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Pierre Koenig Pocas fotografías de la arquitectura del siglo XXI son más icónicas que la imagen nocturna de la Case Study House nº 22 de Pierre Koenig, situada en su emplazamiento de nido de águila muy por encima de las luces de Los Ángeles. Sin embargo, ni la casa, ni la fotografía que la mostraba, eran tal como aparecen. La casa estaba inacabada y llena de polvo de yeso; el mobiliario, incluso la cerámica del propio Koenig, se pidió prestado para la ocasión, y la vegetación que rodea la casa está compuesta por ramas cortadas sujetas con grapas o con las manos. La foto también está manipulada, con una exposición de siete minutos para resaltar las luces de la ciudad y el disparo de un flash para captar a las dos jóvenes, una estudiante universitaria de la UCLA y una alumna de la Pasadena High School, que conversan en el interior; en realidad, las luces de la ciudad se divisan a través de sus blancos trajes de noche. Pero la fotografía, que apareció por primera vez en la portada de la sección «Sunday Pictorial» de Los Angeles Examiner el 17 de julio de 1960, se convirtió en todo un símbolo. Como buena parte de la música pop, capta el espíritu de la época, el Zeitgeist: la ciudad de Los Ángeles a principios de los sesenta y la era Kennedy. Una década que, en Norteamérica, se inició con grandes esperanzas y concluyó en un caos considerable. Quizá sea éste el verdadero significado de la casa: un manifiesto perdurable de ilusiones y esperanzas. Pierre Koenig nació en San Francisco el 17 de octubre de 1925; sus padres eran ambos inmigrantes de segunda generación, su madre de origen francés y su padre de descendencia alemana, de ahí su nombre europeo. En 1939, cuando aún estudiaba en la escuela secundaria, su familia se trasladó a Los Ángeles, al valle de San Gabriel, al sur de Pasadena, donde, en contraste con San Francisco, descubrió

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Pierre Koenig

Pocas fotografías de la arquitectura del siglo XXI son más icónicas que la imagen nocturna de la Case Study House nº 22 de Pierre Koenig, situada en su emplazamiento de nido de águila muy por encima de las luces de Los Ángeles. Sin embargo, ni la casa, ni la fotografía que la mostraba, eran tal como aparecen. La casa estaba inacabada y llena de polvo de yeso; el mobiliario, incluso la cerámica del propio Koenig, se pidió prestado para la ocasión, y la vegetación que rodea la casa está compuesta por ramas cortadas sujetas con grapas o con las manos. La foto también está manipulada, con una exposición de siete minutos para resaltar las luces de la ciudad y el disparo de un flash para captar a las dos jóvenes, una estudiante universitaria de la UCLA y una alumna de la Pasadena High School, que conversan en el interior; en realidad, las luces de la ciudad se divisan a través de sus blancos trajes de noche. Pero la fotografía, que apareció por primera vez en la portada de la sección «Sunday Pictorial» de Los Angeles Examiner el 17 de julio de 1960, se convirtió en todo un símbolo. Como buena parte de la música pop, capta el espíritu de la época, el Zeitgeist: la ciudad de Los Ángeles a principios de los sesenta y la era Kennedy. Una década que, en Norteamérica, se inició con grandes esperanzas y concluyó en un caos considerable. Quizá sea éste el verdadero significado de la casa: un manifiesto perdurable de ilusiones y esperanzas.

Pierre Koenig nació en San Francisco el 17 de octubre de 1925; sus padres eran ambos inmigrantes de segunda generación, su madre de origen francés y su padre de descendencia alemana, de ahí su nombre europeo. En 1939, cuando aún estudiaba en la escuela secundaria, su familia se trasladó a Los Ángeles, al valle de San Gabriel, al sur de Pasadena, donde, en contraste con San Francisco, descubrió que todo era «cálido, alegre y vistoso... nuevo, limpio y reluciente, especialmente, la arquitectura.» 1 Al cabo de un tiempo, en 1941, Estados Unidos entró en guerra y Koenig, que acababa de cumplir los diecisiete años, se enroló en el programa especial de adiestramiento del Ejército, que prometía una rápida formación universitaria. Pero en 1943, al cabo de unos meses de haberse matriculado en la Universidad de Utah, el programa fue cancelado y Koenig tuvo que ingresar en la Escuela de Infantería de Fort Benning (Georgia). El servicio activo en Francia y Alemania, donde sirvió como soldado con la misión de avistar el fuego de artillería del enemigo y calcular su posición mediante triangulación, lo retuvo en Europa hasta bastante después del Día de la Victoria y, hasta 1946, no regresó a Estados Unidos a bordo del trasatlántico Queen Mary. En su travesía de vuelta a casa, Koenig prefirió su saco de dormir dentro de un bote salvavidas que alojarse con la tropa bajo cubierta.

La GI Bill, una ley que concedía beneficios a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, proporcionó a Koenig la ayuda económica necesaria para iniciar su formación universitaria y, tras dos años en el Pasadena City College, finalmente fue admitido en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de California del Sur. Aunque hasta cierto punto se trataba de una escuela progresista, a Koenig le decepcionó la preferencia de sus profesores por las estructuras de madera y, mientras cursaba su tercer año, construyó su

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primera casa utilizando acero industrial. «Pensé», recordó más adelante, «que las casas estilizadas y ligeras tenían que ser de acero, no de madera.» 2 No es de extrañar, pues, que en vez de intentar trabajar con Richard Neutra, en aquel momento probablemente el decano de los arquitectos de California del Sur, Koenig se asociara con otro licenciado de su universidad, Raphael Soriano. Como comentó posteriormente: «Necesitaba un trabajo de verano y, por tanto, pensé en él directamente. y porque yo tenía algo que ofrecerle a él, y viceversa, trabajé para él aquel verano.»3 Fue una decisión provechosa para ambos.

En ese verano de 1950, mientras Koenig estaba construyendo su propia casa en Glendale, Soriano trabajaba en cuatro viviendas de acero ligero que estaban en proceso de construcción o bien en fase de proyecto: la casa Shulman y la casa Curtis, casi finalizadas; y la casa Olds y la casa Krause, en construcción. En ellas, Koenig reconoce una arquitectura racional e industrial que refleja sus propias ideas y le confirma que sigue la dirección adecuada. Los croquis de Soriano, a menudo en lápiz y ceras, casi nunca lograban captar la viveza que caracteriza a estos edificios, por lo que Koenig realizó las perspectivas de la casa Olds, que, aquel agosto, se publicaron en la revista de John Entenza, Arts&Architecture, como la Case Study House de 1950. Incluso en estos primeros años, los dibujos de Koenig se reconocen al instante. Realizados en líneas negras y una perspectiva de dos puntos, son tan sobrios y delicados como los edificios que describen.

El Case Study House Program fue la iniciativa más significativa de la arquitectura californiana de la posguerra y tuvo una gran influencia en el ámbito internacional. John Entenza, quien posteriormente fue director de la Fundación Graham en Chicago, utilizó la revista Arts&Architecture, de la que era propietario y director, para promover una arquitectura moderna y asequible para los años de la posguerra. Publicando casas seleccionadas cada mes, cuando estaban en fase de proyecto y luego construidas, daba a conocer al arquitecto y hacía publicidad de los promotores e industriales. El cliente conseguía que le suministraran materiales a un coste sustancialmente inferior, pero, a cambio, estaba obligado a abrir su casa al público. Las viviendas no las encargaba la revista, pero eran seleccionadas por Entenza. Según comentó posteriormente Koenig: «John Entenza me pidió que viniera un día y me dijo: "Pierre, si en algún momento tienes una buena casa con un buen cliente, dímelo y la convertiremos en una Case Study House." Y así hicimos la Case Study House nº 21.» 4

Con sus dos Case Study Houses, Koenig completó la serie de ocho edificios de estructura de acero que, en un período de algo más de diez años, le valieron una gran reputación al Case Study House Program. La primera fue la casa Eames (CSH nº8), de Charles y Ray Eames, y luego la de sus vecinos, la casa Entenza (CSH nº 9), de Charles Eames y Eero Saarinen, ambas de 1949. La casa Olds de Soriano fue la Case Study House de 1950. Las tres siguientes fueron obra de Craig Ellwood: la casa Salzman (CSH nº 16), de 1953; la casa Hoffman (CSH nº 17), de 1956, y la casa Fields (CSH nº 18), de 1958. La Case Study House nº 21 se abrió al público en enero del año siguiente y, posteriormente, como recordó Koenig, «John comentó que podríamos hacer otra. Proyectamos la Case Study House nº 22, situada a modo de nido de águila en las colinas de Hollywood.» 5

El Case Study House Program prometía mucho pero, al final, dio muy pocos frutos: como escribió Peter Reyner Banham en Los Angeles, The Architecture of Four Ecologies, era «El estilo que casi...». Pero a Koenig no le interesaba el estilo. La razón por la que se considera que su arquitectura tiene un estilo reconocible es fruto de su determinación

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racional y sus posteriores lecturas críticas. Cuando construyó su primera casa en Glendale, simplemente estaba siguiendo lo que él consideraba una trayectoria lógica. Tal como comentó más tarde: «Era la misma época en que Charles Eames estaba trabajando en su edificio de Palisades y, según tengo entendido, el mismo momento en que Mies estaba construyendo la casa Farnsworth. Y ninguno de nosotros, creo, tenía ningún interés en lo que hacía el otro.» 6 Volviendo la vista atrás treinta años después, Koenig recordaba las sensaciones de aquella época: «Pasaban muchas cosas en Los Ángeles que en realidad no se consideraban importantes desde el punto de vista del arte y la arquitectura internacionales. Lo mismo ocurría con la música. No se daba ninguna importancia a que Stravinsky y Schonberg hubieran actuado aquí o dieran conciertos en la UCLA. Nada de lo que se hacía en aquel momento ha tenido ninguna importancia hasta hoy... ahora volvemos la vista atrás y vemos que todo aquello era importante. Pero se ha de entender que en aquel momento había una gran excitación, la guerra había finalizado y todos éramos muy idealistas. Todos queríamos dar una respuesta a los problemas de vivienda. La producción en masa estaba en sus inicios y se planteaban problemas sociales. Fue una época muy interesante en la que se experimentaba toda clase de cosas.» 7

Para Koenig, la música -o el sonido- era una parte importante de su formación. La guerra había dejado sus huellas. En 1999 le confió a Steve Roden que «acababa de comprar el sonido pregrabado del motor de un Messerschmitt 109G, que hace el ruido más impresionante del mundo. Hay dos elementos principales superpuestos, un rugido ensordecedor y un insidioso martilleo de alta frecuencia. Se distingue de cualquier otro avión en el mundo. Si lo combinas con el sonido de disparos de metralleta, produce un efecto psicológico difícil de olvidar.» 8 De forma más pacífica, Koenig había descubierto la música cuando, a los catorce años, oyó La consagración de la primavera de Stravinsky."Cuanto más escuchaba la música, más deseaba tener lo más nuevo.» 9 Al final, su colección de discos ascendía a 6.000 grabaciones y, en su nueva casa de Brentwood, Los Ángeles, tenía tanta importancia la sala de música como la acústica del atrio donde solía escuchada.

Cuando en 1958 Koenig construyó una emisora de radio para KYOR en Blythe (California), demostró tener unos conocimientos previos no sólo de acústica, sino también del sistema de construcción flexible y modular: en este caso el forjado estaba elevado y podía retirarse para pasar cables tantas veces como se quisiera. Basada en una trama de acero entre paredes laterales de bloque de hormigón, combinaba una planta baja multifuncional y continua de alquiler y la emisora de radio en la parte superior. En el alzado de la parte delantera, la planta inferior acristalada contrastaba con la fachada lisa en la parte superior, poniendo de manifiesto la privacidad y el aislamiento acústico del estudio radiofónico y la sala de control en su interior.

El ingeniero de estructuras de la emisora de radio KYOR fue William Porush, quien trabajaría posteriormente en los edificios construidos de Koenig, desde su primera casa en Glendale hasta la casa West en Vallejo, cerca de San Francisco, en 1970. A partir de entonces, le sucedieron primero Tom Harris, quién colaboró con Koenig brevemente para la casa Burton en Malibú, y luego Dimitry Vergun, por un período de diez años. Sólo en los últimos dos o tres años trabajó con otros ingenieros: Norman Epstein para la ampliación de la casa de su vecino Jeffrey Ressner en Dorothy Street (Brentwood); Ficcadenti & Waggoner para la casa LaFetra y la casa Koppany; y Rubicon Engineering para la casa

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Tarassoly & Mehran. Desde el principio, Porush, a quien Koenig mencionaba siempre que se publicaban sus obras, le facilitó la aplicación de sus ideas y le permitió ir más allá de los límites de la arquitectura doméstica de acero y vidrio por la que es más conocido. Como dijo en una ocasión: «Siempre pruebo nuevos materiales.» l0 La casa Seidel, construida en 1961 en Malibú, era muy parecida a la posterior casa Burton, un edificio de madera con pilares de acero reforzados transversalmente para estabilizar la estructura. El pabellón móvil para exposiciones construido al año siguiente por Bethlehem Steel era de acero y madera y podía montarse y desmontarse con facilidad. Recorrió Estados Unidos durante dos años y, en 1964, ganó un premio en Portland (Oregón) al mejor edificio de exposiciones. La mezquita, encargada en 1963 por la Asociación Musulmana de América para instalarse en Hollywood, tenía que ser de hormigón prefabricado pretensado con paredes de ladrillo. Hubiera sido su único edificio de estructura de hormigón, pero no llegó a construirse. La fábrica y sala de muestras de Electronic Enclosures Incorporated en El Segundo, construida en 1966 a una escala hasta entonces inimaginable, incorporaba entramados abiertos de gran longitud para proporcionar un espacio interno sin columnas y con paneles de hormigón inclinados y paredes acristaladas para cerrarlo. Posteriormente, para la casa West, Koenig utilizó Corten, un acero oxidado. Construida como primera vivienda de una hipotética urbanización moderna, a Koenig le dio la oportunidad de explotar su interés por los elementos prefabricados y el diseño de unidades múltiples, pero el cliente falleció antes de que la casa pudiera ser ocupada y la promoción no se llevó a cabo.

Aunque mayoritariamente trabajó por su cuenta, la obra de Koenig no se crea en el vacío sino en el entorno académico de una escuela de arquitectura. En 1961, empieza a trabajar en la Universidad de California del Sur, donde en 1964 es nombrado profesor auxiliar y, en 1968, profesor titular con contrato fijo. Sorprendentemente tuvo que esperar hasta 1996 para convertirse en catedrático, aunque sólo tres años más tarde es nombrado catedrático emérito de Arquitectura por la universidad. En aquel período, de 1969 a 1972, fue subdirector del Institute of Building Research, dirigido por Konrad Wachsmann; y de 1971 a 1976, director del Programa Integral de Ordenación de la reserva india de Chemehuevi, una iniciativa que surgió como un proyecto estudiantil en la universidad. En 1983 fue nombrado director del Programa de Investigación en Sistemas Constructivos, lo que le permitió seguir investigando lo que llamaba la «respuesta a las fuerzas naturales»: los efectos de la gravedad, el sol, el agua y el viento sobre la arquitectura. Un elemento central de esta investigación era el túnel aerodinámico, que le permitía estudiar la circulación del aire en contextos tan distintos como paisajes urbanos o apartamentos de una sola habitación. Gracias a este sistema desarrolló la maqueta de trabajo de su propia casa en Brentwood, que demuestra claramente su perspectiva de la ventilación. «Es esencial que podamos ventilar nuestros edificios con medios naturales. No he instalado aire acondicionado en ninguna de mis casas de la cuenca de Los Ángeles. Con la posible excepción del río Colorado, donde las temperaturas llegan a 50°C, no hay ninguna justificación para enfriar artificialmente un edificio en California del Sur, ya que se tiene acceso a la brisa del océano en toda la cuenca, excepto en el valle de San Fernando y otros valles.» 11

Toda su obra refleja un gran interés por el aprovechamiento pasivo de la luz solar, desde los anchos voladizos de la Case Study House nº 22 hasta las mamparas verticales que

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protegen la casa Iwata, aunque en ambos casos se trata de elementos fijos. En el último edificio en el que Koenig se encargó de dirigir las obras, una pequeña casa con piscina para Bill y Cindy Koppany, se incorporan mamparas basculantes que pueden orientarse para adaptarse a la trayectoria del sol. Finalizada en 2006 por Jan Ipach, colega y ayudante suyo, ocupa los antiguos terrenos de una casa de Gregory Ain, situada cerca de la autovía de Hollywood en las colinas de East Hollywood. Ubicada en el eje norte-sur paralelo a la piscina, la vivienda es un simple pabellón de acero de tres volúmenes, cada uno de 3x3,60 metros, con una pared acristalada de puertas correderas orientada al oeste que da a la piscina. La cubierta plana se extiende casi 1 metro más allá de la pared acristalada hacia tres toldos de lona pivotantes (3x3 metros), que protegen la casa del sol de mediodía cuando están en posición horizontal y del sol de tarde cuando se colocan en vertical. Así, cuando se abren las puertas acristaladas y los toldos se sitúan en horizontal, el edificio ofrece un espacio ventilado y protegido sobre la piscina que puede regularse a medida que el sol se desplaza por el cielo.

Por el carácter muchas veces empírico de sus obras, Koenig no fue un arquitecto muy comercial. Cuando le preguntaron en 1971 por qué las casas prefabricadas que promovía junto a Konrad Wachsmann no eran aceptadas por el sector de la construcción, contestó: «Prejuicios y tradición... El ama de casa ha sido educada para tener una imagen preconcebida de cómo debe ser la casa de sus sueños. El promotor explota estos arraigados impulsos emocionales, hace publicidad de los puntos de venta, el estilo, la superficie». 12

Hubo momentos, a finales de los sesenta y mitad de los setenta, en los que su estudio tenía tan poco trabajo que Koenig dedicó la mayor parte de su tiempo a la enseñanza, una situación especialmente evidente entre 1986 y 1993, cuando la moda del pos modernismo lo dejó bastante sólo. Pero las modas cambian y en los últimos años de su vida estuvo tan o más ocupado que en los períodos de más trabajo. Cuando Billy Rose le pidió que diera una respuesta rápida a la propuesta de restauración de la casa Gantert en 2003, Koenig le contestó: Siento haber tardado tanto en responder tu e-mail. Comenta a tus socios que pueden tener un proyecto: 1. Rápido, 2. Bueno o 3. Barato. Pueden conseguir dos de estas tres cosas pero no las tres. 13

Koenig no llegó a ver finalizada la restauración de la casa Gantert ni sus dos últimos edificios, la casa LaFetra y la casa Tarassoly & Mehran. Aunque estas dos nuevas casas estarán situadas en Malibú, son completamente distintas entre sí. Una es una caja precisa y contenida ubicada en una costa rocosa, mientras que la otra está proyectada como una serie de pabellones escalonados sobre un desfiladero. La muerte de Koenig por leucemia el 4 de abril de 2004 podría haber paralizado estos dos proyectos de no haber designado a James Tyler para proseguir el trabajo. Jim Tyler había sido socio de Craig Ellwood Associates entre 1965 y 1977. Desde entonces ha trabajado como profesional independiente. Tyler es en gran parte responsable de los proyectos que salieron del estudio de Ellwood en los últimos años y, actualmente, es reconocido como autor del Arts Centre College of Design de Pasadena (l970-1976). Había sido compañero de Koenig en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de California del Sur y entendía su manera de trabajar y su uso de los materiales, por lo que la elección no sorprendió a nadie. Pero Tyler no se lo esperaba; fue la viuda de Koenig, Gloria, quien le comunicó los últimos deseos de su esposo y quien le dijo a Michael LaFetra que se pusiera en contacto con él. La finalización de la casa LaFetra por parte de Tyler dejará inevitablemente su propia huella en el edificio, ya que muchos

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detalles quedaban todavía por resolver a la muerte de Koenig. En la casa LaFetra, por ejemplo, tenía que solucionarse la forma de proteger el acero a la vista de los efectos corrosivos del entorno salino. «Confío», dichó Tyler, «en que Michael tendrá una gran casa... una casa de Pierre Koenig, construida lo mejor posible.»14 El mérito también será haber mantenido la colaboración con Joe Bavaro, de Bavaro Design Studio, para el interiorismo, porque Bavaro había trabajado anteriormente con Koenig en la segunda ampliación Rollé de la casa Seidel (1994) y en la casa Schwartz (1996). El mismo sentido de responsabilidad hacia la idea original ha demostrado Vida Tarassoly: «La casa será fiel al diseño característico de Pierre, y él quería que contratáramos a Jim para finalizarlo. Hemos hablado con Jim y estamos pensando en utilizar sus servicios para dirigir la obra. »15

Con la excepción de uno o dos períodos de inactividad, Koenig recibió muchos premios de arquitectura a lo largo de su vida profesional. En 1957, año en que obtuvo el título de arquitecto, recibió el premio de exposición de la bienal de Sao Paulo, un premio del American Institute of Architects (AIA) y la revista House and Home, y el premio de la Architectural League de Nueva York, Al año siguiente, poco después de cumplir los treinta y tres años, finalizó su primera Case Study House, por la que obtuvo otros dos premios en 1959 e incluso dos más en 2000 tras su restauración. A la sazón, el Departamento de Conservación de Los Ángeles había designado como monumentos de interés histórico cultural las dos Case Study Houses de Koenig. En 1967, la sección de California del AIA incluyó la casa Oberman entre las mejores treinta y seis casas construidas desde 1947, un reconocimiento que sin duda contribuyó a que Koenig consiguiera plaza fija en la Universidad de California del Sur al año siguiente. En 1971, con sólo cuarenta y cinco años, ingresó en la junta directiva del AIA en un ceremonia de investidura celebrada en el Detroit Institute of Arts. Pero no fue hasta poco antes de cumplir los sesenta años, una edad en que la mayoría ya comienza a pensar en la jubilación, cuando le llegaron los mayores reconocimientos: el premio al arquitecto de los Juegos Olímpicos del AIA en 1984; el premio del Departamento de Cultura de Los Angeles en 1989; el 25º premio anual del California Council del AIA y el premio Maybeck por toda su obra, ambos en 1996; la medalla de oro de la sección de Los Angeles del AIA, así como la Star of Design del Pacific Design Center por toda su obra en 1999. A pesar de todo, desde 1957, Koenig no había recibido ningún reconocimiento internacional hasta que, a raíz de un cambio en las normas sobre los requisitos para acceder a ciertos puestos, el Royal Institute of British Architects lo nombró miembro honorario en 2000. La ceremonia se celebró en Londres en la sala de bar quetes de Iñigo Jones en Whitehall, pero, a su pesar, Koenig no pudo asistir. 16

Tras su fallecimiento, se publicaron necrológicas en todo el mundo, lo que confirmaba su considerable reputación. En Estados Unidos, Los Angeles Times describió sus casas como «símbolos progresistas de los barrios residenciales de la posguerra»,17 y calificaba al arquitecto de «figura clave de una generación que contribuyó a convertir Los Angeles en uno de los principales laboratorios de la arquitectura del siglo XX».

«Entre todos esos visionarios», proseguía, «Koenig parecía el más capacitado para captar las esperanzas y las preocupaciones de la próspera clase media californiana.» 18

Sylvia Lavin, directora del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de California (Los Angeles) comentó que estos arquitectos intentaban crear un

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estilo de vida en el que creían. «Era realmente una vocación», dijo. «Lo cierto es que Koenig siguió su propio camino, incluso cuando ya no estaba de moda.»19 Pero Koenig siguió su propio rumbo porque, aparte del estilo, reconocía otros imperativos, como la necesidad de industrialización y prefabricación y la importancia de la sostenibilidad. En ambos campos, iba por delante de su tiempo. La industrialización y la prefabricación siguen siendo un sueño para muchos arquitectos y una pesadilla para el sector de la construcción de Estados Unidos. Muchos particulares y algunos gobiernos se toman cada vez más en serio la sostenibilidad, que en el caso de Koenig se centraba en su insistente uso de la ventilación natural. Aun así, su actitud no acababa de se comprendida: «Nadie parecía interesado en la sostenibilidad en aquel momento, y siguen sin estarlo.» 20 En cierto modo, el problema era la sociedad en la que vivía, por que el carácter efímero de Los Angeles es a la vez su atractivo y su perdición. Sólo aquí podía ser más conocida la Case Study House n.º 22 por la foto de siete minutos de Julius Shulman que por la arquitectura material de Koenig.

Al resumir la vida de Koenig para The Architects' Journal, David Jenkins escribió «Con el péndulo balanceándose hacia una nueva comprensión de las preocupaciones sociales y medioambientales, la obra de Koenig ofrece un referente a los arquitectos jóvenes, algo que seguramente hubiera sorprendido a este hombre infaliblemente modesto.» 21 En el difícil mundo de la arquitectura, se trata de una proeza de la que Koenig estaría con razón orgulloso.