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I ( "l . LU IS FERNANDO GON7'i EZ esCORA R ._- -- ------ --- -- -- ------ Lo que queda claro es la ignorancia patética tanto de maestros como de aprendices, pero también la evidencia de que al saber práctico ya le coqueteaban ciertos principios rectores de l' los órdenes arquitectónicos, seguramente conocidos mediante los libros, especialmente el tratado de Vignola sobre los órdenes, como se percibe en la declaración de Benítez. Pero mien tras los textos y tr ata do s clásicos empezaban a ser cono cidos, el saber hacer de estos alari fe s se definía por su ex p er iencia práctica y de a ll í se der ivaba su aprobación o no p or parte de los ex amina dores d el gr emio. S4 \

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( "l . LU IS FERNANDO GON7'i EZ esCORA R ~ ._- -- ------ --- -- -- ------ ---~

Lo que queda claro es la ignorancia patética tanto de

maestros como de aprendices, pero también la evidencia de que

al saber práctico ya le coqueteaban ciertos principios rectores de

l' los órdenes arquitectónicos, seguramente conocidos mediante

los libros, especialmente el tratado de Vignola sobre los órdenes,

como se percibe en la declaración de Benítez.

Pero mientras los textos y tratados clásicos empezaban a

ser conocidos, el saber hacer de es tos alarifes se definía por su

experiencia práctica y de allí se derivaba su aprobación o no por

parte de los examinadores del gremio.

S4 \

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AlnESANOS y /l-I AF_STROS LN 1 -\ AROt 111:.(. rUH.A (J i! \I1 f"DLL I j\J Y ¡\ N rJUQI II ·\ 177~- I ~H ~----

La arquitectura de la "villa republicana" de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín

'" Sabido es que, desde fines del siglo XVIII había aquí varios

comerciantes que acudían a las ferias de Cartagena, con escala en

Mompósj y años después, previo tes tamento y arreglo de concien ­

cia se iban por esas Antillas, españolas o no, El comercio, el aire mo ­

numental que le daban los dos monasterios, unido al crecimiento

de la Villa y a la mejora de la edificación fueron poderosos a que los

candelaritas pusieran muy alta la puntería, que nada estimula tanto

como el vivir en casa buena, piadosa y linajuda.. ,

Tomás Carrasquilla39

¿Cuál fue la imagen arquitectónica construida en esta

transición del entorno urbano republicano a la ciudad burguesa?,

¿se correspondió el desarrollo económico, el crecimiento

urbano, la innovación tecnológica y el espíritu civilizatorio con

una nueva forma arquitectónica?

Se puede aseverar que lo ocurrido en términos arquitect n i­

cos entre 1826 y 1870 es limitado pero significativ . Se presenta­

ron evidentes cambios, se innovó en algunos aspectos formales,

espaciales y técni o , pero igual que lo ocurrido en Jo urbano no

fue tan cercano a )0 soñado o deseado, aunque evidentemente

39 Tomás Carrasquill a, "Del Medellín co lonial", en L.bro de Oro de Medellí" En c/'lÍ'1cc"tel1ario de 5U erceción en Villa 167-' - 2 de " ovie", bre - 1975, Ed,torial Bedout, Meddlin , 2 de

novie mbre de J975, p.íg, 32,

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U li S FI' MNr\ NDO GONLJ\f i Z 1' 'iCORAR ~ --­

se distanció notablemente con respecto a la arquitectura prece­

1 dente. La amargura por no alcanzar cotas más altas la expresó

claramente el ya mencionado médico Eduardo Zuleta cuando

señalaba que en arquitectura no había más ideal que el de la "ca­

sita blanca", de que hablaba un poeta.

Sin embargo, tal señalamiento conlleva a un sesgo que

se mantuvo por mucho tiempo, inclusive hasta nuestros días,

porque el señalamiento de pobreza arquitectural y la negación a la

introducción por estos años de variantes en ella, está mediada por

la imagen de la vivienda de aspecto uniforme en alturas, fachadas

planas, de vanos en ritmo repetido, horizontalidad marcada

por la altura y los aleros, similitud material y tecnológica, y la

acentuación de su monotonía por el monocromático encalado.

Tal percepció n encubre los cambios sutiles pero evidentes que

se presentaron.

( La ascendente burguesía se prodigó en configurar un cuerpo

arquitectónico caracterizado por la austeridad formal exterior,

la s impleza volumétrica y la solidez constructiva, compatibles

con las ideas del hombre económico que p redominaban, pero a

su vez, dando respuesta a los nuevos gustos y cambios que se

incubaban, en términos de lujo y refinamiento, introduciendo

ciertas complejizaciones espaciales qu~ condujeron al final del ) período a la implantación de f\lIevas tipologías arquitectónicasj

( de igual manera se debe destaca~ el enriquecimiento decorativo

interior y de la carpintería de la mad'Elra, tanto en las partes de la

vivienda como en el mobiliario o menaje, de algunos sectores

de la población pero que lentamente se fueron irrigando a otros

sectores de la misma.

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ARTESANOS Y MAESTRO' EN 1.,\ ARQU ITECr URA OF MEOELLi N y ANTlOQUIA 1775·1 993

Era sintomático de lo que pasaba el que a los habitantes

locales las pocas obras arquitectónicas que despertaron

elogiosos comentarios en los decenios anteriores ya no fueran

del mismo recibo, se exigiera su demolición o cambio y se

celebrara su reedificación. Había cambiado la percepción

estética, y aumentado las exigencias y las motivaciones, aunque

sin ir demasiado lejos, aparentemente tan poco, que no fue lo

suficiente para motivar un buen comentario entre los viajeros

o cronistas de la época. Todos reconocieron sin excepción el

adelanto material que experimentaba la Villa, pero también

estuvieron de acuerdo en que nada indicaba avances en términos 1arquitectónicos y, por el contrario, era para ellos evidente el

desconocimiento de las normas, estio y gusto.

Interior de una vivienda en Medellín. Acuarela de Enrique Price, ¡ 852, reproducción Acuarelas de la Comisión Corográfica Colombia 1850·1859, Bogotá, Litografía Arco, ¡ 986.

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\ LU IS FERNANDO GONZA I I Z FSCORAR ,/VI -­-­ ---­ --- --­ ---­

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El ingeniero sueco Carlos Segismundo de Creiff, quien

destacó en su momento los progresos en las edificaciones,

en términos de solidez, buena construcción, amoblado y

características espaciales, también dejó en claro que este hecho

no se correspondía con un desarrollo arquitectónico adecuado,

a pesar de existir algunas viviendas con rica decoración y lujos

difíciles de pensar en un entorno urbano lejos de los puertos

y con malas vías de comunicación40 . Mientras tanto, Charles

Saffray, seis años más tarde, al comentar la principal obra

arquitectónica, es decir, la iglesia mayor, por lo cual extensivo a

los demás hechos arquitectónicos, condenaba la falta completa

. de estilo y de gusto, debido a la absoluta ignorancia de las reglas

.de la arquitectura. Para todos era clara la carencia de estilos o, en

su defecto, de estilos indefinibles o inclasificables.

¿A qué se debe tal disparidad entre construcción y arquitec­

tura? Obviamente todos los que hicieron estas críticas partían

de una concepción de la arquitectura desde los parámetros es­

téticos o los lineamientos de la Beaux Art, en cuanto a la con­

cepción ortodoxa de los órdenes arquitectónicos. En tal sentido,

las pocas obras que pudieron ser sobresalientes en Medellín no

se rigieron por dichas normativas, a pesar de ya conocerse en

el medio algunos libros, que a manera de modelo guiaban a los

constructores o a quienes hacían las veces de diseñadores, entre

ellos el Libro de los órdenes de Vignola, que era el vademécum d

los maestros más enterados y letrados. Se puede decir que se ha

bía incrementado el conocimiento arquitectural y variado el sen­

40 Ca rl os S. de Greifr, ':Apuntamien tos topográfi cos i estadísticos de la Provincia de Medellín",

en Decretos y Resolu ciotle, de la Gobernación de Medellín etl 1851 i 1852, Medellín, Imprenta

de J F. Lince por L. Céspedes, 1852, pág. 80

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ARTESA NOS Y MAEST ROS EN LA RQU ITIc-rURA DE MEDEI UN y ANTIOQUIA 1775. I99J__~

tido compositivo y estético con respecto al pasado inmediato,

pero también lo fue, en igualo mayor proporción, el incremento

del rigor crítico y el número de personas que lo ejercieron.

Todavía sin asumir la ortodoxia de las normas académicas

se configuró un cuerpo arquitectónico urbano y suburbano algo

más diversificado que en el período anterior, aunque en el paisaje

dominaban las torres y los campanarios. Esa fue precisamente

la imagen bucólica que describieron los viajeros cuando se

asomaban al Valle de Aburrá desde los cerros orientales y lo

contemplaban extasiados. Sin embargo, no era propiamente un

ambiente conventual y ec!esiallo que predominaba en el interior

de la Villa, como pudiera creerse por esa visión externa, ligera

y panorámica, o por aquello del imaginario de la religiosidad

proverbial de los antioqueños4 1 •

Si bien la arquitectura religiosa siguió predominando en

razón a la simbología y tamaño con respecto a la arquitectura

domiciliaria, no fue tan numerosa como en otras ciudades

de Colombia, y para este período comenzaron a disputarle

el espacio urbano otros ejemplos de arquitecturas públicas.

Precisamente un articulista anónimo escribió sobre el desarrollo

arquitectónico de la Villa en 1857: "... se han construido varios

edificios, tanto públicos como particulares que hacen honor a los

constructores i que hermosean considerablemente a Medellín"42.

41 Luis Javier Vi llegas plantea que Antioquia era la región con menor número de sacerdote s

por habitantes en todo el país; incluso entre los años 1835 y J870 esa relación di sminuyó

ostensiblemente, pues en el pr imer año era de 6,58 sacerd o tes pa ra atend er diez mil

habitantes, mientras que en el segundo año era cuatro para el mismo número de habitantes.

Luis Javier Villegas,...op. ci t, pog. 59. En igual se nt ido las construcci ones religiosas fue ron

pocas, existiendo apenas ocho entre capillas e iglesias.

42 Periódi co La Miscelánea de Antioquia núm. 4 2, Medcll in, 23 de julio de 1857, pág. 148.

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