Hot Fuzz, Cinefilia a Quemarropa

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“Hot Fuzz”, cinefilia a quemarropa, una reseña de Lorenzo Ayuso.Videodrome, aula de Cine y TV.

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“Hot Fuzz”, cinefilia a quemarropa, por Lorenzo Ayuso

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“Hot Fuzz”, cinefilia a quemarropa, por Lorenzo Ayuso

“Hot Fuzz”, cinefilia a quemarropapor Lorenzo Ayuso

Nicholas Angel es el agente de policía más eficiente y preparado de Londres. Y precisamente por eso, sus jefes deciden alejarlo lo máximo posible del resto del cuerpo, para evitar que sus perfectas actuaciones dejen en evidencia a los demás. Nicholas es destinado al apacible pueblo de Sandford, donde le toca trabajar junto al agente Butterman, un tipo regordete obsesionado con el cine de acción. Mientras intenta adaptarse a su nueva y anodina vida rural, Nicholas descubrirá que bajo la aparente tranquilidad de Sanford se esconde un sangriento asesino que va dejando un reguero de muertos en extrañas circunstancias.

En 2004, Edgar Wright y Simon Pegg dieron una vuelta de tuerca al subgénero de los muertos vivientes a partir de una propuesta sugerente e innovadora: olvidarse de las grandes ciudades y las catástrofes a nivel global y situar un particular Apocalipsis necrófago en los suburbios de clase media-baja londinenses, con personajes erráticos que se enfrentan a la amenaza zombi valiéndose de los conocimientos adquiridos a través de la televisión, el cine y los videojuegos, convirtiendo utensilios de cocina en potenciales armas, y que aprovechan los tiempos muertos para salvar crisis sentimentales. Y por si fuera poco, se las ingeniaban para demostrar un exhaustivo y reverencial conocimiento de la obra del maestro George A. Romero y de otros ilustres del horror (de John Landis a Lucio Fulci). Esa gamberrada postmoderna lleva por título “Shaun of the Dead” (Edgar Wright, 2004), traducida en España como “Zombies Party”. Tres años después, el procedimiento es el mismo, pero ahora no es el cine de terror el blanco al que apunta el tándem Wright-Pegg.

En “Hot Fuzz” (estrenada en España con el sonrojante título “Arma Fatal”, que se obviará a lo largo de esta reseña), el objeto de burla/homenaje son las ya clásicas buddy movies o películas de policías, que encuentran en “Arma Letal” (“Lethal Weapon”, Richard Donner, 1987) o “Dos Policías Rebeldes” (“Bad Boys”, Michael Bay, 1995) sus principales referentes. La estrategia es análoga a la de “Zombies Party”: como hicieran con el cine de terror en su anterior film, aquí agarran los códigos establecidos dentro del cine de acción estadounidense, que tiene como principales bastiones al pulso hipernervioso de Tony Scott [“Domino” (“Domino”, Tony Scott, 2005), “El fuego de la venganza” (“Man on Fire”, Tony Scott, 2002), por citar sólo algunas], al Richard Donner de “Arma Letal”, o hasta al epiléptico cine de Michael Bay, para reciclarlos y descontextualizarlos. De los escenarios típicamente usamericanos, Edgar Wright nos traslada a una apacible campiña en lo más profundo de la gran Gran Bretaña, que se configura como opuesto a esas grandes metrópolis, reinadas por rascacielos, y con trasiego continuo de personas y criminales potenciales. Aquí, por el contrario, se nos presenta una población avejentada, en la que nunca ocurre nada del calibre de la gran ciudad: no hay terroristas enloquecidos a los que perseguir a alta velocidad, sino rateros juveniles que pintarrajean las fachadas o que roban en los mercados. El extrañamiento en grado sumo.

Estamos ante una cinta que encuentra su germen en otras películas, pero que construye una identidad propia al ensamblar todos esos elementos. Es pura reinvención y bricolaje cinematográfico, que nace del amor profundo que profesan a ese mismo cine que juega a parodiar. La cultura pop es el caldo de cultivo sobre el que se asienta “Hot Fuzz”. Todo esto ya lo hacían Wright y Pegg, de forma más modesta, en los tiempos de “Spaced”, sitcom de culto con la que se dieron a conocer, y que nunca llegó a estos lares, que jugaba con los lugares comunes de toda una generación enganchada a “Star Wars”, los comics de Marvel y los videojuegos.

Aquí se nos reúne un interminable abanico de guiños, donde caben desde “Por un puñado de dólares” (“Per un pugno di dollari”, Sergio Leone, 1964) hasta “Godzilla”

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(“Godzilla, King of the Monsters!”, Ishirô Honda y Terry O. Morse, 1956) –esa pelea final entre miniaturas-. Este amplísimo abanico de referencias ayuda a la confección del relato, pero no lo determina de forma decisiva. Debajo de la inabarcable cultura cinematográfica de la que puede presumir Edgar Wright, se esconde una historia bien rematada: un whodunit cómico y caricaturesco, que hace uso de las rimas visuales y de una concepción de los diálogos marcadamente inglesa, en la que el slang es un ingrediente indispensable; la situación de extrañamiento es una baza para el humor: rodar una carrera detrás de un mangante de tres al cuarto como si la escena formara parte de cualquiera de las cuatro “junglas de cristal”. Nada que ver con la cada vez más recurrente opción de la instant spoof movies: películas hechas sobre la marcha sin más interés que la mofa de tono grueso y dudoso gusto de los últimos blockbusters. Films como “Epic Movie” (“Epic Movie”, Jason Friedberg, Aaron Seltzer, 2007) o “Casi 300” (“Meet the Spartans”, id. 2008) se sitúan a distancia infinita de lo que ofrece Edgar Wright, por diversas razones, pero con una fundamental: Wright respeta y ama el material de partida, y por ello su propuesta se configura como un pastiche que parodia y venera a la vez, del mismo modo que pudo hacerlo en su momento Mel Brooks en “Máxima Ansiedad” (“High Anxiety”, 1976) con el cine de Hitchcock. Mientras las otras pierden su (muy cuestionable) gracia fuera de su concretísimo contexto, la que nos ocupa nace con el fin de perdurar en el recuerdo.

Más allá de su concepción como comedia policíaca, en el fondo “Hot Fuzz” es un filme sobre el amor a los filmes, profesado a un lado de la cámara y al otro: el personaje de Nick Frost, el tosco aunque entrañable Danny, espera algún día poder llegar a hacer lo que esos héroes de gatillo (y chascarrillo) fácil de la gran pantalla. Tanto él como Nicholas Angel encarnado por Simon Pegg, el modélico policía perdido en un mundo que no es el suyo, se encaminarán a lo largo del metraje a convirtirse en aquello que uno adora (Danny) y el otro aborrece (Nicholas). Y con ellos, el relato: como sus protagonistas, “Hot Fuzz” pasa de reírse del cine de acción para transmutarse en su tercer acto en una película de acción pura y dura, con un interminable tiroteo, cuya abrumadora ejecución técnica nada tiene que envidiar a los hollywoodienses.

“Hot Fuzz” es en definitiva una montaña rusa de cinefilia, tiros, sangre y mucho humor inglés, que además de mofarse de lo ajeno se atreve a reírse de sí misma: los pepinazos de Simon Pegg desmontan la corrección política de una nación, la inglesa, que se guarda muchos secretos para sus adentros, en este caso, con sanguinolentas consecuencias. Y es que para hacer buen humor primero hay que saber reírse de uno

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mismo. Aquí lo consigue por partida doble: de su propia cultura, y del propio género al que se adscribe. Sin duda, una película que alegraría el día a Harry Callahan.

FICHA TÉCNICATítulo original: “Hot Fuzz”;Director: Edgar Wright;Producción: Working Title Films, Big Talk Productions, Ingenious Film Partners y Studio Canal para Universal Pictures;Productores: Nira Park, Tim Bevan, Eric Fellner;Productora ejecutiva: Natascha Wharton;Guión: Edgar Wright y Simon Pegg;Montaje: Chris Dickens;Vestuario: Annie Hardinge;Director de fotografía: Jess Hall;Música: David Arnold.

FICHA ARTÍSTICANicholas Angel: Simon PeggDanny Butterman: Nick FrostInspector Frank Butterman: Jim BroadbentSimon Skinner: Timothy DaltonDetective Andy Wainwright: Paddy ConsidineDetective Andy Carwright: Rafe SpallSargento Turner: Bill BaleyReverendo Phillip Shooter: Paul FreemanDoctor Robin Hatcher: Stuart WilsonJefe de Policía Metropolitana: Bill Nighy

DATOS TÉCNICOSColor: Color;Año de producción: 2007;Nacionalidad: Reino Unido, Francia;Duración: 116 minutos;Formato de proyección: 2.35:1;

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Sonido: Dolby Digital EX;Fecha de estreno en España: 5 de diciembre de 2007.