Informe de Megatermicas 2011
-
Upload
el-cardo-agronomia -
Category
Documents
-
view
220 -
download
0
description
Transcript of Informe de Megatermicas 2011
2011
Matias Gregorini
EL Cardo Agronomía
01/01/2011
Megatérmicas en el Oeste
Pasturas Mega térmicas
¡Alternativa forrajera!
Desde hace varios años nuestra región se vio afectada por heterogeneidad edáfica
presente en algunos ambientes de los campos, como consecuencia de la salinidad
residual, pos inundación. Esta elevada concentración de sales dio lugar a ambientes de
menor productividad para uso tanto agrícola, como ganadero. Dentro de este último
grupo, la falta de estructura de los suelos, la baja disponibilidad hídrica para las especies
forrajeras “nativas” dan lugar a deprimidas producciones de materia seca por unidad de
superficie, lo que nos plantea el desafío de la búsqueda de aumentar la producción de
forraje, con lo cual se pueda incrementar la carga animal, y por consiguiente la
producción de carne por hectárea.
Imagen 1 – Antés y después de la implantación de Grama a los 120 días.
Entre los manejos más desarrollados y consensuados es el uso de especies
tolerantes a la salinidad, como es el caso del agropiro, especie de mayor difusión a nivel
zonal. Pero esta especie forrajera no permite cubrir el balance forrajero anual, así como
su productividad es limitada por niveles elevados de sales. Es en este “momento de
búsqueda “que surgió en los últimos años la posibilidad de colonizar dichos ambientes y
alcanzar mayores productividades forrajeras con las denominadas especies
subtropicales denominadas también mega térmicas o C4, en suelos salino-sódicos,
donde normalmente sobrevive pelo de chancho (Distchicliss ssp.), salicornia (Salicornia
ssp.) y en el mejor de los casos gramón (Dactylon). Para ello, surgen especies como
Chloris gayana (grama rhodes) y Panicum coloratum (mijo perenne), entre otras. De
este modo se logra mejorar significativamente la productividad de estos ambientes
durante el verano, momento en el cual estos suelos permanecen con una cobertura
vegetal muy baja.
Al tratarse de especies de climas subtropicales se ponía en duda su longevidad en
un clima templado, y al mismo tiempo que su productividad superase a la de la
vegetación natural (estepa de halófitas), que se supone adaptada. En los últimos dos
años resultados obtenidos a nivel zonal han permitido dar esperanzas de poder alcanzar
los objetivos buscados, y así elevar la tan deseada carga animal por hectárea.
Dentro del partido de Trenque Lauquen, se sembraron varios lotes con Grama
Rhodes, alcanzando logros muy buenos en la mayor parte de la superficie. El
establecimiento logro dar una gran cobertura del suelo, y con una adecuada semillazón,
posibilitando la perpetuación interanual de dichas pasturas. El logro de las mismas
mantuvo una estrecha relación con el adecuado manejo del suelo, malezas, insectos y
calidad de siembra. Donde estos procesos no mantuvieron una calidad en su ejecución
tanto en tiempo y forma, los resultados fueron erráticos, mientras su puesta a punto dio
resultados muy efectivos.
Es por eso que se recomienda seguir un manejo adecuado de su implantación
desde el momento de la toma de decisión de buscar su implantación, y mantener el
cuidado del lote, hasta la primavera siguiente. Desde este momento el manejo se vuelve
menos tedioso, o hasta critico, más bien es “levantar lo sembrado”.
A continuación se describen los pasos a considerar, para alcanzar una
implantación y establecimiento optimo. Estos puntos son el resultado de la experiencia
y ensayos realizados durante las pasadas campañas.
Manejo pre – siembra
Las especies mega térmicas presentan una semilla muy pequeña, con un peso de
mil granos ínfimo, y bajo vigor como consecuencia de la poca energía acumulada en las
mismas. Estas son algunas de las consideraciones primordiales a considerar al momento
de planificar su siembra, ya que es de suma importancia realizar la implantación en un
ambiente libre de competencia por recursos, así como con dificultades de
enraizamiento, entre otras. Este es el primer punto crítico, al momento de planificar su
implantación, sino iniciamos por este punto, es muy probable que se fracase en la
búsqueda del objetivo.
En todos los lotes a sembrarse, se debe realizar un control de las malezas
presentes con herbicidas, desde el verano previo, hasta unos 60 días pre siembra, con el
fin de poder disminuir la competencia al momento de la emergencia. En caso de iniciar
el control y manejo de las poblaciones de malezas en la primavera inmediatamente
anterior a su siembra, considerar la importancia de las dosis y momentos de aplicación
para que el control sea el más efectivo y duradero. La Grama requiere un período libre
de competencia por malezas, durante los primeros 60 días por emergencia, siendo
crucial el control de las poblaciones presentes. Es con posterioridad de este momento
que la competencia de parte de la Grama sobre las malezas es excepcional, y su
desarrollo y crecimiento supera ampliamente al de las malezas.
Imagen 3 – A la izquierda, a los 30 días pos germinación y a la derecha a los 60
Días.
El manejo del perfil edáfico es al igual que el control de las malezas, el otro gran
punto a considerar. Es importante considerar que estos suelos debido a la presencia de
sales, carecen de estructuras estables y tienden a compactarse con facilidad, así como
carecen de resiliencia. Estos parámetros de baja fertilidad física y química, se mantienen
hasta por debajo del horizonte arable, por lo cual el manejo del suelo se debe realizar
hasta la mayor profundidad posible, y así eliminar impedancias para el enraizamiento,
como disminuir las probabilidades de encharcamiento y afectación por anegamiento
sobre las plántulas de las especies forrajeras. Es por lo cual recomendable generar una
des compactación profunda por uso de sub solador, o en menor preferencia por medio
de cincel.
Por el lado del manejo superficial se deben realizar labores de roturación
superficial (5 a 20cm) del suelo, con el fin de disminuir el encostramiento, y facilitar el
enraizamiento. Esta roturación del suelo, hay que considerarla como primordial para
alcanzar el éxito, es un único movimiento del suelo para implantar un cultivo que va a
permitir mejorar la productividad forrajera.
Siembra
Al momento de la siembra se aconseja realizar un control de las malezas
emergidas a dicha fecha, como también se pone especial hincapié en la calidad de la
siembra, ya sea la misma, al voleo o siembra en surcos.
Imagen 2 – Semilla de Grama Rhodes, con maíz como acompañante recién
sembrada.
De realizarse la siembra al voleo, por medio de fertilizadoras de platos/péndulo, o
con sembradoras que mantienen sus mangueras “sueltas”, siendo en este caso la
semilla distribuidas homogéneamente en todo el ancho de labor, en ambos casos se
debe considerar la importancia de lograr una uniforme distribución, así como dejar las
semillas en superficie o levemente cubierta por tierra. De realizarse la siembra en
surcos, la profundidad debe de ser la mínima posible y así evitar un bajo coeficiente de
logro. Una manera de evaluar la correcta siembra es poder visualizar la presencia de
semillas en superficie sin ser tapadas. Hay que considerar que estas semillas presentan
una muy baja energía para emerger a cierta profundidad, así como requieren de
temperatura y pulsos de luz solar.
Imagen 3 – Siembra con sembradora al “voleo”, con los tubos sueltos.
Para considerar otro punto crítico, es saber que el desarrollo de estas especies es
muy lento en sus etapas de establecimiento, siendo el mismo casi nulo hasta los 30 días
de germinada, y iniciando un crecimiento exponencial desde los 60 días de la
emergencia. Esta salvedad, nos permitirá entender, la gran importancia de cuidar de la
competencia por recursos, así como la presencia de insectos que puedan afectar su
establecimiento.
Por último, pero no menos importante es la densidad utilizada. La densidad
recomendada, depende de la calidad de la semilla, y de las condiciones ambientales al
momento de realizar la misma. Se aconseja la siembra de entre 8 y 10 kilos de semilla de
Grama Rhode por hectárea, a partir de los primeros días de Noviembre hasta no más
allá de fin de Diciembre. Este rango de siembra impone un inicio cuando las
temperaturas del suelo son óptimas para una alta tasa de germinación en el menor
tiempo posible, mientras la fecha límite superior busca ubicar el desarrollo de la especie
dentro de una ventana de tiempo suficiente para lograr alcanzar una óptima semillazón,
como cobertura del suelo suficiente durante el primer año. La semillazón busca la
perdurabilidad de la pastura en el tiempo, mientras el buen volumen de forraje, alcanzar
un optimo desarrollo radicular, así como protección aérea para soportar las heladas
durante el primer invierno pos implantación.
Imagen 4 – Semilla producida durante el primer año.
Manejo durante el primer verano
En este primer año de implantación, se debe dejar sin pastorear, para poder cubrir
la mayor porción del suelo con estolones. Estos pueden llegar a una longitud mayor a los
tres metros, y cada cierta distancia va enraizando y generando “plantas secundarias”,
que permiten elevar aún más el volumen de biomasa aérea y subterránea. Como el
crecimiento de este primer se inicia tarde y alcanza su pico alrededor de febrero, casi no
queda resto de crecimiento para dejar semillar, pastorear y luego acumular materia
verde que de cobertura suficiente para afrontar las heladas del invierno siguiente. Este
año se evaluará la posibilidad de generar un pastoreo, previa fertilización del cultivo con
nitrógeno al inicio del desarrollo, y así generar una mayor velocidad de acumulación de
forraje.
Imagen 3 – A la izquierda, a los 30 días pos germinación y a la derecha a los 60
Días.
Imagen 4 – A los 90 y 120 días desde la emergencia.
El fin de este primer verano es obtener una muy alta producción de semillas, que
serán la sustentabilidad alternativa a las plantas, para los siguientes años. Es de
considerar que su viabilidad es mayor a los tres años en el suelo.
Durante el invierno el cultivo se clausura, y se iniciar la disminución de la
cobertura mediante el pastoreo directo, o por medio de una desmalezada, o ambas.
Esta acción tiene por fin dar entrada de luz a los rebrotes desde la base de las plantas y
a su vez generar señales para la germinación de las semillas. El momento de este
manejo sería cuando las temperaturas aumenten, y la probabilidad de heladas severas
merme. Este momento sería en los primeros días del mes de septiembre.
Imagen 5 – Estado del cultivo en invierno, y rebrotes a la primer primavera.
Los rebrotes se inician con el aumento de la temperatura ambiental y edáfica,
permitiendo llegar al primer pastoreo sobre el mes de diciembre, y así consumir por lo
menos 3 comidas, previo a la clausura pre invernal, a fines del mes de febrero. El
volumen de estos pastoreos, depende de la intensidad de los mismos, de la fertilidad del
suelo, y del recurso hídrico, así como las temperaturas. Respeto a este último punto es
de considerar su condición de ser especies mega termicas y su alta correlación entre
temperatura y desarrollo. Los pastoreos deben ser racionales, con pastoreo en franjas y
nunca generar un consumo por debajo de los 15 cm de altura, para no afectar su tasa de
crecimiento por pastoreo y posterior tiempo a la nueva entrada a la parcela. El manejo
de la fertilidad de los nutrientes está mostrando resultados muy interesantes en
ensayos zonales, donde se observaron respuestas claras a la fertilización nitrogenada al
inicio del crecimiento pos rebrote, así como con aplicación pos pastoreo. Estos manejos
permitieron elevar sustancialmente la producción acumulada en el primer año de
pastoreo, así como aumentar la velocidad de acumulación de materia verde a la entrada
de la etapa invernal.
Conclusiones
El uso de las especies megas térmicas, no es la “panacea” para los sistemas
forrajeros locales, ni tampoco son adaptables a todos los ambientes de nuestros
campos. Pero presentan un complemento de nuestras cadenas forrajeras, permitiendo
balancear la oferta anual, aportando un muy alto volumen de forraje en momentos
donde el resto de las forrajeras deprime su crecimiento, como es en pleno verano, con
altas temperaturas diurnas. Mientras el agropiro nos produce satisfactoriamente en la
primavera, y a la salida del verano y pleno otoño, estas no aportan forraje en pleno
verano, y a la salida del invierno por consumo diferido del forraje acumulado para
protegerlas de las heladas. Su implantación es certera en ambientes de “pelo de
chancho”, gramonales, salicornias, agropiros degradados, pero la misma es errática en
“peladales” y centro de lagunas encharcables.
Considerando los puntos desarrollos con anterioridad, siendo consientes de la
importancia de la calidad de manejo, y elección del ambiente, se obtendrá un aporte
diferencial a nuestros planteos ganaderos en ambientes de limitantes edáficas, y en
otros elevara significativamente la producción forrajera, así como el efecto producido
por el aporte de raíces, depresión de niveles de saturación hídrica, bosteo de altos
García Salinas 2995 (6400) Trenque Lauquen Te/Fax: 02392-423663 www.elcardoagronomia.com.ar
volumen de forraje consumido, orina, y cobertura casi permanente del suelo, podrían
ayudar a mejorar los parámetros de fertilidad física, química y sobre todo biológica,
dando lugar a cada vez mejores ambientes productivos. El punto de partida es
planteado, el destino solo depende de nuestras acciones y convicción que esto es solo
un grano para alcanzar el cambio productivo de estos ambientes limitantes.
Ing. Agr. Matías Gregorini*
Departamento Técnico El Cardo Agronomía
El Autor es miembro de Terra Consultora