José Luis Yánez Rodríguez

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PREGÓN EN HONOR A LA VIRGEN DEL CARMEN

ISLETA 2021

Debo iniciar, por agradecimiento y honor, la distinción que me hanhecho al llamarme para estar hoy aquí. Pudiera parecer que es momento demenos lucimientos ya que nuestros corazones, nuestros pesares, nuestrasintenciones están en cosas de mayor preocupación. Yo, en cambio me sientohonrado hasta lo más profundo de mi alma el que sean mis palabras las querecuperen hoy el pregón de enaltecimiento de Nuestra Señora del Carmen ysus fiestas tras el cúmulo de hechos tristes, dolorosos, funestos que hantraspasado nuestras vidas en el último año.

Ser yo quien recupere la palabra para, tras la solemne Bajada de laImagen realizada ayer, marquen un punto y aparte en la historia de La Isleta ysu devoción es, si cabe, un mayor orgullo.

Por tanto, a todas las personas que pensaron en mí para hacer esteanuncio, gracias desde lo más profundo de mi corazón.

“Desde el cielo donde se halla

mi madre me está mirando

y si escucha como te hablo

sus ojos me van mimando”

Cuando hace ya cerca de un siglo y medio, los miles de personas queaquí llegaron buscando vida para ellas y sus familias traían como equipaje laraíz de su cuna en otros muchos sitios. Venían de Tenteniguada o Casillas delÁngel, de Fontanales o Arrecife, de Agaete o del lugar donde nací, El Palmarde Teror.

Venían buscando trabajo, comida, honestidad y pan para sus familias alcalor que el Puerto de La Luz, verdadero motor de la economía grancanaria,generara desde fines del siglo XIX.

El Puerto fue en aquellos momentos la puerta que abrió el futuro a todala isla y si no hubiese sido por las personas que se implicaron en sacarlo paraadelante desde políticos, negociantes, agricultores, ingleses; a la acción certeray eficaz de los hermanos teldenses Fernando y Juan León y Castillo -ministro

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e ingeniero; Gran Canaria, esta ciudad, nuestra realidad presente, este barrio,no hubiesen tenido ni senda ni historia.

Y los que vinieron desde una esquina de la isla a la otra, escapando dehambrunas y malestares, trajeron aquí sentimientos y vivencias propias, yaunque no hubiesen nacido en La Isleta, les bastó un amanecer en ManiguaAlta, el olor del oleaje del cercano Atlántico; el ajetreo portuario que les dabatrabajo e ilusión, para que se sintieran isleteras e isleteros de cuerpo entero.

Eso me ocurrió a mí también. Vine pequeñito acompañando a mispadres que ubicaron con la ayuda de mi abuelo, un comercio en la calle Tecén,tan cerca de aquí. Y a mi madre, a mí mismo, que estábamos acostumbradosal campo terorense, al olor mañanero de la tierra mojada, al canto de loscapirotes y a ver a los campesinos en sus diarios laboreos, nos encandiló elespíritu de ustedes, el torrente de vida que emanaba de La Isleta y sus calles,las vecinas que se saludaban de una ventana a la otra como en un inmenso ybullicioso patio de vecindad, la chiquillería que jugaba y gritaba incontenibleen su felicidad; y por eso, cuando la vida nos retornó a Teror, La Isleta se fuecon nosotros y la Virgen del Carmen acompañó por siempre los rezos de mimadre y Carmen se cristianó a la hija que tuvieron, mi hermana, poco tiempodespués.

Por eso, cuando hace unos años comencé a escribir sobre algunoslugares de esta ciudad -con el consejo inestimable de mi buen amigo JuanjoLaforet- La Isleta volvió a ocupar el puesto que siempre mereció en micorazón y sus auroras a estar presentes en mi vida.

PRIMERA MALAGUEÑA

¡Ay, madre, que pena tengo!

Que quiero irme a la Aurora

a acompañar a la Virgen

llorando por tu mejora

¡Que nunca me dejes sola!

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Y así de esta manera comenzó la historia reciente del barrio. Puedenustedes estar orgullosos de que haya sido investigada y estudiada en muchasde sus múltiples facetas desde la Cueva de los Canarios, el Faro, loscambulloneros, las justísimas reclamaciones sociales que han salpicadopermanentemente su devenir reciente, la Casa Roja de La Puntilla, la Casa delPueblo, el Confital, las Hijas de la Caridad, los Padres Paúles, el baloncesto, elCarnaval, la permanente transgresión, el Club Victoria, la maestra LibradaAlvarado, las escuelas, los nombres del callejero, los rebaños de cabras porazoteas y calles hasta los costaleros o los trajes de la Virgen.

Tienen ustedes más historia que un pueblo de mil años simple yllanamente porque la vida en La Isleta es densa e intensa, cargada de ternurasy pasiones, divertida, afectuosa y exigente en bienestar.

Es como son los isleteros: un compendio de toda Canarias.

Por eso aquí públicamente agradezco a Juan Medina Sanabria, Juan JoséLaforet, el Foro, Héctor Ramos, Jorge Pulido, Lourdes Villacastín, RebecaDíaz, Martín Moreno, Orlando Hernández, Pedro González Sosa y tantosmás que con lo aportado por los sucesivos pregoneros que me hanantecedido, han construido poco a poco una verdadera enciclopedia isleteraque tienen ustedes como tarea ya ineludible la de compilar, reunir publicarpara justísimo orgullo de este barrio y sus habitantes.

Y así de esta manera poco a poco, en los últimos años del XIX e iniciosdel pasado siglo, miles de hombres y mujeres vinieron a vivir aquí y dondecrecía la aulaga o el cardón y habitaban pescadores, comenzó a crecer unapequeña ciudad dentro de la ciudad porque siempre para la gente de campo,para los que se referían a este sitio desde otros pueblos, una cosa era LasPalmas y otra cosa era El Puerto.

La población creciente y su aumento imparable determinó un inicialdesconcierto en la organización de los servicios de todo tipo: saneamientos,viviendas dignas, escuelas, que desgraciadamente permaneció mucho tiempo ymarcó muchísimo el vivir isletero durante décadas.

Viendo todo aquello, el obispo Adolfo Pérez Muñoz -que lo fuera desde1909 a 1913- decidió encomendar a las Hermanas de la Caridad la formaciónde aquellos niños que faltos de tanto, encontraron en la Ermita- Escuela delPuerto de La Luz ubicada entre las actuales calles Benartemi, Umiaga y Malfúuna muestra de respeto hacia este lugar y el inicio, el germen de lo que hoyaquí celebramos.

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La prensa dejaba constancia el 9 de septiembre de 1911 de todo elloafirmando del beneficio que significaba la “ermita-escuela que el señor Obispo de laDiócesis mandó construir a sus expensas en la Isleta. Dijo la misa en ella el señorCoadjutor de la Parroquia, habiendo sido bendecida el día anterior por el Sr. cura-párroco,delegado a este fin por el Prelado. Hubo mucha concurrencia y animación por parte de losvecinos, que se hacían lenguas elogiando al señor Obispo, pues les ha proporcionado medioscon la nueva ermita-escuela para poder cumplir con facilidad sus deberes religiosos y dareducación a sus hijos. Mas de 300 niños de aquellos pobres obreros del carbón se haninscrito en las listas de la escuela, y el bondadosísimo Obispo ha dado órdenes para que seadmita a todos los que lo soliciten, pues en caso necesario se arreglarán nuevos locales paraque a nadie falte puesto”

Muchos investigadores ponen en la existencia del Colegio del Carmendesde 1889 en la zona de Guanarteme el origen del encargo episcopal y laadvocación que desde un inicio tuvo aquella pequeña escuela que a la vez seconvirtió poco a poco en el centro espiritual del incipiente barrio de La Isleta.

Conocida es la preciosa historia de aquellos inicios, la venida de las dosHermanas de la Caridad -Sor Teresa y sor Asunción al recuerdo de algunos- leprimera representación pictórica del Carmen y la llegada poco después de laImagen desde el Hospital de San Martín, al otro lado de la población.

Y así comenzó el milagro, porque no de otra manera puede calificarse loque aquí ocurrió. Todos los isleteros, que traían desde sus lugares denacimiento querencias y fe profundas pero diversas, vieron en la Virgen delCarmen el lazo de unión más fuerte y el distintivo más claro del “ser isletero”.

En realidad, a partir de entonces, en La Isleta se podía ser marinero ocambullonera, se podía tener familia en el Valle de Agaete o en Fuerteventura,se podía montar una tienda de aceite y vinagre, trabajar en la factoría o en unafábrica de puros; todo eso daba igual porque desde el mismo momento en queel Carmen llegó, al acercarse el mes de julio La Isleta se sentía unida y fuerte yel poner a la Virgen más arriba del Faro, lo más cerca del cielo que se pudierafue el empeño emocional, devocional y sentimental más definitorio de la genteque aquí habitaba.

“Tiene La Isleta un tesoro

que es Sol de Aurora en sus calles

si mi vida se oscurece

en ti busco abrigo, Madre”

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Nos cuenta la tradición que el 16 de julio de 1251, la Virgen del Carmense le apareció a San Simón Stock, a quien le entregó sus hábitos y elescapulario, principal signo del culto mariano carmelita. La Virgen prometióliberar del Purgatorio a todas las almas que vistieran el escapulario durante suvida, el sábado siguiente a su muerte y elevarlos al cielo; afirmación recogidaen la llamada Bula Sabatina, promulgada por el Papa Juan XXII en el año1322.

Desde ese momento, la Santísima Virgen del Carmen se convirtió en laintercesora de las Ánimas del Purgatorio y Valedora de todos los Difuntos.Así la vemos en diferentes expresiones artísticas relacionadas con las Ánimas.

Por ello, esta veneración recibió reconocimiento papal en 1587 y ha sidorespaldada por el Vaticano hasta la actualidad, en especial lo referente alescapulario.

De ahí, que templos y casas se llenaran con la representación de laVirgen del Carmen salvando a las Ánimas del Purgatorio, que adornaba loshogares y ante la que se encendían velas o las lamparillas flotando en aceite yagua. Y los templos de Cuadros de Ánimas para rezar por nuestros difuntos.

El patronazgo de la Virgen del Carmen sobre la mar tiene un origenposterior.

En el siglo XVIII, un almirante mallorquín -Antonio Barceló Pont de laTerra- devoto del Carmen, impulsó su celebración entre la marinería que éldirigía. Fue a partir de entonces cuando la marina española fue sustituyendo elpatronazgo de San Telmo y el de Nuestra Señora del Rosario por el de laVirgen del Carmen.

Esta vinculación con la Armada se afianzó desde el 19 de abril de 1901,fecha en que la Reina Regente, María Cristina de Habsburgo y el Ministro deMarina Cristóbal Colón de la Cerda, Duque de Veragua, refrendaban con susfirmas la Real Orden por la cual se la proclamó Patrona de la Marina deGuerra.

Y así surgió la salve marinera.

Esta salve que ya puede considerarse como himno no oficial de la MarinaEspañola, pertenece a la zarzuela “El Molinero de Subiza” compuesta en 1870con letra de Luis de Eguílaz y música de Cristóbal Oudrid.

Inspirándose en ella, Mariano Méndez de Vigo y Jesús Montalbán Vizónconfeccionaron la Salve Marinera, la cual comenzó a ser cantada en el navío

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referido y luego fue extendiéndose a otros barcos de guerra y dependencias dela Armada.

En 1942, el estado la convirtió por decreto ministerial en la SalveMarinera coexistiendo con el himno oficial del cuerpo.

Y así se ha cantado desde entonces no sólo por parte de la ArmadaEspañola, sino también en cientos de celebraciones religiosas.

¡Salve!, Estrella de los mares,

de los mares iris, de eterna ventura.

¡Salve!, ¡oh, Fénix de hermosura!

Madre del Divino Amor.

De tu pueblo, a los pesares

tu clemencia dé consuelo.

Fervoroso llegue al cielo

y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor.

¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los mares.

¡Salve!, Estrella de los mares.

Sí, fervoroso llegue al cielo,

y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor.

¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los mares,

Estrella de los mares,

¡Salve!, ¡salve!, ¡salve!, ¡salve!.

Y desde las alfombras a los costaleros, toda la historia isletera encontródesde entonces su punto común, su salvaguarda, su cultura y su fervor enNuestra Señora del Carmen.

SEGUNDA MALAGUEÑA

“Sobre mi costal, Oh Virgen,

quiero llevarte a los cielos

y que a mi madre le digas

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que la quiere un costalero

subir y cubrirla a besos”

Y en ese preciso instante y como forma de consolidar lo que ya tenía elbarrio apareció la Fiesta del Carmen de La Isleta.

Hasta ese momento, la advocación del Carmen y sus festejos, presentesen infinidad de lugares de la geografía isleña, lo estaban en esta ciudad en eltemplo de San Agustín de Vegueta y su señorío.

Al año siguiente de llegar la Imagen aquí, el 16 de julio de 1912, nohabían tenido tiempo los isleteros de organizar festejo alguno por lo que sóloaparece reseña de su solemne celebración en la iglesia veguetera.

“Con mucha solemnidad se ha celebrado hoy en Las Palmas esta festividad religiosa. LaVirgen del Carmen tiene una gran devoción y desde las primeras horas de la mañana, laBasílica Catedral y demás templos de esta capital se vieron concurridísimos. Los marinoshan vestido de gala por ser la fiesta de su Patrona, y el cañonero doña María de Molina ydemás buques españoles fondeados en este puerto de refugio, lucen empavesados. En la iglesiamatriz donde se da culto a la Virgen del Carmen, dio esta mañana la comunión el Sr.Obispo de Canarias a numerosos fieles. En el altar, artísticamente adornado e iluminado,donde lucían atributos de la marina, despertaba la admiración de siempre la magníficaimagen de Ntra. Sra. del Carmen obra del escultor Lujan Pérez”

Pero al año siguiente, los sencillos habitantes del barrio se pusieron ensu sitio y organizaron las primeras fiestas que las lomas de La Isleta vieron,con una vehemencia tan arrolladora que impactó con reciedumbre a laciudadanía de la capital, que pudo ver un adelanto de lo que en las siguientesdécadas aportaría a la historia de Las Palmas de Gran Canaria, el ardor, elfuego, la viveza de la gente isletera.

“Grande entusiasmo reina entre los vecinos de la Isleta para celebrar en este año con lamayor solemnidad la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de la Capilla-Colegio que enel barrio de la Buena-Vista en la Isleta misma y para instruir y educar a los hijos de losinnumerables obreros que viven por aquellas inmediaciones, fundó el inolvidable y preclaroObispo de Canarias, Dr. Don Adolfo Pérez Muñoz. Ciertamente es grande la devociónque a la Virgen profesan ya muchísimas familias de aquellos contornos y muy notable elcambio que ya en plazo tan corto se observa especialmente entre los numerosos niños y niñasque se educan en dicha capilla; todo lo cual manifiesta claramente y hace lucir los frutos deuna de las grandes obras que el celo y desprendimiento do Obispo tan caritativo realizó entrenosotros…multiplicados sus hijos prodigiosamente, como el pueblo de Dios por el desierto yconvertido este Puerto en ciudad de refugio donde buscan el sustento tantos hermanos de las

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restantes islas del archipiélago canario, bajo la advocación del Carmen y por inspiración yobra de un santo Obispo, cuya memoria vivirá siempre entre nosotros, ha querido la Virgenensanchar sus dominios, dignándose mostrar sus bondades y derramar sus misericordias,sembrando favores sin cuento en las faldas de esta Isleta donde ( ) vive un pueblo numerosode obreros y artesanos. No de otra suerte se explica, no sólo el entusiasmo delirante con quequieren celebrar su fiesta estas honradas familias, sino lo que significa más todavía, laacendrada devoción con que la veneran y visten su santo escapulario las mujeres, y loshombres su medalla; y sobre todo tantas promesas que agradecidas se apresuran a ofrendar ala Virgen muchas madres de familia, aún de aquellas que viven lejos de la Ermita. Desdehoy la bandera blanca de la Reina del Carmelo ondea en aquellas alturas sobre lasnegruzcas chozas y humildes casitas de estos jornaleros…”

Fue tanto el entusiasmo de aquellas primeras generaciones de isleteros con elvigor que les daba el tener trabajo y la devoción que arraigó con un fervor yuna devoción tan sólidos que aún hoy vivimos de aquellos sentimientos.

Le gente más humilde de la ciudad de entonces hizo fiesta al Carmen convoladores, misas concelebradas, quinario, banda de música, diana, carreras debicicleta, verbena, cinematógrafo al aire libre e iluminación en la bahía,concurso de natación y cucaña marítima en el ámbito del Náutico,demostrando que aunque no vivieran en calles adoquinadas, aunque lesfaltasen saneamientos o colegios, cuando ellos querían no había nada que lesparase.

Y la primera procesión por aquellas sendas de tierra, más camino que calles yantecesora de lo que hoy podría afirmarse sin temor a exageración como unade las expresiones de participación popular en actos religiosas que mueve máscorazones y con una participación más masiva y emotiva de todo elarchipiélago canario: la procesión

“¡Espera que ya me visto!

¡Aprieta el fajín, aprieta!

Que voy a alegrar la vida

a las fiestas de La Isleta”

Y al año siguiente precediendo tristemente a todo lo malo que vendría a lasislas y en concreto al Puerto con el inicio de la Primera Guerra Mundial, losvecinos de La Isleta vieron como la humildad que habían puesto en la primeraorganización festiva que realizaron tenía su premio. El 18 de julio de 1914, tansólo unos días antes de comenzar la funesta contienda, la procesión del

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Carmen contó con la presencia del obispo Ángel Marquina y del Delegado delGobierno de Alfonso XIII, Manuel Luengo Prieto.

Las máximas representaciones del Gobierno y de la Diócesis acompañaron alpueblo de La Isleta en su discurrir por entre las calles apenas trazadas, sobre lapolvareda veraniega que levantaban los que al Carmen mostraban su fervor ydeseando la cercanía de los más humildes habitantes de la ciudad de LasPalmas. Las dos mismas personas que para dar solemnidad máxima a laVirgen del Pino en su primera procesión como Patrona de la Diócesis laacompañaron aquel 8 de septiembre de 1914. Pero aquí estuvieron antes.

En la previa función religiosa José Mariano Riverol, profesor de laUniversidad pontificia y capellán de San Lázaro, dijo en su homilía que contodo aquello, la gente del barrio demostraba que ardía en sus corazones lallama de un entrañable amor a la excelsa Patrona del Carmen, único consuelopara todas las horas del día en medio de su pobreza, de sus trabajos, de sussinsabores, único tesoro que no podría arrebatarles ni la envidia de loshombres, ni las astutas y solapadas maquinaciones de la mala gente.

Y así fue en todos los sucesos de los años siguientes, pese a que tal comoHéctor Ramos destacara, el desarrollo de la fiesta no llegaría hasta las décadasde 1940 y 1950. La Virgen del Carmen se convirtió sin una palabra en contra,en la reina de La Isleta.

Cuando en 1915 se iniciaba con una aportación episcopal la ampliación de laescuela y ermita que no se culminaría hasta casi cuatro décadas más tarde,estaba con los isleteros la Virgen del Carmen.

Cuando en 1920, aquella otra pandemia de triste recuerdo, la mal llamada“gripe española” en su último rebrote azotó la isla y se cebó con duroensañamiento en la población de La Isleta, donde los cortejos fúnebrespregonaban constantemente la triste realidad de que el mortífero virus seensañaba con los más necesitados y empobrecidos; también entonces loshombres y mujeres de este lugar encontraron alivio y consuelo en la Señoradel Carmen

Cuando a fines de la década e inicios de los 30, se iniciaran diversasactuaciones desde el ayuntamiento encaminadas a ir paliando las enormescarencias en viviendas, pavimentación, escuelas, los isleteros e isleterasencontraban descanso al llanto y a la rabia mirando su rostro.

También el obispo Antonio Pildain, nada más llegar al Archipiélago, publicó el7 de diciembre de 1938 su asombro ante “la desproporción enorme que

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existía entre el número de sus habitantes y el de sus parroquias. ¡Cincoparroquias, para casi cien mil almas! Y en consonancia con la misma, y condiligencia que acaso algunos calificasen de apresurada, dimos comienzo a lalabor de divisiones y creaciones de parroquias” . La de Nuestra Señora delCarmen fue erigida el 15 de enero 1938, desgajándola de la Parroquia deNuestra Señora de La Luz de donde había dependido hasta entonces.

Cuando en 1940 se produjo un punto de inflexión que motivó la introducciónde dos actos -la procesión de la Aurora y la marítima- la ilusión les venía de lasganas de estar junto a Ella y de pasearla y disfrutar de su visión y de cubrirlade flores, cantos y rezos. Fue un año destacado del que se cumplieron ochodécadas en plena pandemia en el que La Isleta y sus fiestas brillaron sin igual,pese a todas circunstancias negativas que rodeaban el momento.

En el novenario de 1940 predicaron el Vicerrector del Seminario, Juan AlonsoVega; el cura de Nuestra Señora del Pilar, Andrés de la Nuez Rodríguez; elCoadjutor de la Parroquia de La Luz, José Ramírez Álvarez; el cura de SanPablo, Abraham González Arencibia; el cura de Santa Teresa del Niño Jesús,Bruno Quintana; el cura de San Nicolás, Manuel Romero Sánchez y el cura deSon José, Juan Brito García. Las parroquias de Las Palmas volcadas en LaIsleta.

A los tres de lo tarde del 21 de julio de 1940 salió por primera vez la procesiónterrestre-marítima, acompañada por lo Banda municipal; que cinco años mástarde ya se instauraría con traslado en embarcación de la Armada

Y todo aquello eran respuestas de la Virgen que enaltecía a las personas quedesde la humildad derramaban en Ella todo lo que tenían y más.

Cuando aquí se mantenían costumbres devocionales como el rezo y canto delSanto Rosario de la Aurora, la imposición del Escapulario y la Medalla o lasCuarenta Horas, la Virgen del Carmen estaba con La Isleta.

Cuando en 1941, las Fiestas del Carmen se instauraban hace ochenta años noya como las fiestas de la ciudad sino de toda la isla demostrando que se teníaque producir un cambio hacia ellas y el lugar donde se celebraban.

Cuando en la tarde del 27 de julio de 1968 la imagen de Nuestra Señora delCarmen de La Isleta fuera reconocida con el lazo conmemorativo bel Báculode la Paz, movidos por la insinuación de los responsables de la Infantería deMarina así el hondísimo fervor popular que todo el barrio capitalino de LaIsleta, decidieron a los responsables de la concesión.

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Cuando a partir del 2004 los hasta aquel momento cargadores del Tronodecidieron transformarse en los Costaleros La Virgen del Carmen estaba en elfondo de sus almas cuando lo decidieron. El barrio, la ciudad, Canarias enteraha sabido reconocérselo.

Y cuando, por último, en junio de 2016 la Junta de Portavoces elevó alAyuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria el acuerdo de declarar lasfiestas de Nuestra Señora del Carmen, que cada mes de julio se celebran en elbarrio de La Isleta, como “Fiestas de la Ciudad”, la Virgen sonrió aún máscomo una madre agradecida por los afectos con que sus hijos quierencolmarlas. Aquella iniciativa que movieron y promovieron personalidades dela isla, de la ciudad, el párroco Agustín Sánchez, Juan José Laforet (cronista,amigo), los concejales David Suárez, Ángeles Batista y otros muchos, unidos alas más de 50 mil firmas que se recogieron, terminaron con su insistencia ytesón por conseguir lo que el pueblo ya pedía desde hace años y proclamabacomo adquirido de hecho, aunque no hubiesen papeles que lo refrendaran.

Porque en realidad es el pueblo de La Isleta quien mueve mar y tierra parahacer presente todo lo que aquí ocurre. Desde doña Evarista recordada en lasbrumas de las viejas memorias, a maestro Julián Cerpa, pasando por decenasde personas que pusieron empuje y trabajo, a Bonilla, Paco Herrera, PanchoFalcón, David Sánchez, o el genio inefable y laborioso de Juan Luis Barragánhan sido los hombres y mujeres de La Isleta los merecedores de los mayoreshonores en todo lo mucho que han conseguido. Quede para ellos mi públicoreconocimiento.

“Cuando me cerca el dolor

nada me turbe ni alarme

si me protege tu manto

Oh, Santa Madre del Carmen”

Agradezco también públicamente la labor de los integrantes de la Comisión deeste duro año que han sabido hacerlo con las fuerzas que da la devoción pesea tantos contratiempos. Mi eterno agradecimiento para Manolín, Mingo,Álvaro, Jonathan, Mari Carmen, Carmencita, Carmen y Carmencita.

Y por supuesto para Alexander Arce, muestra palpable de que la juventud noes inconveniente para hacer las cosas bien. Todo lo contrario en su caso.

A don Luis Zamorano Arantegui, Concejal-Presidente del Distrito Isleta,Puerto, Guanarteme. ¡Gracias, de corazón!

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Hago por fin lo que vengo a hacer.

Hoy, 7 de julio de 2021, pregono con toda la solemnidad posible las Fiestas enhonor a Nuestra Señora la Santísima Virgen del Carmen de La Isleta, en LasPalmas de Gran Canaria. Busquen el programa, elijan actos, recorran suscalles, vengan a misa, a buscar las músicas de la tierra y en fin a hacer fiestacon otras personas, a hacer comunidad social, el fin último de todas las fiestas.Y todo ello háganlo cumpliendo normativas de sanidad y todo lo que lasautoridades, la comisión, los encargados del orden, que no buscan otra cosaque proteger nuestra salud para que el Carmen del 2022 volvamos a recuperarlas calles isleteras

Termino con las malagueñas que he escrito para dejar constancia del brillo tangrande que a las procesiones de La Isleta dan las que cantan personas comoIván Quintana o Patricia Muñoz y que quería estuviesen presentes hoy aquí enlas voces y toques de cuatro terorenses: mis primos Luz Marina y Juan CarlosSantana Yánez, voz y timple; Vicente Domínguez Rosario, perfectocontrapunto, y César González Rodríguez mostrando su buen hacer a laguitarra.

Ellos terminarán este pregón.

MALAGUEÑAS DE LA MAR Y DE LA TIERRA

“Con espumas de la mar

Yo quisiera hacerte un manto

Y un pañuelito de encajes

Para secarte tu llanto

Y con tierras de La Isleta

Quiero hacerte un trono, Madre

Y tallar con letras de oro:

¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!”

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Yo, a la antigua usanza lo haré con una copla que mis antepasados terorensescantaban en los Aires de Lima y que hoy yo aquí les dedico con el almaenternecida por todo lo vivido.

“La despedida les doy

con cetro, corona y palma;

en La Isleta queda mi alma

y yo sin ella me voy”

¡Muchísimas gracias!

José Luis Yánez Rodríguez

Cronista Oficial de la Villa de Teror.

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