Homilia Papa Francisco - San Mateo - Cuba - 21 de Septiembre de 2015

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Homilia Papa Francisco - San Mateo

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  • La Santa Sede

    VIAJE APOSTLICO DEL SANTO PADRE FRANCISCOA CUBA, ESTADOS UNIDOS DE AMRICA

    Y VISITA A LA SEDE DE LA ORGANIZACIN DE LAS NACIONES UNIDAS (19-28 DE SEPTIEMBRE DE 2015)

    SANTA MISA

    HOMILA DEL SANTO PADRE

    Plaza de la Revolucin, HolgunLunes 21 de septiembre de 2015

    [Multimedia]

    Celebramos la fiesta del apstol y evangelista san Mateo. Celebramos la historia de unaconversin. l mismo, en su evangelio, nos cuenta cmo fue el encuentro que marc su vida, lnos introduce en un juego de miradas que es capaz de transformar la historia.

    Un da, como otro cualquiera, mientras estaba sentado en la mesa de recaudacin de losimpuestos, Jess pasaba, lo vio, se acerc y le dijo: Sgueme. Y l, levantndose, lo sigui.

    Jess lo mir. Qu fuerza de amor tuvo la mirada de Jess para movilizar a Mateo como lo hizo;qu fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo. Sabemos que Mateo era un publicano,es decir, recaudaba impuestos de los judos para drselos a los romanos. Los publicanos eranmal vistos, incluso considerados pecadores, y por eso vivan apartados y despreciados de losdems. Con ellos no se poda comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacabana su gente para drselo a otros. Los publicanos pertenecan a esta categora social.

    Y Jess se detuvo, no pas de largo precipitadamente, lo mir sin prisa, lo mir con paz. Lo mircon ojos de misericordia; lo mir como nadie lo haba mirado antes. Y esa mirada abri sucorazn, lo hizo libre, lo san, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo,

  • a Mara Magdalena, a Pedro y tambin a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevemos alevantar los ojos al Seor, l siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual quemuchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo tambin soy un pecador en el que Jesspuso su mirada. Los invito, que hoy en sus casas, o en la iglesia, cuando estn tranquilos, solos,hagan un momento de silencio para recordar con gratitud y alegra aquellas circunstancias, aquelmomento en que la mirada misericordiosa de Dios se pos en nuestra vida.

    Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. l sabe ver ms all de lasapariencias, ms all del pecado, ms all del fracaso o de la indignidad. Sabe ver ms all de lacategora social a la que podemos pertenecer. l ve ms all de todo eso. l ve esa dignidad dehijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo denuestra alma. Es nuestra dignidad de hijo. l ha venido precisamente a buscar a todos aquellosque se sienten indignos de Dios, indignos de los dems. Dejmonos mirar por Jess, dejemosque su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegra, laesperanza, el gozo de la vida.

    Despus de mirarlo con misericordia, el Seor le dijo a Mateo: Sgueme. Y Mateo se levant ylo sigui. Despus de la mirada, la palabra. Tras el amor, la misin. Mateo ya no es el mismo;interiormente ha cambiado. El encuentro con Jess, con su amor misericordioso, lo transform. Yall atrs qued el banco de los impuestos, el dinero, su exclusin. Antes l esperaba sentadopara recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jess tiene que levantarse para dar, paraentregar, para entregarse a los dems. Jess lo mir y Mateo encontr la alegra en el servicio.Para Mateo, y para todo el que sinti la mirada de Jess, sus conciudadanos no son aquellos alos que se vive, se usa, se abusa. La mirada de Jess genera una actividad misionera, deservicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a quien l sirve. Su amor cura nuestrasmiopas y nos estimula a mirar ms all, a no quedarnos en las apariencias o en lo polticamentecorrecto.

    Jess va delante, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir lentamentesuperando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de los dems e incluso denosotros mismos. Nos desafa da a da con una pregunta: Crees? Crees que es posible queun recaudador se transforme en servidor? Crees que es posible que un traidor se vuelva unamigo? Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su miradatransforma nuestras miradas, su corazn transforma nuestro corazn. Dios es Padre que busca lasalvacin de todos sus hijos.

    Dejmonos mirar por el Seor en la oracin, en la Eucarista, en la Confesin, en nuestroshermanos, especialmente en aquellos que se sienten dejados, ms solos. Y aprendamos a mirarcomo l nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, losancianos, las familias en dificultad. Una y otra vez somos llamados a aprender de Jess que mirasiempre lo ms autntico que vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre.

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  • S con qu esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos, aun en los sitiosms apartados, la palabra y la presencia de Cristo. Una mencin especial merecen las llamadascasas de misin que, ante la escasez de templos y de sacerdotes, permiten a tantas personaspoder tener un espacio de oracin, de escucha de la Palabra, de catequesis, de vida decomunidad. Son pequeos signos de la presencia de Dios en nuestros barrios y una ayudacotidiana para hacer vivas las palabras del apstol Pablo: Les ruego que anden como pide lavocacin a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos,sobrellevndose mutuamente con amor; esfurcense en mantener la unidad del Espritu con elvnculo de la paz (Ef 4,2).

    Deseo dirigir ahora la mirada a la Virgen Mara, Virgen de la Caridad del Cobre, a quien Cubaacogi en sus brazos y le abri sus puertas para siempre, y a Ella le pido que mantenga sobretodos y cada uno de los hijos de esta noble nacin su mirada maternal y que esos sus ojosmisericordiosos estn siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares, sus familias, a laspersonas que pueden estar sintiendo que para ellos no hay lugar. Que ella nos guarde a todoscomo cuid a Jess en su amor. Y que Ella nos ensee a mirar a los dems como Jess nos mira cada uno de nosotros.

    Copyright - Libreria Editrice Vaticana

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