Hoja dominical 18 - 01 - 2015

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Dura es la Palabra de Dios En la lectura del Santo Evangelio de hoy, un joven vino a donde Jesús buscando la vida eterna. Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo cuanto tengas; véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza era para este joven como lo es para muchosun tropiezo en el camino. Luego dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados al igual que nosotros, dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Y en otra ocasión, los discípulos le reclamaron: Dura es esta doctrina, ¿quién puede escucharla? (Jn 6:60). Cuando el joven le respondió a Jesús: Todo eso (los diez mandamientos) lo he cumplido desde mi juventud, Jesús no lo justificó, como hubiera hecho cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» nos informa exclusivamente el Evangelista San Marcos (Mc 10:21) , y «al que ama el Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo material le impedía seguir la vocación. Dice el Señor, por medio del profeta Jeremías: « ¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo que golpea la peña? » (Jr 23:29). También dice: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se los aseguro, sino a dividir.» (Lc 12:49-51). El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su propio nombre. La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste a tal grado que llega a considerarlo como su «salvador»; y sin darse cuenta, la abundancia de riquezas materiales lo va empujando hacia la idolatría, de donde sin duda, caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos estemos donde estemosnos topamos con pobreza; entonces compartamos con los que necesitan de nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema el apego al dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis hermanos. Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero recordemos que la bondad y la salvación de Jesucristo requieren de fatigas, esfuerzo, sacrificio y dominio de sí mismo, porque la Palabra de Dios «salva a los que de verdad tenemos fe.» Amén. www.iglesiaortodoxa.org.mx Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor El Sentido de los Mandatos del Santo Evangelio Atemorizados por lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo, los Apóstoles le preguntaron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Esa pregunta es el estremecimiento de la impotencia humana ante lo absoluto del llamado del Santo Evangélico. Es también la pregunta que puede hacer el que entiende esa invitación extraña: "Amen a sus enemigos." ¿Cómo amar cuando no hay amor? Entonces, ¿quién podrá salvarse? La respuesta del Señor ahuyenta todas las dudas: en ella se halla toda la fuerza, todo el sentido de la enseñanza de Cristo: "Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". (Mateo 19:26). Los mandatos del Santo Evangelio, sobre todo los mandatos de amor, no son preceptos, sino invitaciones. Por respuesta al llamado del amor, el hombre puede encontrar el amor, pero es Dios solo quien lo da. E1 amor es el Don por excelencia del Espíritu Santo, a quien Dios no rehúsa dar. "Si ustedes, siendo malos, saben dar buenas cosas a sus hijos, ¿Cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidan de Él?" (Lucas 11:13). Dios mismo es amor. Al hombre sólo le ha pedido que se aparte de todo lo que puede impedir el amor, y esto está en el poder del hombre, como está en su poder implorar y suplicar a Dios. Puede más todavía: puede esforzarse por actuar como si ya amara. Es precisamente lo que Nuestro Señor nos ha recomendado: "Todas las cosas que quieran que los hombres hagan con ustedes, así también hagan ustedes con ellos, porque ésta es la ley y los profetas" (Mateo 7:12). 32° DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS TONO 7° Diócesis de México Iglesia Ortodoxa en América www.ocamexico.org

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Dura es la Palabra de Dios

En la lectura del Santo Evangelio de hoy, un joven vino a donde Jesús

buscando la vida eterna. Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo

cuanto tengas; véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en

los cielos. Luego ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza era

para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego

dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de

una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se

escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que

nosotros–, dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Y en otra ocasión, los

discípulos le reclamaron: Dura es esta doctrina, ¿quién puede escucharla?

(Jn 6:60).

Cuando el joven le respondió a Jesús: Todo eso (los diez mandamientos) lo he

cumplido desde mi juventud, Jesús no lo justificó, como hubiera hecho

cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» – nos informa

exclusivamente el Evangelista San Marcos (Mc 10:21) –, y «al que ama el

Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció

esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino

el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo

material le impedía seguir la vocación.

Dice el Señor, por medio del profeta Jeremías: « ¿No es así mi palabra, como

el fuego, y como un martillo que golpea la peña? » (Jr 23:29). También dice:

«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí

para dar paz a la tierra? No, se los aseguro, sino a dividir.» (Lc 12:49-51).

El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que

busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las

dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su

propio nombre.

La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste

a tal grado que llega a considerarlo como su «salvador»; y sin darse cuenta, la

abundancia de riquezas materiales lo va empujando hacia la idolatría, de donde

sin duda, caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir

la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los

problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos–

nos topamos con pobreza; entonces compartamos con los que necesitan de

nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera

y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema el apego al

dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis

hermanos.

Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero

recordemos que la bondad y la salvación de Jesucristo requieren de fatigas,

esfuerzo, sacrificio y dominio de sí mismo, porque la Palabra de Dios «salva a

los que de verdad tenemos fe.» Amén. www.iglesiaortodoxa.org.mx

Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor

El Sentido de los Mandatos del Santo Evangelio

Atemorizados por lo que dijo

Nuestro Señor Jesucristo, los

Apóstoles le preguntaron:

Entonces, ¿quién podrá salvarse?

Esa pregunta es el

estremecimiento de la impotencia

humana ante lo absoluto del

llamado del Santo Evangélico. Es

también la pregunta que puede

hacer el que entiende esa

invitación extraña: "Amen a sus

enemigos." ¿Cómo amar cuando

no hay amor? Entonces, ¿quién

podrá salvarse? La respuesta del

Señor ahuyenta todas las dudas:

en ella se halla toda la fuerza,

todo el sentido de la enseñanza de Cristo: "Lo que es imposible para

los hombres, es posible para Dios". (Mateo 19:26). Los mandatos

del Santo Evangelio, sobre todo los mandatos de amor, no son

preceptos, sino invitaciones. Por respuesta al llamado del amor, el

hombre puede encontrar el amor, pero es Dios solo quien lo da. E1

amor es el Don por excelencia del Espíritu Santo, a quien Dios no

rehúsa dar. "Si ustedes, siendo malos, saben dar buenas cosas a

sus hijos, ¿Cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a

los que lo pidan de Él?" (Lucas 11:13). Dios mismo es amor. Al

hombre sólo le ha pedido que se aparte de todo lo que puede impedir el

amor, y esto está en el poder del hombre, como está en su poder

implorar y suplicar a Dios. Puede más todavía: puede esforzarse por

actuar como si ya amara. Es precisamente lo que Nuestro Señor nos ha

recomendado: "Todas las cosas que quieran que los hombres hagan

con ustedes, así también hagan ustedes con ellos, porque ésta es la

ley y los profetas" (Mateo 7:12).

32° DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS – TONO 7°

Diócesis de México

Iglesia Ortodoxa en América

www.ocamexico.org

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TROPARIO DE LA RESURRECCIÓN - Tono 7° Coro: Por tu cruz has destruido a la muerte. / Al ladrón has abierto el Paraíso. /

Los gemidos de las portadoras de mirra has tornado en regocijo. / Y has

mandado a tus Apóstoles. / Proclamar que Tú, Oh Dios Nuestro, has

resucitado. / Y concedes al mundo grande misericordia.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos

de los siglos. Amén.

CONTAQUIO DE LA RESURRECCIÓN - Tono 7° Coro: El dominio de la muerte no puede dominar más al hombre. / Porque

Cristo ha descendido aboliendo y destruyendo su poder. / El infierno ya esta

vinculado, / y los Profetas se regocijan diciendo unánimes. / El Salvador ha

aparecido a los que tienen fe, / salid, oh fieles, / a la resurrección.//

Diácono: Atendamos.

Sacerdote: Paz a todos.

Lector: Y a tu espíritu.

Diácono: Sabiduría.

Lector: PROQUIMENO, en el Tono 7° Lector: El Señor, dará fuerza a su pueblo; El Señor dará a su pueblo la

bendición de paz.

Coro: El Señor, / dará fuerza a su pueblo; / El Señor dará a su pueblo la

bendición, / de paz. //

Verso: Traed al señor, oh hijos de Dios, traed al Señor vuestros machos

cabríos.

Coro: El Señor, / dará fuerza a su pueblo; / El Señor dará a su pueblo la

bendición, / de paz. //

Verso: El Señor, dará fuerza a su pueblo.

Coro: El Señor dará a su pueblo la bendición, / de paz. //

Diácono: Sabiduría.

ECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A TIMOTEO. (1ra. Timoteo 1: 15 – 17)

Diácono: Atendamos.

Hermanos: Palabra fiel y digna de toda aceptación:

que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los

pecadores; de los que yo soy el primero. Más por

esto, se compadeció de mí, para que Jesucristo

muestre primero en mí toda su misericordia, para ser

ejemplo de los que habían de creer en Él, para vida

eterna. Por lo tanto; al Rey de los siglos, inmortal,

invisible, al sólo Dios sabio; sea el honor y gloria por

los siglos de los siglos. Amén.

Sacerdote: Paz a ti.

Lector: Y a tu espíritu.

Diácono: Sabiduría.

Lector: ALELUYA, en el Tono 7° Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Lector: Es bueno alabar al Señor y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Verso: Proclamar tu misericordia al amanecer y tu verdad por las noches.

Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Diacono: Sabiduría. Estemos de pie, escuchemos el Santo Evangelio.

Sacerdote: Paz a todos.

Coro: Y a tu espíritu.

ECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS. (Lucas 18: 18 – 27)

Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.

Sacerdote: Atendamos.

En aquel tiempo, un hombre importante le preguntó a Jesús:

Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida

eterna? Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno

hay bueno sino solamente Dios. Tú conoces los

mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no

robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu

madre". El hombre le respondió: Todo esto lo he cumplido

desde mi juventud. Al oírlo, Jesús le dijo: "Una cosa te falta

todavía: Todo cuanto tengas véndelo y repártelo entre los

pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y

sígueme". Al oír estas palabras, el hombre se puso muy

triste, porque era muy rico. Viéndolo así, Jesús dijo: "¡Qué

difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios! Es más

fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que

un rico entre en el Reino de Dios". Los que escuchaban

dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Jesús respondió:

"Lo que es imposible para los hombres, es posible para

Dios". Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.

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