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(Fn lab, poi su, est la e la e En pu, Na "Él thl (1! L1i (1! Ni dÉ

\Volton, Dominique

P~~sar la comunicación: punto de vista 'para periodistas y poht1cos - la ed. - Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007.

404 p.; 2lxl5 cm.

ISBN 978-987-574-132-4

1. Comunicación Social. I. Título CDD302.23

La presente edición se re.atiza por gentileza de Editorial Docencia, a quien pertenece la correspondiente traducción al castellano.

Colección Biblioteca Universitaria Director: Mario Greco

© De esta edición, Prometeo Libros, 2007 Av. Corrientes 1916 (Cl045AAO), Buenos Aires Tel.: (54-11) 4952-4486/8923/ Fax: (54-11) 4953-1165 [email protected] \\I\Vw.prometeolibros.com

' ISBN:

Hecho el depósito que marca la Ley 11. 723 Prohibida Su reproducción total o parcial Derechos resen,ados

índice

Prólogo. Veinte años de investigación ......................................................... 17

Introducción general. Existe un margen de maniobra .................................. 21

1. Los tres sentidos de la palabra comunicación .................................... 22

2. Las dos fuentes: comunicación normativa y comunicación funcional . 25

3. La idea central: existe un margen de maniobra ................................... 26

4. El límite de toda comunicación: el otro ............................................. 28

5. Necesidad y di[icultad del análisis ...................................................... 29

Bibliografía . .. ..... .... ........ ........ ...... ..... .. .. ............................... 31

Primera Parte. Los conceptos .................................................................... 35

Introducción. Comunicación y modernidad ............................................... 37

Capítulo l. Comunicación y sociedad: tres hipótesis ................ .. ... 41

l. Hipótesis nº 1: la comun_icación, condición de la modernización ........ 42

2. Hipótesis nº 2: la comunicación, apuesta de la sociedad individualista de masas .......................................................................... 45

3. Hipólesis nº 3: la inLeligencia del público 49

Bibliogra[la ............................................... .. .... 53

Capítulo 2. Las contradicciones culturales ... .

l. La comunicación triunfante .............................. r··•

1.1. Las distancias infranqueables

1.2. La sociedad transparente

1.3. La expresión identificada a la comunicación ....

2. Los límites de la comunicación ................... .

2. l. La experiencia de la comunicación directa

2.2. No hay comunicación sin incomunicación ..

......... 55

............ 56

....... 56

... : .... 58

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.... 62

...... 64

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Dominique \Vohon

Londres, 1980. Meunicr, J.-P. y Paraya, D., lntnnluction cmx théorics de I<! conununicalinn D" r. , , "'' k

Université, Bruselas, 1993. ~e· l\liege, B., La Socii:té conquisc ¡Mr !a comnn1nicatio11, PUG, Grenoblc, 1989. i\fo1es, A., Théotic structura!c de la communication ele !a société, i\lasson, Pmis, 1986 .: : Morin, E., "Les intellectuels et la culture de masse", Communications, nº 5, 1965 · Neve u, E., Une socit'té de comnnmirntfon?, Montchrestien, col. "Clefs", París, 1991, · Padiole;1u,J .-G., Sociologie de l'i1~fo1111arion, "Textes fondamentaux", L·wousse:, Paris 19• Passeron,J.-C., Le Raisonnement sociologil¡uc, Nathan, París, 1991. ' rl

Sapir, E., Anthropologie, Seuil (trad.), París, 1967. Silbermann, A., Conununirntion de massc. Elémen!.'i de sociologic empirit¡ue, Hach~i:t

París, 1981. · Stourdze, Y., Pour une poignée d'elcctrons, Fayard, París, 1988. Thibault-Lauhm, A.-M., ~Inwgc de la sociétt contcmporaine, Denoél, París, 1971. Vé.ron, E., La Semiosis sociale, PUF, Parfs, 1988. Winkin, Y., Anthropologie de la communtcation: de la théorie cm ti:rrain, De Boeck Unh,:;:.

sité, Bruselas, 1996. \-Vinkin, Y., LaN011ve!lc Communication, Seuil, París, 1981.

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_segunda Parte Televisión, el vínculo social

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Introducción . . El vinculo social de la sociedad individualista de masas

. hisLoria contemporánea asistió a la sucesión de ~os ruptl~ras_ ~adi-

. ok7'q;,e · p,;sieron en. el _ce,11trc,_de_ a_t~nción la pro~!emática del _víncul,f ') ~- _ ~I Encl Rlano soc10log1co, el srng1m1ento de la soetedad de masas , '"

1'1. d . l d l . l XIX . l . · ·. -- I· re\·olución in ustna e sigo t t y sus consecuencias: e creci-

,,,n ,\ 0,, I" clase obrera, de la población urbana y la llegada tardía, ,; m1~nto " '' -~- 1

'1,, ués de las dos guerras mundiales y de numerosas luchas, de la socie-

:1~:tck consumo. En el pla~o_ p_olítico, el .surgimiento de lac!emocracia 1·, ·,s•,~ aradas a la conquista del su(rag10 umversal.

Ul 111, •• -, b

EÍ ,~sulwdo es lo que denomino sociedad individualista de masas, donde ~,ih,ibÚ~,il dos _situaciones estructurales, dos Tlormatívas, pero contradicto­r1.1S:-cL1nsLitutivas de nuestra realidad social y política: la valorizació_n del / ·) __ indtridu,1, en nombre de los valores de la filosofía liberal y de la modemi- ' J,i 1a-Y~1!oriz:ación de la mayoría, en nombre de la lucha po1ítica en favor _ -. de hi Jgu:ddad. La economía aseguró el pasaje de una a otra, al agrandar sin · ,:es.ir lt1s mercados, hasta la instauración de la sociedad de consumo de itusas, en la que encontramos las 4~~--0i_n!e_nsi<:,!1es: elec~ión individual y ¡'rl1ducción en masa, Estamos obligados, como lo· expliqué precedente­;nc~Hl', a t~alar con estas dos dimensiones antinómicas: el indivídtw y la 11;,NI, rny;1 coexistencia trastornó los equilibrios socioculturales anteriores.

L.1 crisis del vínculo social resulta de la dificultad de encontrar un nUL'\'t1 c~-¡uÜibrio. Los víl1clllos primarios, ligados a la familia, la aldea y la ¡1r\1fcsil111, desaparecieron, y los vínculos sociales ligados a las solidarida­Jcs de cl.iscs y ele pertenencia religiosa y social se debilitaron. El resulta­.!(1 es qu! ;10 hay gran relación entre la masa y el individuo, entre d númcrn ~· bs personas. Pocos vínculÜs perdufan. Es en este contexto de .1u~i:nL·1.1 de relevos socio-culturales entre el nivel de la experiencia incli-·, 1Ju,1l y d de la escala colectiva que se si Lúa el interés por la televisión. Ufn:cc just~Hnente un Yínculo estructurante entre estas escalas y espacios. ·

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Dl1minique \VollOn

Pero volvamos brevemente a la crisis del vínculo social ligad:1 a 1 _ contrndicciones de la sociedad individual de masas. Ninguna refere ~~ unitaria que, ayer,_ organizaba el espacio silnbólico de n~1estras soci:: . des es ~n la_ actualidad estable. :or todas_ partes r:~don:man cuali<lade~ contrad1ctonas cuya consecuencia es un cierto cleb1htam1ento de \as r 1 ·., ciones sociales. Existe, lo hemos visto, el par in_dividuo-masa, con fin::: dades evidentemente contrad1ctonas; la opos1c10n 1gualdacl-jerarqú¡/ donde la existencia de la igualdad no excluye en absoluto la realidad d' una sociedad bastante inmóvil y jerárquica; el conflicto apertura-e¡· ' ' errt ligado al hecho de que la apertura y la comunicación se vuelven las r f e,. rencias de una s~c:ie_clad __ carente de u_11__grat1_p_ro)'<ee_to desde la calda de' ideal comunista; el desfasaje entre la elevación general del nivel de le,; conocimientos y la realidad masiva de un desempleo descalificante ... L; importante en un contexto de fragmentación de las estructuras fami\fa~ res, de desequilibrios vinculados a los movimientos de emancipación,, las mujeres, de crisis de los modelos del trabajo donde las identidad,, campesinas y obreras desaparecieron en beneficio de un sector tercian¡ proteifonne, de dificuhacle_s de hacer del medio urbano un marco·d, vida aceptable... -- - - --- - ----

El tributo_alahbiert_ad srpggó_@1y car(), com_()_se__pagó caro el a_dven,. miento de la sociedad de_ masas, en nombre_dr la_igualdad. Mutacione; tanto más difíciles de integrar cuanto que, además, I;s- ciudadanos~ proyectan, gracias a los medios, hacia el mundo exterior. Cada uno desd, ·su cocina o desde su comedor da la vuelta al mundo varias veces al dt con la televisión. Y para perfeccionar el paisaje, no olvidemos que tS\l

afirmación de los derechos del individuo está acompañada por un reclu­zo a las jerarquías, a los códigos y a las regla~ impuestas por las diversa; instituciones que son la familia, la escuela, las Fuerzas Armadas, la lgk_­sia ... Todos somos libres, aunque el resultado es el de una discreta pew obsesiva soledad, lo que explica la importancia creciente de la problemi·

tica del vínculo social. Mi hipótesis, desde hace unos cuantos años, es que la unidad teón·

ca de 1a televisión se sitúa en relación con esta cuestión. Esto se ve, pt·: otra parte, en la utilización de la palabra. Cuando hace una quincen, de años yo hablaba acerca de la televisión, en el mejor de los casos~ consideraba una idea original, pero se pensaba, sobre todo, que oc.u· parse del vínculo social era menos importante que criticar la domiM· ción impuesta por la televisión, en calidad de la cultura de masos. Ec las ciencias sociaJes, no éramos muy nun1erosos p3.ra esa época, quie­nes utilizábamos el vocabulario del vínculo social, proveniente del~

10}

Pcns:tr la comunic,idón

primeros trabajos de la sociología y la antropología de comienzos del

sigl<>. . , . . Luego todo cambw. L~ v10lenc1a de las fracturas sociales ligadas a la

•sis colocó esta problemanca en el centro de la sociedad y de la política. en 1 d. . 1 . Al punto que ,oy en 1a, erroneamente, toe o el mundo habla de vínculo

·ial a propósito de todo. El abuso de la palabra no impide el interés _ :dal de esta cuestión por lo demás muy compleja. --c¡J

L, t~!,,_~n es_ actualmente u_ri()_ ~e_los_ p_rit1_cipales vlnculos sociales· 1,J;r, ,.1 de la sociedad md1v1dual de _mas_as_. Es, también, una figura de este vín-

- cu\os,;;,ial. Como lo dije frecuentemente, la televisión es la única activi­dad cbm¡iartida por to_da~las cl_ase_s_sociales y todas las clases deeaad .. lo

9-liC-é0-[1stituye, así, un ~~~-~~~~~~.~-!g_dQ:>.l<?_s __ !I!i~ios. Esto no impid~, ~in

embargo, una crítica empírica de lo que es la televisión. Pero es a la medida de esta ambición y de este papel antropológico que resulta posible criticar­fa. A condición de no mezclm los dos niveles, el teórico y el empírico.

Distinguir los dos planos es esencial y permite comprender lo que me ::-cparn, en úluma instancia, de los trabajos de la escuela de Frankfurt -:"' P:uil · ella, la instru!nentalización de la comunicació_n_ ·en -la~ relacione~ ·: -r~ ¡

cconó1~li,cas y de poder del sistema capitalista le -~~e~_pe_r_9-_er todo valor normativo, lo que implica que sea parte de los aparatos ideológicos de

_ do~_1i~ad~n. Sin negar esta dimensión, todavía más visible hoy que hace cincuenta años, con la internacionalización de las industrias de la comu­mc.H.'.it'm, estoy en d.~~ac~_er~o c_9n la hipótesis que intenta instrumenta-

- hm definitivamente la comunicación y la despoja de cualquier otra di--mensión. No ~b~tante, esta te:is tiene muchÜ éxito, porque es radical y carece de amb1guedad. Lamentablemente, la paradoja de las ciencias so- 1 rnles, de manera inevitable ciencias de la complejidad y del matiz es no tener éxito más que a condición de ser "radicales", como si el radic~lismo y la \'erdad fuesen sinónimos... '-

. ~in L'mbargo, en el siglo XX se dijeron y cometieron tantos errores trag1rns en nombre de sucesivos radicalismos que este vínculo, siempre dudoso, entre la verdad y el radicalismo debió ponerse en duda. Seduce '~º obstante, induso en los ·trabajos que se ocupan de la comunicación' f:~ gran progreso epistemológico en la,s ciencias sociales tendrá lugar ei <~la en que se admita.que b exigencia crítica no es sinónimo de discursos \ 10!cmos )' rntast -, [" · el 1 • , < 1 o 1cos, m e conc us10nes dicotómicas y radicales y queen! · · < • _ as c1cnc1as sociales la verdad no es sinónimo de radicalismo -Por que hacer esta d. - · · 7 p · l t ·I .· . . • igieSt0n. arque, desde hace muchos ml.os la tesis de la

e: e, isinn como víncul · 1 · · 1 ' ' 1 1

o socia es cnttcac a por quienes no la encuentran o l.lstante radic·1l 1 1 ' ' • , por o tanto, no o bastante ''justa", como si fuera

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Dominique. \Vohon

necesario ser lo más hostil posible hacia la tele,·isión parn estar cerca de

la verdad. Me parece, en cambio, que los sucesos en Europa, luego de unos

quince años en los que se vio a la televisi?1: atrapada en el derroche de dinero en el Audimat y en \a aventura pnvad::t, conducen progresi\'a_. _ mente 'a prácticas que ilustran la hipótesis del papel de los medios tnas¡. :

vos como vinculo social. ' ! Naturalmente, no se trata de afirmar que la televisión "haga" el vincu.

lo s·ocial -sería caer en un determinismo tecnológico que por otra partt: .. rechazo-, sino más bien que, en un P~!_tC?0~ _ ~~. profu~dAS_!~P~_!?S Sl_i. :

· les y culturale_ s sigue siendo uno de los vínculos soc>ales de la modeT­crn , ---nidad. No· es el único, y seguramente se desarrollarán otros; peróel'h,.

/ _,

cho de que no sea el único no nos impide recordar su papel, .que ,, volvió tanto más importante debido a su visibilidad y populandad. Cor.. tribuye a ese "sentido", tan difícil de establecer, _de las sodedades mod¡¡.­nas. Por otra parte, decir que la televisión contnbuye ~~ vinculo soc1al n,:~

remite en primera instancia a la técnica, como ya lo d1Je frecuen_tememt. sino al estatus de la sociedadJnrJiv~dual1st~A_E:_ ~asa~, es decir, '.1 um mezcla de individualisn~o,-de libertad y de igualdad. En relación COC;

este t,iángulo-de la modernidad, especie de estructura antropológica de!, . ;/ sociedad, la televisión desempeña su papel. Dicho de otro modo, prnr,.,

lo social y no--ia -téCnica.- .

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La fuerza de la televisión es constituir es~e vínculo social y represcn!t11-lo. Retomando la hipótesis de E. Durkheiin- sobre la religión, se podru casi decir que la televisión es una de las formas elementales de lo social Aunque numerosas ·pricticas sociales contribuyen al vínculo social, pm--­sin visibilidad, el interés de la televisión es representarlo, de manrn visible para todos. Y en este nivel de visibilidad y de representación,": existen muchas otras actividades sociales y culturales tan tra~svers~b como la televisión. ¿No es ésta, junto con la meteorologftl, la úmca acun: dad realmente compartida por todas las clases sociales y todas las edad_" Es debido a este papel social de la televisión que critico el discurso entusL1'· ta demasiado técnico, que rodea a la televisión temática, presentada con::• el' futuro de 1a televisión. Una postura ele este tipo confupde justamente u dimensión social y la dimensión técnica, y reduce la televisión a la segu_nd~

El problema no es la existencia de la televisión temática, un fenom:: no clásico de segn1entadón de los mercados. El problema se plantea cu,mu., esta evolución, hecha posible por la técnica, se presenta c;:omo un pwgr~· so en relación cOn la problemálica de la televisión generalista. Caem\:

entonces en la ideología técnica.

10+

Pensar h, conrnnlc;1eión

, Rcn)rclar el papel de los medios generalistas, en relación con el vín­, -~ukl social, es entonces 1:~ubi.c.~ar 10- cuestión de la co1111rnicai..)ó11 dentro del marca

· · . I. (lnd__lcorfri de la sociedad. La posición en favor de los medios generalistas /;~-"~{{ primer lugar, la réspuesta a la si,?uiente pregunta: ¿cómo establecer <:· ·ttlos utilizando los medios generalistas públicos o privados en el v1n~ , ' .:'•no. de sociedades en las que las fracturas y. exclusiones sociales son

· / : t ,t:.1 y ¡·cómo establecer vínculos, utilizando· los medios nacionales . tucr 1.;_,. • • ,

l·t· sociedades abiertas donde la ideología de la "comunicación mun­i:n ,::,

l 1, clirectamente isomórfica con los intereses de las multinacionales l ],\ -, '

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t:Stabiliza todavía más las identidades nacionales, y provoca en los p.ti,« del Sur una profunda cólera contra los países ricos del Norte? He .,qui hl doble apuesta esencrnl_ de la relac10n entre_ una teoría d_e los medios ,,cncr;,listas y la problemat1ca del vmculo social. La cuestión no es la

· ;pcrtur.t ni mundo, ya ampliamente asegurada durante medio siglo, y \·t::;ihle hoy en la econom1a mundiahsta de los grupos de comunicacio­!k'5. Ella se encuentra en la investigación de los medios que permiten rcfl,r:.lf h cohesión social en el interior de las sociedades y continuar ofre­cic11cfo, con[orme al modelo de la democracia, una posibilidad de infor­m.ir:--1..\ de. cultivarse y de divertirse a escala de la gran mayoría; y a nivel mumli,11. asegurar una reglamentación para evitar que esta 1nundializa-1.w_J\ ~ic las comunicaciones conduzca, debido a una nueva ley de la

1unghl: ni fortalecimiento de los más poderosos y los más ricos. La conexión entre el vínculo social y los medios generalistas se en­

,:Ul'!llr:1 del lado de lo normativo, es decir, de la referencia a lo universal, mientras que la adhesión a los medios temáticos, aparentemente más .1d:tptados a las demandas del público, es, en realidad, compatible con

--una t1:1)ría de la soci~dad que acepta fracturas, desigualdades y segmenta­c11mcs. El punto de articulación entre las diferentes concepciones de la \ l ¡ tdcvisión }' las teoríc1s ele la sociedad concierne a la !~_<J_t~_ealeza del público.·· I\~~ _t_c!?.rü1s se oponen.

l'na;Hsocia la l'ealidCld de lo_s_p11\JHCJ);; de Ja cu_estión teórica del públi­-ú1.cn general. Según la otra, el público es la suma de los Audimat. 1 Por un l,tdci, la problemática del público, com-;;-~1 de la-televi;ió;,,- r~~ite a una teoría de las relaciones entre la com1.1nicación y la sociedad. Por· el ntrn, l'St,:l ligada en primer lugar a las reaJida_d_es del me1.cado y se res_urne en llttl l~giéa económica y cuantitatiya_. Estamos frente a dos teoríaS: -;;;; qt'.e rincula la comunicación y fa s-ociedad, y otra que considera la selec­cinn del público como la mejor de las teor(as. Dos filosofías de la comu-

.. \udmut: ,Htebcto que permite medir la audiencia de los cannles de televisión. (N. de T).

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Dominique \Volton

nicación y, en última instancia, dos conce~ciones de la s~ciedad. ¿Por qué no? Pero a condición de situar el amagomsmo en su prop10 nivel ll'óri(

y de no extraviarse en categorías económicas o cuestiones de tecnologia. CI

En este sentido, no hay teoría de la comunicación sin una teoría irn'.·. plicita o explícita de la sociedad. Y, si deseara ser polémico, <liria qu, existe una perfecta compatibilidad entre una sociedad organizada sobre \a base del modelo de lo "políticamente correcto", donde cohabitan sa­bia, democrática y representativamente todas las comunidades, en un., indiferencia general mutua, y una sociedad que se apoya en una teona de medios fragmentados, donde cada individuo y cada comunidad dis­pondría de sus medios, para encerrarse mullidamente en ellos.

Por este motivo cualquier organización de la televisión, al igual qu, de la radio, remite a una teoría de la sociedad. Por esto, también, 1, valorización de los medios generalistas remite a una cierta exigencia cu[. tura\ y democrática. Por esto, finalmente, toda defensa de la televisión generalista es inseparable de una defensa de la televisión pública y, en e! futuro, del mantenimiento de un sistema mixto equilibrndo, público-pri­vado. El sistema es, por otro lado, la gran originalidad de Europa, d,: cual debería estar orgulloso, en lugar de dudar de él, en un momento er, el que enfrenta la inmensa batalla de la desregulación.

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Capítulo 4 -_ Televisión generalist_a_y_ t~Q:ría_ de la

sC>t:i~_d;1d

Desde hace bastante tiempo, defie_11do_latesis según la cual la televi­sión generalista es el med_io_ más adaptado a la heterogeneidad s~cial-de ht ·sociedad individualista de masas._' Antes de desarrollar esta posición, deseo recordar que con anterioridad a ella la radio desempeñaba -y aún

_ 1c, hace en forma muy amplia- ese mismo papel. lncluso, lo desempeña n,Js que la televisión: dado que no se encuentra entorpecida por la ima­,cn, suscita menos la voluntad de control por parte de las diversas auto­nd,idcs y, sobre todo, transmite lo que está en el centro de toda comuni­c.1ción y, podríamos decir, de toda experiencia humana: el sonido de \a H'Z- Como suelo decir, la radio es probablemente el gran medio del siglo XX. el m,ís próximo al hombre y a todos sus combates por la libertad. El .in,ilisis centrado aquí en la televisión no debe, entonces, hacer olvidar el p.1pel crucial de la radio en cualquier problemática del vínculo social y,

_ m,1s ampliamente, en toda antropología de la comunicación. r',-,

__ Pero, volvamos a la televisión. ¿Por qué está adaptada a la sociedad -: ,ndil"idualista de masas? P_grque esta forma de sociedadsecaracteriza por . un;l comu~icación débil_ E;ntr.e)Qs <:;?tratos sociales. - · ·- - --

Ciertamente todos somos libre.S, pero, en ñuesúo espacio. Las relacio­nes sociales, a pesar de la visibilidad asegurada por los medios, siguen ""'do jerárquicas y la cohabitación entre los medios socioculturales ~li.ficil. Lo ~á_s arduo es la integración de las comunidades extranjeras'. lolo la telev1s1ón generalista es apta para ofrecer a la vez una igualdad de .icccso, fundamento del modelo democrático, y una diversidad de pro­·;"1mas que p_ueda reflejar la heterogeneidad social y cultural. L~ progra­

n.tu~.11 permite encontrar los elementos indispensables del "ser en con­JUnto · Constituye un~ escuela de tolerancia, en_ el sentido de que todos

:JrJ nü5 detalles sobre la te_oria de la televisión, véase Elogc du grand public une 1/Ji!mie ,,,rr~:ii· de la lt:/i.:vision, Flammmion, 1990. '

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, .tercera parte · cornunicación y democracia

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·_) .. _ _:__,

Introducción No hay democracia sin comunicación

Es mejor decirlo en seguida: la Comunicación no es la perversión de la democracia sino la ct_:mdiciótLde _su funcionamiento. No hay democra­cia de~asas sin comunicación, y por ésta debe entenderse no sólo los medios y las encuestas, sino también el modelo cultural favorable al in­tercambio entre las élites, los dirigentes y los ciudadanos. Desde esta perspectiva, los me.Q!o_s y las .~!?cuestas son a la vez los __ it:~~~ument?S _da­dos a los ciudadanos para comprender _el mundo y la concretización de 1os·Yalores de la comunicación, inchsociab-Ies de-1a democracia de masas.

Pero debemos ir más lejos: ¿qué sería de nuestras sociedades comple­jos, en las que los ciudadanos están alejados de los centros de decisión política y económica, algunos de los cuales se encuentran en países leja­nos, si no tuviesen los medios para comunicarse e informarse sobre el mundo? Encontramos siempre esta doble dimensión de la comunica­ción. A la vez normativa, indisociable del paradigma democrático, y fun­cional, el único modo de manejar las sociedades complejas. Hoy todo es complicado y lejano, y no siempre se percibe que el modelo normativo -de la comunicación y las- diversas herramientas que lo instrumentan son también la manera de reducir las distancias entre dirigentes y dirigidos.

Dicho de otro modo, aunque la simplificación de la realidad y la pcrs_9_nalización, que son leyes de hierro de la Comunicación, suscitan l1Js inconvenienLeS bien conocidos~ son también él medio dado a los ciu­<ladanos para acceder a la comprensión de una realidad social, cultural, ~conómica y política complicada. la comunicación de masas, con sus ·:cntajas e inconvenientes, es inseparable del módelo de la democracia de :1t1sJs que mezcla dimensiones funcionales y normativas. En el mismo •A1íritu, ¿bs críticas justificadas acerca de la racionáliZ.ación operada por lns medios, las .encuestas, la comunicación política y el marketing no -li.:berian también ser matizadas por este hecho:· no son el precio que se J~be pagar por establecer un vínculo entre las realidades y los medios, ~

111 ninguna relación unos con otros? Sólo la comunicación permite hoy

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Dorninique \\lo!ton

una cierta visibilidad entre la base y la cima. Ser cotnprenclido por¡ ; . el mundo tiene un precio: la snnphí1cac10n y la racLOnali:aciói1. ·_; :~º :

Volvemos a encontrar aquí el fuerte vinculo existente entre la cO ·¡ '. :

1 l . ··dlºdd E· 1 ntun,·· caci.ón ?' ª. ~'ª onzac10n e C.lll ~ ano. st.~ :'_me~_? __ est~L!~Lu_ral entre'·:,_·: comumcac1011 y la democracia uene tamb1en un papel respecLo d 6

grandes cuestiones de nuestras sociedades individualistas de masas. '.de\ La primera cuestión concierne a la crisis del lll?~lelQAein_t_e_rcan1_Qiofnt

subjetivo. Ya dije bastante acerca de los límites de la comunicación méd':· tizada en relación con el conjunto de una problemática de la comu '.:·

1 dl "ldd n,"~ ción para recordar que, en e contexto e as so e a es organizadas' ,1.

nuestras sociedades, a pesar de que los medios no aportan una soluc1i;: suficiente, constituyen de todas maneras una solución parcial. Aune'..', la comunicación mediatizada no resuelve la faha de comunicación ¡

01~-~:

subjetiva, al menos evita un alejamiento todavía mayor entre la escala¿,:-­individuo y la de la sociedad. Lo mismo ocurre para la otra contra<l:i ción: el desfasaje entre el conocimiento y la acción. El ciudadano O(~:.

dental es, corno dije frecuentemente, u~1 e11_a1JO f-11 materia de- acCióiÍ·~ ~­glgallteen mate1ia de üifonnación, en el sentido de que en medio siglo.Jr.-.. plió cé,nsiderablemente su percepción del mundo, sin poder an1pli.ir ,, un modo proporcional su capacidad de acción. Pero al menos esla sobri:. información tiene la ventaja de darle al ciudadano occidental -el úm(.

que accede libremente a toda la información~ la sensación de estar má¡:

menos al tanto de los problemas esenciales. La situación sería peor sir~:: ciudadano no sólo no pudiese actuar, sino que estuviese, además, aisb._ do del mundo. Tiendo a dar vuelta a la crítica hecha frecuentememi: con justa razón, contra el lugar de la comunicación en nuestras socfok des. No, la comunicación no resuelve las dos contradicciones, cuyas_CJ~. sas son por otra parte totalmente externas a ella, pero al menos ev.ita q1;~

el ciudadano esté aún más perdido )' dominado. La segunda cuestión concierne a la 1.?_b\e __ crisis _q~1e atraviesan _b_,

democracias de masas: la de la representación y la de la soberanía. En le,

d~s ~asos,-la comunicación relativiza sus efectos negativos. ¿Qll(rc¡fü•· sentación de las fuerzas sociales, ideológicas y culturales garantiz,u.; partir del momento en que las mutaciones económicas y sociales dc~lr~• yeron, en n1edio siglo, los criterios de representación social? Tanto n;,.,. cuanto que el 'fin de la división Este-Oeste suprimió el eje princip,1 ce relación con el cual se hacía la representatividad politica. ¡Cuál es, resultado? Ya no se distinguen muy bien los criterios que estructuran\;: representaciones sociales de nuestras sociedades, ni los criterios idcli!,·• gicos sobre los cuales asentar la representatividad política, ya que wJ.::

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;-:¡.-:,, -_ , _'/ 1 i · ;-- _ ,11,•tiGlS son favorables al cambio y a la modernidad ... La . 1·- r .,~·1~ r .r.J': .~J;·h~ soberanía cot~cierne, en cambio, a \~ rela~ión ele las socieda­

_,L_( Jfl51 d exterior. ¿Que q\teda de la soberama nactonal en las econo-JJL}~'.c~;crdcpendicntes en la~ que _do~1in~ un mod_elo de socied.a~ abier­j1,:.n1l.l5 , •,sis de la soberama esta dnectarnente hgada a la cns1s de la I'; :·_, Esta Lr- .. i }•'· : 'd· 1 nocional, pnnc1palmente en Europa. .

.,1,. 1dcnt1 ·" 1 · · - · r 1 · d ir :; ,_- E~ !(15 dos cnsos, a comumc~c10n, sm o recer una so uoón e reem--:_,__ ·:- -- ··núJ \os aspectos negattvos. Aunque estos modelos normativos ,. , pJszo, ate . . . \ ¡ : 1111·c·ª, ción son imperfectos, constttu)ren un modo de establecer

,-::. i de conn ,, . . . . · . ,: culo entre la escala del mdtviduo y la del mundo exterior. Pero un "n · d 1 · · · 1 d d

b r ,,,r el p~1pel normativo e a comumcacwn en a socie a indivi-~\I f:t)•• . _ } . · • 1. 1-..,-dc nwsas supone 1r mas eJOS, porque el fenómeno es demasiado dU,1 IS,, . . . . •r,,,ne para no ser, a su vez, perverudo por su prop1a ambivalencia. nrote1 L · \-::.:e quiere evitar que la dimensión, en última instancia favorable, de los · ·l , . -,-. de las encuestas se transforme a su vez en una tiranía es nece-•nn 1l ::- , ' ' 1, c·,1nqruir los conceptos que permiten limitar su efecto negativo Por-,n v '" . .

~u{nad:i garantiza a prio1i ~ué .1:1edios y encuestas ~eguirán siendo, en un., cllmomía de la comumcac10n en plena expansión, los mensajeros Jt' i.~- inkinrn1ción y de la opinión que fueron en la teoría democrática ... 1.,,5 dcs\'los observados desde hace una veintena de años con la hiperme­J,,,u:ac1ón de la realidad y la influencia de las encuestas obligan a un :r.,b.tjo de "estrechamiento teórico".

El primer concepto que debemos vo1ver a examinar es el de espacio p:Mrco._ del que ya muchas veces enuncié su papel esencial para la demo­,:"r.1e1a de masas. Su pape1 amnenta al asegurar la transición entre la so­.,,,bd civil y la sociedad política, en la medida en que la mayoría de los

:,roblemos de la sociedad ocurren en el espacio público y se discuten :,1ntrndictoriamente. Si se quiere evitar una ampliación infinita de este t'''l?•'dº público, es necesario limitarlo. Para ser c1aro, el riesgo es que el .,,,abubrio y las dicotomías políticas invadan todo el espacio público y

_·< rnclvsn el único modo de aprehensión de la realidad. Para conjurar _•:~l.l unidimensionalización, es necesario mantener las distancias entre las - Jn't.'rs,1s referencias necesarias, culturales, simbólicas, religiosas o estéti­

,_.1s. sin las ¡uales no existe funcionamiento ele una sociedad, a Jortiori ,:t'nk1crática.

Ocurre lo mismo con el otro concepto central, el de la comunicación · ;','!1!lúl, donde observamos el mismo fenómeno. La extensión ele la lóaica :-,i!Jlica a tod_as las esferas ele la sociedad acrecienta mecánicament: el :\

1Pd tlc la comunicación política, pero con el riesgo de hacer de ella un ¡ \-r,iitneno totalmente proteiíorrne, sin ninguna capacidad discriminato-

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Ül)[lliniquc \\'olton

A . también, ~s necesario un trabajo leó. ria )' sin efecto estructurant~ .. -~md los criterios de validez si se quiere

' .· . . , de def1mc10n e . . . rico ele restl 1cct0n ) . de l" comumcac10n. · · ormanva .. , . conservar la funcion 11 E . er lugar el de una econo1111a gene-. , Es doble n pnm ' .

l·Cuál es el nesgo. . . · 1 restricciones de cualqmer comun;. • - · 11 relacwn con as . . .

ral di la exprcswn, 51 ' ·¡·b . [avor de la expres10n se arnesgaria · . . El deseqm I no en ' b

cación autentrca. . . 1 lógica del experto, que, en nom rt , f por reacc10n, a a l l d

entonces a avorecer, loca por encima de as eyes e la . y saberes, se co , d ¡ ..

de las competencias p t o lado el triunfo e una og1ca de . d las leyes or o r , l .

política y de casi to as d d. l piniones puede reforzar a idea de . de la igualda e as o . d ...

la expresión Y ' . denominada democracw e op1111011 o " f ma de democracia, ·¿ l . 1 una "nueva or ' . . en la caída de las 1 eo ogias y en ,1

1 'b!' Esta al apoymse ' d ¡ d democracia de P" ,co. ' . ll á a promover un mo e o e de-l tos de vista, egar, . . d 1

igualación de os pun . . ntrado en la expres10n e as mocracia política pnnc1palrnente ce

opiniones. . · ¿ 1 nteo un vínculo normativo entr~-Si, fiel a las hipótesis de partl a, p: condición de definir de maner.i

. . la democracia, es . . . ¡· la comunicacwn Y . . blico y de \a comumcac1on po I· ' ¡ del espacio pu más rigurosa los pape es_ .. · . . dispensables para pensar y m.1-

l ientas teoucJs 1n d tica que son las 1erram b', n la condición para recor ,1r

' , . d masas Es tam ie r· ne3·ar la democracia e , . , . . tal vez manejar más pací IC\·

l omunicacron permne, ' , -que, aunque\ ~ c de fuerzas, no las suprime. mente las re ac10nes

154

Capítulo 7 ''>;

~ El triángulo infernal: periodistas, políticos y opinión pública

El triunfo de la comunicación desestabilizó la relación de fuerzas ,sistente entre las lógicas de la información, de la opinión pública y de ti ,JCción o, más bien, cambió su forma. Ayer era la lógica de! poder la 011 , resistía el contrapeso de la información y del público. Hoy es la

- l,'mnipresencia de la comunicación y de la opinión pública la que deses­pbi!iza una lógica política menos arrogante.

L Los elementos del desequilibrio

l) Aunque no hay política sin comunicación, hoy asistimos a la inver­)ii111 ele la relación: la comunicación predomina sobre fo política en detri­mento de los políticos, así debilitados. ¿Cuál es su situación'

L,>s_ políticos 'de los países occidentales son elegidos por un cono placó y poseen un margen de maniobra débil en sociedades burocráticas donde la soberanía nacional se encuentra fuerten1ente disminuida por Europa y la mundialización. No obstante, deben dar la sensación de que saben a dónde van y que miran el largo plazo. Sin gran capacidad de -~~dlln, están, sin embargo, obligados a producir la impresión inversa de dominar el futuro, aunque la mayor parte de ellos saben que en cinco :1nos 110 estarán en el poder (en todo caso, no en los mismos puestos) .. La radio_y la televisión, al forzarlos a responder rápidamente, sin cierna- ' ,1,1do parloi,eo, aceleran su relativo descrédito, ya que el público ve, du­r;1111e el lapso, que no tienen gran cosa que proponer. Enfrentan la si- (_ ~111e111e contradicción: los medios son necesarios para valorizar su ac- ). c1on, pero al mismo tiempo ponen de relieve la debilidad de su margen ¡ J( m,1niobrn.,. Además, el político sufre la presión de los acontecimien-r\1S r Li del séquito de periodistas. Ésios encuentran, en el comentario <liariu, significaciones escondidas en estrategias improbables y ponen fü-

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cilrnenle en duda la capacidad de acción de los polílicos, que es¡. · . . 1 . d. l an en.

tonces ob\igados a correr de las em1s1ones e e ta 10 a os estud· . ios d· televisión para responder a los rumores, confirmar algunos, desinen ,~ otros, distinguirse de los competidores, construir su propia lmageri

111

d l . .. d · d f ' ~,,. ver el fuLUro y no ar a sensac10n e ser mcapaces e en renlar el .

sente. Difícil, en estas condiciones, no ver que el rey frecuemementé P:c; l ·· 'd . l . l u, desnudo ... ¡Luego de una e ecc10n pres1 encrn, por eJemp o, "se" ~on,-_·

dern que todo se juega en el primer afio y "se" concede seis meses-a~~ -Primer Ministro para dar prueba de sus aptitudes! En cuamo a los in ,: '

d lna,

tras ,·cuántos de ellos consiguen no hacerse olvi ar y provocan un , 1. ' Ü{;"

respeto, Los alcaldes de las grandes ciudades o los presidentes de cons,,. jos regionales no están en una mejor ~ituación: sólo ~xisten locahnente, .. ; deben emprender un agotador recorrido de combatiente para salir de,, región y de los medios locales y hacerse notar a nivel nacional. La sm;;~ ción es comparable en todos los países democráticos. Debería hacc:i:· hoy una verdadera sociología del hombre político, aplastado por I,¡ c. municación triunfante. Pero no se debe contar para ello con la ayud.1 .:: los responsables políticos, ellos no se atreven a decir la verdad, ni de'.·: periodistas, que no están dispuestos a reconocer que, muy a rnenudi'. '.

situación se ha invertido a su favor. La presión de la i_nf9rmación y de lo~ ac~~1~e-~il!!ienlos es~\ qui'.;

actor se-aesestabiliza. La imagen y la información lo traspasan. NL, ~:: juzga a un político sólo por su capacidad de acción, porque la polillCL, también la gestión de un espacio simbólico y una mezcla hábil y com¡ .. cada de símbolos y de acción. Pero, ¿desde cuándo e! predominio de lo si111l,i:. es pe,judicial para la capacidad de acción del politíco? Desde que el dcsf.is, entre la velocidad de_ la información y la lentitud de la acción crc,1 ,,,

malestar que el cil.ldadaño,¡oercibe perfectcmente. Aunque no _ _desr.1 ~: engañado por los polúicos, tampoco desea ver directamente su ack­dad. ¿Por qué' Porque la débil capacidad_ de acción del hombre püb!L y su debilidad cfesestabilizan también al ciudadano. Aquí la s.iru e·._ encuestas continúa la obra de desestabilización de la información. A\"'· tir de una imagen, positiva o negativa, cuya diferencia se debe a m~m:~ un poco a cualquier cosa, pero 1en mucho al papel de las élites, que j;1r.>

dejan de tener una opinión definitiva y autorizada sobre todo lo b;1b:~ · y por haber, los políticos son asediados por los "barómetros" y las c,·,llt> dones de popularidad. Como un yo-yo. Y como bs encuestas son (l,:::_,

nuan1ente comentadas por los 1nedios -que por otro lado son ll1s q~-: muy frecuentemente, las encargan-, los poHlicos están bajo una r~n/ sión de cifrJs. ¿Cuál es el resultado? Abus::m del parloteo, según d c..:

156

,--~- cncucstris no Lien~n influenci~ _sobre ellos, y confirman que su única •1 ·relKLIPªción es reahzar un~ acc10n ele_ l~rgo aliento ... Discursos en los

, );'.Pllé n:idie cree, y que acentuan, el sentun1ent·o· de malestar. Tanto es así :' ,9 ,

0 realidad una parte creciente de la uuhzacíón del tiempo ele los

, que e , . . , . , i\iliCos, :1 tra\·es de los med10s, apunta JUStamente a mtentar conjurar la

P'. t' de los barómetros desfavorables ... Aquí los actores tienen una ,,_ suert: . ' ~ ·, · ,nsabilídad, al aceptar que los med10s )' la comunicación sean los

rcSPl ' . . JrbilniS de sus rel~c10nes :on los ctudada_nos_. ¿ Qué hacen cada vez más los politicos? ~o ~~lo confian cad~ vez mas ciegamente en los especialis-

- ::· ¡;l.S en comuntcac10n que, presentandose de forma humilde, se compor-. , ,,

1 realidad corno verdaderos Rasputin; sino que además multiplican

{,\!, t: \.t$ l,pi:::r:iciones de comunicación mediática cada tres o seis meses, inven-¡,mtfo cada vez un estilo nuevo, que maravilla a los medios y los coloca

. 1.k forma creciente en una lógica comunicacional. Sin embargo, ¡no se rt~up1.:rn jmnas un capital político mediante operaciones de comunica­.:wn! Y, ademas, estas emisiones, con efectos sin cesar renovados, se trans­flirm.tn en shows considerados como tales por los medios . .,. Á fuerza de rnuars~ en un territorio que no es el suyo, los políticos pierden la alteri- · ,l.id que les es indispensable.

Est,1111os lejos del esquema ideal del hombre político que se nutre de 1., mí,mnación )' de la opinión pública, evalúa la acción realizada y hace (llJWccr !a jerarquía de problemas que le parecen importantes para el fu1un,. Si tan sólo la realidad se pareciese a esta imagen de EpinaL Los

_ .ic\MCS políticos, a pesar de su fanfarronada, son entonces, en realidad, kis f1tTtktlorcs de esta hipermediatización. En treinta años, sólo un núme­w nn9· pcquello de ellos supo resistir esta situación inédita. Pocos supie­

-wn :lj1ro\'echarse, porque en la duración el público desenmascara bas­t,mte r:ipido a los hombres políticos vueltos especialistas en la comunica­lWll l':-pcctaculo Y no les concede su confianza durante mucho tiempo.

21 l el I" cs1ón c¡11e ey,cen los medros es considerable, pero los peno distas r.iramcntc reconocen esta inversión de la relación de fuerzas a su favor. E!l11s informaran sin cesar de las "dificultades" de relación con las diez 0

IC\111<' personalidades que están en la cumbre del Estado -y que llegan ,.is1 ;1 maneJar su i;elación con la comunicación-, pero callan los casos m,is írccuentes, en los que están, en cambio, en una posición favorable ~t'~pl'Lt~i d_e los olros políticos. Por otro lado, es preciso di'stinguir, entre .ll:) \ll·_nnd1srns, a la pequena minoría que, mediante editoriales, redacto­ft'S-Jl.'!cs, contactos r.egulares con encuestadores y gabinetes asesores, tie­n~· un papel esencial en la propagación de los rumores, de la gran mayo-ru de h c·)r¡) · · - - d

, 1.. 01ac1on, mas mo esta, que no tiene acceso al primer círculo

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Dominique \\!olton

y que sólo viYe de los juic.ios rápid_os y cleíinitiv~s. _il~cluso los considt. rabies frncasos -en Frnncia, por eJemplo, las p1ev1s1ones unánhnes é favor de E. llalladur en contra de J Chirac, "el eterno perdedor'- n dejaron ningún rastro! Seis meses más tarde, todo está olvidado y la ;tº

1 · d r· 1 · 111 mediática yuelve a comenzar a 1msma ron a, irme en as m1smas ce . d 11,.

zas. El poder del periodismo, que consiste en pasar e un suceso a . sin ja~¡;--~f~letlerse, se vuelve aquí un defecto. Y en -esta relaciÓtt fuerzas con los políticos, los _periodistas tienen la en~rme \'entaja der.: enfrentar ninguna sanción. Ciertamente existe la percepción crítica c>-público, pero parece tan lejana... ·

Todo esto debería ser el objeto de una sociología precisa. Lo que so,. . prende, en el contexto actual, es la manera en que, con algunas exceH. ,- ciones(Íos hombres políticos se volvieron humildes. Conscientes de;

débil margen de maniobra y constantemente "iluminados" por los 11',;. dios, están constreñidos a una mayor prudencia, mientras que, a la 1,_.

__ versa, el mundo de la comunicación está mucho más seguro de si misn;.:::_ Por interposición, mejor dicho superposición, de los periódicos, la 1,1,,

y la televisión, el ciudadano no puede permanecer durante mucho tier.i­

po ignorante de los rumores que circulan en "los medios bien intenc!:. nadas" de la comunicación. El resultado es, en todo caso, que los poi,::. cos son terriblemente dependientes de los comentarios de esta nomi::nkb -tura periodística, que tiene sobre la opinión mucho menos influencia t lo que ella cree, pero que, en cambio, tiene mucha influencia sobre k;

dirigentes políticos, fatigados y ansiosos, y sobre el resto de lo que" denomina "élites". En definitiva, sólo una parte muy pequeña de la I'-,. blación vive en este momento bajo la presión de la comunicación, per como se trata del medio próximo al poder y siempre seguro de esu: "adelantado" respecto del resto del país, puede comprenderse el efecF de amplificación de ese proceso_. Frente al hostigamiento mediático, k: políticos son en realidad impotentes, dado que están expuestos a la '"r-­ción de las elecciones, de las que el mundo de la comurncac10n ro con,­ce el rigor. Éste ve, describe, analiza, pero no es responsable.} co1TI1h "riesgo" de los periodistas se llama Audimat y pérdida de lectores,,,:

los empuja al contrario a "exagerar" fl _"h~stigamiento". . . . .J. Resumiendo, es seguro que los penod1stas, grandes benef1cian0Su,

movimiento actual, dehE:rían aflojar la morsa sobre la-clase política, ¡w_:·

que los dos campos no tienen las mismas armas. No se trata de r:dudr .-. función critica indispensable de la p1:ensa, sino de admitir la diferenl-­rndical de realidades. Debe hacerse un aggiornamento, como lo vem_n:: en la cuarta parte, porque el papel de contrnpodcr de la prensa es c~pn.:

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, ¡· ·ión de que no se traspasen ciertos límites. A condición también con< 1' • • ' • " d 1 1-b d J , 1-t prensa acepte ser cnllcaua y no gnte atenta o a a 1 erta de

lit: ~tH:_, ~ada \'eZ que alguien osa poner en tela ele juicio algunos de sus ·prenso P 1 1 . 1 . . . . - t· mientos. or o e emas, a autocnllca no es una pracllca co-

'lln1por ,1 • ~ ·~nlC en la prensa. . ~r~t j) Lti ¡11Jli~c_1_1_c_ia Arlqs _J~IJCL~es.tas no es menos ~~-s-~-~~_ab_ilizante: Cierta­

¡· Fr:.incia es un caso ongmal, porque es la pnmera productora y 1nt•JllC ' ·

- 1·c1orn de encuestas, pero esta tendencia se encuentra en otros •onstllll ' '. J is El problema es simple. Este instrumento complementario de per-

, . 1~1L ~r-i~'in de \a realidad se volvió omnipresente y disminuyó en cierta

: ·'1 ¡· l·i b importancia de los otros enfoques, sobre todo los cualitativos, . '.llt'( J(' e

··onsidcrados ·'menos rigurosos". Sobre todos~ omniprese_~cia h_c}f_~g_lvi-,!Jr d li_n~il_e':principal de la _ef!.C\l_e_st~1: nQ __ g?J~n1Js_la __ exp.resión nmurHl.. de : --~---m-iÓn pública, sino la respuesta de ésta en condiciones muy parti­·::lHés--.i'-una pregunta planteada por quien encargó la encuesta; por esta ~ _ 111 [J respuesta no se inscribe en primer lugar en una lógica de la .J_l ' :nfi,nnación pública.

Dicho ele oLro modo, se considera que las encuestas son mediciones .lt' l,pinión, mientras que en realidad se trata de respuestas sesgadas a :irl\.;unus orientadas, en una dirección que no es verda_deramente infor­l:1.ulra. Pero como las repiten y comentan los periodistas, olvidamos su ( ·. ,:n~t·n. La información de las encuestas debe siempre completarse con .1,n1s dcrnentos y ubicarse en relación con el encargo. Pero esLa contex­:u.1lc1Ción desaparece ni bien los resultados se hacen públicos. Sólo ,¡ul'lbn porcentajes. Estas cifras sintéticas, repetidas sin cesar durante ·m11 __ ~ios o lres días por los medios competidores, dan a una misma en­,U\'.$la tanta repercusión como si se tratase de una batería de encuestas. ,-\~kmús, los medios son ellos mismos fuertes propulsores y con frecuen-. 1.1 se agrupan para financiarlas. El resultado es un efecto amplificado de :.1 cncuesla: como cada medio participó de su financiamiento quiere va-

- ';11i.:t1rsL, para lo cual realiza una difusión muy amplia, lo que a su vez w11cnta aun más el impacto de las cifras.

.--\ pesar ele que el público se mantiene distante y critico respeclo de ·:-!11:> mensajes -como lo ~s también respecto de la información en gene­:Jl-. bs élites y los hombres políticos son, en cambio, muy sensibles a -.-:lns )011 lm diles !as que mds esWn bajo la influencia de las encuestas, aunque J:•¡M1en de otros sistemas de información y fingen, debido a una pre­•\:ttp,1ción constante por 1istinguirse, no estar interesadas en ellas ... Son :_,; di tes bs que, a pesar de sus afirmaciones -y quizá debido a que están :l.'p.1r.1das de la realidad-, ven en eHas, al conLrario, un "buen espejo".

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Dtimlnlquc \Vollon

Las encuesws influencian a las élites, las que a su vez ejercen su ¡ O · cia sobre los políticos, los que, presionados )' fatigados, encuen~ Ue~: ellas una "síntesis de la realidad". an et,

No es este el lugar para una reílexión general sobre la difícil cu • ... : de las relaciones entre la opinión pública, las encuestas, el fun:t0

~.-, ,­

miento del espacio público y la comunicación política; no se trat ona.

d ·· l · 'dl ª''"'· poco e :nt1car a ex1st~ncia e as encuestas, q_ue, por su carácter Püh:i .. -co contnbuyen-~ una cierta apertura de la sociedad. El probJ<:rn, su,,, del descc¡uililnio a,ctu~]_pac1do. d~ su mnn_1p_r_~s-~~crn, que transmite ; · represenfación muy particular -de la realidad_, ruidos_ai11ente transn,¡~~'. por los medios, y que acentúa esta presión cuyas consecueñcias sobre ic:~­políticos es difícil determinar. Simplemente a fuerza de reaccion:1.r 3 b; encuestas, éstas reproducen su lógica y acentúan así el papel de e,· .. espejo muy particular de la realidad. El d,esec¡tti_librio creado por¡;; enc~~s~_~s es mucho más claro debi~_o a que e_l ~-~~-?W1:_?rniento de!.:;­grandes opciones ideológicas, el debilitamiento de las in_stitutiones r:. -termediarias, el fin de las diferencias entre el mundo rural, erñ·~~-~~­obrero y el mundo terciario, y a la lenta h01nogeneización de los 111ll¿ ,.

ele vida hacen desaparecer los otros puntos de _refer~_!l.c_ia .. Ayer, las d;:l. rentes estructuras sociales, culturales e ideológicas eran filtros a tra\'és ..:-. los cuales pasaban las cifras y las interpretaciones. _Hoy, con la disminc­ción del papel de eslas otras infraestructuras, sólo quedan, frente a Í""' los políticos y "la opinión". Ésta se vuelve un cuerpo inmenso y hómo~t­neo, aún más angustiante e inasible, que le da todavía más prestigio al1: -

encuestas. Más que nunca, éstas parecen la vía de acceso a esa "pitonE:

misteriosa". Aunque útiles! las encuestas nCuniden 111ás _que el pxime~1l·,

niveles de la opinión pi:iblica, el ligado a la acLUalidad y a los sucesos [ segundo, ya más profundo, corresponde a las elecciones ideológicas y,,_. representaciones y no puede ser aprehendido más que parcialmente r: el modo de recolectar la información. El vínculo entre estos niveles:: complejo y siempre produce sorpresas no en las encuesl8s, sino en,._ juego social concreto. Finalmente, existe un t_e~~c_~r_nivel, que es el d~

1 •. •

infraestructuras culturales, religiosas, spciales, del qu-e no sabemos ti.=· cosa, en particular cómo se articula con los niveles precedentes. Ll Ílh'.·

za y el límite de las encuestas es dar forma al primer nivel de opinión 1

que es "activado" por los sucesos y las informaciones. Tanto es asi qti.' · pesar de las precauciones de los encue_stadores, todos confunden l'll ·

encuesta la fotografía con la previsión. La encuesta, que es sobre W<ll1 :..·

retrovisor o una instantánea, pero casi nunca un elemento prospectir,1_-..

160

,_: ',.. . • ,111

;1\iza según esta última dimensión. Es un medio ele protegerse : ,r,,Ju,,) 'le ¡.1 incenidumbre del futuro. - - - - -- -- -- -- -. - '. ) 'l) ( '

,: \11:1'.~~~;p~esencia ele las encuest~s _ac~ntl~~ entonces la C!!~~~J.9 ___ _ · •; • ,

1 donde se suceden a un rttmo desenfrenado sucesos encues-

~rt111ft1!ld' . . . ' . 1~-¡: ,,,aciones como en una especie de g1gantesco Juego de pregun-

: ·C Jílll)f " ' . · \:· , respuestas. La consecuenc;:1a es una redrn;_c;jqn de __ t~-9~--~~~~an~ja 1• ~-.>. T,1d0 es inmediato y se crea esa ilusión de trans1Jarencia o, al • 111c,1. ·--· :M, de n~_i_on~~lic}ad Pº,~~bl_e_ ~~ _la _1~i?O_ria:_1nstai:it~~-ea ... Una especie

, lttit"l •unoruguadora , basada en sobremformac10n, en encuestas Je Cll _ ' ' .., . . ' _ ,e crea cnLre ellos_ mismos y el mundo. fa1 _lugar de proporc10narles brú-

• I· · suplemenwnas a los pohucos, los umcos enfrentados a la cuestión ,u,is d'd d l · (;ipi_tal de In acción, esta 1:1e 1 a e tiempo, por n~edio ~e ~as encuestas,

1l,s desorienta un poco mas Y los lleva a un vuelo v1sual hm1tado. 1/!1 rn1o lll·cc ww ctcniid~cl. Desde este punto de vista, la influencia conjunti-de­r. 111~~f¡OS-y his encuestas es nefasta; amplifica el corto plazo y oscurece

1ll:::, , ____ - _ _

.1dcm;ls __ l~}!a_J~rspe_ctiva ~e me_di_ano o l~rgo plazo.-Pero la política, sobre wdo cuando el margen de maniobra es estrecho, tiene necesidad de pers­¡'tdnt!S para movilizar a los cmdadanos desengafiados y lúcidos.

Li ¡w,1dop es entonces que la mformación y las encuestas, que debe­rí,líl permitirles a los políticos aprehender mejor la realidad y a los ciu­J,,danos relati\'izar el discurso de los dirigentes, producen el resultado mverso, al enturbiar la visión y provocar una sobreexposición en el corto

pi.izo.

2. Tres consecuencias del desequilibrio

1)--A pesar de la hipennediatización de la realidad y de la omnipre­~nda de toda suerte de indicadores, las oisis sociales son siempre ines­Pi_íacfos y \'jo_lentas. Las "elit~~Jn~diáticas", que parecen saber todo acerca de todo cuando se las escucha, no tienen mayores capacidades anticipa­to_ri~s que las elites tecnocráticas, ellas también seguras de sí mismas ... En realidad, el desenganche se opera entre las categorías dirigentes y la socie­Ja<l. La Lecnocratización de la percepción de la sociedad a través de los medios, las encuestas, los indicadores, los rumores plantea un problema l~mihlc p.ira la democraci8: las elites y los políticos querrían vér la reali- . d,1d, pero sólo la enfrentan a través de esa·malla de cifras, barómetros, t:stadistiG1s, hübitos mentales, visiones del mundo ... , y olvidan la exis­lcn~ia de olrn re<1lidad so~i?L Todo les parece tan coherer{te~ compl~to ); r.11:inn~1t que identifican los sensores con la realidad. En cuanto a los dud,ld.inos, sín hacerse demasiadas ilusiones, ele todas formas tienen

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Dominiqut \Volwn

necesidad de creer que los dirigentes saben lo que quieren N d . a a"" . por otra parte que este desenganche: lle\'a a los movimientos . 1"-C'lf : . . soc,aJ , las huelgas y a los confüctos que fmalrnente le cuestan mas e es, a , colectividad que un mínimo ele diálogo social. Porque el erect aro 3 la ; ·

· ºPet\'e· 1

de todos esos sistemas de información es hacer creer, equivoc d .. rS() . . . . ·- a amen . que se conoce bien la reahclad. La comumcacwn en todos lados f '. 1

',: . d . . . . 1 d I unc,o,, '

como un sistema e automtox1cac10n en e seno e os medios diri 'U ¡.

2) Cuando la crisis social estalla, la lógirn del ,:uceso ocupa demgeni,_; · lugar en una etüriórriía- de la comunicación donde los efeCl~d·e··1 ~~'~Gr, .

· - - a com petencia son tan fuertes como la lógica del suceso. Todo está d ,. esequ1

1,

bracio y sejllega en el i11sta11te. La mayor parte de las veces nadie pr<1·io': crisis que, sin embargo, frecuentemente viene de lejos, y en alguno d-~ será necesario, en una especie de catarsis, que todo se ordene L

5 i-1:

dios y las ~~cuest~s se encu~ntran aún más _"_so_bre el puente"·, a~~p~t cando la cr~s~s- social por el snnple efecto mecan1co de su compelenciJ -." de su repet1c10n. Al punto que, al cabo de algunos días, una crisis so;;· o política se asemeja a una situación insurrecciona!. Los me_dios 1 : . ••. p ª••' tean, entonces, no sólo el p~oblema de la "capacida~ __ d_el_].lQder" i: resolver la crisis; pronto la "autoridad" e incluso_la_''.le_g;it_ilnidad" pot, son puestos en tela de juicio. ¡Cmno si se tratase de regímúi"eS dictator;:i. les desestabilizados por la presión popular, evidentemente democrciU,, Y si_la crisispersiste, todos esperan la caída, esto es, la derrota, la hu,¿ a Varennes ... ¡La calle contra las instituciones! En una situación de , 5,,

clase, los n~~cl.!?S --ª~~E-túa_n el enlociuecimiento por la i~paciencia. t

dramatismo de las informaciones y los comentarios. En este j~~go ¿~ subibaja, orgu_es!ado_en última instancia por nadie, y que tiende a l'l'l1<: a caer luego de algunos días cruciales, el papel de la comunica:,,,, debido a la hipermediatización de las tensiones, no es secundari~. :\ tiene la impresión de que no hay más que crisis. Ésta invade y desestab1h:• todo. Después de cada fase crítica, los medios concluyen que los dirigce: tes se encuentran debilitados y desestabilizados, es decir, deslegitirnadc, ¡Sin que jamás se plantee la cuestión de saber si por su propia maner,1 ¿'. actuar no contribuyeron ellos mismos a la desestabilización que luc{ analizan doctamente! Estos observadores, que no tienen sin ernlurgt' :. temible responsabilidad del poder, soplan sobre las brasas al hacer lrn:• capié en la fragilidad de nuestras democracias.

3) Finalmente, y éste es el tercer tiempo en una especie de ,mmcr.: del poder del papel de los medios, éstos tienden, en una situaci611 teii;, a hacer de- 1Tiediadores púa" "desbloquear" ta crisis y "hacer progrc~1r 1. dü1logo", argunl.entando que bs cosas irLm más rápido si los pro1,1g,1n::-·

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. . u\'iescn mejor informados. De esta manera. reducen las crisis a un p< est f . . " 1 ; •· blcnul de "in ormac10n , aunque a mayor parte clel tiempo el proble-

t-'. pro l1

csl;i allí, sino en la gestión de una relación de fuerzas políticas t:. nt:t n . , , 1 , 1, h informac10n no es mas que un e ernento. ·-: dom t.: • • • . . • f: . :-. Esl;.l lenclencta de los actores de la comumcac10n a querer, por medio l: 'de b ,.;,, indirecta de la radio y sobre todo de la televisión, "hacer progre­J · . ..,:.-:..¡l(_d debate en los tiempos de cnsts es cada vez más preocupante. Se b i/ , ··¡•kl incluso en el plano internacional durante la crisis que precedió a la

¡/ • . Gucr"' del Golfo, en enero y rebrero de 1991. En el transcurso del otoño J; ·,·ur"P'º de 1990, luego de la inv_asi_ón a Kuwait en agosto, los medios :ji L,c,;:kntales desplegados en Arabia mauguraron una especie de "medio l! diplonintico", a t:.avés de,_1a CNN. Busrnban_ "aproximar" los puntos ele

dst:t. como para acelerar la diplomacia. La idea muy fuerte en la época er:t que se necesitaba remediar la "ausencia de comunicación" directa entre [cis actores. Por la vía indirecta de los medios, sin intermediarios, -podría encontrarse una solución que evitase la guerra. Hubo incluso un intercambio de casetes entre Bush y Hussein. Además de que esta postura dt'sdcltt toda la experiencia en las relaciones internacionales y los pro­

. WLWS reales ele los actores, transmite una idea ingenua. Ésta consiste en _ ~rccr que si se establece una comunicación directa entre los actores, se

;1knn:ari una solución ... -; - En una escala más reducida y con riesgos menores, es a lo que asisti­

mos en las demo:r~~ias me¿iatizadas. Como los estudios de radio y de ;

,,

televisión _s?n los lugares d~ enfre~tamiento de los puntos de vista, ¿por ¡i __ qué no uuhzar!os con este fm en tiempos ele crisis?/El sueño de 1a mayor

.. - rarte delos_periodistas es entonces tra11sfon11ar los platós en lugares de 11ego­cwcicin.,Obhgar a los actores a negociar en directo bajo el ojo de los ciuda­danos se vuelve el fantasma periodístico y una figura del ideal democrático. Pero esta desviación olvida que n~-~~i_ste vida social y política si no está media_tizada por ritos, tiempos, códigos:instituciones, y que la lógica de la s_oc1edad no es la de lo directo. En realidad, en una sociedad existen diverSilS escenas y no hay n8.da peor que pretender reducirlas a una sola. Existe un tiempo y una escena para cada situación social. )

, Asi c_l~lllo la comunicación~ fue indiscutiblemente un factor de apertura tn rdac1on con las escenas tradicionales cerradas de comienzos de sialo hoy_ d problema es otro y efü puede reducirse· a esta idea simple y r:ls~ segun b cual cuanto más los medios aseguran la trnnspUi-encia, más con-1~l!)~1_1_ a la democratización .. Si en nuestros días los actores no nego­cian m;ls_ rápido o mejor no es porque no sepan "realmente" lo que los otros quieren sino · - . , porque se organiza aqm un Juego de relaciones de

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Di.irniniquc \\'olLon

íuerzas donde lo importante no es la información sobre \os re ' , :-proyectos, sino la capacidad de influenciar por todos los llled¡ spe(ctiio,

~ ~ Q} . -cio, retirada, amenaza) la relación de fuerzas/ La historia, fa polw. · _ er¡. _: sociedad no existen en el mismo espacio-liempo que la i1iformaci6n. / la Y la.'

En situación de crisis, el problema no es principalmente de , , cación, sino político, y es en la escena política donde las cosa~o~n~;. , jugarse. Existe en la "diplomacia de los medios" y en la "negociac/ '· . · los medios" una idea elemental, pero errónea, según la cual las paron dt •

d · . . h bl d' tes" compren enan meJor sr se a asen 1rectamente. Aunque esto es _ · · dad en numerosas situaciones humanas y sociales, lo es mucho tnei \_er. · 1 d I íl . 1 d I d · lOs,r. e marco e os con 1ctos en e seno e as emocracras, donde ya r . - ·

¡ ·¡ .. 1 .. d CIJlJr permanentemente a m ormac10n y a comun1cac1ón, y onde ¡05 61

_ · queos sociopolíticos no responden en primera instancia a una prob\ ·v· tica de comunicación. Esto ocurre aún menos en el plano internaci;n1J: donde toda la experiencia de la diplomacia desde la noche de la A~:;. goedad consiste en manejar los tiempos, en distinguir los.mamemos en k, que los intermediarios son necesarios de aquellos en los que las relac,,,. nes directas son posibles. la lógica del poder y de las relaciones de íucr:, es, en ciertas situaciones, superior a la de la cornunicación. Esto se \"~:~ muy bien durante el otoño europeo de 1995, cuando, de buena r, .. rápidamente, los medios quisieron "organizar" los debates para "ver cb:,: e informar al público". Esto, en buena medida, no tuvo el papel qu, se deseaba porque los diferentes actores se rehusaron a encomrarse c:ir,

1 1 cara, y hablar o negociar en público. los sindicatos estaban dispuesto;., ello, pero el gobierno lo estaba mucho menos. los actores económic,,, esperaban saber cómo evolucionaría la situación. Cuando, hacia eJ-f!;­del conflicto, en diciembre de 1995, las diferentes fuerzas presentes acc¡:. taran los debates públicos, con lo que se produjo fue una violenta disp•:­ta, debido a que el número y la heterogeneidad de las posiciones pres,,:. tes creaban una verdadera disonancia. Este resultado tuvo quizás el efe,._. to negativo de producirle al público la sensación de que ')mnás lleg:1f.l:: a entenderse".

¿Por qué insisto en estos resbalones? Parn mostrar el ~·§ho mar~_.:_ de maniobra que existe en nuestras sociedades en las relaciones eilfrc I: comunicación y la política,- • ----------~

J·. Las puertas d_e salida

1) Para los político's, se trata en primer lugar de lijfoja/1 "fr¡ n~O(S!1,!.-.

acontecimiento" que Pesa sobre ellos por la vía indirecta-de los medios r~:

16-f

rcns,1r In comunicación

, 5 )' de revalorizar su papel, que no es manejar la comunica­l;1s· cncul~s.L,~1 'sino actu-U~ s~bre la-·reitlidad. En descargo de los periodis­

.. Ó. ¡1t1 1l!C•

ci O

I ue puede lamentarse que ejercen demasiada presión sobre los .. • . de os q . , 135, • necesario recordar que son frecuentemente los mismos polí-

:-. líULl15 ' es d' 1 d 1 · P'' ,e solicitan los me 10s y as encuestas, e os que luego se · ttü>S 1c,s q, íl · 1 d' . . ·r· 'd

, •,úi en privado ... A opr a mo~s~ y tomar. _1~tancra s1gm ~ca .ev1 en-•queJ ehusarse a rebotar de em1s1ón en en11s10n para repetir sm cesar , ·n1entc r ' - . .

· __ te . cosa con un soso parloteo con el cual el publico, que no dice 1 111 ,sina , -

. · ''. 0 que no por _e_s_ o piensa menos, no se engaña en absoluto. Es da per -.. 0·' ·b.. ¡,ara los actores, rehusars_e a. entrar .en .la lógica perversa del

¡:tíll ,en, ' - 1 . ' . rio constante de las encuestas y tener a veces e cora_Je de poner ((líllel)_~•~----· - · _ , . . -d- d ¡iüblicamente la p1oblemat1ca de ciertas encuestas, los temas, la en u a

de plantearlos las preguntas, sus ritmos ... Esta toma de distancia 01,mera ' ' . . eouramente bien recibida por un público que los experimenta de ~n:1 s º ' . , ..

; 1¡5111;1 manera y que apreciana en los hombres polit1cos ese rasgo de .. ,

0

1 ,, EnconLraria también en ello la confirmación de que no hay for­(,lf,lL l'. •

l , 111e colusión entre el mundo de la política y el de la comunica­.:o::;111 t:

(1 .... 111 ...

Después de todo, si los políticos sufren esta situación de hipercomu­mcldón, sólo tienen que decirlo en público. No solamente en privado, ,\HlW lo hacen todos. En tanto no reaccionen públicamente, los medios r bs encuestas están autorizados a pensar que son favorables para ellos.

- P.ir.t ser honesto, es necesario reconocer que esta hipermediación consti­turc, incluso a los ojos de los actores políticos, un factor determinante en ];¡ 'competencia que los opone unos a otros.

Digo esto para evitar una visión errónea que oponga a los buenos y uiníi.1b!cs hombres políticos a los malvados e irresponsables periodistas. En realidad, se trata muy frecuentemente de una pareja satánica, en la que

. ,.,da nno le atribuye al otro la responsabilidad de sus propias lagunas. J.,,; políticos deben también intentar encontrar "las palabras" para expli­c.1r la dificuliad de la acción política y subrayar su especificidad en rela­ct,\n con cualquier otro tipo de acción humana. Del lado del público,

- que en general no es en absoluto favorable al hostigamiento mediático, rer a los hombres políticos distinguirse de los periodistas y de las encues-1.1s seria sin duda bien recibido y constituiría un paso hacia la reconquis-1.1 de su confianza. lo que molesta probablemente al conjunto de los ciudadanos es menos la débil capacidad de acción de los políticos que su ,l1/1c1i/1<1d para exhibir lo que los distingue ele una lógica de la comunica­....iún y b opinión. Muchos, por btro lado, no ven tanta diferencia entre 1()5 políticos y el mundo de la comunicación ...

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Doinini4uc \\'ohon

2) Ef_valarizar el p~~J'_olitic~-si11,frulrn10. En un período favorable a . medios y a las encuestas, la snuacwn no cambiara porque se les e _ ..

11-is

éstos -¿quién aceptaría hacerlo?- que se autodisciplinen: ,·quién )i\Ja ª acep1 ría hacerlo? Mfls bien, es fm•orecienclo el acercamiento entre los p 1 .. J._

l . d d . l ·b·1·d l d ·1·b O 11

"" y os cm a anos como as pos1 1 1 ac es e un reeqm 1 rnmiento e "'

l. . l . .. d . s· n1re h po 1t1ca y a comumcac10n po ran concretarse. 1 esto no ocurre b·

d . d.¡· d h h'l "'• po nan pro ucuse enomenos e rec azo aoa a comunicación -dios y encuestas incluidos, cuyas consecuencias serían catastrófica' tne.

l d . d L l . .. d l l ,s par, a emocracta e masas. a r_:_va ~-!~ac10n e par po ítico-ciudad,1 •.

pasa por la revalorización del oficio de _¡:,og~co: es justamente mostran~~ su débil margen de maniobra que se contribuye a valorar esta función.;¡' Crozier propuso una vez la fórmula del "Estado humilde". Se deb · e•i• hablar de "político humilde". Siempre que el público vea la débil capai'. dad de los políticos. ·

Apostar a la inteligencia crítica del público sería entonces para los . líticos un buen modo de liberarse de la presión de la comunicación 1.P :

' C•

volver a encontrar las raíces de su compromiso. Es principalmente la c'ue,: tión de la militancia lo que aquí se plantea. Hoy, los medios producen,·, cortocirwito entre los dirigentes y los militantes -éstos saben todo por b medios, tienen la sensación precisa de que todo se juega en la cumbre .. que su acción no sitve para nada-. Les corresponde a los dirigentes in\'e/ ese esquema y mostrar que en realidad su "vida en la cumbre" no vale sit·: porque existen abajo, en otro sitio, millares de iniciativas. Que los me­dios no hablen de ello, no hace que esta vida militante local teng, men,'; importancia. Les toca a los políticos mostrarles a los medios que lo e~r.• cial de la vida política democrática no se juega solo en la capital [, necesario quebrar esa impresión desastrosa según la cual el compromi:.; no tiene más sentido, y que todo se negocia en otro lado. Tanto es asi q·,, a la primera crisis social, se percibe cómo el Estado y la sociedad poli1k; quedan rápidamente trabados y desamparados. Los actores de los w, flictos, soberbiamente ignorados ayer, son entonces propulsados des', las bases al terciopelo de los salones dorados de los palacios de b R,¡> blica para volverse "socios serios''. Revalorizar 1a política en re\aciónJ:-' comunicación es, en primer lugar, por parte de los dirigentes politic,': darles la sensación a los militantes y simpatizantes de que el seniído d,; política no está en los palacios nacionales o internacionales.

3) Ampliar el circulo de los c¡t<f_hctbLan. Esto remite en primer lug,ir J' ----...:: ---~-- - . ----- - 1

responsabílRrw~deTos medios. ¡Qué se observa.en la mayoría de<'' paíse:s? Later_i_c!.~ncia a ver siempre las mismas cincuenta, o incluso cu:. person~h1a":des (políticos, ·economistas, "artiStas, diplÓmáticos, acadd:r·

166

PLnsar la conHttlk.:tción

( . ) en los medios. ¡Como si no hubiese mós que un centenar ¡ ' . e,»... l . l bl 1 . . . ' e e per-i:¡ .. 1 tns que 1ace1 ia ar. l Por que los penodistas recurren · 1- '. ~-'n,t, • ' . d . . . . siempre a f, .. l,lS

111¡5111 as pers~nnhcla es bien 1dent1hcadas? ¿P~r g~é no_ a_mplían su

'', i,!lcb de direcc10nes? Porque este j~~gg de espeJO-loS va'lOl·iZU a -st , . :1ti

1'"·n\

1g·ar a- algúie_n "c_<?n_~cido" lo eleva a~USied úi.ntO como a la pet vez. ,

. ::~t~Í-r-O"g::ídi-- El res~_t_ado es una evide~te_ .?§t~Larizg_cli)Jl _ _de _este __ am:i:~~: ·i ·'"-~" 1

·",-

01,di.iti,ado, qLte_s_~_pone asu vez a p,nJ2tear. A fuerza ele hablar eidos ¿, 1;1,. n1~¡"()_~2,e "habh\_~<:?!1~º ~0:5 ~~l-~!!_ios'_', __ con frases .cortaS~-~atizadas ~q~iÜ-

1

hr.ii,s.-.~~'2J~ .. Parn el público, una evidente saturación: vem~s siem- '- · prt' ,, lüs mismos y sabem~s qué dirán. Para el ambiente mediatizado, una ~t,nfusión entre ser conoc1do, estar mediatizado y tener valor. El interés Je la (l~~~_\micación, que es.~~1_pr~,.1~er, está aquí fuerte_mente atenth'ldo----:-se·; . ·', ¡

11,1,11.t un fl_u_idojuegode roles con los indignados~Íos s~rios, los dul~es \·JJ.• . .'.,1

·

¡,,s malrados, los risue_ños, los aburridos, los rebeldes ... Los periodista¡\ , .' · Jr~n-111 quebrnr este cnculo v1c10so pero no recurriendo para ell · _ ,, ' '- o, como ~ h:ic~ ~ada vez_mas, C1 personas ~r~inmias" a quienes se le da la palabra ,n cm1s10nes mas o menos escemficadas, en una perspectiva donde se rnc:d:m el voyewismo y una especie de actitud ele base dudosa. Deberían ,n GHl~bio, ~l!.~1!,_l!(J!.'!l_~_0_1·ulo cteJ0:p~fr1b~~, si.mplemente buscando un poc~ ) 111,is kJüS n md1v1duos capaces de mtervemr. ¡ Existen! Es suficiente que-rer rncontrarlos: hoy todo el mundo sabe hablar por la radio O la televi-

. ;1t)ll, aun _sin h~berlo hecl~~ ja~1á~, porque cada uno al escuchar y mirar ~ksde su mfancta sabe cas1 mstmt1vamente hacerlo Esto no O • h . . _ · curna ace rnn1, anos. Antphar el circulo ampliar las palabras las re' · l . . ' '- '- '- , '- 1erencias os

_wc.1bubno~, e~tlmu1aría la curiosidad, provocaría sorpresas y conf~rta­n., a !Lis penod1stas en su papel de "descubridores de talent " Al h .· r. os. acer-lll. JUSllhcnn su unc1ón y producen tmnbiCn la sensac1·0· · bl. .1 L n, en un pu 1co :.1u.1 re: menos ·propenso a creer cualquier cosa que est · ¡¡· " d 1 1

, , an a 1 para to 0 f lllUIH O'.

El problema de la política moderna es que pasó de ser un juego de J,,s a ,cr un Juego de tres. Ayer se trataba sobre todo del car '\)llli -1 J .· d" H a a cara 1 n -¡ cuo 1sta. oy, este cara a cara se hace delante del públ' , , 1 ,¡ 1 · d 1co, que ,e i l _L ll G1s1 to o, pero ni los políticos ni los periodistas a pesar d l ·¡u, die ·11 fL d ' ' e o • _ i..:._ , ieron capaces e extraer las consecuencias de esto L .· 111"·1 d,hcultacl es paradójicamente pára el püblico. Acosado p~ a rll­m.ldllih'S sobre el m d d . I mor­! . un o, ve to o, sm poder hacer grqn cosa Esto ro-

Jt ~11.e un.11 frustración que oscila enLre el sentimiento de impo.tencia py el

l Tl'YUC" L·1 La segund d·r· l d ' J

.· · · ' a 1 1cu ta es para los políticos. Ellos tod · •1 \lrt1cr011 compl t _ _ avia no <11 El .· . e amente cuanto can'tbió la mirada del püblico sobre

tis .. cm1smo )' el d l I l . d . 0 J e engua_ie son a mttidos cada vez menos, prin-

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Dominiqut: \\'olton

cipalrnente debido al nivel cultural del público, que no cesa de au tar, y de la cullura crítica aportada por los medios. Pero la tercera di~

1en.

d · 1 1 · 1 ·b1· 1 1cu1. ta , que concierne a as re ac10nes entre e pu 1co y os perioclist , . ~ n es menos real aun cuando sea menos visible. Estos se transfonu ':

0

. an en caballeros blancos de la verdad, pero el público no se enga11a. Sin,'¡ ·. mente no lo manifiesta. Desde este punto de vista debe ponerse en pe: tión, la colusión, perjudicial para la democracia, entre ciertos pe,tt· tas y magistrados. Ni los magistrados ni los periodistas están por en~¡

15•

de las leyes. La tentación de presentarse como los últimos escudos de~ª verdad y de la justicia, contra hombres políticos necesariamente so

1

chosos -a semejanza por otra parte de los dirigentes de los grandes sp,. pos industriales-, plantea temibles problemas. Primero, la desvalorg~. i~a-ción de aquellos que deben enfrentar la acción y la responsabilidad Segundo, la sospecha de toda autoridad. Finalmente, los deslizamienio; progresivos hacia dos ideas aparentemente seductoras, pero finahnentt peligrosas: la prensa como cuarto poder y el gobierno de los jueces.

Las tres dificultades de la política moderna son entonces: una exten. sión de la esfera política que está acompañada por una mayor dificuh,¿­en la acción; una mayor visibilidad de la política que lleva a una espec:e de alteración de la relación de fuerzas en beneficio de los medios; y ur: público cada vez más aguerrido, pero desprovisto de los medios de ac­ción, es decir, de los medios para expresar su rencor. Atención al públicc cuando salga de esta espiral del silencio ...

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