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INTRODUCCION
Una de las polémicas que con más intensidad ha sacudido los ambientes políticos y académicos a
partir de la asunción en 1991 del ministro Cavallo es, sin duda, la determinación de la extensión y evolución
de la pobreza durante el período del denominado Plan de Convertibilidad.
Al respecto, es opinión ya aceptada que los niveles de pobreza medida por ingreso han crecido en el
período 1991-96.
Informes oficiales recientes originados en la Secretaría de Desarrollo Social muestran, por caso, que
los hogares sumergidos bajo la línea de indigencia en Capital Federal y el Conurbano bonaerense, pasaron
en el período 91-96 del 2.4% de los hogares al 5%.
Un crecimiento del 100% en un indicador fuertemente vinculado al nivel de ingreso de los hogares,
puesto que se considera bajo la línea de indigencia a aquellos hogares cuyos ingresos totales no alcanzan a
cubrir el valor de una canasta básica de alimentos, de costo mínimo.
Por otra parte, una segunda estimación de pobreza vinculada a ingresos es la que ofrece la medición
por línea de pobreza, que surge de multiplicar los valores de alimentación básica que conforman la línea de
indigencia “por un coeficiente de expansión de 2.09, lo que implica el supuesto (no demostrado) de que un
monto algo superior al costo de la canasta de alimentos cubre adecuadamente otras necesidades básicas”.1
Aceptando como válida la muy opinable presunción de que la línea de pobreza es dos veces la línea
de indigencia, se considera pobre a todo hogar donde la suma de ingresos de sus integrantes es menor que
el monto fijado para la línea de pobreza.
La evolución ascendente de la pobreza medida por ingresos es un debate saldado a 5 años del Plan
de Convertibilidad: medida por ingresos, la pobreza ha crecido punta a punta durante el plan convertible, y la
que más ha crecido es la pobreza extrema medida por línea de indigencia.
Sin embargo queda por discutir la evolución de la pobreza estructural, (la que hace referencia a los
contingentes poblacionales con necesidades básicas insatisfechas) a la que reiteradamente los técnicos y
políticos oficialistas –cuando no directamente el Presidente de la Nación– hacen referencia para mostrar el
impacto favorable que, en términos de disminución de la pobreza, tuvieron tanto la política económica global
como las políticas sociales específicas.
Según el discurso oficial, la pobreza estructural habría descendido en el período convertible. Sin
embargo, una lectura atenta de informes oficiales de la Secretaría de Programación Económica, elaborado
en base a los valores suministrados por la Encuesta Permanente de Hogares, correspondiente a la medición
de octubre de 1994, permite inferir conclusiones relevantes a la hora de evaluar la magnitud y evolución de
la pobreza NBI durante la vigencia del Plan de Convertibilidad.2
1 Ezcurra, Ana María. Política de ajuste, pobreza y movimientos sociales en Argentina, pág. 47. Mimeo, 1994. 2 Caminos, Rubinstein, Vibes. Las necesidades básicas insatisfechas en el interior del país. Secretaría de Programa- ción Económica. Abril, 1996.
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BREVES CONSIDERACIONES CON RESPECTO
A LA POBREZA ESTRUCTURAL
Normalmente, el índice NBI se construye a través de la combinación de indicadores como
hacinamiento, tipo de vivienda, condiciones sanitarias y asistencia escolar, relevados en los censos de
población y vivienda.
Los últimos valores disponibles de pobreza NBI correspondían entonces al Censo Nacional de
Población y Vivienda de 1991, sobre el que el INDEC aún sigue procesando información.
Los períodos intercensales de 10 años son manifiestamente gravosos para el seguimiento de
cualquier indicador socioeconómico y particularmente extensos frente a una sociedad que, como la
argentina, ha sido sacudida por grandes transformaciones estructurales en lapsos extremadamente cortos.
Es así que sobre los índices de pobreza estructural es muy poco lo que puede decirse respecto de sus
variaciones en períodos cortos, puesto que las modificaciones sólo son visibles cada década.
Este vacío de actualización fue siempre terreno fértil para que, a su turno, los discursos oficialistas
elaboraran sobre este singular indicador de pobreza interpretaciones sin fundamento empírico y muchas
veces contradictorias respecto de la evolución de otros indicadores sociales que, a diferencia del índice NBI,
pueden ser medidos en lapsos menores.
Así las cosas, es frecuente escuchar en boca de funcionarios oficiales, que si bien la pobreza medida
por ingresos se extiende, la desocupación crece, la precarización laboral aumenta, los niveles de
escolarización primaria y secundaria caen, sin embargo, la pobreza NBI paradójicamente desciende sin que
nadie pueda refutar esta afirmación aparentemente contradictoria.
Sin embargo, una lectura atenta sobre nuevos datos oficiales permite corroborar que, comparando
mediciones censales y de EPH, la magnitud y evolución de los segmentos poblacionales con necesidades
básicas insatisfechas durante la vigencia del Plan de Convertibilidad se modificó (en el período 1991-94) a lo
largo de los 21 aglomerados nacionales medidos por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de octubre
de 1994, muestra muy representativa de lo ocurrido en todo el Territorio Nacional.
ALGUNAS PRECISIONES METODOLOGICAS
Al tratar de analizar la evolución del índice NBI entre 1991 y 1994, se debe recurrir a dos fuentes de
información diversas: Censo 1991 y Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de octubre de 1994. Para que
las comparaciones sean consistentes, es necesario que las metodologías utilizadas sean homologables. Al
respecto describimos rápidamente las similitudes y diferencias entre Censo 91 y EPH en la medición de los
indicadores que componen el índice compuesto NBI.
λ El Censo 1991 considera al indicador de hacinamiento definido de un modo idéntico que la EPH: más de
3 personas por cuarto.
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Sin embargo la medición censal se estima con independencia del tipo de vivienda; en cambio en la
EPH los hogares residentes en departamentos donde se registra hacinamiento como única condición de
carencia no se consideran como hogares con necesidades básicas insatisfechas.
Esta decisión metodológica, supuestamente avalada por comprobaciones empíricas, induce una
subestimación del índice de hacinamiento en la medición NBI construida por EPH.
λ La variable vivienda de tipo inconveniente se define tanto para la medición censal como para la EPH de
igual manera.
λ El indicador de asistencia escolar también utilizado para la construcción del índice NBI tampoco presenta
diferencias en la medición censal respecto a la medición por la EPH.
λ Con respecto al indicador sobre condiciones sanitarias de la vivienda, merece consideraciones
particulares.
Según comenta el informe reciente de NBI medido por EPH elaborado por la Secretaría de
Programación Económica del Ministerio de Economía, el Censo 91 incluiría como NBI a aquellas viviendas
que “no tienen retrete” en tanto la EPH, por el contrario, incluye como NBI a aquellos hogares que conviven
en viviendas que “no tienen instalación de baño con arrastre de agua” lo que supondría, al decir de los
técnicos de la Subsecretaría, “un umbral de satisfacción mayor de las demandas” para la EPH que para la
medición censal. Este indicador NBI tiende a ser sobrestimado por la medición según la EPH y sin que se lo
afirme explícitamente, el trabajo reciente sugiere atribuir a esta diferencia las variaciones notables que
surgen entre las mediciones NBI de 1991 y las de 1994 para este índice.
Sin embargo, una lectura atenta del informe elaborado por el CEPA, en base a medición censal de la
magnitud y distribución nacional de la población NBI, permite poner en suspenso no las diferencias
metodológicas, sino la profundidad de las asimetrías que, según el informe reciente, existirían entre ambas
metodologías de medición utilizadas para evaluar la condición sanitaria de los hogares: Censal y EPH.
En efecto, la medición por EPH interroga acerca de la existencia o no de instalación de “baño con
arrastre de agua” pero el censo 91, según el informe del CEPA/INDEC, interroga acerca de la existencia o
no de “retrete con descarga de agua” al interior de la vivienda.
Así en la página 11 del Informe del CEPA/INDEC de marzo de 1993, en las consideraciones acerca de
los indicadores utilizados para evaluar condiciones sanitarias del hogar se lee:
“El séptimo indicador (% de viviendas sin retrete con descarga de agua) incluye a las viviendas sin
retrete o con letrina o retrete sin descarga de agua.” Para agregar en la página 13 del mismo informe
CEPA/INDEC:
“Se considera NBI a la población que habita en hogares con algunas de las siguientes condiciones:
1. Tuvieran más de tres personas por cuarto (hacinamiento).
2. Habitan en viviendas de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo, lo que
excluye casa, departamento y rancho) (vivienda).
3. Habitaran en viviendas sin retrete con descarga de agua (condiciones sanitarias).
4. Tuvieran algún niño en edad escolar (6 a 12 años) que no asistiera a la escuela (asistencia escolar).”
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Así las cosas, se observa que las mediciones censales de 1991 sobre condiciones sanitarias del
hogar se realizaron bajo la interrogación de la existencia o no de “retrete con descarga de agua” y no –como
lo sugiere el informe de la Secretaría de Programación Económica– bajo la interrogación de la sola
existencia o no de “retrete”, a secas.
Siendo así, las diferencias entre Censo y EPH se moderan, puesto que si la EPH interroga acerca de
la existencia de “baño con arrastre de agua”, la medición censal lo hace respecto de “retrete con descarga
de agua”, motivo por el cual las asimetrías metodológicas que pudieran existir entre medición censal y
medición NBI por EPH, no observan la profundidad que sugiere el reciente informe oficial.
Por último existe un quinto indicador del índice compuesto NBI que mide la capacidad de subsistencia
del hogar, mediante la combinación de dos indicadores: Hogares que tuvieran 4 o más personas por cada
miembro ocupado y, además, un segundo indicador que señala la baja educación del jefe del hogar (nunca
asistió a un establecimiento escolar o asistió hasta segundo grado como máximo del nivel primario). Si estas
dos condiciones se verifican tanto para la EPH como para el Censo, el hogar es considerado NBI.
Las diferencias entre medición censal y EPH para este quinto indicador surgen en dos niveles
metodológicas diferentes: mientras la EPH no incluye como NBI a hogares cuyo número de ocupados sea
igual a cero, la metodología censal sí los incorpora, por lo cual la EPH en este caso tiende a subestimar el
indicador de capacidad de subsistencia.
Contrario sensu, cuando se recorre el segundo camino metodológico para la evaluación de este quinto
indicador NBI, en referencia al nivel de instrucción del jefe de hogar, la medición censal incorpora como bajo
nivel de instrucción a aquellos jefes de hogar que no hayan cursado o lo hayan hecho hasta segundo grado
la escuela primaria, en tanto, la EPH incorpora como baja escolarización a todos los jefes que no cursaron o
no hayan concluido en su totalidad el ciclo primario, sobreestimando por este camino el quinto indicador NBI
de capacidad de subsistencia.
En síntesis, con diferencias metodológicas muchas veces menores –que sobrestiman en un caso y
subestiman en otro los indicadores tradicionales NBI–, el resultado final de la medición de población con
Necesidades Básicas Insatisfechas por método Censal o EPH, resulta compatible, los resultados pueden
compararse y aproximar con consistencia la probable evolución 1991/1994 de un indicador paradigmático
entre los indicadores de pobreza como lo es la población con necesidades básicas insatisfechas.
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TTEERRRRIITTOORRIIOO NNAACCIIOONNAALL
EVOLUCION DE LA POBLACION NBI 1991-1994.
TERRITORIO NACIONAL
El Cuadro Nº 1 permite observar la incidencia de la pobreza NBI según sea ésta moderada o extrema
en los aglomerados seleccionados por la EPH para octubre de 1994. Cabe acotar que se considera hogar
con pobreza NBI moderada a aquel que sólo cuenta con una necesidad básica insatisfecha, en tanto
aquellos que conviven en condiciones de pobreza extrema satisfacen dos o más indicadores.
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Como se observa, San Salvador de Jujuy-Palpalá y Gran Resistencia son los dos aglomerados con
mayor incidencia de pobreza NBI y, al mismo tiempo, donde las necesidades básicas insatisfechas extremas
afectan a la mayor cantidad de población (dos indicadores o más).
El Cuadro Nº 2 muestra la composición interna del indicador NBI para cada aglomerado informado por
la EPH, siguiendo el criterio anterior de consignar como pobreza moderada a aquellos hogares que
satisfacen sólo un indicador NBI y como pobreza extrema a aquellos que satisfacen dos o más.
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Como puede verse, es en el Gran Rosario donde la pobreza extrema asume mayor significancia en la
población con NBI. El 39% de la población NBI habitante del Gran Rosario posee dos o más necesidades
básicas insatisfechas. Es significativo también el índice de incidencia de la pobreza extrema en el
Conurbano bonaerense, que si bien en el Cuadro Nº 2 alcanza al 25.4% del total de la población NBI, al
incluir esta medición Capital Federal donde los índices de pobreza extrema promedio disminuyen
sensiblemente respecto al valor promedio del Conurbano, cabe inferir que de excluirse el distrito porteño en
la observancia de la composición de la pobreza NBI en el Gran Buenos Aires, los valores superarían
holgadamente el 25%, lo cual coloca a esta subregión bonaerense en condiciones críticas con respecto a la
incidencia de la pobreza extrema sobre segmentos NBI.
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Las variaciones en los porcentuales de población NBI 1991-1994 son significativas, según las
comparaciones censales y EPH.
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GRAFICO A
Población NBI medida sobre 21 aglomerados nacionales por censo y EPH
Como se observa en el Gráfico A, en el caso del Gran Buenos Aires la evolución ascendente alcanza
al 28% en el período 91-94. Córdoba un 22%, Gran Mendoza un aumento del 24% y el récord de crecimiento
de población NBI se manifiesta en la provincia de Chaco, en el aglomerado Gran Resistencia con un
crecimiento del 49% en el período 91-94.
Por el contrario, entre 1991 y 1994, descendieron los índices NBI en Salta (-2%), Santa Fe/Santo
Tomé (10%), Santa Rosa/Toay (-2%), Ushuaia/Río Grande (-60%) y Río Galleros (-40%), aunque en los dos
últimos casos citados el descenso puede deberse a migración poblacional.
En el Cuadro Nº 4 se observa el ranking nacional decreciente NBI en el período 1991-1994 según las
mediciones censales o de EPH.
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Como puede observarse, el orden que manifiestan los aglomerados según la incidencia de la
población NBI en el período 1991-1994 no presenta variaciones significativas, salvo en el caso de Río
Gallegos y Ushuaia-Río Grande que manifiesta un marcado descenso en su población NBI en 1994,
probable producto de una fuerte migración poblacional ocurrida en el período analizado.
En sentido contrario, Gran Mendoza y Gran Buenos Aires resultan localidades con fuerte crecimiento
en el ranking nacional de incidencia de población NBI al comparar mediciones censal y de EPH.
En el caso particular del Gran Buenos Aires, pasa del puesto 17 al puesto 12 en el ranking
decreciente, impulsado por el crecimiento de más del 38% de los segmentos NBI en el Conurbano
bonaerense en el período 1991-1994 según la EPH.
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GGRRAANN BBUUEENNOOSS AAIIRREESS
En esta sección del trabajo, se analizará la evolución de los segmentos poblacionales NBI en el Gran
Buenos Aires.
La metodología empleada para el análisis particular del Conurbano y Capital Federal, así como sus
cordones socioeconómicos respectivos, surge de proyectar los resultados distritales globales de la EPH de
octubre de 1994 sobre cada subregión específica y comparar los valores obtenidos con los hallados por las
mediciones censales de 1991.
CONURBANO BONAERENSE
El análisis que se realiza a continuación discrimina la subregión bonaerense mediante el
agrupamiento tradicional por cordones socioeconómicos.
Así las cosas, el Cuadro Nº 5 permite observar la magnitud y evolución en el período 1991-94 de la
población NBI residente en el primer cordón bonaerense.
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CUADRO Nº 5
Primer cordón bonaerense. –Población NBI–
Como se desprende de la lectura del Cuadro Nº 5, la población NBI del primer cordón pasó de
595.058 bonaerenses medidos por el Censo 91 a 848.708, una variación de 253.650 personas entre las
mediciones censales de 1991 y la EPH 1994, lo que supone que el índice parcial NBI correspondiente al
primer cordón del Conurbano pasó del 14.5% del total de los 4.083.389 ciudadanos residentes en los diez
Partidos Bonaerenses de referencia al 20.7% según la EPH de octubre de 1994, variación muy acentuada
en los niveles NBI captados en un lapso de 4 años.
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CUADRO Nº 6
Segundo cordón bonaerense. –Población NBI–
El Cuadro Nº 6 permite observar la magnitud y evolución de la pobreza estructural entre 1991 y 1994
en el segundo cordón del Conurbano bonaerense, según se desprende de las proyecciones de las
mediciones censales y de EPH.
Como se ve, sobre una población total de 3.896.906 bonaerenses residentes en el segundo cordón,
en 1991 se encontraban bajo condiciones NBI 946.190, en tanto en 1994, las proyecciones de la EPH
permiten captar en iguales condiciones de pobreza estructural a 1.290.011 ciudadanos, una diferencia de
344.831 habitantes en condiciones NBI en cuatro años, lo que modifica el índice NBI para el segundo cordón
bonaerense de 24,3% medido por el censo en 1991 a 33.1% según los datos que arrojan las proyecciones
de la EPH en 1994.
Si analizamos el Conurbano integralmente, prescindiendo de la división por cordones
socioeconómicos, el Cuadro Nº 7 permite visualizar la magnitud del fenómeno de pobreza estructural
bonaerense.
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CUADRO Nº 7
Pobreza estructural global. Conurbano bonaerense 1991/1994
Como se pudo observar en el cuadro, si en 1991 el censo ubicó bajo condición NBI a 1.541.238
ciudadanos sobre un total 7.980.295 residentes en el Conurbano, en 1994, las proyecciones de la EPH
colocan bajo condiciones NBI a 2.138.719 bonaerenses, lo que supone una diferencia de 597.481
ciudadanos.
A continuación, el Cuadro Nº 8 permite estimar la intensidad de la pobreza estructural del total de la
población NBI del Conurbano captada por la EPH de octubre de 1994.
CUADRO Nº 8
Intensidad de la pobreza NBI. Conurbano
Se observa que sobre el total NBI de 2.138.719 ciudadanos, 1.595.485 sufren pobreza moderada,
esto es una sola necesidad básica insatisfecha, pero 543.234 habitantes (25.4% del total NBI) están bajo
condiciones de pobreza NBI extrema, sufriendo la insatisfacción de dos o más de los cinco indicadores de
necesidades básicas utilizados por la EPH.
Para tener un panorama más completo del tipo de privación específica que sufre la población NBI del
Conurbano, el Cuadro Nº 9 informa sobre los parciales de población NBI según privación sufrida.
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CUADRO Nº 9
Pobreza NBI por tipo de privación. Conurbano
Como se deduce del cuadro respectivo, el 3,9% de los hogares, esto es el 5.4% de la población total
del Conurbano que suponen 430.935 ciudadanos, están hacinados, conviven tres o más personas por
cuarto.
Habitan en viviendas de tipo inconveniente 391.034 bonaerenses, presentan condiciones sanitarias
deficitarias (carencia de instalación de baño o retrete con descarga de agua al interior de la vivienda)
965.615 habitantes del Conurbano, la necesidad básica insatisfecha más extendida en el ámbito provincial
que sugiere ausencia de obras de infraestructura básica como redes cloacales para evacuación de excretas.
Existen, además, 78.206 niños entre 6 y 12 años que no están escolarizados y 263.349 jefes de familia
bonaerenses que no poseen estudios o poseen primaria incompleta.
LA SITUACION DE LA NIÑEZ
Para aproximarnos a la situación de los niños de hasta 12 años en el ámbito del Conurbano
bonaerense, se debe recordar que el 9.1% del total de la población sin necesidades básicas insatisfechas
del Conurbano transita el segmento etario de entre 0 y 5 años, sin embargo sobre el total de la población con
NBI, debido a la mayor tasa de natalidad de los hogares pobres, el 20.2% son niños de hasta 5 años de
edad.
Lo mismo sucede en el tramo de 6 a 12 años: mientras en la población sin NBI este segmento
representa el 11.4% sobre el total de población con NBI son niños entre 6 y 12 años el 20.1% del total, con
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lo que se confirma con toda intensidad también en la subregión bonaerense la sentencia que caracteriza
mejor la tipología de la pobreza que se extiende sobre todo el continente latinoamericano: “La mayoría de los
niños son pobres, la mayoría de los pobres son niños”.
Al respecto, el Cuadro Nº 10 permite observar, según las proyecciones de la EPH 1994, el estado de
la niñez hasta 12 años en el Conurbano bonaerense.
CUADRO Nº 10
Población NBI hasta 12 años. Conurbano
Como se observa, sobre 2.019.013 niños de hasta 12 años, el 42%, esto es 861.903, están bajo
condición NBI. Igualmente, el Cuadro Nº 11 permite analizar el grado de privación que sufren los niños en
condiciones NBI en el Conurbano.
CUADRO Nº 11
Pobreza NBI por grado de privación en niños hasta 12 años. Conurbano
Sobre el total de niños de hasta 12 años, 642.980 sufren pobreza moderada definida por una sola
privación básica, en tanto son 218.923 los niños que sufren pobreza extrema, con dos o más necesidades
básicas insatisfechas.
Finalmente se agrega el Gráfico B, donde se observa el porcentaje de variación del índice NBI entre
1991 y 1994, de acuerdo a las mediciones relevadas por el INDEC mediante censo de población y vivienda y
la EPH respectivamente.
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GRAFICO B
Evolución nacional del Indice NBI –Período 1991/1994–
Como se observa, la punta de variación de pobreza NBI la marca Gran Resistencia con casi un 50%
de crecimiento en el índice en el período 91/94, la población NBI de Gran Mendoza crece un 29%, Gran
Buenos Aires un 28%, Gran Córdoba un 20% y el pico de descenso lo marca el aglomerado Ushuaia/Río
Grande, con una caída del índice NBI del 62%.
CAPITAL FEDERAL
Manteniéndose la configuración de tres cordones socioeconómicos bien diferenciados, el cordón norte
pasó de 37.877 en condiciones NBI en 1991, según censo de población, a 38.276 ciudadanos en iguales
condiciones de privación en 1994, medidos por EPH, lo que supone una variación del índice NBI muy
acotada en el período de referencia.
El Cuadro Nº 12 permite observar la magnitud y evolución de la población NBI porteña en el período
1991-94, de acuerdo con las mediciones censales y de EPH.
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Tal como es conocido, el distrito porteño mantiene su perfil socioeconómico de profunda
heterogeneidad reconocible en el patrón de distribución geográfico asimétrico norte-sur de la pobreza
estructural.
Lo mismo ocurre en el cordón centro porteño que modifica su índice NBI de 6.7% en 1991 a 6.8% en
1994 según EPH, lo que supone captar en 1994 bajo condiciones NBI a 70.047 ciudadanos.
Por último, queda observar lo acontecido en el período 1991-1994 sobre la subregión urbana más
postergada del distrito porteño, el cordón sur (que como es conocido atraviesa los barrios del sur de Retiro,
San Nicolás, Monserrat, Constitución, San Telmo, San Cristóbal, Balvanera Sur, Boca, Barracas, Parque
Patricios, Pompeya, Soldati, Lugano, Villa Riachuelo, Mataderos y sur de Liniers).
Como se lee en el cuadro respectivo, el índice NBI del sur porteño pasó de 17.4% en 1991 al 17.5%
en 1994 según medición por EPH, lo que supone 114.074 ciudadanos con necesidades básicas
insatisfechas, de los cuales el 41% (46.770) son niños de hasta 12 años de edad.
Según se desprende de la comparación entre mediciones censales y por EPH, en el período 1991-
1994 se registró un incremento de 1.070 porteños en la franja NBI del postergado cordón sur capitalino.
CUADRO Nº 12
Población NBI porteña –Evolución 1991/94–
El Cuadro Nº 13 permite analizar la intensidad de la pobreza NBI porteña según proyección de la EPH
1994.
CUADRO Nº 13
–Intensidad de la pobreza NBI porteña–
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Sobre un total de 222.393 porteños en condiciones NBI, son 165.931 los que sufren situación de
pobreza estructural moderada por la insatisfacción de una necesidad básica.
Asimismo, 56.462 ciudadanos están en condiciones de pobreza estructural extrema, con dos o más
privaciones básicas.
De estos casos extremos 23.149 son niños porteños de hasta 12 años.
Por último se agrega un mapa distrital donde se distribuye la población NBI por barrios y cordones
socioeconómicos con los nuevos índices NBI porteños, según proyecciones de la EPH de octubre de 1994.
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CONCLUSIONES
Como se ha observado a lo largo del estudio, en línea con la evolución de otros indicadores
socioeconómicos y mediciones de pobreza vinculada a ingresos si se comparan las mediciones del índice
NBI con base censal o de EPH, la población con necesidades básicas insatisfechas, o pobreza estructural,
se modificó durante el período 1991/94 –en plena vigencia del Plan de Convertibilidad– en magnitudes muy
significativas de acuerdo a valores oficiales, cuyo extremo lo señala el aglomerado de Gran Resistencia con
un 49% de incremento en el período analizado respecto de los valores de pobreza NBI medidos por censo
en 1991.
Atendiendo a las consideraciones metodológicas que hemos descripto y a la diversidad de
modalidades en la medición de indicadores NBI, los valores obtenidos por el INDEC, y particularmente por el
Comité Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en base a los datos del Censo 1991, pueden compararse
con los valores NBI que surgen de las mediciones realizadas por el mismo INDEC en la EPH de octubre de
1994.
La información surgida del análisis comparativo resulta útil a la hora de analizar el comportamiento de
un índice que, como el de pobreza NBI, es singularmente importante para medir tanto el impacto social de la
política económica nacional como la eficacia de los planes de asistencia a sectores altamente vulnerables, y
sus modalidades específicas de asignación del gasto social que, a nivel nacional, asciende globalmente a
u$s 27.800.000.000, y parece haberse constituido en un problema de relevancia indisimulable a la luz del
descontrol presupuestario en que se debate el gobierno nacional.