Ice&fire ii
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Ice & Fire
ÍNDICE
Prefacio
Solecito
Mariposas
Gracioso
Egoísta
Desconocidos
Christopher
Conociéndonos
Cita doble
Chicas
¡¿Lo admito?!
Obsesión
Atardecer
Felicidad
Malas noticias
‘…Te amo…’
¿Qué haces?
Imprevisto
Esto me sobrepasa
Gravedad
El hombre del tiempo
Epilogo: Dejá vu
…las verdades duelen,
sin embargo a veces
eso es lo que falta para
finalizar algo de nuestro
pasado…
Prefacio
El destino era cruel conmigo, pero ¿Qué podía hacer yo para detener
todo lo que se me venia? Tenia que terminar algo que nunca quise que
pasara.
Es extraño como un evento puede cambiar tu vida y la manera en que la
vez ¿no?
¿Alguna vez has sentido cuando todo en tu vida parece arreglarse, y que
los problemas se van borrando poco a poco? Bueno eso no es
exactamente lo que sentía ahora, pero quería creer que así era.
Solecito
Enero 20 de 2010.
“Mi mama y yo estábamos en el despacho de mi padre. Ellos estaban
hablando animadamente sobre nuestras vacaciones, lo cual a mi no me
interesaba. Decían que tal vez nos podíamos ir a España, me miraban e
insistían en que seria agradable conocer Madrid para mi madre y para mi
pero por supuesto, me negué, no quería salir nunca de Londres. Y es
cuando yo sin hacer nada mi madre comienza a gritarme y ahí empezó la
tragedia.
-Liz, tenemos que ir, nunca sales con nosotros, amor. Por favor hazlo por tu
padre ¿si? -dijo mi papa abrazándome y dándome un beso en el tope de la
cabeza.
-No y no papa, ya saben siempre cual va a ser mi respuesta cuando
queremos salir. No quiero ir -dije con un puchero.
-¡Elizabeth!, no desobedezcas a tu padre. Es nuestra decisión e iras con
nosotros –dijo. Todos sabían que adiaba que me llamaran así. Abrí mi boca
para interrumpirla pero mi madre al ver lo que iba a hacer se me adelanto–
deja de hacer lo que haces.
¿Huh? ¡¿Qué?! Esto debía de ser una broma.
-¿De que hablas Natalie?-dije también diciendo su nombre– ¿Que deje de
hacer el que?-pregunte entre sorprendida y desconcertada.
-Sabes muy bien lo que haces, Elizabeth, con esa actitud, no conseguirás
nada –cuando termino de decir aquello inmediatamente me enoje, me
deshice del aun abrazo que mi padre y yo manteníamos y la encare.
-No va le la pena hija, déjalo estar –me susurro mi papa. Trato de volver a
abrazarme para que me calmara pero no lo logro.
-Mira madre –la apunte con un dedo– tu no eres nadie para decirme eso, si
ya se, la persona que me trajo al mundo pero no permitiré mas que me
trates como si fuera un basura –dije mientras me acercaba a ella– pero, mira
quien habla, la que nunca hace nada solo te la pasas en esa estúpida
floristería que no se como consiguió ser tan exitosa. Nunca estas aquí para
mi cuando te necesito, así que no me hables de esa manera porque
sencillamente eres y siempre serás una extraña para mí –cuando termine
mi glorioso discurso mis ojos comenzaban a arder por la rabia que tenia.
-¡No me vuelvas hablar así jovencita! Soy tu madre y merezco respeto –dijo
y yo sin pensarlo comencé a reír descontroladamente por lo que había dicho.
-Amor, tranquilízate. Si liz no quiere ir pues no podemos hacer ya nada –
me defendió mi ángel. Sonreí internamente– en otro momento dirá que si
¿estoy en lo correcto? –se dirigió a mi. si hablaba, mi voz saldría rota y en
cualquier momento derramaría lagrimas y no le quería dar esa satisfacción
a mi madre, así que opte por la vía rápida y fácil: sonreír y asentir aunque
te estés desangrando –literalmente– por dentro –de hecho, ese era mi lema-
y lo que importa es que nadie se de cuenta.
-No le puedes permitir todos sus caprichos Joshua. Ella tiene que entender
que nunca estaremos para ella –dijo.
-Tu nunca estas para mi –dije mas para mi misma que contestándole a ella,
y creo que me escucho.
-¡No te aguanto mas! Ojala y nunca hubieses existido. Eres un dolor de
cabeza –dijo con tono de decepción.
Bufe– Siempre lo supe, no te preocupes –papa roló los ojos mientras que
mama sacudía la cabeza de un lado para otro.
-Que bueno que ya sabias –dijo con amargura.
-Sip, lo se –sonreí con malicia. Amaba sacarla de sus casillas.
-Ya cállate Elizabeth –me regaño. Bufe por segunda vez esa tarde.
-Si crees que me voy a callar, entonces eres una… -nunca creí que mi
madre fuera capaz de eso –o lo que yo iba a decir– sentí mi rostro girarse a
la derecha por el golpe e instintivamente me lleve las manos a la cara donde
me había lastimado y la mire asombrada y decepcionada. Ella no era una
persona violenta y jamás me había golpeado.
-Lizzy! –grito mi padre y llego a donde yo me encontraba -¿Estas bien?-me
pregunto tembloroso mientras trataba de quitarme las manos para él poder
ver el moretón que estaba segura de que ya había salido –mi piel era
tranparente, así que cualquier rasguño mínimo se notaba en segundos.
Le iba a responder pero en ese momento sentí que algo había caído al suelo y
cuando me gire hacia mi izquierda –donde se encontraba mi padre minutos
antes –divise un cuerpo de una persona…
Entre en estado de shock. No podía creer lo que estaba pensando.
Si mi madre estaba delante de mi a unos 3 metros de distancia –la mire y vi
que ya no se encontraba ahí– y mi padre estaba a mi lado…
…izquierdo. Justo en donde se encontraba el cuerpo de…
Escuche a lo lejos como mi madre le gritaba a mi padre para que
respondiera. No me había dado cuenta de que estaba conteniendo la
respiración. Mire a mi lado y vi a mi madre arrodillada delante del cuerpo
inerte de él.
No. Él no.
No ahora. No hoy.
Simplemente… él no!
Marzo 15 de 2011/presente.
-No! –desperté gritando agitada– Dios! no otra vez –enterré mi rostro
en mis manos.
Fije mi vista en el despertador –que estaba encima de la mesita de
noche– y eran las 4:43 a.m.
Exhalé con fuerza; era la tercera vez en esta semana que soñaba lo
mismo. Hacia demasiado calor como para estar encerrada en mi casi-
habitación, así que me quite el edredón y salí de la cama. Me dirigí al
baño, abrí y cerré la puerta con sumo cuidado para que nadie escuchara
que estaba despierta a estas horas.
Encendí la luz y apoye mis manos en el lavabo mientras suspiraba.
-¿he hecho algo malo para tener que merecer esto? –le pregunte a mi
reflejo en el espejo.
No lo sé, dije mentalmente.
Todo lo que estaba viviendo desde hace un año era estúpido y era fácil
enumerar lo que me estaba pasando…
Primero: la muerte de mi padre.
Segundo: mi madre me echa la culpa por lo que paso ese día.
Tercero: me destierra de mi propia casa.
Cuarto: Estoy viviendo en la casa de los padres de mi mejor amiga desde
entonces –quienes me aceptaron con todo el amor del mundo.
Quinto: mama me odia y casi toda la familia de hecho, a excepción de
mi primo David –quien tan solo tenía ocho años y no sabía nada de lo
cruel que era la vida a veces.
¿Y que es lo que me queda? ¿la sexta tal vez? Bien, solo tengo dieciséis
años y esto es devastador tanto para mí como para todos los que me
rodean porque sencillamente los molesto con MIS problemas.
Suspire por segunda vez esta mañana e hice una mueca al ver que tenia
la frente húmeda, la seque con la palma de mi mano y decidí que era
mejor darme una ducha antes de volver a dormir –aunque no podría
dormir mas– las horas que me quedaban para asistir a el colegio.
Después de 10 minutos en la ducha y otros 5 minutos para cambiarme
para ir a “dormir”, antes de ir hacia mi habitación, baje las escaleras y fui
a la cocina a tomar un vaso de leche.
Todo estaba en silencio, obvio que si liz, son las 5:25 a.m; ¿quien esta
despierto a estas horas? Solo tu mascota… sobre eso, ¿donde esta max?,
pensé un poco preocupada.
Raro. No estaba ladrando…
No le di mucha importancia, así que me dirigí al refrigerador, saque la
botella que contenía leche y un vaso de la repisa.
-¿Qué haces? –un grito ahogado salió de mi garganta cuando escuche su
voz a mis espaldas.
-Dios! ¿no te enseñaron que primero se saluda o se dicen los buenos
días? –pregunte, tratando por un lado de calmar mi ya destruido
corazón.
-Y, ¿a ti no te dijeron que a estas horas no hay que estar despierto?, las
clases empiezan a las 7:30 –dijo alzando una ceja mientras se cruzaba de
brazos y se apoyaba en el marco de la puerta de la cocina.
-si, entiendo pero me diste un susto de muerte kate –dije habiendo
servido leche en el vaso. Voltee para verla, solo estaba en unos mini
shorts rosados y una blusa de tiritas, y su cabello parecía un nido.
Rió, yo solo pude poner los ojos en blanco y tratar de callar la risa que se
venia.
-¿quieres? –le señale la botella de leche. Respondió con un ‘aja’ mientras
caminaba hacia una de las sillas de la mesa que había en la cocina y se
sentaba.
Kate era como la hermana menor que nunca tuve, era todo lo contrario
a mi: alegre, espontanea, extrovertida, colorida, orgullosa, y un sin fin
de cosas... raras –por decirlo de alguna manera.
Ella era... hermosa. La gente que conozco a veces piensa que busco
cosas en el otro bando pero no es así –hasta da un poco de risa lo que
especulan las personas que acabas de conocer– es... que a veces
comienzo hablar de ella, pero ¿como no? si ella siempre estuvo ahí...
para mi. Ella era alta, delgada –no más que yo– de ojos color miel -
gracias a su padre y que me recordaban al mío– cabello negro y
ondulado; tenia algunas pecas en el rostro, hombros y espalda, y sus
labios eran rellenos.
-¿Qué haces a estas horas despierta? –me preguntó como si no lo
supiera ya. Fue mi turno de alzar la ceja.
-¿otra pesadilla, cierto? –asentí apenas casi imperceptible– tienes que
olvidar algún día eso Lizzy –dijo y yo solo fruncí el entrecejo mientras le
daba su vaso de leche– ya se, paso hace un año y aun lo sientes como si
fuera hace unas semanas, pero… -a veces me sorprendía como ella
sabia lo que sentía, era como si estuviéramos conectadas en algún
sentido –tienes que superar eso, estas con gente que si te ama, y no
estoy diciendo de que los demás no lo hagan, solo digo que necesitas
disfrutar el presente y un futuro después de este año! –esto ultimo lo
dijo emocionada. Por supuesto, estaba feliz de que al fin terminaríamos
la secundaria…
Suspire– lo se, pero me es inevitable el no pensar en ello y lo que daría
por que esto fuera diferente –dije con nostalgia.
-¿Eso quiere decir que te arrepientes de vivir con nosotros? –pregunto
abatida.
-Claro que no enferma, ¡si esto es vida! –dije riendo y segundos después
ella me siguió.
-Bien –habiendo conseguido parar de reír, hable de nuevo– ¿y tu que
haces despierta? –le pregunte.
-nada, es que estaba soñando con el chico nuevo –¡¿que?!– y pues no
puedo esperar a estar en clases –se sonrojo y yo solo pude carcajearme
por segunda vez.
-entiendo… - dije una vez que se detuvo los temblores de mi cuerpo a
causa de la risa –es mejor que vallamos a dormir un poco si no quieres
que Jason te vea toda ojerosa y salga huyendo –reprimí una sonrisa que
se quería escapar.
-ah! –chillo y me miro– te odio ¿sabias? –dijo de pronto de mal humor.
Asentí respondiendo a su pregunta –vamos– me jalo del brazo para
sacarme de la cocina.
-espera! –la detuve.
-¿Qué pasa ahora? –pregunto.
-no he tomado mi leche –dije con un puchero. Ella rolo los ojos.
-Ya lo hiciste… -no, no lo he hecho le contradecía mentalmente.
-claro que no –cuando dije esto, kate me señalo el vaso –vacio– que
estaba sobre la encimera, ¿Cuándo paso? me pregunte.
-Ahora vamos a dormir –me jalo de nuevo fuera de la cocina y esta vez,
no la detuve– a tratar de dormir debería de decir –se autocorrigió y yo
reí.
Le pregunte a kate, si podría “dormir” en su habitación, no lo pensó dos
veces, solo asintió con la cabeza y me regalo una de sus sonrisas
bromistas y yo le di una también de hecho.
Una vez en la cama –y que ella ya había caído dormida– empecé a
recordar el día en que mi padre me llevo a su trabajo, sonreí.
Octubre 25 de 2002
Estaba en el jardín, tan concentrada –con mi sombrero enorme– en ayudar
a sembrar unas flores a mi tía Christina, cuando llega mi angelito.
-cielo –me llama mi papa y de inmediato volteo mi cabeza y corro hacia él
para tirarme en sus brazos y el automáticamente me alza– ¡que fuerza
tienes! –exclamo mientras me daba un beso en la mejilla. Sonreí– te tengo
una sorpresa –dijo y yo solo pude chillar de alegría. Amaba las sorpresas
que papa me daba.
-¿y que es? ¿y que es? –pregunte saltando en sus brazos emocionada.
Él rio –casi vas a cumplir los 8 años de vida, ¿así que, que te parece la idea
de ir al trabajo de tu papa?
-Si! –grite feliz– ahora que ya soy grande y que se me han caído cuatro
dientes –le señale los lugares en donde ya me estaban saliendo– puedo ir
cuando quiera a tu trabajo ¿Verdad?
-si, pero no será todos los días amor –me corrigió y yo hice un puchero–
tienes que ir a clases –cuando dijo eso le saque la lengua y el y mi tía –
quien estaba escuchando lo que pasaba– se echaron a reír.
-no me gusta el colegio –me cruce de brazos –los niños son muy estúpidos.
Rieron aun más fuerte y yo rodé los ojos.
-Entonces ¿vamos? –asentí– bien. ¿Hermana, la llevas a cambiarla que esta
toda sucia? –le pregunto a mi tía mientras me bajaba de sus brazos.
-Claro, vamos Lizzy –dijo mi tía Christina mientras me tendía su mano
para que la tomara.
-¡no estoy sucia! –dije con una mueca –solo tengo barro en la blusa –me
mire. Se rieron de nuevo y eso solo hizo que mi mueca se acentuara.
Después de que pasaran 20 minutos en cambiarme y que mi papa
encendiera su auto y me colocara el cinturón de seguridad casi a la fuerza –
estaba ansiosa de ver por primera vez el trabajo de papa y no me quedaba
quieta– llegamos a nuestro destino: la mansión que tenia muchas ventanas
y puertas y banderas de colores –solo lo había visto por fotos pero nunca
pregunte como se llamaba el lugar…
Papa abrió la puerta de atrás mientras yo me desabrochaba el tonto
cinturón pero –y él se estaba riendo ya que no podía– era difícil puesto que
habían como cinco cintos en uno. Refunfuñe y le dije que me ayudara, así lo
hizo y una vez quitado salí corriendo hacia dos puertas gigantes.
Sentí una mano en mi hombro –no era la de mi papa porque la de él era
cálida– que me hizo detener a diez metros de las puertas y como acto reflejo,
grite y me aleje tres pasos de aquel hombre.
-ten cuidado pequeña –dijo con una profunda voz el hombre de ojos color
azabache. Un alivio me recorrió al sentir que mi ángel estaba detrás de mí.
-Sr. Smith –dijo mi padre con voz tensa –Lizzy –me miro
reprobatoriamente.
-¿Es tu hija? –pregunto el hombre de unos 30 años y mi angelito asintió.
-preséntate –me murmuro papa.
-soy Elizabeth Sophia Butchman Pieré, señor… -dije sonrojándome.
-Smith, Nicholas Smith, el jefe de tu padre –me sonrió, algo pasó pero no le
pude devolver la sonrisa a este señor –por cierto, si me dejas decir Joshua,
esta niña es una preciosura al igual que su madre… -dijo y papa lo miro
feo.
-Es hora de irnos –dijo mi ángel tomándome la mano, se puso a mi altura y
me dijo al oído en tono dulce pero podía notar la tensión escondida– te
enseñare mi oficina liz –le sonreí de oreja a oreja y el me devolvió la
sonrisa– Sr. Smith… -se enderezo y se despidió de aquel hombre.
-Butchman –asintió – Srita… -me miro y un estremecimiento paso por mi
espalda.
Mientras nos alejábamos y nos dirigíamos a las puertas grandes, pude
respirar con tranquilidad.
-Es malo, no me agrada ese señor papi –le dije con el ceño fruncido.
-A nadie le agrada amor, pero prométeme algo ¿si? –asentí– cuando te lo
llegues a encontrar y no estoy o alguien m{s no esta contigo…-paro por un
momento– no, solo nunca te separes de mi, ¿bien? –me mordí el labio y
asentí de nuevo.
-y tu de mi papa –le dije y le pedí que me cargara en sus brazos y así lo
hizo.
-nunca, te amo mi solecito –sonreí a como me había llamado.
-y yo a ti mi príncipe –dije abraz{ndolo…
Mi solecito… sonreí amargamente ante aquello; una promesa rota y
antes de que me diera cuenta, el sueño me invadió…
…Lizzy –sentí que me estaban zarandeando.
-¿Mhmm? –murmure.
-Son las 7:00, despierta –dijo kate haciendo aquel movimiento de nuevo.
-ya estoy despierta –me incorpore rezongando– ¿ves? –me señale y ella
se rio.
-Eres una dormilona, mama esta haciendo el desayuno; ve a bañarte –y
con eso salió de su habitación.
Me levante perezosamente y fui hasta mi recamara para sacar mis cosas
para ducharme.
Después de salir del baño, y colocarme el uniforme, –mallas negras,
zapatos negros de tacón bajo, una falda verde lisa hasta media pierna,
una blusa manga corta de color negro y una sudadera verde –me peine
y deje mi cabello suelto –y como era liso, me coloque un cinto de color
negro encima de él –y retocarme con muy poco maquillaje…
-Estoy lista –murmure a mi reflejo.
Gracias a Dios hoy era miércoles –salíamos temprano del colegio– pero
tendría que ver a la estúpida de Ayleen de todos modos. Hice una
mueca.
Tocaron la puerta, pero no era necesidad que dijera un “adelante”.
-¿ya? –pregunto una muy maquillada kate, pero se veía bien…como
siempre.
-Si, ¿tu? –demasiado obvio liz, pensé riendo internamente.
-Mas que lista –sonrió.
-y también para ver a Jason... –reí.
-Que odiosa eres Elizabeth –me miro mal.
-ya, ok. Vamos que tu mama nos espera; hasta aquí puedo oler lo
delicioso que esta cocinando.
Bajamos las escaleras corriendo para ver quien llegaba primero.
-no es justo Elizabeth –dijo una cansada kate.
Reí– por eso eres mala en deportes: porque no te esfuerzas –dije esto
mientras tomaba asiento en una silla– buenos días Sra. Anna –salude a
la mama de kate –quien estaba dándonos la espalda, ajena a la
conversación entre nosotras.
-huh –me ignoro kate.
-ya te he dicho que no me llames señora, me hace sentir vieja –¡pero si lo
estaba! pensé irónicamente– solo Anna, querida.
-Lo siento Anna –me sentía extraña cada vez que llamaba a alguien
mayor por su nombre.
Me guiño el ojo.
-Listo, aquí tienen –dijo mientras nos servía un plato de pancakes y un
vaso de jugo a cada una– buen provecho chicas –nos sonrió.
-¡Albert, apresúrate, tienes que llevarlas al colegio! –grito la Sra. Anna a
su esposo.
Suspire, daría todo porque mi ángel volviera.
La familia Miller era muy querida en Londres, eran ricos pero demasiado
humildes para el propio bien de ellos. La Sra. Anna –quien se acercaba a
los 40 años– era como mi propia mama –me ayudo al igual que kate y su
padre en el momento más oscuro de mi vida– y que decir de su marido;
Albert era increíble, trabajo con papa en el Parlamento de Londres, se
parecía un poco –solo un poco a Joshua– la misma estatura y el color de
los ojos que eran miel.
-kate –la llame.
-ya termine mama –entrego su plato. La Sra. Anna lo recibió y le dio un
beso de despedida después de un ‘cuídate’ –apúrate liz, no quiero llegar
tarde –dijo mientras pasaba por mi lado, cogió su mochila y salió por la
puerta.
Suspiré y sacudí la cabeza, que infantil eres kate pensé.
Me levanté y le di mi plato a la Sra. Anna.
-no te preocupes, ya se le pasara –dijo y me dio un beso en los cabellos –
que tengan un buen día –sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-Gracias por todo, Anna –asintió.
-eres mi hija, no tienes que agradecer nada – si, muy amable para ser
verdad pensé con cariño.
Le sonreí.
-¡Albert! –grito la Sra. Anna.
-ya voy, ya voy –gritaba Albert mientras bajaba las escaleras casi
corriendo, espero que no le de algo pensé de repente preocupada por su
salud.