Hitos del Desarrollo, Aprendizajes y Transformaciones
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Trabajo Final Hitos del Desarrollo
Aprendizajes y Transformaciones
Prof. Ángel Bustos
Antonio Araya Gatica
Contexto
El desarrollo humano se extiende a lo largo del ciclo vital de la persona, de su
familia, de las instituciones, y éstas no están exentas de perturbaciones, ni de
posibilidades de transformación. Nos apoyamos en nuestras experiencias, desde
un trasfondo intencionado, definido, no neutral, tal vez mal definido o incluso
desconocido para quien lo encarna. Emerge de esta ceguera una peligrosa falta
de auto-reflexión. Profesionales, técnicos y asistentes de la educación, la mayoría
si no todos: resilientes en organizaciones que repiten sus modelos a la deriva, y
donde lo más importante -la relación familia & niño & escuela- es de lo que menos
se discute.
Replicamos, muchas veces sin siquiera notarlo, el clientelismo y la producción de
“consumidores informados”, más que de ciudadanos íntegros. Operamos en virtud
de profecías que se auto-cumplen (Watzlawick, 1990), expectativas de ocurrencia
de eventos desastrosos o maravillosos, dependiendo de nuestro fluctuante
optimismo y/o pesimismo. Nos hacemos una representación1 de la convivencia,
presuponiendo que ésta está dada previamente, que está pre-definida. Sin
embargo, sabemos que la convivencia –en nuestra vida familiar, laboral, vecinal-
va surgiendo día a día, es moldeada y realizada colectivamente.
Así el aprendizaje, el nuevo conocimiento, no es sólo un espejo de la naturaleza,
es la manifestación de nuestro devenir. El mundo no se encuentra pre-definido,
está en permanente realización.
1 No me refiero a representaciones sociales, sino a la representación mental como metáfora auto-reflexiva.
La invitación es a recorrer los aprendizajes del que suscribe, en este camino de
intercambio de experiencias, de saberes públicos y particulares.
Las entrevistas en las que participé, y las que escuché y leí, me han hecho
reflexionar sobre las vivencias, contradicciones y coherencias que me dispongo a
presentar; lo mismo leyendo las opiniones de mis compañeros y compañeras,
todas muy nutritivas y significativas para mí.
Los aportes y opiniones de mis compañeros y compañeras.
Punto y contrapunto, desarrollo a continuación una selección de aportes y
opiniones que me hicieron más sentido, tanto desde mi aceptación como desde mi
disidencia.
La realidad que viven las y los niños, jóvenes y adultos involucrados en la
educación, encarna una alta complejidad a abordar. Es mi elección situar la
observación en el desempeño laboral, realizando afirmaciones y juicios de lo
observado, escuchado y hecho. Será la experiencia directa, la opinión personal,
en este ápice, la vía regia para sobrevolar estos intercambios.
Las experiencias relatadas nos permiten comprobar la ineficacia de las normas y
protocolos de los colegios, y de su aplicación poco criteriosa. Claudia Marchant lo
describe magistralmente: “implementar sanciones como la suspensión o la típica
<llamada al apoderado>, son sanciones que no benefician un resultado positivo en
el alumno2”.Queda comprobado, que cuando la profesora y el profesor conocen “la
realidad” del estudiante que se muestra “disruptivo”, tienden a tomar medidas
menos severas. Más acercamiento, menos castigos; más comprensión, exigencias
“cortadas a la medida” del alumno, aprovechar sus potencialidades, lo que hace
bien y le gusta… ¡qué necesaria es hoy en día la redistribución del tiempo y la
carga laboral para que el profesor atienda estos elementos!
2 “La familia es necesaria para el desarrollo integral del niño, sin embargo, en algunos casos,
lamentablemente cuando nos encontramos con niños con muy mala conducta y rebeldes, implementar sanciones como la suspensión o la típica “llamada al apoderado”, son sanciones que no benefician un resultado positivo en el alumno, no favorece en nada en un cambio de actitud, por el contrario, su conducta se vuelve mucho más rebelde, ya que lo que está necesitando es ser escuchado y ser querido.
Es importante detenerse en una reflexión de Juan Francisco Rojas, en este mismo
sentido: “…la necesidad de revisar las prácticas y las tradicionales formas de
castigo que se encuentran presentes en los reglamentos de convivencia escolar,
(…) muchas veces terminan generando el fenómeno inverso3”. Esta lúcida
aseveración es también un llamado de auxilio y una protesta. Ni tradicionales ni
novedosas, pienso que hemos de luchar por erradicar toda forma de castigo en el
aula. El castigo ya no es necesario en las escuelas ni en la formación de nuestros
estudiantes.
¿Quién tiene que adecuarse, los estudiantes o los profesores? Hay más maneras
de hacer las cosas, sobre todo frente a niñas y niños sobrevivientes a ambientes
familiares tóxicos. Aquí la disposición del profesor es fundamental para promover
ambientes propicios. No somos sólo miembros de “establecimientos prestadores
de servicios educacionales”, debemos participar en la creación de una comunidad
educativa afectiva, en post del desarrollo integral de sus integrantes.
Como educadores somos modelos de conducta (Bustos, 1992). Por ello es tan
importante la introspección del profesor, el trabajo en equipo y el reconocimiento
de las culturas profesionales: ¿Serán los incidentes críticos oportunidades de
crecimiento? Este escenario permite acceder a la formación, a las bases del
actuar del profesor. Tenemos una gran responsabilidad por nuestros actos,
palabras y pensamientos; con ellos podemos afectar e influir en nuestros
estudiantes, apoderados, colegas, paradocentes y directivos.
Nuestros actos ejercen directa influencia sobre las comunidades-sistemas a los
cuales pertenecemos.
3 “Hoy sin duda me quedó muy claro la necesidad de revisar las prácticas y las tradicionales formas de
castigo que se encuentran presentes en los reglamentos de convivencia escolar. Específicamente las suspensiones de clases, que son utilizadas como mecanismo de inhibición de la conducta, muchas veces terminan generando el fenómeno inverso. Me queda claro también que los reglamentos no atienden a criterios pedagógicos, pues los sistemas normativos buscan estandarizar y normalizar las conductas. No se ajustan a los contexto de las personas ni apuntan a enfrentar los problemas que se encuentran en la base de los mismos”.
Una profesora “con toque” -siguiendo el lenguaje de uno de los jóvenes
entrevistados que viven y estudian en San Antonio4- con empatía, con cercanía,
pueden ayudarnos a salir adelante, gran ejemplo de resiliencia y de la necesidad
de conocer de lo que somos capaces los seres humanos. Paciencia, aceptación,
sentido del humor, responsabilidad, perseverancia, cercanía, apertura; todos
atributos de la profesora referida, y son también cualidades deseables para cada
profesional de la educación, más en relación a casos complejos.
Si los niños no reconocen a sus padres como autoridad, menos lo harán respecto
a sus profesores. Por eso es tan importante enseñar a nuestros estudiantes (como
a nuestros hijos) a ser responsables de sus acciones, hacerse cargo de las
propias decisiones. Cultivar el respeto y la autoridad con los hijos es un proceso
permanente, que se alcanza practicando la coherencia en el pensar y el hacer, fiel
a los valores familiares y siendo consistentes en las propias decisiones.
A mayor conexión emocional, más reflexión, menos conductas inadecuadas.
Conocer la historia de los jóvenes entrevistados, y su abrumadora experiencia de
superación de la vulneración5, fue más protector y sanador que no conocer, no
saber o no querer ver. El apoyo social y el espiritual mencionado dan cuenta de
ello. Como lo señala A. Bustos (2008) los jóvenes anhelan tener buenas
relaciones con los adultos significativos para ellos.
No estandarizar, no comparar; la conexión emocional con la escuela, la conexión
emocional con algún profesor al interior de ella, seguro marcará la diferencia.
Insisto en este punto ya que me parece de la mayor relevancia. Blanca Cataldo lo
aborda desde otra perspectiva, donde sin embargo las emociones siguen
desempeñando un papel crucial: …nos emocionan con las historias de vida que
nos relatan de forma espontánea, (…) entre lágrimas comprendo que lo que
4 Entrevista a Nicolás y Brian, de San Felipe. La profesora que ayudó a dos estudiantes también sufrió la
discriminación de sus pares, por presentar un diagnóstico psiquiátrico. 5 Jóvenes vulnerados en sus derechos, a acceder a los servicios y bienes básicos de bienestar y bien común.
nuestros alumnos esperan no es sólo la empatía, (…) ellos declaran que no
quieren que les tengan pena, sino que esperan ser escuchados…6.
El reconocimiento, aceptación y respeto por las emociones de los demás y por las
propias (Linehan, 2005), es el prerrequisito para sostener conversaciones
respetuosas y promotoras de buenos tratos. Impactarse y entristecerse con el
conocimiento de la realidad de otro es muy válido. Es muy importante tener
definida nuestra posición respecto a los demás, en el contexto educativo, y
expresar adecuadamente nuestras emociones.
La búsqueda de “la objetividad” nos hace olvidar que somos cuerpos resonantes
en ambientes cambiantes, que es natural y normal experimentar emociones y que
es saludable expresarlas y hacerse cargo de ellas. No debemos ocultar o fingir
nuestros sentimientos.
Aparece relevante este aspecto interpersonal, para hacerme cargo de lo que a mí
me pasa en determinadas relaciones profesionales. Una profesora y un profesor
disponible, que se emociona, que está “ahí”, atento a las necesidades de sus
estudiantes, que escucha activamente, sin imponerle al estudiante su punto de
vista, que interviene grupalmente cuando es posible, que no divide para conducir
sus clases, y que disfruta lo que hace, seguro obtendrá más éxito y satisfacción
personal.
Thomas Gordon (1989) ilumina este camino, trazando un “campo minado” que
debemos evitar7, desde los indisolubles conceptos de emoción, pensamiento y
acción. Gordon también señala buenas prácticas: escuchando atentamente,
guardando silencio; dando respuestas de reconocimiento, digitales y analógicas,
6 [Bastián] considera que los psicólogos pueden mantener sus emociones al límite del sentido común para
actuar desde lo profesional, “[Nicolás] las emociones para ayudar a la gente no sirven, uno debe ser objetivo no les sirve la pena pues eso no significa que los quieran…”. 7 Ordenar, dirigir, mandar; advertir, amenazar; moralizar, sermonear, decir “deberías” o “tendrías que”;
aconsejar, ofrecer soluciones o sugerencias; enseñar, dar argumentos lógicos; juzgar, criticar, estar en desacuerdo en todo, culpar; elogiar, estar de acuerdo en todo, dar evaluaciones positivas; poner apodos, uniformar, ridiculizar; interpretar, analizar, diagnosticar; tranquilizar, compadecer, consolar, apoyar; poner en duda, averiguar, interrogar, usar preguntas cerradas; apartar, distraer, mostrarse sarcástico, condescender.
lingüísticas y corporales; utilizando invitaciones para hablar más; usando otras
formas activas de escuchar (reflejar, resumir, parafrasear, retroalimentar).
Apoyo y motivación solicitaba Emilia –otra de las entrevistadas- mostrando la
importancia de la familia y los riesgos psicosociales locales.
En su experiencia, a Emilia le llueven los factores de riesgo8. Los desencuentros
en la transmisión de valores institucionales, muchas veces se relaciona con
nuestra falta de coherencia entre el ser y el hacer. Al igual que en hogar, en la
escuela los niños también aprender mirando el actuar de los adultos.
Podremos avanzar hacia el desarrollo de una masa crítica, reflexiva, coherente,
responsable y recursiva, partiendo por uno mismo a través de la satisfacción de
las propias necesidades, hasta la anhelada auto-actualización9, y por medio de la
extensión/ampliación de nuestras zonas seguras.
Paula Garrido se hace cargo de este desafío frontalmente:”(…) estamos llamados
y preparados para provocar cambios en nuestro lugar de trabajo. El tema radica
en cuánto seremos capaces de hacer y de contagiar al resto para hacer cambios
concretos y perdurables en el tiempo10, cambios que podrán ser observados en
futuras generaciones, cambios que tienen que comenzar ahora.
Como formadores de ciudadanos, trabajadores del conocimiento y desarrollo de
las personas, muchos docentes se sienten amenazados y frustrados, abrumados
tratando de mantener un ambiente adecuado de aprendizaje en el aula. Al frente,
un gran número de estudiantes intentando simultáneamente satisfacer sus
necesidades.
8 En este caso, tal vez si se pudieran potenciar los intereses artísticos de la estudiante, probablemente se
mostraría más motivada por sus estudios y mejoraría su actitud hacia el colegio. 9 Auto-actualización: cúspide de la pirámide de A. Maslow.
10 :…la sensación que queda después de compartir la clase del sábado es que estamos llamados y preparados
para provocar cambios en nuestro lugar de trabajo. El tema radica en cuanto seremos capaces de hacer y de contagiar al resto para hacer cambios concretos y perdurables en el tiempo. Desde mi punto de vista obedecen a pequeñas acciones conscientes de conducta que permiten ir creando o abriendo espacios distintos en el trabajo y que pueden tener resultados muy beneficiosos a largo plazo, lo que importa es la constancia, el empuje y no rendirse.
Gloria Pérez aborda estas emociones y las pone en contexto: “En el caso de la
rebeldía propia del desarrollo uno de los mayores desafíos para los adultos
padres, y maestros es ser verdaderos educadores emocionales (…) paciencia y
flexibilidad a toda prueba, pues en esta etapa las relaciones entre el adolecente y
los adultos dejan de ser verticales, tienden a ser cada vez más horizontales, pues
ellos poseen ya cierto grado reflexión que crea en ellos una autonomía que les
permite generar pensamientos y propios en base a sus creencias y cosmovisión,
ya no en lo que piensan o le dicen otros”.
Esto es un gran desafío para los padres y educadores: (…) el construir consensos,
negociar, dialogar sin el miedo a perder autoridad, y aceptar el disenso sin creer
que esto es un alejamiento afectivo11. Es fundamental la distinción entre las
acciones y las personas que las realizan, concentrarse en lo que los estudiantes,
apoderados y colegas hacen, más que en la imagen que nos hacemos de ellos
(del “como son”).
La interdependencia es la clave para superar las miradas lineales. Si un niño, niña
o adolescente víctima de violencia se acerca a un profesor o profesora -aún en un
momento “inadecuado” para el profesor- para contarle lo que le pasa, es porque
confía en el docente, predice una buena acogida y se atreve a hablar. ¿Cómo
llega un alumno a definir eso? De alguna manera ese alumno conoce a su
profesor y cree en él.
Estamos en deuda con la formación emocional de los profesores, profesionales de
apoyo, paradocentes y auxiliares de la educación. Es clave aprender de nuestros
errores, pienso que es una fuente inagotable de aprendizajes. ¿Cómo no
emocionarse? Lo importante cuando escuchamos a otra persona y nos
entrevistamos con ella, es creerle, evitando hacer preguntas dirigidas o deslizar
opiniones personales. Nos referimos a las necesidades de seguridad e intimidad
(Bustos, 1992).
11
…en ocasiones en las que se producen cambios importantes en el entorno del niño y el adolecente y éste no cuenta con las herramientas emocionales necesarias para afrontar dichos cambios […] comienza a mostrase rebelde, negativo, desafiante y hasta disocial, cuando sus problemas reactivos no logran ser vistos por padres y maestros, estos van a ir en aumento y pueden convertirse en parte de su personalidad.
Un profesor -o un paradocente- pueden marcar la vida de estudiante con sus
propias actitudes (Calderón, 2007) para bien o para mal. Actitudes que afectan lo
que se observa, lo que se escucha, que da sentido a una conversación, que hace
bien. Lidia Menares reflexiona sobre esto a partir de su relato: “es necesario
entonces que nosotros no sólo facilitemos el aprendizaje, sino que además
cubramos las necesidades emocionales de nuestros alumnos, que reconozcamos
cuál es la importancia efectiva, en el proceso de mejoramiento de la calidad y
equidad del sistema educacional chileno”
De igual manera, recalca el anhelo y devela el desafío del cómo hacerlo,
desnudando la soledad del docente en las escuelas: “El papel del profesor es
sumamente importante, ya que se espera de él que mediante estrategias
promueva un clima positivo de respetos, empatía, comprensión y diálogo en la
comunidad escolar. Pensar esto es fácil, hasta lógico, el problema es cómo
llevarlo a cabo cuando en los colegios no hay compromiso institucional o cada uno
trabaja solo” declara la profesora Lidia Meneses, haciendo referencia a la
necesidad de implementar un trabajo en equipo en las escuelas.
Juan Francisco Rojas destaca por su parte, la validación y el liderazgo docente:
“La comunicación depende de reconocerse recíprocamente como interlocutores
válidos. Para que se produzca ello debe existir un vínculo, una actitud de respeto y
de escucha activa que solamente se produce cuando se trata de personas que se
reconocen como otro significativo”.
Esto es un proceso: “el niño actúa por adhesión, mientras que el adolescente lo
hace por convicción. Todo lo que logremos construir en la segunda y tercera
infancia, ayuda a la toma de decisiones que los adolescentes puedan realizar en
[la] primera adolescencia. Sin duda las relaciones se construyen en base al amor a
lo largo de todo el ciclo vital”, nos recuerda Juan Francisco.
El profesor debe estar en actitud de “escucha activa” promueve Pablo Subiabre,
“el entrevistador debe estar tranquilo, que logre manejar su propia tranquilidad y
así demostrar la confianza y calma”. De acuerdo, y agregaría: debe declarar sus
condiciones de satisfacción, sus estados emocionales si lo amerita, y buscar la
efectividad interpersonal, su auto-regulación emocional y tolerancia al malestar12.
Para concluir con la revisión de los comentarios de mis compañeros y
compañeras, dos aportes muy importantes. Marjorie Silva se extraña aborda “la
equiparación entre concepto de “manipulable” y “educable”. Para ella no son lo
mismo. Nos plantea que “lo que se hace es educar, y esto en el más amplio
sentido de la palabra (…) si yo no tengo amor en lo que hago… vámonos a criar
pollos… esos son manipulables”.
“Educar es transmitir sentimientos, cultura, información, saber vivir, saber ganar,
saber perder, educar es para la vida”. Abordar la ética con la que actuamos me
parece crucial, sin fuertes valores éticos y ciudadanos, no lograremos cambiar la
realidad. Siempre estamos manipulando y siendo manipulados, es una danza de
mutuas influencias13. La actitud de un profesor puede cambiar a un niño, y éste
con su actitud puede cambiar la mirada del profesor. Dobles vínculos recíprocos,
recursivos, sostienen nuestras relaciones, desde las más triviales, hasta las más
significativas.
Leyla Touma lo describe desde la deontología: “…la vinculación con el docente [es
crucial] para la comprensión de los fenómenos de convivencia, y
consecuentemente la adecuada manipulación de estos factores pueden
determinar la posibilidad de crear un ambiente propicio para el aprendizaje”. La
adecuada manipulación, entendida como maniobra de los elementos, crea
mundos y posibilidades nuevas.
Mis cambios teórico-prácticos en este punto del recorrido.
A partir de los lineamientos trazados, podemos observar un diseño tipo relato de
múltiples voces, que no sólo ponen énfasis en la mejora del sistema, sino también
en la realización personal de las y los profesionales, asistentes y trabajadores de
12
Véase Marshall Liberman, Terapia Dialéctica Conductual, DBT. 13
Una mirada circular de sobre esta metáfora, me lleva a reflexionar acerca de la puntuación de secuencia de hechos, uno de los axiomas de la comunicación humana ¿quién determina a quién? en una relación, sea ésta complementaria o simétrica, las influencias son recíprocas, recursivas y emergentes.
la educación. Realización personal vinculada a la capacidad de ser agentes de
cambio, que no emerge si no a partir de la satisfacción de necesidades más
básicas y/o urgentes: “Cuando una persona ha satisfecho sus necesidades más
elementales, su conducta empieza a estar más motivada (…) hasta que se logra
satisfacer el nivel más elevado de necesidades que es el de Autorrealización”
(Bustos, 1992, pg.2).
Aceptar el no-conocimiento, entrar en relación, practicar la solidaridad, la escucha
activa, poder reconocer las particularidades, las diferencias personales y
actuaciones propias y de los demás, implica flexibilizar la mirada. De esta manera,
podremos promover preguntas transformadoras, más allá de las “abre puertas” o
invitaciones a hablar (Gordon, 1989), y facilitar a los profesionales y técnicos de la
educación la utilización de sus propias capacidades para formular e implementar
programas de cambio.
Esta suerte de auto-pedagogía crítica, que empodera y promueve la participación,
tengo la convicción se encarna a partir del diálogo y del esfuerzo colectivo.
El aumento de la segregación de los barrios y las escuelas, donde los alumnos
con mejor nivel sociocultural van a colegios top, y los de peor estatus a las
escuelas públicas, ha provocado la pérdida del llamado efecto pupitre, según el
cual los alumnos con mayor rendimiento académico ayudan a mejorar los
resultados de todo el grupo. El aislamiento de una parte importante y numerosa de
la población, aumenta sin lugar a dudas las desigualdades.
En palabras del profesor Cuevas Molina, “bajo la racionalidad neoliberal, el
sistema educativo es analizado en relación a tres ideas fundamentales: eficiencia,
eficacia y calidad, que fueron originalmente acuñadas por la pedagogía
estadounidense del eficientismo industrial y que trasladan al campo de las ciencias
humanas conceptos empresariales. De esta manera, se vincula mecánicamente el
sistema educativo con el aparato productivo, subordinando el primero a los
intereses del segundo”14.
Tomado como ejemplo los juicios y afirmaciones del joven Ángelo Paolo, reafirmo
la crucial importancia que tiene la familia pedagógica en este contexto.
El aprendizaje, pero sobre todo la motivación, se ven dañados por falta de apoyo
familiar: “fue más porque yo dejé de estudiar, porque me aburría en clases, no
estaba ni ahí con la clase (…) La insatisfacción de las necesidades básicas
(Bustos, 1992) promueve en los niños y jóvenes una apreciación del mundo
deslavada, superficial y desesperanzada, donde no crece el deseo de aprender ni
de conocer cosas nuevas. “No somos todos iguales, ellos [sus compañeros de
clases] tenían compromisos con los papás, yo no los tuve y también porque ellos
querían ser algo más a futuro y yo no, claro no”. Claramente son los padres los
principales responsables de satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, base
para su desarrollo integral.
Los valores familiares y un proyecto de vida, si bien no se observan nítidamente
en el relato, están presentes en el devenir de este joven: “¿Tienes la impresión de
que no eres capaz?”, le pregunta el profesor, Ángelo responde: “de no ser capaz
no porque, me he puesto metas y las he cumplido, por eso creo que soy capaz de
cualquier cosa (…) ¿por qué crees tú que no te dan ganas?: porque al final me
aburre estar estudiando, me latea, no sé, encuentro que las clases toda la
cuestión, no me gustan, como que no están, no estoy ni ahí con ello, me gustan
otras cosas (…) quiero terminar cuarto medio para ya desligarme de mis padres,
quiero terminar con cuarto medio y seguir con una carrera corta.
El estudiante Ángelo realiza una aguda observación, que por cierto comparto:
“todos los profesores están en un colegio, se van a otro y andan así rápido, no
tienen, uno no puede conversar con ellos así temas, temas, porque ellos se van,
vuelven. Me gustaría que todos los profesores estuviesen todo el día metidos ahí
14
Laura Zamarriego Maestre, comunicación personal. Centro de Colaboraciones Solidarias, Universidad Complutense de Madrid.
en el colegio, como que vivieran y murieran en el colegio, que te conociera
realmente. Porque en este momento los profesores llegan hacen su clase y se
van, y ¿tú qué onda? Él no sabe qué onda, que te pasó en tu casa, que problemas
tienes, ellos no saben. Por eso me gustaría que vivieran y murieran en el colegio,
que tú fueras allá y estén allá”.
De manera diferente pero no menos dramática, María José, otra estudiante
entrevistada, relata su manera de reaccionar frente a la negligencia parental: “lo
que pasa que mi papá vive en la pieza del fondo y mi mamá en la de adelante. Y
mi papá sabe que mi mamá tiene otro gallo, pero no le dice nada y los días viernes
toman todos juntos. ¿Qué te pasa a ti cuando ves este cuadro? Nada, ya estoy
acostumbrada”. En ambos casos la desesperanza y la anomia marcan sus días de
adolescente.
No obstante, los otros jóvenes antes mencionados –resilientes por cierto- que se
libraron del suicidio gracias a su profesora, nos muestran cómo pueden, desde
niños, aprender y lograr superar las condiciones más adversas imaginables.
Recapitulando, he aprendido: la importancia de analizar mis propias prácticas, con
el objeto de mejorar mis destrezas, aprender de mis errores y cultivar los buenos
tratos; ejercer una labor de manera reflexiva y políticamente comprometida;
visibilizar mis premisas y conocer sus orígenes, nutrirme de nuevas miradas y
avanzar en la democratización del aprendizaje; investigar en primera persona,
buscar la coherencia y consecuencia entre la reflexión y la acción cotidiana.
La importancia de conocer y re-conocer los circuitos semánticos y políticos del
proceso de educación y el papel de sus actores. Por ejemplo conocer el origen del
lenguaje comercial de la educación y su ideología a la base, instalada en el
discurso cotidiano de las y los docentes.
La oportunidad de cuestionar mis propias creencias, mis estándares de efectividad
interpersonal, mi regulación emocional y mis niveles tolerancia al malestar.
Y buscar siempre ser coherente con uno mismo, requisito para cambiar y mejorar
las prácticas educativas cotidianas en las que participamos. La transformación
personal y relacional de significados, desde la acción, la reflexión y la
investigación permanente.
Caminos posibles y herramientas para la auto-reflexión:
Llevar sistemas de registro, sistematización, notas de campo, medios
audiovisuales. Permiten registrar, guardar y analizar las experiencias, emociones,
pensamientos, reflexiones y aprendizajes; constituir equipos o grupos reflexivos.
Facilitar el intercambio saberes e ideas, promover el autocuidado y la
transformación de las prácticas, a través del contacto frecuente con los demás
miembros de mis comunidades.
Y favorecer la amplitud y flexibilidad de mi mirada y de las mejoras que requiero
en la acción educativa, sea ésta formal o informal.
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