Juegos y Espectaculos Romanos

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JUEGOS Y ESPECTÁCULOS ROMANOS * Desde Augusto hasta el fin de los Antoninos I GENERALIDADES Ningún cuadro de la cultura del imperio romano será completo si en él no figura un estudio lo más amplio po- sible de los espectáculos. Nada da mejor idea que éstos de la grandiosidad romana en aquella época; además, los es- pectáculos suministran, desde muchos puntos de vista, ele- mentos de juicio extraordinariamente valiosos para apreciar la situación espiritual y moral de la capital del mundo bajo el imperio. Los espectáculos, una necesidad de la Roma imperial. Los espectáculos, creados originariamente, en su mayor parte, para conmemorar las festividades de los dioses, hacía * Este trabajo, publicado en Alemania bajo el título de Darstellun- gen aus der Sittengeschichte Roms, fue escrito en 1864 cuando su autor apenas tenía cuarenta años de edad. Ello explica algunos anacronis- mos y pequeños errores referentes a las corridas de toros españolas. Pero, a pesar del tiempo transcurrido, es la obra más completa sobre los deportes del imperio romano, no superada más que por monogra- fías de aspectos parciales y sin la misma visión de conjunto. La traducción española que ofrecemos a nuestros lectores se debe al profesor W. Roces. Fue publicada en Méjico, en 1947, si bien des- provista de las valiosísimas notas del autor y carente de ilustraciones. Por tal razón, CITIUS ALTIUS FORTIUS ha creído conveniente colmar estas importantes lagunas reponiendo las citas bibliográficas origina- les en los lugares que les corresponden, según el texto alemán, y acom- pañando ilustraciones tomadas, en su mayoría, del Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines, de Daremberg, y de la obra Gladia- tors, de M. Grant.

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Ningún cuadro de la cultura del imperio romano será completo si en él no figura un estudio lo más amplio posible de los espectáculos. Nada da mejor idea que éstos de la grandiosidad romana en aquella época; además, los espectáculos suministran, desde muchos puntos de vista, elementos de juicio extraordinariamente valiosos para apreciar la situación espiritual y moral de la capital del mundo bajo el imperio.

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  • JUEGOS Y ESPECTCULOS ROMANOS *

    Desde Augusto hasta el fin de los Antoninos

    I

    GENERALIDADES

    Ningn cuadro de la cu l tura del imper io romano ser comple to si en l no figura un es tudio lo m s amplio posible de los espectculos . Nada da me jo r idea que stos de la grandios idad romana en aquella poca; adems , los espectculos sumin is t ran , desde muchos pun tos de vista, elemen tos de juicio ex t rao rd ina r i amen te valiosos pa ra aprec iar la s i tuacin espir i tual y mora l de la capital del m u n d o bajo el imper io .

    Los espectculos, una necesidad de la Roma imperial.

    Los espectculos , creados or ig inar iamente , en su mayor par te , p a r a c o n m e m o r a r las festividades de los dioses, haca

    * E s t e t r a b a j o , p u b l i c a d o en A l e m a n i a b a j o e l t t u l o de Darstellungen aus der Sittengeschichte Roms, fue e s c r i t o en 1864 c u a n d o su a u t o r a p e n a s t e n a c u a r e n t a a o s d e e d a d . E l l o exp l i ca a l g u n o s a n a c r o n i s m o s y p e q u e o s e r r o r e s r e f e r e n t e s a las c o r r i d a s de t o r o s e s p a o l a s . P e r o , a p e s a r de l t i e m p o t r a n s c u r r i d o , e s l a o b r a m s c o m p l e t a s o b r e los d e p o r t e s de l i m p e r i o r o m a n o , n o s u p e r a d a m s q u e p o r m o n o g r a fas de a s p e c t o s p a r c i a l e s y s in l a m i s m a v i s i n de c o n j u n t o .

    L a t r a d u c c i n e s p a o l a q u e o f r e c e m o s a n u e s t r o s l e c t o r e s s e d e b e a l p r o f e s o r W. R o c e s . F u e p u b l i c a d a en M j i co , en 1947, s i b i e n des p r o v i s t a de las v a l i o s s i m a s n o t a s del a u t o r y c a r e n t e de i l u s t r a c i o n e s . P o r t a l r a z n , C I T I U S A L T I U S F O R T I U S h a c r e d o c o n v e n i e n t e c o l m a r e s t a s i m p o r t a n t e s l a g u n a s r e p o n i e n d o las c i t a s b i b l i o g r f i c a s o r ig ina les en los l u g a r e s q u e les c o r r e s p o n d e n , s e g n e l t e x t o a l e m n , y a c o m p a a n d o i l u s t r a c i o n e s t o m a d a s , en su m a y o r a , del Dictionnaire des Antiquits Grecques et Romaines, de D a r e m b e r g , y de la o b r a Gladiators, de M. G r a n t .

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    ya m u c h o t iempo que hab an perd ido toda significacin religiosa. En los l t imos t i empos de la repbl ica e ran ya el medio m s eficaz p a r a ganarse el favor del pueblo , y los emperadores , s iguiendo esta t radicin, r ecur r an t ambin a ellos pa ra tener a l pueblo de b u e n ta lan te 1 . Cuentan que como Augusto reprochase al p a n t o m i m o Plades su rivalidad cont ra o t ro colega, escuch esta respues ta de labios del hist r in: Eres t, Csar, quien sale ganando con que el pblico se ocupe de n o s o t r o s 2 . Y no slo se consegua la finalidad de enderezar po r estos de r ro te ros la a tencin del pueblo , sino que muchos emperadores ganaron t ambin el corazn de ste median te sus fastuosos espectculos . Los emperadores romanos saban tan bien como Luis XIV que la admiracin es uno de los mejores caminos pa ra conseguir que los pueblos se ent reguen por en tero a la voluntad de sus monarcas , conocan tan bien como Napolen que el que m a n d a debe hacer todo lo posible po r es t imular la imaginacin de los h o m b r e s ; t ambin ellos mane jaban como un in s t rumen to esencial de poder el de r roche y el esplendor , lo mi smo en las fiestas y en los espectculos que en las construcciones , sin que j a m s les fallase este recurso 3 . Has ta Calgula tena el respe to y el amor del pueblo , ya que ste era, como dice Josefo 4 , lo suf icientemente necio pa ra dej a r se halagar po r l; cuando mur i lo l loraron sobre todo las mujeres y la juventud , cuya voluntad haba ganado por lo que m s ama la plebe: los r epa r tos de carne, los espectculos y los combates de gladiadores , organizados po r l con gran l iberal idad bajo el pre texto de a t rae r se a la masa, aunque las luchas del circo, por lo menos , tenan t ambin como mi ra el aplacar la sed de sangre de su prop ia vesania. En cuanto a Nern, su recuerdo sigui viviendo en t re el pueblo con tal fuerza que no se dio crdi to a la noticia de su m u e r t e y, t r e in ta aos despus , an haba quienes espe raban que re tornase , lo cual pe rmi t i que apareciese ms de un Pseudo-Nern 5 ; Din de Prusa explica es ta extraordinaria popula r idad por la l iberal idad ve rdade ramen te dilap idadora de aquel emperador , manifes tada sobre todo en los juegos grandiosos que se organizaron bajo su re inado 6 . Hablando del es tado de espr i tu de la capi tal al darse m u e r t e Nern, dice Tcito que el vulgo, a c o s t u m b r a d o a los placeres del t ea t ro y del circo, es taba ap lanado y vido de r u m o r e s 7 . Otn era ac lamado en el circo y en el t ea t ro como si fuese Nern, y no repud iaba el n o m b r e pa ra no enajenarse las s impat as de la mu l t i t ud 8 .

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    Panem et circenses.

    Pero lleg un m o m e n t o en que los espectculos no dependan ya de la buena voluntad ni del capricho de los emperadores . Convir t ironse m u y p r o n t o en una necesidad indeclinable de la Roma imper ia l . E n t r e la poblacin de la capital p r e d o m i n a b a n las masas desposedas, una chusma ms b ru ta l , ms grosera y ms co r rompida que la de las capitales modernas , pues en n inguna pa r t e ni en ninguna poca del m u n d o lleg a concen t ra r se la hez de todas las naciones 9 como en la Roma de entonces , una hez que era, adems , doblemente peligrosa, pues es taba formada en gran pa r t e por gentes ociosas. El gobierno velaba po r su sus tento median te los grandes r epa r tos per idicos de tr igo, y esto t ra a como consecuencia el que se viese t ambin obligado a velar po r su inversin del t iempo, ofrecindole distracciones pa ra en t re tene r su ociosidad. En un folleto que Salust io dirige a Cdo 1 0 , se dip lebe co r rtividad se

    sar sobre la necesidad de reorganizar el estace que el regente debe p reocupar se de que la

    ompida po r los regalos y po r el t r igo de la colec en t re tenga en algo, pues slo as de jar de re

    p resen ta r un pel igro pa ra e l b ien comn n . Es te entretenimiento se lo ofrecan los espectculos pbl icos . Las conocidas pa l ab ra s panem et circenses 1 2 en las que Juvenal r e sume el ideal a que hab an ido quedando reducidas las aspiraciones de un pueblo que en o t ro t i empo era e l poder supremo y lo confera todo, au tor idad , fasces, legiones, en una pa labra , todo el poder del es tado, no son, evidentemente, ms que la repet ic in de una frase acuada y que circulaba, por t an to , como dicho proverbia l . Al parecer , esta frase empez apl icndose a los hab i t an tes de Alejandra 1 3 , al decir que era necesar io sumin i s t r a r a aquel la ciudad mucho pan y muchos espectculos 1 4 , pues nadie se p reocupaba all de otra cosa. El p r imero que aplic este dicho en Roma fue, p robab lemente , Trajano 1 5 . P ron to el pan y los juegos dejaron de ser, en la capital , una gracia del gobierno pa ra conver t i rse p rc t i camen te en un derecho del pueblo ; cada nuevo emperado r que suba al t rono vease obligado, quisiera o no, a asumir la herencia que le legaban sus antecesores ; por eso en cuanto al esplendor y la grandios idad de estas fiestas rivalizan por igual todos los monarcas , los buenos y los malos .

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    Preocupacin de los emperadores por los espectculos.

    Augusto descoll sobre todos po r la frecuencia, la variedad y el esplendor de sus espectculos; el fundador de la monarqu a a t r ibua 1 6 , i ndudab lemente , g ran impor tanc ia a este asunto , pues as lo a tes t igua el detalle con que informa acerca de esto en el memor ia l de su vida 1 7 y las rdenes t an extensas y minuciosas que curs en to rno a ello du ran t e su re inado. Vespasiano, que pecaba prec i samente de generoso, cons t ruy pa ra los romanos el mayor anf i teatro del m u n d o ; el valor de los m rmo le s t raver t inos que todava se conservaban en el Coliseo en el ao 1756 fue tasado po r los per i tos , segn los precios de aquel entonces , en 3.218.000 escudos 1 8 , y rec ien temente , un a rqu i tec to i tal iano ha calculado en 5 mil lones de escudos 1 9 el costo de toda la obra de mampos t e r a de esta gigantesca construccin. Es posible que los mater ia les con que se const ruy el Coliseo procediesen en su mayor p a r t e de la demolicin de la Casa Dorada . Sin embargo , Vespasiano no esca t imaba cuando se t r a t aba de organizar espectculos pbl icos 2 0 , aunque Tito lleg tal vez a superar le 2 1 . Pero fue p robab lemen te Tra jano el e m p e r a d o r que ms se preocup de satisfacer la sed de espectculos de los romanos . Este pr ncipe, dice refir indose a l un autor de t iempos pos ter iores , p reocupndose incluso de los bai lar ines y dems ar t i s tas del tea t ro , el circo y la arena, en lo que demos t r aba su sabidur a de gobernante , pues no ignoraba que e l pueblo r o m a n o senta apego sobre todo po r dos cosas : el pan y los espectculos; saba que las excelencias del pode r se manif ies tan tan to en los pasa t i empos como en las cosas serias y que, si el descuidar los asuntos serios produce graves daos, el desa tender los pasa t iempos engendra, en cambio, grave descontento ; que ni en los r epa r tos de dinero pone la gente t an ta pas in como en los espectculos; que mien t ras que los r epa r tos de dinero y de trigo slo satisfacen a una pa r t e del pueblo y a cada uno de po r s los espectculos dejan complacido al pueblo en su to ta l idad 2 2 . Has ta el estoico Marco Aurelio supo sobreponerse a su filosofa y organizar magnficos espectculos pblicos, y cuando tuvo que ausen ta r se de Rom, dej o rdenado que en su ausencia se preocupasen de en t re tene r y divert i r al pueblo , a su costa, los senadores ms ricos 2 3 . Sept imio Severo, que era segn Herodiano el ms avaro de todos los emperadores , saba r ep r imi r su avaricia cuando se t r a t a b a de invert i r sumas gigantescas en estas a tenciones 2 4 . La nica excepcin la ofrece t ambin en este pun to Tiberio, quien demos t r de

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    modo ms ostensible el desprecio que senta por la plebe negndose s i s temt icamente a b r inda r l e espectculos 2 5 . Otros con ten t ronse con imi ta r a Tiberio en la polt ica que t ambin sigui aquel e m p e r a d o r de pone r coto a la dilapidacin de las fiestas med ian te la reduccin de los sueldos abonados a los ac tores y el es tablecimiento de una tasa mxima en cuan to a l n m e r o de pa re jas de pgiles 2 6 que podan ac tua r en los combates de gladiadores : as lo hicieron Augusto 2 7 , Nerva, que supr imi muchos espectculos circenses y de o t r a clase 2 8 . Antonino Po 2 9 y Marco Aurelio 3 0 , los cuales res t r ingieron los pugilatos de gladiadores (y el segundo, adems , las donaciones a la gente de tea t ro) . Pero estas medidas res t r ic t ivas no deban de ser muy eficaces, como lo demues t r a el m i s m o hecho de su frecuente reiteracin.

    Los espectculos, sustituto de reuniones populares.

    Los espectculos pbl icos adqui r ie ron t ambin nueva impor tanc ia bajo el imper io en el sent ido de que daban al pueblo la posibi l idad de congregarse en masa y exter ior izar en voz al ta an te el e m p e r a d o r sus sent imientos , sus aversiones y sus inclinaciones, sus deseos, sus splicas y sus quejas , manifestaciones que all e ran recibidas con una tolerancia poco usual fuera del circo o del t ea t ro ( lugares donde, segn Tcito, e ran mayores que en n ingn o t ro sitio las l iber tades que poda pe rmi t i r se el pueblo 3 1 ; la carencia absoluta de o t ras ocasiones pa ra mani fes ta r los sent imientos de la opinin pbl ica hacan que sta revist iera una impor tanc ia tanto mayor .

    Aclamaciones a personajes.

    F o r m a b a n p a r t e de estas manifestaciones, en p r imer lugar, los saludos y aclamaciones que el pblico congregado t r i bu taba al emperado r y a o t ros al tos personajes al aparecer en el t ea t ro o en el circo. Es sabido cunta impor tanc ia daban los gobernantes , ya bajo la repbl ica , a la acogida que el audi tor io les d ispensaba al p resen ta r se en el tea t ro , y qu satisfaccin tan grande le p roduc a a Cicern cuando en los espectculos y en los combates de gladiadores se producan en to rno a l manifestaciones maravi l losas en las que para nada se mezclaba el caramil lo del pas tor 3 2 . D b a

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    se t ambin , aunque r a ra s veces, e l caso de que estos honores se t r ibu tasen as imismo a los poe tas ; al rec i ta rse una vez en el t ea t ro unos versos de Virgilio, el pblico se puso en pie y salud al au tor , p resen te en la sala, con no menos respeto que al e m p e r a d o r Augusto 3 3 . Bajo el imper io , es de suponer que estos homenajes aunque a veces se t r ibu tasen tambin a par t icu la res 3 4 y p r inc ipa lmente , como es lgico, a los organizadores de la fiesta 3 5 se l imi ta r an normalmente a la familia imperial , a las personas ms cercanas a ella y a los grandes personajes del es tado 3 6 . El pueblo congregado en el t ea t ro o en el circo reciba a las sup remas y a las al tas au tor idades levantndose de sus asientos y con una ovacin (sabemos que ya Augusto daba m u e s t r a s de disgusto cuando vea cmo se t r i bu taba este ru idoso homenaje a sus nietos que e ran todava unos muchachos ) 3 7 , ag i tando los pauelos (p renda que Aureliano regalaba al pueblo , en grandes cant idades , pa r a este fin) 3 8 y gr i tndoles nombres honorficos 3 9 y pa lab ras encomist icas , a lgunos de los cuales e ran s iempre los mismos y se repet an varias veces; con frecuencia, estos gri tos en tonbanse a coro y gua rdando una cierta cadencia 4 0 , con arreglo a la cos tumbre de la poca.

    Presencia y campechana de los emperadores en los espectculos.

    Por su pa r te , los emperadores gus taban de aprovechar los espectculos como la me jo r ocasin pa ra t o m a r contac to con el pueblo congregado en ellos y ganarse sus s impat as med ian te la benevolencia y la campechana . Los que quer an ganar fama de amigos del pueblo p r o c u r a b a n p resen ta r se en el mayor n m e r o posible de espectculos propios o ajenos. El p rop io Tiberio segua esta polt ica en los p r imeros tiempos de su r e m a d o 4 1 , a pesa r de su aversin a estas diversiones, en pa r te , como dice Din Casio, p a r a h o n r a r a los promotores de los espectculos y en p a r t e p a r a da r una satisfaccin a la m a s a y demos t ra r l e que compar t a su regocijo. Augusto haba llegado a h a b i t u a r al pueblo a espera r esto de su e m p e r a d o r 4 2 . Cuando asista a un espectculo procuraba no ocuparse de o t r a cosa du ran t e l, ya fuera, dice Suetonio, pa r a no exponerse a las censuras de que era obj e to Csar po r dedicarse all a leer y con tes ta r mensajes y splicas, o s implemente po rque le in te resara el espectculo, pues l m i smo confes m u c h a s veces 4 3 que le gus taba contemplar lo . Marco Aurelio tena, como Csar, la cos tumbre

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    de aprovechar el espectculo pa ra leer, dar audiencias y firmar , lo que le expona a la chacota del pueblo 4 4 . Nern, al pr incipio, p resenc iaba las funciones desde las ventanas de un palco comple tamen te ce r rado y m s ta rde desde el mismo es t rado 4 5 , a la vista de todo el pbl ico, m i r a n d o a t ravs de una esmera lda tal lada, a causa de su miopa 4 6 . Ms ta rde , p robab lemen te bajo Domiciano, se restableci el palco imperial ; Plinio elogia a Tra jano po r habe r desis t ido de l al cons t ru i r su Gran Circo: De este modo , tus c iudadanos podrn ver te a ti y t verlos a ellos; todo el m u n d o disf rutar viendo, no s implemente el palco del pr ncipe, sino al pr ncipe en persona, sen tado en t re el pueblo y a la vista de todos 4 7 .

    Los h is tor iadores y los bigrafos de los emperadores subrayan con m u c h a frecuencia la condescendencia , la bondad e incluso la campechan a de que solan dar p ruebas aqul los en los espectculos; de pocos se nos dice que faltasen a esta regla. La morbosa complacencia que Claudio denotaba en las carnicer as del circo escandal izaban a los mismos romanos ; sin embargo , se le colmaba de alabanzas 4 8 p o r lo afable que se m o s t r a b a en los espectculos, porque acceda a cuanto le ped an y porque , cuando tena algo que anunc ia r o que contes tar , p rocu raba servirse lo menos posible de los hera ldos y escriba lo que tuviese que decir en unas tabli l las que c i rculaban de m a n o en m a n o . Un esclavo l lamado Androclo que haba hu ido de la casa de sus seores , condenndosele po r ello a ser despedazado por las fieras, tuvo la suer te de encon t ra r se en la a rena con un len al que haca algn t i empo, en el Africa, hab a a r r ancado una espina de una pa ta ; el len le reconoci y no le hizo nada; este suceso fue escr i to inmed ia t amen te en una tablilla, segn informa el a le jandr ino Apin, test igo presencial de l, la cual se hizo c i rcular en t re los espec tadores pa ra informarles de lo sucedido 4 9 . Claudio unase, adems , al pblico en el gesto de con ta r con los dedos de la m a n o las monedas de o ro que en t regaba como p remio a los vencedores y haca re r muchas veces a los espectadores dndoles r e i t e r adamen te el t tulo de seores mos y gastndoles b romas de dudoso gusto 5 0 . Tito p rocu raba t ambin complacer a cuantos le pedan algo en los espectculos , t omaba par t ido po r un grupo de gladiadores y r e t aba a los contrarios con la pa labra y con el gesto como un h o m b r e cualquiera del pueblo , pero sin fal tar con ello a la majes tad de sus funciones o a la equidad (pa ra con los pgiles) 5 1 . En cambio, Domiciano m o s t r b a s e m u c h a s veces dspota y brusco , en los espectculos; el que se a t reviera a t o m a r pa r t ido con

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    t ra su pgil predi lecto 5 2 se expona a pasar lo mal . Tra jano res tableci el ambien te de l iber tad an te r io r a Domiciano y compor t base afablemente en todos los aspectos 5 3 . Adriano m o s t r a b a mayor r igor y una vez lleg, como Dimiciano, a o rdea r por medio del he ra ldo silencio al pueblo que reclam a b a impe tuosamen te algo, sin dignarse contes tar le 5 4 Galieno m a n d una vez que ent regasen una corona a cier to to re ro que haba dado ya diez pinchazos al toro sin ace r t a r a ma ta r lo y, como el pblico hiciese or murmul lo s de protesta , declar por medio del he ra ldo que no era pequea hazaa fallar t an tos golpes delante de un toro 5 5 .

    Peticiones y reclamaciones del pueblo durante los espectculos.

    Los deseos expresados po r el pueblo y concedidos genera lmen te po r los emperadores refer anse casi s iempre a cosas re lac ionadas con los mi smos espectculos . Los espectadores solici taban una de te rminada representacin, una clase especial de ca r re ras 5 6 , la actuacin de algn gladiador famoso 5 7 , e l pe rdn de un pgil valiente 5 8 , una manumis in de un ac tor o de un conduc to r de car ros sujetos, como era lo no rma l , al es tado de esclavitud, el indul to de un delincuente condenado a luchar con las fieras. El c lamor general del pbl ico pidi, p o r ejemplo, que fuese indul tado y pues to en l iber tad aquel Androclo, que ms t a rde recorr a las tabe rnas de R o m a llevando a su len a tado de una cuerda como un per r i to , recogiendo po r todas pa r t e s monedas pa ra l y flores p a r a el len 5 9 . A veces, los cr iminales que luchaban val ientemente con las fieras y les daban m u e r t e e ran indul tados y obsequiados con regalos 6 0 a instancias del pblico qlas 6 1 larealizas

    ue interceda po r ellos. Marco Aurelio declar nus manumis iones de esclavos cuando el dueo las e coaccionado por los gri tos y c lamores del pbl ico.

    En ocasiones, ste peda a los emperadores que procediese a m a n u m i t i r esclavos per tenecientes a o t ros . Tiberio slo accedi a u n a de estas splicas en favor de un comediante previa autor izacin de la pe r sona a la que per teneca como esclavo 6 2 ; Adriano, po r su pa r te , deneg la splica de manumi t i r a un conduc tor de car ros que no era esclavo suyo, escr ibiendo la respues ta en una tabli l la que hizo ci rcular en t re los espectadores 6 3 . Y desde un da en que se vio obligado a m a n u m i t i r a un ac tor l lamado Accio, Tiberio decidi pe rmanece r alejado de los espectculos pa ra que no le abrumasen con splicas 6 4 .

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    Pues no e ran stas , n i m u c h o menos , todas las pet iciones con que el pblico i m p o r t u n a b a a los emperadores , sabiendo que ser a m u y difcil que en pleno espectculo se negasen a acceder a lo que se les peda. La certeza de no ver rehusadas sus splicas, cuando se hac an en el t ea t ro o en el circo, e ra segn Josefo una de las razones pr incipales de la gran impolos 6 5 . Es cel ao 9 dabolicin baba de d

    r t anc ia que los r o m a n o s daban a los espectcuier to que en los juegos t r iunfales celebrados en . C. los qui tes sol ici taron en vano de Augusto la

    de la r igurosa ley sobre el ma t r imon io 6 6 que acaecre tar . En el ao 32, con motivo de una gran

    caresta, el pueblo formul sus reclamaciones en el circo, du ran t e das, de un m o d o bas t an te a i rado, como no era cos tumbre que se hiciese an te e l e m p e r a d o r 6 7 . Tiberio haba hecho llevar a su palacio una es ta tua de Lisipo, la del a t le ta con la rasque ta , que Agripa haba colocado delante de sus t e rmas ; el pueblo le pidi ru idosamen te en el t ea t ro que la devolviera y Tiberio accedi a ello, a pesa r de que tena aquella obra de a r te en gran es t ima 6 8 . Poco antes de ser ases inado Calgula, el pbl ico del circo le pidi que moderase la carga de los impues tos , y el emperado r se enfureci tan to ,ban 6 9 .

    que m a n d de tener y e jecutar a los que ms grita Cuando Palfurio Sura, expulsado por Domiciano del

    Senado, obtuvo el p remio de ora tor ia en el agn capitolino, el audi tor io pidi unn imen te que el vencedor fuese repuesto en el rango senatorial , pero sin conseguirlo 7 0 . Los gri tos de la mul t i t ud congregada en los espectculos e ran considerados de tal m o d o como expresin de los deseos del pueblo, que Tito, siendo prefecto de la guardia , cuando quer a just i f icar las ejecuciones de pe r sonas que le infundan sospechas , m a n d a b a d is t r ibui r gentes en el t ea t ro que pidiesen a voces la m u e r t e de los sospechosos 7 1 . Bajo Galba, el pueblo no se cansaba de c lamar en el circo y en el t ea t ro pidiendo la m u e r t e de Tigelino, has ta que el e m p e r a d o r dict un edicto ordenndole silencio 7 2 . Como es sabido, las explosiones de clera ant icr i s t iana tenan por pr incipal escenario, en los siglos pos ter iores , el t ea t ro y el circo.

    Burlas e improperios contra los emperadores.

    Pero en los espectculos , el pueblo no se l imi taba a formu la r c l amorosamente sus splicas y sus quejas ; gozaba t ambin al parecer , po r regla general , de cierta l iber tad p a r a da r r ienda suel ta a sus bur las , no slo cuando stas

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    iban dirigidas con t ra par t icu lares , sino incluso cuando era blanco de ellas e l p rop io emperador . No era nada r a r o or r e sonar en el circo denues tos y maldiciones con t ra los dominadores del mundo , pues en med io de aquella muched u m b r e de gentes el individuo sent ase a lentado po r la esperanza de que no l legaran a descubr i r le y la m a s a perd a de vis ta el pel igro de su t emer idad an te la conciencia de su n m e r o . Ter tul iano, que a lude repe t idas veces a escenas de stas, se p regun ta : qu puede h a b e r de m s amargo que el circo, donde ni s iquiera se respe ta al emperado r ni a sus conciudadanos? 7 3 . E l e m p e r a d o r Macr ino era odiado por razn de su cueldad; al igual que el ant iguo pr ncipe etrusco Mecencio, m a n d a b a a t a r a veces a los condenados con cadveres, has ta que mor an . Un da que su hijo Diadmeno aplaudi ru idosamente en el circo a un efebo que gozaba de grandes s impat as po r su belleza, alguien le gri t este verso virgiliano: Esplndido joven, digno de que un Mecencio no fuese su pad re ! 7 4 . El 20 de noviembre del ao 303, Diocleciano celebr en Roma el vigsimo aniversar io de su subida al t rono , pero , segn dice un escr i tor cr is t iano, no pudo sopor ta r la franqueza del pueblo de Roma (se a lude sin duda alguna a las manifes taciones de esta f ranqueza en los espectculos) y abandon la capi tal ya en el mes de dic iembre 7 5 . En cambio, Constancio I I , cuando visit Roma en el ao 358 organiz algunos juegos circenses y se divirt i mucho con las gracias del pueblo , que ni era soberbio ni renunciaba a su franqueza innata , pero sin t r a spasa r irrespe tuosamen te los l mites de lo lcito 7 6. Y todava en el ao 509, escriba Casiodoro: Nada de lo que el pueblo jubiloso pueda decir en el circo se considera como injuria, pues el lugar disculpa a los excesos. Su locuacidad debe ser acogida con paciencia, y ni s iquiera mueve a ira a los emperadores 7 7 . Como es na tura l , las bu r l a s del pbl ico iban tambin dirigidas con t ra algunos par t icu lares , sobre todo cont ra ciertos individuos conocidos de todos y que gozaban de pocas s impat as ; sin embargo , las injurias profer idas en un espectculo cons iderbanse merecedoras de graves penas 7 8 . Ha llegado a nosot ros la poesa bur lesca 7 9 con que fue acogido un ant iguo esclavo l lamado Armento que tuvo, bajo Augusto, la osada de ir a sen ta rse en el t ea t ro en los sitiales reservados a los cabal leros. En el ao 47, el emperador Claudio amones t al pueblo p o r medio de severos edictos p o r h a b e r insul tado en e l t ea t ro a l consular Pomponio y a algunas d a m a s dis t inguidas 8 0 .

  • Pugilistas a rmados con guantes reforzados con metal y brazales de cuero. Mosaico romano hallado

    en las Termas de Caracalla

    Representacin de un joven pugilista en suelo de mosaico hallado en Pom

    peya

    Epitfio fnebre de dos gladiadores del siglo IV-V

    d. de J. C.

  • Estela de un gladiador, procedente de Efeso,

    hoy en Turqua

    Relieve sepulcral de Esmirna

    Estatuilla de gladiador

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    Manifestaciones polticas.

    A veces, los espectculos aprovechbanse t ambin pa ra verdaderas manifes taciones pol t icas. En el ao 59 a. C. los adversar ios de Csar e ran ru idosamen te ac lamados s iempre que se p re sen taban en el t ea t ro o en el circo, mien t r a s que a l y a sus par t idar ios se les reciba en silencio o con siseos, y el ac tor Dfilo vise obligado, an te las p ro tes tas del pblico, a repet i r mil veces unos versos en los que se contenan alusiones mort i f icantes p a r a Pompeyo 8 1 . E l verso de Laber io: Aquel a quien muchos t emen t iene a su vez, miedo a muchos convirt ise, en plena guer ra civil, en exponente de la opinin p r edominan t e gracias a la acogida que el pblico congregado en el t ea t ro le dispens 8 2 . En el ao 45, Cicern aplaudi el magnfico compor t amien to del pueblo en el circo cuando se pase el r e t r a to de Csar ent re las imgenes de los dioses sacadas en procesin; la mala vecindad en que sala hizo que no se aplaudiese siquiera la diosa de la Victoria 8 3 . En el ao 40 a. C, en que los romanos deseaban apas ionadamente que se pusiese fin a la guer ra de los t r iunviros cont ra Sexto Pompeyo, fue acogida en el circo en t re grandes ovaciones la imagen de Neptuno , a quien los valientes mar inos ado raban como a su deidad tute lar , y cuando al da siguiente no sali en la proces in se p rodu jo un t u m u l t o 8 4 . La cada de Cleandro 8 5 , e l omnipo ten te m a y o r d o m o mayor de Cmodo, tuvo como pre ludio una manifes tacin m u y bien p r e p a r a d a en el circo. Un t ropel de muchachos encabezados po r una virgen al ta de espantable aspecto se lanz a la p is ta d u r a n t e uno de los en t reac tos p r o r r u m p i e n d o en c lamorosas maldiciones con t ra e l odiado favorito; el pueblo se un i a ellas y la mul tud , cada vez ms enfurecida, se abalanz sobre la villa del emperador , donde oblig a que se entregase a sus iras al mayordomo 8 6 . Bajo el m i smo re inado, cuando Pert inax, el que luego sera emperador , hab a logrado a t r ae r sobre su persona la atencin general, gan el p remio un caballo de ca r re ras del bando de los verdes y favorecido po r Cmodo, que os ten taba aquel m i smo n o m b r e ; los verdes gr i taban: Es Pert inax! Los azules repl icaban: Ojal lo fuese! 8 7 . A veces, estas explosiones de los sent imientos del pueblo es ta l laban en el circo sin n inguna p reparac in aparen te , movidas en ocasiones por esos impulsos inexplicables que empujan a las grandes masas i r res is t ib lemente a mani fes ta rse o a o b r a r de un m o d o unnime 8 8 . Din Casio refiere como test igo de odas que en el ao 196, du ran te la guerra civil en t re Sept imio Severo y el

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    p re tend ien te Albino, u n a m u c h e d u m b r e reun ida en el circo p r o r r u m p i con asombrosa unan imidad en re i te radas quejas con t ra la guer ra y en manifes taciones favorables a la paz; pareca , dice el h is tor iador , como si aquel las masas obrasen movidas po r la inspiracin divina, pues de o t r o m o d o no habr a sido posible que miles y miles de h o m b r e s se hubiesen pues to a gr i ta r a un t i empo lo mismo, como un coro bien ensayado, t e rminando todos a la vez, sin que nadie les dirigiese, como si rec i tasen una leccin ap rend ida de memoria 8 9 . A Plaut iano, el omnipo ten te favorito del emperador, le gr i t el pueblo en el circo poco antes de su cada (ao 205): se es m s r ico que los o t ros t res ! (Severo y sus dos hijos) 9 0 . Aludiendo a que Caracalla es taba es t ru jando a todo el imperio romano , se oy gr i tar en el circo, en el 212, en t re o t ras cosas: mata remos a los vivos pa ra pode r enter r a r a los muer to s ! 9 1 . Y estas manifestaciones deban de ser m u y frecuentes, como lo revela el hecho de que Din Casio cite muchas , sin re la ta r ms que las de su poca.

    Etiqueta, sobre todo en la vestimenta.

    La presencia del emperador y de ot ros elevados personajes en el espectculo obligaba a los espec tadores a guardar cier tos mi ramien tos que les resu l taban , a veces, engor rosos . Cuntase que Augusto vio a un r o m a n o del rango ecuest re beber en el t ea t ro , y le dijo: Yo, cuando quiero desayunar , me re t i ro a mi casa. A lo que el o t ro rep l ic : S, pe ro t no t ienes p o r qu t emer que nadie te qui te e l s i t io 9 2 . Ya en los p r imeros t iempos de la m o n a r q u a se dicta ron n o r m a s concre tas sobre e l modo cmo deban vest ir los espectadores , n o r m a s que, por lo dems , var iaban con los dis t intos gobiernos. Los c iudadanos romanos slo deban p resen ta r se en los espectculos vist iendo la p r enda oficial y solemne de aquella sociedad, o sea la toga, la cual resu l taba tan molesta , sobre todo en los meses calurosos del verano, que quienes amasen su comodidad no disf rutar an de la funcin po r esta causa. Mient ras toda Roma se aglomera en el circo, dice Juvenal (a los sesenta aos) , mi piel ar rugada recibir los rayos del sol abr i leo y no se ver agobiada con la toga 9 3 . Augusto, que se esforz en res tab lecer las cos tumbres ant iguas desde todos los pun tos de vista, incluso en lo tocante a la indumenta r i a , orden a los ediles que no dejasen e n t r a r al circo m s que a los que vistiesen toga 9 4 . Las personas per tenecen tes a las dos clases sociales al tas

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    tenan que p resen ta r se en los espectculos vest idas con arrepo a su es tado y los magis t rados con el t ra je p rop io de su cargo, que no podan abandonar m s que en los casos de duelo oficial po r la m u e r t e del emperador . Poco antes de mori r , Cmodo orden que los r o m a n o s concurr iesen al circo vist iendo m a n t o de lluvias o scu ro y abrochado (que era la p r e n d a que vest an t ambin los que es taban de duelo), cosa que ms t a rde se consider como presagio de su muer t e 9 5 . Augusto autor iz a los espec tadores pa ra que en los meses de verano pud ie ran p resen ta r se descalzos en el teat ro , autor izacin que derog Tiberio y restableci Calgula, el cual permi t i por p r i m e r a vez a los senadores , en el ao 37, que usasen sombre ros tesal ienses pa ra protegerse del sol; esto quiere decir que has ta entonces tenan que inda r con la cabeza descubier ta 9 6 . Cuando baca mal tiempo, se poda usa r un m a n t o encima de la toga, pero quitndoselo en presencia del emperado r o de los personajes de alta a lcurnia 9 7 . Cuando en un espectculo que Domiciano daba al pueblo rompi a llover con gran fuerza, no se permi t i que nadie se r e t i r a ra ni se m u d a r a de ropa, sin perjuicio de que el e m p e r a d o r se cambia ra el m a n t o cons tan temente , y se cuenta que muchos espectadores se enfermaron y murieron a consecuencia de la m o j a d u r a 9 8 . Dominiciano era riguross imo para hacer respe tar las ordenanzas sobre espectculos, y puso de nuevo en vigor los preceptos que haban sido dados al olvido. Prohibi nuevamente , con carc ter general , el uso de ropas de color to lerado por sus predecesores 9 9 , aunque permi t iendo las p rendas de color p r p u r a y rojo escarlata, adems de las blancas 1 0 0 . Autoriz t ambin el empleo de sombre ros y, adems , el de sombri l las 1 0 1 . La autoridad encargada de velar po r la aplicacin de los preceptos legales y por la paz y el o rden en los espectculos era el prefecto de la c iudad, quien en caso necesar io los impona por medio de los soldados de guard ia des tacados en el teatro o en el circo pa ra este efecto, pud iendo adems prohibir la presencia all de los infractores y los per turbadores 1 0 2 .

    El coste de los espectculos.

    en los p r imeros t i empos de la repbl ica se invert an sumas m u y considerables en organizar diversiones pa ra el pueblo. La cant idad consignada por el erar io munic ipa l de Roma pa ra hacer frente a los gastos de las fiestas princi

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    pales de la c iudad (los l lamados juegos romanos) , que dur aban cua t ro das y se ce lebraban en sep t iembre , y que a pa r t i r del ao 364 a. C. se festejaban los t res p r imeros das con funciones teat ra les y el l t imo con ca r re ras de car ros , e ran 200.000 ases, y esta cant idad no fue a u m e n t a d a has ta la segunda guerra pnica 1 0 3 . Los dems juegos del es tado cos tebanse con cant idades sacadas del erar io pbl ico. Pero poco a poco fueron a u m e n t a n d o las pre tens iones y los gastos, a los cuales ya no poda hacerse frente, ni m u c h o menos , con las cant idades consignadas , y los ediles veanse obligados a hacer considerables desembolsos de su for tuna part icular o recur r i r a la ayuda de sus amigos; eran muchos los que se a r ru inaban de este modo , aunque los m s se resarcan median te las exacciones que imponan a los confederados y en las o t ras provincias 1 0 4 . Sabemos que a mediados del siglo II a. C. los to rneos de gladiadores organizados con toda br i l lantez cos taban 30 ta lentos 1 0 5 . Sin embargo , esta suma resul ta insignificante cuando se la compara con el der roche gigantesco que suponan los espectculos de la lt ima poca de la repbl ica 1 0 6 : a lgunos de ellos, como los de Escauro (ao 58), Pompeyo (ao 55) y Csar, slo l legaron a ser superados en esplendor , suponiendo que lo fuesen, por los que ms t a rde organizaron los emperadores ; en el ao 53, pa ra conseguir el consulado, Miln der roch tres herencias por a t rae r se al pueblo por medio de los juegos 1 0 7 . Es tos juegos fueron, como Cicern escr ibe a su h e r m a n o Quinto, de los ms costosos que j a m s se hab an visto 1 0 8 , habindose de r rochado en ellos cant idades tan fabulosas, que Cicern llegaba a pensar si Miln estar a loco 1 0 9 . Y, sin embargo , pasado algn t iempo ya nadie se acordaba de ellos. En la poca del imper io se aumen t la consignacin del e ra r io pbl ico p a r a la organizacin de los juegos del estado (cuya durac in haba ido pro longndose considerablemen te ent re tan to) . Segn un documen to proceden te del ao 51 d. C, la cant idad consignada pa ra los juegos romanos e ran 760,000 sestercios, pa r a los plebeyos 600,000 sestercios, p a r a los de Apolo 380,000 y pa ra las augustales , recientemente inst i tuidas , 10,000 1 1 0 . Sin embargo , estas sumas no dan s iquiera una idea aprox imada del coste total de aquel las fiestas, ya que no es posible calcular lo que los magis t rados ponan de su bolsillo. Slo poseemos algunos datos sueltos de diversas pocas acerca de esto y, en general , acerca de las gigantescas apor tac iones hechas po r los par t icu lares pa ra costear los juegos . Herodes de Judea inst i tuy en honor de Augusto una fiesta anual que habr a de repet i rse po r espacio

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    de cua t ro aos, hab iendo recibido del emperado r y de Livia, como regala, todo lo necesar io p a r a su dotacin: el costo total de esta fiesta calculbase en unos 500 ta lentos 1 1 1 . A comienzos del imper io , un buen to rneo de gladiadores que durase t res das vena a costar , en una c iudad de la Campania, 400,000 sestercios 1 1 2 . Sin embargo , po r regla general el costo de los juegos municipales sera, seguramente , meno r 1 1 3 . Segn las ordenanzas municipales de Urso, cada uno de los dunviros reciba 2,000 sestercios pa ra organizar los cua t ro das de juegos en honor de Jpi ter , Juno y Minerva, debiendo poner de su bolsillo po r lo menos o t ro tan to , lo que quiere decir que el costo total de la fiesta ascenda a anos 8,000 sestercios; la cant idad calculada pa ra los juegos edilicios, en aquella misma ciudad, era de 6,000 sestercios 1 1 4 . La ciudad de Pisauro (Pesaro) recibi un legado de 600,000 sestercios, cuyos intereses se empleaban en organizar un torneo de gladiadores cada cua t ro aos . Es to quiere decir que, calculando a razn de un in ters del 5 po r 100, se invert an en cos tear esta fiesta unos 120,000 sestercios de cada vez 1 1 5 . En el ao 27 a. C. se dio un senadoconsul to disponiendo que no podr a organizar to rneos de gladiadores quien no contase , por lo menos , con una for tuna de 400,000 sestercios 1 1 6 ; la finalidad de esta disposicin no poda ser o t ra que la de ce r r a r el paso a los especuladores carentes de recursos , que se dedicaban a organizar esta clase de juegos pa ra ob tener una ganancia, ya que pa ra los dems promotores de fiestas se exiga, incluso po r pa r t e de los municipios, una for tuna mayor . Bajo Domiciano, el p re to r de R o m a slo poda organizar por sus propios medios la fiesta de la Diosa Madre (4 al 10 de abri l) , con tando para ello con una subvencin de 100.000 sestercios, a costa de pagar de un m o d o mezquino a los a r t i s tas que t omaran pa r t e en ella, p r inc ipa lmente a los aurigas . Genera lmente , no lograba salir del t rance as, dndose el caso de que las ca r re ras de car ros llegasen a costar le 400,000 sestercios 1 1 7 . Adriano recibi de Trajano 2 mil lones de sestercios pa ra los espectculos que organizase du ran t e su p r e t u r a (ao 107) 1 1 8 . Se dice que los juegos de siete das organizados por Smaco al ser investido su hijo con la p re tu ra , cos taron ap rox imadamen te 2,000 libras de oro, y eso que Smaco no se contaba en t re los senadores m s ricos de su t iempo; uno de stos, Mximo, inwir t i , al parecer , el doble del d inero con idntico fin 1 1 9 . El ejercicio del consulado cos taba tambin, en aquella poca, ms de 2.000 l ibras de oro por razn de los espectculos que obligaba a organizar, cant idad que en su mayor pa r t e era

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    apo r t ada por los emperadores 1 2 0 . En su consulado del ao 521, que super en esplendor a todos los consulados orientales que lo precedieron, Jus t in iano lleg a gastar , en total , 288,000 sueldos en donaciones y espectculos 1 2 1 . Podemos calcular que so lamente los gastos de los torneos de gladiadores ascender an en todo el imperio , si exceptuamos la Roma de los t iempos de Marco Aurelio, a ms de 20 millones de marcos anuales . Las no rmas que Marco Aurelio y Cmodo hicieron que dictase el Senado pa ra reduc i r estos gastos (aos 177-78) pusieron, como se dice en un discurso p ronunc iado con este motivo, coto a la ru ina que amenazaba a los munic ip ios y asegura ron el pa t r imonio de los optimates, a quienes aquellos gastos l levaban a la banca r ro ta ; es decir, aseguraron la for tuna de los sacerdotes provinciales y los magis t rados municipales , elegidos en t re la ar is tocracia de las provincias , y que se hal laban obligados, los p r imeros p robab lemente por la ley y estos genera lmente por la tradicin y lo que de ellos esperaban sus conciudadanos , a la organizacin de toda clase de juegos y fiestas 1 2 2 .

    Carga sobre la clase senatorial

    En Roma, la carga a b r u m a d o r a que supona el ofrecer al pueblo estas diversiones ex t raord inar iamente costosas pesaba casi exclusivamente sobre la clase senatorial , sin que las subvenciones concedidas , como queda dicho, po r el fisco hiciesen o t ra cosa que aliviar l iger s imamente esta carga 1 2 3 . E r a un s is tema de contr ibuciones impues tas ao t ras ao a la ar is tocracia en beneficio del p ro le ta r iado . Los individuos del orden senator ia l compraban cons tan temente su rango, sus t tulos y el boato externo de sus mag i s t r a tu ra s con un desembolso que a r ru inaba a ms de una familia ant igua y de al ta a lcurnia 1 2 4 o al que slo podan hacer frente con las subvenciones del e m p e r a d o r o las ayudas de los dems senadores 1 2 5 . En los p r imeros siglos, parece que el lus t re de las dignidades y cargos senatoriales era todava, pa r a la mayora de estas familias, una compensacin suficiente pa ra resarc i rse de tan gravosa carga, siendo re la t ivamente pequeo el n m e r o de senadores y personas ap tas pa ra alcanzar el rango senatorial que p rocu raban sus t raerse a los deberes a b r u m a d o r e s de su clase. Sin embargo , este n m e r o fue creciendo, indudab lemente , a medida que las mag i s t r a tu ra s iban vindose despojadas de sus funciones reales pa ra quedar reducidas al deber de organizar espectculos pa ra el

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    pueblo, y lleg el m o m e n t o en que empezaron a escasear los aspi rantes a t tulos y dignidades tan costosos. En la poca de Constant ino era ya necesario obligar a la aceptacin del cargo a los candida tos que p re t end an sus t raerse median te ia fuga al n o m b r a m i e n t o de p re to res 1 2 6 , y no sera l, seguramente , el p r i m e r emperado r que se viese obligado a recur r i r a semejantes medidas coactivas. En el siglo IV dictronse una serie de decre tos imperia les reg lamentando la designacin de las personas que hab an de ocupar la p r e t u r a y la cues tura , designacin que en Roma y Constant inopla corra a cargo del Senado pa ra los diez aos siguientes y recaa sobre aquellos de sus miembros que tuviesen veinticinco aos cumpl idos ; en los ci tados decretos se en u merab an las excusas que las personas designadas podan alegar pa ra eximirse del desempeo de aquellos cargos. Se estableca, adems, pa r a cada p re tu ra , la s u m a mn ima que deba invert i rse en la organizacin de juegos y fiestas. Quienes se sustrajesen al desempeo de sus deberes sin causa justificada no slo tenan que pagar de su bolsillo estas fiestas, que el fisco organizaba por cuenta de ellos, sino que adems deban en t regar a los a lmacenes de la capital , en concepto de pena, una cant idad considerable de trigo. Y la obligacin de costear los espectculos pasaba incluso a los herederos e los p re to res designados que falleciesen antes de llegar a t omar posesin del cargo 1 2 7 .

    Nmero de das ocupados anualmente por los espectculos.

    Tampoco es posible de te rmina r con exacti tud, con respecto a n inguna de las pocas, el n m e r o de das del ao que ocupaban los juegos y fiestas, pues incluso los juegos pblicos organizados anua lmen te po r el es tado ha l lbanse sujetos a de te rminados cambios y los de carc te r ex t raordinar io est apan a todo clculo. Los calendarios de fiestas que se han conservado de la poca del imper io slo dan una idea aprox imada del n m e r o de das del ao que ocupaban los juegos de la p r imera clase 1 2 8 . Duran te la repbl ica slo haba siete f iestas anuales celebradas con espectculos , que bajo Augus

    to comprend an 65 das en total : los juegos romanos , 15, y desde la m u e r t e de Csar, 16 (del 4 al 19 de sept iembre) , los juegos plebeyos, 14 (del 4 al 17 de noviembre) , los de Ceres,

    8 (del 12 al 19 de abri l) , los de Apolo, 8 (del 6 al 13 de julio), los de la Diosa Madre , 7 (del 4 al 10 de abri l) , los de Flora, 6 del 28 de abri l al 5 de mayo) y los de la fiesta triunfal de

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    Sila, 7 (del 16 de oc tubre al 1. de nov iembre ) . De estos 65 das se des t inaban 13 a las ca r re ras , 2 a ensayar los caballos que hab an de correr , 2 a banque tes sacros y los 48 restan tes a representac iones escnicas; du ran t e la repbl ica , los gladiadores no solan t o m a r pa r t e en los juegos pbl icos . Todas las fiestas enumeradas , con excepcin de la l t ima, existan todava en el siglo IV, aun cuando se haba reducido la durac in de algunas de ellas.

    Al desaparecer la repblica, creci el n m e r o de fiestas, aunque en proporc iones bas t an te modes tas , a l pr incipio . Has ta el ao 4 a. C. slo se aadieron a las an t e r io rmen te enumeradas los 11 das de juegos en honor de Venus (del 20 al 30 de julio, 4 de ellos dedicados a los juegos circenses) y la fiesta de Mar te , que du raba solamente un da (el 12 de mayo) , consagrado po r en tero al circo. Bajo Augusto se inst i tuy o t ro da dedicado a Mar te (el 1. de agosto), pa r a espectculos tambin circenses, y bajo Tiberio la fiesta en honor de Augusto, que du raba p r imero 8 das y ms t a rde 10 (del 3 al 12 de oc tubre) . Pos te r io rmente , el n m e r o de das festivos des t inados a juegos, que bajo Tiberio ascenda, por tan to , a 88, aumen t cons iderab lemente po r los m s diversos motivos , tales como los festejos de las victorias, las consagraciones de templos , los cumpleaos del emperador, etc., y aunque Nerva lo redujo (como hicieron tambin , siguiendo su ejemplo, Severo y Macrino) , es lo ms probable que fuesen cons tan temente en aumen to . Marco Aurelio aumen t a 230 el n m e r o de das hbiles 1 2 9 pa ra litigar, lo cual quiere decir que, por aquel entonces , los das de juegos, no podan exceder de 135 al ao. A mediados del siglo IV, estos das de juegos festivos a r ro jaban , segn el ca lendar io de Furio Dionisio Filcalo, establecido en el ao 354, un total de 176, de los cuales 10 se dedicaban a torneos de gladiadores , 64 al circo y 102 al t ea t ro . Pero, a juzgar por las numerosas alusiones que se hacen a ellos en la l i t e ra tura y en los monumen tos romanos de todas las pocas del imperio, parece que eran muy frecuentes, sobre todo, los combates de gladiadores y los acosos de fieras, que no figuran para nada en los calendarios ant iguos y que en el de Filcalo slo ocupan, como acabamos de decir, 10 das (en el mes de dic iembre) . Alejandro Severo proponase d is t r ibu i r los juegos de gladiadores a lo largo de todo el ao, de tal m o d o que se celebrase uno cada mes ; sin embargo , este props i to no lleg a ponerse en prct ica , por razones que ignoramos 1 3 0 . Tambin fue s iempre re la t ivamente crecido el nmero de espectculos ex t raord inar ios , los cuales duraban

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    a veces var ias semanas y has ta varios meses seguidos. As, por ejemplo, pa r a conmemora r la consagracin del anfiteat ro de Flavio, Tito organiz en el ao 80 u n a fiesta que du r cien d as , y la organizada en el ao 107 po r Trajano pa ra festejar el segundo t r iunfo sobre los dacios du r ciento veint i t rs das 1 3 1 . Todos los grandes espectculos comenzaban en las p r imera s ho ra s de la m a a n a razn po r la cual los sitios des t inados a los espec tadores es taban ya ocupados al rayar el alba y no t e r m i n a b a n (por lo menos , en su mayora) has ta la pues ta de sol 1 3 2 . Ya Celso (bajo Tiberio) habla de las gentes que se pasan el da en tero sentadas en los espectculos 1 3 3 . San Agustn dice que a veces las funciones de t ea t ro y de circo se ce lebraban el m i smo da 1 3 4 .

    Las tres clases principales de espectculos

    Al principio, los juegos del circo e ran los ms apreciados e todos, razn po r la cual toda fiesta popu la r t e rminaba con ellos. En los l t imos t iempos de la repblica, e ran los torneos de gladiadores , organizados ya entonces con gran esplendor y der roche de dinero, los que m s en tus ia smaban a la masa . En t res sitios, dice Cicern en el ao 56, se manifiesta fundamenta lmen te la opinin y la voluntad del pueblo romano : en las asambleas del pueblo , en las votaciones (comitia) y en los juegos y torneos de los gladiadores; y aade que en estos es donde se congrega mayor cant idad de gentes de todas clases, pues este espectculo es el que ms agrada al pueblo 1 3 5 . Sin embargo , cuando a comienzos del imperio, o tal vez antes , acab de p lasmarse la organizacin de los dis t intos bandos circenses, el inters y la pasin que desper taban la r ivalidad ent re ellos ecl ipsaron a todos los dems espectculos . Las representac iones escnicas, aunque todava en la poca del imper io seguan ejerciendo gran a t raccin sobre el pblico, ocupaban el te rcer plano del inters. Tambin los emperadores , al igual que el pueblo, concedan impor tanc ia pr imordia l , evidentemente , a aquellas dos clases de espectculos, en las que se inver t an verdaderas fortunas pa ra diver t i r a las masas . P rueba de ello la tenem o s en las monedas , que pe rpe tan con gran frecuencia, como una especie de documentos pblicos, a falta de o t ros acontecimientos , estas manifestaciones de la munificencia imperial . En ellas encon t ramos represen tados re i te radas veces las const rucciones de anf i teatros y circos y los espectculos organizados en ellos, sin que se aluda nunca, en

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    cambio, a las cons t rucc iones de tea t ros ni a las representaciones escnicas. Duran te las fiestas seculares dedicbanse t res das y t res noches a las funciones tea t ra les en el Campo de Marte ; sin embargo , en las monedas acuadas en memoria de la fiesta del mi lenar io ce lebrada en Roma bajo el empe rado r Filipo, no se hace la m e n o r referencia a es tas representac iones escnicas y en cambio aparecen en ellas un len, un h ipop tamo y diversas fieras, en recuerdo de los espectculos de best iar ios ce lebrados con aquel mot ivo 1 3 6 .

    Espectculos inusitados

    Apar te de es tas t res categoras fundamenta les de espectculos, sabemos que ya du ran t e la repbl ica se extendieron de Grecia a Roma los torneos at lt icos y las funciones musicales, organizados una veces en fiestas per idicas especiales, de las que hab la remos m s adelante , y combinadas o t ras veces con o t ros espectculos . En las grandes fiestas organizadas con todo esplendor se p rocu raba dar t ambin var iedad a los espectculos de dis t in tos modos 1 3 7 . Ya Var rn hablaba, en su l ibro sobre los espectculos escnicos, de los muchachos que en los juegos mane j aban la rueda 1 3 8 . Plinio vio pasea r se po r la escena a un at leta 1 3 9 l l amado Atnato con una a r m a d u r a de p lomo que pesaba 500 l ibras (163.7 kg)

    1 4 .y calzado con zapatos del m i s m o peso En u n a inscrip

    cin se hab la 1 4 1 de un bai lar n en la cuerda floja que ac tu en los ludi Romani, que e ran la ant igua fiesta cent ra l de Roma. En la fiesta dada por el cnsul Flavio Manlio Teodoro, que can ta Claudiano, pa r t i c ipa ron tambin , apa r t e de las ca r re ras de carros , torneos de at le tas , representac iones tea t ra les y n m e r o s musicales , diversas clases de volatineros , que se movan como pjaros en el aire y fo rmaban p i rmides en cuya p u n t a agi taba las manos un muchacho , y hubo adems ar t s t icos cambios escnicos, un juego de artificio que no p rodu jo el m e n o r dao y un curso de barcas I 4 2 . Aquellas actuaciones de los equi l ibr is tas de que habla repet idas veces Manlio se p resen ta r an tambin , indudablemente , en los espectculos . No se t r a t a so lamente de los bai lar ines en la cuerda floja, sino de volat ineros que se lanzaban desde un t inglado combinndose en sus ejercicios, de tal m o d o que cuando uno se a r ro jaba al suelo el o t ro brincaba hacia arr iba , sa l taba a t ravs d crculos de l lamas y de fuego, se movan como delfines por el espacio, volaban sin p lumas y hacan todo gnero de cabriolas en el a i re 1 4 3 .

  • E s t a t u i l l a d e g l a d i a d o r

    R e l i e v e d e u n g l a d i a d o r de l s ig l o I d. J. C.

  • Yelmo de gladiador, adornado con relieves, encont rado en Pompeya

    Estatuilla de gladiador

    Escultura en bronce de un reciario

    (gladiador a rmado con tridente

    y red), hallada en Esbarres

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    Iluminacin de las fiestas. Es tas fiestas combinbanse f recuentemente con espln

    didas i luminaciones, pues en R o m a y en general en la antigedad era bas tan te usua l 1 4 4 e l empleo de luces, l mparas y an to rchas lo mi smo p a r a el cul to religioso que en las grandes solemnidades de o t ro t ipo. Sabemos que ya en t i empos ant iguos aparecan i luminados con l mparas , en los das de juegos, el Foro y el Comicio 1 4 5 ; m s ta rde , l legaron a organizarse fiestas por la noche, con i luminacin artificial, o se con t inuaban du ran t e toda la noche los espectculos d iurnos . Los juegos seculares , establecidos po r Augusto en el ao 17 antes de Cristo, duraban , segn la ant igua cos tumbre , noches en teras . Augusto prohibi que los jvenes de ambos sexos asist iesen a estos espectculos noc tu rnos a no ser acompaados po r personas mayores I 4 6 . Duran te las fiestas jub i la res del mi lenar io de R o m a en el ao 248, el pueblo , segn informan los cronis tas de la poca, pas t res noches seguidas sin acos tarse 1 4 7 . En las sa turnales , en que era general el empleo de luces (que en la poca del ao en que los das e ran ms cor tos , por e jemplo en la fiesta de navidad, significaban la renovacin de la luz) 1 4 8 , parece que a b u n d a b a n t ambin las i luminaciones . En la fiesta organizada el 1. de dic iembre por Domiciano (en el ao 88?) como preludio de las sa turna les , se dice que, al caer la t a rde , bajaba de lo al to, en el cent ro del anf i teatro , una corona de luces que convert a la noche en da y bajo cuyo resp landor prosegua la fiesta 1 4 9 . Tambin la fiesta ins t i tu ida por Nern en el ao 60 y que se repet ia cada cinco aos prosegua, al parecer , du ran t e la noche, y a los que ob je taban que ello poda da r lugar a cier tos excesos, se les contes taba que con una i luminacin t an fuerte no poda man tene r se nada oculto 1 5 0 . En general , las fiestas y espectculos noc tu rnos , en Roma y a t ravs de todo el imper io , deban de ser relativame n te frecuentes, ya que incluso en las c iudades de I ta l ia aparecen mencionados con jun tamente con bas t an te frecuencia los espectculos e i luminaciones 1 5 1; en un legado descubier to en la isla de Ebuso (Ibiza) se o rdena que en un de te rminado da se organicen espectculos con vasos luminosos (canji lones de pez) 1 5 2 . Sabemos que Calgula organiz una vez espectculos noc tu rnos en el t ea t ro , con cuyo motivo se dice que apareci i luminada toda la ciudad 1 5 3 . Tambin debieron de ser espectculos noc tu rnos 1 5 4 las ca r re ras de ca r ros organizadas en los j a rd ines de Nern, en las que se cubr a de pez a los cr is t ianos y se les pegaba fuego p a r a

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    que ardiesen como an to rchas . Domiciano lleg incluso a organizar acosos de fieras y torneos de gladiadores por la noche, con i luminacin artificial 1 5 5 ; t ambin parece que se organiz u n a vez u n a represen tac in de la fbula de Hero y Leandro en plena noche, pues to que Marcial hab la de la ola noc tu rna de la que Leandro se salv 1 5 6 .

    Convites.

    dan

    Finalmente , lo mi smo bajo el imper io que ya antes , bajo la repbl ica 1 5 7 , los espectculos combinbanse frecuentemente con grandes obsequios y convites 1 5 8 a los espec tadores . Cuando los espectculos ocupaban el da entero , lo no rma l era, indudab lemente , que se in te r rumpiesen a medioda y du ran t e esta pausa el pblico sala del t ea t ro o del circo pa ra comer 1 5 9 o era obsequiado all mismo, sin moverse de sus as ientos; en este caso, los esclavos c i rculaban con canasti l las y fuentes enormes de comida I 6 0 , que apenas podan sostener; o t ras veces, se d is t r ibuan cont raseas que daban derecho a comer y beber 1 6 1 , sin que en estas ocasiones faltasen, na tu ra lmen te , las quejas sobre los que abusaban y se aprovechaban, recogiendo todas las con t raseas que po

    1 6 2. En las grandes fiestas que du raban varios das se

    dedicaba uno entero , o varios, a la celebracin de banque tes colectivos 1 6 3 . Los repar tos de comida que se hacan con motivo de los juegos organizados p o r los dos p re to res u r b a n o s t e rmina ron a pa r t i r del ao 217 d. C. con la nica excepcin de la fiesta de Flora 1 6 4 , en que se mantuv ie ron . En esta fiesta, el pueb lo dbase po r satisfecho con que se dis t r ibuyese una cant idad a b u n d a n t e de p u r de jud as y guisantes 1 6 5 ; en las fiestas imper ia les repar t ase , na tu ra lmen te , comida de me jo r calidad. Segn cuenta Estacio, e l n m e r o de servidores de la casa imperia l que a tendi al pbl ico en el m i smo anf i teatro , con motivo de la ya ci tada fiesta de d ic iembre organizada po r Domiciano, y que c i rculaban po r todas las grader as luciendo una rica y h e r m o s a indumentar ia , era tan grande como el de los espectadores . Unos presen taban sabrosos man ja res en canast i l las y servilletas blancas, mien t r a s que o t ros repar t an los vinos. Todo el m u n d o , nios y mujeres , el pueblo , los cabal leros y el Senado, se j un t aba a comer como a l rededor de u n a sola mesa; el propio e m p e r a d o r se d ignaba t o m a r p a r t e en aquel la comida colectiva y el r o m a n o ms pobre se senta orgulloso de ser su husped 1 6 6 . En uno de estos festines, Calgula vio a un

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    cabal lero r o m a n o comer con gran fruicin y, en un momento de buen h u m o r , le envi su p rop ia racin, y a un senador a quien vio hacer lo mismo , un mensaje autgrafo con el n o m b r a m i e n t o d e p r e t o r 1 6 7 .

    Lluvia de regalos y premios.

    A veces, los poderosos lanzaban t ambin regalos en masa 1 6 8 a los espectadores , especialmente frutas y o t ras cosas comest ib les ; as sola hacer lo , por e jemplo, Domiciano en aquel la fiesta de d ic iembre , en la que po r la m a a n a llovan sobre el pblico higos, dt i les , nueces, ciruelas, empanadas , queso, y pasteles , y por la t a rde trozos de ave, incluso gallinas de Numidia 1 6 9 . Otras veces, con m u c h a frecuencia, se lanzaban tambin al pbl ico cont raseas con nmeros, una especie de bil letes de loter a que daban a quienes los cogan derecho a los m s diversos p remios , en ocasiones m u y valiosos 1 7 0 . En una fiesta en que el p r i m e r da la mayor pa r t e de los p remios hab an cado en las grader as del t e rcer es tado, Domiciano hizo que al da s iguiente se lanzasen c incuenta cont raseas a cada u n a de las pa r t e s del local des t inadas a los senadores y a los cabal leros 1 7 1. Con motivo de u n a fiesta m u y impor t an te , de var ios das de duracin, organizada po r Nern p a r a pedir a los dioses la conservacin e te rna del imper io romano , se lanzaron en cada uno de los das que du r la fiesta mil aves de todas clases y , adems , g ran n m e r o de papele tas con los p remios m s var iados, po r e jemplo, diversos objetos de mena je domst ico, con t raseas pa ra recoger t r igo, p rendas de vest ir , o ro , pla ta , p iedras preciosas , per las , p in tu ras , bes t ias de t i ro , fieras domest icadas y, po r l t imo, barcos , casas pa ra vivir y fincas rst icas 1 7 2 . Papele tas con p remios parec idos a estos fueron lanzadas t ambin po r Tito en la fiesta de la consagracin del anf i tea t ro flaviano 1 7 3 . En una fiesta dada po r Heliogbalo h u b o uno a quien le tocaron en suer te diez osos, a o t ro diez l i rones, a o t ro diez lechugas, diez l ibras de oro, e tctera; lo n ico que no se r i faron fueron cerdos , pues la religin del e m p e r a d o r no autor izaba el consumo de esta carne 1 7 4 . Huelga decir que en es tas reba t ias la aglomeracin era eno rme y se p roduc an s iempre reyer tas y violencias, s iendo m u y frecuente que resul tasen algunos muertos 1 7 5 . Las pe r sonas p r u d e n t e s se a le jaban del t ea t ro o del circo antes de que empezase esta pa r t e de la fiesta, pues

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    saban que pa ra conseguir alguna cosa sin impor tanc ia se exponan a grandes peligros 1 7 6 . No fal tar an tampoco , seguramente , los especuladores que comprasen de an temano , a la buena ven tu ra y po r poco dinero, todo lo que pudiesen aga r ra r los t emera r ios que se aven tu raban a lanzarse al tum u l t o 1 7 7 .

    Afluencia de extranjeros.

    t e ro

    Fci lmente se comprende que en las grandes fiestas celeb r a d a s con excepcional esplendor , afluan a los espectculos no slo todos los vecinos de Roma, sino t ambin grandes masas de ext ranjeros que acudan de cerca y de lejos pa ra disfrutar de los regocijos popula res de la capi tal . Ya bajo la repbl ica se congregaba en Roma, du ran t e las fiestas, lo m i s m o que con mot ivo de los comicios o del censo, una gran pa r t e de la poblacin de I tal ia 1 7 8 y , desde que aquella c iudad se convirt i en cent ro del m u n d o , acudan a ella gentes de todos los pases , deseosas de disf rutar de sus espectculos . En los juegos t r iunfales organizados po r Jul io Csar fue tan g rande la afluencia de ext ranjeros , que la mayor a de ellos tuvieron que pe rnoc t a r en ba r r acas y t iendas de c a mp a a levantadas en medio de la calle, y m u c h a s personas , en t re ellas dos senadores , pe rd ie ron la vida en el tum u l t o 1 7 9 . En sus fiestas m s impor t an te s , Augusto m o n t a b a guardias especiales en dis t intos pun tos de la c iudad pa ra prevenir los asal tos y los robos en las calles despobladas 1 8 0 ; p a r a presenc ia r la n a u m a q u i a organizada por este emperador acudieron, como dice Ovidio, h o m b r e s y mujeres de or iente y de occidente y se congreg en Roma el m u n d o en

    1 8 1. Al descr ibi r los espectculos que se d ieron con mo

    tivo de la consagracin del anf i teatro flaviano, dice Marcial que no haba n ingn pueblo ext ranjero y b r b a r o que no hubiese enviado sus r ep resen tan tes a aquel las fiestas. Veanse all el agricul tor que l ab raba la t i e r ra al pie de los Balcanes, el s rma ta que se a l imentaba de leche de yegua, el habi tante de las t ie r ras s i tuadas en las fuentes del Nilo y el foraste ro p roceden te de las r iberas del gran ocano; al lado del sabeo y del rabe , el sugambro que se anudaba el pelo en forma de m o o sobre la nuca y el negro de cabello ensorti jado; todas aquel las lenguas t a n numerosa s y var iadas se junta ron en coro, fo rmando una ex t raa mezcla, pa r a ac lamar al emperado r como p a d r e de la pa t r i a 1 8 2 . Cuenta Din Casio

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    que el da de las vulcanales (23 de agosto) del ao 217 cay un rayo en el anf i tea t ro y ste qued des t ru ido por el incendio, desas t re que no afect so lamente a Roma, sino al m u n d o entero , pues en t re los espec tadores hab a s iempre gente de todos los pases 1 8 3 .

    Influencia desmoralizadora tambin en las clases altas.

    De lo expuesto se deduce qu recursos tan gigantescos se movil izaban p a r a divert i r a la poblacin de Roma. Los romanos es taban hab i tuados a lo grandioso como j a m s lo ha es tado n inguna o t r a poblacin del m u n d o . Las generaciones que vivan en aquel entonces no hab an olvidado an que po r aquel m i smo circo hab an desfilado en u n a serie de procesiones t r iunfales que aba rcaban varios siglos, los reyes vencidos de los pases m s remotos , convert idos en sbdi tos de Roma, las r iquezas de toda la t ier ra , reduc idas a p rop iedad de los romanos . E r a n los he rederos de aquel grandioso pasado y todava les obedeca el m u n d o en tero ; lo inaudi to e ra familiar pa r a ellos, lo increble cot idiano y tenan con t inuamente an te la vista la mayor de las maravillas del m u n d o ant iguo y moderno , la Roma entera . Pero las consecuencias de aquellos espectculos grandiosos no podan c i rcunscr ibi rse a las masas a quienes se hal laban dest inados en p r i m e r t rmino , pues quin habr a podido sust rae r se al influjo de estas impres iones es t remecedoras y. fascinantes, que enajenaban los sent idos y desencadenaban las pasiones? Tales espectculos sa tu raban la a tmsfera espiritual de Roma de una sus tancia infecciosa a cuya influencia no podan sus t rae r se ni los h o m b r e s de elevada cu l tu ra ni las personas de posicin privilegiada y a la que era tambin sensible, demas iado sensible, el sexo femenino. Hay en el lenguaje r o m a n o numerosas frases proverbiales 1 8 4 que indican con gran elocuencia cunto in te resaban a todo el mundo , en Roma, los espectculos y todo lo que con ellos se relacionaba. Los romanos resp i raban con su p r imer al iento la pasin po r el circo, por el t ea t ro y por la arena; esta pasin era uno de los males pecul iares de la ciudad, que el nio se asimilaba ya en el c laus t ro mate rno 1 8 5 . Las influencias perniciosas que este t ipo de espectculos ejercan sobre la mora l de las clases al tas son, en general , fciles de comprender, t an to como difciles, por no decir que imposibles de seguir en sus detal les.

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    Un sntoma de la influencia desmoralizadora: la actuacin pblica de personajes

    Sin embargo , hay un fenmeno que debemos sealar aqu y que bas ta , indudab lemente , pa r a pone r de relieve con la mayor c lar idad el alcance de estas influencias desmoral izadoras: nos refer imos a la ac tuacin pbl ica de cier tos h o m b r e s e incluso mujeres de las mejores familias, y has ta de cier tos emperadores , en el t ea t ro , en la a rena y en las pis tas de ca r re ras . Es cierto que eran muy diversas las causas que inducan a algunos romanos a apa r t a r se de un modo tan escandaloso de los de r ro te ros de las cos tumbre y de la ley, sobre todo la decadencia y el empobrec imien to de una pa r t e de las clases al tas y la coaccin ejercida por los emperadores ; sin embargo , estas causas no bas tan pa ra explicar p lenamente un fenmeno semejante , y el hecho de que los mismos emperadores , persona lmente , llegasen a t omar pa r t e en los espectculos demues t r a que has ta en las esferas ms al tas de la sociedad haca es t ragos esta pasin convert ida en mana , a la que ni la cos tumbre ni la ley acer taban a poner coto. Cuando haba incluso emperadores que se esforzaban ah incadamen te en dis t inguirse en las a r tes de la escena, de la danza, de la msica, conduciendo carros y luchando como gladiadores y que, adems , no tenan empacho en lucir sus habi l idades an te grandes y pequeos crculos de personas ; cuando un Nern poda hacer una gira a t ravs de las c iudades de Grecia como ar t i s ta profesional, un Cmodo salir de palacio pa ra en t r a r en la escuela de gladiadores y un Caracalla conducir su car ro por la p is ta de las car r e ra s sin reca ta rse de nadie y vestido con su l ibrea azul, a quin puede ex t raar le que hubiese personas nobles po r su nac imiento que se dejasen degradar por la pasin irrefrenable de estos vicios?

    Es cier to que ya bajo Augusto el oficio de gladiador era el l t imo recurso a que solan acogerse con bas tan te frecuencia los l iber t inos a r ru inados de las dos p r imera s clases sociales I 8 6 : sin embargo , estos casos tan ostensibles de decadencia no pasaban de ser, por aquel entonces , casos aislados, m u c h o ms ra ros , adems , en la clase senatorial que en la ecuest re . Por o t ra par te , slo en excepcionales ocasiones obl igaban los emperadores , directa o indi rec tamente , a romanos de una de estas dos clases sociales a t o m a r pa r t e en los espectculos pbl icos . Aun presc indiendo de algunos, a quienes su pervers idad llevaba a p re t ende r que el escndalo de su propia conduc ta quedase velado en t re el mayor

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    nmero posible de imi tadores , es posible que el cesar ismo, con su odio con t ra la ar is tocracia , su tendencia niveladora y sus s impat as po r la plebe, no viese con malos ojos estos casos de degradacin de las clases a l tas : y qu poda halagar m s a la plebe que el ver a los descendientes de los linajes ms nobles de la sociedad reba ja r sus personas al servicio de divert ir la a ella, como si fuesen cr iminales , esclavos o viles mercenar ios?

    Actitud de los emperadores

    Con todo, no cabe duda que la mayor a de los emperadores no abr igaban tales designios o, po r lo menos , aunque los abr igaran, se contenan den t ro de los l mites de lo cor rec to , po r su respe to a la t radicin, a la ley y a las consideraciones debidas a las clases a l tas . Es cierto que el p r imer Csar no reca taba t ampoco en este t e r r eno el desprecio absolut is ta que sent a po r el hono r social. En las pis tas de sus juegos de c i rco r ival izaban unos con otros los jvenes de la nobleza 1 8 7 , y la coaccin y las r ecompensas empuja ron a la escena al cabal lero r o m a n o Laber io 1 8 8 y a o t ros a la arena 1 8 9 . Pero poco despus de la m u e r t e de Julio Csar (en el ao 38 a. C.) se prohib i la actuacin de senadores en el circo 1 9 0 ; y m s t a rde debi de d ic tarse un senadoconsul to o rdenando que n ingn cabal lero r o m a n o se p resen tase en el t ea t ro , como actor, ni en la a rena . Suetonio dice de Augusto que utiliz var ias veces a personas del o rden ecuest re en sus espectculos , pe ro an tes de que lo prohibiese el senadoconsul to 1 9 1 . En los espectculos dados po r Augusto en el ao 29 a. C. con mot ivo de la consagracin del t emplo de Csar, no slo compi t ieron a caballo y en ca r ros varios patr icios, sino que adems , ac tu como gladiador un senador l l amado Q. Vitelio 1 9 2 , y L. Domicio Ahenobarno, abuelo de Nern, hizo que se pus ie ran en escena, bajo su pretura y su consulado (ao 17 a. C.) p a n t o m i m a s en las que astua ran qui tes y mujeres casadas 1 9 3 . En el ao 10 d. C. se dict incluso una n o r m a autor izando expresamente a los cabal leros r o m a n o s a t o m a r p a r t e en los torneos de gladiadores 1 9 4 . Tiberio, que era un a r i s tcra ta has ta la mdula , despreciaba a la plebe ms p ro fundamen te todava de lo que odiaba a la nobleza, y nada es taba ms lejos de su n imo que el degradar bajo ningn concepto a las clases al tas pa r a ha lagar a aqulla; ba jo su re inado se m a n t u v o en vigor severamente el ci tado senadoconsul to y se castig

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    con el des t ie r ro a los jvenes de a m b a s clases que, l levados de su degeneracin lo eludan 1 9 5 . Sin embargo , en el ao 15 d. C, en un espectculo organizado por Druso, los romanos vieron comba t i r en la a rena a dos personas del rango ecuest re . Tiber io no contempl el espectculo y, cuando uno de los dos gladiadores haba cado, o rden que el o t ro no siguiese peleando 1 9 6 . En algunos de los espectculos organizados bajo el re inado de Calgula, los car ros e ran conducidos en su to ta l idad por hombres de rango senatorial 1 9 7 y, po r o t r a pa r t e , e l m i s m o e m p e r a d o r hizo e jecutar en varias ocasiones a muchos cabal leros 1 9 8 y t ambin , p robab lemente , a algunos senadores 1 9 9 , en castigo po r el c r imen real o supues to de habe r ac tuado en el t ea t ro o en la a rena . Claudio no slo parece que se hal laba an imado del f i rme deseo de poner coto a estos desafueros 2 0 0 , sino que, a juzgar por todos los e lementos de juicio que acerca de ello poseemos, lo consigui.

    Sin embargo , estos fenmenos de degeneracin llegaron a su apogeo bajo Nern, el p r i m e r e m p e r a d o r que ac tu pbl icamente y en pe r sona en los espectculos an te sus sbditos; en este re inado, nadie se hal laba l ibre de la infamia de verse empujado al t ea t ro o la a rena 2 0 1 , ni por su posicin social ni p o r su sexo, po r su r iqueza o po r su fama inmaculada. Vitelio dict un nuevo y severo edicto con t ra estos casos de degradacin del es tado ecues t re 2 0 2 ; t ambin Domiciano parece habe r se p reocupado , a l menos ex ter iormente , p o r la integr idad del hono r social; expuls del senado a u n a persona de rango cues tor io (Cecilio Rufino) por haberse entregado a su pas in po r la danza 2 0 3 . Acilio Glabrio, s iendo cnsul en el ao 91, hab a luchado con un len en la villa albana, y al ser e jecutado en el ao 95 se aleg, en t re o t ras causas p a r a just if icar la condena, que haba peleado con las fieras 2 0 4 . De los siguientes emperadores , has ta llegar a Cmodo, es de quienes menos podemos sospechar que obligasen a personas de las dos p r imera s clases sociales a t o m a r pa r t e en los espectculos . No obs tan te , un h o m b r e ma l afamado , de r ango senatorial , p u d o decir a Marco Aurelio que vea ocupar el cargo de p re to res a muchos que hab an luchado con l en la a rena 2 0 5 , y Sept imio Severo, d isculpando a Cmodo po r h a b e r ac tuado en el anf i teatro , h u b o de pregunta r un da en el Senado si no haba n ingn senador que actuase como gladiador y, si e ra as, po r qu algunos de ellos hab an comprado el b roque l de Cmodo y su yelmo de oro 2 0 6 . Y, sin embargo , la a rena se cons ideraba todava m s in famante que la pis ta de ca r re ras y el tea t ro . Cuando la

  • 37

    7

    J U E G O S Y E S P E C T C U L O S R O M A N O S

    frente lleva ya m u c h o t iempo rozada por la mscara , dice Sneca, se pasa al yelmo 2 0 7 ; y Juvenal : cuando un emperador no tena inconveniente en ac tua r como tocador de ctara, a nadie poda ex t raar le ver en la escena a un his t r in salido de la nobleza, acaso haba en este t e r reno , nada que pudiese supe ra r a la escuela de gladiadores? 2 0 3 .

    Por todo lo expuesto se llega, evidentemente , a la conclusin de que el pr incipal responsable de es ta infamante part icipacin de las clases al tas en los espectculos pblicos (exceptuando, na tu ra lmen te , la poca neron iana) no era prec isamente el p rop io emperado r : con lo cual queda establecido al mismo t iempo un s n toma tan inequvoco como ater r a d o r de la fuerza a r ro l ladora y desmoral izadora con que estas maravi l losas fiestas, que parec an organizadas por m a n o de bru jo , sacudan los esp r i tus de los h o m b r e s .

    N O T A S

    1 S o b r e los e s p e c t c u l o s e x t r a o r d i n a r i o s , o f r e c i d o s p o r los e m p e r a d o r e s , cfr . H i r s c h f e l d , K a i s . V e r w a l t u n g s b e a m t . 287 ss .

    2 D i n Cas io L I V 17, 5. M a c r o b i o , S a t u r n a l i a , II 7, 19 va! (as H a u p t ,

    3 D l l i nge r , A k a d e m . V o r t r g e I (1888) 279. 4 F l a v i o J o s e f o , A n t i q u i t a t e s I u d a i e a e X I X 130. 5 S u e t o n i o , N e r o 57; s o b r e e l m i t o de N e r n en los o r c u l o s s ib i l i nos ,

    cfr . Gef fcken , N a c h r . d. Gtting. G e s e l l s c h . d. Wis s . 1889, 441 s s .

    6 D i n C r i s s t o m o o r a t i o n e s 71, 9 s . ( I I 268 A r n . ) .

    T c i t o H i s t o r i a e I 4.

    8 P l u t a r c o O t h o 3.

    9 L u c a n o V I I 405: mundi jaece repletam.

    10 La a u t e n t i c i d a d d e m o s t r a d a p o r P h l m a n n , A u s A l t e r t u m u n d Geg e n w a r t , N u e v a S e r i e (1911), 184 s s . E d . M e y e r , C a e s a r s M o n a r c h i e u . d a s P r i n c i p a t d e s P o m p e j u s 2 (1919), 563 s s . O . G e b h a r d t , S a l l u s t a l s p o l i t i s c h e r Pub l i z i s t w h r e n d des B r g e r k r i e g s . , D i s s . H a l l e , 1920.

    11 S a l u s t i o ad C a e s . s e n . de r e p . I 7 , 2 . 12 J u v e n a l 10, 81. La s a t i s f a c c i n del p u e b l o p o r m e d i o de a m b o s

    e s t r e p r e s e n t a d a e n u n a l m p a r a (CIL X V 6221, 7 ) : u n a u r i g a , u n g l a d i a d o r , d o s modii c o n e s p i g a s y 4 m e d i d a s de g r a n o ( u n congiarium). R o s t o w z e w , R o m . B l e i t e s s e r a e (Kl io B e i h . I I I 1905), 46 s .

    13 L u m b r o s o , L 'Eg i t t o2 , 112. R e p a r t o s de g r a n o en A l e j a n d r a , cfr . F l av io J o s e f o c o n t r a A p i o n e m , I I 63 s.; f u n d a c i n de un- c i r c o p o r T o l o m e o I ; cfr . E p i f a n i o de m e n s u r i s e t p o n d e r i b u s 12 ( IV 16 D ind . ) .

    14 D i n C r i s s t o m o o r a t i o n e s 15, 31 (I 275 A r n . ) . C m p . L u m b r o s o , F e s t s c h r . f. H i r s c h f e l d (1903), 109.

    15 F r o n t n P r i n c . h i s t . p . 210 N a b . : T r a j a n o s a b a populum Romanum duabus praecipue rebus, annona et spectaculis, teneri.

  • 38 L U D W I G F R I E D L N D E R

    16 M o m m s e n , R e s g e s t a e d iu i A u g u s t i 2 , 90 ss .

    17 S u e t o n i o A u g u s t a s 43-45.

    18 B e r t h l e m y , V o y a g e en I t a l i e 2 (1802), 396.

    19 E. L. T o c c o , Del v e l a r l o e de l le ve le neg l i a n f i t e a t r i , 20.

    20 Din C a s i o , L X V I 10, 3.

    21 Id . , L X V I 25 . S u e t o n i o T i t a s 7, 3.

    22 F r o n t n a. a. O.

    23 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , M a r c u s A u r e l i u s 17, 7. 23, 4.

    24 H e r o d i a n o , I I I 8, 9 s.

    25 S u e t o n i o T i b e r i u s 47.

    26 Id . , 34, 1.

    27 D i n C a s i o , L I V 2, 4. 17, 4.

    28 Id . , L X V I I I 2 , 3 ; la m e n c i n q u e se e n c u e n t r a en Z o n a r a s XI 20,

    C h r o n i c o n P a s c h a l e , I , p . 469, 12 Dind . , de q u e b a j o l los j u e g o s g l a d i a t o r i o s f u e r o n t o t a l m e n t e s u s p e n d i d o s , s e b a s a e n u n a exager a c i n .

    29 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , A n t o n i n u s . P. 12, 3.

    30 Id . , M a r c u s A u r e l i u s 11, 4. 27, 6.

    31 T c i t o H i s t o r i a e , I 72.

    32 C i c e r n ad A t t i c u m I 16, 11. II 19, 3. X I V 2, 1; p r o S e s t i o , 115 s s .

    P r o p e r c i o , I I I 18, 18. 33 T c i t o D i a l o g u s de o r a t o r i b u s 13, 3. 34 S n e c a e p i s t u l a e 29, 12. 35 E s o s i rve p a r a l a a c l a m a c i n q u e r e c u e r d a P l in io e l J o v e n , ep i s

    t u l a e VI 5, 5: propitium Caesarem, ut in ludicro aliquo, precabantur. Cfr. la a c l a m a c i n a l f inal de la i n s c r i p c i n del Coleg io de Silv a n o A u r e l i a n o , c o n s t i t u i d o p o r los g l a d i a d o r e s d e C m o d o , C I L VI 632 = D e s s a u 5084 Maxime Commodiane ( a c a s o el p r o c u r a d o r de los j u e g o s ) , abias propitium Caesarem.

    36 H o r a c i o c a r m i n a I 20, 3.

    37 S u e t o n i o A u g u s t a s 56, 2.

    38 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , A u r e l i a n u s 48, 5.

    39 P o r e j e m p l o , P l u t a r c o O t h o 3; lo c o n t r a r i o (seditiosis vocibus stre

    pere) en T c i t o H i s t o r i a e I 72. 40 T c i t o A n n a l e s X V I 4 (plebs - urbis - personabat certis modis plau-

    La c o s t u m b r e ex i s t a t o d a v a en l a p o c a de C a s i o d o r o , V a r i a e3 1 , 4 .

    41 D i n Cas io , L V I I 11, 5. 42 T c i t o , A n n a l e s , I 54. 43 S u e t o n i o A u g u s t u s 45. T c i t o en el l u g a r c i t a d o : n e q u e ipse abhorre

    bat talibus studiis et civile rebatur misceri studiis vulgi. 44 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , M a r c u s A u r e l i u s 15, 1. 45 S u e t o n i o N e r o 12, 2. 46 P l in io e l V ie jo n a t u r a l i s h i s t o r i a , X X X V I I 64. 47 P l in io el J o v e n p a n e g y r i c u s T r a i a n i 51, 5 . 48 D i n Cas io , LX 13, 1. 5. 49 Aulo Gel io n o c t e s a t t i c a e , V 14, 29. 50 S u e t o n i o C l a u d i u s 21, 5. 51 S u e t o n i o T i t u s 8, 2. 52 S u e t o n i o D o m i t i a n u s 10, 1. 13, 1. 53 P l in io el J o v e n p a n e g y r i c u s T r a i a n i 33, 3 s. 54 Din Cas io , L X I X 6, 1.

    I

  • F r a g m e n t o d e u n r e l i e v e d e l s ig l o I , c o n f i g u r a d e g l a d i a d o r

    C a s c o d e b r o n c e c o n r e l i e v e s

  • Casco de bronce con relieves

    Casco de bronce con relieves

  • 41 JUEGOS Y ESPECTCULOS ROMANOS

    55 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e Gal l i en i d u o 12, 3 s. 56 T c i t o H i s t o r i a e I, 32 : dissono clamore caedem Othonis - poscen

    tium, ut si in circo aut theatro ludicrum aliquod postularent.

    57 P o r e j . , S u e t o n i o Ca l igu la 30, 2 cumque Tetrinius latro postularetur,

    et qui postularent Tetrinios esse ait. 58 P o r e j . , M a r c i a l s p e c t a c u l a 29, 3: missio saepe viris magno clamore

    petita est. 59 Aulo Gel io n o c t e s a t t i c a e , V 14, 29 s. 60 F r o n t n ad M. C a e s a r e m , I 8 p. 21 N a b . Cfr. e l i n c i d e n t e q u e , en

    t i e m p o d e T e o d o s i o , l lev a l b a o d e s a n g r e d e T e s a l n i c a , Sozm e n o h i s t , eccl . , V I I 25.

    61 P a u l o D i g e s t u m XL 9, 17 p r . 62 Din Cas io , L V I I 11, 6. 63 Id . , L X I X 16, 3. 64 S u e t o n i o T i b e r i u s 47. 65 F l av io J o s e f o A n t i q u i t a t e s I u d a i c a e , X I X 24. 66 Din Cas io , L V I 1, 2. 67 T c i t o A n n a l e s , VI 13. 68 P l in io el V ie jo n a t u r a l i s h i s t o r i a , X X X I V 62. 69 F l av io Jose fo A n t i q u i t a t e s I u d a i c a e , X I X 25. 70 S u e t o n i o D o m i t i a n u s 13, 1. 71 S u e t o n i o T i t u s 6, 1. 72 P l u t a r c o G a l b a 17; cfr. T c i t o H i s t o r i a e , I 72. 73 T e r t u l i a n o de s p e c t a c u l i s 16; cfr. ad n a t i o n e s , I 17, maledicta quae

    circi sonant. 74 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , M a c r i n u s 12, 9.

    75 L a c t a n c i o [ P s e u d o ] de m o r t i b u s p e r s e c u t o r u m 17, 2 .

    76 A m i a n o X V I 10, 13.

    77 C a s i o d o r o V a r i a e I 27, 5.

    78 D i g e s t a X L V I I 10, 7 8; c f r . 9 1.

    79 E s c o l i o s a J u v e n a l 5, 3.

    80 T c i t o A n n a l e s XI 13.

    81 C i c e r n ad A t t i c u m II 19, 3.

    82 S n e c a de i r a II 11, 3.

    83 C i c e r n ad A t t i c u m X I I I 44, 1.

    84 D i n C a s i o X L V I I I 31, 5 , s in d u d a m s e x a c t o q u e S u e t o n i o A u g u s

    t u s 16, 2. 85 Cfr. op. cit. I 62. 86 D i n Cas io L X X I I 13, 3 s.; cfr . H e r o d i a n o I 12, 5. 87 Din Cas io L X X I I I 4, 2. 88 Cfr. G r o t e , H i s t o r y of G r e e c e V 260: "the common susceptibilities,

    common inspiration and common spontaneous impulse of a multitude, effacing for the time each man's separate individuality".

    89 Din Cas io L X X V 4, 5 s. 90 I d . L X X V I 2, 2. 91 I d . L X X V I I 10, 3. 92 Q u i n t i l i a n o VI 3, 63. 93 J u v e n a l 11, 203. 94 S u e t o n i o A u g u s t u s 40 : negotium aedilibus dedit, ne q u e m posthac

    paterentur in foro cir c ov e nisi positis lacernis togatum consistere ( m i e n t r a s , s in d u d a a l g u n a , M e m m i a n u s t i ene circave).

    95 D i n Cas io , L X X I I 21, 3 . S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , C o m m o d u s 16, 6.

    96 Din C a s i o L I X 7, 7 s. 97 S u e t o n i o C l a u d i u s 6, 1.

  • 42 L U D W I G F R I E D L N D E R

    98 Din Cas io L X V I I 8, 3 , cfr . Th ie l e , H e r m e s LI 1916, 255 ss . 99 M a r c i a l V 2 3 : herbarum fueras indutus, Basse, colores, iura thea

    tralis dum siluere loci, e t c . 100 I d . I V 2. V 8. X I V 131. 137. 101 I d . X I V 28 s. 102 D i g e s t u m I 12, 1 13. 103 Dion i s io de H a l i c a r n a s o A n t i q u i t a t e s R o m a n a e V I I 71, 2 ; cfr . P s e u d o

    Ascon io , p. 217, 9 S t . 104 M a r q u a r d t S t V . I I I 2 488. 105 P o l i b i o X X X I I 14, 6. 106 M a r q u a r d t S t V . I I 2 85 s. 107 C i c e r n p r o M i l o n e 95. 108 C i c e r n ad Q u i n t u m f r a t r e m I I I 6 (8), 6 (ludos apparat magnificen

    lissimos, sic inquam ut nemo sumptuosiores). 109 I d . I I I 7 (9), 2 . El n m e r o de la s u m a de g a s t o s es t" d e t e r i o r a d o . 110 F a s t i A n t i a t i n i CIL I 2 p . 248 s.; cfr . M o m m s e n ib . p . 300 y s o b r e e l

    t i e m p o en q u e fue e s c r i t o p . 207. 111 F l av io J o s e f o A n t i q u i t a t e s I u d a i c a e X V I 139. H e r o d e s , a l e s t a r en

    R o m a , r e g a l a A u g u s t o 300 t a l e n t o s ,

    A u g u s t o l e r e g a l l a m i t a d d e los i n g r e s o s d e las m i n a s d e C h i p r e , i b . 128.

    112 P e t r o n i o 45, 6. 113 [ C ] n . Satrius Cn. f. Rufus llllvir. iur. dic., en Iguv io , s e g n p a r e c e ,

    e n t i e m p o d e A u g u s t o ( M o m m s e n , R e s g e s t a e d iu i A u g u s t i p . 67,1) d io in ludos victoriae Caesaris Augusti 7750 s e s t e r c i o s , C I L XI 5820 = D e s s a u 5531; s egn un t e s t a m e n t o de Auc ia , en M a u r e t a n i a ( C I L V I I I 9052 Z. 10. 15) h a b a q u e c e l e b r a r d o s veces a l a o j u e gos c i r c e n s e s de 6 c a r r e r a s c a d a vez y c o n un g a s t o de 135 d e n a r i o s .

    114 Lex c o l o n i a e G e n e t i v a e ( C I L II 5439 = I2 594. D e s s a u 6087) c. 70 s., cfr . M o m m s e n , G e s a m m e l t e S c h r i f t e n I 253.

    115 C I L XI 6377; cfr. Ia i n s c r i p c i n de A r l a t e C I L X I I 670, s e g n la c u a l , c o n los i n t e r e s e s de un c a p i t a l l e g a d o , de 200.000 s e s t e r c i o s as q u e , c a l c u l a n d o a l 5 p o r 100, e r a n . 10.000 s e s t e r c i o s , h a b a q u e c e l e b r a r t o d o s los a o s j u e g o s a t l t i c o s y c i r c e n s e s . U n l e g a d o p a r e c i d o en Q u o s , B u l l . c o r r . he l l . X V I 1892, p . 321 s s . S o b r e do n a c i o n e s p a r a los j u e g o s , B . L a u m , S t i f t u n g e n i n d e r g r i e c h . u n d r m . A n t i k e (1914) I 95 s.

    116 T c i t o A n n a l e s IV 63. 117 M a r c i a l X 41, 5. IV 67, 5. V 25, 9. 118 S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , H a d r i a n u s 3 , 8 , d o n d e se r e p i t e

    e r r n e a m e n t e iterum p o r vicies. La c a r t a de V a l e r i a n o c o n la cont r i b u c i n c o n c e d i d a a A u r e l i a n o p a r a s u s j u e g o s c i r c e n s e s ( S c r i p t o r e s H i s t o r i a e A u g u s t a e , A u r e l i a n u s 12, 1 ) no e s a u t n t i c a . M o m m s e n S t R . 1 1 3 n o t a 138.

    119 O l i m p i o d o r o , P h o t . b i b l . 80 ( F H G IV 67 s. 44). 120 P r o c o p i o de C e s r e a H i s t o r i a A r c a n a 26. 121 M a r c e l i n o C o m e s , n o t a s a l a o 521, M o m m s e n C h r o n . m i n . I I 101. 122 C I L II 6278 = D e s s a u 5163, p a r t i c u l a r m e n t e , l nea 23 ss . , cfr M o m m

    sen , G e s a m m e l t e S c h r i f t e n V I I I 499 ss . ; e n C e r d e a s e h a e n c o n t r a d o u n p e q u e o f r a g m e n t o a n e x o d e u n m e n s a j e i m p e r i a l , Ke i l y v o n P r e m e r s t e i n , D e n k s c h r i f t e n d e r W i e n e r A k a d e m i e L I I I 2 , 1908, 16