King, Stephen - El Quinto Fragmento

9
El Quinto Fragmento, Un Relato de John Swithen Stephen King.  Estacioné el cacharro en la esquina de la casa de Keenan, permanecí un momento sentado en la oscuridad y luego paré el motor y bajé del coche. Al cerrar la portezuela, pude oír el ruido de la herrumbre que se desprendía de los largueros y caía al suelo. Aquello no podría seguir así por mucho más tiempo.  otaba la dureza de l arma contra m i pecho al cam inar. Era un !olt "#, el !olt de $arney. Ser%iría pa ra la &aena y, además, daba a todo el asunto un sentido de cruda justicia. 'a casa de Keenan era un monstruosidad arquitect(nica que se e)tendía sobre medio acre de terreno, llena de ángulos inclinados y tejados de pendiente pronunciada tras un %alla de hierro. *al y como esperaba, la  puerta de la %alla estaba abierta. El sargento se presentarí a más tarde. +e dirigí al camino de acceso, sin apartarme de los arbustos, y agucé el oído para distinguir cualquier sonido e)trao por encima del lamento cortante del %iento de enero. o se oía nada. Era la noche del  jue%es, y la cr iada de Keerían debía de estar &uer a, pasándolo bien en algun &iesta ab urrida. o habría nadie más que aquel cabr(n de Keenan, esperando al sargento, esperándome... El garaje estaba abierto, y entré allí. -escollaba la sombra de ébano del mpala de Keenan. !omprobé si se abría la portezuela trasera/ estaba abierta. Subí al %ehículo, me senté y esperé. Ahora se oía un ligero sonido de m0sica, un jazz muy sosegado, muy bueno, quizá +iles -a%is. maginé a Keenan escuchando a +iles -a%is y con un gin &izz en su mano delicada. $onita escena. 1ue un larga espera. 'as manecillas de mi reloj pasaron de las ocho y media a las nue%e y media, y siguieron a%anzando hasta las diez. Se podía pensar mucho durante ese tiempo, y pensé en $arney y en el aspecto que tenía en el botecillo, cuando lo encontré la tarde de aquel día, el %erano pasado, mirándome &ijamente y emitiendo unos ruidos semejantes a graznidos, sin ning0n sentido. 2abía na%egado a la deri%a durante dos días y parecía un langosta her%ida. *enía sangre negra coagulada de un lado a otro del abdomen, donde le habían alcanzado los disparos. -irigi( el bote hacia la casita de campo lo mejor que pudo. A pesar de todo había habido suerte. Sí, &ue un suerte que hubiera llegado hasta allí y que pudiera hablar toda%ía un poco. 3o tenía preparado un puado de somní&eros, por si no podía hablar, porque no quería que su&riera..., a menos que pudiera decirme algo. 3 lo hizo. +e lo cont( casi todo. !uando muri(, regresé al bote y cogí su !olt "#, que estaba escondido en la popa, en un pequeo compartimiento, en%uelto en un bolsa de plástico. 'uego remolqué su bote hasta el mar abierto y lo hundí. Si hubiera podido poner un epita&io en el lugar del bosque de pinos donde lo enterré, habría sido el de $arnum/ 4A cada minuto nace uno4. En %ez de hacer eso, me &ui a a%eriguar algo sobre los hombres que lo habían despachado. *ardé seis meses en obtener in&ormaci(n de dos de ellos, y allí estaba yo. A las diez, un %eintena de re&lectores iluminaron el camino cur%o, y la luz lleg( al suelo del mpala. El hombre entr( en el garaje y estacion( su coche al lado del de Keenan. 5or el sonido supe que era un 6ol7s8agen. El motorcillo se detu%o y pude oír al sargento soltar un ligero gruido al bajar del pequeo %ehículo. 'a m0sica de arriba seguía sonando, y me lleg( el sonido malé&ico de la puerta lateral al abrirse. 9:Sargento; 9Era la %oz de Keenan9. :*e has retrasado; Anda, pasa y toma un trago. 9<ue sea escocés. Antes ya había bajado la %entanilla, y ahora asomé por ella el "# de $arney, sujetando la culata con ambas manos. 9<uietos ahí 9les dije. El sargento estaba a la mitad de los escalones de cemento, y Keenan le miraba desde arriba. Ambos presentaban unas siluetas per&ectas a la luz que penetraba desde el interior. -udaba de que  pudieran %erme en l a oscuridad, per o podían %er el arma, que era g rande. 9=<uién diablos eres> 9pregunt( Keenan. 91lip ?ilson 9respondí9. @n mo%imiento y estás muerto. *e haré un agujero lo bastante grande como para que quepa un tele%isor en él. 95areces un crío 9dijo el sargento, sin atre%erse a hacer el más mínimo mo%imiento.

Transcript of King, Stephen - El Quinto Fragmento

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 1/9

El Quinto Fragmento, Un Relato de John SwithenStephen King.

 Estacioné el cacharro en la esquina de la casa de Keenan, permanecí un momento sentado en la oscuridady luego paré el motor y bajé del coche. Al cerrar la portezuela, pude oír el ruido de la herrumbre que sedesprendía de los largueros y caía al suelo. Aquello no podría seguir así por mucho más tiempo.

 otaba la dureza del arma contra mi pecho al caminar. Era un !olt "#, el !olt de $arney. Ser%iría para la&aena y, además, daba a todo el asunto un sentido de cruda justicia.'a casa de Keenan era un monstruosidad arquitect(nica que se e)tendía sobre medio acre de terreno, llenade ángulos inclinados y tejados de pendiente pronunciada tras un %alla de hierro. *al y como esperaba, la

 puerta de la %alla estaba abierta. El sargento se presentaría más tarde.+e dirigí al camino de acceso, sin apartarme de los arbustos, y agucé el oído para distinguir cualquiersonido e)trao por encima del lamento cortante del %iento de enero. o se oía nada. Era la noche del

 jue%es, y la criada de Keerían debía de estar &uera, pasándolo bien en algun &iesta aburrida. o habría nadiemás que aquel cabr(n de Keenan, esperando al sargento, esperándome...El garaje estaba abierto, y entré allí. -escollaba la sombra de ébano del mpala de Keenan. !omprobé si seabría la portezuela trasera/ estaba abierta. Subí al %ehículo, me senté y esperé.Ahora se oía un ligero sonido de m0sica, un jazz muy sosegado, muy bueno, quizá +iles -a%is. maginé aKeenan escuchando a +iles -a%is y con un gin &izz en su mano delicada. $onita escena.

1ue un larga espera. 'as manecillas de mi reloj pasaron de las ocho y media a las nue%e y media, ysiguieron a%anzando hasta las diez.Se podía pensar mucho durante ese tiempo, y pensé en $arney y en el aspecto que tenía en el botecillo,cuando lo encontré la tarde de aquel día, el %erano pasado, mirándome &ijamente y emitiendo unos ruidossemejantes a graznidos, sin ning0n sentido. 2abía na%egado a la deri%a durante dos días y parecía unlangosta her%ida. *enía sangre negra coagulada de un lado a otro del abdomen, donde le habían alcanzadolos disparos.-irigi( el bote hacia la casita de campo lo mejor que pudo. A pesar de todo había habido suerte. Sí, &ue unsuerte que hubiera llegado hasta allí y que pudiera hablar toda%ía un poco. 3o tenía preparado un puadode somní&eros, por si no podía hablar, porque no quería que su&riera..., a menos que pudiera decirme algo.3 lo hizo. +e lo cont( casi todo. !uando muri(, regresé al bote y cogí su !olt "#, que estaba escondido enla popa, en un pequeo compartimiento, en%uelto en un bolsa de plástico. 'uego remolqué su bote hasta elmar abierto y lo hundí. Si hubiera podido poner un epita&io en el lugar del bosque de pinos donde lo

enterré, habría sido el de $arnum/ 4A cada minuto nace uno4. En %ez de hacer eso, me &ui a a%eriguar algosobre los hombres que lo habían despachado. *ardé seis meses en obtener in&ormaci(n de dos de ellos, yallí estaba yo.A las diez, un %eintena de re&lectores iluminaron el camino cur%o, y la luz lleg( al suelo del mpala. Elhombre entr( en el garaje y estacion( su coche al lado del de Keenan. 5or el sonido supe que era un6ol7s8agen. El motorcillo se detu%o y pude oír al sargento soltar un ligero gruido al bajar del pequeo%ehículo. 'a m0sica de arriba seguía sonando, y me lleg( el sonido malé&ico de la puerta lateral al abrirse.

9:Sargento; 9Era la %oz de Keenan9. :*e has retrasado; Anda, pasa y toma un trago.

9<ue sea escocés. Antes ya había bajado la %entanilla, y ahora asomé por ella el "# de $arney, sujetando laculata con ambas manos.

9<uietos ahí 9les dije. El sargento estaba a la mitad de los escalones de cemento, y Keenan le miraba desdearriba. Ambos presentaban unas siluetas per&ectas a la luz que penetraba desde el interior. -udaba de que

 pudieran %erme en la oscuridad, pero podían %er el arma, que era grande.

9=<uién diablos eres> 9pregunt( Keenan.

91lip ?ilson 9respondí9. @n mo%imiento y estás muerto. *e haré un agujero lo bastante grande como paraque quepa un tele%isor en él.

95areces un crío 9dijo el sargento, sin atre%erse a hacer el más mínimo mo%imiento.

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 2/9

9o os mo%áis. -e eso es de lo 0nico que tenéis que preocuparos. Abrí la portezuela trasera del mpala y bajé con cuidado. El sargento me miraba por encima del hombro, y podía %er el brillo de sus ojuelos. *eníaun mano posada como un araa en la solapa de su traje con chaqueta cruzada, modelo de B"C.

9Arriba las manos. El sargento obedeci(. Keenan, por instinto, ya las había le%antado. 9$ajad los dos al piede la escalera. $ajaron y al resplandor de la luz directa pude %er sus rostros. Keenan parecía asustado, peroel sargento estaba del todo sereno. 5robablemente era él quien se había cargado a $arney.

9-e cara a la pared 9les ordené9. 'os dos.

9Si buscas dinero...

+e eché a reír. Era un sonido como de ladrillos %ítreos &ríos raspados para sacarlos de un horno.

9Sí, eso es lo que busco. !iento ochenta mil d(lares, enterrados en un islote llamado !armenDs 1olly,delante de $ar 2arbor.

Keenan se con%ulsion( como si hubiera recibido un disparo, pero ni un solo m0sculo se mo%i( en la cara decemento armado del sargento, el cual se %ol%i( y apoy( las manos en la pared, descargando todo su peso enellas. Keenan le imit(, a regaadientes. 'e registré a él primero y encontré un bonito y pequeo re%(l%erdel calibre C, con incrustaciones de lat(n en la culata. 'o arrojé por encima de mi hombro y lo oí rebotaren uno de los coches. El sargento estaba desarmado.... y me sentí ali%iado al apartarme de él.

96amos a entrar en la casa. *0 primero, Keenan, luego el sargento y después yo. Sin ning0n mo%imientoraro, =de acuerdo>

'os tres subimos la escalera y entramos en la cocina. Era un de esas estancias esterilizadas, con baldosas y&ormica, que parecen salir enteras de alguna matriz de producci(n en masa en 3o7ohama. @n copa pequeamedio %acía de coac descansaba sobre el mostrador. 'es hice des&ilar hasta la sala de estar de Keenan, que

 parecía obra de alg0n decorador a&eminado que nunca se había librado de su pasi(n por Ernest 2eming8ay.2abía un chimenea de losas, con un cabeza disecada de alce sobre el hogar, mirando el bar de caoba al otrolado de la sala, con unos ojos eternamente brillantes. 2abía un aparador con un armero encima. El estéreohabía dejado de &uncionar solo.

Sealé el so&á con el ca(n del re%(l%er/ 9@no en cada e)tremo. *omaron asiento, Keenan a la derecha y elsargento a la izquierda. !uando estaba sentado, el sargento parecía a0n más corpulento. El pelo cortado alrape había crecido demasiado, pero dejaba %er un &ea cicatriz mellada. 5ensé que pesaba por lo menosno%enta 7ilos, y me pregunté por qué tenía un 6ol7s8agen.!ogí un silla y la arrastré sobre la al&ombra de Keenan, que tenía el color de la arena mo%ediza, hasta undistancia prudencial delante de ellos. +e senté y dejé reposar el arma sobre mi muslo. Keenan la mirabacomo un pájaro contempla a un serpiente. El sargento, en cambio, me miraba como si yo &uera un pájaro.

9=3 ahora, qué> 9pregunt( en tono neutro.

92ablemos de mapas y dinero 9repliqué.

9o sé de qué me hablas 9dijo el sargento9. 'o 0nico que sé es que los críos no deben jugar con armas.

9=<ué tal anda !appy +ac1ariand 0ltimamente> 9le pregunté con toda tranquilidad.

 o obtu%e ningun reacci(n del sargento, pero la e&er%escencia de Keenan hizo que saltara su corcho.-ispar( las palabras como si &ueran proyectiles/

9'o sabe, sargento, lo sabe.

9:!alla; 9le grit( el sargento9. :!ierra tu maldita boca; Keenan cerr( los ojos y gimote(. Aquella era la partedel trato de la que nadie le había hablado. Sonreí.

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 3/9

9*iene raz(n, sargento 9le dije9. 'o sé... casi todo.

9=<uién eres, muchacho>

9adie a quien conozcas. @n amigo de $arney.

9o sé quién es 9dijo el sargento con indi&erencia.

9o estaba muerto, sargento. *oda%ía alentaba. Sarge dirigi( un mirada lenta y &ulminadora a Keenan, elcual se estremeci( y abri( la boca.

9!alla 9le orden( el sargento9. -ebería romperte el cuello. 9Keenan cerr( la boca con un chasquido. Elsargento %ol%i( a mirarme9/ =<ué signi&ica casi todo>

9*odo menos los pequeos detalles. Sé todo lo relati%o al coche blindado, la isla y !appy +ac1arland, y dequé modo t0, Keenan y un cabr(n llamado Fagger liquidasteis a $arney. 3 el mapa/ sé lo del mapa.

9o ocurri( tal como él te lo cont(. ba a traicionarnos. 9Era incapaz de hacer tal cosa. $arney era un primoque sabía conducir un coche a toda %elocidad.

El sargento se encogi( de hombros. 6er aquel gesto era como presenciar un pequeo terremoto.

9+uy bien. Sé tan est0pido como pareces.

9En marzo pasado ya supe que $arney estaba metido en algo, pero no sabía de qué se trataba. Entonces, unnoche, %i que tenía un arma. Este re%(l%er. =!(mo te pusiste en contacto con él, sargento>

9A tra%és de alguien que estu%o en la cárcel con él. ecesitábamos un conductor que conociera bien la parteoriental de +aine y la zona de $ar 2arbor. Keenan y yo &uimos a %erle, y acept(.

9!umplí condena con él en South 5ortland 99e)pliqué, y le dirigí un sonrisa al sargento9. +e gustaba. Eratonto, pero un buen muchacho. ecesitaba de alguien que cuidara de él, y parece que yo &ui el elegido. ome molest(. 5ensábamos atracar un banco en 'e8iston, pero él no pudo esperar. 3 ahora está bajo tierra.

96as a hacerme llorar9dijo el sargento. Alcé el arma y le apunté, y por primera %ez él &ue el pájaro y yo laserpiente.

92azte otra %ez el gracioso y te meto un bala en la barriga. =Acaso crees que no lo haré>

Sac( la lengua y la introdujo de nue%o en la boca con sorprendente rapidez, como un lagarto, y asinti( conla cabeza. Keenan estaba paralizado. 5arecía como si quisiera %omitar pero no se atre%iera a hacerlo.

9+e dijo que era un gran golpe, su&iciente para %i%ir de él durante diez aos. Eso es todo lo que supe. Semarch( el tres de abril. -os días después cuatro tipos %olcaron el cami(n de $rin7s que cubre el trayectoentre 5ortland y $angor, en las a&ueras de !armel. +ataron a los tres guardianes. 'os peri(dicos dijeronque los atracadores atra%esaron dos barreras policiales en la carretera, en un 1ord del cincuenta y ocho

trucado. $arney guardaba un 1ord del cincuenta y ocho y tenía la intenci(n de con%ertirlo en coche decarreras. Apuesto a que Keenan le dio el dinero para que lo con%irtiera en algo mejor y mucho más rápido.'os mir( a los dos. o hicieron ning0n comentario. El rostro de Keenan tenía un color terriblemente

 pálido.

9El seis de mayo recibo un postal con matasellos de $ar 2arbor, pero eso no signi&ica nada, porque haydocenas de islotes cuyo correo se canaliza desde ese punto, y lo recoge un lancha del ser%icio postal. 'a

 postal dice/ 4+amá y la &amilia bien, la tienda marcha. os %eremos en julio4. Estaba &irmada con elsegundo nombre de $arney. Alquilé un casita de campo en la costa, porque $arney sabía que ése sería eltrato. 'lega julio, termina y $arney no aparece. 9'es dirigí un mirada distante y proseguí9/ Se present( a

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 4/9

 principios de agosto. !ortesía de tu compinche Keenan, sargento. Se ol%id( de la bomba de sentinaautomática del bote. !reíste que el agujero lo hundiría en seguida, =eh, Keenan> 5ero también creíste que$arney estaba muerto. 3o e)tendía a diario un manta amarilla en la 5unta del 1rancés, y era %isible desde7il(metros de distancia, &ácil de localizar. Sin embargo, tu%o suerte. o pudo hablar demasiado. *0 ya lehabías traicionado un %ez, =eh, sargento> o le dijiste que el dinero era nue%o, que todos los n0meros deserie estaban registrados. i siquiera uno de los chicos del 4sindicato4 lo habría comprado hasta dentro dediez, o quizá quince aos.

9Eso &ue por su propio bien 9murmur( el sargento9. -entro de diez aos tendría treinta. 3o, en cambio,tendré sesenta y uno.

9=*ambién compr( a !appy +ac1arland> =G ésa &ue s(lo otra sorpresa>

9*odos teníamos que comprar a !appy 9replic( el sargento9. Era un buen hombre, un pro&esional. El ao pasado se le declar( un cáncer incurable. 3 me debía un &a%or.

9Así que los cuatro &uisteis a la isla de !appy 9les dije9. !appy enterr( el dinero e hizo un mapa.

91ue idea de Fagger 99dijo el sargento9. o podíamos escondernos de la policía durante diez aos, nadiequería con&iar en alguien que supiera d(nde estaba el alijo... 2abía demasiadas posibilidades de que alguiense hiciera con todo el pastel. 3 si lo repartíamos, alguno, tu compaero, por ejemplo, podía ceder a ladebilidad y gastar parte del dinero. Si los polis le echaban el guante, el tipo podría cantar los nombres.*odos nos &uimos a pasar la tarde a la playa, y !appy se encarg( del dinero.

92áblame del mapa.

9Sabía que llegaríamos a eso 9dijo el sargento, con un sonrisa espectral.

9:o se lo digas; 9grit( Keenan ásperamenteH el pánico se traslucía en su %oz.

9!alla 9dijo brutalmente el sargento9. 'o sabe todo gracias a ti. Si él no te mata, lo haré yo.

9*u nombre está en una carta 9dijo Keenan, &renético9 :Si me ocurre algo... ;

9!appy lo dibuj( bien 9dijo el sargento, como si Keenan no estu%iera allí9. 2abía hecho prácticas de dibujoen la penitenciaría de Foliet. !ort( el mapa en pedazos para darnos uno a cada uno de nosotros. íbamos areunimos el " de julio de BI. 5ero hubo problemas.

9Sí 9con%ine, con %oz distante. 9Si eso hace que te sientas algo mejor, te diré que &ue una cosa de Keenan ysolo de él. *enía que ser así. Fagger y yo nos largamos en el bote de !appy. Jl estaba bien cuando nosmarchamos.

9:Eres un maldito embustero; 9chill( Keenan.

9=<uién guard( dos trozos del mapa en su caja &uerte empotrada en la pared> 9inquiri( el sargento, y memir( de nue%o9/ -e todos modos, no había ning0n problema, porque dos trozos del mapa no eran

su&icientes, y quizás era mejor quitar a tu compinche del medio. *res partes son mejor que cuatro. EntoncesKeenan me llam( y me dio su direcci(n. +e dijo que &uera a %erle aquella misma noche. aturalmente,había tomado precauciones/ mi nombre estaba en un carta en poder de su abogado, con instrucciones deabrirla en caso de que muriese. Su idea era que el reparto entre dos sería a0n mejor que entre tres. !on trestrozos del mapa en su poder, Keenan pens( que tal %ez sería capaz de encontrar el sitio en el que se hallabaenterrada la pasta. El rostro de Keenan era como un luna que se deslizaba hacia alguna parte, en un altaestratos&era de terror.

9=-(nde está la caja &uerte> 9le pregunté. Keenan no dijo nada. 3o había practicado un poco con elre%(l%er. Era un buena arma y me gustaba. 'a sostu%e con las dos manos y disparé al brazo de Keenan

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 5/9

 justamente por debajo del codo. El sargento ni siquiera se mo%i(. Keenan cay( del so&á y se acurruc(,apretándose el brazo y gritando.

9=-(nde está la caja &uerte> 9le pregunté.

Keenan sigui( gritando.

96oy a dispararte en la rodilla 9le dije9. El sargento podrá lle%arte a donde está la caja.

9El grabado 9dijo jadeando9. El 6an ogh. o me dispares más, por &a%or.

+e mir(, sonriendo, con un e)presi(n dolorida y conciliadora. !on el arma le hice un indicaci(n alsargento.

9'e%ántate y ponte de cara a la pared. El sargento obedeci( y se qued( ante la pared, los brazos colgándole&láccidos a los costados.

9Ahora t0 9le dije a Keenan9. 6e a abrir la caja &uerte.

96oy a morir desangrado 9se quej( Keenan. +e acerqué a él y le rocé la mejilla con la culata del arma,desgarrándole la piel.

9Ahora sí que sangras 9le dije9. 6ete a abrir la caja o sangrarás más toda%ía.

Keenan se le%ant(, sujetándose el brazo herido y llorando a lágrima %i%a. -escolg( el grabado con la manosana y apareci( un caja &uerte empotrada, de color gris. +e dirigi( un mirada aterrorizada y empez( amanipular el disco. Sus dos primeros intentos &allaron, y tu%o que empezar de nue%o. Al tercer intentoconsigui( abrir la caja, en cuyo interior había algunos documentos y dos &ajos de billetes. ntrodujo lamano, manose( un poco y sac( dos pedazos de papel, de unos ocho centímetros cuadrados.+e había propuesto atarle y dejarle allí, puesto que era bastante ino&ensi%oH no se atre%ería a salir de sucasa durante un semana. 5ero era tal como el sargento había dicho/ tenía dos &ragmentos del mapa.3 uno de los &ragmentos tenía manchas de sangre. 'e disparé de nue%o, esta %ez no en el brazo. !ay( alsuelo como un bolsa de la%andería %acía.

El sargento no se acobard(.

9o te he mentido. Keenan se carg( a tu amigo. 'os dos eran unos a&icionados. A&icionados y est0pidos.

 o le repliqué. +iré los pedazos de papel y me los guardé en el bolsillo. inguno de ellos tenía una L quesealara el lugar donde estaba el tesoro.

9=3 ahora qué> 9pregunt( el sargento.

96amos a tu casa.

9=<ué te hace pensar que mi trozo del mapa está ahí>

9o creo que ning0n otro sitio te inspirara con&ianza. 5ero si no es así, iremos a donde esté.

9*ienes respuesta para todo, =eh>

96ámonos. Megresamos al garaje y me senté en la parte trasera del 6ol7s8agen, en la parte más distanciadadel conductor. El tamao del %ehículo hacía que &uera casi imposible un mo%imiento de sorpresa por partedel conductor, *ardaría cinco minutos en dar la %uelta. -os minutos después, estábamos en la carretera.

Empezaba a ne%ar y caían unos copos grandes y %iscosos que se pegaban al parabrisas y se con%ertían enaguanie%e en cuanto caían al suelo. 'a calzada estaba resbaladiza, pero no había mucho trá&ico.

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 6/9

-espués de %iajar durante media hora por la carretera, el sargento %ir( para en&ilar un carretera secundaria.<uince minutos después llegamos a un camino de tierra con rodadas, bordeado de pinos cargados de nie%e.A%anzamos tres 7il(metros más y entramos en un sendero corto y sembrado de desperdicios.A pesar de la limitada luz de los &aros del 6ol7s8agen, pude distinguir un r0stica y destartalada cabaa,con parches en el tejado y un antena de tele%isi(n torcida. En un hondonada, a la izquierda, había un %iejoStudeba7er cubierto de nie%e. Al &ondo se %eía un cobertizo y un mont(n de neumáticos usados.$ien%enidos al 5ar79Sheraton.

92ogar, dulce hogar 9dijo el sargento al tiempo que paraba el motor.

9Si esto es un engao, te mataré. 5arecía llenar las tres cuartas partes de le e)igua parte delantera del%ehículo.

9'o sé 9replic(.

9$aja. El sargento se dirigi( a la puerta de entrada.

9Nbrela y luego quédate quieto 9le ordené. Jl abri( la puerta y permaneci( inm(%il. Estu%imos allí unos tresminutos, y no ocurri( nada. o había más mo%imiento que el de una gruesa ardilla gris que se habíaa%enturado hasta el centro del patio para maldecirnos.

9+uy bien 9dije al &in9. Entremos. Aquello era un madriguera de ratas. 'a 0nica bombilla que había era desesenta %atios e iluminaba débilmente toda la sala, dejando sombras como murciélagos muertos de hambreen los rincones. 2abía peri(dicos desparramados por todas partes. -e un cuerda combada colgaban ropas

 puestas a secar. En un rinc(n había un %iejo aparato de %ídeo, y en el e)tremo opuesto un pica que estaba para caerse y un pesada baera herrumbrosa, con patas en &orma de garra. A su lado había un ri&le de caza.@n gato gordísimo, de pelaje amarillento, dormía sobre la mesa de la cocina. 'a estancia olía a madera

 podrida y a sudor.

9Se carga a los roedores 9dijo el sargento. 5odría haber discutido la a&irmaci(n, pero no lo hice.

9=-(nde está tu &ragmento del mapa>

9En el dormitorio.

96amos a buscarlo.

9*oda%ía no. 9Se %ol%i( lentamente, con un e)presi(n dura en su cara de cemento9. <uiero que me des tu palabra de que no me matarás cuando lo tengas.

9=!(mo te arreglarás para hacer que la mantenga> El me sonri( de un modo lento y sooliento, como un&isura abriéndose en un glaciar.

9o hay manera de asegurarlo, pero te tengo calado.

9E)plícate.

9El dinero no es lo 0nico que te interesa, de lo contrario ya habría tratado de llegar a un acuerdo contigo.5ero también tienes que saldar la cuenta pendiente por la muerte de $amey. +uy bien, es justo. Keenan letraicion( y Keenan está muerto. Si también quieres echarle mano a la pasta, per&ecto. <uizá tres &ragmentosdel mapa serán su&icientes..., y el mío tiene marcada un gran equis. 5ero no lo %as a conseguir a menos queme prometas lo que pido a cambio... +i %ida.

9=!(mo sé que no irás a por mí>

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 7/9

9ré, hijito 9dijo sua%emente el sargento9. !on una buena arma. 5orque entonces será un nue%o juego de pelota.

+e eché a reír.

9-e acuerdo. -ame la direcci(n de Fagger y tendrás mi promesa. *e aseguro que la mantendré.

El sargento mene( la cabeza lentamente.

9Es mejor que no juegues con Fagger, amigo. Fagger te comerá %i%o. 9Amartillé el !olt9de acuerdo. Está en!oleman, +assachusetts, en un albergue de esquí. =5uedes encontrarle>

9'o encontraré. 6amos por tu &ragmento, sargento. El sargento me mir( un %ez más de arriba abajo, y luegoasinti(. Entramos en el dormitorio.

@na cama enorme con barrotes de lat(n, más peri(dicos, rimeros de re%istas... Era un duplicado de la salade estar. 'as paredes estaban empapeladas con &otogra&ías de mujeres. @n enorme gram(&ono, de esos conalta%oz en &orma de trompa, descansaba en el suelo.El sargento no titube(. !ogi( la lámpara de la mesita de noche y le quit( la base. Su &ragmento del mapaestaba pulcramente enrollado en el interior. +e lo tendi( sin mediar palabra.

9Echamelo 9le ordené. El sargento sonri( y me lanz( el cilindro de papel.

9Ahí %a el dinero 9dijo.

96oy a cumplir mi promesa. !onsidérate a&ortunado. 6amos a la otra habitaci(n.

Algo &río se agit( en sus ojos.

9=<ué %as a hacer>

95rocurar que no te mue%as por alg0n tiempo. 6amos. 6ol%imos a la sucia y desquiciada cocina, unelegante des&ile de s(lo dos personas. El sargento permaneci( bajo la bombilla desnuda, de espaldas a mí,

con los hombros encor%ados, consciente del ca(n que pronto iba a abrirle un surco en la cabeza. Estabaalzando el arma para golpearle cuando la luz parpade(.

-e pronto, la cabaa qued( totalmente a oscuras. +e lancé a la derecha/ el sargento ya se había ido. 5udeoír el ruido sordo y el rumor de las hojas de peri(dico cuando se arroj( al suelo. Sigui( un silencio

 pro&undo, total.Esperé a que mis ojos se aclimataran a la oscuridad, pero cuando pude distinguir algo ya no había remedio.'a estancia parecía un mausoleo en el que emergían mil débiles sombras, y el sargento las conocía a todasy a cada un de ellas.Sabía quién era el sargento. 2abía sido di&ícil conseguir in&ormaci(n sobre él. 1ue sargento durante lasegunda guerra mundial, y ya a nadie le importaba cuál era su %erdadero nombre. Era simplemente elsargento, sanguinario y duro. 2abía pertenecido a un comando en la ran uerra.En alg0n lugar de la sala, en%uelto en la oscuridad, a%anzaba hacia mí. -ebía de conocer aquel lugar como

la palma de su mano, porque no se oía ning0n sonido, ni el crujido de un tabla, ni un sola pisada. 5ero podía notar que se acercaba más y más, &lanqueándome por la derecha o por la izquierda, o tal %ezarriesgándose a apro)imarse en línea recta.El sudor de mi mano impregnaba de humedad la culata del arma, tenía que dominar el impulso de disparar&renéticamente, al azar. Era muy consciente de que tenía tres porciones del pastel en mi bolsillo, y no memolestaba en preguntarme por qué se habría apagado la luz. o me lo pregunté hasta que la potente luz deun linterna se &iltr( a tra%és de la %entana, barriendo el suelo con un haz caprichoso y &ortuito que re%el( alsargento, inm(%il y agachado a medias, uno o dos metros a mi izquierda. Sus ojos tenían un destello%erdoso en el brillante cono de luz, como ojos de gato.

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 8/9

*enía un reluciente hoja de a&eitar en la mano derecha. -e repente recordé c(mo su mano se había posadoen la solapa de la chaqueta, en el garaje de Keenan. 2abía e)traído la hoja del cuello de la prenda.El sargento dijo un sola palabra, dirigida hacia la luz de la linterna.

9=Fagger>

 o sé quién le alcanz( primero. @na pistola que, a juzgar por el ruido parecía pesada dispar( un %ez detrásdel haz de luz, y yo apreté dos %eces el gatillo del "# de $arney, por puro re&lejo. 'os impactos arrojaron alsargento hacia atrás, contorsionándose, contra la pared, con &uerza su&iciente para que perdiera un de las

 botas.'a linterna se apag(. -isparé una %ez contra la %entana, pero s(lo di en el %idrio. +e tendí de lado en laoscuridad y me di cuenta de que Fagger estaba allí &uera. 3 aunque tenía doce cargas de munici(n en elcoche, no me quedaba más que un bala en el arma.4o juegues con Fagger, amigo4, había dicho el sargento. 4Fagger te comerá %i%o. 4Ahora tenía un idea bastante e)acta de aquella estancia. +e le%anté y corrí agachado, saltando sobre las

 piernas e)tendidas del sargento, y me dirigí al rinc(n. +e metí en la baera y miré por encima del borde. o se oía ning0n sonido. ncluso los ruidos del bosque parecían haber enmudecido. En el &ondo de la baera había un especie de arenilla, la loza desprendida en escamas del borde. Aguardé.*ranscurrieron unos cinco minutos que me parecieron cinco largas horas.Entonces la luz se encendi( de nue%o, esta %ez en la %entana del dormitorio. Agaché la cabeza mientras laluz penetraba por la puerta. *ras un bre%e sondeo, %ol%i( a apagarse.Silencio de nue%o, un silencio largo y pesado. En la sucia super&icie de la baera de loza del sargento lo %itodo. 6i a $arney, con la sangre coagulada en el %ientre, al sargento, paralizado bajo el haz luminoso deFagger, la hoja de a&eitar sujeta con pericia pro&esional entre el pulgar y el índice, y un sombra oscura sinrostro/ Fagger.-e pronto, al otro lado de la puerta, se oy( un %oz. Era sua%e y re&inada, casi de mujer, pero no a&eminada.Su tono me dio la impresi(n de que aquel hombre era implacable y muy competente.

9Eh, t0. o me mo%í ni dije nada. o iba a conseguir mi n0mero sin marcar un poco.

!uando habl( de nue%o, lo hizo a tra%és de la %entana.

96oy a matarte, amigo. 2e %enido para matarlos. Ahora s(lo estás t0.

2ubo un pausa mientras %ol%ía a cambiar de posici(n. 'a pr()ima %ez que habl( lo hizo desde la %entana, por encima de mi cabeza, sobre la baera. Sentí que las tripas me subían a la garganta. Si le diera porencender la linterna...

9o hace &alta nadie más, amigo. 'o siento. 9Apenas pude oír su mo%imiento cuando cambi( a su siguiente posici(n, que result( ser de nue%o la entrada9. *engo mi parte del mapa, amigo. =<uieres %enir a por ella>

+e entraron ganas de toser y las reprimí.

96en a buscarlo, amigo 9dijo en tono burl(n9. *odo el pastel. 6en y llé%atelo.

5ero no tenía necesidad de hacerlo, y él lo sabía. 'os pedazos estaban en mi poder, y ahora podría

encontrar el dinero. !on su 0nico &ragmento Fagger no tenía ninguna oportunidad.Esta %ez el silencio se hizo realmente largo. 5as( media hora, un hora, no sé cuánto tiempo, la eternidad alcuadrado. 'a rigidez insensibilizaba mi cuerpo. A&uera soplaba el %iento, imposibilitando oír nada sal%o elrumor de la nie%e al estamparse contra los muros. 2acía mucho &río y hacía rato que los pies se me habíanquedado insensibles. Ahora empezaba a notar las piernas como si &ueran bloques de madera.Entonces, alrededor de la un y media, oí un ligero ruido, espectral, como de ratas deslizándose en laoscuridad. +i respiraci(n se detu%o. -e alg0n modo, Fagger había conseguido entrar y estaba en el centrode la habitaci(n.

7/22/2019 King, Stephen - El Quinto Fragmento

http://slidepdf.com/reader/full/king-stephen-el-quinto-fragmento 9/9

 o tardé en comprender de qué se trataba. El rigor mortis, azuzado por el &río, estaba colocando al sargentoen su posici(n de&initi%a. +e tranquilicé un poco.3 &ue en aquel momento cuando la puerta se abri( de repente y Fagger irrumpi( en la estancia, &antasmal y%isible con su manto de blanca nie%e, alto, larguirucho y desmadejado. 'e di lo suyo y la bala le abri( unagujero a un lado de la cabeza. 3 en el bre%e resplandor de: disparo %i que había disparado a unespantapájaros sin rostro, %estido con los pantalones y la camisa abandonados de alg0n granjero. 'a cabezade arpillera se desprendi( del mango de escoba al chocar contra el suelo. Entonces Fagger empez( adispararme.*enía un pistola semiautomática, y el interior de la baera era como un gran címbalo hueco y resonante.'os &ragmentos de loza saltaron por los aires, rebotaron en la pared y me golpearon el rostro. 'as astillas demadera llo%ían sobre mí.!arg( el arma, dispuesto a continuar. ba a acribillarme en la baera como a un pez en un barril. i siquiera

 podía asomar la cabeza.1ue el sargento quien me sal%(. Fagger tropez( con un pie grande y muerto, se tambale( y acribill( el sueloen %ez de disparar por encima de mi cabeza. 5ude arrodillarme y le arrojé el gran re%(l%er de $arney a lacabeza.El arma le alcanz(, pero no le detu%o. Salté de la baera para ir a por él, y Fagger, atontado por el golpe,dispar( dos %eces a la izquierda.'a débil silueta que era Fagger retrocedi(, tratando de a&inar la puntería, sujetándose con un mano la oreja,donde le había golpeado el re%(l%er. @n disparo me atra%es( la mueca. 'a segunda bala me hizo undesgarr(n en el cuello. Entonces, increíblemente, %ol%i( a tropezar con los pies del sargento y cay( haciaatrás. Alz( de nue%o el arma y dispar( al techo. Jsa &ue su 0ltima oportunidad. -e un patada, le arranqué elarma de la mano, y pude oír el ruido a madera h0meda de los huesos quebrados. 'e di un puntapié en laingle, haciendo que se doblara. 6ol%í a patearle, esta %ez en la parte trasera de la cabeza, y sus pies

 produjeron un rápido e inconsciente tamborileo en el suelo. 3a estaba muerto, pero le golpeé un y otra %ez,le di patadas hasta dejarlo con%ertido en pulpa y mermelada de &resas, nada que alguien pudiera identi&icar

 jamás, ni por los dientes ni por ninguna otra cosa. 'e di patadas hasta que ya no pude mo%er más la piernay los dedos de los pies se tornaron insensibles.-e repente me di cuenta de que estaba gritando y que no había allí nadie para escucharme, nadie sal%ohombres muertos.+e limpié la boca y me arrodillé sobre el cuerpo de Fagger.+i cacharro estaba donde lo había dejado, en la esquina del terreno donde se alzaba la casa de Keenan,

 pero ahora no era más que un espectral mont(n de nie%e. 2abía dejado el 6ol7s8agen del sargento un par

de 7il(metros atrás. !on&iaba en que la cale&acci(n seguiría &uncionando. Estaba completamente aterido.Abrí la portezuela y me estremecí un poco mientras me sentaba. El rasguo del cuello ya se habíacoagulado, pero la mueca me dolía terriblemente.El starter &uncion( durante un buen rato, y &inalmente el motor se puso en marcha. 'a cale&acci(n también&uncionaba, y el 0nico limpiaparabrisas elimin( la nie%e en el lado del conductor. Fagger había mentidoacerca de su &ragmento del mapa, desde luego. o lo lle%aba encima, ni tampoco estaba en el modestoStudeba7er 'ar7 que le había lle%ado hasta la casa del sargento. 5ero yo tenía su cartera y su direcci(n. olo necesitaba.... pero no creí que tendría necesidad de aquel pedazo de papel, pues el &ragmento delsargento era el que estaba marcado con un equis.+e puse en marcha con cuidado. -urante alg0n tiempo tendría que ser cuidadoso. El sargento había tenidoraz(n en un cosa/ $arney &ue un tipo est0pido. El hecho de que también hubiera sido mi amigo ya noimportaba. 'a deuda había sido pagada.*enía muchas razones para ir con cuidado.