Juan Andrade Blanco_El PCE Extremeño en El Tardofranquismo y La Transicion_una Aproximacion

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Historia Transición.

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    Revista de Estudios Extremeos, 2009, Tomo LXV, N. I. I.S.S.N.: 0210-2854

    El PCE extremeoen el tardofranquismo y la transicin.

    Una aproximacin.

    JUAN ANTONIO ANDRADE BLANCOInvestigador de la UEx

    RESUMENEn vsperas de la muerte del dictador el Partido Comunista de Espaa

    atravesaba una situacin de extraordinaria debilidad en Extremadura, si com-para con el vigor que haba cobrado en otras zonas del pas. Frente a estasituacin la denominada transicin a la democracia vino a funcionar como unimportante revulsivo para la reactivacin de los comunistas extremeos, que enapenas unos aos lograron levantar una organizacin estructurada y plena-mente operativa. De este proceso de recuperacin trata precisamente el siguien-te artculo, y para ello se vertebra en cuatro apartados. En el primero de ellosindagamos en las razones que explican el retraso manifiesto del movimientodemocrtico de oposicin a la dictadura en nuestra regin durante eltardofranquismo. En el segundo ofrecemos una radiografa del interior del PCEextremeo durante la transicin: un anlisis de su estructura organizativa y unesbozo del perfil de sus militantes. En la tercera se ofrece una panormica de loque hemos denominado la lucha institucional del partido, esto es, su implicacinen las campaas electorales, su gestin de las alcaldas que logr y, sobre todo,su contribucin al proceso autonmico, al que marc una clara impronta declase. Finalmente en el cuarto apartado se toma el pulso a lo que estimamos fuela mayor contribucin del PCE extremeo: la promocin de movimientos socia-les en el seno de una sociedad civil que llevaba dcadas prcticamente desarticu-lada.

    PALABRAS CLAVES: Partido Comunista de Espaa, transicin, movimientos so-ciales, Comisiones Obreras, Estatuto de Autonoma.

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    JUAN ANTONIO ANDRADE BLANCO

    SUMMARYJust before the death of the dictator, the Communist Party of Spain was

    going through a period of extreme weakness in Extremadura, compared to thestrength it had achieved in other areas of the country. Regarding this situation,the so called Transition to Democracy worked as an important revulsive for there-activation of extremenian communists, who, in just a few years, managed toraise an estructured organization up and working. This article deals exactly withthis recovery process, and thus is divided in four parts. In the first one, weinvestigate the reasons that explain the obvious backwardness of the democraticmovement of opposition to the dictatorship in our region during the lateFrancoism. In the second one, we offer a radiography of the inside of theCommunist Party of Spain in Extremadura during Transition: an analysis of itsorganizative estructure and a sketch of the profile of its militants. In the thirdphase, we show a panoramic view of what weve denominated the institutionalstruggle of the Party, that is, its involvement in electoral campaigning, itsmanagement in the Mayoralties that it achieved and, specially, its contribution tothe Autonomous process, which it marked with a clear class bias. Finally, in thelast part, we deal with what we esteem to be the most important contribution fromthe PCE in Extremadura: the promotion of social movements within a civilsociety that had been practically disarticulated for tens of yearsKEY WORDS: Communist Party of Spain, trasition, social movements,Workers Commissions,Statute of autonomy.

    A medidos de la dcada de los setenta el Partido Comunista atravesabauna situacin de extraordinaria debilidad en Extremadura, si se compara con lafortaleza que haba alcanzado en el conjunto del pas, y si se compara, sobretodo, con el vigor que haba cobrado en zonas como Madrid, Catalua, Asturias,Valencia o algunos lugares de Andaluca.

    Como es sabido la pujanza de los comunistas espaoles radic en suhegemona sobre los distintos movimientos sociales de oposicin a la dictadu-ra, en cuya gnesis, desarrollo y dinamismo jugaron un papel determinante.Tres fueron en este sentido los frentes fundamentales de masas en los quedesplegaron su activismo: el movimiento obrero, el movimiento estudiantil y elmovimiento vecinal. Tres movimientos que se fueron fortaleciendo hasta abrirbrecha respectivamente en el mundo del trabajo, en las universidades y en lavida municipal franquistas. Tres frentes que sembraron la disidencia en tres de

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    los pilares fundamentales de la sociedad de entonces: la fbrica, la academia yel municipio. Para levantar estos frentes de masas el PCE tuvo que imprimirvarios giros tcticos y estratgicos a su lnea poltica, y fueron estos virajes losque le permitieron ocupar una posicin privilegiada desde la que plantar cara ala dictadura. En primer lugar, la aprobacin de la Poltica de ReconciliacinNacional en 19561, con la que puso fin a la lucha armada y decidi aprovecharlos resquicios legales del rgimen para generar una oposicin pacfica de ma-sas, le erigi en Caballo de Troya que horad clandestinamente los cimientosdel poder del franquismo. En segundo lugar, la amplia poltica de convergenciasocial formulada a finales de los sesenta en la denominada Alianza de las Fuer-zas del Trabajo y la Cultura2, con la que pretendi aglutinar a todos los sectorespopulares en torno a un proyecto democrtico y socialista, hizo de su accinun efectivo disolvente del bloque social que sustentaba a la dictadura. Entercer lugar, el diseo de una poltica decididamente volcada al exterior, queaceler e intensific las movilizaciones populares y despleg las ms diversasformas de protesta, le constituy en un contundente ariete que quebr casi adiario la paz social preconizada por la propaganda institucional. En cuarto lu-gar, la construccin y ampliacin progresiva de espacios de libertad inmunes alcontrol ideolgico de la dictadura hicieron de l no slo el partido ms efectivode oposicin a la dictadura, sino un cierto contrapoder que dispuso de suspropios espacios de influencia y sociabilidad. Y, finalmente, el carcter tenaz,sacrificado, aguerrido y en muchos casos heroico de los militantes comunistas

    1 La nueva lnea poltica fue formulada en el documento del Comit Central Declaracindel PCE por la reconciliacin nacional. Por una solucin democrtica y pacfica delproblema espaol, junio 1956, AHPCE, Seccin Documentos, Carpeta 37. A propsitode la Poltica de Reconciliacin Nacional resulta de especial inters los trabajos deERICE, Francisco: Los condicionamientos del giro tctico en 1956: el contexto dela Poltica de Reconciliacin Nacional, VALVERDE, Mara Jos: La Poltica deReconciliacin Nacional: contenido y planteamientos, y Jos Babiano, La poltica deReconciliacin Nacional y sus repercusiones en el movimiento obrero (breves notas),todos ellos en Papeles de la FIM, Revista de investigacin marxista. Monogrfico sobrePoltica de Alianzas y Estrategias unitarias en la historia del PCE (Madrid), n 24,2006, pp. 129-182.

    2 Una buena aproximacin a la propuesta la tenemos en LPEZ SALINAS, Armando: Laalianza de las fuerzas del trabajo y la cultura, Zaragoza, Forma, 1977.

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    hizo insuficientes, a pesar de su crueldad y eficacia, los esfuerzos represivos dela dictadura a la hora de neutralizar su accin sociopoltica.

    No obstante, dos fueron las limitaciones de partida que frustraron laconsecucin de los objetivos perseguidos por la estrategia comunista, que noeran otros que los de imponer una ruptura democrtica con el Rgimen params adelante orientarla incluso en la perspectiva del socialismo. Una limitacinque pudiramos llamar estructural y otra de carcter supraestructural. La prime-ra hara referencia a la existencia de una mayora social atenazada por lasconstricciones sociales e ideolgicas de los poderes fcticos. Una mayorasocial deseosa de cambios institucionales, pero extraordinariamente celosa dela paz y el orden sociales, de la seguridad, en su sentido ms amplio, comoprincipio fundamental3. Una mayora que habra interiorizado algunos valoreshomologables a los europeos, en virtud de el desarrollismo y la apertura, peroque portaba no pocos de los elementos caractersticos de la sociologa fran-quista, entre otros, la pasividad hacia los asuntos pblicos o el miedo comoinhibidor de actitudes polticas ms ambiciosas. Una mayora que representabaun consenso social afn a la democracia en trminos genricos pero en absolu-to socialistas, partidaria del cambio pero siempre que el cambio estuviera tuteladoy no se desbocara. Una mayora, en cierta forma pasiva, que no se expres enlas calles, pero que hara or su voz en las urnas. Por otra parte, las limitacionessupraestructurales radicaron en el dominio que la dictadura ejerci sobre losaparatos coercitivos del Estado y sobre el Estado mismo: en la fidelidad de lasFuerzas Armadas, de la polica y de no pocos funcionarios civiles. Pues bien, eneste contexto de pujanza de los movimientos antifranquistas, pero con su capa-cidad de arrastre social limitada, y de una dictadura que se tambaleaba pero quemantena indemne sus instrumentos coercitivos, los distintos agentes en liza

    3 Sobre los valores dominantes en la Espaa del momento puede verse Jorge BenedictoMilln Sistemas de valores y pautas de cultura poltica predominante en la sociedadespaola en TEZANOS, Jos; COTARELO, Ramn y BLAS, Andrs de (eds.): Latransicin democrtica espaola, Madrid, Sistema, 1973, pp. 645-678, que es un resumende la tesis doctoral que realiz principalmente a partir de los sondeos del CSIC entre1976 y 1984. Fundacin Foessa, Informe sociolgico sobre el cambio poltico en Espaa,1975-1981 Madrid, Euramerica, 1981 y LPEZ PINTOR, Rafael: La opinin pblicaespaola: Del franquismo a la democracia, Madrid, CIS, 182.

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    desplegaron sus estrategias, modelando el proceso de transicin a la Monar-qua Parlamentaria. La oposicin tuvo la fuerza suficiente para impedir el merocontinuismo, pero no tuvo ni el respaldo ni la habilidad necesarios para impo-ner la ruptura. Y esta situacin de impasse se resolvi con la iniciativa reformis-ta del segundo gobierno heredero de Franco, el encabezado por Adolfo Surez,que supo explotar precisamente esas dos limitaciones que atenazaban a laoposicin, pero que consciente tambin de su fortaleza tuvo que negociar conella la reforma4.

    Hasta aqu el marco global de lo que podra considerarse la primera etapade la denominada transicin a la democracia y la dialctica general que rigi elproceso. Pero ahora bien, si se reduce la escala de observacin y se repara enExtremadura, se comprueba que en su arranque el proceso de cambio no fue tanagitado y que la correlacin de fuerzas en la regin no fue precisamente lamisma. Se constata, en definitiva, que la conflictividad social en vsperas de lamuerte de Franco no era ni mucho menos tan intensa, que la dictadura en laregin gozaba de mejor salud y que la oposicin, o dicho con una justificadasincdoque, el PCE, no estaba tan bien organizado ni dispona de semejantecapacidad de movilizacin. Y esta es precisamente una de las realidades que aveces se ha descuidado en los estudios generales sobre la transicin, y msfrecuentemente en los monogrficos especficos sobre los partidos oposito-res5: la desigualdad geogrfica en los grados de desarrollo y en los ritmos delucha de las organizaciones antifranquistas; algo que precisamente contribuyea explicar sus lmites de accin o, visto a la inversa, la capacidad de resistenciadel Rgimen. No obstante, la denominada transicin a la democracia enExtremadura va a ser un extraordinario revulsivo para la reorganizacin de los

    4 La bibliografa general sobre el desarrollo de la transicin es abundante y de calidad muydesigual. Entre la multitud de trabajos de inters pueden destacarse por su carcter sin-ttico: ARSTEGUI, Julio: La transicin (1975-1982), Madrid, Acento, 2000; MORA-DIELLOS, Enrique: La transicin poltica espaola: el desmantelamiento de una dicta-dura, Sistema (Madrid), nm. 160, 2001; o SOTO, lvaro: La transicin a la democracia.Espaa 1975-1982, Madrid, Alianza Editorial, 2002.

    5 Vanse dos reflexiones en torno a la historiografa relativa al PCE: ERICE, F.: Tras elderrumbe del muro: un balance de los estudios recientes sobre el comunismo en Espaa,Ayer, n. 48 (2002) y BUENO, Manuel y GLVEZ, Sergio: Apuntes en torno a la bi-bliografa sobre la Historia del PCE en, Papeles de la FIM, ... rev. cit., pp. 335-345.

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    movimientos sociales, de la izquierda en general, del PCE en particular y de laconflictividad social por extensin. Va a ser a lo largo de ese convulso quinque-nio que condujo a un nuevo sistema poltico de corte liberal cuando la izquierdaextremea y su accin poltica se homologuen, aunque generalmente en ver-sin corregida y disminuida, al resto del pas.

    LAS LIMITACIONES DE PARTIDA: UN ENTORNO HOSTIL PARA LAACCIN POLTICA OPOSITORA

    Pero antes de adentrarse en este proceso conviene explicar el porqu deesa situacin de repliegue que se daba en las filas comunistas extremeas acomienzos de los setenta cuando a escala nacional se estaba librando unaintensa ofensiva: por qu esa incapacidad para penetrar en la sociedad de laregin y para articularla en un movimiento de oposicin democrtico. En estesentido, las limitaciones iniciales del Partido Comunista en Extremadura se de-bieron en gran medida a las dificultades materiales que se daban en la regin decara a dinamizar esos frentes de masas que tanta fuerza haban reportado a loscomunitas en otras zonas.

    En primer lugar, hay que tener en cuenta que el sector industrial enExtremadura era raqutico, y estaba diseminado en pequeas unidades produc-tivas dnde la concentracin de trabajadores era mnima. De hecho a la alturade 1970 la actividad vinculada al sector secundario apenas superaba el 15%6, ylos centros de trabajo que contaban con plantillas relativamente numerosas sereduca a las conserveras hortofrutcolas de las Vegas Altas; a una fbrica demotores de riego en Zafra con varios talleres metalrgicos crecidos a su som-bra; a las pequeas empresas de produccin de las dos capitales de provinciay a algunas industrias de transformacin agrcola y de produccin textil enMrida, quiz el mayor ncleo industrial -y la expresin ya le va grande- de laregin. En definitiva, los planes de desarrollo diseados por los tecncratas delOpus Dei apenas tuvieron incidencia directa en Extremadura, y eso sumi a laregin en una situacin de parlisis econmica que redund en su condicinde zona subdesarrollada. Pues bien, con esta base social resultaba especial-

    6 GARCA PREZ, Juan; SNCHEZ MARROYO, Fernando y MERINERO MARTN,M. Jess: Historia de Extremadura, Los tiempos actuales, Badajoz, Universitas,D.L. 1985, p. 1036.

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    mente difcil levantar un movimiento obrero que por entonces reclamaba alproletariado industrial como su eje vertebral, y con esa anemia industrial y singrandes unidades productivas donde la concentracin de trabajadores favore-ciera la toma colectiva de conciencia sociopoltica resultaba extraordinariamen-te complicado disear una accin sindical intensa y sostenida en el tiempo.Junto a esto el mundo agrario presentaba una amplia casustica de situacionessociolaborales con propietarios de distinta entidad y jornaleros de diferentecondicin, que no estaban igualmente inclinados a la protesta y que eran msvulnerables que los trabajadores urbanos a la accin represora de la dictadura.Finalmente, es cierto que el sector servicios experiment un crecimiento impor-tante en la regin durante la dictadura, hasta el punto de alcanzar al 30% de lapoblacin activa7; pero no lo es menos que este sector apenas se prodig enacciones de protesta en el conjunto del pas, a excepcin de algunos tcnicosy profesionales liberales (sanitarios, abogados, intelectuales, etc.) que esca-seaban en la regin dado su nfimo nivel de desarrollo econmico y cultural. Endefinitiva, atendiendo a estas bases materiales se explica en cierta forma que laconflictividad sociolaboral en Extremadura fuera hasta mediados de los setentaliviana y episdica.

    En segundo lugar, el movimiento estudiantil, que tantos quebraderos decabeza haba dado a las autoridades franquistas en las principales ciudadesespaolas, fue, al menos en su ms beligerante expresin universitaria, comple-tamente inexistente en Extremadura en los aos sesenta por la razn obvia deque en la regin no se consolidaron centros de formacin superior hasta co-mienzos de la dcada siguiente. Este vaco fue, en trminos ms genricos, unapesada rmora para el despertar de una conciencia crtica, por cuanto que laausencia de universidad supona prescindir de uno de los principales canalesde difusin de las corrientes ideolgicas alternativas del momento, as como deiniciativas culturales que sin estar estrictamente ideologizadas pudieran rivali-zar con los valores atvicos de la dictadura. No obstante, la creacin de laFacultad de Ciencias de Badajoz a finales de los sesenta y del Colegio Univer-sitario de Filosofa y Letras en Cceres en 1971, y la fundacin dos aos des-pus de la Universidad de Extremadura como resultado de la fusin de los dos

    7 Ibidem

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    centros mencionados8, invertiran esta situacin, creando nuevos focos dedisidencia en los que se formaron destacados cuadros que nutriran a las orga-nizaciones de la izquierda y donde se gestaron muchas de las ideas que infor-maron su activismo9.

    En tercer lugar, Extremadura no experiment el crecimiento urbansticoque conocieron otras regiones a tenor de el desarrollismo, y por tanto nosufri la creacin prcticamente ex novo de grandes barriadas obreras social-mente desasistidas, sin apenas infraestructuras de comunicacin y sin los ser-vicios municipales necesarios para llevar una vida digna, que fue el caldo decultivo en el que se gest la protesta ciudadana de orientacin democrtica engrandes ncleos como Madrid, Barcelona y sus ciudades dormitorios10. Por elcontrario, Extremadura estaba poblada por ncleos de pequeo y mediano ta-mao que en trminos generales vieron mermar sus efectivos a lo largo de lossesenta11. Los barrios ms populosos de las principales localidades, aunquetcnicamente mal asistidos y socialmente depauperados, tena una composi-cin sociolgica distinta, una trayectoria diferente y unas formas propias desolidaridad entre sus vecinos que hacan difcil que el malestar se tradujera enla articulacin de un movimiento ciudadano de orientacin democrtica similaral que se daba en otras ciudades. Pero adems el peso determinante de un

    8 Sobre la formacin de la Universidad de Extremadura vase, VVAA: 15 aos de la Uni-versidad de Extremadura, 1973-1987, Cceres, UEx,1990. y VVAA: XXV Aniversariodel Colegio Universitario de Filosofa y Letras, Cceres, 1971-1996, Cceres, UEx,1997.

    9 Sobre los orgenes del movimiento estudiantil en Extremadura vase GONZLEZCORTS, Jos Ramn; HINOJOSA DURN, Jos y ANDRADE BLANCO, Juan Antonio:La organizacin universitaria del PCE en la ciudad de Cceres durante el tardofranquismo,en BUENO, Manuel (coord.): Comunicaciones del II Congreso de Historia del PCE. Dela resistencia antifranquista a la creacin de IU. Un enfoque social, Fundacin deInvestigaciones Marxistas, 2007.

    10 A este respecto resulta de inters el trabajo pionero de Castells, MANUEL: La ciudad ylas masas: sociologa de los movimientos sociales urbanos, Madrid, Alianza, 1986.

    11 Sobre la fisonoma en estos momentos de las principales ciudades extremeas vaseBARRIENTOS, Gonzalo: Geografa de Extremadura, Badajoz, Universitas, 1990,pp. 83-87.

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    mundo rural cerrado sobre s mismo y el secular aislamiento de la regin de lasprincipales rutas comerciales y culturales del pas haca de la sociedad extreme-a, en trminos generales, una vctima fcil de la accin propagandista delRgimen y de los valores del nacional catolicismo, un espacio bastante imper-meable a los nuevos valores que haba trado el turismo o la menos subrayadapero ms determinante innovacin cultural de las nuevas generacionesautctonas en disensin con la dictadura, un espacio que se pareca bastantea esa reserva espiritual de occidente que Franco quera para toda Espaa.

    Por otra parte, hay un factor trasversal a las tres realidades descritas querepresent un autntico freno para el quehacer del partido: la cruenta represinque se ejerci sobre enemigos, disidentes y desafectos antes y durante ladictadura, muy especialmente en la provincia de Badajoz. La represin fue unfenmeno complejo y multiforme12 que condicion sobre manera el activismopoltico en la clandestinidad -qu duda cabe- pero tambin en los aos de lallamada transicin, en los que la dictadura no dej de estar presente. La repre-sin tuvo efectos directos e indirectos a cul ms nocivo sobre la accin pol-tica opositora, y formas expresas o sutiles a cul ms efectiva a la hora dereprender o inhibir el compromiso. La dursima represin que se vivi durante laGuerra Civil y la posguerra, especialmente en la provincia de Badajoz, descabe-z a las organizaciones de la izquierda y extermin fsicamente a gran parte desus efectivos, de manera que se rompi la cadena de relevos generacionalesque debera haber garantizado una continuidad entre estas fechas y las dca-das de los sesenta y setenta. Pero es que adems la represin de la Guerra Civily los aos cuarenta tuvo un efecto indirecto mucho ms duradero. Los fusila-mientos en masa, las palizas frecuentes, los escarmientos pblicos y los durosaos de crcel se grabaron a sangre y fuego en la memoria de quienes los

    12 Sobre las dimensiones de la represin en Extremadura vanse por ejemplo ESPINOSA,Francisco: La columna de la muerte. El avance del ejrcito franquista de Sevilla aBadajoz. Barcelona. Crtica, 2003; CHAVES, Julin: La represin en la provincia deCceres durante la Guerra Civil (1936-1039), Cceres, UEx, 1996. o los trabajos deAGUADO, Ral; GARCA, Juan; GARCA, Luis Miguel; GONZLEZ, Jos Ramn;HINOJOSA, Jos y MONTAS, Roberto Carlos compilados en GARCA PREZ, Juan(coord.): La depuracin de funcionarios, maestros y otros colectivos desafectos en laprovincia de Badajoz durante la Guerra Civil, Badajoz, Diputacin de Badajoz, 2007.

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    vivieron, y se trasmitieron de generacin en generacin cumpliendo el efectodisuasorio para el que fueron concebidos. En este sentido, los testimonios delos jvenes militantes del tardofranquismo y la transicin nos hablan de losrecelos que muchos militantes veteranos o sus descendientes mostraban in-cluso a la altura de 1976 ante algunas iniciativas que el partido pretenda desa-rrollar ms all de los soterrados ambientes clandestinos13. La represin, comohemos dicho, fue consustancial a la dictadura en cualquier tiempo y lugar perosus efectos fueron mayores en zonas como Badajoz, por los niveles de cruel-dad que se dieron en la guerra y la posguerra, pero tambin porque el peso yamencionado del mundo rural en la regin y el predominio de ncleos de peque-o tamao redundaban en beneficio de su eficacia. En un mundo tan pequeoy cerrado cualquiera que manifestara un tmido comportamiento desafecto po-da ser rpidamente identificado por su nombre, procedencia familiar o dedica-cin. En los pueblos extremeos la represin poda ejercerse tan slo con lamirada14.

    Finalmente, otro factor que limit la accin sociopoltica tuvo que vercon los procesos migratorios que padeci la regin en las dcadas de loscincuenta y sesenta. Extremadura se convirti en una fuente ingente de manode obra barata para la recuperacin econmica europea primero, y para lospolos de desarrollo econmico del pas ms tarde. El xodo masivo de trabaja-dores extremeos se cuantifica en 174.601 habitantes en la dcada de los cin-cuenta y en la exorbitante cifra de 389.067 en la dcada de los sesenta, lo queexplica que Extremadura tuviera en 1970 una poblacin inferior a la de los aostreinta, una poblacin que apenas alcanzaba 1.145.376 habitantes, lo cual repre-sentaba, a su vez, una de las densidades demogrficas ms bajas del pas. Losdestinos preferentes de esta emigracin fueron, en el caso de Europa, Alema-nia, Francia, Suiza y Holanda. En el caso de Espaa ms de tres cuartas partesdel conjunto de los emigrados se repartieron entre Madrid, Barcelona y el PasVasco15. Semejante sangra lastr sobre manera el activismo poltico en la re-gin por cuanto que la emigracin se ceb especialmente sobre las generacio-nes jvenes que ms intensamente hubieran podido contribuir a engrosar las

    13 Entrevista a Alejandro Nogales realizada en Zafra el da 15 de febrero de 2008.14 Ibidem.15 GARCA PREZ, Juan; SNCHEZ MARROYO, Fernando y MERINERO MARTN,

    M Jess: Historia de Extremadura... op. cit, pp. 1.035-1.036.

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    filas de los movimientos sociales y de los partidos polticos antifranquistas. Noobstante, aunque este fenmeno migratorio fue, visto de manera global, suma-mente pernicioso para la accin poltica opositora, represent un cierto benefi-cio en algunos casos particulares. Como veremos, muchos de los cuadros odirigentes del PCE en la transicin se formaron polticamente en el movimientoestudiantil o en el movimiento obrero de fuera de la regin, y cuando retornaronaportaron toda esa experiencia acumulada. De igual modo el retorno vacacionalo definitivo de los emigrantes rompi en cierta medida el aislamiento cultural dela regin: en muchos casos fue a travs de estos retornados como penetraronen la regin las ideas discrepantes generalizadas en el pas.

    Atendiendo a estos factores, y sin caer en esa visn mecanicista quehace de las expresiones de contestacin a la dictadura un producto necesaria-mente derivado de las contradicciones de el desarrollismo, lo cierto es que enExtremadura las condiciones objetivas eran bastante adversas para la gesta-cin y el desarrollo de un movimiento de masas de oposicin al rgimen, anlo-go, aunque fuera a pequea escala al que se daba en otras zonas del Estado. Yesto es algo que subrayaban frecuentemente los comunistas de la provincia deBadajoz cuando hacan balance de su trabajo, por ejemplo, en un informe de1979:

    [Somos una provincia] enorme que tiene una situacin social, cultu-ral y econmica concreta: bajo nivel cultural, poblacin envejecida, unporcentaje de poblacin que vive en el campo del 50%, un paro del 16%, osea, todas las caractersticas de una zona subdesarrollada, agravado porla crisis general. Esto hace que las condiciones de trabajo poltico, sindicaly ciudadano sean ms duras. No es lo mismo ser comunista en Pegaso queen el matadero de Mrida o en la Diter, as como no es lo mismo un despidoall o aqu16.

    16Informe del Comit Provincial Saliente a la IV Conferencia Provincial, 16-17 dejunio de 1979, Caja: 1979-1983: IV, V y VI Conferencia Provincial del Partido Comunistaen Badajoz, Archivo Histrico del Partido Comunista de Extremadura (AHPCEx a partirde ahora).

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    No obstante, sobre estas condiciones objetivas tan adversas se logrimponer el esfuerzo subjetivo de los comunistas extremeos, que en muy pocotiempo, a fuerza de tesn, sacrificio y en mucho casos puro voluntarismo, ysubindose tambin a la ola de prestigio que el partido haba alcanzado a nivelnacional, lograron reconstruir la organizacin en los primeros aos que siguie-ron a la muerte de Franco.

    Hablar del Partido Comunista en Extremadura es hablar en realidad delPartido Comunista en la provincia de Badajoz y del Partido Comunista en laprovincia de Cceres, dos organizaciones independientes entre s que va afuncionar como tales por lo menos hasta que en diciembre de 1979 se celebre laPrimera Conferencia Regional, de la que saldr un comit regional que no obs-tante ejercer ms bien una funcin coordinadora entre las dos instancias pro-vinciales. Pero hablar del Partido Comunista en Extremadura es hablar no slode dos organizaciones independientes, sino tambin de dos organizacionesmuy diferentes en sus orgenes, en su composicin sociolgica y en su gradode influencia social. La organizacin de Badajoz fue una organizacin msnumerosa, mejor estructurada, ms activa polticamente, mejor integrada en elmundo rural, ms influyente entre los campesinos y en el mundo del trabajo yque cont con un mayor respaldo social, como se puso de manifiesto en lassucesivas citas electorales. Mientras que la organizacin de Cceres tuvo uncarcter ms urbano -con todas las cautelas que requiera el uso de este eptetopara una provincia extremea- y que se reconstruy fundamentalmente a partirde los cuadros formados en las facultades y escuelas universitarias de la capi-tal cacerea; pero de igual modo un partido con mayores limitacionesorganizativas y con menor arraigo social a pesar del importante crecimiento quetambin experiment en pocos aos.

    LA ORGANIZACIN POR DENTRO: CONSOLIDACIN Y CRISISDE CRECIMIENTO

    Como hemos venido insistiendo el Partido Comunista en Extremadura seencontraba bajo mnimos en vsperas de la muerte de Franco, y sin embargologr en muy poco tiempo ponerse a punto para afrontar el proceso de cambiopoltico en ciernes. Este intenso y acelerado proceso de activacin y crecimien-to fue ms impactante en la provincia de Badajoz, donde los comunistas logra-ron constituir en un par de aos una organizacin numerosa, cohesionada,activa y perfectamente homologable a la situacin nacional del PCE. Una orga-nizacin en la que nos vamos a centrar porque la abundante documentacin

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    disponible permite realizar una radiografa penetrante, una descripcin precisade su vida interna.

    A diferencia de lo que sucedi en la provincia de Cceres en Badajoz sedio una relativa continuidad con respecto a los aos treinta, con la superviven-cia de pequeos ncleos que mantuvieron encendida la llama del comunismoen la zona, pero que estuvieron constreidos por la diligente e implacablerepresin17. El golpe ms contundente que sufri el partido en el tardo-franquismofue el famoso aldabonazo de 1973, que acarre la detencin de 105 militantesen las localidades de Don Benito, Villanueva de la Serena, Valdivia, Aceuchal oMrida, lo que dej a sus militantes atemorizados y a la organizacin totalmentedesarticulada18. La reorganizacin se inici a finales de 1974, encabezada envarios casos por cuadros que se haban formado fuera de la regin, como el quepronto se convertira en el Secretario Provincial del partido, Jos Mara Coro-nas, o el que poco ms tarde sera responsable de la Unin Provincial de Comi-siones Obreras, Alejandro Nogales. La activacin del partido se llev a cabopor medio de procedimientos de distinto tipo que ampliaron sus filas sin dotar-las al principio de una estructura plenamente formalizada. Estos procedimien-tos consistieron, por ejemplo, en la original y efectiva accin proselitista quedespleg el partido por los pueblos a travs grupos de teatro alternativos,donde se conjugaba la promocin de una cultura crtica con los llamamientos alcompromiso militante. Muy efectiva tambin fue la accin de captacin denuevos afiliados que se ejerci desde despachos laboralistas, como el gestio-nado en Don Benito por Jos Bentez, ms tarde dirigente del partido en Badajoz.Sin olvidar, por otra parte, lo importante que result para el crecimiento delpartido la integracin en l de una plyade de activista procedentes de la HOAC,

    17 Comit provincial de Badajoz, Notas sobre historia del PCE, Badajoz, abril de 1978,Caja: 1978: III Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

    18 Sobre esta detencin vase el monogrfico sobre el tema de GMEZ, Carmen: Elaldabonazo: comunistas extremeos. Las detenciones de 1973 en Don Benito y LaSerena, Llerena, Editores extremeos, 2001.

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    que aportaron su experiencia militante y sus amplias redes de contactos19.Entre estos ltimos destac, por ejemplo, Alberto Asuar, marmolista deAlmendralejo que fue ms tarde representante comunista en la JuntaPreautonmica.

    Pues bien, con estos mtodos el crecimiento de la militancia en Badajozaceler de manera vertiginosa a partir de la legalizacin, pasando de los aproxi-madamente 500 afiliados que se computaban justo en ese momento a 1200 trasprimeras legislativas y a los 3500 que se registraban en abril de 197820. Lasrazones que explican este crecimiento exponencial son de distinto tipo. Laconquista de la legalidad, con la consiguiente distensin de la represin y elalivio del miedo, destaponaron la entrada a aquellos simpatizantes que inclusovenan colaborando con el partido, pero que todava no se haban atrevido adar el salto a la militancia; al tiempo que permiti a los dirigentes perfeccionarsus mecanismos de captacin y llevar su propuesta de afiliacin a todos losrincones de la provincia. Pero ms all de esto, el incremento de la militancia fueconsecuencia y al mismo tiempo causa de la intensificacin de la actividad delpartido de puertas afuera, de su implicacin en las plataformas de convergen-cia, en las campaas electorales y, sobre todo, de su implicacin en los movi-mientos sociales, en la reactivacin en ltima instancia del conflicto social,como veremos en otro apartado.

    El perfil sociolgico de los militantes comunistas guard relacin con ladebilidad ya analizada del proletariado industrial de la regin y con el ascensodel sector terciario, y reflej al mismo tiempo la mayor influencia que el partidotuvo en el mundo rural y campesino. Una muestra de esta composicin la tene-mos en los delegados que asistieron a la Tercera Conferencia Provincial delpartido en abril del 1978. De los 153 delegados 33 eran campesinos, 20 eran

    19 Entrevista a Alejandro Nogales realizada en Zafra el 15 de febrero de 2008.20

    Informe del Comit Provincial de Badajoz a la III Conferencia Provincial, Badajoz,abril de 1978, Caja: 1978: III Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

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    jornaleros, otros 20 estaban encuadrados en la categora de profesores yprofesionales, 28 eran autnomos, tan slo 12 eran trabajadores de la indus-tria, 15 lo eran del sector servicios, 5 eran amas de casa, 11 pensionistas y 9estudiantes21.

    Sobre su distribucin territorial, la mayora de los militantes se repartana la altura de 1978 por las Vegas del Guadiana, la Nacional 630 y las comarcas deJerez, Llerena y Olivenza. En cuanto a las razones, unas estn relacionadas conel contexto socioeconmico y la tradicin histrica, y otras remiten a casosparticulares de los que no se puede abstraer ninguna tendencia. Las primerasnos hablan de la coincidencia de las grandes agrupaciones con las principalesrutas de comunicacin de la provincia, con la distribucin de la industria, conlas zonas agrarias ms dinmicas y con algunos de los lugares de mayor tradi-cin de lucha obrera en la dcada de los treinta. Los casos particulares noshablan, por ejemplo, de agrupaciones muy dinmicas en virtud de la presenciade cuadros especialmente activos o de la mayor atencin que recibieron porparte de la direccin. En la siguiente tabla puede observarse la distribucinnumrica de los militantes por comarcas22.

    Alburquerque 50 Don Benito 339 Montijo/ Mrida 241Almendralejo 270 Herrera 94 Olivenza 500Badajoz 179 Jerez 229 Villanueva 348Castuera 189 Llerena 173 Zafra 27

    Para que se produjera este crecimiento de la militancia fue necesario lapuesta a punto de una infraestructura organizativa de partido; as como lacreacin y puesta en marcha de rganos operativos de direccin. La reorgani-zacin comenz con la celebracin a finales de 1975 de la I Conferencia Provin-cial, de la que sali elegido un comit regional que coordin los esfuerzos y

    21Resolucin de la III Conferencia Provincial, Badajoz, abril de 1978, Caja 1978:Tercera Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

    22 Comit Provincial de Badajoz, Documento de Organizacin, Badajoz, abril de 1978,Caja 1978: Tercera Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

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    gestion con tino este proceso de crecimiento. Los miembros que lo formabanen 1978 eran Alberto Asuar, Felisa Blanco, Jos Blzquez, Javier Bodas, JosMara Coronas ( Secretario Poltico), ngel Faraldo, Laureano Gonzlez, San-tiago Leal, Piedad Macias, Fernando Muoz, Jos Antonio Muoz, AlejandroNogales, Antonio Nogales, Manuel Paredes, Antonio Pea, Juan Robles,Nicasio Sancho, Marisa Santos, Leopoldo Torrado, Mariv Torrado y CarmenVicedo23.

    En cuanto a la estructura organizativa, una vez reemplazado el modelo deorganizacin de la clandestinidad basado en pequeas clulas sectoriales - queen Extremadura funcion a duras penas por la debilidad en la que venimosinsistiendo- la unidad bsica de encuadramiento fue la agrupacin local. Elcrecimiento de estas agrupaciones fue parejo al de la militancia que se organizen su seno, pasndose de las aproximadamente 30 agrupaciones que se men-cionan en la II Conferencia Provincial del partido en 1976 a las 128 que existanen abril del 7824. No obstante, y como veremos ms adelante, la estructuracinde estas agrupaciones no fue siempre correcta, pues por ejemplo 26 de esas 128agrupaciones de las que hablamos no dispusieron de Comit Local, es decir, deuna direccin mnima que incluyera al menos un secretario local, otro de orga-nizacin y otro de agitacin y propaganda. El siguiente nivel de organizacinera la agrupacin de zona, una instancia intermedia entre la agrupacin local yel Comit Regional ideada para provincias extensas con un poblamiento rural ydisperso como el que se daba en Extremadura. De las agrupaciones de zona quehemos vistos en el cuadro anterior slo las de Jerez, Llerena, Olivenza, Castuera,Badajoz, Montijo-Mrida, Almendralejo y Don Benito dispusieron de comitsde zona, esto es, de un rgano de direccin que coordinara actividades ycanalizara las propuestas del provincial25.

    Estos datos ponen de manifiesto ciertos desajustes en el proceso decrecimiento que estamos analizando. De hecho en la documentacin disponi-ble, concretamente en los informes de la direccin a las conferencias provincia-

    23Acta de la III Conferencia Provincial de Badajoz, Badajoz, 9 de abril de 1978, Caja1978: Tercera Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

    24Informe del Comit Provincial de Badajoz a la III Conferencia Provincial, doc. cit.

    25 Comit Provincial de Badajoz, Documento de Organizacin, doc. cit.

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    les, se hablaba insistentemente de los serios dficits organizativos del partido;dficits sin duda reales pero que quiz convenga relativizar y contextualizar atenor del tono demasiado autocrtico que desprenden. Con independencia deello en los informes se hablaba de algunas agrupaciones que rara vez y a duraspenas se reunan; de otras que celebraban reuniones con cierta periodicidadpero que llevaban una vida poltica mortecina de puertas afuera; de la falta defluidez en las relaciones entre las distintas instancias locales, comarcales yprovinciales; de la pasividad y el absentismo de muchos militantes; y de laescasa pericia organizativa y formacin poltica de otros26. Y entre los proble-mas ms frecuentemente citados, los financieros: la queja por la ausencia derecursos y la denuncia por el impago de cuotas. Sobre este asunto los dirigen-tes comunistas se lamentaban a la altura de 1978 de que ...las cuotas ademsde ser insuficientes carecen de regularidad y se quejaban de no haber ...con-seguido aportar al Comit Central su 25% ms que un mes27.

    De nuevo las razones que explican estas limitaciones son de distintotipo. Por una parte, el crecimiento tan acelerado que experiment el partidodesbord a la propia direccin, que se vio incapaz de asistir a las nuevasorganizaciones de base que surgan. En segundo lugar, la mayora de las agru-paciones fueron de nueva creacin, por lo que ni contaron con una tradicin ensu propio mbito inmediato a la que agarrarse ni sus militantes dispusieron deuna cultura organizativa previa. En tercer lugar, el paso de la clandestinidad a lalegalidad, y el cambio paralelo de un modelo de partido de cuadros reducidos yestrechamente comprometidos a un partido de masas ms abierto, condujerona formas de militancia ms laxas, que explican en cierta forma los niveles deabsentismo. En cuarto lugar, la ausencia de una organizacin sectorial queagrupara a los militantes en funcin de su perfil profesional y de sus afinidadespersonales desmotiv a algunos militantes a la hora de participar en organiza-ciones territoriales donde les resultaba ms complicado sintonizar con las in-quietudes de sus camaradas. En quinto lugar, el partido en Extremadura nuncafue objeto de especial apoyo por parte de la direccin central, y eso se dejsentir especialmente en las finanzas. Finalmente, los desajustes organizativos

    26 La autocrtica es reiterada sobre todo en Informe del Comit Provincial de Badajoz ala IV Conferencia Provincial, Badajoz, junio de 1979, Caja 1979-1983: IV,V y VIConferencia Regional, AHPCEx, y en Informe del Comit Provincial del Badajoz a laV Conferencia Provincial, Zafra, 12 de julio 1981. AHPCEx

    27 Informe del Comit Provincial de Badajoz a la III Conferencia Provincial, doc. cit.

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    resultan comprensibles si se tiene en cuenta el volumen de trabajo y el vertigi-noso calendario poltico a los que tuvo que hacer frente un partido que unosaos atrs estaba desarbolado: convergencia con otras fuerzas democrticas,movilizaciones proamnista, creacin de movimiento estudiantil, impulso aCCOO, cuatro procesos electorales (dos legislativos, uno municipal y un refe-rndum constitucional) en menos de dos aos, etc, etc. En definitiva, estosdesajustes respondieron en gran medida a una crisis de crecimiento.

    En cuanto a las caractersticas de la militancia, ms all del perfil socio-laboral ya visto, sta destac, en trminos generales, por tener una formacinparcial y en ocaciones limitada, algo que se pone de manifiesto tanto en lostestimonios orales recabados28como, sobre todo, en las fuentes escritas con-sultadas29. Concretamente en estas ltimas se habla con frecuencia de la esca-sez de dirigentes y cuadros medios entre los que distribuir las responsabilida-des internas del partido y con los que nutrir a los frentes de masas. El efectodirecto de esta limitacin se dej sentir en otra situacin que frecuentemente sedenunciaba en los informes: la acumulacin de cargos en pocas manos, laconcentracin en una misma persona de varias responsabilidades internas delpartido, de puestos dirigentes en CCOO, del desempeo de cargos pblicos yde la participacin relevante adems en otras asociaciones o movimientos so-ciales30. Esta precariedad formativa hundi sus races en la ms que menciona-da falta de tradicin de lucha reciente en la regin, as como en la entradamasiva y casi repentina de militantes sin experiencia previa; pero tambin sedebi a que la organizacin provincial nunca dispuso de buenos programasformativos para su militancia, y generalmente deriv este asunto a las escuelascentrales que se celebraban en el lejano Madrid. No obstante, hay que tener encuenta que las pocas sesiones de formacin organizadas en la provincia tuvie-ron poca acogida y que resultaron necesarios muchos esfuerzos para conse-guir que militantes extremeos acudieran a las escuelas centrales, lo cual nos

    28 Tanto Jos Mara Coronas como Alejandro Nogales coinciden al sealar esto.29 Especialmente dura fue la autocrtica a este respecto hecha en Informe del Comit

    Provincial de Badajoz a la IV Conferencia Provincial, doc. cit., y en Informe del Co-mit Provincial de Badajoz a la V Conferencia Provincial, doc. cit.

    30Informe del Comit Provincial de Badajoz a la IV Conferencia Provincial, doc. cit.

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    habla tambin de una militancia algo perezosa en el estudio. En este sentido, uninforme del Comit Provincial de julio de 1981 nos dice que de 1979 a ese aoslo se organizaron en la provincia tres cursillos de tres das de duracin cadauno, a los que tan slo acudieron una media de diez asistentes por curso. En elmismo informe la direccin se lamentaba de que, pese a las facilidades que sehaban proporcionado desde del Comit Provincial para que los militantes pu-dieran acudir a las escuelas centrales de Madrid, en esos dos aos tan slo 40haban asistido a ellas31.

    Atendiendo a todo esto la conciencia de la militancia estaba constituidaen trminos generales por un socialismo en cierta forma intuitivo, entendidoeste como un conjunto de ideas genricas, algo difusas pero bien enraizadas, apartir de las cuales se deducan nociones relativas a modelos preferibles deplanificacin econmica, organizacin social y relaciones interpersonales. Elimaginario colectivo de los militantes comunistas estaba poblado adems poracontecimientos histricos fundamentales, entre los cuales la Revolucin Bol-chevique ocupaba un lugar fundamental; sin olvidar por otra parte el peso quetena entre los ms jvenes la Revolucin Cubana, y, por su puesto, la impor-tancia que todos conferan a los procesos autctonos de ocupacin de tierrasen la Repblica y de resistencia armada al fascismo en la Guerra Civil. Finalmen-te, la conciencia poltica de los militantes extremeos estaba articulada funda-mentalmente en torno a valores muy arraigados, como un sentido fuerte de lajusticia social, una apuesta por las formas colectivas de trabajo y propiedad,una defensa reiterada de lo pblico y un compromiso inequvoco con la demo-cracia, que la propaganda anticomunista de la poca procuraba negar estable-ciendo asociaciones capciosas32.

    En cuanto a las destrezas prcticas, es cierto que los informes insisten enla falta de cultura organizativa y en ciertas limitaciones tcnicas a la hora dedesempaar cargos pblicos, pero no lo es menos que en algunos contextosfundamentales los militantes extremeos demostraron una pericia extraordina-ria, como, pongamos por caso, a la hora de medir los tiempos, organizar las

    31Informe del Comit Provincial de Badajoz a la V Conferencia Provincial, doc. cit.

    32 El perfil se ha esbozado a partir de la informacin aportada por Jos Mara Coronas,entrevista realizada en Madrid, 24 de noviembre de 2007 y por Alejandro Nogales,entrevista realizada en Zafra el 15 de febrero de 2008.

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    acciones y tejer las redes de solidaridad en las luchas del campo que veremosms adelante.

    En trminos estrictamente doctrinales los comunistas extremeos asu-mieron la propuesta oficial del momento, pblicamente conocida comoeurocomunismo. El eurocomunismo fue una propuesta de revisin doctrinariaque apostaba por una estrategia de transicin nacional, democrtica ysecuenciada al socialismo, y que aport adems algunas novedades de pesopara la cultura comunista. Por una lado, el eurocomunismo se caracteriz por suoposicin al tutelaje sovitico y por el rechazo ms o menos expreso al modelodel denominado Socialismo Real. Por otro, el eurocomunismo plante la conve-niencia de utilizar las instituciones liberales en la estrategia nacional de transi-cin al socialismo y de respetar una parte sustancial de estas en la propiasociedad socialista33. No obstante, ms all de su formulacin terica, en la queadems podan advertirse numerosas fisuras, el eurocomunismo tuvo una claradimensin propagandstica con la que el partido pretendi teatralizar una natu-raleza atemperada que le sumara ms votos; otra dimensin legitimadora conque la direccin pretendi justificar sus desconcertantes virajes coyunturalesdurante la transicin; y, en opinin de muchos crticos, un deseo inconscientede desplazar de su visn el horizonte de la revolucin ante la imposibilidad derealizarla en esos momentos34.

    Pues bien, en el caso de la provincia de Badajoz esta propuesta fue asimi-lada por prcticamente todo el Comit Provincial, y asumida por casi toda lamilitancia. Y utilizamos conscientemente el trmino asimilada para el primercaso y el trmino asumida para el segundo con la intencin de matizar lo si-guiente: que esta propuesta fue interiorizada por la direccin provincial, y, sin

    33 Para aproximarse al fenmeno del eurocomunismo pueden consultarse los escritos desus promotores, como, por ejemplo, CARRILLO, Santiago: Eurocomunismo y Estado,Barcelona, Crtica, 1977, o AZCRATE, Manuel: Crisis del eurocomunismo, Barcelona,Argos-Vergara, 1982.

    34 Una sntesis crtica del eurocomunismo puede verse en ANDRADE BLANCO, JuanAntonio: La conflictiva relacin de partido con su doctrina. El debate sobre el leninismoen el IX Congreso del PCE, en BUENO, Manuel (coord.): Comunicaciones del IICongreso del PCE., op. cit. Una crtica ms elaborada puede verse en MANDEL, Ernest:Crtica del Eurocomunismo, Barceloma, Fontamara, 1982, o SACRISTN, Manuel: Apropsito del eurocomunismo, recopilado en Intervenciones Polticas. Panfletos y ma-teriales III, Barcelona, Icaria. 1985.

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    embargo, no fue bien comprendida por la militancia, que la asumi disci-plinariamente pero mostrando su desconcierto ante algunas de esas noveda-des que portaba. Efectivamente, el eurocomunismo fue, en el caso de la provin-cia de Badajoz, muy consumido pero mal digerido por la mayora de los militan-tes, que recelaban, entre otras cosas, de los repentinos ataques a la UninSovitica, mxime cuando hasta hace poco esta era considerada la patria delsocialismo35. En definitiva, la militancia pacense se caracteriz ms por la disci-plina que por la cohesin ideolgica, y ello se puso especialmente de manifies-to en dos ocasiones. En primer lugar, en el famoso debate sobre el leninismodurante la conferencia preparatoria del IX Congreso de 1978, donde con tanslo 11 votos en contra de los 115 emitidos los comunistas extremeos semanifestaron a favor de abandonar el concepto, tal como propona la direccincentral bajo inspiracin eurocomunista36. Y en segundo lugar, en la crisis inter-na que padeci el PCE a partir del 81, en la que cristalizaron al menos cuatrocorrientes que rivalizaron entre s: la oficialista y mayoritaria, encabezada por elSecretario General Santiago Carrillo; la de los eurorrenovadores, que exigan alos primeros mayor coherencia con respecto a los principios del eurocomunismoque estaban promoviendo; la de los prosoviticos, que apostaban por los valo-res tradicionales del comunismo ms ortodoxo; y la de los leninistas, muyminoritaria y con planteamientos tambin contundentes pero ms originalesque los de los anteriores. Pues bien, en la provincia de Badajoz la crisis apenasse hizo sentir y la prctica totalidad de los militantes cerr filas en torno a lalnea oficial, por ms que algunos pudieran sentirse emotivamente identifica-dos con cualquiera de las otras opciones. Esto no significa que no se vivierantensiones internas de cariz ideolgico. En algunos momentos estas discrepan-cias latentes salieron a flote. As, por ejemplo, en julio de 1981 el secretario delas Juventudes Comunistas en Badajoz, Justo Vila, recibi por parte de unmilitante una tremenda reprobacin despus de escribir un artculo en la prensadel partido en el que arremeta en clave precisamente eurocomunista contra laURSS37.

    35 Entrevista a Alejandro Nogales realizada en Zafra el da 15 de febrero de 200836

    Acta de la III Conferencia Provincial de Badajoz, doc. cit.37

    Ante la provocacin antisovitica en Tribuna: V conferencia Regional. N 2, 27 dejulio de 1981.

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    Caso distinto fue el de la provincia de Cceres, donde, en trminos gene-rales, hubo una mayor asimilacin militante del eurocomunismo, y dnde lacorriente eurorrenovadora, cuando se constituy informalmente, cobr fuerzasobre todo entre algunos de los militantes de extraccin universitaria38.

    Finalmente, un acontecimiento crucial desde el punto de vista organizativofue el Congreso Fundacional del Partido Comunista de Extremadura -PartidoComunista de Espaa celebrado en Mrida del 15-16 de diciembre de 1979,donde se aprob un manifiesto en el que se sentaron las bases de la polticaregional del partido y en el que se eligi un Comit Regional que deba velar porsu aplicacin y dirigir al conjunto de los comunistas extremeos. Los miembrosque formaron este primer comit fueron39:

    Jos Javier Agorreta Blzquez (Cceres).Martn Alfonso Polo (Cceres).Alberto Asuar Ramrez ( Almendralejo)Jos Bentez Donoso-Lozano (Badajoz).Jos Mara Coronas Salcedo (Secretario Regional)ngel Galn Rebollo (Cceres).Vctor Jess Gonzlez Guerreiro (Miajadas).Santiago Leal Martn-Romo (Don Benito).Alejandro Nogales Hernndez (Zafra).Manuel Parejo Gonzlez (Valdivia)Nicasio Sancho Gonzlez (Guarea).Antonio Tejero Aparicio (Berzocana)

    38 Entrevista a Jos Andrs Mendo Vidal, Cceres, 24-IX-2007.39

    Propuesta de Comit Regional nmero uno que se presenta a la conferencia regional,Mrida diciembre de 1979, Caja 1979-1981: I y II Conferencia Regional, AHPCEx.Nota: Sobre la lista, que era abierta, aparecen a mano los votos que obtuvo cada uno delos candidatos. Todos ellos pasaron a formar parte del Comit.

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    Sin embargo, la nueva organizacin creada no dej de ser en la prctica ydurante estos aos de la transicin una yuxtaposicin de las dos organizacio-nes preexistentes, que estrech lazos entre ambas pero que apenas lleg amarcar una lnea de intervencin poltica unitaria. Quiz fue en todo lo relativoal proceso autonmico, en la elaboracin de las propuestas y en el diseo delas acciones, donde realmente se produjo un funcionamiento al unsono delPCEx como colectivo. Y sin duda fue a partir de la aprobacin del Estatuto deAutonoma en 1983 -con la creacin de un marco institucional para todaExtremadura y la consiguiente apertura de una dinmica poltica plena-mente regional que inclua la celebracin peridica de elecciones autonmicas-cuando se produjo la fusin efectiva de las dos organizaciones provinciales enel -ya s- Partido Comunista de Extremadura.

    EL PARTIDO Y LA LUCHA INSTITUCIONAL: ELECCIONES Y PRO-CESO AUTONMICO

    La intervencin poltica de los comunistas en Extremadura estuvo entodo momento encuadrada en la estrategia general que el partido dise para elconjunto del pas40. Al igual que en el resto del Estado los comunistas extreme-os promovieron la creacin de espacios de convergencia con otras fuerzaspolticas democrticas, si bien en la regin estas experiencias fueron de menorenvergadura dada la debilidad o incluso la ausencia de interlocutores a los quedirigirse - el PSOE no se reconstituy hasta bien avanzado el 76 y lo hizo encondiciones de suma debilidad41, la socialdemocracia era anecdtica y la de-mocracia cristiana era prcticamente inexistente - . Tambin en Extremadura sesecund la Huelga General del 12 de febrero de 1976. Esta convocatoria, quefracas en su intento de tumbar al gobierno postfranquista para imponer laruptura democrtica, tuvo en la regin un seguimiento menor a la media delpas. No obstante, hubo lugares donde el impacto fue considerable, como en

    40 Dos obras generales de diferente perfil que tratan la lnea poltica del partido durante latransicin resultan de especial intrs: SNCHEZ RODRGUEZ, Jess: Teora y prcticademocrtica en el PCE (1956-1982), Madrid, FIM, 2004 y MORN, Gregorio: Miseriay Grandeza del Partido Comunista 1939-1985, Barcelona, Planeta, 1986.

    41 Ver a este respecto las memorias del que fuera su primer Secretario Regional: GONZLEZBERMEJO, Alfonso: Los primeros momentos: La restauracin del PSOE en Extremaduratras la muerte de Franco, Badajoz, 2004.

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    Navalmoral de la Mata, que vio parar a los 2500 obreros que trabajaban en laconstruccin de la central nuclear de Almaraz; y otros en los que se vivieronmomentos de tensin, como en Malpartida de Plasencia, donde la jornada sesald con varias detenciones42. Tambin en Extremadura se aplic la poltica desalida a la superficie de 1976, consistente en desbordar los lmites de la clan-destinidad para forzar en la prctica el ejercicio de derechos no reconocidos porel rgimen, y que se concret en acciones de distinto tipo, como la entregapblica de carnets o el reparto por las calles de Mundo Obrero. En este sentidoJ. Andrs Mendo Vidal, un dirigente del PCE cacereo, cuenta el impacto quecaus el reparto del rgano de expresin oficial del partido en los aledaos dela Iglesia de San Juan, en una ciudad tan aletargada y asustadiza entoncescomo Cceres43. De igual modo en nuestra regin se desarrollaron lasmovilizaciones proamnista y de repulsa por el asesinato de los abogados labo-ralistas de Atocha que terminaron forzando la legacin del PCE. Y tambin enExtremadura el Partido Comunista tuvo que convencer a sus bases y simpati-zantes para que asumieran la dura y traumtica contrapartida impuesta a cam-bio de la legalizacin, la aceptacin como hecho consumado de la Monarqua yla bandera bicolor.44 Con ello se produjo la primera herida en el alma de muchosmilitantes comunistas, que a pesar de ser taponada temporalmente por el entu-siasmo suscitado con la legalizacin, se ira reabriendo a medida que el nuevorgimen monrquico fue situando al partido por debajo de lo que su contribu-cin al fin de la dictadura en la clandestinidad pareca prometerle.

    Ya en la legalidad los comunistas extremeos aplicaron sin fisuras lapoltica de consenso que sigui a las primeras legislativas, y que se tradujo enel respaldo al texto constitucional y a los polmicos Pactos de la Moncloa. Encuanto a lo primero, el PCE destin todos sus esfuerzos a pedir el voto afirma-tivo en el referndum del 6 de diciembre de 1978, mientras que, segn denunci,el resto de los partidos de la regin apenas movilizaron esfuerzos en ese senti-do45. Ello pone de manifiesto una de las paradojas de la transicin: la de un

    42 Snchez Marroyo, Fernando: Las Comisiones Obreras en Extremadura: tarda presenciay problemtica consolidacin (1969-1978), en RUIZ, David (dir.): Historia deComisiones Obreras (1958-1988), Madrid, Siglo XXI, 1993.

    43 Entrevista a Jos Andrs Mendo Vidal, Cceres, 24-IX-2007.44 Entrevista a Jos Mara Coronas, realizada en Madrid el 24 de noviembre de 2007.45

    Informe del Comit Provincial de Badajoz a la IV Conferencia Provincial, doc. cit.

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    partido, el comunista, que se esmer sobre manera en defender un ordenamien-to jurdico que se ajustaba ms al ideario de sus rivales, la de un partido comu-nista que en virtud de ese distanciamiento ideolgico con el orden constitucio-nal que tan enfticamente respald se constituy en una de sus mejores fuen-tes de legitimacin. En cuanto a lo segundo, nos encontramos con numerososdocumentos internos en los que la direccin respaldaba apasionadamente lospolmicos acuerdos socioeconmicos de la Moncloa y en los que instaba coninsistencia a sus cuadros a que explicasen las ventajas que reportaran a laclase obrera; lo cual nos habla indirectamente de que no tuvieron que ser bienaceptados por todos los militantes, aunque fueran asumidos, otra vez, en vir-tud de la disciplina de partido46.

    Qu duda cabe que una parte fundamental del trabajo de aquellos aosse destin a preparar las citas electorales. Las primeras legislativas se afronta-ron con verdadero entusiasmo, y la falta de recursos y la precariedad de mediosse suplieron con enormes dosis de voluntarismo. Ya en estas primeras legisla-tivas se puso especialmente de manifiesto en la regin una situacin que laceral partido en todo el Estado. La situacin de desigualdad con que los comunis-tas extremeos encararon las elecciones con respecto a una UCD que se privi-legi de su dominio absoluto de los resortes de la administracin del Estado yde los medios pblicos de comunicacin, y con respecto a un PSOE que dispu-so de mejores fuentes de financiacin y de un trato ms benvolo por parte delos medios de masas y los poderes fcticos. Los resultados de estas primeraselecciones -un pobre 3,3% en la provincia de Cceres y un ms digno 6,9% enla de Badajoz 47- estuvieron por debajo de lo esperado, sobre todo si se tiene encuenta las muestras pblicas de adhesin que se haban vivido durante lacampaa. Entre estas muestras de adhesin destac el espectacular mitin conSantiago Carrillo en la plaza de toros de Mrida, al que acudieron ms de 10000personas. Sobre este mitin concreto hay sendas reflexiones anecdticas deJos Maria Coronas y Alejandro Nogales que contribuyen a explicar este

    46Comunicado del Comit de Zona Vegas Bajas [a las agrupaciones locales], 22 dediciembre de 1977, Caja 1978: III Conferencia Provincial del PCE en Badajoz, AHPCEx.

    47 Datos tomados de LVAREZ MORALES, ngel: Sistema de partidos y comportamientopoltico en Extremadura: 1977-1987, Badajoz, Ed. Regional de Extremadura, 1994. pp.341-361.

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    desfase entre muestras de adhesin y resultados. En su testimonio Coronasplantea en tono jocoso que si la candidatura recibi unos 22.000 votos y almitin asistieron ms de 10.000 personas resulta que en la plaza estaban encerra-dos ese da casi la mitad de los votantes del partido48. Por su parte, Nogales dafe de que ese da partieron desde su pueblo en direccin al mitin conocidossuyos que pensaban votar a otras opciones, pero que senta inters y sobretodo respeto por la organizacin comunista49. Pues bien, ms all de lo anecd-tico, el primer testimonio sugiere que la mayor capacidad de movilizacin, com-promiso y proyeccin de los comunistas generaba la sensacin de que conta-ban con ms respaldo social del que realmente disponan, y nos habla ademsdel partido que en aquellos aos tuvo la ratio ms baja entre militantes y votan-tes. El segundo testimonio sugiere que el PCE, en tanto que partido que msluch por la democracia en Espaa, arrastr en sus movilizaciones y actospblicos a muchos compaeros de viaje no estrictamente comunistas, que alfinal se decantaron por dar su voto a otras opciones polticas.

    Los resultados en las segundas legislativas de marzo de 1979 fueronbastante satisfactorios. En la provincia de Cceres se subi al 5,2% y en la deBadajoz se creci un 25 %: concretamente se cosech el 9,3% de los votos, porlo que se estuvo apunto de conseguir un diputado50. Este crecimiento se expli-ca en parte por el proceso de fortalecimiento organizativo y activacin polticasobre el que venimos insistiendo, y explica a su vez -en la medida que guardcierta correspondencia con la subida en el resto del pas- por qu el PCE en suconjunto sigui profundizando en la lnea poltica de moderacin de los aosinmediatamente anteriores, que al final, vista con perspectiva, le result tre-mendamente perniciosa, como se puso de manifiesto con la catstrofe electoralde 1982, que tambin se dej sentir en Extremadura. De hecho en Extremadura ladebacle de 1982 fue demoledora: en Badajoz se descendi al 4,6% y Cceres sehundi hasta el 1, 6%51.

    Pero antes de eso quiz las elecciones que ms entusiasmo suscitaronfueron las municipales de abril de 1979, donde se puso realmente de manifiesto

    48 Entrevista realizada a Jos Mara Coronas, Madrid 24 de noviembre de 2007.49 Entrevista realizada a Alejandro Nogales, Zafra 15 de febrero de 2008.50 Ibidem.51 Ibidem.

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    el grado de respaldo social con que contaban los comunistas extremeos. Losresultados fueron otra vez desiguales en las dos provincias. En Cceres secosech el 5,2 % de los votos, mientras que en Badajoz se alcanz el 10,8%52.En virtud del acuerdo suscrito a nivel nacional con el PSOE, por el cual los dospartidos se comprometa a respaldar la investidura del candidato de la lista msvotada, los comunistas accedieron a numerosas alcaldas. En la provincia deCceres tan slo se lograron los municipios de Aliseda y Herrera de Alcntara;pero en Badajoz se lograron ms de 161 concejales y, lo que fue todo un xito,las alcaldas de Solana de los Barros, Villalba de los Barros, Cristina, Valle deMatamoros, Llera, Maguilla, Malcocinado, Arroyo de San Servn, La Garrovilla,Montijo, Almendral, Cheles, Tliga, Torre de Miguel Sesmero, Monesterio,Alburquerque y San Vicente de Alcntara; y las pedanas de Guadiana delCaudillo, Valdivia y los Guadalperales53. La entrada en los consistorios munici-pales abri nuevas vas de intervencin poltica que el PCE aprovech al mxi-mo. Los comunistas jugaron un papel determinante en la democratizacin delos ayuntamientos y en la difusin de una cultura cvica y participativa queacerc en cierta medida el poder a los ciudadanos. Su gestin municipal hizohonor al lema con el que concurrieron a las elecciones: Quita a un cacique, pona un Alcalde. Un caso destacado fue, por ejemplo, el de Montijo, el municipioms grande gobernado por el PCE, y cuyo alcalde, Juan Carlos Molano, tam-bin se haba formado fuera de la regin, concretamente la organizacin que elpartido tena en facultad de Ciencias Polticas de la Universidad Complutense.En Montijo se desarrollaron medidas de promocin cultural, de mejora deinfraestructuras en los barrios ms humildes, de creacin de nuevos serviciospblicos y de apertura de vas de participacin directa de la ciudadana.

    Otra batalla fundamental de los comunistas fue la que libraron a favor delreconocimiento de Extremadura como regin, y para lograr, en ese sentido, quese constituyera una Junta Regional o Preautonmica, cuyo cometido funda-mental deba ser la redaccin de un estatuto de autonoma54. En virtud del

    52 Ibidem.53

    Informe del Comit Provincial de Badajoz a la IV Conferencia Provincial, doc.cit.54 Una panormica sobre el desarrollo del proceso autonmico extremeo puede encontrarse

    en CARDALLIAGUET QUIRANT, Marcelino: Transicin poltica y Estatuto de Auto-noma. Veinticinco aos de historia reciente de Extremadura 1978-2003, Mrida,Asamblea de Extremadura, 2003.

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    acuerdo municipal de abril de 1979 con el PSOE, el PCE forz su participacin enla Junta Preautonmica, pues una de las condiciones que impuso para llegar aese acuerdo fue que en el cupo de representantes a la Junta por los ayunta-mientos los socialistas debera respaldar la presencia de un comunista, presen-cia que fue asumida por Alberto Asuar. Adems, a nivel estatal, el PCE forztambin la presencia de Eugenio Triana -que haba encabezado la candidaturacomunista al congreso por Badajoz en 1978- en la Comisin Mixta de Transfe-rencias de la Cmara Baja, de manera que desde ambas posiciones el partidoestuvo en disposicin de influir en el proceso autonmico55.

    Durante todo el proceso la implicacin de los comunistas fue absoluta yentusiasta. En primer lugar, adoptaron una posicin crtica ante la pasividad oel desinters que segn ellos caracteriz al resto de los partidos polticos en losprimeros momentos, de manera que fueron un revulsivo para que estos adopta-ran poco a poco una actitud ms activa. En el mismo sentido, lucharon porevitar que la autonoma extremea fuera una autonoma de segunda categora,denunciando la funcin ornamental a que se estaba limitando la Junta, la lenti-tud en el traspaso de competencias y apostando porque Extremadura pudieraacogerse a la va rpida tipificada en el artculo 151 de la Constitucin56. Ensegundo lugar, los comunistas trataron tambin de favorecer el acuerdo paradesbloquear situaciones difciles y que el proceso no se estancase, con llama-mientos continuos a la unidad de todos y haciendo las oportunas concesionespara ello, como la de aceptar al final la va lenta del artculo 143. Estos llama-mientos respondieron al espritu del consenso que interioriz esos aos el PCEen todo el pas, con el que pretendi romper la tendencia al bipartidismo yproyectar una imagen de moderacin y respaldo a la gobernabilidad a su juicioms atractiva electoralmente. En tercer lugar, la actitud del PCE radic en laelaboracin de alternativas para la regin. As, en la primera sesin de la Juntaa la que tuvieron oportunidad de asistir presentaron su Alternativa paraExtremadura, que contempl un Plan de Urgencia para la Regin al que pocointers prestaron el resto de los partidos. El Plan recoga una serie de medidasextraordinarias que deberan asumir todas las administraciones para sacar aExtremadura de la situacin de subdesarrollo y paro alarmante en la que se

    55 Entrevista a Alejandro Nogales realizada en Zafra el 15 de febrero de 2008.56

    Ponencia N 3 de la IV Conferencia Provincial: La Cuestin Regional , Badajoz, juniode 1979, Caja 1979-1983, IV, V y VI Conferencia Provincial del PCE en Badajoz.AHPCEx.

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    encontraba sumida, e inclua propuestas como las siguientes: que la inversinpblica por habitante fuera en la regin claramente superior a la media nacional,que se fomentara la industrializacin de la produccin agraria, que el plan nofinalizara hasta haber logrado el objetivo de reducir la tasa de desempleo a unatercera parte, que se formara una comisin mixta encargada de disear nuevasiniciativas de desarrollo y que las medidas fueran gestionadas y ejecutadas porla Junta, para lo cual era necesario acelerar las transferencias57. El Plan se com-plementaba con una Reforma Agraria Integral, que adems de la clsica peti-cin de supresin y reparto de las grandes fincas mal explotadas o sin explotar,propona medidas de apoyo tcnico y crediticio a los pequeos propietarios, elrespaldo a las formas de explotacin colectiva del suelo, la reforestacin deamplias zonas o el aprovechamiento racional de los montes58. La propuesta deReforma pretenda zafarse de las frmulas subsidiadas y favorecer una integra-cin laboral plena del mundo rural. Los comunistas llevaron este Plan hasta elCongreso de los Diputados en 1980, donde fue rechazado con los votos encontra de UCD. No obstante, el debate suscitado sirvi para que el gobiernoincrementara ese ao las inversiones pblicas y el crdito oficial con destino ala regin59; lo cual es un ejemplo ms de los trminos en los que se dio lacontribucin de los comunistas en aquellos aos: sus aspiraciones mximas nose realizaban pero la presin ejercida en esa direccin arrancaba conquistasnada desdeables.

    A propsito de la configuracin institucional de la futura comunidadautnoma, la propuesta del PCE fue ntida y bastante original. Se propuso ladisolucin de las provincias por considerar que esta divisin era anacrnica,antinatural y fuente de rivalidades intiles; y se apost porque la futura comu-nidad uniprovincial se articulara territorialmente en comarcas. Por otra parte, elPCE plante que la centralidad de la vida poltica de la regin deba recaer enuna Asamblea, que adems de legislar tendra por funciones elegir y fiscalizar al

    57 La autonoma de Extremadura. Tesis aprobada en la Primera Conferencia Regional.Partido Comunista de Extremadura-PCE, Mrida, diciembre de 1979, Caja 1979-1981:I y II Conferencia Regional del PCE en Extremadura, AHPCEx.

    58 Ibidem.59

    Informe del Comit Regional para II Conferencia Regional del PCEx, Don Benito,julio de 1981, Caja 1979-1981: I y II Conferencia Regional del PCEx. AHPCEx.

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    ejecutivo. De lo que se trataba era de constituir un poder regional lo ms demo-crtico, asambleario y participado posible60.

    En definitiva, a lo largo de estos aos el PCE incorpor de manera vehe-mente a su discurso las reivindicaciones regionales, pero estas reivindicacio-nes estuvieron tamizadas por su naturaleza de partido de clase, e integradas entodo momento en una visin de alcance nacional. El regionalismo progresistao regionalismo de clase del PCE -como as lo designaba el propio partido61-pona el acento en lo social y no en lo identitario. Y esa fue precisamente sucontribucin ms peculiar: la de incorporar un perspectiva inequvocamente declase al discurso autonomista. Para el PCE la posicin de subdesarrollo deExtremadura se explicaba dentro del marco de una economa capitalista queadems de desigualdades sociales provocaba fuertes desequilibrios territoria-les. Era su posicin subalterna en el esquema de la divisin nacional del trabajola que explicaba el saqueo de sus materias primas y recursos energticos; lapeculiaridad de una agricultura al servio de los intereses de los grandes oligo-polios; la ausencia de inversiones productivas; su condicin en las ltimasdcadas de fuente de mano de obra barata para zonas en desarrollo; su nuevacondicin de cuartel preferente de ese ejrcito de reserva que en el argot mar-xista eran los parados; y su destino como coto privado de ocio para las clasesdominantes de la capital62. En este sentido, las esperanzas de desarrollo yjusticia social se cifraban en la autonoma, esto es, en la aproximacin del podera los sectores populares de la regin para que pudieran dar rienda suelta a laspotencialidades hasta ahora constreidas por la estrecha alianza entre el cen-tralismo madrileo y el caciquismo autctono. Pues bien, estas ideas informa-ron, como veremos a continuacin, muchos conflictos sociales de la poca.Fue precisamente en estos conflictos donde mejor prendi entre los ciudada-nos la hasta entonces muy dbil conciencia regional extremea, y no en reivin-dicaciones identitarias etnoculturales que entonces eran vistas por los secto-res sociales ms activos como excntricas exaltaciones folclricas.

    60La autonoma de Extremadura. Tesis aprobada en la Primera Conferencia regional.Partido Comunista de Extremadura-PCE, doc. cit.

    61Transformar Extremadura. Manifiesto Fundacional del PC de Extremadura PCE,Mrida, diciembre de 1979, Caja 1979-1981: I y II Conferencia Regional del PCEx,AHPCEx.

    62 Ibidem.

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    Finalmente, el Estatuto de autonoma que se aprob en 1983, y que contcon el respaldo de los comunistas, qued muy por debajo de sus expectativasiniciales, pero en la lectura de su articulado se poda or no obstante los ecos dealgunas de sus propuestas.

    EL PARTIDO Y LA LUCHA SOCIAL: CONFLICTIVIDAD ESTUDIAN-TIL, OBRERA Y CAMPESINA

    Efectivamente, partiendo de la premisa de que la conciencia se genera enel conflicto, fue la reactivacin de la conflictividad social lo que permiti a loscomunistas hundir races en la sociedad extremea. La promocin de movi-mientos sociales fue una de las mayores preocupaciones del Partido Comunis-ta en Extremadura durante la transicin y la mayor contribucin de este colec-tivo a una regin cuya sociedad civil estuvo hasta entonces prcticamentedesarticulada. Sin nimo de exageracin fue en estos aos cuando se constitu-y en la regin, por primera desde la dcada de los treinta, un movimientopopular de clara orientacin democrtica y ntidamente progresista, si bienmenos consistente dada su tarda presencia que el de otras regiones.

    Fue en estos aos cuando por primera se hizo or, aunque fuera en tonobajo, la voz del feminismo, de la boca del Movimiento Democrtico de Mujeresque impuls el PCE. Tambin en esta etapa se constituyeron las Asociacionesde Padres de Alumnos, en las que fue palpable la contribucin de los comunis-tas. Surgi igualmente un movimiento vecinal, aunque de perfil muy bajo aexcepcin de lo que sucedi en contadas barriadas de las ciudades ms pobla-das, entre otras en el Cerro de Reyes, de Badajoz, donde el protagonismo, noobstante, ms que al PCE correspondi a grupos cristianos de base. Por otraparte, estos aos vieron surgir dos amplios movimientos ciudadanos que in-corporaron un incipiente discurso ecologista, que contribuyeron adems alfortalecimiento de la conciencia regional y en donde los comunistas se implica-ron con denuedo. Nos referimos a las luchas contra la instalacin de una indus-tria celulosa en la ribera del Guadiana y muy especialmente a las movilizacionescontra la construccin de la Central Nuclear de Valdecaballeros, que se salda-ron con sendas victorias y abrieron paso a un discurso que denunci la condi-cin de Extremadura como lugar subdesarrollado de destino preferente paraindustrias contaminantes muy lucrativas.

    Por su parte, el frente estudiantil conoci un importante desarrollo enCceres capital. En esta ciudad especialmente hostil para la accin sociopolticaun grupo de jvenes vinculados al PCE jug un papel determinante en el

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    tardofranquismo y la transicin a la hora de dinamizar un movimiento estudian-til desconocido hasta entonces en la regin. Estos jvenes lograron construir,en los centros de educacin superior que empezaron a funcionar a comienzosde los setenta un espacio de libertad inmune a la influencia ideolgica delrgimen; un foco de conflictividad social; un lugar de rebelda y de experimen-tacin cultural crtica que rompi con la atona de una ciudad provinciana; yuna escuela cvica donde ensayaron formas de convivencia democrticas msavanzadas que las que cristalizaron en el sistema poltico espaol resultante dela transicin63.

    El origen de la organizacin universitaria del PCE en Cceres se remontaa principios de los setenta, cuando se form una clula del partido no especfi-ca de Magisterio, pero s nutrida con alumnos de la escuela y orientada encierta forma a incidir sobre ella. Algunos de los miembros de esta clula, comoIsabel Gonzlez Sal y Juan Jos Marcos Trigoso, se matricularon poco des-pus en el recin creado Colegio de Filosofa y Letras, verdadero centro deoperaciones de la organizacin, donde coincidieron con un grupo de jvenesmuy activos que ya haban participado en ms de una escaramuza polticadurante sus aos de bachilleres, como Santiago Lindo Hurtado y J. A. MendoVidal. De la fusin de ambos surgi la organizacin universitaria del PCE enCceres, que durante varios aos vino a ser en la prctica toda la organizacinque el partido tena en la ciudad. Estos jvenes fueron determinantes en laexpansin del partido por la provincia, pues a medida que terminaron sus estu-dios o incluso cuando los estaban cursando se hicieron cargo de las principa-

    63 La informacin que a continuacin exponemos sobre la implicacin de los comunistasen el movimiento estudiantil se encuentra ms ampliamente desarrollada en el trabajoGONZLEZ CORTS, Jos Ramn; HINOJOSA DURN, Jos y ANDRADE BLANCO,Juan Antonio: La organizacin universitaria del PCE en la ciudad de Cceres durante eltardofranquismo, en BUENO, Manuel (coord..), Comunicaciones, op. cit. Este trabajofue elaborado a partir de la documentacin para Extremadura disponible en el ArchivoHistrico del PCE, de algunas noticias que aparecieron en el Diario Hoy y a partir sobretodo de los testimonios tomados a J. Andrs Mendo Vidal, entrevista realizada enCceres, 24-IX-2007, a Juan Jos Marcos Trigoso, entrevista realizada en Losar de LaVera 30 del IX del 2007, y a Santiago Lindo Hurtado, entrevista realizada en Cceres,29-IX-2007) .

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    les responsabilidades de la organizacin provincial y regional. En este sentido,adems de los ya citados, cabe sacar a colacin el nombre de Antonio Tejero,estudiante de magisterio que tras titularse desempe un papel destacado en laconstitucin de varias agrupaciones locales64.

    La organizacin universitaria del PCE jug un papel fundamental a lahora de politizar los centros de estudios de la ciudad; de erosionar los modelosculturales, ticos y vitales heredados de la dictadura; de difundir las principa-les corrientes de pensamiento socialista de la poca; y de generar un clima deconcienciacin democrtica en una perspectiva socialista ms ambiciosa65. Eneste sentido despleg un discurso que puso en conexin las carencias materia-les, docentes y de participacin de los alumnos en las decisiones de los centroscon las insuficiencias del sistema democrtico que se estaba construyendo ycon el modo de produccin capitalista que le serva de soporte. En este sentidose impugnaba un modelo de sociedad que slo conceba la educacin comoplataforma de promocin de sus elites o como instrumento de cualificacintcnica de mano de obra que insertar en el sistema productivo. Frente a esto lasreivindicaciones de los universitarios comunistas apostaron por un cambio demodelo educativo que contemplaba las siguientes medidas: autonoma univer-sitaria frente al tutelaje estatal y la injerencia privada; democratizacin integralde la universidad y representacin paritaria de todos los estamentos universi-tarios; educacin cientfica, crtica y de calidad alejada tanto de los modelosescolsticos como de las propuestas tecnocrticas; y superacin de la barrerasclasistas en la universidad por medio de la gratuidad absoluta de la enseanzay una amplia poltica de becas. Y junto a todo ello una reivindicacin especficaque exiga incrementar el apoyo institucional y financiero a la Universidad deExtremadura, en tanto que instrumento fundamental para sacar a la regin delsubdesarrollo y la incultura66.

    Para abrir paso a estas reivindicaciones y levantar la deseada hegemonacultural e ideolgica los comunistas desarrollaron cinco dinmicas de trabajocomplementarias y perfectamente planificadas. En primer lugar, introdujeron eldebate poltico y las perspectivas marxistas de anlisis de la realidad en las

    64 Ibidem.65 Ibidem.66 Ibidem

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    mismas clases que se impartan en los centros, con intervenciones preparadaso participando incluso en el diseo del temario con los profesores ms cerca-nos. En segundo lugar, impulsaron las asambleas de estudiantes como espaciode democracia directa y formalizaron su funcionamiento con el fin de que resul-taran operativas. En tercer lugar, promovieron distintas acciones de protesta ypresin como paros, huelgas y manifestaciones. En cuarto lugar, capitalizaronlos puestos de representacin de los alumnos para llevar su voz a los rganosde direccin de la Universidad. Y en quinto lugar, desarrollaron una intenssimaactividad cultural que se concret en el impulso a publicaciones peridicas,como La Butrera, donde poltica y erudicin se fundan para dar lugar a unacultura crtica, o en la creacin de un grupo de teatro propio, como LaMandrgora, que hizo del guin de sus representaciones un discurso polticoalternativo67.

    Pero el movimiento social por antonomasia en la regin en esto aos fueel movimiento obrero. En este sentido, el PCE jug un papel fundamental, aun-que no exclusivo, en el surgimiento y desarrollo de Comisiones Obreras, uno delos agentes fundamentales de las luchas sociales que se libraron en la transi-cin, de esas luchas que trajeron consigo una notable mejora de las condicio-nes laborales en Extremadura.

    Al igual que en el caso del PCE hubo estos aos un notable desequilibrioentre las Comisiones de Cceres y las de Badajoz. Las primeras, a excepcin dela zona de Navalmoral de La Mata y Plasencia, se formaron fundamentalmentea partir de cuadros universitarios comunistas muy poco familiarizados al princi-pio con el mundo del trabajo, lo cual explica en cierta forma las limitaciones conque se top el sindicato en muchas zonas de esta provincia. Adems de losnombres que ya hemos citado en el apartado anterior cabe hablar de la impor-tante labor que desempe Manuel Martn Pavn, al que se encarg la direc-cin provincial del sindicato. En Badajoz, por el contrario, se constituy unaautntica organizacin de masas, con cuadros bien preparados, y que desat,fundamentalmente en la construccin y el campo, una conflictividad socialmuy importante68.

    67 Ibidem.68 SNCHEZ MARROYO, Fernando: Las Comisiones Obreras en Extremadura: tarda

    presencia y problemtica consolidacin (1969-1978), en RUIZ, David (dir.): Historiade Comisiones, op. cit., pp. 394-398.

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    El ncleo primigenio, ms activo y mejor organizado de CCOO surgi enel Tardofranquismo en Mrida, bajo la direccin de aguerridos sindicalistasadscritos a la ORT. No obstante, estos militantes de la ORT se escindieron en1976 formando el Sindicato Unitario de Extremadura, lo cual rest importantesefectivos a las Comisiones Obreras y las dej, por otra parte, bajo la abrumado-ra hegemona del PCE. Tanto es as que al menos en la Extremadura de la transi-cin la existencia, la fisonoma y la orientacin de CCOO no se entiende si no esdesde la participacin en ellas del Partido Comunista. En este sentido, la rela-cin entre partido y sindicato a lo largo de este periodo fue a efectos prcticosde absoluta simbiosis y compenetracin. El PCE hegemoniz CCOO, pero estono significa que el sindicato fuera una mera correa de transmisin del partido.Muy al contrario Comisiones se configur como un movimiento sociopolticoms amplio que el partido e independiente de este, por ms que la sintona entreambos fuera estrecha y por ms que las lneas de cruce en lo que a militantes,cuadros, dirigentes e incluso lugares fsicos de trabajo se refiere fueran nume-rosas. Y si esto es as fue precisamente por la propia voluntad del partido de noconvertir a CCOO en su mero apndice sindical: por su deseo de reemplazar laclsica relacin de subordinacin del sindicato con respecto al partido por otrams horizontal y flexible que, garantizando el desarrollo autnomo de un sindi-calismo de nuevo tipo, permitiera al mismo tiempo la influencia determinante enl (que no la imposicin sobre l) de los comunistas69.

    En cuanto a su situacin organizativa, CCOO dispuso en la transicin depocos recursos, de escasos bienes inmuebles y de contados liberados, algoque (en la misma lnea que el PCE) compens con sacrificado esfuerzo volunta-rio. En cuanto a su composicin, al menos hasta la dcada de los ochenta elsindicato estuvo integrado mayoritariamente por trabajadores de la construc-cin y jornaleros del campo, las dos ramas ms activas; y tuvo serias dificulta-des para penetrar entre los trabajadores del sector servicios70. En cuanto a laselecciones sindicales, los resultados fueron mejores en la provincia de Badajoz,

    69 Estos planteamientos aparecen con insistencia en la documentacin interna del partido,vase por ejemplo Ponencia Sindical 1 parte. IV Conferencia provincial, Badajoz,junio de 1979, Caja: 1979-1983: IV, V y VI Conferencia Provincial del Partido Comunistaen Badajoz, AHPCEx.

    70 Entrevista a Alejandro Nogales realizada en Zafra el 15 de febrero de 2008.

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    pero tambin aqu estu