Historia y Presencia del Vestido en el México Prehispánico

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La manera de conocer el pasado mesoamericano a través de su arte 20

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La manera de conocer el pasado

mesoamericano a través de su arte

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1 Mujeres y diosas: voluntad o destino 4

1.1 Los textiles y la vida prehispánica 41.2 Las diosas del hilado: Xochiquétzal,

Tlazoltéotl-Toci, Ixchel, Ixchebelyax 5

2 El arte de hilar, tejer y bordar 6

2.1 Los materiales 62.2 Los instrumentos 8

3 La indumentaria 9

3.1 Indumentaria femenina 93.1.1 Cuéitl 9

3.1.2 Huipilli 93.1.3 Quechquémitl 10

3.1.4 Tocados (femeninos) 103.2 Atuendo masculino 11

3.2.1 Máxtlatl o paño de cadera 113.2.2 Enredo masculino 12

3.2.3 Tilmatli 123.2.4 Vestimenta de los guerreros 13

3.2.4.1 Armaduras acolchadas 133.2.4.2 Trajes enteros 14

3.2.5 Indumentaria ceremonial 153.2.5.2 Xicolli 15

3.2.5.3 Faldillas masculinas 153.2.6 Prendas para jugadores de pelota 15

3.2.7 Tocados 16

4 La indumentaria indígena, ayer y hoy 17

Epílogo 19

Glosario 20

Bibliografía 24

Selección de piezas 25

Créditos 66

HISTORIA Y PRESENCIA DEL VESTIDO EN

EL MÉXICO PREHISPÁNICO

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Fundación Cultural Armella [email protected] [email protected]

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Un domingo por la mañana en el tianguis de Tla-colula en Oaxaca se puede ver, entre el colorido de frutas y verduras, entre las formas y los aromas del pan, que se antojan infinitos, a las mujeres que caminan y que vienen de diversos poblados cercanos, hablando sus respectivas lenguas. Se identifican también por la vestimenta que portan, característica de su región natal: pañoletas pobla-das de flores envolviendo sus largas cabelleras, el rico bordado de las blusas juquilenses, rebozos que circundan sus cabezas o cubren sinuosamen-te sus brazos, huipiles, faldas habitadas por una vegetación indescriptible...

Como en tantos mercados de México, en Tlacolu-la encontramos reminiscencias de la indumentaria de los antiguos habitantes de Mesoamérica, mez-cladas con las texturas del presente. Por la fragi-lidad de sus materiales, pocas son las evidencias materiales que han subsistido de las prendas de los antiguos mexicanos. Sin embargo, gracias a los vestigios arqueológicos —figurillas, cerámica, escultura, pinturas murales— y a los códices ela-borados durante el Posclásico, hoy tenemos cono-cimiento no sólo de la manera en que solían vestir nuestros antepasados, sino también de la impor-tancia y el significado de cada prenda.

La Fundación Cultural Armella Spitalier presenta en este trabajo un esbozo de este aspecto funda-mental de la vida mesoamericana: la indumentaria.

Entablaremos un diálogo imaginario con algunas piezas arqueológicas, que nos develará el antece-dente de lo que hoy, aún y afortunadamente, pode-mos apreciar en la vestimenta de algunos grupos indígenas de México.

¿Elemento para resaltar la belleza o factor de iden-tidad étnica? ¿Una manera de cubrir el cuerpo de las inclemencias del tiempo o símbolo de pertenen-cia a un estrato social determinado? ¿Vislumbre de una cosmovisión? Tal vez una compleja combina-ción de todo lo anterior.

Introducción

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1 Mujeres y diosas: voluntad o destino

1.1 Los textiles y la vida prehispánica

Una importante tradición arraigada en la población prehispánica femenina, era su dedicación al trabajo textil. Desde que nacían las niñas se les entregaban los materiales necesarios para orientarlas en el tra-bajo con los hilos, y antes de su muerte las mujeres quemaban sus utensilios de trabajo para llevárselos a su otra vida. El amor a los hilos y la labor manual con ellos debió haber marcado la identidad y el ca-rácter de las mujeres de la Mesoamérica prehispá-nica; les pertenecía la bella e indispensable labor de elaborar y mantener las prendas de vestir y el resto de textiles usados en la vida diaria y ceremonial.

Según el Códice Mendocino, las mujeres de clases humildes enseñaban el oficio de hilar, bordar y tejer a sus hijas, extendiendo las técnicas familiares de generación en generación. Por otra parte, las muje-res de clases altas asistían a una institución espe-cializada para la enseñanza; una escuela contigua a los templos en las que aprendían a desarrollar otras técnicas y habilidades en dichos terrenos.

Fray Bernardino de Sahagún añade, en el Capítulo Décimo de su Historia general de las cosas de la Nueva España que, entre las mujeres bajas, expre-sión con la que nombra a las mujeres de estrato social inferior, habían tres distinciones en los ofi-cios del textil: existían las tejedoras de labores, las hilanderas y las costureras. De Sahagún estable-ce también que había hombres que se dedicaban a dichos trabajos: los sastres, los hiladores y los tejedores, así como también los que comercializa-ban con estos productos en la sociedad mexica, verbigracia; los que venden mantas delgadas que llaman áyatl y de los que venden cactus y collares.

Así como en el México prehispánico, en la actualidad

se comercializan los textiles indígenas.

Tejedores del estado de Oaxaca.

En este mismo texto, de Sahagún expone el carácter tan prestigioso de las labores textiles. Quienes estaban involucrados con ellas eran estimulados por el Consejero de Música, el supervisor de los artesanos de todas las disciplinas, para crear diferentes tipos de tejidos finos. El mostrar habilidades sobresalientes en las artes textiles podían incluso, salvar del sacrificio a los esclavos obligados a pagar tributo al gobierno.

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1.2 Las diosas del hilado: Xochiquetzal, Tlazoltéotl-Toci, Ixchel, Ixchebalyaxe

En la cultura mesoamericana, el tejer manual-mente una tela está unido a la metáfora de trazar un destino. Para los habitantes de las sociedades prehispánicas, trenzar con las manos los hilos de colores que forman las prendas, y al mismo tiempo, el destino propio, es un vínculo entre una serie de actividades utilitarias concretas; el hilado, el tejido y el bordado, con una cosmovisión trascendental de la vida misma.

sus dioses, es decir, en los seres mitológicos que habitaban los niveles más altos de sus cielos, pero en cada cultura tenían características distintas.

Los nahuas rendían tributo a Xochiquetzal, joven diosa enlazada a las deidades creadoras, cuyo nombre significa flor quetzal. Xochiquetzal era la diosa del amor y la belleza, pero además era la pa-trona de las tejedoras, ya que los nahuas la consi-deraban la primera mujer en ejercer estas activida-des. Se le ubicaba hilando, tejiendo y cuidando a los hombres desde el Tamoanchan, un paraíso mítico para los nahuas ya que representaba el lugar de origen de los dioses. Xochiquetzal era celebrada en el mes número 13, huey pachtli, durante el cual las hilanderas practicaban el ayuno y oficiaban ce-remonias en su honor. También entre los otomíes, Xichiquetzal era la patrona del tejido. En el códice Matritense está reseñada una escena de atamal-qualiztli, una fiesta en la cual se le representa a la diosa sentada frente a un telar, vestida ricamente y adorada por mujeres que tenían una gran habilidad con la aguja (Arqueología Mexicana, no. 19, p. 8).

Entre los mexicas Tlazoltéotl-Toci era la diosa del amor, del algodón y del henequén. Estas eran las fibras esenciales para la elaboración de telas y

Tlazoltéotl-Toci, diosa del algodón y del henequén.

Xochiquetzal, patrona de las tejedoras.

Ixchel, diosa maya de la luna.

Para los pueblos mesoamericanos la importancia de esta práctica cotidiana estaba fundamentada en

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mantas por lo que Tlazoltéotl-Toci era fundamental para todas las personas dedicadas al hilado y el tejido. Se sabe que esta diosa portaba un huso en el tocado. Los husos eran palos de madera alarga-dos y delgados, de aproximadamente 30 centíme-tros de largo, utilizado por los mexicas para hilar. Decoraba su tocada también una rama de algodón crudo, clavada en una banda también de algodón (González Torres).

Los mayas también tenían una diosa que protegía sus hilados y tejidos. Su nombre era Ixchel y era la diosa de la Luna y esposa del dios solar. A Ixchel se le llamaba también la de las trece madejas de tela de colores. Ixchebelyax era la hija de esta diosa y estaba casada con Itzmaná. Ixchebelyax era la deidad de la pintura por lo que su relación con el color la vincula esencialmente con el broca-do y el tejido.

2 El arte de hilar, tejer y bordar

2.1 Los materiales

Como en todo trabajo artesanal, la calidad de las materias primas es crucial en los resultados. Los fa-bricantes de textiles prehispánicos confeccionaban cuidadosamente las telas para las prendas de vestir, los manteles, los tapices y tapetes. Pero no sólo en base a la calidad de los materiales realizaban sus selecciones; los textiles mesoamericanos tenían también que corresponder en materiales y significados, es decir, debían reflejar congruentemente la cosmovisión de su cultura. De este modo, los materiales, diseños y colores significaban distintos estatutos en la estructura social.

Los estratos más bajos de la sociedad y la gente común, es decir, los macehualtin sólo podían vestir ropa de algodón burdo o de fibras toscas y duras. En algunas ocasiones estas fibras las obtenían de ortigas, pero predominantemente las extraían de hojas largas como la yuca, la palma y el maguey. Es relevante notar que el maguey era una de las princi-pales fuentes de fibras para los textiles usados por los macehualtin ya que de esta planta se extrae el ixtle común (Arqueología Mexicana, no. 19, p. 10).

A diferencia de los macehualtin, las clases altas vestían atuendos elaborados con un algodón más suave, es decir que no siempre era el material sino el tratamiento del mismo el que denotaba el estrato

social de su portador. El algodón, por lo tanto, tiene una importancia fundamental en los textiles de las culturas prehispánicas de Mesoamérica. Dos tipos de algodón fueron usados en éstas: el blanco y el pardo, o, como se le llamaba en náhuatl, coyoíchcatl que significa color de coyote.

El tipo de fibra usado en cada grupo de personas, entonces, a demás de ser empleado como un re-curso habitual para la estratificación social, estaba determinado también por el hábitat de dicha comu-nidad. En el Códice Florentino se encuentra indi-cado que en Oaxaca era común el uso de la lla-mada ortiga de agua. Por otra parte, en la región del Altiplano Central de Mesoamérica, -territorio

Itzamná.

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que actualmente constituye el Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala- se asentaba el uso del ixtle de maguey, según lo estipula uno de los más fa-mosos documentos pictográficos pertenecientes a la cultura mexica, la Matrícula de Tributos. En las hojas de amate de este legendario documento, también se mencionan dos fibras blandas a las que ya nos hemos referido: el algodón blanco y el algo-dón café o coyoíchcatl. El primero se detectó en el golfo de México, Guerrero y Morelos. El segundo en Oaxaca, Michoacán y Puebla.

La paleta de colores de la Mesoamérica prehispá-nica era muy rica y contrastante. Los pigmentos utilizados para dar color a sus textiles eran princi-palmente de origen vegetal: los obtenían a partir de flores, semillas, raíces, hojas o frutos que después procesaban con distintas técnicas. Por ejemplo de la hierba de Santa Inés se obtenía el añil silvestre y de la cuscuta americana el azul celeste. Del hollín y del pino se obtenía el negro. En mucho menor medida, pero también fueron empleados en estas culturas algunos pigmentos inorgánicos y otros de origen animal.

Entre estos últimos, se encontraba el color grana de cochinilla. Aparece su registro en Historia general de las cosas de la Nueva España, donde Fray Ber-nardino de Sahagún lo coloca en primer lugar de im-portancia por su peculiar tonalidad: un rojo intenso. La cochinilla es un parásito que crece en el nopal, explica de Sahagún quien añade nombrando como nocheztli o sangre de tunas a la grana fina que sale de estas cochinillas (Sahagún, 698). Otro pigmento de naturaleza animal era el caracol púrpura, el cual era hallado en las costas del Pacífico y del Golfo.

Para lograr las diferencias entre las tonalidades de cada color, los artesanos prehispánicos solían utilizar el nitro o salitre, ya que estos materiales tienen la capacidad de fijar el pigmento y modifi-carlo. Fray Bernardino de Sahagún explicó cómo se solían obtener colores compuestos mediante la mezcla de distintas sustancias. Por ejemplo, mez-clando el color amarillo, que se llama zacatlaxcalli, con el azul claro, que se llama texotli, y con tzacutli, hácese un color verde obscuro, que se llama yapa-lli… (Sahagún, 699).

Los artesanos mesoamericanos desarrollaron di-versas técnicas para teñir los textiles una vez que

hubieron elaborado los pigmentos. La técnica más difundida en estas culturas iniciaba con la colo-ración de los hilos antes de tejerlos. Los hilos de distintos colores se combinaban ya en el proceso de elaboración de los lienzos. Sin embargo, se han encontrado pruebas de que en algunas ocasiones se pintaba con un pincel la tela cuando ésta ya estaba confeccionada (Arqueología Mexicana, no. 19, p. 23). Otra técnica era el plangi, este procedi-miento consistía en la elaboración de amarres que inhibían el paso del pigmento en ciertas zonas de los lienzos; así se obtenían diseños de rombos y círculos irregulares.

Textiles.

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2.2 Los instrumentos

En el mundo prehispánico existieron varios modos de trabajar las fibras y de proceder en el complejo proceso del hilado. Si las fibras eran duras, como la de lo hoja del maguey o blandas como el algodón, se sometían a tratamientos distintos pero que con-vergían uno similar; al inicio se conformaban los hilos por estiramiento y torsión de fibras (Mastache, Arqueología Mexicana, no. 19)

En épocas muy tempranas este procedimiento se llevaba a cabo manualmente, sin la intervención de utensilios. Más adelante se empezaron a construir utensilios como el huso, el cual necesitaba de un peso que lo impulsara a girar; en Mesoamérica, los volantes utilizados para este fin son conocidos como malacates (Mastache, Arqueología Mexica-na, no. 19, p. 25). Los malacates prehispánicos tenían tamaño pequeño y están construidos con materiales como barro, hueso, piedra y madera. Aunque se forma era generalmente regular, tam-bién existían algunos malacates cuya diferencia está determinada por el tipo de fibra que procesa-ban. Por ejemplo, había malacates especiales para la preparación de un hilo muy fino con el que fabri-caban piezas pequeñas y ligeras de algodón. Otros malacates grandes y pesados se usaban para hilar fibras duras y lograr hilos más gruesos y burdos (Mastache, Arqueología Mexicana, no. 19, p. 26). Gracias al uso extendido de estos utensilios, y a los materiales resistentes empleados en su cons-trucción, actualmente se conservan numerosos malacates prehispánicos.

Entre los pueblos indígenas contemporáneos, los procesos de tejidos continúan arraigados en las técnicas tradicionales desarrolladas en el México antiguo. El telar de cintura actual, por ejemplo, es prácticamente igual al que se usaba en tiempos prehispánicos y sigue siendo un elemento muy im-portante en el trabajo textil artesanal de numerosos estados de la república mexicana.

En el Códice Mendocino se puede apreciar la manera en que una madre mexica educa a su hija en cierta técnica para hilar. Lo cierto es que las culturas mesoamericanas desarrollaron distintas Malacate azteca, instrumento para hilar.

Mujer que enseña a su hija a hilar. Fragmento

Códice Mendocino.

técnicas gracias a lo cual consiguieron crear telas de tan sorprendentes texturas, calidades y amplia gama de diseños.

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3.1 Vestimenta femenina

3.1.1 Cuéitl

3.1.2 Huipil

3 La indumentaria

A diferencia de la vestimenta femenina del México actual, la indumentaria femenina en las culturas de la Mesoamérica prehispánica era menos variada que la indumentaria masculina. Seguramente esto fue determinado por la diferencia en los roles sociales que regían ambos géneros.

Representación de atavío femenino.

Representación de Huipil.

Figurilla de barro con tocado.

La prenda básica del atuendo femenino en Meso-américa, fue el cuéitl o enredo. Su uso ha sido re-gistrado desde el Preclásico Medio hasta la llega-da de los españoles. El cuéitl consistía en un paño rectangular que se enredaba alrededor de la cintura y se sujetaba con una cinta llamada nelpiloni, que hacía las veces de cinturón. Esta especie de falda cubría a las mujeres de todo rango social. La dis-tinción de estrato en esta prenda no dependía de la forma sino de la decoración o carencia de ella.

El uipilli o huipil ha sido una de las prendas más características de Mesoamérica. Tuvo un uso ex-tendido desde principios del Clásico hasta la llega-da de los conquistadores. El huipil consiste en la unión de dos o más lienzos que forman una túnica suelta y sin mangas, usada por las mujeres mayas para cubrir sus torsos.

Vestimenta de la mujer indígena actual.

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3.1.3 Quechquémitl

3.1.4 Tocados (femeninos)

El Quechquémitl ha sido identificado como la in-dumentaria propia de las antiguas diosas de la fer-tilidad, es por ello que en el Valle de México su uso estaba restringido a las mujeres nobles.

El Quechquémitl está conformado por dos rectángu-los cosidos, de manera que los picos caen al frente y por atrás, formando triángulos. Para ponérselo, se desliza por la cabeza. Este atavío parece ser originario de la costa del Golfo, pues fue la prenda característica de esa región.

Tanto en las mujeres indígenas contemporáneas como prehispánicas, el cabello y el arreglo de éste tiene una importancia prioritaria en su arreglo. Las mujeres mexicas, por ejemplo, cuidaban su cabello mediante el xiuhquílitl, una especie de tinte verde realizado con hierbas que otorgaban brillo a su ca-bellera. Pero el énfasis en el cuidado y arreglo de la cabellera no obedece sólo a motivos estéticos, sino que está profundamente arraigado en la ideología de las sociedades mesoamericanas: en el mundo de la cultura prehispánica el pelo estuvo ligado a las mujeres y éstas a la fertilidad.

En ciertas figurillas, se observa el tratamiento de un simbolismo que liga la cabellera femenina con el reino vegetal de tal modo que el pelo, que crece como planta, es cultivado por el peine que se des-liza por la cabellera al igual que el arado recorre los sembradíos.

El tocado de la cabellera también tenía una función social específica similar al vestido; marcar el lugar que su portadora ocupaba en la sociedad. Este simbolismo se sigue atribuyendo al tocado que portan mujeres en pueblos indígenas en el México del siglo XXI.

Entre los tocados complejos usados en aquella época, uno se elaboraba mediante “cornezuelos”,

un tipo de trenzado de cabello e hilos gruesos de algodón que terminaban en dos puntas levantadas a los lados de la frente, según lo narran los códices y crónicas de la época. El tocado de cornezuelos se reservaba para las mujeres casadas, pues las solteras debían llevar la melena suelta.

La representación pictográfica de las diosas prehis-pánicas incluía sus tocados y en éstos, los atributos correspondientes a su patronazgo: frutos, flores, husos, madejas, animales, y otros elementos que estuviesen relacionados con su actividad. Es por ello que no fue una casualidad que a las doncellas se les coronara con hermosos y elaborados toca-dos. Uno de los peinados más característicos de las mujeres prehispánicas era el tlacoyal, el cual consistía en una serie de listones de colores que sostenían y adornaban el cabello. El tlacoyal podía incluir distintos tipos de flores.

Representaciones de quechquémitl.

Adorno en el cabello.

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3.2 Atuendo masculino

3.2.1 Máxtlatl o paño de cadera

Desde el Preclásico Medio hasta la llegada de los españoles, los hombres mesoamericanos uti-lizaron recurrentemente un paño de cadera lla-mado máxtlatl.

El máxtlatl era un lienzo que cubría los genitales,

pasando entre las piernas y atándose a la cintura.

En algunos casos, los extremos de la tela colga-

ban al frente o atrás del cuerpo (Rieff Anawalt, en Arqueología Mexicana, no. 19, p. 11).

Según lo muestran numerosas figurillas, el máxt-latl fue la base de la vestimenta masculina en toda Mesoamérica. Su uso prioritario permeó tanto en el

Altiplano -particularmente en Tlatilco- como en las culturas del Golfo, sin embargo, no era semejante en todas las regiones.

Los máxtlatl de los gobernantes olmecas, por ejem-plo, eran más largos y se ataban a la cintura con un cinturón ancho. En cambio los mandatarios mayas del Clásico se ataviaban con paños de cadera con ricos en adornos, y cuyos extremos pendían hasta la rodilla en sus partes posterior y anterior. Por otra parte, hacia el Posclásico Temprano los toltecas empezaron a vestir el máztlatl en un estilo anu-dado, eliminando los extremos largos con puntas más adornadas.

Nezahualpilli, Fragmento del

códice Ixtlilxochitl.

Representación de un personaje

con máxtlatl.

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3.2.2 Enredo masculino

3.2.3 Tilmatli

Los primeros registros del enredo masculino, de-notan que su uso partió de la cultura que se asentó en Tres Zapotes, un importante sitio olmeca. El enredo masculino fue usado en combinación con el máxtlatl, y se elaboraba a partir de un lienzo cua-drado o rectangular, doblado y sujeto a la cintura.

Sin embargo no todos los tipos de enredos eran semejantes. Ciertas figurillas teotihuacanas mues-tran el uso del enredo y máxtlatl del mismo largo, pero se sabe que los aztecas del Posclásico Tardío doblaban el paño en dos y lo usaban como trián-gulo. En la cultura maya del Clásico, los hombres

El tilmatli consistía en una especie de capa for-mada por un lienzo cuadrado o rectangular que se

ataba alrededor del cuello y colgaba entre la cin-

tura y los tobillos (Rieff Anawalt, en Arqueología Mexicana, no. 19, p. 12). Conocido también como tilma, esta ha sido una prenda emblemática en la historia política y religiosa de México. Actualmente se le puede reconocer como el textil usado por el indio Juan Diego quien proclamó la aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe en tal prenda.

usaban diferentes tipos de enredos: uno era dobla-

do en triángulos y atado a la cintura para cubrir las

nalgas; como delantal frontal sobre el máxtlatl, y otro tipo consistía simplemente en trazos bien en-rollados a la cintura (Rieff Anawalt, en Arqueología Mexicana, no. 19, p.11).

Personaje con enredo.

Representación en vasija de personaje con enredo.

Representación de Tilmatli.

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3.2.4 La vestimenta de los guerreros

3.2.4.1 Armaduras acolchadas

El tilmatli de los tiempos prehispánicos, sin embar-go, no era un símbolo de humildad como ahora se observa en el atuendo de los indígenas contem-poráneos, sino que era símbolo de un alto esta-tus. Entre los aztecas, esta prenda manifestaba el prestigio del hombre que la portaba. Según Fray Diego de Durán, su uso estaba estrictamente regu-lado y solamente los miembros de la clase dirigente podían usar capas largas de algodón y capas rica-mente adornadas.

Las figuras de barro del Preclásico Medio, origi-narias de Tlatilco, muestran tilmatlis que llegan hasta la cintura de sus portadores, mientras que en el Período Clásico maya se utilizaban tilmatlis de distintos largos. Se han encontrado evidencias de que en Tula y en Chichén Itzá se portaron algunas capas de plumas.

La guerra era una de las actividades más impor-tantes entre los pueblos prehispánicos por lo que las armaduras eran una prenda de vital relevancia. Dada su eficiencia para brindar protección, las ar-maduras acolchadas se convirtieron en partes in-dispensables de la indumentaria de los guerreros a partir del periodo Clásico.

Estas armaduras estaban rellenas de algodón crudo embutido, cubiertas de cañas, piel de animal o algodón acolchado (Rieff Anawalt, en Arqueología Mexicana, no. 19, p. 15). Los españoles, al darse cuenta de su pertinencia y eficacia, adoptaron esta armadura como parte de su equipo castrense.

Tilmatli y capa.

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3.2.4.2 Trajes enteros

A los trajes prehispánicos que cubrían todo el tronco y las extremidades se les llama trajes en-teros. Estas prendas tenían un carácter bélico ya que fueron usadas princi-palmente por guerreros, sin embargo, en su prime-ra aparición arqueológica, el traje entero viste y cubre a un chamán.

Se han encontrado repre-sentaciones pictográficas de hombres vestidos como jaguares y armados y de-corados con escudos e in-signias, como aparecen en los murales teotihuacanos. En la cultura azteca, se sabe que algunos hombres usaban trajes de tigre, y trajes elaborados con plumas de cuatro colores: uno de los 13 atuendos militares.

Representación de hombre con armadura.

Trajes enteros en el Códice Mendocino.

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3.2.5 Indumentaria ceremonial

3.2.5.1 Xicolli

3.2.5.2 Faldillas masculinas

El Xicolli era una prenda masculina utilizada emi-nentemente en actos religiosos prehispánicos. Sin embargo, hasta el Posclásico Temprano, los mayas de las tierras Bajas usaban el xicolli en su vesti-menta militar. Éste consistía en una camisa corta, sin mangas y ornamentada con una banda en su parte inferior. En el Altiplano Central los sacerdo-tes y gobernantes usaron xicollis para sus prácticas ceremoniales. En Tlatilco hay rastros del uso de xi-colli desde el Preclásico Medio, y en la metrópoli teotihuacana estuvo vigente hasta la Colonia.

Fechados del periodo Clásico, han hallado regis-tros de faldillas masculinas portadas por deidades, gobernantes y sacerdotes. Provenientes de la cul-tura maya, también del periodo Clásico, se han ha-llado registros de faldillas de canutillos de jade en-garzados, formando atractivos diseños de rombos. En los ritos ceremoniales del periodo Posclásico, los aztecas también usaron faldillas cortas.

El juego de pelota era uno de los ritos fundamen-tales en el mundo de la cultura mesoamericana prehispánica. Este fue practicado en toda la región desde el período Preclásico Medio hasta la Con-quista Española. Los jugadores portaban abun-dantes aditamentos con la finalidad de protegerse; tales como pantalones, fajas y protectores especia-les para la cabeza y para la cadera.

El uso de xicolli se dio en diversas culturas.

Personaje con faldilla masculina.

3.2.6 Prendas para jugadores de pelota

Figurilla maya que

representa a un jugador

de pelota.

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3.2.7 Tocados

Los hombres mesoamericanos también usaban bellos y complejos tocados para decorar sus ca-bezas y cristalizar así, sus rangos sociales. En di-versos registros arqueológicos se han advertido to-cados portados por nobles, guerreros y sacerdotes prehispánicos.

Los tocados masculinos estaban confeccionados con plumas de distintas aves traídas de sitios leja-nos. Se han encontrado registros de tocados cuya magnitud llegaba a medir hasta un metro de altura. Los dos tipos de tocados más distintivos eran los penachos y las coronas. Ambos buscaban eviden-ciar y enfatizar la grandeza de su portador —en el caso de gobernantes, nobles y sacerdotes—, o pro-teger a los guerreros manifestando las dotes espe-cíficas de los dioses que los salvaguardaban. Los tlatoanis, por ejemplo, eran coronados con una pe-queña diadema terminada en punta llamada copilli. Los copillis se colocaban sobre la frente y podían estar hechos de diferentes materiales, como el oro —macizo o en hilos— o la plata.

Algunos trajes mexicas presentaban ciertos toca-dos especiales, tales como el llamado teocutlaco-

pilli; el cual era una variante del gorro cónico. O el llamado papalohuiztli; un tocado con apariencia de mariposa de plumas, y el tozcololli; tocado con un penacho de quetzal.

Otro modo en el que los hombres mesoamericanos se esmeraban en su arreglo era el uso del tlapilli. Este era un atado con el cual recogían su cabellera –usualmente larga- y agregaban alrededor de su nuca o de su coronilla una bella variedad de plumas multicolores.

Personaje con tlapilli.

Tocado.

El adornarse la cabeza engrandecía al portador.

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4 La indumentaria indígena, ayer y hoy

Las indumentarias prehispánicas, como las cul-turas que las generaron, atravesaron etapas de desarrollo y cambio gradual. Como ya s han visto, diversas prendas como el máxtlatl, el cuéitl, los ui-pillis, los xicollis o tilmatlis, tuvieron características distintas en cada pueblo y cada periodo. Sin embar-go, en el siglo XVI, con la llegada de los españoles, la cultura mesoamericana y sus manifestaciones atravesaron una transformación radical.

Los diversos procesos de lucha, mezcla y sincre-tismo cultural provocaron un drástico cambio en la cosmovisión y en las costumbres tanto de los natu-rales como de los recién llegados. De aquí podemos entender la importancia del estudio de los ropajes que se desarrollaron en esta época. Una disciplina encargada de esta misión es la etnografía, ciencia que reúne información sobre las prácticas, materia-les e instrumentos utilizados por grupos indígenas de la antigüedad y la época actual. Cabe mencio-nar que todavía hay algunos de estos grupos que mantienen prácticas artesanales e indumentarias similares a las de la época prehispánica (Masta-che, “El Tejido en el México Antiguo”, Arqueología Mexicana, no. 19, p.23).

Algunos de los cambios dramáticos que sucedieron durante la Conquista se relacionan con el tipo de moral que impusieron los españoles a los indíge-nas. Las mujeres mesoamericanas se vieron obli-gadas a cubrir su torso con blusas ya confecciona-das y los enredos fueron sustituidos por enaguas de pretinas y delantales, de acuerdo a los requisi-tos religiosos (Pomar, “La Indumentaria Indígena”, en Arqueología Mexicana, no. 19, p. 34). A los hom-bres mesoamericanos también se les obligó a usar distintas ropas para ocultar mayores extensiones de su cuerpo, de tal modo que su máxtlatl —que envol-vía sólo una porción de la parte inferior del cuerpo masculino- fue sustituido por el calzón de manta, prenda que tapaba las piernas y las nalgas.

Afortunadamente, la indiferencia de los conquista-dores por ciertas costumbres cotidianas de los in-dígenas, como sus labores textiles, permitió la con-

Muestra de algunos textiles actuales.

Historia y Presencia del Vestido en México Prehispánico

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La historia de la indumentaria en México ha condu-cido a una contemporaneidad llena de sincretismos. Actualmente se pueden encontrar diversos tipos de tejidos tanto manufacturados en telares artesanales como producidos en fábricas textiles. Existen también rebozos, huipiles y quechquémitl creados en proce-sos híbridos; una parte en fábrica, y otras, las añadi-duras y decorados, por ejemplo, bordados a mano.

servación de la rica tradición mesoamericana en diseños bordados. Es por esto que varios diseños de telas con grecas, y decorados animales o vege-tales siguen estando presentes en el México actual. Naturalmente, los significados culturales así como la función social de dichos textiles han cambiado, pero la riqueza estética de esta tradición continúa vigente en prendas como el hipil y el quechquémitl que se siguen tejiendo y bordando.

Durante el Virreinato, la indumentaria indígena siguió su evolución sincrética, ahora por razones más de índole más bien práctica. Dos prendas ahora consideradas emblemáticas en nuestro país aparecieron en esa época: el rebozo y el jorongo o gabán. Éste parece ser descendiente directo del til-matli y es ahora usado por la gente de campo para guarecerse de las inclemencias del tiempo.

El rebozo es una prenda cuyo origen puede encon-trarse en varios sitios. Para algunos inves-tigado-res, el rebozo surgió como una mezcla del mamalli hahua, la mantilla española y el mantón de Manila. Para otros investigadores, el rebozo es un descen-diente directo sólo de éste último. Las funciones de esta prenda varían del mismo modo; María Teresa Pomar dice que el rebozo ha sido usado tanto para cargar a los niños como para transportar todo tipo de objetos (Pomar, “La Indumentaria Indígena”, Ar-queología Mexicana, no. 19, p. 34). Pomar dice que el mamalli no ha sido lo suficientemente descifrado como para asegurar su parentesco con el rebozo; más bien tiende su antecedente directo en las man-tillas, según testimonio de viajeros y autoridades eclesiásticas de los siglos XVI y XVII, como Fray Bernardino de Sahagún y Vasco de Quiroga, y que también se representan en el Códice Mendocino (Pomar, Arqueología Mexicana, no. 19, p. 39).

El rebozo es hoy en día una prenda muy querida en México. Se producen y emplean rebozos de muy distintos materiales, calidades y diseños, de tal modo que se pueden ver portados por muje-res de todos los contextos socioculturales y para ocasiones tan contrastantes como el trabajo diario o en celebraciones nupciales. Hay mujeres que siguen usando rebozos para cargar a sus hijos pequeños, transportar leña o cubrirse la cabeza; como símbolo de recogimiento en las iglesias o como prenda de gala.

Diversos tipos de vestimenta femenina en Oaxaca.

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Epílogo

Del pasado indígena hay que recordar cómo los textiles vinculaban la cosmovisión trascendental de una raza, ligándola en su práctica cotidiana; en la noble y creativa actividad de hilar, bordar y tejer. Por ello, las telas, manteles, vestidos y rebozos tradicionales no sólo constituyen bellas prendas, ornamentos de la casa y objetos funcionales; en los textiles se cristaliza una mezcla de tradiciones que habitan las culturas tan prolíficas en contras-tes, como son las mesoamericanas.

Las indumentarias son construcciones de varias identidades; de las personas que las realizaron, de los grupos que las portan y de las historias que atraviesan a estos grupos. Los vestidos de una so-ciedad, entonces, no sólo muestran una superficie; marcan su pensamiento y su estética. Por ello, el estudio de los textiles y los vestidos de las cultu-ras prehispánicas abre la puerta a un conocimien-to profundo de las sociedades que han llenado de vida y color al territorio mesoamericano.

Elizabeth Hulverson

Historia y Presencia del Vestido en México Prehispánico

Actualmente se siguen fabricando textiles con los principios prehispánicos.

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Altiplano Central

Sub-área de Mesoamérica localizada al centro de la República Mexicana. Comprende los valles de México y Puebla, así como parte de los actua-les estados de Tlaxcala, México y Morelos. Ahí se desarrollaron importantes culturas, en sitios como Cuicuilco, Tlatilco, Teotihuacán, Tula, Tla-telolco y Tenochtitlán.

Clásico

En la historia de Mesoamérica encontramos un gran mosaico de culturas, por lo cual se diseñó un es-quema cronológico que permite, hasta cierto punto, la comparación de desarrollos locales. El esquema que mas aparece dentro de la literatura sobre el tema comprende tres periodos: el Preclásico o For-mativo, el Clásico y el Posclásico. El Periodo Clási-co se divide para fines prácticos en dos etapas:

1. Clásico Temprano que va del 200 al 600 d. C. y es uno de los periodos de mayor esplendor en Mesoamérica. Nacen ciudades como Teotihuacán, Cholula, Monte Albán, Calakmul, y otras más que alcanzaron niveles de especialización muy altos.

2. Clásico Tardío que va del 600 al 900 d. C. y se caracterizó por el nacimiento de una nueva situa-ción política en gran parte de Mesoamérica, aso-ciada a la caída de Teotihuacán y al esplendor de algunas ciudades mayas.

Códice Florentino

Es un manuscrito, originalmente en cuatro volú-menes, de los cuales hoy sólo quedan tres. In-cluye el texto en náhuatl con versión al castella-no, a veces resumida y a veces con comentarios, además de ilustraciones, de los textos que fray Bernardino de Sahagún recogió de sus informan-tes indígenas en el siglo XVI. Este códice, llamado así porque se conserva en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia, constituye una copia que envió Sahagún a Roma con el padre

Jacobo de Testera para que fuera entregada al Papa en 1580.

Códice Mendocino o Códice Mendoza

Recibe su nombre del virrey Antonio de Mendoza (1535-1550), quien ordenó la recopilación de datos históricos sobre la fundación de Tenochtitlán, el im-perio azteca, los tributos que recibía, así como sus sistemas educativo y legal, entre otros asuntos. Es posible que las fuentes de información hayan sido varios códices originales que fueron copiados por los tlacuilos (pintores de códices) o que alguna de sus partes fuese obra original de los indios espe-cialistas en esta actividad. Se conserva en la Bi-blioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, Inglaterra.

Fitomorfo

Dícese de aquel elemento que tiene forma vegetal.

Guadalupe, Virgen de

Advocación de la Virgen María, venerada especial-mente en la República Mexicana. Dice la tradición que se le apareció tres veces al indio Juan Diego, a principios de diciembre de 1531, para solicitar-le la construcción de un templo en su honor. Las apariciones sucedieron en el Cerro del Tepeyac, México.

Itzamná

Máxima deidad maya. Se le representaba en forma de reptil y se le identificaba con el viejo dios crea-dor D y con el anciano dios K, en su advocación de deidad de la vegetación.

Juan Diego

Indígena mexicano cuyo nombre en náhuatl era Cuauhtlatóhuac, “el que habla como águila”. De acuerdo con la tradición, presenció la triple mani-festación de la Virgen de Guadalupe. Para com-

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probar la veracidad de su relato —y siguiendo las instrucciones de la Virgen—, presentó al obispo Zu-márraga su pobre tilmatli (manta, tela para vestir), en el cual se había estampado la imagen de la Guadalupana, tras haber albergado en él algunas rosas recogidas por el indígena. El recuento de las apariciones quedó fijado en el documento conoci-do como Nican Mopohua, escrito en náhuatl entre 1540 y 1545. Juan Diego fue canonizado el 31 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II.

Juego de Pelota

En época prehispánica el Juego de Pelota repre-sentaba una manifestación social, política y reli-giosa, unificadora de la trama social y política de una sociedad compleja (Scarborough, 1991). Las variantes en cuanto a tamaño, forma y elementos iconográficos asociados a este, se dan por las múl-tiples formas de juego, de estilos arquitectónicos, que están determinados por la época y el lugar. El juego se realizaba entre dos equipos con una pelota dura de hule que podía pesar hasta 4 kilos. El campo podía variar en dimensiones pero siem-pre estaban hundidos o amurallados en forma de una cancha lineal. El objetivo era pasar la pelota por unos aros de piedra que estaban a cada lado de la parte más angosta, usando solo las caderas. Las reglas eran pasar la pelota de un lado al otro utilizando las caderas y los muslos. En diversas re-presentaciones arqueológicas el perdedor aparece decapitado. El Juego de Pelota prácticamente se encuentra en toda Mesoamérica.

Macehualtin

Término que designaba a la gente común entre los aztecas o mexicas del siglo XVI. En su origen, la palabra significaba “merecido por el sacrificio de los dioses”. Los macehualtin (plural de macehualli) pagaban tributos, tenían derecho a usufructuar un terreno para levantar su vivienda y a poseer una parcela para cultivar. Participaban en las ceremo-nias religiosas y recibían alimentos y ropa en las distribuciones organizadas por el poder público. También intervenían en la elección de jefes locales. Era su deber participar en los trabajos colectivos de limpieza, conservación o construcción de cami-nos, puentes, palacios y templos, así como en la integración de las unidades del ejército. Los hijos

estudiaban en la escuela del barrio, los llamados telpochcalli. En algunas ocasiones, los macehual-tin tenían la oportunidad de mejorar su condición social, ya fuera por su carrera militar o por servir a los altos funcionarios.

Matrícula de Tributos

La Matrícula de Tributos es uno de los más afa-mados documentos pictográficos mexicas que aún se conservan en México. Lo guarda la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México. So-lamente cuenta con 16 hojas de papel de amate de 29 x 42 cm., aproximadamente, pintadas todas de colores por ambas caras, aunque algunas de ellas están muy deterioradas. La Matrícula es un docu-mento dedicado a la administración y hacienda pú-blica mediante el cual México-Tenochtitlán, capital del imperio mexica, llevaba la cuenta y calendariza-ción precisa de los tributos que las diferentes pro-vincias y sus pueblos debían entregar. Además de su contenido de carácter económico, sorprende la rica información adicional que ofrece y que permite reconstruir otros aspectos de la vida prehispánica.

Maya(s)

Los mayas habitaron la zona de México que abarca toda la península de Yucatán, parte de los estados de Tabasco y Chiapas, así como Guatemala, Belice, y la porción Occidental de Honduras y El Salvador. Se encuentran dentro de una mezcla de lenguas y de pueblos. Destacan por sus conocimientos calen-dáricos, astronómicos y matemáticos, así como por la magnífica arquitectura realizada en sitios como Chichén Itzá y Tikal. Los mayas son considerados como la civilización más deslumbrante de la Améri-ca precolombina.

Mesoamérica

En 1943 el Dr. Paul Kirchhoff llamó Mesoamérica a la región que estuvo habitada por un numeroso conjunto de pueblos. Se llama Mesoamérica a la región centro-sureste de México y a la zona norte de Centroamérica, en la que florecieron las más importantes civilizaciones prehispánicas. Incluye a los olmecas, en lo que hoy es el sur de Veracruz y Tabasco; a los mayas en la península de Yuca-tán, Chiapas, Guatemala, Belice y Honduras; los

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mixtecos-zapotecas en lo que hoy es el estado de Oaxaca; los totonacas al norte de Veracruz; y, los toltecas y aztecas en el Altiplano central. Hoy en día tenemos testimonios de su cultura y su grande-za a través de las ruinas de ciudades ancestrales.

Olmecas

Cultura desarrollada en el sur de Veracruz y en Ta-basco, entre el 1200 y el 600 a. C. Sus principales asentamientos se ubicaron en La Venta, San Lo-renzo y Tres Zapotes. Por su antigüedad, se con-sidera la cultura madre en Mesoamérica y su in-fluencia se extendió hasta las costas de Guerrero y Oaxaca. Aunque se desconoce su nombre original, sabemos que “olmecas” —denominación aplicada por los mexicas en épocas posteriores— significa “habitantes del país del hule”. La principal deidad de los olmecas era el jaguar de piel dorada y man-chas oscuras, que simbolizaba la luz y la oscuridad. La cultura olmeca es base de las tendencias y las normas que posteriormente determinaron la actitud artística de Mesoamérica.

Posclásico

En la historia de Mesoamérica encontramos un gran mosaico de culturas, por lo cual se diseñó un es-quema cronológico que permite, hasta cierto punto, la comparación de desarrollos locales. El esquema que mas aparece dentro de la literatura sobre el tema comprende tres periodos: el Preclásico o Formativo; el Clásico; y el Posclásico. El Periodo Posclásico se divide para fines prácticos en dos etapas:

1. Posclásico Temprano, que va del 900 al 1200 d. C. y se define por la combinación de rasgos entre los que se encuentran la caída de las grandes ciu-dades del Clásico, movimientos migratorios y la existencia de datos históricos.

2. Posclásico Tardío que va del 1200 al 1521 d. C. que se caracteriza por ser de las épocas de mayor esplendor de Mesoamérica. Se desarrollaron cultu-ras tales como los Tarascos y los Mexicas.

Preclásico o Formativo

En la historia de Mesoamérica encontramos un gran mosaico de culturas, por lo cual se diseñó

un esquema cronológico que permite, hasta cierto punto, la comparación de desarrollos locales. El esquema que mas aparece dentro de la literatura sobre el tema comprende tres periodos: el Preclá-sico o Formativo, el Clásico y el Posclásico. El Pe-riodo Preclásico o Formativo se divide para fines prácticos en tres etapas:

1. Preclásico Temprano, que va del 2500 al 1200 a.C. y es en donde se establecen las bases para el desarrollo de las culturas Mesoamericanas gracias a la agricultura como base de la subsistencia y la vida sedentaria.

2. Preclásico Medio, que va del 1200 al 400 a.C. y es en donde la organización social se volvió cada vez más compleja.

3. Preclásico Tardío, que va del 400 a.C. al 200 d.C. y es en donde se consolidan las tendencias culturales y en donde se establecen las bases para el Clásico.

Sahagún, Fray Bernardino de

1499–1590. Nombre adoptado por Bernardino de Rivera (nació en Sahagún, León, España, falleció en Ciudad de México), al hacerse fraile francisca-no. Es autor de diversas obras bilingües (náhuatl-español), consideradas hoy entre los documentos más valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo, anterior a la llegada de los con-quistadores españoles. Fundó y trabajó en varios conventos y colegios en distintos pueblos novo-his-panos, pero es en Tlatelolco, Tepeapulco y la Ciudad de México donde recopila información que le dan los ancianos nahuas. Esta invaluable información sirvió de base para su magna obra Historia general de las cosas de la Nueva España. Fray Bernardino de Sahagún fue testigo del mestizaje, de cómo se daba la transición entre las culturas europeas y las culturas americanas, por lo que consideró de gran valía conservar el pensamiento prehispánico.

Teotihuacán

Ciudad cuyo apogeo se ubica en el Horizonte Clá-sico (200-800 d. C.); se localiza en el Altiplano Central y fue uno de los más notables centros ce-

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remoniales de Mesoamérica. Está conformado por dos grandes pirámides, la del Sol y la de la Luna, y por templos, plataformas y lugares de residencia distribuidos a los lados de la larga Calzada de los Muertos. El edificio mayor, la pirámide del Sol, tiene lados de 215 metros, por lo que su base es seme-jante a la de la más grande de las pirámides egip-cias. La zona ceremonial de Teotihuacán estaba rodeada por una gran concentración urbana que, según los investigadores, tenía en su momento de apogeo entre 125 mil y 250 mil habitantes y ocu-paba unos 20 Km². Era una de las cinco ciudades más pobladas en el mundo de aquella época. El sitio arqueológico de Teotihuacán está ubicado a 45 km hacia el noreste de la ciudad de México.

Tolteca

Pueblo de habla náhuatl cuyo nombre significa “maestros constructores”. Gobernaron sobre las regiones centrales y septentrionales del Valle de México y lograron el dominio de territorios como Chichén Itzá, gracias a su influencia bélica y co-mercio. Los toltecas tuvieron su máximo esplendor durante el 800 al 1100 d.C. y convirtieron a Tula en su ciudad. El término también se emplea para identificar un estilo representativo de la época en que ésta se encontraba en pleno apogeo.

Virreinato

Época en la cual el actual territorio de México estuvo bajo el dominio de la corona española, representa-da en la persona de un virrey. En 1535, Carlos I estableció el Virreinato de la Nueva España, mismo que se extendió hasta principios del siglo XIX.

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CORTÉS, Hernán. (2004). La gran Tenochtitlan. Pequeños Grandes Ensayos. Primera reimpresión. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

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MASTACHE, Alaba Guadalupe. (2005). “El tejido en el México antiguo”. En: Arqueología Mexicana. Edición especial, número 19. México: Ed. Raíces, S. A. de C. V. e INAH.

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Fotografías

Algunas de las imágenes que integran la información presentada en esta producción, fueron recopiladas a partir de una investigación bibliográfica con fines de divulgación del patrimonio arqueológico Mesoame-ricano. Las imágenes que no son parte de los títulos citados, fueron proporcionadas por María Guadalupe Ruíz de la Rosa y Janeth Manrique Mendoza.

Las fotografías de la selección de piezas forman parte del acervo fotográfico de la Fundación Cultural Armella Spitalier.

*Códice Mendocino. Impreso en los talleres de Impresora formal, S.A. Editado por José Ignacio ECHEGARAY.

*Códice Ixtlilxochitl.Graz 1976. Vol. 9 de las series FONTES RERUM MEXICANARUM. Facsímil de 29 páginas en color original y 21 páginas en blanco y negro.

BibliografíaHistoria y Presencia del Vestido en México Prehispánico

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Selección de Piezas

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1Silbato antropomorfo con aplicaciones al pastillaje. Representa un jugador de pelota, en la mano lleva una manopla y sobre la cabeza un yelmo.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico.(200 -900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 19.1 cm.Ancho: 12.7 cm.Largo: 12.2 cm.

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2Silbato antropomorfo modelado y decorado con chapopote, representa un personaje con yelmo máxtlatl y un bastón en la mano. Los rasgos faciales corresponden a una persona de avanzada edad.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 16 cm.Ancho: 10.1 cm.Largo: 8.5 cm.

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3Instrumento musical antropomorfo. Representa un guerrero con armadura y yelmo.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Posclásico Temprano. (900 - 1200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 16 cm.Ancho: 17 cm.Largo: 7.7 cm.

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4Figurilla antropomorfa hecha con molde, porta un enorme tocado, máxtlatl y collar.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico Temprano. (900 - 1200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 12.8 cm.Ancho: 6.5 cm.Largo: 6.2 cm.

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Patojo elaborado en barro naranja, tiene forma de pie humano, lleva guarache. Los acabados son muy burdos.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico Tardío. (1200 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 8 cm.Ancho: 16.2 cm.Largo: 7.2 cm.

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6Figurilla antropomorfa hecha en molde. Se trata de una mujer ataviada con collar, tocado y máxtlatl. Tiene dos perforaciones laterales lo que nos hace pensar que fue parte de un collar.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico Tardío. (1200 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 10.4 cm.Ancho: 3.9 cm.

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Collar de cuentas de piedra de diversos tonos. Posiblemente las cuentas fueron de diferentes collares.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Largo: 69 cm.

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Collar de cuentas de piedra de diversos tonos. Las cuentas están hechas de serpentina.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Largo: 65 cm.

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Malacate elaborado en cerámica decorado con incisiones y pintura roja. Fue usado para hilar.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 2.9 cm.Diámetro: 5.4 cm.

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Malacate decorado con incisiones.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 2.3 cm.Diámetro: 5 cm.

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11Figura antropomorfa modelada con decoraciones al pastillaje. Se trata de una mujer en posición sedente, tiene restos de chapopote.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Posclásico Temprano.(900 - 1200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 22.5 cm.Ancho: 15 cm.Largo: 11.7 cm.

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12Patojo elaborado en barro naranja, tiene forma de pie humano, lleva guarache. Los acabados son muy burdos. Este tipo de piezas posiblemente se usaron con fines rituales.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 9.2 cm.Ancho: 15 cm.Largo: 8.3 cm.

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13Figurilla antropomorfa que representa a un perso-naje en posición sedente Como decoración lleva pintura guinda.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Clásico Temprano. (200 - 600 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 25.5 cm.Ancho: 12.4 cm.Largo: 7 cm.

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14Figurilla antropomorfa modelada, la vestimenta se hizo a base de pintura negra. Lleva una enorme nariguera la cual es el cello distintivo de estas figu-rillas en Nayarit.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Clásico Temprano. (200 - 600 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 15.3 cm.Ancho: 12 cm.Largo: 7 cm.

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15Figurilla antropomorfa proveniente de la tradi-ción tumbas de tiro. Se encuentra decorada con aplicaciones al pastillaje y con pintura negra, crema y roja.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Preclásico Tardío. (400 a.C.- 200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 31 cm.Ancho: 19 cm.Largo: 20 cm.

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16Silbato antropomorfo fabricado en molde, re-presenta un personaje con tocado y máxtlatl.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Clásico.(200-900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 10.4 cm.Ancho: 7.4cm.Largo: 5.3 cm.

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17Figurilla antropomorfa con vestimenta modela-da. Como decoración lleva pastillaje y pintura negra roja y blanca. Tiene tocado cónico y gran-des orejeras.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Preclásico Tardío. (400 a.C. - 200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 16.5 cm.Ancho: 14 cm.Largo: 5.5 cm.

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18Figurilla antropomorfa, representa un guerrero, lleva armadura yelmo y mazo, además de orejeras y nariguera. Se encuentra pintada de rojo.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Clásico Temprano.(200 - 600 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 31 cm.Ancho: 13 cm.Largo: 12 cm.

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19Figurilla plana modelada y decorada al pastillaje. Lleva un tocado, y aretes, estas figurillas son muy comunes en la tradición de tumbas de tiro.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Clásico Temprano.(200-600 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 20 cm.Ancho: 16 cm.Largo: 12 cm.

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20Figurilla antropomorfa que representa a una mujer. La decoración esta hecha en pintura crema y guinda. Lleva aretes y vestido, llama la atención la desproporción corporal característica de las figuri-llas de tumbas de tiro.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Preclásico Tardío. (400 a.C. - 200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 28 cm.Ancho: 16 cm.Largo: 7 cm.

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21Figurilla antropomorfa, lleva un tocado en forma de V, orejeras y máxtlatl. Fue elaborada con la técnica de modelado, y tiene aplicaciones al pas-tillaje. Representa al dios narigudo, esta asociado con el comercio.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 19 cm.Ancho: 14.5 cm.Largo: 7.9 cm.

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22Figurilla antropomorfa en posición cedente, lleva tocado collar y una elaborada armadura, en el rostro tiene chapopotote.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 21.7 cm.Ancho: 20.2cm.Largo: 7.5 cm.

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23Figurilla antropomorfa, lleva un tocado en forma de V, orejeras y máxtlatl. Fue elaborada con la técni-ca de modelado, y tiene aplicaciones al pastillaje. Representa al dios narigudo el cual esta asociado con el comercio. Este tipo de representaciones son muy comunes en Veracruz

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 12.5 cm.Ancho: 10.4 cm.Largo: 6.9 cm.

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24Silbato antropomorfo hecho con molde y que pos-teriormente recubierta de estuco. Se representa un personaje con tocado.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 8.5 cm.Ancho: 10.4 cm.Largo: 6.9 cm.

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25Figurilla antropomorfa, lleva un tocado en forma de V, orejeras y máxtlatl. Fue elaborada con la técni-ca de modelado, y tiene aplicaciones al pastillaje. Representa al dios narigudo, esta asociado con el comercio. Este tipo de representaciones son muy comunes en Veracruz.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío.(600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 14.5 cm.Ancho: 10.5 cm.Largo: 5.6 cm.

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26Silbato antropomorfo fabricado con molde. Se re-presenta un personaje con tocado y collar, la cara nos recuerda a las figurillas sonrientes de Veracruz. Se encuentra muy erosionada.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 17.8 cm.Ancho: 11.5 cm.Largo: 5.4 cm.

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27Fragmento de figurilla antropomorfa represen-ta a un personaje con artes y tocado. Presenta manchas de cocción. Los ojos fueron elaborados al pastillaje.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 12.8 cm.Ancho: 15.3 cm.Largo: 8.9 cm.

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28Figurilla antropomorfa. Se representa a un perso-naje con máxtlatl collar, orejeras y tocado. Como decoración tiene manchas de chapopote en los ojos y en las caderas.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 15.7 cm.Ancho: 7.7 cm.Largo: 4.5 cm.

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29Figurilla antropomorfa. Se representa un persona-je en posición cedente ricamente ataviado, lleva un tocado, collar y brazaletes. Llama la atención la pintura hecha con chapopote.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 18.8 cm.Ancho: 11 cm.Largo: 9.5 cm.

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30Figurilla antropomorfa, se representa a una mujer de pie, en una mano lleva una vasija. Tiene tocado, nariguera y orejeras. Fue elaborada con la técnica de modelado y esta pintada de café.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Preclásico Tardío. (400 a.C. - 200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 32 cm.Ancho: 19 cm.Largo: 9 cm.

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31Fragmento de figurilla antropomorfa, representa una mujer ricamente ataviada con un tocado y con aretes, pertenece al estilo caras sonrientes de Vera-cruz. Fue elaborada con molde, pastillaje y pintura.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Entre el Clásico Tardío. (600-900 d.C.) y el Posclásico Temprano. (900-1200 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 14.5 cm.Ancho: 16.5 cm.Largo: 8.5 cm.

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32Figurilla antropomorfa que representa a un músico tocando el tambor. Tiene decoración al pastillaje, fue pintada de color rojo. Pertenece a las tumbas de tiro de occidente.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (600 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 25.5 cm.Ancho: 17.5 cm.Largo: 10.5 cm.

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33Malacate en cerámica negra decorado con incisio-nes pre-cocción. Esta pieza fue bruñida por frota-mientos repetidos, dando a la superficie brillantez. Los malacates fueron utilizados como pesas en los telares prehispánicos.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 2.1 cm.Diámetro: 3.6 cm.

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34Malacate en cerámica negra decorado con incisio-nes pre-cocción. Tiene un perfecto bruñido. Los malacates fueron utilizados como pesas en los te-lares prehispánicos.

ORIGEN: Altiplano Central.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 2.4 cm.Diámetro: 4.1 cm.

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35Figurilla antropomorfa. Se representa una mujer ricamente ataviada con tocado, máxtlatl, aretes y brazaletes. Se elaboro con la técnica de mo-delado, está decorada con incisiones precoc-ción y chapopote.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico.(200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 17.6 cm.Ancho: 10.6 cm.Largo: 4.5 cm.

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36Silbato antropomorfo fabricado con molde. El perso-naje representado se encuentra ataviado con máxtlatl y una curiosa mascara zoomorfa.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 9.7 cm.Ancho: 8.3 cm.Largo: 6.3 cm.

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37Representación de un guerrero con aplicaciones al pastillaje y los rasgos del rostro hechos a base de incisiones.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 20.6 cm.Ancho: 14.8 cm.Largo: 8.8 cm.

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38Figurilla antropomorfa moldeada y con decora-ción al pastillaje. Se trata de un personaje con las manos levantadas, lleva tocado, máxtlatl y oreje-ras, se trata de una figurilla de las llamadas caritas sonrientes, pertenece a la cultura Remojadas.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Clásico Tardío. (200 - 900 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 27.3 cm.Ancho: 14.1 cm.Largo: 5.6 cm.

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39Silbato antropomorfo fabricado con molde. Se repre-senta a una mujer en posición sedente, lleva tocado y esta decorada con pintura roja y chapopote.

ORIGEN:Veracruz.

ÉPOCA: Posclásico. (900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 12.3 cm.Ancho: 9.4 cm.Largo: 5.6 cm.

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40Silbato zoomorfo fabricado con molde. Representa aun mono ataviado con collar y tocado.

ORIGEN:Occidente de México.

ÉPOCA: Posclásico.(900 - 1521 d.C.).

DIMENSIONES: Alto: 10.6 cm.Ancho: 5.7 cm.Largo: 6.2 cm.

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Créditos

Carlos Armella SánchezPresidente

Rafael Bucio DromundoDirector

Juan José González Medina / Elizabeth HulversonCuraduría Arqueológica e Investigación

Jesús de los Santos PérezRestaurador

Jovan Rabel Guzmán GómezDiseño Gráfico

Mariana Robles M.Corrección de Estilo

Ricardo Cruz Orea / Germán HernándezFotografía

Emmanuel Hernández López / Iván Montesinos MendozaRetoque Fotográfico y Diseño

Roberto Vilchis SilvaPaula Flores de los Reyes

Gracia Sara Vargas CarbajalYuri Pavel González Díaz

Barbara Kateri Elizalde Carbajal

Organización del Archivo Fotográfico

Historia y Presencia del Vestido en México Prehispánico

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ISBN: 978-968-9342-29-8

www.fundacionarmella.org

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Editor: CACCIANI, S. A. de C. V.Prol. Calle 18 No. 254

Col. San Pedro de los Pinos, México, D.F. 01180 (+5255) 5273-2229 (+5255) 5273-2397

[email protected] [email protected]

Año de publicación: 2008

Se presenta en esta producción un esbozo de uno de los aspectos fundamentales de la vida mesoamericana: la indumentaria. Entablaremos un diálogo imaginario con algunas piezas arqueológicas de su colección, que nos develará el antecedente de lo que hoy, aún y afortunadamente, podemos apreciar en la dignidad de muchos habitantes de nuestro país.