Jorge Abelardo Ramos - Historia de La Nacion Latinoamericana

download Jorge Abelardo Ramos - Historia de La Nacion Latinoamericana

of 486

Transcript of Jorge Abelardo Ramos - Historia de La Nacion Latinoamericana

  • Jorge Abelardo Ramos

    Historia de la Nacin Latinoamericana

  • Aos vendrn con el transcurso de los siglos, en que

    el Ocano, abriendo sus barreras, nos dejar ver un

    pas de extensin inmensa, un mundo nuevo que

    aparecer dentro de los dominios de Thethis; y no ser

    Tule el lmite del Universo.

    Sneca, que era espaol.

    Siglo I, a. de C.

  • INTRODUCCIN

    El propsito de este libro es estudiar de cerca un gran naufragio histrico. Descifrar el secreto de una inmensa Atlntida velada por el tiempo: nada menos!

    Nos propusimos averiguar si Amrica Latina es un simple campo geogrfico donde conviven veinte Naciones diferentes o si, en realidad, estamos en presencia de una Nacin mutilada, con veinte provincias a la deriva, erigidas en Estados ms o menos soberanos.

    El concepto de Nacin es anacrnico para la mayor parte de los europeos, slo en el sentido de que han realizado hace ya mucho tiempo su unidad nacional en el marco del Estado moderno. El nacionalismo de los europeos es tan profundo, arraigado y espontneo, bajo su manto imperial de generoso universalismo, que nicamente se advierte cuando otros pueblos, llegados ms tarde a la historia del mundo, pretenden realizar los mismos objetivos que los europeos perseguan en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Resulta cosa de meditacin percibir entonces su afectada indiferencia (teida de un sutil desprecio) hacia los importunos brotados en las mrgenes del mundo civilizado. Es el momento que los europeos eligen para subrayar en los nacionalismos de los pases coloniales su fosforescencia folklrica, su pintoresca filiacin religiosa o sus evidentsimos rasgos semi-brbaros. De la virtuosa derecha a la izquierda neurtica en Europa se manifest -educativo ejemplo- un sentimiento general de repudio hacia el abominable Khomeini. El Ayatollah ha puesto el dedo en la llaga del prspero Occidente. No faltaron a la cita ni el feminismo marxista ni el liberalismo imperial: el comn horror hacia la teocracia islmica los encontr unidos.

    Apenas el irredentismo irlands permanece como una mancha sangrienta en la rbita declinante de Inglaterra. Pero aquellos grandes momentos del nacionalismo decimonnico, desde Marx a Lord Byron hasta Garibaldi, ya son vetustas reliquias. A nadie le interesa recordar en el Viejo Mundo que la rapidez prodigiosa con que avanz Europa Occidental hacia la civilizacin tcnica (y EE.UU., desde la guerra civil de 1865) se produjo gracias a la formalizacin jurdica y arancelaria del Estado Nacional unificado, luego de eliminar el poder social de las clases pre-capitalistas.

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 13

  • Al permitir una desenvuelta interrelacin econmica, poltica y financiera entre todas las partes constituyentes de la Nacin, el capitalismo remont un asombroso vuelo. Desarroll tal poder multiplicador del aparato productivo con el invalorable auxilio de un expansivo mercado interno, unido a una lengua nacional que procuraba la frontera poltico-cultural de un Estado, que bien pudo considerarse al siglo XIX como el siglo del movimiento de las nacionalidades. Al mismo tiempo y a la inversa, Amrica Latina perdi la posibilidad de reunirse en Nacin y avanzar hacia el progreso social, tal como lo hacan los Estados recin unidos en el norte del continente americano. Los norteamericanos libraron una cruel guerra civil para abolir la esclavitud. As unieron su pas contra el separatismo esclavista del sur agrcola, sostenido por los ingleses. En una direccin opuesta, las oligarquas agro-comerciales de los puertos se imponan en Amrica Latina sobre las aspiraciones unificadoras de Bolvar, San Martn, Artigas, Alamn, Morazn. La generacin revolucionaria de la independencia pereci en las reyertas aldeanas. Fue la ocasin que los hbiles diplomticos ingleses y norteamericanos, los Poinsett o los Ponsonby, aprovecharon para aliarse a la burguesa comercial y a los hacendados criollos, "la hacienda y la tienda". Y premiaron con un silencio sepulcral a los hambrientos soldados de Ayacucho. Estos soldados criollos haban expulsado de Amrica Latina un Imperio que mantena unidas a sus colonias, slo para ver insertarse en ellas a otros ms poderosos, que ayudaron a su independencia a condicin de que permanecieran desunidas. Seran Repblicas solitarias con soberana formal, y economas abiertas.

    En cuanto al inmenso Brasil, ocurri algo muy curioso. Por un sorprendente giro de la historia, se transform de colonia del imperio portugus, en capital del imperio, pero sin Portugal, en poder de los franceses. Sacudido por incesantes levantamientos y revoluciones, produjo republicanos, msticos, rebeldes y hasta socialistas, pero ninguno de ellos reclam la abolicin de la esclavitud, que haba sido suprimida en el resto de Amrica Latina en la primera dcada de la independencia. Entre el librecambismo britnico y el sudor de los negros parasitaba el Brasil Imperial: todos los integrantes de esa sociedad, "hasta los ms pobres y desamparados", como dice Decio Freitas, vivan a expensas del trabajo de los esclavos.

    El antagonismo de siglos entre el Reino de Portugal y el Reino de Espaa, se traslad a la Amrica revolucionaria hasta nuestros das, gracias a los diligentes britnicos, el "mximo comn divisor" en la integridad de pueblos ajenos. Argentina y Brasil heredaron esa rivalidad, que era prestada. Por esa razn se elev un muro entre ambos pases, que afortunadamente ha sido derribado para siempre con el promisorio nacimiento del Mercosur.

    Por su parte, Cuba era colonia espaola (hasta 1898), y como en el caso de Brasil, no particip de las guerras de la Independencia, que haban

    14 I JORGE ABELARDO RAMOS

  • forjado lazos de sangre entre las patrias chicas de los viejos Virreinatos y Capitanas Generales. Como resultado de todo lo dicho, la independencia respecto de Espaa, al no lograr mantener simultneamente La unidad, eclips por un siglo y medio a la gran nacin posible.

    En otras palabras, Amrica Latina no est corroda solamente por el virus del atraso econmico. El "subdesarrollo", como dicen ahora los tcnicos o cientficos sociales, no posee un carcter puramente econmico o productivo. Reviste un sentido intensamente histrico. Es el fruto de la fragmentacin latinoamericana. Lo que ocurre, en sntesis, es que existe una cuestin nacional sin resolver. Amrica Latina no se encuentra dividida porque es "subdesarrollada" sino que es "subdesarrollada" porque est dividida.

    La Nacin hispano-criolla, unida por el Rey, creada en realidad por la monarqua espaola, se convirti en un archipilago poltico, una polvareda confusa de islas mltiples, gobernadas por los antiguos oficiales de Bolvar o San Martn. Los jefes bolivarianos se haban sumido en la decepcin o se haban corrompido en el poder; se dejaron mimar por los exportadores y hacendados. Estos se relaman los labios al atrapar, despus de la sangre, las pequeas soberanas, trocadas en prsperas satrapas. Esa historia se narra aqu.

    A diferencia de las "historias" usuales de Amrica Latina, que reproducen en la literatura el drama formal, pues describen las historias particulares de cada Estado a partir de la muerte de Bolvar, pas por pas, sin rastrear sus vnculos de origen, sin considerarlos como parte de una Nacin desmembrada, que omiten evocar a los pensadores iberoamericanos que fueron la conciencia despierta de una Amrica Latina entrevista como una totalidad histrica, por el contrario, este libro aspira a recrear como un conjunto todo lo que fue, lo que es y lo que ser.

    Durante dcadas aparecieron libros sobre la "argentinidad", la "peruanidad", la "bolivianidad" o la "mexicanidad", en cantidades ingentes.

    Todos andaban a la busca de su propia identidad nacional o cultural, pero pocos se consagraron a redescubrir la identidad latinoamericana, que era la nica capaz de permitir que Amrica Latina, con todas sus partes, se delimitara como un poder autnomo ante un mundo codicioso y amenazante.

    En tal situacin, no poda extraar que desde el ocaso de los grandes unificadores, y hasta nuestros das, se reiteraran polticas y emprendimientos tendientes a hipertrofiar las diferencias o ahondar las particularidades.

    Como caba esperar, producida la Independencia de Espaa, las nuevas estructuras contaron con sus obvios ejrcitos, escudos, emprstitos ingleses, Constituciones, Cdigos Civiles, hroes y villanos, y, por aadidura, con una literatura preciosa, hija de los puertos cosmopolitas y hasta con una

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 15

  • historia para "uso del Delfn". Todo era chiquito, mezquino, provincial, pero cada Estado miraba por el rabillo del ojo hacia las nuevas Metrpolis anglosajonas, buscando en ellas las seales de aprobacin.

    Relataba el dramaturgo mexicano Rodolfo Usigli, que los intelectuales de su poca acostumbraban referirse a s mismos como miembros de la generacin de "postguerra". Ahora bien, deca Usigli, en Mxico no hemos tenido una guerra, sino una Revolucin.

    Pero aunque en Europa haban sufrido una guerra y no una Revolucin, los cultores del espritu en Mxico se sentan hijos de una guerra vivida por otros, en lugar de serlo de una Revolucin que haba conmovido su pas hasta los cimientos. Todo resultaba una copia miserable.

    Slo as poda concebirse que el historiador boliviano Alcides Arguedas, alquilado por el magnate minero Simn Patino, como historiador "con cama adentro", fuera el vocero de la cultura boliviana en el mundo o un anglo-bizantino del gnero de Borges hiciera de arquetipo de la literatura argentina. El darwinismo social hizo furor y an domina el pensamiento inconfeso de las "lites" criollas. El programa de Borges no adoleca de oscuridad. Lo resumi en dos epigramas: "Amrica Latina no existe"; y la segunda: "Somos europeos en el destierro".

    Desde que Europa tom posesin de Amrica Latina a partir de la ruina del Imperio espaol, no solo control el sistema ferroviario, las bananas, el caf, el cacao, el petrleo o las carnes. Consum una hazaa mucho ms peligrosa: influy sobre gran parte de la intelligentsia latinoamericana y tendi un velo sutil entre la trgica realidad de su propio pas y sus admirados modelos externos. As, hasta los rebeldes de aldea, y hasta las doctrinas de "liberacin", llevaban la marca del amo al cuello. Con el sello de Occidente, eran como cartas de navegacin errneas, preparadas para extraviar a los viajeros.

    Todo lo latinoamericano o criollo fue despreciado o detestado. Desde la Ilustracin o an antes, no faltaban antecedentes para ello. Desde Buffon o el Abate de Paw, hasta el ms lozano egresado de alguna Facultad de Sociologa o Historia en la ltima parroquia, desdeaban la inmensa tierra brbara.

    Los europeos en tiempos de la Conquista, la Ilustracin luego, no podan siquiera imaginar que otros mundos no recorriesen, ni en su fauna, flora o historia, diferentes caminos que los que haba conocido el continente-modelo. Aplicaban al Nuevo Mundo su propia clasificatoria: as, para Buffon o Voltaire, en Amrica Nueva pululaban leones calvos y tigres minsculos. Por el contrario, los reptiles y alimaas eran de tamao gigante.

    Indios asexuados e insectos enormes, la Terra Nova, era para algunos, demasiado joven; para otros, demasiado vieja.

    A Hegel se le antojaba que aqu no haba historia, sino pura naturaleza, que como se sabe, aborrece al Logos. Marx y Engels, por su

    16 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • parte, cuando no encontraban manipulaciones de hierro en alguna sociedad extra europea, la situaban en el "estadio medio de la barbarie", lo que les vena de perilla a incas y aztecas.

    El conde de Keyserling explicaba todava en 1930! a las bellas propietarias

    de tierras de la refinada Buenos Aires, que Amrica era el continente del tercer

    da de la creacin, ardua jornada que Dios emple en crear el mar, la tierra, las

    plantas y la flora. Tambin, segn el noble germnico, ste era el asombroso

    suelo de la "sangre fra". Don Po Baroja no iba a quedarse atrs: juzgaba al

    americano del Sur como "un mono que imita" y a Amrica Latina como un

    "continente estpido".

    La denigracin europea se fundaba en la necesidad de ignorar y desacreditar

    aquello que esquilmaba. La auto denigracin de la intelligentsia latinoamericana

    reposaba, por su parte, en el hecho de que estaba obligada a vivir de la clase

    directamente dominante, la oligarqua, que no era una clase nacional sino por su

    residencia e intereses. Cuando la intelligentsia en las ltima dcadas, observa la

    desespiritualizacin y codicia del mundo occidental, se "izquierdiza" por un

    momento y ronda en la periferia del stalinismo, al que supone ambiguamente

    encarnacin del ideal socialista. La catstrofe de la sociedad burocrtica inicia

    otro movimiento pendular hacia la "democracia" capitalista. "Occidentales" o

    "marxistas", gran parte de los intelectuales pierden su antigua seguridad

    cientfica. Pero conservan su aversin acadmica {acadmica burguesa o

    marxista) hacia la sociedad criolla tal cual brot de manos de la historia. Su

    utilitario objetivismo la mantiene distante del movimiento histrico vivo en

    nombre de "un rigor" puramente verbal, que le permite, por lo dems, conservar

    su "universalidad" y los medios de vida. En el ltimo de los intelectuales

    latinoamericanos de tipo universitario resuena un eco del Abate Paw.

    Excepcin hecha de los grandes latinoamericanistas del 900 -Manuel Ugarte, Jos Vasconcelos, Joaqun Edwards Bello, Jos Ingenieros, Manuel Gonzlez Prada, Rufino Blanco Fombona y muchos otros- gran parte de la

    intelligentsia consuma sus vigilias torturada por las obsesivas modas de la Grande Europa. Por ejemplo: a fines del siglo XIX resurga el helenismo en Francia y en toda Europa. La crisis entre la burguesa liberal y la Iglesia Catlica, asuma la forma indirecta de una revalorizacin esttica de los nobles modelos de la antigedad.

    Y como no poda ser menos, en Amrica Latina aparecieron puntualmente los helenistas nativos: en el Altiplano boliviano, un profeta tonante y barroco, Franz Tamayo, a la vez indio y terrateniente de indios, escriba Las Ocenidas; Lugones, en la Argentina ganadera, publicaba Estudios Helnicos y El ejrcito de la Riada en Mxico, la ms grande figura intelectual de la Revolucin nacida en 1910, Vasconcelos, inverta por una

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 17

  • senda propia el legado franco-griego: exaltaba la bsqueda de un camino nacional en Prometeo vencedor.

    A su turno, Alfonso Reyes conceba refinadsimas tragedias griegas; Ricardo Jaime Freyre soaba brumosas mitologas escandinavas.

    La patente francesa "imprima carcter" a la inteligencia latinoamericana y

    la esterilizaba en el acto; y el librecambismo anglosajn cegaba enseguida toda cultura industrial nativa.

    En la historia latinoamericana, sobre todo a partir de 1880, aparecieron una veintena de microsociedades en cada una de las cuales no faltaban ni una "burguesa nacional", ni un "proletariado", ni una "pequea burguesa", segn estatua la prestigiosa clasificacin marxista europea. Claro est que todo lo latinoamericano apareca en un nivel ms bajo, bajo una forma monstruosa o inslita, sea como un Tirano Banderas o un puado de coroneles-terratenientes que desafiaban todas las clasificaciones.

    Si Europa produca un arte simblico, inspirado en las formas del hombre primitivo, en ciertas partes de Amrica Latina esto era pura pintura figurativa, ya que el exquisito saln de arte moderno de Lima, pongamos por ejemplo, no estaba demasiado lejos del selvcola de Iquitos o del cazador de caimanes del Amazonas. Estas sociedades imitativas ofrecan asombrosos contrastes. A partir de la "balcanizacin", se dictaron cdigos burgueses que deban servir a estructuras latifundistas fundadas en la servidumbre personal. Tales cdigos haban sido en Europa el resultado de una revolucin que haba dividido las tierras de la nobleza para entregarlas a pequeos propietarios. En Amrica Latina esos cdigos eran empleados para garantizar la estructura agraria arcaica.

    Se importaban, asimismo, las formas vacas de un liberalismo formal para pueblos que no haban conocido sino dictaduras semi-seculares o el parloteo incontenible de Parlamentos elegidos por el fraude, integrados por diputados venales. Todo se acarreaba de afuera, pero todo era pacotilla, pues nada se adaptaba a la realidad latinoamericana, como aquellos gruesos abrigos de piel que usaba el patriciado de Ro de Janeiro en el siglo XIX, sudando a chorros en el trpico y harto satisfecho de que tambin se usaran en Londres, de donde se importaban.

    Calurosos abrigos para tierras clidas resultaron ser los productos socialistas, liberales y marxistas que llegaron desde lejos. En su primera etapa, unos respondan al preclaro modelo del laborismo de su Majestad Britnica; otros a la inescrutable poltica sovitica, ya muy lejano del brillo gneo de aquel Octubre. Los demcratas profesionales, empapados de juricidad y de las polvorientas premoniciones de Alexis de Tocqueville, por su parte, diseaban un pequeo Capitolio blanco para cada parroquia, trocada en Repblica.

    18 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • Esta combinacin sincrtica de cultura liberal inautntica y de marxismo importado para intelectuales "enva de desarrollo", segn Augusto Cspedes, dio sus frutos. Pues junto a los ferrocarriles o usinas*, los grandes imperios introdujeron en estas sociedades indescifrables un estilo de pensamiento que model la historia, las ideas polticas, la sociologa, el proceso cultural, las artes y las costumbres.

    No pocas particularidades de Amrica Latina encontraron obstculos para desenvolverse por un camino propio bajo la insinuante y deslumbrante presin occidental. Desde la derecha o la izquierda, la extranjera rein soberanamente, tanto en las estadsticas de exportacin como en el modo de interpretarlas.

    De tal suerte, Amrica Latina result ser el suelo ideal de politiqueros, terratenientes y expertos extranjeros. La ciencia social se alej todo lo posible del drama real, an en aquellos casos que pareca estudiarlo. Envanecida por un supuesto "rigor cientfico", la ciencia social se vio impregnada hasta la mdula del empirismo sociolgico de cuo norteamericano, con su ficticio carcter neutro, o del marxismo-leninismo, petrificado en una escolstica indigerible, fundada en un "homo-economicus" archi-metafsico. La coincidencia entre ambos se manifestaba en el desconocimiento comn de la cuestin nacional de Amrica Latina. Reducan todo el drama, segn los casos, a: *

    1) Un supuesto duelo entre la burguesa y el proletariado, en el interior de cada Estado.

    2) Fundar el crecimiento econmico mediante la repeticin nativa del capitalismo europeo, en el marco poltico de una "democracia" formal de dudoso cuo.

    3) Repetir de un modo elptico la versin provincial de una historia falsificada.

    Si el Dr. Jos Gaspar Rodrguez de Francia, del Paraguay, era un dictador neurtico para Carlyle, era natural que tambin lo fuera para la historiografa latinoamericana; la condenacin legendaria de Juan Manuel de Rosas era de oficio; para los calvinistas de Nueva Inglaterra, el catlico Lucas Alamn era un "reaccionario" puro y simple. Deba serlo sin duda para los mexicanos!

    La tentativa de reproducir las "formas" de los conflictos polticos, jurdicos o religiosos europeos o yanquis en Amrica Latina, prescindiendo de sus contenidos histricos reales, tuvo pleno xito. Un ejemplo notable: el enfrentamiento del despotismo ilustrado borbnico con la Compaa de Jess, asumi un significado muy claro en Europa, aunque invirti su signo en Amrica Latina. En el Nuevo Mundo se expres contra las Misiones jesuticas.

    Pero aqu todo era diferente. Pues los jesuitas defendan a los indios, en lucha constante contra los "bandeirantes" del Brasil que los cazaban

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 19

  • en las Misiones, para reducirlos a la esclavitud en las tierras del Oeste. El anticlericalismo, bajo este aspecto, y en Amrica del Sur, era una simple mscara de esclavistas y latifundistas. Tal es otro de los temas de esta obra.

    A propsito de la contradiccin entre forma y contenido, es educativo recordar que en la sociedad esclavista del Brasil Imperial o Republicano, los propietarios de negros eran positivistas y gramticos sutiles. El escudo brasileo lleva an la divisa de Augusto Comte: "Ordem e Progreso". En la avanzada Argentina del siglo XX, matar de un balazo a un indio "colla", pen en una finca del Norte Argentino, careca de consecuencias penales para el asesino, dueo de la finca, probablemente Senador nacional por su provincia, y, naturalmente, firmante de leyes y proyecto de leyes. En Mxico, no eran los "cientficos", y sus amigos plutcratas del porfiriato, la crema de la inteligencia, en un ocano de peones sin tierra y de indios sin destino? No fue Sarmiento y no lo es todava, uno de los venerados prceres de Amrica Latina (sobre todo de la oligarqua argentina) aclamado hasta en la Cuba de Fidel Castro? Pero no es Sarmiento el ms indudable degollador de gauchos, y propagandista literario del degello? No han circulado, acaso, en Amrica Latina sus cartas al General Mitre, otro semidis del Parnaso Oligrquico, en las que le aconseja que "no ahorre sangre de gauchos que es lo nico que tienen de humano"?

    En su favor, es preciso reconocer que fund la Sociedad Protectora de

    Animales, entidad que an subsiste, pues el clebre educador era ms compasivo con los perros que con los gauchos. Numerosos "marxistas" de nuestro tiempo rinden culto a Sarmiento, a Mitre y a otros Santos Padres de la historia que se cree. Escojo al azar algunas perlas; pero toda la historia de Amrica Latina ha corrido por las manos de monederos falsos.

    En definitiva, acaso el carcter semi-colonial de la Amrica Latina disgregada y la prdida de su conciencia nacional no se prueba en no pocas de sus Universidades? Muchas han sido sensibles como la cera para grabar en ellas la tipologa de las preferencias u ocurrencias europeas o norteamericanas, acadmicas o iconoclastas, en materia sociolgica, econmica o poltica. Aunque esta influencia deformante se expresara en el pasado desde una ptica de respetabilidad conservadora y luego asumi la atrevida mscara de un "izquierdismo abstracto", en sustancia no ha variado el espritu cortesano, ya que los grandes temas de la Nacin inconclusa, permanecen intocados para ellos.

    Esa coincidencia esencial entre unos y otros, radica en ignorar que slo se devela el enigma histrico de Amrica Latina con la frmula de su unidad nacional.

    Resulta irrelevante que unos se consagren a plantear el "desarrollo" de cada una de las Repblicas latinoamericanas mediante los auxilios del

    20 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • capital extranjero; o mediante el crecimiento independiente del capitalismo nacional; o a travs de la revolucin socialista, si cada uno de los arbitristas rehsa considerar a Amrica Latina como el espacio poltico de una Nacin no constituida.

    Jos Stalin haba pretendido transformar el inmenso imperio zarista en un "socialismo en un solo pas". Sus herederos, y los adversarios de sus herederos (los trotskistas) as como los adversarios de ambos, herederos a su vez de Mao, fantasearon hacer de Amrica Latina el paraso de veinte socialismos, de veinte gobiernos obreros y campesinos, de veinte dictaduras proletarias, es decir, concibieron todos los requisitos prcticos y tericos para fracasar puesto que estos veinte Estados no tenan y no pueden tener un destino singular.

    Son "naciones no viables". Pero forman, entre todas una Nacin formidable. De otro modo, vase el destino actual de Cuba, encerrada entre el monocultivo y el mar, entre la venta de azcar y su insularidad sofocante.

    No era por cierto el "fantasma del comunismo" el que recorra Europa, segn las palabras de aqul ardiente joven Marx. Lo que recorra Europa en 1848 era el fantasma del nacionalismo, de la revolucin burguesa, que segua su hacia el este y sur y ante la que se abra un largo camino histrico.

    Es bastante significativo a este respecto que al da siguiente de redactar con Engels el Manifiesto Comunista, estallara la revolucin antifeudal en Europa y Marx viajara al sur de Alemania para redactar la Nueva Gaceta del Rhin, rgano de la burguesa democrtica alemana.

    Si la burguesa ha resuelto ya en el Occidente capitalista su cuestin nacional hace siglos (puede aadirse hoy la unificacin alemana), en el mundo colonial y semi-colonial el problema contina en pie.

    La divisin de Corea, artificialmente creada por el imperialismo; los problemas por constituir una Confederacin Indochina; la incumplida unidad nacional del pueblo rabe; la inmensa cuestin africana, fragmentada en Estados que no responden a ninguna realidad econmica, poltica, geogrfica, ni siquiera tribal; la necesidad de una Federacin Balcnica que armonice los antagonismos tnicos; en suma, la propia cuestin nacional irresuelta en Amrica Latina dice bien a las claras que solo el imperialismo, fundado en sus gigantescos Estados nacionales, puede oponerse, como se opone, a la unidad nacional de los pueblos dbiles. Divide et Impera: la formula romana sirve an a quienes la emplean en nuestro tiempo. De donde se deduce que las frmulas del "internacionalismo obrero" o del estril "marxismo leninismo", constituyen reglas funestas para entender y obrar en la vida contempornea de Amrica Latina. Como ha sido posible que un instrumento tan fino y dctil como el pensamiento de Marx haya adquirido semejante tosquedad al atravesar el Atlntico?. Baste sealar que la creacin de "marxistas leninistas" en tubos de ensayo se manifest, por ejemplo, en Mxico, cuyo Partido Comunista fue fundado por el japons

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 21

  • Katayama, el hind Roy y el norteamericano Wollfe. En la Argentina, el italiano rusificado Codovilla imprimi al partido respectivo un indeleble sello de ajenidad y lo instal en el ltimo medio siglo en la rbita oligrquica.

    En Amrica Latina el nacionalismo no es separable del socialismo ni de la democracia. Tales aspiraciones indisociables reflejan de modo combinado las claves de su necesario salto histrico hacia la Revolucin unificadora y la liberacin social de toda explotacin; sin ellos no podemos reconocer ni explorar la historia enterrada en nuestra tierra dolorosa y dividida.

    i Para concluir: el presente libro es una tentativa para examinar la vida de

    Amrica Latina desde mltiples ngulos. Se trata de penetrar en su ncleo interior atravesando la espesa capa de prejuicios que lo ocultaron durante un dilatado perodo histrico. El autor se dio como objetivo escrutar "la Nacin sin historia", analizar su olvidada trama, verla como un todo sufriente y viviente y estudiar las fuerzas nacionales que ha engendrado. Procur llamar a las cosas por su nombre propio o inventarle uno adecuado a su especfica naturaleza, pues, como deca el padre Acosta en una carta al Rey:

    "A muchas destas cosas de Indias, los primeros espaoles les pusieron nombres de Espaa".

    Buena leccin para no* repetirla con la historia, la sociologa y las ideas de la Amrica Criolla: el lector no contemplar aqu leones calvos, sino la bestia soberbia que los quechuas llamaron puma.

    JAR

    22 I JORGE ABELARDO RAMOS

  • CAPTULO 1

    LA ESPAA CABALLERESCA

    "Si Don Quijote atribuye a encantamiento de la realidad la

    inconciliabilidad del mundo y de sus ideales y no puede comprender la

    discrepancia de los rdenes subjetivo y objetivo de las cosas, ello

    significa slo que se ha dormido mientras que la historia universal

    cambiaba ".

    Arnold Hauser.

    1. Orgenes del particularismo espaol.

    La historia de Espaa, en el ltimo milenio, comprende dos grandes

    momentos. Uno de ellos es el feroz combate, que se prolonga durante siete siglos,

    contra la civilizacin rabe, incrustada en el territorio de la antigua Hspanla

    romana. El segundo, es el descubrimiento y colonizacin de Amrica.

    La cada de Granada, ltimo bastin musulmn en suelo espaol, corona la

    soberana territorial de las Espaas. Queda eliminado as el poder poltico de los

    rabes, justamente en 1492. En ese mismo ao sorprendente, tan solo nueve

    meses ms tarde, el Almirante de la Mar Ocano incorpora Amrica a la

    geografa mundial. Estos dos grandes acontecimientos se producen bajo el

    reinado de Isabel y Fernando, los insignes monarcas de Castilla y Aragn.

    La pareja real encarna la hora ms decisiva de la historia hispnica. Por

    aadidura, el nombre de Isabel la Catlica est profundamente vinculado a la

    creacin de la Nacin Latinoamericana, como ya empieza a llamrsela a fines del

    siglo XX.

    De tal suerte, la ansiada unidad poltica de Espaa, que apenas era un

    dscolo puado de reyecas y baronas, haba costado la sangre de generaciones

    sin cuento. La constitucin del Estado Nacional, an dbil y aquejado de toda

    suerte de flaquezas, se haba alcanzado, al fin, como fruto de una guerra de

    religin.

    Para lograr la plena soberana espaola, se impuso hacerla bajo el signo de

    la cruz. Esa poderosa inspiracin forj un ideal heroico, que perdu-

    HtSTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 23

  • r como rasgo psicolgico de los espaoles a travs de las edades, cuando ya

    todos los hroes haban desaparecido. Tal grandioso objetivo, la unin de los

    reinos con la fe, requiri un inmenso esfuerzo. Lo dicho permite explicar las

    causas que transformaron a Espaa en una sociedad militar, capaz de velar y

    emplear sus armas durante setecientos aos.

    Esa interminable guerra nacional y religiosa, dejara huellas profundas en la

    sociedad espaola, en sus particularidades regionales, en sus lenguas y en su

    estilo de vida. La historia de Espaa, de alguna manera, nace en dicha cruzada y

    se impregna hasta la mdula de esta agotadora prueba. Bajo la luz cruel de tal

    historia, naci la raza de hierro que descubri, conquist y coloniz las Indias, as

    llamadas por Coln bajo la influencia arcaica de los mapas de Ptolomeo.

    El matrimonio de Isabel y Fernando constitua, a su vez, un paso ms hacia

    la unidad nacional de Espaa: Castilla y Aragn, por los azares dinsticos,

    constituan una diarqua. Reunan en la pareja real a reinos hasta entonces

    separados.1 Como convena a la marcha general de la historia europea y a los

    progresos del capitalismo en Occidente (que no es lo mismo que decir a la

    historia de Amrica Latina), con los Reyes Catlicos la monarqua feudal esboz

    su voluntad de marchar hacia una monarqua absoluta. En otras palabras, a

    establecer la preeminencia de la monarqua sobre la insularidad feudal de la

    nobleza, opuesta a la constitucin de la Nacin. Estos particularismos y esta

    nobleza hundan sus races en la cruzada contra los moros. De esas luchas Espaa

    haba heredado un encarnizado individualismo. Ah medraba un sistema de

    fueros, que cada ciudad o reino defenda celosamente, tanto frente a la nobleza de

    espada, como ante las tentativas reales de sujetar a los pequeos reinos a un poder

    centralizado.

    Los reinados y baronas que componan la Espaa del siglo XV, se haban ido creando en la Reconquista contra los musulmanes, sobre cada pedazo de tierra conquistada. Aquellos fragmentos tnicos que en el curso de los siglos llegaran a constituirse en el pueblo espaol, libraron con los moros una guerra de inigualable crueldad donde el derecho a la tierra y la fe jugaron el papel principal. El historiador Oliveira Martins escribe: "El movimiento de la Reconquista haba empezado en Asturias de un modo cabalmente brbaro; fue un retroceso a la vida primitiva. Las partidas de Pelayo no constituan un ejrcito ni se reunan en una corte; eran una horda, y he aqu como un cronista rabe describe al Rmulo espaol y a sus compaeros: 'Viven como fieras, nunca se lavan ni cambian de ropa, que conservan hasta que de puro vieja se les cae apedazas'. Y agrega Oliveira Martins: La impresin que produciran a los rabes estos feroces y brbaros campeones, sera anloga a la que

    24 I JORGE ABELARDO RAMOS

  • sufrieron, sin duda, los galo-romanos refinados al ver a los salvajes compaeros de Atila".

    2

    Pero ya en los siglos X y XI, se incorporarn a la lucha elementos de civilizacin cristianas, nuevas tcnicas de guerra, se esbozan los rasgos de clases sociales ms definidas y se perfila el ideal heroico. Esa lucha secular, adquiere o parece adquirir un sentido. Se entiende entonces al Poema del Cid y al Cid mismo, que prolongar por siglos en el alma espaola la visin caballeresca de la vida. El Quijote ser su reencarnacin tarda y burlesca. El Cid hablar de este modo:

    "Embaracan los escudos delante los corazones

    abajan las laucas abuestos de los pendones:

    idanlos a ferir de fuertes coracones. Ferid los

    cavalleros por amor de Caridad; Yo so Ruy Daz,

    el Cid Campeador de Bivar".

    Cada una de las reyecas catlicas estaba separada de las dems: se erigan sobre los ms diversos accidentes y relieves geogrficos. La disgregacin del latn medieval, entretanto, y el aislamiento de los pueblos cristianos, facilit la creacin de lenguas y dialectos regionales como el castellano, el portugus, el cataln y el gallego, que permanecieron individualizados hasta hoy (caracterizados hasta por notables y singularsimas literaturas), pese a la lenta y progresiva influencia de la lengua castellana.

    El triunfo general de esta ltima, traduca en la esfera idiomtica la hegemona de la monarqua castellana sobre las restantes, que, por lo dems, no retrocedan sin luchar. As se formaron durante siglos, leyes y costumbres populares, al tiempo que un estilo militar de existencia, donde la nobleza adquiri privilegios nacidos de su papel en las guerras. Estas prerrogativas marcaron toda la historia posterior de Espaa. El poder real se vio constantemente limitado por la resistencia armada de los dominios seoriales.

    "Espaa se encontr en la poca de la resurreccin europea -escribe Marx-, con que prevalecan costumbres de los godos y vndalos en el norte y de los rabes en el sur".

    3

    Al mosaico racial y cultural de Espaa, deba agregarse la presencia de los judos. Poderoso grupo tnico-religioso, este pueblo-clase, segn la definicin de Abraham Len, era actor dominante en la ciudad medieval, donde floreca el capital comercial. Anlogamente, los rabes constituan la porcin ms laboriosa y tcnicamente eficaz de su economa agrcola. Esa "aglomeracin de repblicas mal administradas con un soberano nominal a la cabeza",

    4 encontr la primera

    posibilidad de marchar hacia una unidad nacional gracias al poder central que comienzan a encarnar los Reyes Catlicos. La misma monarqua expresaba claramente el precario

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 25

  • carcter de esa unidad: mientras que en la Castilla de Isabel predominaban los intereses seoriales, en el Aragn y Catalua de Fernando prosperaba la burguesa de los puertos martimos, vinculados al comercio con Europa y Oriente. As, en su propio seno, la monarqua que buscaba la organizacin de una sola nacin, asuma simblicamente un carcter bifronte. Las dos Espaas se enlazaban y disputaban con Isabel y Fernando.

    2. La nobleza enfrenta a la monarqua nacional.

    La oposicin de la nobleza castellana a la unidad de Espaa, se haba manifestado de manera inequvoca al difundirse la noticia de que la heredera del trono de Castilla, Isabel, contraera enlace con Fernando, heredero del trono de Aragn. La furia de Enrique el Impotente, rey castellano y hermano de Isabel, no tuvo lmites.

    Los cortesanos, expertos intrigantes de Corte, sugieren al odo del Rey la idea de aprisionar a Isabel. Al mismo tiempo, la infanta demostrara su inteligencia poltica, luego proverbial, al decidirse, entre todos los pretendientes, por la persona de Fernando. As podran unirse las dos Coronas, incluida la poderosa Catalua, asegurando, quizs, de modo decisivo, la unidad de las Espaas.

    La conspiracin de los feudales estaba en marcha; haba que actuar rpidamente. Ante el peligro inminente que las tropas de su hermano el Rey puedan aprisionar a Isabel, el Arzobispo Alonso Carrillo de Acua, consejero de la infanta, rescata a la futura Reina de su Castillo de Madrigal de las Altas Torres. Protegida por 300 lanzas, Isabel huye de su castillo, escoltada hasta Valladolid. Desde all, el Arzobispo convoca urgentemente a Fernando de Aragn. Es preciso celebrar la boda de inmediato. Los peligros que acechan a los futuros contrayentes son enormes. La levantisca nobleza se opone a todo poder centralizado que pueda recortar sus privilegios. Los Grandes de Espaa, en su aturdida soberbia, y por el goce del verdadero poder alcanzado, consideraban al Rey, antes de Isabel y Fernando, "primum inter pares". Hasta el rey de Francia, Luis XI, observaba con alarma el futuro gran poder espaol, que podra nacer de la unin de Castilla y Aragn. Por cierto que, a su vez, poderosos intereses aragoneses trabajaban dentro de la nobleza castellana en favor del matrimonio, o sea de la unin de ambas coronas. Escribe Elliott: "Parece ser tambin que poderosas familias judas de Castilla y Aragn deseaban consolidar la vacilante posicin de la judera castellana y trabajaban por el matrimonio de Isabel con un Prncipe que haba heredado sangre juda, a travs de su madre".

    5

    El matrimonio, dictado por razones de Estado, adquiere, por imperio de las circunstancias, un sesgo romntico: disfrazado de arriero, el Prncipe

    26 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • Fernando avanza lentamente por la meseta castellana, conduciendo las muas que ocultan las insignias de su rango, mezclado a una caravana de comerciantes. Viajan de noche, por caminos poco transitados. Al llegar a las murallas del burgo de Osma, "no es reconocido y por poco lo matan si no se da a conocer".

    6

    Los novios no se haban visto nunca. Isabel slo contaba 18 aos; Fernando tena uno menos. Parece que la muy juvenil infanta, y ya mujer de Estado, experiment un flechazo, al contemplar por primera vez a Fernando. Dice un historiador, que los ojos de Isabel se miraron en los "bellos, grandes, rasgados y rientes" de Fernando.

    7

    El matrimonio, tan azaroso, y tan rodeado de acechanzas y confusas pasiones, seguramente no slo de pasiones polticas, se celebr el 18 de octubre de 1469, bendecido por el Arzobispo de Toledo. El pueblo de Valladolid bail en las calles durante una semana. Amor a primera vista aparte, la naturaleza poltica de esta unin conyugal resulta evidente. Fernando de Aragn acepta sin chistar las condiciones del contrato matrimonial que le impone el crculo castellano de Isabel. Como la perspectiva de llegar al trono no era dudosa, escribe un historiador: "Fernando se comprometa a respetar las leyes y costumbres de Castilla, a residir con la infanta y ano abandonarla sin su consentimiento y ano hacer nombramientos militares o civiles sin contar con su aprobacin. Igualmente dejaba en manos de la infanta los nombramientos de beneficios eclesisticos y se comprometa a no enajenar las propiedades de la Corona, todo lo cual aluda directamente a la futura situacin y jerarqua de Isabel de Castilla".

    8

    Asimismo, Fernando jur continuar la Cruzada contra los moros. Consinti, por aadidura, en que si Isabel sucediera a su hermano Enrique IV el Impotente en el reino, "Don Fernando ostentara el ttulo de Rey como una cortesa de su esposa".

    9

    Muy otras cortesas debera brindar la gran Isabel a su marido. Ya monarca, Fernando de Aragn despertara frecuentes celos de la Reina por sus irresistibles galanteos a no pocas damas de la Corte. A lo largo del reinado de la clebre pareja, tales galanteos tuvieron felices consecuencias. Isabel la Catlica, cuando los benditos nios nacidos fuera de los lechos reales, resultaban ser nias, las introducan, a su debido tiempo, en un convento, en el mayor de los secretos. En cuanto a un hijo natural, Don Alfonso, habido con Doa Aldonza Iborra de Alamn, resuelta dama que sola acompaar en pblico al Prncipe Fernando vestida de hombre, el ms tarde Rey (y amoroso padre) lo design Arzobispo de Zaragoza a la tierna edad de 10 aos.

    Si dejamos de lado tales intimidades conyugales, conviene echar una mirada al estado poltico de los reinos espaoles al da siguiente de la resonante boda.

    Conviene tener presente que Isabel, al preferir a Fernando, haba desdeado al Rey de Portugal. Alfonso V, el monarca portugus, era un

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 27

  • viudo otoal, incomparable con el seductor adolescente aragons. Lo que era polticamente ms decisivo: su enlace con Isabel supona una arriesgada postergacin o abandono de la unin entre los dos reinos ms poderosos de Espaa. Rechazado por la infanta, Alfonso V, volvi sus ojos hacia Juana, hija del rey Enrique el Impotente. La opinin pblica, siempre piadosa, pona en duda la paternidad del rey, cuya discutida virilidad clamaba al cielo. Por esa causa, se llamaba a la Princesa Juana, la Beltraneja, apellido de un atractivo cortesano, Beltrn de la Cueva, privado del rey. La pasin dinstica en la disputa sucesoria invent otro apodo para la Beltraneja: algunos se referan a ella como "la hija de la Reina".

    La posibilidad de un matrimonio entre ambos, permiti establecer una alianza entre Portugal y el partido de la hija del Rey Enrique IV.

    El fallecimiento de este ltimo, el 11 de diciembre de 1474, desencaden una guerra civil. Isabel se proclam reina de Castilla; la Beltraneja, por su lado, hizo lo propio algunos meses despus. Con la ayuda de los Grandes de Castilla y las tropas portuguesas, Juana reclam el trono castellano. Se hizo inevitable un enfrentamiento armado. En esa ocasin Fernando recibi un apoyo capital de los expertos militares de Catalua. El partido de la nobleza castellana, en definitiva, result vencido.

    Al fallecer, en ese mismo ao de 1479 Juan II, rey de Aragn, Fernando cie la corona de su padre. Y de este modo, Isabel y Fernando unen, al fin, los dos grandes reinos. No era poca cosa, en la marcha hacia la unidad nacional de

    las Espaas.

    Ahora bien, quin era y cmo era Isabel la Catlica?

    Hernando del Pulgar, un intelectual converso o "marrano", secretario real y diplomtico, autor del libro Claros varones de Castilla, record a la joven reina en estos trminos: "Era de mediana estatura, bien compuesta en su persona y en la proporcin de sus miembros, muy blanca e rubia; los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas, la cara muy hermosa e alegre"

    El mismo cronista anota otras dos observaciones significativas: "Amaba mucho al Rey su marido e celbale fuera de toda medida... Era mujer muy aguda y discreta... hablaba muy bien y era de tan excelente ingenio, que en comn de tantos e tan arduos negocios como tena en la gobernacin de sus Reynos, se dio el trabajo de aprender las letras latinas, e alcanz en tiempo de un ao saber en ellas tanto que entenda cualquier habla e escritura latina".

    Contaba la biblioteca privada de la Reina Isabel con 250 volmenes, cantidad muy considerable para la poca, en particular para la nuestra. No slo la Reina lea los libros de santos, o las obras de San Agustn, as como los textos bblicos, sino que en su biblioteca se encontraban obras de historia y libros de derecho civil y eclesistico. Un ejemplo notable son las

    28 I JORGE ABELARDO RAMOS

  • Partidas -una especie de enciclopedia jurdica del siglo XIII que inspir Alfonso X de Castilla. Si curioso resulta encontrar en la biblioteca personal de Isabel los grandes autores antiguos, como Tito Livio, Plutarco y Virgilio, todava ms sugerente y punzante aparece el atrevido y-sensual Renacimiento con la presencia de un libro de Bocaccio. El ruborizado bigrafo de la Reina Catlica omite informarnos sobre su ttulo. Isabel tambin pudo deleitarse con el Arcipreste de Hita -Juan Ruiz-, cuyos osados poemas amorosos corren parejos con su acida crtica a las costumbres de la poca. En fin, recorrer el catlogo de la Reina, en el que no faltan tratados de medicina y hasta de astrologa, permite asomarse a la cultura intelectual y artstica de esta mujer singular que Espaa dio al mundo en la hora de su unidad nacional.

    10

    La gran Reina haba nacido en 1451, casi con la invencin de la imprenta. A Isabel se debe, precisamente, la incorporacin a Espaa de numerosos talleres de impresin, algunos de gran calidad tipogrfica, como los importados del centro de Europa y de Venecia, destinados significativamente a imprimir las Partidas.

    11

    Fue la Mecenas de su tiempo, protectora de humanistas como el siciliano Marineo Sculo, trado a Espaa en 1484, y de Pedro Mrtir de Anglera, natural de Miln, llegado a Castilla en 1487. Sacerdote mundano, humanista y letrado favorito de la corte vaticana, Mrtir de Anglera ser el apuntador vivaz y curioso de todas las maravillosas novedades que los navegantes, aventureros y exploradores de Amrica traen a la corte de Isabel. Es el primer historiador del descubrimiento y creador de la feliz expresin del" Orbe Novo". Designado cronista de Indias por Isabel la Catlica, redacta las Dcadas del Nuevo Mundo, en las que describe las "cosas nuevas de Amrica. En una carta al Conde de Borromeo, escrita el 14 de mayo de 1493 desde Barcelona, Pedro Mrtir de Anglera comenta a su amigo, como de paso, lo siguiente: "Ha vuelto de las antpodas occidentales cierto Cristbal Coln, de la Liguria, que apenas consigui de mis reyes tres naves para ese viaje, porque juzgaban fabulosas las cosas que deca. Ha regresado trayendo muestras de muchas cosas preciosas, pero principalmente oro, que cran naturalmente aquellas regiones".

    12

    El sibartico prelado (el Pontfice, devotsimo lector de sus frecuentes cartas con novedades de Indias, lo designa Abad de Jamaica, isla paradisaca que no visitar jams) siempre se cuida de estar cerca del poder. As, asiste a la toma de Granada y frecuenta a Cristbal Coln. Con total desenvoltura y naturalidad, despojada de nfasis, narra las curiosidades de las gentes, la flora y la fauna de Indias, recogidas de primera fuente, que despertarn la estupefaccin de toda Europa.

    13

    Pues bien, es en ese ao simblico de 1492, que el gran humanista Elio Antonio de Nebrija publica su Gramtica castellana. La ofrece a Isabel la Catlica como una demostracin de que la lengua es el Imperio. Interrogado por la Reina respecto a la utilidad prctica de una gramtica castellana,

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 29

  • Nebrija le responde: "Despus que Vuestra Alteza metiese debajo de su yugo muchos pueblos brbaros e naciones de peregrinas lenguas, e con el vencimiento aquellos tenan necesidad de recibir las leyes quel vencedor pone al vencido, e con ellas nuestra lengua; entonces por est mi Arte podran venir en el conocimiento della, como agora nosotros deprendemos el arte de la gramtica latina para deprender el latn". En suma, lengua e Imperio.

    14

    A fin de que el lector perciba la gravitacin castellana en la inminente aventura americana, se tendr en cuenta que Castilla abrazaba los dos tercios del territorio total de la Pennsula Ibrica, o sea unos 350.000 kilmetros cuadrados. Contaba con una poblacin aproximada de 7 millones de habitantes, (cifra controvertida por muchos historiadores). Despus de 1492, incluyendo a Granada, ejerca su soberana sobre Len, Galicia, Asturias, el Pas Vasco, Extremadura y Murcia, adems de los reinos de Sevilla, y Jan.

    Por su parte, el reino de Aragn contaba con 110.000 kilmetros cuadrados, incluida Mallorca, con 1 milln de habitantes aproximadamente.

    Quedaban fuera de la unin, Navarra (que ser incorporada por Fernando despus de la muerte de Isabel) con 10.000 kilmetros cuadrados y, finalmente, Portugal, con unos 90.000 kilmetros cuadrados.

    15

    Resultaba abrumadora la preponderancia de Castilla respecto a los otros reinos y baronas espaolas. Esto explica el papel de Isabel en la pareja real, por lo menos al principio, y luego, el rol decisivo de los castellanos en el descubrimiento y conquista de Amrica.

    Aunque unidos en las personas de sus monarcas, en ambos reinos permanecan inalterables las instituciones administrativas, los fueros y las clases sociales. Ni los esfuerzos enrgicos de Isabel podan barrer con las costumbres y prerrogativas heredadas de la Espaa medioeval.

    En Castilla, aunque en voz baja, Fernando era llamado "el catalanote". Y lo era, sin duda, como lo atestigua su biblioteca personal y la formacin recibida en sus aos mozos.

    16

    Pues Catalua, con sus judos, cartgrafos, burgueses, humanistas y artesanos, era la provincia capitalista por excelencia en la tradicin espaola,

    17 el

    ncleo social dinmico de la Pennsula.

    Vencida la resistencia nobiliaria por el nuevo poder monrquico, todo pareca indicar que los castillos destruidos, las tierras seoriales confiscadas y la creacin de un ejrcito nacional, iniciaran triunfalmente el perodo absolutista, cuya misin histrica deba poner trmino a la resistencia feudal.

    Isabel jug un papel decisivo en esta unidad. Plena de juventud y resolucin ardiente, estableci la autoridad de la Corona sobre las rdenes militares-religiosas. Herencia de la Edad Media, constituan un poderoso bastin poltico y econmico de la nobleza castellana. Entre ellas se destacaba la Orden

    30 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • de Santiago, que mantena bajo su control hasta un milln de vasallos. Prcticamente se haba erigido como un Estado dentro del Estado.

    Cuando la Orden, en manos de unos pocos grandes seores, se dispona a elegir en 1476 el reemplazante del gran maestre, con motivo del fallecimiento del anterior titular, lleg la noticia a Valladolid: "Isabel, con su audacia caracterstica, tom un caballo y sali hacia el convento de Ucls, donde los dignatarios de la Orden se disponan a elegir un sucesor. Despus de tres das de duro galopar, lleg al convento justo a tiempo de ordenar que los preparativos fuesen suspendidos y que el cargo fuese concedido a su marido".

    18

    Emple la misma energa para terminar con otras rdenes, tan arrogantes como vetustas, las de Calatrava y Alcntara, por ejemplo.

    19 Las Ordenes militares

    tenan detrs de s, en la agotadora guerra de Reconquista contra la ocupacin musulmana, un grande y heroico pasado; pero como siempre ocurre en la gran aventura humana, los antiguos hroes se haban vuelto anacrnicos.

    Cabe aadir que al terminar la guerra de Sucesin, bien afirmada la pareja real en el trono, se impona establecer el orden en toda Espaa, asolada por el bandidaje ms feroz. Los caminos y la seguridad de las aldeas se haban convertido en el dominio de bandas de incontrolables forajidos, entre los que figuraban no pocos hijosdalgos. De hecho, los malhechores haban establecido una anarqua agobiante y sembrado una intranquilidad general. Los Reyes Catlicos, tampoco vacilaron en este caso. La Corona organiz una vieja institucin, ya olvidada: las Hermandades, milicias encargadas del orden pblico. Se llam La Santa Hermandad. Financiada por las ciudades, derog de hecho el antiguo privilegio de la nobleza de que los guardias del Rey no podan ejercer justicia ni penetrar en los dominios seoriales. La Santa Hermandad actu directamente contra los nobles pendencieros y espadachines mltiples que alborotaban con sus reyertas ciudades y aldeas. Tales incidentes sangrientos, frecuentemente motivados por cuestiones de procedencia o por la investigacin puntillosa del honor recproco, para no hablar de las frecuentes rebeldas nobiliarias contra el poder central, haban desencadenado la proliferacin de un bandidaje general en todo el Reino.

    Isabel actuaba directamente con la fuerza as creada. Las normas fueron de dureza ejemplar. As, por ejemplo, el robo de 500 a 5.000 maravedes era castigado con la amputacin de un pie. Otros delitos, con la prdida de la nariz o de una mano. Los casos ms graves, con la confiscacin de bienes o la pena de muerte.

    Los pueblos de Espaa respiraron con alivio: apreciaron en su valor la accin de una Reina que pona en su sitio a los arrogantes matamoros y a su secuela de bandidos. En el orden de la poltica econmica y ante la inquietud y disgusto de la parsita nobleza militar, Isabel y Fernando

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 31

  • protegen desde 1484 a la industria manufacturera. No vacilan en otorgar facilidades a obreros italianos y flamencos. Adems, los eximen de impuestos durante diez aos, para estimular su radicacin en Espaa y apliquen en ella sus artes mecnicas.

    Tradicionales industrias espaolas son revividas: las armas de Toledo, las papeleras y sedas de Jan y los cueros de Crdoba, conocen una poca de prosperidad. Durante dos aos se prohbe la importacin de paos en el reino de Murcia y los hilados de seda napolitanos en el reino de Granada. En Barcelona recobran su impulso las industrias, en Zaragoza trabajan 16.000 telares. En Ocaa florecen las jaboneras y sus clebres guanteras.

    20

    Andaluca era una huerta esplndida, creacin exclusiva de los rabes, que con su laboriosidad e ingenio, haban establecido un notable sistema de riego. La pragmtica de 1496 tendiente a unificar en todo el reino las pesas y medidas, en un pas donde el ocio era dignificado y el trabajo envileca, muestra bien a las claras la tendencia de los Reyes Catlicos a transformar la Espaa medieval y someter a los nobles ociosos.

    3. El vuelco de la historia: 1492.

    Pocas veces la infatigable Clo result tan fecunda en prodigar acontecimientos asombrosos como en ese gran ao de 1492. Enumeremos los hechos: en dicho ao cae la Granada musulmana y se concluye la Reconquista espaola del suelo peninsular; se expulsa a la minora juda; el humanista Antonio de Nebrija publica su "Gramtica Castellana" y la presenta a la Reina Isabel; y, en fin, se descubren las tierras del Nuevo Mundo.

    Conviene; a los fines del relato, describir la primera escena que tiene lugar en Granada. Espaa es, en ese ao, el teatro central de la historia del mundo.

    Entre las aclamaciones de una colorida multitud, rodeados de banderas y estandartes, estremecido el aire por chispeantes clarines, avanzaron a caballo, por las calles de Granada, la bellsima y clara ciudad morisca, los juveniles Reyes de Espaa. Era el 5 de enero de 1492. Las esplndidas mezquitas del Islam se elevaban en el horizonte como marco oriental de la victoriosa cristiandad.

    El propio Rey moro, Boabdil, debilitado por reyertas familiares, que facilitaron al hbil Rey Fernando las negociaciones preliminares de la rendicin, entreg las llaves de la Alhambra a los Reyes Catlicos.

    21 Momentos despus, las

    insignias espaolas, la Cruz y el estandarte real, suban a las altas torres de Granada. Con ese acto, conclua la guerra de

    32 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • Reconquista. La invasin rabe de la pennsula, iniciada haca 7 siglos, haba concluido.

    22

    Pocas semanas ms tarde, el 3 de marzo de 1492, los reyes catlicos firmaban un decreto de expulsin de los judos. El decreto se hizo pblico el 29 de abril del mismo ao. Su texto era muy claro. Se otorgaba un plazo de cuatro meses a los devotos de la fe mosaica para abrazar la fe catlica o para "vender su hacienda y salir para siempre del territorio espaol, bajo pena de confiscacin de sus bienes".

    Despus de la disolucin del Imperio romano, los judos llegaron a Espaa y se consagraron a la artesana, al comercio y a las finanzas. Al parecer, gozaron de la tolerancia de los reyes visigodos y se convirtieron en banqueros de los sucesivos dueos del poder peninsular. A pesar de la proteccin de los prncipes y monarcas, siempre necesitados de prstamos, los judos despertaron el odio popular por la actividad de no pocos de ellos como recaudadores de impuestos, "agentes fiscales de la nobleza" o prestamistas.

    Aunque su papel econmico en Espaa era muy considerable, no lo era menos en la esfera del arte y de la ciencia, as como, particularmente, en la prctica de la medicina. No debe olvidarse que las leyes medievales establecan la prohibicin de los matrimonios mixtos. Asimismo, las Partidas negaban a los judos "yacer con cristianas ni tener siervos bautizados". En la prctica, no obstante, muchos judos se haban convertido al cristianismo, y hasta se haban integrado a la sociedad espaola como eclesisticos, miembros de la aristocracia cortesana o administradores del Reino. Ms an, haban contrado eficaces matrimonios con familias aristocrticas, aunque arruinadas, cuyos "infanzones tronados" no tenan a menos casarse con hermosas judas ricas. Y as se "doraban los blasones".

    A tales miembros de la comunidad juda se los conoca como conversos o "marranos". Pero las sospechas de la Inquisicin, feroz guardiana de la fe, en un mundo peligroso para el catolicismo, no descansaba nunca. La unidad poltico-militar-dinstica, obtenida por Isabel y Fernando, se revelaba demasiado frgil en una sociedad rebajada por mltiples conflictos y tendencias hacia la desintegracin: la nobleza conspirativa, la minora musulmana, la minora juda, los pequeos reinos an no sometidos a la autoridad central, la rivalidad con Francia, la cercana lanza del Imperio Otomano, dominante en el Cercano Oriente, desde la cada de Constantinopla, y cuya sombra amenazante llegaba hasta el Mediterrneo. Isabel vacil durante aos ante el rigor de esta medida. Su propio marido, Fernando, tena sangre juda. El Tesorero de la Santa Hermandad, Abraham Senior, era judo practicante. No obstante, en el curso de las dcadas anteriores haban tenido lugar violentas explosiones populares de carcter antisemita, frecuentemente de carcter sangriento. Segn los tradicionalistas espaoles, esta discriminacin careca de tinte racista, sino que era esencialmente religiosa.

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 33

  • Se acusaba a sectores de la comunidad juda, convertidos bajo presin al cristianismo, de practicar en secreto su antigua fe. El decreto de expulsin conmovi a Espaa e influy en su historia posterior. Hasta muchos conversos, ante la medida, decidieron emigrar con sus capitales y la mayor parte de los judos espaoles hicieron lo propio. Los investigadores son muy prudentes en la evaluacin del nmero real de expulsados. La estadstica (ms bien asimilable al arte que a la ciencia) justifica esa plausible actitud. Si nadie puede sensatamente fiarse de las estadsticas contemporneas, mucho menos podra depositar gran confianza en las de hace 500 aos. De todos modos, se estima en 120.000 los judos que abandonaron Espaa a raz del decreto. Otros autores calculan ms de 200.000 judos expulsados. Los daos ocasionados a la economa espaola fueron enormes. Al recibir en su reino a numerosos judos expulsados de Espaa, el Sultn otomano Bayaceto dijo: "Este que llamis rey poltico, que empobrece su tierra y enriquece la nuestra !".

    25

    En cuanto a los rabes espaoles, el proceso de su expulsin fue ms complejo. Numerosos dignatarios espaoles, entre ellos Hernando de Talavera, primer Arzobispo de la Granada cristiana, profesaba una gran admiracin por la civilizacin musulmana y sus obras de caridad. Era partidario de una asimilacin gradual, en la cual los rabes adoptaran voluntariamente la fe cristiana y los cristianos incorporaran a su vida social instituciones caritativas creadas por los musulmanes*. Pese a todo, el temor de la monarqua castellana-aragonesa ante el poder social, econmico y religioso de los musulmanes radicados por siglos en el Sur de Espaa, los decidi, despus de muchas vacilaciones, a decretar la expulsin de los moros, en febrero de 1502.

    26

    El 12 de octubre de 1492, el ligur Cristbal Coln descubre a Europa la existencia de un Orbis Novo.

    No slo fue el eclipse de la tradicin tolomeica y el fin de la geografa medieval. Hubo algo ms. Ese da naci la Amrica Latina y con ella se gestara un gran pueblo nuevo, fundado en la fusin con las culturas antiguas. Fuera el Descubrimiento de Amrica, o doble Descubrimiento o Encuentro de dos Mundos, o genocidio, segn los gustos, y sobre todo, segn los intereses, no siempre claros, la proeza colombina parece brindar a Espaa, por un momento, la posibilidad de consolidar la nacin y dotarla de una formidable acumulacin de capital.

    Errabunda, inesperada, sombra y deslumbrante a la vez, como siempre, la historia ofrecera a los ojos hipnotizados de la Espaa medieval la tierra prometida, desbordante de dicha. Pero apenas entrevista, Amrica, como una maligna Circe, precipitara a la gran nacin descubridora, casi inmediatamente, a una inexorable declinacin.

    Fernando el aragons, por otra parte, haba atacado la clsica autonoma de las ciudades espaolas para moderar el poder creciente de la burguesa. Entre la Edad Media y la Edad Moderna, la pareja real encarnaba en s misma la contradiccin viva de dos pocas.

    27

    34 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • En la lucha simultnea contra la nobleza y la burguesa de las ciudades, el absolutismo naciente de los Reyes Catlicos encontr un aliado poderoso, al que debi pagar, sin embargo, un tributo: la Iglesia Catlica. Los monarcas no podan

    unificar a Espaa en nombre del capitalismo, ni de la Nacin, ni del pueblo. Pero la unificacin reclamada por la historia de ese siglo y de cuya consumacin, en caso de realizarse, slo podran beneficiarse, ante todo, las clases modernas en formacin, era tambin una exigencia ntima de la monarqua. Si quera elevarse por la gracia de Dios hacia el poder genuino, ste deba ser absoluto. En tal carcter, deba chocar contra el particularismo, los derechos personales y

    territoriales de la nobleza voraz. De este modo, las necesidades de la monarqua se combinaban con las aspiraciones de la Nacin, que en esa poca slo poda alcanzar su unidad mediante el poder personal.

    Para lograrlo, sin embargo, Isabel y Fernando deban enfrentar un complejo universo de clases, castas, razas, nacionalidades y religiones, que eran la herencia de siete siglos de sangrienta historia. Slo caba en ese momento un mtodo de

    unificacin, la unificacin religiosa.

    La expulsin de los musulmanes y judos demostr que la unidad de Espaa se realizaba ante todo en el plano espiritual, aunque debiera sufrir, como efectivamente sufri, un grave dao en su desarrollo econmico y social. Si se expuls a moros*y judos, no se elimin a la nobleza ni se establecieron

    realmente las condiciones para un desenvolvimiento de la produccin capitalista, nico cimiento, en dicho perodo, de la unidad nacional. Al reducir la unidad espaola a la pura unidad religiosa, los reyes dejaron en pie los factores internos del particularismo feudal.

    Como la historia inminente habra de probar, estos factores empujaron al

    Imperio espaol, desde su posicin excepcional en la historia del mundo, hasta una trgica decadencia. La unidad consumada con la ayuda de la Inquisicin, caracteriza el absolutismo real de los Reyes Catlicos como un absolutismo religioso que multiplicar todos los problemas que pretenda resolver. Pero como la historia es lo que realmente es, y es todo lo contrario de la Ucrona, forzoso resulta concluir que la unidad religiosa, an con los mtodos crueles que se

    adoptaron para realizarla, ech los cimientos de la unidad nacional de Espaa.

    4. La casa de los Austria en el trono espaol.

    Los dos factores que conducirn a la paradjica decadencia espaola se producen simultneamente y desencadenan efectos devastadores. El primero de ellos es el inverosmil descubrimiento que los europeos llamarn

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 35

  • Amrica. El ascenso al trono de Espaa de Carlos I, hijo de Juana La Loca y de Felipe el Hermoso, es el segundo. Su madre demente, era hija de Fernando el Catlico. La gran Reina Isabel, resuelta herona de una excepcional poca histrica, haba muerto. El padre imbcil, perteneca a la dinasta de los Habsburgo.

    Carlos de Gante, el muy joven heredero del trono, de la gran Reina Isabel, muerta en 1503, haba nacido en Flandes. Se educ como flamenco. Ignoraba la lengua castellana. Se haba formado en la idea del Imperio Catlico Universal, inspirado por su abuelo, el Emperador Maximiliano. Al morir sus abuelos espaoles, el joven de 16 aos, con su arrogante belfo hmedo, pis el suelo espaol con el nombre de Carlos I.

    Lleg a Espaa rodeado de una banda rapaz de favoritos flamencos y borgoones, de uas largas y afilados dientes. Detrs, mezclados con los soldados alemanes, marchaban confundidos en su squito, prestamistas y usureros germnicos, los banqueros Fugger y Welser, de Augsburgo. Quince aos ms tarde mora su abuelo, el Emperador Maximiliano. Carlos, despus de sangrar las rentas de Espaa y enajenar a los usureros el oro proveniente de Amrica, pudo comprar los votos de los Prncipes Electores de Alemania. De este modo, asumi el ttulo de Emperador de Alemania y rey de Espaa bajo el nombre de Carlos V.

    28

    Se postulaba as la tesis de un Imperio catlico universal, dentro del cual Espaa era un reino secundario, aunque productivo. Pues del fabuloso descubrimiento de Amrica y de la sangre de sus indgenas, provenan los metales preciosos para alimentar las guerras religiosas de Carlos V, fortalecer la estructura feudal europea en disolucin y forrar los bolsillos de la banda flamenca. El rey extranjero de Espaa se converta en un Emperador que gobernaba varios Estados italianos y alemanes, adems de Flandes y las Indias. En apariencia, era el mayor poder mundial, un nuevo Carlomagno.

    La nobleza castellana vea en Carlos V a su salvador, dispensador de sueldos y prebendas, a las que no haba sido muy afecto el prudente Fernando. La idea de la "unidad cristiana universal" era mucho ms satisfactoria al particularismo feudal que la idea de la "unidad nacional" espaola. Esto era fcil de comprender!. Pero el pueblo espaol recibi al flamenco con una piedra en cada mano. Las Cortes comenzaron por negarle fondos, siguieron por rogarle que aprendiera el castellano "a fin de que Vuestra Majestad comprenda mejor a sus sbditos y sea mejor comprendido de ellos", continuaron por que respetase las leyes del reino y concluyeron pidindole que no otorgase cargos a los extranjeros.

    Pero el Emperador universal, juguete en manos de los avariciosos flamencos, atropello los fueros municipales e ignor las tradiciones espaolas. Nombr arzobispo de Toledo al sobrino de su favorito de Chevres, que ni siquiera se dign viajar a Espaa para hacerse cargo de su apetitosa

    36 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • dicesis. Los restantes cargos de la Corte fueron distribuidos entre los flamencos importados. Los tributos excesivos, para colmo, concluyeron por desencadenar un vasto movimiento de insurreccin popular en 1520, conocido como el levantamiento de los Comuneros de Castilla. Encabezados por un noble, Juan de Padilla, el movimiento se dividi entre los elementos plebeyos y la pequea nobleza y fue derrotado.

    "Con las cabezas de los conspiradores desaparecieron las viejas libertades de Espaa.

    29 Era la postrera rebelin de las ciudades burguesas contra la

    putrefaccin feudal, extranjera por aadidura. Simultneamente, se levantaban las Hermandades de Valencia, compuestas por artesanos. Fueron a su vez vencidas y exterminadas sin piedad por el cristiano Emperador del mundo. Pudo as reinar sobre una Espaa desangrada, exprimir a las Indias, guerrear con Francia y presenciar la agona de la sociedad espaola, nunca ms grande que durante su funesto reinado y nunca ms miserable.

    5. La influencia de las Indias en Espaa.

    Con la cada de Constantinopla en manos musulmanas en 1453, la burguesa martima de Catalua vea cerradas las puertas para el desarrollo del comercio con Oriente. La bsqueda de un camino hacia el Asia era el resultado no slo de esta necesidad espaola, sino de la creciente exigencia de metales preciosos y de una expansin del comercio mundial que se evidencia a fines del siglo XV. Las formas capitalistas de produccin se abran paso irresistiblemente. El descubrimiento de Amrica se inserta en ese ciclo de aventuras geogrficas de la poca. El teatro martimo de la historia se traslada al Atlntico. En la ciudad medieval europea se haba engendrado una sociedad nueva: "En todos los Estados el orgullo crece cada vez ms. Los burgueses de las ciudades quieren vestirse a la manera de los gentilhombres, los gentihombres tan suntuosamente como los prncipes. El labrador quiere hacer de su hijo un burgus. Todo obrero quiere comer carne, como los ricos".

    30

    Una amplitud sin precedentes adquiere la circulacin del dinero, el empleo de la letra de cambio, la fundacin de bancos, el intercambio de productos industriales diversos, las relaciones comerciales. Es el Renacimiento, que se expresar en todas partes, desde el interior de la sociedad europea, a diferencia de Espaa donde se manifiesta desde el exterior, con el descubrimiento de Amrica.

    A la dinmica capitalista de la economa europea, corresponda a fines del siglo XV una exigencia mayor de los medios de pago, al mismo tiempo

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 37

  • que un relativo agotamiento de los metales preciosos. El oro y la plata se acumulaban en las grandes iglesias y catedrales, en los joyeros de la nobleza, en manos de los prestamistas y sobre todo, en el fondo del Oriente hacia donde se escurran a cambio de especias raras o de productos exquisitos.

    A comienzos del siglo XVI el oro y la plata del Nuevo Mundo inundan Europa. Es una conmocin que conduce a la revolucin de los precios y que trastorna la economa europea. Espaa saquea, en primer lugar, el oro acumulado a lo largo de siglos en los palacios incaicos y aztecas. En los primeros aos de la conquista atraviesan el Atlntico 200 toneladas de oro.

    31

    Luego de la rapia inicial, el descubrimiento hacia 1555 del procedimiento de la amalgama por el mercurio, permite extraer econmicamente la plata. Comienza un sistema de remesas a Europa de unas 300 toneladas de plata anuales. De este modo, puede evaluarse la plata enviada por las Indias a Espaa entre 1521 y 1660 en unas 18.000 toneladas.

    Segn clculos de Alexander von Humboldt, fueron de las Indias a Espaa 5.445.000.000 de pesos fuertes (plata) en tres siglos. Se omiten de esta cifra, por imposibles de verificar, los caudales de particulares, los que quedaron en poder legal o ilegal de espaoles en las Indias y los que emigraron directamente de Amrica a las Filipinas o al Oriente de contrabando. Afirma el historiador Manuel Colmeiro que: "el Asia y an el frica eran el sepulcro de las riquezas de nuestras Indias... que iban] a esconderse en los reinos de la China y del Japn, en la India oriental, la Persia, Constantinopla, Gran Cairo y Berbera, paradero de la mayor parte de la plata de Espaa, porque apenas corra entre aquellas gentes remotas otra moneda que reales de a ocho y doblones castellanos. Gozbamos los tesoros de las flotas y galeones por tan poco tiempo, que humedecan nuestro suelo sin regarlo".

    32

    En 1618 se estimaba en ms de 500 millones de ducados el oro y la plata recibidos por la Corona desde las Indias.

    33 El tesorero mexicano enva a Espaa

    en 1587, 1.343.000 ducados, la mayor remesa del siglo XVI. El jesuita Pedro de la Gasea, al regresar a la metrpoli, llev en ocho galeones un milln y medio de ducados. Es un ro de metal restallante que inunda a la Espaa estupefacta. Cules son sus resultados?.

    Carlos V derrama ese oro en sus interminables guerras religiosas o dinsticas. Pasea las legiones espaolas por Europa, lo mismo que su hijo, el sombro Felipe II, que hace de toda Espaa un Escorial. La aristocracia despilfarra el oro importando del extranjero sus tapices, sedas, armas y hasta cereales. La decadencia de la industria espaola y de su agricultura, reanimados un instante por el descubrimiento de Amrica, se acenta profundamente y se prolonga durante tres siglos. Los Habsburgo y la estructura arcaica de la sociedad espaola

    38 JORGE ABELARDO RAMOS

  • sobre la que se apoyan, constituirn la maldicin histrica de Espaa. La corriente de oro de las Indias pasa por Espaa sin detenerse. Va a parar a los bolsillos de los industriales de Inglaterra, Italia, Francia, Holanda y Hamburgo, que venden su quincallera y artesanas a los espaoles.

    34

    Los encajes de Lille y Arras dominan el mercado espaol; la loza de Talavera declina con la competencia extranjera. La industria textil est en ruinas.

    Emperador extranjero y extranjerizante (y su digno hijo, ms tarde) aplastan econmicamente a la burguesa espaola. Las Cortes de Castilla slo piensan en asegurar un precio bajo para los productos que Espaa consume. Mientras triunfa el mercantilismo en toda Europa, los espaoles ignoran la economa. Se prohbe la exportacin de paos finos. Con Carlos V se prohbe, asimismo, la fabricacin de paos, para importarlos de Flandes. Los ociosos espadachines del flamenco, slo desean importar telas holandesas, tapices de Bruselas, brocados de Florencia. Esa enorme importacin es preciso pagarla con el oro de los galeones rebosantes.

    Ni siquiera con el martirio de los indios de Amrica logra Espaa retener y acumular su capital, como las potencias capitalistas de la poca. La poltica d*e pillaje asitico llega a tal grado en la historia de Espaa, que Carlos V y Felipe II confiscan a menudo los envos de metales preciosos dirigidos desde Amrica a capitalistas particulares; de este modo, en lugar de expropiar a los terratenientes feudales, la monarqua despoja a la burguesa en germen.

    35

    Castilla exportaba lana en lugar de paos. En el centro de este cuadro, alemanes, genoveses y franceses se apoderaban del monopolio virtual de las ferias espaolas y de los asuntos rentsticos. Las remesas de oro de las Indias, tales eran los aprietos de los Austria, eran hipotecadas con anticipacin a los banqueros y usureros extranjeros, los Fugger y los Grimaldi.

    36

    Los especuladores y comerciantes metropolitanos, enriquecidos con las Indias y la revolucin de los precios, compraban tierras para colocar sus capitales. Dciles a la poca, los nuevos ricos buscaban adquirir un blasn, ttulos de nobleza, hbito de alguna orden militar o alguna patente de hidalgua para elevarse en el nivel social de las viejas clases. Slo podan hacerlo a condicin de inmovilizar su capital en bienes inmuebles y vivir de sus rentas, pues hasta la era de los Borbones, en el siglo XVIII, todo aqul que se dedicase a la actividad industrial perda automticamente su carta de hidalgua.

    37

    Aquellos indmitos soldados de ocho siglos de guerra se haban trocado en parsitos de espada mellada. El odio al trabajo encuentra su eco en Amrica. Recurdase el caso de un caballero espaol,

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 39

  • residente en Buenos Aires a fines del siglo XVIII, que inici en la Audiencia de Charcas un juicio por calumnias, pues el demandado haba afirmado pblicamente que el caballero trabajaba. En su demanda, y con justa indignacin, sostena que tena recursos e hidalgua suficientes como para vivir sin degradarse trabajando.

    38

    Con semejante ideal de vida en Espaa, la riqueza adquirida con la sangre americana, robustece la gran propiedad territorial y sustrae esos capitales de toda actividad econmicamente productiva. As se eleva el valor artificial del suelo y se consolida el latifundismo.

    6. El rgimen servil.

    En el perodo del descubrimiento de Amrica la produccin agrcola de Espaa se fundaba bsicamente en la condicin servil o semiservil de los campesinos. Esto ocurra tanto en Castilla como en Aragn, reino este ltimo del que formaba parte Catalua, el sector ms dinmico de la economa espaola.

    Con sus grandes sublevaciones peridicas, los siervos o semisiervos de Castilla haban originado la adopcin de una nueva poltica. Los Reyes Catlicos sancionaron una ley en 1480, por la que se conceda a los campesinos de Castilla el derecho de cambiar de residencia con todos sus bienes, ganados y frutos. Este cambio de seoro constitua sin duda un avance, pero no existe todava documentacin fehaciente acerca del carcter generalizado y prctico que obtuvo esta medida. Es bastante dudoso que la liberacin de los siervos castellanos y su transformacin en campesinos libres se realizara en esa poca.

    Las disposiciones reales, como en su caso la inmensa literatura jurdica de Indias, rara vez tena comienzos de ejecucin, y para ser completamente ecunimes, resulta bastante rara en el mundo, de ayer y de hoy, la aplicacin escrupulosa de las leyes.

    La arcaica sociedad espaola conservaba un poder orgnico cotidiano mucho mayor que la decisin personal de algn rey enrgico. Las insurrecciones de payeses en Catalua y la floracin del bandidaje, obligaron al rey a suprimir parte de los insoportables tributos que recaan sobre los campesinos y que alimentaban el ocio seorial: estos tributos se conocan con el nombre significativo de malos usos. Por aadidura, se permiti a los campesinos emanciparse mediante el pago de una suma de dinero, lo que facilit la formacin en el siglo XVII de una pequea burguesa agraria.

    39

    40 | JORGE ABELARDO RAMOS

  • Queda en pie, pese a todo, el carcter que presentaba el campo espaol cuando se produce la conquista y colonizacin americana.

    La sociedad colonizadora que se manifestar en las Indias, no difera del sistema de pillaje organizado que padeca el propio pueblo conquistador en la tierra de su nacimiento.

    7. Extranjerizacin del reino y ruina de la industria.

    En Sevilla haba 3.000 telares que daban ocupacin a 30.000 obreros. Cien aos ms tarde, slo quedaban 60 telares.

    40 De aquella Toledo prspera en la que

    zumbaban 13.000 telares, nada quedaba en pie: las calles desiertas, las tierras incultas, las casas cerradas y sin habitantes. Los freneros, armeros, vidrieros y otros oficios que ocupaban calles enteras, haban desaparecido. Ni siquiera los artilleros e ingenieros al servicio de la monarqua eran espaoles. Quedaban pocos hombres de aquella industriosa Sevilla del siglo XVI. Ciudad de melanclicas mujeres pues los hombres emigraban a las Indias!

    En 1655 un autor enumera 16 gremios que han desaparecido por completo de Espaa. Mientras que en la Francia del mercantilista Colbert las telas espaolas eran perseguidas hasta ser incineradas, de esta tarea se encargaban en Espaa sus propios reyes.

    41

    "Toda hereja deba ser extirpada inmediatamente, pues si era ignorada, el mundo podra imaginarse que se trataba de la verdad, y si una doctrina falsa era verdadera, no podan ser falsas todas las doctrinas verdaderas?".'

    12

    Felipe II, naturalmente, al intentar perseguir las creencias religiosas de los flamencos ("Preferira reinar en un desierto antes que en pas poblado de herejes" era su piadoso aforismo)*

    3 provoc la huida de miles de artesanos

    flamencos que se refugiaron en Inglaterra. All multiplicaron la industria inglesa con nuevas manufacturas. Si los monarcas ingleses penaban con la pena de muerte a los artesanos y tcnicos ingleses que llevaban sus artes y secretos de fabricacin a otro pas, los Austria practicaban exactamente el mtodo inverso: ms de 600 artfices emigraron de Sevilla y otras ciudades de Espaa y se instalaron en Lisboa, donde el Prncipe de Portugal los protegi. As fabricaron ricos paos, bayetas y sederas con materia prima que importaban de Espaa, su propia y desventurada patria.

    A los raros extranjeros que traan su industria a Espaa no les iba mucho mejor que a los espaoles industriosos. Slo se admitan en la Espaa de los Austria a dos clases de extranjeros: los comerciantes y usureros que

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA I 41

  • traficaban con la riqueza espaola y los mendigos y peregrinos de Europa que haban hecho de Espaa la Meca continental de la limosna.

    Espaa importaba cristales de Venecia, listonera de Gnova.-armas de Miln, papel, libros y bujera de Holanda, tejidos, vinos y lienzos de Francia. Por el contrario, en Inglaterra, Enrique VIII prohiba la salida del oro y la plata y monopolizaba las letras de cambio; Isabel impeda la extraccin de lana y arrojaba de sus puertos a los hanseticos.

    44

    Antes del descubrimiento de Amrica era ms importante el comercio interior que el exterior. Despus, desaparecieron las ricas ferias de Castilla. Los comerciantes se trasladaron a la proximidad de los puertos. No era para menos. Felipe II quit los negocios a los castellanos y los puso en manos de los genoveses: "Gnova se edificaba de nuevo y con el dinero de los espaoles se fundaban obras pas y mayorazgos".

    45

    En los pueblos de Espaa no poda comerciarse libremente, pues los seores mantenan estancos a cargo de sus protegidos. Nadie poda abrir un mesn, comercio, hospedar a los caminantes o vender cualquier tipo de artculo por ese privilegio. Los Reyes Catlicos abolieron los estancos que dificultaban la libre circulacin de las mercancas por el mercado interno espaol; pero sus disposiciones no prosperaron.

    La perduracin de los gremios y corporaciones medievales tambin dificultaban la creacin He la libre competencia y el desarrollo de una industria.

    Reunase en Espaa en la poca del Descubrimiento un feudalismo que no se resignaba a morir, abrazado a un capitalismo enclenque que slo aspiraba a sobrevivir. Pero el absolutismo era tan impotente para concluir con el primero, como para infundirle oxgeno al segundo. De ah el carcter de peculiar rapacidad que distingue a la monarqua espaola, fiel reflejo de la Nacin en ruinas. Salvo raros perodos (los grandes Reyes Catlicos, Carlos III), ese estigma rebrotar en la historia de Espaa con Felipe II o un Fernando VIL

    Cernase de este modo sobre el comercio interior de Espaa una red mohosa de prohibiciones, aduanas interiores, tasas y gabelas, pesos y medidas diferentes, escasez de caminos y medios de comunicacin, una moneda envilecida y frecuentemente adulterada por los monarcas.

    Este sistema constitua en su conjunto la base de sustentacin de la nobleza terrateniente y la palanca de su resistencia a la unidad nacional.

    "A partir de 1580 -escribe Brennan-, las pocas fbricas de paos que existan en el pas desaparecieron, y los espaoles se convirtieron en un pueblo rentista, una nacin de caballeros, que vivan en parasitaria dependencia del oro y la plata que les llegaba de las Indias y de la industria de los Pases Bajos".

    46

    Espaa se vio arrastrada por la poltica europea de los Habsburgo al borde de su destruccin nacional. Lejos de lograr un nuevo imperio

    42 I JORGE ABELARDO RAMOS

  • carolingio, los Austria, despus de cada derrota, entregaban mediante los tratados, jirones del imperio y an de la propia Espaa. La debilidad estructural de la Nacin espaola se pone de relieve con la prdida de Portugal y la tendencia separatista de Catalua, que slo logra ser vencida por una sangrienta guerra civil. Portugal, en cambio, pide ayuda a Inglaterra y queda destruida as la unidad ibrica. Espaa reconoce esa independencia en 1668.

    "Apenas rota la unidad ibrica, Portugal entr en la rbita anglo-

    holandesa", dice Jos Larraz.

    Con el tratado de Methuen, firmado en 1703, Portugal renunciaba a industrializarse, prometa "admitir para siempre jams los paos y dems manufacturas de lana de fbrica de la Gran Bretaa", mientras que el rey de Gran Bretaa "quedaba obligado por siempre jams" a admitir los vinos de Portugal. Con el oro del Brasil y sus vinos, pagaba Portugal a su srdido aliado las manufacturas inglesas. Adam Smith dijo que ese tratado leonino era "ventajoso en favor de Portugal y contra Gran Bretaa".

    Como para confiar en ciertos clsicos!.

    8. Auge de los arbitristas.

    Felipe II escriba a su hermana que estaba dispuesto a quemar 60.000 70.000 hombres "si fuera necesario para extirpar de Flandes la hereja" .

    47

    Adems de esta absorbente preocupacin del monarca por los herejes, caracterstica de una poca en que las guerras religiosas y conflictos dinsticos incesantes exhiban la historia de Europa bajo una luz poco envidiable, cabe aadir la importancia que Felipe II atribua a los "arbitristas".

    La crisis crnica de la economa y las finanzas espaolas engendr un gnero o profesin curiosa, la del "arbitrista", o sujeto fecundo en "arbitrios" y frmulas que ofreca al rey como solucin radical para curar tantas desgracias nacionales. En su inmensa mayora, se trataba de maniticos dominados por una idea, o apasionados mesinicos, desesperados por su propia situacin, que pretendan mitigarla mediante el recurso grandioso de mejorar los asuntos generales.

    Se produjo as, durante tres siglos, una ingente literatura, por as decir, econmica, que agobiaba las cmaras reales, el tiempo de los monarcas y de los ministros. Algunos reyes, como Felipe II, reciban con placer e inters los memoriales de los arbitristas. Al parecer, la moda de los arbitristas provino de Flandes y de Italia, pero fue en Espaa donde hicieron

    HISTORIA DE LA NACIN LATINOAMERICANA | 43

  • escuela. Surgieron a mediados del siglo XVI y prosperaron a lo largo de los reinados de los Austria, como caba esperar.

    Un arbitrista, por ejemplo, propona remediar la decadencia del erario espaol mediante la sustitucin en la labranza de las muas por bueyes. Otro sostena la necesidad de establecer en toda Espaa de piedad. Ofreca otro engrosar las arcas reales mediante el establecimiento de una armada espaola en el Pen de Gibraltar que cobrara un impuesto a todas las naves que atravesaran esas aguas. Otro, an, imagin remediar la escasez de numerario mediante el reemplazo de la moneda metlica por un grano de cacao; otro, en fin, sugera la idea de reemplazar la moneda de plata por moneda de hierro.

    Cuando los ministros y consejeros de Felipe II le rogaban, respondiendo a! clamor pblico, que no perdiera su tiempo atendiendo los consejos de la legin de arbitristas, y fuesen arrojados de la corte, el monarca se excusaba con la necesidad que tena de los arbitrios. Tales eran los curanderos que la monarqua extranjera impona a la mortal enfermedad de la postrada Espaa. Los mejores ingenios de la nacin no dejaron de afilar su stira ante los arbitristas.

    En su Coloquio de los perros Cervantes pone en boca de un personaje: 'Yo seores, soy arbitrista, y he dado a S. M. en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho suyo y sin dao del reino; ahora tengo hecho una memorial donde le suplico me seale persona con quien comunique un nuevo arbitrio que tengo, tal que ha de ser la total restauracin de sus empeos. Hase pedir en Cortes que todos los vasallos de S.M. desde edad de catorce a sesenta aos sean obligados a ayunar una vez en el mes a pan y agua, y esto ha de ser el da que se escogiere y sealare, y que todo el gasto que en otros condumios de fruta, carne y pescado, vino, huevos y legumbres que se han de gastar en aquel da, se reduzca a dinero y se d a S.M. sin defraudalle un ardite so cargo de juramento; y con esto en veinte aos queda libre de socalias y desempeado".

    Bien saba Cervantes que gran parte de los espaoles no necesitaban de ese arbitrio para ayunar. Tampoco escaparon los arbitristas a la mirada burlona de Qucvedo. As, relata que un prncipe de Dinamarca, aquejado de males de dinero, pidi consejo a los arbitristas. Cuando platicaban, estall un incendio en el palacio. Los arbitristas pidieron al prncipe no inquietarse, que ellos tenan la frmula para sofocar el fuego. Comenzaron por arrojar los muebles por las ventanas, luego demolieron las paredes y terminaron por aniquilar el palacio hasta sus cimientos. El prncipe, dice Quevedo, en La fortuna con seso, los increp as: "Infames! Vosotros sois el fuego; todos vuestros arbitrios son de esta manera; ms quisiera, y me fuera ms barato, haberme quemado que haberos credo; todos vuestros remedios son de esta suerte, derribar una casa, porque no se caiga un rincn. Llamis defender la hacienda echarla en la calle y socorrer el rematar. Dais de comer al prncipe sus pies y sus manos, y decs que le sustentis, cuando hacis

    44 JORGE ABELARDO RAMOS

  • que se coma a bocados a s propio. Si la cabeza se come todo su cuerpo, quedar cncer de s misma, y no persona. El anticristo ha de ser arbitrista: a todos os he de quemar vivos y guardar vuestra ceniza para hacer de ella cernada y colar las manchas de todas las repblicas. Los prncipes pueden ser pobres; mas entrando con arbitristas, para dejar de ser pobres, dejan de ser prncipes".

    Los arbitristas no han muerto con el paso de los siglos. Al releer a Quevedo, vemos sin estupor que los afamados tc