rastrea en las relaciones sociales, el cambio de las condiciones de vida habría que inscribirlo en una suerte de pensamiento mágico en virtud del cual cada individuo, por sí mismo, en forma extrañamente coincidente a pesar de un entorno generalmente desindividualizado, se alinea en una dirección sorprendentemente común. No parece, ésta última, una explicación convincente.

Concepto de ciudadanía.

El concepto de ciudadanía supone una representación más que simbólica de las relaciones sociales: en él se resume el modelo de contrato social vigente en cada momento histórico, a través del cual se explicitan las formas de pertenencia y participación de los individuos en una comunidad pretendidamente libre y democrática. Es decir, el concepto de ciudadanía define el estatus sociopolítico de los individuos.

La ciudadanía, en cuanto concreción del conjunto de derechos y obligaciones que los individuos han ido contrayendo tanto en la esfera individual como en la colectiva a través de la política (1) se ha ido normalizando (2) a lo largo de la historia, si bien en forma asimétrica (3). Su entramado jurídico (la expresión legal de la misma) representa sólo una parte del análisis de la noción de ciudadanía.

Hay tres elementos que, en cada caso, han ido articulando el concepto ciudadanía:

• Las condiciones de acceso : criterios y normas que determinan la entrada o no de un individuo en la vida pública como agente activo.

• Las condiciones de pertenencia : derechos y obligaciones que adquiere el ciudadano, y protocolos que deberá guardar en las relaciones sociales que entable.

• Las condiciones de participación : mecanismos sociales y políticos a través de los cuales se le permite participar en las decisiones públicas (4).

Aproximación histórica.

El concepto de ciudadanía ha ido cambiando a lo largo de la historia, e incluso, es diferente según las distintas culturas y civilizaciones contemporáneas. Conviene recordar, aunque de manera sucinta, los principales hitos históricos:

La ciudadanía en la antigüedad clásica.

En la Grecia clásica, el derecho de ciudadanía estaba ligado al de pertenencia a una polis (ciudad-estado) (5). Pero nuestro término “ciudadano” proviene del romano civis y éste, a su vez, de civitas (ciudad, o estado en cuanto conjunto de habitantes).

En ambos mundos –griego y romano- la “ciudadanía” se definía en términos de un conjunto de obligaciones, derechos y protocolos de interrelación exclusivos de los hombres libres. El derecho de ciudadanía era restrictivo y no alcanzaba a todos los pobladores de una ciudad o un Estado (por ejemplo, los esclavos, que eran mayoría, no lo poseían).

Posteriormente, en los regímenes feudal-monárquicos, el concepto de ciudadanía se ve sobrepasado por el de “súbdito”, que se extiende a todo aquél que habita dentro de los límites de un feudo o de un reino, mientras que, sobre todo, los derechos de que gozaban los ciudadanos griegos y romanos libres se limitan a una minoría aún más exigua: ya no bastaba ser “libre”; además, había que ser “noble”.

La ciudadanía en el pensamiento liberal: “un hombre, un voto”.

La revolución francesa introduce un cambio radical. Con ella, el simple habitante de la ciudad o del Estado, por el mero hecho de serlo (“ciudadanía de origen”), adquiere plenitud formal de derechos y el “ciudadano”, de súbdito, pasa a protagonista del devenir político. Con la revolución francesa nace el concepto moderno de ciudadanía que se asienta en las tres premisas básicas conocidas: libertad, igualdad y fraternidad (6).

Pero es Kant quien confirma definitivamente la interdependencia inexcusable entre las nociones de libertad, Estado de Derecho, universalidad de derechos y deberes, y ciudadanía. Y aún más: en este punto, Kant escinde la ética de la política (la condición de ser “virtuoso” que hasta los enciclopedistas reclamaban), “ puesto que el buen ciudadano no necesariamente tiene que ser un hombre vir tuoso, no hay que presuponerle virtud de ningún tipo, sólo entendimiento , (ya que) si el ciudadano no

pudiera conseguir su felicidad privada sin promover a un tiempo la pública, nadie, salvo los bobos, sería vicioso ” (7).

Con el posterior ascenso de las burguesías urbanas y el triunfo del capitalismo industrial , dentro de los Estados liberales burgueses, si bien no se limita formalmente la extensión de los derechos de ciudadanía con la implantación del “sufragio censatario”, si suponen un punto de inflexión en lo que a la posibilidad de ejercerlos se refiere, de forma que en esa época se puede hablar con todo rigor de la instauración de ciudadanos “de primera” y de “segunda” (y aún de “ninguna”) categoría. Sólo Marx reivindica la igualdad de todos los ciudadanos por encima de sus condiciones económicas y culturales, y critica, en favor de la acción colectiva, el individualismo del Estado burgués y su vinculación a un territorio geográficamente acotado (8) (“ ciudadanos del mundo , uníos ”).

Siglo XX: crisis del concepto liberal de ciudadanía.

Ya en el siglo XX, eclosionan un conjunto de movimientos sociales y corrientes de pensamientos sumamente contradictorios que van evolucionando, por lo general, según el grado de acuerdo o desacuerdo de la propia condición del Estado-nación y, particularmente, según el grado de adscripción o rechazo del sistema económico hegemónico por excelencia: el capitalismo.

Para unos, la propia noción de ciudadanía expresada en términos de igualdad (teórica) de los individuos ante la ley, constituye en sí misma un poderoso instrumento de legitimación de los mecanismos de explotación y subordinación típicamente capitalistas, puesto que tratar de la misma manera a opresores que oprimidos significa consolidar la relación de opresión existente.

Por su parte, las corrientes liberales insisten en anteponer los derechos individuales sobre los colectivos ( libertad frente a igualdad ).

Lo cierto es que “la ciudadanía” se torna sustancialmente más compleja, tanto en su aspecto conceptual como político, y la geografía del mundo moderno del siglo XX se divide con claridad de acuerdo con esas dos concepciones.

En parte de Europa, no obstante, surge otra opción que intenta aproximar los extremos y que se concreta en el llamado Estado del Bienestar . Éste busca y exige una instancia de mediación social que, por una parte, atempere el poder de los más fuertes, sobre los que carga obligaciones adicionales (fundamentalmente a través de la fiscalidad progresiva), y por otra concede un “plus” de derechos o compensaciones a los más débiles.

La hegemonía del capitalismo y la globalización: “ un euro, un voto”.

Si algo caracteriza las postrimerías del s. XX es el hecho de que la economía financiera sustituyó a la economía real y ello gracias a las tecnologías de la información y el

conocimiento. La economía financiera consiguió la universalización del mercado (la globalización). O lo que es lo mismo: la dispersión fraccionaria de la producción en todo el mundo y la concentración hiperconsumista en el primer mundo.

La exaltación de la economía derivó hacia la mercadolatría (“una especie de metafísica económica que absolutiza el mercado como panacea de todos los problemas” (9)).

La mercadolatría, como religión dominante y hegemónica, ha conseguido muchas más cosas: ha sustituido la nación de “trabajador por cuenta ajena” por la de “colaborador incondicional con el sistema” y, lo que más nos atañe, la de ciudadano por la de consumido r. De forma que en la actualidad, salvo en la circunstancia formal de las elecciones cuatrianuales, una persona no es un voto, sino que “ un euro es un voto ”, lo que en la práctica deriva en que sólo se adquiere el nivel que antes otorgaba la condición de ciudadano si previamente se garantiza la posibilidad de ser consumidor.

Lección 4. Por una reformulación más amplia del concepto de Ciudadanía.

Se entiende así nuestro asombro frente a la ausencia de discusión relativa a la noción y sentido de la ciudadanía en la amplia parafernalia discursiva lanzada en torno a la Sociedad de la Información y el Conocimiento y nuestra alarma cuando, de manera recurrente, quedan fuera de discusión cuestiones tales como dónde está el poder en este nuevo constructo social y quién lo gestiona, por qué siempre priman los análisis cuantitativos frente a los cualitativos, por qué, si partimos de la base de que existe una clara y manifiesta injusticia social, no se pone encima de la mesa este problema como algo que precisa una solución urgente e, incluso, quién impulsa y a quién beneficia el discurso imperante en la actualidad (abstracto, ahistórico, cuantitativo…), en ocasiones tan políticamente correcto como superficial.

Todo ello obliga a llevar el debate al escenario más global posible con el fin de no hurtar ninguno de sus elementos sustanciales.

La introducción del concepto de ciudadanía en el centro del debate de la SI permitiría trascender los análisis puramente instrumentalistas o eficientistas que, aunque necesarios, son parciales (si la educación se hace mejor o peor, si la comunicación más rápida o eficaz, etc.), y vincular las reflexiones a ejes más cruciales y complejos: qué tipo de sociedad se quiere construir, cómo se articulan en este nuevo estadio social las relaciones de poder, cómo puede aumentar la libertad, la justicia social, la democracia, el conocimiento, etcétera.

Notas:

(1) Por política se entiende lo vinculado a “la polis”, es decir, a la gestión colectiva del ámbito público, lo que trasciende a lo intrínsecamente individual. No nos referimos, por tanto, a la actividad profesional de la llamada “clase política” constituida en las democracias

(2) De ‘norma', en cuanto estándar y en cuanto principio aceptado universalmente por los constituyentes de una sociedad.

(3) Lo que significa que el contrato social y su expresión simbólica de ciudadanía siempre se ha establecido a favor de los sectores más poderosos.

(4) Es decir, las formas legitimadas a través de las cuales se expresan las relaciones de poder existentes.

(5) Adviértase cómo desde sus inicios las nociones de “ciudadanía” y “política” están estrechamente ligadas.

(6) Conviene recordar, no obstante, como lo hace Pérez Luño que a pesar de todo “no todas las personas son ciudadanos, puesto que las mujeres, los niños y los siervos no poseen tal condición; participarán de ella a través de los vínculos que les unen con quienes ostentan la condición de ciudadanos” (op. cit., págs. 27-28).

(7) Domènech, Antoni (1989): De la ética a la política . Crítica. Barcelona.

(8) Es importante retener esta cuestión de la territorialidad, para luego revisar la cuestión desde el ordenamiento social que propone la Sociedad de la Información.

(9) Estefanía, Joaquín (2000): El poder en el mundo . Plaza y Janés. Barcelona.

Lección 3. Ciudadanía y Sociedad del Conocimiento.

El fenómeno de la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SIC), por encima de sus peculiaridades puramente técnicas, plantea una cuestión que va a la raíz misma del concepto clásico de ciudadanía.

Hasta ahora, siempre se ha considerado que existe una conexión intrínseca entre ciudadanía y Estado-nación. De hecho, el ciudadano, en cuanto ejerciente de derechos y demandante de servicios se define en cuanto tal frente a “su” Estado. Éste, por su parte, limita y circunscribe sus responsabilidades, principalmente las garantes de derechos y asistenciales, a las personas que forman parte de él.

Las transformaciones políticas, económicas y técnicas actuales están modificando radicalmente ambos polos del binomio.

Por una parte, la SIC , en cuanto sociedad esencialmente virtual, diluye uno de los elementos centrales de referencia de los ciudadanos: la pertenencia a un entorno político geográficamente bien definido y delimitado, como es el Estado-Nación. Una referencia –la territorialidad- que ha sido tradicionalmente fuente de no pocos conflictos

históricos, incluidos los bélicos, pero también ha sido, y es, una clave importante de identificación personal y colectiva.

Pero por otro lado, rotas las fronteras geográficas formales, la red permite la participación o injerencia de cualquier individuo o grupo en los asuntos públicos de una comunidad ajena, lo que amplía extraordinariamente el campo subjetivo de la ciudadanía y abre un campo inusitado de activismo social, político, cultural y económico que trasciende los límites territoriales del Estado-Nación.

Resulta, pues, claro que la Sociedad de la Información debiera plantearnos la necesidad de repensar la noción de ciudadanía. La pregunta final es esta: ¿qué contenido –derechos y obligaciones- debe tener el derecho de ciudadanía en un Estado Global?

Nuevas exigencias del concepto de ciudadanía en la SI.

Como práctica histórica, la evolución del concepto de ciudadanía ha logrado definir los derechos de los individuos frente a Estados y grupos sociales. Marshall (1) distingue los siguientes derechos históricamente construidos: los civiles, nacidos en el siglo XVIII; los políticos, en el siglo XIX y los sociales, que surgieron con fuerza en el siglo XX, ante la creciente toma de conciencia de dignidad de las personas y de solidaridad frente a la desigualdad propiciada por el capitalismo rampante.

Los dos primeros – derechos civiles y políticos- constituyen los derechos de primera generación; los derechos sociales, los de segunda generación. Pero, más adelante,habla de los derechos de tercera generación, aquellos en los que “el titular no es el individuo en cuanto tal”, sino que lo es en cuanto se ve concernido por determinadas condiciones o circunstancias socioculturales, comunicacionales, etc., como ser anciano, joven, mujer, etc. (2)

Otros investigadores sociales abundan en la misma idea, asentándola en los cambios que por arriba o por abajo está sufriendo el clásico “Estado-Nación”, y así exploran nociones más amplias que pretenden adaptarse mejor a la realidad actual, de forma que sea posible admitir una pluralidad de ciudadanías, o sustituir la ciudadanía unilateral por una ciudadanía multilateral . Esta última consistiría en ir más allá de una mera ciudadanía diferenciada (Kymlicka, 1996) en el interior del Estado. El reconocimiento del desbordamiento político y jurídico del Estado debido a los fenómenos de ‘supraestatalidad' (supeditación del Estado a organizaciones internacionales) y de ‘infraestatalidad' (asunción de competencias jurídico-políticas por entes menores que el Estado, como las Regiones Autonómicas) invita a admitir ese uso lingüístico multilateral de la idea de ciudadanía (3).

La SIC supera el marco jurídico-político del concepto tradicional de la ciudadanía y lo hace bascular más en afinidades ideológicas, culturales, sociales, políticas o sentimentales, que en vinculaciones territoriales. Pero, por otro lado, la SIC –no lo olvidemos- es a la vez, causa (aunque no la única) y consecuencia del proceso de globalización con pretensiones hegemónicas que caracteriza nuestra era.

Lección 4. Ciudadanía y Nacionalidad en la Sociedad Virtual.

En definitiva, con la SIC , se debilita el vínculo clásico entre ciudadanía y nacionalidad y crece la necesidad de una rearticulación del campo de los derechos ciudadanos y del papel que corresponde no sólo a los Estados, sino al Estado Global, como responsables y garantes de los mismos.

Este nuevo escenario introduce una fenomenal complejidad en los mecanismos, primero, de identificación, y, segundo, de participación y decisión democráticas de los ciudadanos: no sólo abre la posibilidad de nuevos canales de participación, sino que los exige y, además, en tiempo real, lo que supone un plus adicional no alcanzado hasta ahora de transparencia, de no discriminación y de eficacia no sólo en el acceso a la información pública, sino en la propia producción social de la información.

Los nuevos poderes.

Pero, la aparición de múltiples actores, grupos y comunidades, que toman una nueva conciencia de sí mismo y se ven fortalecidos por estas transformaciones tecnológicas y del Estado-Nación, no debe hacernos desconocer que, en paralelo, e incluso antes de que la “nueva ciudadanía” sea consciente de sus nuevas posibilidades, los agentes económicos dominantes ya están configurando una Sociedad de la Información a su medida, y que están estructurando nuevas formas de poder e influencia en el mundo virtual.

Estas nuevas formas de dominación, que no compiten con los usos coercitivos del Estado, sino que los ignoran y trascienden, se sirven de dos cauces: el control de la investigación, del desarrollo y de la comercialización de la tecnología comunicacional, y de la complicidad inducida de una gran masa de usuarios/consumidores cautivos y, por lo general, acríticos.

Por otro lado, su dominación –que en realidad contiene importantes dosis de apropiación- se está consolidando a través de los siguientes mecanismos: el control de acceso a esta nuevo estadio de ciudadanía (mediante la imposición de un peaje económico nunca suficientemente satisfecho), la modulación interesada de la velocidad de integración (de acuerdo con una preferencias políticas y económicas previamente establecidas) y la coerción sobre los elementos descontentos con el sistema (mediante la intromisión directa y el control de sus actividades virtuales gracias a potentes robots fiscalizadores o recurriendo a la aplicación de leyes desfasadas, p. ej., las de la propiedad intelectual de algunos países).

En síntesis, difícilmente habrá un ejercicio ciudadano potenciado al nivel que prometen el uso intensivo de las TICs, si socialmente no logramos neutralizar las actuales asimetrías de poder y los déficits democráticos que de forma tan acusada ya se advierten en la construcción de la Sociedad de la Información y el conocimiento.

Notas:

(1) Marshall, Thomas (1998): Ciudadanía y clase social . Alianza. Madrid.

(2) Martínez, Gildardo: Internet y ciudadanía global : procesos de producción de representaciones sociales de ciudadanía en tiempos de globalización, en Daniel Mato (coord.), Políticas de ciudadanía y sociedad civil en tiempos de globalización. Caracas: FACES, Universidad Central de Venezuela.

(3) Pérez Luño, Antonio (2004): ¿Ciberciudadaní@ o ciudadaní@.com ? Gedisa. Barcelona.

Ciudadanía y Ciberespacio.

“En círculos intelectuales es común encontrar miradas que muestran cómo el lazo que vincula a la ciudadanía y a los Estados parece debilitarse y ya no está restringido exclusivamente, a la voluntad de aquellos ni a constructos sociales como Estado-nación, soberanía nacional, territorio, identidad nacional e historia. Muchos de éstos parecen perder sentido como referentes para la producción de un ejercicio ciudadano y de procesos identicatorios. Espacios “desterritorializados” logran constituirse en ejes de producción de ciudadanía posibilitando un carácter global a este (nuevo) constructo social”. (G. Martínez (1)).

“Probablemente estemos más cerca que nunca, como alguna vez lo temiera Marx en su “Cuestión judía”, de un mundo de “individuos individuados plenamente”, en el que la civilidad es simplemente el encuentro de egoísmos que son conscientes de si mismos”. (F. Gutiérrez Sanin (2)).

Las dos citas de arriba sirven para ilustrar tanto la complejidad, como los riesgos y oportunidades que se abren para las sociedades que están transformándose en esa doble dimensión (aunque profundamente interrelacionadas entre si) de globalización y uso intensivo de las TICs. En este apartado trataremos de indagar cómo funcionan, en este marco, los conceptos de ciudadanía.

¿Qué se cuenta en la propia red?

La cuestión de la ciudadanía es ampliamente debatida en la red con planteamientos muy dispares. Sin embargo, si se hace el esfuerzo de extraer lo medular de las discusiones, se pueden agrupar en los siguientes ejes básicos:

• La visión utilitarista del ciberespacio.

• La reingeniería social basada en las TICs como habilitadora de una ciudadanía de mayor calidad

• Una ciudadanía relacionada con el espacio virtual (el ciberespacio) o ciberciudadanía

La concepción utilitarista del ciberespacio.

Muchos estudios, algunos de gran empaque social (3) sobre Sociedad de la Información , analizan el uso de las TIC en función de los diferentes roles que juega el ciudadano: trabajador, consumidor, estudiante, cliente, viajero, aficionado, etc., así como según segmentos de edad y condición social.

En estos análisis, básicamente cuantitativos, la cuestión de la ciudadanía no aparece referenciada como tal, ni es objeto de ningún tipo de estudio específico, sino que se refieren en forma genérica a la aportación (o mejora) que desde la construcción del ciberespacio (4) se le ofrece al ciudadano.

Obviamente, no se trata de atribuir ningún tipo de intencionalidad política sesgada a dichos trabajos, pero es lo cierto que su propia conceptualización, implícita en la metodología usada, desintegra la noción de ciudadanía en una relación de actividades –por otro lado, siempre incompleta o cuando menos insuficiente- con lo que se acaba diluyendo el propio contenido social y político del concepto.

Este tipo de análisis cuantitativos son útiles para cuantificar aspectos de mercados, dimensionar indicadores de uso o demanda, etc., pero apenas añaden nada en relación con las transformaciones políticas de la noción como articuladora de un nuevo modelo de sociedad. Son indicadores más propios del ciudadano-consumidor que del ciudadano protagonista de derechos y deberes sociales.

En definitiva suelen ser muy válidos, en la mayoría de los casos, para determinar si el negocio funciona o no y en función de ese análisis poner en práctica las estrategias o acciones más adecuadas para obtener mejoras muy particulares o, cuando menos, parciales. Nada tienen que ver con planteamientos cohesionadores desde el punto de vista social.

Esquizofrenia social.

Esta disgregación del ciudadano en parcelas constitutivas implica algo más importante todavía: representa la fragmentación de la personalidad ciudadana, en tanto que el “yo total” acaba enfrentándose al “yo circunstancial”, en una suerte de esquizofrenia social característica de la sociedad productiva/consumista y globalizada.

Así vemos cómo, en muchos casos, el “yo consumidor” se enfrenta al “yo trabajador”, el yo demandante de servicios públicos al yo contribuyente , etc. Va de suyo que esta fragmentación del “yo” es esencialmente fragmentación de la conciencia y de los procesos cognitivos holísticos. De esta manera se bloquean los procesos individuales y sociales para concebir el mundo como una realidad compleja, pero articulada. En otras palabras, en esencia, desaparece la política como ejercicio de comprensión del todo, y es reemplazada por estímulos descontextualizados, frente a los cuales no caben acciones comunes –solidarias- sino sólo respuestas parciales y, sobre todo, individualizadas.

No puede dejar de observarse, finalmente, que estos modelos de análisis son esencialmente funcionales para el pensamiento (único) vigente que asimila cualquier

innovación tecnológica o cualquier ampliación del consumo de tecnologías (la lógica de mercado) con mejora social , es decir, individual.

La reingeniería social como habilitadora de una ciudadanía de mayor calidad.

En este planteamiento hay un doble salto interpretativo importante. Por un lado, se admite que la aplicación masiva de TICs supone una reingeniería social de calado. Es decir, no es que la actividad/función social se haga “mejor” (más rápida, más precisa, etc.), sino que al “tecnologizarse” cambia la relación “persona/función” y se crean nuevas formas de interacción entre los propios ciudadanos entre sí, entre estos y el Estado, etc

Por otro, se abren posibilidades para desarrollar nuevos campos de acción para mejorar la calidad de la ciudadanía.

Muestra de lo primero serían todas la aplicaciones de e-gobierno (administración en línea, información al ciudadano, etc.), e-educación , etc. No se trata sólo de que el ciudadano pueda gestionar sus peticiones a la Administración con ahorro de tiempo y que la propia administración pueda completar las tramitaciones en tiempos sustancialmente menores: lo innovador es que el ciudadano puede organizar sus espacios de vida (a lo mejor, los yoes que mencionábamos) de una manera distinta, ya que permite transferir tiempo y recursos personales a otras actividades. Cambia así la forma en que se relaciona con su entorno, desde el momento mismo en que –en teoría-ni siquiera tendría que salir del hogar familiar para gestionar algo que es esencialmente público.

Pero eso implica también que la Administración se vea obligada a responder de una manera distinta al ciudadano, de ser mucho más transparente. Es decir, está sometida a un modelo de control nuevo, no existente (por no posible) hasta ahora, de donde, siendo este control, un elemento importante de caracterización de la calidad de la ciudadanía vigente, se infiere la mejora de calidad de ciudadanía que se obtendría. En síntesis la reingeniería social trastoca tanto el rol de la administración como el de los administrados.

En cuanto al segundo aspecto, relacionado con lo que sería una mayor interacción entre los propios ciudadanos, entraríamos de lleno en las comunidades que el ciudadano crea en el ciberespacio con diversos fines: el reivindicativo, el cultural el lúdico etc., algo que posibilita una mayor cohesión social desde formas organizativas que “superan” de alguna manera las formas clásicas que ofrece el entramado político, al situarse en un ámbito diferente.

La ciberciudadanía.

Esta es sin duda una de las cuestiones más sugerentes que están emergiendo en el pensamiento social en torno a los efectos del uso intensivo de las TICs a escala global.

Siguiendo a G. Martínez, “la acción de un ecosistema comunicativo dinamizado por el uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación desarrolla nuevos modos de estar juntos y nuevas sensibilidades, pero también la interconexión de conflictos y causas equivalentes en espacios desterritorializados . Las ideas compartidas se conforman a partir de afinidades que sugieren la presencia del sentido de pertenencia que se construye a través de redes electrónicas. Esas nuevas formas de sociabilidad surgen de experiencias compartidas en que el intercambio simbólico de valores éticos y estéticos, imágenes, informaciones, conocimientos y hasta necesidades afectivas conforman una nueva manera de satisfacer las necesidades gregarias de las personas y del estar juntos en un territorio, no ya geográfico, sino simbólico”.

Como se observa, la sociología va reconociendo una serie de atributos que muy fácilmente pueden ser remitidos a los elementos constitutivos de la noción de ciudadanía que establecimos en el artículo introductorio de este monográfico.

Existe, pues, una red de comunidades virtuales (no territorializadas ni basadas en la relación física o la proximidad de las personas), que es claramente identificable y que está conformada por individuos que adoptan este nuevo modelo de ciudadanía, no a través de los mecanismos burocráticos al uso, sino mediante alias, acrónimos, o incluso nombres reales, pero sobre todo mediante direcciones electrónicas personalizadas (IP).

Estas nuevas comunidades virtuales no compiten con las comunidades reales, sino que las trascienden y, sobre todo, generan una sensación de pertenencia que no es simplemente emotiva, sino profundamente política –en el sentido primigenio de la palabra- y que prefigura una suerte de “pacto social” de nuevo cuño.

Se produce así una superación de las sociedades ancestrales de base étnica, geográfica o política, y se construye una nueva comunidad caracterizada por una relación volitiva , convivencial y colaborativa sin necesidad de renunciar a los lazos étnico-políticos que definen las sociedades reales . Se puede decir en ese sentido que existe un afianzamiento de los vínculos sociales, individuales y humanos, unos a través de caracteres más clásicos y relacionados desde un punto de vista físico y espacial y otros, de carácter virtual. Nuestra opinión es que ni son antagónicos ni destructivos entre sí, siempre y cuando dichos vínculos se establezcan desde actitudes conscientes y de compromiso en torno a valores éticos universalmente reconocidos.

Por eso es imprescindible avanzar en las características específicas de este nuevo constructo social, tales como su horizontalidad estructural, la posibilidad de entrar y salir libremente de la comunidad; la interactividad en condición de igualdad; la libertad de expresión, reunión (virtual) y manifestación; la autorregulación como norma ético-social máxima, etc.

Pero esta realidad virtual, como todo mundo social, también posee un corpus normativo, un conjunto de derechos - ciberderechos - y obligaciones que todo miembro debe asumir so pena de ser ignorado, cuando no directamente expulsado de la comunidad.

Por último, conviene analizar con rigor la interacción entre esas comunidades virtuales y las comunidades sociopolíticas reales . O lo que es lo mismo, cómo se trasladan a la comunidad real las vivencias, experiencias y decisiones adoptadas en la comunidad virtual, y viceversa, cuestión en la que nos adentramos en el artículo siguiente.

Notas:

(1) Obra ya citada. Internet y ciudadanía global: procesos de producción de representaciones sociales de ciudadanía en tiempos de globalización.

(2) Apuntes sobre Globalización, Ciudadanía y Movimientos Sociales.

(3) La sociedad de la información en ESPAÑA 2004. Telefónica.

(4) En cuanto espacio conformado por el conjunto de desarrollo aplicaciones infocomunicacionales.

La ciudadanía digital: ¿superación o degradación de la ciudadanía de “tercera generación”? (1)

Siguiendo a Marshall (2), nos hemos referido en artículos anteriores a la ciudadanía de “tercera generación” entendiendo por tal aquella en la que el titular de los derechos no es el individuo en cuanto tal, sino que lo es en cuanto se ve concernido por unas condiciones o circunstancias socioculturales, comunicacionales determinadas (3).

Tal sería el caso del ciberciudadano, cuya condición inicial sería la de (a) poder acceder a los medios técnicos y comunicacionales que soportan estructuralmente la relación ciberespacial y (b) interactuar a través de los mismos (4).

Pero lo que nos interesa ahora es indagar sobre los modelos de interrelación entre un mundo y otro y analizar cómo se construye, y con qué claves, el mundo virtual a partir del mundo real y cómo influye el primero en el segundo y viceversa.

Las posibilidades del Ciberespacio. Visión utópica de la ciberciudadanía.

“Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.

No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla. Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías

que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente”

( Declaración de Independencia del Ciberespacio ) (5).

Cuando hablamos de visión utópica no deseamos introducir ningún matiz peyorativo. Ocurre, simplemente, que es usual entre los entusiastas del ciberespacio referirse a él como si se tratara de un mundo desligado del mundo tangible, enfatizando, en ocasiones, las indudables bondades del mundo virtual hasta extremos abiertamente utópicos, por idílicos.

Esta visión utópico-optimista acentúa el carácter abierto, horizontal, liberalizador y solidario de la red; la superación de todas las fronteras y barreras físicas, geográficas o políticas; la instantaneidad para ver cumplidas nuestras demandas; la expansión ilimitada de la información plural y sin censuras; las amplias posibilidades, inéditas hasta ahora, para la creatividad y expresión personal…, y así un largo etcétera.

Dentro de esta concepción, el ciberciudadano es el cosmopolita más universal y libre que imaginarse pueda, el habitante de un trasmundo de ensueño.

La irresistible ascensión de la cibernantropía.

El ciberciudadano entusiasta camina sin complejos hacia la cibernantropía. El cibernántropo, según Lefebvre (6), vive integrado en un mundo artificial, rodeado de todo tipo de artefactos técnicos que se convierten en su interfaz frente a los demás y al mundo exterior: se informa a través de los aparatos y a través de ellos se comunica, actúa, y adquiere un estatus social privilegiado que, ante todo, le provoca verdadera autosatisfacción. El cibernántropo ni se cuestiona ni le preocupa una dependencia cada vez más intensiva de la tecnología: lo considera normal, incluso imprescindible, “para poder responder con eficiencia a los múltiples retos del siglo XXI”.

Libertad e igualdad.

La Red se concibe como un mundo sin centro hegemónico, sin jerarquías, sin asimetrías culturales, sociales, económicas o políticas.

Las opiniones son completamente libres y una vez expresadas valen tanto unas como otras. Su valor está en el hecho mismo de que puedan ser formuladas, con independencia de su mayor o menor rigor intelectual. Un click es un voto, y eso vale tanto para prestigiar o desprestigiar una página, como para valorar una opinión, una propuesta o un ensayo científico.

Netiquette. La ética ciberciudadana.

El buen ciberciudadano cree en la “netiquette” (7) y parte de la base de que el ciberespacio genera de forma espontánea y natural una nueva ética que va más allá de las normas deontológicas ordinarias para el uso de la red.

Según esta percepción, la ciberciudadanía incluye, de suyo, el respeto a la libertad y a la pluralidad, la conciencia colectiva, la solidaridad, el desinterés económico, la defensa de los valores humanitarios, la salvaguarda de los principios ecológicos, etc.

Teledemocracia.

El ciberciudadano entusiasta apuesta sin ningún género de duda por la teledemocracia bajo el lema de “devolver el poder al pueblo” (8). En cuanto expresión auténtica, directa e inmediata de la voluntad de los ciberciudadanos, la teledemocracia supone la superación de la democracia representativa y parlamentaria. No existiendo intermediarios, se evitan las disfunciones propias de los sistemas electorales tradicionales que distorsionan la correcta representación popular (9) o las corrupciones de los partidos que, a la hora de gobernar, incumplen sus compromisos y programas electorales.

La teledemocracia se ve, pues, como un escalón más hacia la meta de la democracia total al evitar intermediaciones partidarias, interferencias comunicativas, morosidades burocráticas, limitaciones informativas, etc.

Las debilidades estructurales del ciberespacio. Visión crítica de la ciberciudadanía.

Sin menoscabo del reconocimiento debido a los avances sociales que, efectivamente, puede proporcionar –y de hecho proporciona- el ciberespacio, existen razones para introducir serias cautelas en las consideraciones excesivamente entusiastas al respecto o, cuando mínimo, propiciar un serio debate sobre su verdadero alcance.

Lo que da el matiz utópico a las formulaciones de los ciber-entusiastas no proviene tanto de lo que propugnan como de lo que olvidan.

La confusión entre lo posible y lo real.

La primera objeción de fondo proviene precisamente de ver cómo el entusiasmo lleva a confundir lo deseable, incluso lo teóricamente posible, con lo realmente posible y, sobre todo, con lo que de hecho ocurre.

El ciberespacio permite muchas cosas, pero no todas se plasman de forma automática en la sociedad real. Y ello es así porque las relaciones de poder que de forma efectiva controlan el desarrollo de la sociedad se sitúan en el ámbito político y económico a este lado del ciberespacio y, hoy por hoy, el mundo real proyecta más influencias en el ciberespacio que las que recibe de este. Analicemos algunas.

El poder del mercado.

Una primera mirada a la realidad político-social nos advertirá que a partir de las relaciones de poder que se han construido y consolidado en las últimas décadas de globalización neoliberal no es concebible una nueva realidad virtual que contraríe sustancialmente el modelo de sociedad arbitrada desde el mercado.

El ciberespacio no es un mundo nacido ex novo , libre de todo pecado original, exento de todo tipo de mancha o mácula. El ciberespacio que hoy conocemos, recordémoslo, nace de y como un negocio . Y, mal que nos pese, así está evolucionando en términos generales. Ya han pasado los años –si alguna vez los hubo- de ingenuidad al respecto: los poderes económicos transnacionales cada vez tienen más interés en cultivar la huerta de lo virtual y, de hecho, cada vez obtienen mejores cosechas.

¿Cómo desconocer o minimizar las luchas encarnizadas entre las compañías de telecomunicaciones por el control de las redes, los procesos de fusión de los macro-servidores, la defensa a ultranza de las patentes privadas, el hostigamiento continuo contra el software libre, la retención de tecnologías por razones exclusivas de estrategia comercial, la tremenda presión publicitaria ligando el ciberespacio de forma prioritaria al consumo dependiente, etc.?

El poder tecnológico.

Aunque se van produciendo relativos avances en la democratización de la tecnología, la lucha entre la tecnología libre y la propietaria sigue siendo tremendamente desigual, a favor de esta última, claro está.

Pero, más allá de una pugna tan crucial, está el propio poder de quienes crean, impulsan o imponen determinadas soluciones tecnológicas basándose exclusivamente en la pura eficiencia técnica: se trata del poder de los expertos. “El control de los expertos es uno de los problemas de la democracia actual; eliminarlos sería científica y técnicamente suicida; dejarlos librados a su arbitrio personal significaría renunciar a uno de los pilares de la decisión democrática” (10).

La solución sólo puede provenir, como venimos propugnando en fiap , mediante una apuesta decidida a favor del control social de la tecnología y la implantación de un modelo de análisis de la SIC que ponga en el centro de cualquier innovación a las personas, no la tecnología (11).

El poder político.

Tampoco los superpoderes políticos factuales, aquellos que de verdad intentan regir nuestros destinos, los que nos imponen prioridades económicas o sociales que tantas veces no compartimos, o nos meten en guerras que detestamos, están al margen del ciberespacio.

Echelon , Carnivore , el acuerdo del gobierno norteamericano con los grandes servidores para observar, filtrar, denunciar y censurar contenidos de la red; la censura del gobierno chino y de otros países limitando el acceso a determinas webs, etc., son los ejemplos más conocidos, que no los únicos y no son, precisamente, datos para lanzar las campanas al vuelo.

Y es que, en definitiva, los márgenes de libertad, de no subordinación al modelo social regresivo imperante que pueda tener el ejercicio de la ciudadanía en red, hay que conectarlos necesariamente con la acción política y social en el mundo real.

Desligar ambos mundos puede producir el efecto paradójico de co-optar una parte importante de la intelectualidad y de las energías de resistencia ensimismándolas en un intento reformista imposible, mientras el poder real, la globalización real, continúa su depredación social deconstruyendo las conquistas sociales acumuladas por las democracias más avanzadas.

Difícilmente habrá el ejercicio ciudadano potenciado que promete el uso intensivo de las TICs, si socialmente no logramos anular las asimetrías de poder y los déficits democráticos imperantes por doquier.

Otras debilidades.

La pluriciudadanía.

Otro cuestionamiento de base de la noción de ciberciudadanía se sustenta en que no existe un espacio virtual que se configure como único escenario complementario y, menos, alternativo, de las comunidades históricas.

Por el momento, lo que existe es un alto número de comunidades de afinidad cuyo alcance se ha expandido gracias a las TICs, pero que no llegan a constituir una categoría equiparable a las comunidades físicas, entre otras cosas por la ausencia de mecanismos suficientes de convicción o cohesión, de forma que se garantice el cumplimiento de comportamientos normalizados (una de las funciones históricas del Estado) por parte de todos sus miembros. Ello hace que, cuando no se producen las afinidades o consensos requeridos, las comunidades se fraccionen ilimitadamente, lo que afecta a la noción sustantiva y global de ciberciudadanía, al tiempo que aminora su posible eficacia.

El elitismo.

El elitismo implícito en las comunidades virtuales, limitadas tanto por la disponibilidad social de accesos como por el desarrollo de las habilidades individuales necesarias (12), constituye otra desventaja importante.

La red no llega ni mucho menos a todos los ciudadanos y aun allá donde es accesible no siempre es utilizada suficientemente. En España, en la clase con mayor nivel

adquisitivo los internautas no pasan del 69%, en la media-alta del 50% y la media del 32%, mientras más abajo nos movemos en porcentajes que oscilan entre el 17% (clase media-baja) y el 7% (clase baja) (13). Aunque poco a poco los porcentajes se van superando, es obvio que un modelo de sociedad que por el momento deja fuera a dos tercios de la población presenta muchas debilidades.

La brecha digital no existe sólo entre el norte y el sur, entre los países ricos y los países pobres: dentro de nuestro país también es clamorosa según el estrato social, el nivel adquisitivo, la localización geográfica, la edad o el género (14).

La falsa percepción de libertad y horizontalidad.

La percepción de libertad dentro de la red, en cuanto no es objetivamente contrastable ni cuantificable, puede dar lugar a falsos espejismos. Otro tanto ocurre con la percepción de horizontalidad y ausencia de segmentación jerárquica en la red. Por un lado, el control técnico de la red está concentrado en pocas manos, tanto en lo que a las infraestructuras se refiere como a los protocolos –normativas- de intervención. Por otro, si bien es cierto que en las comunidades más abiertas no parece existir un personaje “decisor” que, en última instancia, avale o rechace cualquier ponencia, en muchas ocasiones la función segmentadora se ha transferido a las máquinas, las cuales, mediante algoritmos pretendidamente asépticos, jerarquizan de hecho los niveles de importancia, utilidad o verosimilitud de cada intervención y determinan los niveles de ascendencia social dentro de la red de los participantes.

Nuevamente se impone la necesidad de una alfabetización digital que precisa ir más allá del simple adiestramiento instrumental de los medios y enseñe a establecer filtros, exigencias intelectuales y prioridades sociales.

Las multitudes solitarias.

Frente al optimismo de los entusiastas que auguran una nueva fraternidad cibernáutica, estrechamente relacionada y comunitaria, no son pocas las voces que alertan sobre indicios ya perceptibles sobre el hecho de que la comunicación tecnológica está destruyendo formas y sistemas de comunicación tradicional, es decir, sensoriales, directas, tangibles, a cara descubierta.

Se denuncia así la posibilidad de un autismo que se refugia en la tecnología, con lo que la relación tecnológica puede derivar, más que en la expresión de una nueva forma enriquecedora de sociabilidad, en una ocultación de incapacidad para mantener relaciones sociales directas. Baudrillard ha profundizado en estos recursos de simulacro cuando la “hiperrealidad virtual” sustituye la realidad prosaica, más cercana y necesaria (15).

Ciberética.

Nuevamente, la realidad se impone. El cibermundo es un reflejo fiel de la realidad y también en él se han incrustado las peores lacras de la sociedad real: multitud de formas de criminalidad informática se pasean por la red: atentados al derecho de intimidad, engaños, fraudes, robos y pirateos de todo tipo, comercio sexual, coordinación terrorista, xenofobia) (16) y así un largo etcétera. En la red cabe todo y de todo hay, y es que, como señala Pérez Luño, “dar por supuesta la existencia de valores éticos teledemocráticos a escala planetaria, sin clarificar y profundizar previamente esos valores en ámbitos más limitados, supone una entelequia” (17).

Ciberpolítica

La red ofrece un amplio campo para el ciberactivismo político y son numerosas las organizaciones de todo tipo, desde las más ultraconservadoras a las altermundistas, que recurren a ella con profusión. Por consiguiente, lo primero que se constata es que la actividad política en la red no va en una sola dirección. O lo que es lo mismo, el cibermundo no imprime, per se , ni de forma automática, ningún tipo de marchamo peculiarmente democrático. Simplemente, es el reflejo de la actividad política en el mundo real. Con una diferencia: mientras las organizaciones conservadoras no suelen tener ningún tipo de problema técnico o económico para trasladar sus tesis al cibermundo, los más pobres y desfavorecidos ni siquiera pueden llamar a su puerta.

Por otro lado, no son pocos los estudiosos que, al contrario de lo que señalan los entusiastas, alertan sobre el futuro de una sociedad compuesta por ciberciudadanos apáticos, complacientes, acríticos y despolitizados. Se trataría de la “living room Democracy” según calificación de Stefano Rodotà (18).

Por su parte, Castells, asegura que es la sociedad la que modela a Internet y no al contrario: "Allí donde hay una movilización social, Internet se convierte en un instrumento dinámico de cambio social; allí donde hay burocratización política y política estrictamente mediática de representación ciudadana, Internet es simplemente un tablón de anuncios. Hay que cambiar la política para cambiar Internet y, entonces, el uso político de Internet puede revertir en un cambio de la política misma". Y añade de forma más rotunda: “de hecho, sería sorprendente que Internet consiguiera cambiar por medio de la tecnología el profundo desencanto político que siente la mayoría de los ciudadanos del mundo”. Y concluye: “por ahora, en lugar de reforzar la democracia a base de fomentar la información a los ciudadanos y su participación, los usos de Internet tienden más bien a profundizar la crisis de legitimidad de la política” (19).

En resolución: difícilmente habrá un ejercicio ciudadano potenciado al nivel que promete el uso intensivo de las TICs, si socialmente no logramos revertir las actuales asimetrías de poder y los déficits democráticos imperantes por doquier.

¿Es posible una propuesta de síntesis?

¿Es posible una síntesis entre la visión entusiasta y la visión crítica? Nada debiera impedirlo. La evolución de las sociedades nunca ha sido lineal, sino dialéctica. El ciberespacio, como otras grandes innovaciones tecnológicas de la historia, presenta

muchas oportunidades y no pocos desafíos. Si hoy la realidad no se presenta con todos los logros que el uso intensivo de las TICs prometen –y permiten-, no es por culpa de la tecnología, sino de quienes las utilizamos.

Pero así como no hay que esperar que las tecnologías nos resuelvan espontáneamente nuestros problemas, tampoco hay lugar para el fatalismo. No creemos en el determinismo histórico.

Dentro de una concepción progresista sobre el impacto social de las tecnologías, el concepto de ciberciudadanía nos exige reformular algunas claves y, sobre todo, reafirmar los principios de una radicalidad democrática.

Es preciso redefinir una cuarta o quinta (según como se considere) oleada de derechos ciudadanos que permitan gestionar democráticamente y a favor de los pueblos una globalización equilibrada, justa, social y ecológica, en la que se rompan dinámicas tan nefastas como las de norte-sur o centro-periferia. El cibermundo, puede ser, como asevera Virilo (20), “la política de lo peor”, pero también, una nueva esperanza para los pueblos.

Lo que no se puede es ignorar que el despliegue tecnológico está ocurriendo ya y, si bien ofrece muchísimas oportunidades para los más favorecidos, también afecta dramáticamente a otros muchos, precisamente a aquellos que a quienes se les deja al margen. La clave última está, como siempre, en la particular forma que adopten en cada momento las relaciones de poder, que son las que al final definen el escenario de conflicto, las reglas de juego y los agentes autorizados para intervenir.

Pero, el derecho a intervenir no se concede graciosamente: se conquista, y se conquista interviniendo. Por ejemplo, la protesta de los movimientos sociales de todo el mundo contra la OMC concentrada en Seattle no podría haberse construido sin Internet y sin la existencia previa de multitud de comunidades virtuales en las que se decidieron la “condición de pertenencia” (voluntad de oposición activa al acuerdo), los mecanismos de interrelación (consensos para definir la acción) y las tomas de decisión (acciones específicas y coordinación de las mismas).

“La riqueza de una red está en su pluralidad y en su complejidad. Una red que se pretenda jerarquizada y donde algunos agentes pretendan monopolizar el acceso a la posibilidad de emitir y de crear es una red pobre y abocada al fracaso. El ciberespacio es el resultado de una red compleja, pero no es tecnología. Es sociedad. Siguiendo las ideas de Michel de Certeau (1988), debemos entender el ciberespacio como un espacio social practicado, es decir, un espacio que sólo existe porque es socialmente significativo, porque en él tiene lugar actividad social de algún tipo. Haciendo un paralelismo con el célebre aforismo zen que propone que un árbol que cae en una selva sin que nadie lo escuche, en realidad, no ha caído, el ciberespacio sólo es, sólo existe, en tanto que estemos ahí. Pero no sólo para escucharlo, sino en este caso también para crearlo, en toda su extensión. El ciberespacio no es una red de ordenadores, sino el resultado de la actividad social de los usuarios y usuarias de los ordenadores

conectados entre sí que se reparten -desigualmente, eso sí- por todo el mundo. Por tanto, el ciberespacio es sociedad y no puede ser otra cosa que sociedad”. (21)

En definitiva, la medida del mundo no la imponen las tecnologías, sino nuestra libertad.

Notas:

(1) Recordamos el artículo introductorio de este número: primera generación, la de los derechos civiles y políticos, la de segunda, los derechos sociales de los individuos, la de tercera, los derechos supraindividuales.

(2) Marshall, Thomas (1998): Ciudadanía y clase social. Alianza. Madrid.

(3) Martínez, Gildardo: Internet y ciudadanía global: procesos de producción de representaciones sociales de ciudadanía en tiempos de globalización, en Daniel Mato (coord.), Políticas de ciudadanía y sociedad civil en tiempos de globalización. Caracas: FACES, Universidad Central de Venezuela.

(4) Estaríamos hablando, de alguna manera, de todo lo referente a la “alfabetización digital”. Ver Desenreda , N. 4 revista digital de fiap .

(5) Declaración de Independencia del Ciberespacio, por John Perry Barlow. http://www.sindominio.net/biblioweb/telematica/manif_barlow.html

(6) Lefebvre, Henry. Hacia el cibernántropo . Gedisa.

(7) http://www.albanet.com.mx/articulos/NETIQUETTE.htm

(8) Becker, Ted. Teledemocracy: Power to the People. http://www.context.org/ICLIB/IC07/Becker.htm

(9) Si el voto es directo, todas las opiniones están representadas de hecho. Recuérdese que en las democracias representativas los partidos minoritarios suelen quedar fuera del arco parlamentario.

(10) Garzón Valdés, Ernesto (2003) Optimismo y pesimismo en la democracia. Rev. Claves de Razón Práctica, nº 131.

(11) Ver en http://fiap.org.es/ OSIC (Modelo de Análisis).

(12) Ver [n4] de fiap sobre alfabetización digital.

(13) Informe Telefónica. La sociedad de la información en España 2004.

(14) Ve r INE, http://www.ine.es/inebase/menu5_cie.htm

(15) Baudrillard, J. (1998). Cultura y simulacro. Kairós.

(16) Según el Centro Simon Wiesenthal, en la actualidad hay más de 5.000 sites racistas y neonazis. Ver http://www.delitosinformaticos.com/noticias/111079461867185.shtml

(17) Pérez Luño, A. Op. Cit.

(18) Rodotà, Stefano. T ecnopolitica, la democracia y las nuevas tecnologías de la comunicación” (Buenos Aires). Citado por Pérez Luño, op. cit.

(19) Castells, Manuel (2001). La galaxia Internet . Plaza&Janés . (págs. 177 y ss).

(20) Virilo, Paul (1997). El Cibermundo, la política de lo peor. Cátedra.

(21)Mayans i Planells, J. El ciberespacio, un nuevo espacio público para el desarrollo de la identidad. http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=158

Borrador de un posible "Manifiesto a favor de la Ciberciudadanía".

El acceso a la cultura, la información y el conocimiento es un derecho universal y como tal debe ser protegido y estimulado por todos los Estados del Mundo.

Este derecho básico no puede ser ni ignorado ni restringido ni monopolizado por ninguna entidad política, social, religiosa, o comercial, por lo que su expresión fáctica no puede quedar supeditada a las leyes del mercado ni a los intereses políticos o comerciales de los grupos dominantes.

Y porque el ciberespacio no es una parcela ajena a la realidad sociopolítica que vivimos:

1. Reclamamos el derecho universal de acceso al ciberespacio y a su defensa y conservación como un ámbito social libre e igualitario, con el máximo respeto a la diversidad ideológica, cultural y geográfica.

2. Reclamamos el compromiso efectivo de los Gobiernos y los Organismos Internacionales para el progresivo establecimiento de las infraestructuras y medidas necesarias que reduzcan y erradiquen la fractura digital, la cual no es sino una consecuencia más de la fractura social y económica existente en el mundo.

3. Reclamamos el compromiso efectivo de los Gobiernos y los Organismos Internacionales para la eliminación del analfabetismo y la transformación de las estructuras sociales y económicas paralizantes, generadoras de subdesarrollo perpetuo.

4. Reclamamos la elaboración, difusión y puesta en marcha de auténticos programas de educación en la utilización de las TIC para evitar que su utilización y provecho quede limitado a los grupos social y económicamente privilegiados.

5. Reclamamos la utilización de soluciones tecnológicas de código libre en las administraciones públicas y sociales y rechazamos cualquier intento monopolista o arbitrario en la difusión de las TIC, así como el uso abusivo de los derechos de propiedad intelectual.

6. Reclamamos la máxima transparencia en la gestión pública –cosa que hoy es posiblegracias, precisamente, a las TIC-, así como la posibilidad máxima y libre de intervención de los ciberciudadanos en la misma.

7. Reclamamos una política responsable y coherente con la libre y fluida difusión de las informaciones de interés público, las cuales deben servirse en formatos tecnológicos de dominio general que permitan que sean fácilmente localizables, accesibles y utilizables.

8. Reclamamos, como ciberciudadanos, el derecho a estar verazmente informados de todos los asuntos que nos atañan y a opinar e intervenir libremente sobre ellos con total independencia de cualquier frontera física, política o económica.

9. Reclamamos, en definitiva, los derechos y las obligaciones consecuentes con el nuevo estadio de la humanidad que las TIC hacen posible, cuyo paradigma es, y debe ser, la Sociedad de la Información y el Conocimiento para todos y en todos los países.

10. Por ello, manifestamos nuestro compromiso con el ejercicio de una ciudadanía electrónica, o ciberciudadanía, activa, responsable y éticamente comprometida con una utilización de las TIC que trabaje para la consecución de una sociedad más solidaria, justa, libre y democrática.

(Este borrador de Manifiesto ha sido elaborado a partir de la Declaración Final del Observatorio para la CiberSociedad)

Baigorri, Artemio . Hacia la urbe global. ¿El fin de las jerarquías territoriales? http://www.unex.es/sociolog/BAIGORRI/papers/urbeglobal.pdf

Barlow, John Perry . Declaración de Independencia del Ciberespacio . http://www.sindominio.net/biblioweb/telematica/manif_barlow.html

Baudrillard, J. (1998). Cultura y simulacro . Kairós. Becker, Ted . Teledemocracy: Power to the People .

http://www.context.org/ICLIB/IC07/Becker.htm Beneyto, J. V. (Comp.) (2002). La ventana global . Taurus. Castells, Manuel (2001). La galaxia Internet . Plaza. Cuadra, Álvaro. De la ciudad letrada a la ciudad virtual.

http://www.eveliux.com/citylom.pdf García Canclini, Néstor (1999). La globalización imaginada . Paidós. Garzón Valdés, Ernesto (2003) Optimismo y pesimismo en la democracia . Rev.

Claves de Razón Práctica, nº 131. González Arencibia, Mario. Globalización digital.

http://www.dlh.lahora.com.ec/paginas/debate/paginas/debate1025.htm

Lefebvre, Henry . Hacia el cibernántropo . Gedisa. Martín Granados, Ignacio. Los actores políticos e Internet. Retos y cambios en

la política tradicional. http://www.edemocracia.com/biblioteca/ePolitica/ Martínez, Gildardo . Internet y ciudadanía global: procesos de producción de

representaciones sociales de ciudadanía en tiempos de globalización . FACES, Universidad Central de Venezuela. Caracas.

Observatorio para la CiberSociedad. CULTURA & POLÍTICA @ CIBERESPACIO 1er Congreso. Declaración Fina. http://cibersociedad.rediris.es/congreso

Pérez Luño, Antonio-Enrique . ¿Ciberciudadaní@ o ciudadanía.com? Gedisa. Rodotà, Stefano . Tecnopolitica, la democracia y las nuevas tecnologías de la

comunicación. (Buenos Aires). Sassen, Saskia . Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en

los circuitos transfronterizos. http://www.nodo50.org/ts/editorial/contrageografias.pdf

Telefónica. Informe. La sociedad de la información en España 2004. Virilo, Paul . El Cibermundo, la política de lo peor. Cátedra.

Lección 5. El Museo comunitario.

Extraido el domingo 12 de Julio de 2009 de : http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/6157-El-museo-comunitario

Los museos comunitarios han fundado un modelo de incorporación activa de las comunidades en las tareas de investigación, conservación y difusión de su propio patrimonio cultural, de ahí que hayan despertado gran interés en los especialistas dedicados a la creación y funcionamiento de los museos

Texto: Ana Graciela Bedolla Giles

Los museos comunitarios han fundado un modelo de incorporación activa de las comunidades en las tareas de investigación, conservación y difusión de su propio patrimonio cultural, de ahí que hayan despertado gran interés en los especialistas dedicados a la creación y funcionamiento de los museos.

De hecho, la inauguración de un recinto cultural de este tipo constituye la cristalización de un proceso paulatino de relación de la colectividad con el conocimiento y el manejo de su patrimonio, que resulta de una extraordinaria riqueza tanto organizativa como educativa. Veamos por qué.

En términos generales, el proceso principia cuando una comunidad manifiesta su voluntad de contar con un museo. La clave para que éste continúe reside en Ia organización de Ia propia comunidad, es decir, en la posibilidad de sancionar Ia iniciativa deI museo en Ia instancia a través de Ia cual se sienten representados los habitantes deI pueblo: Ia asamblea de autoridades tradicionales, Ia ejidal o Ia de bienes comunales, por ejempIo. EI objetivo en este caso consiste en involucrar a Ia mayoría en el proyecto para no restringir Ia participación.

Una vez que Ia instancia adecuada acuerda Ia creación deI museo, se nombra un comité que durante un año cubrirá sucesivamente diversas funciones. La primera es consultar a Ia comunidad sobre los temas que abordará el museo. Esta actividad es muy relevante, pues permite a cada persona expresar libremente sus demandas de conocimiento, y al hacerlo, tiene lugar una primera reflexión acerca de lo que es importante saber, recuperar y mostrar de sí mismos; lo que corresponde a Ia esfera individual y a Ia comunal en términos de historia y cultura; lo que los puede representar ante los otros y simultáneamente los identifica como colectividad.

Es importante señalar que a diferencia de los museos institucionales -públicos o privados-, en donde Ia selección de los temas es definitiva, en los comunitarios se presentan unidades museográficas que no necesariamente contienen una secuencia cronológica o temática. Pueden surgir tópicos tan diversos como arqueología y medicina tradicional, artesanías y costumbres, Ia historia de una hacienda o Ia de un problema vigente sobre un deslinde de tierras entre dos pueblos vecinos. El acento está puesto en Ia capacidad de responder a Ias necesidades de conocimiento colectivas.

Un ejemplo muy elocuente en este sentido es el museo de Santa Ana del Valle de Oaxaca: la primera sala está dedicada a la arqueología del lugar, pues la gente quería saber el significado de las figuritas encontradas en las parcelas, al igual que de los diseños utilizados en la fabricación de sus textiles, probablemente procedentes de Mitla y Monte Albán. Pero también deseaba averiguar qué había ocurrido en Santa Ana

durante la Revolución. Muchas personas tenían evidencias de que el pueblo había participado en una batalla (unas cananas y una fotografía) o recordaban el testimonio que el abuelo había platicado alguna vez, y sin embargo carecían de claridad suficiente sobre Ia importancia deI suceso o bien del bando al que habían pertenecido. Consecuentemente, Ia segunda sala se dedicó a satisfacer estas interrogantes.

Así, durante el proceso de investigación que se realiza para cada tema, cuando se entrevista a los miembros de mayor edad o más experimentados, los individuos pueden reconocer en sí mismos y por iniciativa propia el papel de protagonistas en Ia definición deI curso de Ia historia local o regional y en el modelaje de Ias características de su población, adquiriendo una idea de proceso, continuidad y transformación histórico--social que implica un importante giro en cuanto a Ia concepción deI museo.

AI sistematizar los resultados de Ia investigación y elaborarse el guión museográfico tiene lugar una confrontación de Ias diferentes versiones de Ia historia y de Ia cultura, aportadas por los sectores y estratos de Ia comunidad, así como por Ias diversas generaciones. Comienza así una experiencia compartida de elaboración muy abstracta en Ia que se ordenan hechos, se resignifica Ia memoria y se asigna un valor a Ios objetos en función de su representatividad e importancia para documentar un concepto, es decir, se va construyendo poco a poco una idea de patrimonio comunal.

La etapa de donación de piezas enriquece sustancialmente Ia idea anterior en Ia medida en que favorece una discusión relacionada con Ia importancia de Ios objetos, Ia pertinencia de exhibirlos en el museo y acerca de Ia propiedad sobre ellos. En Santa Ana, por ejempIo, Ia iniciativa de hacer el museo derivó deI hallazgo de una tumba prehispánica en un terreno comunal. Dicho descubrimiento fue consecuencia de un tequio acordado para Ia remodelación de Ia plaza deI pueblo. La tumba contenía restos óseos humanos y de perro, además de algunos utensilios de cerámica. En principio, los objetos no pertenecían a nadie dadas Ias circunstancias; sin embargo, los participantes deI tequio decidieron otorgar a los restos el estatuto de patrimonio comunal, al responsabilizar a Ia autoridad municipal de su conservación y solicitar su registro a Ias autoridades federales correspondientes, aI igual que Ia realización de un museo.

Pero el hallazgo dio para más: propició el diálogo sobre lo que es representativo de Ia historia y de Ia cultura, y Ia discusión de si los objetos debían estar en un museo o permanecer en su lugar. Un señor deI comité no creía que unos huesos de perro fueran tan valiosos como para mostrarse en una vitrina. Así mismo, varias personas señalaron los riesgos de que al mover una piedra con relieves prehispánicos "se enojara el cerro y se enojara Ia piedra ", hasta que finalmente se optó por pedirles permiso.

Éstas y otras discusiones fueron dando sentido y significado al museo, al tiempo que los habitantes adquirían conciencia sobre Ia necesidad de hacerse cargo ellos mismos de Ia conservación de su patrimonio en general, y no sólo de aquella parte que ya se

encontraba resguardada. Además, terminaron los saqueos de material arqueológico que si bien esporádicos, ocurrían en los alrededores deI pueblo. La gente optó por suspenderlos una vez que tuvo Ia experiencia de valorar de una forma distinta los testimonios de su pasado.

Tal vez este último ejemplo pueda resumir un proceso en donde se ponen en juego todas Ias funciones que integran Ia noción de patrimonio cultural: identidad, a partir de Ia diferenciación respecto de los otros; sentido de pertenencia; establecimiento de fronteras; noción de un cierto concepto de temporalidad, y significación de hechos yobjetos.

Visto de esa manera, el museo comunitario no sólo es el recinto que alberga objetos deI pasado: también es un espejo donde cada uno de Ios miembros de Ia comunidad puede mirarse como generador y portador de cultura y asumir una actitud activa frente al presente y, por supuesto, al futuro: Io que quiere cambiar, Io que desea conservar y respecto de Ias transformaciones impuestas desde el exterior.

La reflexión anterior tiene una importancia central, dado que Ia mayoría de estos museos se encuentran en poblaciones indígenas. No podemos ser tan ingenuos como para suponer a Ias comunidades aisladas de su entorno; por el contrario, es indispensable entenderIas en el marco de subordinación y dominio que desde los primeros años de Ia conquista se ha construido a su alrededor.

Sin embargo, a Ia luz de lo que viene sucediendo en el contexto mundial, también es preciso considerar, aunque parezca paradójico, Ia emergencia de los pueblos indios y sus reivindicaciones étnicas y ecológicas. En cierta medida existe en los hombres el deseo y Ia intención de establecer otras formas de relación entre ellos mismos y con Ia naturaleza.

La experiencia de los museos comunitarios ha mostrado que a pesar de Ias condiciones tan precarias, los indios actuales son depositarios de un saber acumulado al igual que de modos particulares de acceder al conocimiento, rotundamente desvalorizados anteriormente. Así mismo, que mediante un proceso como el descrito es factible establecer una plataforma en la que ellos se escuchen a sí mismos y muestren a los otros -los diferentes- cuál es su historia y su cultura en sus propios términos y lengua.

Los museos comunitarios han llevado a Ia práctica el reconocimiento de Ia pluralidad cultural como un hecho que enriquece al conjunto y, por lo menos tendencialmente, podría contribuir al "[...] contenido mismo de un proyecto nacional, el que lo legitima y lo hace viable [...] se trata de desarrollar una nación pluricultural sin pretender que deje de serlo".

Esta propuesta nos remite a Ia necesidad de considerar que un proyecto cultural en una comunidad indígena es, o debiera plantearse como, una relación de carácter simétrico,

de intercambio, de aprendizaje mutuo. Reflexionar juntos nuestros propios pensamientos, comparar nuestras formas de conocer, de hacer juicios, de establecer criterios, alimentaría sin duda nuestra capacidad de asombro y potenciaría extraordinariamente Ia gama de perspectivas.

Requerimos deI establecimiento de espacios para un diálogo respetuoso entre dos maneras de concebir Ia tarea educativo-cultural para establecer Ia utilidad y el valor de ciertos conocimientos y conductas.

En este sentido, el museo comunitario puede ser el escenario adecuado para iniciar ese diálogo capaz de contribuir al enriquecimiento mutuo de Ias preguntas y Ios saberes que se consideran dignos de ser conservados y, consecuentemente, transmitidos. Pero sobre todo, ese diálogo parece impostergable porque se ha convertido en un imperativo desde el punto de vista de nuestra responsabilidad frente a Ia definición sobre Ia clase de sociedad en Ia que deseamos vivir.

Desde esta perspectiva resulta indispensable pensar en los niños. El museo puede contribuir a Ia formación de nuevas generaciones en un marco de pluralidad y tolerancia, y también propiciar un ambiente en el que se escuche y se respete Ia palabra de los menores y éstos aprendan a confiar en su propia capacidad de expresión y de reflexión, desarrollada en el diálogo con los otros. Algún día no importará si los otros aparecen como iguales o diferentes.

Fuente: México en el Tiempo No. 6 abril-mayo 1995