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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 1 11 de mayo de 2015 Capítulo III El desarrollo del tema Marco Teórico El odio no es lo contrario del amor, lo contario del amor es la apatía. lo contrario de la voluntad no es la indecisión, sino el hecho de permanecer desinteresados, despegados de hechos significativos (Rollo May, 2000) A lo largo de la historia se han desarrollado distintas corrientes educativas (conductismo, cognitivismo, socialismo, constructivismo, paradigma ecológico…) originadas de las necesidades y de la filosofía y estudio de sus pensadores. Todas las anteriores centradas en el estudiante y el maestro como actores principales. Nuestra Reforma Integral de educación básica se fundamenta en una corriente que centra la atención en el individuo, no como estudiante, sino como humano, desarrollando en él, además conocimientos, aprendizajes que lo hagan competente, valores y aptitudes que lo hacen compasivo, empático y perseverante. La educación humanista “reconoce que los alumnos requieren construir relaciones interpersonales positivas que aumenten su autoconfianza a través de la comunicación y la honestidad” (Arias, 2013). Dicha comunicación engloba una eficacia en la transmisión del mensaje y la calidad humana que debe existir. En esta corriente, el educador humanista “debe favorecer esto con el ejemplo y mediante una atmosfera de congruencia y aceptación” (Arias, 2013). Glosando al mismo autor se dice que la educación humanista se centra en el alumno para generar todos los elementos necesarios para convertir el aprendizaje en una experiencia autogratificante que propicien el desarrollo afectivo al mismo tiempo que se

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tesis sobre el humanismo

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 1 11 de mayo de 2015

Capítulo III

El desarrollo del tema

Marco Teórico

El odio no es lo contrario del amor,

lo contario del amor es la apatía.

lo contrario de la voluntad no es la indecisión,

sino el hecho de permanecer desinteresados,

despegados de hechos significativos

(Rollo May, 2000)

A lo largo de la historia se han desarrollado distintas corrientes educativas

(conductismo, cognitivismo, socialismo, constructivismo, paradigma ecológico…)

originadas de las necesidades y de la filosofía y estudio de sus pensadores. Todas las

anteriores centradas en el estudiante y el maestro como actores principales. Nuestra

Reforma Integral de educación básica se fundamenta en una corriente que centra la

atención en el individuo, no como estudiante, sino como humano, desarrollando en él,

además conocimientos, aprendizajes que lo hagan competente, valores y aptitudes

que lo hacen compasivo, empático y perseverante.

La educación humanista “reconoce que los alumnos requieren construir relaciones

interpersonales positivas que aumenten su autoconfianza a través de la comunicación y

la honestidad” (Arias, 2013). Dicha comunicación engloba una eficacia en la

transmisión del mensaje y la calidad humana que debe existir. En esta corriente, el

educador humanista “debe favorecer esto con el ejemplo y mediante una atmosfera de

congruencia y aceptación” (Arias, 2013).

Glosando al mismo autor se dice que la educación humanista se centra en el alumno

para generar todos los elementos necesarios para convertir el aprendizaje en una

experiencia autogratificante que propicien el desarrollo afectivo al mismo tiempo que se

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 2 11 de mayo de 2015

genera la reflexión, análisis y creatividad, enriquecidos por las relaciones humanas de

respeto y confianza

Según Gabriela Arias, decana de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo,

establece los siguientes postulados sobre el hombre:

1. Es más que la suma de sus partes.

2. Lleva a cabo su existencia en su contexto humano.

3. Es consciente.

4. Tiene capacidad de elección.

5. Es intencional en sus propósitos, sus experiencias valorativas, su creatividad y la

comprensión de significados

Tomando como base el postulado 1 hago referencia a Maslow, El hombre

autorrealizado “el ser humano necesita una rama de valores, una filosofía de vida. La

enfermedad de los valores surgidos de la carencia de los valores reviven nombres

como anhedonia, amonia, apatía, amoralidad, desesperanza y cinismo”. La

construcción del ser humano, meta del postulado humanista requiere la vivencia de

valores y que estos se arraiguen en el estudiante, la sociedad requiere personas

competentes, capaces de hacer frente a las situaciones problemáticas, pero de poco

sirve un ser sin valores, incapaz de reconocer lo bueno y lo malo que rodea su

contexto, las decisiones que tome y las consecuencias de estas. Caemos los maestros

en mostrarle a los alumnos lo que la sociedad dice que es correcto o no, si dar

explicación del juicio. Al mismo tiempo que preparamos seres capaces de observar,

razonar y actuar competentemente, debemos desarrollar en ellos la capacidad de

realizar juicios morales.

Inclusive los propios alumnos son conscientes de las actividades deben hacer y que no

deben hacer, pero no tienen una razón moral para realizarlo. Cuando no se tiene razón

de actuar correctamente y sólo se hace por presión social, el alumno tiende a simular

comportamientos para, agradar a los demás, evitarse problemas o simplemente porque

eso es lo correcto. Referente a esto el portal argentino de consultores psicológicos

(www.aacounselor.org.ar/biblioteca/laPsicologiaHumanistadeRogersyMaslow) dice que

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 3 11 de mayo de 2015

“la conducta de las personas está marcada (…) por normas que nos dan (…) la

autoridad social, la presión social. Hay momentos en que estas normas están tan

interiorizadas (…) que las seguimos aunque no queramos seguirlas. (…) hacemos

cosas porque nos han dicho que debemos hacerlas y no porque realmente queramos

hacerlas”. Es aquí donde caemos a la atención simulada. El alumno sabe que debe

estar atento a la clase, y lo correcto es poner atención en la clase, pero si un deseo

intrínseco no los mueve solo fingirán.

Cuando comportamiento carece de significatividad aparece la frustración existencial.

Aludiendo a lo anterior, Víctor Jiménez en su obra “Logoterapia. Viktor E. Frankl” habla

que “la frustración existencial es la frustración del deseo de significación. La

preocupación del hombre, o incluso la despreocupación acerca del significado de su

vida, es un trastorno espiritual, no mental.” El mismo Frankl condenaba la frustración

existencial como una “neurosis noogena” vinculada al paro laboral (…) que mella la

estima y el ánimo del desocupado, volcándolo hacia la apatía (Sirlopú, 2001)

La relación entre la atención simulada y la apatía están estrechamente vinculadas con

la significatividad entendiendo esta última como la razón y relevancia personal. Si no

se encuentra una el porqué del actuar pude ocurrir realizar la acción con pereza, fingir

que la realizas o simplemente hacer nada.

Así entonces cuando el alumno no encuentra la funcionalidad o no sabe para qué le

servirá lo que está viendo en clase, la primera opción será escapar del tema y lo pude

hacer de manera mental o física. Es cuando nos encontramos con los alumnos

“lagarto”. Al momento del trabajo de la clase la actividad será pesada, sosa, floja y

forzada. Las respuestas carecerán de veracidad, los alumnos trabajarán aburridos,

enojados y en contra de su voluntad, produciendo así un estado anímico de apatía.

Pero la apatía va más allá de una sensación hacia el trabajo, es un sentimiento, una

emoción que nos impide actuar y nos paraliza la voluntad de avanzar y sobrellevar lo

negativo. Corresponde al alumno mover su espíritu y al maestro cautivarlo para lograr

una atención intrínseca y el entusiasmo por el trabajo.

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“Según Rollo May la apatía es un fenómeno peligroso (...) si hacemos una reflexión en

este punto podemos observar que detrás de toda apatía se encuentra la frustración,

desesperanza, falta de voluntad, carencia de motivación” (Ana Giorgana, 2010)

La frustración demostrada como el sentimiento de impotencia y de fracaso ante algo

que se desea hacer causa la desmotivación, la voluntad de no moverse hacia lo que

se espera.

Cuando la actividad que le ponemos a los alumnos les resulta demasiado difícil y no

encuentran razón para continuar haciéndola tendera a dejarla en segundo plano y tal

vez no hacerla.

Corresponde a los docentes desmenuzar la actividad y que la laboriosidad de la misma

motive los alumnos en lugar de provocarles apatía por creerla difícil.

Ahora Vicktor Frankl describe la apatía como el adormecimiento de las emociones, el

sentimiento de que a uno ya no le importaría nada, hace al humano insensible (1988) .

Al hablar del adormecimiento de las emociones en el aula, tratamos cuestiones como el

no entusiasmo por el trabajo, el hecho de no sentir animo por estar en clase y preferir

permanecer renuentes a los temas, manifestándose por ejemplo con distracciones o en

simulación de la atención.

Cuando la clase y el trabajo escolar están descontextualizados, alejados de la realidad

del alumno y no encuentra la relevancia en su vida, caemos en incapacidad de mover

emociones. Si en cada clase nos dedicamos a arrullar las emociones llegará un

momento donde reinará la insensibilidad, no sólo hacia la materia, sino al maestro

Aquí tocamos un punto neurálgico al momento de dar el tema, involucrar las emociones

en la significatividad. El alumno no va a aprender algo que le pareces detestable u

odioso. Estriban entonces las estrategias didácticas para convertir este disgusto en

satisfacción, procurando siempre el aprendizaje en saberes, habilidades y actitudes.

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El mismo Frankl hace un concepto más amplio de la apatía diciendo que es “el

sufrimiento de no poder sufrir (...) lo único que percibimos es el desinterés”

En el contexto educativo no hay esfuerzo sin sufrimiento. Se escucha dramático o

exagerado pero pongamos de ejemplo la creación de una historieta donde los dibujos

son trazados por los alumnos. Si ellos desean una calificación satisfactoria deben

esmerarse en crear una buena historia, y realizar buenos dibujos, sabiendo de

antemano que algunos alumnos no tienen la facilidad para hacerlo. Todo este proyecto

implica un sacrificio, un sufrimiento, tal vez dedicar el tiempo de ocio a la escuela, no

salir con los amigos por estar trabajando, batallar para hacer buenos dibujos, encontrar

la historia adecuada… en fin, detalles que implican un sacrificio y un esfuerzo que los

alumnos están dispuestos a tomar.

Así entonces los alumnos que sufren, valoran su trabajo e intentan, de una u otra

forma, realizar un trabajo con calidad.

Cuando los alumnos hacen el trabajo y no están dispuestos a esmerarse, a sufrir, es

cuando entregan trabajos solo para cumplir o simplemente no lo hacen para evitar

trabajar.

Además Frankl añadió un concepto más, el pandeterminismo, fue el nombre que le dio

Viktor Frankl en la década del `50 a la apatía de la gente en general. Se refiere a la

sensación de estar totalmente determinado (pan = todo, total) por las situaciones

externas; y por lo tanto no vale la pena tomar las riendas de la propia vida, sino que

más bien conviene dejar que esta fluya con su fuerza determinante. Frankl (1996), lo

conceptualiza sosteniendo que “éste es el punto de vista de un hombre que desdeñe su

capacidad para asumir una postura ante las situaciones, cualesquiera que éstas sean.

El estudiante ignorando lo que tiene que hacer e ignorando lo que debe ser, parece que

muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo. Y entonces sólo quiere lo

que los demás hacen o bien, sólo hacer lo que los otros quieren, lo que quieren de él.

De tal manera que la atención simulada es directamente producto del pandeterminismo

ya que estar “atento” en la clase es lo que los demás hacen o lo que quiere el maestro

de él.

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Rollo May en su obra “amor y voluntad” relaciona la apatía y la persona esquizoide,

definida por él mismo como aquel ser frio, distanciado que muestra síntomas de

desapego, como fenómenos juntos, uno es causa y efecto del otro.

En el aula existen muchos alumnos esquizoides que permanecen físicamente en el

salón, pero que están distanciados y desapegados de la clase y del trabajo. Cuando el

alumno no siente interés ni le entusiasma el tema del día, puede ser por causas ajenas

al maestro, como clima, problemas familiares, neurológicos , conflictos personales que

requieren que el estudiante se ocupe de pensar cómo sobrellevar o solucionar. Pero la

mayor parte de las veces los mismo profesores son productores de esquizoides. Una

clase aburrida, no programada adecuadamente, donde los contenidos carecen de

relevancia para el alumno no tendrán un sentido de pertenencia. El resultado será un

alumno despegado de la clase.

La apatía importa a la clase pereza, definida por Savater(2013) como la falta de

estímulo, de deseo, de voluntad por atender lo necesario, aburrimiento, entendido

como el la falta de interés por el mundo, e indiferencia, la falta de iniciativa por cambiar

algo (Vial, 2000).

Dentro del aula encontramos alumnos perezosos, aburridos e indiferentes a la clase y

de manera inmediata los maestros nos deslindamos del problema diciendo que los

alumnos son así. Mentira, el alumno se hizo así. Las clases, los maestros, el ambiente

de la escuela hacen que el alumno se comporte apático. Tanto la atención simulada

como el desinterés por el trabajo están íntimamente unidos a la motivación, a la carga

emotiva de la clase y a las estrategias didácticas que el docente maneje.

Un alumno sin voluntad de poner atención, sin interés y sin iniciativa es sin duda un

alumno sin espíritu, desalmado, apático y como ellos hay muchos en el sistema

educativo mexicano. La gravedad es que tanto los docentes como los directivos se

acostumbran alumnos con la mirada perdida, sin la mínima intención de entregar un

buen trabajo y es aquí donde el propio maestro pone una baja calificación como

reprimenda u opta por poner una calificación aprobatoria para evitarse fatigas ¿para

qué batalla si los alumnos no quieren aprender y nunca tienen ganas?

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Refiriéndonos a la atención simulada Alberto Bandura parafrasea a Rogers en la obra “

teorías de la personalidad” diciendo: “ hay una esfera de experiencia propia de cada

individuo que contiene todo lo que sucede dentro de la envoltura del organismo (…).

Tal esfera de experiencia es selectiva, subjetiva e incompleta (…) sujeta a limitaciones

psicológicas (…) nuestra atención se centra en las preocupaciones o intereses más

inmediatos, con exclusión de casi todo lo demás.

Vemos entonces que los alumnos tienen preocupaciones e intereses distintos de la

clase. Su esfera de experiencia es su mundo y es muy distinta a la que percibimos

nosotros. Me he encontrado alumno que pienso que están trabajando en mi materia y

resulta que se encuentran realizando actividades de otra . La primera pregunta que me

hago es ¿Por qué deja mi materia en segundo plano? ¿Por qué le es más importante

aquella asignatura que la mía? Respuesta, tiene preocupación o más interés por

aquella materia. La segunda pregunta que me planteo es: ¿Qué debo hacer para que el

alumno le tome relevancia a la asignatura que imparto?

Otra cuestión si el alumno atraviesa por situaciones personales como haber terminado

con su pareja, vivir violencia en la casa, evitar a los agresores de la escuela, ver la

manera de comprar la ropa que quiere… requiere esta, es su esfera de experiencia, su

atención antes que atender la clase y es aquí cuando la mente divaga y la mirada es

fija al frente, en el espacio.

A colación de la esfera de experiencia, Rollo May construye el concepto Eros,

entendido como el impulso a la unión con aquello a lo que pertenecemos, unión con

nuestras propias posibilidades, unión con las personas significativas de nuestro mundo.

El interés inmediato de mi mundo (esfera de experiencia) lo satisface el docente que

está al frente (significatividad del eros)

De tal manera que cuando el adolescente no siente una conexión entre lo que puede y

sabe hacer y el maestro se pierde el eros, inclusive que el profesor no tenga

significatividad en el mundo provoca descuido de la clase. El propio May en su obra

“Amor y voluntad” conceptualiza cuidado como un estado en el cual algo nos importa y

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es lo contrario de la apatía. Resumiendo lo anterior, si el alumno no tiene el eros en la

clase no tendrá cuidado de atenderla o de trabajar.

Otro autor que habla sobre apatía es Abraham Maslow como la insatisfacción de las

necesidades. En el portal www.gestiopolis.com se parafrasea al Maslow diciendo:

“cuando las necesidades de un nivel son satisfechas no se produce un estado de

apatía, sino que el foco de atención pasa a ser ocupado por la necesidades del próximo

nivel”. De acuerdo a lo anterior todo aprendizaje debe cubrir una necesidad, caso

contrario el adolescente no le ve función a lo que aprende ya que no le satisface en

ningún sentido.

Toda motivación parte de una necesidad, si el estudiante no siente necesario aprender

lo de la clase o atender la clase, simplemente entra en un estado de apatía y

desinterés. Aquí está el reto del maestro, de acuerdo a la esfera de experiencia del

alumno, al contexto, se deben diseñar las tácticas de aprendizaje apropiadas y hacerle

sentir a la alumno que lo que está en ponencia en la clase y el trabajo debe atenderse

para satisfacer una necesidad que el maestro les hizo ver que tenían.

La complicación también es encontrar la relación con el tema de la clase con

situaciones del alumno, sin embargo es imperante que el docente la encuentre para

que el alumno sienta necesario y cercano el conocimiento y tenga el entusiasmo por

aprenderlo.

La apatía, según Rollo May, causa la perdida de sentido y el desinterés. La define

como esa falta de pasión, excitación o emoción, que lleva al individuo a vivir en plena

indiferencia. Si el alumno no siente no gusto o disgusto por la materia estamos ante

una situación grave de negligencia docente. ¿Por qué no se identificó el desinterés? Si

se identificó, ¿se hizo lo apropiado para motivar al alumno?

Cuando la clase no tiene relevancia, es indistinto si la tomamos o no, si la aprobamos o

no estamos ante un adormecimiento de emociones que el propio docente provocó a los

largo de la clase o del curso

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Y viendo todo este panorama y desentrañando la relación entre la apatía del trabajo y

la atención simulada, podemos sacar juicios y determinar la responsabilidad de cada

actor en el proceso enseñanza aprendizaje. Todo hombre , dice Frankl (1991) , tiene la

capacidad de elección, (…) la apatía puede vencerse. Todo es cuestión de decisión,

deseo y voluntad.

Los autores anteriores sustentan entonces la educación humanista la cual “no solo

cultiva el desarrollo de la razón; potencia en cambio capacidades no estrictamente

racionales para percibir y transformar la realidad, ayuda a intuirla a recrearla, gozarla.

Estas capacidades son el la vida tanto o más importantes que as racionales”

(Fernández, 1999).

La realidad que vive el alumno muchas veces mella su proceso de enseñanza-

aprendizaje. La educación humanista prepara al estudiante para que tenga iniciativa y

sea capaz de modificar su contexto a beneficio propio y de los demás, cuidando

siempre los valores que nos hacen humanos (compasión, responsabilidad, respeto y

amor).

Carl Rogers sugiere que el profesor abandone las recetas estereotipadas y se decida a

actuar de manera innovadora con base en su personalidad (José Luis García, “¿Qué es

el paradigma humanista en la educación?”)

Gran parte de los docentes pretende tratar y educar de la misma manera a los alumnos

de un grupo y de otro que pertenecen al mismo grado, inclusive utilizan las mismas

planeaciones del año pasado. Inclusive tiene ya un ritual con el que inicia y termina el

cada año. El profesor debe ser consciente de las necesidades específicas de cada

alumno y de cada alumno para diseñar la estrategia adecuada y producir entusiasmo

por aprender.

“No es muy frecuente que los maestros y maestras nos preguntemos cómo se sienten

los alumno en las clases, cómo se siente en el grupo y con respecto a los contenidos”

(Moreno, 2000). Habla el autor sobre humildad e interés por conocer el sentir del

alumno. Cuando el maestro asume que su técnica es la adecuada y que no requiere

conocer la opinión del estudiante la educación que se imparte no es humanista, ya que,

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como se dijo anteriormente, no reconoce la amplitud humana que concibe, saberes,

habilidades, actitudes y emociones. Podremos tener un grupo de excelencia según el

examen de la supervisión y la boleta de calificaciones, pero anímicamente ¿cómo

están?, estresados, furiosos, espantados, temerosos… un maestro así no es funcional.

Acercarnos a conocer el sentir del alumno nos da herramientas para erradicar la apatía

y crear verdaderos ambientes de aprendizaje donde el alumno sabe que lo que

aprende le sirve en su realidad.

La clave de una clase funcional está en la humildad del maestro, la cercanía con el

contexto del alumno, el dominio de los contenidos, la creatividad en el diseño de

estrategias y en la conciencia del acierto y error en su aplicación.

Todo docente ha de estar atentos a todo tipo de señales que le den orientación de

cómo mejorar su clase. “Cuando identificamos desinterés y apatía puede ser señal de

que por algún motivo los alumnos no se están metiendo personalmente en el

aprendizaje. Puede ser que sea porque ellos o ellas lo perciben como algo sin valor,

muy ajeno (…)”(Moreno, 2002). La observación y el autocuestionamiento nos permiten

descubrir el desinterés y la apatía y la facilidad de no producirla adecuando nuestra

clase de acuerdo a la esfera de experiencia del grupo.

El conocimiento, como dice el autor, debe ser cercano al alumno y que tenga valor, un

sentido aprender lo que está en la clase, hablo de un aprendizaje significativo. Si

exigimos el aprendizaje tendremos un grupo desanimado y sentirás desagrado por el

maestro y la materia. La apatía y el desinterés serán los primeros en entrar seguidos

del profesor.

“Para Rogers un aprendizaje significativo produce cambio reales en la personalidad y

en la conducta del que aprendió(…). Para que se llegue a dar el cambio la información

debe ser recibida y asimilada por el sujeto (…) sólo es posible (…) cuando el

conocimiento brota del interior del sujeto” (Zarza, 2000)

Sabemos que el alumno aprendió cuando sufre una modificación en su conducta,

definida por la RAE como la manera con que los hombres se comportan en su vida y

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acciones, y se manifiestas a través de cambios de pensamiento, posturas, maneras de

tratar a la gente, concepción del mundo.

Para que el alumno reciba la información él debe quererla, sentir que la necesita, un

aprendizaje forzado o memorístico hace que se tenga malas experiencias y afloren

emociones negativas que mermen la personalidad del alumno

Un aprendizaje significativo lo es porque tiene sentido aprenderlo, por lo tanto la se

estará totalmente atento y el trabajo se estará realizando con entusiasmo. Satisfacer mi

necesidad de aprender aquello hace que el alumno de verdad quiera estar y trabajar en

la clase.

“La apatía, el no estar ni ahí: el perder el norte, el objetivo y simplemente actuar casi

por inercia, hace que todo dé lo mismo, permite creer que las decisiones tomadas en

cada momento no son determinantes de nuestra vida, por la sencilla razón de que no

sabemos qué es lo que queremos y esperamos de ella”. (Víctor Jiménez, “logoterapia

de Vicktor Frankl”)

La indecisión del alumno y la falta de sentido de la clase hacen que todo dé lo mismo,

la apatía no sólo llega al trabajo escolar, sino a la materia. En determinado momento

cuando la asignatura no tiene sentido para el alumno no le importará si la reprueba o la

pasa, para qué se esmera si eso no le sirve en su vida.

Es importante que el profesor haga consiente al alumno de la relevancia de la materia y

del tema para la realidad del estudiante, para que tenga claro qué quiere de la materia,

que tenga un objetivo de ella y pueda aprender de ella sabiendo esperando lo que

necesita.

Debemos tener mucho cuidado de no crear un vacío existencial por la materia. Frank

define el vacío existencial como “la pérdida del sentimiento que la vida es significativa”.

Lo mismo puede pasar con el trabajo de clase, si el alumno no entiende la razón de

aprender a materia siente que, en verdad, lo que ve no le sirve y pasa a de tomarla en

serio a serle indiferente.

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Si creamos un sentimiento de pertenencia a los contenidos estaremos negando la

entrada al vacío existencial. Compete al docente no sólo enseñar la materia, sino volcar

las emociones hacia algo constructivo y darle un sentido ético a la materia, para que

ésta tenga significativita.

Despertar más que el gusto, la pasión por la materia es la misión del docente.

Parafraseando a Savater en su obra “El valor de educar” aludiendo a las pasiones

intelectuales como lo contrario de la apatía. Además hace una analogía entre el olimpo

y el maestro omnisciente diciendo “ y esas pasiones brotan desde abajo, no caen

desde el olimpo de los que ya creen saberlo todo” (p.25)

De tal manera que la pasión, deseo ávido de aprender, es algo que debe generarse en

el alumno por el maestro, y debe nacer del alumno, no porque al maestro sea un

apasionado de la materia, quiere decir que sea capaz de apasionar a sus estudiantes

por la materia.

El maestro cultiva la aversión por la materia, por el trabajo cuando no sabe explicar, no

toma en cuenta la opinión del adolescente, cuando el conocimiento está alejado de la

vida del alumno y se forzar a que lo aprenda.

Un maestro que solo se esmera en tener una clase calmada, en silencio y prefiere que

sus alumno la tengan miedo, es contraproducente, sin lugar a dudas la aversión al

trabajo y la simulación de atender al maestro están presentes

En relación a lo anterior Elsa Casanova en su obra “El proceso educativo según Carl

Rogers” dice que “el autoritarismo en la política aceptada en el salón de clase. La

confianza es reducida al mínimo…se gobierna mejor a los sujetos (estudiantes)

manteniéndolos en un estado de miedo intermitente o constante (…).

Cuando se está “atento”, trabajando, sabido, viviendo el aula con miedo el aprendizaje

no es significativo. La esa emoción negativa donde la estudiante se siente inferior,

inseguro, con incertidumbre de no saber qué le pasa si hace o no hace determinada

acción.

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Un maestro autoritario no debe tener cabida en una educación humanista ya que

tratamos de egresar personas completas, humanos competentes.

Con este tipo de maestros es que se produce la aversión a aprender la materia

produciendo en desinterés, pero simulan estar interesados por miedo a las represalias

del docente. Frankl enuncia que la misma apatía es un mecanismo de defensa.

Simplemente una clase así no es funcional..

El mismo Frankl en “el hombre en busca de sentido” da explicaciones fisiológicas,

como falta de sueño, el hambre y la irritabilidad, como factores de la apatía.

El mismo adolescente por su fase de transición biológica requiera de satisfacer estas

necesidades fisiológicas. Su cuerpo ocupa gran cantidad de energía para generar los

cambios característicos de la edad. Es aquí cuando entra la falta de descanso, de

sueño y la necesidad de nutrientes (hambre).

De acuerdo con la pirámide de las necesidades de Maslow, el primer nivel son las

necesidades fisiológicas. Si no son satisfechas no podrá pasar al siguiente nivel y su

atención estará enfocada en saciar su sueño, su hambre, antes que cumplir con la

clase.

Muchos maestros trabajan con la puesta cerrada haciendo que entre menos oxígeno al

salón, menos oxígenos al organismo del alumno produciendo, algunas veces un estado

de somnolencia que debe ser satisfecha. Se recomienda trabajar con las puertas y

ventanas abiertas para evitar lo anterior

A pesar de que el alumno finja estar en la clase, el maestro siempre notará que no está

atento. “Rogers considera que (…) el terapeuta no pude fingir que acepta al cliente. (…)

la cliente (…) tarde o temprano se dará cuenta de la falsedad o con congruencia del

comportamiento”. (Arias, 2002).

Así como el cliente nota cuando el terapeuta no es genuino, el maestro sabe cuando el

estudiante esta fuera de la clase, a pesar que su cuerpo posa en el pupitre. La mirada

perdida, opiniones desubicadas del tema, comportamiento indiferente, que tal vez a

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simple vista no se percibe, pero conforme avanza la clase te das cuente de quien está

verdaderamente en el aula.

Una atención, según Rollo May (1968), “es volver a algo (…): intención es atención y

una atención es un yo puedo”. Para ejemplificar esto, cuando un estamos en el

proyecto de la exposición oral, la primera reacción de muchos será de renuencia, por el

hecho de tener miedo o pena a hablar en público, sienten que no pueden. Al sentir que

el conocimiento que reciben no lo pueden aplicar preferirán divagar y dejar en segundo

plano el trabajo, ya que no tiene razón que lo hago porque no puedo exponer

oralmente.

Para estar atentos a algo debemos experimentar un “yo puedo” (May 1968), es decir,

creernos capaces de poder aplicar y aprender lo que se nos enseña. En esta parte el

maestro hace usos de sus habilidades para poder acercar el aprendizaje y hacer ver

que requiere de un esfuerzo que él, el estudiante, puede hacer para entregar el

producto del proyecto.

Para atender la clase del maestro, el alumno debe sentir que lo que se está explicando

y que el trabajo de clase, dentro de su realidad, es posible, solo requiere esforzarse.

“Reconocemos en el ámbito laboral la apatía y la falta de interés, con frecuencia

repercuten en la baja productividad. En las mismas escuelas (…) identificamos

problemas serios de falta de motivación y entusiasmo, de indiferencia y poca

dedicación a lo aprendizajes significativos” (Moreno, 2002)

De esta manera vemos como la educación en la escuela repercute directamente en la

vida del alumno. Si la apatía impero durante todo su estancia en la escuela y no se le

enseña a esforzarse, en un ambiente laboral su disposición al trabajo será decadente.

Un alumno que se entusiasma por su trabajo y que demuestra que le apasiona lo que

hace es porque le encuentra un sentido, una razón, una significatividad. En la escuela

damos respuesta al por qué trabajamos. Contrario a esto si no se le encuentra sentido

al trabajo simplemente se mantiene la indiferencia.

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 15 11 de mayo de 2015

La educación no solo capacita al ser humano para desempeñar un trabajo, sino que

enriquece la propia vida y favorece el crecimiento personal (Arias, 2002).

De tal forma que en la educación tiene objetivo, no formar trabajadores, sino humanos

competentes, capaces de sobrellevar las situaciones conflictivas y esforzarse

éticamente para conseguir sus constantes objetivos.

Obtenemos entonces que debemos conquistar el interés del alumno no sólo por el lado

profesional, sino por la vida, el contexto real que vive un alumno.

Por lo anterior el educador “se convierte en un facilitador humanista de todo el proceso

de desarrollo personal y social” (Arias, 2002) y no en un ser autoritario u omnisciente

que se dedica a impartir conocimientos.

“Pero una educación humanista buscaría desarrollar en los educandos la capacidad de

reflexión e indagación de fondo, la capacidad de asombro, de sorpresa, ante nuestra

realidad como personas, y pretendería lograr que se acepten enigmas del mundo y de

la existencia como propios” (Fernández 1999). En este fragmento vemos cómo la

educación humanista pretense enseñar al estudiante, haciéndole ver que la realidad

del mundo es su realidad.

De este modo los problemas que afecten a la sociedad, su familia, su ambiente laboral

repercuten en él, el alumno. Se pretende entonces cultivar la observación como medio

de percepción de la realidad, reflexionar sobre los problemas o las aquejas de su

contexto, investigue y actúe para solucionar.

El asombro implica saber que no todo lo sabes y que los otros viven cosas distintas que

tú. Para tener esa capacidad de asombro se requiere de pudor, de humildad, de amor

por la verdad y constancia. El asombro impide al hombre pararse sobre el pedestal de

la soberbia porque reconoce que ésta sólo petrifica, pues se hace un monumento de sí

mismo, pero no crece y sus cambios son sólo para el deterioro.

Uno de los objetivos concretos de la educación humanista es que tenga un sentido de

pertenencia con la realidad de los demás y evitar a toda costa la apatía hacia la vida y

el pandeterminismo.

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 16 11 de mayo de 2015

Según Rollo May la apatía es un fenómeno peligroso.” Detrás de toda apatía se

encuentra la frustración, la desesperanza, la falta de voluntad, carencia de motivación y

un fuerte sentimiento de desolación” (Giorgana, 2011)

La apatía se genera por sentimientos y emociones deshumanizantes. Carga consigo la

sensación de no conseguir lo que se pretende, el hecho de no satisfacer las

necesidades, carecer de fuerza para esforzarte y mover tu espíritu, y se cree que la

vida carece de vida.

Este mismo sentir, la apatía, genera, a su vez, comportamientos hostiles, sume al

individuo en una profunda inactividad y se limita a ver cómo van y vienen los

acontecimientos.

Rollo May sostiene que “lo miedos y tensiones que viven en el hombre se transforman

en ansiedad, la ansiedad en regresión y apatía (…).Cuando el ser humano pierde su

significación aparece una sensación de apatía.

La ansiedad es un estado emocional en el que se experimenta una sensación de

angustia y desesperación permanentes en la cual no vives o disfrutas los momentos

presentes, pensando siempre en la actividad que tienes posteriormente.

De tal manera que el alumno vive pensando en la actividad próxima y no se dedica a

atender lo que está en el momento de la clase. La presión y el miedo, causantes de la

ansiedad, son promovido por muchos maestros en sus estrategias didactas

produciendo alumnos esquizoides y pandeterministas .

Es en esta parte donde el alumno pierde el sentido de la escuela y solo se dedica a

trabajar, pero sin un deseo o entusiasmo, sino por cumplir y evitarse una reprimenda o

agradar al maestro.

Debemos evitar no solo que el alumno pierda el sentido de la escuela, sino el de su

vida, cuando solamente se dedica a frustrar y hacer sentir que su esfuerzo no vale

caemos en una deshumanización, denigración, que lejos de invitar al estudiante a

trabajar entusiastamente, hace que deteste no únicamente el trabajo, sino la escuela y

hasta la significatividad de la vida

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Raúl Gerardo Sánchez Mendoza 17 11 de mayo de 2015

La apatía según Antonio Alcoba (1958) es una falta de impulso para realizar lo

proyectado, una indiferencia, la incapacidad de entusiasmarse por sus empresas.

¿Qué pasa cuando el alumno programa las actividades de su proyecto y conoce el

objetivo? Situaciones positivas, le anima saber que va avanzando y sabe a dónde va.

pero si conoce a las actividades y sabe qué hacer y aun así no tiene el nulo interés por

hacer, estamos frente apatía personificada.

No tener entusiasmo por lo que él programo es un signo de pérdida de significatividad

de la vida y muy seguramente le es irrelevante si las cosas pasan o no pasan.

Referente a esto y reiterando lo que se ha dicho la apatía, el desinterés , no es por

generación espontánea, más bien es un contante arrullo de emociones, una gota fija

dedicada a mellar el entusiasmo por aprender.

Cuando no encontramos con actitudes de renuencia o abulia es “porque no se ha

logrado su apertura o motivación” (Sevilla 2009).

Como se dijo anteriormente la tarea del docente humanista es ser un facilitador de

aprendizaje, si el alumno presenta astenia vital es porque no se le han dado las

suficientes razones para creer que de verdad necesita lo que se está viendo en la

curricular, en lugar de ser facilitadores nos convertimos en obstáculos.

Más allá de todo esto la atención y el entusiasmo por el trabajo del aula parten de un

interés que , según Savater (2012) “algo que se elige”. Al final de cuentas quien toma la

decisión de estar verdaderamente y realizar las actividades es el alumno, su voluntad

de estar y de hacer son determinadas por la motivación.

La tarea del maestro es cautivar al alumno y hacer que elija la clase en el momento de

la clase. No podemos obligar a al alumno a poner atención y a trabajar en algo que él

no ha decidido. Lo que nos toca es hacer con pasión nuestro trabajo.