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Original Ideas y Trabajos Odonloeslomatológicos 2001 ;2(2):96-102 Invitación a las provechosas y divertidas enseñanzas de la manipulación experimental y autodidacta de los composites in vitro Dr. E. Padrós Fradera Correspondencia: Dr. E. Padrós Fradera el Muntaner, 373 Barcelona 08021 E-mail: [email protected] "No es el hecho de que las cosas nos parezcan inaccesibles, la razón de que no nos atrevamos; es el hecho de no atrevernos, la causa de que nos parezcan inaccesibles" Lucio Anneo SÉNECA ¿Será el perfil, sugerido por los brillos-mar- Preámbulo co de las aristas y las transiciones, lo sufi- Todos los que hemos confeccionado carillas cientemente apolíneo como para integrar de composite en dientes anteriores, hemos nuestro composite intruso entre la multitud experimentado, durante su aplicación, su de esmalte nativo? modelado y su terminación, esas angustio- sas incertidumbres y esas descargas de ¿Qué ocurrirá al llevar a nuestro paciente a adrenalina que tanto contribuyen a desacom- la estancia vecina, iluminada por distintas pasar el castrense ritmo de nuestro miocardio. graduaciones Kelvin?, ¿Qué agrisamiento fi- nal o qué otros cambios cromáticos va a in- El control de los colores, las traslucideces, corporar el composite a las pocas horas de las siluetas, las microgeografías y los bri- su conclusión?, ¿Qué recursos dialécticos llos, digámoslo sin más circunloquios, es vamos a tener que emplear con nosotros una verdadera puñeta. mismos para justificar un resultado poco sa- tisfactorio?, ¿y cuándo deberemos decidir- Es tan inseguro el resultado que incluso nos a repetir todo el trabajo gratis et amare? durante el laborioso pulido final aun no te- nemos ni idea de si hemos acertado con ¿Qué podemos hacer, en definitiva, para todos los parámetros anteriores (aunque introducir más predictibilidad en este tipo muy especialmente en lo que se refiere al de trabajo en el que los pacientes deposi- croma, al tinte y al valor) , ni de si, por lo tan cada vez más -esperanzas de embelleci- tanto, un éxito razonable va a acompañar a miento e inyectan, sobre nuestras sobre- nuestros infinitos desvelos escultóricos. No cargadas espaldas, más y más exigencias tengo reparos en declarar solemnemente que de todopoderosa e infalible profesionalidad? tanto la implantología como la endoncia de normal dificultad son más previsibles, en el En una palabra, es un tratamiento en el cumplimiento de sus objetivos, que un que, mal acostumbrados como estamos a composite anterior de mediana complejidad. . sus constantes mercedes, solemos pregun- tarnos: ¿Habremos conseguido un resultado acor- de con las espectativas iniciales mediante - Pero ... ¿dó está Sta. Apolonia? nuestras estimaciones a ojímetro, n'uestras apreciaciones a peu prés y el método grosso modo, (semi-daltonismos aparte), a que nos En busca de soluciones obligan la suma y la sustracción de los co- lores , el espesor de los opacos, las sutile- En muchas disciplinas odontológicas es zas de los tintes y las veleidades de los traslú- suficiente el conocimiento de las teorías, cidos en una afortunada combinación en- de las técnicas y de los materiales más efi- tre sí? cientes para empezar a obtener resultados Ideas y Trabajos Odonloestomatológicos 2001 ;2(2):96-102

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Original Ideas yTrabajos Odonloeslomatológicos 2001 ;2(2):96-102

Invitación a las provechosas y divertidas enseñanzas de la manipulación experimental y autodidacta de los composites in vitro

Dr. E. Padrós Fradera

Correspondencia:

Dr. E. Padrós Fradera el Muntaner, 373 Barcelona 08021 E-mail: [email protected]

"No es el hecho de que las cosas nos parezcan inaccesibles, la razón de que no nos atrevamos; es el hecho de no atrevernos, la causa de que nos parezcan inaccesibles"

Lucio Anneo SÉNECA

¿Será el perfil, sugerido por los brillos-mar­Preámbulo co de las aristas y las transiciones, lo sufi­

Todos los que hemos confeccionado carillas cientemente apolíneo como para integrar de composite en dientes anteriores, hemos nuestro composite intruso entre la multitud experimentado, durante su aplicación, su de esmalte nativo? modelado y su terminación, esas angustio­sas incertidumbres y esas descargas de ¿Qué ocurrirá al llevar a nuestro paciente a

adrenalina que tanto contribuyen a desacom­la estancia vecina, iluminada por distintas

pasar el castrense ritmo de nuestro miocardio. graduaciones Kelvin?, ¿Qué agrisamiento fi­nal o qué otros cambios cromáticos va a in­

El control de los colores, las traslucideces, corporar el composite a las pocas horas de las siluetas, las microgeografías y los bri­su conclusión?, ¿Qué recursos dialécticos llos, digámoslo sin más circunloquios, es vamos a tener que emplear con nosotros una verdadera puñeta. mismos para justificar un resultado poco sa­

tisfactorio?, ¿y cuándo deberemos decidir­Es tan inseguro el resultado que incluso nos a repetir todo el trabajo gratis et amare? durante el laborioso pulido final aun no te­

nemos ni idea de si hemos acertado con ¿Qué podemos hacer, en definitiva, para todos los parámetros anteriores (aunque introducir más predictibilidad en este tipo muy especialmente en lo que se refiere al de trabajo en el que los pacientes deposi­croma, al tinte y al valor) , ni de si, por lo tan cada vez más -esperanzas de embelleci­tanto, un éxito razonable va a acompañar a miento e inyectan, sobre nuestras sobre­nuestros infinitos desvelos escultóricos. No cargadas espaldas, más y más exigencias tengo reparos en declarar solemnemente que de todopoderosa e infalible profesionalidad? tanto la implantología como la endoncia de normal dificultad son más previsibles, en el En una palabra, es un tratamiento en el cumplimiento de sus objetivos, que un que, mal acostumbrados como estamos a composite anterior de mediana complejidad. . sus constantes mercedes, solemos pregun­

tarnos: ¿Habremos conseguido un resultado acor­de con las espectativas iniciales mediante - Pero... ¿dó está Sta. Apolonia? nuestras estimaciones a ojímetro, n'uestras apreciaciones a peu prés y el método grosso modo, (semi-daltonismos aparte), a que nos En busca de soluciones obligan la suma y la sustracción de los co­lores, el espesor de los opacos, las sutile­En muchas disciplinas odontológicas es zas de los tintes y las veleidades de los traslú­suficiente el conocimiento de las teorías, cidos en una afortunada combinación en­de las técnicas y de los materiales más efi­tre sí? cientes para empezar a obtener resultados

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aceptables. Pero en las restauraciones y en los recubrimientos estéticos de dientes an­teriores con composite, es necesaria, ade­más, una dosis gigantesca de experiencia personal que, so pena de sufrir nefastos descréditos entre nuestros pacientes, no debe adquirirse in vivo sino in vitro.

Sólo cuando el profesional (al margen de su sentido artístico, de su habilidad y de su paciencia), haya experimentado repetida­mente los efectos que produce talo cual cantidad de opacificador, de tinte o de tras­lúcido, -cosas que no puede enseñar nin­gún libro, ningún maestro, ni ninguna pá­gina web- estará en condiciones de conse­guir un buen resultado ... en un tanto por ciento razonable de casos.

De modo que, a mi juicio, es absolutamente necesario que el odontólogo que desee sa­tisfacer las altas aspiraciones estéticas soli­citadas por sus pacientes, invierta en tiem­po y en material para su imprescindible en­trenamiento.

A todos nos escuece en el bolsillo el precio de un kit completo de composites, pero es fundamental que el profesional experimen­te, pruebe y "juegue", sin restricciones, con toda la gama de productos que se precisa para llevar a buen término estos tratamien­tos. Que olvide, durante unas cuantas ho­ras, las facturas de materiales que se amon­tonan en la secretaría de su clínica, y que gaste composite sin tacañería, para apren­der con una mínima sistematización per­sonal estos procesos tan complejos.

y tambien debe sacrificar tiempo en este esfuerzo autodidacta que vamos a propo­ner a continuación. Porque se trata, claro está, de que el dentista fabrique in vitro incisivos y caninos (superiores e inferiores), con todo tipo de colores, traslucideces, opa­lescencias y maquillajes.

Del mismo modo que la asistencia a un buen cursillo de post-grado nos cuesta tiem­po y dinero (y esa es, sin duda alguna, la mejor de las inversiones que podemos ha­cer), así tambien deberíamos invertir tiem­po y dinero en este eficaz "curso" de post­grado, completamente autodidacta.

y es que si un odontólogo no se ejercita en estas tareas dificilmente poseerá nun­

ca los recursos tácticos, la sensibilidad y la finura necesarias para alcanzar los re­sultados que hoy son preceptivos en una clínica moderna y competitiva. Si yo fuese un paciente con pretensiones estéticas, (y no me refiero, ni mucho menos, a las be­licosas y exageradas exigencias de la balumbosa señora Aquapentente, sino que estamos hablando de un deseo standart en el mundo occidental de nuestros dias), antes de dejarme hacer un composite en un incisivo, me gustaría saber que mi den­tista tiene un cajón lleno de dientes de composite hechos por él.

Tanto si el paciente adulto pretende que imitemos sus dientes vecinos más o menos ricos en tinciones, manchas, desgastes y craquelados, como si desea que le consi­gamos unos dientes blanco-tiza, es nece­sario saber con qué espesores hemos de construir cada una de las capas y qué pro­porciones de los distintos composites he­mos de usar. Yeso, después de adquirir los conocimientos teóricos más completos posible, sólo se puede lograr haciendo mu­chos dientes in vitro. Nos equivocaremos numerosas veces, y nos daremos cuenta de los excesos y de las insuficiencias en las que caemos frecuentemente. Pero no hay que desanimarse. Hay que insistir. Hay que adquirir la capacidad de extraer con­clusiones de nuestras propias experiencias. Porque, efectivamente existen muy pocos profesionales que hayan sido formados para esa importantísima disposición inte­lectual*

y sin embargo, resulta dificilmente expli­cable la satisfacción que produce, al fin, el saber conseguir dientes bien caracteri­zados o dientes que imitan bien a otros dientes.

El método autodidacta

¿Cómo debemos proceder para hacer es­tos dientes de ensayo con composite? ¿Cómo sistematizar una metodología que nos sea realmente útil para aprender a ope­rar después en la boca de nuestros pa­cientes?

Pienso que la mejor manera de adquirir estas experiencias es seguir la técnica de

*"Quien sigue a otro no descubre nada; menos aún: ni siquiera lo intenta". ¿Pues cómo?, iNo debo seguir los pasos de mis predecesores? "Por supuesto, yo vaYa recorrer el camino trillado, pero si descubro otro más adecuado y más llano, lo abriré. Los que trillaron ese camino antes que nosotros no son nuestros dueños sino nuestros guías. La verdad es accesible a todos, no está cerrada. Buena parte de ella queda para los venideros". LASéneca Cartas a Lucilo (33.10-11).

la estratificación del Dr Lorenzo Vanini por­que es la que mejor ayuda a comprender la función de cada incremento de compo­site. Y es la que mejor enseña el hecho de que cada incremento tiene una misión es­pecífica principal.

Utilizar la originalísima gama de composites diseñada por el Dr. Vanini o bien utilizar otra de las excelentes marcas que hoy están a nuestra disposición como la ideada por el Dr. Mooper, queda a criterio de cada profe­sional. Lo verdaderamente importante es te­ner un conjunto completo de opacificadores, tintes, traslucidos, y de composites fluores­centes microhibridos y de micropartícula. Y, por supuesto, tambien, algo tan fundamen­tal como es un sistema de contorneado, afi­nado y pulido de última generación.

Obtención de la matriz

Para empezar hemos de conseguir la ma­triz del diente que pretendemos crear in vitro. Para ello podemos tomar algún dien­te natural extra ido o algún diente de acrílico de los fantomas o alguno de una tablilla para prótesis y lo hundiremos en una silicona de impresión, por su cara lingual, hasta llegar un poco más allá de la mitad de las caras proximales. Lo que obtenemos con ello es una huella de la cara lingual del diente que vamos a reproducir con composite.

Sobre esta matriz de silicona podremos polimerizar una fina carilla de composite que conformará la superficie de la cara lingual de la corona y después modelare­mos y polimerizaremos una hermosa raiz, más o menos turricefálica, que nos sirva, si se quiere, para conseguir un diente com­pleto de composite, pero, sobre todo que sirva para facilitarnos su manejo entre nues­tros dedos. (Figura 1) Señalaré aquí el gus­tazo que proporciona el utilizar esos composites de color boniato que tenemos caducados en las cajas de composites en desguace. Son composites horrendos que no hemos podido, ni podremos nunca, uti­lizar en la boca de nuestros pacientes, pero que sirven estupendamente bien para mo­delar estas raices in vitro.

Los suspiros vitales en los incrementos

A partir de ahí podemos ensayar distintos tipos de incrementos en la corona, como si construyeramos dentina, capa por capa, con colores más obscuros en lingual y progre­sivamente más claros al ir avanzando ha-

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Figura 1. Raíz maciza y fina carilla lingual 'de composite sobre laque iniciaremos los incrementos y los ensayos autodidactas propuestos en este artículo. .

Figura 2. Masa de dentina, insinuando los tres mamelones de desarrollo, dejando un área incisal libre para rellenar con un com¡iosite traslúcido. .

Figura 3. El espécimen de la Figura 2 una vez concluido. Se trata de un diente de aspecto juvenil, con una traslucidez incisal adecuada. . .

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cia vestibular. Entre 2 y 4 capas suelen ser suficientes, según el grosor del diente. Una levísima pincelada con tinte marrón en los dientes de color A2, o A3 en el tercio cer­vical de la última o penúltima capa , suele mejorar muchísimo la sensación de vitali­dad del diente de composite. El color "nace" entonces, imperceptiblemente, del interior del diente y este deja de parecer constitui­do por una pasta uniforme. Debemos ir in­sinuando, tambien, los mamelones de de­sarrollo y dejar una parte incisal más o menos ancha e irregular, para colocar un composite traslúcido. Con ello aprendere­mos a obtener areas incisales más o me­nos traslúcidas y opalescentes con forma recta, ondulada, "en peine", irregular etc. Comprobaremos lo fácil que es equivocar su extensión y su sutileza. Y llegaremos a saber hacer hermosos dientes jóvenes, bo­nitos dientes adultos, nobles dientes ancia­nos y valiosísimos dientes de Atapuerca (Fi­guras 2 y 3).

Los maquillajes sutiles

En la última capa del composite "de denti­na" probaremos la introducción de manchas blancas que se pueden conseguir con composite de color Al o A2 o con opacifica­dores o con tintes blancos, o mejor aun con una combinación de todos ellos, ya que las manchas blancas raras veces se muestran con una intensidad y unos límites unifor­mes. Nos percataremos, en seguida, de que es muy fácil exagerar ese tipo de maquillaje.

Dentro de los muchísimos efectos especia­les que podemos añadir, es interesante sa­ber obtener halos centrales de color. ámbar (lo que se logra bien con tintes o traslúcidos coloreados) , conseguir areas cervicales denudadas (con tintes nararija y/o marrón) y craquelados e irregularidades que confie­ren una naturalidad absolutamente nece­saria al diente de composite, aislado, y so­metido a una constante e inevitable com­paración con sus vecinos inmediatos.

La alta escuela de los craquelados

La obtención de craquelados se logra ra­yando con la hoja de un bisturí la última o la penúltima capa de composite de denti­na, o ambas a la vez, según la profundidad del craquelado que deseemos imitar. Este ejercicio nos enseñará, además, a "mirar" los infinitos detalles que los dientes tienen semiocultos en su interior. Y, por supuesto, a reproducirlos en nuestro especímen de composite.

El rayado con la hoja del bisturí puede ser sutil o marcado. Será sutil si lo hacemos con la capa de composite endurecida y será más marcado si lo hacemos con el compo­site en fase más blanda (con sólo 2 ó 3 segundos de fotoactivación).

Los surcos así obtenidos los rellenaremos con tintes marrones, amarillos, blancos etc. o con resina traslúcida, según sean nues­tras conveniencias. Observar los resulta­dos que se obtienen con distintos colores de ti ntes y diferentes ti pos de ra n u ras es verdaderamente gratificante. Y descubrir nuevos trucos resulta sencillamente apa­sionante.

La imprescindible superfície de micropartícula

Es importante que, sea el que sea el com­posite microhibrido que usemos para la re­producción de la "dentina", no olvidemos utilizar un buen micropartícula para la capa superficial del "esmalte" (más o menos gruesa según la edad del diente a repro­ducir) Esta última capa es aconsejable aplicarla de una sóla vez. Porque los lími­tes de cualquier incremento parcial en esta crítica superficie final acabará siendo visi­ble con el tiempo. Tampoco es aconseja­ble esculpir irregularidades superficiales en esta última capa, aunque, en ocasiones, trabajando in vitro es imposible sustraerse a determinadas veleidades artísticas (Figu­ras 4 y 5).

La resistencia a la abrasión, la no reten­ción de placa bacteriana, la lisura y el bri­llo de los composites de micropartícula son imprescindibles para una restauración ex­celente tanto en el momento de concluir el trabajo en boca , como al cabo de años de servicio. No es necesario que los composites para una u otra misión sean de la misma marca. Muchos profesiona­les prefieren una marca para los composites microhibridos para reproducir la "dentina", otra marca para los composites de micro-

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partícula para reproducir el "esmalte", otra para los tintes y otra para los opacifica­dores. Disfrutemos de esa libertad. Yapren­damos de esa libertad.

Los límites de la libertad

Al examinar, una vez concluidos, nuestros dientes de composite de forma desapasio­nada, pueden evidenciarsenos "sobreactua­ciones" que raramente tendrán aplicación en la boca de ningún paciente. Pero tam­poco es malo ensaya r estos abarroca­mientas por si en alguna ocasión extraor­dinaria necesitamos manejar estos excesos de maquillaje. (Figuras 6 a 8) La coloca­ción, además, de un poco de encía de composite (Cosmedent), que tan útil es para ocultar espacios negros interproximales (iso­bre todo el el cierre de diastemas l ), puede incluso ayudarnos a gastar algunas bromas macabras a tirios y troyanos.

El apéndice capilar

Obtener una fisura fina , recta y marcada con el bisturí es difícil, porque este suele crear una línea algo irregular si se marca sobre composite endurecido o poco preci­sa de bordes, (quedan bordes redondea­dos), si se marca sobre un composite blan­dengue. Para ello es aconsejable recurrir al viejo truco de introducir un cabello por encima de la última capa del composite de "dentina". El cabello conviene que sea fino (un cabello grueso produce un efecto sencillamente repugnante), conviene que sea rubio (aunque pretendamos reprodu­cir una fisura obscura) y sobre todo ... con­viene que sea ignorado por el paciente. (Figuras 9 a 11).

La cantidad de recursos prácticos que se descubren durante estas creaciones en composite es verdaderamente sorprenden­te. Ningún profesional se lleva la impre­sión de haber pasado unas tardes aburri­das, todos adquieren seguridad en sus pro­pias posibilidades y todos, invariablemen­te, perciben la maravillosa liberación de la rigidez heredada de sistemas primiti­vos. Rigidez que aun atenaza las manos de muchos profesionales poco atentos y poco confiados a la tarea de aprender que le brindan sus propias experiencias. Un zapatero que después de 50 años de profe­sión hace las sandalias exactamente igual que el primer día, es un zapatero con mu­cha experiencia, pero que, al no haber introducido ninguna mejora en su ma­nufactura, se delata como un zapatero que

Figur~ 4. Masa de dentina con maquillaje de color y un suave craquelado conseguido con bisturí, a fin de imitar un diente adulto.

Figura 5. El especímen de la Figura 4 una vez acabado. La nnción de la ligera hendidura en la superficie final de. composite de micropartícula está coloreada con un tinte (también de micropartícula porque está en la superficie exterior), obedece a un alarde artístico, que no es demasiado aconsejable realizar en la boca de los pacientes.

Figura 6. Masa de composite de la antepenúltima capa de dentina con los mamelones de desarrollo muy marcados.

Figura 7. Masa de composite de la penúltima capa de dentina con rayas de craquelado bien marcadas y maquillaje profundo a fin de obtener mucha caracterización profunda. Mismo espécimen de la Figura 6.

Figura 8. Exceso de caracterización y acabado del espécimen de las Figuras 6 y 7, para la simulación de un diente anciano con desgaste incisal acusado. Se probó además, en este ca~o, el efecto de una encía .de éom posite.

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Figura 9. Base para la realización de un diente adulto. Coloración interna con ligero tinte marrón y craquelado ligero.

Figura 10. Especimen de la Figura 9 una vez concluido, tambien con encía artificial de composite. En este caso se utilizó un cabeno fino y rubio para simular la trsura del. tercio cervical.

Figura 11. El mismo diénte de composite de las Figuras 9y 10, a maYor aumento, Se aprecia la coloración que nace del interior del diente,. la ligera traslucidez incisal propia de un diente adulto y la fisura.decreciente del tercio cervical conseguida con un cabello colocado en la superficie de la última 'capa de composite de dentina, por debajo de la capa de composite de micropartícula que conforma el "esmalte" del diente.

no tiene capaCidad para aprender de su experiencia.

Los riesgos del desorden creativo

Es importante que la desbocada inspiración y el progresivo entusiasmo artístico que insufla el Ego del autodidacta, así como la bendita desihibición que propicia la ausen­cia del paciente, no nos conduzca a una borrachera maquilladora más propia de una película tipo Allien que de una labor inmaculada, virginal y complaciente en una clínica dental. Quiero decir que no debe­mos mezclar unas pruebas con otras. Si pretendemos hacer un diente joven y her­moso no debemos probar, durante el pro­ceso, el efecto que crean los craquelados marrones marcados. y si pretendemos ha­cer un diente viejo no conviene ensayar el efecto que se obtiene con inmensos halos traslúcidos en las zonas incisales. Ese con­sejo parece una tontería y lo es. Pero la tentación de probar cosas raras una enci­ma de otra, en plena orgía creadora, sin guardar orden ni concierto , es más fuerte de lo que puede parecer a primera vista.

La prueba del nueve

Cuando la realización de dientes enteros de composite in vitro ya nos satisface, po­demos mostrarlos a colegas amigos a fin de hacer el definitivo test de nuestros pro­gresos. Si nos dicen que les gustan mucho y que realmente parecen dientes de ver­dad, es señal de que debemos practicar más.

Si nos dicen que no están mal del todo pero que, en realidad , no pueden engañar a unos profesionales como ellos y preten­den encontrarles defectillos por delante y por detrás, es que ya hemos conseguido nuestro objetivo y podemos pasar a la prác­tica siguiente.

Entre tanto deberíamos empezar a practi­car ya en la clínica , los sencillos recu­brimientos completos vigilando ahora, ade­más, el nacimiento meticuloso e inadvertible del composite desde el mismo límite del surco gingival (siempre con composite de micropartículas, pulido con mucho esme­ro) (Figuras 12 y 13). Acordémonos para este menester de las ayudas que pueden prestarnos las matrices de Belvedere o el instrumento Zekrya de Maillefer.

Las muy comprometidas restauraciones parciales

El siguiente paso es tomar algún diente natural que, si no está roto (debido a haber sido extraido por motivos perioqontales), lo romperemos nosotros con el sistema que más satisfaga a nuestros permanentemen­te reprimidos instintos criminales. Si ima­ginamos, pongamos por ejemplo, que se trata de un diente de la sra Acquapendente, puede ser un buen sistema atar el diente a un petardo-bomba, pero si tenemos prisa, o no tenemos a mano la suficiente artille­ría, puede funcionar, perfectamente bien , un martillazo ad hoc. Una vez serenado nuestro ánimo, de tan excitantes vivencias, deberemos reconstruir la parte fracturada del diente sin que se note nuestro trabajo, basándonos en la técnica y en las propor­ciones aprendidas con las reconstruccio­nes de dientes enteros y repitiendo el tra­bajo tantas veces como sea menester para conseguir un resultado excelente.

Debemos recordar, al llevar a cabo estas tareas, la conveniencia de recorrer el mar­gen del esmalte del diente natural con una pequeña fresa redonda de diamante y lue­go pulir meticulosamente esta longuilínea y delicada preparación marginal. Cuanto menos rugoso sea este bisel-cóncavo del esmalte, menos aire quedará atrapado en él, y más fácil será disimular la línea de unión.

Tambien es importante recordar que para disimular esta línea de unión no debemos permitir que la luz "entre" por ella. Por con­siguiente es muy importante llevar el composite de "dentina", más coloreado y

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menos traslúcido que el de "esmalte", has­ta casi el final de este bisel-cóncavo del esmalte natural.

Lo mismo deberemos hacer con las nada fáciles clases 111. Cabe decir aquí que, en realidad , cuanto más pequeña es la por­ción de diente que debemos reconstruir más dificultades de camuflaje vamos a encon­trarnos. No sólo en cuanto a color, traslu­cidez y maquillaje, sino además en lo refe­rente a la continuidad del brillo que transi­ta , llamativo y refulgente, desde el diente natural a la parte reconstruida con compo­site (Figuras 14 y 15) La rotura, la discon­tinuidad o el quiebro ladino y antinatural de esa línea de brillo delata , con escanda­losa competencia, la antiestética presencia de una restauración de composite, que por lo demás podría estar perfectísimamente bien resuelta. Ojo, pues, a la perfecta inte­gridad de esas líneas de brillo. y ojo, por lo tanto, a un inmaculado proceso de pulido.

Los opacificadores salvadores

Ningún dentista ha nacido con el cono­cimieno infuso de qué efecto produce este o aquel opacificador, ni tampoco qué croma­tismo va a conseguir con ese o aquel tinte. Ni siquiera después de años de experiencia , tenemos la garantía de que vamos a acertar en nuestro próximo caso. A fin de facilitar el éxito yo aconsejo la confección de unos "pei­nes" para tener a la vista unas guías reales de tintes y de opacificadores como los que se muestran en la Figura 16 a y b.

Sobre una base de composite de color A2, se colocan unas franjas de los tintes que con más frecuencia utilizamos. Y sobre esta misma base de composite A2, polimerizamos unas fanjas de distintos opacificadores que sobresalgan del margen de ese composite de base A2 . También conviene hacer un "peine" de opacificadores sobre una lámi­na de metal. Comparar, unos con otros, opacificadores, cerca del locus operandi ayuda en gran medida a co nseguir una correcta elección.

Una de las últimas pruebas que conviene realizar es tomar algún puente viejo, qui­tarle la cerámica o la resina y crear direc­tamente encima del metal un diente bonito y convincente, parecido a alguno de los que ya tengamos bien hechos a estas altu­ras de nuestra emocionante travesía auto­didacta. El opacificador va a ser, en este caso, más fundamental que nunca y para simular un borde incisal traslúcido, debe­remos utilizar, antes de colocar la última

Figura 12. Incisivos centrales restaurados 14 años atrás. Observese el buen pulido Y el brillo Que aún mantiene el composite de micrilpartícula superficial.

Figura 13. Nuevas restauraciones en los incisivos de la Figura 12. la cobertura completa de todo el diente ofrece muchas menos dificultades Que la restauración parcial del mismo. Yla duración del buen aspecto estétic.Oes mucho' mayor. En estos casos hemos de prestar especial atención al acabado del contorno cervical.

Figura 14. Pequeña fractura de unll QUe además presenta traslucideces y manchas blancaS acusadas. La restauración de estas pequeñas fractura,s es mucho más difícil Que la cobertura completa de la cara vestibular.

Figura 15, Restauración del 11 de la figura 14 una vez concluida. Es importante en estos casos de restauración parcial conseguir un acierto completó en todo lo referente al color, la luminosidad y la traslucidez, pero sobre todo hay Que obtener una buena microgeografía y un pulido perfecto. las líneas de brillos Que pasan del diente natural al composite no han de sufrir desviaciones, interrupciones o Quiebros Que denuncian la presencia de la restauración. Eso conduce la mirada y la atención del observador a la zona conflictiva.

Figura 16a. "Peine" de fabricación amateur para poder objetivar el efecto de los Untes sobre una lámina de composite de color A2.

Figura 16b. "Peine"igualmente casero; para poder objetivar el efecto óptico de varios opacificadores sobre la lámina de composite de color A2. En este caso el opacificador debe soprepasar el margen de la lámina de composite y de ese modo se puede observar mejor su capacidad opacificadora. .

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Figura 11. Fotografía de unos incisivos en la que se aprecian unas extensas áreas de traslucidez que dan un aspecto obscuro a los dientes (sobre todo con la boCa semiabierta, cuando los incisivos inferiores no bloquean la obscuridad del fondo de la boca). En estos casos, los pacientes que arrastran este problema desde su más tierna infancia no aceptan que introduzcamos en las carillas de eomposite ni la más mínima traslucidez incisal. No debemos insistir.

Figura 18. El caso de la Figura 17 una vez acabado con composite muy blanco. También hay que aprender a conseguir estos dientes de un blanco tan poco traslúcido, que tienen siempre mucho éxito entre las pacientes, sus familiares y sus amistades. A los profesionales no nos gustan estos dientes, pero a nuestras pacientes sI. y no debemos olvidarlo, porque igual que ocurre en la vida, a veces hay que saber hacer cosas que no nos gustan.

mucha habilidad, Y conviene repetirla con varios especímenes.

Otra práctica debe consistir en tomar otros dientes extra idos (que generalmente son de personas de edad) y -esta vez sin romper­los- transformarlos, cubriéndolos con com­posite, en los dientes de una majorette de 16 años porque esto es exactamente lo que nos pedirán las señoras de más de 40 años, en una improbabilísima esperanza de mu­tación, (para lo que deberían consultar con Charles Darwin), en una irrespetuosa pre­tensión de transubstanciación, (para lo que deberían consultar con el Sumo Pontífice), o en una exigencia de milagro sobrenatu­ral (para lo que deberían consultar con David Copperfield), Ese trabajo encierra, para un humilde dentista, la proterva difi­cultad de que con poquísimo grosor de composite ha de transformar unos dientes de color B4/C4 en dientes A 1 o B 1, o me­jor aún, AO,5.

Para opacificar dientes obscuros, dientes con tinciones tetraciclínicas, o dientes endodon­ciados, merece la pena usar una fina capa de un opaco de color rosa que resulta su­mamente eficaz en su cometido, Pero eso hay que ensayarlo con atención . Es fácil no obtener buenos resultados en los pri­meros ensayos.

La ignominia

En muchas ocasiones, como todos sabe­mos bien, la paciente que decide lucir sus dientes con un color más blanco, no de­sea, en realidad, un color más blanco, lo que desea para la más victoriosa especta­cularidad de su sonrisa y de su irresistible poder afrodisiaco, es el blanco absoluto de

lucidez incisal que brinde naturalidad a los dientes. Como pOdemos comprobar a dia­rio, los bidets Roca no poseen la más míni­ma traslucidez y sin embargo nadie puede negarles un omnímodo sex apeal. ¿A santo de qué, pues, perder el tiempo en conse­guir suaves traslucideces incisales que la paciente detesta y aborrece desde lo más profundo de sus Wonder-bra? En estos ca­sos lo que hay que saber hacer (yeso tambien hay que practicarlo) es una opacificación tan uniforme como la que pre­dicaban Marx y Engels. Y a otra cosa mari­posa (Figuras 17 y 18).

Conclusión

Los recubrimientos con composites en dien­tes anteriores son las restauraciones que nos permiten solucionar los problemas de estética en el sector anterior con una me­nor pérdida de tejidos naturales. La solu­ción con carillas cerámicas, que resulta mucho más fácil para el dentista, encierra , en cambio, más riesgos para el paciente (mayor pérdida de tejidos sanos, como ya hemos dicho, pero además un excesivo contorno final, dientes demasiado vestibu­lizados, más dificultad de acertar con las sutilezas del color, y una más difícil repara­ción en el futuro.), Por eso merece la pena aprender a ejecutar con maestría estos tra­tamientos.

La incitación a la tarea autodidacta que contienen las líneas de este artículo, obe­dece al hecho evidente de que para acertar con el color y los grosores de cada incre­mento es absolutamente necesaria una paciente labor personal con inevitables, pero, aquí sí, fecundas , dosis de empirismo.

Ideas y Trabajos Odontoestomatológicos 2001 ;2(2):96-102