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7/21/2019 Hubner
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Emil Hbner
Armin U. Stylow y Helena Gimeno Pascual
Centro CIL II - Universidad de Alcal de Henares
Emil Hbner
Dusseldorf,
1834 - Berln, 1901).
Fotografa Instituto Arqueolgico
Alemn.
1. Para datos biogrficos ms extensos
vid.:
Rodrguez de Berlanga, 1 90 1 ;
Le Roux, 1 984 ; Garca Gonzlez -
Martnez Herranz - A yarzagena
Sanz,1997. Existe una autobiografa
manuscrita de Hbner en posesin
de un descendiente suyo, que por
desgracia termina antes de empren-
der el primer viaje a Espaa y Por-
tugal.
2. C IL
II
p. XXV.
Ernst Willibald Emil Hbner naci en Dusseldorfel7 de julio de 1 834 en el seno de una familia de
la alta burguesa ligada a la enseanza de las Bellas Artes; su padre fue el pintor y poe ta Rudo lph
Julius Benno Hbner, profesorde laAcademia de Dusseldorfydirectorde laGalera
Real.
En 1 864
Emil Hbner contrajo m atrimonio con Mara hija del historiador Gustav
Droysen.
Muri el 21 de fe-
brero de 1901 en Berln
1
.
Su formacin clsica comenz en el Gymnasium de Dresde. En 1851 ingres en la Universidad
de Berln donde impartan clases historiadores y fillogos como Ernst Curtius, Augu st Boeckh o
Karl Lipsius. En 1 854 obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Bonn por su tesisQuaes-
tiones
onomatologicae latinae dirigida por
el
fillogo Friedrich Ritschl (1806-1876). Entre 1856 y
1 858 completsuformacin enItalia ySicilia donde adquirirauna granexperiencia epigrfica con
Bartolomeo B orghesi (1 781 -18 60) que ya haba sido maestro de Theodor Mommsen. A su vuel-
ta,
en 1 858 , Momm sen, en nombre de la Academia Prusiana, le encomend la edicin de la obra
ms importante de su carrera, el volumen correspondiente a
Hispania
delC orpus nscriptionum
Latinarum(CIL II). Un ao despus Hbner present su tesis de Habilitacin,
De senatus populh
qu e
Romani
actis,
y comenz los trabajos bibliogrficos preparativos bsicos para el
Corpus.
El volumen de Hispania, siguiendo la metodologa establecida por Mommsen, deba contener
todas las inscripciones latinas antiguas de
Hispania
-excepto las cristianas- clasificadas segn
la divisin administrativa antigua. Para ello, entre 1858 y 1 8 6 1 ,antes de su viaje a Espaa y Por-
tugal, Hbner inici su proyecto en diferentes Bibliotecas de Alemania, Francia e Italia, confec-
cionando una coleccin de
schedae
tanto de los epgrafes publicados como de aqu llos todava
inditos en manuscritos
2
. La etapa siguiente de su laboryase desarroll en Espaa y Portugal. El
objetivo de sus viajes epigrficos era no slo comprobar la lectura de inscripciones conservadas,
sino tambin revisar manuscritos e impresosenBibliotecasyArchivosyestablecer una red de co-
rresponsales locales que le mantuvieran al corriente de nuevos hallazgos. Sus excelentes c onoci-
mientos de las descripciones sobre la Pennsula de los gegrafos antiguos as como la cantidad,
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Pioneros
de la
Arqueologa
en Espaa. El
proceso hacia
la
arqueologa cientfica 1833-1912
o
calidad,
de los materialesyaconocidos le impelieron a la rea-
lizacinde un viaje selectivo dedicando especial atencina
aquellos lugares queldenomin com o ciudades "primarias"
sin descuidar,por supuesto, otrasnomenos importantes,
mencionadas en las fuentes. Aureliano Fernndez Guerra (RB
1 8 6 1 :
532 ), buen conocedor de la geografa antigua y medie-
valdeHispania, le ayudara en la reconstrucc indelos lmites
de los conventos uridici, y de las provincias yenla localizacin
de los pueblos. Su primer viaje, en 1860-1861 :transcurrien
una Espaa monrquicayconservadora, aunque con una reina
bastante sensible hacia la Arqueologa
3
,yen la que ya se infil-
traban aires pa ra la renovacin; cuando volvi en la dcada de
los 70,laGloriosahabadado pasoalperiodo constitucional en
el que el concep to pblico de patrimonio era una realidad. Ade-
ms de un Museo Arqueolgico Nacional que reuni fondos de
colecciones dispersas, -proy ecto
que,
entre otros, Hbnerha-
ba im pulsado
4
-, haba Museos casi en cada provincia.
El primer viaje
Desde marzo de 1860
5
hasta octubre
de
1861 Hbner realiz
su primer
gran
viaje arqueolgico-epigrfico por
Espaa y
Portu-
gal.Los progresos de
su
trabajo
se vertan
en unos informes que
peridicamente
enviaba a la Academia de Berln y
que
seran
pu-
blicadosen losReiseberichtey, enitaliano,en el
Bollettino
dell lstitutodi Corrispondenza
Archeologica.
Visit primero Ca-
talua, donde comprob inscripciones de Barcelona, Tarragona
y su provincia; despus Madrid, donde trabaj en las Bibliote-
cas,
fundamentalmente
en la
Academia de la Historia, en
la
cual
sera recibidoyespecialmente ayudadoporAntonio Delgado,
Aureliano Fernndez GuerrayPascual de Gayangos.
Desde Madrid viaj a Segovia y escribi sus reflexiones so-
bre elacueductoy sucronologa
6
. Ensuviajepor elreale-
vantinafue a comprobar inscripciones, entre otros sitios,de
Murviedro (Sagunto)y sus alrededores, pero apenas encontr veinte de las 130 inscripciones
que buscaba
7
. Despusderevisar enlaAlcudialacoleccindesellosdecermicadeAurelia-
no Ibarra, embarc hacia Baleares, donde en PortoPipudo copiarlainscripcindeunpontifex
(RB 1860: 438). De vueltaa laPennsula recorrilaprovincia de Murcia (RB 1 860 : 44 0).Car-
tagena (RB 1 860: 444)lesorprenderapor lacantidadde inscripciones que conservaba noch
ber die H /fte der
gedruckten
Inschriften vorhand en);
adems encontr
18
nuevas, bien
que
algunas del Castillo
de la
Concepcin
le
resultaron inalcanzables
8
(RB 1860: 445).
En
Mlaga
conoci
a
uno
de
sus colaboradores ms activos, Manuel Rodrguez
de
Berlanga, con quien
fi-
jara
los
textos
de las
leyes municipales
de
Malaca
y
Salpensa
RB
1860: 595),
y a los
herma-
nos JosyManuel Oliver Hurtado, que acababan derealizar su estudio sobre el sitiode
Munda,
tema sobreelque sehaba vertido mucha tinta hasta entonces
fast ber nichts
ist
von spanis-
chen Antiquaren mehr und
verkehrteres
geschrieben worden).
En Antequera describielArco
de losGigantes (RB 1 86 0: 607) refirindose extensamentea laproblemtica de sus inscripcio-
nesyesculturas empotradasyla tradicin anticuara,yvisit adems
Crtama, Aratispi, Arunda
y
Acinipo
(RB 1860: 598, 604, 621 ss.). La provincia de Cdiz result menos productiva, entre
otras cosas porque algunas de sus inscripciones haban idoaparar a colecciones inglesasRB
1860: 635),ypoco interesante zu denimganzenuninteressantesten von Spanien;RB 1860:
640), pueslamayora eran simples funerarias. En Belolamagnitudde lasruinas p rometan,pe-
Carta de A. Delgado a Hbner.
3. De hecho Isabel II se preocup
por la conservacin y restauracin de
muchos monumentos, entre ellos el
Puente de Alcntara, cf. Rodrguez
Pulgar, 1992.
4. Cf. Baquedano-Caballero 2000:
2
5.
Mlida,1897:90.
6.Selbstderberhmte Aquduct
welcher,
w eer das heutige
Stadtwappen bitdet, so merkwrdiger
Weise schon auf 3 alten Grabsteinen
gleichsam ais Wahrzeichen der
Heimath des Verstorbenen
abgebildet
ist,
verdankt seine
Erhaltung nur dem Umstand, dass er
die Stadt, noch heute allein mit
Wasser
versorgt.
Dessen massive
Quadern und Verhltnisse weisen
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ARMiN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Emi l H bn er 3 3 5
eher auf
die
Zeit derjulischen
Kaiser
hin, ais aufdie
Trajans,
in die er
gewhnlich gesetztwird. Dieshngt
vielleicht zusammenm iteiner
Beobachtung, welche sich
spterhin
m weiteren
Umfang
wird
machen
lassen: da ss nmlich der unter
den
ersten
Kaisern
begnst igte und mit
aller lei
civilisatorischen
Einrichtungen
versehene
Norden
un d Westen der Halbinselseit
Vespasian,
vielleicht in Folged er
damaligen
Brgerkriege,
gegen den
Suden entschieden zurcktritt
(RB
1860 :331 ) .
7. Sin embargo le satisfizo particular-
mente el hallazgo de CIL II 214, 32 9
(= CIL II 3837 = 6020) en las obras
del castillo, pues en ella se mencio-
naba la segunda guerra pnica.
8. Como CIL II 3434 = 5927:
Eme
der obigen an G rsse undInhalt
ganz
entsprechende,
leider
verkehrt
und so hoch
eingemauerte Inschrift,
dass sie nur sehr
mhsam
mit Hlfe
eines
Glass
gelesen
werden
kann,
mi t
Leitern
aber, um
einen
Abdruck
zu
nehmen,
vollkommen
unerreichbarist.
9. Segn G. Mora -a quien agrade-
cemos la info rmac in- B. Vil era un
coleccionista de antigedades y mo-
nedas relativamente importante. Ade-
ms de algunos trabajos sobre lge-
bra y aritmtica, escribi un trabajo
sobre monedas de Murgis, as como
una gula de viaje de Mlaga (cf. Vil,
1861 y 1863).
ro no encontr ninguna inscripcin. En Granada, aparte de comprobar inscripciones de Archi-
dona,
Loja, llora, Pinos Puente, y Guadix (RB
1 8 6 1 :
3 0), se fij especialmente en las inscripcio-
nes halladas en las excavaciones de la Alcazaba promovidas por los falsarios Juan Flores de
Odduz, Jos de Echevarra y Cristbal de M edina Conde (RB 1 86 1 : 17 ss.). Sobre Jan y su
provincia haba trabajado ya en M adrid con los vaciados en yeso de Manuel de Gn gora. Parti-
cularmente interesantes encontr las inscripciones de
Castulo
por la riqueza de datos de sus
textos. Comprob adems inscripciones de La Guardia, Baeza, Toya, Mancha Real y Jimena,
Santisteban del Puerto, Mengbar, Andjar, y Martos,
der epigraphisch wichtigste Punkt
(RB
1 8 6 1 : 44), donde slo pudo encontrar 15 de las 30 inscripciones que tena recogidas, con la
fatalidad de que justo ocho das antes de su llegada las haban ocultado bajo la cal; sin embar-
go insisti hasta que las desencalaron y pudo estudiarlas (CIL II 22 2; RB 1 8 6 1 :44). No tuvo la
misma suerte en Porcuna, donde
d ie
moderne
Barbare] die Steine auch hier wieder so dick m it
Kalk bedeckt[hat],dass kaum noch einiges zu lesen w ar
(CIL II 2131). En Crdoba revis los
fondos de la Biblioteca Provincial, donde encontr los manuscritos de Jos Vzquez Venegas, y
todava pudo copiar y sacar calcos de lo que quedaba de la coleccin de Pedro Leonardo de
Villacevallos (RB 1 86 1 : 52). Adems de diversas inscripciones, estudi los miliarios de la Via
Augusta (RB 1 86 1 : 61 ). Despus visit el Sur de la provincia, donde en Lucena, en la casa de
Francisco de Bruna, todava existan varias. Pero no todo era
fcil,
pues supo que en Espejo le
haban ocultado algunas inscripciones por orden de Benito Vil, un profesor de matemticas de
Mlaga, que las haba reservado, nicht sowohl zur Herausgabe, ais fr seine Sammlung, die
hauptschlich
mercantilische
Z wecke hat(RB 1 861 : 82 )
9
. En Sevilla, una aficin multisecular al
coleccionismo haba salvaguardado bastantes inscripciones en uno de los primeros museos ar-
queolgicos del pas, instalado en el convento de la Merced. Pero no slo careca de inventario
sino que adems las piezas no se haban identificado en ediciones o manuscritos y, arbitraria-
mente, se les atribua a casi todas una procedencia italicense. Describi adems la coleccin
de la Casa de Pilatos, pero no consigui ver muchas ms en la ciudad de Sevilla salvo las que
se encontraban en impresos y m anuscritos de la biblioteca C olombina, de otras bibliotecas pri-
vadas y de la recin estrenada de la Universidad. Ms que Sevilla le impresion Itlica,
ohne
Zweifel die bedeutendste und
interessanteste
[Stadt]
(R B 1 8 6 1 :91 ), por los restos arqueolgi-
cos que se haban encontrado. En la provincia encamin sus pasos a localidades como Lora
del Ro, Alcal del Ro, Alcal de Guadaira, Utrera, Carmona, cija, Estepa, Lora de Estepa,
Osuna y Morn. A 8 de marzo de 1 861 informaba Hbner sobre su viaje a Extremadura, la pro-
vincia de Espaa cuyos monumentos romanos, segn su parecer, haban sido mejor investiga-
dos. Realiz el trayecto desde Sevilla a caballo, en el que invirti unos 25 das. En la Beturia
Cltica, encontr por casualidad la inscripcin CIL II 1040 que le permitira afirmar que Monas-
terio era Curiga. En Mrida se llev cierta decepcin, pues las inscripciones le parecieron de
poco inters ya que la mayora eran funerarias (RB 1 86 1 : 387). Control m iliarios de la Va de
la Plata, muchos de ellos casi legibles a causa de la fragilidad del granito (RB 1 86 1 : 38 9), y en
Cceres encontr ms inscripciones
aus dem schlechten Granit des Landes.
Despus, el
puente de Alcntara, Coria, las inscripciones del palacio de Mirabel en Plasencia ohne barba-
rische amen und mit den blichen
romischen Formein)
y de Santa Cruz de la Sierra.
Volvi a Madrid para revisar importantes manuscritos epigrficos: en la Biblioteca Nacional, los
de Antonio Agustn que Gruter citaba como
Adversaria;
en la Academia de la Historia, manuscri-
tos de Juan Fernndez Franco, de Luis Jos Velzquez de Velasco marqus de Va ldeflores, de Jo-
s Cornide, de Ramn de la Higuera; en la biblioteca de los duques de Osuna, la de San Isidro, la
de M edinaceli. En cuanto a colecciones arqueolgicas, trabaj en el Museo Real de E scultura, el
Gabinete numismtico de la Biblioteca Nacional, el Museo de Historia Natural y la coleccin de la
Academia de la Historia, donde sobre todo habainstrumentum
dom esticum.
Las obras que se estaban llevando a cabo para el ferrocarril de Madrid-Crdoba fueron de cisi-
vas para el conocimiento de la poca romana en Cas tilla-La Mancha, pues descubrieron nuevas
inscripciones. Sin embargo Hbner se tuvo que conformar con las informaciones, vaciados y cal-
cos que le proporcionaron sus contactos. As se pudo determinar que la Mentesa de los Oretanos
estaba en V illanueva de la Fuente, se descubrieron nuevosmunicipia citados en los epgrafes, co-
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336 Pionerosdela Arqueologa en Espaa.Elproceso hacialaarqueologa cientfica 18 33- 191 2
3OCL 30M Proj CWbfaVilhlba,qnnta fcrt
leapa prt vico dUtMM id dattnm me
m| reo Ai tilmo* 40
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ARMIN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Em il H bn er 33 7
10.
Una breve relacin de la colecin
fue publicada en Ariza - Caballero-
Infante, 1 891 .
1 1 .
Sobre esta estancia
vid.
Rodr-
guez de Berlanga, 1 901 : 195 ss.
12.
Barcelona, afirma Hbner, se dis-
puta con Madrid la palma en asunto
de estudios histricos:
ut Barcino
urbs primaria
est
paeninsulae
cu m
Matrito ipso capite de
palma
certans,
ita etiam studia h istrica ibi
mxime
effloruerunt(CIL II p. 983).
1 3.
Rodrguez de Berlanga conoci
el bronce gracias a Hbner, el cual
haba vuelto a Espaa en 1889 para
examinarlo cua ndo an estaba en
Sevilla. All tambin acudi Rodrguez
de Berlanga a quien, sin embargo, su
poseedor no se lo facilit (cf. Rodr-
guez de Berlanga, 1 901 : 197).
1 4.
Sobre A. Cnovas, historiador,
vid.Ylln Caldern, 19 85.
15. En 1 893 segn Rodrguez de
Berlanga ( 1 9 0 1 : 198) realiz su
lti-
ma visita a la Pennsula.
1 6.
Sobre los proyectos epigrficos
emprendidos por la Academia de la
Historia vase Abascal - Gimeno,
2000 : 13ss .
17.
Sobre e l ambiente intelectual a la
llegada de Hbner a la Pennsula y
su opinin acerca del estado de la
ciencia arqueolgica en Espaavid.
Luzn, 19 95: 3 ss.
1 8.
Se conserva correspondencia en
la Biblioteca de Berln Staatsbiblio-
thek (Berln) - Preussischer Kulturbe-
sitz. Handschriftenabteilung Signatur
Delgado y Hernndez, Antonio.
achi. Hbner,1
-2 .
Para su biografa
vid.Almagro, 1999: 139 y ms re-
cientemente Delgado y Hernndez,
2 0 0 1 :
X XXVII-XLII. donde se repro-
duce la biografa realizada por
F.
Bel-
monte a su fallecimiento.
1 9.
Para su biografa cf. Almagro
Gorbea, 1999:142 ss.
20 .
Sobre esta amistad vid.Rodr-
guez de Berlanga (1864) 2000: 64
ss y sobre todo idem(1901 ), donde
el autor describe el talante de Hbner
en los siguientes trm inos: Era una
persona franca, sencilla, ilustradsima
y modesta que muy pronto se haca
simptica, dejando conoce r sin vanos
alardes sus vastos conocimientos
con la mayor naturalidad y parsimo-
nia;vid. adems Oliva, 1991.
21 .
Era Gmez Moreno hijo, todava
adolescente, quien proporcionaba
los textos a Hbner
y,
a cuyo lado se
form en epigrafa (cf. Gmez-More-
no,
1995 :44) .
22 .
Sobre Hernndez Sanahuja y la
anticuara en Catalua en el siglo XIX
y principios del XX vase Remesal -
Aguilera - Pons, 2000: 18-47
nuevas inscripciones de Clunia y Lara de los Infantes. Volvi a Mrida (CIL II p. 820) donde vein-
te aos despus de su primer viaje encontr un puente restauradoy unteatroyanfiteatro cada vez
ms arruinado. En Madrid, por fin se haba creado el Museo Arqueolgico Nacional donde pudo
comprobaryamuchos textos.EnSevilla, adems de la coleccin de Francisco Mateos Gago
10
con
inscripciones de lugares diversos, trabaj con todo lo nuevo que haba ingresado
en
el museo pro-
vincial:
entre ellas algunas ya editadas de Itlica, aunque varias de ellas tambin haban ido a pa-
rar al Museo Arqueolgico Nacional, mientras que otras las vio en Len en casa de Demetrio de
los Ros. En 1 8 8 1 ,adems del museo de Crdoba -ciudad a la que aadi unos 16 nuevos tex-
tos-,visit el de Tarragona, al que volvera dos veces ms en 1 886 y 1 889 .
En 1 88 6 era el Museo Arqueolgico Nacional la institucin que ms piezas haba ingresado y
-como en cada viaje- reclamaba
su
presencia. Tambin en Mlaga, las de la Hacienda de la C on-
cepcin (con los fondos de la coleccin cordobesa de R L. de Villacevallos) y las que posea To-
mas Heredia en la Hacienda de San Jos
11
. En Valencia, aunque se haba fundado el museo pro-
vincial,
Hbner no pudo inspeccionar las inscripciones pues el personal del museo no esta ba; pe-
ro su viaje no sera en vano ya que vio la coleccin de F rancisco de Paula Caballero Infante (cf. II
541 7). En Sagunto estudi las inscripciones que se haban recogido de varios sitios y se conser-
vaban en el teatro. Visit otra vez Cartagena, pero la mayora de sus inscripciones ya estaban en
el Museo Arqueolgico Nacional. En Palma de Mallorca se haba constituido una coleccin ar-
queolgica por la Sociedad Arqueolgica Luliana, y en Mahn pudo ver algunas inscripciones. En
1 889 volviaValenciay a Tarragona(cf. CIL11965),
locum
n
re
epigraphica Hispaniae
primarium,
asi como a Barcelona
12
, donde su director Antonio Elias de Molins era gran colaborador
suyo.
En
1 886 describi las inscripciones de Ampurias, que se encontraban en el museo de Gerona. En
1 889 en Sevilla volvi a controlar la coleccin de Francisco Mateos Gago y la de Antonio Mara
Ariza,
que, entre sus piezas, tena el senado consulto de Itlica descubierto en octubre de 1 888
1 3
;
junto con Manuel Rodrguez de Berlanga estableci su texto en octubre de 1 889 cuando ya haba
ingresado en el Museo Arqueolgico Nacional a ruego de Hbner y con la intervencin de Anto-
nio Cnovas del C astillo, uno de los pocos hombres de estado del siglo XIX espaol que, de sde
su posicin de historiador, pudo comprender la transcedencia de semejante documento
14
. Si bien
Hbner parece haber realizado un viaje ms a Espaa a principios de la dcada de los 90
1 5
, las
nuevas inscripcione s o textos revisados que incluyeen EE VIIIy IX lefueron enviados por sus am i-
gos y colaboradores.
Los contactos de Hbner en Espaa
Los crculos anticuarios de Barcelona, Ma drid, MlagaySevilla acogieron con gran entusiasm o un
proyecto que por fin vean materializarse tras los frustrados intentos realizados con el mismo ob-
jetivo por parte de la Academia de la Historia desde su fundacin
16
. Oficialmente, la obra de Hb-
ner sera respaldada, adems de por esta institucin, por el resto de Academias interesadas en la
materia. Hbner estableci unos primeros contactos con sus responsables
que,
poco a poco, se
convirtieron en vnculos de amistad, as como con otros intelectuales, algunos de ellos tambin
pertenecientes a la esfera poltica
17
. Entre sus ms queridos colaboradores se cuentan Antonio
Delgado
18
, Aureliano Fernndez Guerra
19
, Eduardo Saavedra, Pascual de Gayangos, Vicente C ar-
derera, Joaqun Costa, Eduardo de Hinojosa, Jos Ramn Mlida, todos ellos en Madrid; Manuel
Rodrguez de Berlanga
20
, los Loring o los hermanos O liverenMlaga; Manuel Gmez Moreno pa-
dre e hijo
21
y Manuel de Gngora en Granada; Esteban Paluzie, Buenaventura Hernndez Sana-
huja,
Anton io Elias de Molins
22
enCatalua; Demetrio de losRos yFrancisco Mateos Gago en Se-
villa;Gabriel Llabrs
23
en Palma de Ma llorca; Antonio C habret en el pas valenciano; Federico Ba-
raibar en lava
24
; Mario Roso de Luna o el Marqus de Monsalud en Extremadura
25
, una nmina
que se podra alargar mucho ms pero entre la que destaca sin duda Fidel Fita
26
, el cual dedic
gran parte de su obra cientfica a la edicin de inscripciones en el Boletn de la Academia, a par-
tir de las noticias que le enviaban los miembros correspondientes. La mayora de las inscripciones
de CIL II y Ephemeris Epigraphica fueron conocidas y editadas por Hbner a travs de lasinfor-
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338 Pioneros de la Arqueologa en Espaa. El proceso hacia la arqueologa cientfica 1833-1912
maciones, textos, dibujos, calcos,y,en mucha menor medida, fotografas (C ILII 263 2), manuscri-
tos y libros impresos antiguos que le enviaron sus colaboradores
y
amigos de Espaa. Muchas de
ellas,
sin embargo, seran comprobadas directamente por Hbner, vindose obligado a modificar
algunas de esas lecturas ya editadas. Pero la colaboracin no terminaba
ah:
si Hbner form es-
cuela enseando una nueva forma del tratamiento y estudio de los textos epigrficos, sin los co-
nocimientos de sus colaboradores tanto en materia histrica, geogrfica o hermenutica, el tra-
bajo de Hbner habra sido casi impracticable.
E
Corpus Inscriptionum Latinarum II: Inscrptiones H ispaniae Latinae
Hasta la publicacin de este
opus magnum
de E. Hbner, no haba habido ninguna obra similar en
la Pennsula Ibricaapesar de las empresas
que,
en Espaa, desdelaAcademia de la Historia, se
haban concebido y confiado a algunos de sus talen tos ilustrados, entre ellos Luis Jos Velzquez
de Velasco o Thomas de Gsseme, las cuales se vieron frustradas, generalmente, por la situacin
polticaysus azarosas intrigas.
ElCorpus(1869) con su Supplementum (1 892) contiene 6350 inscripciones latinas antiguas
no cristianas, estructuradas geogrficamente segn la divisin administrativa romana establecida
por Augusto en tres provinciasLusitania, BaeticaeHispaniaCiterior y, dentro de las mismas, en
sus respectivos conventus jurdicos,Pacensis, Scallabitanus y Emeritensis en Lusitania] Hispalen-
sis, Astigitanus,Gaditanus, Cordubensis,en Baetica, y, Bracaraugustanus, Lucensis, Asturum,
Cluniensis, Caesaraugustanus,CarthaginiensisyTarraconensisenlaHispania
Citerior.
Cada civi-
tas
- o ,afalta de sta, la regin mo dern a- va precedida de una introduccin en la que se recogen
todos los datos conocidos sobre ella en las fuentes antiguas y a continuacin los autores moder-
nos que trataron sobre ella y suepigrafa. El orden en que se disponen las inscripciones dentro de
una unidad es temtico: votivas, imperiales, orden senatorio, orden ecuestre, militares, municipa-
les,
inscripciones que mencionan origo, funerarias; dentro de los apartados el orden es alfabtico,
excepcin hecha de las imperiales donde es cronolg ico. Tanto los miliarios, organizados por vas
antiguas, como el
instrumentum
domesticum(inscripciones grabadas en objetos de uso cotidia-
no sobre los materiales ms diversos, as como los numerosos sellos y grafitos sobre cermica)
constituyen captulos propios. La obra se completa con elconspectus
auctorum,
bibliografa co-
mentada en los casos de autores e instituciones mas relevantes por su contribuc in a la epigrafa
de
Hispania]
con unos extensos ndices al final del volumen, as como con unos mapas de geo-
grafa antigua de la Pennsula Ibrica que fueron confeccionados por H. Kiepert para el
Supple-
mentum.
El
Corpus
ofreca, por vez primera, a la comunidad cientfica todos los textos epigrficos
de la Hispania romana
en una
edicin crtica
y
pona
al
servicio de
la
Arqueologa hispnica
un
cau-
dal inmenso de informaciones que iban a permitir no slo la localizacin de ciudades hasta enton-
ces desconocidas al ofrecer nuevos topnimos inditos, sino reconsiderar muchas localizaciones
falsas que haban arraigado entre los historiadores espaoles y portugueses por errneas tradi-
ciones historiogrficas.Laobra se iba poniendo al da mediante addenda publicados en Epheme-
ris Epigraphica VIII (189 9) y IX (1 903, despus de la muerte de Hbner).
La importancia que conceda Hbner a la paleografa para la datacin de las inscripciones le
condujo a la edicin de los Exempla
scripturae
epigraphicae latinae
a Caesaris dictatoris morte
ad
aetatem
lustiniani(Berln 1 885), un muestrario y estudio de tipos de letra de inscripciones, con
los dibujos correspondientes, de todo el imperio, entre las que se encuentran muchas hispanas.
Por otra parte, como fillogo y en consonancia con las corrientes de su poca, al dar primaca a
los textos sobre los soportes, dej un campo abierto desde el punto de vista delaarqueologa que
todava hoy
est,
en gran parte, por trabajar. Pero la contribucin de E. Hbner
a
la arqueologa no
se limit a la mera confeccin de una obra: no slo la misma elaboracin del
Corpus
despert el
inters por las inscripciones y po r los estudios de epigrafa en la Pennsula sino que ademsalen-
t la conservacin de stas
en
Museos por parte del Estado
espaol
27
,
especialmente de los bron-
ces con textos jurdicos. Pero adems E. Hbner nos leg el primer
corpus
de inscripciones cris-
tianas antiguas y medievales Inscrptiones
Hispaniae
Christianae (Berln 1871),
Supplementum
23 .Sobre G. Llabrs cf. Gimeno -
Stylow, 1994: 151 nota 79.
24 .Sobre F. Baraibar y la epigrafa
vid.
Albertos, 1970 y Ortiz de Urbina
Montoya - Prez Olmedo, 1 99 1 :
115 .
25 .
Sobre los contactos de Hbner
en Extremadura cf. Celestino - Ce-
lestino, 2000 : 21
26 .Para la relacin de F. Fita con
Hbnervid.Abascal, 1999: 57 ss.
27.
Mda, 1897: 89
-
7/21/2019 Hubner
7/8
ARMIN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Emil Hb ner 33 9
28 .Rodrguez de Berlanga (1901)
dedic un pormenorizado com entario
sobre su obra; para una seleccin de
su bibliografa cf. Le Roux, 198 4.
29 .
Cf. Len, 1993: 56 a propsito
de la valoracin de Hbner sobre De-
metrio de los Ros e Itlica.
30 .Baquedano - Caballero, 2000: 21 .
31 .Para su biografa y obra cf.Ayar-
zagena Sanz, 2 001 .
32 .Cf. CILIIp. 545.
33 .As lo denomina R Len cf.
loe.
cit.
34 .Tormo,1947.
35 .Cf. Blech, 1999 : 33 ss.
36 .Sobre este proyecto vid. Stylow
1995,
Mayer 1995 , Schmidt 200 1 .
(Berln 1900), el primero de inscripciones prerromanas Monum enta Linguae Ibericae,Berln
1893), as como un buen nmero de estudios monogrficos que fueron publicados tanto en re-
vistas alemanas como italianas, portuguesas o espaolas
28
.
Adems su inters por la antigedad clsica en la Pennsula sobrepas con creces lo estricta-
mente filolgico, legndonos una obra sobre las colecciones de antigedades de la Pennsula, D/'e
antiken
Bildwerke
n Spanien
un d
Portugal (Berln 1862). Ms tarde edit La Arqueologa
en Es-
paa(1888 ), donde presentaunpanorama de la arqueologa, epigrafaynumismticaenEspaa a
fines del siglo XIX, de sus protagonistas
y
las perspectivas de futuro. Por este libro obtendra
el
pre-
mio Martorell en Barcelona, sin duda bien m erecido por su firme apoyo a los esfuerzos realizados
por los arquelogos espaoles desupoca
29
, que graciasa lse pusieron en contacto con las nue-
vas corrientes cientficas europeas
30
. Hasta tal punto la Arqueologa espaola le consideraba ne-
cesario que le fue ofrecida una ctedra de Arqueologa, que l rehus (Saavedra 1 9 0 1 :4 1 5). En-
tre otros muchos, es mrito de Hbner haber sido uno de los primeros en dudar de la autenticidad
de las inscripciones de las esculturas del Cerro de los Santos a las que dedic un artculo en laJe -
naer Literaturzeitung(1876), tras su publicacin porJuande D ios de la RadayDelgado
31
.
An ms encomable es el hecho de que E. Hbner compag inarasuestudioyedicin de las ins-
cripciones latinas de
Hispania
con la edicin de la epigrafa latina de
Britannia
Inscriptione s Bri-
tanniae
Latinae,
Berolini 1873 =
CIL
Vil), donde incluso consigui estudiar algunas inscripciones
de Tarraco que en el siglo XVIII haban sido llevadas a Inglaterra por
el
Conde de Stanhope , el cual
haba venido con el contingente ingls a Espaa con motivo de la guerra de Sucesin
32
(CIL II p.
545). Esta obra sera de referencia y consulta obligada durante muchas dcadas - lo mismo que
el volumen deHispania-para los estudiosos de la
Britannia
romana, hasta que fue suplantada por
The Romn
Inscriptions of
Britain
(Oxford 1 965) de R.G. Collngwood
{et al.).
Maestro de epigrafa para muchos, "concienzudo arque logo"
33
ypionero delaarqueologa, Emil
Hbner fue calificado de "fundador de la moderna arqueologa hispnica"
34
, pero no por sus con-
temporneos sino casi cincuenta aos despus de su muerte. Pronto susMonumenta Linguae
Ibericae
quedaron desfasados tras el progreso del conocimiento de esta cultura, su lengua y su
signario
35
. Sin em bargo, su obra sobre lasInscriptiones Hispaniae Latinae renovada ms de un si-
glo despus con la nueva edicin de C IL II
36
,sigue estando vigente para aquellas zonas que to-
dava no han sido publicadas, y en muchas ocasiones sus observaciones no han sido superadas.
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