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Fundada en 1988

Propietario: ASOCIACIÓN CIVIL CIENCIA HOY

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Roberto R PujanaMuseo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, Conicet

Agustín QuesadaInstituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenos Aires, UBA-Conicet

María SemmartinInstituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas a la Agricultura,UBA-Conicet

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Omar CosoInstituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, UBA-Conicet

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Cristina DamboreneaDivisión Zoología Invertebrados, Museo de La Plata, FCNYM-UNLP. Conicet

Ingrid de Jong –en uso de licencia–Instituto de Ciencias Antropológicas, UBA-Conicet

María Luz EndereFacultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Conicet

Alejandro GanguiInstituto de Astronomía y Física del Espacio, UBA-Conicet

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Secretaría del comité editorialPaula Blanco

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Representante en Mar del PlataRaúl Fernández (Facultad de Ciencias de la Salud y Servicio Social, UNMdP)Saavedra 3969 (7600) Mar del Plata,Buenos Aires. Tel: (0223)474-7332Correo electrónico: [email protected] Ciencia Hoy agradece el apoyo del Conicet y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Esta revista se produce merced al esfuerzo desinteresado de autores y editores, ninguno de los cuales recibe –ni ha recibido en toda su historia– remuneración económica. Fundada en 1988.

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SumarioOctubre - noviembre 2017Volumen 27 - número 157

EDITORIAL

La secuenciación del ADN y sus consecuencias

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8 GRAGEAS

ARTÍCULO

13 Drosophila melanogaster, un versátil organismo modeloD Lorena Franco y M Fernanda Ceriani

En investigaciones de biología humana o de vertebrados superiores es frecuente que se comience realizando los necesarios experimentos sobre animales menos complejos y que presentan ventajas de tipo metodológico, llamados organismos modelo. Esto es posible dado que muchos mecanismos biológicos son comunes a organismos muy distintos, incluso a aquellos cuyos ancestros comunes son muy remotos. Por otro lado, el uso de animales modelo es uno de los primeros pasos en todo ensayo clínico que trate de evaluar las posibilidades terapéuticas de nuevas drogas. Entre los organismos modelo más frecuentes se cuenta la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), empleada en múltiples áreas de las ciencias biológicas y médicas, entre ellas, el estudio de los comportamientos rítmicos del organismo.

19 Patagotitan, ¿el dinosaurio más grande del mundo?José Luis Carballido y Diego Pol

Entre las muchas especies de dinosaurios que poblaron la Tierra entre hace unos 230 y 66 millones de años, los que más han captado la imaginación del público son los que alcanzaron mayor tamaño y terminaron siendo miles de kilogramos más pesados que los elefantes actuales o que cualquier animal terrestre que coexistió con la especie humana. Un grupo desconocido de ellos, encontrado en Chubut, que pudo haber pesado entre 60 y 70 toneladas y alcanzado casi 40m de largo, en cuya investigación participaron los autores de esta nota, proporciona información sobre la historia y las características de tales colosos.

27 Centrales nucleares. Presente y futuroCarla Notari

Las centrales nucleares no emiten a la atmósfera gases de efecto invernadero y utilizan en poca cantidad un combustible del que hay abundantes reservas. Para algunos podrían constituir una de las formas de generación eléctrica en auge en estos momentos en que se procura contener el cambio climático. Pero la opinión pública no es favorable a su instalación, entre otras razones porque no se ha logrado encontrar solución de largo plazo para los residuos de combustible usado, y por la sombra de accidentes como los de Chernobyl y de Fukushima Dai-ichi. Así, varios países europeos resolvieron poner trabas a la actividad nuclear y hasta algunos, como Alemania, apuntan a abolirla. Solo en Asia y, más recientemente, en el cercano oriente se han realizado progresos importantes en el uso de dichas centrales. Los avances tecnológicos que se siguen registrando ¿permitirían considerar la posibilidad de que este panorama cambie en el futuro?

6HACE 25 AÑOS EN CIENCIA HOY

Volumen 3 - número 17 Marzo - abril 1992

Las Malvinas, ¿objeto de investigación?

La guerra de las Malvinas constituyó un acontecimiento del que las ciencias sociales argentinas se ocuparon muy poco, o solo lo hicieron en forma tangencial al analizar la dictadura militar y sus reprobables acciones. En cambio, fue tema de estudio para los especialistas en asuntos militares y en relaciones internacionales, aparte de haber sido ventilado repetidamente en los medios periodísticos y políticos, y de haberse dado a conocer testimonios de protagonistas. Como complejo hecho histórico, que comprometió a todos los argentinos en forma independiente de su apoyo a la causa de soberanía y de su posición político-ideológica, y a treinta y cinco años de distancia, ¿habría algo que estudiar hoy?

Enfoques sobre la historia de las Malvinas

A 35 años, ¿vale la pena estudiar la guerra de las Malvinas?

Rosana Guber

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ARTÍCULO

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Los premios Nobel 2017Como todos los años desde 1901, la Fundación Nobel anunció en Estocolmo el otorgamiento de los premios Nobel dedicados, según sus denominaciones tradicionales, a medicina o fisiología, física, química, literatura y la paz. A ese grupo se agregó la economía en 1968, el premio Banco de Suecia en memoria de Alfredo Nobel, que ha pasado a considerarse equivalente a los otros tres en ciencias. Los cuatro afines con CienCia Hoy se comentan en este número, en un momento en que, tanto en la Argentina como en el resto mundo, la ciencia está dando pasos para explicar a la sociedad de manera clara y sencilla sus avances y descubrimientos. En gran parte por ello los premios Nobel acaparan cada vez más la atención en los medios de comunicación.

48ESPACIO INSTITUCIONAL

CONICET dialoga

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Peces subterráneos de SudaméricaLuis Fernández, Julieta Andreoli Bize y Hugo Luis López

En el medio subterráneo, a pesar de que imperan condiciones que dificultan el florecimiento de vida vegetal y animal, principalmente la ausencia de luz solar, encontramos organismos adaptados tanto a ambientes terrestres como acuáticos. Entre estos últimos ambientes se cuentan las napas freáticas, en cuyas aguas se han descubierto diminutos bagres que pueden aparecer accidentalmente en los pozos artesianos excavados para obtener agua destinada al consumo humano.

Política y sectores popularesLa investigación social ante una relación siempre vidriosa

Julieta Quirós

En su análisis de la actividad política de los sectores populares, tanto los medios de comunicación como los círculos académicos tienden a concentrarse en las motivaciones y los propósitos de los participantes, sean estos los ciudadanos o los políticos. De ahí que prevalezcan dos visiones opuestas: la que privilegia los incentivos materiales, que la autora llama economicista, y la que privilegia la ideología o militancia, que llama moralista. La antropología agrega una visión complementaria, resultado de analizar el cómo antes que el porqué, y de descubrirlo por el método etnográfico o de observación participante.

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CIENCIA EN EL MUNDO

ARTÍCULO

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Este año se cumplen cuatro décadas de la prime-ra secuenciación de ADN, es decir, de la lectura detallada de la estructura química de una mo-lecula de ácido desoxirribonucleico. Ese ade-lanto abrió el camino para un gran desarrollo

de varias ramas de las ciencias biológicas, al tiempo que el propio método de secuenciación, que fue el avance técni-co que permitió realizarlo, evolucionó y continúa hacién-dolo de manera sorprendentemente rápida.

Secuenciar es determinar el orden preciso de las par-tes que componen una molécula lineal, formada por una sucesión de bloques químicos. La primera macromolé-cula secuenciada fue la proteína insulina (de hecho, in-sulina bovina); lo hizo el bioquímico británico Frederick Sanger (1918-2013), lo que le valió el premio Nobel de química de 1958. Demostró con su trabajo que cada proteína está formada por una secuencia precisa y única de aminoácidos, que se correlaciona con la información genética codificada en el ADN.

Según el dogma central de la biología molecular que data de esos años, la información genética fluye desde el ADN a las proteínas pasando por intermediarios de ARN o ácido ribonucleico. El propio Sanger se abocó a desarrollar un método que permitiera secuenciar el ARN, pero el éxito en ese empeño le cupo al estadounidense Robert Holley (1922-1993), que a la cabeza de un grupo de cinco personas y al cabo de tres años de trabajo, dio a conocer en 1965 las primeras 76 bases de nucleótidos de un ARN de la levadura Saccharomyces cerevisiae, por lo que re-cibió el premio Nobel de fisiología o medicina de 1968. El grupo de Sanger llegó tarde, pero dos años después publicó la secuencia de 120 nucleótidos de un ARN de la bacteria Escherichia coli.

Las moléculas de las que hablamos son polímeros, for-madas por una sucesión de componentes más simpes lla-mados monómeros, como son los aminoácidos o los nu-cleótidos, partes respectivamente de proteínas o de ARN/ADN. Los métodos de laboratorio usados para secuenciar-

las tenían varias cosas en común. Por un lado, requerían partir de cierta cantidad de alta pureza del compuesto a secuenciar, extraído de una provisión abundante de una fuente que lo proporcione. Así, Holley necesitó un gramo de ARN puro obtenido de 140kg de levaduras. Por otro lado, había que dar una compleja serie de pasos –cortar el polímero mediante la acción de enzimas o por hidrólisis ácida, separar las partes por técnicas de cromatografía o de electroforesis, identificar los productos de esas múltiples reacciones y leer los resultados uno a uno– antes de esta-blecer la secuencia buscada.

Las primeras secuencias de ADN fueron obtenidas por esa clase métodos. En 1973 Sanger logró una secuencia de 24 bases después de un trabajo de dos años, a razón de una base por mes. En 1976, sin embargo, definió un método que permite leer cientos de bases en pocas horas, lo que le deparó un segundo premio Nobel de química, que le fue otorgado en 1980 y lo convirtió en la tercera persona en ganar dos veces un Nobel científico –los otros fueron Ma-rie Curie (1903 y 1911) y John Bardeen (1956 y 1972)–. Su método de secuenciación utiliza un camino inverso al empleado hasta ese momento: sintetiza en lugar de degra-dar ADN, cosa que hace mediante la actividad de enzimas llamadas ADN polimerasas, encargadas de duplicarlo en bacterias. Así, en 1987 la compañía Applied Biosystems lo-gró poner en marcha un secuenciador automático capaz de leer mil bases por día, el que permitió encarar la aventura de secuenciar genomas completos, incluido el humano.

La cantidad de secuencias obtenidas desde entonces creció a un ritmo que desafía la ley de la computación formulada por Gordon Moore, cofundador de Intel, según la cual la velocidad de los procesadores se duplica cada dos años. La rapidez con que creció el ritmo de secuencia-ción del ADN sobrepasó esa predicción. Dicha creciente velocidad de los procesadores colaboró en que eso se pu-diera hacer, porque la capacidad de cómputo es crucial a la hora de manejar las grandes cantidades de información que forman una secuencia.

La secuenciación del ADN y sus consecuencias

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De la mano del incremento de la velocidad de se-cuenciación hubo una disminución abrupta de los cos-tos. Se estima que en 2000 el costo de secuenciar un millón de bases se aproximaba a 10.000 dólares, mientas que hoy cuesta escasos centavos de dólar. De esta mane-ra se logró descifrar la información genética completa de una persona por menos de 1000 dólares. Por otro lado, las bases de datos de uso público que archivan las secuencias también crecieron de forma exponencial, lo cual estimuló la creación de herramientas informáticas que permitan operarlas.

Tenemos a nuestra disposición la secuencia del ADN de los alimentos que comemos, de los microorganismos que nos rodean, tanto de los que nos atacan como de los que nos benefician, de nuestros antecesores evolutivos extinguidos y de la mayoría de nuestros primos evoluti-vos, desde el chimpancé hasta bacterias. También cono-cemos mutaciones, es decir, alteraciones en la secuencia de nucleótidos del ADN, responsables de muchas pato-logías, entre las que se cuentan ciertas formas de cáncer o de enanismo, hemofilia y enfermedades del desarrollo.

Todos estos avances fueron el resultado de políticas expresas o situaciones espontáneas que producen cola-boraciones científicas a través de las fronteras nacionales, bases de datos de acceso abierto con enorme cantidad de información, recursos económicos asignados a la investi-gación básica, aplicación del conocimiento generado por esta al diseño de innovaciones tecnológicas, y colabora-ción de entidades privadas sin fines de lucro y de empre-sas en el desarrollo y la aplicación de esas tecnologías.

Sin embargo, con toda la fascinación que generan estos avances tecnológicos, su potencialidad de mejorar nuestras vidas en forma equitativa dependerá más de los sistemas de valores que prevalezcan en el mundo, de nuestra capaci-dad de poner en acción salvaguardias éticas y de que logre-mos un balance adecuado de los beneficios y perjuicios de la aplicación de cada tecnología. Por ejemplo, mientras la inmensa mayoría de la población mundial no tiene acceso a servicios básicos de salud, puede ser irrealista ponerse como objetivo que cada persona tenga acceso a su infor-mación genética y a una medicina personalizada.

El conocimiento de las secuencias del ADN tiene múl-tiples usos prácticos y tecnológicos. Algunos son vistos con buenos ojos por la sociedad, en parte por un buen manejo de la divulgación por parte de los científicos, así como por la manera en que fueron presentados por los grandes medios de comunicación. Entre ellos están la identificación de personas y la confirmación de paren-tescos, de empleo hoy universal en medicina forense. En ese sentido, el concepto de la secuencia de ADN como marca heredable de identidad ha permeado a la socie-dad, aunque es obvio que la identidad personal excede por mucho la identidad genética.

Sin embargo, dado que los valores, la política y la economía influyen tanto o más que las tecnologías co-mentadas en el bienestar humano, las mencionadas téc-nicas de edición de los genes, es decir la ingeniería ge-nética, suscitan tanto entusiasmos como resistencias, al punto de que algunos de sus procedimientos, si bien hoy son legales y están ampliamente extendidos en de-terminados países, están prohibidos en otros. Ejemplo de lo último son los cultivos genéticamente modificados para darles características deseables, que constituyen la base principal de difundidos alimentos en la Argentina, el Brasil o los Estados Unidos, pero están excluidos de ingresar en la Unión Europea.

El aniversario señalado al comienzo merece ser ce-lebrado; la comunidad científica es digna de reconoci-miento por la hazaña que significó, incluida la historia someramente esbozada que fue su consecuencia. Es pro-bable, sin embargo, que el entusiasmo por los nuevos ca-minos que se vislumbran esté atrayendo toda su atención en estos momentos y eclipsando las conmemoraciones. Pero es oportuno recordar que entre las responsabilida-des de la comunidad científica está conducir la comuni-cación veraz a la sociedad de lo que está en juego, pues es quien mejor puede llevar a cabo esa tarea. Conmemo-rar los logros científicos del pasado es una buena opor-tunidad para hacerlo.

Variación entre 2001 y 2015 del costo en dólares de secuenciar un tramo de ADN de un millón de bases, según el National Human Genome Research Institute de los Estados Unidos.

EDITORIAL

5Volumen 27 número 157 octubre - noviembre 2017

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CIENCIA HOY - Volumen 3 Nº 17 Marzo / Abril 1992

en CIENCIA HOY

HACE

25 AÑOS

LA HISTAMINA: UN POSIBLE MODULADOR DEL CRECIMIENTO TUMORALCARLOS A DAVIO

Numerosos investigadores piensan en la actualidad que

la histamina, cuya presencia normal en el organismo

fue probada en 1927, incidiría en el desarrollo y la

proliferación de tumores. Experimentos realizados tras

la inducción de carcinoma mamario en animales de

experimentación no solo corroborarían esta hipótesis,

sino que sugieren la posibilidad de limitar la acción de

la histamina mediante sustancias capaces de bloquear su

acceso a receptores específicos de la membrana celular.

GREGORIO KLIMOVSKY: ADÓNDE VAMOS A PARARGUILLERMO BOIDO

El filósofo argentino Gregorio Klimovsky analiza una

serie de ‘estados insatisfactorios’ característicos de

nuestra época. Entre otros temas aborda las relaciones

entre tecnología y ética, el debate epistemológico,

las tesis del posmodernismo, los problemas de

fundamentación de las ciencias sociales y del

psicoanálisis. Expone además sus puntos de vista sobre

la Argentina de años recientes, en particular en lo que

respecta a la situación del sistema educativo y a la

vigencia de los derechos humanos.

ARTE RUPESTRE DE LA PATAGONIAMARÍA T BOSCHÍN Y ANA M LLAMAZARES

El arte rupestre es considerado hoy un valioso

instrumento de la arqueología. En el caso de la Patagonia,

ha ayudado a determinar peculiaridades regionales,

pero también ha subrayado la existencia de un sustrato

ideológico común, de amplia extensión territorial.

Negativos de manos en la Cueva de las Manos, Santa Cruz. Ilustra el artículo ‘Arte rupestre de la Patagonia’.

PROPIEDAD RURAL Y ELUSIÓN IMPOSITIVAMARIANO MARTÍNEZ DE IBARRETA

Y PABLO PUCCIARELLI

Es conocido por todos que el pago de los impuestos

enciende la imaginación de los afectados en busca de

caminos que permitan evadirlo, lisa y llanamente, o al

menos eludir una parte. Estudiado el caso específico del

impuesto inmobiliario rural de la provincia de Buenos

Aires, aparecen como ejemplos de estos mecanismos la

subdivisión ficticia de la propiedad y la subvaluación

fiscal de los predios.

COMPORTAMIENTO CAÓTICOCARLOS E D’ATTELLIS

Una sencilla ecuación, llamada logística, nos permite

formarnos una idea acerca de lo que significa el

comportamiento caótico. El caos, que no ha encontrado

aún su definición universal, se manifiesta en diversos

sistemas, por ejemplo mecánicos, meteorológicos,

financieros o biológicos.

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HACE 25 AÑOS EN CIENCIA HOY

EL ORIGEN DE LA VIDAMARCELO HERMES LIMA

En algún momento del pasado remoto, en el ambiente

de una Tierra primitiva, la materia inanimada cobró vida.

¿De qué modo aconteció esta transformación? Las

investigaciones recientes sobre el tema apuntan en una

dirección totalmente nueva para explicar este fenómeno.

UNIVERSIDAD ARGENTINA: ¿HABRÁ UN MAÑANA?FLORENCE MURATURE

Ningún país puede permanecer indiferente frente al

destino de su universidad, herramienta insustituible de

transformación y desarrollo. Así lo entiende una lectora

de CienCia Hoy, quien reflexiona sobre el tema a partir

del editorial publicado en el N° 14 de la revista.

FUEGOS Y BIFURCACIONESEDUARDO H RAPOPORT

¿Seremos capaces de apagar los ‘fuegos’ que amenazan

actualmente a nuestra civilización? En su libro La gran

bifurcación, Ervin Laszlo propone crear una ‘alianza

holística’ destinada a garantizar la supervivencia

biosférica y el bienestar humano.

GENÉTICA Y DERECHOS HUMANOSVÍCTOR B PENCHASZADEH

Ciertos avances de la ‘nueva genética’ ya se han

traducido en invenciones biotecnológicas de gran

trascendencia en la industria alimentaria, farmacéutica y

médica en general. En el terreno de la salud, los logros

obtenidos hacen que tecnología y derechos humanos se

vinculen estrechamente, ante la índole y magnitud de las

posibilidades que brindan los nuevos conocimientos. Por

lo tanto, es imprescindible que estos mismos sean del

dominio público, para que la comunidad en su totalidad

establezca los rumbos éticos de las investigaciones e

intervenciones en genética.

CIENCIA HOY - Volumen 3 Nº 17 Marzo / Abril 1992

GEOFÍSICA: SOBRE ASTEROIDES Y DINOSAURIOSGUILLERMO A LEMARCHAND

Las huellas de un asteroide caído en la península de

Yucatán hace entre 67 y 55 millones de años permitiría

confirmar la teoría propuesta por el premio Nobel de

física Luis W Álvarez, su hijo Walter y colaboradores

sobre la desaparición en masa de dinosaurios producida

en el límite Cretácico-Terciario. Se piensa que la magnitud

del impacto habría sido equivalente a la explosión de 70

millones de bombas atómicas de un megatón.

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7Volumen 27 número 157 octubre - noviembre 2017

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Aves amenazadas por el calentamiento globalEl chorlito o playero rojizo (Calidris canutus), que nidifica en

altas latitudes del hemisferio norte en el verano septen-trional, es un ave migratoria que recorre largas distancias, muy gregaria, que mide unos 20cm y se desplaza al hemisfe-rio sur. Poblaciones de la subespecie Calidris canutus canutus

Chorlito rojizo en plumaje nupcial (arriba, Wikimedia Commons) y plumaje de invierno (foto Eldar Rahimberdiev y Mikhail Soloviev).

Más información en VAN GILS J et al., 2016, ‘Body shrinkage due to Arctic warming reduces red knot fitness in tropical wintering range’, Science, 352, 6287: 819-821, y BOLLARD M, 2016, ‘Menace sur les oiseaux arctiques’, La Recherche, 513-514: 34.

pasan el invierno en el parque nacional del Banco de Arguin, sobre la costa atlántica de Mauritania en el África norocciden-tal, donde un equipo internacional de biólogos que estudian aves migratorias descubrió que llegan con una talla 15% me-nor que hace unos treinta años, y concluyó que ello se debe al calentamiento global y a sus consecuencias en las áreas en que el chorlito se reproduce, en el Ártico siberiano.

Con la ayuda de imágenes satelitales los investigadores observaron que el período de derretimiento de las nieves en Siberia es hoy quince días más largo que en 1983, con el efec-to de que ha adelantado el lapso de mayor abundancia de los insectos de los que se alimentan allí estas aves. Pero sus crías siguen naciendo en las mismas fechas anuales que otrora, por lo que no pueden aprovechar esa abundancia de alimento y no se desarrollan normalmente. A los dos meses de nacer inician su vuelo de más de 8000km a las costas de Maurita-nia. Como arriban más pequeños, su pico es más corto y no consiguen atrapar los moluscos bivalvos enterrados algo más profundamente en el sedimento que forma el banco, necesa-rios para su sobrevivencia en ese lugar.

Es la primera vez que se demuestra que el recalenta-miento climático en Siberia tiene repercusiones sobre una especie en un sitio tan distante del globo. Los más afectados son los juveniles, pues los adultos, que también tienen hoy el pico acortado, regresan al Ártico entre abril y agosto y pueden aprovechar la abundancia de insectos. Los jóvenes, en cambio, pasan su primer año de vida completo en Mauri-tania y están forzados a alimentarse principalmente de pastos marinos, un régimen pobre en proteínas que se refleja en una mortandad del 70% en el primer año de vida.

Se había aventurado la explicación de que la disminución del tamaño de estos chorlos era una respuesta adaptativa al calentamiento climático, pues así podrían disipar mejor el calor. Esa disminución, sin embargo, se está revelando como una consecuencia negativa de ese calentamiento y constitu-ye una señal de alarma que suena a miles de kilómetros del lugar en que se origina el trastorno.

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Cuando pensamos en el fondo de arena del mar posiblemente lo ima-

ginemos como una gran duna sumergi-da o una llanura de arena desprovista de vida. Sin embargo, en los sedimen-tos marinos vive una gran variedad de organismos uni y pluricelulares, muy pequeños, pero también muy comple-jos. Colectivamente reciben el nombre de fauna intersticial marina.

Viven enterrados entre 10 y 20mm en los sedimentos, entre los espacios que dejan los granos de arena, tanto en las zonas costeras intermareales como en las profundidades oceánicas. Por su tamaño, forman parte de la meiofauna, es decir, se ubican entre la micro y la macrofauna, y se caracterizan, según algunos auto-res, por pasar por un tamiz con malla de 0,5mm, y según otros, de 1mm. En el agua dulce también es posible recono-cer comunidades similares, pero tienen características algo diferentes de las marinas.

Siempre que haya suficiente oxígeno, diferentes tipos de animales pueden prosperar en este hábitat alimentándo-se de bacterias y microorganismos que también viven entre los granos de arena. Una cucharada de té con arena puede contener decenas de esos organismos, con hábitos alimenticios muy variados: los hay predadores, herbívoros, suspen-sívoros (que filtran el agua y retienen lo que está en suspenso en ella), bacterió-fagos, etcétera. Se han identificado casi cuarenta grupos de animales que viven en ese particular ambiente, algunos de linajes muy conocidos, como anélidos, crustáceos, nematodos, moluscos, pla-telmintos y equinodermos; otros menos conocidos, como priapulos, quinorrincos, acoelos y tardígrados, e incluso algunos

descubiertos hace poco, como gnatosto-múlidos, loriciferos, micrognatozoos.

Los animales intersticiales comparten adaptaciones morfológicas asombrosas, muchas de las cuales les llegaron por la evolución en paralelo desde ancestros muy diferentes, lo que se llama evolución convergente. La más evidente de esas adaptaciones es su pequeño tamaño, a veces acompañado de la reducción del número de sus células. Otras adaptacio-nes son estructuras adhesivas, lo mismo que formas de locomoción particulares, como deslizarse con la ayuda de estruc-turas celulares llamadas cilios, o mover el cuerpo para desplazarse, o excavar. También son adaptaciones los estatoci-tos (pequeños órganos del equilibrio) y, debido a que viven en la oscuridad, su escasa pigmentación y la ausencia de re-ceptores de luz. En cuanto a sus formas de reproducción, producen muy pocos gametos, tienen fecundación interna y desarrollo directo.

A pesar de que estos diminutos animales están entre los más abundantes y diversos de los fondos marinos (de la zona técnicamente llamada bentos), no aparecen en el registro fósil. Sin em-bargo, los estudios de filogenia mole-cular indican que desempeñaron un papel fundamental en la diversificación temprana de los animales. El hecho de que numerosos linajes de invertebra-dos tengan integrantes intersticiales, sumado a nuevos hallazgos en China de organismos que datan de comienzos del Cámbrico, hace unos 541Ma, avalan la hipótesis de que algunos de estos animales estaban presentes antes de la explosión evolutiva que tuvo lugar entre ese límite y 520Ma atrás, momento en el que apareció una gran variedad de

formas corporales, con el resultado de una amplia diversidad morfológica que se continuó en animales de especies extinguidas y actuales.

Conocer mejor el mundo invisible entre los granos de arena nos permitirá entender la historia de la vida de nuestro planeta.

Más información en KRISTENSEN RM, 2017, ‘Darwin’s dilemma dissolved’, Nature Ecology & Evolution, 1: 0076, DOI: 10.1038/s41559-017-0076, y RUNDELL RJ & LEANDER BS, 2010, ‘Masters of miniaturiza-tion: convergent evolution among interstitial eu-karyotes’, Bioessays, 32, 5: 430-437, DOI: 10.1002/bies.200900116.

Cristina [email protected]

La fauna invisible entre los granos de arena

Imagen de microscopía electrónica de barrido de Me-ganerilla. Mide aproximadamente 1,5mm de largo.

GRAGEAS

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Con supergenes se evoluciona mejorPara la versión actual de la teoría de

la evolución darwiniana por selec-ción natural, los genes por los cuales algunos individuos resultan más aptos que otros para dejar descendientes van incrementando su frecuencia en las poblaciones con el transcurso de las sucesivas generaciones.

Lo anterior se cumple claramente cuando un único gen es el responsa-ble de la característica que otorga la ventaja selectiva. Sin embargo, cuando el carácter favorable es complejo y está determinado por un conjunto de genes, la situación se vuelve más complicada, porque en ese caso no necesariamente resultarán heredados como conjunto, dado que, para formar los óvulos y los espermatozoides, los cromosomas –es decir, las estructuras del interior de las células que contienen los genes– se aparean y en el proceso intercambian segmentos. Como resultado, dicho conjunto de genes favorables posible-mente termine reconstituido de manera que hace poco probable que aparezcan juntos en un individuo determinado de la siguiente generación.

El fenómeno descripto ha sido reconocido por los biólogos evolutivos, quienes han postulado como solución la existencia de supergenes. Se deno-mina así a largos sectores del ADN que compone químicamente el gen que, literalmente, se invierten en el cromoso-ma. Como el intercambio de segmentos entre cromosomas solo se produce si hay similitud entre las moléculas de ADN, esa inversión, que destruye dicha similitud, impide el intercambio y mantiene junta a través de las generaciones la agrupación ventajosa de genes del supergén.

Los científicos están descubriendo que los supergenes son más comunes y más importantes para impulsar la evo-lución de lo que hasta ahora se creía. Un grupo de investigación liderado por Clemens Küpper en el Instituto Max Plank para Ornitología, en el sur de Alemania, está estudiando un caso ilustrativo de esta afirmación: el com-portamiento reproductivo de un ave mi-gratoria limnícola de unos 25cm de alto que nidifica principalmente en el norte de Europa y que en España denominan combatiente (Calidris pugnax). Los ma-

chos típicos despliegan un vistoso plu-maje nupcial castaño y negro en la com-petencia por la elección de las hembras como pareja de apareamiento. Pero no todos los machos se caracterizan por eso: la evolución dotó a un segundo grupo de ellos de un comportamiento reproductivo distinto, consistente en desplegar un plumaje blanco y ayudar a un macho típico a atraer las hembras, con el resultado de que, en el frenesí del apareamiento, ocasionalmente logra una rápida y subrepticia inseminación. Incluso hay un tercer grupo de machos que se mimetizan con las hembras y, engañándolas, logran inseminarlas. El comportamiento reproductivo de los machos atípicos es claramente una ca-racterística muy compleja que les otor-ga una ventaja reproductiva; se calcula que está determinada por aproximada-mente cien genes.

Los investigadores de la entidad alemana acaban de descubrir que esos genes configuran un supergén que se transmite como una unidad a lo largo de las generaciones. Pero como un com-batiente no hace verano, en el último congreso de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva que tuvo lugar en agosto de este año, los investigadores presentaron, además del descripto, ca-sos similares de diversas aves y de abe-jas melíferas. La existencia de superge-nes en vertebrados, como son las aves, e insectos, como son las abejas, permite suponer que podrían ser frecuentes en otras especies.

Más información en PENNISI E, 2017, ‘Supergenes dri-ve evolution’, Science, 357, 6356: 1083, DOI: 10.1126/science.357.6356.1083.

Alejandro [email protected]

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Aunque se predecía una merma de las poblaciones de calamares por su

sobrepesca, según los datos que maneja la industria pesquera, son cada vez más numerosos. Las evaluaciones realizadas por los científicos coinciden con esa apreciación y han llevado a concluir que en los últimos sesenta años la biomasa de esos moluscos cefalópodos se du-plicó en los mares del mundo, mientras que los stocks de peces disminuyeron drásticamente.

¿Cómo explicarlo? No hay acuerdo sobre las causas, las que están en plena discusión. El aumento de la temperatura de las aguas oceánicas por el cambio climático puede estar acelerando el ciclo de vida de los calamares. Como estos se reproducen una sola vez en su vida y luego de poner sus huevos sobrevie-ne la muerte, es fundamental para la biología pesquera conocer exactamente su estación reproductiva, con el fin de legislar cuándo, dónde y cuánto pescar. Si se pescara todo el stock adulto antes de la estación reproductiva, no existirá una nueva generación; si se retardara la pesca y se permitiera la reproducción de todo el stock adulto, no habrá nada para pescar ese año.

Por otra parte, los calamares hoy estarían ocupando nichos vacantes por la extrema sobrepesca de los grandes peces, los cuales, en realidad, son tanto predadores como competidores de aquellos, pues ambos se alimentan de

peces más pequeños. Menos peces grandes significa más espacio en la cadena alimentaria para los calamares.

Eso sucedió con la pota del Pacífico o cala-mar gigante de Hum-boldt (Dosidicus gigas), que mide hasta 1,5m, el que, ante la sobreex-plotación comercial de la merluza (Merluccius gayi) y la consiguiente disminución del tamaño de esos peces, encontró en ellos presas fáciles. Estas circunstancias han significado la casi desaparición de esa merluza de aguas chilenas y peruanas. Algo parecido sucedió en Terranova con el bacalao del Atlántico (Gadus morhua), cuyas poblaciones no se recuperaron a pesar de haberse vedado su pesca en 1970.

Los datos fragmentarios disponibles sobre el Atlántico sudoccidental y la plataforma continental hacen pensar que esa situación podría estar replicándose con la merluza argentina (Merluccius hubbsi) y el calamar Illex argentinus, ahora pescado mayormente por flotas asiáticas con permisos otorgados por la Argentina o por la autoridad británica de las Malvinas, pero también en forma furtiva. Según la FAO, en 2015 la captura declarada de calamares en ese sector del Atlántico fue de 1 millón de toneladas, la

segunda o tercera pesquería más im-portante de calamar del mundo.

Sucede que cuando los más

grandes especímenes de una especie marina cazadora desaparecen, los cala-mares (y también las medusas) pueden frenar o impedir la reconstitución de las poblaciones. Hay sin embargo investiga-dores más optimistas, quienes señalan que en épocas pasadas hubo grandes oscilaciones en el número de calamares, lo que prueba que su expansión actual no es necesariamente irreversible.

Pero muchos datos apuntan en sentido contrario. En 1950 el peso medio de un pescado en el Atlántico norocci-dental era de 800g; hoy es de 180g. El 90% de los peces capturados en el golfo de Vizcaya miden hoy menos de 23cm de largo. Concordantemente con esa tendencia, los océanos se están poblan-do de peces pequeños que son presa fácil de los cefalópodos. Eso podría ser una buena noticia para la pesquería de calamares, pero ¿qué sucederá cuando estos sean sobreexplotados?

Más información en DOUBLEDAY Z et al., 2016, ‘Global proliferation of cephalopods’, Current Bio-logy, 26, 10: 406-407; DELBECQ D, ‘Les calmars, nouveaux maîtres des océans’, La Recherche, 513-514, 2016, y MIANZAN H et al., 2005, ‘¿Un mar de gelatina?’, Ciencia Hoy, 15, 86: 48-55.

Con supergenes se evoluciona mejor ¿Los calamares se están adueñando de los océanos?

Calamar común (Illex argentinus)

Merluza argentina (Merluccius hubbsi).

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La mosca de la fruta y su interés para la ciencia

La mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) es un di-minuto insecto que en el lenguaje doméstico llamaría-mos una mosquita. Mide unos 3mm, tiene llamativos ojos rojos, y se alimenta y reproduce sobre fruta en des-composición. Constituye apenas una leve molestia para las personas, y no se la debe confundir con otra mosca de la fruta, la del Mediterráneo, que se alimenta de fruta verde o madura, causa extensos daños a la producción frutícola y pertenece a otra especie (Ceratitis capitata), in-cluso a una familia distinta, aunque relacionada. El gé-

Drosophila melanogaster, un versátil organismo modelo

nero Drosophila incluye unas 1500 especies, pero con fre-cuencia se usa en la literatura biomédica como sinónimo de D. melanogaster.

Es un insecto con gran interés científico, que por más de cien años ha sido empleado por miles de inves-tigadores en todo el mundo para hacer experimentos, es decir, es uno de los organismos modelo al que se recurre con mayor frecuencia para comprobar en el laboratorio hipótesis diversas del campo de la biología y medicina. Primero fue utilizado en genética, pero luego lo adop-taron la biología del desarrollo, la neurobiología y, más recientemente, la investigación de enfermedades huma-nas. Justamente, el premio Nobel de medicina de este

D Lorena FrancoInstituto Balseiro, CNEA-Universidad Nacional

de Cuyo

M Fernanda CerianiInstituto de Investigaciones Bioquímicas (IIB),

Fundación Instituto Leloir-Conicet

¿DE QUÉ SE TRATA?

Historia del organismo modelo Drosophila melanogaster y su uso en el estudio de circuitos neuronales que gobiernan los comportamientos rítmicos del organismo.

ARTÍCULO

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Drosophila melanogaster o mosca de la fruta, de unos 3mm de largo.

año recayó sobre investigadores que hicieron sus expe-rimentos valiéndose de esta minúscula mosca, como se explica en la página 61.

Entre las razones prácticas que explican la frecuente presencia de este organismo en los laboratorios están que es pequeña y de fácil mantenimiento, lo que permi-te criar un gran número de individuos en poco espacio y a bajo costo. Cada mosca hembra es capaz de poner en promedio unos cien huevos por día durante más de diez días. Su ciclo de vida es corto: en diez días, a una temperatura de 25°C se obtiene una nueva generación de moscas adultas.

El genetista estadounidense Thomas Hunt Morgan (1866-1945), ganador del premio Nobel de fisiología o medicina de 1933, es considerado el padre del empleo de Drosophila como organismo modelo. En 1910 halló una mosca con ojos blancos, una diferencia en la aparien-cia externa del insecto (técnicamente, en el fenotipo) que resultó el punto de partida para establecer que el color de ojos está ligado al cromosoma X (uno de los cromo-somas sexuales). En los años siguientes Morgan y sus discípulos redefinieron la teoría de la herencia que se remontaba a Gregor Mendel (1822-1884), y postularon que los genes se encuentran en los cromosomas, una hipótesis que, en 1953, James Watson y Francis Crick confirmaron con el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN.

A partir de la década de 1960, el laboratorio del tam-bién estadounidense Seymour Benzer (1921-2007) am-plió radicalmente el uso de Drosophila como organismo modelo, pues lo comenzó a utilizar para el estudio del sistema nervioso. Benzer quería entender si la informa-ción codificada en los genes es responsable de controlar el comportamiento del organismo. Eligió utilizar Dro-sophila porque presenta una diversidad de comporta-mientos innatos fáciles de estudiar. En el Instituto de Tecnología de California, junto con su estudiante de doctorado Ronald Ko-nopka (1947-2015), generó me-

diante un compuesto químico mutaciones al azar en una población de esas moscas y luego identificó los pocos individuos que exhibían un comportamiento alterado al emerger o eclosionar del estado de pupa. De hecho, unos años antes se había establecido que dicha eclosión es un comportamiento rítmico controlado por un reloj biológico interno.

En sus primeros experimentos, Benzer y Konopka identificaron un grupo de moscas con período de eclo-sión más largo que el normal, otro con período de eclo-sión más corto y un tercero en el que no se advertía en los insectos un período de eclosión, es decir, en el que estos eran arrítmicos, y relacionaron esos cambios con un gen determinado. Esos experimentos marcaron el inicio de una nueva disciplina, la genética del comportamiento (es decir, el estudio del papel que desempeñan diferentes genes en el comportamiento del animal), la que usando a la versátil Drosophila como organismo modelo abordó la investigación de variados comportamientos del organismo, entre ellos, ritmos circadianos, aprendizaje, memoria, fototaxis (mo-vimientos provocados por la luz), sueño, envejecimiento y otros. (Adviértase que el término comportamiento aquí y en el resto del artículo se refiere a funciones del organismo y no a la conducta del individuo.)

Tampoco quedó Drosophila excluida de la búsqueda sistemática de genes causantes de enfermedades hu-manas, ya que los procesos celulares afectados por esas enfermedades pueden datar evolutivamente de antes de que se separaran las líneas genealógicas de las moscas y los seres humanos, y se conservaron en cada una. Así,

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Ceratitis capotata o mosca de la fruta del Mediterráneo, un poco más grande que Drosophila, pues puede medir unos 5mm de largo. Foto USDA

Drosophila suzukii sobre una frambuesa, la que muestra en forma gráfica el reducido tamaño de este género de insectos. Foto David Handley

se ha estudiado en este organismo modelo desórdenes hereditarios como la discapacidad intelectual llamada síndrome del cromosoma X frágil, desórdenes neurode-generativos, proliferación celular cancerosa, enfermeda-des cardiovasculares, desórdenes metabólicos y diabetes.

Drosophila en neurociencias

Una de las razones –que se suman a las señaladas al inicio– por las que la mosca en cuestión resulta atractiva para las neurociencias es su baja redundancia génica, es decir que en ella cada función biológica es llevada a cabo por una sola proteína producida (o codificada) por un único gen, en contraste con organismos más complejos, en los que por lo general varios genes codifican proteínas es-trechamente relacionadas y capaces de realizar la misma función, incluso de suplir unas la ausencia de otras (se habla así familias multigénicas). Esta característica de Droso-phila otorga a los investigadores la posibilidad de anu-lar la activación (o expresión) de un gen y de analizar las consecuencias directas de la pérdida de su función sin la interferencia de los miembros de una familia génica.

Importantes razones adicionales son que Drosophila posee solo cuatro pares de cromosomas, incluidos los que controlan el sexo de la descendencia, o sexuales (los humanos poseemos 23 pares). También, que el genoma de la mosca ha sido totalmente secuenciado y que en él existen transposones naturales, es decir, segmentos de ADN que pueden cambiar de posición en el genoma y, por lo tanto, pueden ser aprovechados para generar individuos genéticamente modificados.

En 2000 se publicaron con pocos meses de diferencia las secuencias de los genomas de Drosophila y humano. Su comparación mostró que tienen 47% de homología (se afirma que dos estructuras son homólogas cuando son morfológicamente semejantes y esto se debe a la exis-tencia de un antepasado común) y que 75% de los genes asociados con enfermedades genéticas o cáncer en hu-manos tienen su contraparte en el genoma de la mosca. Esa similitud muestra que mecanismos biológicos bási-cos que vienen de lejanos ancestros se han conservado a lo largo de la línea evolutiva de ambas especies, y resalta la aptitud de la mosca como modelo para estudiar genes asociados con enfermedades neurológicas, neurodege-nerativas, cáncer, estrés oxidativo y envejecimiento en humanos.

En la Argentina el uso de Drosophila como modelo de investigación es relativamente reciente, por lo cual exis-ten pocos laboratorios que lo adoptaron. Uno de ellos es el Laboratorio de Genética del Comportamiento en el Instituto Leloir, con el que están vinculadas las auto-ras, y entre cuyos intereses se cuenta entender de qué

manera operan las neuronas que controlan el compor-tamiento rítmico del organismo, también llamadas neu-ronas reloj. Todos los organismos, desde bacterias fotosin-téticas, plantas e insectos hasta nosotros, los mamíferos, contamos con un reloj biológico interno que nos per-mite anticipar cambios del ambiente y adaptar nuestra fisiología y el comportamiento de nuestro organismo en forma acorde.

Esos cambios ambientales son principalmente la luz y la temperatura derivados de la sucesión de días y noches. Una consecuencia de que haya cambios predecibles en el ambiente es que los organismos adquirieron una manera autónoma de medir el paso del tiempo, que les ayuda a estar preparados para lo que se les viene. Los engranajes

ARTÍCULO

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vaso de vino sin consecuencias negativas. Estos procesos fisiológicos tienen un ritmo diario de fluctuaciones co-nocido como ritmo circadiano. La mosca de la fruta desplie-ga ciclos de actividad y reposo muy semejantes a los de sueño y vigilia de los humanos, por lo que entender el funcionamiento de los genes reloj que los controlan en ella ayuda a hacerlo en el ser humano.

El reloj del cerebro de la mosca

En el cerebro de la mosca adulta hay unas 100.000 neuronas (el cerebro humano tiene alrededor de 100.000 millones de ellas: 1 millón por cada una de la mosca), pero solo unas 150 albergan y transmiten la información del reloj biológico del insecto, la cual es fundamental para que este controle las funciones de su organismo sujetas a ritmos circadianos. Característico de esos ritmos es que las moscas se muestran particularmente activas alrededor del amanecer y del atardecer: son organismos crepusculares que se anticipan a las transiciones entre la noche y el día con un cambio de actividad antes de que ocurran, debido a la acción de por lo menos una docena de genes reloj, los mismos que miden el paso del tiempo en el cerebro de los mamíferos. El puñado de neuronas que se activan para que tenga lugar la mencionada actividad crepuscular está organizado en pequeños grupos distribuidos en regiones acotadas del cerebro y conectados entre ellos por contac-to físico (sinapsis) y por intermediarios químicos, que son pequeñas moléculas llamadas neurotransmisores y neuropépti-dos, liberados por las neuronas.

En el laboratorio mencionado buscamos comprobar experimentalmente la hipótesis de que alterar la comu-nicación entre los distintos grupos de neuronas reloj redundaría en un cambio de comportamiento del orga-nismo. Para hacerlo, nos propusimos inicialmente iden-tificar qué genes afectan la función de uno de los grupos

Drosophila melanogaster. Foto Centro de Biología Molecular, Universidad de Heidelberg.

Imagen coloreada de Drosophila melanogaster tomada con microscopio electrónico de barrido. Foto Thomas Deernick, UCSD.

Drosophila sp. sobre un dedo humano.

de ese reloj biológico son un conjunto de genes capaces de registrar esas mediciones y, a la vez, de regular una gran variedad de procesos metabólicos y fisiológicos. Tal regulación temporal es clave para que los procesos fi-siológicos ocurran en los momentos adecuados: cuándo despertarse, estar activo o irse a dormir, cuándo aprender mejor, realizar actividad física con provecho o tomar un

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Fotografías tomadas con microscopio confo-cal en el Laboratorio de Genética del Com-portamiento del Instituto Leloir por Anastasia Herrero, que muestran los cambios de las neuronas en el cerebro de Drosophila a comienzos del día (izquierda) y durante la noche (derecha). Los axones de las neuro-nas aparecen en negro y las moléculas del neuropéptido PDF, liberado por esas neu-ronas, en rojo, cuando la complejidad que adquieren los axones es mayor. La escala indica 50 micrómetros.

D Lorena FrancoDoctora en ciencias biológicas, UBA.

Investigadora asistente del Conicet en el

Departamento de Física Médica, CNEA.

[email protected]

M Fernanda CerianiDoctora en ciencias biológicas, UBA.

Investigadora principal en el IIB, Fundación

Instituto Leloir-Conicet.

[email protected]

LECTURAS SUGERIDAS

FRENKEL L, 2017, ‘La sinfonía diaria del reloj neuronal’, Ciencia

Hoy, 26, 155: 9.

KOHLER RE, 1994, Lords of the Fly. Drosophila genetics and the

experimental life, University of Chicago Press.

KONSOLAKI M, 2013, ‘Fruitful research: Drug target discovery

for neurodegenerative diseases in Drosophila’, Expert

Opinion on Drug Discovery, 8: 1503-1513, DOI: 10.1517/

17460441.2013.849691.

WEINER J, 1999, Time, Love, Memory. A great biologist and his

quest for the origins of behavior, Random House, Nueva York.

estar conectadas físicamente todo el tiempo, mientras que con otras están conectadas de manera preferencial en al-gún momento del día, como temprano por la mañana, al principio de la noche o a fines de esta.

Estos hallazgos sugieren que los circuitos neuronales de los adultos distan mucho de ser estáticos, y que, de-pendiendo de las necesidades, las neuronas reloj podrían tomar parte en circuitos diferentes. Se han encontrado ejemplos de neuronas que cambian su estructura a diario en otros organismos, como el pez cebra, lo que señala que no es una característica exclusiva de Drosophila, sino que viene de muy atrás en el árbol de la evolución. En tren de especular, podríamos suponer que es el medio por el cual las neuronas reloj transmiten la información temporal a otras neuronas del cerebro que no albergan relojes circadianos.

Estos resultados abren muchos más interrogantes de los que cierran. Dadas las similitudes de los mecanismos que subyacen al reloj biológico de Drosophila y al de los ma-míferos, es de esperar que todo lo que aprendamos sobre cómo funciona la compleja red de neuronas reloj en las moscas ayude a desentrañar los procesos que operan en mamíferos. Y tal vez en el futuro conduzca a diseñar tra-tamientos para trastornos derivados de su disfunción.

de neuronas reloj, llamadas neuronas PDF, porque son las únicas del cerebro adulto que secretan el neuropéptido designado con esa sigla (por pigment dispersing factor). Como parte del estudio advertimos, además, que la red circa-diana emplea una vía de señalización bastante intrincada para intercambiar información entre neuronas. Es una vía que se observa durante el proceso de formación y desarrollo del embrión (o embriogénesis), pero que no se había advertido en el funcionamiento del cerebro adulto.

Neuronas PDF

Una de las características de estas neuronas es que cambian su estructura según la hora del día. Los extremos de sus axones (sus esbeltas prolongaciones que conducen impulsos eléctricos) se hacen más largos y ramificados de día que de noche, y alcanzan su punto más corto al final de la noche, incluso en ausencia de estímulos ambien-tales como cambios de luz o temperatura, lo cual indica que obedecen a un reloj biológico interno. Además, com-probamos recientemente que las sinapsis entre neuronas reloj y las neuronas a las que transmiten señales varían a lo largo del día: es decir, con algunas neuronas parecen

ARTÍCULO

17Volumen 27 número 157 octubre - noviembre 2017

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Interpretación del aspecto de Patagotitan mayorum. Estos

dinosaurios se representan por lo común con el cuello en

posición horizontal, como aparecen en las páginas 22 y

23, pero hoy no se sabe lo suficiente como para descartar

que hayan podido mover el cuello a la posición de este

modelo de tamaño natural, producido por la firma alemana

Dinosaurier Park Muenchehagen bajo la dirección del

Museo Feruglio y ubicado sobre la ruta 3 en las entrada de

Trelew. Foto nocturna Analía García

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Patagotitan, ¿el dinosaurio más grande del mundo?

La enorme diversidad actual de seres vivos, con más de ocho millones de especies pre-sentes en el planeta, es solo una pequeña muestra de la variedad que existió a lo largo de la historia de la Tierra. ¿Tiene límites la di-

versidad biológica? El tamaño corporal podría constituir uno de ellos, aunque no tenemos claras las razones de por qué sería así, ni sabemos si existe un tamaño máxi-mo que, por ejemplo, un animal terrestre no podría su-perar. Si pensáramos que quizá los mayores animales actuales, los elefantes, lo puedan marcar, no estaríamos en el buen camino, pues la investigación paleontológica

reveló la existencia de animales terrestres de especies extinguidas hace unos 66Ma (millones de años) que fue-ron miles de kilogramos más pesados que los elefantes o que cualquier animal que coexistió en tierra con la especie humana.

Esos animales gigantescos fueron un grupo particular de reptiles, los dinosaurios saurópodos, que alcanzó el mayor tamaño corporal entre los seres vivos terrestres del que tenemos noticias, con una masa que los hace incompa-rables con cualquier otro ser vivo de hábitos terrestres. Una nueva especie de ellos, encontrada en Chubut y en cuya investigación participaron los autores de esta nota,

José Luis CarballidoDiego Pol

Museo Paleontológico Egidio Feruglio, Trelew

¿DE QUÉ SE TRATA?

Evolución y características de herbívoros gigantes que vivieron en la Patagonia hace cien millones de años.

Este artículo también se publica,

en francés, en La Recherche, como

parte de un acuerdo de reciprocidad

entre esa revista y Ciencia Hoy.

ARTÍCULO

19Volumen 27 número 157 octubre - noviembre 2017

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proporciona información sobre la historia y las caracte-rísticas de tales colosos.

Dinosaurios saurópodos

Los saurópodos fueron animales herbívoros que cons-tituyeron el grupo más exitoso y diverso de dinosaurios. Los primeros integrantes del linaje que les dio origen, llamados sauropodomorfos, eran pequeños animales bípedos que pesaban entre 10 y 35kg, tenían cuellos relativamente

cortos y cráneos proporcional-mente grandes con relación al cuerpo. Se remontan a los inicios mismos de los dinosaurios, que tuvieron lugar hace aproxima-damente 230Ma, en el período triásico (252 a 201Ma) de la era mesozoica (252 a 66Ma). Al cabo de esta se extinguieron.

Pocos millones de años más tarde, estos animales experi-mentaron profundos cambios corporales. Hacia el final del Triásico aparecieron los prime-ros saurópodos, que eran cuadrú-pedos, con patas robustas, cue-llos y colas notablemente largos, y cabezas muy pequeñas con relación al cuerpo. Los primeros pesaban unos 6000kg, más que un elefante africano, un tama-ño que fue en aumento con la evolución del grupo, si bien se mantuvieron las características básicas de su plan corporal. Su éxito evolutivo no tuvo paralelos entre los vertebrados terrestres, pues fueron los herbívoros do-minantes de los ecosistemas te-rrestres por más de 140Ma, hasta su desaparición en la extinción masiva de especies acaecida hace unos 66Ma.

Tanto dicho éxito evolutivo como su descomunal tamaño probablemente se debieron a ca-racterísticas anatómicas y fisio-lógicas únicas. Se ha inferido de la pequeña cabeza que no masti-caban los alimentos como lo ha-cen los mamíferos: con la boca simplemente cortaban ramas y

hojas, las que digerían por fermentación en cantidades masivas en los intestinos. Sus largos cuellos les permi-tían cubrir una gran área de forrajeo sin mover su pesado cuerpo, mientras que su extensa cola servía de ancla a los fuertes músculos utilizados para mover sus patas poste-riores. Mediante el análisis del tejido óseo fosilizado se estimó que crecían con extrema rapidez, de suerte que al-canzaban su enorme tamaño en pocos años. Crecer rápido significaba poca demora en alcanzar la principal ventaja del gigantismo: librarse de predadores.

Titanosaurios, gigantes entre gigantes

A comienzos del período cretácico (hace 145Ma), co-menzó a diversificarse un linaje de saurópodos que sería el más diverso de estos, el de los titanosaurios, del que se llevan definidas más de noventa especies, lo que asciende a alre-dedor del 30% de las conocidas de saurópodos.

Los titanosaurios habitaron ambientes continentales de todo el mundo, incluida lo que hoy es la Antártida, y fue-ron especialmente diversos y abundantes en Sudamérica. Llegaron a su apogeo en la última etapa del Cretácico y fueron los únicos saurópodos que existían al producirse la mencionada extinción masiva que puso fin a la era de los dinosaurios.

La gran diversidad de los titanosaurios se debe, en par-te, a la marcada variación del tamaño corporal de sus es-pecies, que iba desde las 5 o 6 toneladas, como un elefante actual, y estaba entre el de los saurópodos más pequeños, hasta unas 60 toneladas. La masa corporal es uno de los principales atributos de un animal y se encuentra estre-chamente relacionada con diversos aspectos fisiológicos y ecológicos, como la tasa metabólica, el área de alimenta-ción, la existencia de alimento, la densidad de la población y la extensión en que se distribuyen los animales de la especie. La gran variedad de tamaños de los titanosaurios indica que debieron haber tenido ubicaciones diferentes en los ecosistemas del Cretácico, y evolucionado en forma distinta en su adaptación a ellos, lo que a su vez explica la gran cantidad de especies del grupo.

A lo largo de los 150Ma en que vivieron dinosaurios en la Tierra, el territorio que hoy ocupa la Argentina su-frió enormes cambios. Cuando más abundaron, durante el Cretácico, el clima global era mucho más cálido que el actual, la vegetación cubría la Antártida, que no estaba congelada, no existían los grandes campos de hielo en lo que hoy es la Patagonia y la cordillera de los Andes no se había levantado. El agua que hoy está congelada en los cas-quetes polares formaba parte de los océanos, cuyo nivel, consecuentemente, era más alto y su superficie, mucho

Divisiones del tiempo geológico en el lapso en que vivieron los dinosaurios. Las cifras indican millones de años antes del presente. La nomenclatura, los valo-res y la coloración se ajustan a las con-venciones de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. Las barras no están dibujadas en escala.

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que le llamó la atención y le hizo pensar en restos fósiles. Los propietarios del campo, de apellido Mayo, informaron responsablemente el hallazgo a Pablo Puerta, técnico del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Trelew. Uno de los fósiles de Hernández resultó ser un fémur de 2,40m de largo, indicación de haber pertenecido a un animal gi-gante. Los tres años de trabajos de campo resultaron en la colección de más de 150 huesos y en la identificación de una nueva especie de titanosaurio: Patagotitan mayorum (‘el titán patagónico de la familia Mayo’).

En tres niveles diferentes de rocas, se encontraron huesos fósiles de varios individuos de la misma especie, que quedaron sepultados en tres momentos diferentes. La secuencia de rocas sedimentarias con fósiles tiene un es-pesor de alrededor de 3,5m y está compuesta por arenas

Evolución del tamaño corporal de dinosaurios sauropodomorfos. De izquierda a derecha, Saturnalia tupinquim, Lessemsaurus sauropoides, Patagosaurus fariasi, Tehuel-chesaurus benitezii y Chubutisaurus insignis. Dibujo G Lio

mayor que hoy. Los continentes se encontraban agrupados en dos grandes masas supercontinentales, Laurasia al nor-te y Gondwana al sur; la segunda incluía a Sudamérica, la Antártida, África, Madagascar, Oceanía y la India. Duran-te el Cretácico, Gondwana se fue fragmentando: cuando vivió el Patagotitan, Sudamérica se separaba de África pero continuaba unida a la Antártida, y en la Patagonia la flora estaba compuesta por coníferas, cícadas y helechos, dado que las angiospermas recién habían aparecido y todavía no dominaban los ecosistemas como lo hacen hoy.

Las relaciones de parentesco entre las especies de ti-ranosaurios y la evolución de los diversos tamaños que alcanzaron son cuestiones sobre las que todavía tenemos más preguntas que respuestas, en parte porque varias de las especies de mayor tamaño identificadas –como Argen-tinosaurus o Puertasaurus, ambas por restos encontrados en la Patagonia– lo fueron sobre la base de esqueletos muy incompletos. El hallazgo de un excepcional yacimiento paleontológico en el centro de Chubut, que llevó al re-conocimiento de una nueva especie de titanosaurio, po-sibilitó realizar un significativo avance en el estudio de la evolución del gigantismo entre los titanosaurios.

Patagotitan mayorum, el nuevo gigante

Entre principios de 2013 y fines de 2015 se excavó el nuevo yacimiento, llamado La Flecha por el nombre de la estancia en la que está, algo al suroeste de la localidad de Las Plumas, en el centro de Chubut. Allí Aurelio Her-nández, un peón rural, advirtió de manera fortuita algo

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de grano medio y limos o arcillas de grano fino. El tipo de roca indica que el sitio fue una planicie de inundación cercana a un río, y que los esqueletos quedaron cubiertos por aguas que se movían con lentitud. Se ha estimado que los huesos pertenecieron a por lo menos seis individuos muertos en tres momentos distintos. De esta forma, dis-ponemos de alrededor del 70% del esqueleto de un Patago-titan mayorum, una proporción excepcionalmente alta solo alcanzada en unos 15 titanosaurios.

En estratos de La Flecha aparecieron cenizas volcáni-cas blanquecinas, algo muy valioso para geólogos y pa-leontólogos pues suelen contener compuestos ricos en uranio radiactivo que decae gradualmente en plomo y permiten establecer la antigüedad de las erupciones. En este caso, los análisis de las cenizas arrojaron una edad de entre 101,80Ma y 101,44Ma. En otras palabras, esas rocas datan de mediados del Cretácico y coinciden con la gran diversificación evolutiva de los titanosaurios.

Entre los huesos de los Patagotitan se encontraron más de ochenta dientes de dinosaurios carnívoros, de la familia de los carcarodontosáuridos, un grupo taxonómico que incluye a los más grandes carnívoros conocidos, los cuales eran enormes por comparación con otros carnívoros, pero diez veces más pequeños que Patagotitan, por lo que probable-mente no hayan sido capaces de cazarlo. La acumulación de dientes podría significar consumo de las varias tone-ladas de carroña que proporcionaba un Patagotitan muerto.

¿Cuánto pesaban los gigantes?Si bien el peso o la masa corporal es sumamente im-

portante para diversas variables biológicas de los anima-les, cuando se trabaja con especies extinguidas, como los dinosaurios, solo conocidas por sus huesos, se debe estimar de alguna forma la masa corporal. Para un cua-drúpedo se lo puede hacer de dos maneras. La prime-ra es emplear relaciones entre el peso y el diámetro de los huesos principales de las patas delanteras y traseras, respectivamente el húmero y el fémur, que soportaban ese peso. La segunda manera es calcular el volumen del animal sobre la base de una imagen tridimensional del esqueleto más el agregado hipotético de tejido blando. Para Patagotitan se recurrió a ambos métodos. Partiendo del diámetro de los huesos portantes se llegó a 69 toneladas (con un error de unas 15), y mediante el cálculo volumé-trico se obtuvo 61 toneladas. Esos valores son más altos que los correspondientes a cualquier otro dinosaurio, incluso el doble de los de algunos famosos gigantes del hemisferio norte, como el Brachiosaurus.

La comparación con los otros titanosaurios conten-dientes a ser los dinosaurios más grandes conocidos, la mayoría aproximadamente contemporáneos, como el Ar-gentinosaurus huinculensis, encontrado en Neuquén, o el Puerta-saurus reuilii, desenterrado en Santa Cruz, no es tan sencilla, principalmente porque los huesos encontrados de estos

Tamaño extremos de titanosaurios del período cretácico: Rinconsaurus caudamirus (5 toneladas) y Patagotitan mayorum (69 toneladas). La barra que da la escala mide 10m. Dibujo G Lio

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otros son muy pocos y no incluyen los de las patas tra-seras o delanteras. Sin embargo, entre los escasos huesos conocidos de Argentinosaurus o de Puertasaurus se hallan las primeras vértebras del tórax, que se encuentran preserva-das también en Patagotitan. Comparando diversas medidas de esas vértebras, se advierte que los tres gigantes eran de tamaño aproximadamente similar, aunque las vértebras de Patagotitan, por ser aproximadamente 10% más altas, sugieren que este habría sido el más grande. La impor-tancia del descubrimiento de Patagotitan, sin embargo, no es el hecho de que haya sido unas toneladas más pesado que otros gigantes, sino que por primera vez se conoce relativamente bien la anatomía de uno de los más grandes, lo que permite analizar la evolución del grupo de manera más fundada.

La evolución de los titanosaurios patagónicos

En la actualidad, las relaciones genealógicas y la evolución de las especies se abordan por un método computacional conocido como filogenética, el que permite identificar los ár-

boles evolutivos mejor amoldados a los datos de matrices numéricas que codifican cientos de características anatómi-cas de las diferentes especies. Para comprender las relacio-nes filogenéticas de Patagotitan se utilizó una matriz de 405 caracteres de la anatomía del esqueleto de 87 especies de dinosaurios, de las cuales 28 fueron titanosaurios. Se obtu-vo como resultado que Patagotitan pertenece a un grupo de titanosaurios llamados loncosaurios.

En 2007, un grupo de paleontólogos argentinos y brasileños identificó un nuevo grupo de titanosaurios primitivos, en el cual incluyó a dos grandes dinosaurios de Neuquén y Mendoza, y supusieron que el gigante Puertasaurus también podría pertenecer a él, aunque con

Fémur de Patagotitan mayorum comparado con el del paleontólogo español José Ignacio Canudo. Foto Alejandro Otero

Ubicación anatómica del fémur de Patagotitan mayorum. La barra que da la escala mide 10m.

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Yacimiento La Flecha, donde se encontró el Patagotitan mayorum. La silueta del di-nosaurio indica en diferen-tes colores los huesos de los diversos individuos identi-ficados en el yacimiento y recuperados en los lugares que muestra el croquis in-ferior. La fotografía de la ex-cavación se tomó mirando al este. Las barras que dan la escala miden 10m. Dibujo J González y AC Garrido

ciertas dudas debido a que solamente conocemos 3% de su esqueleto. El nombre loncosaurios hace referencia a la palabra mapuche que significa jefe o cacique, en alusión al gran tamaño de estos titanosaurios y a la procedencia patagónica de los fósiles. El descubrimiento de Patagoti-tan y el análisis filogenético de los titanosaurios llevó a concluir que el grupo era mucho más diverso que lo originalmente pensado.

Si se analiza cómo cambió el tamaño de los titano-saurios durante los 60Ma de evolución que experimentó este grupo, se constata que fue relativamente estable du-rante las primeras etapas del Cretácico (e incluso tam-bién antes, durante el Jurásico), cuando la mayoría de ellos oscilaba entre las 12 y las 15 toneladas de peso, incluso las especies que dieron origen a los titanosau-rios. Sin embargo, tempranamente en la evolución de los últimos se comprueban múltiples cambios del tamaño

corporal, que incluyeron procesos evolutivos tanto hacia el gigantismo como hacia el enanismo. Si bien se reco-nocen tres linajes de titanosaurios que aumentaron su tamaño corporal, uno se distingue claramente del resto: los loncosaurios, cuyo cambio de peso rompió los lími-tes conocidos y en la Patagonia entre 100 y 85Ma triplicó los valores de la mayoría de los saurópodos.

La fortuita caída de cenizas volcánicas en el yacimien-to de la estancia La Flecha no solo indica cuándo vivió el mayor dinosaurio conocido hasta el momento sino, también, que es el loncosaurio más antiguo. Como tal, pone fecha a la rápida diversificación evolutiva (técni-camente, la radiación) de los loncosaurios y al episodio de gigantismo más extremo en la vida del planeta del que tenemos noticias. Esa particular época del Cretácico, hace poco más de 100Ma, fue crítica para la evolución de la vida terrestre, dado que entonces se produjo tam-

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Vista general de la excavación del yacimiento La Flecha.

José Luis CarballidoDoctor en biología, Universidad

Nacional del Comahue.

Investigador adjunto del Conicet en el

Museo Paleontológico Egidio Feruglio.

[email protected]

Diego PolDoctor (PhD) en biología, Columbia

University.

Investigador principal del Conicet

en el Museo Paleontológico Egidio

Feruglio.

[email protected]

LECTURAS SUGERIDAS

AAVV, 2017, ‘Paleobotánica’, Ciencia Hoy, 25, 154. Número temático en el

que varios artículos se refieren a la flora en tiempos de los dinosaurios.

CARBALLIDO JL et al., 2017, ‘A new giant titanosaur sheds light on body

mass evolution among sauropod dinosaurs’, Proceedings of the Royal

Society B, 284, 1860: 20171219, DOI: 10.1098/rspb.2017.1219.

NOVAS FE, 2009, The Age of Dinosaurs in South America, Indiana

University Press, Bloomington.

SALGADO L y PASQUALI R, 2001, ‘El cómo, cuándo y dónde de los

dinosaurios de la Argentina: una reseña sobre las principales especies

conocidas y su descubrimiento’, Ciencia Hoy, 11, 65: 42-57.

bién la radiación de otros linajes de reptiles, como los dinosaurios carnívoros y los cocodrilos, el inicio de una reestructuración mayúscula de los ecosistemas terrestres por la aparición de las plantas con flores o angiosper-

mas y el aumento de la temperatura global del planeta. Aún estamos conociendo los detalles de esta peculiar co-yuntura del mundo mesozoico, en la que aparecieron y prosperaron los caciques patagónicos.

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Esquema del recipiente presurizado del reactor Carem, del cual la Comi-sión Nacional de Energía Atómica está construyendo un prototipo. En la parte inferior se ubica el núcleo del reactor, con sus elementos combustibles; por encima, en azul, las barras de control y seguridad con sus correspondientes mecanismos. El circuito primario de refrigeración por agua del núcleo está totalmente contenido en el recipiente, en el cual también se alojan parte del circuito secundario de refrigeración y los generadores de calor. En la parte media superior, en amarillo, las bocas de entrada y salida de dichos generado-res. La barra que da la escala mide 3m.

Domo de vapor autopresurizado

Mecanismos accionadores de las barras de control

Barras de control de reactividad

Núcleo

Recipiente de presión

Bocas de los generadores de vapor

Generadores de vapor

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Carla NotariInstituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson

(IDB), UNSAM-CNEA

Centrales nucleares. Presente y futuro

¿DE QUÉ SE TRATA?

El problemático presente y las perspectivas futuras de la generación nuclear.

La generación nuclear satisface hoy el 11% de la demanda de energía eléctrica mundial, con 440 reactores en funcionamiento en 30 países, un valor porcentual que hoy tiende a decrecer, a pesar de que se siguen instalando

centrales nuevas y prolongando el uso de las que van lle-gando al final de su ciclo de vida de diseño. Esto se debe a la creciente utilización de combustibles fósiles, espe-cialmente carbón, para satisfacer una demanda también creciente de electricidad.

La energía nucleoeléctrica es, junto a la eólica y la hidroeléctrica, una de las tecnologías que posibilitan

generar electricidad con menos emisiones de carbono. Proporciona el 30% de la energía eléctrica producida con bajas emisiones. Debido principalmente a que el insumo básico, el uranio, permite obtener grandes can-tidades de energía a partir de pequeños volúmenes de material, para igual cantidad de electricidad producida la generación nuclear requiere considerablemente me-nos minería, procesamiento y transporte, lo cual implica más reducida contaminación y un volumen significati-vamente menor de residuos a disponer. Estos factores, en síntesis, reducen su impacto ambiental. Además, el uranio, a diferencia del petróleo o del gas, es un material

El número 147 de CienCia Hoy, de enero-febrero de 2016, estuvo enteramente dedicado a la energía en la Argentina. Si bien incluyó once artículos y un glosario, hubo temas que quedaron afuera. El siguiente artículo suple una de esas deficiencias. Para ponerlo mejor en contexto, se recomienda referirse al citado número, y también leer el editorial ‘Electricidad y cuidado del ambiente’, del número anterior a este de la revista.

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más uniformemente distribuido en la corteza terrestre, lo cual mejora la seguridad energética debido a la mayor cantidad de proveedores de la materia prima.

De lo señalado en los párrafos anteriores derivan al-gunas de las mayores ventajas de las centrales nucleares. Sin embargo, la generación nucleoeléctrica tiene aspectos controvertidos que inspiran rechazo en amplios sectores. El costo inicial por unidad de potencia es uno de ellos: el de la generación nuclear es más alto si se lo compara con carbón y gas, aunque más reducido que el de las fuentes renovables. La toxicidad, extendida en el tiempo, de los residuos nucleares es otro aspecto controvertido. El parque nucleoeléctrico mundial trabaja almacenando transitoria-mente el combustible gastado que se extrae del reactor, a la espera de su disposición final enterrado en reposito-rios profundos. Ese residuo es altamente radiactivo y debe mantenerse aislado durante miles de años.

Un tercer inconveniente es la posibilidad de desvío de material físil para fabricar explosivos nucleares. Sin em-bargo, la producción con fines militares no se realiza en reactores comerciales como las centrales nucleares, y las potencias con armamento nuclear ya poseen un consi-derable inventario de uranio de alto enriquecimiento y de plutonio. Por otro lado, hasta el momento nunca se

registró la apropiación de material por parte de organiza-ciones terroristas. El Organismo Internacional de Energía Atómica posee un sistema de control estricto y efectivo de inventario de los materiales físiles que circulan en las plantas comerciales.

Finalmente está el aspecto que más efecto tiene en la opinión pública: la posibilidad de que se produzcan ac-cidentes, en especial del tipo de los dos que alcanzaron la mayor categoría de desastre en la clasificación especia-lizada sobre accidentes en instalaciones nucleares, el de Chernobyl, en Ucrania (1986), y el más reciente y espec-tacular, causado por un sismo y su posterior tsunami, el de Fukushima Dai-ichi, en Japón (2011).

Las consecuencias del desastre natural en la planta ja-ponesa fueron calamitosas. Esto se debió a la fusión de combustible en tres de los reactores y la liberación de material radiactivo a la atmósfera como consecuencia de la falla de la contención que los cubre, la que constituye la última de las numerosas barreras al escape de material radiactivo. El accidente nuclear en sí fue solo una parte de la catástrofe producida por este fenómeno natural, que destruyó toda la infraestructura de la región: viviendas, puentes, caminos, puertos, diques, etcétera. El resultado más terrible del evento fue un saldo estimado de 18.000

Centrales Atucha I (derecha), en funcionamiento desde 1974, y Atucha II, en funcionamiento desde 2014. Hacia la derecha y fuera del cuadro se construye actualmente un prototipo del reactor modular Carem, como se ve en la ilustración de la página 32. La fotografía fue tomada en 2010. Wikimedia Commons

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muertos y 6000 desaparecidos, que se debieron al tsunami y no al accidente nuclear. Esto no oculta las consecuencias del último: la evacuación de alrededor de 100.000 per-sonas de las zonas afectadas y la acumulación en tanques especiales de grandes cantidades de agua contaminada. El líquido se debió usar para refrigerar los reactores ante la pérdida total del suministro eléctrico que impidió el fun-cionamiento de los sistemas destinados justamente a esa tarea. Las consecuencias en la salud humana están siendo estudiadas exhaustivamente en toda la población afecta-da; los resultados no muestran un aumento significativo en la probabilidad de contraer cáncer, pero sí una grave perturbación psicológica, asociada a todas las catástrofes de esta magnitud.

Cambios en el ciclo del combustible nuclear y en el diseño de los reactores

El ciclo del combustible nuclear requiere un conjunto de procesos e instalaciones para llevar el uranio desde la

mina hasta la disposición final de sus residuos. Hay dos tipos de ciclo: el abierto y el cerrado. En el primero, usa-do hoy en todo el mundo, el combustible gastado se trata como residuo sin uso posterior y se le debe encontrar un destino definitivo. Es un material más tóxico que el uranio original extraído de la mina. La dificultad en es-tablecer repositorios profundos para su disposición final es un problema más de opinión pública que tecnológico, y ha resultado en un aumento del inventario de combus-tible gastado en almacenamiento transitorio. De hecho, el almacenamiento transitorio inicialmente planificado para durar alrededor de cincuenta años se extenderá por un lapso más cercano a los cien años.

El ciclo cerrado incluye el procesamiento del com-bustible gastado para separar sus componentes útiles (uranio, plutonio y otros elementos radiactivos o actí-nidos menores) de los productos de fisión, que son una fracción mínima del volumen total y se los considera residuo. Este residuo solo contiene trazas de actínidos y puede disponerse en forma definitiva en matrices de vidrio, pues la toxicidad de sus radiaciones no supera, después de unos trescientos años de vida, la del uranio natural. De este modo se aliviaría en forma marcada el problema de la disposición final. Uranio, plutonio y ac-

Central Embalse Río Tercero, en funcionamiento desde 1984. La fotografía fue tomada en 2012. Wikimedia Commons

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tínidos menores recuperados pueden utilizarse para fa-bricar nuevos elementos combustibles y reintroducirse en el reactor.

Los reactores óptimos para utilizar en los ciclos ce-rrados son los reactores rápidos, un tipo que no está hoy en uso comercial, pero del que se dispone de una im-portante experiencia operativa en varios países (Francia, Rusia y Japón). Su característica fundamental es que la población de neutrones libres que se encuentra en su núcleo tiene energías promedio más altas que en los ac-tuales reactores térmicos. Esto permite utilizarlos como reactores reproductores, que producen más material físil que el que consumen. Además, son más aptos para fi-sionar en forma eficiente plutonio y actínidos menores, que son hoy lo más acuciante para la disposición final de los residuos. Con la intensa actividad de investigación y desarrollo que hoy tiene lugar en el mundo, tanto sobre diseño de reactores como sobre las técnicas de repro-cesamiento, se puede prever que los reactores rápidos podrían difundirse hacia mediados de este siglo, con el consiguiente ahorro de materia prima nuclear y reduc-ción del lapso de peligro radiactivo de los residuos de unos cuantos miles a unos pocos cientos de años.

El futuroLa gran mayoría de las centrales nucleares actuales fue-

ron diseñadas en las décadas de 1980 y 1990 y paulati-namente mejoradas para incorporar sistemas de seguri-dad pasiva, es decir, sistemas que no necesitan suministro eléctrico sino que se basan en fenómenos físicos como la gravedad o la circulación natural del agua. Otros cambios han apuntado a reducir los tiempos de construcción y por ende los costos de inversión por acumulación de intereses.

Varios fenómenos pueden señalarse en relación con la evolución próxima de las centrales nucleares. La prolonga-ción de la vida útil de las plantas actuales se fundamenta en la comprobación de que estas instalaciones pueden du-rar mucho más que los 30-40 años para los cuales fueron diseñados. Esta extensión de vida se realiza renovando aquellos elementos clave de la instalación que sufren ma-yor desgaste, como los generadores de vapor y, en el caso de los reactores de uranio natural CANDU (como los de la central de Embalse Río Tercero), los canales combustibles. Si bien la inversión necesaria es importante, la extensión de la vida útil esperada, unos 30 años adicionales, tiene un efecto muy favorable en los costos de generación.

Núcleo del reactor de la central nuclear Atucha 2 en proceso de montaje. Los círculos blancos corresponden a los tapones protegidos de los canales combustibles.

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En los próximos veinte años se verán los resultados de este proceso en gran cantidad de centrales de distintos países. En los Estados Unidos aproximadamente la mitad de las plantas nucleares operativas ha obtenido el per-miso del ente regulador para extender su vida y la otra mitad se prepara para gestionarlo. En Europa, el 40% de las que funcionan llegará al final de su vida de diseño en los próximos diez años. En la de Embalse Río Tercero se está trabajando activamente en esta dirección.

El cierre del ciclo de combustible nuclear utilizando reactores rápidos se está analizando en todo el mundo. Tres de los seis diseños de reactores avanzados en estudio en la actualidad –llamados reactores de cuarta genera-ción– son de este tipo. Aun en los Estados Unidos, que por razones de proliferación han abogado sostenidamen-te por el ciclo abierto, se analiza la conveniencia de sus-tituirlo por el cerrado, cuya introducción requerirá un riguroso régimen de salvaguardas tanto en la etapa de procesamiento del combustible usado para separar los residuos como en la de enriquecimiento del combustible recuperado. Por ello en estos momentos se trabaja in-tensamente en formas de procesamiento novedosas, por ejemplo, separar el plutonio junto con los actínidos me-nores y adicionarles uranio natural o empobrecido para fabricar el combustible reciclado del reactor rápido.

La construcción de centrales nucleares medianas y pequeñas es otra de las posibilidades futuras considera-das promisorias. La tendencia histórica ha sido hacia mó-dulos de mayor potencia: los más comunes se han carac-terizado por una potencia eléctrica de entre 1 y 1,5GW. En este contexto las centrales nucleares argentinas, cuyos módulos tienen potencias eléctricas de 362MW (Atucha I), 648MW (Embalse) y 745MW (Atucha II), pueden considerarse entre pequeñas y medianas. La razón prin-cipal de esta tendencia era económica, debido a la pre-ponderante incidencia del costo inicial de inversión en el costo de generación. Sin embargo, hace años se trabaja en el diseño de centrales pequeñas, adecuadas para ins-talar en países con redes reducidas o en zonas aisladas donde el aprovisionamiento frecuente de combustible es difícil. Estas centrales contraponen la desventaja de un mayor costo por unidad de potencia instalada a la ventaja de una mayor facilidad para establecer sistemas de segu-ridad pasiva, los que ante una situación de emergencia puedan actuar sin intervención humana y en ausencia de suministro eléctrico. Al mismo tiempo, una vez alcanza-do cierto grado de madurez en el mercado de ese tipo de plantas, podrían fabricarse en forma modular de modo de disminuir sensiblemente los tiempos de montaje. Esto aliviaría la desventaja económica de los mayores costos de inversión por unidad de potencia instalada.

Diversos países trabajan en estos momentos en pro-yectos de centrales pequeñas, de los que dos están en

proceso avanzado de construcción: el prototipo argen-tino Carem-25 y el ruso KLT-40S, de 27 y 35MW de potencia eléctrica respectivamente. Las tecnologías em-pleadas en la gran variedad de proyectos son muy diver-sas, pero características comunes de todos son la limita-da potencia (menor que 300MW eléctricos) y el diseño modular, que implica un menor número de estructuras, sistemas y componentes.

Si bien tanto los costos como el mercado para este tipo de reactores son aún inciertos, los fabricantes con-fían en que los costos de inversión sean menores una vez alcanzada la producción en serie, aunque los costos de operación (incluido el combustible) y mantenimiento serían mayores por un uso menos eficiente del combus-tible y por la mayor dotación de personal por unidad de potencia en comparación con centrales más grandes.

El prototipo Carem-25 (http://www.cnea.gov.ar/carem) se está construyendo en un predio de la Comisión Nacional de Energía Atómica próximo a las centrales Atucha I y II, a orillas del Paraná. Esquemáticamente, emplea el calor originado en la fisión de uranio para producir vapor que mueve una turbina, la cual genera electricidad. El reac-tor está encerrado en una vasija cilíndrica de 11m de al-tura y 3,4m de diámetro, construida en acero de 20cm

Vista aérea parcial de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi después del accidente. Se observan los edificios semidestruidos de dos de los seis reactores que formaban par-te de la central.

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de espesor y revestida en su interior en acero inoxidable; está rodeada por una estructura de hormigón y acero que cumple la función de contención y blindaje.

El núcleo del reactor, diseñado localmente, se compo-ne de 61 elementos combustibles, cada uno con 100 ba-rras con uranio enriquecido (al 1,8% y 3,4%) de 140cm de altura. El recipiente contiene el sistema primario de refrigeración del núcleo, los generadores de vapor (que son 12) y los mecanismos hidráulicos que accionan las barras de control. La refrigeración del núcleo se realiza por convección natural de agua, sin bombas que necesiten electricidad. Los generadores de vapor, minihelicoidales,

se ubican por encima del núcleo, lo cual asegura la con-vección natural. El recipiente cilíndrico termina en forma de domo en la parte superior, lo cual hace operar al siste-ma en un ambiente presurizado.

Se prevé que el prototipo se ponga en funcionamien-to en 2019. Más allá de las perspectivas económicas del proyecto, que permiten vislumbrar el desarrollo de una actividad industrial de exportación de base tecnológica, su realización constituye un bienvenido aporte a apuntalar el puente que conduce de la investigación científica a la in-vestigación tecnológica y de esta a la aplicación industrial, puente cuya fragilidad es notoria en la Argentina.

Carla NotariLicenciada en física, UBA.

Directora del Instituto de

Tecnología Nuclear Dan Beninson,

UNSAM-CNEA.

Profesora titular, UNSAM.

Asesora del Organismo

Internacional de Energía Atómica.

LECTURAS SUGERIDAS

BES D, 1989, ‘Cincuenta años de la fisión nuclear’, Ciencia Hoy, 1: 67-68.

CARLINO H, PERCZYK D y RABINOVICH G, 2016, ‘Energía y cambio climático’, Ciencia Hoy, 149: 42-47.

DE LA FUENTE ARIAS E et al., 2004, Manual de tecnología nuclear para periodistas, Foro de la Industria

Nuclear Española, Madrid. Disponible en https://www.fundacionmapfre.org/documentacion/publico/

i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1058982.

FELIZIA E, 1996, ‘Centrales nucleares. La evaluación probabilística de su seguridad’, Ciencia Hoy, 35: 54-

64. Incluye un recuadro sobre Chernobyl.

FELIZIA E, 2003, ‘Descubrimiento de la fisión nuclear y la generación de energía’, Ciencia Hoy, 73: 56-65.

Instalaciones en construcción para el prototipo del reactor Carem emplazado en la costa del Paraná. Arriba a la derecha se aprecian las cúpulas de Atucha I y II. Fotografía tomada en 2016, CNEA.

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Las Malvinas, ¿objeto de investigación?

Dos acontecimientos que tuvieron lu-gar hace treinta y cinco años marcaron profundamente los sentimientos y las actitu-des de la sociedad argentina con relación a las Malvinas. Si hoy alguien ajeno a nuestro me-

dio procurara informarse acerca de ellos leyendo la prensa del momento, seguramente concluirá que el primero –la invasión de las islas dispuesta por la dictadura militar en 1982– fue un acto cuasi festivo que tuvo unánime apoyo social. Difícilmente encuentre este hipotético interesado registros de opiniones disidentes, aunque quizá piense que ellas no se manifestaron debido al carácter represivo del régimen, pero al mismo tiempo posiblemente advierta que la intensidad y diversidad de manifestaciones favorables a la invasión en todos los niveles sociales creaban un clima poco propicio a los cuestionamientos.

Leyendo las noticias del segundo acontecimiento –la guerra entre la Argentina y Gran Bretaña que se desencade-nó en el lapso de escasas semanas de la invasión y terminó luego de 74 días con la expulsión de los invasores–, se-

guramente el mencionado interesado concluya que la so-ciedad lo tomó con ánimo sombrío, como una adversidad que se le había venido encima, pero también observe que si bien se produjeron oscilaciones en el pensamiento po-lítico al compás del derrumbe del régimen militar, de la restauración democrática y de las primeras alternancias en el gobierno de los dos partidos políticos dominantes, se marchó hacia una llamativa uniformidad de opiniones so-bre la posición de la sociedad ante las islas, expresada, por ejemplo, en la disposición constitucional que las declara parte del territorio nacional, o en las múltiples manifesta-ciones públicas que así lo afirman.

CienCia Hoy presenta en lo que sigue algunos análisis que invitan a los lectores a reflexionar sobre el tema y a la comunidad académica a considerarlo como un objeto de investigación que sería conveniente abordar. Luego de una introducción acerca de los enfoques de los estudios histó-ricos sobre las islas, producida por los editores, un artículo firmado señala algunas líneas de análisis para las ciencias sociales.

ARTÍCULO

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Enfoques sobre la historia de las Malvinas

Los estudios históricos sobre las islas que el Estado argentino denomina Malvinas y el británico Falklands han sido objeto de por lo menos dos tipos de abordajes, enfocados uno en la historia política y militar del archipié-

lago, y el otro en el impacto de la cuestión Malvinas en la cultura y la política nacional. Una tercera línea de

reflexión, más reciente, estudia la acción humana sobre la naturaleza en el Atlántico sur.

El primer conjunto de trabajos gira en torno al des-cubrimiento, la ocupación y la disputa por el control del archipiélago austral. Esa literatura tiene, a su vez, dos grandes vertientes, cuyos ejes son la historia diplomática y la historia del conflicto militar de 1982 respectivamente.

En el primer grupo predominan las in-vestigaciones centra-das en las relaciones entre la Argentina y Gran Bretaña, con un fuerte énfasis en la cuestión de los de-rechos de soberanía. El segundo grupo de trabajos, en cambio, está centrado en las batallas de ese año.

La literatura so-bre la guerra de las Malvinas comprende desde una historia militar y diplomática de cuño tradicional, hasta estudios cen-trados en la expe-riencia subjetiva de

¿DE QUÉ SE TRATA?

Las diversas líneas de reflexión adoptadas a lo largo de los años por historiadores y otros interesados en las islas.

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los actores, la representación del conflicto en la prensa y sus ecos en la opinión pública. En las bibliotecas argenti-nas predominan las investigaciones realizadas y publica-das localmente, pero existe una vasta literatura producida en Gran Bretaña. De hecho, la tradición guerrera e impe-rialista de esa nación, así como el considerable desarrollo de los estudios históricos en sus universidades y centros de investigación, ha dado lugar a un amplio conjunto de trabajos sobre la historia de las guerras que cubre toda la experiencia británica en la era moderna. El conflicto mi-

litar de 1982 es uno de los capítulos más recientes de esa rama de estudios históricos.

El segundo conjunto de trabajos mencionado se inte-rroga por el significado y el impacto de las Malvinas en la política y la cultura de las naciones que se enfrentaron en el año nombrado. Tal literatura pone más la atención en la sociedad nacional que en las islas. En la Argentina (don-de la cuestión Malvinas indudablemente pesa más que en Gran Bretaña), su principal foco de interés son los pro-cesos políticos y culturales que convirtieron al diferendo

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de soberanía en una causa nacional, esto es, en un factor central en la definición de la identidad argentina.

Este fenómeno es relativamente reciente. Hasta el último tercio del siglo XX la ocupación británica de las islas era concebida como un problema menor de la re-lación anglo-argentina y con escaso peso en la agenda internacional del país, de estatus similar a los diferendos territoriales con países vecinos. Ni siquiera los grupos nacionalistas le otorgaban gran importancia. En conso-nancia con este cuadro, todavía en la década de 1970 existían vínculos regulares con las islas, que incluían vuelos entre el continente y Puerto Stanley (a cargo de la aerolínea estatal LADE), así como cierta colaboración en cuestiones comerciales, logísticas, educativas y sani-tarias. En esos años, las negociaciones con Gran Bretaña parecían encaminarse lentamente hacia la cesión de so-beranía, una solución que la dirigencia política argentina consideraba satisfactoria.

Pero durante las décadas de 1960 y 1970 el signi-ficado de la cuestión Malvinas fue cambiando. Para un número creciente de actores de peso en la vida pública local el problema dejó de encuadrarse como un mero diferendo territorial y se transformó en un factor capaz de movilizar el sentimiento de comunidad. Por detrás de esta mutación se advierte un cambio en la manera de concebir la nación, que dio enorme gravitación a su di-mensión territorial (al punto de que, amén de instigar una guerra, terminó inscribiendo el reclamo de sobera-nía en la propia letra de la Constitución). Las razones de la emergencia de esta forma de nacionalismo, que sostie-ne que la Argentina no podrá realizarse plenamente hasta que la bandera nacional no flamee en las islas, constitu-yen un fértil campo de indagación. Desde esta perspec-tiva, las Malvinas sirven, ante todo, como mirador para explorar problemas más amplios de la política y de la cultura política nacionales.

LECTURAS SUGERIDAS

BOYCE G, 2005, The Falklands War, Palgrave Macmillan, Basingstoke.

CAVIEDES CN, 1994, ‘Conflict over the Falkland Islands. A never-ending

story?’, Latin American Research Review, 29, 2: 172-187.

CHARLTON M, 1989, The Little Platoon. Diplomacy and the Falklands

dispute, Basil Blackwell, Oxford.

PALERMO V, 2007, Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura

argentina contemporánea, Sudamericana, Buenos Aires.

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A 35 años, ¿vale la pena estudiar la guerra de Las Malvinas?

Este artículo se refiere al conflicto armado que sostuvieron la Argentina y Gran Bretaña en 1982 por la soberanía de los archipiélagos Malvinas/Falklands, Georgias del Sur, Sand-wich del Sur y los mares circundantes. La

guerra, nunca declarada, se extendió entre el 2 de abril, con la ocupación armada de la capital isleña Puerto Stan-ley, y el 14 de junio, con la capitulación argentina, tras 45 jornadas de acciones bélicas por aire, tierra y mar. La reivindicación territorial argentina fue sostenida sin solución de continuidad, aunque con distinto énfasis, desde 1833. Siglo y medio después el gobierno militar quiso forzar al Reino Unido con esa invasión a nego-ciar la cesión de soberanía, arbitrada por las Naciones Unidas, pero ambas partes escalaron a un conflicto ar-mado. (Como en toda guerra, los agentes y las causas de dicha escalada son por demás complejos y exceden los objetivos de este artículo.) Aunque el gobierno militar, presidido desde 1981 por Leopoldo Galtieri, era suma-mente impopular debido a su cruenta represión ilegal, al fracaso de su política económica y a su negativa a con-vocar a elecciones, en abril de 1982 recuperó, junto con las Malvinas e igual de fugazmente, el respaldo de la mayor parte de la población, de los partidos políticos, de los presos políticos y comunes, y de los exiliados y

emigrados argentinos. La derrota militar desencadenó una veloz apertura que terminó, para fines de 1983, con la dictadura iniciada en 1976.

En la Argentina, la guerra tuvo varios efectos: rela-ciones diplomáticas interrumpidas o seriamente daña-das, particularmente con los Estados Unidos y Europa occidental; fracturas en las cadenas de mandos de las tres fuerzas armadas; 649 fallecidos o desaparecidos en combate, un número muy superior de heridos físicos y psíquicos, y miles de jóvenes que regresaban de su interludio militar a la vida civil. Por primera vez en el siglo XX algunos ciudadanos adquirieron el estatus de veteranos de guerra.

En su decisión de dar cuenta de la historia reciente, la herencia de la dictadura y el autoritarismo, las cien-cias sociales y las humanidades en la Argentina de la in-mediata posguerra orientaron su esfuerzo intelectual a comprender y denunciar la represión, los campos clan-destinos de detención y los crímenes de lesa humanidad perpetrados por agentes estatales, así como a analizar la nueva estructura social argentina y la transición de-mocrática con vistas a reconstruir un Estado sobre bases constitucionales duraderas.

En este panorama, una gran ausente fue la guerra de las Malvinas, de la que sí se ocuparon los expertos en cuestio-

¿DE QUÉ SE TRATA?

En qué sentido y con qué alcances tiene interés convertir a la guerra de las Malvinas en objeto de investigación académica.

Rosana GuberCentro de Investigaciones Sociales, IDES-Conicet

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nes militares y relaciones internacionales, el periodismo y algunos protagonistas directos. La literatura sociológica y politológica tocó el tema de manera tangencial y como parte del bestiario dictatorial, sin un lugar específico que restituyera complejidad a un hecho histórico de magnitud tal que comprometió a todos los argentinos dentro y fuera del país, independientemente de su apoyo a la causa de soberanía y de su posición político-ideológica.

En otras palabras, la guerra de Malvinas, más que un objeto de investigación, fue para los científicos sociales argentinos una muestra más, extendida al territorio in-sular, de la acción de la dictadura, un episodio oscuro e insondable, cuya adjetivación como hecho irracional –‘la guerra absurda’, ‘la aventura del general borracho’, ‘un manotazo de ahogado’, etcétera– transformó a sus protagonistas argentinos en seres exóticos y distorsio-nados. Se habló de oficiales y suboficiales que tortura-ban a sus soldados, de pobres soldaditos de dieciocho años librados a su suerte frente al profesional inglés y a la sanguinaria fuerza mercenaria nepalí. La distinción analítica de historiadores, politólogos y periodistas entre reclutas civiles y profesionales militares vino a ratificar la oposición cívico-militar que dominó la escena política en los años de la transición democrática, y desconoció la especificidad de esta guerra como hecho social.

Si bien es cierto que el conflicto bélico fue acometido por el mismo régimen que aplicó el terrorismo estatal, no lo es menos que una guerra se realiza en varios nive-les y dimensiones, y no se reduce a los estados mayores ni a la primera línea de los ministerios. En este sentido, la de la Malvinas tuvo, por lo menos, tres particularida-des: se realizó contra una potencia mundial de primer orden; se combatió esgrimiendo la defensa de una causa

Cenotafio de la plaza San Martín, ciudad de Buenos Aires. Wikimedia Commons

Comodoro Rivadavia, Chubut.

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de larga trayectoria histórica y plena vitalidad popular, y comprendió una nutrida presencia civil uniformada. Es-tas tres características pueden ser leídas de modo distinto del habitual.

La dictadura despertó el apoyo masivo y entusiasta de la población porque decía encarar la solución de una causa nacional gestada durante largas décadas de recla-mos diplomáticos en nombre de la soberanía argentina. De ella participaron Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández, Paul Groussac, el socialista Alfredo Palacios, el comunista Atahualpa Yupanqui, los nacionalistas Julio y Rodolfo Irazusta, y el aún no montonero Dardo Cabo, personalidades demasiado significativas para limitar el respaldo de la sociedad y los partidos políticos argenti-nos a una mera manipulación nacionalista.

La figura del ex combatiente es la primera y quizá la única que mereció cierta atención académica. Quienes logran superar la mirada compasiva –justificada por tra-tarse genéricamente de humanos en situación bélica– no siempre avanzan hacia otras preguntas acerca de cómo la guerra y su conscripción resignificaron sus vidas cuan-do los enfrentó al enemigo externo en el mismo bando que los militares profesionales argentinos. También resta investigar cómo los soldados vincularon su experiencia individual y colectiva en el teatro de operaciones con su transformación en actores políticos de la posguerra, dueños de un exclusivo capital moral –la veteranía mili-tar asentada sobre su condición civil y, por ende, relati-vamente incontaminada por la incompetencia militar–. Finalmente, merecería estudiarse en forma cualitativa y cuantitativa el fenómeno de los suicidios de los soldados que regresaron, un mal que estos denuncian como su respuesta a la falta de reconocimiento social.

El desempeño del personal militar, tanto oficiales como suboficiales, fue analizado por historiadores mili-

tares y por protagonistas, y apenas rozado por los cien-tíficos sociales. Disponemos de una nutrida casuística experiencial en forma de testimonios personales y de informes castrenses, difundida por el periodismo tras cada 2 de abril. Dado que la guerra es el fin para el que un Estado crea, sostiene, financia, entrena y reproduce a sus fuerzas armadas, y dado también que las argenti-nas, como las de otros países latinoamericanos, aplica-ron desde la década de 1960 la doctrina de la seguridad nacional o interna, la guerra de las Malvinas constituye una novedad para los científicos sociales, como lo fue en su momento para los mismos militares. Por este y otros motivos, los efectos políticos y organizativos de la guerra en la estructura interna de las fuerzas armadas aguardan un profundo análisis, que incluya la perspecti-va de sus integrantes.

La de las Malvinas, como todas las guerras, fue un es-cenario al que asistieron espectadores interesados, entre ellos, los gobiernos de otras naciones y los fabricantes de armamento y de material logístico. Cada cual sacó sus conclusiones sobre la base de los informes de los es-pecialistas. Por su parte, el Estado que condujo a la gue-rra no la estudió ni promovió su análisis, con una ex-cepción: el informe que encomendó al general retirado Ushuaia, Tierra del Fuego.

Quequén, provincia de Buenos Aires.

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Benjamín Rattenbach, quien tuvo a su cargo la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades Políti-cas y Estratégico-Militares en el Conflicto del Atlántico Sur. El informe se mantuvo en reserva, aunque por fil-traciones llegó a la prensa. En 2012 fue dado a conocer, incluso con las declaraciones de todos los entrevistados.

Hasta hoy, sin embargo, el Informe Rattenbach no se utiliza para estudiar la guerra, aunque algunos científicos sociales buscan en sus páginas infor-mación para identificar responsables de malos tratos a los soldados y otras faltas que, por exceder el nivel políti-co-estratégico que le es propio, el do-cumento no les proveerá. En cambio, podrían extraer de él material sobre la relación entre las fuerzas, sus unidades y sus jefaturas, sobre los procesos deci-sorios político-estratégicos, y sobre la concepción que tenían los comandan-tes del escenario internacional y de sus efectos en la dinámica del conflicto.

La diversidad de desempeños, aun dentro de cada fuerza y de cada uni-dad, es conocida por sus protagonistas directos y por los estudiosos de la cues-tión militar, generalmente estrategas y soldados retirados. Pero esos análisis no son empleados por las ciencias so-ciales ni tampoco, llamativamente, en los programas de estudio de la mayoría de los institutos de formación de las mismas fuerzas armadas. Que la guerra de las Malvinas haya permanecido en el anecdotario de quienes la vivieron en Yapeyú, Corrientes.

Desde el siglo XVI el archipiélago malvinense fue avistado y explorado por navegantes europeos en busca de puertos naturales

para reparación y abastecimiento de las misiones comerciales a las Indias Orientales. Su primer colonizador, Louis de Bougainville,

fundó Port Saint Louis en 1764, en nombre de Luis XV de Francia. En 1765 John Byron fundó Port Egmont en nombre de Jorge III de

Inglaterra. Por un pacto entre imperios, Luis XV entregó las Îles Malouines a Carlos III de España en 1767, y en 1769 Francisco de Paula

Bucarelli, gobernador de Buenos Aires, envió una misión militar para expulsar a una decena de británicos de Port Egmont.

Diecinueve españoles gobernaron las Malvinas hasta 1810, cuando la junta realista refugiada en Montevideo decidió evacuarlas.

En 1820 David Jewitt, a órdenes de la Marina rioplatense, tomó posesión de las islas para controlar a cazadores furtivos

norteamericanos e ingleses de lobos marinos, ballenas y pingüinos. En 1829 el gobernador porteño designó como comandante

político-militar de las islas a Luis Vernet, comerciante franco-hamburgués radicado en Buenos Aires. Los conflictos por el control

de las islas se agudizaron hasta que la corbeta inglesa Clío tomó Port Louis e izó la bandera británica el 3 de enero de 1833. Desde

entonces, la Argentina reclamó su soberanía sobre las islas Malvinas, que en 1960 las Naciones Unidas declaró ‘territorio pendiente

de descolonización’.

LAS MALVINAS ANTES DE 1833

vez de constituirse en objeto de investigación y ense-ñanza es, por lo tanto, una responsabilidad compartida por las conducciones castrenses, los científicos sociales y las agencias oficiales dedicadas a la educación y la de-fensa.

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Las guerras suelen ser canteras inagotables de conoci-mientos sobre el desarrollo y la aplicación de tecnología, tema sobre el que las fuerzas armadas tienen sus espe-cialistas. Aunque en la actualidad la producción argentina para la defensa es casi inexistente, su relevancia ocupó al Estado durante casi todo el siglo XX, en buena medida porque sus desarrollos no eran solo de uso militar. La gue-rra de las Malvinas demostró errores, pero también gran-des aciertos, resultantes del profesionalismo y la capaci-dad de improvisar, en su mejor sentido, con efectos letales para un enemigo largamente entrenado y equipado.

El éxito de las campañas militares se mide no solo por el logro del objetivo principal sino también por el esfuerzo empeñado. La Argentina perdió las islas; su es-tado mayor cometió gruesos errores políticos y estra-tégicos; las fuerzas armadas operaron solo a veces de manera conjunta; los soldados que combatieron en el medio terrestre constituían una nutrida tropa de jóve-nes no profesionales. Pero pese a la brecha tecnológica, Gran Bretaña perdió 372 vidas, 8 fragatas misilísticas, 3 buques logísticos hundidos o inutilizables en el corto plazo, 10 aviones de combate y 24 helicópteros. Sin des-conocer el enorme costo argentino (además de las pér-didas humanas, 98 medios aéreos, 12 helicópteros, 11 naves), la perspectiva de las jefaturas políticas y milita-res británicas se resume en el título del libro del primer jefe de las fuerzas terrestres, general Julian Thompson (No picnic, Pen & Sword Books, 1985), que habla de una campaña cruenta y esforzada para ambas partes. Testi-gos de su reconocimiento son los encuentros privados y públicos en la posguerra entre combatientes de ambos bandos.

Descalificar de manera simplista con el mote de absurda a esta ex-periencia bélica nacional destierra al sinsentido y, por eso, al aislamiento histórico, social e incluso castrense a sus protagonistas, profesionales y conscriptos; también ignora sus es-fuerzos, el de sus familias y el de sus círculos de sociabilidad, a quienes la guerra de las Malvinas les transfor-mó la vida para siempre. Esto exce-de los efectos psíquicos y somáticos del llamado estrés postraumático (post-traumatic stress disorder), que co-menzó a ser atendido en forma tar-día y asistemática por el sistema de salud civil y militar. Abordar la gue-rra de las Malvinas como objeto de estudio significaría aprender todas las lecciones que puedan extraerse

de ella, tan absurda como la mayoría de las guerras, pero tan cultural, política y humana como todas.

Por último, los científicos sociales debemos analizar la incidencia política de la guerra de las Malvinas en el pro-pio ámbito castrense. Haber cruzado a las islas y haberle visto la cara al enemigo en combates reales hizo que sus protagonistas plantearan la necesidad de redimensionar las rutinas militares, la formación de cadetes para la gue-rra contemporánea, y los sistemas de recompensa y cas-tigo. Pero esta disposición no fue compartida por todas las jerarquías, algunas de ellas responsables de errores en los máximos niveles de decisión.

La guerra agrandó la brecha entre oficiales subalternos y medios, por un lado, y oficiales superiores por el otro, y entre oficiales y suboficiales. La cadena de mandos se resin-tió en algunos casos, y se reforzó en otros, según la autori-dad moral de cada militar independientemente de su ran-go. ¿Cómo recibiría un subalterno la orden de un superior que había eludido el combate? ¿Cómo toleraría un subo-ficial convivir con un joven oficial que lo reprendió por tener la barba crecida tras regresar de una difícil y exitosa incursión en las filas enemigas? Finalizada la contienda, es-tas divisiones afectaron la política nacional y las agendas de la defensa, y se superpusieron a las causas legales pendien-tes por violación de derechos humanos. Pero la dirigencia política apenas pudo distinguir entre crímenes de lesa hu-manidad en el plano interno y errores político-estratégicos en el conflicto internacional, y se vio maniobrando sobre la marcha entre los planteos militares de cuatro sublevaciones

Puerto San Julián, Santa Cruz.

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acaecidas entre 1987 y 1990 y la presión de la ciudadanía en las calles, encabezada por las organizaciones humani-tarias. Así, militares y civiles combatientes quedaron atra-pados en una transición política en la que su experiencia bélica quedó repentinamente devaluada.

¿Vale la pena, entonces, estudiar la guerra de las Mal-vinas? La pregunta sugiere una articulación interesante entre el valor y la pena. Malvinas fue una guerra breve y contundente; suele decirse que fue la última guerra clásica entre contendientes directos y presenciales. Para muchos, continúa sigue siendo un ardid político del peor gobierno nacional, una ‘guerrita’ que la Argentina perdió, una guerra de poca monta que vino a probar la falta de valor de sus oficiales y la escasa utilidad militar de sus soldados. Aunque cada una de estas afirmaciones sea desmentida por sus protagonistas, todavía vivientes, y también por los hechos, cabe preguntarse si el valor de una guerra debe medirse por sus costos humanos y ma-teriales y por su incidencia en el proceso político o tam-bién, y más importante, por cuánto una nación puede verse en esa configuración sociocultural en que la vida se bate cuerpo a cuerpo con la muerte.

Rosana GuberDoctora (PhD) en antropología social, Johns

Hopkins University.

Investigadora principal del Conicet en el Instituto

de Desarrollo Económico y Social (IDES).

LECTURAS SUGERIDAS

GUBER R, 2001, ¿Por qué Malvinas? De la causa justa a la guerra

absurda, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

GUBER R, 2016, Experiencia de Halcón. Los A-4B en Malvinas,

Sudamericana, Buenos Aires.

LORENZ F, 2006, Las guerras por Malvinas. 1982-2012, Edhasa,

Buenos Aires.

NOVARO M y PALERMO V, 2006, La dictadura militar 1976-1983. Del

golpe de Estado a la restauración democrática, Paidós, Buenos Aires.

He aquí la pena: el dolor de lo irreparable, el esfuer-zo por seguir adelante de quienes pudieron regresar, y la dedicación de los que, sin saber cómo, fueron a re-cibirlos y los acompañaron desde entonces. He aquí la pieza faltante, el corazón de una labor que las ciencias sociales nos debemos todavía: desandar estos procesos, reconstruir humanidades sociales y culturales –y por eso no exóticas–, restituir una comprensión que se aleje de la caricaturesca, la heroica, la maldita y la victimiza-da, y se acerque a seres de carne y hueso que combina-ron la decisión y la trayectoria de trabajo y de vida con el imperio de las situaciones y la orden inapelable del Estado. En alguna medida lo que hemos hecho todos los argentinos.

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Peces subterráneos de Sudamérica

Luis FernándezFundación Miguel Lillo, Conicet

Julieta Andreoli BizeUniversidad Nacional de Catamarca

Hugo Luis LópezMuseo de La Plata

Los ambientes subterráneos son extremos, es decir, tienen condiciones que hacen difícil la supervivencia de la mayoría de las formas de vida. La primera de esas condiciones adver-sas es la falta de luz solar y la consecuente

ausencia de la posibilidad de fotosíntesis y de organis-mos productores primarios. Ello limita la alimentación disponible en la base de la cadena trófica, por lo que la comida tiende a reducirse a los restos de animales muertos y a lo que de alguna forma llega de la superfi-cie, por ejemplo, deposiciones de murciélago.

La mayoría de los animales que habitan en forma permanente bajo tierra presentan modificaciones espe-ciales, como despigmentación y reducción de ojos, e integran comunidades con muy baja diversidad de es-pecies, por lo general, no más de cuatro o cinco, con es-casos vertebrados. Si bien la ciencia moderna describió por primera vez un pez subterráneo en 1842, hallado

en los Estados Unidos en cavernas de los estados de In-diana y Kentucky (Amblyopsis spelaea), solo a partir de la década de 1980 se han venido realizando investigacio-nes regulares sobre esos peces en países como Francia, Eslovenia, Brasil, los Estados Unidos y Australia, y hoy se comienzan a entender algunas de sus características, entre ellas, que abundan las especies encontradas en exclusividad en determinadas regiones y hasta ciertas cavernas (denominadas especies endémicas), y que, ha-biéndose adaptado a un medio escaso en alimentos y en oxígeno, los peces subterráneos se han hecho muy eficientes en cuanto a obtención y gasto de energía, por ejemplo, con un lento metabolismo, el cual les da una vida más larga que sus homólogos de la superficie te-rrestre (o epigeos).

Mundialmente se han relevado unas 170 especies de peces estrictamente subterráneos. Se los ha encontra-do en todos los continentes salvo la Antártida, aunque

¿DE QUÉ SE TRATA?

En el mundo acuático subterráneo, en todos los continentes menos la Antártida, se ha descubierto que viven peces, en ríos, lagunas y, notablemente, en las capas freáticas o acuíferos.

En Sudamérica solo se sabe hoy de un puñado de especies, una encontrada hace poco en Salta.

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en números muy distintos. En Sudamérica se han des-cubierto hasta el momento unas 36 especies subterrá-neas que habitan en su mayoría en cavernas, 4 lo hacen en acuíferos y una quinta citada en la literatura, tanto en freáticos como en cavernas. Todas exhiben notables especializaciones morfológicas. En adición, hay nume-rosos peces que pasan parte de su tiempo en aguas de cavernas o enterrados en la arena, pero sus especies no son estrictamente subterráneas, si bien muestran algunas especializaciones morfológicas. Entre otras razones, tan escaso conocimiento de las especies sudamericanas ente-ramente subterráneas se debe a que el acceso a las aguas en que viven para tomar muestras biológicas es difícil, sobre todo si se trata de peces que habitan los freáticos, pues solo es posible acceder a estos capturándolos en los pozos artificiales de diferente profundidad de los que se extrae agua para consumo humano, en los cuales fre-cuentemente son succionados por las bombas y, en con-secuencia, se recogen deteriorados. En años recientes se acrecentaron las investigaciones y se puede esperar que ese exiguo número de descubrimientos se incremente, y que se aprenda más sobre la biología de las especies freáticas hoy conocidas, de la que se sabe bastante poco.

El primer descubrimiento de un pez sudamericano enteramente subterráneo data de 1903 y tuvo lugar en el área de la desembocadura del Amazonas. La especie fue descripta por el zoólogo suizo-brasileño Emil Goel-di (1859-1917) en 1905. Se trata de un diminuto ba-gre (inglés: catfish) de entre 3 y 5cm de largo que reci-bió el nombre científico de Phreatobius cisternarum y vive en aguas freáticas superficiales cálidas y ácidas (la raíz griega phreat- indica pozo o fuente). Llamativamente, su cabeza y su cuerpo tienen un color rojizo causado por la circulación sanguínea superficial. Alrededor de un si-glo después, también en la cuenca amazónica brasile-ña, pero a una distancia de unos 1900km al sudoeste del hallazgo de 1905, se descubrió otro pequeño bagre subterráneo que se asignó al mismo género y recibió el nombre Phreatobius dracunculus; tiene similar tamaño que el anterior, suave color rosado y carece de ojos. Y con-temporáneamente con este descubrimiento tuvo lugar un tercero también en la cuenca amazónica, de un pez de parecidas características, desprovisto de ojos, encon-trado en el área del río Iténez o Guaporé, en el departa-mento boliviano de Santa Cruz, que recibió el nombre Phreatobius sanguijuela, por tener una apariencia que puede confundirse con ese invertebrado. Uno de los autores de esta nota lo describió en colaboración con colegas bolivianos y del American Museum of Natural History.

También en el Brasil, se había colectado en 1962 un ejemplar de una especie (Stygichthys typhlops) que vive en cavernas en el norte del estado de Minas Gerais, la que fue redescubierta y redescripta en 2004 por Cristiano

Phreatobius cisternarum, un pequeño bagre de vida acuática exclusivamente subterrá-nea descubierto en 1903 en el estado de Pará, cerca de la desembocadura del Ama-zonas. La fotografía superior muestra ejemplares capturados en pozos artesianos en un acuario. La imagen inferior es de un ejemplar juvenil. Las barras que dan la escala miden 1cm. Fotos Museo de Zoología, Universidad de São Paulo.

Vistas lateral, dorsal y ventral (de arriba abajo) tomadas en laboratorio del pequeño bagre subterráneo Phreatobius dracunculus, descubierto en 2005 en el estado de Ron-dônia, en el sudoeste de la cuenca amazónica del Brasil. La barra que da la escala mide 2cm. Foto LM Sousa

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Moreira, de la Universidad de São Paulo. Como otros peces que habitan cavernas, carece de pigmentación y de ojos.

En la Argentina, el primer hallazgo de peces en esos ambientes ocurrió en 2001, en las afueras de la ciu-dad de Salta, a 1300m de altura sobre el nivel del mar. Fue descubierto en 2001 por uno de los autores de esta nota, quien encontró nueve ejemplares de la es-pecie y la describió en 2005 en un artículo publica-do con el biólogo brasileño Mario Cardoso de Pinna, de la Universidad de São Paulo, que se cita entre las lecturas sugeridas. El pez recibió el nombre Silvinichthys bortayro (en reconocimiento de la ayuda de la familia Bortay, dueña de los pozos) y solo se lo ha encontrado hasta la fecha en la provincia de Salta. Constituye un buen ejemplo de organis-mo especializado para la vida acuática en napas freáticas. A las características habituales de las especies de cavernas, como ojos reducidos, es-casos pigmentos, largas barbillas sensoriales y tejido adiposo muy abundante, especialmente en el pedúnculo caudal y en la base de las aletas dorsal y anal, en este pez se agregan otras que le permiten moverse en espacios intersticiales reducidos compartidos con otras especies que viven enterradas: reducción de los canales y po-ros sensoriales de la cabeza, ausencia de cintura pélvica, y aletas pectorales pequeñas y ocasio-nalmente ausentes. Por el momento, es el pez subterráneo sudamericano encontrado a mayo-res altitud, latitud sur y longitud oeste.

Vistas lateral (arriba) y dorsal y detalle ampliado de la cabeza tomadas en laboratorio del pequeño bagre subterráneo Phreatobius sanguijuela, descubierto en 2005 en el departamento de Santa Cruz, en el área del río Iténez o Guaporé de la Amazonia boliviana. La barra que da la escala de las dos imágenes de la izquierda mide 2cm. Imagen publicada por Ohara et al. en el Journal of Fish Biology, 2016, citado en las lecturas sugeridas.

Dos ejemplares del bagre subterráneo Silvinichthys bortayro, descubierto en 2001 en napas freáticas de la periferia de la ciudad de Salta. El mayor mide unos 3cm de largo. En el ángulo inferior izquierdo asoma un ejemplar juvenil de la especie de aguas superficiales Trichomycterus spegazzinii. Fotografía tomada en acuario, FACEN, UN Catamarca.

A diferencia de otros peces subterráneos, del último se conocen parientes del mismo género que no pertenecen a la ictiofauna estrictamente subterránea, cuyos ejemplares no presentan tantas modificaciones morfológicas útiles en ambientes de acuíferos, donde escasea el alimento, falta la luz y los espacios para moverse son reducidos. Entre esas especies genealógicamente (o, con más precisión, fi-logenéticamente) cercanas que habitan aguas superficiales se cuenta una con cintura y aleta pélvica acortada que habita a más de 1000km de distancia en Mendoza (S. mendozensis), igual que varias otras que habitan en San Juan y La Rioja, que también comparten dichas modificaciones modera-

ARTÍCULO

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Vistas lateral (arriba) y ventral del bagre subterráneo Silvinichtys bortayro. Foto-grafías tomadas en acuario, FACEN, UN Catamarca.

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das y exhiben tendencia a enterrarse en forma temporaria. Esto da la posibilidad de comparar los cambios que sufrió S. bortayro en su especialización por las características del ambiente en que vive.

Además de los estudios morfológicos, la evidencia molecular que se obtuvo por la secuenciación de genes mitocondriales (12S, 16S, ND4) y nucleares (H3) de S. bortayro demuestra el mencionado parentesco con las

Luis FernándezDoctor en ciencias biológicas, UNT.

Investigador adjunto del Conicet en la Fundación

Miguel Lillo, Tucumán.

Profesor asociado, Universidad Nacional de

Catamarca.

[email protected]

Julieta Andreoli BizeProfesora de ciencias biológicas, Universidad

Nacional de Catamarca.

Auxiliar docente de la misma universidad.

Hugo Luis LópezDoctor en ciencias naturales, UNLP.

Jefe de la División Zoología Vertebrados, Museo

de La Plata.

LECTURAS SUGERIDAS

FERNÁNDEZ L et al., 2007, ‘A new phreatic catfish of the genus

Phreatobius Goeldi 1905 from groundwaters of the Iténez River’,

Zootaxa, 1626: 51-58.

FERNÁNDEZ L & DE PINNA M, 2005, ‘Phreatic Catfish of the

Genus Silvinichthys from Southern South America’, Copeia, 2005,

1: 100-108.

MURIEL-CUNHA J & DE PINNA M, 2005, ‘New data on cistern

catfish Phreatobius sangujuela’, Journal of fish biology, doi:

10.1111/jfb.13037.

OHARA W, DA COSTA ID & FONSECA ML, 2016, ‘Behaviour,

feeding habits and ecology of the blind catfish Phreatobius

cisternarum from subterranean waters at the mouth of the

Amazon river’, Papéis Avulsos de Zoologia, 45, 26: 327-339.

PROUDLOVE GS, 2006, Subterranean Fishes of the World,

International Society for Subterranean Biology, Moulis.

SHIBATTA OA, MURIEL-CUNHA J & DE PINNA M, 2007, ‘A new

subterranean species of Phreatobius from the South-western

Amazon basin’, Papéis Avulsos de Zoologia, 47, 17: 191-201.

especies superficiales del mismo género Silvinichthys, y también con especies de otro grupo pertenecientes al género Trichomycterus que habitan en el oeste y noroeste de la Argentina.

El estudio de los peces de ambientes extremos per-mite reconstruir las modificaciones morfológicas, fisio-lógicas y etológicas que ocurrieron, por ejemplo, en el oeste y noroeste de la actual Argentina, en la sucesión de generaciones que van desde los ancestros que habita-ban aguas superficiales de la cordillera hasta las actuales especies de aguas subterráneas. Al mismo tiempo, la su-pervivencia de estos linajes depende del grado de alte-ración que produzca en el ambiente en que viven el cre-cimiento demográfico y económico de la región. Este incluye crecientemente actividades como el turismo, la minería, la agricultura, la ganadería y la introduc-ción de especies exóticas, por ejemplo, la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), que pueden –si no se ejercen cuidadosos controles– alterar gravemente el ambiente y afectar a las comunidades que viven en él.

Los autores agradecen la ayuda de Hugo Fernández, Mirna Hilal y del Instituto Biodiversidad Neotropical, Universidad Nacional de Tu-cumán-Conicet.

Peces freáticos de Sudamérica

Orden y especie Descubierta en Año Altitud (m)

Characiformes

Stygichthys typhlops* Minas Gerais, Brasil 1962 450

Siluriformes

Phreatobius cisternarum Pará, Brasil 1903 10

Phreatobius dracunculus Rondônia, Brasil 2005 130

Phreatobius sanguijuela Santa Cruz, Bolivia 2005 170

Silvinichthys bortayro Salta, Argentina 2001 1250

* También aparece citado en la literatura como pez de cavernas.

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CONICET dialoga

CONICET: ciencia en tu vida

Detectan por primera vez imágenes de la fusión de dos estrellas de neutronesLa colaboración internacional de astrónomos,

en la que participan científicos del CONICET,

logró la imagen de la colisión de estas masas

a 130 millones de años luz de la Tierra.

Por María Bocconi

La colaboración internacional TOROS

(Transient Optical Robotic Observatory of the South), de la que participan científicos argen-

tinos, logró la primera observación de la luz

emitida por el choque de dos estrellas de neu-

trones, un evento que ocurrió con una cercanía

a la Tierra de 130 millones de años luz. La ob-

servación fue mediante telescopios ubicados

en Sudamérica: uno en la estación Astrofísica

de Bosque Alegre, provincia de Córdoba, otro

en el cerro Tololo, en Chile, y un tercero en el

Cordón Macón, Provincia de Salta.

La colaboración TOROS está liderada por

tres argentinos, Diego García Lambas, inves-

tigador superior del CONICET y director del

Instituto de Astronomía Teórica y Experi-

mental (IATE, CONICET-UNC), Lucas Macri,

de la Universidad de Texas A&M y Mario Díaz,

director del Centro de Astronomía de Ondas

Gravitacionales de la Universidad de Texas

del Valle del Río Grande, y formada por más

de 30 científicos e ingenieros de EEUU, Méxi-

co, Brasil, Chile y Argentina.

Es la primera detección y observación

simultánea del choque de dos estrellas de

neutrones. LIGO [Laser Interferometer Gravi-tational-Wave Observatory] mediante tres de-

tectores de ondas gravitacionales (dos en Es-

tados Unidos y uno en Italia) observó, el 17 de

agosto, la emisión estas ondas por la fusión

de dos estrellas de neutrones. Mediante una

triangulación por estas tres detecciones se

pudo precisar una porción del universo de la

cual provenían, con lo cual, cuentan los cien-

tíficos, permitió circunscribir la búsqueda de

la fuente a sólo 50 galaxias.

El telescopio Swope para el reconoci-

miento de Supernovas (SSS, por sus siglas en

inglés) descubrió, pocas horas después de la

alarma enviada por LIGO, una fuente óptica

brillante adyacente a la galaxia NGC4993.

Con esta información y la precisión del ori-

gen del evento los instrumentales de TOROS lo

siguieron y observaron con dos telescopios,

uno en Chile T80S, en cerro Tololo, y otro en

la estación Astrofísica de Bosque Alegre. El

resultado fue publicado hoy en la Revista

The Astrophysical Journal Letters. “Con estos

dos telescopios conseguimos obtener imá-

genes y procesarlas para sacar conclusiones

sobre el significado científico de este even-

to que no se había observado antes”, expli-

ca Mario Díaz.

Además se siguió el evento con más de 60

telescopios en otras partes del mundo, lo que,

confía Díaz, permite tener una visión mucho

más integradora del fenómeno. ”Es un evento

cataclísmico, dramático, una estrella se rom-Líderes de TOROS junto al presidente del CONICET. Foto: CONICET Fotografía.

Observación TOROS. Crédito: gentileza TOROS T80S.

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Espacio institucional

pe alrededor de otra estrella, se mueve muy

rápido la materia. Haber podido observar-

lo de este modo es el comienzo de un nuevo

tipo de astronomía que se llama Astronomía

de Mensajeros Múltiples. Desde ese punto de

vista es un hecho histórico. En esta observa-

ción simultánea, la astronomía entra en una

nueva etapa en la que trabaja no solo la gente

que detecta ondas gravitacionales, sino toda

la comunidad astronómica con distintos ins-

trumentos de distintos tipos”, confía Díaz.

La muerte de las estrellasCuando las estrellas más masivas termi-

nan su vida, primero implotan y luego explo-

tan, lo que se llama explosión de supernova.

Lo que puede quedar después de esa explo-

sión es un agujero negro o una estrella de neu-

trones que, cuenta Macri, ocurre cuando “el

corazón de la estrella es comprimido por fuer-

zas tan grandes que los protones y los electro-

nes se convierten en neutrones.Entonces que-

da una o dos veces la masa del Sol comprimida

en un volumen como el de la ciudad de Buenos

Aires. O sea una cucharadita de ese material

pesa miles de millones de toneladas”.

Las estrellas se forman en general en sis-

temas múltiples y la dinámica los conduce a

sistemas binarios, cuando se forman las su-

pernovas cada una deja corazones muer-

tos que orbitan unos alrededor del otro y se

van acercando hasta fusionarse en un solo

objeto: esto genera las ondas gravitaciona-

les y la emisión de radiación gamma y elec-

tromagnéticas. “En esta fusión es donde se

espera que se forme la mayoría del oro, del

platino, y todos los elementos pesados de la

tabla periódica”, explica Macri.

“Es el final de dos estrellas que giran alo-

cadamente y producen una coalescencia, en

este caso está por verse en qué se transfor-

maron estas dos estrellas de neutrones”, ex-

plica García Lambas y concluye: “El trabajo

de Bosque Alegre consistió en un análisis de

la fotometría de la estrella -decimos estre-

lla porque luce como una estrella- 48 ho-

ras después de que se produjo la detección

de LIGO y esto permitió calibrar cómo es el

decaimiento lumínico que tiene este even-

to puesto que la luz debe salir de una opaca

nube que rodea a este ex par de estrellas de

neutrones, aportando información sobre la

evolución de este tipo de estrella que llama-

mos kilonova”.

CONICET: ciencia en tu vida

Programa franco-argentino de seminarios en biocencias: “Una sola salud: desafíos y oportunidades de la metagenómica”Fue organizado por el CONICET, la Embaja-

da de Francia y el Instituto Pasteur de Mon-

tevideo. Participaron investigadores ar-

gentinos, uruguayos y franceses.

Con el fin de fortalecer una política cien-

tífico-tecnológica de cooperación franco-

argentina, el Instituto Francés de Argenti-

na (IFA) de la Embajada de Francia organizó

junto al Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Técnicas (CONICET) y el Institu-

to de Investigaciones en Ingeniería Genética

y Biología Molecular, Dr. Héctor N Torres (IN-

GEBI, CONICET-UBA) un seminario de meta-

genómica. A su vez, se sumó como anfitrión el

Instituto Pasteur de Montevideo, el cual tie-

ne una estrecha relación con el país galo ya

que es fruto de un acuerdo entre el Gobierno

Nacional Uruguayo, el Gobierno Francés y el

Instituto Pasteur de París.

Este seminario realizado en el Centro

Cultural de la Ciencia (C3) del Polo Científico

Tecnológico, reunió a investigadores y espe-

cialistas argentinos, uruguayos y franceses

para dialogar sobre metagenómica, frontera

del conocimiento orientada a proponer solu-

ciones para el ambiente y la salud, por ejem-

plo, bio-salud, bioinformática, enfermedades

no transmisibles, enfermedades infecciosas,

etc. Esta actividad contó con el apoyo de SA-

NOFI y de la Cooperación Regional Francesa

para América del Sur.

Durante la apertura, Leonardo Erijman, in-

vestigador principal del CONICET en el INGEBI

y curador científico del seminario, remarcó

que los estudios en metagenómica requieren

un trabajo interdisciplinario, y mencionó el

desafío que es para los investigadores inte-

grar saberes de distinto origen. Además, sos-

tuvo que “a nivel local tenemos el desafío de

no ser meros distribuidores de datos sino que

tenemos la necesidad de generar capacidades

propias para manejar el ramo de disciplinas y

encarar problemas a una escala que sea rele-

vante. Creemos que una jornada de esta natu-

raleza nos sirve para conocer algunas de las

posibilidades del uso de herramientas meta-

genómicas y esperamos que resulte un dispa-

rador de nuevas ideas y de vínculos de distin-

tos grupos de investigación”.

Por su parte, Ricardo Ehrlich, presiden-

te del Consejo de Administración del Institu-

to Pasteur de Montevideo, agradeció el apo-

yo del CONICET al desarrollo de la ciencia en

Uruguay. “Fue un estímulo constante, le debe

mucho al INGEBI y a quien fuera su director,

Héctor Torres”. En referencia a la metagenó-

mica explicó que “surge como una potente he-

rramienta que está derribando barreras entre

disciplinas y generando un nuevo pensamien-

to científico y que se encuentra a la búsqueda

de rupturas conceptuales. Actividades como

estas son fundamentales para el avance de la

ciencia”.

En la apertura institucional, el doctor

Alejandro Ceccatto, presidente del CONICET

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CONICET dialoga

remarcó la importancia del evento: “Este pri-

mer seminario vinculado a metagenómica y

sus aplicaciones en salud y ambiente son un

paso más para fortalecer la cooperación en-

tre Francia y Argentina. Es un tema complejo

que requiere aunar capacidades no solo con

Francia sino también regionalmente con el

Instituto Pasteur de Uruguay”.

En este sentido, Yann Lorvo, director del

Instituto Francés de Argentina, en represen-

tación del embajador de Francia en Argen-

tina, Pierre Henri Guignard, destacó que el

CONICET para Francia –y muchos otros paí-

ses en el mundo– es un faro porque “a través

de la comunidad de los investigadores tene-

mos talentos de nivel internacional y pode-

mos imaginar una cooperación entre pares,

y eso es algo estratégico y muy respetado en

Francia”. También adelantó que en breve ha-

brá una convocatoria para que en 2018 un

pasante argentino pueda realizar una estan-

cia en el Instituto Pasteur de París.

La metagenómica es un campo de estu-

dio emergente que abre las puertas para ex-

plorar los genomas de comunidades enteras

de microbios, sin la necesidad de aislarlos

previamente. Esta tecnología se basa en la

extracción, secuenciación y análisis de ADN

microbiano extraído directamente de comu-

nidades de muestras de diversos ambientes,

como agua, suelo, tracto digestivo, etc., que

permite obtener información no sólo de la es-

tructura de la comunidad (riqueza de espe-

cies, diversidad y distribución) sino también

de la función potencial de la comunidad. El

seminario se organizó en torno a cuatro me-

sas temáticas: hábitats microbianos, micro-

biomas ambientales, microbioma humano y

metagenómica y biotecnología.

Estuvieron presentes, la doctora Mirtha

Flawiá, vicepresidenta de Asuntos Científi-

cos del Consejo; Carlos Van Gelderen, miem-

bro del Directorio del Consejo; Jorge Tezón,

gerente de Desarrollo y Responsable del Área

Internacional del CONICET; Eric Bourland,

agregado para la ciencia y la tecnología del

Instituto Francés de Argentina de la Embaja-

da de Francia; y representantes del INGEBI,

el Instituto Pasteur de Montevideo y el Insti-

tuto Pasteur de París.

CONICET: ciencia en tu vida

Programa Nacional Ciencia y Justicia - Carla Villalta: una mirada antropológica a la Justicia destinada a niños, adolescentes y familiasLa investigadora, especialista en la temá-

tica, revisa la legislación y las prácticas de

ese ámbito.

Por Cintia Kemelmajer

¿Cómo actúa la Justicia cuando están en

juego cuestiones emocionales y sentimien-

tos? Lejos de la letra fría de la ley, ¿cómo li-

dian las leyes? ¿Qué sucede cuando no se

tratan cuestiones patrimoniales o de derecho

privado? La Dra. Carla Villalta, doctora por la

Universidad de Buenos Aires (UBA), investiga-

dora adjunta del Consejo Nacional de Inves-

tigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

y flamante incorporación del Programa Na-

cional Ciencia y Justicia, analiza desde la

antropología las prácticas de la Justicia de

Menores y de Familia, y pone al servicio su

investigación de hace años en el campo, para

brindar una mirada de la legislación del pa-

sado que permita mejorar las condiciones

normativas actuales de acuerdo a un enfo-

que de derechos humanos.

Porque la Justicia destinada a niños/as

y familias es intrínsecamente compleja por

sí misma: se dedica a resolver cuestiones

del orden afectivo, como cuál de los padres

debe vivir con el niño o niña, cómo se des-

empeñan las actividades de cuidado, el ré-

“Una sola salud: desafíos y oportunidades de la metagenómica”. Foto: CONICET Fotografía.

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Espacio institucional

gimen de visitas, condiciones de adopción

o vinculación con la familia biológica. Pa-

radójicamente, sobre esas decisiones, has-

ta hace pocos años, los niños no tenían voz

propia: eran los adultos –padres, magistra-

dos, otros funcionarios- los que decidían por

ellos. Recién en 2005, con la sanción de una

ley de protección integral de los derechos de

niños, niñas y adolescentes -que incorporó

los lineamientos de la Convención de los De-

rechos del Niño- se instauró, por ejemplo, el

derecho de los menores de edad a tener un

abogado propio. Así, los niños comenzaron

a ser vistos en el ámbito judicial como figu-

ras independientes de sus padres, con voz

propia y con opiniones válidas y dignas de

ser escuchadas. Sin embargo, fue recién en

2015 con la sanción del nuevo Código Civil y

Comercial de la Nación que los niños y niñas

dejaron de ser conceptualizados como “in-

capaces”. “De hecho, explica Villalta, hasta

2015 los niños menores de 14 años formal-

mente se consideraban “incapaces absolu-

tos”; y los de 14 a 18 años, “incapaces relati-

vos”: eso decía el Código Civil sancionado en

1869. Ello implicó que tradicionalmente, los

niños, niñas y adolescentes no gozaran de un

estatuto propio dentro de los tribunales, y

“eran vistos como un apéndice de sus padres

o bien como seres inferiores que no podían

decidir nada por sí mismos”.

Claro que de la aplicación a la adecua-

ción hubo y sigue habiendo un largo trecho:

a doce años de su implementación, la figura

del abogado del niño “es bastante conocida

en términos abstractos, pero todavía poco

usada en términos prácticos”, explica Villal-

ta, que analizó, por ejemplo, las modalida-

des que adoptó y las tensiones que generó la

instrumentación de la figura del abogado del

niño en su paper Cuando lo privado se hace público: el abogado de familia del niño en la Justicia de Familia. Sus conclusiones se des-

prenden después de haber co-dirigido una

investigación a partir de la cual se releva-

ron y analizaron expedientes judiciales y se

mantuvieron una gran cantidad de charlas y

entrevistas con actores de la justicia. Ese es

uno de los estudios que pone a disposición

de la Justicia del fuero, para conocer las di-

ficultades y persistencias con las que se en-

frenta un enfoque de derechos humanos en

este ámbito. Una mirada científica que per-

mite revisar la legislación, y fundamental-

mente las condiciones sociales y materiales

que hacen o no posibles distintas transfor-

maciones.

Los inicios de la especializaciónEl camino de Villalta dentro de la antro-

pología, hasta convertirse en especialista en

temáticas relativas a las formas de adminis-

tración judicial de niños y familias, fue direc-

to: cuando aún era estudiante de grado se in-

sertó en el Equipo de antropología política y

jurídica de la Facultad de Filosofía y Letras

de la Universidad de Buenos Aires y, al mis-

mo tiempo, comenzó a trabajar en un orga-

nismo público de la Ciudad de Buenos Aires

que brindaba patrocinio jurídico gratuito a

niños, niñas y adolescentes.

Su tesis de licenciatura, entonces, se

enfocó en la justicia de menores: concreta-

mente en las prácticas que rodeaban la apli-

cación de la Ley de Patronato de Menores,

sancionada en 1919 y que instauraba la tu-

tela estatal. A la tesis de licenciatura siguie-

ron, lógicamente, otras. En la investigación

de doctorado, abordó las condiciones socia-

les de posibilidad de la apropiación criminal

de niños durante la dictadura, entendiéndo-

la como un “evento crítico” cuya potencia

dislocó valores y prácticas usuales en rela-

ción con la infancia. Lo que analizó fue cómo

las categorías jurídicas preexistentes a la

dictadura –como las de la Ley de Patronato,

por ejemplo-, coadyuvaron y fueron puntos

de anclaje para posibilitar esa apropiación

criminal. A ello le siguieron nuevas líneas

de investigación para conocer cómo se tra-

mitan actualmente las adopciones de niños.

Ahora, Villalta estudia los debates emergen-

tes surgidos en el campo a partir de la imple-

mentación de un enfoque de derechos en la

justicia destinada a niños/as y familias, y los

efectos materiales, sociales e instituciona-

les producidos por la puesta en vigencia de

las nuevas legislaciones sancionadas en los

últimos años

Siempre con la mira puesta en los dis-

positivos jurídico-burocráticos de interven-

ción sobre la infancia y sus familias, aho-

ra desde el Programa Nacional Ciencia y

Justicia, Villalta señala que su objetivo es

también “entablar un diálogo entre la antro-

pología y el derecho, a través de pericias y

asesorías, desde ya en casos concretos, pero

también un diálogo más allá de lo meramen-

te instrumental, para que la Justicia se pue-

da pensar a sí misma, revisar sus prácticas, y

ponerse en perspectiva. Éste es también un

desafío para lograr la plena vigencia de un

enfoque de derechos humanos”.

Carla Villalta. Foto: CONICET Fotografía.

51Volumen 27 número 157 octubre - noviembre 2017

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Política y sectores popularesLa investigación social ante una relación siempre vidriosa

Una de las particularidades de la investiga-ción en ciencias sociales es que los fenó-menos a estudiar suelen estar imbricados con las imágenes y las ideas que la socie-dad se hace de ellos. La vida social elabora

permanentemente preguntas, explicaciones y juicios so-bre sus hechos, protagonistas y problemas. Esas pregun-tas y sus respuestas forman parte ineludible del objeto de investigación.

Como antropóloga interesada en comprender los modos contemporáneos de participación política de las clases populares argentinas, parte de mi universo de in-terrogación está dado por las controversias sociales de las que suelen ser objeto las prácticas políticas de quie-nes habitan las grandes periferias urbanas, como el Gran Buenos Aires. En las últimas dos décadas, ese territorio

se constituyó en ícono de la política bajo sospecha: la del clientelismo, la compra de votos y el uso electoral de la pobreza.

En las arenas públicas, estas últimas expresiones sue-len emplearse para denunciar modos de acción política basados en estímulos materiales, una concepción de la política popular que denominaremos economicista, y que se contrapone a otra, que llamaremos moralista, consis-tente en la acción política fundada en el compromiso y la convicción ideológica. La oposición entre el eco-nomicismo y el moralismo encuadra las respuestas a la pregunta sobre por qué la gente actúa políticamente como lo hace; en torno a esa pregunta se organiza el debate social acerca de las formas legítimas e ilegítimas de participación popular tanto en lo que se refiere a la representación –por qué esa gente vota lo que vota– como

Julieta QuirósInstituto de Antropología de Córdoba

(IDACOR), UNC-Conicet

¿DE QUÉ SE TRATA?

Formas y razones de la actividad política entre los habitantes de barrios pobres de las grandes aglomeraciones urbanas.

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a la movilización –por qué la gente toma parte de actos, marchas, ocupación de predios o piquetes–.

Las razones economicistas –van para conseguir un plan– y moralistas –van por su compromiso con una cau-sa– son los términos polares de una respuesta social y po-líticamente disputada. En momentos de efervescencia po-lítica, como los vividos en la Argentina los últimos años, la competencia entre estas concepciones se exacerba: los análisis mediáticos de las numerosas marchas y contra-marchas que se realizan en el espacio público procuran explicar no solo la magnitud de las movilizaciones sino, también, evaluar en cada caso –a modo de justificación o de denuncia– quiénes y cómo participan en ellas.

La lógica dicotómica que asumen esas controversias perturba el análisis científico porque no permite dar cuenta de la naturaleza sustancialmente impura o híbri-da de los hechos sociales. Moralismo y economicismo escinden dimensiones de acción y motivación que en los hechos coexisten en forma simultánea. Para la mira-da sociológica o antropológica, la identificación de un interés individual en una acción política no la convierte en algo puramente interesado. Un interés no anula ni contamina la existencia simultánea de móviles desinte-resados. Además, es difícil establecer una jerarquía entre ambos órdenes de motivación y solo es posible determi-nar empíricamente su peso relativo en casos concretos.

Tal determinación encuadra centralmente en el tipo de conocimiento que produce la antropología, entre cuyos métodos se cuenta el etnográfico, que consiste en la inmersión del investigador en el discurrir cotidia-no de los procesos sociales estudiados y sus relaciones.Así, mediante la observación participante se puede ir más allá de lo que las personas dicen sobre su actividad política y apreciar los cursos concretos de acción e in-

teracción que constituyen su forma de vivir y practicar la política. He aquí la materia prima de nuestro trabajo.

Del clientelismo a la negociación

La crítica economicista supone que la actividad po-lítica de las clases subalternas descansa en un tipo parti-cular de transacción: el intercambio de adhesión política por lo que el sociohistoriador Michel Offerlé, profesor de la École normale supérieure de París, llama bienes par-ticularistas divisibles, los cuales en el contexto argentino abarcan desde empleos públicos y programas de distri-bución de renta hasta objetos esgrimidos por versio-nes caricaturescas del economicismo, como colchones o choripanes. En el debate público, es común atribuir esos intercambios a falta de cultura política. Este retra-to, ampliamente arraigado en el sentido común lego y académico, deja fuera un hecho social fundamental: las formas de hacer política están bajo permanente interro-gación y monitoreo no solo por actores externos sino por sus propios protagonistas.

El trabajo de campo en barrios periféricos del sur del Gran Buenos Aires muchas veces me colocó ante situa-ciones en las que mis interlocutores –vecinos, referentes o punteros partidarios, dirigentes y militantes de organi-zaciones piqueteras o barriales, empleados y funcionarios gubernamentales de distintos niveles– confrontaban opi-niones, juicios, aprobaciones y reprobaciones de acciones políticas propias y ajenas. Fui descubriendo que estas inte-racciones, las más de las veces con la apariencia de conflic-tos interpersonales, constituían controversias por las que disputaban y definían cotidianamente formas apropiadas e inapropiadas de hacer política y, en definitiva, las posibi-lidades de la política en cuanto tal.

Observar las interacciones cotidianas entre vecinos y referentes del peronismo bonaerense equivale a seguir de cerca cómo unos y otros negocian sus compromi-sos recíprocos a partir de lo que cada parte considera justo. En función de esos cálculos morales –si tal o cual referente realmente se mueve por la gente y los proble-mas del barrio, o si solo lo hace por quienes lo apoyan políticamente–, las personas definen y redefinen sus ad-hesiones políticas: a quién acompañan y a qué, de qué participan y cómo.

Análogamente, la vida cotidiana de organizaciones del tipo de las piqueteras está signada por evaluaciones sobre cómo garantizar criterios y principios de derecho adecuados para la gestión y administración de recursos socialmente significativos, como los destinados a pro-gramas sociales, comedores comunitarios, puestos de trabajo en cooperativas o actividades productivas. Los vecinos participan de los procesos colectivos de juicio,

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ajuste y reformulación de esos criterios; en el curso de sus relaciones y prácticas políticas las personas produ-cen y transforman acuerdos y desacuerdos que nunca están definidos de antemano.

Así, esta experiencia me mostró que la cultura clien-telar, el concepto que para muchos –los poderosos, los medios de comunicación– explica la actividad política de los sectores populares, es para estos una preocupa-ción cotidiana y una acusación esgrimida en su perma-nente negociación y regulación práctica de los modos aceptables y los inaceptables de hacer política.

Más allá del clientelismo

Al enfatizar el peso de las prácticas clientelísticas, se incurre en una reducción análoga a la de sustituir el movimiento de una película por la estática de una foto. Observando la trastienda de elecciones, actos partidarios o acciones de protesta advertimos, por un lado, la natu-raleza duradera e interpersonal de los vínculos que los ciudadanos establecen con actores políticos intermedios, como punteros, dirigentes y organizaciones sociales del barrio. Por otro lado, resulta claro que el trabajo cotidia-no de estos actores es necesario para que las demandas individuales y colectivas lleguen a los poderes públicos.

Esa labor, sin embargo, no se reduce a bienes parti-cularistas divisibles: atañe igualmente a bienes públicos

indivisibles, como infraestructura y servicios públicos barriales, lo mismo que a bienes intangibles que los ac-tivistas barriales procuran conseguir en un contexto que el sociólogo Javier Auyero, profesor de la Universidad de Texas en Austin, llamó la resolución de problemas de la vida cotidiana en condiciones de desigualdad estruc-tural: conseguir una ambulancia ante una emergencia, asistir a un vecino en los trámites necesarios para some-terse a una cirugía de alta complejidad, orientar a una vecina ante una situación de violencia familiar.

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Buena parte del trabajo político de las organizaciones y los actores intermedios consiste en solucionar cues-tiones que no avanzan por las vías burocráticas, en trá-mites realizados ante dependencias estatales o sus sitios de internet. La noción de referente, hoy generalizada en el léxico político para referir a los otrora llamados peyora-tivamente punteros, permite dar cuenta de esta lógica: en los barrios el referente suele ser alguien en quien los ve-cinos pueden apoyarse, no solo o no necesariamente en términos políticos o partidarios sino, también, en mate-ria de sus relaciones concretas con el Estado. El referente conoce funcionarios y oficinas de gobierno, puede hacer averiguaciones y consultas, puede seguir el caso de cada uno. De este modo, el Estado se hace presente en la vida del vecino por interpósita persona.

Cómo funcionan las democracias

Lo dicho hasta acá permite arrojar luz sobre el doble carácter –representación y movilización– de las expre-siones políticas populares. Las democracias en funciona-miento efectivo no se reducen a elecciones e institucio-nes representativas. Como lo señala el politólogo indio Partha Chatterjee, profesor de la Universidad de Colum-bia, existen muchos derechos ciudadanos que requieren de acciones no institucionales para ser ejercidos, pues las instituciones establecidas no los acogen, aunque puedan reconocerlos. En lenguaje del politólogo nombrado, es el campo en que actúa la sociedad política, el conjunto de

prácticas mediante las cuales las poblaciones reivindican derechos y notifican a sus gobernantes cómo necesitan o prefieren ser gobernadas. Hacen lo anterior desbordan-do o incluso infringiendo canales legalmente estableci-dos, como sucede con la ocupación de espacio público o de propiedades privadas.

Cuando la acción cívica no resulta adecuada para ha-cerse oír, cada sector social se vale de las modalidades de acción a su alcance. Los sectores dominantes suelen ape-lar a acciones sigilosas como el cabildeo o lobby; quie-nes se encuentran cerca de la base de la pirámide social lo hacen importunando físicamente a otros en el espacio público y causando molestias que induzcan al Estado a tomar cartas en el asunto. En la historia argentina recien-te, por ejemplo, el piquete o corte de ruta fue uno de los modos de acción política de las organizaciones que ocuparon el vacío dejado desde la década de 1990 por el retroceso del movimiento sindical. Esas organizaciones pasaron a representar a un nuevo sujeto social y políti-co: el desocupado. Con el tiempo, este pasó a integrar la más amplia categoría del sector de la economía social o popular, que actualmente representa cerca del 40% de la clase trabajadora.

El piquete puede describirse como una acción de protesta. Pero cuando lo estudiamos en su funciona-miento concreto –cómo se inicia, cuándo, por quiénes, ante quiénes, cómo se disuelve–, advertimos que esa ex-presión deja demasiado afuera. La antropóloga Virginia Manzano ha mostrado que, a lo largo de las últimas tres décadas, el piquete se ha instituido en la Argentina como la forma socialmente reconocida, incluso aceptada por los gobiernos, de que ciertos sectores relegados hagan

conocer sus demandas.En mi investigación en el

Gran Buenos Aires he podido advertir la contigüidad y equi-valencia de piquetes y movili-zaciones con otras prácticas menos visibles y espectacula-res de demanda e interlocu-ción, a las que también apelan las organizaciones de desocu-pados: llamados telefónicos, pedido de audiencias, entrega de petitorios en oficinas esta-tales. Estas acciones, sin em-bargo, no suelen bastar, por-que los funcionarios tienden a acumular notas, prorrogar y evitar reuniones y demorar respuestas, hasta que la movi-lización irrumpe como un le-trero que les indica el arribo

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Julieta QuirósDoctora en antropología, Universidad

Federal de Río de Janeiro.

Investigadora adjunta del IDACOR,

Universidad Nacional de Córdoba-

Conicet.

Docente de la maestría en

antropología, Facultad de Filosofía y

Humanidades, UNC.

LECTURAS SUGERIDAS

AUYERO J, 2001, La política de los pobres: las prácticas clientelistas del

peronismo, Manantial, Buenos Aires.

CHATTERJEE P, 2008, La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios

subalternos, Siglo XXI, Buenos Aires.

FERNÁNDEZ ÁLVAREZ MI, 2016, Hacer juntos. Contornos, relieves y dinámica

de la política colectiva, Biblos, Buenos Aires.

FERRAUDI CURTO M, 2014, Ni punteros ni piqueteros. Urbanización y política

en una villa del conurbano, Gorla, Buenos Aires.

MANZANO V, 2013, La política en movimiento. Movilizaciones colectivas y

políticas estatales en la vida del Gran Buenos Aires, Prohistoria, Rosario.

OFFERLÉ M, 2011, Perímetros de lo político: contribuciones a una

sociohistoria de la política, Antropofagia, Buenos Aires.

QUIRÓS J, 2011. El porqué de los que van. Peronistas y piqueteros en el Gran

Buenos Aires, Antropofagia, Buenos Aires.

VOMMARO G y QUIRÓS J, 2011, ‘Usted vino por su propia decisión.

Repensar el clientelismo en clave etnográfica’, Desacatos, 36: 65-84.

del momento de sentarse a conversar. La movilización, a diferencia de los otros recursos nombrados, no puede ser ignorada. La investigación etnográfica sugiere que las acciones de protesta, más que situarse al margen de las ló-gicas institucionales, son parte de su operación práctica.

Las personas hacen política, la política hace las personas

Las explicaciones moralistas y economicistas relegan a una categoría residual la dimensión intersubjetiva o, en palabras del socioantropólogo francés Marcel Mauss (1872-1950), el carácter de hecho social total que reviste la actividad política. Solo tras acompañar a mis inter-locutores barriales en el funcionamiento diario de sus organizaciones piqueteras pude apreciar el significado que esos espacios revestían para sus protagonistas. Entre otras cosas, estar ahí era una forma de estar ocupados, de tener posibilidades de existencia social en un mundo sacudido por el desempleo estructural.

Los trastornos socioculturales producidos por la cri-sis de las sociedades industriales, observa el sociólogo estadounidense Philippe Bourgois, no han sido debida-

mente documentados ni por la ciencia social ni por las estadísticas oficiales, y tampoco han sido adecuadamente abordados por las políticas públicas. Un destino análogo les ha tocado a las experiencias de creatividad social y política con que las personas hacen frente a esas condi-ciones estructurales. Los efectos de estar haciendo cosas –y haciendo colectivamente, como enfatiza María Inés Fernández Álvarez– están entre las razones de la política que ni el economicismo ni el moralismo incorporan en su horizonte de explicación. De este modo, ahondan la incomprensión de los procesos políticos populares.

La investigación etnográfica invita a ensanchar el len-te con que miramos la política popular. También ayuda a replantear la manera en que esta se interroga, y enseña que antes de determinar por qué se debería examinar cómo las personas participan de los espacios políticos, cómo se aproximan, cómo se comprometen y se distan-cian unas de otras.

Esto no implica abandonar la pregunta de por qué sino más bien asumir que, para responderla con seriedad y tomar en cuenta su carácter complejo, se requiere una indagación propiamente empírica, que siga de cerca los modos cotidianos, siempre dinámicos y oscilantes, en que personas de carne y hueso crean y recrean relaciones políticas.

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¿Cuáles son las contribuciones al conocimiento realizadas por los ganadores de premios que, a lo largo de más de un siglo, se convirtieron en uno de los mejores mecanismos del mundo para identificar avances cruciales de las ciencias?

Los premios

Nobel 2017

J Daniel AromíFacultad de Ciencias Económicas, UBA

La economía de la conducta

Este año, el premio en ciencias económicas instituido por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel fue otorgado al estadounidense Richard Thaler, de la Univer-sidad de Chicago, por sus contribuciones a la economía de la conducta o economía conductual.

Tradicionalmente, el análisis económico recurre a modelos basados en que los actores no enfrentan lími-tes cognitivos. En otras palabras, considera que pueden incorporar la información disponible y realizar los cóm-putos necesarios para tomar las decisiones que más los acerquen a sus objetivos. Adicionalmente, los modelos postulan comúnmente que la única motivación de los actores es su bienestar individual, lo cual significa que su comportamiento no toma en cuenta consideraciones de justicia o el bienestar de otros agentes.

Entre los esquemas que se apoyan en estos supuestos se encuentran los modelos de conducta competitiva, el modelo de la utilidad esperada aplicado a decisiones en contextos de incertidumbre, y los modelos que compa-ran a valores presentes los costos y beneficios esperados en distintos momentos futuros o modelos de utilidad intertemporal descontada. Adicionalmente, buena parte de la teoría de juegos se apoya en estos supuestos.

Entre otros logros, dichos esquemas han permitido comprender el funcionamiento de los mercados con in-formación asimétrica, las dinámicas macroeconómicas

ECONOMÍA

Richard Thaler

y las relaciones contrac-tuales. Si bien los analistas usualmente reconocen que pueden existir límites cog-nitivos o que los agentes pueden tener motivaciones que exceden su bienestar individual, se argumenta que estas simplificaciones son útiles para mejorar la comprensión de fenóme-nos sociales complejos.

El nombre economía de la conducta se refiere a un conjunto de análisis que evalúan empíricamente la vali-dez de los anteriores supuestos. Abarca, además, nuevos modelos que prescinden de los supuestos simplificado-res señalados en procura de mejorar la compresión de los fenómenos económicos.

A lo largo de su prolífica carrera, Richard Thaler realizó diversas contribuciones a la economía conduc-tual, entre ellas, el concepto de la contabilidad mental, que comenzó a definir en la década de 1980. Por semejanza con la contabilidad de las empresas, Thaler sugirió que las personas procesan información, categorizan gastos y evalúan resultados. Dado que tienen recursos cogni-tivos limitados, la contabilidad mental les permite sim-plificar la tarea y llegar a conclusiones que influyen en su comportamiento. Estas ideas estuvieron inspiradas, en parte, en la teoría de toma de decisiones elabora-da por los psicólogos Daniel Kahneman –ganador del Nobel de economía en 2002– y Amos Tversky (1937-1996).

CIENCIA EN EL MUNDO

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Este nuevo marco conceptual permite explicar nu-merosas situaciones en que la conducta se desvía de lo esperable cuando es analizada a la luz de los modelos tradicionales. Así, las personas manifiestan importantes diferencias de su valuación de un bien o servicio según consideren comprarlo o venderlo; la frecuencia con la que evalúan pérdidas o ganancias influye sobre sus deci-siones de inversión en activos riesgosos; los presupuestos asociados con distintas categorías de bienes modifican las decisiones de gasto; y su propensión a gastar varía según la fuente de ingresos o el tipo de riqueza. Como indica el título de un artículo publicado por Thaler en 1999 (‘Mental accounting matters’, Journal of Behavioural Decision Making, 12, 3: 183-206) estos ejemplos sugieren que la contabilidad mental importa.

Otro conjunto de contribuciones de Thaler se re-laciona con el estudio de las decisiones intertemporales, que implican recibir o erogar dinero en momentos distin-tos. En un artículo publicado de 1981 en coautoría con el economista de origen canadiense Hersh Shefrin (‘An Economic Theory of Self-Control’, Journal of Political Eco-nomy, 89, 2: 392-406), describió un modelo en el que hay un conflicto entre dos actores: uno que planea y otro que ejecuta, y en el que el segundo actúa con miopía, es decir, pone su interés de modo preponderante en el corto plazo, mientras el primero, con una visión dirigida a más largo plazo, procura influir sobre el comportamiento del ejecutor. Estos modelos teóricos, que reflejan diferentes circunstancias del mundo real, recibieron apoyo empíri-co en experimentos realizados por el mismo Thaler.

Hoy, a solo unas décadas de distancia, esta perspectiva también resultó sustentada por estudios que documenta-ron actividad cerebral cuando la gente toma decisiones. Así experimentos de neurobiología mostraron que al-gunas regiones evolutivamente antiguas del cerebro se activan al evaluar decisiones que tienen consecuencias inmediatas, pero no se activan al evaluar decisiones cu-yas consecuencias están alejadas en el tiempo.

De acuerdo con estos análisis, los hogares pueden en-contrar dificultades a la hora de cumplir con sus planes de ahorro, pues las inclinaciones cortoplacistas se opo-nen a los planes de largo plazo. En este contexto, se han imaginado mecanismos que restrinjan el comportamien-to cortoplacista. Thaler y el jurista Cass R Sunstein, de la

J Daniel AromíDoctor (PhD) en economía, Universidad

de Maryland en College Park.

Investigador en el Instituto

Interdisciplinario de Economía Política de

Buenos Aires, UBA-Conicet.

LECTURAS SUGERIDAS

REAL ACADEMIA SUECA DE CIENCIAS, 2017, ‘Easy money or a golden pension? Integrating economics with psychology’, accesible en la página https://www.nobelprize.org/ nobel_prizes/ economic-sciences/

laureates/2017/popular-economicsciences2017.pdf

Universidad de Harvard, hablan de paternalismo libertario en su libro Nudge: Improving Decisions about Health, Wealth and Hap-piness (Yale University Press, 2008) para referirse a pe-queños estímulos orientados a producir un mejor balan-ce entre satisfacciones presentes y futuras, por ejemplo, recordatorios o formularios diseñados con ese propósi-to. Desde una perspectiva más tradicional y paternalista, las decisiones intertemporales que llevan a niveles de ahorro típicamente insuficientes se contrarrestan con re-glas que imponen aportes o ahorros obligatorios, y con programas que garantizan ingresos a adultos mayores.

Un tercer grupo de trabajos de Thaler se refiere a cir-cunstancias en las que los agentes están motivados por el bienestar de otros o por creencias acerca de lo que es justo. Como parte de ellos concibió y ejecutó un conjun-to de experimentos simples pero informativos en los que los sujetos toman decisiones económicas considerando el bienestar de terceros y sus propios conceptos sobre lo justo. Adicionalmente, llevó a cabo encuestas para descu-brir lo que la gente considera justo en mercados no com-petitivos y en relaciones contractuales. Esas opiniones, ar-gumentó, pueden tener efectos sobre el funcionamiento de los mercados y las estipulaciones de los contratos. Por ejemplo, rigideces en los precios y en los términos de contratos pueden ser una forma de evitar descontentos, o conflictos asociados con percepciones de injusticia.

Thaler también realizó contribuciones en el campo de las finanzas, por ejemplo, en el análisis de sobre-rreacciones en mercados financieros o anomalías en el valor de fondos de inversión, emprendidas en colabo-ración con el economista Shlomo Benartzi, de la Uni-versidad de California en Los Ángeles. En ellas, propuso una explicación al fenómeno observado a lo largo del siglo XX, por el cual el retorno de las acciones resultó mucho mayor que el de los bonos del gobierno, una anomalía conocida como el misterio de la prima de riesgo (equity premium puzzle).

Los trabajos de Richard Thaler, en síntesis, documen-taron situaciones en múltiples campos de la economía que constituyen anomalías para la teoría económica tradicional. Su manera de ver las decisiones económi-cas influyó en cómo la disciplina analiza hoy problemas importantes tomando en cuenta la forma en que las per-sonas guían su comportamiento.

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FÍSICA

Mario C DíazUniversity of Texas Rio Grande Valley (UTRGV)

La Real Academia de Ciencias de Suecia otorgó el pre-mio Nobel de física 2017 a tres integrantes de la cola-boración científica internacional Ligo-Virgo dedicada a la búsqueda de ondas gravitacionales. La mitad del premio correspondió a Rainer Weiss (nacido en Berlín en 1932), del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y la otra mitad se repartió entre Barry Barish (nacido en 1936) y Kip Thorne (nacido en 1940), ambos del Instituto de Tecnología de California (Caltech).

El 11 de febrero de 2016 se anunció la detección de ondas gravitacionales, como lo explica una nota de Car-los Kozameh publicada en CienCia Hoy en mayo-junio de ese año. Esa primera detección y otras posteriores abrieron una nueva ventana al universo: la astronomía de ondas gravitacionales. Los hallazgos fueron el resul-tado de un trabajo de equipo que se fue perfeccionando lentamente por los más de veinticinco años transcurridos desde que se construyeron los detectores usados en el descubrimiento. Si contamos desde el momento en que Einstein predijo teóricamente la existencia de esas ondas, su descubrimiento experimental se demoró un siglo.

La historia de la física moderna es en gran medida la de las predicciones teóricas de la existencia de partícu-las que actúan como mediadoras de interacciones físicas y su posterior descubrimiento experimental. Así, Ernest Rutherford (1871-1937) predijo en 1920 la existencia del neutrón, que James Chadwick (1891-1974) encon-tró doce años después; Wofgang Pauli (1900-1958) pre-dijo la existencia del neutrino en 1930, el cual fue en-contrado en 1956; y el bosón predicho por Peter Higgs (nacido en 1929) tardó unos treinta años en ser encon-trado experimentalmente.

La historia de las ondas gravitacionales fue una de frustraciones, dudas e incertidumbres. Einstein mismo dudó de su existencia y pensó que podrían ser un artifi-cio matemático de su teoría más que un fenómeno real. Por años el estudio de la física de la radiación gravita-cional estuvo reservado a un estrecho grupo de físicos teóricos que discutían sobre sus posibles propiedades y las características que podría tener su emisión. Richard Feynman (1918-1988) criticó con vehemencia ese estu-dio por la ausencia de experimentos, es decir, por tener muy tenue conexión con la realidad.

Pero en la década de 1960, el físico estadounidense Joseph Weber (1919-2000) comenzó a cambiar la his-toria con los primeros experimentos orientados a detec-tarlas. Si bien los aparatos que usó carecían de la sen-

sibilidad necesaria, abrió el camino a las siguientes generaciones de físicos ex-perimentales que dedica-rían su ingenio a encontrar técnicas más apropiadas.

El primer golpe de suerte sobrevino en 1974, cuando los también esta-dounidenses Joseph Taylor (nacido en 1941) y Russell Hulse (nacido en 1950) descubrieron el primer pulsar binario (bautizado PSR B1913+16), un sistema de dos estrellas de neutrones. Reci-bieron por ello el premio Nobel de física en 1993 y mediante el estudio de su propio descubrimiento a lo largo de diez años ofre-cieron la primera prueba clara de la existencia de la radiación gravitacional predicha por las ecuacio-nes Einstein.

Las estrellas de neu-trones, descubiertas unos diez años antes por el radioastrónomo británico Anthony Hewish (naci-do en 1924), son objetos compactos que se forman cuando estrellas con masas algo menores que 1,5 ve-ces la masa solar usan todo su combustible nuclear y colapsan en una gran explosión denominada supernova, la cual, debido a la acción de la gravedad, acaba teniendo un radio de menos de 20km. Las que formaron el pulsar descubierto por Hulse y Taylor, según las mediciones de estos, al acercarse sufrieron una reducción de su período orbital de unos 10 microsegundos por año, un valor que concuerda con la teoría de la relatividad general. El des-cubrimiento de Hulse y Taylor no dejó duda de que exis-tían fuentes de ondas gravitacionales y que se podrían detectar con aparatos apropiados.

Las estrellas de los pulsares como el descubierto por Hulse y Taylor terminan chocando en unos 300 millones de años, y por apenas unos segundos, durante la conse-

Rainer Weiss

Barry Barish

Kip Thorne

CIENCIA EN EL MUNDO

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cuente explosión, emiten ondas gravitacionales que pue-den ser detectadas en la Tierra por aparatos como el que imaginó Weiss con un colega del Caltech, el físico esco-cés Ronald Drever (1931-2017), capaz de captar el breve pero intenso gorjeo que producen las ondas gravitacio-nales (gorjeo por su similitud en ciertos aspectos con el breve canto de un pájaro). Se trató de un interferómetro de rayos láser, consistente en espejos colocados a cierta distancia entre ellos que reflejan luz láser. Weiss, Drever y Thorne concibieron uno de una escala mucho mayor que todos los anteriores.

Las pequeñas vibraciones del espacio-tiempo cam-bian la distancia entre esos espejos en una magnitud extremadamente pequeña, con lo que la luz del láser cambia de intensidad. Para que exista alguna posibilidad de detectar ese pequeñísimo cambio es necesario que la distancia entre los espejos sea de 4km y que el material con que estén hechos amortigüe las vibraciones que ex-perimentan debido al simple ruido atómico. La luz láser debe rebotar varias veces entre los espejos y acumular la potencia luminosa necesaria para provocar variaciones casi imperceptibles de la distancia entre ellos. Los espejos deben estar suspendidos de manera que los aísle al máxi-mo posible del temblor natural del suelo terrestre.

Construir un aparato de este tipo sale cientos de mi-llones de dólares, un gasto que muchos astrónomos y físicos criticaron, pero que la National Science Founda-tion aceptó financiar luego de que el Congreso aprobara asignarle los recursos. El proyecto resultó el más costoso financiado por la entidad en los últimos tiempos y nece-sitó de un ejército de ingenieros, científicos y técnicos que trabajaran mancomunados para desarrollar toda la ingeniería de hardware y de software requerida. El com-plejísimo detector terminaría compuesto, entre otras partes, por miles de sensores ambientales cuyas medicio-nes deben ser seguidas en tiempo real y de las que resulta necesario extraer señales muy débiles mezcladas con un ruido instrumental más fuerte que ellas.

Si en Weiss se premió una creación tecnológica ca-paz de detectar las ondas gravitacionales (plasmada con Drever, excluido de la posibilidad de recibir el Nobel por

haber muerto unos meses antes), y en Thorne se recono-ció su tenacidad por impulsar el proyecto, en Barish se distinguió la capacidad de crear el equipo de más de mil científicos y tecnólogos que lo llevaron a cabo.

Pero para la colaboración científica Ligo-Virgo, tal vez el premio que recibió de la naturaleza unas semanas antes que el de la Academia Sueca haya sido infinitamente más gratificante. El 17 de agosto, en efecto, dos detectores de Ligo situados en los Estados Unidos, respectivamente en Livingston, Luisiana, y Hanford, Washington, detectaron ondas gravitacionales provenientes de la fusión de otras dos estrellas de neutrones. Dos segundos después, el sa-télite Fermi, de la NASA, identificó un estallido de rayos gamma de corta duración (menos de dos segundos), un tipo de fenómeno que por décadas se creía asociado con la fusión de estrellas de neutrones, una hipótesis que las detecciones confirmaron.

Con las coordenadas provistas por Ligo-Virgo y Fermi, en pocas horas varios observatorios alrededor del mun-do comenzaron a escanear la región del cielo de la que estimativamente provino la señal y dieron con un nue-vo punto de luz semejante a una estrella nueva, hallado primero por telescopios ópticos, en una galaxia distante unos 130 millones de años luz de la Tierra. Luego, cerca de 60 observatorios terrestres y espaciales, entre ellos dos telescopios utilizados por la colaboración Toros (Transient Optical Robotic Observatory of the South), observaron el evento en distintas longitudes de onda. Uno de estos fue el de la estación astrofísica de Bosque Alegre del Observa-torio Astronómico de Córdoba (el primero de la Argenti-na, fundado en 1871); el otro fue el telescopio T80S ubi-cado en el cerro Tololo, en la región chilena de Coquimbo.

Por mucho tiempo se pensaba que este tipo de hecho astrofísico ocurriría con cierta frecuencia. Sin embargo, esta fue la primera vez en que fue detectado, y por un amplio espectro de observaciones que cubrieron desde las ondas gravitacionales hasta la radiación electromag-nética de todas las longitudes de onda. La recién nacida astronomía de ondas gravitacionales acaba de impulsar un nuevo capítulo en la historia de la astronomía: la de mensajeros múltiples.

Mario C DíazDoctor en física, Universidad Nacional de Córdoba.

Integrante de la colaboración científica

internacional Ligo.

Profesor titular UTRGV.

Director, Center for Gravitational Wave Astronomy,

UTRGV.

[email protected]

LECTURAS SUGERIDAS

CASTELVECCHI D & WITZE A, 2016, ‘Einstein’s gravitational

waves found at last’, Nature News, doi: 10.1038/

nature.2016.19361.

KOZAMEH C, 1916‚ ‘Las ondas gravitacionales. Un triunfo del

ingenio humano’, Ciencia Hoy, 25, 149: 7-10.

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Nicolás PírezInstituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias

(IFIBYNE), UBA-Conicet

Sebastián KadenerUniversidad de Brandeis

El premio Nobel de fisiología o medicina de 2017 fue otorgado a los estadounidenses Jeffrey C Hall (nacido en 1945), Michael Rosbash (nacido en 1944) y Michael W Young (nacido en 1949) por experimentos realizados en las décadas de 1980 y de 1990 que permitieron explicar cómo plantas, animales y humanos sincronizan diversas funciones de sus organismos con los cambios de luz y temperatura ocasionados principalmente por la rotación de la Tierra. Los llevaron a cabo utilizando la pequeña mosca de la fruta –a la que se refiere también el artículo ‘Drosophila melanogaster, un versátil organismo modelo’, en las páginas 12-17 de este número de CienCia Hoy– y des-cifraron los mecanismos moleculares que controlan los ritmos circadianos (‘aproximadamente diarios’), es de-cir, los que resultan de un reloj biológico interno de los organismos que regula muchas funciones fisiológicas.

Cada vez es más clara la importancia del reloj bioló-gico para la salud humana, por ejemplo, para el trata-miento de determinadas enfermedades; además, un mal funcionamiento del reloj puede causar nuevas dolencias. Muchas situaciones de nuestras vidas, desde viajes inter-continentales hasta trabajo en turnos nocturnos o sim-ples trasnochadas, pueden causar desarreglos más o menos importantes en nuestro reloj, el cual constantemente trata de mantenerse en fase con el ambiente al que está expuesto.

Se han observado ritmos circadianos en la más am-plia gama de seres vivos, desde cianobacterias a primates. Controlan el metabolismo, la estabilidad del medio inter-no (llamada homeostasis), la alternancia de sueño y vigilia e innumerables otras funciones. Anticipan los cambios de luz y temperatura causados por la sucesión de los días y de las estaciones, algo que, por ejemplo, permite que las plantas florezcan, pierdan sus hojas y las recuperen en los momentos adecuados, o los animales que hibernan ingresen y salgan de ese estado en los tiempos debidos. Disponer de tales capacidades internas confiere a los or-ganismos la capacidad de adaptase al ambiente, es decir, tiene un importantísimo valor adaptativo.

La historia del conocimiento del reloj biológico se remonta a varias décadas atrás, como lo explica el ar-tículo mencionado en el primer párrafo. En 1971, Sey-mour Benzer y Ron Konopka identificaron en el Caltech

FISIOLOGÍA O MEDICINA

el gen asociado con la eclosión de la mencionada mosca (la etapa de su metamorfosis por la que sale del esta-do de pupa) y lo llamaron gen ‘período’ (period). Varios años después Jeffrey Hall (que había trabajado con Ben-zer) y Michael Rosbash, de la Universidad de Brandeis, en los suburbios de Boston, se propusieron ser los pri-meros en secuenciar dicho gen, cosa que lograron en 1984. Lo curioso es que esta colaboracion científica no surgió en el laboratorio sino en el vestuario después de un partido de básquet que solían jugar todas las sema-nas Hall y Rosbash. Fue en una de esas ocasiones en la que, después de escuchar a Hall quejarse de la dificultad de secuenciar y copiar ese gen, es decir, clonarlo, cuan-do Rosbash, que contaba con mucha experiencia en el área de biología molecular, se ofreció a ayudarlo. Unos años después, en 1990, ambos demostraron que en el organismo del insecto los niveles de la proteína produ-cida o codificada por el gen período, llamada ‘período’, oscilan a lo largo del día mediante un ciclo llamado de retroalimentación negativa, por el cual el mismo producto del gen –la proteína período– inhibe la acción de este (más precisamente, su transcripción) y disminuye sus pro-pios niveles.

Por otro lado, en la Universidad Rockefeller de Nueva York, Michael Young también secuenció el gen período unos meses después que Hall y Rosbash, y en 1994 des-cubrió un segundo gen esencial para los ritmos circadia-nos, al que nombró el gen ‘atemporal’ (timeless). Solamen-te cuando las proteínas producidas por ambos genes –el período y el atemporal– se adosan o unen entre ellas y actúan unidas tienen lugar las oscilaciones moleculares que constituyen la máquina del reloj biológico.

Las investigaciones de Hall, Rosbash y Young no solo permitieron entender el reloj en la mosca de la fruta: los mismos genes fueron encontrados en mamíferos, en los que realizan funciones muy similares, lo que demuestra una característica importante de muchos rasgos bioló-gicos, entre ellos los del reloj circadiano, a saber, que se conservan a lo largo de la evolución. En todos los organismos en que se los ha buscado, desde plantas y bacterias hasta humanos, se han encontrado evidencias de que estos relojes están presentes y actúan sobre la base de los mismos principios.

La presencia del reloj biológico interno permite a los distintos tejidos del organismo estar más o menos activos en los momentos apropiados. La situación es di-ferente en el cerebro de los animales. Tanto en las mos-cas como en los mamíferos, solo se activan o expresan los genes del reloj en una pequeña parte de las neuronas cerebrales, las cuales tienen, en consecuencia, la capaci-

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dad de medir el tiempo. En las moscas, ese reloj central se encuentra en alrededor de 150 neuronas distribuidas en su cerebro, aunque también se advierte que existen relojes en tejidos periféricos. En mamíferos, los relojes centrales se encuentran en unas 20.000 neuronas ubica-das en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. En otros animales están en la glándula pineal o en los ojos.

¿Cómo funciona el reloj molecular? El ciclo empieza con la activación de los genes período y atemporal me-diada por otras dos proteínas, también del reloj, llama-das respectivamente ‘reloj’ y ‘ciclo’ (clock y cycle). Como resultado de dicha activación, al final del día se advierte un pico en la abundancia de sus productos, las proteí-nas período y atemporal. Estas se acumulan en el medio interno de las neuronas o citoplasma y, hacia el final de la noche, se unen entre ellas e ingresan unidas al núcleo celular, donde a su vez se adosan a las proteínas reloj y

ciclo, que ya están allí. Esta unión causa que el con-junto de proteínas reloj y ciclo no pueda seguir ac-tuando como activador de los genes período y atem-poral. Asimismo, existe un mecanismo que impone un retardo entre el mo-mento de activación de los genes período y atemporal y la explicada represión de su expresión mediada por sus propios productos, las proteínas período y atem-poral. Ese retardo tempo-ral es clave para las oscila-ciones diarias de los genes circadianos, al punto que, para algunos investigado-res, es el principal factor que permite al reloj inter-no medir el tiempo.

En la actualidad no causa sorpresa la noticia de que un gen de Droso-phila haya sido clonado, pero en la década de 1980, cuando se realizaron los innovadores experimen-tos relatados, las técnicas de estudio de la biología molecular eran incipien-tes, por lo que las investi-gaciones que los llevaron a cabo fueron claves para el

nacimiento de la cronobiología. Más aún, los avances de esta durante los últimos veinte años consiguieron inte-grar campos tan disímiles como la biología molecular, la fisiología y las neurociencias. El trío de investigadores hoy galardonado había recibido muchos de los premios que por lo común anteceden al Nobel y todo parecía indicar que este pronto les llegaría, pero pasaban los años y ello no ocurría, lo que hacía pensar que quizá nunca arribaría. Ahora sonaron las campanas del reloj de la ciencia y Hall, Rosbash y Young vieron sus esfuerzos recompensados.

Por otra parte, con su elección de los ganadores de este año, la Real Academia Sueca recuerda sabiamente la importancia de la ciencia básica, que trata simplemente de entender el funcionamiento de la naturaleza, y equi-libra así otras decisiones que tomó orientadas a premiar investigaciones motivadas por la búsqueda de curas para enfermedades, como el premio de 2008 por el descu-brimiento del VIH. El premio da una buena respuesta a las persistentes preguntas de para qué sirve, en este caso, estudiar el cerebro de una minúscula mosca.

Jeffrey C Hall

Michael Rosbash

Michael W Young

Nicolás PírezDoctor (PhD) en biología, Universidad de Boston.

Investigador asistente en el IFIBYNE, UBA-Conicet.

Sebastián KadenerDoctor en ciencias biológicas, FCEYN, UBA.

Profesor asociado, Universidad de Brandeis.

LECTURAS SUGERIDAS

CARDINALI D, 1989, ‘Los relojes biológicos’, Ciencia Hoy,

1, 1: 11-19.

CARDINALI D, GOLOMBEK D y BONANI REY R, 1991, ‘La

desincronización de los relojes biológicos’, Ciencia Hoy, 3,

16: 6-10.

FRENKEL L, 2017, “La sinfonía diaria del reloj neuronal’,

Ciencia Hoy, 26, 155: 9.

GOLOMBEK D, 1995, ‘La quimera del tiempo.

Comunicación entre relojes biológicos’, Ciencia Hoy, 5,

306: 10-15.

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QUÍMICA

Alejandro WolosiukCentro Atómico Constituyentes, CNEA

El premio Nobel de química de 2017 fue compartido en partes iguales por tres biofísicos: Jacques Dubochet (nacido en 1942) de la Universidad de Lausana, Joachim Frank (nacido en Alemania en 1940) de la Universidad de Columbia y Richard Henderson (nacido en 1945) del Medical Research Council del Reino Unido. La Academia Real Sueca los reconoció por ‘desarrollar la microscopía electrónica criogénica para la alta resolución de estruc-turas de biomoléculas en solución’. El galardón pone de manifiesto las hoy cada vez más borrosas fronteras entre la química, la biología y la física.

Un microscopio óptico estándar utiliza dos lentes que nos permiten observar detalles que escapan a nuestro ojo. La primera lente, el objetivo, recibe la luz que refleja el objeto observado y genera una imagen intermedia que luego magnifica la segunda lente, el ocular. Así se logra ampliar hasta mil veces un objeto, pero por este camino no se puede aumentarlo indefinidamente.

Esa limitación se conocía desde el siglo XIX, a par-tir de los trabajos del británico John William Strutt, ba-rón de Rayleigh (1842-1919), premio Nobel de física en 1904, y de los alemanes Ernst Abbe (1840-1905) y Hermann von Helmholtz (1821-1894), que llevaron a definir la resolución de un microscopio, es decir, la mí-nima distancia entre dos objetos que permite distinguir-los separados. Para un microscopio óptico convencional ese límite es aproximadamente 200 nanómetros (nm) o millonésimas de milímetro, si los objetos se iluminan con luz visible, cuya longitud de onda es del orden de los 500nm.

Una forma de mejorar la resolución es disminuir la longitud de onda de iluminación y, en vez de dirigir un haz de luz visible sobre el objeto, iluminarlo con un haz de electrones, los que tienen una longitud de onda aso-ciada miles de veces menor, del orden de los 0,001nm, una dimensión comparable a la separación de los áto-mos. Así, el físico alemán Ernst Ruska (1906-1988) cons-truyó entre 1931 y 1933 el primer microscopio electró-nico, conocido por microscopio de transmisión electrónica, que poseía una resolución cercana a los 50nm. Ello le valió a su constructor el premio Nobel de física de 1986, com-partido con Gerd Binnig (nacido en 1947) y Heinrich Rohrer (1933-2013), estos por desarrollar un microsco-pio de otro tipo llamado microscopio de efecto túnel.

A pesar de revolucionar la microscopía, estos instru-mentos tuvieron un uso limitado en las ciencias bio-lógicas, pues el flujo de electrones daña las muestras.

Además, es necesario que en el interior de los mi-croscopios electrónicos exista un intenso vacío, para evitar que los elec-trones choquen con las moléculas de los gases atmosféricos y se disper-sen. En adición, como los tejidos biológicos están compuestos por una can-tidad para nada desdeña-ble de agua líquida, que se evapora en forma muy eficiente en ese medio, las moléculas que componen dichos tejidos se desnatu-ralizan y colapsan, lo cual produce imágenes borro-sas o de mala calidad, que no representan de mane-ra fiel la estructura real de la muestra. Se agrega, por último, que el haz de electrones es capaz de au-mentar la temperatura de lo que ilumina hasta unos 150oC, algo que también altera estructuras biológi-cas delicadas.

En 1970, Henderson reemplazó el agua de te-jidos biológicos por glu-cosa y otros azúcares, que tienen propiedades físicas y químicas parecidas a aquella pero no son volá-tiles. Si bien las moléculas de glucosa no son molécu-las de agua, demostraron ser un buen sucedáneo. Así, en 1975 el laboratorio de Henderson obtuvo imágenes de la proteína bacteriorodopsina con una resolución de 0,7nm. Posteriormente logró mejorar la resolución a 0,35nm recurriendo a nitrógeno líquido, que está a -196oC, para enfriar las muestras, con notable disminu-ción del daño causado por el haz de electrones. Quedó entonces planteada la pregunta de si podría extenderse el procedimiento a otras proteínas.

En 1975 Frank publicó un artículo en el que esta-bleció en forma puramente teórica que, a partir de un conjunto de datos obtenidos de imágenes bidimensio-

Jacques Dubochet

Joachim Frank

Richard Henderson

CIENCIA EN EL MUNDO

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nales de un objeto tomadas con distintas orientaciones es posible generar una imagen tridimensional de alta resolución. Las imágenes producidas por los micros-copios electrónicos son proyecciones bidimensionales de objetos de tres dimensiones, por lo que poder apre-ciarlos en sus tres dimensiones significa una sensible mejora. El método cobró impulso considerable con la aparición de computadoras capaces de procesar la gran cantidad de datos que se requiere manejar para cumplir la operación. Esto, no obstante, no hacía desaparecer el problema del agua, que solo se había resuelto momen-táneamente cambiándola por una solución de glucosa.

Si se intenta bajar la temperatura a la cual se toman las imágenes, la formación de cristales de hielo com-promete la integridad de las muestras y produce la di-fracción de los electrones usados para iluminarlas, lo cual enmascara las imágenes. Dubochet se preguntó qué sucedería si se enfriara rápidamente el agua desde tem-peratura ambiente a niveles cercanos a los del nitrógeno líquido. Tal congelamiento de la estructura líquida del agua significa que esta no estaría en estado sólido ni en estado líquido, sino que sería algo parecido a un sólido que fluye muy lentamente, como el vidrio.

En la década del 1980 se consideraba que la veloci-dad de enfriamiento necesaria para lograr lo anterior era prácticamente imposible de alcanzar. Sin embargo, en 1980, los austríacos Peter Brüggeller y Erwin Mayer, de la Universidad de Innsbruck, habían logrado dicha vitrificación completa de gotas de agua y de soluciones acuosas de tamaño micrométrico, justamente las canti-dades de agua que se hallan típicamente presentes en las muestras biológicas. Para realizarlo, debieron enfriar el

agua extremadamente rápido, a una velocidad del orden de los 100.000°C por segundo.

Avanzando por ese camino, Dubochet y Alasdair Mc-Dowall, del Caltech, pusieron a punto en 1981 un mé-todo que permitía formar una película de agua sólida no cristalina de 1 micrómetro (μm) de espesor sobre las muestras colocadas en el microscopio de transmisión electrónica. Esa delgada capa de agua ocasiona una baja y uniforme absorción de electrones y no los difracta, lo que significa ausencia de cristales de hielo. Además, se puede mantener por bastante tiempo si la temperatura del ambiente del microscopio no supera los 160°C.

En 1984, el laboratorio de Dubochet difundió imá-genes de microscopía de transmisión electrónica de dis-tintos virus en una capa de agua vitrificada. El método resultó extremadamente útil para obtener imágenes de varios tipos de macromoléculas, entre ellas ribosomas, que Frank obtuvo en 1991 con una resolución de 0,4nm.

Cuando se desató la epidemia de zika en Brasil hacia fin de 2015, el método anterior permitió obtener imáge-nes del virus con resolución de escala atómica en me-nos de cuatro meses, lo cual facilitó los esfuerzos por diseñar un fármaco a medida. Vienen al caso unas pro-féticas palabras pronunciadas en 1959 por el físico nor-teamericano Richard Feynmann en el encuentro anual de la American Physical Society: ‘Es muy fácil responder muchas de las preguntas fundamentales de la biología: solamente hay que mirar la cosa […] Infortunadamente, los microscopios actuales trabajan en escalas que no son apropiadas. Fabriquen un microscopio cien veces más potente, y muchos de los problemas de la biología serán más simples’.

Alejandro WolosiukDoctor en ciencias químicas, FCEYN, UBA.

Investigador independiente del Conicet en el Centro Atómico

Constituyentes, CNEA.

[email protected]

LECTURAS SUGERIDAS

CORTI H, 2008, Una mirada fisicoquímica a través del vidrio,

Eudeba, Buenos Aires.

REAL ACADEMIA SUECA DE CIENCIAS, 2017, ‘They captured

life in atomic detail’, accesible en https://www.nobelprize.

org/nobel_prizes/chemistry/ laureates/2017/popular-

chemistryprize2017.pdf

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