Ingreso básico universal y diálogo social · manes como lo son, Jürgen Habermas y Karl Otto...

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boletín cinterfor 51 Número 156 Introducción En este trabajo propongo realizar una reflexión acerca de las consecuencias po- tenciales que tendría la introducción de un ingreso básico universal (IBU) en el mer- cado laboral. Argumentaré que este tipo de arreglo institucional podría mejorar sustancialmente las condiciones de diálo- go social, así como las relaciones labora- les. De esta forma, el siguiente ensayo puede ser considerado como un trabajo de Ciencias Sociales, por tanto el lector no encontrará aquí un análisis de tipo jurídi- co sobre las diferentes reglamentaciones que se aplican al mercado laboral. Como estrategia expositiva dividiré el trabajo en cinco puntos. En el punto 1 haré una presentación del concepto de “diálo- Ingreso básico universal y diálogo social Una propuesta Cristian Pérez Muñoz Sumario: Introducción. 1. Diálogo Social. 2. Ingreso Básico Universal. 2.1 Algunas precisiones conceptuales. 2.2 Algunas confusiones: subsidios condicionales e incondi- cionales. 2.3 Impuestos negativos a la renta. 3. El ingreso básico como política social. 3.2 Crisis de los Estados de bienestar. 3.3 La erosión de los Estados de bienestar. 3.4 Los problemas en la sociedad del trabajo. 4. Pobreza extrema y mercado laboral. Con- tribuciones del ingreso básico para repensar el diálogo social. 5. Algunas críticas. 6. ¿Por qué un ingreso básico universal favorece las instancias de diálogo social? go social”, tratando de identificar sus prin- cipales características y alcances. En el punto 2, introduciré conceptualmente la idea de ingreso básico universal (IBU). En el punto 3, contextualizaré esta propuesta como una alternativa institucional frente a la crisis de los Estados de bienestar, así como también frente a la crisis de la so- ciedad del trabajo. En el punto 4, exami- naré las respuestas presentadas por los de- fensores del ingreso básico universal a los problemas antes presentados. En el punto 5, repasaré brevemente algunas de las prin- cipales críticas a la propuesta de IBU. Y finalmente en el punto 6, intentaré dejar planteadas las principales razones por las cuales podríamos pensar que la introduc- ción de un IBU podría ser beneficiosa para un mejor desempeño del diálogo social.

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Introducción

En este trabajo propongo realizar unareflexión acerca de las consecuencias po-tenciales que tendría la introducción de uningreso básico universal (IBU) en el mer-cado laboral. Argumentaré que este tipode arreglo institucional podría mejorarsustancialmente las condiciones de diálo-go social, así como las relaciones labora-les. De esta forma, el siguiente ensayopuede ser considerado como un trabajo deCiencias Sociales, por tanto el lector noencontrará aquí un análisis de tipo jurídi-co sobre las diferentes reglamentacionesque se aplican al mercado laboral.

Como estrategia expositiva dividiré eltrabajo en cinco puntos. En el punto 1 haréuna presentación del concepto de “diálo-

Ingreso básico universal y diálogo socialUna propuesta

Cristian Pérez Muñoz

Sumario: Introducción. 1. Diálogo Social. 2. Ingreso Básico Universal. 2.1 Algunasprecisiones conceptuales. 2.2 Algunas confusiones: subsidios condicionales e incondi-cionales. 2.3 Impuestos negativos a la renta. 3. El ingreso básico como política social.3.2 Crisis de los Estados de bienestar. 3.3 La erosión de los Estados de bienestar. 3.4Los problemas en la sociedad del trabajo. 4. Pobreza extrema y mercado laboral. Con-tribuciones del ingreso básico para repensar el diálogo social. 5. Algunas críticas. 6.¿Por qué un ingreso básico universal favorece las instancias de diálogo social?

go social”, tratando de identificar sus prin-cipales características y alcances. En elpunto 2, introduciré conceptualmente laidea de ingreso básico universal (IBU). Enel punto 3, contextualizaré esta propuestacomo una alternativa institucional frente ala crisis de los Estados de bienestar, asícomo también frente a la crisis de la so-ciedad del trabajo. En el punto 4, exami-naré las respuestas presentadas por los de-fensores del ingreso básico universal a losproblemas antes presentados. En el punto5, repasaré brevemente algunas de las prin-cipales críticas a la propuesta de IBU. Yfinalmente en el punto 6, intentaré dejarplanteadas las principales razones por lascuales podríamos pensar que la introduc-ción de un IBU podría ser beneficiosa paraun mejor desempeño del diálogo social.

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Mi objetivo será entonces conectar dospropuestas escasamente vinculadas, comolo son la propuesta del “diálogo social” yla propuesta de un “ingreso básico univer-sal”, intentando identificar algunos com-ponentes institucionales que podrían me-jorar el diálogo y las relaciones laboralesentre las diferentes partes que constituyenel mercado laboral.

1. Diálogo Social

1.1 Es frecuente que en disciplinas talescomo las Ciencias Humanas encontremosconceptos difíciles de precisar. La ambi-güedad de conceptos como el de democra-cia, genera en reiteradas ocasiones proble-mas epistemológicos y metodológicos a lahora de reflexionar de forma analítica so-bre ellos. La idea de diálogo social, no dejade correr esta misma suerte. Como señalaOscar Ermida Uriarte, la expresión “diá-logo social” es imprecisa. Es un conceptovago y amplio, que tiene el problema dealinear bajo su significado, un gran núme-ro de cuestiones diferentes.1 Así, el “diá-logo social” puede ser visto como un ins-trumento de progreso político, económicoy social,2 o como un objetivo político,como un medio y un fin en sí mismo, comoun ejercicio, o bien como una modalidadimportante de construcción social, a tra-vés de procesos comunicativos diversos.Incluso el diálogo social puede ser vistocomo un mecanismo que permite proce-

sar los conflictos de modo democrático.3

En uno de sus trabajos, Ermida Uriarte in-tenta dar cierta precisión al concepto dediálogo social.4 Este autor afirma que laexpresión de diálogo social está de moda,apoyándose en el hecho de que su uso hasido reiterado desde los años ochenta enel marco de la Unión Europea. De la mis-ma forma, en la declaración sociolaboraldel Mercosur el diálogo social está conce-bido como un derecho fundamental. LaOIT también lo ha incorporado dentro desus plataformas y objetivos. Podríamosdecir que cualquier declaración relevanteen materia de relaciones laborales incor-pora la idea de diálogo social.

Ahora bien, pensemos en la siguientedefinición:

En el marco de las relaciones labora-les, el diálogo social incluye a todas lasformas de relación entre los actores, dis-tintas al conflicto abierto. En efecto, comose sabe, el sistema de relaciones labora-les está compuesto por tres actores prin-cipales (las organizaciones de trabajado-res, los empleadores y sus organizacionesy el gobierno), que se relacionan entre sí,de dos maneras: por el conflicto y por lanegociación en sentido amplio o diálogo.Desde esta perspectiva, la noción de diá-logo social incluye a todas las formas derelación entre los actores del sistema derelaciones de trabajo distintas al conflic-to abierto: información, consulta, negocia-ción colectiva, participación, concertaciónsocial, etc.5

1 Ermida Uriarte, Oscar, “Diálogo social: teoría ypráctica”, en Revista Derecho Laboral, Nº 201, T.XLIV, enero-marzo 2001.2 Sepúlveda, Juan Manuel; Vega Ruiz, María Luz,El Diálogo Social en los Países Andinos. ¿NuevoCamino para los Sindicatos? Lima, 2000.

3 Ídem.4 Ermida Uriarte, Óscar, op. cit.5 Ermida Uriarte, Óscar, op.cit.

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De esta definición se desprende que el“diálogo social” puede ser entendido comoun esquema institucional por el cual dife-rentes actores pueden interactuar y llegaro no a decisiones concretas. Como esto aúnparece bastante vago intentaré precisar unpoco más sus elementos. El lector podríadecir con cierta razón, que la interacciónde actores bajo un determinado esquemainstitucional, es algo evidente y común encualquier tipo de circunstancias. Pues bien,la clave en la idea de diálogo social radicaen el hecho de que los actores involucradosdentro de una instancia de diálogo social,suscriben a determinados principios o re-glas. Por ejemplo, podemos notar que eldiálogo presupone el reconocimiento delotro, por tanto exige una condición de re-ciprocidad.6 Esto es lo que se conoce como

“horizontalidad”, sólo entre sujetos mutua-mente reconocidos como iguales en dig-

6 En la filosofía política de estas últimas décadasse han destacado los trabajos de dos filósofos ale-manes como lo son, Jürgen Habermas y Karl OttoApel. Estos autores han desarrollado en muchos desus trabajos, un programa de investigación filosó-fico conocido como Ética del Discurso. Retomandode la tradición hegeliana, el concepto de “recono-cimiento” como necesidad puramente humana ycomo rasgo constitutivo del sujeto, estos autores seproponen resaltar el valor de la reciprocidad en lavida de las personas. La filosofía de Habermas, apesar de sus diferentes etapas, dejó, en la que talvez sea su obra principal (Teoría de la accióncomunicativa) una serie de cuestiones muy impor-tantes a la hora de pensar en arreglos institucionalesinclusivos y al mismo tiempo universalistas. EnTeoría de la acción comunicativa, Habermas se pre-gunta acerca de cuáles son las condiciones impres-cindibles para que una sociedad humana sobrevi-va. Él sugiere que toda sociedad debe satisfacer doscondiciones fundamentales, la primera de ellas con-siste en asegurar su reproducción material, y la se-gunda en asegurar su reproducción simbólica, esdecir, que las instituciones que regulan la vida delas personas puedan sobrevivir a lo largo de dife-rentes generaciones. Así, Habermas realiza un diag-nóstico de las sociedades tradicionales, en las cua-

les ve que cumplen con estos requisitos. Sin em-bargo, en los años que corren, estos dos requisitoscorren cierto peligro, dado que sus condiciones derealización no son para nada sencillas. En un mun-do no tradicional, sino sumamente diverso y plu-ral, las condiciones de reproducción simbólica re-quieren que todos los miembros de nuestras comu-nidades puedan utilizar significados compartidospara llegar a acuerdos entre ellos. Por esto, la capa-cidad de comunicación de los individuos en nues-tras sociedades es de vital importancia. Si bien pue-do estar pecando de excesivamente simplificadorde un razonamiento extremadamente complejocomo lo es sin duda el de Habermas, me quedarécon una sola idea de su propuesta: es fundamentalpara nuestras sociedades, que sus individuos seancapaces de embarcarse en una discusión en la que através de argumentos puedan arribar a determina-das conclusiones. Para esto lo principal (y esto eslo que me interesa resaltar) es imprescindible nosólo que las situaciones de deliberación sean ade-cuadas (a grandes rasgos que la comunicación seaintersubjetivamente controlada) sino además queestemos en condiciones de reconocer al otro comoun interlocutor válido, que posee una visión delmundo y que perfectamente puede alterar nuestraspropias convicciones. Como sugiere GustavoPereira, el reconocimiento es una necesidad bási-ca, tanto de las personas, como de los Estados. Portanto, generar instancias de reconocimiento recí-proco, constituye un paso fundamental para alcan-zar condiciones de justicia global. De esta manera,una inclusión radical que afecte a todas las comu-nidades y culturas del planeta, requiere “un argu-mento moral basado en la idea de igual dignidadinherente a toda persona”. El reconocimiento re-cíproco es una necesidad imperiosa para determi-nar principios de justicia universales. Y aquí esdonde se hace presente la vieja idea de “igual dig-nidad” de Kant, considerando al hombre como unfin en sí mismo, y no como un medio para un pro-pósito dado. Un poco lejos y también un poco cer-ca de la filosofía de Habermas, en los últimos añosse ha debatido e investigado ampliamente la ideade deliberación, y más precisamente la llamadademocracia deliberativa. Trabajos como los deHannah Arendt, Philip Pettit, Pocock, y Skinner

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nidad se puede dialogar. El hecho de reco-nocer al otro como interlocutor válido

equilibra los recursos de poder que cadagrupo o individuo trae consigo. Así, lahorizontalidad, la capacidad de escuchar,valorar e incorporar lo que el otro expre-sa, son condiciones fundamentales para eldesarrollo de un diálogo.

Si restringimos el concepto de “diálo-go social” a las relaciones laborales, tene-mos que algunas de las principales condi-ciones que permiten el desarrollo del diá-logo social, son la existencia de sindicatosy organizaciones de trabajadores que seanautónomas e independientes, dentro de unmarco institucional que respete la libertadsindical y la negociación colectiva. Asimis-mo, el “diálogo social” puede ir desde in-tercambios de información, hasta procesoscomplejos de concertación. Todas las for-mas de relacionamiento entre diferentesactores del sistema de relaciones labora-

entre otros, han introducido dentro del debate nor-mativo contemporáneo, en el ámbito de la teoría yla filosofía política, los viejos ideales republicanoscélebremente desarrollados en el mundo antiguo porAristóteles, o Cicerón. A grandes rasgos, y conmuchas variaciones entre un autor y otro, la vidapública, la participación en el ágora pública, en losprocesos de deliberación y de discusión, son ins-tancias fundamentales en la vida de los individuos.Instancias que necesitan ser revitalizadas en nues-tras sociedades, en tanto toda legislación, sea decarácter local, nacional o internacional, debe ser de-sarrollada en un ambiente de pleno debate. Las ideasen cuestión deben ser cabalmente entendidas portodos los participantes, y éstos deben ser el mayornúmero posible. De acuerdo a la teoría republica-na, la creación de instituciones públicas deberá darsesobre la base de una plena conciencia de todos susmiembros (considerados igualitariamente comointerlocutores válidos). El hecho a resaltar, consis-te en que la deliberación ciudadana, se presentacomo un camino valioso para aumentar la legitimi-dad de nuestras instituciones, (o bien paradeslegitimarlas).. Ver entre otros trabajos dedicados a la ética deldiscurso: Habermas, Jürgen, Conciencia moral yacción comunicativa, Península Barcelona, 1998.Habermas, Jürgen, Escritos sobre moralidad yeticidad, Paidós/ICE/UAB, Barcelona, 1987.Habermas, Jürgen, Teoría de la Accióncomunicativa: complementos y estudios previos,Cátedra, Madrid, 1989. Apel K-O. (1988) “La éti-ca del discurso como ética de la responsabilidad.Una transformación posmetafísica de la ética deKant”, en Apel K-O., Teoría de la verdad y éticadel discurso, Paidós/ICE/UAB., Barcelona, 1991.Un trabajo dedicado a la necesidad de reconoci-miento recíproco entre los sujetos es el de Pereira,Gustavo, “Condiciones de posibilidad para una jus-ticia global”, (en prensa), 2004. La bibliografíasobre democracia deliberativa y republicanismo esamplia; ver entre otros: Elster, Jon (2000), “La de-liberación y los procesos de creación constitucio-nal” en La democracia deliberativa (Ed.) Jon Elster,Gedisa, Barcelona. Gutmann, Amy; Thompson,Dennis (2002), “Deliberative Democracy BeyondProcess” en The Journal of Political Philosophy,

V.10, Nº2 pp.153-174. Ackerman, Bruce; Fishkin,James S. (2002), “Deliberation Day”, The Journalof Political Philosophy, V.10, Nº2, pp. 129-152.Nino, Carlos Santiago (1997) La Construcción dela Democracia Deliberativa, Gedisa, Barcelona.Shapiro, Ian (2002), “Otimal Deliberation?”, en TheJournal of Political Philosophy, V.10, Nº2, pp. 196-211. Arendt, Hannah (1998), La Condición Huma-na, Paidós, Barcelona. Arendt, Hannah (1967),Sobre la Revolución, Revista de Occidente, Madrid.Pettit, Philip, “Freedom as Antipower”, en Ethics106, abril 1996, pp. 576-604. Pettit, Philip (1997),Republican Political Theory en Political Theory:Tradition & Diversity, Ed. Andrew Vincent,Cambridge University Press, Cambridge. Pocock,J. G .A. (1981), “Virtues, Rights and Manners. Amodel for Historians of Political Thougt” enPolitical Theory, Vol. 9, Nº3, agosto 1981, pp. 353-368.Skinner, Quentin (1984), The Paradoxes ofPolitical Liberty, The Tanner Lectures on HumanValues, Harvard University, octubre 24-25.Aristóteles, Política, Altaya, Barcelona, 1993.Cicerón, Marco Tulio (1986), Sobre la república.Sobre las leyes, Tecnos, Barcelona.

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les, son concebidas y desarrolladas de for-ma distinta al conflicto abierto. Así, apa-recen como aspectos significativos, losmecanismos de información y consulta, lanegociación colectiva, la participación biy tripartita, la concertación social. A pesarde esto, el “diálogo social” encierra en símismo una dimensión política, que lo con-vierte como uno de los principales meca-nismos y componentes de la democraciapluralista. De modo que las instancias dediálogo social entre diferentes actores so-ciales, puede ser un buen camino hacia elconsenso pactado de todas las partes, ge-nerando así un clima de mayor estabilidady legitimidad, lo cual favorece naturalmen-te el desempeño de un régimen democráti-co. La democracia, además, es una condi-ción necesaria para que pueda ser llevadoadelante el diálogo social, en el sentido deque sin democracia es más difícil que sepueda desarrollar un diálogo con las con-diciones que antes fueron expuestas. Po-demos decir que el “diálogo social” presu-pone un pluralismo de poderes, en el sen-tido de que cada parte cuenta con determi-nadas capacidades a la hora de negociar otomar partido por una opción específica.Dado que las relaciones laborales puedentraer consigo una serie de conflictos paraalgunos organismos de relevancia interna-cional, como por ejemplo, la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT), el princi-pal objetivo del diálogo social consiste enla promoción de un consenso y la partici-pación democrática de los principalesinterlocutores del mundo del trabajo.7

1.2 Jon Elster ha diferenciado tres cami-nos para llegar a decisiones democráticasdiversas. “Cuando un grupo de individuosiguales tiene que tomar una decisión acer-ca de una cuestión que les concierne a to-dos, y cuando la distribución inicial deopiniones no tiene consenso, pueden sor-tear el obstáculo de tres maneras diferen-tes: discutiendo, negociando o votando.”8

Además, las preferencias de los individuosque participan en la toma de decisionescolectivas están sujetas a tres operaciones:agregación (como sinónimo de votación),transformación de las preferencias a tra-vés de la deliberación (objetivo de la dis-cusión) y tergiversación (inducida porcualquiera de los tres procedimientos detoma de decisiones).9 Por último los indi-viduos están motivados a actuar por trescausas: razón, interés y pasión. “La razónes imparcial, a la vez desinteresada y des-apasionada. La discusión se halla intrín-secamente relacionada con la razón, en elsentido de que quienquiera que participeen un debate debe apelar a valores impar-ciales... La negociación y la votación pue-den presentarse como motivadas por cual-quiera de estas actitudes.”10

Si efectivamente como señala Elster,las discusiones y el debate se debe dar den-tro de un marco de imparcialidad, y en ellasdeben primar las razones y no los recursosde poder, entonces debemos pensar que elobjetivo de institucionalizar o bien de re-glamentar instancias de diálogo social,debe tomar en cuenta estas condiciones.Pero, ¿cómo sería un escenario de debate

7 Las opiniones de la OIT sobre el diálogo socialpueden ser encontradas en:http://www.ilo.org/public/spanish/dialogue/themes/sd.htm http://www.ilo.org/public/spanish/dialogue/ifpdial/sd/index.htm

8 Elster, Jon, La Democracia Deliberativa, Gedisa,España, 2001.9 Ídem.10 Ídem.

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y diálogo en donde los agentes involucra-dos no recurran a sus recursos de podersino a sus mejores razones para defenderalgo específico? Pensemos esta preguntaen el ámbito del mercado laboral, ¿cómosería un escenario de diálogo entre emplea-dos y empleadores en donde los recursosde poder dejen espacio a razones? Cierta-mente, estas preguntas parecen ambiguase imprecisas, pero lo que en ellas intentoexplicitar es que en ámbitos como el mer-cado laboral, el diálogo entre las partesmuchas veces puede estar viciado e inclu-so anulado por una de las partes (por logeneral por los empleadores) dado queellos poseen más recursos de poder, o di-cho de otra forma, porque ellos poseen elbien escaso que está en juego, es decir, elempleo. Naturalmente, en sociedades conun alto porcentaje de desocupación, losempleadores cuentan a priori con un re-curso de poder mayor que los empleados,dado que ellos poseen y distribuyen preci-samente un bien escaso como el trabajo.

Este tipo de situaciones en las cualesgobierna una asimetría de recursos, pro-voca problemas de reciprocidad a la horade entablar cualquiera de los caminos queconforman el diálogo social. Por esto, eldiálogo ya sea bajo la forma de relacionesbi o tripartitas, como proceso informal oinstitucionalizado, o bien una combinaciónde ambas, que puede darse a diferentesniveles (nacional, local, regional, interna-cional), o bien que puede ser interprofe-sional o sectorial, se presenta como un ins-trumento de cooperación y desarrollo, otor-gando legitimidad a las decisiones toma-das, lo cual garantiza su aplicación. Portanto, el diálogo social necesita de la exis-tencia de actores sociales “fuertes, repre-

sentativos e independientes”. Si falta algode esto, el diálogo no existe.11

Ahora bien, como vimos, el diálogosocial puede ser entendido como un deter-minado esquema institucional en el que losdiferentes actores del mercado laboral serelacionan e interactúan acordando ciertosprincipios básicos (como el mutuo reco-nocimiento, la reciprocidad, etc.). Y dadoque en reiteradas ocasiones, el relaciona-miento de estos actores está determinadopor las asimetrías en cuanto a los bienesescasos a distribuir y a obtener, podemosdecir que la implementación y promociónde instancias de diálogo social, son desea-bles y no siempre están presentes en nues-tras sociedades. Si bien, es sumamente di-fícil disminuir las asimetrías existentesdentro de las relaciones laborales, laimplementación de instancias de diálogosocial puede ser muy útil para disminuir oal menos, para bajar la intensidad de estasasimetrías. El solo hecho de que existaninstancias institucionalizadas y promovi-das de diálogo entre las partes es un datoalentador.

De aquí en más presentaré la propuestade ingreso básico universal, argumentan-do que su implementación mejoraría lascondiciones de diálogo y las relaciones la-borales, dado que aumenta el poder de ne-gociación de los empleados, disminuyen-do de esta forma las asimetrías existentesentre los actores del mercado laboral.

11 Ermida Uriarte, Óscar, op. cit.

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2. Ingreso básico universal

2.1 Algunas precisiones

conceptuales

Empecemos por plantearnos qué es uningreso básico (IBU) y qué no es. Para con-testar esto, podemos recurrir a la defini-ción pionera propuesta por Phillippe VanParijs: Un ingreso básico es un ingresopagado por el gobierno a cada miembropleno de la sociedad. a) Incluso si no quieretrabajar. b) Sin tener en cuenta si es rico opobre. c) Sin importar con quién vive. d)Con independencia de la parte del país enla que viva”.12 Una segunda definiciónigualmente aceptada la podemos encontraren los diferentes trabajos de DanielRaventós:13 “Un subsidio universal garan-tizado es, ni más ni menos, que un ingresopagado por el gobierno a cada miembrode pleno derecho de la sociedad, inclusosi no quiere trabajar de forma remunera-da, sin tomar en consideración si es rico opobre, o dicho de otra forma, independien-temente de sus otras posibles fuentes derenta, y sin importar con quién conviva”.14

Por su parte el Basic Income EuropeanNetwork (BIEN) –recientementerebautizada como Basic Income EarthNetwork–, organización internacional crea-da en 1986 para la promoción del ingresobásico, lo define de manera similar: “unarenta garantizada de forma incondicionala todos los individuos, sin necesidad de untest de recursos o de estar realizando al-gún tipo de trabajo”. Finalmente, la Aso-

ciación Red Renta Básica entiende por in-greso básico “una renta modesta pero su-ficiente para cubrir las necesidades bási-cas de la vida, a pagar a cada miembro dela sociedad como un derecho, financiadapor impuestos o por otros medios y no su-jeta a otra condición que la de ciudadaníao residencia”.15 Si bien todas estas defini-ciones son bastantes similares, su manejoalternativo puede crear algunas confusio-nes. Esto se produce básicamente por laexistencia de múltiples denominacionespara la misma idea. A lo largo de este tra-bajo adoptaré como sinónimos, y de for-ma intercambiada, las denominaciones de“ingreso básico” o bien “renta básica”. Estamultiplicidad de denominaciones se debea las diferentes traducciones que se hanhecho en todo el mundo del término “basicincome”. Por ejemplo, el argentino RubénLo Vuolo suele denominar al ingreso bási-co, como “ingreso ciudadano”.

Con el fin de no confundir al lector,trataré de equiparar todas estas denomina-ciones alternativas a las antes sugeridas.Veamos por ejemplo, los diferentes sinó-nimos de ingreso básico:

• Subsidio universal garantizado � uni-versal grant, allocation universelle

• Dividendo social � social dividend,socialdividende

• Salario del ciudadano � citizen’s wage,bürgergehalt

• Ingreso ciudadano � citizen’s income

• Ingreso social � social income, revenusocial12 Van Parijs, Phillipe, (1995), Libertad real para

todos, Paidós, Barcelona, 1996.13 Estos trabajos están citados más adelante.14 Raventós, Daniel, (1999), El derecho a la exis-tencia , Ariel, Barcelona.

15 Citado en Raventós, Daniel, Catorce respuestassobre la Renta Básica, El Ciervo, Veualternativa,2001.

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• Renta básica y “renta mínima” � ren-da minima.16

Ahora bien, detrás de estas denomina-ciones existen algunos puntos que convie-ne aclarar. En primer lugar, vale decir queen el núcleo duro de todas estas definicio-nes se encuentra el hecho de que todas alu-den a un tipo de arreglo institucional queasegura un ingreso incondicional a todaslas personas. Así el alcance de IBU es decarácter universal (todas las personas re-sidentes). En segundo lugar, el pago de uningreso básico no exige nada a cambio.Esto es, no existen condiciones (más alláde la pertenencia a la comunidad donde espromovida) para su adquisición. De estaforma, un IBU puede ser pagado a diver-sos niveles políticos administrativos:Mercosur, gobiernos centrales, gobiernosprovinciales, estaduales o departamenta-les.17 No obstante, cabe aclarar que algu-nos defensores del IBU discrepan respec-to a quiénes deben ser los beneficiarios delingreso. Dicho en pocas palabras: se dis-cute si el pago es exclusivo para los indi-viduos con pleno derecho. Es decir, quie-nes gozan de la calidad de ciudadanos. Opor el contrario si el pago debe abarcar atodos aquellos individuos con un mínimode tiempo de residencia. En la misma di-rección se debate los diferentes montospara distintos estratos etarios. De una for-ma u otra, la idea de IBU posee una es-

tructura abstracta bastante similar al su-fragio universal. Ambas propuestas com-parten un núcleo duro similar: la incondi-cionalidad y la universalidad. Por defini-ción, un ingreso básico tal como es enten-dido por sus promotores debe cumplir arajatabla con estas dos condiciones.18

2.2 Algunas confusiones: subsidios

condicionales e incondicionales

Los subsidios condicionados son ins-trumentos característicos de los Estadosbenefactores. Ellos suponen la retribuciónmonetaria a ciertos individuos bajo deter-minadas condiciones. Por lo general sonsubsidios que atienden a aquellos indivi-duos que por diferentes razones se encuen-tran por fuera del mercado laboral. Vea-mos por ejemplo el caso de las rentas mí-nimas de inserción (RMI) aplicadas en dis-tintas comunidades Autónomas del Reinode España.19 Este tipo de renta condicio-nal ha sido aplicada durante años en dis-tintos estados europeos. Como su nombrelo indica las RMI tienen por cometido lainserción laboral de los estratos más po-bres. Las RMI presentan al menos tres ca-racterísticas: a) la combinación de asisten-cia e inserción, b) la complementariedady diferencialidad, y c) la condicionalidad.20

16 Tomado del Prefacio de Grott, Loek; Van derVeen, Robert; Lo Vuolo, Rubén, Editores (2002),La Renta Básica en la Agenda: objetivos y posibi-lidades del ingreso Ciudadano, Ciepp, Miño yDávila Srl., Argentina.17 Noguera, José Antonio y Raventós, Daniel(2002), “La renta básica de ciudadanía: acerca desu justicia, el derecho al trabajo y la polarizaciónsocial”, Claves de Razón Práctica, N° 120.

18 Con respecto a este último punto ver la exposi-ción de Antoni Domènech en la mesa redonda “In-greso ciudadano, trabajo y democracia. Potenciali-dades de una renta básica” celebrada el 17 de juniode 2003 en el Salón de Actos de la Facultad de Cien-cias Económicas de la Universidad de Buenos Ai-res, organizada por el Plan Fénix y el Ciepp.19 En esta parte me basaré principalmente en lostrabajos de Daniel Raventós.20 Raventós, Daniel (2003), “Breve historia, los dossimposios y algunos debates sobre la Renta Básica

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De este modo, podemos notar la diferen-cia entre la idea del IBU y las RMI. Enprimer lugar, se trata de una política foca-lizada. No posee el componente universa-lista de un IBU. En segundo lugar, paraser beneficiario de una RMI se deben cum-plir ciertos requisitos. La condicionalidadde las RMI las aleja enormemente de unIBU. Por ejemplo, residencia continuaday efectiva, integrar un hogar independien-te, carencias económicas importantes, nohaber abandonado un trabajo anterior porvoluntad propia, no disponer de bienesmuebles o inmuebles que indiquen sufi-ciencia económica, el consentimiento deno interponer reclamación judicial de pen-sión alimenticia y que no existan otros ti-tulares de la RMI en el núcleo de convi-vencia familiar.21 Otra diferencia claveentre los subsidios de tipo condicional ylos incondicionales reside en la tempora-lidad de su aplicación. Mientras los pri-meros son percibidos ex post, una vez su-perado el test previo, los IBU son perci-bidos ex ante, ya que no es necesario nin-gún tipo de prueba. Finalmente los IBUlogran sortear las llamadas “trampa de lapobreza” y “trampa del paro”.22 La tram-pa de la pobreza consiste en el efecto depenalización (retiro del subsidio condicio-nal) que sufre un individuo poseedor dedicho subsidio si se reincorpora al merca-do laboral. La trampa consiste pues en quelos beneficiarios de este tipo de renta eva-luarán en términos de costos y beneficios

su entrada al mercado laboral. Un efectomás grave aún ocasionado por este tipo desituaciones, es la posibilidad de fraude.Esto es la trampa del desempleo, subpro-ducto de la “trampa de la pobreza.” Es de-cir, que aquellos individuos que reciben elsubsidio trabajen sin registro. De estemodo podrían incrementar sus recursos sinperder el subsidio condicional.

2.3 Impuestos negativos a la renta

La propuesta del impuesto negativo ala renta (INR) fue difundida fundamental-mente por autores como Milton Friedmany James Tobin durante las décadas del se-senta y setenta. Básicamente el INR es uncrédito impositivo uniforme y reembolsa-ble.23 Al igual que el ingreso básico, losimpuestos negativos funcionan a través delsistema tributario En palabras de Lo Vuolo“ambas propuestas definen un ‘punto deindiferencia tributaria’ (break-even point)donde la posición neta del contribuyente/beneficiario es igual a cero; aquellos quequedan ubicados por debajo del mismoreciben un subsidio neto mientras que losque quedan por encima pagan un impues-to neto. Si se quiere, en ambos casos exis-te un ‘crédito fiscal’ (tax credit) por elmonto del ingreso garantizado, un valormonetario que se recupera o se vuelveefectivo como transferencia a través delsistema fiscal”.24 Van Parijs25 observa al-

en el Reino de España” en La renta básica, másallá de la sociedad salarial, Jorge Giraldo Ramírez(Editor), Ediciones Escuela Nacional SindicalMedellín, 2003.21 Ídem.22 Raventós (1999) realiza un exhaustivo análisisde este fenómeno.

23 Noguera, José Antonio y Raventós, Daniel, op. cit.24 Lo Vuolo, Rubén (1995), “La Economía Políticadel Ingreso Ciudadano” en Lo Vuolo, Rubén, Con-tra la Exclusión, la Propuesta del Ingreso Ciuda-dano, Ciepp/Miño y Dávila Editores, Buenos Aires.25 Van Parijs, Phillippe (2000a), “A Basic Incomefor All. If you really care about freedom, give people

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gunas ventajas del ingreso básico frente alimpuesto negativo. En primer lugar, losimpuestos negativos a la renta presentanproblemas de temporalidad; en el sentidode que los balances fiscales son realizadosbajo plazos predeterminados, los cualespueden repercutir gravemente en los ho-gares más pobres. Para que el INR fueraeficaz debería funcionar un sistema de pa-gos por adelantado. En segundo lugar, losINR tenderían a caer bajo la “trampa deldesempleo” antes mencionada. Por su parteun IBU, garantiza una base de ingresosconstante, eliminando de su camino estetipo de riesgos.

3. El ingreso básico como políticasocial

3.1 Existen algunas confusiones acercade la procedencia de las ideas constituti-vas de la propuesta de ingreso básico. Al-gunos se remontan a Thomas Moro, oThomas Paine. Otros como Van Parijs sos-tiene que la idea de IBU tiene casi cientocincuenta años, argumentando que sus pri-meras formulaciones pueden encontrarseen los planteos normativos del socialistautópico francés Charles Fourier.

Ahora bien, más allá de buscar simili-tudes entre la propuesta actual de IngresoBásico, y otras formulaciones pasadas si-milares, podemos marcar un punto de ini-cio más o menos claro de la concepcióndel IBU como lo conocemos actualmente.En primer lugar, la idea de IBU surge enel marco de reflexión acerca de la crisissocial y económica de los años ochenta en

Europa. Es en ese contexto cuando sale ala luz el artículo escrito por el propio VanParijs y Robert Van Der Veen26 en 1986,considerado como punto de arranque deldebate contemporáneo sobre IBU. VanParijs27 reconoce haber sido estimuladopor dos fuentes de inspiración. Básicamen-te, la reflexión sobre dos problemas. Unode corto plazo: el problema de las políti-cas sociales ineficientes. Otro de largo pla-zo: formular un proyecto de sociedad al-ternativo. El primer problema es plantea-do en los siguientes términos: ¿cómo lu-char contra el desempleo en países carentesde crecimiento económico acelerado?, opor otro lado, ¿cómo luchar contra el des-empleo en países ricos sin afectar el verti-ginoso crecimiento económico? Un IBUfue la respuesta alternativa propuesta porVan Parijs para combatir las altas tasas dedesempleo sin afectar el crecimiento eco-nómico. La segunda fuente de inspiraciónfue más teórica. Básicamente: cómorevitalizar a la izquierda, devaluada por losrendimientos desfavorables del “socialis-mo real”.28 No obstante, si examinamoslas estructuras argumentales construidaspor los defensores del IBU, podemos cons-tatar dos cosas. Primero, no siempre laspremisas de partida son estrictamente com-partidas. Segundo, la conclusión es unasola: el IBU es la mejor solución para losproblemas anunciados en las premisas.Pensemos, por ejemplo en el planteamiento

an unconditional income” en octubre-noviembre2000, issue of Boston Review.

26 Van Parijs, Phillipe; Van der Veen, Robert(1986), “A Capitalist Road To communism”,Theory and Society, N° 15.27 Van Parijs, Phillipe (2002), “A renda básica: Porque, como e quando nos países dos hemisfériosnorte e sul?”, Econômica, Vol. 4, N° 1, pp. 75-93,junio 2002 (impresa en octubre 2003).28 Ídem.

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de Phillipe Van Parijs, donde las premisasson claras: “Nuestras sociedades capita-listas están repletas de desigualdades in-aceptables. Dos: La libertad es de primor-dial importancia”.29 Van Parijs procurasuperar mediante la propuesta de IBU eltrade-off largamente pronunciado desde lacrítica liberal, que niega cualquier tipo decorrección social que atente contra la li-bertad de los individuos. Por su parte, Da-niel Raventós30 parte de las siguientespremisas: 1. Las sociedades contemporá-neas generan mucha riqueza pero tambiénmucha pobreza. 2. El desempleo masivose ha instalado en nuestras sociedades casidefinitivamente. Así, el IBU aparece comouna respuesta frente al desempleo de largaduración. Siendo una medida que atacadirectamente la pobreza más extrema, otor-gando a cada individuo una renta sin nin-gún tipo de contraprestación o condiciónprevia.31 Observemos finalmente, el plan-teo de Rubén Lo Vuolo.32 Sus premisasprincipales, pueden ser formuladas comosigue: 1. El problema central de nuestrassociedades es su tendencia a la exclusiónde social de buena parte de sus integran-tes. 2. La dicotomía inclusión/exclusiónsocial es un elemento clave para compren-der las diferencias entre distintos “regíme-nes” de Estados de bienestar. De esta for-ma, el IBU es entendido como el mediofundamental para acceder a las institucio-nes que definen el proceso de inclusiónsocial. Rescatando además buena parte de

las instituciones promovidas años antesdesde los Estados de bienestar. El IBU noaparece como una alternativa a los esta-dos benefactores sino fundamentalmentecomo un complemente revitalizador.33

3.2 Crisis de los Estados de

bienestar

Las tres décadas inmediatamente pos-teriores a la culminación de la SegundaGuerra Mundial, dejaron entrever quemuchos países en todo el mundo habíanoptado por fórmulas keynesianas para eldesarrollo de lo que hoy conocemos comoEstados de bienestar (EB). La implemen-tación de políticas de empleo, así como laregulación política de los mercados y dela seguridad social, esta última sobre unaplataforma de derechos sociales, confor-maron los rasgos más significativos de esteordenamiento institucional. Bajo la con-signa de una mejor redistribución de losrecursos, que traería consigo mayoresoportunidades reales de igualdad, libertady justicia, los EB se caracterizaron por sufuerte inserción en la sociedad, así comopor su rol activo como mediador entre laciudadanía y el mercado. No obstante loscriterios de redistribución y asistencia so-cial de los EB, fueron aplicaciones ex posty no ex ante a las circunstancias merece-doras de corrección. Las diferentes políti-cas sociales –políticas de empleo, de sa-lud pública, de seguridad social– configu-raron distintos tipos de EB. Esping-Andersen34 caracterizó tres tipos ideales

29 Van Parijs, Phillippe (1995), Libertad real paratodos. Qué puede justificar al capitalismo (si hayalgo que pueda hacerlo), Paidós, Barcelona, 1996.30 Raventós, Daniel (1999), El derecho a la exis-tencia, Ariel, Barcelona.31 Ídem.32 Lo Vuolo, Rubén, op. cit.

33 Ídem.34 Esping-Andersen, Gosta (1993), Los tres mun-dos del Estado del Bienestar, Alfons el Magnánim,Valencia.

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de EB, cada uno de ellos con distintos gra-dos de intervención y de regulación. Enprimer lugar, se ubica el modelo liberalresidual. Un tipo de Estado con políticasque apuntan y se fundamentan básicamentehacia aquellos que han caído debajo de lalínea de pobreza. Son Estados que desa-rrollan lo que podríamos denominar polí-ticas para pobres o de ambulancia, porende, políticas a corto plazo. Este tipo deEB sólo asiste a los perdedores en el mer-cado. Así el mercado se conforma comoel agente encargado de la integración so-cial. El EB liberal residual interviene sóloen defectos y fallas del mercado. Con estose consigue una mínima desmercanti-lización y una máxima estigmatización;consecuencia directa: la movilidad sociales prácticamente nula. En segundo lugar,Esping-Andersen ubica al EB corporativo.En este segundo modelo se da una mayorintervención estatal; donde los beneficiossociales se otorgan a los individuos siem-pre que estén insertos en el mercado. Deesta forma el mercado también goza degran importancia, ya que para ser benefi-ciario de la asistencia social es necesariomantener un vínculo directo con el merca-do. Por otra parte, presenta un grado ma-yor de desmercantilización que en el Esta-do liberal residual, corrigiendo en ciertaforma algunas desigualdades sociales, almenos entre quienes están insertos dentrodel mercado. El problema básico de estetipo de EB se desprende sencillamente desu configuración dual: para ser asistido esimprescindible mantenerse dentro del mer-cado, por lo tanto la estigmatización se daráen el plano de incorporados y no incorpo-rados en el mercado laboral. Un tercer tipode EB es el socialdemócrata, en el cual in-dependientemente de la posición social y

la relación con el mercado, los ciudada-nos pueden acceder a la asistencia socialsólo por el hecho de pertenecer a dichoEstado, es decir a ser habitante del país.35

La diferencia básica entre los tres mode-los radica en el grado de intervención através de la aplicación de políticasasistenciales, así como en la intermedia-ción y asistencia entre la ciudadanía y laeconomía.36 Ahora bien, podríamos resu-mir las justificaciones para la actuación delos Estados de bienestar en materia eco-nómica en base a cuatro puntos principa-les:37 a) Fallos de mercado. b) Bienes pre-ferentes. c) Redistribución de la renta. d)Estabilidad económica. Brevemente, losEstados de bienestar legitiman su funcio-namiento a causa de los problemas que ellibre funcionamiento del mercado tiene. Yasea en la distribución de los diferentes bie-nes y servicios, así como también en la pro-tección que brinda a los perdedores deljuego competitivo. De esta forma, los EBactúan sobre tres campos principales: 1)

35 Ídem.36 Pensemos brevemente en el caso uruguayo. Den-tro de las peculiaridades del Estado de Bienestaruruguayo, cabe destacar las particulares respuestasa los problemas de integración social medidos entérminos de extensión de la ciudadanía, llevados acabo desde el Estado en las primeras décadas delsiglo XX. La consagración simultanea de derechospolíticos y sociales, tuvieron lugar a través de unpapel protagónico de los partidos políticos, quemediante la colonización del Estado llevaron ade-lante una serie de políticas sociales de cortebienestarista, conformando el fenómeno conocidocomo “Estado de Bienestar de Partidos”. Entre otrosver: Castellanos, Ernesto, “Uruguay: un caso deBienestar de Partidos”, en Revista de Ciencia Polí-tica, Nº 9, FCS-ICP, Montevideo, 1996. Filgueira,Carlos; Filgueira, Fernando, El largo adiós al paísmodelo. Políticas sociales y pobreza en Uruguay,Editorial Arca, Kellogg Institute.37 Este punto esta basado en Raventós (1999).

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El de la protección social que incluye elsistema de pensiones, de paro, de asisten-cia. 2) El de instituciones proveedoras deotros bienes y servicios públicos (educa-ción, vivienda y servicios colectivos). 3)El del sistema fiscal y las políticas quepermiten la intervención en el conjunto dela economía.38

Rubén Lo Vuolo, enfatiza en las políti-cas laborales de los EB como característi-ca distintiva del modelo. “El consenso pro-pio del Estado de bienestar tradicionalconsideraba a la seguridad en el ingresocomo un valor digno de mantenerse comoobjetivo social y que, para el logro de di-cho objetivo, se construyeron institucio-nes que generaban una dependencia direc-ta entre seguridad en el ingreso y seguri-dad en el trabajo.”39 De este modo, losobjetivos de políticas públicas en los Es-tados de bienestar estaban dirigidos a ga-rantizar cierto nivel de empleo. La seguri-dad en el ingreso no era un objetivo en símismo, sino que básicamente resultabacomo un subproducto derivado de la se-guridad en el trabajo. Así las políticas di-rigidas a la promoción de empleo, se con-formaban como el principal mecanismo deinclusión social.40 Incluso las redes de se-guridad social dependían fuertemente dela red de seguridad laboral. Por ejemplo,seguridad en el mercado de trabajo pormedio de políticas públicas de demandalaboral, seguridad en el ingreso del traba-jo (salarios mínimos, seguros sociales,etc.), seguridad en los puestos de trabajo(contratos de trabajo, remuneraciones pordespido), seguridad y fomento por parte

del gobierno, de áreas de negociación sa-larial (por ejemplo, en el caso uruguayo,los Consejos de salarios).41

3.3 La erosión de los Estados de

bienestar

A pesar de que las críticas al modelodatan de su propio nacimiento, es a partirde la crisis del Estado de bienestar, cuan-do comienza a tomarse en serio esas cues-tiones. Un paquete de críticas que veníanya desde la década del sesenta se hace sen-tir a partir de los años ochenta. Así MiltonFriedman42 cuestionaba las consecuenciasque ocasiona un Estado de bienestar sobrela libertad individual de los ciudadanos. Elmecanismo para Friedman operaba de lasiguiente manera: la libertad de los ciuda-danos era dependiente del grado de liber-tad económica que estos mismos tuvieran.

38 Ver Raventós (1999).39 Lo Vuolo, Rubén, op. cit.40 Ídem.

41 Estos puntos son tomados de Lo Vuolo (1995)asimismo, este autor propone algunas especifici-dades para el caso Latinoamericano: “1) no se notala presencia del seguro de desempleo con base am-plia, institución que, por el contrario, es clave en elcaso europeo; 2) se utilizó con mayor intensidad elmanejo autónomo y generalizado del salario comoinstrumento de distribución de ingresos; 3) se veri-fica un proceso más intenso de ajuste ‘espurio’ delmercado de trabajo, con fuerte desarrollo del sec-tor del empleo informal y de la absorción de em-pleo redundante por parte del sector público; 4) pesea las restricciones del mercado de trabajo, son pre-eminentes los seguros sociales típicos del esquemacorporativo, pero con una imagen legitimante decontenido universalista (vía una práctica populis-ta); 5) junto con una distribución del ingreso másregresiva que en Europa, se nota mayor diferenciade ‘privilegios” entre los beneficios que gozabanlos distintos grupos cubiertos, con mecanismos definanciamiento muy intransparentes”.42 Friedman, Milton, (1962), Capitalismo y liber-tad, Rialp, Madrid, 1966.

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Dicho de otra forma: para Friedman la li-bertad de los individuos es la libertad eco-nómica, es la libertad en el mercado; eneste sentido la libertad es “unidimensio-nal”. De esta manera, bajo un Estado queinterviene en el mercado se ve en peligrola libertad de los propios ciudadanos.O´Connor,43 desde una perspectiva diferen-te a la de Friedman, observó que los EBpresentaban serios problemas fiscales. Tan-to su peso excesivo, como su intervenciónconstante y sus políticas de redistribución,hacían dificultosa su eficiencia en materiaeconómica, y por lo tanto su sostenibilidad.El déficit público de los EB asfixiaban supropia marcha. Incluso el propio Friedman,observó efectos negativos en el gasto so-cial sobre el crecimiento. En esta mismadirección, Friedrich Hayek sostuvo que lainterdependencia de los fenómenos econó-micos hacen inviable cualquier tipo de pla-nificación o intervención por medio deagentes externos al mercado. Los EB ha-cían precisamente eso: intervenían, regu-laban y redistribuían. Para Hayek, la inter-vención política en el campo económico,provocaba irremediablemente la superpo-sición de ambas esferas. Cualquier tipo deintervención respondería a los intereses dealgunos, obstruiría por tanto la libertad delos individuos. Más aún: “la desigualdadse soporta, sin duda, mejor y afecta menosla dignidad de las personas si está deter-minada por fuerzas impersonales quecuando se debe al designio de alguien. Enuna sociedad en régimen de competenciano hay menosprecio para una persona, niofensa para su dignidad por ser despedi-da de una empresa particular que ya no

necesita sus servicios o que no puede ofre-cerle un mejor empleo.”44 Hirschman45

observa que este tipo de argumentos aten-taron contra el avance de la ciudadanía so-cial promovida desde los EB. Los críticosde los EB se basaron, según Hirschman,en tres tesis fundamentales. En primer lu-gar, la tesis de la “perversidad” la cual su-giere que las intervenciones en los merca-dos con el fin de mejorar algunos aspectosredistributivos tenderán a fomentar efec-tos contraproducentes que a la larga perju-dicaran aún más el sistema. La segundatesis es la de “inutilidad”. Mediante ella serefuerza la primera sugerencia. Sencilla-mente, cualquier intento por mejorar algúnaspecto de la economía será ineficaz e in-útil. Los resultados económicos son “equi-librios”. Cualquier interferencia será inútil.Finalmente, la tesis de la “peligrosidad”sugiere que cualquier tipo de modificacio-nes en los equilibrios obtenidos en los dis-tintos mercados atentará contra valores ta-les como la libertad, o equidad.46 A juiciode Hirschman, este tipo de argumentos essustancialmente reaccionario.

Por su parte, Esping-Anderson visuali-za dos problemas principales en nuestrosEstados actuales. En primer lugar, hemosheredado modelos incompletos, tanto deEB liberal residual, como del modelo cor-porativo. En segundo lugar, se ha dado unproceso y una tendencia práctica y teóricade achicamiento de la esfera estatal.47

43 O’ Connor, J. (1973), La crisis fiscal del Estado,Península, Barcelona, 1981.

44 Hayek. Friedrich (1944), Camino a la servidum-bre, Alianza Editorial, 2000.45 Hirschman, A. O. (1991), Retóricas de la intran-sigencia, México, FCE.46 Ídem.47 Esping-Andersen, Gosta, (1993), Los tres mun-dos del Estado del Bienestar, Alfons el Magnánim,Valencia.

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De esta forma los cimientos básicos quesustentaron el EB durante años, dejaron detener su misma eficacia o el mismo resul-tado. El empleo, la demografía y la estruc-tura de las familias han sufrido modifica-ciones relevantes que alteran los pilares delEB. En primer lugar, debemos considerarel envejecimiento de la población que traeconsigo una sobrecarga a los programas oa las políticas sociales, como la pensión yla salud. Desde el EB se había supuestouna relación de los años productivos de unciudadano y sus años de jubilación distin-ta de la actual. Se creía que las personastrabajarían un porcentaje de su vida mu-cho mayor del que efectivamente están tra-bajando. Cada vez la relación se altera deun modo tal que los años de productividadde una persona descienden en relación conlos años de remuneración jubilatoria.48 Ensegundo lugar, la transformación de la fa-milia nuclear como modelo típico hacíaque las políticas sociales estuvieran diri-gidas a ese tipo de familia, es decir, se to-maba en muchos casos como unidad, a lafamilia. Actualmente las familias atípicashan crecido en número. Resumiendo, po-dríamos decir que las posibilidades demantener un EB fueron disminuyendo. Losproblemas fiscales perjudicaron las políti-cas distributivas y la manipulación de lademanda efectiva. En contrapartida, las po-líticas alternativas al viejo modelo procu-ran desrregular los mercados. Promuevenel libre movimiento de capitales, la neu-tralidad de la política comercial, la elimi-nación del déficit fiscal y la caída absolu-ta del gasto público. Así “la inseguridaden el trabajo que caracteriza al consenso

actualmente vigente implica también in-seguridad en el ingreso.”49

3.4 Los problemas en la sociedad

del trabajo

Uno de los inconvenientes principalesdesatados a partir de la crisis de los EB, hasido la denominada crisis del trabajo encuanto elemento estructurante del inter-cambio social entre los hombres y la natu-raleza.50 Como veremos más adelante, laidea de ingreso básico presta especial aten-ción a los problemas del trabajo, tantocomo fenómeno social estructurante, asítambién como mecanismo de producciónmaterial. En la perspectiva de teóricosinvolucrados en el estudio de la crisis dela sociedad del trabajo, se encuentran fun-damentalmente los trabajos de Offe,51 yGorz.52 . Para Offe “Se puede hablar de unacrisis en la sociedad del trabajo, en lamedida en que se amontonan los indiciosde que el trabajo lucrativo, el que persi-gue como finalidad ganar el sustento, pier-de la calidad subjetiva de ser el centroorganizador de la actividad vital, de lavaloración social de uno mismo y de losdemás, así como de las orientaciones mo-rales”.53 Este proceso se verifica a partirde la constatación de que en muchos paí-

48Ìdem.

49 Lo Vuolo, Rubén, op. cit.50 Antunes, Ricardo, “La centralidad del trabajohoy”, Cieap/Uaem, Papeles de Población, Nº 25,julio-setiembre, 2000.51 Offe, Claus (1984), La Sociedad del Trabajo.Problemas estructurales y perspectivas de futuro,Alianza Universidad.52 Gorz, André (1982), Adiós al proletariado (Másallá del socialismo), El viejo topo, Barcelona.53 Offe, Claus, op. cit.

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ses de Europa se está produciendo un pro-ceso de cambio en las estructuras econó-micas, dentro de las cuales se verificabaante todo, el aumento del desempleo, lapérdida de poder sindical, así como tam-bién la tercerización de la economía.54 Eldiagnóstico desde los economistas neoclá-sicos, era pues, que estas consecuenciaseran producto de rigideces en el mercadode trabajo producidas por la intervencióninstitucional (sindicatos, gobierno, etc.).En cambio Offe visualizó el problema enlos avances científicos y tecnológicos queaumentan, tanto la productividad como eldesempleo. Todo esto deriva en lo que elpropio Offe postula como “la desapariciónde la sociedad del trabajo”. Por su parteAndré Gorz considera que el empleo per-manente viene continuamente cayendopues no habrá de aquí en adelante trabajoestable y remunerado para todos.55

Desde esta perspectiva Gorz proponeuna redistribución de trabajo. Para esto, talvez la medida principal sea la reduccióndel tiempo de trabajo. Un ajuste por ley delas horas laborables cada unos pocos años.La idea principal de Gorz será, pues, laseparación del trabajo como actividad, delsalario como producto del trabajo. El plan-teamiento de este autor propone la diso-ciación del binomio trabajo-salario. Deesta forma, la crisis de la sociedad del tra-bajo genera problemas de desigualdad, jus-ticia y libertad.56 Los propulsores del in-

greso básico, atienden singularmente estaproblemática.

3.5 Ya hemos repasado brevemente quées y qué no es un ingreso básico. Tambiénvimos rápidamente las características mássobresalientes de su entorno de aparición.Esto es, crisis de los Estados de bienestary sus consecuencias principales: crisis dela sociedad del trabajo, y aumento de lapobreza extrema. Ahora bien, la utilidadde esta breve contextualización consiste enpermitirnos apreciar lo sustancial de lapropuesta de ingreso básico. Así pues, asu-miré dos problemas principales y desarro-llaré posibles soluciones a los mismos des-de la propuesta de ingreso básico. Dichosproblemas son, 1°: La pobreza extrema y2°: el desempleo masivo. Estos problemasse derivan de tres afirmaciones más o me-nos consensuadas por parte de los defen-sores del IBU: En primer lugar, el IBUpermite el desarrollo de formas derelacionamiento social no basadas en prin-cipios de mercado. Dicho de otra forma,el IBU modifica las relaciones de los indi-viduos con el mercado laboral. En segun-do lugar, el IBU puede ser un instrumentoeficaz contra la pobreza extrema. Final-mente, el IBU amplía los márgenes de li-bertad, equidad y justicia entre los indivi-duos.57 De estas tres afirmaciones, aquítrabajaré sólo las dos primeras.

54 Por tercerización de la economía se entiende elcrecimiento de grandes sectores de la economíaabocados no a la industria ni a la producción pri-maria sino al sector de servicios, ver Offe (1984).55 Gorz, André, op. cit.56 Sen, Amartya (1997), “Desigualdad y desempleoen la Europa contemporánea”, en Papeles Urugua-yos de Filosofía, Nº 1, UdelaR-FHCE-IF, 2002.

57 Van Parijs, Phillipe (1995), Libertad real … op.cit.

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4. Pobreza extrema y mercadolaboral. Contribuciones delingreso básico para repensar eldiálogo social

4.1 Asumir que la pobreza es una con-secuencia directa del funcionamiento denuestras sociedades, no es un dato revela-dor pero puede ser un buen comienzo. Enel sentido de que asumir responsabilidadante una consecuencia como ésta, es unbuen paso. La pobreza no es producto delazar. Es una opción social.58 “Las reglasque generan los resultados económicos noson leyes naturales. Los resultados delmercado no son fenómenos naturales comoel clima, algo de lo que podemos quejarnospero no podemos cambiar. Los mercadosson instituciones sociales y sus reglas es-tán establecidas socialmente.”59

Daniel Raventós sostiene que la pobre-za extrema a la que estamos asistiendo, escausada por el desempleo masivo. Ahora,prestemos atención a las soluciones que sehan planteado para subsanar de alguna for-ma este hecho. Éstas pueden ser divididasen dos tipos tradicionales.60 Simplementemedidas directas e indirectas. Dentro de lasmedidas indirectas podemos agrupar porejemplo a la flexibilización del mercado

laboral, el crecimiento económico y asi-mismo la reducción de la jornada laboral.Dentro de las medidas directas, encontra-mos principalmente a los distintos subsi-dios condicionados. Pensemos tan solo enlas razones principales que justifican cadauno de estos instrumentos antes mencio-nados. Comencemos con las medidas tra-dicionales indirectas. La flexibilización delos salarios proviene de la propuesta dereducir las rigideces en el mercado labo-ral. Según sus defensores los salarios rígi-dos a la baja provocan, entre otras cosas,incrementos inflacionarios; o bien la reduc-ción de la jornada laboral: dado que existemás oferta que demanda de trabajo, los tra-bajadores deben repartir sus puestos de tra-bajo, disminuyendo su jornada laboral. Porúltimo, algunos creen en el mecanismo de“goteo”. “Es necesario crecer, y luego losfrutos de ese crecimiento beneficiarán rá-pidamente a las grandes mayorías.”61

Intuitivamente podemos acordar que estosmecanismos no han disminuido los proble-mas de pobreza.62 En cuanto a las medidas

58 Esta afirmación es tomada de Raventós (1999).Hay que agregar que este autor suscribe a los plan-teamientos del marxista analítico Erik Olin Wrightquien se ha ocupado de estudiar las causas socialesde la pobreza.59 Clark, Charles M.A., “Promoting EconomicEquity in a 21st Century Economy: the Basic IncomeSolution”, ponencia presentada en The FirstCongress of the U.S. Basic Income GuaranteeNetwork, University of New York, 8 y 9 de marzode 2002.60 En este punto seguiré el razonamiento deRaventós (1999).

61 CEPAL, Equidad y transformación productiva.Un enfoque integrado, Naciones Unidas, Santiagode Chile, 1992.62 “El planteamiento del Estado del Bienestar deregular la pobreza crea muchas barreras para esca-par de esa pobreza (trampas de la pobreza) y otrosdesincentivos, así como grava la salud económicay fiscal de toda la economía, mientras que el acer-camiento del ‘mundo laboral’ de reducir beneficiosy restringir la accesibilidad lleva en el mejor de loscasos a mayores niveles de pobreza oculta y tras-pasa la responsabilidad de proporcionar la asisten-cia necesaria para los pobres a la caridad privada ya las iglesias, las cuales no tienen los recursos ne-cesarios para manejar este problema. La única al-ternativa propuesta a estos obviamente inadecua-dos sistemas es la propuesta de la Renta Básica, lacual proporciona, por su universalidad y seguridad,una efectiva red social de seguridad y además pro-

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tradicionales directas como han sido lossubsidios condicionales, ya hemos habla-do. Recordemos que las ventajas principa-les del IBU frente a los subsidios condi-cionales, radicaba precisamente en su ca-rácter incondicional, y universal; lo cualevitaba las trampas del desempleo y la po-breza, o bien que favorecían la elección detrabajos más satisfactorios para los indivi-duos, además de que el IBU no estigmati-za a sus poseedores. Pero ¿desapareceríala pobreza con la introducción de IBU?Simplemente, si la cuantía del IBU es su-perior al umbral63 de la pobreza, no hayduda de que desaparecería la pobreza.64

Podemos decir entonces que el IBU es unamedida de lucha contra la pobreza másefectiva que las medidas tradicionales.65

Esto no quiere decir que exista una incom-patibilidad entre la propuesta de IBU y lasotras alternativas. Un IBU es perfectamentecompatible, con una mayor flexibilizacióndel mercado laboral, un crecimiento eco-nómico considerable, o con una reducciónen la jornada laboral.66 Como sugiere

elocuentemente Raventós, “la Renta Bá-sica es mejor. Mejor, ¿con relación a qué?Con relación a la libertad real que conce-de. Para quien la valore, que ello no obli-ga a nadie, las cualidades de la Renta Bá-sica son normativamente muy potentes.…Entre tener asegurada la existencia estan-do obligado a trabajar asalariadamente ytenerla también asegurada sin estar obli-gado a hacerlo, esta segunda alternativadispone de mayor libertad real.”67 La pro-puesta de IBU no se reduce a ser simple-mente una medida contra la pobreza, sinoque además puede llegar a ser un instru-mento apropiado para hacer frente a las in-suficiencias y las precariedades en los mer-cados laborales.

Consideremos el siguiente punto: elIBU otorga a los individuos un grado delibertad económica tal que estos puedenoptar por incorporarse o no al mercado la-boral.

Esto no es un dato menor. Los indivi-duos pueden incluso realizar actividadesno mercantiles, trabajos voluntarios y de-más. Este hecho nos permite pensar queun IBU estimularía el empleo, en el senti-do de que los individuos contarán con unabase económica que les otorgará ciertaautonomía a la hora de optar por un traba-jo u otro, o bien por ninguno. Esto aumen-ta la capacidad de negociación de los tra-bajadores. Dado que cada uno posee unabase monetaria que le garantiza cierto ni-vel de ingreso, un IBU permite que los in-dividuos opten por cualquiera de los dife-rentes tipos de trabajo68 (trabajo con re-

mueve una economía flexible y eficiente” Clark,Charles M. A., 2002.63 “El umbral de la pobreza en los países de la UniónEuropea se mide en términos de pobreza relativa:son pobres, estadísticamente hablando, todos aque-llos que no disponen para vivir de al menos la mi-tad de la renta media de la sociedad en la que vi-ven.” Raventós, Daniel; Noguera, José A.; Casassas,David, “Catorce respuestas sobre la Renta Bási-ca.”, El Ciervo, Veualternativa.64 Raventós, Daniel; Noguera, José A.; Casassas,David, op. cit.65 Sanzo, Luis (2001): “Van Parijs, Renta Básica yCarta Social” Borrador de la Comunicación pre-sentado en el Congreso Vasco de Sociología, mar-zo 2001.66 Raventós, Daniel (2001), “Pobreza, Renta Bási-ca y Marxismo Analítico”, Movendo Idéias, Revis-ta do Centro de Estudios Sociais Aplicados,Universidade da Amazonia.

67 Raventós, Daniel, op. cit.68 Esta tipología de tres tipos diferentes de trabajo,se puede encontrar originariamente en Van Parijs(1996) y está reproducida en Raventós (1999): El

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muneración, doméstico y voluntario). Porotro lado, la propuesta del ingreso básicose enfrenta a quienes proponen instaurarun derecho al trabajo.69 “Parece claro queun derecho tal, para ser deseable, deberíaser un derecho a una remuneración sufi-ciente (no el ‘derecho’ a trabajar gratis,que ya existe de hecho) y a condicioneslaborales dignas, ser ‘socialmente útil’ o‘ético’ (no vale conseguir el pleno empleofabricando armas o contaminando), y te-ner algún sentido para el trabajador (no

vale garantizar el derecho a ensobrar car-tas ocho horas al día).”70

Sin entrar en detalles, intuitivamenteuno podría observar ciertas ventajas delIBU frente a un posible derecho al traba-jo. En primer lugar, una razón poderosapara preferir la primera opción radica enlos márgenes de libertad y autonomía queuna y otra propuesta otorga a los indivi-duos. En segundo lugar, la instrumentaciónde un derecho al trabajo sería muy costo-sa, superando ampliamente los costos deun IBU. Por último, bajo la modalidad dederecho al trabajo, quedan ciertas incerti-dumbres acerca de quiénes y cómo se dis-tribuirán y seleccionarán los trabajos aotorgar. Ciertamente, esta propuesta pre-senta serios problemas operativos. Final-mente, como hemos visto, el IBU puedeser una solución viable y efectiva para ha-cer frente a ciertos problemas sociales,como la pobreza o el desempleo. Sin em-bargo, cabe aclarar que la introducción deun IBU no garantiza la solución de todoslos problemas que padecemos. Un IBU porsí solo no puede superar problemas talescomo la discriminación en todos los órde-nes, la contaminación, la acumulación degrandes riquezas, etc.

5. Algunas críticas

La propuesta de IBU ha recibido nu-merosas críticas.71 Consideremos para

trabajo con remuneración en el mercado recibe enalguna ocasión el nombre de ocupación. Más alláde las palabras, se quiere abarcar la actividad quepermite acceder a una fuente de renta. Esta fuentede renta, será un salario si el perceptor es una per-sona con ocupación dependiente de otra; un bene-ficio si lo recibe una persona propietaria de me-dios de producción; o una pensión si la persona yase ha retirado de la actividad laboral remunera-da.… El trabajo doméstico es el desarrollado en elhogar para la atención de los otros y la propia;comprende actividades como la limpieza, la pre-paración de alimentos, la compra, el cuidado delos menores y los ancianos, así como de los enfer-mos de la familia o unidad de convivencia.… Eltercer tipo de trabajo es el voluntario. Por trabajovoluntario se ha de entender la ocupación del tiem-po propio en actividades dedicadas a los demássin remuneración y que no forman parte del traba-jo doméstico.69 Para una discusión sobre el tema, ver entre otros,Ramos, Francisco (2003), “Chantaje de la supervi-vencia o autorrealización: empleo y renta básica.”En Giraldo, Jorge, La renta básica, más allá de lasociedad salarial. Escuela Nacional Sindical,Medellín, 2003. Rey, José Luis, “El derecho al tra-bajo, ¿forma de exclusión social? Las rentas míni-mas de integración y la propuesta del ingreso bási-co”, ICADE, revista de las facultades de Derecho yde Empresariales de la U. P. Comillas, Nº 62, abril-mayo, 2004. Noguera, José Antonio, “¿Renta Bá-sica o Trabajo Básico? Algunos argumentos desdela teoría social”, Revista Sistema, Nº 166, enero de2002, pp. 61-85.

70 Raventós, Daniel; Noguera, José A. Casassas,David, op. cit.71 En sus trabajos Daniel Raventós alude a oncecríticas principales. Dadas sus características, di-chas críticas pueden ser resumidas en dos gruposprincipales: 1. Las que consideran al IB como una

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empezar la que quizás sea la crítica másfrecuente. Ésta consiste en afirmar que unIBU es impracticable o bien impagable.Pero ¿es realmente viable un IBU desde elpunto de vista técnico? Claro que debería-mos preguntarnos algunas cuestiones pre-vias. Por ejemplo, ¿cuánto sería el mon-to?, ¿cuál sería el número de individuosque beneficiaría?, o bien, ¿qué estrategiade financiación se utilizaría? Contunden-temente podemos decir que sí. Incluso enestos últimos años se han realizado dife-rentes estudios sobre la viabilidad de lapropuesta en diferentes países obtenién-dose resultados ampliamente satisfacto-rios.72 Ahora bien, las estrategias de finan-

ciación varían de un caso al otro. A pesarde ello, dentro de las estrategias posiblesde financiamiento, se destacan básicamen-te dos. En primer lugar, una redistribuciónde los recursos estatales destinados a dis-tintas políticas sociales; por ejemplo, unaredistribución de los recursos destinadosa subsidios condicionales. Una segundaestrategia consiste en la implantación deun sistema de impuestos a la renta. Evi-dentemente estos dos caminos de financia-miento no son mutuamente excluyentes nimucho menos. Un tercer camino alterna-tivo que se ha manejado últimamente con-siste en utilizar la llamada “tasa Tobin”,formulada por el Nobel de economía JamesTobin, la cual establece un impuesto a lasdistintas transacciones financieras interna-cionales.73

Con relación a las cantidades a pagar,la sugerencia de Van Parijs es “el mayoringreso básico sostenible”,74 en tanto lasnecesidades de financiación dependerán engran medida de dónde se establezca lacuantía a pagar: si por debajo o por enci-ma del umbral de pobreza. Además de esto,existe cierto consenso en atribuir diferen-tes IB a los distintos estratos etarios. Másaún, existen algunos proyectos de ley parainstaurar un IBU para la infancia, como esel caso del proyecto presentado en Argen-tina por Lo Vuolo.75 En resumen, quienesdefienden el IBU afirman que su viabili-

propuesta éticamente indeseable. 2. Quienes con-sideran que es éticamente aceptable, pero técnica-mente inviable. Ver Raventós (1999).72 Ver por ejemplo: Pinilla, Rafael (2002), “LaRenta Básica en el Contexto de la Reforma Fiscal.Principales Disyuntivas”, ponencia presentada enel X Encuentro de Economía Pública, Tenerife, 6-7 de febrero 2002. Pinilla, Rafael, “La Renta Bási-ca, de la Economía de la Escasez a la Economía dela Abundancia”, El Vuelo de Ícaro, Nº 2. Pautassi,Laura; Rodríguez, Corina (2002), “Ingreso ciuda-dano y equidad de género: ¿modelo para armar?Una aproximación al caso latinoamericano”, enPisarello, Gerardo (coord.), Razones para una Ren-ta Básica de Ciudadanía, Ed. Trotta. Noguera, JoséAntonio y Raventós, Daniel (2002), “La renta bá-sica de ciudadanía: acerca de su justicia, el derechoal trabajo y la polarización social”, Claves de Ra-zón Práctica, Nº 120. Matarazzo Suplicy, Eduardo(2002), “De la Renta Mínima a la Renta Básica enBrasil. La reciente evolución de un instrumento decombate a la pobreza y a la desigualdad” Agália,Nº 71/72, 2002. Barbeito, Alberto; Rodríguez,Corina; Pautassi, Laura; Lo Vuolo, Rubén (1999),“Una propuesta de red de seguridad en los ingresospara Argentina”, en La pobreza... de la políticacontra la pobreza, Ciepp/Miño y Dávila Editores,Buenos Aires. Clark, Charles M. A. (2002),“Promoting Economic Equity in a 21st CenturyEconomy: the Basic Income Solution”, ponencia

presentada en The First Congress of the U.S. BasicIncome Guarantee Network, University of NewYork, 8 y 9 de marzo de 2002.73 Ver Raventós (1999).74 Van Parijs, Phillipe (1995), Libertad real… op.cit.75 Lo Vuolo, Rubén, Proyecto de creación del “Fon-do para el ingreso ciudadano de la niñez”.

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dad técnica no es una utopía ni muchomenos. Perfectamente puede ser llevada acabo.

En tanto, Van Parijs ha insistido últi-mamente en que la puesta en práctica deun IBU debe ser paulatina. No se puedeimplantar un sistema de IBU de la noche ala mañana. Así, empezar con diferentesestratos etarios parece el camino más apro-piado.76

En un segundo nivel de críticas, se en-cuentran los cuestionamientos diversos alas posibles causas del IBU en el mercadolaboral. Dentro de este grupo de críticas,las más frecuentes son: 1. El ingreso bási-co incentivará la pereza y el parasitismo.2. Algunos individuos no sabrán que ha-cer con el tiempo libre. 3. El IBU no ter-mina con la división sexual del trabajo. 4.Los individuos se pierden las virtudes deltrabajo asalariado. 5. Provocará que algu-nos trabajos remunerados no quieran serrealizados por nadie. 6. El IBU es una po-lítica que sólo se puede aplicar en paísesdesarrollados.77

Examinemos brevemente estas consi-deraciones: Para empezar, la afirmación deque el IBU incentivará la pereza y el para-sitismo carece de fundamentos fuertes. Lamisma omite la existencia de trabajos so-cialmente válidos sin remuneración (tra-bajo voluntario, trabajo doméstico). Di-chos emprendimientos poseen un valorsocial muy importantes. Y el hecho de queun individuo no dependa del mercado la-boral para su subsistencia le permite optar

por diferentes formas de vida. Le permiteaceptar trabajos que sean satisfactoriospara el mismo. Además de que se imposi-bilita, (como anteriormente comentába-mos) llevar adelante la “trampa de la po-breza” y la “trampa del desempleo”. Lasegunda crítica, presupone lo mismo. Elhecho de que los individuos no sepan quehacer con su tiempo libre es un dato inde-pendiente de la introducción de un IBU.¿Por qué los individuos con IBU no sa-brán que hacer con su tiempo? Quizás seamejor preguntarse qué cosas harían efec-tivamente con ese tiempo. Los críticospodrían llevarse una sorpresa. En tercerlugar, existen algunas críticas relaciona-das con las injustas divisiones del trabajopor género. Se argumenta que el IBU nosolucionará este hecho. Y creo que se ar-gumenta bien, aunque dicha argumenta-ción no llegue a ningún lado. Recordemos:el ingreso básico es una política social quepuede mejorar algunas condiciones des-agradables de nuestras sociedades, peropor sí solo el IBU no puede solucionar to-dos los problemas. Efectivamente, es pro-bable que el IBU no pueda solucionar losproblemas de género dentro del mercadolaboral, ¿pero qué política social lo ha he-cho alguna vez? Por esto, es necesario pen-sar un conjunto de políticas que acompa-ñen al IBU, si es que se quieren solucionarproblemas como éste. En cuarto lugar, al-gunos creen que un IBU ocasionará la pér-dida de algunos valores sociales importan-tes. Creo que para contestar este tipo decrítica se necesitaría contar con unacosmovisión demasiado sólida sobre lacondición humana. No obstante, cabe pre-guntarnos: ¿es el trabajo remunerado unmecanismo de integración social, más va-lioso que otras actividades, o incluso otras

76 Van Parijs, Phillipe (2002) “A renda básica …op. cit.77 Raventós, Daniel (1999), El derecho a la exis-tencia, Ariel, Barcelona.

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modalidades de trabajo? La pregunta que-da planteada. En quinto lugar, algunoscreen que un IBU eliminará toda oferta detrabajo por trabajos indeseables. Podría-mos decir que es muy probable que ellosuceda. Sin embargo, existen mecanismosde asignación de personal que se podríaninstrumentar. Sin duda, que éste puede lle-gar a ser un problema, aunque la solucióndel mismo no sea inalcanzable. Finalmen-te, están quienes dicen que el IBU es uninstrumento inaplicable en países subde-sarrollados. Esto último realmente carecede fundamento alguno. Sin ir más lejos,en Argentina los trabajos de Barbeito78 yLo Vuolo;79 en Brasil la profunda activi-dad del senador por el PT, MatarazzoSuplicy;80 en Colombia, los trabajos deGiraldo Ramírez81 y Hernández Losada;82

o bien en Perú los estudios de Cruz-Saco.83

No cabe duda de que la propuesta enLatinoamérica está cobrando adeptos. Así,este número creciente de académicos, sin-

dicalistas, políticos, etc., se están ocupan-do no sólo de promover la idea de IBU sinoademás estudiar su posible aplicación.

Pero más allá de esto, los defensoresdel IBU creen fuertemente que su imple-mentación proporcionará las bases nece-sarias de existencia para que la ciudadaníapueda desarrollarse como tal. Esto ha sidoexpresado recientemente en el acto cele-brado el 8 de febrero de 2004 en la ciudadde Brasilia, luego de que el proyecto deLey presentado por el Senador EduardoSuplicy84 (el cual establece la implemen-tación de un ingreso básico en dicho paísa partir de 2005) fue finalmente sanciona-do por el Presidente Lula da Silva. El “in-greso básico para toda la ciudadanía” seinscribe en el marco de otros programassociales (Hambre Cero, Beca-Escuela, etc.)siendo su principal objetivo “transformara los excluidos en protagonistas de la vidasocial(…) de un país donde la mayoría dela población gana menos de lo que se de-dica a la cría de animales en los paísesricos”.85 Como aseguró el SenadorSuplicy: “La renta será modesta pero per-mitirá ‘acabar con el sentimiento de ver-güenza’ de los solicitantes de ayudas so-ciales y dar dignidad a los individuos para

78 Ver, por ejemplo, Barbeito, Alberto; Rodríguez,Corina; Pautassi, Laura; Lo Vuolo, Rubén, op. cit79 Ver, por ejemplo, Lo Vuolo, Rubén (1995), “LaEconomía Política…, op. cit.80 Ver, por ejemplo, Matarazzo Suplicy, Eduardo,“De la Renta Mínima a la Renta Básica en Brasil.La reciente evolución de un instrumento de com-bate a la pobreza y a la desigualdad”, Agália, Nos

71-72, 2002.81 Ver, por ejemplo, Jorge Giraldo Ramírez (Edi-tor), La renta básica, más allá de la sociedad sala-rial, Ediciones Escuela Nacional Sindical, Medellín,2003.82 Hernández Losada, Diego Fernando (2002), “TheSelective Approach to Social Policy in ColombiaDuring the 1990’s”, ponencia presentada en el IXcongreso del BIEN, 2002, Universidad de los An-des, Bogotá, Colombia.83 Cruz-Saco, Maria Amparo (2002), “A BasicIncome Policy for Peru: Can it Work?”, ponenciapresentada en el IX congreso del BIEN.

84 El actual senador del Partido de los Trabajado-res, Eduardo Suplicy, ha promovido por más de diezaños la propuesta de IBU. El proyecto presentadofue aprobado unánimemente por el Senado en 2002y por la Cámara de Diputados en 2003, finalmentesancionado por el Presidente Lula en 2004. Dentrode sus trabajos, ver, por ejemplo, MatarazzoSuplicy, Eduardo (2002): “De la Renta Mínima…,op. cit.85 Palabras de Lula publicadas en “El Economista”de México. El artículo completo puede ser leídoen: http://www.economista.com.mx/online4.nsf/0/59439A4A9D8769FA86256E150070F8D8?OpenDocument

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que, sea cual sea su situación futura, se-pan que siempre podrán contar conella”.86 Como sostienen sus promotores,esta ley trae consigo la promesa de redu-cir la pobreza sin crear dependencia. Laidea es que para resolver los desequilibriosinstitucionales es preciso atacar los pro-blemas de raíz, “la solución pasa por laconstrucción de una sociedad que deje degenerar excluidos (...) mediante consen-sos democráticos cada vez más amplios”.87

Ahora bien, esto no es un hecho menoren la historia de la propuesta de ingresobásico universal (IBU). Sin embargo, sepuede decir que tan solo marca el comien-zo de una serie de experiencias a nivelmundial. Numerosos proyectos de Ley cir-culan por los parlamentos de todo el mun-do. La República Federal de Sudáfrica pa-rece tomar un rumbo parecido al brasile-ño.

6. ¿Por qué un ingreso básicouniversal favorece las instanciasde diálogo social?

Hasta aquí hemos visto un repaso delas principales cuestiones atenientes al diá-logo social, como esquema institucionalque permite mejorar las relaciones labora-les, así como también la propuesta de IBU,la cual según sus defensores permite me-joras sustanciales en la vida de las perso-nas. Si el lector recuerda el principio de

este trabajo, se preguntará ¿en qué sentidopueden ser vinculadas estas dos propues-tas? Dicho de otra forma, ¿en qué medidala introducción de un IBU permite mejo-rar las condiciones de diálogo social?

Como vimos, el diálogo social presu-pone una serie de condiciones mínimaspara que pueda tener éxito. Así, es funda-mental contar con agentes independientesy autónomos, que puedan emitir y recibirargumentos, informaciones y reclamos (re-conocimiento recíproco). Por tanto, esimprescindible que exista un margen deposibilidades para que cada actor involu-crado en el diálogo pueda alterar las creen-cias o los posicionamientos de los otrosactores. Visto de una forma más gráfica,es necesario que durante el diálogo los re-presentantes de los trabajadores puedanalterar o influir directamente en las postu-ras de los empleadores, y viceversa.

Pero esta situación, en donde se inscri-be el diálogo social, no está siempre pre-sente en nuestras sociedades. No siempreempleados y empleadores pueden lograrconsensos legítimos mediante el diálogoy la confrontación de posiciones, sino quemuchas veces ocurre, por ejemplo, que losempleadores (poseedores del bien escaso“trabajo”) cuentan con una ventaja consi-derable frente a los empleados a la hora dealcanzar acuerdos.

Un ingreso básico universal, puede servisto como un mecanismo alternativo dedistribución de recursos, mediante el cuales posible reforzar la seguridad económi-ca y la autonomía de las personas.88 Si las

86 Ver: “Brazil: Citizen’s Income Signed into Lawby President Lula”, Newsflash, 25 de enero de 2004.87 Palabras del Senador Suplicy. La cobertura pe-riodística sobre este evento es numerosa, ver, porejemplo:Folha digital: http://www1.folha.uol.com.br/folha/dimenstein/noticias/gd080104h.htm

88 Ramos, Francisco, “Chantaje de la superviven-cia o autorrealización: empleo y renta básica”, enGiraldo, Jorge, La renta básica…,op. cit.

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personas cuentan con una mayor libertadpara elegir sus actividades, como por ejem-plo, su trabajo, esto traería consigo un au-mento de la autonomía de los individuos.Esto permite, entre otras cosas, una mayorflexibilidad del mercado laboral, dado quelos trabajadores tendrían más posibilida-des de elegir sus trabajos, así como lasmodalidades para efectuarlo (autoocu-pación, cooperativismo, etc.). Como señalaFrancisco Ramos, siguiendo a Van Parijs,89

Raventós90 y Howard,91 un IBU:

Socava el carácter coercitivo de la re-lación laboral. El poder de negociación ylas estrategias de relaciones laborales sealteran, ya que la parte más débil de larelación laboral es un poco menos frágil.No se está diciendo que se consiga unasituación de igualdad entre las dos partesde la relación laboral, ya que el empresa-rio, el demandante de trabajo, es el quedefine el contenido, la forma en que sepresta y las condiciones (incluidas las eco-nómicas) y mantiene el poder de dirección.Pero, al igual que sucede con las presta-ciones de desempleo, una renta básica re-forzaría el salario de reserva del trabaja-dor y le daría una mayor capacidad deelección.92

La relación causal aquí manejada esbastante simple. Si los trabajadores cuen-

tan con un IBU que les permite vivir o sub-sistir, las consideraciones que ellos haganfrente a su trabajo serán alteradas ysustancialmente diferentes respecto a lasevaluaciones que cada trabajador debe ha-cer hoy en día; por tanto su poder de nego-ciación se vería incrementado. No es ca-sual que en países como España, Sudáfrica,Argentina, entre otros, la propuesta de IBUestá siendo defendida fervorosamente, nosólo desde la academia, sino además des-de numerosos sindicatos, organizacionesy partidos políticos. En el último congre-so de la Basic Income European Network,(hoy en día llamada Basic Income EarthNetwork), celebrado en Barcelona en elmes de setiembre de 2004, se llevaron acabo diferentes paneles,93 en los cuales sediscutió especialmente el vínculo entre elIBU y el mercado laboral, los incentivosal trabajo, y fundamentalmente, el relacio-namiento e incorporación de la propuestade IBU a la interna sindical.

Se podría decir que cada vez más, lapropuesta de IBU gana adeptos. La reivin-dicación desde los sindicatos, está susten-tada en la idea clave de que con un salarioasegurado, las condiciones laborales po-drían mejorar sustancialmente. Personal-mente agregaría, que las condiciones dediálogo entre las partes serían diferentes.A pesar de ello, queda un largo camino porrecorrer.

93 Los diferentes paneles fueron: “Basic Income asan Instrument of trade Union Policy: North andSouth Perspectives”, coordinado por Alex Boso;“Basic Income and Work incentives”, coordinadopor Francisco Ramos; “Basic Income and the rightto work”, coordinado por Philip Harvey; “Afterworkfare. A political future for Basic Income?”,coordinado por Yannick Vanderborght.

89 Philippe Van Parijs & The Futurework Network,“Basic Income and the Future of Work. An InternetDialogue”, Working Paper de la Cátedra Hoover(DOCH), Universidad Católica de Lovaina, setiem-bre de 1998.90 Raventós, Daniel (1999), El Derecho a la…, op.cit.91 Howard, Michael (1998), “Basic Income &Cooperatives”, Ponencia presentada al VII congre-so del BIEN.92 Ramos, Francisco (2003), op. cit.

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