Juan miró.

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Glr. “ Arte aula 23”

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Material de repaso para alumnos de 2º Bachillerato de Arte.

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Glr. “ Arte aula 23”

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Considerado uno de los máximos representantes del surrealismo. Trabaja como:

Pintor Grabador

Escultor

Ceramista

Gres y esmalte

Aguafuerte, aguatinta

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Su estilo de formas simples y colores elementales define un universo artístico propio.

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Sin olvidar, naturalmente, la presencia de unos motivos y unas configuraciones que tanto pueden constituir un valioso recurso para activar la imaginación, como para identificar conceptos como figuración y abstracción, o para comprender las motivaciones que llevan a un artista a inventar un vocabulario personal.

Su forma de trabajar, el tamaño de las obras, la efectividad del color, la expresiva aplicación de la pintura, con profusión de regueros y salpicaduras de color y de huellas, lo convierten en un claro ejemplo de la sensibilidad artística moderna.

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A lo que tenemos que sumar la libertad en la utilización y mezclar distintos elementos

“ Sobreteixim de los ocho paraguas” 1973

Acrílico, paraguas, guantes telas de fieltro y nasa sobre sobreteixim hecho a mano por Josep Royo

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El comienzo de la obra textil de Miró la podemos fijar en tormo a 1972, obras que realiza en colaboración con Josep Royo.

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Son obras a medio camino entre la pintura, el collage y la tapicería

Tapiz 1979

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Curiosos los dibujos.

“ El pedicuro”

1901

Grafito, acuarela,

y tinta

sobre papel

Los dibujos mas antiguos que se conservan son de 1901

Para ver los dibujos entra en:

http:// www.fundaciomiro-bcn.org/colecciojoanmiro.php?idioma=4

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Algunas de las obras: Ermita de Sant Joan d'Horta, 1917

Óleo sobre cartón

La libertad con que Miró interpreta el paisaje y la sustitución de los colores reales por colores vivos lo acercan al fauvismo.

Sin embargo, otros aspectos, como las pinceladas ásperas, a menudo caprichosas, y la presencia de tonos apagados, lo distancian de esta escuela

francesa.

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“Mont-roig, la iglesia y el pueblo”

1919

Óleo sobre tela

El paisaje de Mont-roig despierta en Miró un inusitado interés

naturalista, que se concreta en las denominadas pinturas

detallistas, realizadas entre el

año 1918 y el 1922

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Retrato de una niña, 1919

En Retrato de niña, confluyen la severidad de los maestros medievales y la delicadeza de las formas orientales, tan del gusto de la época, lo que confiere un especial lirismo y

profundidad al rostro.

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La botella de vino, 1924

Óleo sobre tela • En 1920 Miró se instala en París y

entra en contacto con la vanguardia artística y literaria del momento.

• Cuatro años más tarde se publica el "Manifeste du Surréalisme", texto fundacional del grupo del mismo nombre, del cual Miró fue un destacado representante.

• La botella de vino pone de relieve la importancia que los surrealistas concedieron al subconsciente y da una idea de las posibilidades artísticas que ofrecía la aplicación de los métodos automáticos del grupo, basados en la imaginación y en las asociaciones libres.

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Pintura, 1925 Óleo sobre tela •

Hacia 1925 Miró recrea formas oníricas en espacios atmosféricos, irreales.

Sin embargo, no se siente atraído por la experiencia directa de los sueños ni por la trascripción de su recuerdo

Según el artista, el punto de partida de estas obras se ha de buscar en el estímulo que provoca la contemplación de ciertos fenómenos externos: los contornos cambiantes de las nubes, las grietas o las manchas de humedad de la pared.

El resultado evidencia una

transformación subjetiva del hecho observado.

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Llama en el espacio y mujer desnuda, 1932

Óleo sobre cartón • Miró estudia el equilibrio

plástico y cromático del cuadro.

• La figura se convierte en un instrumento de análisis: Miró somete el cuerpo a unas alteraciones anatómicas que le obligan después a modificar las líneas que configuran el espacio. Sin embargo, carece del sentimiento dramático que orienta las deformaciones que aparecen en las figuras de algunas de sus obras posteriores.

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La estrella matutina, 1940

• A finales de 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y Miró se traslada a Normandía.

• Miró siente el deseo de evadirse de la realidad que lo envuelve. La vida retirada favorece este proceso de introspección, en el cual tienen un papel esencial el cielo y la noche con sus astros.

• Las Constelaciones, una serie formada por veintitrés aguadas sobre papel, parecen querer reflejar el orden del cosmos, con figuras ingrávidas que hacen referencia a la tierra y que comparten la existencia con una multiplicidad de signos celestes.

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El cielo entreabierto nos devuelve la esperanza, 1954

• En “El cielo entreabierto nos devuelve la esperanza”, Miro se acerca al expresionismo abstracto americano. Así, en el fondo negro refleja la inmediatez de la ejecución, con lavados, regueros de color, rasguños con el mango del pincel y huellas en negativo.

• También la circularidad de la composición, a consecuencia de las constantes rotaciones del lienzo recuerda las composiciones descentradas del action painting.

Pero en Miró incluso estos movimientos de la tela responden a una voluntad estabilizadora, de la misma manera que los elementos representados imponen un orden definitivo al caos inicial

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El oro del azur, 1967

• Esta obra plasma la vigencia que para Miró tenían todavía los signos y símbolos de los años cuarenta como expresión de su concepción poética de la pintura. Estrellas, planetas, las configuraciones elementales de los personajes ineludibles (la mujer y el hombre, el principio femenino y el principio masculino) y, por encima de ellos, una línea ondulante, probablemente un pájaro que reinventa el horizonte, contribuyen a la definición espacial y ofrecen una nueva versión de la cosmología del autor.

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La sonrisa de una lágrima, 1973

Es una obra llena de contrastes:

• Contraste en el título “La sonrisa de una lágrima”.

• Contraste entre la mitad superior, que muestra la textura original de la tela, y la mitad inferior, dominada por un fuerte cromatismo.

• Contraste en el tratamiento más libre arriba, que presenta un entresijo de líneas y salpicaduras de color blanco, y la distribución organizada de los colores abajo, como evocando las divisiones artificiales de las parcelas de cultivos.

El nexo entre ambas zonas es una lágrima negra que reposa en el horizonte

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Las creaciones que han tenido una mayor trascendencia junto con su obra pictórica, son sus esculturas y cerámicas, entre las que destacan los grandes murales.

Como la pared de la Luna y la pared del Sol (1957-1959) para el edificio de la Unesco en Paris,

O el mural del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, y el Pájaro Lunar (1966) en el Museo Reina Sofía de Madrid.

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Miró creía que, “una escultura debe estar al aire libre” y, le gustaba que se confundieran, “con elementos de la naturaleza, árboles, rocas, raíces, montañas, plantas y flores”. También quería “que sus esculturas estuvieran en lugares públicos y que “la gente pudiera sentirlas, se rozara y se comunicara con ellas”.

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La luna y el sol, el principio femenino y el principio masculino, la noche y el día, son referencias constantes en la obra de Miró.

El Pájaro lunar, como también el Pájaro solar, son bronce pulimentado, de modelado austero y muy pulidos , que nos recuerdan a ciertas figuras arcaicas.

El Pájaro solar guarda más la apariencia de un pájaro, mientras que el Pájaro lunar parece que está más cerca de los personajes mironianos atados en el mundo terrestre. El primero es más horizontal, más estático; el segundo, más vertical y dinámico

Pájaro solar

Pájaro lunar

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Pareja de enamorados. Paris

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Situada en el parque de Joan Miró de Barcelona, al pie de un gran lago artificial, la escultura con 22 metros de altura, representa una forma femenina con sombrero y sobre éste la imagen de un pájaro.

La silueta de mujer se soluciona con una forma de hoja alargada y ahuecada.

Por todo su exterior se encuentra recubierta con cerámica de colores rojos, amarillos, verdes y azules (los más comunes del artista) tratados como trencadís.

Mujer y pájaro (1982)