Insumisión, objecion y fuero. X Congreso Católicos y vida pública 2009
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8/14/2019 Insumisin, objecion y fuero. X Congreso Catlicos y vida pblica 2009
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Insumisin, objecin y fuero
XI CONGRESO CATOLICOS Y VIDA PUBLICA. LA POLITICA, AL SERVICIODEL BIEN COMUN
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MESA REDONDA: LEY INJUSTA Y OBJECION DE CONCIENCIA
COMUNICACION: INSUMISION, OBJECION Y FUERO
F. Javier Garisoain Otero
Licenciado en Historia
Secretario general de la Comunin Tradicionalista Carlista
INSUMISION, OBJECION Y FUEROPRESENTACION
Desde que recib la noticia de que este undcimo congreso de Catlicos y Vida Pblica iba
a tener el ttulo general de La poltica, al servicio del bien comn me he sentido
particularmente llamado a participar de nuevo en el mismo por varias razones. El ser
actualmente secretario general de un grupo poltico de amplia historia -aunque por
desgracia de no tan amplia representacin pblica- no ha sido la menor de ellas. Para el
tradicionalismo poltico espaol, para el carlismo, el concepto de bien comn ha estado
siempre asociado al ideal del patriotismo cristiano, que por un lado nos ensea a equilibrar
los principios de solidaridad y subsidiariedad y que por otro culmina con la bsqueda y la
defensa de una Autoridad estable y no partidista: la monarqua tradicional.
Pero no solo es cuestin de doctrina o de historias pasadas. El concepto de bien comn lleva
ya un tiempo en el candelero desde que el Papa Benedicto XVI decidiera incluirlo en la
enumeracin de los que l ha denominado valores no negociables. Como es bien sabido
estos cuatro principios son el derecho a la vida, la familia como Dios manda, la libertad(particularmente la de educacin de los padres) y el bien comn. Desde mi propia y humilde
experiencia poltica puedo aportar a este Congreso el testimonio directo de alguien que ha
visto en esta enumeracin de los valores no negociables un mbito para el dilogo y la
colaboracin entre los polticos y grupos que los compartimos. Y si bien es cierto que el
trazado de este lmite poltico de lo no negociable no ha dado hasta el momento los frutos
deseados creo que es slo cuestin de tiempo que llegue a concretarse de forma que, por
ejemplo, llegado el momento electoral, los votantes sepan qu candidaturas los defienden y
cules no.
Por mi parte presento en esta breve comunicacin algunas ideas acerca de los conceptos de
insumisin, objecin y fuero como tres situaciones -imperfectas todas ellas como la vidamisma- mediante las cuales podemos acercarnos ms o menos al ideal evanglico de la
unidad en la caridad.
Finalmente quisiera expresar mi agradecimiento a esta Universidad y a la Asociacin
Catlica de Propagandistas por ofrecer una vez ms este gran Congreso como punto de
encuentro para el llamado ecumenismo intraeclesial y especialmente por haber puesto
sobre la mesa el concepto de bien comn. Espero que entre unos y otros seamos capaces los
catlicos espaoles de ponernos de acuerdo en una definicin terica y prctica que nos sea
verdaderamente til en la tarea poltica y social a la que estamos llamados.
INSUMISION, OBJECION Y FUERO
INTRODUCCION: LA OBJECION PROVISIONAL
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En este mundo no hay nada perfecto. Y no digamos en el submundo de las cosas polticas.
Pero dentro del conjunto de circunstancias provisionales que convierten la res publica en
una plataforma inestable hay grados. La objecin de conciencia es siempre cosa buena y
merecedora de aplauso por muchas razones, tanto en su versin ms ligera, cuando
encuentra un fcil acomodo en el sistema, como cuando, de forma heroica, roza las
actitudes de insumisin a la injusticia. Sin embargo no podemos dejar de sealar quepolticamente, la objecin es el colmo de la provisionalidad y la excepcionalidad, el ltimo
recurso ante la tirana de una ley injusta. La objecin de conciencia es el argumento final
que le queda al que ha renunciado a conseguir un cambio de la legislacin y pide, al menos,
que no se le obligue a actuar contra su conciencia en algn asunto que considera grave.
HACIA LA OBJECION PERMANENTE: UNA SOLUCION FORAL PARA UNASOCIEDAD PLURALCunto tiempo puede durar una situacin de objecin de conciencia? En teora podra ser
de una duracin indefinida, pero desde el punto de vista del gobernante un objetor es como
un quiste en el organismo poltico, un elemento extrao al que como mucho sera aceptable
tolerar durante algn tiempo limitado mientras se piensa en l como en una pieza sobrante omolesta. Cuando un grupo de personas se plantea la objecin de conciencia es que existe
una batalla todava no resuelta en la que los objetores carecen de otro recurso de presin
que no sea su propia conciencia. No es pues una posicin de fuerza. Tiene la energa del que
ya no puede retroceder ms porque est resistiendo en la ltima muralla, que no es otra cosa
sino la conciencia inviolable de cada cual. Pero realmente la objecin es una forma de
derrota.
Pensemos en el factor tiempo: cuntos aos puede tolerar un sistema poltico cualquiera
que un grupo ms o menos minoritario de ciudadanos se oponga de forma constante al
cumplimiento de alguna norma comn? Desde mi punto de vista solo existen tres soluciones
al dilema. O gana el poder legislativo, cuando consigue imponer su ley con todas las
consecuencias... o ganan los objetores, si consiguen dar la vuelta a los papeles a base de
hacerse con los resortes del poder. Una tercera posibilidad, muy complicada siquiera de
plantear hoy en da, consistira en llegar a una solucin de compromiso en la que los
objetores dejaran de serlo para pasar a ser aforados o privilegiados por alguna asimetra
legal.
Esta vieja idea de una ley hecha a medida, realista, prudente y justa se basa en la clsica
definicin de justicia: "dar a cada uno lo suyo" y respalda el argumento tomista que niega
incluso la categora de ley a cualquier norma que sea injusta, irracional, abusiva... . Segn
este esquema, -que podramos identificar fcilmente con la mentalidad del fuero y lo foral-
se podra permitir a diversos grupos humanos vivir unidos bajo un mismo marco legal y de
autoridad comn pero diferenciados en ciertos asuntos clave por algunas leyes particulareso fueros privativos para cada uno de ellos. La aplicacin de este principio general, de
respeto mximo hacia una conciencia que no es solo individual sino que tambin es
colectiva podra ser aplicable en el caso del mdico que se toma en serio el juramento
hipocrtico, en el de la familia que prefiere educar a los hijos en casa, y hasta en la situacin
de grandes comunidades polticas, regiones o pases enteros, que encuentren motivos
suficientes para plantear cualquier objecin. No sera este, por ejemplo, el caso tan reciente
y envidiable de los polticos irlandeses y polacos que han decidido luchar dentro de la
Unin Europea por un blindaje de sus respectivas legislaciones nacionales en materia de
vida y familia?
LOS PREJUICIOS HACIA LO FORALCon estas pinceladas tocantes a lo foral no pretendo dibujar ningn sistema jurdico-poltico
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nuevo ni extraer de la nada una teora indita. Se trata simplemente de poner sobre la mesa
algunas ideas sobre una solucin tpicamente medieval -y cristiana- a esos conflictos que
siempre han generado las legislaciones unitarias, generales y amplias. Dicho esto me
encuentro con una ciertad dificultad a la hora de desarrollar este punto de vista porque da la
sensacin de que pronunciar el trmino fuero en el mundo del orden jurdico-poltico
liberal triunfante es como si hubiera mencionado la sombra del padre muerto. Vivimos enel occidente postmoderno, cuyo entramado ideolgico considera el verdadero ao cero de la
nueva cronologa no el del nacimiento de Cristo sino el de los estallidos revolucionarios de
Francia e Inglaterra. Est tan extendido desde entonces el criterio uniformista y totalizador
de la ley general, universal, puramente racional, que nos da mucho reparo mirar siquiera de
reojo a los modelos del sistema anterior. Los idelogos del nuevo rgimen no admiten ni
an la mera especulacin sobre los conceptos antiguos. Hablar de fueros es para ellos algo
tan anacrnico como hacer funcionar con un tiro de caballos el ltimo modelo de
volkswagen. No se dan cuenta, sin embargo, de que igual de anacrnico e injusto resulta
obligar a todos los vehculos, incluidos los viejos carros o hasta a los peatones, a circular a
120 Km por hora.
Si nos libersemos de los prejuicios mencionados que despierta lo foral podramos entender
que el bien comn y la misma idea de organizacin social no son en absoluto incompatibles
con la existencia de sociedades plurales, diversas, policulturales. Para entender esto, sin
embargo, es preciso contemplar al conjunto social -cualquier conjunto, desde el municipal
hasta el europeo o el mundial- como un cuerpo, no como una masa. Como una estructura,
no como un conglomerado. Como un mosaico, no como un pur.
Desde mi punto de vista el temblor de tierra poltico que actualmente se produce cuando los
polticos legisladores se enfrentan a alguna clase de contestacin social es porque no han
asumido un orden clsico -y netamente cristiano- de las leyes justas que podra servir para
apaciguar gran parte de los conflictos. Intentar resumir la tesis en pocas palabras: la ley
justa es aquella que ordena el mximo responsable de cuidar el bien comn, es decir, la
autoridad, sin propasar el lmite de la conciencia de cada persona o grupo social. Por qu
no se acepta en el moderno esquema poltico esta tesis? En primer lugar porque no se
comprende la existencia de una autoridad que sea por definicin ms responsable del bien
comn que los dems; en segundo lugar porque hay una hipertrofia legal y positivista que
no se sabe cmo frenar; y finalmente y no menos importante porque no se cree en la
existencia de un alma inmortal que justifique el respeto verdadero a la conciencia
individual.
EL BIEN COMUN, LA LEY Y LA AUTORIDADEl bien comn, cuya definicin indiscutida es de todo menos comn, debe entenderse como
un bien supremo que afecta al conjunto de la comunidad y que no necesariamente tiene queresponder al bien inmediato de cada una de las partes. Esto se entiende perfectamente en el
ejemplo clsico de la amputacin del miembro corrupto. Pero por otra parte el bien comn
no puede ser alcanzado si se niega la personalidad de las partes. Es el eterno debate entre la
unidad y la diversidad, el centro y la periferia, lo centrpeto y lo centrfugo, lo general y lo
particular. Debate cuya nica solucin -siempre imperfecta- ha de plasmarse en la ley como
expresin de la justicia que da a cada uno lo suyo.
Volviendo al asunto de la objecin dir que, desde mi punto de vista, lo nico que puede
garantizar no ya la objecin sino lo que podramos llamar objecin institucionalizada o
ley hecha a medida es la existencia de una autoridad que permanezca centrada en la
bsqueda del bien comn -a salvo de vaivenes partidistas- y que respete con conviccin
trascendente el alma de cada ciudadano o grupo de ciudadanos.
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UNA VUELTA DE TUERCA: DE LA OBJECION A LA INSUMISIONY qu pasara si no fuera posible llegar a la aplicacin de esta teora neofuerista sobre la
que estoy pensando en voz alta? Mucho me temo que cualquier movimiento objetor que no
haga sino retroceder en su influencia no tendr mas que un nico final: la insumisin. El
estado, el gobierno, y ms si se trata de poderes que confan en las teoras revolucionarias
de la voluntad general no se va a permitir el lujo de admitir en su seno un disensopermanente en asuntos graves. Lo lgico ser que se esfuerce por apaciguar, asfixiar,
reprimir hasta el final cualquier insurgencia hasta conseguir que lo que empez como una
objecin desde dentro se convierta en una insumisin marginal que ser as mucho ms
fcilmente expulsada fuera del sistema y presentada como radical y poco razonable. La
insumisin colocar fuera de la convivencia general a los antiguos objetores y les obligar a
rendirse o a prolongar una resistencia agotadora y martirial no apta para grupos numerosos.
CONCLUSIONESUna de las pocas ideas ntidas que tengo en poltica es la de que no es posible el vaco
ideolgico, ni para la persona, ni para cualquier clase de sociedad. La tesis que planteo pues
en esta comunicacin es un intento de aportar alguna solucin al conflicto que se producecuando varias cosmovisiones contradictorias se confrontan en un mismo tiempo y espacio
poltico. No creo que sea posible la pura tolerancia a base de dejar el poder al ms vaco de
todos los ciudadanos. Este sistema, que es el que propugna el nihilismo contemporneo
entrega siempre el poder al ms relativista mientras que condena al ostracismo a los
polticos con convicciones. Por el contrario, al plantear una reflexin sobre la vieja solucin
tradicional que daba la Cristiandad al problema del multiculturalismo nicamente he
pretendido abrir una ventana a la reflexin. Seguramente para los cristianos ms
providencialistas parecer esta propuesta demasiado pobre o conservadora. Porque la fe
cristiana, expansiva y misionera como ninguna otra, ha procurado siempre la creacin de
mundos -y no reductos- cristianos. Creo que conviene sin embargo, desde el punto de vista
de la prudencia poltica, explorar otras soluciones intermedias, no para conformarse con
ellas, sino para fijar y detener el retroceso de las estructuras autnticamente cristianas que
an perviven entre nosotros y para hacer posible las misiones del futuro. Las cuales sern
muy probablemente, por encima de todas nuestras brillantes estrategias, las que Dios quiera.
F. Javier Garisoain Otero
Licenciado en Historia
Secretario general de la Comunin Tradicionalista Carlista
2 de octubre de 2009