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La huelga metalrgica de 1954Fabin L. Fernndez

Departamento de Historia

Cuaderno de Trabajo N 51

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La huelga metalrgica de 1954Fabin L. Fernndez

Enero de 2005

Fabin L. Fernndez es investigador miembro del Programa de Investigacin sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA).3

CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACINEDICIONES DEL INSTITUTO MOVILIZADOR DE FONDOS COOPERATIVOS Av. Corrientes 1543 C1042AAB Ciudad de Buenos Aires, Argentina Tel. (5411) 5077-8000 http://www.cculturalcoop.org.ar e-mail: [email protected] Director Fundador: Floreal Gorini Director:Consejo editorial:

Profesor Juan Carlos Junio

Mario Jos Grabivker (coordinador) / Daniel Campione Ana Mara Ramb / Jos Luis Bournasell / Jorge Testero Julio C. Gambina / Horacio Lpez. Ilustracin de tapa: MercedesIrisarri Instituto Movilizador de Fondos CooperativosTodos los derechos reservados. Esta publicacin puede ser reproducida grficamente hasta 1000 palabras, citando la fuente. No puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, ni transmitida por un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de la editorial. ISSN: 1666-8405 4

ndice generalIntroduccin Imgenes sobre el hecho investigado La huelga metalrgica en relacin al perodo y momento en que se localiza La renovacin de los convenios y el ciclo de huelgas de 1954 La huelga metalrgica de abril-junio de 1954 Resultados provisionales alcanzados en esta etapa de la investigacin Bibliografa 7 9 17 27 34 70 74

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INTRODUCCIN

Este trabajo se centra en un hecho histrico puntual: la huelga llevada adelante por los trabajadores metalrgicos argentinos durante los meses de abril a junio de 1954. Lucha que no se desarrolla en forma aislada, sino que forma parte de un ciclo de conflictos que se enmarca en el contexto de negociaciones paritarias entre las organizaciones econmico-corporativas obreras y patronales. Aunque otorgamos prioridad al relato del hecho y a la determinacin de sus rasgos principales (momento necesario en el proceso de construccin del conocimiento) nuestra investigacin no pretende detenerse aqu, sino avanzar luego en el anlisis de la relacin entre la huelga metalrgica (y el conjunto de huelgas de 1954 en general) y la situacin de crisis que la alianza peronista atraviesa durante el segundo gobierno de Juan D. Pern (1952-1955).1 En este sentido, el problema ms general que da origen a la investigacin refiere a la gnesis de situaciones de crisis en alianzas de clases con participacin obrera, en momentos en que stas detentan el gobierno del estado. Partimos de la proposicin terica segn la cual las clases sociales se constituyen en los enfrentamientos que libran entre s; enfrentamientos que a la vez imponen a los grupos contendientes la necesidad de establecer relaciones de alianza en pos de la acumulacin de fuerzas. En la historia de la clase obrera argentina ocupa un lugar central su participacin, a partir de mediados de la dcada de 1940, en la alianza social que toma la forma poltica de peronismo; participacin que permite la realizacin de una estrategia (predominante en el movimiento obrero por lo menos desde mediados de la dcada de 1930) que se plantea como meta la democratizacin del rgimen poltico y social vigente, en el sentido de poder influir sobre el gobierno y el conjunto del sistema institucional.2 La mayor parte de la clase obrera ingresa en esa fuerza social en el marco de la lucha interburguesa y bajo la iniciativa del

1 En una etapa posterior del trabajo profundizaremos en el anlisis del resto de los movimientos que conforman el conjunto de huelgas de 1954, con el objetivo de fundamentar su relacin con la situacin de crisis de la alianza peronista. 2 Sobre el desarrollo de esa estrategia en el movimiento obrero argentino durante las dcadas de 1930 y 1940, vase Iigo Carrera, Nicols; Lucha democrtica de la clase obrera argentina en las dcadas de 1930 y 1940, en Crtica de nuestro tiempo, ao II, N 6, julio-agostoseptiembre de 1993; La estrategia de la clase obrera. 1936; Buenos Aires, La Rosa Blindada/ PIMSA, 2000.7

capital industrial, fraccin burguesa que detenta la hegemona en su interior, y que necesita acumular fuerzas para enfrentar a otras fracciones burguesas: el gran capital agrario, comercial y financiero. Estas fracciones no slo aparecen enfrentadas al capital industrial, sino a la misma clase obrera, en tanto su inters especfico es contradictorio con la insercin de esta ltima en el sistema institucional. La lucha interburguesa, entonces, constituye el eje de los conflictos polticos en el seno de la sociedad argentina; y como tal determina la formacin de la alianza peronista. Sin embargo, esta constatacin no debe ocultar la existencia de contradicciones al interior de esa misma alianza. Estas contradicciones son de dos tipos: una, de carcter econmico, refiere a la lucha de los obreros contra el conjunto de la burguesa, incluyendo al capital industrial; la otra, de carcter poltico, refiere a la formulacin de polticas propias por el movimiento obrero, lo que implica una disputa con el capital industrial por mantener y ampliar su posicin en la alianza de la que ambos forman parte, y por extensin, en el conjunto del sistema institucional. Ambos tipos de contradicciones plantean la existencia de situaciones de crisis dentro de alianzas sociales con participacin obrera. El objeto de nuestro trabajo refiere, precisamente, al estudio de dichas situaciones de crisis, en momentos en que esas alianzas controlan el gobierno del estado a travs de las fuerzas polticas que las expresan. En sntesis, y como lo sealamos ms arriba, este trabajo, resultado de una etapa de la investigacin, refiere a la descripcin de los sucesos ocurridos durante la huelga metalrgica de abril-junio de 1954 y a la determinacin de sus rasgos ms caractersticos. Por otra parte, y como el conocimiento del hecho investigado necesita de su ubicacin en un contexto temporal ms amplio, haremos mencin del perodo general y de la coyuntura poltica y econmica en los cuales transcurre la huelga metalrgica.

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IMGENES SOBRE EL HECHO INVESTIGADO

El conocimiento acerca de esta huelga requiere del relevamiento de las fuentes secundarias que hagan referencia a la misma. Ninguna de dichas fuentes se aboca a un anlisis en profundidad del hecho, aunque en ellas encontramos una serie de imgenes que contrastamos en el curso del trabajo emprico. Hemos discriminado a los distintos autores consultados en dos categoras, segn provengan del mbito acadmico o del poltico y sindical. Comencemos con los que provienen del mbito acadmico: Samuel Baily 1 considera a la huelga metalrgica en tanto muestra del descontento creciente de los obreros durante los ltimos aos de Pern en el gobierno. Ese malestar encuentra su origen en el cambio de la poltica econmica oficial operado a partir de 1949, con su secuela de recorte del ingreso de los asalariados, a travs de la aplicacin de la contencin salarial. De todas maneras, la oposicin de los trabajadores no se dirige contra Pern mismo, cuyo liderazgo no es discutido, pero s contra la dirigencia sindical sometida a aqul, segn Baily. Con lo que las medidas impulsadas por Pern terminan siendo impugnadas de manera indirecta por los obreros. De todo esto se desprende que, para Baily, considerar el alineamiento de los diversos grupos en la direccin de la Unin Obrera Metalrgica (UOM) frente al conflicto (tanto a nivel de la cpula como de las organizaciones locales y a nivel de planta) es fundamental para comprender el desarrollo de la huelga. Iniciada a partir del rechazo de los trabajadores metalrgicos a los aumentos ofrecidos por los empresarios de la rama en el marco de la negociacin del convenio colectivo de trabajo, la huelga culmina con un triunfo para los primeros, en tanto obtienen el aumento salarial por ellos propuesto y el desplazamiento de la direccin nacional de la UOM, encabezada por Abdala Baluch, a quien desconocen por haber acordado con la patronal un incremento menor al esperado. Louise Doyon2 contextualiza la huelga metalrgica en el marco del ciclo de luchas obreras ocurrido durante la negociacin de los convenios colectivos; pero adems, avanza en una periodizacin del hecho tomando como criterio la suce-

1 Vase Baily, S; Movimiento obrero, nacionalismo y poltica en la Argentina; Buenos Aires, Paids, 1984. Captulo 7. 2 Vase Doyon L.; Conflictos obreros durante el rgimen peronista (1946-1955), en Torre, J.C. (comp.); La formacin del sindicalismo peronista; Buenos Aires, Legasa, 1988.9

sin de medios empleados por los obreros. As, distingue dos momentos: el primero, hasta fines de mayo, caracterizado por el recurso al trabajo a reglamento; el segundo, hasta principios de junio, por la huelga general por rama. Por otra parte, Doyon se diferencia de Baily al cuestionar el aislamiento de la direccin nacional de la UOM (y del conjunto de los sindicatos en general) respecto a los obreros a quienes dicen representar. Sin dejar de lado su vinculacin profunda con el gobierno, esos dirigentes deben colocarse al frente de la huelga en determinado momento para conservar la capacidad de gestin de la organizacin sindical: esto muestra para la autora la representatividad, aunque fuera limitada, de esos dirigentes, y su rol de intermediarios entre el estado y el movimiento obrero. Otra diferencia con Baily es que, mientras ste afirma que la huelga metalrgica (y otras del mismo ciclo) no tienen un carcter exclusivamente econmico, toda vez que cuestionan explcitamente la autoridad de los dirigentes nacionales de los respectivos sindicatos, Doyon sostiene que los conflictos se limitan especficamente al reclamo salarial. Una mirada distinta sobre la huelga metalrgica se encuentra en un trabajo de Daniel James:3 la crisis econmica que llega a su punto culminante en 1952 plantea al conjunto del empresariado industrial el problema de incrementar la produccin sin poder renovar el parque de maquinaria va importaciones, debido a la reduccin del flujo de divisas como consecuencia de la cada de los precios de los bienes primarios exportados por nuestra economa. Entonces, para los empresarios no queda otra alternativa que intensificar el trabajo con la tecnologa disponible; sin embargo esto requiere, entre otras medidas, modificar la organizacin de la jornada laboral, instalar formas de trabajo multifuncional, vincular los aumentos salariales al incremento de la productividad y recortar las atribuciones de las comisiones internas de fbrica, de las que puede esperarse el rechazo a estos cambios. En la consecucin de estos objetivos los industriales, parte de ellos organizados desde 1953 en la Confederacin General Econmica (CGE), cuentan con el apoyo del gobierno: sin embargo, ste es incapaz de concretarlo en hechos, en tanto debe recurrir al movimiento obrero para poder llevar adelante el giro en la poltica econmica expresado en el Segundo Plan Quinquenal, primero; y enfrentar la ofensiva opositora de 1954-55, despus. En este contexto, lo relevante de la huelga metalrgica reside en la resistencia de los trabajadores (explcita, segn James) a las refor3 Vase James, D.; Racionalizacin y respuesta de la clase obrera: contexto y limitaciones de la actitud gremial en la Argentina. En Desarrollo Econmico; v. 21; N 83, octubrediciembre de 1981.10

mas que la patronal quiere impulsar en el proceso de trabajo, ms que en el reclamo salarial. Scott Mainwaring4 destaca la huelga metalrgica (y otras que forman parte del mismo ciclo de luchas) en tanto plantean de hecho el problema de la autonoma poltica del movimiento sindical frente al estado. Para Mainwaring no puede hablarse de una completa subordinacin del primero al segundo, en tanto al constituirse como enlace institucionalizado entre los trabajadores y el Estado, la dirigencia sindical logra preservar cierto margen de iniciativa propia al necesitar incorporar las demandas de las bases obreras. stas, al presionar por la realizacin de huelgas (finalmente exitosas) tras el objetivo del aumento salarial, terminan por cuestionar al conjunto de la poltica econmica que el gobierno peronista impulsa a partir de 1952. Veamos ahora a los autores provenientes del mbito poltico y sindical: Desde una posicin de crtica liberal al peronismo, Flix Luna5 ubica la huelga metalrgica en el contexto de la negociacin de los convenios colectivos de trabajo, iniciada a principios de 1954: aunque el gobierno anuncia su prescindencia respecto al resultado de las tratativas obrero-patronales impulsa, como ya vimos, un mecanismo de aumento salarial vinculado al incremento de la productividad del trabajo. El intento de la patronal metalrgica de instalar este mecanismo en el convenio y su rechazo al porcentaje de aumento (un 40%) exigido por el sindicato, lleva a los trabajadores a iniciar, desde el mes de abril y de manera espontnea, paros de brazos cados y luego una huelga general por rama. Presionada, la direccin de la UOM declara formalmente la huelga general el 21 de mayo, que contina an despus de la firma del convenio el 1 de junio, ya que los empresarios se niegan a pagar los jornales cados. Las movilizaciones de los obreros metalrgicos (sobre todo, la asamblea de la plaza Martn Fierro) y los choques frente a la planta de La Cantbrica (Morn), dan pie al gobierno para lanzar una campaa de detenciones de militantes del gremio metalrgico, con el pretexto de poner fin a la infiltracin comunista en la UOM. Luna relativiza la participacin de los comunistas en la huelga: aunque tengan influencia, no poseen la capacidad organizativa para conducirla. El balance de la huelga es, a corto plazo, positivo para los obreros, quienes logran obtener en el nuevo convenio aumentos sa-

4 Scott Mainwaring; El movimiento obrero y el peronismo, 1952-1955"; en Desarrollo Econmico, vol. 21, N 84, enero-marzo de 1982. 5 Vase Luna, F.; Pern y su tiempo. El rgimen exhausto. 1953- 1955; Buenos Aires; Editorial Sudamericana; 1990. Captulo 2.11

lariales excepcionalmente altos; ms importante es, para el autor, el desprestigio en el que incurre la direccin de la UOM frente a los trabajadores y el ascenso de dirigentes de base que toman a su cargo la direccin del sindicato tras la cada del gobierno peronista. Identificado con la llamada izquierda nacional, Horacio Maceyra 6 considera, al igual que Luna, que la huelga metalrgica posee un alto grado de espontaneidad, expresado en la realizacin de asambleas en donde los trabajadores desconocen la autoridad de la direccin de la UOM. De todos modos, este conflicto entre las bases y sus representados culmina gracias a la intervencin de un sector de la propia direccin, encabezado por Hilario Salvo, ex secretario general del sindicato. Tambin coincide Maceyra con Luna al sealar el desprestigio del conjunto de la direccin sindical, la cual aparece comprometida con una poltica econmica que el autor califica de restrictiva, aunque los trabajadores no ponen en cuestin su identidad poltica ni el liderazgo de Pern, en tanto ambos elementos son percibidos por ellos como garanta de preservacin de las conquistas sociales. Desde la izquierda peronista Rodolfo Walsh7 sostiene que la huelga metalrgica, aunque limitada en principio a la demanda por mayores salarios, cobra importancia en tanto expresa la creciente influencia de la UOM en el movimiento sindical (consecuencia de las transformaciones en la estructura industrial argentina) y el ascenso de una nueva direccin que aprovecha el descrdito de los dirigentes en funciones para hacerse del control del sindicato a partir de 1955; de esta forma, la huelga de 1954 se constituye en antecedente directo del futuro vandorismo. La huelga metalrgica tambin es mencionada por una serie de autores vinculados con el Partido Comunista (PC). As, Leonardo Paso8 sostiene que el ciclo huelgustico del que forma parte la huelga metalrgica no se circunscribe a la demanda de aumento salarial, sino que cuestiona la identificacin creciente del gobierno de Pern con la lite oligrquico-imperialista, manifestada en una poltica econmica que tiende a beneficiar a los terratenientes a expensas de los asalariados, y al mismo tiempo reclama por una mayor democracia dentro de los sindicatos. Incluso, y en oposicin a lo sealado por autores como Luna, para Paso el resultado inmediato de la huelga metalr6 Vase Maceyra, H.; Las presidencias peronistas. La segunda presidencia de Pern; Buenos Aires; Centro Editor de Amrica Latina; 1984. Captulos III-V. 7 Vase Walsh, R; Quin mat a Rosendo?; Buenos Aires; Ediciones de La Flor; 1987. Tercera parte, captulo 1. 8 Vase Paso, L.; Del golpe de Estado de 1943 al de 1955; Buenos Aires; Centro Editor de Amrica Latina; 1987. Captulos X-XI.12

gica es negativo para los obreros en tanto el convenio consagra la aplicacin de mtodos de racionalizacin y la limitacin de las acciones de las comisiones internas. Si hay un aspecto positivo a destacar, es el de la experiencia de los trabajadores en formas de participacin democrticas, tales como las asambleas y la eleccin del Comit de Huelga, organizacin que tuvo a su cargo la efectiva conduccin del conflicto. Por su parte, Rubens Iscaro 9 afirma que el rechazo de las masas peronistas al giro en la poltica econmica iniciado a partir de 1952 llega al punto de cuestionar su ciega confianza en el propio Pern. Coincide con Paso en que la huelga metalrgica no se limita al reclamo salarial por parte de estas masas, sino que las conduce a enfrentar la autoridad de los jerarcas sindicales desde las conducciones unitarias centralizadas finalmente en el Comit de Huelga Central. Dentro de ste, Iscaro resalta la influencia del Movimiento Pro Democratizacin e Independencia de los Sindicatos, nucleado en torno al PC, cuyo objetivo es impulsar la formacin de una direccin alternativa a la de los sindicatos nacionales y la Confederacin General del Trabajo (CGT), que agrupase a diversas formaciones poltico-ideolgicas presentes en el movimiento obrero, inclusive sectores del peronismo, tras las consigna de la democracia sindical. Siempre segn Iscaro, la huelga metalrgica pone de manifiesto una fractura horizontal entre los trabajadores y los dirigentes que dicen representarlos, pero que en realidad se encuentran subordinados al estado; en este aspecto, tambin coincide Iscaro con Paso al considerar que el balance positivo de la huelga estriba en la experiencia de lucha de las bases contra dirigentes desprovistos de legitimidad, y en la profundizacin de la unidad de las primeras tras las direcciones alternativas. Un tercer autor inscripto en la corriente que mencionamos es Jorge Correa10, quien sostiene, diferencindose en esto de Paso e Iscaro, que es la propia direccin de la UOM la que habra impulsado en un principio el trabajo a desgano para canalizar el descontento de los trabajadores ante la negativa de la patronal a conceder los aumentos solicitados. En un momento posterior, la direccin trata de poner fin al conflicto, argumentando que no pueden obtenerse otras mejoras que9 Vase Iscaro, R.; Origen y desarrollo del movimiento sindical argentino; Buenos Aires; Editorial Anteo; 1958. Y del mismo autor: Historia del movimiento sindical; Buenos Aires; Editorial Fundamentos; 1973. Tomo II. 10 Vase Correa, J.; Carlos Ons, un dirigente metalrgico clasista; Buenos Aires; Editorial Anteo; 1975, y Los jerarcas sindicales; Buenos Aires; Editorial Obrador; 1974. Segunda Parte: La jerarqua peronista.13

las que figuran en los acuerdos previos con los empresarios; la presin de los trabajadores, empero, obliga al Congreso de la UOM, realizado el 17 de mayo, a declarar la huelga general por rama. A partir de aqu, los jerarcas de la UOM intentan quebrar la huelga por la fuerza, utilizando grupos de choque contra los obreros que participan en las movilizaciones y asambleas. Sin embargo, el enfrentamiento entre las bases y la direccin no hace ms que profundizarse, y as el 5 de junio los partidarios de la continuidad de la huelga, reunidos en asamblea, constituyen el Comit de Huelga, enfrentado a la direccin formal de la UOM y con activa participacin de militantes comunistas. En la interpretacin de Correa queda muy claro que la huelga metalrgica dista de ser un movimiento espontneo. Por ltimo, nos encontramos con un conjunto de autores marxistas no vinculados al PC. En primer lugar, Carlos Echage11 tambin destaca la ruptura horizontal al interior de la UOM, impulsada por la huelga misma, cuando los obreros, pasando por encima de la cspide dirigente del sindicato, constituyen una direccin autnticamente representativa (el Comit de Huelga Central) y posibilitan el desplazamiento de la Comisin Directiva del sindicato, al fracasar su intento de poner fin a la huelga. Por su parte, Ernesto Gonzlez, Hctor Palacio y Milcades Pea1 2 coinciden en afirmar en que el giro favorable al imperialismo norteamericano y al conjunto de la burguesa local impulsado desde 1950 por el gobierno de Pern tiende a debilitar el apoyo sin fisuras que el movimiento obrero le presta hasta entonces. Un indicador de la nueva situacin se encuentra en las huelgas del perodo, caracterizadas por el desborde de las bases respecto a la burocrtica direccin de los sindicatos y la CGT. La respuesta oficial consiste en promocionar a una nueva direccin, que aparezca mejor identificada con los trabajadores, y que al mismo tiempo pueda evitar el fortalecimiento de los comunistas dentro del movimiento sindical. Segn Gonzlez, el propio Baluch es uno de los representantes de este esfuerzo de renovacin de la direccin sindical peronista. Tambin coinciden los tres autores en afirmar que la huelga metalrgica, conflicto econmico en sus inicios, pronto cambia de carcter, al expresar el descontento de los trabajadores del gremio respecto de la11 Vase Echage, C.; Las grandes huelgas; Buenos Aires; Centro Editor de Amrica Latina; 1971. Captulo V. 12 Vase Gonzlez, E.; Qu fue y qu es el peronismo; Buenos Aires; Editorial Pluma; 1974, captulo III; Palacios, H.; Historia del Movimiento Obrero Argentino; Buenos Aires; 1993, tomo 2, captulos XXI y XXII; Pea, M.; Masas, caudillos y lites. La dependencia argentina de Yrigoyen a Pern; Buenos Aires; Ediciones Fichas; 1973, captulo IV.14

direccin oficialmente reconocida. Gonzlez y Palacios sostienen que en esta lucha, como en otras del perodo, es fundamental la intervencin de los militantes sindicales vincuados al PC13, aunque de todas maneras stos son incapaces de plantear una alternativa poltica de largo plazo al peronismo, a causa del atraso poltico y sindical de la mentalidad obrera. En cambio, Pea prefiere resaltar una oposicin entre el conjunto de los obreros y una direccin que califica de rompehuelgas; aunque esta indiferenciacin, en lo que a los obreros respecta, no implica para l que el conflicto sea espontneo. Por otra parte, Gonzlez, Palacios y Pea coinciden en calificar el resultado de la huelga metalrgica (y de otras del mismo ciclo) como una derrota, provocada por la represin estatal, los errores de la direccin comunista y el bajo grado de conciencia poltica de la clase obrera. Palacios, por su parte, rescata como elemento positivo el descubrimiento por parte de los trabajadores de la supuesta funcin de la direccin cegetista, representante del Estado en el seno del movimiento obrero; aunque este aprendizaje no asume la forma de una nueva direccin de carcter clasista. Resumiendo todas las afirmaciones citadas, podemos extraer las siguientes conclusiones: Todos los autores mencionados coinciden en vincular la huelga metalrgica, y otras del mismo ciclo, con el cambio de direccin en las polticas econmicas del gobierno peronista a partir de 1950-52, efecto de las nuevas condiciones imperantes en el mercado mundial. Tambin existe acuerdo en caracterizar a la huelga, al menos en sus inicios, como una lucha de carcter econmico tendiente a recuperar el valor del salario en un momento en el cual la economa argentina est superando la crisis que haba llegado a su punto culminante en 1952. Otra coincidencia entre todos los autores reside en sealar como rasgo importante del conflicto metalrgico (y de otros contemporneos) la fractura horizontal al interior del sindicato, y la consolidacin de direcciones alternativas. Este conflicto interno manifestara no slo el descontento de los trabajadores frente a la ausencia de mecanismos democrticos de renovacin dirigencial, sino tambin la oposicin a una capa de dirigentes extremadamente solcitos con respecto a las iniciativas del gobierno peronista, pero reacios a canalizar la protesta obrera frente a la situacin socioeconmica y el gradual abandono de los principios poltico-ideolgicos que han orientado la accin de ese gobierno a partir de 1946. Pero al mismo tiempo, y en esto tambin hay consenso general, la sucesin de conflictos huelgusticos a lo largo de 1954 no termina de13 En esta afirmacin, Gonzlez y Palacios coinciden con Nahuel Moreno; vase El golpe gorila de 1955. Las posiciones del trotskismo; Buenos Aires; Ediciones Pluma; 197415

asumir la forma de un cuestionamiento explcito a la pertenencia de la mayora de la clase obrera al peronismo en tanto fuerza poltica, ni al liderazgo de Pern. En cambio, pueden encontrarse interpretaciones dismiles entre los autores consultados en lo que respecta al balance de los resultados de la huelga (en trminos de victoria o derrota, en relacin al logro o no de demandas concretas), y a su caracterizacin, ya fuere como un movimiento espontneo (desborde de las bases, retroceso de la capa dirigente), u organizado. En este ltimo caso, hay quienes destacan el papel de los militantes comunistas y quienes le suman un sector disidente peronista, desplazado poco antes de la direccin de la UOM. La caracterizacin de la participacin de este ltimo sector vara segn los autores: para algunos, es manipulado por el propio gobierno para debilitar a la direccin comunista y poner fin a la huelga; para otros, intenta encabezar la huelga misma.

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LA HUELGA METALRGICA EN RELACIN AL PERODO Y MOMENTO EN QUE SE LOCALIZA

La huelga metalrgica y el conjunto de las luchas obreras de 1954 se localizan en el final de un perodo iniciado en 1945 y que se extiende a lo largo de una dcada. Aunque su anlisis no es objeto de este trabajo, es necesario sealar algunos de sus rasgos fundamentales. La huelga general con movilizacin de masas de octubre de 1945 constituye un enfrentamiento diferido entre las alianzas sociales que toman la forma de peronismo y antiperonismo; su resolucin se concreta en las elecciones del 24 de febrero de 1946, que permiten a la primera llegar a detentar el gobierno del estado.1 Visto desde el proceso de formacin de la clase obrera argentina, esto implica la realizacin de la estrategia que conduce a la insercin de la mayor parte de aqulla en el sistema institucional (proceso de ciudadanizacin), democratizando el rgimen poltico y social vigente. Manifestacin de lo que afirmamos es la emergencia de espacios de influencia al interior del gobierno nacional controlados por el movimiento obrero organizado sindicalmente, no slo a travs de su participacin en la formulacin de diversas polticas, sino en el acceso a toda clase de cargos, tanto aquellos que son electivos (gobernaciones, senaduras y diputaciones en el congreso nacional y en las legislaturas provinciales, intendencias, concejalas), como los que no lo son (ministerios, secretaras, agregaduras laborales, etc.). A esto debe sumarse la formulacin de todo un profuso cuerpo de normas legales que consagran la vigencia de los derechos sociales (capacidades reconocidas a los obreros en tanto propietarios aparentes de su fuerza de trabajo) y la regulacin de las relaciones obrero-patronales; y asimismo, la extensin de los derechos polticos a amplias capas de la poblacin (mujeres y habitantes de los territorios nacionales). El desarrollo del proceso de ciudadanizacin de la mayor parte de la clase obrera profundiza y consolida la contradiccin peronismoantiperonismo como el eje de las luchas polticas en el perodo 1945-1955. A la vez, y tal como lo sealamos en la introduccin, el objetivo de las fracciones obreras que forman parte de la alianza peronista en mantener y ampliar sus espacios al interior de la ltima da lugar a una lucha, de carcter poltico, entre ellas y la fraccin burguesa hegemnica: el capital industrial no monoplico.2

1 Sobre la conceptualizacin de la huelga general con movilizacin de masas como un enfrentamiento diferido, vase Iigo Carrera, Nicols; Lucha democrtica de la clase obrera argentina en las dcadas de 1930 y 1940, en Crtica de nuestro tiempo, ao II, N 6, julio-agosto-septiembre de 1993. 2 Un objetivo a concretar en una etapa posterior de la investigacin es el de establecer la articulacin entre la lucha interburguesa (peronismo-antiperonismo) y la lucha al interior de la alianza peronista en el perodo 1945-1955.17

Un anlisis preciso de esa contradiccin al interior de la alianza social en el gobierno requiere de un examen exhaustivo del conjunto del perodo (lo que no nos proponemos hacer aqu). Por el momento, mencionamos una serie de hechos que indican la formulacin de polticas propias por parte del movimiento obrero entre 1945 y 1955: la formacin del Partido Laborista (1945-46); el Cabildo Abierto del Justicialismo del 22 de agosto de 1951, donde la CGT intenta imponer la candidatura de Eva Pern a la vicepresidencia; el ciclo de huelgas desarrollado a lo largo de 1954, en el contexto de la negociacin de los convenios colectivos de trabajo; el Congreso de la Productividad y el Bienestar Social de 1955, donde la CGT se opone a las reformas en el proceso de trabajo impulsadas por la burguesa industrial con el apoyo del gobierno; y los insistentes reclamos del movimiento obrero para la creacin de milicias obreras tras los intentos de golpe de estado de septiembre de 1951 y junio de 1955. La formulacin de tales polticas, por otra parte, no debe considerarse en abstracto: los efectos a considerar sern distintos si nos referimos al momento de formacin de la alianza, que si lo hacemos en relacin a los momentos de desarrollo y crisis. Precisamente, las huelgas de 1954 se producen en un momento en que la alianza peronista atraviesa un momento de crisis que reconoce como uno de sus ejes las opuestas posiciones planteadas por las organizaciones econmico-corporativas del capital industrial y de la clase obrera alrededor del intento de las primeras de imponer reformas en la organizacin del proceso de trabajo fabril con el objetivo de incrementar la productividad. Esta lnea de conflicto coincide a la vez, y desde fines de 1954, con la ofensiva poltica de la alianza antiperonista, iniciada a partir del enfrentamiento abierto entre el gobierno nacional y la jerarqua de la Iglesia Catlica. Ahora bien: el impulso patronal a los planes de racionalizacin en las fbricas puede ser considerado, en hiptesis, como manifestacin de un proceso ms amplio, cuya gnesis se ubica en los inicios de la dcada de 1950. Diversos autores caracterizan ese momento como una transicin entre la aplicacin de polticas econmicas populistas a otras de signo liberal segn algunos, o desarrollista, de acuerdo a otros. A la vez, el cambio en la poltica econmica suele vincularse al pasaje hacia un nuevo modelo de acumulacin, centrado en el desarrollo de las ramas de la industria intensivas en capital. En realidad, el proceso ms amplio al que hacemos referencia remite a un cambio de direccin en el capitalismo argentino: es decir, de una direccin predominantemente en extensin (de las relaciones sociales capitalistas a nuevos territorios sociales), a otra predominante3 Para una introduccin a esta problemtica, vase Iigo Carrera, Nicols, y Podest, Jorge; Las nuevas condiciones en la disposicin de fuerzas objetiva. La situacin del proletariado; PIMSA, Documentos y Comunicaciones, 1997.18

mente en profundidad (desarrollo del proceso de produccin en territorios sociales donde ya son dominantes las relaciones capitalistas).3 Y justamente, uno de los indicadores de la direccin en profundidad lo constituye la consolidacin de la gran industria en tanto tipo social de explotacin, lo que implica un incremento en la productividad del trabajo va su extensin e intensificacin.4 Dicho esto en relacin al perodo ms general, vayamos ahora al momento en el que se ubica la huelga metalrgica y otras que conforman el conjunto de luchas obreras de 1954. Este momento se caracteriza, en lo econmico, por la resolucin de la crisis cclica iniciada hacia 1949 y que llega a su punto culminante en 1952; y en lo poltico, por la aparicin de los primeros sntomas de crisis de la alianza social que detenta el gobierno del estado. Lo dicho nos lleva a sealar dos aspectos cuya explicacin requiere un anlisis del perodo 1945-55 en su conjunto. En primer lugar, la aparente discontinuidad entre crisis econmica y crisis poltica; en segundo trmino, el inicio de la crisis al interior de la alianza cuando el gobierno que constituye su expresin parece reforzar su control sobre el sistema poltico-institucional tras el amplio triunfo del peronismo en las elecciones de abril de 1954. Comencemos por la situacin econmica. Desde febrero de 1952 la poltica del gobierno peronista se centra en la adopcin de medidas las cuales, alentando las exportaciones de materias primas agropecuarias, restringiendo el gasto pblico, impulsando las inversiones (preferentemente de origen externo) en los sectores de produccin de bienes intermedios y de capital, e impulsando cambios en el proceso laboral en la industria local tendientes a incrementar la productividad del trabajo, buscan incidir en la salida de la crisis econmica a travs de la expansin de las reservas de divisas, la reduccin de la inflacin y el dficit fiscal y el aumento de los volmenes de produccin y la reestructuracin del sector industrial.5 Todo este conjunto de medidas se articula en dos programas: uno, de corto plazo (Plan Econmico); el otro, de media y larga duracin (Segundo Plan Quinquenal). Nos detendremos en el primero, por ser de especial relevancia para la comprensin del conflicto que alrededor de la renovacin de los convenios colectivos surge a comienzos de 1954.64 Y, como consecuencia, la ampliacin de la poblacin obrera sobrante con respecto a las necesidades del capital, ya que ahora puede expandirse el volumen de produccin con un nmero menor de trabajadores. 5 Supera los lmites de este trabajo analizar la vinculacin de la crisis de 1949-1952 con el cambio de direccin en el desarrollo del capitalismo argentino. 6 Para una descripcin y anlisis de la crisis cclica 1949-1952 y de las polticas econmicas a ella asociadas, vase Ferrer, Aldo; La economa argentina; Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1974; Maceyra, Horacio; La segunda presidencia de Pern; Buenos Aires, Centro

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El Plan Econmico (tambin conocido como Plan de Emergencia), preparado por el equipo encabezado por el ministro de Finanzas Alfredo Gmez Morales y difundido por el propio Pern el 18 de febrero de 1952, no representa una innovacin en materia de poltica econmica: en realidad, constituye una sistematizacin y extensin de medidas que se vienen llevando adelante desde principios de 1949. El Plan dispone el establecimiento de tipos de cambio favorables a las exportaciones agropecuarias y restricciones a las importaciones (para superar el dficit de la balanza comercial), aumento de la tasa de inters (con el objetivo de incrementar el ahorro interno y limitar la emisin monetaria causante de la inflacin) y reduccin del gasto del estado (en especial, prolongacin de plazos o postergacin de obras pblicas). Pero especialmente el Plan establece un congelamiento de salarios, precios y tarifas de servicios pblicos; adems, se prorrogan los convenios colectivos vigentes por un plazo de dos aos. El objetivo explcito e inmediato del congelamiento de las mencionadas variables es contener, y a posteriori reducir, el proceso inflacionario, fijando un lmite poltico a la disputa por el ingreso nacional entre obreros y capitalistas. Sin embargo, la iniciativa del gobierno no puede sostenerse si no se establece un acuerdo entre las fracciones obreras y burguesas que componen la alianza peronista: a las primeras se les garantiza que la reduccin de la inflacin y el aumento de la reserva de divisas no se realizar a travs de polticas depreciatorias del salario real; a las segundas (y a la burguesa en general) se les promete la vinculacin de los futuros aumentos salariales al incremento de la productividad del trabajo, lo que implica en primer lugar asegurar a los capitalistas el pleno control del proceso laboral en las fbricas en desmedro de la creciente influencia que las comisiones internas han venido ganando desde fines de la dcada anterior. Y es as que a partir del lanzamiento del Plan Econmico el discurso oficial, manifestado tanto en las campaas de propaganda como en las frecuentes referencias de Pern al tema, comienza a hacer hincapi en la necesidad de incrementar la produccin de bienes para operar luego una ms justa distribucin del ingreso. En este esfuerzo el gobierno cuenta con la inspiracin y el apoyo de las fracciones burguesas presentes en la propia alianza, y especialEditor de Amrica Latina, 1984; Gerchunoff, Pablo, y Llach, Lucas; El ciclo de la ilusin y el desencanto; Ariel, Buenos Aires, 1998; Rapoport, Mario; Historia econmica, poltica y social de la Argentina; Buenos Aires, Ediciones Macchi, 2000; Gerchunoff, Pablo, y Antnez, Damin; De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo; en Torre, Juan Carlos (comp.); Nueva Historia Argentina. Los aos peronistas (1943-1955); Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2002. Un anlisis alternativo, centrado en las formas que el proceso de acumulacin de capital asume en la sociedad argentina, puede encontrarse en Peralta Ramos, Mnica; Acumulacin de capital y crisis poltica en Argentina (1930-1954); Mjico, Siglo XXI, 1978.20

mente del empresariado industrial organizado de forma econmicocorporativa en la CGE, constituida de manera definitiva, luego de un proceso que demora un ao y medio, en agosto de 1953.7 La CGE nace expresando su adhesin a la poltica econmica sintetizada en el Segundo Plan Quinquenal y muy especialmente a las consignas referidas al aumento de la produccin y de la productividad organizando su propia campaa de propaganda, la cual llega a su punto culminante poco despus del hecho que nos ocupa, al celebrarse el Primer Congreso de Organizacin y Relaciones del Trabajo, en agosto de 1954.8 Es significativo, por otra parte, que uno de los sectores ms comprometidos con la mencionada campaa sea el de los industriales metalrgicos, quienes adems intentan aplicar o profundizar esquemas de incentivacin que contemplan premios salariales por ahorro de tiempo de trabajo 9. Ahora bien. El programa de medidas econmicas del gobierno logra cumplir varias de las metas propuestas a comienzos de 1952. As, el ahorro interno se incrementa en un 17% promedio entre 1953 y 1955, mientras que el Producto Bruto Interno (PBI), que experimenta una reduc7 Aunque suele sealarse que el surgimiento de la CGE se debe exclusivamente a la iniciativa poltica del gobierno peronista, lo cierto es que su aparicin en el sistema poltico-institucional es el resultado de un proceso de reorganizacin de la fraccin industrial de la burguesa argentina iniciado con la intervencin de la Unin Industrial Argentina (UIA) en junio de 1946. Un primer paso es la fundacin de la Asociacin Argentina de la Produccin, la Industria y el Comercio (AAPIC), reemplazada en 1949 por la Confederacin Econmica Argentina (CEA). Tanto la AAPIC como la CEA cuentan con la activa promocin de empresarios que ocupan cargos en el gobierno peronista, como Miguel Miranda y Rolando Lagomarsino, y agrupan en primer lugar al gran capital industrial de Capital Federal y provincia de Buenos Aires. Mientras tanto las fracciones industriales de las burguesas provinciales se dan su propia organizacin corporativa, consagrada en diciembre de 1950 con la aparicin de la Confederacin Argentina de la Produccin, la Industria y el Comercio (CAPIC). Pronto la CAPIC y el CEA establecen estrechas relaciones entre s, que culminan con la fundacin de la CGE. Si bien este proceso ha sido descrito en lneas muy generales, no se ha abordado hasta ahora un anlisis completo de las relaciones entre el conjunto de la fraccin de burguesa industrial y el gobierno peronista, ni mucho menos de las relaciones de fuerza entre diferentes grupos de empresarios industriales al interior de la CGE. 8 Para un anlisis de la posicin del empresariado industrial respecto a la cuestin de la productividad en el perodo 1952-1955, vase Gimnez Zapiola, Marcos, y Leguizamn, Carlos M.; La concertacin peronista de 1955: el Congreso de la Productividad; en Torre, J.C. (comp.); La formacin del sindicalismo peronista; Buenos Aires, Legasa, 1988. Tambin Bitrn, Rafael; El Congreso de la Productividad. La reconversin econmica durante el segundo gobierno peronista; Buenos Aires, El Bloque Editorial, 1994; y James, Daniel; Racionalizacin y respuesta de la clase obrera: contexto y limitaciones de la actitud gremial en la Argentina; en Desarrollo Econmico; v. 21; N* 83 (octubre-diciembre 1981). 9 James; op. cit. Para una breve descripcin de la relacin entre los industriales metalrgicos y el gobierno peronista, vase Brennan, James; El empresariado: la poltica de cohabitacin y oposicin; en Torre, J.C. (comp.); Nueva Historia Argentina. Los aos peronistas (19431955). Brennan personaliza dicha descripcin en la figura de Aquiles Merlini, propietario de los Talleres Merlini en la Capital Federal (planta cuyos obreros cumplen un papel importante

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cin del 0,55% en su tasa de crecimiento anual en el perodo 1949-1952, aumenta un promedio de 5,49% en los tres aos siguientes. Las exportaciones tambin comienzan un proceso ascendente; por ejemplo, las de 1953 superan en un 60% a las del ao anterior. La inflacin y el dficit fiscal, por el contrario, tienden a la baja: si la tasa de crecimiento anual de la primera es de 33,03% en 1949-1952, en 1953-1955 llega a slo 6,70%; mientras que el dficit fiscal, que en relacin al PBI experimenta un valor promedio de 8,2% en 1945-1949, mide apenas un 2,9% en 1950-1954. Todo esto, sin reducir los niveles de consumo, el salario real o la participacin de los trabajadores en el ingreso, que de un porcentaje del 46,52% en 1949-1952 sube muy levemente, a 46,72%, en 1953-1955.10 Sin embargo, el programa econmico deja algunos saldos pendientes; entre ellos, el vinculado al congelamiento de las tarifas de los servicios pblicos, que al no generar recursos tiende a tornarlos obsoletos, o el no resuelto problema del autoabastecimiento de combustible. En esta columna del debe, adems, hay que incluir el incumplimiento de las metas propuestas tanto por el gobierno como por la burguesa industrial respecto de la implementacin de reformas en la organizacin del proceso laboral tendientes a incrementar la productividad del trabajo. Este fracaso (ms all de ciertos intentos, de concrecin parcial, en algunas grandes empresas 11) se explica en primer lugar por una relacin de fuerzas que, a nivel de planta, seala fuertes lmites al despotismo del capital por obra e influencia de las comisiones internas, cuya accin, precisamente por no estar del todo reglamentada por los convenios colectivos de trabajo firmados en aos anteriores, tiene amplios alcances. A la vez, esta relacin de fuerzas se encuentra determinada por otra, de carcter poltico: el gobierno peronista encuentra en el movimiento obrero organizado sindicalmente su principal sostn, tal como sucesos recientes lo han demostrado. Entre agosto de 1951 y mayo de 1953 (perodo que corresponde al momento ms agudo de la crisis econmica y al comienzo de su superacin) se produce una fuerte divisin en los cuadros polticos y militares del rgimen.12 Algunos de los que encabezan la alianzadurante la huelga de 1954) y titular de la Cmara Argentina de Industrias Metalrgicas. Merlini, estrechamente vinculado a Miranda y Lagomarsino, encabeza en la UIA, hacia 1946, a un sector que apoya con condiciones al flamante gobierno de Pern. Luego preside la Confederacin General de la Industria (CGI), fundada en diciembre de 1951 por acuerdo de la CEA y la CAPIC como paso previo a la formacin de la CGE, de la que Merlini es tesorero entre 1953 y 1955. La filiacin poltica de este empresario no es clara: mientras Brennan lo caracteriza como properonista y seala que slo en los ltimos meses del segundo gobierno de Pern comienza a distanciarse de ste, otras fuentes, por el contrario, lo definen como antiperonista; vase Seoane, Mara; El burgus maldito; Buenos Aires, Planeta, 1998. 10 Vase Gerchunoff, P. y Antnez, D.; op. cit., y Maceyra, H.; op. cit. 11 James, D.; op. cit.22

antiperonista, alentados por la situacin de crisis abierta en la alianza enemiga -manifestada en el intento frustrado de la CGT por imponer la candidatura de Eva Pern a la vicepresidencia-, comienzan a inclinarse hacia la opcin del golpe de estado, considerado por ellos como el nico medio viable para desalojar del gobierno a una fuerza poltica que, como el peronismo, incrementa paulatinamente su base electoral. Recordemos que en septiembre de 1951 un sector del ejrcito y de la fuerza area, liderado por el general (RE) Benjamn Menndez, con apoyo de dirigentes de los partidos radical, demcrata nacional, demcrata progresista y socialista, as como de militantes del movimiento estudiantil universitario, intenta llevar adelante un golpe de estado que finalmente fracasa por no recibir el respaldo del grueso de la oficialidad.13 El gobierno responde con la declaracin del estado de guerra interno y la detencin de ms de cien cuadros militares, mientras comienza a plantearse por vez primera la formacin de milicias obreras.14 El 11 de noviembre se realizan las elecciones generales, las que otorgan un amplio triunfo a la frmula oficialista Pern-Hortensio Quijano, con 4.475.000 votos (62%), frente al binomio radical Ricardo BalbnArturo Frondizi, que obtiene 2.415.000 (32%). El triunfo electoral del peronismo, si por un lado lleva a algunos cuadros polticos de la alianza antiperonista, particularmente socialistas, a iniciar un acercamiento al gobierno,15 por otro reafirma a cuadros polticos y militares de la misma alianza en la necesidad del golpe de estado. En febrero de 1952 es descubierta una conspiracin liderada por el coronel (RE) Jos F. Surez, con participacin de oficiales retirados del ejrcito y la armada y apoyo de dirigentes y militantes de partidos polticos, especialmente del radicalismo. Junto con las detenciones del caso el gobierno reacciona con la formulacin de un plan (final12 Utilizamos el concepto de rgimen en el sentido que le da Marx en Las luchas de clases en Francia. 13 Sobre la participacin de militantes estudiantiles de los grupos de choque de la FUBA en la intentona de Menndez, vase Almaraz, Roberto; Corchon, Manuel y Zemborain, Rmulo; Aqu FUBA! Las luchas estudiantiles en tiempos de Pern (1943-1955); Buenos Aires, Planeta, 2001. 14 Poco despus del intento golpista un sector del gobierno, encabezado por Eva Pern, y algunos dirigentes de la Confederacin General del Trabajo acuerdan adquirir en Europa cinco mil pistolas automticas y mil quinientas ametralladoras las cuales, despus de la muerte de la esposa del presidente, son depositadas en un arsenal del ejrcito. 15 As, el dirigente socialista Enrique Dickmann se entrevista el 1 de febrero de 1952 con el propio Pern para solicitarle la libertad de los presos polticos vinculados a su partido, y la reapertura de los talleres del diario La Vanguardia. Esta decisin motiva la expulsin del Partido Socialista de Dickmann, quien al ao siguiente, junto con otros dirigentes socialistas, organiza el Partido Socialista de la Revolucin Nacional (PSRN), en el que confluyen adems sectores provenientes de la izquierda nacional y del trotskismo.23

mente no concretado) de represalias en la forma de atentados contra destacados dirigentes de la oposicin; y con el despliegue de un programa de adoctrinamiento ideolgico, en base a los principios del justicialismo, en las filas del ejrcito (peronizacin). El 4 de junio Pern inicia su segundo perodo presidencial; la muerte de su esposa, cincuenta y dos das despus, da lugar a un reacomodamiento al interior de la burocracia poltica y de la capa dirigente del movimiento obrero organizado sindicalmente, que implica el desplazamiento de figuras vinculadas a Eva Pern. Tal es el caso del secretario general de la Confederacin General del Trabajo (CGT), Jos Espejo, quien debe renunciar a su cargo tras recibir muestras de rechazo en el momento de pronunciar su discurso en el acto del 17 de octubre en la Plaza de Mayo.16 Lo reemplaza Eduardo Vuletich, dirigente de la Federacin de Trabajadores de Farmacia. Este proceso contina en abril de 1953, cuando una investigacin encabezada por oficiales del ejrcito, pertenecientes a la Casa Militar de la Presidencia, descubre una maniobra vinculada al desabastecimiento de carne en la que estn involucrados Juan Duarte, hermano de Eva y secretario privado de Pern, y otras figuras del gobierno. Duarte es obligado a renunciar a su puesto, y el 9 de abril aparece muerto en su domicilio, supuestamente por propia mano. Por su parte, la CGT resuelve convocar a una huelga general con movilizacin a Plaza de Mayo para el 15, en apoyo al gobierno. Ese da, mientras Pern pronuncia su discurso frente a la multitud, estallan dos bombas en la Plaza provocando siete muertos y ms de cien heridos. En respuesta, grupos de manifestantes comienzan a desplazarse por el centro de Buenos Aires, atacando e incendiando edificios sedes de partidos y organizaciones opositoras: tal es el caso de la Casa del Pueblo socialista, la Casa Radical, el Comit de la provincia de Buenos Aires de la Unin Cvica Radical (UCR), el Comit Nacional del Partido Demcrata Nacional (conservador) y el Jockey Club.17 De inmediato, el gobierno inicia una campaa de detenciones que alcanza primero a jvenes militantes radicales y conservadores apa16 Segn algunas fuentes, el desplazamiento de Espejo se debe a una campaa organizada por el ministro de Educacin, Armando Mndez San Martn, junto con dirigentes sindicales pertenecientes a la nueva generacin, entre los cuales se cita a Abdala Baluch, secretario general de la Unin Obrera Metalrgica en 1954. Vase Maceyra; op. cit. 17 Aparentemente, entre quienes protagonizan estos hechos se destacan miembros de los servicios de inteligencia y de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), que funga como grupo de choque del gobierno. La necesidad oficial de deslindar responsabilidades encontrando una vctima propiciatoria sera, segn ciertas fuentes, el principal motivo del violento desplazamiento del jefe de la ALN, Juan Queralt, reemplazado por Guillermo Patricio Kelly poco despus del 15 de abril. Vase Luna, Flix; Pern y su tiempo. El rgimen exhausto; Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990.

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rentemente vinculados a los atentados del 15 de abril y a otros que se han producido con anterioridad; luego, en el mes de mayo, prosigue contra algunos de los principales cuadros de las fuerzas polticas que forman parte de la oposicin.18 A partir de entonces se inicia un proceso inverso al que se viene desarrollando, iniciado por contactos establecidos entre el ministro del Interior, ngel Borlenghi, y dirigentes conservadores, demcratas progresistas, as como socialistas y comunistas disidentes, tendientes a obtener la libertad de los presos polticos. Paulatinamente, la mayor parte de los detenidos sale de la crcel, y en el mes de diciembre el Congreso Nacional vota el proyecto oficial de ley de amnista, la que no alcanza a los cuadros militares implicados en las conspiraciones de 1951 y 1952.19 Puede suponerse, en principio, que el establecimiento de una tregua entre buena parte de los cuadros polticos del rgimen se encuentra determinada por un cambio en las relaciones de fuerza internacionales caracterizado por la bsqueda de mejores relaciones con los Estados Unidos; condicin fundamental, desde la perspectiva del gobierno, para alentar las inversiones externas necesarias para poder superar la crisis econmica.20 La tregua impone la resolucin de los conflictos polticos en el terreno electoral. Sin embargo, cabe aclarar que para una parte considerable de los cuadros de la alianza antiperonista (en la que podemos incluir a los dirigentes del sector unionista del radicalismo y a los del Partido Socialista) los comicios distan de ser la mejor opcin, en tanto en ellos el predominio del Partido Peronista es indiscutible; de ah que propongan la abstencin, y con ello, se reserven el papel de sostn civil de cualquier nuevo intento de golpe de estado. El 25 de abril de 1954 es la fecha elegida para la realizacin de elecciones a vicepresidente de la nacin y legisladores nacionales.21 En estos comicios (realizados mientras se negocia la renovacin de los convenios colectivos de trabajo) el candidato peronista a la vicepresidencia, Alberto Tesaire, obtiene 4.990.000 votos (62,5%) contra18 Entre ellos, los radicales Balbn y Frondizi, los socialistas Nicols Repetto, Alfredo Palacios y Carlos Snchez Viamonte, y los conservadores Reynaldo Pastor y Adolfo Vicchi. 19 Como tampoco a los acusados de terrorismo o a dirigentes sindicales enfrentados al gobierno, como Cipriano Reyes. 20 Recordemos que en julio de 1953 Pern recibe a Milton Eisenhower, hermano del presidente norteamericano y enviado especial de su gobierno a varios pases de Amrica Latina; y que en agosto el Congreso Nacional vota el proyecto oficial sobre inversiones externas, que otorga toda una serie de ventajas a los capitales que quieran radicarse en la Argentina. 21 Hortensio Quijano, compaero de frmula de Pern en las elecciones de 1951, haba muerto el 3 de abril de 1952.25

2.490.000 (32,5%) del radical Crislogo Larralde; mientras se ampla la ventaja oficialista en el Congreso.22 La consolidacin del Partido Peronista como primera fuerza electoral manifiesta, entre otros aspectos, que el grueso del movimiento obrero contina identificado polticamente con el peronismo, incluso en un contexto en donde el gobierno aparece respaldando la ofensiva patronal en pos del incremento de la productividad y comienzan a sucederse toda una serie de movimientos huelgusticos motivados por cuestiones salariales.23 Esto no slo se debe a que ese gobierno aparece como garante poltico de las conquistas materiales obtenidas durante los diez aos anteriores (aspecto que suele ser resaltado en los anlisis sobre el perodo), sino que adems el respaldo al gobierno constituye la condicin para obtener nuevos espacios en el sistema polticoinstitucional y sobre todo en el gobierno mismo. Particularmente importante es la participacin de legisladores de origen sindical en las cmaras legislativas provinciales y nacional: segn datos proporcionados por Rubn Rotondaro, en 1955 seis senadores nacionales provienen del movimiento obrero, as como cincuenta y siete diputados nacionales, cincuenta y tres senadores provinciales y ciento sesenta diputados provinciales.24

22 Si bien a nivel nacional el peronismo retiene el mismo porcentaje de votos que en las elecciones de 1951, algunos anlisis sealan que en la Capital Federal el crecimiento electoral del oficialismo llega a un techo y, por el contrario, se incrementa el total de votos de los partidos de la oposicin. Vase Luna; op. cit. 23 El sistema de partidos en la Argentina de los aos 1946-1955 puede ser caracterizado, segn la teora poltica, como de partido predominante. La competencia electoral entre las diversas fuerzas polticas tiende a tomar forma bipolar, o sea que las orientaciones en trminos de oficialismo u oposicin se manifiestan en dos fuerzas o conglomerados de ellas (alianza de partidos que apoyan a Pern y Unin Democrtica en 1946, Partido Peronista y Unin Cvica Radical despus), pero conservando la fuerza oficialista un predominio electoral tan amplio que se cierran las posibilidades de un recambio constitucional del gobierno. Para la clasificacin de los sistemas de partidos, vase Sartori, Giovanni; Partidos y sistemas de partidos; Alianza, Madrid, 1980. 24 Sin embargo, hay que destacar que el nmero total de legisladores de origen sindical se incrementa muy poco a partir de 1952, lo que lleva a preguntarse si este fenmeno tiene alguna implicancia en trminos de relaciones de fuerza al interior de la alianza peronista. Para los datos citados, vase Rotondaro, Rubn; Realidad y cambio en el sindicalismo; Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1971. Captulo IV.26

LA RENOVACIN DE LOS CONVENIOS Y EL CICLO DE HUELGAS DE 1954

Como dijimos en el comienzo del punto anterior, en febrero de 1954 el gobierno convoca a las organizaciones econmico-corporativas de trabajadores y empresarios a negociar la renovacin de los convenios colectivos. El marco legal para las tratativas lo otorga la ley 14.250, sancionada por el Congreso Nacional el 29 de septiembre de 1953, promulgada por el poder ejecutivo al mes siguiente y reglamentada por el decreto 6582 de abril de 1954.1 La norma legal dispone que las convenciones colectivas deben ser negociadas entre asociaciones profesionales de patrones y trabajadores (artculo 1), y refrendadas por el estado a travs del mecanismo de homologacin dispuesto por el Ministerio de Trabajo y Previsin (artculo 3). Una vez satisfecho este requisito, el convenio es de cumplimiento obligatorio en su zona de aplicacin para el conjunto de empleadores y asalariados, estn o no afiliados a sus respectivas organizaciones gremiales (artculos 8 y 9). Por otra parte, la ley 14.250 establece que, al vencer el plazo de una convencin colectiva, las normas laborales por ella sancionadas siguen vigentes hasta la firma de un nuevo convenio (artculo 5). Rige adems el principio de la condicin ms favorable para el trabajador, la cual no puede ser modificada ni por un contrato individual de trabajo ni por la misma convencin colectiva (en el caso de que esa condicin haya sido establecida en un contrato individual) (artculo 7). En fin, la ley permite la formacin de comisiones paritarias, integradas por representantes de obreros y patrones y presididas por un funcionario del Ministerio, para analizar la interpretacin de un aspecto de la convencin o resolver diferencias surgidas de la puesta en prctica de la misma (artculo 15). Resulta interesante destacar que la normativa reconoce de hecho el retraso en el proceso de organizacin econmicocorporativa de fracciones de burguesa al establecer la capacidad del Ministerio de Trabajo para designar representantes patronales en la negociacin del convenio de no existir una asociacin profesional que los agrupe (artculo 9). Suponemos que esto refiere al caso de los pequeos y medianos empresarios, fundamentalmente del interior. Tambin debe sealarse que amplias fracciones obreras quedan fuera del marco de las convenciones; en primer lugar, los

1 Los textos de la ley 14.250 y del decreto 6582 han sido tomados de Npoli, Rodolfo; Manual de Derecho Sindical; Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1962.27

empleados de la administracin pblica nacional, provincial y municipal (artculo 19 del decreto 6582). Junto con la convocatoria a la negociacin de los convenios, el gobierno anuncia su intencin de no intervenir en el establecimiento de nuevas escalas salariales, confiando en los acuerdos entre trabajadores y empresarios. Si bien algunos autores visualizan esta decisin como una abdicacin por parte del estado de su responsabilidad de arbitraje en las relaciones obrero-patronales,2 podemos por nuestra parte interpretarla como un intento del gobierno de no involucrarse en forma evidente en la disputa que se avizora, ni con las demandas del movimiento obrero ni con las de la burguesa industrial. Sin embargo y de manera simultnea el gobierno, por boca del mismo Pern, insiste, ya desde fines de 1953, en la necesidad de que los aumentos a consagrar en los nuevos convenios no rompan el equilibrio entre precios y salarios que el programa econmico ha logrado establecer desde principios de 1952, con la consiguiente baja de la inflacin. Segn el discurso oficial, los incrementos salariales slo pueden concretarse a partir de la expansin de los niveles de produccin y productividad. Por lo que sabemos, Pern se refiere al tema por primera vez en noviembre de 1953, en una asamblea de dirigentes sindicales realizada en la Capital Federal. A partir de entonces, volvera a repetir los mismos conceptos una y otra vez, en general frente al mismo auditorio. Por ejemplo, el 13 de enero de 1954, en el acto de clausura del Congreso Ordinario y Extraordinario de la CGT el presidente, luego de elogiar a los dirigentes sindicales por su alto grado de organizacin (que contrasta a su entender con la debilidad de sus pares empresariales) afirma: No es el actual standard [de vida] el suficiente, pero, desgraciadamente, nuestro standard de vida no es el que nosotros queremos tener, sino el que nosotros podemos alcanzar. Esto tiene un lmite; para poder repartir ms hay que producir ms y hay que producir mejor.3 Dos meses despus, a fines de marzo, en un discurso en el teatro Coln ante dirigentes de la CGT y la CGE, Pern advierte: Seores: el problema del equilibrio [entre precios y salarios] tiene frecuentemente mucho que ver con la economa. Los desequilibrios de orden econmico traen, generalmente, los desequilibrios de orden social. El estado social de los pueblos es directamente proporcional, en su equilibrio, con el factor econmico.42 Vase, por ejemplo, Luna; op. cit. 3 Fuente: CGT; 16/1/1954. 4 Fuente: CGT; 27/3/1954.28

Y sobre la fijacin de salarios, agrega: Dentro de estas ideas generales expuestas, la posicin actual nuestra es bien simple: nosotros pensamos que deben mantenerse los trminos ya fijados hace mucho tiempo, es decir, un salario vital, que el gobierno tiene inters en mantener para que por debajo de l no quede ningn argentino. Es el punto de partida que para nosotros es irreversible. (...) El gobierno no podra discriminar, entre los siete u ocho millones de argentinos que trabajan cul ha de ser el salario que deben ganar, porque eso est en relacin con la empresa de que se trata, con lo que esa empresa produce, con el rendimiento del trabajo y an con las condiciones de administracin de la propia empresa.5 El mensaje es claro: los convenios deben establecer una escala basada en un salario mnimo (garantizado por el gobierno), y a partir de all, fijar aumentos de acuerdo a las capacidades de produccin y administracin de cada empresa, y de rendimiento por parte de sus obreros. Ms an: en otra parte del mismo discurso Pern anuncia que ha terminado el ciclo de imposicin de salarios acordes con un elevado standard de vida, y que ahora son los sistemas racionales, basados en la administracin eficiente de las empresas y el esfuerzo y sacrificio de los obreros, los que garantizarn el incremento progresivo del nivel de vida de la poblacin. Esto implica que el gobierno no asistir en sus demandas al movimiento obrero organizado sindicalmente tal como lo hizo durante la firma de los anteriores convenios a fines de la dcada de 1940; ms an, que la fijacin del salario depender de las condiciones imperantes en cada lugar de trabajo. Los patrones, sin embargo, deben enfrentar dos problemas: el carcter general de los convenios (que adems abarcan al conjunto de la rama) y, sobre todo, la fortaleza de las organizaciones obreras a nivel de planta (comisiones internas), sobre las que el discurso oficial nada dice. Queda por determinar cul ser el monto del salario mnimo, o vital, mencionado por Pern. A principios de abril, en el Congreso Nacional Peronista de Trabajadores Agrarios, aqul se refiere en primer lugar a la relacin entre sueldos emergidos y sumergidos, segn se encuentren por encima o por debajo del nivel del costo de vida, y luego analiza la evolucin de los salarios en general durante los ltimos cinco aos. Determinando un ndice cien a partir de una satisfaccin mnima de necesidades bsicas, seala que en 1949 el ndice salarial es 125; en 1952, 86; y en 1953, 104. Ahora la meta es elevar el ndice a 115, para lo cual aconseja, con su natural modestia: Como primer trabajador argentino yo indicara la necesidad planificada y la posibilidad econmica, comprobada con nuestra informacin, de que5 Ibd.29

es posible para lo sucesivo establecer un salario ponderado medio de 900 pesos por persona.6 Al mismo tiempo, la direccin del movimiento obrero organizado sindicalmente parece acoger los tpicos del discurso oficial acerca de la cuestin de la productividad. As, un editorial del peridico CGT, rgano de la central sindical, seala que: El Presidente de la Nacin, General Pern, dirigindose a los representantes de las organizaciones gremiales, ha reiterado una vez ms, la consigna fundamental de la hora: producir. Es imperativo mantener el ritmo de trabajo, aumentando da a da los ndices de produccin como factor esencial para el mantenimiento del equilibrio social conquistado en el pas, merced a la accin del Estado justicialista, con una satisfactoria relacin de equidad entre los precios y los salarios. (...) Al incrementar el trabajo, elevando los ndices de produccin, se posibilita la formacin de saldos exportables que, dada la demanda existente de nuestros productos en todos los mercados del nuevo y viejo mundo equivalen a la acumulacin de divisas, instrumentos indispensables para completar la evolucin industrial que est experimentando el pas.7 Pero de manera simultnea, y en reiteradas ocasiones, la direccin sindical expresa su objetivo de incrementar en la mayor medida posible los niveles salariales, y denuncia a las organizaciones empresariales por su intransigencia y las dilaciones que imponen en la negociacin de los convenios. Por ejemplo, el 2 de abril el secretario general de la CGT reclama la pronta finalizacin de los convenios, al tiempo que insiste en el establecimiento de un salario mnimo de 900 pesos y aumentos promedio del 20%. Y si bien reconoce la necesidad de incorporar a los convenios clusulas que alienten una mayor productividad del trabajo, advierte que stas deben garantizar condiciones de trabajo humanas.86 Fuente: CGT; 3/4/1954. Podemos complementar estos datos oficiales con los siguientes, referidos a la remuneracin de los obreros industriales: SALARIOS REALES DE LOS TRABAJADORES INDUSTRIALES, 1949-1955 (en %) 1949 105.0 1950 100.0 1951 92.6 1952 82.0 1953 86.3 1954 97.1 1955 97.0 Fuente: Baily, Samuel; Movimiento obrero, nacionalismo y poltica en la Argentina. Cap.7. 7 Fuente: CGT; 13/2/1954. 8 Fuente: Clarn; 2/4/1954.30

Nos encontramos aqu con los dos lmites que el movimiento obrero organizado sindicalmente se dispone a fijar a las pretensiones patronales: la vigencia de las condiciones de trabajo sancionadas en anteriores convenios y la fijacin de un salario mnimo y un porcentaje promedio de incremento salarial. La poltica a llevar adelante frente a la renovacin de los convenios es debatida en una sesin del consejo directivo de la CGT a principios de marzo. En su transcurso, Vuletich seala al resto de los dirigentes el compromiso del gobierno de impedir aumentos de precios, y propone como objetivo principal establecer un salario mnimo acorde al costo de vida. Se trata de elevar los salarios sumergidos a ese piso y atar el aumento de los emergidos a las circunstancias particulares de cada caso; en caso de ausencia de acuerdo, debe ser la patronal la que aparezca como irreductible a los reclamos sindicales y por lo tanto promotora de los conflictos. Por el contrario, advierte, una actitud confrontativa de parte de los representantes de los trabajadores redundara no slo en perjuicio de la CGT, sino del propio Estado.9 Queda claro que la capa dirigente no limita sus reclamos al terreno econmico, sino que adems tiene en cuenta el alineamiento de la mayor parte del movimiento obrero con respecto al gobierno y la necesidad de preservar la estabilidad poltica. El gobierno ha establecido la fecha del 10 de abril para el cierre de las negociaciones; ante la perspectiva de incumplimiento del plazo, ese mismo da la CGT y la CGE solicitan una ampliacin que, de diez das iniciales, se extender de hecho mucho ms tiempo. Mientras tanto, desde comienzos de abril se vienen sucediendo una serie de conflictos en varios gremios, a partir de demandas salariales que los empresarios no estn dispuestos a contemplar en las negociaciones colectivas.10 De acuerdo al trabajo de investigacin realizado por Louise Doyon11 sabemos que, adems de la metalrgica, otras ramas en donde se producen protestas laborales son: textil, calzado, vidrio, industria privada del petrleo, cemento, caucho, industria lctea, servicio de transporte9 Actas del Consejo Directivo de la CGT; 6/3/54. 10 Tanto en la informacin periodstica como en el recuerdo de los participantes en la huelga metalrgica de 1954 aparece como exclusivo el problema salarial para explicar el origen de los movimientos huelgusticos de aquel ao. Esto tambin es sealado por investigadores como Louise Doyon. Para una interpretacin distinta, que plantea como hiptesis la centralidad del problema de la racionalizacin en el desarrollo de esos conflictos, vase James, D.; op. cit. Segn el Boletn del Comit Obrero de Accin Sindical Independiente de Argentina (COASI), las luchas obreras comienzan en el mes de marzo; vase Boletn del COASI nmero 19, suplemento, marzo de 1954. 11 Doyon, Louise; Conflictos obreros durante el rgimen peronista (1946-1955), en Torre, J.C. (comp.); La formacin del sindicalismo peronista; Buenos Aires, Legasa, 1988.31

urbano, puertos, sanidad y seguros. Doyon seala que las formas de lucha predominantes son el trabajo a reglamento y la huelga de brazos cados (cuyo nmero se incrementa notablemente respecto de aos anteriores), seguida de la huelga general por rama, que como tal se lleva adelante en los gremios metalrgico y del tabaco. Con respecto a este ltimo, digamos que a raz de la prolongacin de la huelga (de casi tres meses de duracin, entre el 3 de mayo y el 30 de julio), la Federacin Obrera del Tabaco es intervenida por la CGT a mediados de julio.12 Tambin es intervenida por los mismos motivos la Federacin Obrera del Caucho, Anexos y Afines, a principios de junio.13 Frente a estos hechos, la direccin sindical reacciona en un doble sentido: por un lado, responsabiliza a las organizaciones patronales de haberlos provocado por negarse a atender los reclamos de aumento salarial; por otro, comienza a alertar sobre la presencia de infiltrados que intervienen en la protesta con el objetivo de crear desorden. Esta posicin se encuentra resumida en el discurso de Vuletich en el programa radial de la central obrera: Llevamos cuarenta y cuatro das de discusiones en los cuales, salvo muy raras excepciones, la irreductible posicin, no ya de los patrones, sino de las organizaciones que segn se dice los representan, han evitado la justa cristalizacin de nuestros anhelos y creado en la masa trabajadora un desconcierto que pareciera provocado para contrarrestar la unidad de los trabajadores y los dirigentes.(...) Pueden ser estas maniobras, especialmente algunos actos de fuerza dentro de los establecimientos, no siempre indicados por los propios dirigentes, hechos producidos para crear un ambiente de intranquilidad nacional. No debemos olvidar, por otra parte -y esto es de especial inters para los trabajadores, especialmente los dirigentesque una cantidad de elementos extraos al movimiento sindical argentino y an a la propia tranquilidad de la nacin han de seguir intentando provocar desrdenes y crear situaciones artificiosas mediante la provocacin de conflictos injustificados.1412 Doyon, L.; op. cit., y La Maana (Santa Fe); 17/7/1954. 13 El secretariado y Consejo Directivo de la CGT justifican la intervencin de la Federacin Obrera del Caucho por la situacin irregular a que se ve abocada, en su aspecto gremial y laboral, la masa proletaria aglutinada en la Federacin Obrera del Caucho como corolario de la posicin inorgnica asumida por sus actuales autoridades en la consideracin y dilucidacin de los distintos problemas a que ha sido llevada en el normal desenvolvimiento de su funcin especfica como entidad sindical reconocida legalmente, que son de pblica notoriedad. Agregan que La C.G.T., como entidad rectora del movimiento obrero argentino as lo entiende al apreciar que los conflictos acaecidos recientemente adolecen de fallas fundamentales que niegan la existencia, en el desarrollo de las tramitaciones tendientes a obtener la concrecin de los anhelos y aspiraciones que sustentan sus afiliados, del necesario sentido comn que debe ejercer primaca indubitable, como principio general de conveniente observancia Fuentes: Clarn; 4/6/1954, y CGT; 5/6/1954. 14 Fuente: CGT; 15/4/1954.32

Los primeros convenios se firman a mediados de abril; son los de la Unin Obrera de la Construccin y del Sindicato de Obreros y Empleados de Barracas de Lana.15 La mayor parte, de todos modos, terminan de concretarse en los meses de mayo y junio. Los anlisis del perodo no coinciden en una caracterizacin acerca de los resultados de las negociaciones: si para algunos los aumentos de salarios son insuficientes o no alcanzan a romper el equilibrio entre precios y salarios, otros prefieren sealar el fuerte aumento del salario real frente a los niveles que ostenta hacia 1952.16 Queda claro, entonces, que ste es un aspecto que deber ser objeto de una investigacin ms minuciosa.

15 Fuente: CGT; 17/4/1954. 16 As Gerchunoff y Antnez afirman que, como resultado de los convenios, el salario real promedio de 1954 se ubica un 12% por arriba del registrado dos aos antes. Vase Gerchunoff y Antnez; op. cit., pg. 190.33

LA HUELGA METALRGICA DE ABRIL-JUNIO DE 1954

Un paso necesario en la conceptualizacin del hecho investigado es la formulacin de un relato, lo ms preciso posible, de los sucesos que lo constituyen. Hasta ahora hemos relevado una serie de fuentes primarias y secundarias que nos permiten iniciar una descripcin de la huelga metalrgica de abril-junio de 1954. Las fuentes primarias a las que hemos recurrido son diarios (Clarn, Democracia, La Nacin, La Prensa, La Capital de Rosario, La Maana de Santa Fe, La Gaceta de Tucumn, y Crdoba),1 publicaciones de organizaciones sindicales (peridico CGT, Actas del Consejo Directivo de la CGT, Actas del Comit Central Confederal de la CGT), poltico-sindicales (Boletn del COASI, o Comit Obrero de Accin Sindical Independiente de Argentina, vinculado al Partido Socialista, editado en Montevideo) y polticas (Nuestra Palabra, rgano del Partido Comunista). Tambin hemos relevado relatos de y entrevistas a militantes y dirigentes de la huelga misma.2 En cuanto a las fuentes secundarias, ya citadas en el apartado referido a las visiones sobre el hecho investigado, se trata de descripciones o anlisis del perodo ms general, aunque ninguna se detiene en la huelga en s. En un paso posterior de la investigacin profundizaremos la bsqueda y seleccin de fuentes primarias en el registro de otros diarios de Capital Federal y el interior, actas de la Unin Obrera Metalrgica (UOM), publicaciones de otras fuerzas polticas y poltico-sindicales, y nuevas entrevistas. En tanto todo hecho es un proceso, su descripcin debe contemplar una periodizacin de los distintos momentos que lo conforman: en este caso, hemos periodizado la huelga metalrgica de acuerdo a dos criterios: las formas que asume la lucha y las direcciones que encabezan el movimiento. a) Los antecedentes. Fundada en 1943 por un sector del gremio descontento con la direccin comunista del Sindicato Obrero de la Industria Metalrgica (SOIM) por su papel en la huelga de la rama llevada adelante el ao anterior, la UOM recibe desde su

1 La bsqueda de informacin en diarios relativa a la huelga metalrgica se encuentra con un obstculo: la censura de prensa impuesta por el gobierno, que de hecho alcanza a todo el conjunto de conflictos laborales de la poca. En los diarios del interior, sin embargo, la cobertura de stos es un poco ms amplia. 2 Puede encontrarse una recreacin literaria de la huelga metalrgica de 1954 en la novela de Jos Murillo, Los traidores; Buenos Aires, Editorial Pespir, 1999.34

origen el apoyo de parte de la burocracia poltica organizada en la Secretara de Trabajo y Previsin.3 Este sustento le permite a la UOM erigirse en exclusiva representacin institucional de los trabajadores de la rama, lo que se manifiesta en el rpido crecimiento de su membresa de afiliados (de unos cuatro mil a cerca de cien mil entre 1944 y 1946). Muy pronto, la UOM ocupa un lugar destacado en las luchas entre diversos alineamientos al interior del movimiento obrero organizado sindicalmente; as, algunas fuentes le otorgan importante influencia en el desplazamiento de Aurelio Hernndez de la secretara general de la CGT y en su reemplazo por Espejo, en 1948.4 Luego de la huelga de noviembre de 1947, la UOM obtiene no slo un aumento salarial, sino un convenio que contempla las demandas de los trabajadores en lo que respecta a escalas de calificacin del trabajo y limitacin de las funciones de control y direccin del capital a travs de la accin de las comisiones internas.5 A partir de 1946, y luego de una breve intervencin del sindicato decidida por la CGT, ocupa la secretara general de la UOM Hilario Salvo, descripto por Walsh como un guitarrista que en sus ratos de ocio se dedicaba al contrabando.6 Sea cierto esto o no, segn algunas fuentes Salvo es uno de los dirigentes que se opone a la disolucin del Partido Laborista a mediados de 1946 y al desplazamiento de Luis Gay al frente de la secretara general de la CGT a principios del ao3 Sobre la fundacin de la UOM, vase Belloni, Alberto; Del anarquismo al peronismo; Buenos Aires, Pea Lillo Editor, 1960. Desde el mbito acadmico se destaca el trabajo de Roberto Elisalde: Sindicatos en la etapa preperonista. De la huelga metalrgica de 1942 a la creacin de la Unin Obrera Metalrgica (UOM); en Realidad Econmica, N 135, octubre-noviembre de 1995. Para un relato de la huelga de 1942 y un anlisis de la relacin entre este hecho y la lucha entre diversas formaciones poltico-ideolgicas al interior del gremio metalrgico, vase Gurbanov, Andrs y Rodrguez, Sebastin; Trabajadores y sindicatos en los orgenes del peronismo: la huelga metalrgica de 1942 y su relacin con la crisis de la dirigencia comunista del movimiento obrero argentino; mimeo. 4 Vase Walsh, Rodolfo; Quin mat a Rosendo?; Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1987; y Torre, J.C.; introduccin a Senn Gonzlez, Santiago, y Bosoer, Fabin; El hombre de Hierro; Buenos Aires, Corregidor, 1993. 5 En un paso posterior de la investigacin avanzaremos en el anlisis de los convenios metalrgicos de 1947 y 1954, a fin de compararlos entre s. Para las huelgas metalrgicas en 1946-1954, vase Doyon, L.; op. cit. 6 Walsh, R.; op. cit. Segn Torcuato Di Tella, Salvo tiene destacada participacin en la movilizacin de los trabajadores metalrgicos el 17 de octubre de 1945; vase Pern y los sindicatos. El inicio de una relacin conflictiva; Buenos Aires, Ariel, 2003.35

siguiente; y de acuerdo a esas mismas fuentes, estas actitudes de independencia frente a la poltica del gobierno le costarn la direccin del gremio.7 Salvo es desplazado de la direccin de la UOM a fines de 1951, siendo sustituido por Abdala Baluch, un dirigente proveniente de la izquierda.8 Segn el testimonio de un militante no peronista del gremio metalrgico, mientras Salvo responde a la caracterizacin de caudillo sindical, Baluch haba entrado, como directivo, por la ventana; es decir, con apoyo poltico externo al sindicato mismo.9 Poco despus Salvo es electo diputado nacional, cargo que ocupa hasta 1954.10 Sin embargo, conserva su influencia sobre un sector de la UOM que busca retomar el control de la organizacin. El 26 de septiembre de 1952 un grupo de militantes partidarios de Salvo intenta apoderarse por la fuerza de la sede central del gremio mientras se desarrolla una reunin de delegados, con el propsito de forzar la renuncia de Baluch y la comisin administrativa, a la que acusan de prcticas fraudulentas. Utilizando un camin como ariete, los atacantes derriban la puerta y se tirotean con los ocupantes del edificio; luego de un enfrentamiento que, segn una de las fuentes, deja ocho muertos y veinticuatro heridos, los primeros deben retirarse.11 Mientras tanto la seccional Rosario, en donde tienen peso tanto la lnea de Salvo como los comunistas, desconoce a la conduccin de Baluch e intenta separarse de la UOM. La situacin del gremio metalrgico es tratada en el seno del consejo directivo de la CGT el 1 de octubre.12 Luego de criticar la actitud de Salvo por suponerla fomentando el descontento entre los trabajadores del gremio y creando un clima de violencia que necesariamente deba hacer crisis en cualquier oportunidad, como as ocurri, Espe7 Vase Baily, S.; op. cit. Baily fundamenta esta interpretacin en la entrevista que l mismo hiciera a Salvo en 1963. Sin embargo, es menester comprobar si las posiciones polticas de Salvo en 1946 y 1947 son asumidas pblicamente por la UOM. 8 Segn Baily, Salvo le atribuye simpatas trotskistas; de acuerdo a dos de nuestros entrevistados, Baluch proviene del Partido Comunista (entrevistas a A.C. y B.). 9 Fuente: entrevista a S. Uno de los problemas ms importantes a encarar en la prxima etapa de la investigacin refiere a la caracterizacin de las formaciones poltico-ideolgicas y los alineamientos presentes en la UOM durante el perodo. En particular, nos detendremos en el anlisis de los sectores en que se divide el peronismo dentro del gremio. Encuentra dicha divisin una base objetiva en el proceso de produccin mismo? Refiere slo a disputas por el control del aparato sindical? O se encuentra determinada por las polticas postuladas en relacin al gobierno y a las otras fracciones sociales que constituyen la alianza peronista? 10 Segn Baily, ese ao es expulsado del Partido Peronista acusado de deslealtad; vase Baily, op. cit. 11 Vase Boletn del COASI nmero 2, octubre de 1952. Las actas del consejo directivo de la CGT no hacen mencin a bajas como consecuencia del hecho; vase Actas...; 1/10/52. 12 El debate est registrado en las Actas...; 1/10/52.36

jo propone la intervencin de la UOM como nico medio posible de restaurar el orden en la organizacin. Discutida la mocin en el consejo, es finalmente aprobada con el voto de la mayora de sus miembros, designndose como interventores, por el plazo de sesenta das, a Hugo Di Pietro y Hctor Brown.13 Al debatirse la intervencin, y a propuesta de David Diskin (dirigente de la Confederacin General de Empleados de Comercio), el secretario general de la CGT plantea a los miembros de la comisin administrativa de la UOM que sean ellos mismos quienes soliciten el recurso de intervencin, como forma de legitimar la medida. Sin embargo, los metalrgicos rechazan la sugerencia, por cuanto el reciente Congreso realizado le ha ratificado [a la comisin administrativa] la confianza y sera incomprensible que ella misma pidiera la intervencin que, por otra parte est en los planes del grupo que ha provocado el desorden.14 De todos modos, la intervencin consolida la posicin de Baluch y le permite reorganizar el gremio bajo su direccin.15 En 1954 la UOM tiene cerca de 165.000 afiliados;16 cuenta adems con un servicio de asistencia social que incluye el sanatorio Eva Pern y el policlnico del mismo nombre, una proveedura de farmacia, un hotel en Crdoba y una colonia de vacaciones en Lujn.17 b) De la huelga de brazos cados a la huelga general de la rama (9 de abril - 21 de mayo) En la negociacin por la renovacin del convenio metalrgico, iniciada formalmente a fines de marzo de 1954, la UOM exige a los empresarios un aumento salarial cuyo porcentaje vara segn las fuentes que hemos registrado. As, segn el peridico La Vanguardia, el incremento en cuestin es del 30%; mientras que Augusto Vandor, futuro secretario general de la UOM-Capital, afirma en una entrevista posterior

13 Cabe acotar que Armando Cabo, miembro del consejo directivo y dirigente de la UOM, se opone a la intervencin, por considerar que sera a su juicio un mal procedimiento que se sentar por el hecho de que un grupo pretendiendo usurpar un local provocar la intervencin del gremio y la renuncia de la Comisin directiva del mismo. En la votacin, Cabo decide abstenerse. 14 Vase Actas...; 1/10/52. 15 Queda como tarea pendiente elaborar un relato detallado acerca de la transicin del liderazgo de Salvo al de Baluch dentro de la UOM. 16 Fuente: Clarn; 2/6/1954. Por ese entonces acompaan a Baluch en la comisin administrativa de la UOM Roberto Ruiz (secretario adjunto); Santiago Gonzlez (secretario administrativo), Francisco J. Brizuela (secretario de actas y correspondencia), Juan Albertone y Domingo Drago (tesoreros); Luis Jos Rams (secretario de prensa, cultura y asistencia social). Fuente: CGT; 30/1/1954. 17 Fuente: CGT; 30/1/1954.37

que es del 56%.18 Un porcentaje distinto menciona el dirigente Ciriaco Barainca en su relato de la huelga: cerca del 45%.19 Por su parte el Comit de Huelga Central de los obreros metalrgicos, en su Carta Abierta publicada el 7 de junio de 1954, ofrece ms precisiones. Segn el convenio anterior (marzo de 1952) el sueldo promedio de los trabajadores de la rama ronda los $ 700-800 mensuales; el proyecto presentado en las negociaciones con la patronal por la direccin de la UOM propone elevar dicho trmino medio a $1.000-1.200 mensuales, monto que de todos modos no alcanzara a cubrir el aumento del costo de vida.20 Tambin en el Boletn del COASI se menciona la pretensin del gremio de llevar el promedio salarial a $1000-1200 mensuales.21 Hasta donde sabemos, las demandas presentadas por la direccin de la UOM refieren exclusivamente a salarios. La cuestin de la productividad no aparece mencionada, y esto es refrendado por la memoria de algunos participantes entrevistados.22 Esto no quiere decir que en la rama metalrgica esa cuestin no est planteada en los hechos. El peridico comunista Nuestra Palabra recoge informacin referida al descontento de los obreros en fbricas metalrgicas y textiles ante el intento patronal de imponer reformas en la organizacin del proceso de trabajo o normas de superexplotacin.2318 Ambos citados por Baily, S.; op. cit. 19 Barainca, Ciriaco; La gran huelga metalrgica de 1954; mimeo. Coincide en el mismo porcentaje Rubens Iscaro (Historia del movimiento sindical; Buenos ires, Editorial Fundamentos, 1973), mientras que Scott Mainwaring lo reduce al 40% (op. cit.). 20 Vase el Resumen de la Carta Abierta del Comit de Huelga Central de los Trabajadores Metalrgicos, del 7 de Junio, en Nuestra Palabra; 14/6/54. Segn el mismo documento, una familia obrera debe gastar entre $1.500-1.700 para adquirir los medios de subsistencia indispensables. 21 Vase Boletn del COASI; N 20, junio de 1954. 22 [Los reclamos abarcan] Fundamentalmente salarios. Condiciones de trabajo... no son las condiciones de trabajo de ahora... S, habra ah alguna... yo no me acuerdo bien. Realmente ponamos el acento en la cuestin del salario. Yo no me acuerdo bien, pero la reivindicacin principal que se hizo en ese momento era [de] un aumento de salarios. (Fuente: entrevistas a A.C. y J.C.M.). 23 Por ejemplo, se menciona el caso de la planta metalrgica de la empresa Galileo Argentina, en Avellaneda: all sus propietarios, capitales fascistas escapados de Italia segn el citado peridico, pretenden que cada obrero supervise el funcionamiento de cuatro mquinas, y ofrecen en compensacin el pago de premios de produccin; vase Nuestra Palabra; 16/ 2/54. Adems, este peridico recoge una denuncia de obreros metalrgicos segn la cual la patronal busca imponer, para todo el gremio, la tarjeta de produccin, en donde conste el rendimiento de cada obrero; vase Nuestra Palabra; 4/5/54. Para un estudio de caso referido a la implementacin de cambios en el proceso laboral y las formas que toma la resistencia obrera frente a las estrategias del capital en la planta de la empresa SIAM, vase el trabajo de Roberto Elisalde: El mundo del trabajo en la Argentina: control de la produccin y resistencia obrera. Estudios sobre el archivo de la empresa Siam Di Tella (1935-1955); en Realidad Econmica N201, enero-febrero de 2004. Elisalde sostiene que la oposicin a las38

La pregunta que en este punto podemos formularnos es por qu la direccin de la UOM no plantea demandas relativas a los cambios que se introducen o buscan introducirse en el proceso de trabajo? Se trata de una actitud que slo puede explicarse en trminos de acatamiento a orientaciones establecidas por la cpula de la CGT o el gobierno nacional? O forma parte de una poltica de la direccin de la mayor parte del movimiento obrero organizado sindicalmente, que en la coyuntura en la que se plantea la renegociacin de los convenios busca no confrontar con un aspecto relevante de la poltica econmica oficial, centrando sus reclamos en lo especfico salarial? De hecho, quienes s plantean el problema del incremento de la productividad del trabajo son los empresarios metalrgicos, lo que es coherente con la campaa que el conjunto de la burguesa industrial viene llevando a cabo desde hace dos aos. Scott Mainwaring recoge sus propuestas: rechazo de aumentos salariales retroactivos a la firma del convenio, negativa a incrementar los haberes de los trabajadores que cobraran ms de $900 pesos por mes y, sobre todo, vinculacin de toda suba salarial al incremento de la productividad.24 En lo que respecta a las remuneraciones, la oferta patronal ronda apenas e