Juventud y tecnología

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BLOGUEROS EH / TECNOLOGÍA Sábado 16 de Febrero de 2013 - 1:45am La satanización de la tecnología y la juventud Después de varias reuniones con docentes de algunas Instituciones Educativas Públicas del país, Asambleas de las Juntas de Acción Comunal tanto en el ámbito rural como en el urbano, me queda la sensación de la existencia de una cruzada que une a quienes se asumen como “adultos serios”: los jóvenes y la tecnología. Son interminables las disquisiciones sobre las pérdidas que implica la apropiación de la tecnología en la vida cotidiana de la juventud y tienen toda suerte de ideas que sin ningún debate encuentran total aceptación entre el público. Sus principales banderas de lucha son: la suposición de que la tecnología está arruinando la ortografía, que ha generado más agresión entre los jóvenes, ha dividido la familia y sus sagrados lazos, genera pérdida de la identidad cultural, bajo rendimiento académico, entre otros. Frente a estos debates siempre me asalta la sensación de insatisfacción, pues me cuestiono ¿acaso todos estos síntomas problemáticos no existían antes de la democratización de los recursos tecnológicos? Ahora bien, intentaré esbozar mis ideas al respecto de las afirmaciones “adultas” de preocupación, con el ánimo de generar controversia, pues un pensamiento único no puede definir toda una generación, sin que esta sea tenida en cuenta. La ortografía es un canon socialmente establecido y regulado por academias, que en el caso nuestro es la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Dicho control establecido, ha reconocido la introducción de nuevos elementos a lo “oficial”, introduciendo nuevas palabras en el diccionario. La cuestión es que el lenguaje es una construcción social, dinámica, que debe moverse con las trasformaciones sociales, exigiendo flexibilidad y comprensión a los estudiosos del tema. Con seguridad a principios del siglo XIX también debieron ingresar muchas palabras nuevas como resultado de las nuevas dinámicas sociales, por ejemplo plusvalía, proletariado, tuerca, capital, revolución, entre otras. Así que bajo mi perspectiva, no debemos alejarnos de la regulación de la RAE, el cuidado de la forma de escribir, sigue siendo una exigencia del Sistema Educativo, pero esto no debe convertirnos en moralistas del idioma, pues los cambios en las formas de expresarnos, son inherentes a una época de profundas trasformaciones en la vida cotidiana. Pasando a otro de los elementos enunciados, se dice en muchas ocasiones que la tecnología ha generado más agresiones entre los jóvenes, sin embargo, de nuevo me pregunto ¿no habían agresiones antes de la introducción de la tecnología?

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BLOGUEROS EH /

TECNOLOGÍA

Sábado 16 de Febrero de 2013 - 1:45am

La satanización de la tecnología y la juventud

Después de varias reuniones con docentes de algunas Instituciones Educativas Públicas

del país, Asambleas de las Juntas de Acción Comunal tanto en el ámbito rural como en el

urbano, me queda la sensación de la existencia de una cruzada que une a quienes se

asumen como “adultos serios”: los jóvenes y la tecnología.

Son interminables las disquisiciones sobre las pérdidas que implica la apropiación de la

tecnología en la vida cotidiana de la juventud y tienen toda suerte de ideas que sin ningún

debate encuentran total aceptación entre el público. Sus principales banderas de lucha

son: la suposición de que la tecnología está arruinando la ortografía, que ha generado más

agresión entre los jóvenes, ha dividido la familia y sus sagrados lazos, genera pérdida de

la identidad cultural, bajo rendimiento académico, entre otros.

Frente a estos debates siempre me asalta la sensación de insatisfacción, pues me

cuestiono ¿acaso todos estos síntomas problemáticos no existían antes de la

democratización de los recursos tecnológicos?

Ahora bien, intentaré esbozar mis ideas al respecto de las afirmaciones “adultas” de

preocupación, con el ánimo de generar controversia, pues un pensamiento único no puede

definir toda una generación, sin que esta sea tenida en cuenta.

La ortografía es un canon socialmente establecido y regulado por academias, que en el

caso nuestro es la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Dicho control

establecido, ha reconocido la introducción de nuevos elementos a lo “oficial”, introduciendo

nuevas palabras en el diccionario. La cuestión es que el lenguaje es una construcción

social, dinámica, que debe moverse con las trasformaciones sociales, exigiendo flexibilidad

y comprensión a los estudiosos del tema. Con seguridad a principios del siglo XIX también

debieron ingresar muchas palabras nuevas como resultado de las nuevas dinámicas

sociales, por ejemplo plusvalía, proletariado, tuerca, capital, revolución, entre otras.

Así que bajo mi perspectiva, no debemos alejarnos de la regulación de la RAE, el cuidado

de la forma de escribir, sigue siendo una exigencia del Sistema Educativo, pero esto no

debe convertirnos en moralistas del idioma, pues los cambios en las formas de

expresarnos, son inherentes a una época de profundas trasformaciones en la vida

cotidiana.

Pasando a otro de los elementos enunciados, se dice en muchas ocasiones que la

tecnología ha generado más agresiones entre los jóvenes, sin embargo, de nuevo me

pregunto ¿no habían agresiones antes de la introducción de la tecnología?

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Las redes sociales y la facilidad para comunicarse desde mi criterio, han fortalecido los

procesos humanos que ya venían dándose, es decir, entre los jóvenes ya existían

relaciones basadas en el irrespeto del otro, de la diferencia y la individualidad. Sobre este

contexto los recursos tecnológicos han facilitado el atropello del otro.

Esto me lleva al siguiente argumento, ¿acaso la tecnología es la única responsable del

resquebrajamiento de los vínculos familiares? En cada época de la historia, se le ha

asignado un lugar a la familia como célula principal de la estructura social, razón por la

cual, podría realizarse un estudio histórico de la familia que concebía el feudalismo, la

familia del capitalismo, etc.

Las responsabilidades en las familias han mutado durante el siglo XX, de tal manera que la

estructura considerada sagrada por muchos creyentes religiosos, ha venido

transformándose por las nuevas dinámicas sociales y económicas. De esta manera, la

tecnología, nuevamente, ha venido solo a reforzar cambios sociales ya existentes.

En cuanto a la pérdida de la identidad cultural, este es un debate bastante delicado, pues

si hablamos de población indígena, afro-descendiente o ROM, habría que aclarar que hay

un acervo de conocimientos y prácticas que vienen transmitiéndose de generación en

generación. Pese a la fuerza de la oralidad y su enseñanza cotidiana, desde la conquista y

colonia, vienen dándose procesos de aculturación y sincretismo, generando cambios en

las prácticas milenarias, en muchas ocasiones, cambios introducidos de forma violenta.

Ahora, los recursos tecnológicos, una vez más, están siendo responsabilizados de un

proceso que trasciende la llegada de los mismos. Pues, si bien es fundamental la

salvaguarda del patrimonio inmaterial, es irresponsable afirmar que solo la tecnología es

causa de su riesgo.

En cuanto a la población que el DANE ha nominado como “población mayoritaria”, es

decir, quienes no somos ni indígenas, ni afro-descendientes, ni ROMANI, vale la pena

mencionar, que la construcción de identidades ha venido mutando desde los nuevos roles

que emergen para los jóvenes a partir de su ejercicio de la ciudadanía en el siglo XX. En

estas nuevas formas de asumir la ciudadanía, todas igual de validas, la tecnología no ha

generado pérdidas; diría que al contrario, ha posibilitado la diversidad y diferencia, aspecto

que enriquece los matices sociales y las construcciones humanas.

En otro sentido, la preocupación por el bajo rendimiento académico de los jóvenes, es un

debate bastante interesante, pues habría que preguntarse para empezar: ¿qué tan alto era

el rendimiento académico antes de la llegada del a tecnología?, además, ¿cuál era el

método implementado?

Estas preguntas posibilitarían poner en contexto las ideas de aprendizaje, que a lo largo

del siglo XX con el desarrollo de la psicología cognitiva y el fortalecimiento de la pedagogía

y didáctica, han transformado y siguen en proceso de renovación sobre las concepciones

de éxito educativo.

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Al margen de las disertaciones académicas en el mundo de la educación, también habría

que preguntarse sobre las trasformaciones que ha sufrido el proceso de pensamiento

como tal para los jóvenes, pues a mi modo de ver, el bajo rendimiento académico, se debe

en parte a que tenemos un Sistema Educativo del Siglo XIX para estudiantes del Siglo XXI,

razón por la cual, sería oportuno modificar las prácticas educativas para motivar a los

jóvenes y de esa manera mejorar los índices de desempeño académico.

En términos generales, lo que quiero manifestar es que la tecnología es una herramienta

inerte, que somos los individuos y los grupos humanos los encargados de darle significado

y sentido. De esta manera, pueden fortalecer actitudes problemáticas o pueden ser parte

de la propuesta que cada ciudadano quiera hacerle a la sociedad. Así que, la raíz de los

diferentes problemas asignados a esta, se encuentran en nosotros mismos. Igual que en el

chiste popular, que cuenta sobre un esposo que encuentra a su esposa siéndole infiel en

un mueble y para cambiar la situación él decide vender el mueble; debemos aprender a

identificar cuál es el origen de los problemas.

Con la facilidad que se ha asumido la crítica a los jóvenes y a la tecnología, invito a que

nos evaluemos, pues la sociedad que reciben los jóvenes fue forjada por las decisiones de

los hoy adultos. Cambiar lo que nos preocupa de las relaciones sociales está en manos de

todos, cuando pasemos de señalar y nos ocupemos de responsabilizarnos de nuestro

lugar en el mundo, empezarán los cambios

Gloria María Naranjo Q.

Licenciada en Educación Básica

Énfasis en Ciencias Sociales

Corporación Colombia Digital

POR: CORPORACIÓN COLOMBIA DIGITAL