Hora Santa-lavatorio de Los Pies

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EL LAVATORIO DE LOS PIES Hora santa vocacional

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EL LAVATORIO DE LOS PIES Hora santa vocacional

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Ambientación y preparativos:

Todos está pensada para adolescentes y jóvenes- están en semicírculo.

Una toalla que será utilizada

El icono del “lavatorio de los pies” de Sieger Köder (cubierto con un velo)

Música de fondo... si parece necesario

1. REVOLUCIÓN DE LA TOALLA

Se encuentran reunidos todos los participantes en el lugar de la celebración. Pueden estar en círculo, o bien en disposición de “abanico’’, según el número de personas y el espacio geográfico.

En un momento determinado, el que dirige la celebración muestra una TOALLA que llevará preparada de forma discreta y la lanza hacia uno de los presentes. Al hacerlo, si no surge una reacción verbal por parte del que recibe la toalla se le puede preguntar directamente:

¿Qué es eso? ¿Para que sirve? ¿Qué te evoca a ti?.... (o preguntas similares)

Después, se motiva para que la vayan pasando sucesivamente de unos a otros, de manera que pueda establecerse un ámbito de diálogo y de reflexión acerca del significado de la toalla arrojada entre los participantes.

Es conveniente que el animador vaya memorizando las reacciones de los interlocutores al recibir la toalla y al lanzarla a otros... en la variedad de sus expresiones tanto positivas como negativas: “Yo no quiero eso”... “Es una tontería”.... “¿Para qué hacemos esto?”... Esas impresiones serviránde materia para la posterior explicación que puede partir desde ahí. ..

Pasado un tiempo conveniente (una vez que se vea que están agotadas las reacciones de los asistentes y ya no surge nada nuevo), el animador llama al último que tiene la toalla y con él establece una conversación que puede ir en estos términos:

N.... ¿has oído hablar de la revolución francesa? Si N... ¿ has oído hablar de la revolución rusa? Si N... ¿has oído hablar de la revolucion industrial? Sí ¿Y de la revolución de la toalla? Pues,... la verdad es que no...

En ese momento se pasa a anunciar el evangelio del lavatorio de los pies (Jn 13,1-15), presentando a su vez el icono de la estampa (que puede ser proyectado en power point), que hasta ese momento se ha mantenido oculto por un velo o una sábana. Conviene que el icono pueda ser visto desde todos los lugares de la sala.

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2. MEDITACIÓN CON EL ICONO “LAVATORIO DE PIES” (Juan 13,1-17)

Se comienza proclamando el texto evangélico del lavatorio de los pies, de manera clara, solemne, despaciosa,... conviene que todos lo sigan con su respectiva biblia, si es que la tienen:

“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando. El diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el proyecto de entregar a Jesús. Y él sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y que a Dios volvía. Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ciñó una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente; luego se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla.

Al llegar se levantó de la mesa, se qui 'to el manto, se ciñó una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente; luego se puesto a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla.

Al llegar a Simón Pedro, éste le dijo:

Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

Jesús le respondió:

Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.

Entonces Pedro le dijo:

Señor, si es así, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

Jesús le contestó:

El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies; pues está todo limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.

Sabía quién lo iba a entregar. Por eso dijo: “No todos estáis limpios".

Cuando terminó de lavarles los pies y se volvió a poner el manto, se sentó a la mesa y dijo:

¿Entendéis lo que he hecho? Vosotros me llamáis “el Señor y el Maestro” y con razón, porque lo soy. Pues si yo que soy el Señor y el Maestro os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para hagáis lo mismo que yo he hecho. Porque en verdad os digo: El esclavo no es más que su amo, y el que es enviado no es más que el que lo envía. Ahora ya sabéis esto, seréis felices si lo ponéis en práctica”.

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INTRODUCCIÓN

Jesús llama a cosas muy concretas. Él propone una revolución que es el servicio. El servicio que Él solicita, lavar los pies, brota del Amor. No hay ni señores ni siervos, ni superiores ni inferiores. Hay sólo hijos de un mismo Padre. Esa es nuestra identidad más profunda, nuestra vocación. Jesús realiza un trabajo de esclavos para mostrarnos que, según el Dios Abbá con quien está estrechamente vinculado en la contemplación de la realidad y en la soledad del silencio, todos somos hermanos. Dios, el Padre, su Padre, le envía a decirnos que todos somos hermanos.

La escena recoge un momento especial de una cena, la solemne cena de la celebración de la Pascua. Jesús deseaba ardientemente aquella cena. Sabía que algo grande le iba a ocurrir; y quiere celebrarla con sus amigos. Es su momento; es su hora.

Nos vamos a servir de esta sugestiva pintura de Sieger Köder (que tendremos delante) para ir contemplando cómo es la vocación de servicio a la que el Señor, primer servidor, nos llama a todos; que en definitiva no es otra cosa que lo que fue su mismísima vida. ¿Qué vemos en ella? Cosas sencillas, pero todas con un significado profundo. Nos detendremos a lo largo de seis momentos sucesivos para contemplar y meditar en uno de sus seis detaIles:

DETALLE 1°: LAS MIRADAS Y LA TOALLA

Acerquémonos silenciosamente al cuadro.

¿En qué se centra tu mirada?

¿Qué ves? ¿Qué te sorprende? ¿Qué te atrae?

¿Cuál es tu primer pensamiento?

¿Y tu primer sentimiento al ver el cuadro?

Las miradas

Todo el drama y también toda la intimidad de este encuentro entre Jesús y Pedro se centra en las dos miradas, en los dos rostros que se encuentran. Ese curce de miradas condensan el sentido más hondo del servicio, de esa vocación. El rostro de la persona de rodillas está oculto, tiene su mano derecha junto a la jofaina llena de agua. El que está sentado tiene los pies en el agua.

Escuchad a Jesús que nos dice desde abajo:

“Permaneced en mí, como yo he permanecido en vosotros”

“Como el Padre me amó, así os he amado yo”

“Permaneced en mi amor”

“Os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he aprendido de mi Padre".

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Preguntémonos:

¿Ha tenido ya lugar el lavatorio de los pies?

¿Está comenzando?

La toalla

Vemos una toalla sobre los hombros del que lava los pies. Los flecos y la franja recuerdan la que llevan los judíos ortodoxos como señal de alianza y de compromiso. El dibujo de los bordes recuerda los chales que los judíos se ponen en la oración para realzar la dimensión sagrada de la oración.

Este es también un momento santo y sagrado. Un celebración es también santo y sagrado. Un gesto de servicio es un gesto “religioso”, de hondo sentido. La vocación a servir es la más religiosa.

Lo que escuchamos

Jesús comparte con sus discípulos los secretos de su corazón. Después de lavarles los pies se explaya hablando, comunicándoles su “testamento”. Los apóstoles sienten que algo importante va a ocurrir.

Jesús quiere revelarse, revelarnos, un secreto y ese secreto es la profundidad de su amor al Padre y a sus amigos. Es la profundidad de su amor a la humanidad. Les asegura que no hay que temer; les dice que no tengan miedo. Su gran deseo es que compartan con Él su confianza abandonada en el Padre. Quiere ayudarles a comprender que comparten con Él su misma vida y su vida es un don, pan de vida: ha venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia. Su vida ha sido Eucaristía.

Y los apóstoles están fuera de combaten, le escuchan a medias; a ellos solo les preocupa quién será el mayor y ostentará el mando del grupo. El poder tiene más atractivo que el amor.

Momentos de silencio

Acoge el secreto que Jesús te revela ahora. Anótalo. ¿Qué sientes?

Piensa en las personas que te han servido, ¿cómo has acogido tu servicio?

Piensa en tu servicio: ¿ Sirves? ¿ Te sientes llamado a servir? ¿ Sirves a todos por igual? ¿Cuáles son tus actitudes de servicio?

¿Hay alguna persona que no quisiera que te lavase los pies o a quien no quisieras lavárselos? Pídele a Jesús que te ayude.

¿ Cómo te sientes después de haber contemplado durante un rato este cuadro?

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DETALLE 2°: LAS POSTURAS

Contemplar a Jesús y a Pedro. Ver su postura. ¿Cómo se sienten?

Intenta imaginarte los pensamientos que pasan por su mente y su corazón.

Si nos acercásemos al detalle sin conocer la historia, ¿qué te sugeriría? Lavar los pies de los invitados era algo que realizaban los esclavos. Pero en esta escena hay algo más que una rutina o un trabajo servil. La manera de estar colocadas las personas, está expresando actitudes muy profundas de servicio.

Ver las personas:

La figura arrodillada está profundamente inclinada. Su cabeza parece descansar sobre las rodillas del amigo. ¿Acaso está sobrecogido por el dolor de la muerte cercana? ¿O están los dos estremecidos por otro profundo sentimiento de amor de entrega que les penetra e invade al terminar el lavatorio de los pies?

La espalda de Jesús está doblada, inclinada; sus hombros se mantienen curvados y su mano al lado de la palangana, parece indicar que está cansado.

Su rostro reflejado en la jofaina llena de agua, parece pensativo, con los ojos abiertos y la mirada fija, casi sin expresión. Solo percibimos en ese rostro, reflejado en el espejo del agua verde, disponibilidad. acogida, deseo de cumplir la voluntad del Padre.

La cabeza inclinada hacia Pedro, que está sentado ante él, es un abrazo. Es un abrazo que protege y una presencia que conforta; nos habla de misericordia y de comprensión de amigo, atento a las necesidades de quien tiene delante de si. Está de rodillas y como vencido. Tiene una mano sobre el hombro de Pedro y la otra levantada. ¿Es señal de reprensión indignada o de acogida protectora?

Jesús no admite sustitutivos al servicio humilde.

Conocemos la historia; la escena de la Última Cena nos es muy familiar. Es el momento en que la noche antes de morir, Jesús se reúne con sus discípulos. Y levantándose de la mesa se puso a lavarles los pies. Tan sincero y espontáneo como siempre, Pedro protesta. No es justo que Jesús, el Cristo, el Señor, el Maestro, el Rabí, el Mesías le lave a él los pies. No tienen ningún sentido hacer ese trabajo de esclavo. No es justo. ¿Es que con Jesús nada puede ser normal?

Y Jesús le contesta: “Pedro, si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo”. Lo dice con una mezcla de pesadumbre y de firmeza.

Pedro palidece. Una vez más siente que se ha equivocado. Entonces se rinde, se entrega. La expresión de su rostro nos dice que no entiende y sin entender se abre al abrazo que Jesús je ofrece.

Y Jesús, ¿qué siente?

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Los otros discípulos, mientras tanto, siguen discutiendo sobre quién tendrá más poder: “Llegada la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Lc 22,24-27).

Momentos de silencio:

Imagínate dialogando con Pedro, ¿qué le preguntas? ¿qué te contesta?

Imagínate a Jesús de rodillas ante ti pidiéndote que le dejes lavarte los pies. ¿Qué sientes? ¿Qué le dices?

Anota lo que esta escena te dice.

DETALLE 3°: LAS MANOS DE PEDRO

Vamos a detenernos ahora en Pedro. Fijamos nuestra mirada en él, en su rostro y, especialmente, en sus manos.

¿Qué impresión te hace Pedro?

“Jamás me lavarás a mí los pies”, dice Pedro.

En Pedro vemos todos el dilema de cada hombre y de cada mujer ante la sed y el hambre que tiene el corazón humano del amor sin límites.

Las actitudes de Jesús confrontan a Pedro

La mano izquierda de Pedro está vuelta hacia fuera. ¿Es una señal de protesta?: “¡Jamás!”. No quiere que Jesús, su Señor, haga ese gesto de esclavo.

No es la primera vez que Jesús confronta y rechaza las ideas de Pedro sobre el Mesias. En vez de un Mesías todo-poderoso, todo-conquistador, todo-protección y todo-seguridad que deseaba Pedro, Jesús le pide que acepte un Siervo-Señor sufriente que se hace (y que hace también a Pedro) vulnerable.

El dilema de Pedro es profundo. Ha sido testigo del poder de Jesús, lo ha visto dominando con naturalidad los vientos y los mares, los peces y los árboles frutales, y también los corazones humanos y los espíritus impuros.

Pedro ha pasado tres años en compañía de Jesús, han caminado juntos, han compartido muchas cosas, han comido juntos, han llorado, y me supongo que también se habrán reído; le ha escuchado hablar a la multitud, a los enfermos, a los que están tristes. Lo ha visto dormirse de cansancio. Ha visto que unos lo saludaban con respeto y otros lo malinterpretaban: lo alababan un día y lo abusaban y rechazaban al siguiente. Lo ha visto retirarse para orar. Pedro vive un dilema.

Quizá saberse querido y llamado por su amigo Jesús lleva a Pedro a ceder: “Pedro, si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo”.

La otra mano expresa la entrega de Pedro. Es más que una entrega. Su mano derecha y su cabeza descansan en Jesús. Es el descanso de los amigos, de la comunión sin palabras; es el

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descanso que sólo Dios, nombrado o sin nombrar, puede ofrecer, traer al corazón humano. Indica ese paso de la cerrazón a la apertura...Esa mano indica que recuerda las palabras pronunciadas en otra ocasión: “Los jefes deben servir”. O de las diatribas contra los que buscan los puestos de honor en los banquetes. Esos recuerdos hacen que su enfado se disipe...

“Señor, no sólo los pies sino hasta la manos y la cabeza” (Marcos 8,27)

Momentos de silencio

Ver mis actitudes.

“Tu pensar no es según Dios sino según la persona humana” ¿Qué siente Pedro? ¿Qué siento yo?

¿Qué Mesías busco? ¿Qué Mesías me pide Jesús que acepte?

Anota lo que experimentas, tus deseos y tus luchas.

DETALLE 4°. EL ROSTRO REFLEJADO EN EL AGUA

Mira las dos cabezas y la palangana.

El rostro de Jesús está reflejado en el agua.

¿Dónde encuentro a Dios? ¿Dónde lo busco?

¿Dónde está Dios? El rostro de Jesús está escondido, sólo hay un reflejo en la jofaina llena de agua. En la palangana vemos el reflejo del rostro de Jesús; hay también agua y en el agua están los pies de Pedro. Después de haber andado todo el día por la ciudad, sus pies deberían estar algo sucios, llenos de polvo, del olor de las calles. El agua no está limpia. Tiene un color verdoso.

¿Dónde debemos buscar a Jesús?

¿Podemos, somos capaces, nos cuesta buscarlo y encontrarlo en medio del desorden, de lo sucio, de lo caótico de nuestra vida y de la del mundo?

¿Dónde están nuestros pies? ¿En qué agua?

Una presencia en lo inmundo

Si creemos en la revelación de Dios en Jesús, la respuesta tiene que ser “sí”. En lo caótico, en el conflicto, en la marginalidad, en ellpecado, en los abyecto y sórdido de nuestro mundo y de mi propia vida, en el desorden también está el rostro de Dios. Su rostro no está sólo en ia belleza de la naturaleza, en ia armonía. Su rostro está reflejado en la historia de la humanidad.

Dinámica de la Encarnación

Lo que llamamos Encarnación quiere decir exactamente eso, que Dios se hizo hombre, carne y

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sangre, nacido de María. Dios abrazó y abraza nuestra condición humana y “el que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros y sufrió la muerte”.

Pienso que sólo experimentamos de verdad la cercanía de Dios cuando estemos convencidos de que nuestro desorden, nuestros límitesLnuestra pequenez, nuestra impotencia y debilidad son ese espacio en el que Dios nos espera para abrazarnos. El que es Agua Viva refleja su rostro en el agua sucia de nuestros pies.

Pedro mira a Jesús, sorprendido, confundido. Ante él está quien tiene todo poder sobre ia vida y la muerte. Pedro siente sus debilidades, sus límites, sus meteduras pata, sus negaciones.

Lc 5,1-11: Imagínate a Pedro ante la red llena de peces,. Imagínate cómo mira a Jesús, sorprendido, confundido. Ante él está quien tiene poder sobre la vida y la muerte. Pedro siente sus debilidades, sus límites, sus grandes y pequeñas mentiras y negaciones.

Momento de silencio

Mira el rostro reflejado y recuerda las palabras de Jesús a Felipe: Quien me ve a mi, ve al Padre”.

Recuerda situaciones difíciles, tensiones, conflictos y pedir el saber discernir los rostros de Jesús en esas realidades.

Anota lo más importante.

DETALLE 5°: LOS PIES DE JESÚS.

¿Qué te dicen los pies de Jesús?

¿Cómo te sientes ante esos pies desnudos?

Haz un esfuerzo por evocar, imaginar, oler,... su significado más profundo.

El misterio de unos pies mudos

Antes contemplábamos las manos de Pedro, ahora contemplamos los pies de Jesús. Son fuertes. Nos hablan de una vida activa, de haber viajado por caminos pedregosos, polvorientos. Pies desnudos, callosos, curtidos. Son los pies de un hombre que no está acostumbrado a caminar con sandalias o a ir a caballo o en camello o en carro.

Y a Jesús, ¿quién le lavó los pies?

Los pies lavados

Pedro ya está con sus pies recién lavados. El amor que Jesús le acaba de mostrar le conmueve, por eso le dice: “Daré mi vida por ti”.

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Pero Jesús le dice: “Antes de que cante el gallo me negarás tres veces”.

¿Qué siente Pedro?

Pero Jesús no deja ni por un instante de amara Pedro, sus caídas, sus negaciones, su búsqueda de un reino terrenal, su deseo de apartar a Jesús de la cruz, etc, etc. Nada aleja a Jesús de Pedro, ni Pedro de Jesús.

“Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas” (Jn 13,36-38)

Momentos de silencio

Jesús te dice: “Ven y sígueme”.

Baja a lo profundo de tu corazón, ¿qué le quieres decir?

llévale tus momentos de debilidad. Quizás también de miedo.

Llévale tu respuesta.

DETALLE 6°: EL PAN Y EL VINO DE LA MESA.

Mira lo que hay sobre la mesa... -¿Qué te sugiere?

¿Por qué está ahí?

En esta parte del detalle, toda la acción está en el encuentro entre Jesús y Pedro, ese mutuo dar y recibir.

Una copa y un plato

En la mesa hay una copa y un plato. El pan es como una oblea, es el pan de la Pascua. La copa está llena de vino. En el relato de Juan no hay ni pan ni vino. ¿Estará el artista corrigiendo esta omisión?

No creo. El lavatorio de los pies de Juan es un paralelo a la bendición y al compartir el pan y el vino que narrar los otros evangelistas.

Una incitación

Las palabras de Jesús: “Os he dado ejemplo para que vosotros hagáis lo mismo” es un paralelo de “haced esto en memoria mía”. Los dos acontecimientos no son una alternativa, sino dos partes de una misma vida la vida de Jesús que deberá vivir todo aquel que quiera seguirle. No habrá Eucaristía, no seremos portadores de vida, sin estos dos acontecimientos: “Yo soy el pan de vida”.

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Es el misterio de la Eucaristía y que la Iglesia celebra. Es el pan del cuerpo de Cristo y el vino de su sangre ofrecido en cada liturgia. Y es ese lavatorio de los pies que se expresa en todo acto de amor y de servicio ofrecido en casa, en el trabajo, en la calle, en donde estemos. Todo lo podemos convertir en Eucaristía, todo se puede transformar en pan de vida.

Lavatorio y celebración

Estamos llamados a vivir estas dos dimensiones de la Eucaristía, estos dos acontecimientos: el lavarnos los pies y la celebración. “En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros”. El corazón de este sacrificio de acción de gracias es, como siempre ha sido, el amor de Dios que nos llega a nosotros por Jesús.

Este amor (ternura, misericordia, compasión,...) dado, recibido y compartido, es lo que celebramos en la Eucaristía para que nuestros hermanos y hermanas tengan vida y la tengan en abundancia.

Momentos de silencio

Permanece adorando en silencio este gran misterio de amorque representa esta escena.

Anota lo que sientes. Lo que Jesús te dice....

ORACIÓN: CURIOSA FORMA DE PAGARNOS

Me desolaba tu justicia extraña, esa forma de medir

que olvidaba las horas trabajadas. Me enfadaba con los que hicieron menos,

creyeron menos, sacrificaron menos, y me indignaba contigo, que parecías no ver nada.

Intentaba negociar mejor paga, algún reconocimiento, una que otra medalla.

Me dolía lo injusto de tu salario. Me extrañaba de lo ilógico de tus premios.

Me mordía –reivindicación y envidia- la suerte de los jornaleros de la última hora.

Hasta el día en que yo fui el úlitmo, el más zoquete,

el más frágil, el más malo,

el más amado ... y empecé a entender.

Jueves santo