Historiografía de Indias (1)
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HISTORIOGRAFÍA DE INDIAS (Primera Parte)
Con Vico ya casi nos introducimos en el siglo XVIII, en la historiografía de la
Ilustración. No obstante, ahora tenemos que retornar un poco hacia atrás, ya
que iniciamos la 5ª. Unidad del Programa, haciendo referencia a los
historiadores que – entre los siglos XVI y la primera mitad del XVII – se
ocuparon de la Historiografía de América.
Si partimos de la conceptualización realizada por Víctor Sanz, según la cual la
historiografía puede concebirse como la disciplina que no se interesa tanto en los acontecimientos en sí, sino en la forma en que están plasmados por el historiador en su obra, y la medida en que se aproximó la historia a la realidad, podría decirse que, desde el punto de vista de la moderna ciencia
histórica, la historiografía sobre América todavía no ha sido suficientemente
profundizada por los historiadores; es más, creemos que aún se encuentra en
pleno proceso de elaboración.
Es cierto que, sobre todo en las últimas décadas del siglo pasado, la crítica de
las fuentes ha revisado minuciosamente nuevos documentos e informes que
han ido apareciendo, para determinar su valor, pero pese a eso, aún faltan
muchos aspectos por investigar, y hay otros que demandan una interpretación
más objetiva.
Esto se debe, en parte, a que gran cantidad de la producción historiográfica
indiana, fue elaborada por aficionados, y el interés de ellos se dirigía hacia
ciertos temas o períodos, olvidando otros, tanto o más interesantes.
Quizás como introducción al tema y antes de abocarnos a las características
esenciales de la historiografía indiana, deberíamos hacer alguna referencia al
marco histórico precedente y posterior a 1492.
Sabemos que el encuentro de los europeos con el llamado Nuevo Mundo se
produjo contemporáneamente a la finalización de la lucha que venían llevando
a cabo los españoles contra los musulmanes y judíos. Con esta lucha se cerró,
paulatinamente, el período que la historia española reconoce con el nombre de
Reconquista. Esto es importante porque nos permite valorar, en cierta forma, la
participación del conquistador que al llegar al Nuevo Mundo, encontró, en esa
nueva realidad un campo propicio – como dicen Cassani y Pérez
Amuchástegui –para volcar su espíritu aventurero y batallador, avalado por una tradición de ocho siglos de lucha contra el infiel.
Y eso se va a ver reflejado también en la producción historiográfica, que suele
denominarse comúnmente como CRONÍSTICA DE INDIAS
El contexto:
encuentro, conquista y colonización de América
Incorporaciónde temas
geográficos,naturalistas yetnográficos
CRONÍSTICA
DE INDIAS
Producciónhistoriográficaparecida a lade Heródoto ylos logógrafos
Evidentemente, entre los cronistas de Indias existen grandes diferencias, en
cuanto a formación, intencionalidad y grado de vinculación con los hechos que
describen. Por eso podríamos internar establecer una primaria clasificación,
agrupándolos según algunas similitudes.
Así tendríamos:
un primer grupo formado por lo que algunos llaman los soldados testigos, es
decir, los propios descubridores y conquistadores (Cristóbal Colón, Hernán
Cortés, Bernal Díaz del castillo, Pedro Cieza de León, Pedro de Valdivia,
etc.);
un segundo grupo lo constituyen los grandes cronistas, que contemplaron la
conquista como un todo, lo que dio lugar a obras que superan el simple
relato de hazañas, como Fray Bartolomé de las Casas o Gonzalo
Fernández de Oviedo; algunos de ellos incluso, con una visión menos
directa de los hechos que relatan, como Francisco López de Gómara o
Antonio de herrera;
un tercer grupo son los cronistas indígenas, que acercan su propia visión
acerca de los hechos (como por ejemplo Felipe Guamán Poma de Ayala,
Fray Bernardino de Sahagún, Juan de Betanzos, etc);
y por último, los nuevos historiadores aparecidos luego de concluida la
conquista, como por ejemplo José de Acosta o Bernabé Cobo, quienes
abordan el tema americano, desde una nueva perspectiva, apuntando sobre
todo al análisis de causas y efectos.
El primer grupo de cronistas serían, al decir de Fontana, los logógrafos de una historiografía española renovada. Al ser hombres de acción, lo más
destacable en sus escritos fue la expresión de su sorpresa ante la naturaleza y
ante los sucesos que observaban, lo que los hacía especialmente descriptivos.
No obstante, en todos ellos se advierte el tema central de la polémica que
provocó el encuentro de tierras desconocidas y los objetivos de la conquista.
Lo que queremos destacar es que, con toda su novedad, el Nuevo Mundo dio
oportunidad para que se escribieran un sinnúmero de historias y de
“narraciones con pretensiones históricas”. Estos escritos, además de su valor
como fuentes de la historia, produjeron una verdadera revolución en la
historiografía en general, no sólo al introducir nuevos temas, sino también, un
nuevo tratamiento de esos temas (que hacía indispensables por ejemplo las
descripciones etnográficas), y también un nuevo estilo, que superó la forma
retórica clásica.
Pero lo más interesante sin embargo, es que ese encuentro de los europeos
con el Nuevo Mundo, trajo consigo una gran renovación del conocimiento,
fundamentalmente, porque dio lugar a confrontar ideas y creencias que venían
arrastrándose desde la Antigüedad. Al decir del historiador mexicano Miguel
León Portilla, en su libro Visión de los vencidos, el descubrimiento, conquista y colonización de estas tierras, más tarde bautizadas como América, rompió los moldes clásicos del relato histórico y obligó a buscar otras formas que expresaran la nueva realidad que había enriquecido el horizonte geográfico, humano y cultural del mundo.
Con relación a los motivos de ese despertar del interés etnográfico que se
produjo a raíz del descubrimiento de América, es importante considerar la
advertencia que hace Fueter, al señalar que las realidades del Nuevo Mundo,
al no haber sido descriptas anteriormente por las “autoridades” clásicas, eran
un terreno virgen para los cronistas. Por eso sin duda, se esforzaron por narrar
y describir con detalle todo lo que veían, particularmente, las instituciones
político-religiosas, las formas de vida y las costumbres de los pueblos
indígenas. Tenían que entendérselas – dice Fueter – con pueblos de quienes nada habían dicho los autores antiguos. Por lo tanto no tenían que desembarazarse de ideas falsas. En realidad sólo tenían que observar. Sobre las naciones europeas y asiáticas, se arrastraban todavía los juicios desde hacía mucho tiempo inadecuados, a menudo pueriles y falsos desde el principio, de la ciencia popular de los antiguos; aquí, por lo menos, el investigador tenía ante su asunto, independencia científica.
En este sentido, Cassani y Pérez Amuchástegui dicen que en la historiografía
indiana se produjo un fenómeno similar al que ocurrió en la historiografía
europea hacia los siglos XIII y XIV, con motivo de las Cruzadas. Los historiadores indianos procuraron dar a sus relatos las mayores garantías de probidad, esforzándose por obtener y presentar la mayor cantidad posible de testimonios.
Pese a ello, existen varias limitaciones en este tipo de producciones. Hay
historiadores por ejemplo, en los cuales se percibe un gran simplismo
interpretativo; en otros hay un excesivo apego a la historia fáctica, o a la
historia-batalla, o a la historia político-institucional, descuidando los fenómenos
socioeconómicos y culturales propios de la época y del lugar.
Sin embargo, no debemos olvidar quiénes eran los que escribían en un
principio. Tengamos presente que hasta mediados del siglo XVI las
informaciones que llegaban a España con respecto al Nuevo Mundo, procedían
de los conquistadores o jefes de expedición, ya que éstos tenían la obligación
de informar a las autoridades, en cumplimiento de las respectivas
capitulaciones o de órdenes expresas del rey.
Fue recién a partir de la segunda mitad del siglo XVI que se creó el cargo de
Cronista Mayor. José Ma. Ots Capdequí, en su libro Manual de historia del
derecho español en las Indias y del derecho propiamente indiano, puntualiza el
propósito de la creación de este cargo. El Consejo de Indias debe tratar cuidadosamente que siempre haya descripciones exactas de la geografía e historia natural, política y eclesiástica de las Indias, las cuales se deben mantener al corriente y tiene que intervenir siempre en el desarrollo orgánico de la distribución política y eclesiástica de las colonias.
Por otra parte, un historiador argentino del siglo pasado, Rómulo Carbia (en La
crónica oficial de las Indias Occidentales), afirma que tenemos que pensar en
el contexto de finales del siglo XV y comienzos del XVI en las que surgen las
producciones historiográficas de Indias. Él reconoce dos tipos básicos: a) la
producción espontánea y por ello simplista, y lo que llama la producción dogmatizada.
La primera se refiere a aquella que se escribía sin otro motivo que el de
recordar; quienes escribían no se preocupaban mayormente por la verdad, a la
que consideraban marginalmente, como una simple cuestión metodológica.
Una actitud diferente se observa en la producción dogmatizada, ya que en ella
los relatos nacen a impulsos de una intención concreta, y por lo tanto, importa
mucho tanto la verdad como la exactitud de la información.
A la luz de esta observación podríamos tomar dos ejemplos, de los tantos
posibles, y señalar las diferencias – tanto en estilo como en contenido – que se
aprecian entre el “Diario” de Cristóbal Colón y la “Historia de las Indias” de
Bartolomé de Las Casas. Si bien en ambos hay continuidades y elementos
comunes, el primero está fuertemente influenciado por una serie de elementos
medievalistas, mientras que Las Casas, tres décadas más tarde, ya tiene otra
perspectiva.
Quiere decir que la atmósfera mental y social de ambos, a la hora de
seleccionar y jerarquizar los materiales reunidos y aún de observar lo que
tenían delante de sus ojos, había variado y por lo tanto las preguntas que
ambos hacían a las fuentes eran distintas, obteniendo también resultados
diferentes.
Un rasgo común a todos los cronistas del siglo XVI, es su marcada tendencia
religiosa. Y es comprensible, dado que el único fundamente lícito que podía
esgrimir la Corona española para justificar la exclusividad de la Conquista, eran
las bulas Papales, que se basaban, precisamente, en la potestad del Pontífice
para encomendar a un determinado reino, la difusión y enseñanza del
Evangelio. Recuerden que en el orden espiritual, el Papa tenía amplísimas
potestades sobre los príncipes, reyes y emperadores, y por lo tanto, estaba
facultado para encargar a los españoles, la difusión del Evangelio en las Indias.
De modo que, para justificar los hechos de los conquistadores, los cronistas
tenían que poner de manifiesto el espíritu evangelizador, además, claro está,
de un espíritu patriótico.
Richard Konetzke, en su libro Descubridores y Conquistadores de América
(Introducción), señala que Los cronistas españoles de la Conquista escribieron con patriótico orgullo sobre las grandes hazañas y los sobrehumanos esfuerzos de los invencibles españoles en el Nuevo Mundo. Y como ejemplo, cita las palabras de López de Gómara: “Nunca nación extendió tanto como la española sus costumbres, su lenguaje y armas, ni camino tan lejos por mar y tierra, las armas a cuestas”.
Desde este punto de vista – continúa argumentando Konetzke – los atropellos y
crueldades de los españoles son, no completamente pasados por alto, pero sí
atenuados lo más posible.
Vale decir que, desde el punto de vista metodológico, si bien la historiografía
indiana se caracterizó por un marcado esfuerzo heurístico, la crítica de las
fuentes se vio limitada, porque – como señalan muy bien Cassani y Pérez
Amuchástegui – los conquistadores procuraban justificar, con el relato, sus propios actos, los indígenas mostrar las glorias de su raza, los misioneros probar las ventajas obtenidas por la introducción del
Evangelio, y los demás, que carecían del conocimiento directo de los hechos, se hicieron “partidarios” de uno u otro autor.
En cuanto a la síntesis, las principales fallas están en el abuso de
generalizaciones de tipo filosófico-religioso, originadas tal vez en el deseo de
amenizar el relato. Además – y esto ustedes mismos podrán comprobarlo al
leer las fuentes – muchas veces lo anecdótico o lo intrascendente, hace perder
la unidad del contenido.
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
Jorge Luis Cassani y Pérez Amuchástegui Del Epos a la la Historia Científica
Josep Fontana Análisis del pasado y proyecto Social
Josefina Zoraida Vázquez Historia de la Historiografía (Capítulo V.- Los Grandes Descubrimientos del siglo XV)
Miguel León Protilla La visión de los vencidos
Richard Konetzke Descubridores y Conquistadores de América
Eduard Fueter Historia de la Historiografía Moderna Tomo I (capítulo XV) Repartido Nº 29
Historiadores de los siglos XVI y XVII (Repartido 30) – Selección de fuentes
Enrique Morales Padrón. Los conquistadores de América (Repartido 31)
Antonio R. Baxeiras Historiadores de Indias
Lewis Hanke ¿Bartolomé de las Casas Existencialista? (a modo de ejemplo y para futura exposición en clase)