Irrupción saludable del caos · 2020. 8. 19. · Cuando los árboles vagan de sombra lejos quedan...
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Irrupción
saludable del caos
Hugo Patuto
Comité editor:
Néstor Mendoza
Geraudí González Olivares
Cristian Garzón
Hugo Patuto
Irrupción saludable del caos
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Impreso en Bogotá, Colombia, noviembre de 2019
Hugo Patuto
Irrupción saludable del caos
Antología poética 1982-2016
COLECCIÓN Voz Aislada
[de Precioso ángel en llamas, 1982 ]
ESPEJO QUIZÁ
Afuera la noche tiembla, entre
la rota llama y el furioso pasajero
dividida
y en medio de estatuas reinante.
Por la lluvia se sabe que las estrellas
también caen
y que el cielo atrapa la sorpresa de los ojos.
Alguien elige otra visita:
muerte, caricia del barro sin jornada,
oculta detrás de la ventana,
donde mienten a menudo los duendes.
El pecho guarda para sí
un corazón marchito; en esta hora
aparto de mis ojos la noche.
7
PRECIOSO ÁNGEL EN LLAMAS
Precioso ángel en llamas
de tu pecho escapa la tristeza
y entre tus manos la aurora
juega con la peligrosa agonía.
Hasta la parra tiembla en las uvas,
el cielo envuelve las cornisas,
fuera de la huida sorda
conque los pájaros presagian.
Tormenta no eres: la cintura
se te vuelve ola y queda
un instante muerta, para luego irse.
Nada quiere apresurar tu estancia,
ángel de ojos profundos:
ven a confundirte con mi alma.
Que trébol y agua resbalen
desde mi mano, para perfumar esa mejilla de nácar;
que la soberbia, el dolor, el orgullo
sean cadenas, más allá de mi cuerpo
desnudo y frágil, presa del deseo.
8
LENTA, TU MANO RECORRE LA PIEDRA
Lenta, tu mano recorre la piedra
Quieta, de sol y de miedo, de tiempo
Ebria, tu mano en mi pecho reclama
Tierna, delicia de viento y parral.
Vital, la danza aflora del núcleo
Ardiente, por tanto fuego y memoria
Agreste, el cabello tiene misterio
Breve, como una ilusión que se apaga.
9
BAJO LA FORMA DEL SILENCIO
Esa otra voz de una mirada
ese fuego que palpita y calla
Creer en alas renaciendo a cada momento
y del paso suelto quitar
una idea que remite a un nombre, al viento.
Esa otra voz
como si toda ella fuera sol
en los ojos abiertos de la nueva mañana;
creer
que cobran vida las náyades junto al incienso
y que la lluvia aleja del sendero.
Aún a orillas del sueño
la pasión vale por la quietud del fuego,
cuando lo terreno y lo celestial comulgan
y se empeñan en acercarse al alma.
10
ENUNCIACIÓN
Lo mejor de mí quedará cuando yo no sea visible;
para ese fin me he preparado sin tregua.
WALT WHITMAN
a Astul Urquiaga (h)
Quiero que mi canto sea como el mar
y al fin retener a los hombres en una barca,
entre lamento de oleaje y grito de cormorán.
Lento llega el sol, de su derrota
hablan los maderos quietos de la ribera:
a lo lejos se le ve, nada lo detiene.
Prefiero el sol victorioso, furibundo astro
una y mil veces alto, señor de sombras
y por la sombra señor hiriente y llano.
Rescatando una señal que alguien envía
mi cuerpo salobre olvida el cielo;
sin horizonte parece morir la esperanza.
Quiero que una estrella busque su refugio
para luego colmar deseos ajenos:
en el centro de mi pecho hay abrigo.
Sueño de niño en que la tarde
se puebla de ángeles y de hamacas
así quiero arrullarte, mujer, una canción clara.
El ayer nos ata al muelle de la tierra,
nuestra carne es perfume, pasión
encendida, flor de amaneceres.
Vamos a encontrar un sitio donde la leña
pueda mezclarse al olor del vino;
vamos, todos juntos, hasta que la vida no duela.
11
[de Orilla en la sangre, 1989]
I
Cuando los árboles vagan de sombra
lejos
quedan vestigios de una triste
tierra dormida…
Sube una canción para seducir a la luna.
15
V
Desde la noche ha llegado la noticia
de fogatas que te olvidan;
permanece a mi lado el tibio
secreto de una hoja,
liberando al ayer.
16
LIBRE, ABISMO Y NADA
Cuando la noche tiñe de ausencia
esta vastedad, que del silencio es cómplice
a nadie interrogas: hay un abismo
entre tus latidos y tu mirada.
El ayer soñado no basta, apenas brilla
como débil destello en cárcel de rocío;
necesitas del universo que te acosa.
Por ausente comulgas con estrellas
y lirios, abandonando tu sombra
ante el embate de un recuerdo, la llave
con la cual te poseen.
Y sobre la piel cimentas el mismo ritual,
piedra blanca, horizonte gris
para quien asiste, a medias disimulado
aunque libre, abismo y nada.
Presumes un límite: ese vago compromiso
donde los colores y las mariposas
parecen ocultar tu distancia,
fuera del viento y de horas amargas.
¿Quién pergeña, confundido, tu epitafio?
¿Quién puede alinear la condena, o el final
o devolver noviembre a la sal de la memoria?
Tal vez descanse un verdugo sobre tus huellas.
No imaginaré la muerte ni la esperanza.
Una y otra alborada para la tierra desnuda
mentiré, testigo de un fuego que pasa
cantando una vida, armoniosamente.
Ahora, sólo ahora voy a renunciar a mí mismo
por si acaso la duda reclama tributo
y se erige como una estatua vengadora
capaz de sondear el abismo con tus mismos ojos.
17
PARA EL REGRESO
Hablen de otra esperanza
cuando la noche acalle su profunda
elegía, pulsada
en la cuerda luminosa de mi sangre.
Hablen de sortilegios
cabalgando en la agonía crepuscular
hacia pupilas
donde aliente un vino nuevo.
Hablen a las palomas
y a quienes dejaron su adiós
en rincones profanados
cerca del miedo impuesto por costumbre.
Y reclamen a voces
aquel amor ciego,
tanta locura
vecina del sol a mediodía.
18
DEVENIR
Alguna vez tendremos el corazón preparado.
Lo saben aquel misterio
de impostados caminos,
y esta luz
que no sucumbe al ojo desnudo.
Precipitando batallas
viene a jugar la misma suerte
donde no aguardamos
y por fin se somete
con su adentro hecho carne.
Lucha inútil:
vecina creciente de horas o milenios.
Sólo resta el principio.
Un vacío abrumador.
19
SESGO
A mitad de camino
con el viento y la lluvia
en arena de soledad
somos ángeles;
pero al final,
cuando la huella se olvida
un tibio ánimo de distancia
queda callado.
Aun teniendo
la mano del vino por ayuda
ya sin alas dormimos,
como crisálidas.
20
CÉSAR, DE AGUACERO Y RECUERDO
Cuánto ha mentido este mundo
desde las pupilas irritadas al dolor mismo;
de una vereda a otra, a otro umbral.
Y cuánto hay de quieto en la vida…
Aborrezco el número infame
ante la fuerza del corazón.
Ay de nosotros, César.
Ay del espanto, del confín celeste
y de la hora que no sirve.
21
NO PUEDE EL TRÉBOL ACUNARTE
I
Aquí me encuentro, ante un siglo que agoniza
junto a mis hermanos,
contemplando las torres amenazantes.
Ha corrido demasiada sangre
sobre la tierra; ese caudal inexplicable,
ese dolor que a unos pocos conmueve
nada tiene en común con el océano.
Están conmigo padres y madres, con ilusionados hijos
naciendo todos en cada jornada
para luego morir, de este lado del crepúsculo.
Ahora, la llama de la vida
se abate tristemente a los cuatro vientos;
ahora, la mano de la muerte
acaricia y asusta, para sí esconde
monedas e inciensos.
De pie, desnudo como una estatua
Extiendo mi brazo;
quienes me rodean no llegan a él.
Saben de la memoria, de amargos vinos
derramados en el preludio del alba.
Hay anhelo de una libre paz
como la hizo volar Picasso en su paloma.
Pero también hay fantasmas errantes,
esos amigos del Poe atormentado.
II
En este intento del verso
se mezclan voces y gritos; multitudes
que sufren, que aman, que esperan
y entre tantos terribles silencios
descansarán cerca de mí, algún día.
Quisiera desangrarme al igual que Vincent en sus telas,
22
y salir después convertido en huracán
dispuesto al azote de los responsables.
De pie, callando mi vergüenza
hecha de ciegos funerales.
«No puede el trébol acunarte»
No. Me acunan los fuegos,
las soledades ajenas, el viento.
Pretende el mundo aturdir
a través de este siglo derrotado;
sus lamentos no acallarán mi voz.
III
Que se detenga la esperanza,
que permanezca el canto con su luz milagrosa!
El trébol no puede acunarte, hermano
El trébol no puede acunarte, hermana;
sólo podemos descansar mientras la lluvia
persiste, entrando en la tierra
y lavando heridas.
Aquí, presente: estatua de ojos tristes
Apartada de la vida real
que se llena de sol y de murmullos.
Duele cada hora que pasa,
duele el año que sentencia,
duele la vida entera.
«No puede el trébol acunarte»
No. El trébol acuna
a los pequeños seres que no piensan.
23
[de El destino de la nube, 1993]
MUTACIÓN
1
Mi voz rehúye devaneos inútiles, recrea el espacio
que compone tu risa. Una ilusión
contenida para creer signa su altura.
Asumo el quehacer del viento,
demorado bajo álbumes de familia
bajo una historia de mástiles;
curiosamente, reina una mujer.
Apenas una palabra iluminando, y el orden
relativo: abrazo, ternura en vos diseminada,
manos como fauces. Yo mismo.
Pondría tus ojos, amiga
en el amanecer de una fortaleza.
Pero esta piel se convierte en multitud serena de adioses.
Nosotros reclamamos ante la nada,
sumando una cuerda al contorno de la semilla.
Frente al dolor, otro impulso mutante.
2
Amorosa ecuación postula ese llamado
que consume el reloj, con el instante
abierto.
Misiones, caricias, hábito
(soy el hambre de la noche,
acaso el filo de un puñal que esgrime un niño).
27
Espera, corredores, llamas
para debatirnos, a fuerza
de sostener esta vigilia.
3
Mar vastísimo. Mar de girasoles
besando la falda de tu sombra
cerca del crepúsculo.
Mar donde, a menudo
la simple melodía del encanto
cesa.
28
ANIMA
Calma. Signo inevitable de la espera.
Soy la voz del muelle en esta dimensión
sembrada de velámenes.
Regreso del ensueño
como un satélite que borra fronteras.
Ambigua clave destinada a los trópicos
recurre por la sangre
a mi costado humano.
Vibrará.
Una estela fugaz deja sobre el río
ese claro mensaje de los dioses.
29
OFRENDA Y RETORNO
Llevo al dominio de la poesía un eco: estar en la tierra
como a las puertas de una extraña visión,
y remontar su cauce de luna.
Conocer la espera dentro de la espera,
mantenerse en pie mientras el grito del mundo
hurga ropaje o memoria.
Extender con palabras la propia desnudez,
saltar.
Llevo al dominio de la poesía mi tributo
de hombre que se funde a los murmullos
de un bosque infinito.
Llevo al dominio de la poesía
aquello que dibuja criaturas
en la pampa noche
para luego caer
como un astro, bordeando la hoguera
del sueño.
30
ESTIVAL
Furia revuelta bajo la piel
con hálito de hueso, de polvo adormecido
para alternar con el canto.
Legado estelar que naufraga
en letras, fuera de lo visto.
Allanaré el húmedo lenguaje del pubis,
habrá esmeralda donde su ojo dice miel.
Ansioso trébol hasta la sed.
31
PALABRAS
Hay escalones dentro del zumbido que me lleva a tu boca.
Aquellos puentes que sirvieron para defender secretos
ahora brillan (decisivo influjo)
frente al desorden y la soledad.
¿Haremos del encuentro una migaja sin retorno,
una pluma muriendo con el mar?
32
EL POEMA
I
¿Cómo responder a la garganta de la lluvia
con estas manos y este dolor
que ha mudado, afanosamente, por toda la tierra
negándose?
¿Cómo abandonar el acecho de la otra voz
a cuenta del pasajero color
que salva la escoria
para no caer, solo, en los ojos de la nada?
Hacer un alto: ya tuvo corazones
y miseria aquel ácido de locura.
Las torres diluyen la obstinada marcha del día,
el amante sube al trapecio,
la hora (imperceptible y segura) devasta,
quien asoma entre códigos a la memoria
intenta quemar su inocencia.
De palabras se compone mi rostro
y el viento lo sabe.
Debajo del amor dragones que simulan,
con el destino urdido
en la tinta de una pesadilla.
Encima del amor un exilio constante,
desde mi fuego.
¿Corresponde al amor esta señal?
33
III
Acometer la empresa como un verdadero insomne,
Ir al desafío con los filamentos
de otra luz.
Ámbito de partidas, de voluntad
que succiona el tesoro de mil pupilas
proponiendo meridianos
en la claridad.
Lejos de cualquier testigo. Únicamente
los gritos donde amor equivale a fractura.
Ensimismado por el resplandor
(vetas que delimitan la palabra).
A veces una lente juega con la herrumbre
del olvido.
V
¿Y si la perspectiva de la belleza
bordea el filo ilusorio
de las manos
y convierte la escritura
en una constelación fabulante,
en horizonte oceánico,
en arena?
¿Buscarías el trance
en medio de los pasos
conocidos?
¿A derecha e izquierda
reunirías las bocas
del ayer (tus bocas
misteriosamente cerradas)
para estremecer el orden?
34
[de Como podría decirse del viento, 2001]
PRELUDIO
Descalzo como el agua,
como la proa que surge del miedo
voy celebrando este mensaje
y por tu boca retornan las calles,
una piedra, el vuelo mismo
donde se refugia el sabor del alma.
37
MEJILLAS DE LAUREL ROBADO
a mi esposa
Mientras dibujo el puerto de tu nombre
suben los frutos al mirador callado
para confundirte lejos del aire
como regalo incesante y luminoso.
Bordeo los caminos hacia lo que promete
una pacífica guerra decisiva
librada con dolor, bestias, un alma
donde soñar otra llanura.
Pero tus viajes me devuelven la risa
cuando permanece la isla de humo
a la derecha, buscando el norte
con labios mojados por un fuego ululante.
Aquel poeta sale de la penumbra
y respira tu voz de larga memoria
jugando con los imanes de la siesta
para besar el eco.
Más allá de los árboles y la duda
un picaflor golpea la corona del tiempo
dándole sabor a nuestra copa
desde su aguijón invisible.
Ese tigre que imaginas
arrebatado por una lúcida presa
demora la fiebre de los racimos
en el espejo de tu vientre.
La niebla de la tarde,
una ribera secreta,
un disparo cercano,
el abismo de las canciones perdidas.
La misma piel mejorando tus dunas
hasta rodear un cielo verde
como fuga del amor y la victoria
(espesa quietud atravesando
la puerta del universo
38
donde, a menudo, los dioses
olvidan
el misterioso ir y venir de los cuerpos).
39
VENDAVALES
a Ana María Rodríguez Francia
I
Desde que ruge la sal crispada por ventanas del sur
aquel fuego somete presagios, insiste como verdugo
este quemar de brusca savia jugando roca
desatándose del mar, estrella sin ojos.
Golpea detrás de la historia para negar sus venas
su gratuito abandono formidable y secreto
a medida que repite viejos nombres, madera
de toda lucha, de todo pan, de todo riesgo.
II
Nos damos a la noche más abrupta, errantes
hacia la torpe clave gastada como puñal
diseminando golosos una liturgia
donde suelen morir palomas de roble.
Ya vendrá el canto para mojarse
con el sudor umbrío de la espera,
llano, extrañamente llano
al tocar este navío multiplicado en ayer.
III
Amigos del humo barajado por el sol:
otro lugar encadena minerales de gritar
acaso perdonando como el vino, hecho fuga
entre la mano y la boca –felina voz.
Amigos de la nube monstruosa:
un dolor evade las grietas, hace
abanicos de carne con ayuda
con arreglo a la dulce mentira.
40
IV
Por tanta manía privada las manos
cortando la saga del abismo.
41
ELLA DECIDE
Menos mal que por dentro
uno es enteramente libre
y alcanza el perdón de las cosas
para negar el firme avance
con que toda muerte
decide.
42
LOS MAGOS DE LA SIESTA
a Ignacio y Gastón Patuto
Construyen la mejor visión de lo real y despiertan
a la marcha sanguínea con héroes impulsivos,
un juego de identidades que perfora
el diminuto bosque de adrenalina.
Saber de su raro mutismo
vale tanto como la palabra de los dioses
o la sonrisa teñida por el vino
cuando la mesa familiar colma nuestra espera.
Hay veces en que los pedales confunden
al pobre conejo y nadie busca salidas
con el agobiante calor
trocando sueño por agua.
Que los brazos de un soldado aparecen
detrás del modular, sin el color de la victoria;
que la Ferrari olvida su terco destino
de rayar el cielo a pura cilindrada.
Vamos a convertir en peces
el misterio del conejo hecho de alarmas
que siempre hablan del mágico perfume
donde cabe la pasión por la vida.
43
CERCOS DE NIEBLA
Paseó la bestia con mis ojos de ladrillo
por lo que fue, vagamente, nuestra casa
(humo del radar en la memoria
como floja víctima del invierno).
Subió las escaleras, piel dormida
negando la cruz para reconocerse
y más tarde jugó con los niños
en el páramo fugaz del cielo.
Alquiló tres puertas y papel amargo,
mis libros, una mujer asediada por el vino;
también el crudo silencio del poema
donde salvar el agónico trebejo.
Buscó fuera del hambre mis perdones
para llover con la garra del olvido
y soportó como la noche manda
cercos de niebla en el huracán del cuerpo.
44
DENTRO DEL PAISAJE MORDIDO POR EL FUEGO
I
Mil secretos perduran como voces
dentro del paisaje mordido por el fuego.
II
Huir del pesado nombre que te busca
implacable, denso y llano.
Ser un espejo feroz al caer tu nombre
que me busca, médano tibio.
III
Anteojos de sal lleva tu recuerdo
y los días no liberan la marcha
de tanto vivir apilado en un estante
como si la lluvia únicamente bastara.
IV
Llegaré con el rugido curvo de la medianoche
para mezclar lo difuso borrando los naipes
y que tu silencio abra.
V
Ese ventanal juega con raíces y plumas
(mi corazón es una galaxia
demorada por el engranaje de tus pasos).
45
VI
La mordaza de tanta culpa
sobrevive a tu muñeca de yeso;
nunca lograría unir la mueca rota
del verano.
VII
Viniste a contar los huesos del verdugo
durante la sal corrompida
torpe luz llevándote como abrigo
de cualquier mariposa rumbo al este.
46
LA TEXTURA DEL RÍO
Mirar aún el humo de los caballos
en espiral, como jugado frente al niño
que fue locomotora y piedra.
Mirar la textura del río
colándose por el callado jardín de la noche
hasta la rubia maleta de quien lastima
con su ligero dolor y no responde.
47
CONOZCO LA SALIDA, GEORGIE
Hay que desarmar la biblioteca del siglo
y pensar dos minutos en Babilonia.
Enseguida borrar los pasos de Chiclana,
de Nicanor Paredes, de Servando Cardoso
y poner luz en la garganta de Quiroga.
Con la memoria de Funes recuperar los caballos
que denotan al atardecer una fuga perpetua.
Celebrar en Ulises el amor prodigioso,
como si la máscara del amor nos condenara.
Sentir el hambre de la llanura en Acevedo
y los labios de Emma Zunz, vengativos.
Imaginar a Caín lejos de Abel, sin golpes.
Que Dios retorne como pájaro de sombra,
lloviendo secretamente varias lunas
en el gastado camino de los muertos.
Música, fuego y leones para inventar el vino
cerca de Heráclito, de Spinoza, de Whitman,
de Stevenson, de Poe, de Kipling.
A través del aleph espiar al unicornio herido.
Todavía jugar en Islandia con el mar de ceniza.
Conozco la salida, Georgie:
Mañana volaré a Ginebra.
48
[de El tatuaje de las voces, 2009]
NUESTRA LATITUD
El Sur vuelve a prometer un torbellino de chispas
cuando el hombre divaga o mastica un silencio
las manos en el cruce de los panes
el pie denodado, alerta.
Este Sur hecho a la medida de los perros
que nacen de cualquier olvido
y no dejan de ladrar como verdugos
del ensueño fatal de las estrellas.
Sur incendiado por el mar espejo
donde la oceánica voracidad cabe
para preguntarse
por el anónimo destino posible.
Al Sur le basta con el peso de la historia
fugaz, desolada, sangrienta, oscura
niño dibujado por el diamante
de un faro que avanza muy libre.
51
¿QUE RESERVAN TUS PASOS
AL BROTAR EN UN ESPEJO?
¿Qué reservan tus pasos al brotar en un espejo
simulando el néctar de la caricia
bajo los cadenciosos trazos del amante
o del imperio que sucede y te abandona?
¿Qué guarda ese animal violento
detrás de su lotería espumosa
para negar el abanico
en el que tu palabra me difunde?
¿Qué necesita el rastro nocturno
fuera de lo que destiñe con penumbra
al par que sonríe dulcemente
con las notas del saxo?
52
AMOROSA CALIGRAFÍA DE OTOÑO
En la penumbra de la casa
una línea que va desatando
lo complejo del misterio
vuelve a probar que tu mano resiste.
53
PALABRA DESCONOCIDA
Un pez imagina el destino del hombre
como laberinto cruzado por señales
y la nave del amor se aleja
por los hilos rotos del silencio.
54
TODAVÍA SORPRENDE LA VOZ EN EL AGUA
Un zarpazo y de repente mi locura:
¿dónde buscar esos labios en la trama
que fue sonido para cualquier engranaje?
¿hay otro vuelo en el esperar callado
y la sombra del misterio que sube?
Todavía sorprende la voz en el agua
como la risa desde remotas pesadillas
con ademanes que sugieren
eso tan parecido al destino.
Y va tu figura por el sol de la casa
uniendo lo que dejó el milagro.
55
[de Algo tenemos con la lluvia, 2016]
RELOJERÍA DE PUENTES
Vi la mano del arroyo, fuerte y precisa
algo parecido al temblor del jade,
tu cabello, anudado como el secreto
cuando el sol mordía sin boca.
Vi la pregunta, los amores,
una voz grave
esa relojería hecha de puentes
la crónica y mil testigos
cuando soñabas iluminada.
59
CUANDO LA TARDE
El cabello suelto como el dibujo de una galaxia
las ganas de correr hacia el nudo mismo
cuando la tarde se piensa noche
dentro del código de la siembra.
Atenazado por el viento,
ese papel trae un reflejo dorado
que te nombra.
60
ALGO TENEMOS CON LA LLUVIA
I
Entre los dibujos que besan el agua
tu presencia:
luz de gotas verdes
y paso tranquilo
para unir la medianoche
con la voracidad del recuerdo.
II
Hay que mirarse en los otros:
el diálogo mojado,
ese humo que filtra
los mínimos detalles
y nuestra espera.
Entonces,
tu corazón brota
ensimismado en las canciones
donde anida el fuego.
III
Conocés el camino seguro
y mi red,
mientras tanto,
elabora un salto al vacío como fuga
en cada sonrisa.
IV
Algo tenemos con la lluvia:
es por eso que el silencio
toma esa flor de la mesa
y brinda
con el espejo del aire.
61
A MI PADRE
Con la señal, con el agua, recibí la pregunta
en medio de tantas voces como legado,
y vi tu caminar vecino a mi huella
sobre la luz inextinguible de las cosas.
Dije «pan» y «hermano»
para tu vendaval de chispas.
Supe del viento a medida que los trenes pasaban,
del color de la uva en el brillo intermitente
por donde asomaba la siesta.
Quise dibujar una parábola con tus manos
y conseguí un sol de acetileno.
El destino ha probado la órbita doble
con esta piel, a orillas del sueño.
Y me pregunto qué fue de nosotros,
barro animal indeciso.
62
PLAN DE VIDA
Cierta la noche bajo palabra
y cierto el hueso clavado en la duna
como ley o desorden,
para que la casa imagine
lo futuro
mientras
habla el amor
que nos traduce
libremente.
63
I
Los dioses traman el mismo fuego.
Al caminar, el hombre sabe
cómo celebrar lo perdido
en las cosas raudamente.
64
IV
Crean, a mediodía, un sabor hecho de tumulto
o de marcas en el vientre ahumado
por el empeño de las cosas
que juega, vital, con luz terca.
Acaso los kilómetros hablen del calor espeso
(una mujer inunda el agua como la derrota,
hijos crecidos fuera del cuenco verde)
buscando qué proponer rumbo a la carne.
Esa palabra sostenida cerca del perro
vuelve tributo el contorno de la espiga…
Crean los ritmos, generosa y blandamente
al oír una sirena sobre cada hora.
65
VI
Los mundos han robado mi sangre
y la corteza de la lluvia
simula un templo, una bocanada
en el precio de los ojos.
Una peligrosa armonía
retorna con esa gota de acero:
equilibrio donde la voz recibe
aquel galope que salva la estrella.
Sí, el misterio también es fuga
en cada línea del diamante
y quiero tu boca
por única salida.
66
LÍMITE
Sobre la huella del taciturno
arroja un bosque mil sonidos
que parecen tocar ese límite
inmerso en el poema.
67
ESTA NOBLE LOCURA DE LA ESPECIE
Mañana será lunes con el trébol
y la suerte de muchos irá cambiando
si llaman cegados por la rutina
que parece cómoda y ciega.
El vapor infatigable de la duda
enumera cada hueso
para sostener un crimen salvaje
como titular, sin labios.
Esta noble locura de la especie
ha mordido luna, dinero y tabaco…
Lunes que agita su mariposa
cerca del trébol vencido.
68
Y TUS GANAS DE COMER
Donde la novedad surge como refugio de la ceniza,
donde salva lo terrenal un código ardiente,
donde los peajes abruman por el calor imitado,
donde máscara y piel funden aquella luz primera,
donde la nota sobrevive, eterno camino frágil,
donde veloz parte un sol húmedo con tu ropa,
donde rompe la piedra su costado inocente,
donde soporta el maniquí la fruta salina,
alguien cruza (podría ser yo), signo del hambre.
69
EL PÁNICO DEL CARACOL
Una evidencia clara donde nace la pregunta:
¿hay que seguir hipnotizado por el desvelo,
soñar con el apetito de quien reclama,
ir lentamente, pulso diminuto
al encuentro del oasis o la vergüenza,
hilando profecías, cantando bajo
mientras el humo sacude
y la tierra olvida los ojos del niño,
pan que se ahoga como un espejo,
dudar sobre mi ruta
sin explosiones, sin heridas
allí donde lo humano crece?
70
SONRÍE DORITA EN LA PUERTA DE CASA
Tengo para mí que la magia sucede
como un recorte –niños que vuelan-
y lo sostenido ya transforma
un diálogo de pinos en la tarde.
Busco la dimensión del fruto
ahora que la siesta
brilla sin olor a mandarina
y tus manos deciden.
¿Sonríe Dorita en la puerta de casa?
¿Llena de música el secreto?
¿Vuelve a nombrarnos?
¿Hay sol para jugar todavía?
71
ÍNDICE
DE PRECIOSO ÁNGEL EN LLAMAS (1982)
7 Espejo quizá
8 Precioso ángel en llamas
9 Lenta, tu mano recorre la piedra
10 Bajo la forma del silencio
11 Enunciación
DE ORILLA EN LA SANGRE (1989)
15 I
16 V
17 Libre, abismo y nada
18 Para el regreso
19 Devenir
20 Sesgo
21 Cesar, de aguacero y recuerdo
22 No puede el trébol acunarte
DE EL DESTINO DE LA NUBE (1993)
27 Mutación
29 Anima
30 Ofrenda y retorno
31 Estival
32 Palabras
33 El poema
DE COMO PODRÍA DECIRSE DEL VIENTO (2001)
37 Preludio
38 Mejillas del laurel robado
40 Vendavales
42 Ella decide
43 Los magos de la siesta
44 Cercos de niebla
45 Dentro del paisaje mordido por el fuego
47 La textura del río
48 Conozco la salida, Georgie
DE EL TATUAJE DE LAS VOCES (2009)
51 Nuestra latitud
52 ¿Qué reservan tus pasos al brotar en un espejo?
53 Amorosa caligrafía de otoño
54 Palabra desconocida
55 Todavía sorprende la voz en el agua
DE ALGO TENEMOS CON LA LLUVIA (2016)
59 Relojería de puentes
60 Cuando la tarde
61 Algo tenemos con la lluvia
62 A mi padre
63 Plan de vida
64 I
65 IV
66 VI
67 Límite
68 Esta noble locura de la especie
69 Y tus ganas de comer
70 El pánico del caracol
71 Sonríe Dorita en la puerta de casa
Poesía
COLECCIÓN Voz Aislada
El ciervo/Yolanda Pantin
Ojiva/Néstor Mendoza
Piedra a piedra/Hernán Vargascarreño
Manos/Edda Armas
Umbrales donde apenas llega la luz /Rafael-José Díaz
Alambique/María Teresa Ogliastri
Anábasis/Adalber Salas Hernández
Primero inventaré el bosque/Ela Cuavas
Ruido de clavículas/Jacqueline Goldberg
Estadios/Juan G. Ramírez
Mecánica/Víctor Manuel Pinto
Desavenencias/ Diego Alejandro Díaz
Este no es tiempo de fervor/Sebastián Barbosa Montenegro
Tema de miseria/Tibisay Vargas Rojas
Pájaro de cuero negro/ Jorge Vessel
Monólogo de Jonás/ Rómulo Bustos Aguirre
El matrimonio de Lobo y Nave/ Rowena Hill
El deseo. Das Verlangen/ Rainer René Mueller
Irrupción saludable del caos/ Hugo Patuto
Hugo Patuto
Conesa, Argentina, 1961.
Docente, poeta, escritor y conferencista. Ha publicado los poemarios
Precioso ángel en llamas (1982), Orilla en la sangre (1989), El destino de la nube (1993), Como podría decirse del viento (2001), El tatuaje de
las voces (2009) y Algo tenemos con la lluvia (2016); los relatos Acuario de sorpresas (1994) y Jauría y otros relatos (2012) y las novelas breves
Nubia (2015) y Zoológico plegable y otros textos (2019). Fue
distinguido, en 2018, con el premio honorífico «San Nicolás de Bari»,
que otorga la Asociación de Escritores Nicoleños en reconocimiento a
su obra y trayectoria. Desde el año 1990 reside en la ciudad de
Pergamino.
«Volver al camino, con el entusiasmo del creador, con uno mismo
reinventándose por las palabras»
HUGO PATUTO
COLECCIÓN Voz Aislada